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Bioética,

Salud Mental
y Psicoanálisis

JUAN CARLOS FANTIN


· PABLO FRIDMAN
(Comp.)
32 • BIOfT!CA, SALUD MENTAL Y PSICOANÁLISIS

3) Badiou Alain (2000), "Ética y psiquiatría", en Reflexiones sobre nuestro


tiempo) Buenos Aires, Del cifrado. CAPITULO 2

4) Duque, Félix et al. (1988), Los confines de la Modernidad, Barcelona,


Graníca. Los principios de la Bioética en
5) Díaz, Esther {2005), Posmodernidad, Buenos Aires, Biblos.
6) Fantin, Juan Carlos, llna perspectiva histórico-epistemológica del pro- Salud Mental y Psicoanálisis
ble1na ontológico del positivismo, Revista Vertex, Vol. :XVI, Nº 64, Nov-
Dic 2005.
7) Freud, Sigmund (1927-1931), "El malestar en la cultura", en Obras Pablo Fridman
Completas, 2003, Buenos Aires, Amorrortu.
8} Hedegger, Martín (1967), Ser y Tiempo, México, Fondo de Cultura Eco-
nómica.
9) Heidegger, Martín, "La pregunta por la técnica", en Conferencias y ar-
tículos (2001), Barcelona, España, Ediciones del Serbal.
10) Kenny, Anthony (1972), Wittgenstein, Madrid, Alianza Universidad.
11) Klimovsky, Gregario, Las Desventuras del Conocimiento Científico, 2=
Edición, Ed. A-Z, Buenos Aires, 1995.
12) Lacan Jacques (1960), "¿Es el psicoanálisi's constituyente de una ética a la
Resulta bastante inexploraclo el cruce discursivo entre Bioética y
medida de nuestro tiempo?'', en Textos escogidos (1952 -1958), Edición 1 Salud Mental, quizá por la juventud de ambas disciplinas, o por las
universitaria. múltiple; derivaciones que surgen hacta el campo de la ética, la
13) Lacan, Jacques (1975), "Función y campo de la palabra y del lenguaíe en moral, o la deontología. También por lo infructífero que resulta de
psicoanálisis", en Escritos, Buenos Aires, Siglo veintiuno. agotar esta compleja problemática en normativas morales (acuer-
14) Laín Entralgo, Pedro (1978), Historia de la medicina, Barcelona (Espa- dos o leyes}, consejos acerca de cómo "vivir bien". Sabemos que,
ña), Masson. muchas veces, el peor autoritarismo es el de las "buenas intencio-
15) Lamanna, Paolo (1973), Historia de la filosofía (tomo 3), Buenos Aires, nes". En principio, y como punto de partida, no queda claro por-
Ed. Hachette. .1 qué habría una moral específica en el terreno de la Salud Mental. Y
16) Lipovetsky, Pilles (2004), Los tiempos hipermodemos, Barcelona, Ana- si esto es materia de la Bioética, dado el campo que se le reconoce
grama. ligado a los dilemas clínicos que se presentan como obstáculos in-
17) Lyotard,Jean-Frani;ois (1987), La condición postmoderna, Buenos Aires, salvables para la práctica científica.
Rei.
Si bien los principios que se consideran clásicos de la Bioética
18) Macintyre, Alasdair (1970), Historia de la ética, Buenos Aires, Paidós,
(Autonomía, Beneficencia - No Maleficencia, Justicia, Calidad de
cap. 18: "La filosofía moral moderna".
Vida), son muchas veces criticados como una visíón anglo-sajona
19) Regnasco, Maria (1989), "Prólogo" a La tecnociencia y nuestro tiempo,
excesivamente esquemática, pueden servir aquí de punto de apoyo,
Buenos Aires, Biblos.
para algunas reflexiones relativas a la Salud Mental y el Psicoanáli-
20) Rovaletti, María Lucrecia (2007), "¿Es posible pensar una psico-ética?",
en Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, Vol. XVIll, Nº 75, págs. 370- sis. Sin lugar a dudas, los problemas éticos de la clínica y la investi-
375. gación exceden, con mucho, estos puntos de partida, y requieren
21) Stagnaro JC. Bíomedícina,o medicina antropológica. Vertex, Revista Ar- también, de parámetros pormenorizados y exhaustivos, acordes a
gentina de Psiquiatría, 2002; Vol. XIII, 47:19-26 la importante complejidad que se encuentra en juego.
22) Zizek, Slavoj (2005), La suspensión política de la ética, Buenos Aires, La Bioética es el campo (una de las aplicaciones de la ética teóri-
Fondo de cultura económica. ca), que se crea respecto de lo dilemático de wia decisión o conclu-
sión en determinada situación clínica, o del catnpo de la investiga-

