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2015
La personalidad jurídica de las
entidades públicas: una simple
denominación técnica dada desde el
derecho positivo
Silvio Harold Rosero Arce
Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:
Magíster en Derecho
Director:
Doctor César Antonio Cohecha León
Al profesor Fernando Pardo por su apoyo decidido para retomar y llevar a feliz término el
documento que tienen frente a ustedes.
No puedo dejar de lado a mis jurados de tesis, me refiero a la profesora María Angélica
Sánchez y el profesor José Antonio Molina, quienes enriquecieron este contenido por su
lectura, observaciones y apreciaciones agudas y expertas.
Resumen
En el actual ordenamiento jurídico colombiano carece de funcionalidad la distinción entre
entidades públicas con y sin personalidad jurídica, porque en lo atinente a la asignación
de presupuesto, capacidad para contratar o ser parte procesal ante los jueces de la
República, no presentan diferencia alguna. De esta manera, las relaciones jurídicas que
se han consolidado revelan cómo la actuación que adelantan las entidades públicas en
cumplimiento de su deber, no depende exclusivamente de la condición de titularidad del
atributo de personalidad jurídica, por el contrario, el procedimiento legislativo para
otorgarlo se vuelve una cuestión meramente instrumental o de arbitrio técnico, que
complejiza no sólo la actuación administrativa, sino los procedimientos para convocar a
las entidades públicas a los estrados judiciales.
Abstract
In the current system legal colombian lacks functionality the distinction between public
entities with and without legal personality, because on the allocation of budget, capacity to
contract or to be part litigation before the judges of the Republic, they do not present any
differences. In this way, the legal relations which have been consolidated reveal how the
action carried out in fulfilment of its duty to public entities, not depends exclusively on the
ownership condition of the attribute of legal personality, on the contrary, the legislative
procedure to grant it becomes a matter merely instrumental or technical discretion, that
complicates not only the administrative action, but procedures to summon public entities
to judicial podiums.
Contenido
Pág.
Resumen .............................................................................................................................V
Introducción ....................................................................................................................... 1
Contenido VIII
Lista de abreviaturas
Abreviaturas
Abreviatura Término
CLS Critical Legal Studies
CCA Código Contencioso Administrativo
Código de Procedimiento Administrativo y
CPACA
de lo Contencioso Administrativo
ed. Edición
EICE Empresa Industrial y Comercial del Estado
EOP Estatuto Orgánico del Presupuesto
ICDT Instituto Colombiano de Derecho Tributario
op. cit. En el lugar citado
ord. Ordinal
p. Página
pp. Páginas
SEM Sociedad de Economía Mixta
sic Así fue escrito
t. Tomo
v. gr. Verbigracia o por ejemplo
vol. Volumen
Introducción
“El derecho está cambiando en América Latina”1, con estas líneas inicia Diego López
Medina la presentación del texto “Libertad y restricción en la decisión judicial, el debate
con la teoría crítica del derecho (CLS)”. Se refiere en doble vía, de un lado, a las críticas
que están sufriendo las teorías que sirvieron a las distintas prácticas jurídicas de nuestro
medio; y, del otro, a las ideas teóricas de Kelsen, las cuales ya no generan el mismo
grado de apasionamiento como al comienzo pudieron hacerlo. “Eran tan naturales estas
ideas positivistas sobre el derecho que la mayoría de nosotros las aprendió como una
teoría jurídica implícita. Y cuando algo se aprende así, implícitamente, se endurece con
la naturalidad de lo obvio, hasta convertirse casi en un reflejo automático”2. Como
estudiantes que fuimos, aprendimos en muchas ocasiones de esta manera, máxime
cuando el docente al frente gozaba de buen prestigio.
1
RODRÍGUEZ, César, “Una crítica contra los dogmas de la coherencia del derecho y la
neutralidad de los jueces”, en Libertad y restricción en la decisión judicial, el debate con la teoría
crítica del derecho (CLS), pp. 9, publicación digital en la página web,
http://es.scribd.com/doc/98325747/Cesar-Rodriguez-Una-critica-contra-los-dogmas-de-la-
coherencia-del-derecho-y-la-neutralidad-de-los-jueces#scribd (8.05.15).
2
Ibídem.
3
La persona natural es diferente de la persona jurídica. El artículo 73 del Código Civil Colombiano
establece que “las personas son naturales o jurídicas”. A su turno, el artículo 74 ibídem dicta que
“son personas todos los individuos de la especie humana, cualquiera que sea su edad, sexo,
2 Introducción
partícipe pasa por el rasero de la aptitud de ser sujeto de derechos y obligaciones, la cual
ha sido denominada de manera tradicional como “personería jurídica” o “personalidad
jurídica”, que se concreta a través de los atributos de la capacidad, tanto jurídica o de
goce, como de obrar o de ejercicio.
