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13 rayos del sol

1. A la una, está el sol más alto que la luna.

2. A los dos, las dos tablas de Moisés en las que escribió el Padre sus
Mandamientos.

3. A las tres, los tres Patriarcas.

4. A las cuatro, las cuatro llagas de Nuestro señor.

5. A las cinco, las cinco puntas del Santo Pentagrama.

6. A las seis, los seis cirios con que alumbraron Galilea.

7. A las siete, los siete dolores que sufrió María Santísima por su Hijo Jesucristo.

8. A las ocho, todas las puertas se alzan con las ocho puertas del Paraíso.

9. A las nueve: mírese amigo, menos nueve enemigos.

10. A las diez, los diez Mandamientos guardaré.

11. A las once, las Once Mil Vírgenes me acompañarán, me guiarán y me alejarán
de todo mal trance o peligro.

12. A las doce, los Doce Apóstoles me escoltaran en mis caminos.

13. A las trece, preso Satanás, no me tocará ni por delante ni por detrás.

Así sea, así está hecho, así será.

Rezar Padrenuestro y Gloria.

Esta antigua y muy eficaz oración se hace por la noche, y es aconsejable repetirla con
cierta frecuencia para estar bien protegido en todo momento.

Antes de rezarla se puede encender una vela morada o marrón, o blanca, o azul
oscuro, y quemar incienso puro en grano y echar el humo que desprende sobre sí
mismo, o sobre la persona que se quiere proteger de cualquier enemigo, mal y peligro.
Oración Victoriosa a los Siete Rayos de Jesús

Sagrado Rayo Blanco, que emanas del Corazón de Jesús, cultiva la pureza absoluta
en mi ser.

Sagrado Rayo Azul, que emanas del Corazón de Jesús, siembra en mi consciencia la
Piedad.

Sagrado Rayo Rosa, que emanas del Corazón de Jesús, trasciende ahora mis
dificultades.

Sagrado Rayo Dorado, que emanas del Corazón de Jesús, trae a mi consciencia Tu
Sagrada Sabiduría.

Sagrado Rayo Verde, que emanas del Corazón de Jesús, cura mis viejas heridas,
para que nazca el nuevo ser.

Sagrado Rayo Oro Rubí, que emanas del Corazón de Jesús, nutre a mi consciencia,
para que en ella despierten los divinos Dones.

Sagrado Rayo Violeta, que emanas del Corazón de Jesús, transmuta mis dudas,
culpas, tristezas y cualquier maldición, para que mi espíritu sea uno con Jesús y sea
uno en Dios eternamente.

Bajo la Luz imperecedera del Padre, en Cristo, ahora y siempre vivo la misión
espiritual.
Amén.

El niño perdido hallado en el templo

Eres Hijo de Dios y es tu destino


la morada del Padre universal,
el hogar de tu espíritu inmortal
donde Tú eres Verdad, Vida y Camino.

Habitas en el templo en pan y en vino,


y permaneces fiel hasta el final;
limpias el alma en pila bautismal
y el cuerpo es catedral del Ser divino.

Por la tortuosa ruta de la vida


nos hemos desviado tantas veces
que llevamos la esencia malherida.

Apiádate, Señor, de la afligida


humanidad que eleva a Ti sus preces
y en el templo será en Ti renacida.

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