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ción en salud. Cuando lo dilemático se presenta, se presentan varias cierra ilusión de inmortalidad. Es lo que Hans Gadamer ha llama-
respuestas posibles, y ninguna adquiere una determinada prioridad do el "estado oculto de la salud"(4); un estado opuesto al cuerpo
sobre las otras. "El dilema es una proposición disyuntiva en la que declarado como enferrno, que genera malestar, incomodidad, rup-
se afirman igualmente sus dos miembros"(l)~ cuando hay tres posi- tura de la sensación ilusoria de libertad y de posibilidad. La de-
bilidades se hable de trilema, en cuatro cuatrile~a, etc. El principio manda explícita que se le efectúa al médico, como concepción cul-
es el mismo: no hay una síntesis. El dilema es un problema, donde tural imperante, es la de restablecer un orden natural "sano")
cualquier solución posible constituye un nuevo problerna. desconociendo de ese rr1odo que la intervención médica es siempre
La medicalización de la vida olvida que la vida que importa es forzosamente artificial. El dolor del cuerpo es un signo inexacto
"la que merece ser vivida'', y esto no se limita a la n1era subsistencia del malestar deJ cuerpo) y siempre está atravesado por la dimen-
de los órganos somáticos. La Medicina transforma la condición ca- sión inalienable de la valoración de lo propio. No se puede pedir
rente, no firme (infir1nitas) de 1a existencia hun1ana, en enfermedad. objetividad allí. El valor positivo de la enfermedad es lo que, even·
Como lo dice Giovanni Berlinguer (2), cada vez más se obser- tualmente, el.la puede enseñarle al sujeto de sí misn10.
va, a nivel epidemiológico, un desplazamiento de las enfermedades Lo que caracteriza a lo humano como tal es lo irrepetible de
que se producen por contacto con la naturaleza, a las enfermeda- cada uno, lo único de la forma de vida propia, creencias, modos de
des que se producen por el contacto entre los propios seres huma- soportar y sostener la existencia. Es a esto a lo que se refiere Em-
nos: Las enfer1nedades que derivan del malestar que ocasiona la re- manuel Levinas cuando señala "la humanidad misma"(5) de lo hu-
lación con el otro (y con el Otro), que no es lo supuestamente mano. Es la condición-misma de lo irrepetible, la condición propia
conocido del sí mismo. La globalización del mundo es un efecto de- de la subjetividad, y es desde esta diferencia absoluta en que se es-
rivado de la expansión de la técnica (aplicada a la expansión de los tablece el modo de lazo discursivo con los otros. Cabe agregar que
mercados). Crea la ilusión de una mayor proximidad entre los se- eso "irrepetible", ocurre más allá de la voluntad de las personas, y
res humanos, una mayor porosidad entre las fronteras, la intrusión tiene que ver con lo irrepetible del encadenamiento de ideas que se
en el otro, muchas veces la imposición de culturas, "vivimos más produ~e en la asociación libre, y del modo de goce de cada quien.
cerca que nunca el uno del otro" (3). Los equívocos de la palabra Lo irrepenole de cada sujeto es un resultado "a producirse", no es
son los gestores del malentendido universal, y esta cercanía genera natural, no es obvio, requiere un esfuerzo de producción, un dispo-
nuevos problen1as. sitivo, y condiciones que lo permitan. Por ejemplo: frente a una
La concepción del cuerpo como una máquina que se descompo- amenaza inminente los márgenes de elección son escasos, general-
ne termina revelándose como una falsedad. Es el intento de produ- mente se trata de evitar un daño inevitable; las opciones aparecen
cir una determinación artificial y forzada, para obtener un resulta- cuando los márgenes y las consecuencias no son tan claras.
do mensurable. Por supuesto el resultado suele no ser el esperado, y
la creencia en la máquina revela su inconsistencia. La multideter-
minación biológica, social, familiar, religiosa, filosófica, etc., del Ética es elección
cuerpo no admite síntesis alguna. La medicalización de la vida hace
de la cura del cuerpo una obligación, y transforma a los qu~ se ocu- Si nos atenemos al rasgo singular de cada ser humano como
pan de atender la salud en "aliviadores" del dolor físico; descono- tal, considerando que ello se produce en determinadas condicio-
ciendo la enorme complejidad de la existencia humana. Se omite nes, que no se trata de una determinación natural, o cultural; en-
que la dimensión del dolor ~s, sin duda, mucho más amplia que la tonces "no puede haber ética general, sino solamente una ética de
manifestación neurológica del daño del cuerpo (sin desconocer las verdades singulares, luego entonces, una ética relativa a una situa-
consecuencias, que pueden ser masivas, de dicho dolor físico). ción. "(6) La ética definida así es la ética de la coyunmra del dilema
El cuerpo aparentemente sano (o lo que se reconoce como sano) ético, que contempla a cada situación en su irrepetibilidad, que por
es mudo, no produce molestias, no provoca síntomas, crea una lo tamo, no puede proferir normas morales para todos por igual,

