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Luis F.

López Silva Silencios

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Comencé escribiendo un mundo
de ideas pero me he
dado cuenta que he creado
un universo
Luis F. López Silva
Luis F. López Silva Silencios

Sinopsis: 3

¿Alguna vez te has preguntado las consecuencias de saber un secreto?


Puede traer enormes consecuencias.

Una vez el secreto es revelado, el silencio es la mejor decisión. Finalmente ha


llegado el día. Vidas perdidas, amores ganados, secretos rebelados y guerras
comenzadas. Todo esto forma parte de este mundo lleno de caos donde los
protagonistas se enfrascan por defender lo que más aman, los mundos se
entre cruzan y crean un nuevo universo lleno de vidas, un universo que no
puede ser revelado a todos. Te invito que compartas su:

Silencio

¿Te atreverías?
Luis F. López Silva Silencios
Reminiscencias

L
a puerta se abrió de un solo golpe. Una gran columna de libros cayó
estrepitosamente a sus pies. Se escuchó el crujir del piso de madera.

-¡Johanna!-dijo Yesenia sorprendida 4

-Yesenia, corazón, puedes ayudarme, en vez de quedarte ahí sentada.

-Si, por supuesto-Libros de todos los conocimientos posibles se


encontraban regados por el piso. Historia, Geología, Angelología, Medicina,
Botánica, Biología, Física y una infinidad de obras literarias total mente
desconocidas a Yesenia. Ninguno que captara su atención.

-¿Para qué es este montón de libros?

-Tarea, mi vida.

¿Tarea? Pero si estamos de vacaciones. Falta aún una semana para entrar a
clases.

-¿De verdad lo haz olvidado?-dijo Johanna con los ojos bien abiertos y
desorbitados-Tarea Vacacional, ¿te suena algo eso en tu cabecita de
alpiste?

-No realmente no creo que…-Yesenia recordó inmediatamente, la lista enorme


de citas eh informes que tenía que recolectar durante las dos semanas de
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vacaciones que les habían permitido. Empalideció de un solo golpe. Cayo
sentada sobre el piso. Lo había olvidado, esta vez el señor Cross la torturaría
durante las clases. ¿Qué iría a pensar la señorita Nicole? Seguramente se
formaría un mal concepto de ella y era lo último que quería. Que todos la
conocieran por holgazana. Ahora sería la chica holgazana de los desmayos.
Qué horror.
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-¡Yesenia!-grito Johanna, acurrucándose junto a ella en el piso y dándole


viento con una mano-¿Te encuentras bien?

-Se acabó-respondió Yesenia con la voz quebradiza y dramática-Esta vez el


señor Cross va a matarme-comenzó a sollozar suavemente.

-Calma, no nos desesperemos aún. Todo tiene solución excepto la muerte.


Te puedo prestar mis apuntes, solo debes modificarlos y…

-¡Johanna, eres un encanto!-A Yesenia se le ilumino el rostro en un


santiamén, le volvió el color a las mejillas y recupero sus fuerzas. Johanna se
paró, le ayudó a levantarse.

-Bien, solo déjame ir por unos libros más a la biblioteca y comenzamos a


trabajar de lleno ¿Te parece?

-¡Por supuesto!-asintió Yesenia con una gran sonrisa en el rostro. Johanna


salió de la habitación luego de haber ordenado los libros. El ambiente quedo
en silencio nuevamente. La luz entraba por la gran ventana del lado izquierdo
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de la habitación. Aún hacia un poco de frío, pero los rayos del sol
apaciguaban un poco el gélido invierno.
De un momento a otro, Yesenia recordó la fotografía que había encontrado
en el libro violeta. Dirigió una mirada furtiva hacia su cama donde se
encontraba el libro. Se abalanzo literalmente sobre ella, tomo el libro y
decidió seguirlo revisando.
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La caligrafía era poco legible, escrita arrebatadamente. Realmente parecía un
manuscrito muy antiguo, con sus hojas amarillentas y las esquinas picadas por
quien sabe que animal. Una polilla seguramente.
Yesenia busco en el lomo del libro el nombre del autor o alguna fecha que
dieran indicios de quien y cuando se escribió, pero no pudo encontrar nada.
Ese tipo de letra la había visto en alguna parte. Pensó detenidamente.
Descarto rápidamente la caligrafía de Johanna, la de Gael, la de la señorita
Nicole, la del señor Cross, la de Gio. No conocía la caligrafía de Sergio o la
de Fabiola, así que las descarto por igual. A Amy nunca le había tenido la
oportunidad de ver alguno de sus apuntes así que quedó descartada. Solo le
quedaban dos personas, Frank y Otto. Se tiró de su cama. Reviso en su
cajón. Busco frenéticamente un papel escrito a mano que Frank le había
tirado de forma "clandestina" durante una de las clases del señor Cross,
donde le decía que era lo que habría de almuerzo en la cafetería. ¡Vaya que
importante!

-¡Aquí esta!-exclamo Yesenia, feliz de haberlo encontrado entre tanto


desorden.
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Comparo la caligrafía del libro con la de la nota de Frank pero se llevó una
gran decepción. La letra no se parecía en lo más mínimo. La caligrafía de
Frank salía en carrosa a la par de la de ese manuscrito.

Solo quedaba Otto. Aunque Yesenia opto por descartar la idea. No era
posible que alguien tan descuidado como Otto hiciese algo así. Además, el
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libro parecía tener ya un buen tiempo de estar en Death of Place así que no
podía ser de ninguno de los chicos. Se resignó, definitivamente el libro era
real, había sido escrito hace quien sabe cuánto tiempo y la fotografía; la
fotografía también era real. No había duda alguna. Pero, no podía explicarse
como era que ella aparecía ahí. Si es que acaso era ella.

El libro estaba escrito en primera persona, algunas veces contaba los


recuerdos tan vividos que parecía que ella había estado ahí alguna vez. Había
una chica y dos chicos y hasta donde Yesenia había leído nunca mencionaba
sus nombres. Leyó detenidamente algunas de las primeras páginas, hablaban
sobre unos seres; seres llamados Guardianes, que habían habitado y seguían
habitando el universo. Al parecer eran criaturas mitológicas. Contaba la
historia de una desgracia ocurrida después de la creación. También hablaba
de un conflicto dentro del grupo de los Guardianes. Los desterrados, como
se les llamaba en el libro, eran un pequeño grupo de seres que habían sido
condenados al exilio, eran catorce en total. Habían sido desterrados del clan
de Aarón. Al parecer seres humanos y guardianes tenían prohibido formar
lazos afectivos. Un fragmento del libro llamó su atención.
“...una humana y dos guardianes formaron lazos. El castigo fue el ser desterrados del clan,
doce guardianes más se opusieron al castigo; también fueron desterrados. Ella, ella había
sido condenada, moriría eternamente. El, él se condenó a sí mismo, junto con ella. Ambos
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sufrieron el mismo destino. Los perdí a ambos. Yo, fui desterrado junto con los otros
trece..."

Ciudad del Vaticano-Roma:


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Arriba y en el exterior, se podía escuchar el bullicio de los fieles reunidos en la
plaza. Abajo y en lo profundo, en el centro de la ciudad escondida, una torre
se alzaba imponente. En el interior de la torre, las paredes estaban cubiertas
por estantes que se acoplaban su forma cilíndrica, todos ellos llenos de libros.
Tenía la misma fachada externa de la Torre de Pisa, pero esta no estaba
inclinada y era un poco más ancha y en su punta tenía una cúpula de vidrio
gigantesca. Una hilera interminable de estantes llenos de libros se extendía en
el piso de marfil, a lo largo de un pasillo sin fin. Cuatro, cinco, seis, no, había
más estantes aún. Escaleras desplazables gigantescas se apoyaban
firmemente sobre cada estante. Una escalera en espiral hecha de caoba se
levantaba en desde el centro de la biblioteca hasta la cúpula en la parte
superior. Al pie de la escalera se encontraba una chica sentada con un
semblante serio y totalmente concentrada en un libro color marrón, la pasta se
veía muy desgastada, parecía una total reliquia. En la pasta frontal se
distinguían aún el título y el nombre del autor; "Charles Dickens: Casa
desolada"

-¡Señora!, ¡Mi señora!-Exclamaba un chico de cabello rubio y ojos verde


esmeralda mientras se acercaba corriendo apresuradamente hacia donde la
chica. Su rostro mostraba preocupación.
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-Te he dicho mil veces que no me llames señora, no estoy tan anciana-espetó
la chica sin despegar su mirada del libro.

-Lo siento.

-¿Qué quieres?-musito la chica con la voz seria-Ya sabes que no me gusta que
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me interrumpan cuando estoy leyendo.

-¡Señora yo…!

La chica dirigió una mirada furtiva hacia el chico rubio. Si su mirada hubiese
sido una lanza, le hubiera atravesado el cráneo sin remordimiento alguno. El
chico retrocedió un poco asustado. Tragó saliva.

-Lo-lo siento, Victorique.

-Dime que quieres y deja de molestarme.

-Si-si, por supuesto. Lamento informar que hemos perdido un libro, mi señ…
-el chico se mordió la lengua, estuvo a punto de decirlo nuevamente, pero se
retractó a tiempo. Cambio la última palabra-...Victorique.

-¿Es de los estantes inferiores?-quiso saber la chica.

-Así es.
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-No es para tanto-respondió ella, sin despegar la vista aún del libro- Lo
repondremos. Recuerda que los estantes inferiores solo están llenos de
copias. Ahora, largo, quiero leer en paz.

-El libro que se ha extraviado es El Libro de las Memorias-El tono y el


rostro del chico se habían tornado serios.
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El libro en las manos de Victorique cayó al suelo, haciendo eco en todo el


lugar. La mirada de la chica reflejaba aflicción y angustia. Un frio invernal le
subió por la espalda. Hubo unos segundos de silencio.

La chica se paró aceleradamente de las escaleras. Corrió agitada entre los


estantes cargados de libros de todo tipo. Un estante al final del segundo
pasillo captaba la atención del lugar. Victorique se dirigió hacia él; parecía
estar vació, sin ningún libro en su interior. Estaba forjado con metal y cubierto
por unas láminas de cristal fino adornado con diamantes diminutos. En su
base tenia escrita una frase en francés, pintada con oro fundido que rezaba
" Siamo come farfalle e libellule, fragile vive legato al mondo."

Llego finalmente hasta el estante, extendió su mano derecha y la poso sobre


el vidrio. Un círculo celeste se dibujó bajo sus pies y también alrededor del
lugar donde ella apoyaba su mano en el cristal.
El círculo contenía un triángulo en su interior, y dentro de este había dos
círculos más. Dentro de esos círculos estaban dibujados los símbolos de la
mariposa y la libélula. El triángulo estaba rodeado por otro círculo y en el
exterior de este estaba unas palabras escritas en hebreo combinadas con
escritura nórdica. Victorique musito unas palabras, las láminas de vidrio se
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corrieron hacia los lados, como las de una vitrina. En ese mismo instante,
aparecieron en el interior una selección de libros muy antiguos, manuscritos,
algunos papiros amarillentos y unos mapas enmarcados. Victorique se percató
de inmediato que había un espacio vacío. El libro no estaba. Empalideció
rápidamente, le temblaban las manos y las piernas.

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-Esto...no puede...estar pasando-murmuro con dificultad. Se desplomo sobre
sus pies. Se habían ido sus fuerzas. Miro hacia la cúpula en la parte superior
pensando detenidamente y digiriendo aún la situación. -¿Qué voy a hacer?-
musito.

El eco del silencio hacia presencia en el lugar. La soledad impregnada en el


aire divagaba por cada rincón y él aire fresco circundaba el edificio. El reloj
en la pared dio las seis de la tarde. Sería una larga noche.
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Capítulo 1: Lo que fuimos...lo que ya no somos

L
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a columna de libros parecía no tener fin. Al señor Cross se le había
zafado un tornillo con la gran cantidad de tarea que les había dejado.
No era el caso de la señorita Nicole, quien únicamente había pedido un
reporte de dos páginas acerca de los Kodamas; nada que Wikipedia no
pudiera solucionar. En cambio el señor Cross, había pedido tarea acerca de
algo tan obsoleto que ni siquiera la Internet lo tenía registrado; era totalmente
irrazonable.

La mano de Johanna temblaba del cansancio. Yesenia por su parte, que


recién comenzaba no sentía tanto el agotamiento, pero no tardaría mucho en
comenzar a quejarse como una niñita llorona.

-Oye Yesenia-dijo Johanna con un aire melancólico y un brillo en los ojos.

-Sí, dime.

-¿A ti, te gusta Otto?-expresó, mirándola de reojo.

Hubo un silencio agotador. La pregunta cayó sobre Yesenia como un balde


de agua fría. No se esperaba que Johanna lo supiera. Rápidamente pensó en
Frank, juro mentalmente que lo mataría por andarle contando este tipo de
cosas a todo el mundo. No es que le molestara que Johanna lo supiera,
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aunque Johanna no fuera su mejor amiga, seguía siendo su amiga, es
simplemente que no estaba acostumbrada a hablar sobre sus cosas con nadie
más que no fuera Frank.

-Yo me he percatado de la forma en como tratas algunas veces con él.


Además, aquel día, en el bosque, tú y Otto...
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-No lo sé-Interrumpió Yesenia brusca y secamente con un gesto serio en su


rostro-Yo…

-Por favor, antes de que continúes, déjame terminar-expreso Johanna


cabizbaja, con la voz temblorosa y suave.-Creo que todos sabían que Otto y
yo éramos novios. Éramos muy felices. Parecía un cuento de hadas-Johanna
levanto el rostro y dirigió su mirada hacia la ventana evitando hacer contacto
con la mirada de Yesenia-Pero nada es eterno, no sé realmente que paso
entre nosotros.

-Johanna, yo…

-Déjame terminar por favor-espetó Johanna, su voz se había tornado más


melancólica-el punto es que, ya no somos nada y no me interesa mucho en
realidad lo que haga Otto con su vida. Es libre. Además, creo haber
encontrado a alguien más a quien amar y creo que Otto también. Yesenia-
dijo Johanna mirándola a los ojos fijamente con un gesto sereno en su rostro-
no permitas que nadie más te robe la felicidad. Si te gusta Otto, ve, persigue
tu propia felicidad. Sé que Otto va por el mismo camino y algún día, que sé
que será muy pronto, se cruzaran entre si y viajaran juntos por este loco
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mundo-Johanna dibujo una sonrisa forzada en su rostro tratando de contener
las lágrimas-Lo que quiero decir es…

-Johanna-interrumpió Yesenia por tercera vez, tomando la mano de Johanna


y mirándola fijamente a los ojos-Gracias. Realmente gracias pero…no se aún
que es lo que siento en mi corazón ni por quien realmente lo siento. Pero me
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alegra saber que lo has superado y que has encontrado a alguien más a quien
amar. Tú tampoco permitas que nadie más te robe tu felicidad.

A Johanna se le comenzaron a salir las lágrimas repentinamente, Yesenia no


lo pudo soportar más y empezó a llorar junto con ella. Lo que Johanna le
había dicho era lo más alentador que había escuchado en días. Realmente lo
necesitaba.
La noche llegaba rápidamente, imparable, fría y oscura. Aún quedaban tres
reportes más que escribir y dos citas que revisar. Les llevaría otra hora más.
La tensión por terminar a tiempo había bajado un poco. Realmente esa charla
tan corta, había tenido efecto alguno sobre ellas. Un día que Yesenia jamás
olvidaría.

Diciembre transcurrió lento y frío. El invierno había sido gélido y gris. El


bosque de coníferas aún estaba cubierto de nieve y las montañas exhibían
imponentes todo el hielo acumulado en sus picos. El viñedo aún no quedaba
totalmente despejado de nieve y el gran árbol de duraznos parecía estar
muerto con sus ramas desnudas y puntiagudas. Solo faltaban dos días más y
regresaban a las tediosas clases. Por suerte, la tarea se había terminado a
tiempo. No hubieron lesionados, solamente dedos entumecidos.
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-Necesito saberlo

-Yo no…, realmente no sé si…

-Dímelo-espeto Yesenia furiosa.


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-Está bien, está bien-asintió Frank tratando de controlarla-Sí, es cierto, me


gusta.

-¡Aja!-agrego Yesenia con tono sorpresivo-sabía que Amy te gustaba. Era


más que evidente. Esto será divertido. Le enviaras papelitos escritos a mano,
cartas, flores, tendrán citas, comerán juntos, harán el am….

-¡Basta!-le interrumpió Frank-aún no se lo he dicho-agregó, un poco nervioso


por el asunto.

-¿Pero por qué?

-No sé si realmente decírselo. Que hay si no le gusto. Que hay si se molesta.

-Nunca lo sabrás si no se lo dices.

-Esto es demasiado difícil.

-No lo es tanto.
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-Si, quien me lo dice, la señorita "me gusta Otto y Gio, pero no sé cómo
decírselos y con cual quedarme". Deberías de pensar mejor en cómo resolver
eso.

-Eso es pan comido.

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-Haber, quiero verte intentándolo.

-¿Es esto una apuesta?-pregunto Yesenia con una mirada picara y una
sonrisa malévola.

-Digamos que sí.

-¡Perfecto!, si tu pierdes, tendrás que declarártele a Amy ante todos.

-Entonces si yo ganó-agrego Frank-Tendrá que dejar de gustarte Gio.

-¿¡Qué!? Pero...pero….pero no puedes pedirme eso, no me puede dejar de


gustar alguien así nada más.

-Entonces, tendrás que cocinarme Baumkuchen cada viernes por todo un


año, tu iras al supermercado, tu compraras los ingredientes con tu dinero y tú
me servirás sin ningún reproche el Baumkuchen.

Yesenia se quedó con la boca abierta. Le pedía demasiado pero al menos era
mejor que obligarse a sí misma a desenamorarse de Gio y a vivir con ese
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tormento. -Está bien, acepto.-asintió Yesenia no tan segura de lo que decía-
Pero consta que lo cumpliremos.

-Pues claro, siempre cumplo lo que prometo. A caso no recuerdas la vez que
te tuve que comprar papas fritas por una semana. ¡Dios! Pensé que moriría de
hambre por no comer lo que debía al apartar el dinero para esas tontas papas.
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-¿Papas fritas? No recuerdo realmente esa apuesta.

-¿No la recuerdas? Pero si…

Frank recordó rápidamente que esa apuesta tonta había sucedido hace seis
vidas anteriores. Hace noventa y seis años exactamente. Era lógico que
Yesenia no recordara nada al respecto. Créanlo o no, para ese tiempo ya
existían las papas fritas, aunque eran caseras. Decidió cambiar rápidamente el
tema para no generar más preguntas.

-Por cierto, ¿qué has pensado en cuanto a Otto? Piensas decirle algo.

El rostro de Yesenia cambio drásticamente. Dirigió la mirada hacia la


ventana-Aún no lo sé, ni si quiera sé muy bien que es lo que siento por él. A
decir verdad, no sé qué siento exactamente por ellos.

-¿Te refieres a Gio?-agrego Frank

-Sí. Él es tan, distinto. Muchas veces siento que me he equivocado.


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-¿Qué piensas hacer al respecto?

-Esperar.

-¿Esperar?-espeto Frank con tono irónico- No puedes hacer eso. Tienes


que decidirte por uno o por otro.
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-Pero no tengo ningún motivo para hacerlo. Ambos me gustan y mucho.


Realmente no sé qué hacer. Estoy confundida hasta donde no tienes idea.
Realmente necesito un buen motivo para…

-Para que alguno te deje de gustar-completo Frank la frase-Las cosas no


funcionan así y lo sabes. Piénsalo bien, alguno de los dos es solamente un
capricho. ¿Sabes cuál de los dos es?-dijo Frank ladeando la cabeza.

-Pues claro que lo sé-Dijo Yesenia bien segura de sí misma.

Frank la miro fijamente a los ojos. Un gesto serio se dibujaba en su rostro.


Yesenia le sostuvo la mirada durante diez segundos. No lo soportó por
mucho tiempo.

-¡Hagh!-grito Yesenia dejando escapar un llanto fingido- ¡Esta bien, no lo sé!


¿Contento?

-Suficiente, diría yo.

-¿Por qué no vienen con un manual incluido? así las cosas serían más fáciles.
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-Por qué no vienen USTEDES con un manual incluido-manifestó Frank


haciendo énfasis en “ustedes”-Ustedes las chicas son las más difíciles.

-Si como sea. El punto es que...no hay punto.

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-Simplemente, piénsalo bien al respecto.

-Claro.

Frank tenía toda la razón. No podían gustarle ambas personas al mismo


tiempo. ¿O sí? Fuera lo que fuera necesitaba decidirse rápido por alguno de
los dos. ¿Pero qué sentimientos tenía por cada uno? A Gio lo quería y a Otto
también, pero no bastaba darle un trozo de cariño a cada quien.

-Bueno, tengo que irme-dijo Frank poniéndose de pie-necesito encontrarme


con Sergio en El Fauno.

-¿Qué vas a hacer?

-Cosas-agregó con aire misterioso. Se alejó rápido y salió del lugar.

-¿Qué será?-dijo Yesenia solitaria, ladeando la cabeza.


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Capítulo 2: Distancias acortadas

Y
esenia bajo a la sala de estar. Estaba completamente vacía. La
encargada del dormitorio leía perezosa la revista Vogue de ese mismo
mes. La estantería tras ella estaba llena de revistas de diferentes
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editores, todas del mismo mes. Parecía que la encargada no tenía mucho que
hacer más que pasar tras el mostrador todo el día. ¡Que vida la de ella!
Yesenia se acerco a ella.

-Disculpe, ya está acá el correo.

La encargada no se inmuto en lo más mínimo. Las paginas pasaban hábilmente


por sus dedos y sus ojos parecían estar poseídos por cada párrafo en la
revista. Era una lectora hábil y fiel a su lectura.

Yesenia carraspeo dos veces-disculpe, ya llegó el correo.

-Que no ves niña tonta, que estoy leyendo-contestó la encargada sin


despegar su mirada de la revista. Pasaron unos minutos y Yesenia continuaba
parada frente a la despreocupada mujer. Se le cruzo por la mente tomar esa
revista y romperla en miles y miles de trocitos para que de una buena vez le
hiciera caso.
Finalmente cerro la revista. Se froto los ojos y se recogió el cabello
pasándolo tras sus orejas. Miró seriamente a Yesenia.

-Bien, ¿Qué quieres?-expresó al fin.


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Yesenia utilizo hasta la mas mínima fuerza por retener su puño y no dejarlo
"acomodado" sobre el rostro de aquella mujer. Conto hasta diez y trato de
calmarse un poco.

-Pregunte que si ya se encuentra acá el correo.


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-¿¡Por que no lo dijiste antes!?. Si que no eres muy sociable niña rara-agrego
la encargada volteándose para buscar entre el desorden de revistas el correo
de ese día.

"Calma Yesenia. Piensa en un lugar lindo. Piensa en conejos, en flores, en un


cielo basto y azul, en Otto"-pensó para sus adentros- ¿En Otto?-se
pregunto así misma. Una lluvia de imágenes le inundaron la mente y una
sensación desconocida recorrió cada rincón de su cuerpo. Rápidamente
recordó el besó que le había dado Otto en aquella ocasión; también el día en
el que salieron del gimnasio y la tomo por la fuerza, renegando celosamente
por ella. Se ruborizó inmediatamente. La encargada de los dormitorios
encontró finalmente el correo.

-Bien, aquí esta, esto es todo.

Yesenia lo tomó y se alejo del recibidor con bastantes cosas en mente. Se


dirigió hacia la sala de recreación nuevamente a leer las cartas que había
recibido ese día. No podía sacar de su mente la imagen de Otto besándola.
Una segunda imagen se colgó en su mente. Gio. Dos chicos rondaban su
conciencia y le hacían sentir un poco incomoda.
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-¿Qué debo hacer?-se pregunto así misma, mientras subía las escaleras.

Fuera de los dormitorios:

Frank atravesó el edificio titiritando de frío. Su semblante parecía 22


preocupado. Aunque la mayor parte de la nieve había desaparecido el frio
invernal permanecía en el paisaje, era un poco tedioso caminar los tramos que
únicamente eran de tierra, el lodo hacia casi imposible el mantenerse en pie
por mucho tiempo. Pasó junto al árbol de duraznos quien parecía estar muerto
con sus ramas puntiagudas y desnudas, pero si se miraba detenidamente, se
podían observar pequeños brotes de hojas en sus puntas. Mientras
continuaba encaminado hacia el edificio, en un cruce del viñedo cubierto por
dos grandes pinos, sorpresivamente se topó con Amy que parecía que había
salido de la nada. Frank no había escuchado sus pasos. Venia de los otros
dormitorios. Traía consigo algo que parecía ser una cajita envuelta en una
manta verde claro con dibujos de Snoopy anudada de la parte superior.

-¡Frank!-exclamo Amy-¡Dios! No me asustes de esa manera.

-Hola Amy-expreso con una gran sonrisa en el rostro-¿Tanto miedo doy?-


agregó entre risas.

-No...Bueno….lo que quise decir es que me ha tomado por sorpresa


encontrarme contigo.
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Frank rió. Le alegraba tanto ver a Amy que la cara de preocupación había
desaparecido. Repentinamente recordó la apuesta. Si el perdía, tendría que
declarársele a Amy frente a todos, y el concepto de "todos" para Yesenia
significaba "en-la-clase-de-Argelia". Sería vergonzoso. Se sonrojo de solo
pensarlo. Decidió agachar el rostro para que Amy no lo notase.

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-Frank-musito Amy. Su voz parecía nerviosa.

-Dime-contesto él, levantando el rostro y mirándola a los ojos. Noto que Amy
evadía su mirada. Su rostro estaba rojo en su totalidad. ¿Qué le quería decir?

-Me preguntaba si...si...si tú. Bueno yo…

-¿Si…?-expreso Frank. Trato lo mayormente posible de decir ese "Si" con la


mayor amabilidad y naturalidad posible. Las ansias le carcomían por dentro.

Amy se armó de valor, sacó fuerzas de quien sabe dónde. Tal vez del aire o
del sol.- ¿Te gusta el pollo agridulce?-Dijo finalmente Amy, en lo que precia
haber sido un grito ahogado, nervioso y quebradizo. Bajó la mirada y extendió
sus manos con la cajita envuelta en señal de dársela a Frank.

-Por supuesto-dijo Frank, tratando de mantener la impresión que se acababa


de llevar.

-He cocinado un poco para ti-dijo levantando levemente la mirada ¡Por favor,
prueba este pollo agridulce!-espetó Amy.
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Frank no podía creerlo. Su comida favorita, viniendo de la persona que le
gustaba. Sentía una sensación extraña en su estómago. ¿Sería hambre? No,
era más que eso.

