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Comencé escribiendo un mundo
de ideas pero me he
dado cuenta que he creado
un universo
Luis F. López Silva
Luis F. López Silva Silencios
Sinopsis: 3
Silencio
¿Te atreverías?
Luis F. López Silva Silencios
Reminiscencias
L
a puerta se abrió de un solo golpe. Una gran columna de libros cayó
estrepitosamente a sus pies. Se escuchó el crujir del piso de madera.
-Tarea, mi vida.
¿Tarea? Pero si estamos de vacaciones. Falta aún una semana para entrar a
clases.
-¿De verdad lo haz olvidado?-dijo Johanna con los ojos bien abiertos y
desorbitados-Tarea Vacacional, ¿te suena algo eso en tu cabecita de
alpiste?
Solo quedaba Otto. Aunque Yesenia opto por descartar la idea. No era
posible que alguien tan descuidado como Otto hiciese algo así. Además, el
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libro parecía tener ya un buen tiempo de estar en Death of Place así que no
podía ser de ninguno de los chicos. Se resignó, definitivamente el libro era
real, había sido escrito hace quien sabe cuánto tiempo y la fotografía; la
fotografía también era real. No había duda alguna. Pero, no podía explicarse
como era que ella aparecía ahí. Si es que acaso era ella.
-Lo siento.
-¿Qué quieres?-musito la chica con la voz seria-Ya sabes que no me gusta que
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me interrumpan cuando estoy leyendo.
-¡Señora yo…!
La chica dirigió una mirada furtiva hacia el chico rubio. Si su mirada hubiese
sido una lanza, le hubiera atravesado el cráneo sin remordimiento alguno. El
chico retrocedió un poco asustado. Tragó saliva.
-Si-si, por supuesto. Lamento informar que hemos perdido un libro, mi señ…
-el chico se mordió la lengua, estuvo a punto de decirlo nuevamente, pero se
retractó a tiempo. Cambio la última palabra-...Victorique.
-Así es.
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-No es para tanto-respondió ella, sin despegar la vista aún del libro- Lo
repondremos. Recuerda que los estantes inferiores solo están llenos de
copias. Ahora, largo, quiero leer en paz.
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-Esto...no puede...estar pasando-murmuro con dificultad. Se desplomo sobre
sus pies. Se habían ido sus fuerzas. Miro hacia la cúpula en la parte superior
pensando detenidamente y digiriendo aún la situación. -¿Qué voy a hacer?-
musito.
L
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a columna de libros parecía no tener fin. Al señor Cross se le había
zafado un tornillo con la gran cantidad de tarea que les había dejado.
No era el caso de la señorita Nicole, quien únicamente había pedido un
reporte de dos páginas acerca de los Kodamas; nada que Wikipedia no
pudiera solucionar. En cambio el señor Cross, había pedido tarea acerca de
algo tan obsoleto que ni siquiera la Internet lo tenía registrado; era totalmente
irrazonable.
-Sí, dime.
-Johanna, yo…
-Necesito saberlo
-No lo es tanto.
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-Si, quien me lo dice, la señorita "me gusta Otto y Gio, pero no sé cómo
decírselos y con cual quedarme". Deberías de pensar mejor en cómo resolver
eso.
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-Haber, quiero verte intentándolo.
-¿Es esto una apuesta?-pregunto Yesenia con una mirada picara y una
sonrisa malévola.
Yesenia se quedó con la boca abierta. Le pedía demasiado pero al menos era
mejor que obligarse a sí misma a desenamorarse de Gio y a vivir con ese
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tormento. -Está bien, acepto.-asintió Yesenia no tan segura de lo que decía-
Pero consta que lo cumpliremos.
-Pues claro, siempre cumplo lo que prometo. A caso no recuerdas la vez que
te tuve que comprar papas fritas por una semana. ¡Dios! Pensé que moriría de
hambre por no comer lo que debía al apartar el dinero para esas tontas papas.
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Frank recordó rápidamente que esa apuesta tonta había sucedido hace seis
vidas anteriores. Hace noventa y seis años exactamente. Era lógico que
Yesenia no recordara nada al respecto. Créanlo o no, para ese tiempo ya
existían las papas fritas, aunque eran caseras. Decidió cambiar rápidamente el
tema para no generar más preguntas.
-Por cierto, ¿qué has pensado en cuanto a Otto? Piensas decirle algo.
-Esperar.
-¿Por qué no vienen con un manual incluido? así las cosas serían más fáciles.
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-Simplemente, piénsalo bien al respecto.
-Claro.
Y
esenia bajo a la sala de estar. Estaba completamente vacía. La
encargada del dormitorio leía perezosa la revista Vogue de ese mismo
mes. La estantería tras ella estaba llena de revistas de diferentes
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editores, todas del mismo mes. Parecía que la encargada no tenía mucho que
hacer más que pasar tras el mostrador todo el día. ¡Que vida la de ella!
Yesenia se acerco a ella.
Yesenia utilizo hasta la mas mínima fuerza por retener su puño y no dejarlo
"acomodado" sobre el rostro de aquella mujer. Conto hasta diez y trato de
calmarse un poco.
-¿Qué debo hacer?-se pregunto así misma, mientras subía las escaleras.
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-Frank-musito Amy. Su voz parecía nerviosa.
-Dime-contesto él, levantando el rostro y mirándola a los ojos. Noto que Amy
evadía su mirada. Su rostro estaba rojo en su totalidad. ¿Qué le quería decir?
Amy se armó de valor, sacó fuerzas de quien sabe dónde. Tal vez del aire o
del sol.- ¿Te gusta el pollo agridulce?-Dijo finalmente Amy, en lo que precia
haber sido un grito ahogado, nervioso y quebradizo. Bajó la mirada y extendió
sus manos con la cajita envuelta en señal de dársela a Frank.
-He cocinado un poco para ti-dijo levantando levemente la mirada ¡Por favor,
prueba este pollo agridulce!-espetó Amy.
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Frank no podía creerlo. Su comida favorita, viniendo de la persona que le
gustaba. Sentía una sensación extraña en su estómago. ¿Sería hambre? No,
era más que eso.
Caminaron un poco más para llegar hasta donde se encontraban unas mesas
hechas de concreto, pintadas de numerosos colores. Estaban dentro de un
cuadro perfecto de tulipanes rojos y purpuras. Dos arbustos enormes de
Hortensias con sus flores moradas y rojas adornaban la entrada a las mesas.
Un poco raro que las hortensias florecieran en esa época. Un gran árbol sin
hojas en una esquina, proyectaba la sombra de sus ramas desnudas. Desde el
lugar se podían ver ambos dormitorios.
-Créeme, soy demasiado quisquilloso con la comida y si digo que esta bueno
es porque está bueno.
A Amy se le ilumino el rostro. Esto era lo mejor que pudo haber escuchado
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en su corta vida. Pero ¿Por qué tanto interés en que Frank probara su
comida? A Frank le parecía genial que Amy le haya cocinado algo, pero esa
pequeña he insignificante duda merodeaba en su cabeza y amenazaba con
salir a flote. Había que pensar rápidamente en un tema de conversación o el
momento realmente se arruinaría y ninguno de los dos quería eso.
Yesenia saco su celular del bolsillo del pantalón. No era nada de tecnología
reciente, pero una llamada y mensajes de texto eran pasables por aquel trozo
de prehistoria. Busco frenéticamente el numero de Frank, pensando en como
y en que le diría para fastidiarlo, y así de la nada, se le ocurrió también que
sería una buena idea fastidiar a Amy. Dos pájaros de un solo tiro. Finalmente
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lo encontró y decidida a molestarlo un poco, marcó.
El típico tono de llamada sonó unas tres veces, pensó por un momento que no
iba a coger la llamada. Finalmente una voz se escucho en el otro extremo.
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-¿Hola?
-Nos vemos Amy-dijo Yesenia bastante burlona- Eres una picarona Ja-ja-ja
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-Aguarda, como lo sa…-El teléfono fue colgado. Amy se quedó pensativa,
Yesenia los había estado observando todo el tiempo. Le daba bastante
vergüenza pero al mismo tiempo le reconfortaba un poco el saber que tenía a
alguien que la apoyaba en esto.-¿Todo bien?-pregunto Frank.-Si, no te
preocupes-le contesto Amy.
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-Veamos, que tenemos por acá-comenzó a pasar un sobre tras otro-un cupón,
el recibo de el internet, el menú de la otra semana, una invitación a un evento
ecológico. Por Dios, es que acaso no he recibido nada interesante-se quejó,
tirando los sobres que no habían llamado su atención sobre la mesa. Pasó al
siguiente sobre.-¡Oh por Dios! Una carta de ¿Jean Joseph?.
Jean Joseph era el padre de Joseph. Era algo extraño recibir una carta
proveniente de Jean. No es que odiaba recibirlas, pero tampoco le alegraba
verlas. La mayoría de las veces que había tenido la oportunidad de entablar
una conversación con ese señor, casi siempre terminaban discutiendo por
trivialidades y por el hecho de que Joseph tuviera una mejor relación con ella
que con él. Si, Joseph era su amigo, pero eso no implicaba que sus padres lo
fueran.