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que siempre en algún momento (por más buenas intenciones que se nada, y un segundo juicio, ineludible, sobre la posición de quién la
detenten), terminan siendo autoritarias. ha perpetrado. "La ética consiste esencialn1ente (... )en un juicio so-
En esta dimensión de la ética como acto único se puede captar bre nuestra acción, haciendo la salvedad de que sólo ti.ene alcance en
mejor la famosa frase de John Keats: "La belleza es verdad; la ver- la medida en que la acción implicada en ella también entraüe o su-
dad, belleza. Esto es todo lo que sabes sobre la tierra, todo lo que puestamente entrañe un juicio, íncluso ünplícito. La presencia del
necesitas saber."(7).En la verdad, en la belleza, en el acto ético, se juicio de los dos lados es esencial a la estructura." (10) La acción más
trata de lo singular, de lo irrepetible. De lo que tiene valor en un evidente, incluso 1necánica o aparentemente simple, supone una po-
momento, en una situación) y solo para esa situación. sición del que la ha ejecutado. No se puede escapar a éste doble jui-
Por estas razones, puede afirmarse que "hay ética donde hay cio: sobre la acción) y también sobre el que la ha producido, por lo
elección"(8), la elección siempre reconoce un marco, un límite de que puede decirse aquí que no hay acciones obvias, u objetivas.
posibilidades, pero en ese marco (por mas amplio o limitado que Hay que establecer aquí una diferencia sustancial entre el clíni-
sea), es obligado ocupar una posícíón, definir un lugar, del que se es co propiamente dicho: aquel que compromete en su acto una escu-
responsable. También se debe destacar que dicha elección, para ser cha y una decisión, de la que se hace responsable luego; del técnico
auténtica, no debe ser completamente determinada por ningún cre- burócrata que se basa en tildar ítems para administrar una técnica,
do religioso, o dogma ideológico establecido, la elección particular técnica de la que es mero ejecutor, y de la que por lo tanto, no se
puede tener sus referencias, pero se ubica siempre 1nás allá de las hace responsable.
convicciones compartidas. ¿Cómo podría, entonces, considerarse La práctica clínica de la salud se presenta sie1npre en algún mo-
la elección de perder la vida por no amputar una pierna gangrena- rnento inconsistente, y no necesariamente por faltas en el saber.
da por la diabetes, cuando las consecuencias de dicha amputaciÓn Esto se debe a que es una praxis en la que enconrramos inevitable-
significan la pérdida del interés de seguir viviendo? mente situaciones que rondan el terreno del equívoco, de la para-