-Claro-afirmo, haciendo un esfuerzo por articular las palabras y no sonar


nervioso. Amy sintió un cosquilleo en el estómago. Frank había aceptado
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probar lo que ella había cocinado y eso era suficiente para hacerla sentir feliz.

Caminaron un poco más para llegar hasta donde se encontraban unas mesas
hechas de concreto, pintadas de numerosos colores. Estaban dentro de un
cuadro perfecto de tulipanes rojos y purpuras. Dos arbustos enormes de
Hortensias con sus flores moradas y rojas adornaban la entrada a las mesas.
Un poco raro que las hortensias florecieran en esa época. Un gran árbol sin
hojas en una esquina, proyectaba la sombra de sus ramas desnudas. Desde el
lugar se podían ver ambos dormitorios.

Ambos decidieron sentarse junto al árbol. Amy estaba bastante nerviosa.


Frank tomo unos palillos chinos que estaban dentro de la caja y decidió
probar la comida de Amy.-Con permiso-dijo Frank ansioso, tomando un cubo
de pollo. Amy asintió. Contuvo la respiración y se puso un poco pálida.
Frank se llevó a la boca el trozo de comida. ¿Qué pasaría si a Frank no le
gustaba lo que ella había cocinado? "Si el pollo agridulce no es su comida
favorita-pensó para sí misma-juro que matare a…"

-Esta delicioso-interrumpió Frank sus pensamientos con una gran sonrisa en


el rostro y tomando otro trozo de comida.
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-¿¡De verdad!?-expreso Amy un poco incrédula pero bastante feliz.

-Créeme, soy demasiado quisquilloso con la comida y si digo que esta bueno
es porque está bueno.

A Amy se le ilumino el rostro. Esto era lo mejor que pudo haber escuchado
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en su corta vida. Pero ¿Por qué tanto interés en que Frank probara su
comida? A Frank le parecía genial que Amy le haya cocinado algo, pero esa
pequeña he insignificante duda merodeaba en su cabeza y amenazaba con
salir a flote. Había que pensar rápidamente en un tema de conversación o el
momento realmente se arruinaría y ninguno de los dos quería eso.

En los dormitorios-sala de recreación:

La sala de recreación estaba totalmente vacía. Yesenia se dejo caer sobre


uno de los sofás blancos de la habitación. Puso la correspondencia sobre la
mesa del centro y se dirigió hacia la ventana. Miro el gran viñedo que aún
yacía escondido entre una fina capa de hielo. Miró el gran árbol de duraznos
desnudo, con pequeños puntitos verdes sobre sus ramas, ¿Sería acaso
nuevos brotes?-se pregunto a si misma. Un poco mas adelante divisó a dos
personas sentadas en unas mesas de un pequeño claro.

-¿Frank y Amy?-pensó en voz alta-no puedo creerlo-dijo, llevándose ambas


manos al rostro, bastante sorprendida-Con que era esto lo que este animal
tenia que hacer-dijo Yesenia haciendo pucheros, un poco enfadada por que
Frank no le había dicho que lo que tenia que hacer era reunirse para una "cita"
con Amy-esto será divertido-pensó, riendo burlonamente
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Yesenia saco su celular del bolsillo del pantalón. No era nada de tecnología
reciente, pero una llamada y mensajes de texto eran pasables por aquel trozo
de prehistoria. Busco frenéticamente el numero de Frank, pensando en como
y en que le diría para fastidiarlo, y así de la nada, se le ocurrió también que
sería una buena idea fastidiar a Amy. Dos pájaros de un solo tiro. Finalmente
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lo encontró y decidida a molestarlo un poco, marcó.
El típico tono de llamada sonó unas tres veces, pensó por un momento que no
iba a coger la llamada. Finalmente una voz se escucho en el otro extremo.

-¿Qué quieres?-contestó furioso.

Una sonrisa malévola y un tanto pervertida se dibujo en el rostro de Yesenia.


Esto será realmente divertido-pensó.

Fuera de los dormitorios:

El teléfono celular de Frank sonó repentinamente. La melodía del Nokia


Tune interrumpió el momento más perfecto en el mundo. El celular vibraba
agitadamente. Frank lo saco de su bolsillo.- ¿Yesenia?-dijo en sus
pensamientos. Pensaba ignorar la llamada y más tarde corresponderla pero
Yesenia se ponía irritable cuando se le ignoraba así que decidió contestarle.

-¿Qué quieres?-refunfuño a regañadientes.

-Frank, mi vida, ¿te diviertes?


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-¡Pero qué demonios…!-expreso Frank desconcertado-¿En dónde te


encuentras?-exigió saber, volteando la cabeza hacia todos lados tratando de
encontrarla.

-¿Te diviertes o no baboso? Es tiempo que te le declares a Amy, corazón.


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-Estás loca-dijo Frank casi gritando y sonrojado-no puedo hacer eso. Es


demasiado vergonzoso-manifestó en voz baja

-¿Está todo bien?-quiso saber Amy.

-Sí, sí, todo bien, no te preocupes.

Frank busco en todas direcciones a Yesenia pero no lograba encontrarla.


Luego recordó que desde ese lugar se podían ver los dormitorios y pensó
que era probable que desde los dormitorios se viera aquel lugar. Busco
frenéticamente con la mirada si la habitación de Yesenia daba la vista hacia
ese claro pero los dormitorios estaban tan lejos que no distinguía que ventana
pertenecía a cual dormitorio.

-Bien, parece que te diviertes, no seas aguafiestas, se un poco más creativo.


Nos vemos más tarde-dijo Yesenia con un tono cantarín.

En el celular solo quedo el tono monótono de siempre. Frank colgó la llamada.

-¿Pasa algo?-pregunto Amy


Luis F. López Silva Silencios

-No, nada. No te preocupes.

Luego el celular de Amy timbró. La melodía de Alice de Avril Lavigne se


dejó escuchar. Amy cogió su celular sin percatarse de quien la llamaba.

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-¿Hola?

-Por el amor de Dios Amy-espeto fuerte Yesenia-no seas tan lenta.

-Yesen…-Amy cubrió rápidamente su boca, esperando que Frank no hubiera


escuchado eso-pero que se supone que debo hacer-dijo en voz baja y
bastante nerviosa.

-Solo hazle cositas.

-Pero...pero, no puedo hacer eso-expreso, sonrojada-es demasiado.

-¡Hagh! Está bien. Pero al menos probó el pollo y eso es bueno.

-Si si lo hizo. Estabas en lo correcto, el pollo agridulce era su comida


favorita-agregó Amy con una gran sonrisa en el rostro que cambio
rápidamente por una expresión de duda-espera, como sabes que probó el
pollo.

-Nos vemos Amy-dijo Yesenia bastante burlona- Eres una picarona Ja-ja-ja
Luis F. López Silva Silencios
-Aguarda, como lo sa…-El teléfono fue colgado. Amy se quedó pensativa,
Yesenia los había estado observando todo el tiempo. Le daba bastante
vergüenza pero al mismo tiempo le reconfortaba un poco el saber que tenía a
alguien que la apoyaba en esto.-¿Todo bien?-pregunto Frank.-Si, no te
preocupes-le contesto Amy.

29

En los dormitorios-sala de recreación:

Después de que dejo de fastidiarlos a ambos, un poco satisfecha y riendo a


carcajadas por lo que acababa de hacer, recordó que tenía las cartas aún sin
abrir. Decidió leerlas.

-Veamos, que tenemos por acá-comenzó a pasar un sobre tras otro-un cupón,
el recibo de el internet, el menú de la otra semana, una invitación a un evento
ecológico. Por Dios, es que acaso no he recibido nada interesante-se quejó,
tirando los sobres que no habían llamado su atención sobre la mesa. Pasó al
siguiente sobre.-¡Oh por Dios! Una carta de ¿Jean Joseph?.

Jean Joseph era el padre de Joseph. Era algo extraño recibir una carta
proveniente de Jean. No es que odiaba recibirlas, pero tampoco le alegraba
verlas. La mayoría de las veces que había tenido la oportunidad de entablar
una conversación con ese señor, casi siempre terminaban discutiendo por
trivialidades y por el hecho de que Joseph tuviera una mejor relación con ella
que con él. Si, Joseph era su amigo, pero eso no implicaba que sus padres lo
fueran.
Luis F. López Silva Silencios
Jean era el administrador de la oficina de correos de la ciudad donde vivían,
también era dueño de una de las mas prestigiosas academias de mecánica de
toda Cartagena. Aunque ellos ni vivían en el centro de la ciudad como las
familias lujosas, llevaban una vida deseable en el barrio donde moraban. Una
familia adinerada tratando de ser modesta. No les funcionaba en lo absoluto.
Pero Joseph, él era diferente a su padre y a su madre. Aunque tuviera a
30
disposición el dinero que el quisiera, prefería trabajar como cartero en la
empresa de su padre. Decía que le llenaba de vida mirar el rostro feliz de la
gente todas las mañanas y saludarlos, visitar a sus amigos a diarios, ir a una
escuela corriente he interactuar con personas que sintieran lo mismo que él;
una sensación de calidez y sencillez en el corazón. Era todo lo contrario a lo
que su padre quería.

-Y ¿Qué tal estuvieron tus vacaciones?-expresó Frank con una sonrisa en el


rostro y con un trozo de pollo en la punta de los palillos, tratando de no
regresar al momento incomodo de antes.

-Pues estuvieron geniales, viaje a muchos lugares.

-Qué bueno. Yo quisiera haber viajado pero mis padres viajan a lugares
realmente raros y no me gusta acompañarlos. La última vez, fueron al Uyuni.

-¿Uyuni? No es ese un desierto de sal-agregó Amy ladeando la cabeza.


Luis F. López Silva Silencios
-¡Exacto!-dijo Frank levantando ambas manos y con tono irónico-A quien se
le ocurre ir a un desierto de sal tan...salado como lugar para vacacionar. Es
simplemente frustrante.

-Pienso que sería divertido.

31
Frank se quedó con la boca abierta. No podía creer lo que sus oídos habían
escuchado. Existía otra persona en el planeta que pensaba que ese tipo de
lugares eran interesantes. Trató de disimular su impresión.

-¿Y tú qué lugares visitaste?-quiso saber Frank. Tomando un poco de arroz


blanco con los palillos.

-Las cuevas de hielo de Austria, las aguas termales de sangre en Japón y los
bosques de piedra en China.

Frank tosió escupiendo arroz y dejándolo regado por toda la mesa. Un


granito de arroz se le había quedado pegado en la garganta, haciendo que
tosiese fuerte unas tres o cuatro veces más. Amy se paró estrepitosamente y
le dio unas palmadas en la espalda.

-¿Te encuentras bien?

-Si por supuesto.

-¿Qué pasó?
Luis F. López Silva Silencios
-Nada. Solo me tomaron por sorpresa unas cosas.

-¿Cuáles?-pregunto Amy sacando un pañuelo del bolsillo de la chaqueta


beige que llevaba puesta.

-No es nada-dijo Frank riendo. Amy le limpió la cara que estaba un poco
32
llena de la salsa del pollo. Frank se sonrojo.

-Vamos cuéntame, no seas malo.

-Es que simplemente, no creí que alguien compartiera las excentricidades de


mis padres-dijo Frank riendo.

-¿Tú crees?- Dijo Amy riendo. Era la primera vez que veía actuar a Frank de
esa forma con ella. Las pocas veces que habían hablado las conversaciones
habían sido demasiado formales. Le reconfortaba saber que la confianza
entre ellos era cada día más grande y que las distancias entre su vida y la de él
eran más cortas.

-Al parecer te gusta mucho viajar con tus padres. Eres bien unida con ellos.

-No del todo-dijo Amy con un brillo triste en sus ojos.

Frank se maldijo una y mil veces por lo que sea que hubiera dicho. La
conducta de ella había cambiado repentinamente. De una risa encantadora
había pasado a una cara melancólica y triste. No le gustó en lo absoluto la
expresión en el rostro de Amy. Decidió disculparse.
Luis F. López Silva Silencios

-Lo siento. Creo que he dicho algo que no debía.

-No has dicho nada malo-expresó agitando ambas manos en el aire en forma
de negación.-Lo cierto es-dijo Amy sentándose al lado de Frank y apretando
el pañuelo con ambas manos-que la relación con mis padres es peor que la de
33
cualquiera.

-¿Por qué lo dices?-Frank decidió indagar en el tema. No le había gustado en


lo absoluto la actitud con la que había reaccionado Amy. Necesitaba saber
que pasaba. Necesitaba saber si ella necesitaba ayuda y apoyo.

-Mis padres…-Amy dirigió la mirada al vacío-...mis padres están a punto de


divorciarse.

-Amy, yo…

-Creo que soy una carga para ellos. Estas vacaciones…-Amy volteo a ver
directamente a los ojos de Frank. Comenzaban a formarse lágrimas en sus
ojos.-...estas vacaciones fueron lo más horrible que pude haber vivido en mi
vida. Traté de mantenernos a todos, de volver a unirnos a todos, como familia-
la voz se le hizo quebradiza- pero fallé-Amy bajó el rostro-creo que soy una
tonta.

-No lo eres. No te culpes a ti misma


Luis F. López Silva Silencios
-Y entonces a quien debo culpar-espetó Amy con la voz entrecortada. Frank
se quedó paralizado. Se culpó a si mismo por no haberse dado cuenta antes.
Tantas veces que había hablado con ella, tantas veces que la había visto y
nunca se le ocurrió preguntarle cómo se sentía. Sentía que le había fallado.

-Realmente lo siento-Dijo Frank, pasando su dedo índice en el rostro de


34
Amy, limpiando las lágrimas.-Siento no ser el suficiente apoyo que necesitas.-
Frank no lo soporto más y la abrazó. Amy respondió de la misma manera,
acomodo su cabeza en el hombro de Frank. Sus mejillas se juntaron, el rostro
de Amy estaba húmedo por las lágrimas pero era tan cálido y suave. Amy
sintió el rostro de Frank de la misma manera, el calor de su cuerpo era
agradable. Su aliento cálido contrastando en su oreja le traía cierta calma.
Podía sentir cada latido de su corazón, cada respiro que daba, cada sonido de
su pecho hinchándose al tomar aire, ciertamente era más que claro que le
gustaba Frank, no, más que eso, lo amaba, aún que él no lo supiera. Frank le
susurró unas palabras al oído.

-Se fuerte. Estoy aquí para ti...permíteme estar aquí para ti.

Amy se quedó pasmada. Las lágrimas comenzaron a brotar nuevamente en su


rostro. Comenzó a sollozar tratando de controlarse.

-No me abandones...nunca-susurro Amy entre sollozos-nunca.


Luis F. López Silva Silencios
Yesenia abrió sin mucho interés el sobre y saco la pagina hecha tres dobleces
y un trozo de periódico doblado . La carta estaba escrita a mano con tinta
negra y con letra de carta, parecía que la habían escrito con una mano
temblorosa. Comenzó a leerla sin mucho afán.

"Querida Yesenia:
35

Sé que es un poco raro que me comunique contigo de esta


forma. También sé que te ha de sorprender la forma con la
que la carta inicia, pero haz de comprenderme que como
toda carta, he de comenzar con una buena presentación.

No tengo intenciones de robarme tu tiempo explicándote un


sinfín de sucesos que han ocurrido los últimos días. Debo
decir que han sido difíciles. Sin más rodeos, no quiero
entretenerte, el motivo de esta carta es para hacerte saber
que Joseph, mi querido Joseph, ha fallecido. Sé que esto
ha de tener algún impacto en ti, como la situación lo sigue
teniendo en mí. Su muerte fue trágica, aunque la palabra
brutal lo describiría mejor. Realmente no es algo que
quiero recordar, por eso también te mando el trozo de
periódico con la noticia publicada para que te des cuenta
por ti misma a que me refiero. Te pido siempre le
recuerdes y nunca le olvides.

Con gran pésame: Jean “


Luis F. López Silva Silencios
Las lagrimas de Yesenia comenzaron a caer sobre la carta, haciendo que la
tinta se corriera y dejando grandes manchas en el papel. Estaba totalmente
petrificada. Su corazón palpitaba agitadamente al punto en que pensó que le
estallaría. Un llanto desgarrador salió desde su interior. Lloraba
descontroladamente, gritando y golpeando el sofá bruscamente. El sonido
del llanto se ahogaba en la habitación tratando de buscar una salida al
36
exterior fallidamente. La puerta se abrió de un portazo.

-¡Yesenia!-Exclamó Gio corriendo hacia ella y abrazándola fuertemente.


Yesenia aun forzaba sus brazos y sus manos por seguir golpeando el sofá
tratando de descargar el enojo y la tristeza sobre el-¿Qué pasa?-grito Gio,
abrazándola fuertemente.
Yesenia dejo escapar un grito desgarrador. Lo miró fijamente a los ojos, lo
abrazo como si la vida se le fuera en ello. Necesitaba más que un abrazó,
necesitaba consuelo. Comenzó a llorar en su hombro, empapándolo de
lagrimas y sollozos.

-Por favor, dime que pasa.-La voz de Gio comenzó a quebrarse. No


soportaba ver a Yesenia de esa manera.

-Él…Joseph…Joseph ha...-Yesenia trataba de retener el llanto. El rostro de


Joseph apareció en su mente. Vio una libélula azul hortensia volando sobre
ellos. Todo se volvió negro. Se desmayó.

-Lo sé. Pero no puedo dejar sigas de esta manera.-murmuro a su oído-si


sigues así, no me servirás de nada-una sonrisa obscura se dibujo en su rostro.
Luis F. López Silva Silencios
La tomó entre sus brazos. La puerta de la biblioteca se abrió lentamente. El
rostro de alguien asomó desde el exterior. Otto se quedó paralizado. Gio
tenía a Yesenia entre sus brazos. El semblante de Otto cambió
drásticamente.

-¡Gio!-dijo Otto con una voz áspera.


37
-Vaya, vaya. Había escuchado que el amor une a dos personas en cualquier
circunstancia, pero esto es estúpido.

-¿¡Que demonios le haz hecho!? Maldito.

-¿Maldito, yo?-expresó Gio con cierta ironía. Dejo escapar una carcajada
socarrona-maldita esta chica, que muere todo el tiempo. Quien diría que
soportaría tanto.

Otto se abalanzó sobre Gio. Le asesto un puñetazo en el rostro, lanzándolo


al suelo bruscamente. Yesenia callo a un costado de Gio. Otto corrió
apresurado ha levantarla del suelo. La cogió delicadamente y se dirigió hacia
la puerta. Gio yacía aún tirado en el piso de la habitación.

Otto estuvo a punto de girar la perilla de la puerta cuando una libélula negra
se poso sobre esta. La puerta se torno totalmente negra y de ella emanaba
una bruma oscura. El cuarto entero estaba lleno de todas estas libélulas.
Cada una posándose en cada centímetro de la pared y en cada mueble del
lugar. Otto giró aún con Yesenia en sus brazos. Vio a Gio de píe, unas alas
azules como las hortensias salían de su espalda. Libélulas negras salían de sus
Luis F. López Silva Silencios
alas revoloteando alrededor de él. El color de sus ojos había cambiado, se
había vuelto de un negro intenso, parecían dos grandes abismos sin fin.

-Ya es tiempo de que todo esto acabe.

-Si guerra quieres-espetó Otto con cierta rabia-guerra tendrás-Coloco a


Yesenia en el piso tras de si. Dirigió una mirada vil y cruel hacia Gio, este
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solamente mostro una sonrisa fingida. Un circulo rojo con un triangulo y el
símbolo de una mariposa en su interior se dibujo bajo sus pies. Dos alas rojas
salieron de su espalda. El color de sus pupilas verdes cambio un rojo
encendido.

Dos seres alados se encontraban en la habitación. Mariposas rojas y libélulas


negras inundaban el lugar. La atmosfera era tensa y el aire pesado, la bruma
negra que emanaba del cuerpo Gio dificultaba la visibilidad y la habitación
había desaparecido totalmente en la negrura espesa que flotaba en el aire.
Solo se veía la luz que emanaba de sus cuerpos.

Yesenia entreabrió sus ojos. Vio a Otto parado frente a ella. Vio a Gio
parado un poco mas adelante. Enormes alas salían de sus cuerpo. Yesenia se
preguntaba como era posible, ¿que era lo que estaba pasando?.

Ambos se abalanzaron, uno contra el otro. Todo ocurría tan rápido que la luz
que emanaba de sus cuerpos flotaba tras ellos como un haz de luz dibujado en
la nada. La intensa luz de color rojo que emanaba del cuerpo de Otto
contrastaba tenuemente con la luz azul proveniente del cuerpo de Gio. Se
escuchaba el eco de los golpes que uno asestaba contra el otro. Volaban en
el aire con tanta agilidad y destreza que para Yesenia era imposible seguirlos
Luis F. López Silva Silencios
con la mirada. Una libélula negra revoloteo frente a sus ojos y se desvaneció
como el humo de un cigarro. Yesenia volvió a quedar inconsciente.

-¡Esta vez morirás!-gritaba Otto mientras asestaba golpes imposibles sobre


Gio- Fue un maldito error haberte permitido acercártele.

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-¿Crees que podrás lograrlo?-espetó Gio furioso-Ya estoy cansado de todo
esto. Ya es tiempo de que acabe de una vez por todas. Regresare con Aarón.

Estas ultimas palabras dejaron a Otto casi sin aire. ¿Había escuchado bien?
Aarón le permitiría regresar con él. Esto alteraba totalmente todo. Gio se
abalanzó rápidamente sobre Otto aprovechando que este había bajado su
guardia y lo tomo por el cuello. Había quedado totalmente inmovilizado.

-Todo acabara muy pronto-susurro Gio al oído de Otto-no te preocupes-


rio socarronamente-mostrare un poco de compasión, tu muerte será rápida.

Una tercera luz apareció tras Gio y lo tomo por el cuello apretándolo
fuertemente. Gio miró de reojo. Una luz azul emanaba del cuerpo del otro ser,
libélulas verdes revoloteaban junto a las mariposas rojas. Gio sintió un fuerte
dolor en su garganta.

-Fabiola-dijo Otto, algo feliz de verlo.

-Parece que este idiota te esta dando un poco de problemas-expreso Fabiola


con cierta ironía, apretando mas fuerte el cuello de Gio.
Luis F. López Silva Silencios
-¡Maldita!-Gio se vio forzado a soltar a Otto. Fabiola aún lo tenia agarrado
firmemente por el cuello. Fabiola musito unas palabras, un circulo de luz verde
apareció en su otra mano. Gio también murmuro unas palabras y un circulo
negro apareció en su mano izquierda. Ambos dieron un puñetazo al mismo
tiempo, los círculos y los puños chocaron entre si, un destello de luz y un
sonido explosivo resonó en la nada. Gio y Fabiola se separaron rápidamente.
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-No te confíes-grito Otto burlándose-Fabiola es mas fuerte de lo que


parece.

Fabiola dibujo medio circulo con el dedo índice de cada mano hasta donde el
brazo le alcanzaba y al juntarse ambas manos formaban un circulo completo.
Mientras lo hacia, murmuraba una palabras en un idioma desconocido. Un
circulo verde siete veces mas grande que el primero apareció frente a ella.
Símbolos extraños y el signo de la libélula y la mariposa se encontraba dentro
del circulo. Unas letras nórdicas estaban escritas en el borde de este y unas
palabras escritas en arameo rezaban quien sabe que cosa. Fabiola termino de
musitar las palabras; un gran has de luz verde claro salió del circulo, dirigido
hacia Gio, este únicamente junto ambas manos y formo otro circulo, un circulo
negro. Miles de libélulas negras salieron de él y chocaron con el rayo de luz
enviado por Fabiola. Una luz intensa lo cubrió todo, la oscuridad de la
habitación cedió y todo regreso a la normalidad. Gio ya no estaba.

-¡Ese idiota!-espetó Fabiola a regañadientes-¡Escapo!


Luis F. López Silva Silencios
-¡Fabiola!-exclamó Otto corriendo hacia ella, con los brazos extendidos, listo
para abrazarla de la emoción. Fabiola lo detuvo fría pero amistosamente por la
cabeza con la mano extendida.

-Ni se te ocurra.

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-¡Uh!, claro, lo siento.

-¿¡Por que no lo haz matado!?-exigió saber Fabiola-pudiste haberlo hecho,


pero te descuidaste. Ese error te pudo haber costado la vida.

-Perdón-comentó Otto, cabizbajo-es solo que…no estoy seguro si…

-Por un demonios, deja de andar teniéndole compasión a todo el mundo. Por


si no lo recuerdas, gracias a él estamos así.

-Lo sé, pero…

-Pero nada. El que fuera uno mas de los desterrados, no lo exime de su culpa-
agregó Fabiola bastante sería, pero al parecer la situación lo ameritaba-.

-Claro-asintió Otto liberando un suspiro melancólico-la próxima vez...

-La próxima vez-interrumpió Fabiola, toscamente-tal vez nadie este cerca para
salvaguardar tu trasero y el de Yesenia.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Yesenia?...¡Yesenia!-grito Otto corriendo hacia donde ella. Aún yacía en el
suelo inconsciente. Había olvidado que Yesenia aún se encontraba en la
habitación. Se acurrucó junto a ella. Yesenia estaba pálida y fría. La
atmosfera que se había creado anteriormente en el lugar le había afectado.

-¡Fabiola!
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-Si, si, ya se…¡Ush!

Fabiola se acurruco al otro costado de Yesenia. Extendió sus manos sobre


su cuerpo; el mismo circulo verde volvió a aparecer en la palma de sus manos.
Cada centímetro del cuerpo de Yesenia se ilumino con un verde claro. El
color rosa volvió a sus mejillas poco a poco y la calidez de su cuerpo retornaba
lenta pero segura. Fabiola se mantuvo así por algunos cinco minutos hasta
que Yesenia había regresado a la normalidad en su totalidad. Fabiola tenia la
habilidad de curar el cuerpo y el alma de las personas. No era de asombrarse
el que ella también estuviera en las posibilidades de aniquilar a Gio. Alguien
realmente poderosa.

-Listo-comentó finalmente Fabiola-tardara unos minutos en despertar. Te


recomiendo la lleves a un lugar seguro y la dejes descansar.

-Claro. Muchas Gracias-expresó Otto con un brillo de alegría en sus ojos.