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Jean era el administrador de la oficina de correos de la ciudad donde vivían,
también era dueño de una de las mas prestigiosas academias de mecánica de
toda Cartagena. Aunque ellos ni vivían en el centro de la ciudad como las
familias lujosas, llevaban una vida deseable en el barrio donde moraban. Una
familia adinerada tratando de ser modesta. No les funcionaba en lo absoluto.
Pero Joseph, él era diferente a su padre y a su madre. Aunque tuviera a
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disposición el dinero que el quisiera, prefería trabajar como cartero en la
empresa de su padre. Decía que le llenaba de vida mirar el rostro feliz de la
gente todas las mañanas y saludarlos, visitar a sus amigos a diarios, ir a una
escuela corriente he interactuar con personas que sintieran lo mismo que él;
una sensación de calidez y sencillez en el corazón. Era todo lo contrario a lo
que su padre quería.
-Qué bueno. Yo quisiera haber viajado pero mis padres viajan a lugares
realmente raros y no me gusta acompañarlos. La última vez, fueron al Uyuni.
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Frank se quedó con la boca abierta. No podía creer lo que sus oídos habían
escuchado. Existía otra persona en el planeta que pensaba que ese tipo de
lugares eran interesantes. Trató de disimular su impresión.
-Las cuevas de hielo de Austria, las aguas termales de sangre en Japón y los
bosques de piedra en China.
-¿Qué pasó?
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-Nada. Solo me tomaron por sorpresa unas cosas.
-No es nada-dijo Frank riendo. Amy le limpió la cara que estaba un poco
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llena de la salsa del pollo. Frank se sonrojo.
-¿Tú crees?- Dijo Amy riendo. Era la primera vez que veía actuar a Frank de
esa forma con ella. Las pocas veces que habían hablado las conversaciones
habían sido demasiado formales. Le reconfortaba saber que la confianza
entre ellos era cada día más grande y que las distancias entre su vida y la de él
eran más cortas.
-Al parecer te gusta mucho viajar con tus padres. Eres bien unida con ellos.
Frank se maldijo una y mil veces por lo que sea que hubiera dicho. La
conducta de ella había cambiado repentinamente. De una risa encantadora
había pasado a una cara melancólica y triste. No le gustó en lo absoluto la
expresión en el rostro de Amy. Decidió disculparse.
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-No has dicho nada malo-expresó agitando ambas manos en el aire en forma
de negación.-Lo cierto es-dijo Amy sentándose al lado de Frank y apretando
el pañuelo con ambas manos-que la relación con mis padres es peor que la de
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cualquiera.
-Amy, yo…
-Creo que soy una carga para ellos. Estas vacaciones…-Amy volteo a ver
directamente a los ojos de Frank. Comenzaban a formarse lágrimas en sus
ojos.-...estas vacaciones fueron lo más horrible que pude haber vivido en mi
vida. Traté de mantenernos a todos, de volver a unirnos a todos, como familia-
la voz se le hizo quebradiza- pero fallé-Amy bajó el rostro-creo que soy una
tonta.
-Se fuerte. Estoy aquí para ti...permíteme estar aquí para ti.
"Querida Yesenia:
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-¿Maldito, yo?-expresó Gio con cierta ironía. Dejo escapar una carcajada
socarrona-maldita esta chica, que muere todo el tiempo. Quien diría que
soportaría tanto.
Otto estuvo a punto de girar la perilla de la puerta cuando una libélula negra
se poso sobre esta. La puerta se torno totalmente negra y de ella emanaba
una bruma oscura. El cuarto entero estaba lleno de todas estas libélulas.
Cada una posándose en cada centímetro de la pared y en cada mueble del
lugar. Otto giró aún con Yesenia en sus brazos. Vio a Gio de píe, unas alas
azules como las hortensias salían de su espalda. Libélulas negras salían de sus
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alas revoloteando alrededor de él. El color de sus ojos había cambiado, se
había vuelto de un negro intenso, parecían dos grandes abismos sin fin.
Yesenia entreabrió sus ojos. Vio a Otto parado frente a ella. Vio a Gio
parado un poco mas adelante. Enormes alas salían de sus cuerpo. Yesenia se
preguntaba como era posible, ¿que era lo que estaba pasando?.
Ambos se abalanzaron, uno contra el otro. Todo ocurría tan rápido que la luz
que emanaba de sus cuerpos flotaba tras ellos como un haz de luz dibujado en
la nada. La intensa luz de color rojo que emanaba del cuerpo de Otto
contrastaba tenuemente con la luz azul proveniente del cuerpo de Gio. Se
escuchaba el eco de los golpes que uno asestaba contra el otro. Volaban en
el aire con tanta agilidad y destreza que para Yesenia era imposible seguirlos
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con la mirada. Una libélula negra revoloteo frente a sus ojos y se desvaneció
como el humo de un cigarro. Yesenia volvió a quedar inconsciente.
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-¿Crees que podrás lograrlo?-espetó Gio furioso-Ya estoy cansado de todo
esto. Ya es tiempo de que acabe de una vez por todas. Regresare con Aarón.
Estas ultimas palabras dejaron a Otto casi sin aire. ¿Había escuchado bien?
Aarón le permitiría regresar con él. Esto alteraba totalmente todo. Gio se
abalanzó rápidamente sobre Otto aprovechando que este había bajado su
guardia y lo tomo por el cuello. Había quedado totalmente inmovilizado.
Una tercera luz apareció tras Gio y lo tomo por el cuello apretándolo
fuertemente. Gio miró de reojo. Una luz azul emanaba del cuerpo del otro ser,
libélulas verdes revoloteaban junto a las mariposas rojas. Gio sintió un fuerte
dolor en su garganta.
Fabiola dibujo medio circulo con el dedo índice de cada mano hasta donde el
brazo le alcanzaba y al juntarse ambas manos formaban un circulo completo.
Mientras lo hacia, murmuraba una palabras en un idioma desconocido. Un
circulo verde siete veces mas grande que el primero apareció frente a ella.
Símbolos extraños y el signo de la libélula y la mariposa se encontraba dentro
del circulo. Unas letras nórdicas estaban escritas en el borde de este y unas
palabras escritas en arameo rezaban quien sabe que cosa. Fabiola termino de
musitar las palabras; un gran has de luz verde claro salió del circulo, dirigido
hacia Gio, este únicamente junto ambas manos y formo otro circulo, un circulo
negro. Miles de libélulas negras salieron de él y chocaron con el rayo de luz
enviado por Fabiola. Una luz intensa lo cubrió todo, la oscuridad de la
habitación cedió y todo regreso a la normalidad. Gio ya no estaba.
-Ni se te ocurra.
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-¡Uh!, claro, lo siento.
-Pero nada. El que fuera uno mas de los desterrados, no lo exime de su culpa-
agregó Fabiola bastante sería, pero al parecer la situación lo ameritaba-.
-La próxima vez-interrumpió Fabiola, toscamente-tal vez nadie este cerca para
salvaguardar tu trasero y el de Yesenia.
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-¿Yesenia?...¡Yesenia!-grito Otto corriendo hacia donde ella. Aún yacía en el
suelo inconsciente. Había olvidado que Yesenia aún se encontraba en la
habitación. Se acurrucó junto a ella. Yesenia estaba pálida y fría. La
atmosfera que se había creado anteriormente en el lugar le había afectado.
-¡Fabiola!
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-Si, como sea. Me largo. Tengo algo importante que hacer y se me hace
tarde.
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Fabiola salió de la habitación y todo volvió a quedar en silencio. Otto miraba
con ternura a Yesenia y se preguntaba que podría haber pasado si él no
hubiera llegado en aquel momento. Tendría que vigilarla más de cerca a ella y
a los movimientos de Gio. Necesitaba saber qué era lo que estaba planeando;
porque Aarón le permitiría regresar con él. ¿O solo eran habladurías de Gio?
Decidió llevarla a su habitación y dejarla descansar ahí cuando despertara,
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explicarle de la forma más coherente como había llegado a parar ahí.
Luis F. López Silva Silencios
E
l frio cubría cada centímetro de pared del edificio marrón. El vitral
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con el dibujo del fauno se encontraba empañado del centro y
cubierto por la orillas de una pequeña capa de hielo. Frank se dirigió
a la parte trasera del edificio. Ya era realmente tarde, habían transcurrido casi
cuatro horas durante el tiempo que estuvo con Amy. Mientras caminaba,
pensaba en que excusa le inventaría a Sergio por haberlo hecho esperar
tanto. Seguramente se enfadaría mucho.
Llegó finalmente a la parte trasera del edificio. No había ni un alma en pena
que rondara por el lugar. De repente, una gran sombra se alzó sobre él. La
silueta de unas grandes alas se dibujaron en el suelo marrón. Frank miró hacia
arriba.
-Eso es correcto.
-Oye, oye, ponte un poco más serio. Te he dicho que un libro de la biblioteca
ha desaparecido.
-De seguro solo lo han movido de lugar. ¿Quién en su sano juicio entraría sin
permiso a la biblioteca de Victorique? No hay de qué preocuparse.