Confundir la Bioética con la Ética en general, o con la moral doja de las buenas intenciones, de las ambigüedades relativas a
profesional, es diluir la riqueza y la complejidad de los problemas "querer el bien" ... , donde las fórn1ulas y recetas fracasan, o se
que se presentan en este terreno, que derivan directamente del ejer- muestran ineficaces de dar cuenta de la totalidad ck las variables.
cicio de la práctica clínica en el amplio campo de la salud, y de las El origen de los Comités de Bioética se produce a partir de un
consecuencias no deseables de la investigación científica. punto de detención (de impasse) del discurso médico-científico.
Como lo dice Jacques Alain Miller, se trata de "demostrar que Discurso que, hasta ese momento, era suficiente para responder, o
no hay clínica psicoanalítica sin ética"(9), y también puede decirse no responder, a los problemas que derivan de su práctica. Las res-
que toda práctica clínica (se puede incluir aquí la clínica médica, puestas que se sostenían desde esta posición a los dilemas bioéticos
psicológica, psicopedagógica, etc.), en tanto la clínica supone un eran de tono "paternalista". Por algún sortilegio académico, el
lazo subjetivo, explícito o no, supone una ética. La demostración no agente de salud estaba más capacitado para resolver la vida del pa-
es especulativa, no únicamente teórica: es en acto, un acto propio e ciente que ¡el paciente misn10! Esta función ha remitido histórica-
irrepetible. Se trata de hacerse cargo del acto, y de sus consecuen- mente a una derivación de la responsabilidad subjetiva que le con-
cias. Dichas consecuencias no están predeterminadas, derivan del cierne a cada uno, a una figura de autoridad, que por fuerza debía
acto que las produjo, pero no pueden conocerse en su totalidad, ni ser infalible, en cuyas manos se deposita el destino propio, y la re-
siquiera anticiparse. El acto supone hacerse cargo de la incertidum- lación con la enfermedad y la muerte.
bre de las consecuencia§, soportar lo impredecible. Esto no implica El establecimiento de un dispositivo interdisciplinario, plura-
que, a posteriori, no se deba intervenir sobre estas consecuencias lista, multidiscursivo, ha querido someter a debate aquellos impas-
(de todas maneras eso es, sín dudas, un modo de hacerse cargo). ses de la clínica, la docencia y la investigación_ Se trata, indudable-
Y se debe explicitar aquí que se trata en verdad de un doble jui- mente, de un dispositivo original, creativo, que pone en suspenso
cio ético: un primer juicio que se produce sobre una acción determi- los saberes de cada uno, con los que cada quién se inviste social-