-Si, como sea. Me largo. Tengo algo importante que hacer y se me hace
tarde.
Luis F. López Silva Silencios
Fabiola salió de la habitación y todo volvió a quedar en silencio. Otto miraba
con ternura a Yesenia y se preguntaba que podría haber pasado si él no
hubiera llegado en aquel momento. Tendría que vigilarla más de cerca a ella y
a los movimientos de Gio. Necesitaba saber qué era lo que estaba planeando;
porque Aarón le permitiría regresar con él. ¿O solo eran habladurías de Gio?
Decidió llevarla a su habitación y dejarla descansar ahí cuando despertara,
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explicarle de la forma más coherente como había llegado a parar ahí.
Luis F. López Silva Silencios

Capitulo 3: Vidas dependientes

E
l frio cubría cada centímetro de pared del edificio marrón. El vitral
44
con el dibujo del fauno se encontraba empañado del centro y
cubierto por la orillas de una pequeña capa de hielo. Frank se dirigió
a la parte trasera del edificio. Ya era realmente tarde, habían transcurrido casi
cuatro horas durante el tiempo que estuvo con Amy. Mientras caminaba,
pensaba en que excusa le inventaría a Sergio por haberlo hecho esperar
tanto. Seguramente se enfadaría mucho.
Llegó finalmente a la parte trasera del edificio. No había ni un alma en pena
que rondara por el lugar. De repente, una gran sombra se alzó sobre él. La
silueta de unas grandes alas se dibujaron en el suelo marrón. Frank miró hacia
arriba.

-¡Tonto!-exclamo Sergio furioso, asestándole un golpe con el puño cerrado


en la cabeza. Sergio había saltado desde el techo del gran edificio y cayó al
suelo con bastante destreza.

-¡Auch!-el golpe realmente había dolido-lo...lo siento, de verdad-expresó


Frank, acurrucándose en el suelo y frotándose la cabeza en donde había
recibido el golpe.

-He estado aquí por cuatro horas esperándote, casi me congelo-expresó


Sergio titiritando un poco.
Luis F. López Silva Silencios

-De verdad, lo siento, es que…

-Deja a Amy para luego, esto es más importante.

-¿¡Que!?-La cara de Frank se sonrojo totalmente-Pero, pero, pero como


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sabes que he estado con…-Frank recordó las hortensias que había visto en el
lugar de las mesas-No me digas que...

-Sí que eres un tonto-asintió Sergio frotándose las sienes.

-Realmente no dejas de sorprenderme-dijo Frank, dándose media vuelta y


mirando hacia el bosque-Hace tiempo que no veía ese tipo de cosas, por
poco olvidaba que los de su tipo también pueden cambiar de forma a lo que
les plazca.

-No te equivoques-agrego Sergio un poco serio-solo se nos es posible


cambiar a la forma de un objeto natural. En cambio ustedes; ustedes pueden
cambiar de forma a cualquier cosa que deseen no importa si es un humano o es
un simple botón.

-Eso es correcto.

-No lo tomes tan en serio, que no ha sido un cumplido-agregó Sergio-Bueno,


a lo que venimos.

-Cierto, para que me has llamado.


Luis F. López Silva Silencios

-Victorique me ha informado que ha desaparecido un libro de su biblioteca.

-¿Ha regresado tan pronto Victorique? ¿Desde cuándo?

-Hace una semana.


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-¡Dios!, necesito ir por algunos libros. Todo este tiempo me he aburrido en


la…

-Oye, oye, ponte un poco más serio. Te he dicho que un libro de la biblioteca
ha desaparecido.

-De seguro solo lo han movido de lugar. ¿Quién en su sano juicio entraría sin
permiso a la biblioteca de Victorique? No hay de qué preocuparse.

-El libro que desapareció fue "El libro de las Memorias".

El rostro de Frank cambio repentinamente. Un escalofrió recorrió su cuerpo.


-No es posible-espetó bastante nervioso y alterado-ese libro...ese libro es…

-Si lo que dice ese libro le es revelado a ella, todo se acabara. Aarón no es
tan estúpido. Lo veas por donde lo veas, fue hecho con la única intención de
acabar con nuestra existencia.

-Ese bastardo. Estoy seguro de que él lo ha robado.


Luis F. López Silva Silencios
-No te equivoques. Aarón no tiene permitido pisar ese lugar. Victorique tenía
sus razones para tener ese libro en sus manos y nosotros teníamos las
nuestras para confiárselo a ella. Quien lo haya tomado, tuvo que haber sido
uno de los catorce.

Frank estaba totalmente paralizado. Estaba pálido y le temblaban las manos.


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Ese libro contenía todas sus historias, las historias de los catorce, la de la
gran caída, las vivencias de sus vidas pasadas. Si todo lo que estaba escrito
en ese libro le era revelado a ella, todo se acabaría. El ciclo sería roto y sus
vidas como las conocía sería un total infierno, literalmente.

-¿Qué tienes planeado hacer?-quiso saber Sergio.

-No lo sé-Frank parecía realmente preocupado.

-No sabemos con certeza aún que uno de los catorce lo haya tomado. Cabe
la posibilidad que también haya sido uno de los de afuera.

-Necesitamos encontrarlo.

-No te preocupes, ya he iniciado su búsqueda. Gael y Nicole lo están


buscando, Fabiola también nos está ayudando, junto conmigo somos cuatro
personas en total. Dile a Otto sobre esto, supongo que el tendrá a muchos
más con quienes contar.

-Claro. Hare todo lo posible por encontrarlo también.


Luis F. López Silva Silencios
-No te esfuerces demasiado. Recuerda que debes guardar energías para el
gran día.

-Está bien.

-Bueno, tengo que marcharme. Tengo una cita y no quiero perdérmela.


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-Si mejor no te la pierdas, Fabiola se puede poner un poco irritable si la dejas


esperando mucho tiempo-expreso riendo.

El rostro de Sergio se sonrojo. Balbuceo unos insultos a regañadientes


dirigidos para Frank. Saco una enormes alas azuladas de su espalda y en un
abrir y cerrar de ojos, se elevó por los aires, levantando una gran nube de
polvo y de hojas secas que estaban tiradas en el suelo. Se perdió a lo lejos.

Frank decidió retirarse a los dormitorios. Tenía mucho en que pensar.


Realmente le preocupaba que ese libro llegara a donde no debía llegar.
Peligraba su existencia y la de ese ser. Trataría la manera de que todo esto
no saliera al exterior, que nadie más se diera cuenta ó entonces, estarían en
problemas muchos mayores de los que ya se encontraban. Si esa persona
tenía en sus manos ese libro, había mucho en juego, pero si Aarón se enteraba
que ese libro estaba fuera de las manos de Victorique, sería el fin de todo.

Con un poco de dificultad abrió la puerta. La acomodo en su cama y abrió las


cortinas para que entrara un poco de luz. Por suerte la habitación estaba
Luis F. López Silva Silencios
limpia, gracias a Gael. Busco una frazada y la acobijo. Se sentó a su lado, la
observaba con cierta ternura, un tanto asombrado por todo lo que había
cambiado. Ya hacia diez y seis años que la había visto dormir de esa manera.
Aunque Otto era eterno, la falta de la presencia de Yesenia en el causaba
serios estragos. Casi siempre se deprimía.

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Yesenia aun tenia firmemente agarrado el trozo de periódico y la carta entre
sus manos. Otto decidió quitárselo de las manos y colocarlos en su bolsillo,
así luego los encontraría.

Dormía tan tranquilamente, ajena a todo lo que pasaba, por el momento.


¿Cuándo sería el momento para decírselo? Para contarle todo lo que estaba
pasando a su alrededor y de lo cual era una parte importante. Gio hasta
ahora se comportaba de esa manera. Otto sabia de Gio odiaba a Yesenia en
cada centímetro de su ser, pero esto rebasaba los limites. ¿Por qué Aarón lo
dejaría volver con él? ¿Cuál era el pacto que habían hecho? Si era así, cabía
la posibilidad de que Gio no fuera el único en atentar contra la vida de
Yesenia-sin mencionar que sus vidas dependían de ella y que por lo tanto
Yesenia+muerte=todos muertos- habrían muchos como él que seguramente
quería acabar con todo esto. No los culpaba en cierta medida, en un principio
todo fue culpa de Otto, Frank y Yesenia, cargando en este punto con mas
culpa Otto que los demás. Pero aún así, no podía permitirles que le pusieran
ni tan siquiera un dedo encima. Yesenia era y es su prioridad, hasta entonces
tenía que hacer todo lo posible por protegerla, por salvarla de cualquier mala
acción contra ella y por supuesto, de contarle lo mas pronto posible la verdad.
¿Pero que era exactamente lo que le diría? "Yesenia, mi amor, cada vez que nos
enamoramos, después de tu cumpleaños, mueres quemada junto a Frank y
Luis F. López Silva Silencios
juntos vuelven a reencarnar, pero malas noticias, no lo soportaran mas y
eventualmente morirán"- no Otto, vamos, piensa en algo mas productivo y
creativo.
Lo que fuera que le tenía que decir, tenia que producir el menor impacto sobre
ella. Si ella no lo tomaban a bien, se podían complicar las cosas más de lo que
ya estaban. Podría incluso causar una guerra o rebelión que no solo pondría
50
en peligro la vida de ella y la de los demás, si no de la humanidad entera. Una
guerra entre seres tan poderosos, como la que hubo en la gran caída,
destruiría el mundo tal y como se le conoce. Pero aún quedaba un pequeño he
insignificante detalle. ¿Cómo le diría que tipo de "seres" eran exactamente
ellos? La palabra extraterrestres sería estúpida en estos casos, puesto que
estaban muy pero muy lejos de serlo, aunque sería una salida rápida para
evitarse una explicación tan larga. Pero tenía que ser sincero con ella, tenía
que decirle que eran exactamente, por que había ocurrido todo esto , cual fue
realmente el origen de todo el problema. Sería una anécdota larguísima sin
ningún chiste de por medio que diera indicios de ser graciosa.

En cuanto a lo que acababa de pasar, Otto pensó mejor en no contarle nada


a Frank por el momento. Si lo hacía, podría alterarse y hacer una cosa
estúpida y poner en peligro a todos. Ya habría un momento indicado para
hacerlo, pero mientras tanto, lo guardaría en secreto.

Yesenia tardo algunos quince minutos en volver a despertar, tal y como


Fabiola había dicho. Abrió los ojos lentamente. La brillante luz del foco hizo
contraer sus pupilas negro azabache. El color rosa de sus labios había
regresado, incluso se veía un poco mas saludable. Fabiola había hecho
realmente un buen trabajo.
Luis F. López Silva Silencios

-¿Dónde estoy?-pregunto desorientada, frotándose los ojos.

-En mi dormitorio.

-¿En el dormitorio de quién?-Yesenia miro a su otro costado, ahí estaba


Otto sentado en la cama de Frank. Se veía un poco preocupado. 51

-En mi dormitorio-respondió.

-¿Qué demonios hago aquí?

-Te has desmayado camino acá.

-¿Y que se supone que venía a hacer aquí?

-No lo sé, venía contigo hablando sobre ver una película juntos y luego te has
desmayado-La excusa había sonado un poco estúpida, pero tenía la leve
esperanza de que funcionara.

-¿A si?

-Si.

-Bien, y que película se supone que veremos-Al parecer se lo había creído, un


punto a favor de Otto.

-Que te parece "Alice in Wonderland"


Luis F. López Silva Silencios

-¡Oh por Dios!, tienes esa película. Te juro que hace tiempos que quería
verla.

-El caso es que la pasaran por la televisión.

52
-Como sea, el punto es que la quiero ver-Yesenia se tiró de la cama y
encendió la televisión-¿en que canal la pasaran?

-Umm, si mal no recuerdo por HBO

Busco afanosamente el canal y finalmente lo encontró pero la película aún no


comenzaba.-Unas palomitas nos vendrían bien ¿No crees?-sugirió Yesenia
con una gran sonrisa. Otto se ruborizo un poco al verla sonriendo de esa
manera. Se veía tan hermosa y feliz. Parecía que había olvidado la noticia en la
carta. Era lo mejor por el momento, al menos hasta que la volviera a encontrar
en su bolsillo.

-Tienes toda la razón-asintió Otto, sacando debajo de su cama una caja con
golosinas, la abrió y saco de ella una bolsa con palomitas cubiertas de un
queso color naranja-¿Qué te parecen estas?

-¿A caso todo eso es tuyo?

-Si-respondió algo extrañado

-No comas tantas porquerías, son malas para el organismo, sabes.


Luis F. López Silva Silencios

-Claro.

-Bien-dijo Yesenia, dando unas palmadas en el suelo a su costado izquierdo-


siéntate acá, si veremos esta película, la veremos juntos ¿Correcto?

-Correcto-asintió Otto un poco nervioso, sentándose al lado de Yesenia, 53


uno muy cerca del otro.

-Vamos, vamos, te lo he dicho muchas veces, no muerdo ni nada por el estilo.


Deja ese nerviosismo de lado. Además-agregó Yesenia mirando hacia el otro
extremo un poco ruborizada, murmurando-esto podría ser una cita sabes, ¿No
hemos sido ambos los que hemos dicho lo que sentíamos el uno por el otro?

Esto que Yesenia había dicho, provoco que Otto se sonrojara. Se sentía
feliz en el fondo de saber que ella mostraba interés por todo esto, pero a la
vez le hacia sentir un poco nervioso estar junto a ella. Era bastante bueno,
pero incomodo.-Entonces, es oficialmente una cita-asintió Otto.

-Bien-Yesenia acomodo su cabeza en el hombro de Otto, tomando unas


cuantas palomitas. La película comenzó finalmente. A pesar de todo lo que
acababa de ocurrir, sería un poco reconfortante todo esto.-Sabes Otto-
comentó Yesenia-creo que después de todo, eres una muy buena persona.

-¿Eso es bueno o malo?-pregunto Otto, riendo.

-A mi me gusta...mucho, así que depende de ti si será bueno o malo.


Luis F. López Silva Silencios
Yesenia rio un poco. Otto no podía creerlo, al fin de cuentas se había
terminado creyendo todo. Las cosas marchaban bien, pero sabía que en algún
momento ella recordaría lo de la carta y todo se volvería amargo. Lloraría
inevitablemente, pero al menos, lo haría segura de cualquiera que quisiera
dañarle.

54
Luis F. López Silva Silencios

Capitulo 4: Mundos que se caen a pedazos…

L
e había tomado mucho tiempo el llegar hasta donde Sergio y tan solo
55
unos cuantos minutos en saber qué era lo que quería decirle, pero aun
así tenía poco de lo que quejarse dejando de lado la pérdida del libro.
Se había encontrado con Amy, habían pasado tiempo a solas, había comido
la comida que con tanto amor-o al menos eso pensaba-ella había cocinado,
eso le hacía feliz, cada parte de su cuerpo sentía una sensación agradable de
placer combinado con nerviosismo. De su mente no podía apartar la imagen
de Amy cuando le pidió que probara lo que había cocinado con sus propias
manos, cuando limpió su rostro, cuando lloro en su hombro, cuando... le dijo
que no la abandonara. Todo rondaba en su cabeza en constante armonía
pero las preocupaciones no desaparecían, aún le inquietaba el estado en el
que Amy se encontraba y la desaparición del objeto de la biblioteca.
Frank entro por la puerta de enfrente de los dormitorios, la sala de estar
estaba casi vacía, unos par de chicos jugaban a las cartas sentados en un sofá
negro del diseñador Mark Goetz. La encargada del dormitorio se encontraba
tras el mostrador leyendo perezosamente la edición de la revista Vanity Fair
del corriente mes. Frank los paso a cada uno por alto, en su cabeza rondaban
demasiadas cosas como para percatarse lo que ocurría a su alrededor. Subió
las escaleras con los pies casi arrastrando.
Los rayos anaranjados del sol del atardecer entraban por la gran ventana
frente al proyectando una enorme sombra de su cuerpo. Un gran ruido
proveniente de la habitación 109 inundaba el pasillo cutre del dormitorio. Se
Luis F. López Silva Silencios
escuchaban gritos y jadeos constantes. Frank corrió apresurado hacia la
puerta, giro la manilla, entró apresurado y exaltado.

-¿¡Que está pasando!?

Las luces estaban apagadas. La cortina cubría la ventana. La luz de la Tv


56
titilaba sobre el rostro de Otto y un tazón con palomitas estaba a sus pies
entrecruzados. La película de Alice in Wonderland se transmitía por el canal
de HBO. Otto volteo su rostro y miro sorprendido a Frank.

-¡Sh!-acallo Otto, llevándose el dedo índice a los labios-está dormida.

Frank encendió la luz. Yesenia estaba dormida con la cabeza apoyada en el


regazo de Otto. Parecía dormir en una calma total. Su rostro sereno
mostraba paz, una paz proveniente de su interior. Los miró asombrado a
ambos. ¿Cómo era posible? ¿Yesenia durmiendo en las piernas de Otto?
Aunque la escena era un poco extraña-demasiado extraña en realidad-una
calma lo invadió rápidamente. Las cosas comenzaba a mejorar o al menos eso
parecía. Yesenia empezaba a mostrar signos de que podría terminar
enamorándose de Otto sin mucho inconveniente, todo ocurriría como
normalmente lo pasaba. Se enamoraban, ella se enteraba de toda la verdad y
luego…-pensó un poco triste-...ambos ardían en llamas y se disipaban en el
aire. No era muy alentadora la idea, pero era como comúnmente pasaba, ya se
había hecho algo normal aunque sea para ellos, pero eso indicaba que el ciclo
continuaba como normalmente lo hacía.
Luis F. López Silva Silencios
-Baya que esto es una sorpresa-murmuró Frank, con los brazos cruzados.-
¿La drogaste o algo por el estilo?

-Que chistoso-contestó en susurros sarcásticamente.-Ella simplemente...se


durmió.

-Creo que después de todo..-Frank cerró la puerta tras de sí y se sentó junto 57


a Otto, entrecruzando las piernas. Miró fijamente a Yesenia con cierta
ternura. Hace mucho que no veía esa paz reflejada en ella. Era bastante
reconfortante. -...esto es algo bueno. Espero y continúe así.

-¿A qué te refieres?

-Es solo que-la expresión en el rostro de Frank era melancólica-no estoy


seguro de cómo acabará todo esto.

-¿Pero de que estas hablando?

Frank lo miró fijamente a los ojos. La luz de la televisión se reflejaba en el


verde esmeralda de sus pupilas, parecía un poco desconcertado. Frank dio un
suspiro y finalmente habló-El Libro de las Memorias fue robado.

La expresión en el rostro de Otto se deformo totalmente. Se puso helado y


empalideció un poco. Los ojos se le tornaron vidriosos.

-¿Qué has dicho?-exigió saber, con la voz quebradiza-.

-Yo…
Luis F. López Silva Silencios
-¿Desde cuándo lo sabes?

-Sergio acaba de informármelo.

-Esto no puede estar pasando-articuló con la respiración entrecortada y con


la mirada perdida en el vacío-esto, altera todo.
58
-Lo sé-Frank se puso de pie y se dirigió hacia la ventana. Levanto levemente
la cortina con el dedo índice-pero por el momento, solo nos queda esperar.

-¿Esperar a que?-espetó Otto sollozando-¿A qué Aarón lo encuentre? ¿A


que nos mate a todos?

Frank lo miró desconcertado. Las lágrimas rodaban por el rostro de Otto.


Su desesperación y aflicción eran palpables.-No sabemos aún si Aarón lo
tiene-agregó con un gesto serio-Sergio y los demás lo están buscando.
Además, si Aarón tuviera ese libro, ya estaríamos todos muertos.

Las lágrimas rodaban una tras otra por el rostro de Otto. Estaba
verdaderamente preocupado por la situación y por lo que pudiera pasarle a
Yesenia y a los demás.-La persona a la que más amo-expresó con la voz
entrecortada-¿Cómo se supone que la he de proteger?

Frank lo miró con un rostro compasivo. No encontraba las palabras para


alentarlo de la forma más adecuada. Era una situación bastante angustiante,
tenían que mantener la cordura.

-No has cambiado en lo más mínimo-contestó Frank, tratando de sonar


reconfortante-Te desmoronas fácilmente cuando se trata de Yesenia.
Luis F. López Silva Silencios

Otto miro el rostro de Yesenia. Era tan pacífico y delicado. Se veía tan
indefensa. Se preguntó así mismo si era el más indicado para estar con ella,
para amarla, para protegerla. Le invadió un sentimiento de nostalgia. Acarició
su mejilla con gran delicadeza, era tan suave y cálida.-No sé realmente…-Otto
comenzó a retener el llanto y las lágrimas-...no sé realmente si enamorarnos
59
aquella vez fue lo correcto.-Una lagrima rodo por su rostro y calló en la mejilla
de Yesenia.

-Creo que, es lo mejor que pudo haber ocurrido-asintió Frank.

Una bruma espesa corría al ras del suelo fangoso y cubierto de musgo por
doquier. Un bosque enorme se levantaba imponente frente a ella. La incitaba
a adentrarse en él.
Yesenia dio media vuelta y dio la espalda al bosque. Vio una casa de madera
un poco descuidada en lo alto de una pequeña colina, a la izquierda de esta,
un gran árbol de flores color rosa se elevaba algunos veinte metros. Un molino
de viento giraba agitadamente en el otro costado; un pozo hecho de piedra
exhibía con cierta majestuosidad un cubo de madera atado con una soga
gruesa color marrón que colgaba de la polea. Una llanura extensa comenzaba
bajo sus pies, creando un corte entre el bosque y esa nueva tierra. La bruma
del bosque se mantenía a raya desde donde comenzaba la extensa e iluminada
llanura. Miles y miles de espigas se movían danzantes con el viento. Unas
pequeñas luces doradas se levantaban del suelo, titilando y brillando por
Luis F. López Silva Silencios
doquier; se elevaban en lo alto e inundaban el cielo en innumerables
cantidades. Parecían pequeñas estrellas atrapadas en la tierra. Las nubes
surcaban lentas y perezosas el basto cielo azul creando pequeñas áreas
sombreadas en el suelo que luego eran iluminadas tenuemente por las
pequeñas luces titilantes.

60
-Un sueño-musitó- ¿Es esto un sueño?

Dio unos cuantos pasos hacia la dorada llanura. La presencia del bosque
desaparecía poco a poco de sí. Las pequeñas luces traspasaban su cuerpo
iluminando su interior. Siguió caminando hacia la colina. Una nube se posó
sobre su cabeza y proyecto una gran sombra. Una oleada de imágenes le
vinieron a la mente una tras otra, bombardeando cada centímetro de su
conciencia. Joseph, muerte, mariposas, libélulas, un grito desgarrador. Sus
pupilas se contrajeron, un temor inmenso se apodero de su cuerpo.

-¡Joseph!-dijo, dejando escapar un grito grotesco. Corrió nuevamente hacia


el bosque, pero a medida que se acercaba su cuerpo se hacía más y más
pesado, como si fuera plomo en vez de sangre el que corría por sus venas.
Poco a poco fue perdiendo la movilidad de su cuerpo. Cayó de bruces al
suelo, amortiguada por las espigas. Llegó a unos diez metros del bosque.
Lucho por arrastrarse, pero sus fuerzas decayeron de un solo golpe.
Comenzó a escuchar voces. "El libro de las memorias"…"
Sergio"…"búsqueda", estas palabras retumbaban en su mente. Las voces
eran conocidas. Sintió algo cálido resbalando por su mejilla. Una gran nube
se posó arriba de ella. Una angustia insaciable se apodero de su cuerpo.
Todo se volvió negro. Despertó.
Luis F. López Silva Silencios

La luz entró de un solo golpe por sus pupilas, haciendo que entrecerrara sus
parpados. El sonido de la televisión inundaba la habitación. Miró hacia
arriba. Un rostro empapado de lágrimas de ojos vidriosos se topó con su
61
mirada. Otto trataba de contener las lágrimas lo más que podía pero se le
hacía difícil teniéndola a ella en frente. Yesenia se sentó rápidamente y limpió
una gota de agua que bajaba por su rostro. Frank estaba sentado en su cama
jugando con un lápiz entre sus dedos y mirándola fijamente a ella con un gesto
despreocupado. Volteo la mirada nuevamente hacia Otto. Él agacho su
rostro esquivando todo encuentro con la mirada de ella.

-¿Qué está pasando?-musitó

Otto se puso de píe bruscamente, tomó su chamarra y camino hacia la puerta.


Apoyó pesadamente su mano sobre la manija.-¡No es nada!-murmuro con la
voz y la respiración entrecortada, haciendo un gran esfuerzo por contener las
lágrimas.

-Pero…

Otto salió de la habitación, cerrando la puerta de un solo golpe. El sonido


del portazo resonó por toda la habitación y el pasillo. Un cuadro que estaba
colgado en la pared se movió unos cuantos milímetros en la pared. Yesenia se
levantó del suelo atolondrada, quiso seguir a Otto y saber que pasaba.
Luis F. López Silva Silencios
-Es mejor que lo dejes solo-comentó Frank, tomándola de la mano a modo de
detenerla.

-¿Qué sucede?

-Nada, no es nada.
62

-Si tú lo dices

Sintió una leve molestia en la pierna. Metió la mano en su bolsillo. Saco de


ellos una carta y un trozo de periódico. Los recuerdos vinieron a ella de un
solo golpe. Desdoblo el trozo de periódico con las manos temblorosas, era
una página completa con imágenes a colores. Sus pupilas se contrajeron al
ver una fotografía de Joseph. Callo hincada en el suelo de la impresión.
El rostro demacrado y casi deforme de Joseph mostraba cuan brutal había
sido su muerte .
Yesenia comenzó a llorar descontroladamente.-¿Qué pasa?-quiso saber
Frank, un poco extrañado por lo que ocurría.

-Joseph...Joseph está muerto.

Frank se quedó helado por lo que acababa de escuchar. Un escalofrió subió


por su espalda. Si, ya se estaba haciendo costumbre de que escalofríos
sacudieran todo su cuerpo, era un poco molesto, pero al menos eso indicaba
la magnitud de lo que sucedía.

-¿Qué has dicho?


Luis F. López Silva Silencios
-Joseph ha…

-¡Cállate!-grito furioso-no puede ser, esto es una broma.

Yesenia extendió la página de periódico frente a Frank. Le temblaban un


poco las manos. Frank la tomó arrebatadamente, estaba bastante alterado y
nervioso. Leía frenéticamente cada palabra con los ojos casi desorbitados. 63

Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, empapando las pagina del
periódico.

-¿Cortado en pedazos?-musito Frank. Su voz era quebradiza y temblorosa.


Respiraba entrecortadamente de la conmoción.
El cuerpo de Joseph había sido cortado en pedazos. Un cuerpo totalmente
decapitado y luego quemado. Según el informe de los forenses él había sido
asesinado hace dos semanas y encontrado hace tan solo tres días. Era casi
irreconocible en la fotografía tomada por el periódico. Había sido entregado
a sus padres hasta dos días después; la reconstrucción del cuerpo había sido
dificultosa.

