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n este artículo se busca identificar, relacionar y explicar geográficamente
la forma y la intensidad como la espacialidad de los actores del capita-
lismo y de la guerra, así como las determinantes del entorno físico
están definiendo la dinámica del conflicto armado regional y local. Se pre-
tende hacer un aporte a los procesos de re-conocimiento de la memoria his-
tórica colectiva de los diferentes actores que han participado en la construc-
ción de territorialidad al interior del espacio del Magdalena Medio, ya que
desde una perspectiva geo-histórica se permiten fortalecer procesos que favo-
recen el empoderamiento social, así como contribuir mediante un análisis
crítico a la deconstrucción de la comprensión y del análisis de la realidad de la
región en un estadio de conflicto social y político armado globalizado.
El espacio geográfico como producto social al momento de su com-
prensión demanda investigar los procesos políticos a través de los cuales se
organiza y se transforma. Es de interés analizar no sólo cómo se distribuyen
los objetos y las acciones en el espacio sino porqué lo hacen de una manera
u otra, en un aproximación hacia el entendimiento de la realidad, con el fin
de esbozar planteamientos que sean útiles al momento de incidir en el
curso de la dinámica socio-espacial y capaces de subvertir las problemáticas
identificadas al momento de su análisis. Para esto se indagaron las relacio-
nes entre sociedad y espacio en el proceso histórico y se consideraron múl-
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Corema 1. El medio natural
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Corema 2. Grupos de la etnia Yariguíe al momento de la conquista
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Fuente: “Génesis de Barrancabermeja”, Aprile, J, 1997
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Configuración urbana
La configuración espacial de la ciudad-región va a estar determinada por esa
connotación manifestada en la dinámica que le imprimen los procesos de pro-
ducción de petróleo y propiciando la confluencia de una gran cantidad de pobla-
ción proveniente de diversos lugares y, dadas las condiciones, de actores armados.
Personas provenientes del extranjero, sobre todo de Estados Unidos y de Europa
y oriundas de zonas del centro, norte y noroccidente del país (departamentos de
Antioquia, Boyacá y Cundinamarca) proveerían la gran demanda de trabajo que
se requería para la exploración, explotación y transporte del crudo, los alojamien-
tos de los ingenieros y los de ellos mismos, además de un considerable número
de batallones militares cuya misión era proteger las inversiones de los intereses
transnacionales. Muchas de estas personas saldrían de sus regiones por las pugnas
políticas como factor de desplazamiento.
El crecimiento urbano se da de forma desordenada aunque manteniendo
cierto patrón, respetando una trama urbana incipiente materializando la rela-
ción entre especialización de mano de obra y dotación en cuanto infraestruc-
tura de los espacios dedicados a albergar a los trabajadores. Se conforman
asentamientos dedicados a albergar por una parte a los ingenieros, técnicos y
administrativos y por otra, los trabajadores menos calificados. Aparecen los
primeros negocios dedicados a la venta e intercambio de algunos productos y
se dota el espacio de lugares dedicados a suplir los vicios y juergas de los
trabajadores, esta segregación socioespacial se marca al interior del primer
desarrollo de la ciudad de Barrancabermeja.
Con la apertura y el inicio de la explotación del primer pozo se produce
un cambio fundamental en los procesos productivos de la región afectando
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actividades legales e ilegales en las cuales los actores armados pugnan por sus
excedentes. El conflicto se materializa en la pugna por el control territorial
donde tienen lugar estos flujos y procesos económicos dando paso a un mer-
cado de violencia, donde se impone un sistema de relaciones y prácticas so-
ciales que responden a una lógica económica, en el contexto de un conflicto
armado. En este, los actores individuales y colectivos se enfrentan a la acu-
mulación de capitales de distinto tipo- económico, social, político, territo-
rial- por medio de la estrategia del ejercicio de la violencia.
La globalización, como internacionalización del conflicto donde la inter-
conexión en las decisiones políticas y económicas están influenciadas por
agentes internacionales, como la puesta en marcha entre Colombia y el Con-
greso de Estados Unidos del Plan Colombia en forma bilateral. Señalan
Marchal y Messiant (2002: 21) que la economía de las nuevas guerras es
mundial, dispersa, transnacional y moviliza a la vez el mercado negro, el
saqueo, la ayuda externa, la diáspora y la ayuda humanitaria. El carácter
geopolítico que representan zonas del territorio colombiano para la consoli-
dación de los proyectos que sostiene la economía-mundo en cabeza de las
potencias mundiales, se convierte en un carburante y detonante más, para la
ya de por si conflictiva situación nacional.