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n1ente, de los cuales se obtiene habitualmente un cierto prestigio,
para establecer un debate que ocurre en un mismo plano horizon-
l tica. ¿Por qué los jueces serían portadores de un saber para resol-
ver casos, cuyo conflicto se centra en la irrupción de la condición
tal, que posibilita un cierto diálogo entre discursos. Es desde alfr subjetiva del paciente, o el profesional?
que se puede enco~trar en un Co1nité de Bioética a religiosos, cien- Si bien este es un riesgo extendjdo, no por ello debe pasar desaper-
tíficos, filósofos, psicoanalistas y también vecinos de las Institucio- cibido en el funcionamiento de los Comités de Bioética, donde mu-
nes Asistenciales, pacientes o no. E.J espíritu de un debate diverso chas veces el recurso a la forma obtura la posibilidad de un verdadero
het~rogéneo) de donde pueden extraerse soluciones siempre provi~ 1 debate, o sea una discusión que no desmienta la transferencia que se
sonas, de donde pueden formalizarse cuestiones y conclusiones
que escapan a las normativas establecidas. Estas decisiones {no
obligatorias) pueden contemplar la dimensión subjetiva en juego,
l instala inevita ble1nente en la relación entre el que busca un alivio a su
malestar, y aquel que propone un tratamiento para ese malestar.
Cuando en la práctica del Derecho se dice "dar a cada uno lo
es lo que per1nite a los Comités de Bioética que puedan evitar ''res- suyo", ¿quíén decide esto en los conflictos que implican la posición
taurar el sentido moral del Otro" (11 ). O sea emparchar los atolla- subjetiva de cada uno? ¿Quién puede leer las transferencias cruza-
deros de la moral en crisis. das que ocurren habitualmente en la clínica?
· Los Comités de Bipética, y la Bioética en general, no tienen por
objetivo construir normas morales, ni procedimientos estándares en
inateria de moral, sino ampliar las posibilidades en casos particu- La responsabilidad
lares, que presentan cruces discursivos conflictivos. Los Comités de
Bioética no son Tribunales de Ética. En la Bioética no hay objetivi- Cuando nos referimos a la responsabilidad, debemos discernir
dad, lo que no significa arbitrariedad del pensamiento. El Comité de con precisión si se trata de la responsabilidad Jurídica, Social, o
Bioética no es el lugar de la asociación libre, es el lugar del fundamen- Subjetiva. En los tres casos se trata de dar respuestas, la palabra
to de lo que se sostiene como posición ética del evento dilemático. responsabilidad remite a esto: dar respuesta. Se reconoce como res-
ponsable a aquel que puede dar una respuesta_ En el campo jurídi-
co la respuesta es obligatoria, nadie puede aducir desconocer la ley
El empuje a lo jurídico que rige para todos, justamente por eso son muchas veces difíciles
de detectar los límites y los alcances de la ley, concluyente en tanto
Como efecto de la proliferación de los juicios de mala praxis, predicación general, en ocasiones equívoca en su aplicación, razón
que se constituyen en parte como respuesta a la omnipotencia de la por la cual la ley debe ser interpretada por aquellos que la aplican.
medicina tradicional, y en parte a una "industria del juicio", que En el caso de la responsabilidad social, la obligación compulsi-
vislumbra la posibilidad de un mercado del juicio profesional (don- va se diluye, y compete aquí a la interpretación de cada uno, que se
de no se calculan las consecuencias que dicha práctica podría tener rige por los valores y condiciones de cada quién. Valores que nece-
en el ejercicio profesional mismo), surge como efecto una descon- sitan inscripción y reconocimiento social, pero que también recon-
fianza mutua que genera la susceptibilidad de encontrar en el otro fortan íntimamente al ser realizados.
de la díada profesional-paciente, un enemigo potencial. La responsabilidad subjetiva, en cambio, esta sostenida por el
En algunos casos, se desvía, en la implementación de Comités sentimiento inconsciente de culpa (12), y es lo que permite que la
de Bioética legalistas, una tendencia no confesa hacia comités ju- responsabilidad jurídica y la responsabilidad social tengan efica-
rídicos larvados, o a veces semi-explícitos, que cierran el debate cia. El sentimiento inconsciente de culpa es lo que permite que el
bioético por una salida acorde a "lo legal", a la norma establecida. castigo tenga alguna razón de ser. Sabemos que inoperante es cual-
O sea, se clausura la posibilidad de un debate fecundo en casos con- quier forma de castigo (penal, religioso, moral, etc.,) cuando el