-Planeas ir al funeral. Si es así, yo también quiero…

Frank rompió en pedazos la página de periódico. Dio una patada a una silla
diciendo un sinfín de obscenidades tratando de descargar un poco de rabia-
No planeo asistir. Esto no está pasando.

-¡Cállate!-le grito Yesenia sollozando-no te das cuenta de lo que pasa.


Joseph ha muerto, ya no podemos hacer nada.
Luis F. López Silva Silencios
-Me niego a aceptarlo-le dijo, devolviéndole el grito. Frank trataba de
contener las lágrimas pero era inútil. La noticia era demasiado como para
soportarlo.

-Deja ya tu maldito capricho y acéptalo de una buena vez-Yesenia le dio una


bofetada que hizo eco en la habitación. Frank callo sus sollozos
inmediatamente, pero sus lágrimas seguían rodando por su rostro. Lo 64
necesitaba, esa bofetada era necesaria para hacerlo reaccionar y aceptar que
su amigo ya no estaba más con ellos.

-Lo...siento, es solo que yo…

Se hizo un silencio largo y agotador. El viento frio que entraba por la ranura
de la ventana hacia ondear la cortina levemente. Ambos parados uno frente al
otro cabizbajos con las lágrimas aún imparables se hablaban con el lenguaje
del pensamiento, recordando su vida junto a la de Joseph.

-Llamare a Jean para saber del funeral.

Yesenia salió de la habitación sin decir más y en silencio. Frank quedo solo en
el lugar. La puerta se cerró suavemente dejando escapar el típico chirrido.
No lo pudo contener más. Las lágrimas salieron agitadamente entre gritos y
sollozos; entre tristeza y amargura. La soledad y el vació de un espacio que
antes estuvo lleno de felicidad se vaciaba lentamente del interior de Frank.
Había perdido a alguien importante. Una vida más desaparecía de su
alrededor; un mundo...su mundo, se comenzaba a caer a pedazos.
Luis F. López Silva Silencios

Capitulo 4: Lloraré contigo…

-¿Hola? ¿Jean?
65

-¡Yesenia!

-Jean, yo…

-No te preocupes-murmuró, con la voz triste y melancólica-lo sé. Este lunes a


las 3:30 PM.

-Pero…

-Por favor, asiste. ¿Frank también vendrá?

La voz de Jean sonaba un poco demacrada. La muerte de su hijo le había


caído encima como mil toneladas de dinamita. Una perdida tan grande no solo
para él si no también tanto para ella como para Frank.

-Si, por supuesto.

-Me alegra.

-¿Jean?
Luis F. López Silva Silencios

-Dime

-Yo...yo...yo realmente lo siento.

Yesenia colgó el teléfono bruscamente. La encargada de los dormitorios la


66
miró desconcertada. Comenzó a llorar, tratando a toda costa de contener las
lágrimas, con la mente llena de recuerdos sobre Joseph. También su mundo
se caía a pedazos; pedazos muy importantes.

-¿Te encuentras bien?

Yesenia solo dirigió una mirada llena de rabia hacía la encargada, pero ella no
tenía la culpa, no era lo correcto descargar su cólera sobre alguien que no
tenía nada que ver con el problema. Simplemente agachó el rostro y subió las
escaleras sin decir ni una sola palabra.
En su cabeza rondaba la imagen del periódico, que constantemente le hacía
sentir un gran vacío en el pecho y un enorme nudo en la garganta.- ¿Por
qué...?-se preguntaba a si misma-¿Es esto un castigo por algo malo que hice?-
Todos sus pensamientos eran una bruma espesa de negativismo mesclado
con culpa que no la dejaban en paz. La muerte de Joseph la había
conmocionado tanto que por momentos se golpeaba a sí misma, pensando que
estaba en un sueño del que no podía despertar; una verdadera pesadilla.
Constantes oleadas de tristeza la invadían trayéndola nuevamente a la
realidad que era mas cruda y tosca que su peor pensamiento.
Entró a la habitación. Las luces estaban apagadas y el oscuridad caía sobre
sí como un arma de doble filo. El sonido del agua cayendo en la ducha
Luis F. López Silva Silencios
inundaba la habitación y el vapor del agua flotaba en el aire que se sentía cada
vez mas pesado.
Yesenia callo sobre la cama agotada mental y físicamente. Trataba de
hacerse aceptar a si misma la muerte de Joseph pero por mas que trataba no
lograba asimilarlo de la mejor forma. Si es que la había.

La perilla de la puerta del baño giro, haciendo su típico sonido. La luz del 67
baño entro a la habitación iluminando la porción frente a el y el rostro de
Yesenia empapado de lagrimas.

-¡Por Dios!-exclamo Johanna, sorprendida de ver a Yesenia de esa forma-


¿Qué te ocurre?-dijo sentándose en la cama y limpiándole el rostro con un
paño.

-No lo se…-Contesto, con la voz quebradiza.

-¿Quieres que llame a la enfermera?

-Estoy bien.

-¿Cómo vas a estar bien? Nadie llora por puro gusto. Dime que te pasa.

Yesenia la miró a los ojos. Su mirada vidriosa y llena de lagrimas traspaso


hasta lo mas profundo de la conciencia de Johanna. Tenía tanto que
desahogar y tanta lagrimas que derramar. No era justo que Johanna tuviera
que soportarlo todo.
Luis F. López Silva Silencios
-Dime lo que tengas que decirme, estoy aquí para escucharte.

-Joseph…

-¿Joseph?

68
-Mi amigo Joseph, falleció

Yesenia comenzó a llorar nuevamente, sollozando de rabia y tristeza. Johanna


la abrazo fuertemente. ¿Qué debería decirle?-pensó-¿Qué debería hacer en
un momento como este?
No le quedó mas remedio que llorar junto a ella. Compartir ese dolor y
quitarle un poco de peso y culpa de encima, tratando de suavizar cualquier
aspereza que el llanto de Yesenia pudiera tener.
Sería una larga noche.
Luis F. López Silva Silencios
Capítulo 5: Día sin esperanzas

P
or favor entrégale esto al señor Cross y dile a la señorita Nicole que no
podré estar en la clase de hoy.

69
-Claro.

-Frank…

-Dime

-¿Estas seguro de que no quieres que los acompañe?

-No te preocupes, estaremos bien.

-Esta bien. Cualquier cosa no dudes en llamarme.

-Lo hare. Nos vemos hasta mañana.

-Adiós.

Otto los dejo a ambos en la parada de autobuses. El fin de semana había


sido largo. El día lunes lo comenzarían con la ausencia de Frank y Yesenia.
Sería un día aburrido y triste. Desde el portón de la entrada los despidió
agitando las manos y con una sonrisa en el rostro, Otto sabia que ambos
Luis F. López Silva Silencios
necesitaban el mayor apoyo posible en esos momentos, pero no le quedaba
más que quedarse al margen del asunto, o al menos hasta donde lo era posible.
Finalmente llegó el autobús. El viaje seria largo y pesado, pero sobre todo,
un viaje con destino a un lugar lleno de tristeza, un lugar con una perdida
importante; Joseph.

70

El autobús, sin hacer parada nuevamente, tardaría alrededor de seis horas en


llegar hasta Cartagena. La vista constante de la costa haría menos aburrido
el viaje pero no le quitaría nada de triste. Frank pensaba continuamente en
todo lo que Joseph había sufrido, quería ponerse en sus zapatos y sentir
todo lo que el había sentido. Fue una muerte atroz, nada normal, de por si,
escalofriante.

-¿Qué piensas decirle a Jean?

-¿Yo?

-No, yo zopenco. Por supuesto que tú.

-No lo se. ¿Qué se supone que debería decirle?

-No lo se.

-Vaya que inteligente.

-Caroline ha de estar devastada.


Luis F. López Silva Silencios
-No será la única-agregó Frank con tono irónico.

-¿Qué crees que pudo haber pasado? Joseph...bueno, tu sabes.

-Por el lado que lo veamos, Joseph no era una mala persona Yesenia. No
encuentro ni el mas mínimo motivo por el cual se le pudo haber dañado…
71

-Asesinado.

-Oye, trato de suavizar un poco el impacto sí.

-Lo siento-expreso Yesenia, cabizbaja-es solo que…

-Lo tienes tan presente; lo se. Sabes, esto nunca pensé que pasaría.
Finalmente me estaba acostumbrando a todo esto, como normalmente pasa,
pero esta vez, todo se están yendo muy rápido. Desaparecen de mi lado tan
repentinamente.

-¿A que te refieres?

Frank la miró extrañado, se le había escapado de repente. Olvido por un


momento que Yesenia no sabia aún todo lo que sucedía a su alrededor-por lo
menos en cuanto a ellos-y que mucho menos recordaba que cada 16 años
moría frita como una papa.

-A nada. Solo, olvídalo.


Luis F. López Silva Silencios
Una empleada del autobús pasó por los asientos vendiendo golosinas con un
carrito hecho de aluminio brillante. Una mujer vestida de color azul marino con
sombrero parecidos a los de la marina y una mascada anudada al cuello de
color rojo la hacían ver como una autentica azafata de avión. Cargaba con un
expendedor de monedas a la cintura que cada dos asientos hacia trabajar
regresando los cambios, haciendo un sonido gracioso.
72

-Se les ofrece algo chicos.

-¿Quieres comer algo?

Yesenia miraba atreves del vidrio de la ventana, perdida en sus propios


pensamientos. Posiblemente pensando en Joseph. Frank la llamó
nuevamente.

-Yesenia, mi vida, despierta. ¿Quieres comer algo?

-¿Uh? A claro, perdón, un jugo de Pera estaría bien.

-Esta bien, denos un Snicker y un jugo de Pera a ambos.

La mujer sacó de debajo del carrito los jugos, empapados por el hielo
derretido que los mantenía fríos y los Snickers de una bandeja al costado
izquierdo.

-Son € 4.00 euros.


Luis F. López Silva Silencios
-Claro.

El sonido del expendedor de monedas se hizo escuchar nuevamente. La


señorita paso hasta mas atrás vendiendo aún mas golosinas y haciendo sonar
un sinfín de veces más el expendedor. Quien sabe y cuantos cambios habrá
73
dado , pero a juzgar por la cantidad de veces que el divertido sonido se
escucho, fueron demasiadas. A lo mejor todos en el autobús tenían hambre.

-¿En que piensas?-Quiso saber Frank, mientras abría la barra de chocolate.

-En nada.

-Vamos, dime.

-Pensaba en Joseph. Siento que los momentos junto a el fueron bien pocos.
Además, la caja de este jugo me recuerda a sus ojos.

-¿Una caja?

-Bueno, mas bien su color. Los ojos de Joseph era verdes.

-Cierto.

-Más bien, hoy que lo pienso, la mayoría de chicos que conozco tiene ojos
verdes, a excepción de ti por supuesto. Gio, Otto, Gael, Sergio, Joseph.

-Creo que estas paranoica-espetó Frank un poco cortante.-¿Quieres un


poco mas de chocolate?-agregó, tratando de cambiar el tema.
Luis F. López Silva Silencios
-No, gracias. Este es el suficiente para dejarme hiperactiva por un buen rato.

Frank rió; ambos rieron. Necesitaban hacerlo o la preocupación los


carcomería vivos desde adentro.

-Creo que esto será un poco aburrido.

-Tienes razón, yo por suerte, traje un libro para leer. 74

-¿Qué libro?

-Se titula "Dos velas para el diablo"

-¡Guau! Que titulo mas extraño.

-No se tú, pero a mi me llamó la atención y debo decir que el libro esta súper
original, mira, ya solo me faltan veinte paginas y lo termino.

-Ja-ja-ja, ¿y luego, que harás? Estoy segura que esas veinte paginas solo te
llevaran algunos veinte minutos.

-Por eso traje este otro libro.

-¿Cuál?

-Se titula "Secretos" , recién lo encontré en una tienda en internet y decidí


comprarlo.

-¿Y de que trata?


Luis F. López Silva Silencios
-No lo sé. Aún no lo he leído, pero basándome en la sinopsis que leí, al
parecer estará interesante.

-Creo que hubiera sido una buena idea traerme aquel libro.

-¿Qué libro?
75

-Te juro que ni siquiera se como se llama. Más bien ni siquiera parece un libro,
está escrito todo a mano y también…

-¿También qué?

-En su interior habia una fotografía, era algo extraña

-¿A que te refieres?-dijo Frank, bastante intrigado.

-Las personas que aparecen en la fotografía se parecen a nosotros. Tu,


Otto y Yo.

Frank se quedó paralizado. Las manos se le pusieron heladas y pálidas.


Sentía que la respiración le faltaba y que un leve dolor de cabeza estaba a
punto de comenzarle. ¿Sería acaso…?

-¿Cómo es el libro?-preguntó, con un tono mas exigente pero nervioso.

-Es un libro violeta, tiene una mariposa roja hecha de hierro sobre la pasta del
frente.
Luis F. López Silva Silencios

Si, definitivamente eso confirmaba sus dudas y su peor temor. Sintió un


dolor en el pecho y un nudo en la garganta. Yesenia ya había leído ese libro y
sabia todo. No, no era posible, si ella ya lo hubiera leído completamente, ellos
y ella ya no estarían mas en este mundo.

76
-¿Hasta donde has leído ese libro?

-Solo las primeras paginas.

-¿Cuántas?-exigió saber Frank, un poco alterado.

-No lo se-contestó Yesenia un poco sorprendida-unas quince paginas tal vez.

Eso calmaba un poco el espíritu de Frank pero no hacía desaparecer su


preocupación ni en lo más mínimo. Había que tener dos cosas en cuenta, una
buena y una mala. La buena, ya sabia donde se encontraba el libro y que
Yesenia aún no sabía lo mas importante; la mala, fuera de la biblioteca de
Victorique ese libro corría peligro, mas bien todas sus vidas corrían peligro.

Aún le rondaba en la mente la muerte de Joseph, que no muy fácilmente lo


dejaría en paz. Era un caos total.

Las luces salían del suelo, flotando desordenadamente en el aire, titilando en


silencio. El viento movía las espigas a su gusto, forzándolas a doblarse e
intentando quebrarlas fallidamente. El árbol de flores rosas se despojaba de
Luis F. López Silva Silencios
una en una de los pétalos de sus flores, remplazándolos con nuevos retoños.
Las nubes se perdían en el horizonte, blancas y lentas. El chirrido del molino
de viento contrastaba con el sonido del viento, que lo hacia viajar lo mas lejos
posible.

-¿Qué es esto?-musito
77

-Esto eres tu, esto soy yo.

Una voz susurro a su oído. Yesenia miro hacia todas partes sin encontrar
quien había dicho esas palabras. Una de las luces que flotaban se poso
frente a su rostro, titilando con bastante furor.

-¿Haz sido tú quien ha hablaba?

-He sido yo.

-¿Quién eres?

-Yo soy lo que debo de ser.

-¿Qué es este lugar?

-Es lo que debe de ser.

Yesenia se confundía mas y mas. Las respuestas poco certeras jugaban con
su mente dejando una confusión palpable. ¿A caso era un juego de palabras?
Luis F. López Silva Silencios
-¿Eres un espíritu?

-No

-¿Qué eres entonces? Dímelo, no juegues más con mi mente.


78
-Esto no es un juego. Deberías ser mas especifica en cuanto a lo que
preguntas.

-Entonces, ¿Cómo te llamas?

-No lo sé. Me llamaré como tu quieras.

-Me confundes más.

-Entonces deja de confundirte. No creo que eso sea bueno para la mente.

-¿Qué es lo que exactamente debo de decir para que me contestes algo


coherente?

-Simplemente pregunta lo que quieres saber.

Bien, esto comenzaba a ser un poco ridículo. O la pequeña luz estaba


jugando ó simplemente era descerebrada. ¿A caso la luz tiene cerebro?

-Entonces ya que eres lo que debes de ser y este lugar es lo que debe de ser,
he de suponer que estoy en el lugar en donde debo de estar.
Luis F. López Silva Silencios
-Finalmente comprendes.

-Y las demás luces son también lo que deben de ser.

-No se realmente que son las demás.

-Y si suponemos que tu no eres quien debes de ser, entonces ¿Quién serías? 79

- Sería alguien que te acompañaría para que no estuvieras sola. Como vez, no
tengo ni manos ni pies, así que simplemente te podría acompañar flotando a tu
alrededor.

-Eso parece.

Yesenia se dio cuenta rápidamente que se encontraba recostada en el suelo.


Un suelo frío y duro. Se levanto sin mucho esfuerzo. Recordaba haber
estado a punto de entrar al bosque oscuro, pero, se encontraba a una gran
distancia de él. ¿Cómo había sucedido? Ahora estaba parada sobre un
camino de piedras que conducían a la casa en la pequeña colina hablando con
una cosa que ni siquiera sabia exactamente que era. Un poco aturdidor.

-¿Deberíamos subir?-pregunto Yesenia.

-Supongo-respondió la luz.

-Esto se me hace un poco difícil, hablarle a una luz flotante. ¿Tienes nombre?

-No. Te he dicho que me he de llamar como tu quieres que me llame.


Luis F. López Silva Silencios

-¿Eres chico o chica?

-Aún falta un poco de tiempo para saber que seré.

-¿A que te refieres?


80

-No lo sé.

-¡Dios! Me estallara la cabeza. Sabes que, te llamare Sue.

-Me parece bien.

-Bien, entonces, subamos.

El camino era de piedras que habían sido colocadas cuidadosamente,


serpenteando dos veces hasta llegar al corredor del frente de la casa. La
madera se veía vieja y un poco gris y la pintura blanca que la recubría se
comenzaba a descascarar. La cuesta era un poco inclinada pero el camino de
piedra hacia que los pasos fueran firmes.
Por fin llegaron hasta el corredor de la casa. De cerca, parecía un poco más
vieja y descuidada. Dos grandes ventanas al costado de la puerta daban una
imagen borrosa del interior del lugar. Una silla hecha de mimbre, un sillón-
columpio que colgaba del techo y una mecedora estaban colocadas al
costado izquierdo. Parecía que alguien más había estado ahí antes, pero no
daba muchos indicios de que eso hubiera ocurrido hace poco.
Luis F. López Silva Silencios

Yesenia subió los tres escalones que iban desde el camino de piedra hasta el
inicio del corredor. La madera crujió en cada paso que daba, parecía que de
un momento a otro iba a quebrarse. Un viento frío comenzó a soplar un poco
mas fuerte elevando descontroladamente miles y miles de luces desde el suelo,
su cabello ondeaba con cada oleada de aire que pasaba rosando su nuca, el
81
sillón-columpio se comenzó a balancear y la mecedora le seguía el paso. El
chirrido del molino de viento se hizo mas agudo y el cubo que colgaba del poso
comenzó a golpear los costados de las columnas que lo sostenían.

Una gran nube negra se poso sobre la casa, dejando todo sumido en la
oscuridad. Un mareo y unas ganas de vomitar incontrolables la invadieron.
Un haz de luz surco los cielos. Sus pupilas se contrajeron.

-¿Te encuentras bien?-pregunto Sue

-Yo...

Todo se ennegreció nuevamente.

-Yesenia…¡Yesenia!

-¿¡Que!? ¿¡Que!?

-Ya, despierta, hemos llegado.


Luis F. López Silva Silencios
-Sue.

-¿Ah?

-¿En donde estoy?

82
-Vamos, despierta de una buena vez y mueve tu trasero. Hemos llegado.

Un suspiro no muy alentador se dejo escuchar. Ya no estaba más soñando.


Habían por fin llegado a Cartagena. ¿Cuánto había dormido? Seguramente
todo el viaje. El sueño había sido tan corto, pero según sus cálculos duro
aproximadamente cuatro horas. Todo se volvía mas extraño, el tiempo en sus
sueños no tenía correlación con la realidad, bueno, era lógico, eran
simplemente sueños, o al menos eso le gustaba pensar.

El autobús los había dejado en la Alameda de San Antón, justamente frente


al Hospital Central de Cartagena. Unos arboles al otro lado de la acera,
sembrados en un pequeño arriate de grama verde, contrastaban con los altos
edificios a su alrededor. Tras ellos una pequeña estructura de color amarillo
se escondía tímida frente a los demás edificios de la gran ciudad.

-Bien, ya salió la mayoría de las personas, se nos dificultara menos si salimos


ahora.

-Claro.

-Deberíamos de tomar un taxi.


Luis F. López Silva Silencios

-¿Por qué no un autobús?-sugirió Yesenia.

-Estas loca, he venido sentado en un autobús por seis horas, ya casi es


mediodía y juro por Dios que si vuelvo a escuchar ese sonido tan tonto del
motor de un autobús enloqueceré. Tomaremos un taxi y punto.
83
-Si, si, como sea.

-Pero…

-¿Pero que?

Un rugido extraño provino de alguna parte. Frank se toco el estomago-


Tengo hambre.

-Si que me sorprendes-dijo Yesenia riendo.

-Vamos, vamos, ¿a que no te ha dado hambre?

-Por supuesto que no.

Un rugido doble resonó entre ambos. Frank la miró un poco sorprendido.


Inmediatamente estallo entre risotadas-Si, después de todo no somos tan
diferentes.

-Ya, no molestes. Esta bien, lo admito, tengo un poquito de hambrita.

-¿Un poquito?
Luis F. López Silva Silencios
-Algo así.

-Ja-ja-ja, bueno, que te parece si nos pasamos por el McDonald's

-Pero si eso esta como a kilometro y medio de acá. Nos llevará como quince
minutos llegar hasta ahí.
84

-¿Entonces quieres ir a comer a Telepizza, esta aquí al doblar la esquina?

-Sabes que la pizza de ese lugar no me gusta.

-¿O prefieres esperar hasta llegar a casa?

-Ni loca. Esta demasiado lejos y tardaremos mas o menos dos horas.

-Esta decidido entonces. Hacia el McDonald's.

-Apresúrate lento-grito Yesenia a unos cincuenta metros por delante.

-¡Es rápida!

Caminaron un buen tramo. Pasaron frente a importantes edificios como el


Banco Guipuzcoano y atravesaron unas cuantas plazas bastantes
concurridas como lo es la Plaza de España hasta que finalmente llegaron,
jadeantes y cansados.

-Al fin…-dijo Yesenia con la respiración cortada del cansancio-llegamos. ¡Uf!


Luis F. López Silva Silencios

-Pudimos habernos bajado del autobús aquí.

-Idiota, no...pudiste...habérmelo dicho antes.

-El hambre no me deja pensar con normalidad sabes.


85

-Ya que importa, vamos a ordenar.

Una gran bandeja marrón fue servida, con tres hamburguesas, tres cajitas con
papas, dos McFlurry con galletas Oreo y dos vasos grandes con soda.
Bastante comida. Se dirigieron a una de las mesas que estaban junto a la
ventana para tener una buena vista de la concurrida calle mientras comían.

-¿Piensas comerte dos hamburguesas? Bueno no se que me sorprende.

-¿Crees que es muy poco?

-No me refería a eso, cerebro de pistacho.

-Bueno, bueno. ¿Oye Yesenia?

-Si, ¿que pasa?

-¿Realmente quieres llegar a casa?-pregunto nostálgico, dándole un gran


mordisco a la hamburguesa.
Luis F. López Silva Silencios
-¿A que te refieres?

-Lo digo por Joseph. Yo no se si…

-Si, si esta será la ultima vez que le vea, entonces si quiero llegar a casa más
que nunca.
86

-Menos mal. Pensé que…

-Que me deprimiría tanto en el camino que al llegar a casa me cortaría las


venas. Vamos, ni que fuera tan tonta.

-Simplemente iba a decir que te deprimirías, pero lo de las venas también hace
juego con el asunto.

-Espero y Caroline se encuentre bien.

-¿Desde cuando te preocupas tanto por Caroline

-Oye, el hecho de que fuera la novia de Joseph no quiere decir de que la voy
a odiar. Es cierto que ella me lo "robo" pero no es para tanto, además…

-Es cierto, además ya tienes a Otto haya en Barcelona.

A Yesenia se le atoró un trozo de comida en la garganta, tosió fuerte, bebió


suficiente soda para que la comida que aún no llegaba a su estomago pasara
rápido y sin mucha dificultad.
Luis F. López Silva Silencios

-¡Frank!

-¿Qué pasa? De todas formas es verdad.

-Si pero…
87

-¿Pero que?

-Me da un poco de pena que lo digas en voz alta.

-Pues, deberías de irte acostumbrando.

-Oye, aún no he decidido si quedarme con Otto o con Gio.

-¿Y que has pensado al respecto?

-No lo sé, ahora que lo pienso, comienzo a perder el interés por Gio. Cada
vez lo veo menos y siento que me distancio más y más de él. En cambio con
Otto es distinto, ahora me siento mas cerca de él que nunca.

-Entonces está mas que claro. No se que te impide aceptar de una vez por
todas a Otto. Ya le haz dicho que te gusta, pero esa no es una respuesta.

-¿Y tu como sabes eso?

-Los estuve espiando aquella vez, recuerdas, cuando fueron al manantial.


Luis F. López Silva Silencios

Yesenia se ruborizo inmediatamente. Nunca pensó que Frank lo hubiera visto


todo y escuchado todo. Qué vergüenza. Se preguntó si Johanna también los
había visto.

-¡Sh! No lo digas tan alto.


88

-Vamos, aquí nadie nos conoce ni sabe que fue lo que ocurrió.

-Es que…

-Es que nada. ¿Qué es lo que te detiene?

-Que aún quedan pequeños fragmentos de Gio en mi y mientras no


desaparezcan no puedo decidir nada.

-¿Y si nunca desaparecen, que harás?

-Eso es lo que estoy tratando de averiguar. ¿Y tu que me dices?

-¿Uh?

-Estoy hablando de Amy, no te hagas el tonto.

-De...de Amy ¡ja! Que curioso. Pero que día mas hermoso.

-Venga, no me cambies el tema, eres un picarón. ¡Con que comiendo pollo


agridulce, eh!
Luis F. López Silva Silencios

-¿¡Y tu como lo sabes!?

-Digamos que un angelito me lo contó.

-¿¡Nos estuviste espiando!?-espetó Frank, sorprendido.


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-¡No!...bueno, si. ¡Ush! Mira, hace unos días Amy me pregunto algunas cosas.

-¿Qué cosas?

-Pues todo comenzó…

Recuerdo de Yesenia: Death of Place-21 de Diciembre 2010

El viñedo estaba cubierto por una gruesa capa de nieve. El cielo tenía ese
típico tono grisáceo invernal y los pequeños copos de nieve caían sobre la
ropa derritiéndose lentamente. El frío cubría cada centímetro del paisaje y los
planes vacacionales para alejarse de aquel invierno, se hacían escuchar por
todo el internado.

-¿Por qué hace tanto frío?-pregunto Johanna con indignación mientras


caminaba hacia los dormitorios.