Es así como en Barrancabermeja, la creación de más de 100 ONG, han
permitido a los paramilitares incidir y controlar la financiación y gestión de
recursos en programas alrededor del Plan Colombia. En términos del con-
trol social y económico, el Plan Colombia no es distinto a otras operaciones
económicas en la zona y los paramilitares dijeron en Barrancabermeja que
tomarían control de los proyectos sociales del plan en la ciudad8 . Puede
afirmarse que muchas veces los recursos que el Estado destinó para ciertos
proyectos se desvió para financiar a los grupos armados, particularmente a
los que controlan el territorio en donde se ubican los diferentes proyectos o
inversiones mediante varias modalidades, una de ellas el cobro de porcentajes
a los contratistas o la obligación de contratar servicios de seguridad. De igual
forma ocurre con las inversiones privadas.
Por lo tanto podría señalarse que al conflicto actual, considerando que
coincide en algunos aspectos con las características de una guerra civil, puede
añadírsele que está determinado por agentes externos insertos en una econo-
mía política global. Igualmente las estrategias de los actores deslindan con las
prácticas de guerra regular, haciendo del conflicto una pugna degradante en
materia de la forma como se aplican los medios para acceder, imponer y
hacer prevalecer el control territorial.
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Corema 10. Temporalidad de la presión paramilitar
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Mapa 4. Emplazamiento de los grupos guerrilleros. 2001
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les “toman sus significados bajo especificas relaciones sociales de clase, géne-
ro, comunidad, etnia o raza, y están remodeladas en el curso de la acción
social”. En sentido similar Fals Borda (2000) señala que el “lugar” o
“bioespacio” es el terreno donde se desarrollan las luchas en defensa de la
identidad propia.
Al analizar a los movimientos sociales desde la perspectiva del lugar se
debe entender la ciudad, el escenario donde se aglutinan estas expresiones
colectivas, como espacio construido formado de lugares; significa aproxi-
marse a la ciudad desde la morfología urbana, siendo esta última la expresión
espacial, la configuración, la forma, pero con una característica particular: no
solo como la expresión dimensional y volumétrica fría, sino como la expre-
sión de la vivencia y la esencia del morar, en donde la volumetría, la forma
adquiere un significado.
La perspectiva de lugar, que se adopta Agnew (1987) en Oslender (1999)
hace énfasis en que tal espacio particular, se constituye de tres elementos 1)
localidad, que hace referencia a los marcos formales e informales dentro de
los cuales están constituidas las interacciones sociales cotidianas. 2) la ubica-
ción, definida como el espacio geográfico concreto que incluye la localidad
que esta afectada por procesos económicos y políticos que operan dentro de
un marco más amplio regional y global, prestando atención al orden macro
de una región. 3) el sentido de lugar, que expresa la orientación subjetiva que
se deriva del vivir en el lugar particular. La extrapolación de estos tres elemen-
tos permite entender por qué ciertos movimientos emergen precisamente en
el marco de la localidad, corroborando que sus dinámicas y prácticas espacia-
les son en gran medida determinadas por las especificidades de los contextos
sociogeográficos en los cuales se sumergen.
Haciendo referencia a los movimientos sociales identificados durante el
reconocimiento a campo, y recogiendo todas aquellas anotaciones derivadas
de las especificidades regionales y locales que configuran el espacio conflicti-
vo de la región y su epicentro, puede señalarse que los marcos formales e
informales dentro de los cuales están constituidas las interacciones sociales
cotidianas presuponen la existencia de marcos tanto legales, como ilegales.
Esto indica que si bien el Estado y el gobierno local, por medio de sus
políticas públicas auspician la participación de los habitantes en los escena-
rios políticos, económicos y culturales, y por otra parte la presencia y
territorialización de las organizaciones paramilitares por medio de la regula-
ción de las actividades inherentes a las dinámicas del puerto petrolero, han
condicionado tal participación mediante la represión, la amenaza y el terror.