troversia les por una solución jurídica, que no necesariamente sentimiento de culpa no participa de la dimensión punitiva. Pero
plantea el interés subjetivo que ha generado la situación dilemá- resulta paradójico que la satisfacción pulsional suponga una insa-
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tisfacción simultánea: el concepto de goce, como superposición del Autonomía versus beneficencia
placer y el displacer, resulta indispensable para considerar desde
una perspectiva no normatizante los dilemas bioéticos. Uno de los puntos controversiales en nuestro can1po es la ten-
Según Sigmund Freud, los sentimientos son concientes, excepto sión que se genera entre Autonon1ía y Beneficencia. ¿Cón10 com-
el sentimiento inconsciente de culpa, alrededor del cual se organiza patibilizar, si esto es posible, la decisión de los pacientes con la in·
toda su segunda teoría en psicoanálisis. A partir de 1923 (El Yo y el tención de "hacer el bien" del Equipo de Salud?
Ello (13)), los conceptos de Superyó, masoquismo erógeno, resisten· El concepto de Autonomía es extraído de la ética anglo-sajona,
cia terapéutica negativa, malestar en la cultura ... , giran alrededor donde e1 criterio prevalente es el de la independencia de cada uno,
del sentimiento inconsciente de culpa y la necesidad de castigo. y la justeza de respetar esta sitt1ación. Desde el psicoanálisis inspi-
La paradoja es que el sentimiento de culpa es lo que produce rado en Jacques Lacan, se cuestiona la "autonoinía del yo", como
también su propio padecimiento, desde la Neurosis hasta la M_e- lo plantea la llamada "Psicología del yo". Desde una lectura freu-
lancolía. Es el responsable de la patología de la responsabilidad éti· diana, la constitución del yo se establece a partir de una compleja
ca (14). El sentimiento inconsciente de culpa es el fundamento mis· red de intervenciones familiares, culturales, sociales ... Resulta difí-
mo del lazo social. De ahí que el sujeto es siempre responsable. El cil diferenciar que es propio del yo, y que se deriva de una trama
sujeto es en sí mismo una respuesta al vacío de la culpa; es una res- múltiple de identificaciones, alienaciones al discurso del Otro en
puesta en tanto está atravesado por el límite de su posibilidad, que todas sus formas, evidentes o no.
en definitiva es el límite de su existencia. La idea de Autonomía en la práctica médica ha permitido una
El concepto psicoanalítico de inconsciente plantea una situa· restricción del npaternalismo" benefactor, pero agrega otras difi-
ción paradójica respecto de la responsabilidad: ¿quién es responsa· cultades: las que derivan de urilizar la Autonomía como excusa
ble de la asociación libre? La respuesta de esa responsabilidad es el para evitar la responsabilidad profesional inherente· a la acción te·
deseo que el sujeto despeja en su análisis, y de qué modo dicho de- rapéutica. En este sentido la Autonomía, cuando se la plantea como
seo se entrama con los otros. No hay deseo en soledad, y no hay un absoluto en la decisión de los pacientes, puede ser funcional al
deseo sin consecuencias para los otros. La responsabilidad subjeti· ideal cínico que caracteriza nuestra época: "Que cada uno se las
va es soportar las consecuencias que devíenen de la propia posición arregle como pueda". Este ideal es funcional a tomar el cuerpo
deseante, soportar los efectos del deseo. No se trata, por cierto, que como objeto del mercado, es decir como mercancía. El cuerpo deja
exista una habilitación para hacer cualquier cosa (al modo de una de ser un lugar de lo sagrado (como lo querían las religiones), y
líbertad ingenua), sino de las consecuencias que implica la relación pasa a ser parte de la privatización total de la salud, de la venta le-
deseante con los otros. El sujeto, a través de un psicoanálisis, se gal o ilegal de órganos, de la distinción fáctica de una salud para ri·
hará responsable de su goce, implicado en su posición de deseo. Y cos y otra para pobres ... , etc ...
se trata, también, de desplegar un deseo sin el lastre de la culpa. La relación entre los principios de Autonomía y Ben"eficencia se
De ahí lo que señala Lacan: "De nuestra posición de sujetos, so- complíca aún más, cuando el paciente no quiere curarse. Parece
mos siempre responsables". Entonces, como lo dice Eric Laurent: obvio, p~ro no lo es tanto, que no es obligatorio curarse, pese a los I'·11
"Al psicoanalista no le preocupa el 'justo medio' como.ideal" (15), mandatos sociales, culturales, religiosos ... La cura, o el alivio, es ,.
1