-Si lo que dice ese libro le es revelado a ella, todo se acabara. Aarón no es
tan estúpido. Lo veas por donde lo veas, fue hecho con la única intención de
acabar con nuestra existencia.
-No sabemos con certeza aún que uno de los catorce lo haya tomado. Cabe
la posibilidad que también haya sido uno de los de afuera.
-Necesitamos encontrarlo.
-Está bien.
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Yesenia aun tenia firmemente agarrado el trozo de periódico y la carta entre
sus manos. Otto decidió quitárselo de las manos y colocarlos en su bolsillo,
así luego los encontraría.
-En mi dormitorio.
-En mi dormitorio-respondió.
-No lo sé, venía contigo hablando sobre ver una película juntos y luego te has
desmayado-La excusa había sonado un poco estúpida, pero tenía la leve
esperanza de que funcionara.
-¿A si?
-Si.
-¡Oh por Dios!, tienes esa película. Te juro que hace tiempos que quería
verla.
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-Como sea, el punto es que la quiero ver-Yesenia se tiró de la cama y
encendió la televisión-¿en que canal la pasaran?
-Tienes toda la razón-asintió Otto, sacando debajo de su cama una caja con
golosinas, la abrió y saco de ella una bolsa con palomitas cubiertas de un
queso color naranja-¿Qué te parecen estas?
-Claro.
Esto que Yesenia había dicho, provoco que Otto se sonrojara. Se sentía
feliz en el fondo de saber que ella mostraba interés por todo esto, pero a la
vez le hacia sentir un poco nervioso estar junto a ella. Era bastante bueno,
pero incomodo.-Entonces, es oficialmente una cita-asintió Otto.
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L
e había tomado mucho tiempo el llegar hasta donde Sergio y tan solo
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unos cuantos minutos en saber qué era lo que quería decirle, pero aun
así tenía poco de lo que quejarse dejando de lado la pérdida del libro.
Se había encontrado con Amy, habían pasado tiempo a solas, había comido
la comida que con tanto amor-o al menos eso pensaba-ella había cocinado,
eso le hacía feliz, cada parte de su cuerpo sentía una sensación agradable de
placer combinado con nerviosismo. De su mente no podía apartar la imagen
de Amy cuando le pidió que probara lo que había cocinado con sus propias
manos, cuando limpió su rostro, cuando lloro en su hombro, cuando... le dijo
que no la abandonara. Todo rondaba en su cabeza en constante armonía
pero las preocupaciones no desaparecían, aún le inquietaba el estado en el
que Amy se encontraba y la desaparición del objeto de la biblioteca.
Frank entro por la puerta de enfrente de los dormitorios, la sala de estar
estaba casi vacía, unos par de chicos jugaban a las cartas sentados en un sofá
negro del diseñador Mark Goetz. La encargada del dormitorio se encontraba
tras el mostrador leyendo perezosamente la edición de la revista Vanity Fair
del corriente mes. Frank los paso a cada uno por alto, en su cabeza rondaban
demasiadas cosas como para percatarse lo que ocurría a su alrededor. Subió
las escaleras con los pies casi arrastrando.
Los rayos anaranjados del sol del atardecer entraban por la gran ventana
frente al proyectando una enorme sombra de su cuerpo. Un gran ruido
proveniente de la habitación 109 inundaba el pasillo cutre del dormitorio. Se
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escuchaban gritos y jadeos constantes. Frank corrió apresurado hacia la
puerta, giro la manilla, entró apresurado y exaltado.
-Yo…
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-¿Desde cuándo lo sabes?
Las lágrimas rodaban una tras otra por el rostro de Otto. Estaba
verdaderamente preocupado por la situación y por lo que pudiera pasarle a
Yesenia y a los demás.-La persona a la que más amo-expresó con la voz
entrecortada-¿Cómo se supone que la he de proteger?
Otto miro el rostro de Yesenia. Era tan pacífico y delicado. Se veía tan
indefensa. Se preguntó así mismo si era el más indicado para estar con ella,
para amarla, para protegerla. Le invadió un sentimiento de nostalgia. Acarició
su mejilla con gran delicadeza, era tan suave y cálida.-No sé realmente…-Otto
comenzó a retener el llanto y las lágrimas-...no sé realmente si enamorarnos
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aquella vez fue lo correcto.-Una lagrima rodo por su rostro y calló en la mejilla
de Yesenia.
Una bruma espesa corría al ras del suelo fangoso y cubierto de musgo por
doquier. Un bosque enorme se levantaba imponente frente a ella. La incitaba
a adentrarse en él.
Yesenia dio media vuelta y dio la espalda al bosque. Vio una casa de madera
un poco descuidada en lo alto de una pequeña colina, a la izquierda de esta,
un gran árbol de flores color rosa se elevaba algunos veinte metros. Un molino
de viento giraba agitadamente en el otro costado; un pozo hecho de piedra
exhibía con cierta majestuosidad un cubo de madera atado con una soga
gruesa color marrón que colgaba de la polea. Una llanura extensa comenzaba
bajo sus pies, creando un corte entre el bosque y esa nueva tierra. La bruma
del bosque se mantenía a raya desde donde comenzaba la extensa e iluminada
llanura. Miles y miles de espigas se movían danzantes con el viento. Unas
pequeñas luces doradas se levantaban del suelo, titilando y brillando por
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doquier; se elevaban en lo alto e inundaban el cielo en innumerables
cantidades. Parecían pequeñas estrellas atrapadas en la tierra. Las nubes
surcaban lentas y perezosas el basto cielo azul creando pequeñas áreas
sombreadas en el suelo que luego eran iluminadas tenuemente por las
pequeñas luces titilantes.
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-Un sueño-musitó- ¿Es esto un sueño?
Dio unos cuantos pasos hacia la dorada llanura. La presencia del bosque
desaparecía poco a poco de sí. Las pequeñas luces traspasaban su cuerpo
iluminando su interior. Siguió caminando hacia la colina. Una nube se posó
sobre su cabeza y proyecto una gran sombra. Una oleada de imágenes le
vinieron a la mente una tras otra, bombardeando cada centímetro de su
conciencia. Joseph, muerte, mariposas, libélulas, un grito desgarrador. Sus
pupilas se contrajeron, un temor inmenso se apodero de su cuerpo.
La luz entró de un solo golpe por sus pupilas, haciendo que entrecerrara sus
parpados. El sonido de la televisión inundaba la habitación. Miró hacia
arriba. Un rostro empapado de lágrimas de ojos vidriosos se topó con su
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mirada. Otto trataba de contener las lágrimas lo más que podía pero se le
hacía difícil teniéndola a ella en frente. Yesenia se sentó rápidamente y limpió
una gota de agua que bajaba por su rostro. Frank estaba sentado en su cama
jugando con un lápiz entre sus dedos y mirándola fijamente a ella con un gesto
despreocupado. Volteo la mirada nuevamente hacia Otto. Él agacho su
rostro esquivando todo encuentro con la mirada de ella.
-Pero…
-¿Qué sucede?
-Nada, no es nada.
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-Si tú lo dices
Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, empapando las pagina del
periódico.
Frank rompió en pedazos la página de periódico. Dio una patada a una silla
diciendo un sinfín de obscenidades tratando de descargar un poco de rabia-
No planeo asistir. Esto no está pasando.
Se hizo un silencio largo y agotador. El viento frio que entraba por la ranura
de la ventana hacia ondear la cortina levemente. Ambos parados uno frente al
otro cabizbajos con las lágrimas aún imparables se hablaban con el lenguaje
del pensamiento, recordando su vida junto a la de Joseph.
Yesenia salió de la habitación sin decir más y en silencio. Frank quedo solo en
el lugar. La puerta se cerró suavemente dejando escapar el típico chirrido.
No lo pudo contener más. Las lágrimas salieron agitadamente entre gritos y
sollozos; entre tristeza y amargura. La soledad y el vació de un espacio que
antes estuvo lleno de felicidad se vaciaba lentamente del interior de Frank.
Había perdido a alguien importante. Una vida más desaparecía de su
alrededor; un mundo...su mundo, se comenzaba a caer a pedazos.
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-¿Hola? ¿Jean?
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-¡Yesenia!
-Jean, yo…
-Pero…
-Me alegra.
-¿Jean?
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-Dime
Yesenia solo dirigió una mirada llena de rabia hacía la encargada, pero ella no
tenía la culpa, no era lo correcto descargar su cólera sobre alguien que no
tenía nada que ver con el problema. Simplemente agachó el rostro y subió las
escaleras sin decir ni una sola palabra.
En su cabeza rondaba la imagen del periódico, que constantemente le hacía
sentir un gran vacío en el pecho y un enorme nudo en la garganta.- ¿Por
qué...?-se preguntaba a si misma-¿Es esto un castigo por algo malo que hice?-
Todos sus pensamientos eran una bruma espesa de negativismo mesclado
con culpa que no la dejaban en paz. La muerte de Joseph la había
conmocionado tanto que por momentos se golpeaba a sí misma, pensando que
estaba en un sueño del que no podía despertar; una verdadera pesadilla.