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y por las parcelas de territorio que deben recorrer entre esos diferentes luga-
res, de donde se reconoce la existencia de la escala espacial con significado
particular para cada individuo.
Al realizar este ejercicio, la ciudad, el espacio urbano se reviste de un
sentido similar al expuesto en el aparte que hace referencia a los movimientos
sociales desde la perspectiva del lugar; ya que lo que pretendemos es detectar
cuales son los referentes de identidad que los habitante tienen del espacio.
Como señala Gómez (2000) los espacios que atravesamos todos los días
están provistos de diferentes lugares, porque el habitar se produce en la coti-
dianidad; en tiempos determinados y presentes referidos a usos, objetos y
lenguajes también determinados. Esto indicará que el habitar, es decir, ese
apropiar, construir, relacionarse en el lugar, expresará las distintas facetas de la
condición subjetiva del ser.
Como Castro (1997) señala, existen dos aspectos básicos en el desenvolvi-
miento espacial y geográfico de nuestra vida cotidiana: uno es el de la construc-
ción de los escenarios de comportamiento y el otro es el que parece por do-
quier caracterizando nuestra forma de vida, la conducta del desplazamiento.
Estos dos aspectos llenan de contenido geográfico nuestra vida cotidiana, defi-
niendo lo que bien pudiéramos denominar el hábitat espacial configurador de
la misma”10 . Este ejercicio, al tiempo que nos condujo hacia el acercamiento
de una lectura espacial del conflicto por parte de algunas fracciones de sus po-
bladores, nos permitió corroborar la hipótesis que presentábamos en la cual, al
interior del aglomerado urbano es posible identificar y caracterizar tres espacios
altamente diferenciales que guardan estrecha relación con la configuración de la
ciudad. Partimos de la premisa en la cual el desarrollo del conflicto armado,
que tiene como característica la disputa por el control de territorios a diferentes
escalas, desde las regionales y departamentales, hasta las locales (barrios, comu-
nas) influye en las prácticas espaciales de sus habitantes.
El conflicto que tiene como escenario inmediato el espacio urbano, espe-
cíficamente en la ciudad de Barrancabermeja, se caracteriza por la
territorialización de los espacios por parte de los actores en disputa. El con-
trol sobre el territorio, los elementos que lo estructuran, los flujos y redes
que lo dinamizan, se ejerce por medio de acciones violentas y represivas; estas
pueden darse por medio de panfletos o volantes anunciando la llegada de
uno u otro actor al escenario de la contienda, la escritura en paredes, por
medio de grafitos, la imposición obligatoria de censos y normas obligatorias
de comportamiento, el vedo de movilidad espacial a determinados lugares y
de determinados grupos sociales, la eliminación de sujetos, la realización de
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con la percepción, vivencia y apropiación del espacio que cada habitante tie-
ne con respecto a su territorio, en el lugar donde hace su espacialidad y pre-
tende conocer la imagen cognitiva que los habitantes hacen de su espacio
geográfico por medio de la experiencia cotidiana14 .
Una abstracción gráfica adquiere sentido y funcionalidad de mapa en la
medida que su comprensión es correcta y muestra la correspondencia entre
los símbolos y la realidad. Lo que se pretende con este ejercicio es dimensionar
por medio de la expresión gráfica, la influencia del conflicto social y armado
en la cotidianidad de sus pobladores, además de conocer algunos elementos
de identidad de una mínima muestra poblacional, que representa dos frac-
ciones de habitantes que componen los barrios nor y surorientales de
Barrancabermeja.
Nos interesa conocer cómo es representada la imagen de la ciudad para
algunos de sus habitantes, por medio de la utilización de mapas mentales:
“La mente puede guardar memoria del entorno en el que las palabras se dije-
ron y las emociones se vivieron”15 . Con la elaboración de estos, se conoció
cuáles elementos de la ciudad se encuentran como referentes espaciales de
identidad, cuáles podrían identificarse como hitos, nodos o límites y cuales
son los lugares cargados de significado en función del habitar. En este contex-
to el habitar16 hace referencia al morar, al construir, al apropiar, al despertar
relaciones de identidad.