Esta enseñanza, sin duda, se aprendió con naturalidad, de manera lenta e imperceptible,
hasta el punto de convencer sobre la necesidad de contar con personería jurídica o de
gozar de capacidad para participar en las múltiples relaciones jurídicas. Por ejemplo, el
tratadista chileno Alessandri, respecto de la noción de personalidad, explica que: “Según
la concepción clásica, todo derecho compete a un sujeto llamado persona; la idea de
personalidad es necesaria para dar una base a los derechos y obligaciones (…)”4.
Cuando se habla de traslado, tácitamente se hace alusión de un lado, a los vocablos que
engloban a los titulares que interactúan jurídicamente; y del otro, a las relaciones de
derecho privado y las relaciones de derecho público individualmente consideradas y
también las que se dan entre sí.
Frente a los titulares, de acuerdo con el Código Civil, se hace referencia a las personas
naturales o jurídicas; y éstas se relacionan a través de diferentes negocios jurídicos en el
ejercicio de sus derechos y obligaciones. Pero, en este documento, en línea con su título,
se hará referencia solo a las personas jurídicas, cuyo desarrollo doctrinario en el derecho
estirpe o condición”; mientras que en su artículo 633 “se llama persona jurídica, una persona
ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones civiles, y de ser representada judicial y
extrajudicialmente”.
4
ALESSANDRI R., Arturo; SOMARRIVA U., Manuel y VODANOVIC H., Antonio. Tratado de
Derecho Civil partes preliminar y general, (t. primero). Colombia, Ed. Jurídica de Chile, 1998, p.
353.
5
RODRÍGUEZ R., Libardo. Estructura del Poder Público en Colombia, (14 ed.), Bogotá, Ed.,
Temis, Bogotá, 2010, p. 44. Igualmente en: RODRÍGUEZ R., LIBARDO, Derecho Administrativo,
general y colombiano, (18 ed.). Bogotá, Ed. Temis, 2013, pp. 57-61.
Introducción 3
En líneas generales, puede decirse que hablar de personalidad jurídica en los seres
humanos no representó un mayor reto para la doctrina en el campo civil, sin embargo,
algo distinto ocurrió con las personas jurídicas, las cuales, en el intento de explicar o
justificar su naturaleza, fueron en muchas ocasiones asemejadas con los humanos,
generando varias teorías en dicho intento, que sin mayor reparo se trasladaron, en igual
proporción, al campo de lo público6.
En este punto es factible afirmar que el uso de las expresiones: persona jurídica,
personalidad jurídica, capacidad, capacidad de goce y de ejercicio, que se emplean
indistintamente en el derecho público en general y administrativo en particular provienen
de la construcción que se ha hecho desde el derecho privado, con todas sus virtudes y
defectos.
6
SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. “Administración Pública y Personalidad Jurídica”. En:
Memorias de Congresos de Derecho Administrativo, II Congreso-2013, Coords. Juan Alberto Polo
Figueroa y otros. Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 2014, p. 338.
7
VALENCIA ZEA, Arturo y ORTÍZ MONSALVE, Álvaro. Derecho Civil: Parte general y personas,
(t. I, 16 ed.). Bogotá, Ed. Temis, segunda reimpresión, 2010, p. 476.
8
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, “El concepto de personalidad jurídica en el derecho público”,
en Revista de Administración Publica (No. 129, septiembre-diciembre 1992), publicación digital en
la página web, http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/17147.pdf, (14.03.2015).
4 Introducción
Como ya se mencionó, acogiendo la idea del Estado como persona jurídica, es preciso
hacer otro esfuerzo que no involucra en este punto el intento por ver qué teoría explica
mejor su personalidad, sino, el orientado a determinar qué estructura adopta para su
funcionamiento, máxime cuando se hace un uso indiscriminado de las voces: órgano del
Estado, órgano administrativo, Nación, Administración Pública o –simplemente-
Administración, como sinónimos de la expresión Estado –ya sea como poder público o
como estructura o andamiaje para el cumplimiento de funciones públicas.
de una persona jurídica (…)”9, sin pretender olvidar, claro está, que son los funcionarios –
seres humanos- quienes desarrollan la tarea, no a título personal, sino en nombre del
mismo, esto es, en nexo con el servicio público.
De lo expuesto podría decirse que al ser el Estado una persona jurídica, que goza de los
atributos de la personalidad, puede desenvolverse sin ningún problema en el mundo de
las relaciones jurídicas, pero al explorar un poco más a fondo en su estructura, se
observa que ciertos órganos que lo conforman carecen del atributo de la personería
jurídica. Se encuentra aquí el punto de quiebre de lo afirmado, porque en el derecho
privado se enseña que las personas jurídicas gozan de tal atributo, entonces qué puede
explicar la diferencia en el derecho público.