no se ubica a la justa distancia de los excesos, la solución por el de· una decisión que emana de la posición subjetiva de cada uno, y
seo no tiende a una armonía del Todo. debe estar al abrigo de los ideales culturales, de presiones de toda
Las soluciones de la Bioética son soluciones parciales, coyuntu- índole, incluso en la supuesta "irresponsabilidad" de la psicosis.
rales, que apuntan a tomar en cuenta la singularidad del deseo de En efecto, el sujeto psicótico posee sus modos de expresión respec·
un sujeto, que eventualmente atraviesa su posición de paciente de un to de su necesidad de tratamiento, y esto no tiene nada que ver con
compromiso en su salud. Todo su recorrido en tanto paciente está lo que se pueda observar en el plano de los fenómenos. Existe una
atravesado por su posición subjetiva. clínica sutil, minuciosa, que puede despejar, con la prudencia del
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2. Los principios de la Bioética en SaltJ,d Mental y Pslcoanális!s
42 ° 8!0ETICA, SAlUD MENTAL Y PSICOANÁLISIS

arbitrarias) por la vía de la piedad~ o la l~stüna. Ningún paciente


caso, la verdadera posición del sujeto psicótico respecto de sus tra- necesita de la conmiseración de un se1ne1antei que en e.se acto. se
tamientos, y su actitud deseante hacia la vida. Atender a la posi- ubica en un lugar de superioridad. Con cierta frecue~cia~ la v1da
ción del psicótico desde una escucha sostenida y atenta, permite enfrenta situaciones límites, en las que se cr~zan los ideales de la
ubicar niveles de responsabilidad, que no son los de la atribución moral, con lo precario de la existencia. Conviene no ponderar de-
jurídica, y que son pertinentes a la clínica en transferencia. Es un masiado las morales prodigiosas. .
deber ético de la clínica en general~ y de la psicosis en particular, des- Sabetnos, también, el efecto devastad~r, exter:runa?or, qt.1e ,~ª
tacar la responsabilidad que se extrae de la experiencia del trata- tenido (en el régimen nazi, y en otros ... ) la 1deologta de 1mpedff la
miento, por sobre la determinación legal. ·d · d. na de ser vivida"(16) cuando es aplicada al otro. Los ar-.
Vl a lil 1g ' · · l
En la experiencia cHnica, la verdadera Autonomía no es some- gumentos de conmiseración, de producir un. :hvro de su~u~sto
terse ciegamente a lo que el paciente exige, sino respetar, en la me- malestar del prójimo, de una aparente conn:ioc1on .por el sufr1m1en- ·
dida de lo posible, el goce de cada uno. No hay Una forma de en- to del otro, no disimulan el odio por la diferencia, en su aspecto
fermar, ni ta1npoco Una forma de tratamiento de la enfermedad, .en más radical. .
la medida que eso conmueve los márgenes de la posibilidad. Ante la ·d1 ea
de "cura" como restablecimiento del organismo
· ., . d "cura,,
"sano'' es importante recuperar la acepc1on ant1g~a e
como s~rge (ocupación, preocupación), que en ale.man ?r~duce la
¿Calidad de vida? palabra besorge (prestar atención, ocuparse con deter:.1m1~nto en
determinada cosa). Se trata de curar en tanto acompanar, 1nclus~
El concepto de calidad de vida conlleva una serie de controver- cuando no hay un tratamiento que revierta el proceso morboso (¡que
sias. En principio, lo que se trata de rescatar es que no se trata de devastadora es la frase: No hay nada que hacer!, que suele ¿ecirse
conservar la vida de cualquier modo. La sobrevida no es siempre si- cuando los recursos terapéuticos se han agotado). Acampan.ar sig- 1