Constantes oleadas de tristeza la invadían trayéndola nuevamente a la
realidad que era mas cruda y tosca que su peor pensamiento.
Entró a la habitación. Las luces estaban apagadas y el oscuridad caía sobre
sí como un arma de doble filo. El sonido del agua cayendo en la ducha
Luis F. López Silva Silencios
inundaba la habitación y el vapor del agua flotaba en el aire que se sentía cada
vez mas pesado.
Yesenia callo sobre la cama agotada mental y físicamente. Trataba de
hacerse aceptar a si misma la muerte de Joseph pero por mas que trataba no
lograba asimilarlo de la mejor forma. Si es que la había.
La perilla de la puerta del baño giro, haciendo su típico sonido. La luz del 67
baño entro a la habitación iluminando la porción frente a el y el rostro de
Yesenia empapado de lagrimas.
-Estoy bien.
-¿Cómo vas a estar bien? Nadie llora por puro gusto. Dime que te pasa.
-Joseph…
-¿Joseph?
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-Mi amigo Joseph, falleció
P
or favor entrégale esto al señor Cross y dile a la señorita Nicole que no
podré estar en la clase de hoy.
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-Claro.
-Frank…
-Dime
-Adiós.
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-¿Yo?
-No lo se.
-Por el lado que lo veamos, Joseph no era una mala persona Yesenia. No
encuentro ni el mas mínimo motivo por el cual se le pudo haber dañado…
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-Asesinado.
-Lo tienes tan presente; lo se. Sabes, esto nunca pensé que pasaría.
Finalmente me estaba acostumbrando a todo esto, como normalmente pasa,
pero esta vez, todo se están yendo muy rápido. Desaparecen de mi lado tan
repentinamente.
La mujer sacó de debajo del carrito los jugos, empapados por el hielo
derretido que los mantenía fríos y los Snickers de una bandeja al costado
izquierdo.
-En nada.
-Vamos, dime.
-Pensaba en Joseph. Siento que los momentos junto a el fueron bien pocos.
Además, la caja de este jugo me recuerda a sus ojos.
-¿Una caja?
-Cierto.
-Más bien, hoy que lo pienso, la mayoría de chicos que conozco tiene ojos
verdes, a excepción de ti por supuesto. Gio, Otto, Gael, Sergio, Joseph.
-¿Qué libro?
-No se tú, pero a mi me llamó la atención y debo decir que el libro esta súper
original, mira, ya solo me faltan veinte paginas y lo termino.
-Ja-ja-ja, ¿y luego, que harás? Estoy segura que esas veinte paginas solo te
llevaran algunos veinte minutos.
-¿Cuál?
-Creo que hubiera sido una buena idea traerme aquel libro.
-¿Qué libro?
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-Te juro que ni siquiera se como se llama. Más bien ni siquiera parece un libro,
está escrito todo a mano y también…
-¿También qué?
-Es un libro violeta, tiene una mariposa roja hecha de hierro sobre la pasta del
frente.
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-¿Hasta donde has leído ese libro?
-¿Qué es esto?-musito
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Una voz susurro a su oído. Yesenia miro hacia todas partes sin encontrar
quien había dicho esas palabras. Una de las luces que flotaban se poso
frente a su rostro, titilando con bastante furor.
-¿Quién eres?
Yesenia se confundía mas y mas. Las respuestas poco certeras jugaban con
su mente dejando una confusión palpable. ¿A caso era un juego de palabras?
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-¿Eres un espíritu?
-No
-Entonces deja de confundirte. No creo que eso sea bueno para la mente.
-Entonces ya que eres lo que debes de ser y este lugar es lo que debe de ser,
he de suponer que estoy en el lugar en donde debo de estar.
Luis F. López Silva Silencios
-Finalmente comprendes.
- Sería alguien que te acompañaría para que no estuvieras sola. Como vez, no
tengo ni manos ni pies, así que simplemente te podría acompañar flotando a tu
alrededor.
-Eso parece.
-Supongo-respondió la luz.
-Esto se me hace un poco difícil, hablarle a una luz flotante. ¿Tienes nombre?
-No lo sé.
Yesenia subió los tres escalones que iban desde el camino de piedra hasta el
inicio del corredor. La madera crujió en cada paso que daba, parecía que de
un momento a otro iba a quebrarse. Un viento frío comenzó a soplar un poco
mas fuerte elevando descontroladamente miles y miles de luces desde el suelo,
su cabello ondeaba con cada oleada de aire que pasaba rosando su nuca, el
81
sillón-columpio se comenzó a balancear y la mecedora le seguía el paso. El
chirrido del molino de viento se hizo mas agudo y el cubo que colgaba del poso
comenzó a golpear los costados de las columnas que lo sostenían.
Una gran nube negra se poso sobre la casa, dejando todo sumido en la
oscuridad. Un mareo y unas ganas de vomitar incontrolables la invadieron.
Un haz de luz surco los cielos. Sus pupilas se contrajeron.
-Yo...
-Yesenia…¡Yesenia!
-¿¡Que!? ¿¡Que!?
-¿Ah?
82
-Vamos, despierta de una buena vez y mueve tu trasero. Hemos llegado.
-Claro.
-Pero…
-¿Pero que?
-¿Un poquito?
Luis F. López Silva Silencios
-Algo así.
-Pero si eso esta como a kilometro y medio de acá. Nos llevará como quince
minutos llegar hasta ahí.
84
-Ni loca. Esta demasiado lejos y tardaremos mas o menos dos horas.
-¡Es rápida!
Una gran bandeja marrón fue servida, con tres hamburguesas, tres cajitas con
papas, dos McFlurry con galletas Oreo y dos vasos grandes con soda.
Bastante comida. Se dirigieron a una de las mesas que estaban junto a la
ventana para tener una buena vista de la concurrida calle mientras comían.
-Si, si esta será la ultima vez que le vea, entonces si quiero llegar a casa más
que nunca.
86
-Simplemente iba a decir que te deprimirías, pero lo de las venas también hace
juego con el asunto.
-Oye, el hecho de que fuera la novia de Joseph no quiere decir de que la voy
a odiar. Es cierto que ella me lo "robo" pero no es para tanto, además…
-¡Frank!
-Si pero…
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-¿Pero que?
-No lo sé, ahora que lo pienso, comienzo a perder el interés por Gio. Cada
vez lo veo menos y siento que me distancio más y más de él. En cambio con
Otto es distinto, ahora me siento mas cerca de él que nunca.
-Entonces está mas que claro. No se que te impide aceptar de una vez por
todas a Otto. Ya le haz dicho que te gusta, pero esa no es una respuesta.
-Vamos, aquí nadie nos conoce ni sabe que fue lo que ocurrió.
-Es que…
-¿Uh?
-De...de Amy ¡ja! Que curioso. Pero que día mas hermoso.
-¡No!...bueno, si. ¡Ush! Mira, hace unos días Amy me pregunto algunas cosas.
-¿Qué cosas?
El viñedo estaba cubierto por una gruesa capa de nieve. El cielo tenía ese
típico tono grisáceo invernal y los pequeños copos de nieve caían sobre la
ropa derritiéndose lentamente. El frío cubría cada centímetro del paisaje y los
planes vacacionales para alejarse de aquel invierno, se hacían escuchar por
todo el internado.
-Eso lo se.
Luis F. López Silva Silencios
-Entonces para que preguntas-espetó Yesenia.
-¿Qué pasa?
-¿Dónde?
Yesenia entrecerró los ojos. Vio a alguien parado frente a los dormitorios.
Rápidamente se percato que era Amy. Aligeraron el paso para encontrarse
con ella.
-Ja-ja-ja, te he ganado.
-Hola Johanna.
-Adiós.
Johanna entro al edificio, solo quedaron Amy y Yesenia en aquel frío invernal
que no era por cierto nada agradable.
-Mucho.
-¿A, si?
Luis F. López Silva Silencios
-Yesenia, necesito hablar contigo-comento Amy un poco tímida, se le notaba
un poco ruborizada.
-¿Cómo?
92
-Bueno, bueno, dime de que querías hablarme. Hay Amy corazón, eres tan
lenta.
-¿Qué hizo Frank esta vez? Te dijo algo malo, por que si es así puedo ir
ahorita mismo a rajarle la mandarina.
-Eso lo sé.
-¿Entonces?
Luis F. López Silva Silencios
93
-No...bueno, es que yo… ¡Ahg! Está bien, lo admito, si, si quiero pasar tiempo
con él.
-¿Perdón?
-Pues no lo sé, eso quería preguntarte. ¿Qué crees que le gustaría hacer a él?
-Es que…
-¿Qué pasó?
Luis F. López Silva Silencios
-Me invito una vez a ir a Badalona…
-¿Y?
94
-Estás loca ¿Lo sabias?-dijo Yesenia, dando media vuelta.
-¡Claro!
Capítulo 6: Torpesa
P
resente-2011: Cartagena-España.
95
-La pulsera.
-¿Qué pulsera?
-¿Recuerdas que te dije que había perdido la pulsera que me habías regalado
para mi cumpleaños?
-Si.
-Pues por que era importante para mi la he regalado. No tiene caso regalar
algo que no tiene un significado. Estoy seguro de que ella la cuidará muy bien.