Este es el punto precisamente de este escrito. Sin mayores reparos, se aprende que en
la estructura del Estado colombiano existen entidades públicas con y sin personería
jurídica, y al aplicar las nociones básicas, en este caso, la ausencia de dicha personería,
podría llevar a concluir que la consecuencia es la de no ser partícipe, por lo menos de
manera directa, en el tráfico de las relaciones jurídicas, sería posible hacerlo, siempre y
cuando hable por otra. Si se parte del necesario cumplimiento de los fines
constitucionales, en procura de la satisfacción del interés general, y aplicando las
nociones básicas, se diría entonces que las entidades públicas sin personería no
participan, como mínimo, directamente de tales logros. Esto lleva a observar cómo se
comportan este tipo de entidades frente a tres temas: la asignación de presupuesto
público, la suscripción de contratos y su participación en los estrados judiciales, siempre
en paralelo con las otras a las que sí se les asignó personalidad. Observación que lleva a
concluir básicamente la no existencia de diferencia en esos tópicos, porque el
cumplimiento de los fines constitucionales pasa por toda la estructura estatal y la
desarrollan tanto las entidades públicas con personería, como aquellas que no la tienen.
Bajo la anterior sombrilla se elaboró la presente tesis, tomando en cuenta las nociones
básicas aprendidas, importadas desde el derecho privado con ajustes hacia el derecho
público, para exponer precisamente que la diferencia, por lo menos enseñada en el aula,
9
RODRÍGUEZ R., Estructura del Poder Público en Colombia, op. cit. p. 45.
6 Introducción
Aunque se verá cómo, desde el texto constitucional, se da la pauta para conformar una
estructura macro del Estado colombiano, en el mismo se deja sentado que es al
Legislador a quien le corresponde la tarea de profundizar en ella, aunque el Presidente
puede hacerlo también pero de manera reducida y atendiendo siempre las pautas dadas
por el Legislador.
Frente a la descripción hecha al problema anterior, vale la pena dar paso a la hipótesis
que sirvió de eje a este documento. En el actual ordenamiento no tiene ninguna
funcionalidad10 que existan algunas entidades públicas con personalidad jurídica, porque
en lo atinente a la asignación de presupuesto, la capacidad para contratar o para ser
parte procesal ante los jueces de la República, no se diferencian con aquellas entidades
que no gozan de tal atributo. La tarea de otorgar o no personalidad jurídica ha sido
encomendada al legislador desde el texto constitucional, y es este mismo quien concede
otras facultades o potestades a las entidades que se conforman para el funcionamiento
del Estado en general, no sólo para relacionarse con las instituciones entre sí, sino
también para interactuar con los demás particulares, a propósito del cumplimiento de sus
funciones.
De esta manera, las relaciones jurídicas que se han consolidado en nuestro entorno,
revelan cómo la actuación que adelantan las entidades públicas en cumplimiento de su
deber, no depende exclusivamente de la condición de titularidad del atributo de
personalidad jurídica, por el contrario, el procedimiento legislativo para otorgarlo se
vuelve una cuestión meramente instrumental o de arbitrio técnico, que complejiza no sólo
la actuación administrativa, sino los procedimientos para convocar a las entidades
públicas a los estrados judiciales. La tarea entonces de otorgar tal atributo, pese a los
niveles de complejidad que implica su puesta en práctica, encuentra sustento hoy en día,
en razones históricas que permitieron la conformación del estado-nación, y que no
10
En relación con la expresión: “No tiene ninguna funcionalidad”, puede surgir el cuestionamiento
en torno a que existen diferencias de orden presupuestal entre entidades sin personalidad, con
aquellas que sí tienen personalidad jurídica, como por ejemplo, las Empresas Industriales y
Comerciales del Estado –EICE. Aunque es cierto este punto, dada la regulación aplicable a estas
últimas en virtud del Decreto 115 de 1996, en comparación con las primeras reguladas por el
Decreto 111 de 1996, se considera que la diferencia en el trámite que traen los Decretos en
mención, no es suficiente para mantener en las condiciones jurídicas actuales la distinción teórica
general entre entidades con y sin personalidad jurídica, porque como se verá más adelante, pese
a los mayores niveles de autonomía de las EICE, se percibe un cierto grado de control de tutela
en ellas por parte del Gobierno Central, en la medida que el cumplimiento en menor o mayor
medida de los fines constitucionales es competencia de todas las entidades públicas, a las cuales
se les considera “capaces” para ello. Es desde esta lógica que normativamente se afirma que no
tiene ninguna funcionalidad hablar de entidades con y sin personería, dado que para el
cumplimiento de los mencionados fines, el Legislador las considera capaces a todas ellas, por lo
que la capacidad otorgada por vía legal se sobrepone al criterio teórico de la distinción “con” y “sin
personalidad”, ya que este aspecto de asignación obedece a un fenómeno de instrumentalización
de la función legislativa.
8 Introducción
responden a la complejidad de las actuales funciones que deben adelantar las entidades
públicas.