nónimo de bienestar, ni de satisfacción. Si bien parece ser obvio que nifica también incluir la muerte como un acontecimiento (17) de la
1a posición dominante en terreno de la salud es preservar la vida, no vida. y que cada uno pueda acceder a su propia muer:e, la que es
·es tan obvio en qué condiciones se establece dicha preservación. un reflejo una resonancia, de aquello que hubo en su vida.
El derecho a una' "segunda opinión'i debe ser preservado por El fácil y adecuado acceso a los tratami:ntos p~ra preservar la
los profesionales y por los pacientes. Es un modo de impedir (en al- salud no es una obligación, ni tampoco un 1mperat1vo cul~°:r~al. En
guna medida), el cierre de la dimensión subjetiva por el recurso a la todo caso es un derecho que no puede desconocer la cond1c1on hu-
autoridad. mana donde se establece.
Los ideales del que interviene en la salud no deberían ser los
que determinen qué modo_ de vida es conveniente; No es tan senci-
lla la respuesta cuando colisionan las decisiones de los pacientes, REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
y los que los rodean. La calidad de vida de unos se ve afectada por 1) Ferrater Mora, J.: Diccion~rio de Filosofía Abreviado, pág. 118, 11 ª Ed.,
las decisiones de otros, en una trama donde no puede haber neutra- Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 1980.
lidad. Otra vez aquí no se trata del ideal de la "justa medida", ni 2) Berlinguer G.: Ética de la salud, pág. 56, Buenos Aires: Ed. Lugar, 2003.
del "justo equilibrio": lo que está en juego es la preservación de la 3) Bauman Z.: La sociedad sitiada, Pág. 26, México: Ed._F. C. E., 2006. .
condición subjetiva de cada uno, de lo irrepetible que hace a la con- 4) Gadamer, I-lans-Georg: El estado oculto de la salud, B~rcelona: Ed. Ged1-
dición humana como tal. Estos son los elementos a evaluar al evi-
sa, 1996. . . - ?l
tar culpabilizar a las familias de los pacientes, y al tomar decisiones 5) Levinas E.: Algunas refleiiones sobre la filosofía del httlensmo, pag. - '
relativas a externaciones, internaciones, decisiones que siempre Buenos Aires: Ed. F. C. E., 2002.
implican cambios relevantes en la vida de las personas. El Ideal te- 6) Badiou A.: La ética, pág. 18, México: Ed. Herder, 2004.
rapéutico puede adoptar muchas veces posiciones moralizantes y
44 ~ ~ICA. .5AWD MENTAL Y PSICOANÁLISIS

!; Ke:an J,: Oda. sobre una urna griega (1819) .


8) .MiJler }-A: Maternas I, Pág. 129, Buenos Aires: Ed. Manantial, 1990.
9) Miller J-A: Dos dimensiones clínicas: Síntoma y Fantasma, pág. 11, Bue-
nos Aíres: Fundación del Campo Freudiano en Argentina, 1983.
10) Lacan J.: Seminario 7 "La ética del Psicoanálisis", pág. 370, Buenos Ai-
reso Ed. Paidós, 1988.
11) Miller J-A y Laurent E.: El Otro que no existe y sus comítés de éticai Bue-
nos Aires: Ed. Paidós, 1005.
12) Freud S.: "El Yo y el Ello", Obras Completas, Tomo XIX, Buenos Aires:
Ed. Amorrortu, 1979.
13) Freud S.: "El Yo y el Ello", Obras Completas, Tomo XIX, Buenos Aires:
Ed. Amorrortu, 1979.
14) Miller J-A.: "Patología de la ética", en el libro Lógicas de la vida
amorosa, pág. 72, Buenos Aires: Ed. Manantiali 1992.
15) Laurent E.: Los objetos de la pasión, pág. 102, Buenos Aires, Ed. Tres
Haches, 2004.
16) Platen-HalJermund A.: Exterminio de enfermos 1nentales en la Ale1nanía
nazi, pág. 21, Buenos Aires: Ed. Nueva Visión, 2007_
17) Acontecimiento como lo formaliza Alain Badiou, en El Ser y el Aconteci-
miento (E.el. .Manantial); es decir como hecho relevante que produce un
corte en el Otro, pero que se genera en el Otro.

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