-Hay mi vida, es obvio, porque estamos en invierno y por si no lo has notado


estamos caminando literalmente sobre hielo.

-Eso lo se.
Luis F. López Silva Silencios
-Entonces para que preguntas-espetó Yesenia.

-A lo que me refiero es a por que no tenemos un clima más tropical, me


gustaría que de vez en cuando tuviéramos un clima mas cálido. Estamos cerca
de la costa por el amor de Dios.

-Estamos como a tres horas por si lo habías notado, no es tan cerca.


90
Además, sin nieve sería una navidad aburrida.

-Buen punto. ¿Oye?

-¿Qué pasa?

-¿No es esa Amy?

-¿Dónde?

-Ahí, en la entrada de los dormitorios.

Yesenia entrecerró los ojos. Vio a alguien parado frente a los dormitorios.
Rápidamente se percato que era Amy. Aligeraron el paso para encontrarse
con ella.

-Puta la ultima-grito Yesenia.

-Ya se te esta pegando lo de Otto y Frank, no crees.

-Adiós Johanna-dijo Yesenia, corriendo delante de ella.


Luis F. López Silva Silencios

-¡Espera!-Johanna corrió tan rápido como pudo, finalmente la alcanzo y le


sobrepaso. Llegaron hasta donde Amy.

-Ja-ja-ja, te he ganado.

-Así no se vale-espetó Yesenia.


91

-Si, como no.

-Bueno, voy a entrar. Por cierto, hola Amy.

-Hola Johanna.

-Siento dejarte, pero necesito hacer unas cosas.

-No hay problema, cuídate.

-Adiós.

Johanna entro al edificio, solo quedaron Amy y Yesenia en aquel frío invernal
que no era por cierto nada agradable.

-¿Qué hay Amy?

-Mucho.

-¿A, si?
Luis F. López Silva Silencios
-Yesenia, necesito hablar contigo-comento Amy un poco tímida, se le notaba
un poco ruborizada.

-Bien, suelta la sopa.

-¿Cómo?
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-Bueno, bueno, dime de que querías hablarme. Hay Amy corazón, eres tan
lenta.

-Es que yo…

-¿Qué hizo Frank esta vez? Te dijo algo malo, por que si es así puedo ir
ahorita mismo a rajarle la mandarina.

-¡No! ¡No! El no ha hecho nada malo.

-¿Ah no? Entonces ¿Qué pasa?

-Es que…-Amy respiro profundo, las piernas le temblaban del nerviosismo


mientras se daba ánimos a sí misma-¿Qué le podría regalarle a Frank?

-Pero si su cumpleaños ya pasó.

-Eso lo sé.

-¿Entonces?
Luis F. López Silva Silencios

-Bueno, yo…La navidad no la pasaré acá…

-¡Ah! Ya entiendo. Eres una picarona-dijo Yesenia riendo-con que quieres


darle su regalo de navidad y pasar tiempo con él.

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-No...bueno, es que yo… ¡Ahg! Está bien, lo admito, si, si quiero pasar tiempo
con él.

-¿Cómo una cita?

-Algo así-contesto Amy, haciendo pucheros.

-Esto será divertido.

-¿Perdón?

-¡Nada! ¿Y que tienes planeado hacer?

-Pues no lo sé, eso quería preguntarte. ¿Qué crees que le gustaría hacer a él?

-Esto es algo raro, no crees. No debería ser el quien planee esto.

-Es que…

-¿Qué pasó?
Luis F. López Silva Silencios
-Me invito una vez a ir a Badalona…

-¿Y?

-Olvide darle una respuesta.

94
-Estás loca ¿Lo sabias?-dijo Yesenia, dando media vuelta.

-Espera. Lo sentó, si, fue mi error, por eso trato de enmendarlo.

Yesenia la miró de reojo. Se miraba un poco preocupada, parecía realmente


interesada en el asunto.

-¡Ush! Está bien, pero tendrás que hacer lo que yo te diga.

-¡Claro!

-Bien, entonces el día de…


Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 6: Torpesa

P
resente-2011: Cartagena-España.
95

-¿¡Que tu le dijiste qué!?

-Ella me lo preguntó, yo no tengo la culpa.

-Eso explica porque estaba tan nerviosa aquel día

¿Y tu que le has regalado?

-La pulsera.

-¿Qué pulsera?

-¿Recuerdas que te dije que había perdido la pulsera que me habías regalado
para mi cumpleaños?

-Si.

-Pues Amy la había encontrado. Le he dicho que podía quedársela. A ella le


pareció perfecto.
Luis F. López Silva Silencios

-Oye, las cosas que te regalan no se vuelven a regalar.

-Pues por que era importante para mi la he regalado. No tiene caso regalar
algo que no tiene un significado. Estoy seguro de que ella la cuidará muy bien.

96
-¡Awwwn! Por eso te quiero "muxote" Frank, corazón.

-Ya, ya.

-Pero has disfrutado el pollo agridulce, eso es lo importante.

-Ese no es el punto.

-Vamos ¿de que te quejas? Al menos ya sabes que le gustas.

-¡Ahg! Ahora me costará mucho más comportarme de forma normal frente a


ella.

-¿No me digas que todo este tiempo te has esforzado tanto?

-Algo así.

-Vaya que me sorprenden los dos. Sabia que la torpeza era congénita, pero
nunca creí que creciera a un ritmo tan acelerado.

-¿¡A quien le dices torpe!?

-Ya, que importa. Deberías alegrarte aunque sea un poco. Ya sabes que le
gustas a Amy, solo falta que des ese pequeño paso.
Luis F. López Silva Silencios

- ¿Paso?

-Si quieres lo convierto en empujón. El punto es que tienes que declarártele


pronto. ¡Pronto!

-Está bien, está bien, pero sin presiones.


97

-Como quieras.
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 7: Realidades Amargas

98

U
na caja color gris, larga y delgada yacía en el centro de la sala. Filas
de sillas blancas se extendían frente a ella. Y a sus costados 2 velas
enormes color amarillo despedían un humo negro y espelma derretida
por la llama en su punto.
Arreglos florales adornaban el ataúd. Magnolias, Tulipanes, Crisantemos,
Rosas, Lirios y una gran variedad de flores endulzaban el aire con su aroma.
Comenzaron a llegar las personas.

-No piensas ir a verle por última vez-sugirió Yesenia.

-No tengo el valor para hacerlo.

-Deberías hacerlo. Esta será la ultima vez que veamos a Joseph.

-Lo sé, pero aún así no estoy seguro de querer verle.

-¿Quieres que te acompañe?

Frank la miro fijamente a los ojos. Ella tenía la mirada serena y paciente.
Obligadamente, tenía que ir a ver por ultima vez a Joseph, el había sido uno
Luis F. López Silva Silencios
de sus mejores amigos, prácticamente había crecido con él y lo menos que
podía hacer era despedirse de el en su funeral; no sería nada fácil.

Ambos se levantaron del sillón del fondo y atravesaron aquel laberinto de


sillas. Las manos de Yesenia temblaban tanto como a Frank. Trataba de
preparase a si mismo para lo que vería; el cadáver de su mejor amigo estaría allí,
99
esperándole.

Finalmente llegaron hasta el ataúd. La ventanilla que permitía ver a Joseph


estaba descubierta. Frank había desviado su mirada hacia los arreglos
florales, no quería a Joseph en esas condiciones y luego caer en la cruda
realidad. Yesenia puso su mano en su hombro tratando de alentarlo.
Finalmente se dio en valor de mirarle, no era exactamente como había pensado
que era, pero el impacto no se reducía en lo mas mínimo.

Frank miró el cuerpo de Joseph que yacía sin vida en el ataúd, sin inmutar ni
un solo gesto, frío y serio. Se pregunto así mismo si todo eso era un sueño,
pero por mas que lo quisiera no era así. Joseph estaba muerto y no quedaba
mas que aceptarlo.

Posó su mano sobre el frío cristal de la caja mortuoria, miró fijamente unos
momentos a Joseph. Trataba de contener las lagrimas haciendo un gran
esfuerzo, Yesenia no se esforzaba así misma, sus lagrimas caían por su rostro
libres y melancólicas.
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 8: Caroline…

E
l auto que trasladaría el ataúd al cementerio había llegado seguido de
todas las personas que acompañaría durante la procesión fúnebre. 100

Cientos y cientos de personas aguardaban pacientes y en silencio,


tristes por la perdida. Jean se asombro tanto al ver tal cantidad de gente
fuera de su casa, se dio cuenta de todo lo que Joseph había cultivado, todo
aquel cariño y afecto que había sembrado en aquellas personas; algo que
Jean nunca había logrado.

Subieron el ataúd al auto y acomodaron los arreglos florales a los costados.


Partieron al cementerio. Una fila interminable de autos que acompañaban
iban detrás del auto fúnebre creaban una cadena que parecía no tener fin.

Tras media hora de viaje, llegaron finalmente al cementerio. El pasto verde


cubría el basto terreno, pequeñas laminas en el suelo yacían con el nombre de
la persona que había fallecido y había sido sepultada en ese lugar. Ya habían
algunas personas esperando, todos vestidos de luto. El cielo estaba nublado,
parecía que no iba a ser un buen día. Habían armado un canopy universal,
bajo este algunas sillas blancas, para que las personas pudiesen sentarse.

Bajaron el ataúd del auto, minutos después comenzaría la ceremonia. El


párroco llegó vestido con una túnica blanca. Lo acompañaban dos jóvenes
con túnicas negras y roquetes color blanco. Traía consigo una biblia, una
Luis F. López Silva Silencios
camándula, agua vendita y ostias. Los otros jóvenes que le acompañaban
cargaban con un gran crucifijo que parecía tener una pesada base.

-No piensas asistir a la ceremonia-pregunto Yesenia

-Estas cosas no so para mí


101

-Venga, no seas así.

-Has visto a Caroline

-No aún no.

-Pues claro que aún no-dijo alguien-acabo de llegar.

Una chica salió desde atrás de un auto negro sport. Tenía un cabello rubio y
ojos café claro, piel de tez pálida y facciones frágiles. Llevaba puesto un
vestido negro escotado y en su cabeza un sombrero negro. Parecía ser alguien
importante.

-¡Caroline!

-No se que hacen ustedes acá, pobretones.

-¡ A quien le llamas pobretón perra desgra…!

-Calma Yesenia-dijo Frank, deteniéndola por el brazo.


Luis F. López Silva Silencios

-Pobres y salvajes. Realmente son una caja de sorpresas.

-Aún no entiendo que fue lo que Joseph vio en ti.

-Cualquiera se fijaría en mi. Soy rica y hermosa, que mas puedo pedir.
102

-Ahora comprendo por que su relación solo duró unos meses-agregó Frank,
riendo.

Caroline dirigió una mirada fría hacia Frank. Deseaba partirlo en pedazos
con ella. Le había tocado un nervio. Trato de calmarse.

-No se que hago perdiendo mi tiempo con ustedes.

-Ni nosotros sabemos por que lo desperdiciamos contigo.

-¡Ush! Me largo.

-¡Adiós zorra! No te vayas a tropezar

Caroline solo les dio la espalda, siguió caminando y fingió no haber


escuchado nada, aunque por dentro le carcomía el odio.

-Bien creo que eso contesta tu pregunta. Al parecer Caroline se encuentra


bien.
Luis F. López Silva Silencios
-De verdad que aún me sorprende. Su conducta explicaría por que Joseph la
mando a la quinta.

La ceremonia transcurrió triste, finalizó a las cinco de la tarde. Las nubes en


el cielo se agitaron y se escuchaban truenos a lo lejos. No tardo en comenzar
a llover. Todos se retiraron a sus casas. El cementerio quedo totalmente
103
vacío lleno únicamente de gotas de lluvia y lagrimas derramadas.
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 9: ¿Qué piensas…?

L
a habitación estaba totalmente en silencio. La casa totalmente vacía a
104
excepción de ellos. Las maletas estaba nuevamente empacadas.
Mañana mismo partirían.

-Gracias por quedarte acá

-No importa. Además niña Otilia no está, no te podías quedar sola.

-Mi abuela le encanta viajar y con lo poco que pasa acá casi siempre esta solo.

-Ha de ser interesante su vida ja-ja-ja

-Créeme que lo es. Solo mira la estantería de la sala, esta llena de recuerdos
de todos los lugares que ha visitado. Incluso ha visitado el Machu Picchu, mira
que con esas alturas no le dio un ataque al corazón.

-No comprendo por que a ti no te gusta viajar con ella.

-¿Yo? ¿Subida en un avión? Ni loca creas que lo haría. Eso únicamente


ocurriría si me emborracharas y me subieras por tu cuenta.

-Venga que eres una miedosa.

-Es mejor tener los pies en la tierra no crees.


Luis F. López Silva Silencios
-Aún no comprendo como era que podías volar en los brazos de Otto-
murmuro Frank.

-¿Perdón?

-¡Nada! Ya e voy a dormir, buenas noches.

-Buenas noches. 105

La luces de la habitación fueron apagadas. El traga luz del techo dejaba


entrar tenuemente la luz de la luna que iluminaba sus rostros pensativos aún
por lo sucedido en el día. Ninguno podía conciliar el sueño.
Frank recordó algo repentinamente. El libro, debía decirle a Otto del libro.
Una pequeña luz ilumino el rostro de Frank.

-¿Qué haces?-pregunto Yesenia.

-Le envío un mensaje a Otto.

-¿A Otto?

-Necesito que haga algo por mí.

-Oye Frank.

-Dime.

-¿Crees que Otto sea una buena persona?


Luis F. López Silva Silencios
-¿Por qué lo preguntas? A caso te has decidido de una buena vez.

-No lo sé.

-El que Otto sea o no una buena persona depende de tu criterio, no del mío.

106
-¿Y que piensas de Gio?

-El es una mala persona.

-¡Oye! ¿¡Por qué con él has sido bien especifico!?

Frank simplemente rió-¿Qué es lo que sientes por Gio?

-¿Lo que siento por Gio?-Yesenia se quedo pensativa. La pregunta era


sencilla pero la respuesta tan difícil. Si lo pensaba detenidamente, el tiempo
que pasaba con Gio era relativamente corto en cuanto al que pasaba con
Otto, además, pasaban grandes lapsos de tiempo en el que no le veía y no
dejaba de lado el interés que le estaba perdiendo. Llegó a una conclusión-
Creo que por Gio no es amor.

-¿Entonces, qué es?

-Creo que es solo simpatía.

-¿Y por Otto?

-Eso no puedo explicarlo.


Luis F. López Silva Silencios
-Entonces le quieres.

-No estoy segura.

-¿No estas segura ó no quieres aceptarlo?

-Creo que ambas cosas. Creo que me da un poco de miedo.


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-No entiendo a qué le tienes miedo. El te ama y lo sabes.

Yesenia se quedo pensativa. Tenia que decidirse de una vez por todas. Puso
en su mente dos imágenes, Gio y Otto. Miraba la de Gio, su corazón
palpitaba. Miraba la de Otto, le dolía hasta el pecho. Era evidente, lo que
sentía por Otto era mayor que lo que sentía por Gio.

-Creo qué...la persona a la que quiero es...Otto.

-¿Estás segura?

-...Si

Frank la miró sorprendido. Había llegado a una conclusión demasiado rápido.


Era un signo de mejoría. Esta vez, las cosas serían diferentes.

-Bien, creo que debería de llamar a Otto.

-¿Para qué?

-Para darle las buenas noticias.


Luis F. López Silva Silencios

-Ni te atrevas a tocar ese celular que desde aquí te me voy con patada al
hígado.

-Esta bien, esta bien. Ya mejor me duermo.

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-Bien, buenas noches mi vida.

-Bonam noctem- murmuró Frank


Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 10: Ya no más secretos…

L
a habitación se había sentido vacía sin Frank. No tardarían mucho en
109
regresar, el funeral había sido ayer, seguramente regresarían por la
tarde. ¿Novedades? Ninguna, el señor Cross como siempre dejo una
gran cantidad de tarea, la señorita Nicole como siempre con su listado
interminable de libros para leer, el típico menú de la cafetería. No es que ellos
se fueran durante un siglo-solamente fue un día-pero hubiera sido bueno que
durante las semanas de vacaciones hubieran cambiado aunque sea algo de
aquella prisión llamada internado.
Las clases de la mañana-como siempre-habían sido de lo peor. Frank y
Yesenia se habían salvado del castigo grupal que el señor Cross les había
impuesto debido a la falta de interés por la clase-por no decir que fue un solo
desorden- y la poca responsabilidad con las tareas vacacionales. Pero, la
honestidad ante todo "¿A quien le gusta regresar a clases luego de las
vacaciones?" la respuesta es mas que obvia.

El sonido de un cepillo rozando al piso resonaba en el cuarto de baños. La


cerámica, amarillenta de suciedad, estaba llena de lagunas de desinfectante y
cloro para pisos, que poco a poco despegaban la mugre dejando pequeños
charcos marrones de suciedad. El hedor a desechos corporales era casi
insoportable. Los baños eran un total desastre.

-¡Ahg! Como odio hacer esto


Luis F. López Silva Silencios

-¿Y tu crees que a mi si me gusta?

-Esta vez creo que el señor Cross se volvió loco-espeto Johanna

-Vamos chicos, no es para tanto. Solamente tenemos que lavar


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estos...asquerosos...baños

-Parece que tu lo disfrutas-agregó Gael.

-No haz escuchado antes lo que he dicho, odio hacer esto tanto como a
ustedes, pero no nos queda de otra.

-¡Dios! ¿Quien en estos dorados tiempos te castiga solamente por unos


errorcillos de ortografía? ¿¡Quien!? Que alguien me diga

-Pues el señor Cross-contesto Gael

-Vaya que novedoso-Dijo Otto

-No puedo creerlo, si solo fueron unos pocos errorcillos.

Otto y Gael la miraron fijamente con cierta complicidad e ironía. Johanna los
miró un poco desconcertada.

-¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro o es que acaso les gusto?


Luis F. López Silva Silencios
-Pues a mí me gustas-dijo Gael

-Eso ya lo se tontín.

-No fueron unos pocos errores, Johanna-comento Otto

-¡Ush! Esta bien. No se por que tanto alboroto por unos tres o
111
cuatrocientos errores que se encontró. Y encima de todo, me ha llamado
haragana y negada.

-Al menos eso te dijo a ti- agregó Otto-a nosotros nos dijo soquetes
vividores desmesurados.

-¡Y ni siquiera se que significa desmesurado!

-Vamos Gael mi vida, no estarás hablando en serio.

El silencio que le siguió despejo las dudas de Johanna. Una explosión de


risa descontrolable se desato en los baños. Otto, con sus manos en el
estomago, lagrimaba de tanto reír. Johanna tuvo que sentarse, no podía
soportar tantas carcajadas. Gael solo hizo un puchero.

-Venga, que no es gracioso.

-Si, si lo es-dijo Otto, entre risas.

-Deberías mejor ir a ver si ya han llegado Yesenia y Frank.


Luis F. López Silva Silencios
-¿Yesenia? ¿Frank? ¡Mierda! Lo había olvidado.

Otto lanzo el cepillo por los aires y salió corriendo hacia la parada de
autobuses. Casi cae sentado cuando se deslizo con el desinfectante regado
por el piso. Miró hacia atrás esperando que Gael y Johanna no hubieran
visto eso, pero fue inútil, ellos ya reían como locos. Otto se sonrojo y salió a
112
pasos agigantados del lugar.

-¡Tontos!-les grito.

-¡Te amamos! ¡No te vayas a caer!-le contesto Johanna riendo.

Todo quedo nuevamente en silencio. El tragaluz del techo dejaba entrar los
rayos del sol que iluminaban los lavamanos del centro de los baños, la luz se
expandían hacia sus rincones dejando tenues sombras.

-Parece que Otto realmente quiere a Yesenia

-No lo dudo-asintió Johanna.

-Que bien por ellos.

Gael noto a Johanna un poco cabizbaja. Parecía tener la mirada perdida en la


nada y en su cabeza rondaban quien sabe que cosas. El semblante triste le
daba en que pensar. Desde el momento en que la conoció hasta este
entonces, todo marchaba bien con ella. El era feliz con ella. ¿Pero que había
de ella? ¿Era acaso Johanna Feliz con él? Hoy que lo pensaba mas
Luis F. López Silva Silencios
detenidamente, casi nunca sabia en que pensaba Johanna. Habían muchas
cosas que el no sabia de ella y otras que ella no sabia de el. Gael sabía que
Johanna en algún tiempo atrás fue novia de Otto pero eso no le afectaba en
lo mas mínimo, pero ¿que había de ella? ¿cómo se sentía al respecto? Ambos-
Gael y Johanna-estaban juntos, ya eran novios, pero, ahora que lo eran
¿Qué se suponía que seguía? ¿Prometerse amor eterno? La inseguridad
113
invadió a Gael desde adentro.

-¿En que piensas?

Johanna lo miro a los ojos. Sus ojos melancólicos y vidriosos daban la


impresión de que no era feliz. Pero, ¿Por qué?.

-Oye Gael.

-Dime.

-Recuerdas la vez en que me pediste fuera tu novia.

-Si lo recuerdo perfectamente. Me haz contestado que si.

-¿Piensas amarme para siempre?

-¿A que te refieres?

-Hace unos días estuve charlado con Yesenia. He comprobado que a ella le
gusta.
Luis F. López Silva Silencios

-Creo saber a donde quieres llegar.

-No, no lo sabes.

-Si, lo se. Perdón si te haz sentido obligada a aceptarme como tu novio, aún
114
sintiendo algo por Otto.

Johanna le soltó una bofetada en el rostro. Mantenía su mirada fija al piso.


Gael se quedo inmóvil. Su rostro ahora apuntando hacia la derecha , estaba
totalmente estupefacto. Había dicho algo que no debía, había tocado un
nervio-Te dije que no lo sabias. No, ya no siento nada por Otto-.

-Lo siento. Yo…

-¿Sabes de quien me he enamorado ahora?

-¿Realmente tienes deseos de decírmelo?

-¿Crees que es alguien más?

-La verdad es que ...

-¡Responde!-espetó Johanna con un grito.

-No lo se.
Luis F. López Silva Silencios
La voz de Gael era suave, tanto que parecían susurros sus palabras.
Johanna, aun parada frente a el, levanto su mirada y se encontró con los ojos
verde esmeralda de Gael. Comenzaba a formarse lagrimas en su rostro,
Johanna lo notó y las limpio con su dedo índice.

-¿Quieres saberlo?
115
-Solo si quieres decírmelo.

-Eres tú.

A Gael se le contrajeron las pupilas. El corazón le latió fuertemente, tanto


que comenzó a dolerle el pecho. La dopamina de su cuerpo, corría a mil por
sus venas. Lo que acababa de escuchar no se lo esperaba. Abrazó a
Johanna fuertemente apretándola contra su pecho disculpándose una y mil
veces por lo que dijo de Otto. Comenzaron a rodarle lagrimas por el rostro
llevándose la tristeza y la amargura consigo. Un tornado de emociones le
invadieron completamente. Sentimientos que nunca antes había sentido se
materializaban con facilidad haciendo cálido el momento.

-¿Sabes por que te he dicho todo esto?

-Dime.

-Por que necesitaba demostrarte que ahora la persona que ocupa mi corazón
eres tú. No quería que hubieran secretos entre nosotros.
Cuando hablé con Yesenia, me demostró sin querer que ella ama a Otto,
pero aún no lo sabe. Me alegro saberlo, tanto por ella como por Otto. En
Luis F. López Silva Silencios
ese momento pensé, que ya era tiempo de sentar de una vez por todas lo que
siento y me dije a mi misma que te lo diría. Perdón si te he hecho sufrir.

-No me importa. Saber que me amas...es más que suficiente.

-Pero…-Johanna miró a Gael a los ojos. Su mirada había cambiado y se veía


116
mas llena de vida. Aquellas verdes esmeraldas de su rostro brillaban
intensamente de felicidad. Era reconfortante-...aún no haz contestado mi
pregunta ¿Piensas amarme para siempre?

Gael la miró sorprendido. La respuesta era obvia. Pero de la nada, un


sentimiento de culpa le invadió. Sentía que estaba siendo un poco injusto con
Johanna. Ella le había revelado sus verdaderos sentimientos, sentía que
había desnudado su vida y se la había mostrado, en cambio él, aún tenia algo
importante que se guardaba para si mismo. En este punto, ya era tiempo de
sacarlo y revelarlo a su mundo; a Johanna.

-Por supuesto.

-Me alegra escuchar eso.

-Johanna…

-Dime

-Tengo que decirte algo importante. Creo que ya no deben haber secretos
entre nosotros.

Johanna lo miró algo desconcertada. ¿A que se refería?


Luis F. López Silva Silencios
-Supongo.

-Bien.

Gael se dio la media vuelta y camino unos pasos hacia adelante. Los cabellos
rojizos, largos y lizos caían sobre su rostro ordenados en pequeños grupos.
Se froto las sienes. ¿Cómo se lo diría? Un suspiro se dejo escuchar, Gael
117
volteo y la miro con un gesto serio.

-Johanna, antes que nada quiero que sepas que no soy el único metido en
esto

-¿¡Tienes algún problema!? Por que si es así, puedo ayudarte y…

-No te preocupes-interrumpió-digamos que si es un problema que dejo de ser


tan problema hace mucho tiempo y hasta hace poco se volvió nuevamente
problema.

-No entiendo, ¿A que te refieres?

-Pues yo...
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 11: Sorpresas.

R
espiro profundo. Extendió su mano. El sonido chirriante del pasador
118
resonó en el aire. Una mirada hacia atrás para cerciorarse de que no le
había escuchado nadie. Bien, continuemos. Volvió a halar lentamente
el pasador, el chirrido se hizo mas agudo. Una gran sombra lo cubrió, sintió a
alguien halarlo del cuello de la camisa.

-¿Para dónde crees que vas mocoso?

Otto giro su cabeza. Empalideció. Vio el rostro enojado, serio y sobre todo,
atemorizante, de Argelia.

-Este...yo…

Argelia lo halo fuertemente y le dio la vuelta de un solo empujón. El terror en


el rostro de Otto era visible desde kilómetros.

-¿Hacia a donde te diriges bestia?

-Vestía será usted-murmuró

-¿Qué digites?

-¡Nada!, solo que me ha dado una gran sed.


Luis F. López Silva Silencios
Argelia lo miro un poco escéptica-Pues aquí afuera no hay agua. Así que o
mejor te vas para adentro o me vas a conocer. Y te aseguro que conocerme
no será muy agradable.

-¡Pero necesito salir!

-¿A qué?-espetó furiosa- A pintar con aerosol paredes y a robar autos, 119
vándalo de segunda.