Vale la pena resaltar cómo en el contexto del derecho español ha sido considerada esta
temática, partiendo de la necesidad de explicar las nuevas relaciones a la luz del derecho
público en general y del derecho administrativo en particular, que rebasan de alguna
manera la visión clásica de este último, donde –en virtud de la reserva de ley en vigencia
del Estado liberal de derecho– se concentró en la exigencia de no inmiscuirse en la
libertad y propiedad. El profesor Parejo destaca como el derecho administrativo español
se ha caracterizado por su capacidad de sistematización y delineación de las actividades
administrativas, pese su gran variedad. Pero, a su vez, denuncia la notable
“despreocupación doctrinal sobre la significación y alcance de la personalidad en la
Administración, especialmente en la capacidad jurídica y de obrar, lo que en el aspecto
de la organización viene permitiendo el mantenimiento –sin mayor justificación- de la
tesis de la libertad de elección de las formas de actuación y, por tanto, de organización
de las actividades y de régimen jurídico (público o privado) de éstas”11. Despreocupación
que puede ser extendida a nuestro contexto.
11
PAREJO ALFONSO, Luciano. Eficacia y Administración. Tres estudios. Instituto Nacional de
Administración Pública-Boletín Oficial del Estado. Madrid, 1995, p. 62.
Introducción 9
El mismo Courtis dice que: “Las distintas manifestaciones del objeto del trabajo
dogmático –normas, decisiones judiciales, proyectos de normas que se pretende
introducir en el ordenamiento jurídico- revisten la forma de enunciados discursivos (…)13”.
Cuando se pretende darle un sentido a dichos enunciados, y por hacer parte de un
conjunto mayor de enunciados similares, el operador jurídico se enfrenta a una serie de
problemas, como por ejemplo, los relacionados con la indeterminación lingüística14.
12
COURTIS, Christian. Observar la ley. Ensayos sobre metodología de la investigación jurídica.
Madrid, Ed. Trotta, 2006, p. 106.
13
Ibídem.
14
Courtis presenta un listado de seis problemas cuando se quiere dar sentido a los enunciados
por estar expresados en términos lingüísticos y por integrarse en un conjunto mayor de
enunciados: a) Problemas de indeterminación lingüística; b) Problemas de carácter lógico; c)
Problemas relacionados con la composición del orden jurídico, no sólo en normas, sino también
en principios y directrices, con función diferente; d) Problemas de determinación de valores y de
los fines de un conjunto normativo; e) Problemas derivados de la estructura jerárquica y
escalonada del orden jurídico; f) Problemas que emanan del hecho que el conjunto de normas con
la que operan los intérpretes y aplicadores del sistema incluyen las interpretaciones
jurisprudenciales. Ver COURTIS, Observar la ley. Ensayos sobre metodología de la investigación
jurídica, op. cit. pp. 106-108.
10 Introducción
Justamente, desde el enfoque analítico, ha sido posible dar cuenta de los problemas de
indeterminación lingüística, ya que el lenguaje jurídico hace uso del natural, sin que –
muchas veces– pase por un proceso de redefinición técnica, sumado a lo anterior, el
hecho de que el legislador usa conceptos normativos concretados desde valoraciones
sociales, como, por ejemplo, cuando se refiere a la “buena fe”15. A lo largo de este
trabajo, se presentará cómo la personalidad jurídica se enmarca en dicha
indeterminación jurídica, porque para entender su definición, es necesario prácticamente
recurrir a otros conceptos, como el de capacidad; es decir, se extraña una definición
técnica de dicha locución, que dé cuenta del verdadero sentido con el que se ha
enseñado o se ha querido dar a entender.
Frente a los problemas que enfrentan en general las proposiciones jurídicas, vistos como
enunciados discursivos, la dogmática, de un lado, ha descrito el fenómeno del que quiere
dar cuenta, y de otro lado, ha buscado prescribir soluciones a los problemas de
interpretación y aplicación16. En general, puede decirse que, si el problema tiene origen
en el ordenamiento jurídico, su solución proviene de sí mismo, lo que en últimas
redundará en su propio mejoramiento. Es con este ejercicio dogmático que surge
prácticamente la propuesta de dejar de hablar de “personalidad jurídica” en las entidades
públicas, para dar paso al uso unificado de “capacidad” en dichas entidades, que es el
concepto legal ampliamente utilizado para denotar las actuaciones de las mismas.
15
En el caso del uso del lenguaje natural, Courtis indica que las proposiciones jurídicas están
impregnadas de las imperfecciones de dicho lenguaje: “vaguedad, ambigüedad, carga emotiva,
textura abierta, etc.”. Por su parte, frente a las valoraciones sociales del legislador se puede ver
las nociones de: “moral pública y buenas costumbres, buen padre de familia, reglas del arte o de
la profesión, etcétera”. COURTIS, Observar la ley. Ensayos sobre metodología de la investigación
jurídica, op. cit. p. 106.
16
Ibídem, p. 109.
Introducción 11
interpretación, sino la modificación del derecho positivo vigente, es por ello, que el jurista,
“aboga por su reemplazo, a partir de una solución propuesta por él mismo”, pero no se
trata de abandonar el punto de vista interno, ni de rechazar la totalidad del ordenamiento
jurídico; d) Comentario de las sentencias judiciales, que utilizan igualmente los anteriores
criterios17.