96
-¡Awwwn! Por eso te quiero "muxote" Frank, corazón.
-Ya, ya.
-Ese no es el punto.
-Algo así.
-Vaya que me sorprenden los dos. Sabia que la torpeza era congénita, pero
nunca creí que creciera a un ritmo tan acelerado.
-Ya, que importa. Deberías alegrarte aunque sea un poco. Ya sabes que le
gustas a Amy, solo falta que des ese pequeño paso.
Luis F. López Silva Silencios
- ¿Paso?
-Como quieras.
Luis F. López Silva Silencios
98
U
na caja color gris, larga y delgada yacía en el centro de la sala. Filas
de sillas blancas se extendían frente a ella. Y a sus costados 2 velas
enormes color amarillo despedían un humo negro y espelma derretida
por la llama en su punto.
Arreglos florales adornaban el ataúd. Magnolias, Tulipanes, Crisantemos,
Rosas, Lirios y una gran variedad de flores endulzaban el aire con su aroma.
Comenzaron a llegar las personas.
Frank la miro fijamente a los ojos. Ella tenía la mirada serena y paciente.
Obligadamente, tenía que ir a ver por ultima vez a Joseph, el había sido uno
Luis F. López Silva Silencios
de sus mejores amigos, prácticamente había crecido con él y lo menos que
podía hacer era despedirse de el en su funeral; no sería nada fácil.
Frank miró el cuerpo de Joseph que yacía sin vida en el ataúd, sin inmutar ni
un solo gesto, frío y serio. Se pregunto así mismo si todo eso era un sueño,
pero por mas que lo quisiera no era así. Joseph estaba muerto y no quedaba
mas que aceptarlo.
Posó su mano sobre el frío cristal de la caja mortuoria, miró fijamente unos
momentos a Joseph. Trataba de contener las lagrimas haciendo un gran
esfuerzo, Yesenia no se esforzaba así misma, sus lagrimas caían por su rostro
libres y melancólicas.
Luis F. López Silva Silencios
Capítulo 8: Caroline…
E
l auto que trasladaría el ataúd al cementerio había llegado seguido de
todas las personas que acompañaría durante la procesión fúnebre. 100
Una chica salió desde atrás de un auto negro sport. Tenía un cabello rubio y
ojos café claro, piel de tez pálida y facciones frágiles. Llevaba puesto un
vestido negro escotado y en su cabeza un sombrero negro. Parecía ser alguien
importante.
-¡Caroline!
-Cualquiera se fijaría en mi. Soy rica y hermosa, que mas puedo pedir.
102
-Ahora comprendo por que su relación solo duró unos meses-agregó Frank,
riendo.
Caroline dirigió una mirada fría hacia Frank. Deseaba partirlo en pedazos
con ella. Le había tocado un nervio. Trato de calmarse.
-¡Ush! Me largo.
L
a habitación estaba totalmente en silencio. La casa totalmente vacía a
104
excepción de ellos. Las maletas estaba nuevamente empacadas.
Mañana mismo partirían.
-Mi abuela le encanta viajar y con lo poco que pasa acá casi siempre esta solo.
-Créeme que lo es. Solo mira la estantería de la sala, esta llena de recuerdos
de todos los lugares que ha visitado. Incluso ha visitado el Machu Picchu, mira
que con esas alturas no le dio un ataque al corazón.
-¿Perdón?
-¿A Otto?
-Oye Frank.
-Dime.
-No lo sé.
-El que Otto sea o no una buena persona depende de tu criterio, no del mío.
106
-¿Y que piensas de Gio?
Yesenia se quedo pensativa. Tenia que decidirse de una vez por todas. Puso
en su mente dos imágenes, Gio y Otto. Miraba la de Gio, su corazón
palpitaba. Miraba la de Otto, le dolía hasta el pecho. Era evidente, lo que
sentía por Otto era mayor que lo que sentía por Gio.
-¿Estás segura?
-...Si
-¿Para qué?
-Ni te atrevas a tocar ese celular que desde aquí te me voy con patada al
hígado.
108
-Bien, buenas noches mi vida.
L
a habitación se había sentido vacía sin Frank. No tardarían mucho en
109
regresar, el funeral había sido ayer, seguramente regresarían por la
tarde. ¿Novedades? Ninguna, el señor Cross como siempre dejo una
gran cantidad de tarea, la señorita Nicole como siempre con su listado
interminable de libros para leer, el típico menú de la cafetería. No es que ellos
se fueran durante un siglo-solamente fue un día-pero hubiera sido bueno que
durante las semanas de vacaciones hubieran cambiado aunque sea algo de
aquella prisión llamada internado.
Las clases de la mañana-como siempre-habían sido de lo peor. Frank y
Yesenia se habían salvado del castigo grupal que el señor Cross les había
impuesto debido a la falta de interés por la clase-por no decir que fue un solo
desorden- y la poca responsabilidad con las tareas vacacionales. Pero, la
honestidad ante todo "¿A quien le gusta regresar a clases luego de las
vacaciones?" la respuesta es mas que obvia.
-No haz escuchado antes lo que he dicho, odio hacer esto tanto como a
ustedes, pero no nos queda de otra.
Otto y Gael la miraron fijamente con cierta complicidad e ironía. Johanna los
miró un poco desconcertada.
-Eso ya lo se tontín.
-¡Ush! Esta bien. No se por que tanto alboroto por unos tres o
111
cuatrocientos errores que se encontró. Y encima de todo, me ha llamado
haragana y negada.
-Al menos eso te dijo a ti- agregó Otto-a nosotros nos dijo soquetes
vividores desmesurados.
Otto lanzo el cepillo por los aires y salió corriendo hacia la parada de
autobuses. Casi cae sentado cuando se deslizo con el desinfectante regado
por el piso. Miró hacia atrás esperando que Gael y Johanna no hubieran
visto eso, pero fue inútil, ellos ya reían como locos. Otto se sonrojo y salió a
112
pasos agigantados del lugar.
-¡Tontos!-les grito.
Todo quedo nuevamente en silencio. El tragaluz del techo dejaba entrar los
rayos del sol que iluminaban los lavamanos del centro de los baños, la luz se
expandían hacia sus rincones dejando tenues sombras.
-Oye Gael.
-Dime.
-Hace unos días estuve charlado con Yesenia. He comprobado que a ella le
gusta.
Luis F. López Silva Silencios
-No, no lo sabes.
-Si, lo se. Perdón si te haz sentido obligada a aceptarme como tu novio, aún
114
sintiendo algo por Otto.
-No lo se.
Luis F. López Silva Silencios
La voz de Gael era suave, tanto que parecían susurros sus palabras.
Johanna, aun parada frente a el, levanto su mirada y se encontró con los ojos
verde esmeralda de Gael. Comenzaba a formarse lagrimas en su rostro,
Johanna lo notó y las limpio con su dedo índice.
-¿Quieres saberlo?
115
-Solo si quieres decírmelo.
-Eres tú.
-Dime.
-Por que necesitaba demostrarte que ahora la persona que ocupa mi corazón
eres tú. No quería que hubieran secretos entre nosotros.
Cuando hablé con Yesenia, me demostró sin querer que ella ama a Otto,
pero aún no lo sabe. Me alegro saberlo, tanto por ella como por Otto. En
Luis F. López Silva Silencios
ese momento pensé, que ya era tiempo de sentar de una vez por todas lo que
siento y me dije a mi misma que te lo diría. Perdón si te he hecho sufrir.
-Por supuesto.
-Johanna…
-Dime
-Tengo que decirte algo importante. Creo que ya no deben haber secretos
entre nosotros.
-Bien.
Gael se dio la media vuelta y camino unos pasos hacia adelante. Los cabellos
rojizos, largos y lizos caían sobre su rostro ordenados en pequeños grupos.
Se froto las sienes. ¿Cómo se lo diría? Un suspiro se dejo escuchar, Gael
117
volteo y la miro con un gesto serio.
-Johanna, antes que nada quiero que sepas que no soy el único metido en
esto
-Pues yo...
Luis F. López Silva Silencios
R
espiro profundo. Extendió su mano. El sonido chirriante del pasador
118
resonó en el aire. Una mirada hacia atrás para cerciorarse de que no le
había escuchado nadie. Bien, continuemos. Volvió a halar lentamente
el pasador, el chirrido se hizo mas agudo. Una gran sombra lo cubrió, sintió a
alguien halarlo del cuello de la camisa.
Otto giro su cabeza. Empalideció. Vio el rostro enojado, serio y sobre todo,
atemorizante, de Argelia.
-Este...yo…
-¿Qué digites?
-¿A qué?-espetó furiosa- A pintar con aerosol paredes y a robar autos, 119
vándalo de segunda.
-Por favor. Necesito salir, Frank y Yesenia regresan hoy y nadie los espera
en la parada de autobuses.
-¿Qué? ¿A caso no tienes pies ellos para venirse caminando por si mismos?
¿O los piensas traer en la espalda como el burro de carga que eres?
-¡Pero que demonios…! Por supuesto que no. ¡Ahg! Mire, no hay algo que
usted que usted quisiera, ya sabe, como una especie de trato. Yo le doy algo
y usted…
-Correcto.