-Por favor. Necesito salir, Frank y Yesenia regresan hoy y nadie los espera
en la parada de autobuses.

-¿Qué? ¿A caso no tienes pies ellos para venirse caminando por si mismos?
¿O los piensas traer en la espalda como el burro de carga que eres?

-¡Pero que demonios…! Por supuesto que no. ¡Ahg! Mire, no hay algo que
usted que usted quisiera, ya sabe, como una especie de trato. Yo le doy algo
y usted…

-Ya se pedazo de animal lo que es un trueque.-Argelia miro por todos lados.


Ni un profesor a la vista, salvo por ella. ¿Se dejaría sobornar?

-Le doy dos Snickers y una barrita de granola.

-¡Hecho!-dijo tomando de un manotazo las barras de golosinas que Otto


saco del bolsillo de su chaqueta. Si, si se dejo sobornar.
Luis F. López Silva Silencios
-Bien...ahora…¿podría soltarme?

-Ah, claro. Largo de mi vista. Si alguien te mira y te pregunta, te haz


escapado, ¿correcto?

-Correcto.
120

-Bien, ahora, mueve tu trasero tembloroso de aquí antes de que me acabe


esto y cambie de opinión.

Otto termino de quitar el pasador que chirrió dos veces mas fuerte que antes.
Logró salir ileso de las manos de Argelia. Salió disparado para la parada de
autobuses. "Eso fue más sencillo de lo que creí"-pensó para sus adentros.

Corrió como por diez minutos hasta que finalmente divisó a lo lejos la parada
del autobús. Estaba totalmente vacía, ni un alma que rondara cerca. En una
cabina telefónica, al lado izquierdo de esta, se encontraba recostado alguien.
Un chico de cabello rubio con una chaqueta café que llegaba hasta sus
rodillas jugaba con el teléfono. Cuando miró a Otto colgó el teléfono y le
saludo levantando la mano. Otto se detuvo a unos tres metros de la cabina.
Observó que a su alrededor había una tenue, pero casi imperceptible pared
transparente verdosa que se elevaba en lo alto y rodeaba el lugar. Era
prácticamente imposible verla si no fuera por que estaba cerca de una de esas
paredes.

-Al fin haz llegado.


Luis F. López Silva Silencios
Un chico de ojos verdes y de conducta un poco alegre salió de el otro lado de
la cabina. Parecía estar feliz, una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

-¿Disculpa? ¿Nos teníamos que ver o algo así? ¿Te conozco?

-¿A que no me recuerdas? Vale, ese tipo de bromas no me gustan Otto.


121

-¿Perdón?

-Ya veo, te haz olvidado completamente de mí. ¿A caso no me reconoces?


Soy yo, Fedore.

-¿Fedore? ¡Dios! Ya no te reconocía.

-Ah que el nuevo corte me sienta bien. Me veo mas guapo.

-Pero sigues siendo un vanidoso.

-Y tu, un amargado.

-¡Oye!

-Vamos, no te enfades. Mira que he venido por algo bueno.

-¿A sí?

-Si. Mi señora…

-Y dale con mi señora, a caso Victorique no te ha dicho que no la llames así.


Luis F. López Silva Silencios
-No veo nada de malo-dijo Fedore haciendo pucheros-a mi me encanta
decirle así.

-Si como sea.

-Lo ves, sigues siendo un amargado.

122
-Venga, dime lo que me ibas a decir.

-Esta bien. Victorique quiere que ustedes vayan a visitarla.

-Y cuando dices ustedes ¿A quien te refieres?

-A Frank, a Yesenia y a ti, pedazo de torpe.

-¿¡Yesenia!? Pero…

-No me digas que aún no le haz dicho nada. ¡Dios! El maldito libro se ha
perdió y ni siquiera le has contado nada aún. Ahora comprendo por que mi
señora dice a cada rato que sois unos completos idiotas.

-Como siempre, Victorique, mira que eso no me viene en gracia.

-Como sea. El punto es que quiere que le hagáis una visita.

-Bien, pero dadnos un poco de tiempo.

-¿Cuánto tiempo?
Luis F. López Silva Silencios

-Cinco meses.

-¡Pero es demasiado tiempo! A mi señora no le causara nada de gracia.

-No me interesa, de todas formas se las desquita contigo, no con nosotros.


123

-¡Eres un negado!

-Si quiere que la visitemos, entonces será en cinco meses.

Fedore lo miro un poco molesto. Quien aguantaría todos los regaños sería él,
Pero era necesario que fueran con Victorique.

-¡Ahg! Esta bien pero ni más ni menos. ¿Entendido?

-Si, si, como sea.

-Bien. Entonces, me tengo que ir. Me saludas a Yesenia, y a Frank también,


dile que ya tenemos la nueva colección de libros.

Un circulo luminoso color magenta se dibujo bajo sus pies. Unas grandes alas
azules salieron de su espalda. La punta de sus plumas era semitransparente y
los matices de azules contrastaba armónicamente con el fondo azul negro.

-¡Oye, no haga eso acá! ¡Te puede ver alguien!


Luis F. López Silva Silencios
-Pero si no hay nadie.

Otto miró a su alrededor. Ni una sola persona.

-No me digas que haz usado…

124
-¡Adiós!

Fedore movió sus alas con cierta majestuosidad y en un santiamén su cuerpo


se elevaba del suelo. Se perdió sobre la espesa capa de nubes. Todo
regreso a la normalidad.
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 12: Te amo.

-Frank, mi vida-dijo con tono cantarín.


125

Nada. Ni un solo movimiento de los parpados. Dormía como una piedra.

-Frank-repitió aún con tono cantarín y empujándole un poco.

Él se dio la media vuelta y dándole las espaldas. Volvió a quedarse dormido.

-¡Frank!-grito finalmente, asestándole un fuerte golpe en la cabeza con una


revista de modas.

-¿¡Que!? ¿¡Que!?-se levanto estrepitosamente, tanto, que pego en el


portamaletas del autobús.

-Ya casi llegamos, animal.

-¿Y tenias que despertarme tan bruscamente? Solo tenias que decirlo en voz
baja y yo despertaría.

Yesenia lo miro seriamente y dejo escapar un suspiro.

-Realmente me sorprendes.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Por qué?

-Olvídalo. Mejor ve bajando las maletas, mira que allá esta la parada de
autobuses y parece que…-Yesenia entrecerró los ojos, alguien estaba
sentado en una banca, esperando. Le llevó unos momentos darse cuenta, era
Otto.
126
-¿Parece, qué?

-Pues que allá esta Otto.

-A sí, le he pedido que venga por nosotros y te ayude.

-¿Me ayude?

-Pues si Yesenia mi vida.

-No te atreverías a dejarme sola con Otto.

-Lo haré. Mira que con esa intención le he llamado. Digamos que trato de
alegrarte un poco la vida. Recuerda lo que me haz dicho.

-Lo sé, pero…

-Pero nada. Hablaras con él y trataran de acercarse todo lo posible,


¿Correcto?

-Correcto-dijo algo desairada.

-¿No me digas que no quieres?


Luis F. López Silva Silencios
-Si, si quiero, es solo que me da un poco de nervios hacerlo sabiendo que tu
sabes que lo voy a hacer. Me da penita.

-¡Ush! Eres un poco rara sabías, de todas formas me lo terminas contando.

-Pues si, pero para ese entonces ya he hecho lo que tenía que hacer.

-¡Ahg! Venga que eres medio rara. 127

El autobús finalmente se detuvo, el trasero entumecido de ambos dio un


respiro al levantarse de aquellos asientos sin almohadilla. La puerta del
autobús se abrió, dejando escapar un chorro de aire a presión. El aire fresco
del exterior baño sus rostros y el olor inconfundible a arboles de pinos
penetro hasta el fondo de sus pulmones. El autobús partió rápidamente, eran
los únicos pasajeros que se quedaban en el lugar.

Otro aroma flotaba en el aire, el perfume de Hugo Boss llego rápidamente


hasta las narices de Yesenia. Volteo rápidamente, Otto ya estaba a sus
espaldas. No pudo contenerse, lo abrazo entusiasmada sin pensarlo, lo
apretaba fuertemente. Otto se sorprendió y la abrazó también. Dejo escapar
una pequeña risa de felicidad. Yesenia se percato, se había emocionado
bastante, apenada, lo soltó y se dio la media vuelta.

-Ho...hola Otto-dijo tartamudeando, con la cara toda roja.

-Bienvenida-correspondió Otto, con una gran sonrisa en el rostro. La


felicidad le brotaba por los poros de ver nuevamente a Yesenia.

-¿Quieres ayudarme?-dijo Frank, haciendo un gran esfuerzo con las maletas.


Luis F. López Silva Silencios

-¡Ups! Lo siento, por supuesto.

Otto tomo la mochila rosa de Yesenia sin saber que era de ella. Un olor frutal
emanaba de ella. Tenía impregnado el aroma de ella, su esencia, aquel olor a
su perfume que tanto le encantaba. Se la hecho a la espalda sin mucho
128
esfuerzo.

-Bueno, yo me adelanto.

-¡Espera! No te…

-Lo siento, no te escucho-dijo Frank corriendo y dejándolos atrás.

-¡Demonios!-espetó Yesenia.

-¿Qué pasa?-quiso saber Otto

-No, nada.

-Por cierto, cuéntame ¿Cómo les ha ido?

-Pues todo salió bien.

-¿Qué tal los padres del chico?


Luis F. López Silva Silencios
-Estaban devastados, tanto como nosotros. Jean, el padre de Joseph se
desmayó cuando lo estaban sepultando.

-No era de menos, ha de haber sido duro.

-Supongo que más para él que para nosotros.


129

-¿Y el viaje, como ha estado?

-De lo peor

-Por que lo dices

-Sentí que el trasero se me entumecía. Cuando llegamos a Cartagena, Frank


me hizo caminar hasta un McDonald's que estaba como a 5 calles de donde
nos bajamos. Pero…-Yesenia bajo la cabeza, el tono de su voz había
cambiado.

-¿Qué pasa?

Yesenia lo miró a los ojos. La respiración se le dificulto un poco, era ahora o


nunca. Reunió todo el valor que existía en si misma, respiro profundamente-
Creo que ha valido la pena el viaje. Me he dado cuenta de algo muy
importante.

-¿Ha sí? ¿De qué?


Luis F. López Silva Silencios
-Que la persona a la que más amo eres tú.

Otto se detuvo repentinamente. Su rostro mostraba una sorpresa, una


sorpresa que al parecer era de las mejores. Los ojos se le tornaron vidriosos,
las lagrimas estaban a punto de brotarle y rodarle por las mejillas. Como
siempre, característico de el, era un llorón.
130
Yesenia se detuvo junto a él. Otto no mencionaba ni una sola palabra y esto
le desesperaba un poco. Seguramente había sido demasiado repentino todo
esto. ¿Qué estaría pensando Otto? ¿A caso se había molestado?

-Bien, di algo-espetó-que me esta matando el suspenso.

-Yo…

Otro silencio agotador inundo a ambos. El sonido del cantar de los pájaros
flotaba a su alrededor y la brisa fresca bañaba sus rostros.

-Creo que lo que he dicho no es lo correcto, no era lo que esperabas


escuchar-Yesenia dio media vuelta y siguió caminando.

Otto tiro la mochila al suelo, tomo a Yesenia del brazo y la halo fuertemente.
La abrazo contra si, apretándola contra su pecho, como si la vida se le fuere
en ello. Otto comenzó a sollozar, acababa de ocurrir-nuevamente-lo que
estuvo esperando durante 15 años.
Yesenia-sorprendida por lo que acababa de ocurrir-correspondió el abrazo.
Era tan cálido, sentía el palpitar acelerado del corazón de Otto que le traía
Luis F. López Silva Silencios
una paz interna inigualable y sentía como un vacío se llenaba poco a poco.
Parecía un Dejá Vu, como si todo eso se hubiera repetido nuevamente, pero
no importaba, cayó finalmente en cuenta de que si amaba a Otto, que todas
esas emociones que estaba sintiendo eran producto del amor que ambos se
tenían. Todo había salido bien, Frank tuvo la razón todo este tiempo,
necesitaba decírselo, solo así sabría que era realmente lo que ella sentía por
131
Otto.

En cuanto a Otto, su vida no podía estar mejor, Yesenia se había enamorado


de él como él de ella. Era tan perfecto que parecía imposible. Volvían a ser
uno solo, finalmente.

-Tu también eres la persona que más amo. Eres la única que mueve mi mundo,
la que lo sostiene y lo hace funcionar. Quédate a mi lado, para siempre-
murmuro Otto.

-Siempre estaré a tu lado.

-Me lo prometes.

-Te lo prometo.

Aquel abrazo perduro eternamente. El tiempo se había detenido para ambos.


Otto la miro fijamente a los ojos, se acerco lentamente, podía sentir su
respiración. Sus labios se entrecruzaron con los de ella, aquel beso era tan
cálido y lleno de sentimientos nuevos he inigualables.
Luis F. López Silva Silencios
Una imagen difusa surco los pensamientos de Yesenia; Frank, Otto, un árbol
rosa, un nombre resonó en su cabeza...Aarón. Un dolor de cabeza la golpeo
como una piedra golpea un charco, le temblaban las piernas y las manos,
comenzó a sangrar por la nariz.

-¡Yesenia! ¡Yesenia!-exclamaba Otto, gritando preocupadamente.


132

Yesenia escucho estas ultimas palabras. En un segundo dejo de percibir su


alrededor. Sintió su cuerpo liviano cayendo. Todo se volvió oscuridad.
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 13: Favores alternos…

L
a entrada de los dormitorios estaba desolada. Todos cumplían aún el
133
castigo del señor Cross. Había desaparecido en su totalidad la nieve
del viñedo que no tardaría mucho en recuperarse. En la recepción, la
encargada leía como siempre sus revistas. Todo estaba en silencio. Subió las
escaleras, que rechinaban con cada paso y llegó a su dormitorio. Escucho
ruidos dentro. Abrió la puerta.

-¡Frank, mi vida!-Johanna abrazó a Frank, como si tuviera años de no verlo-


¿Cómo te fue?

-Has regresado-dijo Gael, dándole unas palmadas en la espalda-¿Cómo


estuvo el viaje?

-¡Uh…! Supongo que bien-contesto Frank, algo sorprendido pero alegre de


verlos-Una pregunta.

-¿Qué pasa?-dijo Gael

-Por que esta todo...muerto. No veo a nadie por los pasillos.

-De la que se han salvado-comentó Johanna-el señor Cross nos ha


castigado a todos haciéndonos limpiar unas áreas del internado.
Luis F. López Silva Silencios
-Cierto-agrego Gael-la mayoría se encuentra limpiando los salones de clase y
El Fauno.

-¿Y que hay de ustedes?

-Hueles esto-dijo Johanna poniéndole su mano en la nariz a Frank.


134

-Apesta a cloro.

-¿Qué crees que hemos estado haciendo?-dijo en tono sarcástico Gael.

Frank pensó unos momentos. Manos+cloro= ?

-No lo se. Limpiando…

-¿Limpiando el que, pues?

-¿A caso estamos jugando a algo?-dijo Frank, riendo.

-Pista-dijo Johanna-tiene que ver con tu trasero.

-¿¡El inodoro!? ¿¡Han estado limpiando los baños!?

-¡Tin, tin tin, tin! Tenemos un ganador.

-¡Dios Johanna! Y así me has puesto la mano en la cara.


Luis F. López Silva Silencios
Gael y Johanna rieron mientras Frank arqueaba del asco. Fue gracioso por
un largo rato.

-Bueno, bueno. Ya, no es para tanto.

-Claro que si. ¡Que asco!


135

-Ya, calma-dijo Gael-mejor, dime, ¿Qué me has traído?

-Venga, que no ha sido un viaje de vacaciones. Pero para que no digan que les
he olvidado, aquí están sus suvenires.

Frank sacó de su bolsón dos cajas blancas. Estaban adornadas con un listón
celeste, dibujos de flores de colores y un sello de espelma color rojo que tenia
el nombre de la pastelería de donde había salido. Un gran logo con la forma
de una bola de algodón rosa con el nombre grabado en el centro "Pastelería
Puffle" estaba en la parte superior de la caja.

-Les he traído Baumkuchen, unas donas y también algunas Magdalenas

-Creo que voy a engordar-dijo Johanna.

-Yo igual-agregó Gael.

-Esta bien, si no las quieren…

-Matanga dijo la changa-espetó Johanna quitándole de un manotazo la cajita


con repostería.
Luis F. López Silva Silencios
-¡Lo que dijo Johanna!-espetó Gael, quitándole arrebatadamente la otra
cajita.

-Vaya, si que son unos golosos.

-Que va, limpiar esos baños te gasta muchas energías.


136
-Si Johanna, como no.

-Pero es cierto. ¡Ush!

-Bueno yo tengo que salir-dijo Gael.

-¿A dónde vas?-quiso saber Johanna

-Tengo que ir a reportar nuestro trabajo al señor Cross. ¿Quieres venir?

-Claro, seguramente Frank quiere descansar-Johanna se levanto de la silla,


con un bollo de pan en la boca-Bien corazón, nos vemos, descansa.

-Por supuesto, nos vemos luego, no sean tan golosos

-Gael es el calenturiento, yo no.

-¡Oye!

-Ja-ja-ja, mejor vámonos, amor.

Gael y Johanna salieron de la habitación y todo volvió a quedar en silencio.


El cuarto estaba fresco y la luz que entraba por la ventana lo iluminaba a
Luis F. López Silva Silencios
perfección. Frank se sentó sobre la cama, trató de dormir un poco. Había
algo que le preocupaba y era si Otto había tomado el libro, ¿Lo habría
encontrado? Esperaba que él regresara pronto con Yesenia para poder
preguntárselo.

Sacó su celular del su bolsillo. Busco afanosamente un contacto, finalmente


137
lo encontró. Presiono la tecla para llamar y el típico tono del teléfono resonó
sus oídos. Alguien contesto en el otro extremo.

-¿Hola? ¿Quién habla?

-¿Evanna?

-Un momento, ahora mismo se la comunico.

-¿Hola?

-¿Evanna?

-Vaya, vaya, tiempos de no saber de ti. ¿A que se debe esta llamada?

-¿Quién ha sido el chico que me contestó?

-Es Ethan, un asistente.

-¿Cómo que asistente?-grito el chico tan fuerte que se escucho por el


teléfono.
Luis F. López Silva Silencios
-Venga Ethan, no te molestes, mejor ve a prepararme unas magdalenas que
tengo hambre.

-¡Ahg! Siempre es lo mismo, señorita Evanna. Un día moriré de tanto


esforzarme en la cocina.

-No seas malito y ve. Por favor… 138

-Esta bien, pero conste que no serán pocas, ya casi será hora de cenar.

-Claro-dijo Evanna

- Sigues siendo una malvada con tus ayudantes, eh Evanna. O a caso ha


sido uno de tus clientes y ese es el pago, tenerlo de sirviente.

-Le he contratado.

-Ni siquiera me paga-grito Ethan desde la cocina.

-Venga, que es un poco testarudo-dijo Frank.

-Lo sé, pero es el que menos se ha quejado de todos los que han venido.

-Bueno, necesito que me hagas un favor.

-¿Qué necesitas?

-Necesito entrar…

-Sabes tendrás que pagarme un precio por esto.


Luis F. López Silva Silencios
-Lo sé. ¿Qué te parece un poco de Baumkuchen? Te lo llevaría la próxima
vez que te visite.

-¡Perfecto!. Bien, la entrada esta tras de ti. Solo déjate caer sobre la cama.

-¿Cómo sabes que estoy sentado sobre ella?


139

-Me subestimas Frank-dijo Evanna con tono misterioso.

-Ni pensarlo. Bueno, te llevare el Baumkuchen luego. Hasta pronto.

-Adiós querido.

Frank cortó la llamada. Se recostó en la cama. Los parpados le pesaron


tanto que parecía que fueran de plomo. No tardo en quedarse dormido.
Una brisa fresca entraba por la ranura de la ventana y hacia ondear
levemente la cortina, el sonido de las agujas del reloj se escuchaba a penas en
la habitación y el olor a velas aromáticas la inundaba. Un lugar perfecto para
una siesta; tal vez un sueño.

¿Pero a que se refería con entrar? ¿Quién era Evanna?


Luis F. López Silva Silencios

Capitulo: Mundos entrelazados, realidades


alternas.
140
-Haz regresado, pensé que me quedaría sola.

-En donde estoy.

-Estas en…

-¡Sue! ¡Eres tú! Quiere decir que estoy soñando.

-No lo se.

-Al menos yo tampoco estoy sola en este lugar.

-Nuca lo haz estado. Te he observado todo el tiempo.

-¿A si?

-Así es, en el bosque de las sombras.

-Con que así se llama ese lugar.


Luis F. López Silva Silencios
-No lo se exactamente.

-Entonces haz visto a los otros chicos.

-Te refieres al chico que se cayó a pedazos.

141
Bien, eso acababa de sonar algo lúgubre. La pequeña lucecita, es decir Sue,
había visto como Joseph caía a los pies de Yesenia en pedazos. Aquel grito
tan desgarrador había quedado tan grabado en su memoria que sería
imposible olvidarlo. Fue de lo peor que pudo haber soñado-Si, me refiero a
ese chico.

-Si, si lo he visto.

-¿Y a los otros?

-¿Qué otros?

-A Frank y a Otto.

-Lo siento, pero siempre has estado sola por esos lugares sin contar a aquel
chico gritón.

"Al parecer no les ha visto"-pensó Yesenia para si misma-" Pero, ¿Por qué?.

-No lo sé.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Me haz leído la mente?

-Todos tus pensamientos se pueden sentir en este lugar.

-¿A sí? ¿Haber que estoy pensando?-Yesenia cerró los ojos y pensó lo mas
bajo posible.
142

-Qué quieres que mi...digo, Otto, se quedara...siempre a tu lado.

"Mierda, lo sabe"-pensó Yesenia.

-Ahora haz dicho "Mierda, lo sabe"

-Ya se, ya se, eso no era necesario que lo dijeras.

-Lo siento.

-Por cierto, ¿en donde me encuentro?

Una gran sombra en de imperfecta circunferencia la cubría, pequeños pétalos


rosas llovían sobre ella quedando atrapados algunos en su cabello. Yesenia
miró a su alrededor. Una llanura extensa de espigas doradas y luces titilantes
se perdía en el horizonte frente a sus narices. Su cuerpo se mecía de
izquierda a derecha. El viento hacia ondear su cabello revolviéndolo en su
rostro.
Luis F. López Silva Silencios
-Como te haz desmayado decidimos recostarte en el sillón-columpio para que
descansaras.

-¿Cómo que decidimos? ¿Hay acaso alguien más aquí?

-Si, ha regresado nuevamente él.


143
-¿Quien es "Él"?

-No lo sé. Pero me llama de la misma forma que lo haces tú. Conoce a la
perfección este lugar y el bosque de las sombras.

-¿Y en donde se encuentra?

-Dentro de la casa.

Yesenia se levanto. Se encontraba bajo el gran árbol rosa. Miro a su


alrededor y no vio mas que luces titilantes. Se dirigió al corredor de la casa.
Todo seguía igual. La puerta de la entrada estaba entreabierta, se
escuchaban ruidos dentro.

Abrió la puerta lentamente, el chirrido de las bisagras inundo el interior vacío


del lugar. Dentro de ella, solo había una mesa y una silla de madera. Al fondo,
estaba una estufa oxidada y una pequeña tinaja con agua. Una pequeña
escalera conducía a una segunda planta que parecía ser el ático de la casa.
Las paredes cubiertas de una pintura amarillenta, parecían haberse agrietado
Luis F. López Silva Silencios
con el tiempo y los cuadros que la adornaban no eran mas que marcos vacíos
sin ningún retrato dentro de ellos.

-Ven, arriba.

-¿Qué hay ahí arriba?

-Ahí arriba, esta él. 144

Yesenia un poco cautelosa, entro a la casa. La madera del piso rechino unas
dos que tres veces. Alguno de los maderos se habían levantado y cuando los
pisaba, rechinaban mas fuerte que cualquier otro. La gran ventana cerca de la
puerta, dejaba entrar bastante luz y las sombras de los pétalos del árbol rosa
creaban una sombra que recorrían el piso cuando pasaban frente a ella.
Llegó hasta las escaleras, que parecían no ser muy seguras pues la madera
parecía ser vieja. Al final de las escaleras, en la parte de arriba, una puerta de
madera marrón dejaba escapar por la parte de abajo una tenue luz. Una
sombra cruzo tras la puerta.
Yesenia, intrigada, decidió subir. Llego hasta la puerta. Trago saliva y con las
manos temblorosas giro la perilla. La puerta se abrió lentamente.
Efectivamente, era un ático, todo desordenado y polvoriento. Al fondo, una
vela encendida sobre una mesa y tras de ella una ventana circular dejaba ver el
exterior negro. ¿¡Negro!?.
Corrió rápidamente hacia la ventana, se quedo helada y sin habla. El día
había desaparecido y se había vuelto noche. Las estrellas brillaban en su
esplendor sobre el cielo azul negro y las luces titilantes de la tierra habían
desaparecido. ¿Qué era lo que estaba ocurriendo?
Luis F. López Silva Silencios
Corrió rápidamente hacia la puerta. Asomo la cabeza por sobre las escaleras,
aún era de día. Todo era muy extraño. Subió nuevamente las escaleras y
entro al ático. La puerta se cerro tras de ella. Estaba totalmente confundida,
en la planta baja era de día y en el ático era de noche, todo era demasiado
extraño.
Se acercó nuevamente a la ventana, la vela encendida ardía y proyectaba su
145
sombra sobre unas cajas amontonadas en una esquina.

-¿Qué haces aquí?-pregunto alguien tras ella.

Yesenia se quedo helada. Había alguien más con ella. No era Sue, pues la
voz era diferente. Dio la vuelta lentamente, no vio a nadie.

-¿Qué es lo que buscas?

Un escalofrío le subió a Yesenia por la espalda. Ahora lo escuchaba a su


lado. Miró de reojo a su izquierda, no había nada. Miró de reojo a su derecha,
ahí estaba, otro escalofrío subió por su espalda. Giró la cabeza lentamente.
Se topo con unos ojos verde esmeralda. Yesenia se llevó una gran sorpresa,
era Frank. Frank estaba en su sueño.

-Demonios, no me hagas esto. Casi me matas de un susto.

-Haz sido tu la que ha venido hasta aquí.

-La curiosidad me mataba. Por cierto ¿Qué haces tu aquí?

-Creo que la pregunta mas correcta sería ¿Qué es lo que haces tú aquí?
Luis F. López Silva Silencios

-¿Yo?-dijo Yesenia un poco confundida.