17
Ibídem, pp. 113-117.
18
Ibídem, pp. 112-113.
19
Ibídem, p. 118.
12 Introducción
Así, las causas de predicar la existencia y posible diferencia entre entidades públicas con
y sin personería, se hallan en razones históricas, que provienen de la importación de
vocablos o locuciones del derecho civil al administrativo con todos sus defectos y
virtudes, además de la no discusión de la temática en la asamblea nacional
constituyente que dio paso al texto constitucional de 1991, por lo cual mantuvo la
tradición que del manejo del tema se hacía hasta ese momento. No se desconoce, bajo
ninguna circunstancia, los otros avances de la Carta Política, sólo se reseña que no se
presentó un debate respecto de continuar o eliminar la distinción aludida; es más, entre
otras temáticas, es con base en la Constitución que se ve la necesidad de eliminar la
susodicha diferencia formal y el tecnicismo que se presenta, porque es claro que en la
práctica se presenta de otra manera.
Con todo lo anterior, fue posible dar paso a la comparación entre entidades con
personería y sin personería, en lo relacionado con la posibilidad de manejar presupuesto,
Introducción 15
contratar y ser parte procesal, para señalar que entre unas y otras no existe diferencia y
que, la capacidad en estos puntos concretos, no depende del atributo de la personalidad
jurídica.
Puestos en contexto los vocablos o locuciones del capítulo primero, fijado el alcance de
la expresión entidad pública en el mismo capítulo, revisadas las relaciones jurídicas en
las que participan todas las entidades estatales, tal como se hizo en los dos primeros
capítulos y una vez demostrado que no se presenta distinción entre entidades con y sin
personería, en las tres relaciones escogidas –presupuestal, contractual y procesal- se
pasa a señalar que tal distinción no es funcional en nuestro ordenamiento, análisis
abordado en el capítulo tres.
Con lo abordado hasta aquí, se consideró pertinente avanzar hacia una no distinción de
entidades públicas con y sin personalidad jurídica, para lo cual se propone dar inicio a un
proceso de deconstrucción del vocablo personalidad en el ámbito de las entidades
públicas, lo que lleva, en un primer estadio, a la utilización de otro vocablo más
omnicomprensivo, en clara alusión a la capacidad. Así mismo, se desecha la propuesta
formalista de sumar requisitos para demostrar la capacidad de entidades sin
personalidad, que surgió, aunque sin mayor difusión, en pronunciamientos de un par de
exmagistrados del Consejo de Estado.
16 Introducción
Confiados en que las líneas que a continuación se plasman sirvan para decir, como al
comienzo, que nuestro derecho en América Latina está cambiando, conscientes de que
no se está apelando a una frase inocente, cierto es que se hace necesario revisar
nuestros aprendizajes desde otro ángulo, con la firme intención de cuestionarlos y ver su
funcionalidad, con el propósito de conservarlos, modificarlos o dar paso a unos nuevos.
1. De la personalidad Jurídica en la
Administración Pública
20
MONTOYA MELGAR, Alfredo. Enciclopedia Jurídica Básica, (vol. 3). Madrid, Ed. Civitas, 1995,
pp. 4871-4873. Advierte que dicho vocablo (i) es una palabra polisémica, “(…) carece de un valor
técnico jurídico preciso en nuestro Derecho –España-, tanto desde el punto de vista de los textos
legales, como si se atiende a los usos lingüísticos de los juristas (…)”. Se relaciona estrechamente
“con las nociones de persona*, capacidad jurídica*, etc. (…)”. Así las cosas concluye que “resulta
imposible dar, pues, una noción técnica y unívoca de personalidad”. Plantea que desde la visión
iusnaturalista se ha identificado persona con sujeto y con la capacidad jurídica, que le permite ser
titular de relaciones jurídicas. Crítica la visión del derecho privado, por cuanto, ha
instrumentalizado la persona “(…) como mera portadora de relaciones jurídicas, además, de
contenido eminentemente patrimonial”. Un ejemplo lo constituye Von Thur, cuando al referirse a
las personas jurídicas, dice que “son creación del derecho, que las equipara al hombre como
sujetos de derechos patrimoniales”; y que la capacidad de estas “(…) se manifiesta, ante todo, en
los derechos patrimoniales; (…)”. VON TUHR, Andreas. Las personas naturales y jurídicas.
Bogotá, Ed. Leyer, 2006, pp. 11 y 111-112.
21
ALESSANDRI R., Arturo; SOMARRIVA U., Manuel y VODANOVIC H., Antonio. Tratado de
Derecho Civil partes preliminar y general, (t. primero). Colombia, Ed. Jurídica de Chile, 1998, p.
353.
18 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
“La noción de persona tiene importancia fundamental para el derecho. Todo el derecho
ha sido creado en interés de la persona22; ella es la destinataria de la norma jurídica y
puede tener una existencia física, como en el caso de los individuos de la especie
humana; o moral, como en el caso de las llamadas personas jurídicas”23.