120
Otto termino de quitar el pasador que chirrió dos veces mas fuerte que antes.
Logró salir ileso de las manos de Argelia. Salió disparado para la parada de
autobuses. "Eso fue más sencillo de lo que creí"-pensó para sus adentros.
Corrió como por diez minutos hasta que finalmente divisó a lo lejos la parada
del autobús. Estaba totalmente vacía, ni un alma que rondara cerca. En una
cabina telefónica, al lado izquierdo de esta, se encontraba recostado alguien.
Un chico de cabello rubio con una chaqueta café que llegaba hasta sus
rodillas jugaba con el teléfono. Cuando miró a Otto colgó el teléfono y le
saludo levantando la mano. Otto se detuvo a unos tres metros de la cabina.
Observó que a su alrededor había una tenue, pero casi imperceptible pared
transparente verdosa que se elevaba en lo alto y rodeaba el lugar. Era
prácticamente imposible verla si no fuera por que estaba cerca de una de esas
paredes.
-¿Perdón?
-Y tu, un amargado.
-¡Oye!
-¿A sí?
-Si. Mi señora…
122
-Venga, dime lo que me ibas a decir.
-¿¡Yesenia!? Pero…
-No me digas que aún no le haz dicho nada. ¡Dios! El maldito libro se ha
perdió y ni siquiera le has contado nada aún. Ahora comprendo por que mi
señora dice a cada rato que sois unos completos idiotas.
-¿Cuánto tiempo?
Luis F. López Silva Silencios
-Cinco meses.
-¡Eres un negado!
Fedore lo miro un poco molesto. Quien aguantaría todos los regaños sería él,
Pero era necesario que fueran con Victorique.
Un circulo luminoso color magenta se dibujo bajo sus pies. Unas grandes alas
azules salieron de su espalda. La punta de sus plumas era semitransparente y
los matices de azules contrastaba armónicamente con el fondo azul negro.
124
-¡Adiós!
-¿Y tenias que despertarme tan bruscamente? Solo tenias que decirlo en voz
baja y yo despertaría.
-Realmente me sorprendes.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Por qué?
-Olvídalo. Mejor ve bajando las maletas, mira que allá esta la parada de
autobuses y parece que…-Yesenia entrecerró los ojos, alguien estaba
sentado en una banca, esperando. Le llevó unos momentos darse cuenta, era
Otto.
126
-¿Parece, qué?
-¿Me ayude?
-Lo haré. Mira que con esa intención le he llamado. Digamos que trato de
alegrarte un poco la vida. Recuerda lo que me haz dicho.
-Pues si, pero para ese entonces ya he hecho lo que tenía que hacer.
Otto tomo la mochila rosa de Yesenia sin saber que era de ella. Un olor frutal
emanaba de ella. Tenía impregnado el aroma de ella, su esencia, aquel olor a
su perfume que tanto le encantaba. Se la hecho a la espalda sin mucho
128
esfuerzo.
-Bueno, yo me adelanto.
-¡Espera! No te…
-¡Demonios!-espetó Yesenia.
-No, nada.
-De lo peor
-¿Qué pasa?
-Yo…
Otro silencio agotador inundo a ambos. El sonido del cantar de los pájaros
flotaba a su alrededor y la brisa fresca bañaba sus rostros.
Otto tiro la mochila al suelo, tomo a Yesenia del brazo y la halo fuertemente.
La abrazo contra si, apretándola contra su pecho, como si la vida se le fuere
en ello. Otto comenzó a sollozar, acababa de ocurrir-nuevamente-lo que
estuvo esperando durante 15 años.
Yesenia-sorprendida por lo que acababa de ocurrir-correspondió el abrazo.
Era tan cálido, sentía el palpitar acelerado del corazón de Otto que le traía
Luis F. López Silva Silencios
una paz interna inigualable y sentía como un vacío se llenaba poco a poco.
Parecía un Dejá Vu, como si todo eso se hubiera repetido nuevamente, pero
no importaba, cayó finalmente en cuenta de que si amaba a Otto, que todas
esas emociones que estaba sintiendo eran producto del amor que ambos se
tenían. Todo había salido bien, Frank tuvo la razón todo este tiempo,
necesitaba decírselo, solo así sabría que era realmente lo que ella sentía por
131
Otto.
-Tu también eres la persona que más amo. Eres la única que mueve mi mundo,
la que lo sostiene y lo hace funcionar. Quédate a mi lado, para siempre-
murmuro Otto.
-Me lo prometes.
-Te lo prometo.
L
a entrada de los dormitorios estaba desolada. Todos cumplían aún el
133
castigo del señor Cross. Había desaparecido en su totalidad la nieve
del viñedo que no tardaría mucho en recuperarse. En la recepción, la
encargada leía como siempre sus revistas. Todo estaba en silencio. Subió las
escaleras, que rechinaban con cada paso y llegó a su dormitorio. Escucho
ruidos dentro. Abrió la puerta.
-Apesta a cloro.
-Venga, que no ha sido un viaje de vacaciones. Pero para que no digan que les
he olvidado, aquí están sus suvenires.
Frank sacó de su bolsón dos cajas blancas. Estaban adornadas con un listón
celeste, dibujos de flores de colores y un sello de espelma color rojo que tenia
el nombre de la pastelería de donde había salido. Un gran logo con la forma
de una bola de algodón rosa con el nombre grabado en el centro "Pastelería
Puffle" estaba en la parte superior de la caja.
-¡Oye!
-¿Evanna?
-¿Hola?
-¿Evanna?
-Esta bien, pero conste que no serán pocas, ya casi será hora de cenar.
-Claro-dijo Evanna
-Le he contratado.
-Lo sé, pero es el que menos se ha quejado de todos los que han venido.
-¿Qué necesitas?
-Necesito entrar…
-¡Perfecto!. Bien, la entrada esta tras de ti. Solo déjate caer sobre la cama.
-Adiós querido.
-Estas en…
-No lo se.
-¿A si?
141
Bien, eso acababa de sonar algo lúgubre. La pequeña lucecita, es decir Sue,
había visto como Joseph caía a los pies de Yesenia en pedazos. Aquel grito
tan desgarrador había quedado tan grabado en su memoria que sería
imposible olvidarlo. Fue de lo peor que pudo haber soñado-Si, me refiero a
ese chico.
-Si, si lo he visto.
-¿Qué otros?
-A Frank y a Otto.
-Lo siento, pero siempre has estado sola por esos lugares sin contar a aquel
chico gritón.
"Al parecer no les ha visto"-pensó Yesenia para si misma-" Pero, ¿Por qué?.
-No lo sé.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Me haz leído la mente?
-¿A sí? ¿Haber que estoy pensando?-Yesenia cerró los ojos y pensó lo mas
bajo posible.
142
-Lo siento.
-No lo sé. Pero me llama de la misma forma que lo haces tú. Conoce a la
perfección este lugar y el bosque de las sombras.
-Dentro de la casa.
-Ven, arriba.
Yesenia un poco cautelosa, entro a la casa. La madera del piso rechino unas
dos que tres veces. Alguno de los maderos se habían levantado y cuando los
pisaba, rechinaban mas fuerte que cualquier otro. La gran ventana cerca de la
puerta, dejaba entrar bastante luz y las sombras de los pétalos del árbol rosa
creaban una sombra que recorrían el piso cuando pasaban frente a ella.
Llegó hasta las escaleras, que parecían no ser muy seguras pues la madera
parecía ser vieja. Al final de las escaleras, en la parte de arriba, una puerta de
madera marrón dejaba escapar por la parte de abajo una tenue luz. Una
sombra cruzo tras la puerta.
Yesenia, intrigada, decidió subir. Llego hasta la puerta. Trago saliva y con las
manos temblorosas giro la perilla. La puerta se abrió lentamente.
Efectivamente, era un ático, todo desordenado y polvoriento. Al fondo, una
vela encendida sobre una mesa y tras de ella una ventana circular dejaba ver el
exterior negro. ¿¡Negro!?.
Corrió rápidamente hacia la ventana, se quedo helada y sin habla. El día
había desaparecido y se había vuelto noche. Las estrellas brillaban en su
esplendor sobre el cielo azul negro y las luces titilantes de la tierra habían
desaparecido. ¿Qué era lo que estaba ocurriendo?
Luis F. López Silva Silencios
Corrió rápidamente hacia la puerta. Asomo la cabeza por sobre las escaleras,
aún era de día. Todo era muy extraño. Subió nuevamente las escaleras y
entro al ático. La puerta se cerro tras de ella. Estaba totalmente confundida,
en la planta baja era de día y en el ático era de noche, todo era demasiado
extraño.
Se acercó nuevamente a la ventana, la vela encendida ardía y proyectaba su
145
sombra sobre unas cajas amontonadas en una esquina.
Yesenia se quedo helada. Había alguien más con ella. No era Sue, pues la
voz era diferente. Dio la vuelta lentamente, no vio a nadie.
-Creo que la pregunta mas correcta sería ¿Qué es lo que haces tú aquí?
Luis F. López Silva Silencios
-Así es.