-No te haz dado cuenta, ¿cierto?

-Espera un momento, ¡tus ojos! ¡son verdes! ¿Por qué?


146

-Eso no es lo más importante en este momento. ¿Sue te ha traído hasta aquí?

-Así es.

-Será una traviesa. Ya me la imagino correteando por toda la casa-dijo Frank


riendo-no la podrás detener.

-¿A que te refieres?

-A nada. Por cierto, si estás aquí, es por algo no. Nadie viene hasta mi mundo
así por así.

-¿Cómo que tu mundo?

-Haces demasiadas preguntas y me das tan pocas respuestas.

-¿A caso todo el mundo de abajo es tuyo?

-No, no lo es. Es de alguien más.

-Me confundes. ¿Por qué es de noche acá arriba?

-Si que eres lenta.


Luis F. López Silva Silencios
-¡Oye!

Frank rió socarronamente.-Siento insistir, pero, ¿Qué es lo que haces aquí?

-No lo sé-contesto Yesenia-¿Y tú, que haces aquí?

-Siempre he estado aquí. Te lo he dicho, este es mi mundo. 147

-Mejor me lo explicas, no entiendo nada en cuanto a estos "mundos"

Frank la miró seriamente con un poco de indiferencia. Respiro hondo.-Cada


persona es un mundo, cada mundo es construido por ellas mismas, pero no
todos pueden entrar en su mundo. Además, solo uno de los dos mundos es
reales. Depende de cada persona descubrir cual es el falso y cual es el
verdadero.

-¿Quieres decir que estos sueños no son sueños si no que es la realidad y que
la realidad es un sueño?

-Eso depende de ti.

-¿Y puedo visitar otros mundos?

-No creas que cada mundo es como un planeta al que puedes viajar. Aunque
es posible, no quiere decir que todos puedan hacerlo.

-Pero yo he podido entrar en tu mundo.

-Así es, así como yo puedo entrar al tuyo.

-¿Podré entrar al de Johanna o al de Otto?


Luis F. López Silva Silencios
-No lo sé. Pero algo que si se es que cada mundo es lo que podría o no podría
ser de la otra realidad en un después o en un antes.

-Bien, ya me confundí.

-Que lastima-rió Frank-Bien, creo que tengo que irme y tu también.

148
-Estas tu soñando al igual que yo.

-¿Cómo estas tan segura de que no formo yo parte de tu sueño o tu formas


parte del mío?

Frank se dirigió a la puerta. Yesenia trato de ir tras él pero sus pies no se


movían. Intento gritarle pero no pudo. Frank giro la manilla y abrió la puerta
pero en vez de salir por ella, se comenzó desvaneció en miles de mariposas.
Dirigió una mirada ha Yesenia y murmuro unas palabras que Yesenia no
alcanzó a escuchar. Intento leerle los labios y lo único que logro fue descifrar
la palabra "libro". Logro despegar los pies del piso, dio dos pasos y se sitio
mareada. Cayo al piso inconsciente.

El aire fresco entraba por la ventana. Ya casi eran las tres de la tarde, las
clases habían finalizado. El bullicio en los pasillos regreso nuevamente, el
castigo del señor Cross se había ido.

Abrió los ojos lentamente. La luz entro en sus ojos negro azabache, las
pupilas se le contrajeron. Miro a su izquierda, ahí estaba Johanna.

-¡Yesenia! Haz despertado. Estaba tan preocupada.


Luis F. López Silva Silencios
-¿En donde estoy? ¿Qué ha pasado?

-Te haz desmayado, Otto te trajo al dormitorio.

-¿¡Otto estuvo aquí!?-pregunto exaltada

-Si, ¿Por qué? 149

-¡Dios! Ha visto todo este desorden. ¿Desorden? ¿Y el desorden?

-El lo ha arreglado.

-¿¡También ha ordenado la habitación!?

-Son bromas-dijo Johanna riendo-lo he hecho yo.

-No me asustes así, que me vas a matar.

-Lo siento-dijo Johanna burlándose-pero es que no pude evitar gastarte esa


broma.

-¡Ush!

Yesenia trato de levantarse pero el mareo regreso. Se recostó nuevamente.

-¡Mierda! Aún estoy un poco mareada.

-Mejor descansa. Mañana tendrás que regresar a clases normales.


Luis F. López Silva Silencios
-Cierto. ¿Qué les han dicho ahora?

-De la que te salvaste. El señor Cross nos puso un castigo, que para que te
cuento mejor.

-Ya no me acordaba.
150

-Mejor descansa.

-Sabes Johanna, me le he confesado a Otto.

-¿¡Que!?

-Es que...simplemente paso.

-Esto es genial. Ahora podrán estar juntos.

-Cierto, pero no estoy segura si funcionara. ¿Qué hay si después nos


aburrimos el uno del otro? ¿Qué hay si...?

-No te preocupes-dijo Johanna interrumpiendo-estoy segura de que todo


saldrá bien.

Alguien tocó la puerta pero no espero a que le contestaran y la abrió


bruscamente.

-¿Ya despertó?
Luis F. López Silva Silencios
-¡Otto!-exclamó Yesenia.

-Menos mal, estaba preocupado-dijo Otto, corriendo a abrazarla.

-Estoy bien, no es para tanto.

-Venga, que si lo es-comentó Johanna-Por cierto Otto, ¿Ya ha despertado


Frank? Fui a su habitación pero le encontré dormido. 151

-¿Frank? No, aún no he ido a la habitación, pero ahorita mismo revisare. ¿Te
importa si me voy?

-No hay problema, ve.

-Está bien, regreso de otro rato.


Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 15: ¿¡Qué!?

L
a habitación estaba en total silencio, tanto que la respiración de Frank
152
podía escucharse si se ponía el oído atento.

Frank estaba tendido en la cama durmiendo. Su pecho se hinchaba con cada


bocanada de aire que tomaba. Se veía tan indefenso. Decidió gastarle una
broma. Se acerco lentamente a su cama y se acurruco cerca de su rostro. Se
tapo la boca unos momentos, no podía aguantar la risa, trato de controlarse.
Cuando lo logró, decidió hacerlo, le murmuro unas palabras al oído, Frank
solo rió. Luego, resoplo en su oído, Frank se dio la media vuelta. Finalmente le
grito al oído, Frank se despertó de un solo brinco, asustado, le dejo ir un
puñetazo en el rostro a Otto.

-¡Calma! ¡Calma!

-¡Dios! Eres un idiota.

-Ja-ja-ja Lo siento, pero no pude evitarlo.

-Te pude haber destripado la boca.

-Pero no lo hiciste, eres tan torpe como siempre.


Luis F. López Silva Silencios
-Si como sea. Por cierto, ya que estas acá, dime, ¿Haz conseguido el libro?

-¿Qué libro?

-¿¡Se te ha olvidado!?

153
-Calma ja-ja-ja, que no es así, aquí lo tengo.

-¡Un día de estos vas a matarme! ¡Presta para acá!

-Mira que no fue tan sencillo.

-¿Ha pasado algo?

-Encontrarlo entre tanto desorden fue una proeza, además Johanna casi me
descubre pero nada que no pudiera controlar.

-Mas vale. Ahora hay que llevárselo a Fedore y que el se lo entregue a…

-Con respecto eso, Victorique me ha pedido que vayamos a visitarle

-¿¡Qué Victorique quiere qué!?

-Lo se, también a mi me causa pánico. Le he dicho a Fedore que iríamos.

-¿Cuándo?
Luis F. López Silva Silencios
-Dentro de cinco meses.

-¿¡Cinco meses!? Estas loco si crees que iré, cinco meses no son suficiente
tiempo para preparar mi conciencia he ir. Victorique me da...miedito.

-No eres el único. Pero debemos ir, además, llegamos así con la excusa de
darle el libro. Tal vez no nos haga nada cuando sepa que lo hemos 154
recuperado.

-Eso espero.

En la noche:

-Chicos-dijo Gael, recostado en su cama.

La habitación estaba totalmente oscura. El reloj rondaba las once de la


noche y su tic tac rompía el tenue silencio en la oscuridad.

-¿Qué pasa?-contestaron ambos.

-Tengo que confesarles algo.

-¿Eres gay?-dijo Otto.

-Venga, no seas idiota. Es otra cosa.


Luis F. López Silva Silencios
-¿Entonces que es?-dijo Frank riendo.

-Johanna lo sabe.

-¿El que?-pregunto Frank inquisitivo.

155
-Que es lo que realmente somos.

-¿¡Que!? Pero…¿Cómo?-espetó Otto, levantándose estrepitosamente de la


cama y encendiendo la luz.

-Pues yo… se lo he contado.

-No se si golpearte o matarte o ambas cosas-dijo Frank

-Se que es una locura, pero podemos confiar en ella.

-¿Qué tanto le dijiste?

-No mucho.

-Espero y no haya ningún problema. Involucrar a mas personas podría ser


peligroso y lo sabes-expreso Frank.

-Lo sé, pero me hago responsable de lo que he hecho.


Luis F. López Silva Silencios
-Bueno, lo hecho esta hecho-dijo Otto-no nos queda más que confiar en
Johanna.

-Solo eso nos queda…-dijo Frank

156
Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 16: Sueños del pasado.

La noche fue fría y bastante lluviosa. La neblina cubría el viñedo en su


157
totalidad. El árbol de duraznos rebosaba de vida con sus frutos rosa pomelo
colgando y desafiando a la gravedad. Los pájaros, en su copa cantaban y
revoloteaban esperando con ansiedad la salida del sol. Era de esos días en
los que deseas permanecer acobijado todo el tiempo, sentado en un sillón
grande y cómodo, con una taza de chocolate con malvaviscos calentando las
palmas de las manos, mirando por una enorme ventana a la bruma pálida y a la
vida pasar.

La habitación estaba cálida, como siempre. La librera, llena de enciclopedias


y libros novelísticos, hacia un esfuerzo por no desplomarse. Todos de Frank,
pues era el único que le gustaba leer. Sonó el despertador, faltaban diez
minutos para las 6 de la mañana, Frank se despertó temprano aunque no
acostumbraba a hacerlo, pero hoy era un día bastante especial. 12 de Mayo,
¿Por qué era esa fecha tan importante?.

-¡Demonios!, calla a esa maldita cosa-balbuceo Otto entre dormido y


despierto-.

-Ya, ya, calma.


Luis F. López Silva Silencios
Frank se levanto rápidamente de la cama, si se quedaba ahí acostado sabia
muy bien que se volvería a dormir. Gael aun dormía como una roca. Otto,
durmiendo boca abajo hacia un sonido extraño con la boca como si chupase
algo. ¿Estaría soñando con comida?

Se metió rápidamente al baño. El agua caía tibia eh incitaba a quedarse bajo


158
aquella regadera toda la mañana, pero no, no era posible, Frank tenia que
apresurarse o no podría hacer lo que tenía que hacer ese día.

Era un día domingo, no habrían clases. Frank se puso una camiseta blanca y
un suéter Calvin Klein negro con cremallera, un pantalón blanco azulado y su
gorra. Como siempre, por ser delgado, la ropa pasaba de su cintura
cubriéndole el trasero haciendo que este le resaltara mas de lo habitual. Era
una constante pelea contra la ropa, pero ya se había acostumbrado a eso y a
la loca costumbre que Yesenia tenia cuando lo miraba así; "Tocarle el trasero
al menor descuido".

Salió a toda prisa del cuarto, rogándole a Dios por que Argelia aun
estuviese dormida y no cuidando el portón de la entrada como normalmente lo
hacia. Mientras caminaba por los pasillos, en una intercepción se encontró
con alguien.

-¡Johanna!-Exclamo Frank-No sabia que también madrugaras.

-A, hola Frank-Contesto aun un poco adormitada-Es que desde las cinco
de la madrugada no podía conciliar el sueño.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Y Yesenia sigue dormida aún?

-Duerme como una roca.

-Si, ambos son mas que iguales, el uno para el otro-murmuro Frank

159
-¿Y cual es el otro?

¡Mierda!, lo había escuchado. Tenia que pensar en vos baja mas a menudo,
rápido, que excusa le inventaría. Algo que no sonara tan estúpido.

-Yo soy el otro.

-No, eso sonaría estúpido- Esperen, eso no lo dijo Frank. ¿Quien


interrumpía los pensamientos de él entonces? Frank giro y vio a Otto parado
detrás de el. Llevaba puesto un pants bastante holgado de color gris, una
camisa blanca holgada bastante cómoda, el pelo aun todo enmarañado y la
cara un poco adormitada.

-Yo soy el otro-dijo Otto apoyando desde atrás los brazos en los hombros
de Frank y acomodando la cabeza en el hombro izquierdo. Otto bostezo y se
froto los ojos-¿Hay algún problema con eso?.

Johanna se quedo parada sin formar ni un gesto con sus labios. Ella ya tenia
bien en claro a quien amaba y a quien olvidaba, pero aun le molestaba un poco
la actitud con la que Otto tomaba las cosas.
Luis F. López Silva Silencios
-Otto, deja de pelear-reclamo Frank

-Esta bien, esta bien. Me voy, aun tengo sueño-Otto quito los brazos de los
hombros de Frank.

-¿Te levantaste solo a decir eso?-pregunto Frank con tono molestamente


160
dudoso.

-No...es solo que desperté y ya no te encontrabas en tu cama y pensé que…-


Otto se quedo callado.

-No te preocupes, te traeré lo que me pediste de Badalona.-Interrumpió


Frank, comprendiendo la estupidez de Otto.

-Claro-Dijo Otto un poco avergonzado.

Camino directo a su habitación. Sabia que estuvo a punto de decirlo. Sabia


que Frank lo había cubierto. Era mas que evidente que no se podría contener
más. Frank y Johanna quedaron solos. Hubo un momento de silencio
bastante incomodo.

-Lo siento, siempre se despierta de mal humor-Dijo Frank rompiendo aquella


incomodidad.

-No te preocupes, ya no es que me afecte. Un así…

-Daña...lo se…-dijo Frank con un desaire bastante nostálgico y triste.


Luis F. López Silva Silencios

Hubo otro silencio bastante incomodo. Agotador. Frank había dado justo en
el clavo, Johanna lo sabía. Pero el amor hacia Otto que Johanna sentía ya se
había debilitado hasta el punto de considerarlo únicamente un amigo de los
mas cutres. Tal vez menos que un amigo. Ahora a quien amaba locamente era
a Gael. El también la amaba y ella lo sabia. Ambos eran mas que felices
161
además de que Johanna estaba consiente de que Otto amaba a Yesenia y
que cabía la posibilidad de que ella también lo quisiese. Ya no era algo que a
ella le preocupase.

-Si...duele.-Johanna se froto los ojos y dejo atrás la cara triste, cambio


rápido de tema, fingiendo poca importancia a lo sucedido- Por cierto, hacia
donde te diriges.

-Ah si, por poco lo olvidaba, voy hacia Badalona, necesito hacer una
compras. Hoy es el cumpleaños de Yesenia.

-!Por Dios¡, lo había olvidado-Exclamo Johanna de forma escandalosa-


¿Puedo acompañarte?

-Claro, por que no.

-Por cierto, ¿como pensamos salir de este manicomio, Argelia no nos lo


permitirá?.
Luis F. López Silva Silencios
-¡Demonios!-un punto a favor de la pregunta de Johanna, Frank lo había
olvidado. Ya había pasado media hora desde que salió y dentro de cinco
minutos Argelia estaría en el portón.-Tengo una idea-agregó.

Salieron del edificio. Atravesaron el viñedo y pasaron junto al árbol de


duraznos. El bosque de coníferas se hacia cada ves mas cercano y los
162
imponentes árboles parecía crecer de forma acelerada. Lirios, miles y miles de
lirios que cubrían la base de los imponentes árboles y su olor dulzón no se
hacia esperar. Cruzaron el bosque, tratando de alejarse del sendero que
llevaba al manantial. Llegaron a un claro, al fondo, se podía ver una verja de
tres metros y medio de altura, un poco oxidada por el tiempo y la lluvia.

-Estas loco si crees que voy a saltarme esa cosa.

-Y quien dijo que saltaríamos sobre ella-Frank retrocedió unos pasos y


extendió sus enormes alas con una majestuosidad inigualable. Parecían
atravesar la ropa que llevaba puesta. Aquellas alas que comenzaban en su
espalda se veían tan fuertes y delicadas a la vez. Parecían alas de un ángel,
formada de miles y miles de mariposas rojas. Johanna lo miro sorprendida. El
color en los ojos de Frank había cambiado a rojo.

-No se por que esto aún me sorprende.

-Bueno, estas lista.

-¿Para que?
Luis F. López Silva Silencios
Frank tomo de la cintura a Johanna. Movió sus alas y en un abrir y cerrar de
ojos estaban surcando el cielo. La vista era sorprendente. El bosque, el
viñedo, el árbol de duraznos, el internado. Todo en conjunta armonía con el
lugar. Johanna apuñaba los ojos con todas sus fuerzas, no sabia a que altura
se encontraban pero parecía mejor no saberlo. Frank descendió en picada y
unos metros antes de llegar al suelo dio un giro de noventa grados. Toco el
163
suelo de forma sublime, bajando a Johanna lentamente de sus brazos. Sus
alas comenzaron a desvanecerse. Las mariposas lo rodearon y sus ojos
cambiaron de color, tornándose de rojo encendido a su color natural, cafés.

-Y bien, que te pareció el paseo.

-Eres un idiota-dijo Johanna tratando de sonar disgustada pero a la vez


graciosa-por poco y me matas de un susto.

-Ja-ja-ja que bueno que te gusto.

-Bueno mejor apresurémonos-dijo Johanna alejándose lentamente del lugar-


la parada de autobuses esta cerca.

Los chicos llegaron a la parada de autobuses. Estaba totalmente sola. Solo


ellos dos. A Johanna se le cruzaban tantas cosas por la mente. El secreto
que ella guardaba, la verdadera apariencia de Gael. Todo le merodeaba en la
cabeza de forma acelerada. Ahora ella formaba parte de eso y no tenia
escape alguno.

-Por que no se lo han dicho aún-Dijo Johanna rompiendo el silencio


Luis F. López Silva Silencios

A Frank le cambio la cara repentinamente, su rostro, su rostro mostraba


perfectamente lo sorprendido que estaba. Johanna lo había dicho. Pero como
era posible, ¿Se refería realmente a Eso? ¿lo había averiguado ella de algún
lugar?, ¿Otto se lo habría dicho en algún momento? ¿O también le había dicho
esto Gael? No, ahora ella también corría peligro. Saber mas de lo que se le
164
había dicho suponía un gran cargo.

-¿A que te refieres?-dijo Frank fingiendo indiferencia

-Vamos Frank, ya no trates de ocultarlo. Lo se todo. Se que Otto, Gael y tu


son parte de los Desterrados, del grupo de los buenos supongo. También se
que Yesenia morirá de alguna forma u otra, se que ella no lo sabe.

-Te lo dijo el idiota de Gael, verdad-Exclamo Frank algo furioso, exigiendo


una respuesta-el tenía que hablar más de la cuenta. ¡Genial!

-No tienes que culparlo a el, yo le obligue a que me contara todo. Al principio
solo me dijo lo que eran pero necesitaba saber más. Tenia derecho a saberlo.

-Tu no tenias nada que ver en esto

-Si, si tenia que ver mucho en esto. Desde el momento en que enamore de
Gael…

Nuevamente Johanna tomo a Frank desprevenido. Su rostro cambio. Un


recuerdo se le vino a la mente.
Luis F. López Silva Silencios

Antes de el Gran Conflicto:

-Otto, nos meteremos en problemas por esto-Murmuró Frank.

-Ya cállate, si no quieres hacerlo no lo hagas


165

-Esta bien, iré contigo. Pero si nos descubren tu tendrás toda la culpa.

-Si como sea. Ahora, tratare de verla en el gran cerezo. Dile que ahí la
espero.

-Esta bien, pero no hagas ninguna estupidez de lo que podamos lamentarnos


luego.

Frank dejo a Otto. Extendió sus alas y se alzo en vuelo. Voló por al menos
unos cinco minutos. A lo lejos se observaba una pequeña aldea. Un techo
rojizo resaltaba de entre todos los demás, una casa hecha de barro firme que
resaltaba de entre las demás hechas de paja, ahí estaría ella. Frank descendió
rápido pero cauteloso, cuidando de que nadie lo mirase. Llego a la ventana de
su habitación.

-Yesenia-dijo Frank, murmurando

Yesenia se acerco a la ventana cautelosa.-Ah eres tu-dijo, relajándose un


poco-¿que pasa?.
Luis F. López Silva Silencios
-Otto quiere verte bajo el gran cerezo.

-Y como piensas que llegaré hasta ahí, esta demasiado lejos.

-Tengo alas, ¿recuerdas?.

166
-Ups…

Frank cogió a Yesenia entre sus brazos. Se elevo rápidamente y en menos de


veinte minutos se encontraban sobre el gran cerezo. Un árbol enorme y
hermoso, su copa prominente cubierta de flores rosas encajaban
perfectamente unas sobre otras. Frank descendió sigiloso, cuidando que
nadie más los viera.

-Otto-Dijo Yesenia, feliz de verlo.

Ambos corrieron al encuentro, fundiéndose en un beso apasionado he


interminable. Parecían un solo ser que se movía por el amor mutuo que ambos
sentían. Era realmente enternecedor.
La luz de la luna llena que atravesaba tenuemente la copa del gran cerezo
daba mas realce a la escena. Parecía que ambos no se habían visto en años,
aunque cuando se esta enamorado, un día parece una eternidad.

-Te extrañé tanto.

-Solo ha sido un día.


Luis F. López Silva Silencios
-Sabes que no puedo vivir sin ti

-Eres eterno, por si no lo recuerdas

Ambos rieron. La típica actitud de Yesenia siempre conllevaba una broma en


cualquier situación que era reconfortante escuchar de vez en cuando.
167

-Por Dios Otto apresúrate.

-Ups, claro

-¿Que pasa?-dijo Yesenia desconcertada

-Necesito proponerte algo.

Yesenia lo miro un poco desconcertada.-Que tal si dejo mi estatus y me


vuelvo humano, así ya no tendríamos que vernos de esta manera. Podríamos
ser felices…

-No-interrumpió Yesenia un enfadada-no quiero que renuncies a algo que


también te gusta.

-Te lo dije, ella no lo aceptaría tan fácil.

-Frank tiene razón, además, me he enamorado de este Otto, de lo que eres


ahora.
Luis F. López Silva Silencios
-Pero…

-Pero nada y punto-dijo Yesenia dando por cerrado el caso-tienes que darte
cuenta que no me interesa si eres humano o no, únicamente me interesa lo que
somos.

168
De repente, una brisa fría como el hielo bajo por la copa del cerezo. La luna
se torno roja y las nubes comenzaron a brotar de la nada. Un torbellino de
libélulas y mariposas cubrieron aquel lugar. Otto abrazo a Yesenia y Frank se
coloco delante de ellos con sus alas extendidas listo para lo que pudiese
suceder.
De la bruma de libélulas y mariposas surgieron seres de alas extensas,
diferenciándose de estatutos por la composición de sus alas. Los que tenían
libélulas azules formadas en sus alas eran el rango menor y los que las tenían
compuestas por mariposas rojas eran de rango mayor.

-Con que aquí estaban, pedazos de idiotas-Dijo alguien tras el manto de


oscuridad de la noche.

-A con que eres tu Gio-inquirió Otto-Ya decía que apestaba a


podredumbre.

-No solo el se encuentra acá.- Otra voz, un poco mas imponente sonó a lo
lejos.

-¡Aarón!-exclamo Frank un poco sorprendido


Luis F. López Silva Silencios
-Silencio-exclamo Aarón-.Desde el inicio de los tiempos, nosotros los
guardianes, hicimos un pacto con Él Gran Señor del Universo, se nos
permitiría vivir en la tierra, pero no haríamos contacto afectivo con ningún ser
humano. Ustedes, han quebrantado la ley-No serán eximidos de su castigo.

-Pues haz de castigarme a mi-sugirió Otto, mas que una sugerencia parecían
169
ordenes aquellas palabras-Frank y ella no tienen que ver absolutamente nada,
yo los he metido en todo esto.

-No cargaras con toda la culpa-habló Yesenia-Yo también soy tan culpable
como él.

-Todos ustedes serán castigados. Tu, serás desterrado por haberte


enamorado de una humana. En cambio tu, humana asquerosa, morirás
eternamente reencarnando cada ciertos años según tu edad. Arderas en las
mismísimas llamas que su estúpido error ha causado.

-Espera, no podemos hacer eso, dijo alguien desde atrás.

-Quien osa a cuestionar mis dictámenes.

Dos seres, con alas azuladas surgieron desde atrás. Un chico y una chica.

-No les podemos hacer eso, es demasiado-Exclamo la chica, mientras


caminaba hacia Yesenia.

-Cierto, va contra todos nuestros principios-dijo el chico.


Luis F. López Silva Silencios

-Entonces ustedes serán también desterrados. Todo aquel que se oponga,


sufrirá el mismo castigo.

Una multitud se opuso sabiendo las consecuencias. Muchos de ellos sabían


que lo que le iban a hacer a aquellos chicos era cruel y no estaba correcto así
170
que se opusieron sin pensar las consecuencias. Gio, quien en un principio los
había delatado, pensó por un buen rato, pero al fin de cuentas termino
oponiéndose, a sabiendas de lo que le esperaba. El sabia de que ese castigo
era de lo mas cruel además de el hecho de que el no esperaba que se
condenaran así los de su especie. Aarón, furioso por aquella rebelión no tuvo
mas remedio que desterrar a todos aquellos que se le opusieron.

-Entonces, todos ustedes serán desterrados sin perdón alguno. En cambio


tu, humana insignificante, vivirás condenada para toda la eternidad. Algún día
cargara en tu conciencia todo este caos y sabrás el problema que has traído a
esta raza.

-No puedes hacerle eso-Exclamo Frank-Ella no tiene nada que ver en esto.

-Claro que si tengo que ver en esto. Desde el momento en que me enamore
de Otto...

Aarón, sin inmutarse, extendió sus alas. Alzo sus manos y luego las dirigió
hacia Yesenia. Una oscuridad impenetrable la envolvió. Comenzó a arder en
llamas insaciables. Yesenia gritaba de dolor. El olor a carne quemada no
Luis F. López Silva Silencios
tardo en hacerse sentir. Frank no lo soporto mas, no soportaba ver a su amiga
sufrir. Extendió sus alas.

-Frank-grito Otto, a quien lo envolvía un llanto evidente por el destino que


sufría su amada.-¿que haces?

171
-Si no piensas detener esto tu, lo hare yo, no lo soporto más.