A su turno, Santofimio manifiesta que la teoría general del derecho ha ofrecido las
diferentes concepciones de persona y apoyándose en lo manifestado por la Corte
Suprema de Justicia dice que “son personas los seres capaces de tener derechos y
contraer obligaciones, en otras palabras: sujetos portadores de facultades y deberes,
nacidos los primeros en el derecho subjetivo y originados los otros en las estipulaciones
jurídicas”24.
Y, en esa misma línea, Libardo Rodríguez respecto de la noción de persona dice que:
“Este concepto no es propio del derecho administrativo, sino que proviene del derecho
civil. Según un criterio generalizado, desde el punto de vista jurídico, persona es todo
ente capaz de ser sujeto de derechos y obligaciones”25.
Von Thur intenta explicar el binomio persona y capacidad jurídica –desde la doctrina y la
legislación- en estos términos: “Con el término persona, la ciencia jurídica y la Ley
designan a un ente dotado de capacidad jurídica (…)”26.
22
Es pertinente llamar la atención en este punto, porque los animales también tienen derechos.
Los animales hacen parte de nuestras condiciones reales de existencia, de nuestro medio
ambiente.
23
GARCÍA-HERREROS S., Orlando. Lecciones de Derecho Administrativo, (2 ed.). Bogotá,
Universidad Sergio Arboleda, Serie Major – 7, 1997, p. 14.
24
SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. Tratado de Derecho Administrativo. Acto
Administrativo, (t., II, 4 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, segunda reimpresión
2004, p. 88. En la nota al pie No. 94 cita a la Corte Suprema de Justicia, Sala de Negocios
Generales. Sentencia del 21 de agosto de 1940, Gaceta Judicial, vol. L, p. 197.
25
RODRÍGUEZ R., Libardo. Estructura del Poder Público en Colombia, (14 ed.), Bogotá, Ed.,
Temis, Bogotá, 2010, p. 44. Igualmente en: RODRÍGUEZ R., LIBARDO, Derecho Administrativo,
general y colombiano, (18 ed.). Bogotá, Ed. Temis, 2013, pp. 57-61.
26
VON TUHR, Andreas. Las personas naturales y jurídicas. Bogotá, Ed. Leyer, 2006, p. 9.
Capítulo 1 19
El artículo 73 del Código Civil Colombiano establece que “las personas son naturales o
jurídicas”. A su turno, el artículo 74 dice que “son personas todos los individuos de la
especie humana, cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición”; mientras que en
el artículo 633 “se llama persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer derechos
y contraer obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente”.
27
PAREJO ALFONSO, Luciano. Eficacia y Administración. Tres estudios. Instituto Nacional de
Administración Pública-Boletín Oficial del Estado. Madrid, 1995, pp. 56-57, reiterada en: PAREJO
ALFONSO, Luciano, “La personalidad jurídica y su distinta construcción: personas privadas y
público administrativas”, en revista Quaestiones Juridicae, No. 32, Bogotá, Pontificia Universidad
Javeriana, 2008, pp. 41-42.
28
KELSEN, Hans. Teoría General del Estado. Barcelona, Ed. Labor, 1934, pp. 88-89.
29
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 498. Cfr. LEGIS. Código Civil y
Legislación Complementaria (sistema de eruditos prácticos Legis, agosto 2011 - agosto 2012, 3
ed.). Bogotá, Legis, 2011, § 2182, p. 173. Igualmente SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de
Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 89.
20 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
proveniente del derecho privado ha sido tomado en cuenta por el derecho público,
concretamente el derecho administrativo, para explicar la personalidad jurídica del
Estado y de la administración pública, tal como se expondrá a continuación.
Puede afirmarse que los desarrollos doctrinarios acerca de la personalidad jurídica que
ostentan las personas naturales, han sido por mencionarlo en una sola palabra,
uniformes; no así, para el caso de las personas jurídicas, por cuanto no existe un
consenso frente a la naturaleza de las mismas, por el contrario, se han suscitado varias
teorías que intentan explicarla, aunque para los efectos de esta tesis se mencionarán dos
de ellas -teoría de la ficción y teoría organicista-, por ser las referentes en nuestro
ordenamiento30.
La teoría de la ficción, se ha dicho, fue la adoptada en la definición del artículo 633, por
las siguientes razones:
(i) El Código Civil Colombiano es fiel reflejo del Código Civil Chileno, autoría de
Andrés Bello31.
(ii) Una de las fuentes inspiradoras de Bello –en total fueron cuatro- es el derecho
germano, especialmente, la obra de Savigny32.
(iii) Fue Savigny quien influyó doctrinariamente en el tema de las personas jurídicas, y
no el Código de Napoleón, al carecer éste de un título dedicado a ellas33.
30
SUÁREZ FRANCO, Roberto. Teoría General de las Personas Jurídicas. Bogotá, Ed. Temis,
2010, p. 36, afirma que el artículo 633 del Código Civil parte reconociendo la doctrina de la ficción
pero “Con posterioridad y por obra de la ley y la jurisprudencia se impuso la teoría de la realidad,
en la modalidad organicista, que es la predominante hoy día”.