-A nada. Por cierto, si estás aquí, es por algo no. Nadie viene hasta mi mundo
así por así.
-¿Quieres decir que estos sueños no son sueños si no que es la realidad y que
la realidad es un sueño?
-No creas que cada mundo es como un planeta al que puedes viajar. Aunque
es posible, no quiere decir que todos puedan hacerlo.
-Bien, ya me confundí.
148
-Estas tu soñando al igual que yo.
El aire fresco entraba por la ventana. Ya casi eran las tres de la tarde, las
clases habían finalizado. El bullicio en los pasillos regreso nuevamente, el
castigo del señor Cross se había ido.
Abrió los ojos lentamente. La luz entro en sus ojos negro azabache, las
pupilas se le contrajeron. Miro a su izquierda, ahí estaba Johanna.
-El lo ha arreglado.
-¡Ush!
-De la que te salvaste. El señor Cross nos puso un castigo, que para que te
cuento mejor.
-Ya no me acordaba.
150
-Mejor descansa.
-¿¡Que!?
-¿Ya despertó?
Luis F. López Silva Silencios
-¡Otto!-exclamó Yesenia.
-¿Frank? No, aún no he ido a la habitación, pero ahorita mismo revisare. ¿Te
importa si me voy?
L
a habitación estaba en total silencio, tanto que la respiración de Frank
152
podía escucharse si se ponía el oído atento.
-¡Calma! ¡Calma!
-¿Qué libro?
-¿¡Se te ha olvidado!?
153
-Calma ja-ja-ja, que no es así, aquí lo tengo.
-Encontrarlo entre tanto desorden fue una proeza, además Johanna casi me
descubre pero nada que no pudiera controlar.
-¿Cuándo?
Luis F. López Silva Silencios
-Dentro de cinco meses.
-¿¡Cinco meses!? Estas loco si crees que iré, cinco meses no son suficiente
tiempo para preparar mi conciencia he ir. Victorique me da...miedito.
-No eres el único. Pero debemos ir, además, llegamos así con la excusa de
darle el libro. Tal vez no nos haga nada cuando sepa que lo hemos 154
recuperado.
-Eso espero.
En la noche:
-Johanna lo sabe.
155
-Que es lo que realmente somos.
-No mucho.
156
Luis F. López Silva Silencios
Era un día domingo, no habrían clases. Frank se puso una camiseta blanca y
un suéter Calvin Klein negro con cremallera, un pantalón blanco azulado y su
gorra. Como siempre, por ser delgado, la ropa pasaba de su cintura
cubriéndole el trasero haciendo que este le resaltara mas de lo habitual. Era
una constante pelea contra la ropa, pero ya se había acostumbrado a eso y a
la loca costumbre que Yesenia tenia cuando lo miraba así; "Tocarle el trasero
al menor descuido".
Salió a toda prisa del cuarto, rogándole a Dios por que Argelia aun
estuviese dormida y no cuidando el portón de la entrada como normalmente lo
hacia. Mientras caminaba por los pasillos, en una intercepción se encontró
con alguien.
-A, hola Frank-Contesto aun un poco adormitada-Es que desde las cinco
de la madrugada no podía conciliar el sueño.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Y Yesenia sigue dormida aún?
-Si, ambos son mas que iguales, el uno para el otro-murmuro Frank
159
-¿Y cual es el otro?
¡Mierda!, lo había escuchado. Tenia que pensar en vos baja mas a menudo,
rápido, que excusa le inventaría. Algo que no sonara tan estúpido.
-Yo soy el otro-dijo Otto apoyando desde atrás los brazos en los hombros
de Frank y acomodando la cabeza en el hombro izquierdo. Otto bostezo y se
froto los ojos-¿Hay algún problema con eso?.
Johanna se quedo parada sin formar ni un gesto con sus labios. Ella ya tenia
bien en claro a quien amaba y a quien olvidaba, pero aun le molestaba un poco
la actitud con la que Otto tomaba las cosas.
Luis F. López Silva Silencios
-Otto, deja de pelear-reclamo Frank
-Esta bien, esta bien. Me voy, aun tengo sueño-Otto quito los brazos de los
hombros de Frank.
Hubo otro silencio bastante incomodo. Agotador. Frank había dado justo en
el clavo, Johanna lo sabía. Pero el amor hacia Otto que Johanna sentía ya se
había debilitado hasta el punto de considerarlo únicamente un amigo de los
mas cutres. Tal vez menos que un amigo. Ahora a quien amaba locamente era
a Gael. El también la amaba y ella lo sabia. Ambos eran mas que felices
161
además de que Johanna estaba consiente de que Otto amaba a Yesenia y
que cabía la posibilidad de que ella también lo quisiese. Ya no era algo que a
ella le preocupase.
-Ah si, por poco lo olvidaba, voy hacia Badalona, necesito hacer una
compras. Hoy es el cumpleaños de Yesenia.
-¿Para que?
Luis F. López Silva Silencios
Frank tomo de la cintura a Johanna. Movió sus alas y en un abrir y cerrar de
ojos estaban surcando el cielo. La vista era sorprendente. El bosque, el
viñedo, el árbol de duraznos, el internado. Todo en conjunta armonía con el
lugar. Johanna apuñaba los ojos con todas sus fuerzas, no sabia a que altura
se encontraban pero parecía mejor no saberlo. Frank descendió en picada y
unos metros antes de llegar al suelo dio un giro de noventa grados. Toco el
163
suelo de forma sublime, bajando a Johanna lentamente de sus brazos. Sus
alas comenzaron a desvanecerse. Las mariposas lo rodearon y sus ojos
cambiaron de color, tornándose de rojo encendido a su color natural, cafés.
-No tienes que culparlo a el, yo le obligue a que me contara todo. Al principio
solo me dijo lo que eran pero necesitaba saber más. Tenia derecho a saberlo.
-Si, si tenia que ver mucho en esto. Desde el momento en que enamore de
Gael…
-Esta bien, iré contigo. Pero si nos descubren tu tendrás toda la culpa.
-Si como sea. Ahora, tratare de verla en el gran cerezo. Dile que ahí la
espero.
Frank dejo a Otto. Extendió sus alas y se alzo en vuelo. Voló por al menos
unos cinco minutos. A lo lejos se observaba una pequeña aldea. Un techo
rojizo resaltaba de entre todos los demás, una casa hecha de barro firme que
resaltaba de entre las demás hechas de paja, ahí estaría ella. Frank descendió
rápido pero cauteloso, cuidando de que nadie lo mirase. Llego a la ventana de
su habitación.
166
-Ups…
-Ups, claro
-Pero nada y punto-dijo Yesenia dando por cerrado el caso-tienes que darte
cuenta que no me interesa si eres humano o no, únicamente me interesa lo que
somos.
168
De repente, una brisa fría como el hielo bajo por la copa del cerezo. La luna
se torno roja y las nubes comenzaron a brotar de la nada. Un torbellino de
libélulas y mariposas cubrieron aquel lugar. Otto abrazo a Yesenia y Frank se
coloco delante de ellos con sus alas extendidas listo para lo que pudiese
suceder.
De la bruma de libélulas y mariposas surgieron seres de alas extensas,
diferenciándose de estatutos por la composición de sus alas. Los que tenían
libélulas azules formadas en sus alas eran el rango menor y los que las tenían
compuestas por mariposas rojas eran de rango mayor.
-No solo el se encuentra acá.- Otra voz, un poco mas imponente sonó a lo
lejos.
-Pues haz de castigarme a mi-sugirió Otto, mas que una sugerencia parecían
169
ordenes aquellas palabras-Frank y ella no tienen que ver absolutamente nada,
yo los he metido en todo esto.
-No cargaras con toda la culpa-habló Yesenia-Yo también soy tan culpable
como él.
Dos seres, con alas azuladas surgieron desde atrás. Un chico y una chica.
-No puedes hacerle eso-Exclamo Frank-Ella no tiene nada que ver en esto.
-Claro que si tengo que ver en esto. Desde el momento en que me enamore
de Otto...
Aarón, sin inmutarse, extendió sus alas. Alzo sus manos y luego las dirigió
hacia Yesenia. Una oscuridad impenetrable la envolvió. Comenzó a arder en
llamas insaciables. Yesenia gritaba de dolor. El olor a carne quemada no
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tardo en hacerse sentir. Frank no lo soporto mas, no soportaba ver a su amiga
sufrir. Extendió sus alas.
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-Si no piensas detener esto tu, lo hare yo, no lo soporto más.
-Pero si lo haces…
Presente:
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Frank reacciono bastante apresurado. El recuero fue tan vivido que no había
podido escuchar a Johanna terminar lo que tenia que decir. Ya tenia bastante
cosas en la mente como para preocuparse de que alguien mas lo supiese. Pero
le reconforto un poco saber de que fuese Johanna quien lo sabia y no alguien
mas inapropiado.
-Estaré bien-lo interrumpió-no creo que alguien sepa que una persona tan
ordinaria como yo, sepa que yo lo se.
La explicación había sido lo mas clara. Era una razón mas que razonable para
hacer entender a Frank de que nada malo sucedería por que ella lo supiera.