Es preciso tener presente al momento de compartir este tipo de conoci-
miento con la comunidad su pertenencia a diferentes sectores de la población
en la estructura social, ya que dependiendo de la forma y los medios como
estas personas participan de la construcción del espacio, así mismo reprodu-
cirán los hábitos que reflejarán las estructuras de significación interiorizadas y
reproducidas. En términos de Bourdieu (1990) hacemos cultura y habita-
mos en tanto, recibimos según nuestra particular historia, un capital cultural
que nos permite habitar de una forma especifica.
Para este estudio de caso la población con la cual compartimos vivencias,
información, formas de representación del espacio de los territorios que ha-
bitamos la conformaban 75 mujeres y 7 hombres. El 45% de las mujeres
eran madres cabeza de familia, otro 40% mujeres de la tercera edad y por
último un 20% compuesto por niños y adolescentes.
Las mujeres al igual que la gran mayoría de los pobladores de la ciudad,
eran de extracción popular y pertenecían a algunos de los barrios que confor-
man la “comuna nororiental”, una de las zonas periféricas de Barrancabermeja.
Estas mujeres hacen parte de uno de los frentes de acción de la OFP. El sitio
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donde se llevo a cabo este taller fue la casa de la OFP donde se realizan los
trabajos comunitarios por parte de la organización del barrio Primero de Mayo.
El espacio se dispuso de tal forma que todos tuviéramos la posibilidad de ob-
servarnos y oírnos. El otro grupo poblacional con el que se desarrolló esta
actividad fue un colectivo juvenil de danza proveniente de la comuna 7.
Gracias a la ayuda de La Casa de la Mujer y con colaboración del equipo
apoyo de la OFP se consiguió reunir a las personas que estaban adelantando
talleres y capacitación en la dicha sede. Estando ubicados y listos para comen-
zar la dinámica nos identificamos como estudiantes de geografía de la Uni-
versidad Nacional de Colombia, que estaban reconociendo en la ciudad y sus
habitantes, la situación que estaban atravesando. Justificamos que una forma
de conocer las relaciones entre la ciudad y sus pobladores era por medio de
una dinámica de elaboración de mapas.
Explicamos abiertamente y sin temor que el tema de nuestro trabajo era el
conflicto armado o guerra contra la vida. Expusimos algunas de nuestras impre-
siones basadas en el conocimiento que teníamos de la ciudad, y que la presenta-
ban como un espacio conflictivo y cuna de un representativo movimiento social,
obrero y sindical, así como que en su interior se localizara uno de los más impor-
tantes centros petroleros del país, la persistencia a lo largo de la historia de un
poblamiento jalonado por oleadas migratorias de población en periodos carga-
dos de violencia política. Hicimos énfasis en la oportunidad que se estaba gestando
y consolidando con las acciones de resistencia por medio del empoderamiento
que estaban alcanzando todas las personas a las cuales nos dirigíamos.
Al momento de la elaboración de los mapas mentales, es preciso conside-
rar el tipo de población con la cual se pretende intercambiar conocimiento,
caracterizarla con el fin de posibilitar la emergencia de un lenguaje común
que cree relaciones de confianza y empatía y se vea retribuido en el diálogo
cartográfico. Al respecto De Castro (1997) señala “El procedimiento por
excelencia es la conversación. Conversar no solo permite como su nombre lo
índica, el converger de las distintas versiones que de la realidad aportan to-
dos, sino y sobre todo, el intercambio amigable y el reconocimiento mutuo
de experiencias y saberes en torno a la vivencia en el territorio.”
Una idea central en la metodología para la elaboración de mapas menta-
les es, no forzar a los sujetos en cuanto lo que se persigue conocer, y esto fue
algo que tratamos de seguir al máximo. “Acontece con frecuencia que pues-
tos a hurgar en la memoria tratamos de hurgar una introspección. Pero toda
introspección supone que extendemos la mirada de nuestra mente sobre la
superficie de la memoria, lo cual es lo mismo que activar la conciencia de
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Gráfico 1. Elementos referentes de identidad identificados con la muestra poblacional perteneciente a la OFP (hitos, nodos, límites y bordes)
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Gráfico 2. Elementos referentes de identidad identificados con la muestra poblacional perteneciente al grupo “Sembrando Huellas” (hitos, nodos,
límites y bordes)
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como limites se encontró el río, las ciénagas y los barrios, que señala, al igual
que en el caso anterior, la segregación socioespacial. En cuanto los lugares que
identifican puede verse la importancia que tiene estos como escenarios don-
de recrean los referentes de identidad que buscan generar en torno a la resis-
tencia cultural y el derecho a la vida.