31
VALENCIA ZEA, Arturo y ORTÍZ MONSALVE, Álvaro. Derecho Civil: Parte general y personas,
(t. I, 16 ed.). Bogotá, Ed. Temis, segunda reimpresión, 2010, p. 34. Ubica al Código en la historia
de nuestro derecho civil, en su segundo periodo, dicho código es el mismo de Bello adoptado en
Chile en 1855. No debe olvidarse que rigió inicialmente en el Estado de Santander en 1858
cuando nuestro país se acogió al federalismo.
32
Ibídem, p. 37.
33
Ibídem, p. 38. En esta misma obra el autor manifiesta que Bello “no hizo otra cosa sino copiar el
concepto expresado por SAVIGNY sobre personas jurídicas (…)”, p. 470. SUÁREZ FRANCO,
Capítulo 1 21
La teoría de la ficción, al partir de la idea que solo los seres humanos existen como
personas, ubica a las personas jurídicas en un plano ideal como “ficciones creadas por el
legislador (…) finge la existencia de estas personas”34, haciéndolas jugar un papel
equiparable al de las personas humanas. También se indica en esta doctrina que “(…)
solo las personas naturales son sujetos de derecho por cuanto ellas, con exclusividad,
están dotadas de razón y voluntad. Las personas jurídicas nacieron como un derivado del
pensamiento mitológico primitivo denominado animismo”35. El énfasis se dirige hacia un
sujeto que en la realidad no tiene existencia física o moral36. Nino dice que “Savigny es el
creador de esta teoría (…) Esas entidades no existen en la realidad pero los juristas
hacen como si existieran, atribuyéndoles, una voluntad destinada al cumplimiento de
ciertos fines jurídicos”37.
Algunas críticas hechas a dicha teoría se orientan a evidenciar cómo solo tuvo en cuenta
la realidad antropológica del ser humano; que al asimilar a las personas jurídicas con los
menores de edad, solo intentó justificar la existencia de las personas jurídicas de derecho
privado, dejando a un lado a las personas jurídicas de derecho público, ya que por lógica
elemental, el Estado y su estructura no pueden equipararse a los menores de edad;
“Pero lo que vino a quebrar en forma definitiva la tesis de que las personas jurídicas son
menores de edad, fue sin duda la necesidad que surgió en la doctrina de casi todos los
países, de establecer la responsabilidad civil y contravencional de dichas personas
jurídicas (…)”38.
Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 35 y 50, adopta igual criterio. ALESSANDRI
R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 509, por su parte, indica que la teoría adoptada por el
Código Civil Chileno, es la teoría de la ficción legal, con base en el artículo 545 de dicho código.
34
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 508.
35
GERVASIO, Teoría del órgano de la sociedad anónima. En: SUÁREZ FRANCO, Teoría General
de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 35.
36
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 95.
37
NINO, Carlos Santiago. Introducción al análisis del derecho. Barcelona, Ed. Ariel, 1983, p. 228.
En su recuento, pone en perspectiva de análisis debates acerca de “(…) si hay entidades
diferentes a los hombres a las que también las normas jurídicas atribuyan derechos, impongan
deberes o establezcan sanciones”. p. 224.
38
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 472.
22 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
riguroso, cuenta con una “larga presencia doctrinal en el tiempo como al prestigio de los
juristas que a lo largo de los siglos se sirvieron de ella (…)”39.
39
LUNA SERRANO, Agustín. Las ficciones del derecho en el discurso de los juristas y en el
sistema del ordenamiento. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana: Editorial Temis, 2013 –
(Colección internacional; no. 46), p. 37.
40
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. pp. 43-44. SANTOFIMIO
GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 96. UPRIMNY, Leopoldo, “La
teoría de Gierke sobre la personalidad jurídica”, en Revista del Colegio Mayor de Ntra. Sra. del
Rosario, vol. XXXVI, octubre y noviembre de 1941, Nos. 355 y 356, Bogotá, Ed. Centro, pp. 303-
310, señala que una de las circunstancias que impulsaron a Gierke en su teoría fue “La
insuficiencia de la tesis de la ficción en cuanto a las personas jurídicas del Derecho público,
especialmente con relación al Estado”, dice que dicha doctrina ha influenciado lo suficiente a
pesar de su carácter romántico en Jellinek, Liszt, Hauriou, Del Vecchio, Josserand, etc.
41
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 475.
42
Ibídem, p. 373.
43
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 403.
Capítulo 1 23
las personas naturales que en las jurídicas, el hecho de poseerla, en nuestro sistema
normativo actual, conviene tanto a la persona natural como a la persona jurídica44.
Sin entrar en detalle en este momento los atributos de la personalidad reconocidos por
nuestra legislación y que se mencionarán en este escrito son la capacidad jurídica y de
obrar46.