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Es mas, podría ser hasta beneficioso. Al menos tendría a alguien que lo
escuchara de vez en cuando.
-Claro…lo siento.
-Eres un haragán.
-Prefiero que llevemos algo para comer cuando lleguemos, si me muevo de aquí
mas de diez metros te juro que me desmallo.
Mientras Frank esperaba, su teléfono sonó. El típico tono del Nokia Tune.
Era Otto.
-¿Qué quieres?
-¿Cuánto tiempo?
-Claro, apresúrate.
Genial, solo esto faltaba. Estaba a punto de suceder nuevamente. Pero esta
vez no lo permitirían. Ya era tiempo de romper ese ciclo, no dejarían que
Yesenia muriera nuevamente. Era ahora o nunca.
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-No te preocupes.
Frank hizo algo que dejo un poco perpleja a Johanna. Un cubo verde
transparente envolvió a las bolsas y las redujo de tamaño, tanto, que cupieron
en el bolsillo de Johanna.
-Es demasiado peligroso, cada vez que lo hago estoy dando mi posición a los
cazadores. Si me encuentran, nos meteríamos en problemas.
-Si ella lo toma a mal, todo podría adelantarse y las cosas saldrían mal-afirmo
Fabiola.
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-Espero y no sea así.
La mañana era más que perfecta. Las nubes se habían esfumado. El árbol de
duraznos rebosaba de vida con su follaje verde y sus frutos rosa pomelo
colgando de sus ramas. El cantar de los pájaros contrastaba alegremente con
el paisaje. El bosque de coníferas, se alzaba imponente, verde en su totalidad.
-Esto es precioso.
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-Verdad que sí.
-¿A, no?
-¿Otra vez?
-Si, si ¡Ush!
Yesenia cerro sus ojos. El viento acariciaba su rostro y hacia bailar sus
cabellos en el aire. Otto la tomó por la cintura y la abrazo fuerte. Yesenia
sintió un cosquilleo en el estomago, sintió el cuerpo más liviano. Se vio
tentada a abrir sus ojos pero se forzó a no hacerlo hasta que Otto se lo
pidiera.
-¡Estamos volando!
-Eso parece.
Otto bajó lentamente hasta tocar el suelo. Yesenia lo tenía bien abrazado
que sentía que le asfixiaba. Cuando sus pies tocaron las duras rocas
finalmente le soltó.
Yesenia abrió sus ojos y se topo con Otto. Grandes alas rojas salían de su
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espalda. Su cuerpo no tocaba el suelo y sus ojos parecían ser mas verdes que
antes. Una gran inseguridad se apodero de ella. ¿Qué estaba sucediendo?
¿Qué era todo esto?
-Yesenia, yo…
-Se que suela estúpido, pero tengo pruebas. Mira estas alas que salen de mi
espalda, son verdaderas.
-¡El libro!
Otto sacó la foto del interior. Una fotografía en blanco y negro muy antigua
tenía retratada a tres personas jóvenes.
-Si he de seguir con esto, necesito que me creas de una vez por todas. Te lo
diré una sola vez, pero prométeme que no te alteraras.
-¡Bien!
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Otto respiro profundo. Estaba a punto de soltar toda la verdad, una verdad
que podía ser demasiado peligrosa, pero era necesario hacerlo.
-Frank y yo somos ángeles, ángeles caídos para ser mas exacto. En los inicios
de la creación fuimos condenados a ser desterrados del cielo como castigo
por nuestro pecado. Te preguntaras el por qué no somos demonios del
ejercito de Lucifer. 183
-Así es.
-Nuestro castigo fue menor. Dios nos permitió habitar en la tierra, pero no se
nos permite ingresar al cielo. Además hay ciertas reglas para permanecer aquí.
Después de la gran caída se formaron clanes de ángeles. Nosotros
pertenecíamos al clan de Aarón.
-El es otra larga historia que Frank se encargará de contártela más tarde.
-¿Pero por qué me lo cuentas ahora? ¿Por qué Frank jamás me lo había
mencionado?
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-¿Perdón?
-Como la creación recién había ocurrido, una de las reglas para permanecer
en cada clan era no formar vínculos afectivos con los seres humanos. Pero
hubo alguien que quebranto esas leyes.
-¿Quiénes fueron?
-¿Pero que tiene que ver todo esto conmigo? Se supone que si así sucedió yo
ya debería estar muerta, la creación fue hace milenios.
Luis F. López Silva Silencios
-Tu también fuiste condenada. Aarón pensó que el mejor castigo era que tu
murieras cada 16 años y sufrieras eternamente. El caso es que la única que
sufre no eres tú. Siempre que sucede, vuelves a reencarnar, tengo que
volverte a enamorar y vuelves a morir, es algo frustrante. Así el ciclo no se
rompería, de lo contrario, si te enamoraras de alguien más tu vida sería larga,
185
vivirías como una persona normal.
-En ese caso, cuando mueras, los cazadores se encargarían de llevar tu alma
al mismísimo infierno. ¿Sabes por que este libro es importante?
-Aquí esta contenida toda nuestra vida. Si este libro cayera en manos
equivocadas sería el fin de tu vida y de la de Frank.
-¿Frank?
-No lo sé.
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-Dos símbolos separaban a los ángeles de alto rango de los de bajo rango.
La mariposa roja y la libélula azul. El color de sus alas sería según el rango al
que pertenecían así como el color de sus ojos. Fabiola y Sergio pertenecen al
rango bajo, por lo tanto su símbolo es la libélula al igual que Gio.
-Lo eran. Cuando nos desterraron se nos quito esas características, así
Aarón diferenciaría quienes eran los desterrados de su clan. Los de rango
bajo conservan el color de sus ojos puesto que no eran quienes quebrantaron
las leyes. Ellos tienen una oportunidad de regresar. Las motas verdes en sus
ojos indican que tiene un contrato, un contrato con Frank y conmigo. Por eso
ahora su símbolo son una mariposa y una libélula. Ellos además de su poder,
dependen del nuestro.
-El, al igual que tú mueren cada 16 años. El muere junto a ti, de lo contrario tu
muerte sería lenta, duraría 15 años.
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L
a habitación estaba en total silencio. Todos aguardaban
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pacientemente que Otto y Yesenia regresaran. La gran pregunta
rondaba por sus cabezas: ¿Cómo lo habita tomado Yesenia? ¿Qué
había sucedido?
Hasta el momento no había pasado ningún percance, pero eso no significaba
que Yesenia estuviese segura.
-¿¡Que!? Pero…
-Pero nada, corazón. Si yo digo que la llevaras, lo tendrás que hacer y punto.
¿Entiendo?
-Si, mi amor.
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-Date cuenta que eres el mejor transformándote-agregó Fabiola- así podrás
camuflarte de cualquier cosa y sacar a Yesenia de acá.
-Buen punto.
Yesenia seguía sin decir absolutamente nada. Sentía que su vida estaba a
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punto de...no, más bien estaba dependiendo de todos ellos y no podía hacer
nada. Decidió no hablar por el momento, todos se estaban preocupando por
ella y no era justo que ella renegara cuando era por su propio bienestar y el de
los demás.
-¿Qué plan?
-¿Ha sí?
-¿Conmigo?
Luis F. López Silva Silencios
-Tu corres tanto peligro como Yesenia-comentó Sergio- desde el momento
en que Gael abrió su boca has sido involucrada en todo este embrollo.
-¿Ese es…?
-Por primera vez puedo decir que nos serás de ayuda-dijo Otto con una gran
sonrisa en el rostro.
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Epilogo:
L
a noche cayó rápidamente, el frio gélido se incrementaba más y más, era
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obra de los cazadores. Eran la muerte encarnada en el mundo de los
mortales. El vidrio de la ventana de la habitación comenzó a cubrirse de
escarcha. Comenzó a nevar. La temperatura bajo abruptamente.
Los pasillos de los dormitorios era un bullicio. Los alumnos de Death of place
estaban asustados, nadie sabia lo que ocurría. ¿Nieve en mayo? No era
posible.
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-¿Pero que hay de Johanna?-musito Yesenia, preocupada-ella sigue aquí.
-¡Entendido!-asintieron ambos.
Caminaron por el pasillo, el frio se hacia cada vez más insoportable. Bajaron
las escaleras y llegaron hasta la salida de los dormitorios. Se podían ver
aquellas sombras que rondaban Death of Place.
-¿Están listos?.
-¡Listos!
Luis F. López Silva Silencios
Fedore y Sergio se transformaron en dos grandes cuervos negros, de ojos
grandes y oscuros. Tenían un pico largo y azulado, y sus alas eran tan
enormes y puntiagudas como las de un avión pequeño. Abrieron su pico
enormemente, dentro había un pequeño vacío.
Las miradas tristes de todos se cruzaron unas con otras. Cabía la posibilidad
de que una de esas promesa fuera en vano, la muerte no era algo del otro
mundo en esos momentos.
-Lo se. Te amo, cuídate- Gael le dio un beso a Johanna, esta no pudo
contener las lagrimas y con el llanto en su rostro se despidió de él.
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-Bien, estamos todos listos.
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