Conclusiones
Más que un periodo la violencia sociopolítica es una constante que mol-
dea y modela territorios, actuando como proceso reconfigurador de espacios
locales, regionales y nacionales. Su manifestación se da en variados métodos
de segregación por parte de grupos de la sociedad que se oponen a proyectos
de vida disímiles inconvenientes y/o a sus intereses y donde la acción violenta
es una posibilidad que los actores sociales y armados no descartan al momen-
to de dirimir sus conflictos e intereses encontrados. Su comportamiento se
da con relación a las dinámicas regionales de los territorios y tal situación no
es posible abordarla sin conocer los procesos de poblamiento o las dinámicas
sociales de tales espacios.
Las acciones político-militares que en los contextos históricos propios a
la génesis de los grupos insurgentes, tuvieron connotaciones reivindicativas
por parte de sectores excluidos de la sociedad nacional, actualmente se ani-
man por la lógica económica donde los flujos que carburan la guerra se
globalizan en la medida que dependen de fuerzas exógenos, como el
narcotráfico, las acciones cívico-militares que se desprenden de las ayudas
internacionales y los intereses geopolíticos que representa la diversidad de los
territorios colombianos para las economías de las naciones del llamado pri-
mer mundo.
El escalamiento y degradación del actual conflicto social armado colom-
biano obedece en gran razón a la pugna por el control de espacios regionales
y locales en los cuales los actores armados establecen las redes económicas
que financian sus aparatos militares. Los contextos en los cuales se desarrolla
tal conflicto hacen que la dependencia de factores externos sea cada vez ma-
yor, permitiendo de esta manera que los flujos que dinamizan la actual dis-
puta territorial se interrelacionen con factores como la demanda mundial de
alcaloides, el financiamiento de la guerra con base en prestamos internacio-
nales, la ayuda humanitaria, el control geoestratégico del territorio por parte
de intereses extranjeros y la consolidación de políticas de corte neoliberal.
El poblamiento primigenio de la región del Magdalena Medio estuvo
determinado por condicionantes de tipo físico-geográfico, que permitieron
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Notas
1
Investigación de pregrado en geografía evaluada como meritoria. Universidad Nacional de
Colombia. Departamento de geografía. 2004.
2
Vease: Harris, M.(1996: 23) en González, M.( 2000, 44) donde la territorialidad de la etnia
Yariguíe, en el marco de la delimitación espacial se apoyaba en una eficiente capacidad
productiva, en una obligada red de distribución de recursos y en un claro ejercicio de autoridad
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local y regional bajo la autoridad de un “gran hombre” que llevó a la etnia Yariguíe a dominar
un vasto territorio del Magdalena Medio, basado en su eficiencia para distribuir los excedentes
lo que generó adhesiones sociales y familiares, reportándole mayor poder”
3
La conquista se apoya en la consecución de la mano de obra. Para lo cual se obliga a los indios
al trabajo esclavizado, este es capturado y posteriormente obligado a salir de su tierra raigal y
a desvincularse de su trabajo productivo habitual, es un aniquilamiento de mano de obra, por
la guerra o trabajo. Como constata Delgado (1976; 93) la producción de la conquista se
caracteriza por obedecer a una economía de guerra; una guerra que aplasta la producción al
tiempo que ella nace, por las necesidades de la pacificación de las tribus. Siendo así, la antitesis
de una economía de progreso nacional, de desarrollo.
4
En Romero (1976) Las ciudades y las ideas. La función de la ciudad colonial, según su
política fue asegurar el dominio de las zonas periféricas en las que se ostentaba control económico,
político y militar, guardar la pureza racial del blanco y promover el desarrollo de la región.