-Pero si lo haces…

-No me importa. Cuídate-murmuro-hasta pronto.-Frank se abalanzo sobre el


cuerpo en llamas de Yesenia, quien daba gritos de dolor. Envolvió con
aquellas alas frondosas el cuerpo de Yesenia y poco a poco las llamas fueron
cesando. Otto dejo escapar un grito de negación, no podía creerlo, dos
perdidas importantes en su vida, no sabia si lo podría soportar.
Yesenia ardía junto a Frank, las llamas comenzaban a ceder ante el poder de
Frank. Era evidente que nada acabaría bien.

-¿Por que lo haces?-dijo Yesenia sollozando.

-Esto no puede suceder así, tu no tienes la culpa de esto.

-La única culpable soy yo, enamorarme de el fue…

-Fue lo mejor que pudiste haber hecho.


Luis F. López Silva Silencios
Una explosión resonó entre el bosque. Una luz intensa ilumino la escena por
unos momentos. Ambos cuerpos se desvanecieron en miles de mariposas
rojas que se elevaban hasta lo alto del cielo, que poco a poco desaparecían
como llamas que se extinguían. El silencio volvió a reinar bajo el gran cerezo.

Presente:
172

-¡Frank!, despierta bobo, que aquí esta el autobús.

Frank reacciono bastante apresurado. El recuero fue tan vivido que no había
podido escuchar a Johanna terminar lo que tenia que decir. Ya tenia bastante
cosas en la mente como para preocuparse de que alguien mas lo supiese. Pero
le reconforto un poco saber de que fuese Johanna quien lo sabia y no alguien
mas inapropiado.

Los chicos subieron al autobús. Los asientos del fondo se encontraban


vacíos. Decidieron sentarse al fondo. No es que hubiese muchas opciones en
donde hacerlo, pero era mucho mejor que ir parados. Todo el camino hubo un
silencio penetrante, bastante incomodo. Frank miraba por la ventanilla con la
mirada perdida pensando en quien sabe que. Johanna quería decirle algo,
pero no encontraba mucho de que hablarle. Parecía tan molesto, no sabia si
era por que Gael había abierto la boca ó por que fuese ella quien lo
escuchara.

-Oye-rompió Johanna el silencio-no te preocupes, no se lo diré a nadie.

-Lo se. Lo que me preocupa es…


Luis F. López Silva Silencios

-Estaré bien-lo interrumpió-no creo que alguien sepa que una persona tan
ordinaria como yo, sepa que yo lo se.

La explicación había sido lo mas clara. Era una razón mas que razonable para
hacer entender a Frank de que nada malo sucedería por que ella lo supiera.
173
Es mas, podría ser hasta beneficioso. Al menos tendría a alguien que lo
escuchara de vez en cuando.

-Claro…lo siento.

Las compras fueron rápidas. Un pastel de la pastelería "Piffle" ya que


lastimosamente no había pastelería "Puffle" en la ciudad, pero cabía
conformarse. Unas cuantas golosinas y bolsa, muchas bolsas con
ingredientes para una comida que Johanna prepararía. Claro, no faltarían los
ingredientes para el Baumkuchen.

-Esto pesa demasiado, por que no tomamos un descanso-sugirió Frank.

-Eres un haragán.

-¡Pero si eres tu la que no lleva un una sola bolsa!

-Vamos, que no es para tanto.

-Necesito un descanso, además no he desayunado.


Luis F. López Silva Silencios
-Esta bien, vamos a desayunar y luego tomamos el autobús.

-Prefiero que llevemos algo para comer cuando lleguemos, si me muevo de aquí
mas de diez metros te juro que me desmallo.

-Buena idea, mejor comprare algo para llevar. ¿Qué se te antoja?


174

-Un omelet sería perfecto.

-Bien, regreso en un momento.

Mientras Frank esperaba, su teléfono sonó. El típico tono del Nokia Tune.
Era Otto.

-¿Qué quieres?

-Deberías de apresurarte. Hay cazadores por todas partes.

-¿De que estas hablando?-dijo Frank, preocupado.

-Ya casi es la hora. Pronto sucederá de nuevo.

-¿Cuánto tiempo?

-Algunas seis horas

-¡Demonios! Esta bien, dame una hora.


Luis F. López Silva Silencios

-Claro, apresúrate.

Genial, solo esto faltaba. Estaba a punto de suceder nuevamente. Pero esta
vez no lo permitirían. Ya era tiempo de romper ese ciclo, no dejarían que
Yesenia muriera nuevamente. Era ahora o nunca.
175

Johanna finalmente llegó en diez minutos que parecieron interminables.

-¡Dios! Tan pronto-dijo Johanna.

-Lo se, hay que apresurarnos, iremos volando.

-Pero no podrás cargar con todas estas cosas.

-No te preocupes.

Frank hizo algo que dejo un poco perpleja a Johanna. Un cubo verde
transparente envolvió a las bolsas y las redujo de tamaño, tanto, que cupieron
en el bolsillo de Johanna.

-¿Por qué demonios no hiciste esto desde antes?

-Es demasiado peligroso, cada vez que lo hago estoy dando mi posición a los
cazadores. Si me encuentran, nos meteríamos en problemas.

-¿Quiénes son ellos?


Luis F. López Silva Silencios
-Los que se encargan de matar a Yesenia.

Llegaron al internado en un santiamén. Todo parecía estar normal. Entraron


a los dormitorios corriendo. Todos se encontraban reunidos en la habitación
176
de los chicos.

-Ha pasado algo.

-Aún no-contesto Sergio.

-¿Y Yesenia?-dijo Frank

-Se encuentra con Otto. Creo que, planea hacerlo.

-¿¡Se lo contará tan pronto!?

-¿Eres un idiota o qué?-espetó Fabiola-por si no te has dado cuento, este


día cumple 16 años Yesenia. No falta mucho para que...tu sabes.

-¿Qué hay de Nicole?

-Ha desaparecido en las horas de la madrugada. No sabemos nada de ella.

-Estoy seguro que ha sido todo obra de Gio-espetó Gael, furioso-.

-Me pregunto como le estará yendo a Yesenia y a Otto.

-Me preocupa como pueda reaccionar ella


Luis F. López Silva Silencios

-¿Por qué lo dices?-inquirió Sergio

-Si ella lo toma a mal, todo podría adelantarse y las cosas saldrían mal-afirmo
Fabiola.

177
-Espero y no sea así.

La mañana era más que perfecta. Las nubes se habían esfumado. El árbol de
duraznos rebosaba de vida con su follaje verde y sus frutos rosa pomelo
colgando de sus ramas. El cantar de los pájaros contrastaba alegremente con
el paisaje. El bosque de coníferas, se alzaba imponente, verde en su totalidad.

-No abras los ojos aún.

-Pero dime, ¿Qué es?

-Calma ya veras. O mas bien, escucharas.

Cruzaron todo el bosque de coníferas. Se adentraron bastante, cruzaron


campos llenos de flores amarillas, grandes arboles frutales y unos cuantos
arroyos. Finalmente llegaron.

-Bien ya puedes abrirlos.


Luis F. López Silva Silencios
Un acantilado se mostro frente a los ojos de Yesenia. Era una vista
espectacular. Los pájaros volaban tan cerca, el bosque se extendían abajo y
parecía no tener fin. Se podía ver el manantial desde el lugar y también la
calle. Ere hermoso.

-Esto es precioso.
178
-Verdad que sí.

-¡Gracias! Es un regalo muy especial.

-¡Momento! Este no es tu regalo.

-¿A, no?

-No, cierra tus ojos.

-¿Otra vez?

-¿¡Quieres tu regalo o no!?

-Si, si ¡Ush!

Yesenia cerro sus ojos. El viento acariciaba su rostro y hacia bailar sus
cabellos en el aire. Otto la tomó por la cintura y la abrazo fuerte. Yesenia
sintió un cosquilleo en el estomago, sintió el cuerpo más liviano. Se vio
tentada a abrir sus ojos pero se forzó a no hacerlo hasta que Otto se lo
pidiera.

-Bien, ya puedes abrirlos


Luis F. López Silva Silencios
Yesenia los abrió lentamente. El bosque parecía haberse hundido un poco
mas, los pájaros volaban más bajo, el manantial parecía haberse hecho mas
pequeño. Esperen un momento, todo seguía igual, lo que pasaba era
que…¡estaban volando! Pero ¿¡Como!?. Yesenia dejo escapar un grito de
pavor y se aferro a Otto tan fuerte como pudo.

-¡Calma! ¿Te encuentras bien? 179

-¡Me voy a morir!

-Claro que no-dijo Otto riendo- Venga, abre tus ojos.

-¿¡Que demonios está pasando!?

- ¿Confías en mí?-murmuro Otto-si es así, abre tus ojos lentamente, mírame.

Yesenia lo pensó seriamente, le aterraba la idea de hacerlo pero necesitaba


saber lo que pasaba. Finalmente decidió abrirlos y se encontró con los ojos
verdes de Otto.

-Lo vez, no pasa nada.

-¡Estamos volando!

-Eso parece.

-¡Bájame, bájame, bájame!

-Esta bien, ya voy.


Luis F. López Silva Silencios

Otto bajó lentamente hasta tocar el suelo. Yesenia lo tenía bien abrazado
que sentía que le asfixiaba. Cuando sus pies tocaron las duras rocas
finalmente le soltó.

Yesenia abrió sus ojos y se topo con Otto. Grandes alas rojas salían de su
180
espalda. Su cuerpo no tocaba el suelo y sus ojos parecían ser mas verdes que
antes. Una gran inseguridad se apodero de ella. ¿Qué estaba sucediendo?
¿Qué era todo esto?

-Yesenia, yo…

-¿Quién demonios eres? ¿Qué has hecho con Otto?

-Yo soy Otto. Mírame.

-¿Qué es lo que esta pasando?

-Déjame que te explique.

-¿¡Explicarme qué!?-espetó furiosa. ¿¡Que demonios eres!?

-Si me dejas que te explique todo se aclarará-dijo Otto acercándose a ella.


Yesenia retrocedió unos pasos-Por favor, permítemelo-murmuro.

Yesenia se quedó pasmada. Era demasiado. Se sentó unos momentos sobre


una roca. Hubo un silencio agotador. La tensión era demasiada. Estaba tan
Luis F. López Silva Silencios
confundida que no sabía que hacer. Aquellas alas se parecían a su sueño;
aquel Otto era el que aparecía en sus sueños. ¿A caso se estaba volviendo
loca?

-Bien-dijo finalmente, después de un largo rato-dime lo que tengas que


decirme.
181

El rostro se le ilumino a Otto. Parecía que las cosas mejoraban.-¿Sabes lo


que soy?

-¡Es lo que he estado preguntando, maldita sea!

-Esta bien, pero cálmate.

-Yo soy un Ángel.

-¿Un ángel? ¿A caso esto es una broma?

-Se que suela estúpido, pero tengo pruebas. Mira estas alas que salen de mi
espalda, son verdaderas.

Otto se sacó su camisa. Las alas comenzaban desde su espalda y terminaban


en finas puntas rojas. Las plumas se veían brillantes y adornadas por un
patrón muy extraño, ¿mariposas?. Era increíble, Yesenia lo miró pasmada.

-Entonces, esto es de verdad.


Luis F. López Silva Silencios
-¿Quieres alguna otra prueba?- dijo Otto. Sus alas comenzaron a
desvanecerse en miles de mariposas, como en el sueño de Yesenia. Esto la
dejo más sorprendida aún. Eran demasiadas cosas, necesitaba digerirlo
rápidamente o le estallaría la cabeza.

Otto sacó de su bolsillo un libro violeta. Una mariposa forjada en su portada


le adornaba y sus hojas amarillentas parecían ser muy antiguas. 182

-¿Se te hace familiar?

-¡El libro!

Otto sacó la foto del interior. Una fotografía en blanco y negro muy antigua
tenía retratada a tres personas jóvenes.

-¿Sabes quienes son ellos?

-La primera vez que la vi, pensé que éramos nosotros.

-Pues estas en lo correcto, somos nosotros.

-¿Estas loco, cierto?

-Esta foto fue tomada en 1978, cuando vivíamos en Ucrania.

-No puede ser cierto. ¡Jamás he visitado Ucrania!

-Si he de seguir con esto, necesito que me creas de una vez por todas. Te lo
diré una sola vez, pero prométeme que no te alteraras.

-¡Bien!
Luis F. López Silva Silencios
Otto respiro profundo. Estaba a punto de soltar toda la verdad, una verdad
que podía ser demasiado peligrosa, pero era necesario hacerlo.

-Frank y yo somos ángeles, ángeles caídos para ser mas exacto. En los inicios
de la creación fuimos condenados a ser desterrados del cielo como castigo
por nuestro pecado. Te preguntaras el por qué no somos demonios del
ejercito de Lucifer. 183

-Así es.

-Pues nosotros no fuimos los que cometimos el pecado en un principio. Luzbel


, quien en un principio se opuso a todo fue desterrado por Dios. Muchos se
opusieron y hubo una guerra, el cielo contra el infierno. Participamos en esa
guerra, lastimosamente estuvimos todo el tiempo en el bando equivocado y a
consecuencia fuimos desterrados.

-¿Pero por qué no están en el infierno?

-Nuestro castigo fue menor. Dios nos permitió habitar en la tierra, pero no se
nos permite ingresar al cielo. Además hay ciertas reglas para permanecer aquí.
Después de la gran caída se formaron clanes de ángeles. Nosotros
pertenecíamos al clan de Aarón.

-¿Nosotros? ¿Quiénes más están metidos en esto?

-Frank, Gael, Sergio, Fabiola, Nicole, Gio y otras personas más


Luis F. López Silva Silencios
-¿¡Gio!?

-El es otra larga historia que Frank se encargará de contártela más tarde.

-¿Pero por qué me lo cuentas ahora? ¿Por qué Frank jamás me lo había
mencionado?
184

-Aquí viene lo más importante. Si te lo decíamos antes, mueres.

-¿Perdón?

-Como la creación recién había ocurrido, una de las reglas para permanecer
en cada clan era no formar vínculos afectivos con los seres humanos. Pero
hubo alguien que quebranto esas leyes.

-¿Quiénes fueron?

-Nosotros. Haberme enamorado de ti y el que Frank haya entablado amistad


contigo fue en cierta medida una tentación a la desgracia de muchos.

-¿Pero que tiene que ver los demás en esto?

-Se opusieron. Creyeron que el castigo era demasiado, Aarón no lo soportó


mas y nos expulso a todos. ¡Si el idiota de Gio no hubiera abierto su bocona!
Por causa de él Aarón se dio cuenta.

-¿Pero que tiene que ver todo esto conmigo? Se supone que si así sucedió yo
ya debería estar muerta, la creación fue hace milenios.
Luis F. López Silva Silencios

-Tu también fuiste condenada. Aarón pensó que el mejor castigo era que tu
murieras cada 16 años y sufrieras eternamente. El caso es que la única que
sufre no eres tú. Siempre que sucede, vuelves a reencarnar, tengo que
volverte a enamorar y vuelves a morir, es algo frustrante. Así el ciclo no se
rompería, de lo contrario, si te enamoraras de alguien más tu vida sería larga,
185
vivirías como una persona normal.

-¿Y que hay de malo vivir como alguien normal?

-En ese caso, cuando mueras, los cazadores se encargarían de llevar tu alma
al mismísimo infierno. ¿Sabes por que este libro es importante?

-No, dímelo tú.

-Aquí esta contenida toda nuestra vida. Si este libro cayera en manos
equivocadas sería el fin de tu vida y de la de Frank.

-¿Frank?

-¿Te haz percatado de que Gael y Yo tenemos ojos verdes?-Yesenia se


quedó pensativa, lo que decía Otto rea cierto. Pero, eso no explicaba nada-
Sergio los tiene azules moteados con verde al igual que Fabiola. ¿Por qué
crees?

-No lo sé.
Luis F. López Silva Silencios
-Dos símbolos separaban a los ángeles de alto rango de los de bajo rango.
La mariposa roja y la libélula azul. El color de sus alas sería según el rango al
que pertenecían así como el color de sus ojos. Fabiola y Sergio pertenecen al
rango bajo, por lo tanto su símbolo es la libélula al igual que Gio.

-Pero tú y Gael los tienen verdes. ¿No deberían ser rojos?


186

-Lo eran. Cuando nos desterraron se nos quito esas características, así
Aarón diferenciaría quienes eran los desterrados de su clan. Los de rango
bajo conservan el color de sus ojos puesto que no eran quienes quebrantaron
las leyes. Ellos tienen una oportunidad de regresar. Las motas verdes en sus
ojos indican que tiene un contrato, un contrato con Frank y conmigo. Por eso
ahora su símbolo son una mariposa y una libélula. Ellos además de su poder,
dependen del nuestro.

-¿Qué hay de Frank? Sus ojos son cafés.

-Es por que él es un mortal. Un ángel atrapado en el mundo de los mortales.

-Esto es tan confuso.

-Lo se, pero es necesario.

-¿Por qué Frank…?

-El, al igual que tú mueren cada 16 años. El muere junto a ti, de lo contrario tu
muerte sería lenta, duraría 15 años.
Luis F. López Silva Silencios

-¿Y como se supone que muero?

-En llamas. Tu cuerpo es incinerado. Los cazadores se encargan de ello.

Todo daba vueltas en la cabeza de Yesenia. Era demasiada información.


187
Hasta hace unos minutos era una chica normal, con una vida normal, pero
ahora, era la causante de una desgracia. ¿Qué se suponía que pasaría ahora?

-Entonces ahora debo morir-dijo Yesenia sollozando.

-Te equivocas-espetó Otto-esta vez será diferente.


Luis F. López Silva Silencios

Capítulo 17: Planes vitales.

L
a habitación estaba en total silencio. Todos aguardaban
188
pacientemente que Otto y Yesenia regresaran. La gran pregunta
rondaba por sus cabezas: ¿Cómo lo habita tomado Yesenia? ¿Qué
había sucedido?
Hasta el momento no había pasado ningún percance, pero eso no significaba
que Yesenia estuviese segura.

La puerta fue abierta bruscamente, Otto y Yesenia asomaron sus cabezas,


todos les miraron asombrados aguantando la respiración. Los rostros pálidos
de todos no inmutaban ni un solo gesto, el silencio era abrumador.

-¿Y bien?-dijo Fabiola finalmente.

Yesenia se dentro en silencio a la habitación, se acerco a Frank, lo miró


fijamente y le dejo ir una gran bofetada en el rostro. El asombro de todos era
palpable.

-¿Por qué no me lo dijiste?-musitó sollozando.

-Lo siento, yo...no podía hacerlo. Si lo hubiera hecho, tu…


Luis F. López Silva Silencios
Yesenia lo abrazó fuertemente y comenzó a llorar descontroladamente. El
llanto inundo la habitación y la melancolía invadió a todos, la nostalgia del
pasado distante se hacía sentir nuevamente.

-¿Qué se supone que hay que hacer ahora?-musitó Johanna

-Debemos llevarla a un lugar seguro-comentó Gael.


189

-¿Pero dónde?-dijo Fabiola-.

-Debemos llevarla con Victorique-sugirió Otto-Ya nos ha pedido que


vallamos con ella. Será lo mejor.

-¡Estas loco!-espetó Sergio.

-No tenemos otra opción-expreso Frank-es el lugar más seguro que


conocemos hasta ahora.

-¿Y como se supone que la sacaremos de aquí?-preguntó Fabiola-El lugar


esta rodeado de cazadores.

-Alguien tendrá que llevarla-inquirió Gael.

-Sergio lo hará-dijo Fabiola, con una voz firme.

-¿¡Que!? Pero…

-Pero nada, corazón. Si yo digo que la llevaras, lo tendrás que hacer y punto.
¿Entiendo?

-Si, mi amor.
Luis F. López Silva Silencios
-Date cuenta que eres el mejor transformándote-agregó Fabiola- así podrás
camuflarte de cualquier cosa y sacar a Yesenia de acá.

-Buen punto.

Yesenia seguía sin decir absolutamente nada. Sentía que su vida estaba a
190
punto de...no, más bien estaba dependiendo de todos ellos y no podía hacer
nada. Decidió no hablar por el momento, todos se estaban preocupando por
ella y no era justo que ella renegara cuando era por su propio bienestar y el de
los demás.

-Bien, entonces dentro de dos horas echaremos a andar el plan-expresó


Fabiola

-¿Qué plan?

-¡Ush! Son demasiado lentos. Tenemos que distraer a los cazadores


mientras Sergio escapa con Yesenia. Necesitamos ganar tiempo.

-Hay una pequeña faya en tu plan-espetó Otto.

-¿Ha sí?

-Sí. ¿Qué se supone que haremos con Johanna?

-¿Conmigo?
Luis F. López Silva Silencios
-Tu corres tanto peligro como Yesenia-comentó Sergio- desde el momento
en que Gael abrió su boca has sido involucrada en todo este embrollo.

-Tenemos que enviarla con Victorique también- espetó Gael.

-Se nos dificultará un poco.


191

El sonido de in golpe sonó en la ventana como cuando alguien toca la puerta.


Todos se pusieron alerta. Otto colocó a Yesenia tras de sí. Las alas no se
hicieron esperar y fueron extendidas en su totalidad. Se veían tan hermosas y
majestuosas. Parecía un cuento ficticio.

-Alguien puede abrir esta maldita cosa.

-¿Ese es…?

-¡Fedore!-exclamó Otto-abre la ventana, rápido.

Frank se acerco a la ventana, efectivamente era Fedore que había venido


enviado por Victorique.

-Por primera vez puedo decir que nos serás de ayuda-dijo Otto con una gran
sonrisa en el rostro.

-¿A que te refieres?

-Podemos mandar a Johanna con él-musito Fabiola.

-Victorique me ha enviado, dijo que necesitarían ayuda.


Luis F. López Silva Silencios

-Bien, solo nos queda esperar

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Luis F. López Silva Silencios

Epilogo:

L
a noche cayó rápidamente, el frio gélido se incrementaba más y más, era
193
obra de los cazadores. Eran la muerte encarnada en el mundo de los
mortales. El vidrio de la ventana de la habitación comenzó a cubrirse de
escarcha. Comenzó a nevar. La temperatura bajo abruptamente.
Los pasillos de los dormitorios era un bullicio. Los alumnos de Death of place
estaban asustados, nadie sabia lo que ocurría. ¿Nieve en mayo? No era
posible.

-Ha comenzado-dijo Gael.

Sombras comenzaron a salir del bosque de coníferas. Llevaban túnicas


negras con capucha. La vida a su paso desaparecía en un instante. Los
arboles morían instantáneamente, el pasto y las flores sufrían el mismo destino.
El árbol de duraznos comenzó a ceder lentamente y sus hojas y flores se
marchitaron poco a poco. El cielo se volvió oscuro.

Una columna negra cayó a la tierra formando un remolino. Miles y miles de


mariposas y libélulas de color negro revoloteaban en medio del tornado
oscuro. La nieve se torno negra como la noche. Todo quedo sumido en la
oscuridad.
Luis F. López Silva Silencios
-¿Qué es esto?-Dijo Yesenia finalmente. Quedarse callada le estaba
volviendo loca.

-Es una zona protegida-dijo Sergio-Todos los humanos están en una


dimensión alterna, no serán dañados.

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-¿Pero que hay de Johanna?-musito Yesenia, preocupada-ella sigue aquí.

-Ellos seguramente se han dado cuenta de lo que Johanna sabe. Vienen a


por ella también.

-Bien, parece que es la hora-dijo Fabiola, dejando escapar un suspiro.

Se miraron unos a otros. Estaban a punto de cambiar el curso de las cosas.


Era algo de proporciones titánicas. Los errores eran imperdonables.

-Gael, Otto y Frank, vengan conmigo-ordeno Fabiola-Sergio y Fedore,


cuando de la orden, saldrán de acá. ¿Entendido?

-¡Entendido!-asintieron ambos.

Caminaron por el pasillo, el frio se hacia cada vez más insoportable. Bajaron
las escaleras y llegaron hasta la salida de los dormitorios. Se podían ver
aquellas sombras que rondaban Death of Place.

-¿Están listos?.

-¡Listos!
Luis F. López Silva Silencios
Fedore y Sergio se transformaron en dos grandes cuervos negros, de ojos
grandes y oscuros. Tenían un pico largo y azulado, y sus alas eran tan
enormes y puntiagudas como las de un avión pequeño. Abrieron su pico
enormemente, dentro había un pequeño vacío.

-Tienen que entrar ahí-asintió Frank.


195
-Pero…

-No te preocupes-dijo Otto, estaremos bien.

-Prométeme que ambos se reunirán nuevamente con nosotros-Yesenia


comenzó a llorar, las lagrimas le rodaban imparables por el rostro- !todos
ustedes, prométanmelo!

Las miradas tristes de todos se cruzaron unas con otras. Cabía la posibilidad
de que una de esas promesa fuera en vano, la muerte no era algo del otro
mundo en esos momentos.

-Te lo prometo-musito Otto, abrazándola fuertemente. La miro a los ojos y le


planto un beso cálido y tierno. Yesenia quiso que el tiempo se detuviera en
esos momentos, pero no era posible, necesitaban actuar rápidamente o todo
se complicaría-Cuídate mucho. No olvides…¡no olvides que te amo!

Estas ultimas palabras desquebrajaron por dentro el corazón de Yesenia y


con todo el dolor de su alma tuvo que entrar dentro de Sergio, a aquel lugar
tan oscuro y solitario.
Luis F. López Silva Silencios
-Cuídate mucho Gael-dijo Johanna, tratando de conservar la calma-No se
vale perder.

-Lo se. Te amo, cuídate- Gael le dio un beso a Johanna, esta no pudo
contener las lagrimas y con el llanto en su rostro se despidió de él.

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-Bien, estamos todos listos.

Hubo un momento de silencio. Estaba a punto de comenzar la batalla que


definiría la vida de Yesenia y la de ellos. Era algo de proporciones épicas, no
un simple capricho.

-¡Listos!-contestaron todos al unísono.

-Bien-asintió Fabiola, tomando una buena bocanada de aire- ¡AHORA!-


gritó.

Las puertas de los dormitorios se abrieron de un portazo. Las sombras en el


exterior sintieron el olor a muerte y fueron tras ellos rápidamente. Venían una
tras otra como un ejercito de fantasmas negros salidos del mismísimo infierno.
La oscuridad cubría cada centímetro del lugar a su paso y la atmosfera se
tornaba pesada a medida que avanzaban.

El sonido de unas alas revoloteando y el de un cuervo surcando los cielos


inundo el lugar. Todo se volvió negro.
Luis F. López Silva Silencios

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Espera el próximo libro:


Soledad-Mayo 09

Nuevo proyecto, próximamente:

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