5
En estos espacios el poblamiento estuvo a cargo de aquéllos que se pueden agrupar como los
excluidos de la sociedad mayor, es decir, de cimarrones, indios insumisos, blancos pobres,
fugitivos de la justicia y mestizos. Fueron ellos los que adelantaron una colonización de
aluvión donde había un bajo control moral, a causa de la poca o nula presencia de la iglesia
católica y donde la hacienda ejercía una débil influencia. Zambrano, P. 1995; 255. Uribe, T.
La territorialidad de los conflictos y la violencia en Antioquia. Gobernación de Antioquia.
Realidad Social N°1. Medellín), Alonso ,A. (1997, 23)
6
Compartiendo lo planteado por Arrubla M, (1969; 71) según lo cual, si bajo el dominio
mercantilista español los metales precioso eran el principal articuló de exportación colonial, en
el nuevo sistema de dominación imperialista -fundado en el libre cambio- las materias primas
y productos agrícolas alimenticios iban a pasar al primer plano, brindando así la oportunidad
a los terratenientes y grandes comerciantes criollos de desempeñar un papel más orgánico en
el comercio exterior. Ver Aguilera, P. (1985, 9-12) Posada, F. (1963;16)
7
Como presenta el Informe de Aquileo Parra en: Aprile, G.(1991;29) “La vía de
Barrancabermeja se halla en perfecto estado de tránsito; en el año último se hicieron en ella
muy costosas reparaciones; nuevos pobladores habían empezado a descuajar esas selvas; se
aumentaban los establecimientos agrícolas; Había establecido más potreros el empresario y los
transeúntes con sus recuas encuentran allí actualmente toda clase de recursos”
8
Loingsigh, G (2002,18) La estrategia integral del paramilitarismo en el Magdalena Medio de
Colombia
9
Ver: Vargas, V. en: Álvarez (2001:339) sugiere como estas organizaciones inicialmente
estaban orientadas por determinadas ideologías políticas que se constituían en paradigmas y
referentes de su acción.
10
Para el autor, el escenario haciendo alusión a la puesta en escena de una obra teatral, este se
convierte en el lugar de encuentro de los habitantes urbanos. Ver: DE CASTRO, Constancio
(1997): La geografía en la vida cotidiana. De los mapas cognitivos al perjuicio regional.
Ediciones del Serbal, Barcelona, España. Página 11.
11
Mesa, Nhora, Valderrama, Martha (comp). 1994. La Ciudad: Reflexiones Semiológicas.
Centro de Investigaciones Nº 2. Facultad de Arquitectura. U.N. Medellín, 1998.
12
Castro de, Constancio (1997) La geografía en la vida cotidiana De los mapas cognitivos al
perjuicio regional. Ediciones del Serbal. Barcelona, España. Página 35.
200
13
Un mapa es un modelo convencional bidimensional, estático mediatizado por procesos
cognitivos sofisticados, a la vez que poco conocidos. Independientemente de la compatibilidad
analógica entre mapas y mapas mentales y debido al uso mapas cognitivos para categorizar las
representaciones espaciales de los individuos para con su entorno, se hará uso de tal concepto.
Los mapas cognitivos obedecen más a una representación bidimensional, con información
conceptual y proposicional. Como muestran Dows (1981) en Zimmerman, M. (1987: 249)
y Downs y Stea (1997) el mapa cognitivo es mas bien un proceso constructivo de razonamiento
espacial que nos permite resolver multitud de problemas de localización, orientación
comprensión y desplazamiento.
14
En el proceso de elaboración de los mapas cognitivos, la población con la cual se busca
intercambiar conocimiento debe conocer el objetivo de tal ejercicio, igualmente, no se debe
presionar en ninguna forma la elaboración gráfica individual.
15
Restrepo, María Cecilia. et all (1999). Cartografía Social, Terra Nostra. Nº 5. Facultad de
ciencias económicas y administrativas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
sede Tunja. Página 15.
16
Mesa, Maria Elena, comp. (1993). La Forma y la Morfología Urbano-Regional. Capitulo II
Documentos Centro de investigaciones. Compiladora Arquitecta Maria Elena Mesa, Medellín.
Agosto de 1993. En este sentido, la elaboración del habitar está basada en el morar y el
construir a partir del espacio en su esencia en el morar, a la relación del hombre con el espacio
y a la relación de los lugares y el espacio.
17
De Castro, 1997: 33.
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