Más allá de las teorías que tratan de explicar la naturaleza misma de las personas
jurídicas, lo cierto es que muchos de sus elementos se han trasladado al derecho
público, que recoge los trabajos legislativos y jurisprudenciales de los sectores
iusprivatistas47. Se apela en ocasiones a decir que el hecho de acudir al derecho privado
obedece a sus años de construcción –desde los romanos- mientras que el derecho
público en su ramificación de derecho administrativo es un derecho joven –desde la
44
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 22 y 104. Este tipo de
consideraciones guardan cierto grado de inocencia en la medida que otros debates anuncian la
crisis de la teoría de la persona jurídica; y se afirma, que la personalidad se mantiene “como mero
arbitrio técnico”, en PAREJO ALFONSO, Eficacia y Administración, op. cit. pp. 59-60.
45
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-004/1998, MP Jorge Arango Mejía. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1998/c-004-98.htm (14.03.2015).
46
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 104, el autor enlista
como atributos de la persona jurídica los siguientes: Capacidad legal, jurídica o de obrar,
domicilio, nombre, patrimonio, nacionalidad.
47
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 86 y 93. Este
autor indica que se recurrió a los pandectistas para trasladar las elaboraciones del derecho
privado sobre la persona jurídica al derecho público, porque desde la personalidad jurídica se
podría entender la complejidad de relaciones jurídicas en las que estaba involucrado el Estado.
MARIENHOFF, Miguel S. Tratado de Derecho Administrativo, (t., I, 3 ed.). Buenos Aires. Ed.
Abeledo-Perrot, 1982, p. 351; dice que las “personas jurídicas” no es un tema exclusivo del
derecho privado, han encontrado aplicación en el derecho administrativo.
24 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
revolución francesa- que toma del derecho privado las nociones ya construidas para
aplicarlas a la estructura que conforma el Estado48.
Se dice que dicha personalidad “(…) emana directamente del Estado, creada por ley o
autorizada por está [sic] (…)”, y se reconoce al Estado como la más importante persona
48
Luciano Parejo de alguna manera invita a superar este tipo de debates entre derecho privado y
derecho público, y reafirma la idea que las nociones de personalidad jurídica en derecho
administrativo, tiene un carácter puramente instrumental, para lo cual reivindica a Gallego
Anabitarte (criticado por García de Enterría) por establecer que en la ley española de la
administración, no se afirma que sus integrantes sean personas jurídicas, sino que su actuación
jurídica se hace con personalidad jurídica, siendo situaciones diferentes. PAREJO ALFONSO, “La
personalidad jurídica y su distinta construcción, op. cit. p. 6.
49
Es común observar como en la tabla de contenido de las obras jurídicas en derecho civil o
administrativo, incluso constitucional, dedican un capítulo a la personalidad jurídica del Estado, y
en algunos, como un subnumeral, tratan el debate sobre la personalidad del estado y la nación,
por ejemplo Marienhoff pone de manifiesto que en materia de personalidad algunos distinguen
entre nación y Estado, MARIENHOFF, Tratado de Derecho Administrativo, (t., I) op. cit. p. 372.
50
MARIENHOFF, Tratado de Derecho Administrativo, (t., I) op. cit. p. 347; puede verse también la
pág. 354, en que de manera categórica se afirma que la administración es considerada persona
jurídica cuando se ve como sujeto activo de potestades.
51
PÉREZ, Víctor M., “De la personalidad de la Administración Pública”, en Revista Jurídica
(Órgano de la Sociedad Jurídica de la Facultad Nacional de Derecho), Año XXVIII, septiembre y
octubre de 1936, Nos. 241 y 242, Bogotá, Ed. Centro, pp. 633-637.
52
HERRERA ROBLES, Aleksey, “La personalidad Jurídica del Estado”, en Revista de derecho
(No. 14, 2000) publicación digital en la página web de la Universidad del Norte,
http://ciruelo.uninorte.edu.co/pdf/derecho/14/5_La_personalidad_juridica_del_estado.pdf
(14.03.2015).
Capítulo 1 25
de derecho público53. En una visión más clásica, los debates en torno a la personalidad
del Estado toman como referente su patrimonio, surgiendo teorías que le niegan
personalidad, otras que le otorgan doble personalidad y otros que hablan de una sola
personalidad54.
En otros casos, mirando quienes conforman la estructura interna del Estado, se dice que
“la actividad de la administración se lleva a cabo siempre dentro del marco de una
persona jurídica”55. Otro criterio permite ver la personalidad desde sus consecuencias,
cuando afirma que: “La teoría de la personalidad jurídica del Estado permite someterlo a
normas jurídicas, como cualquiera otra persona, y explicar ciertas actitudes que toma con
respecto a otros Estados o a sus mismos súbditos”56.
53
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 476. En igual sentido,
VON TUHR, Las personas naturales y jurídicas, op. cit. p. 294. SUÁREZ FRANCO, Teoría
General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 210.
54
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. pp. 518-519.
55
RODRÍGUEZ R., Estructura del Poder Público en Colombia, op. cit. p. 45 y RODRÍGUEZ R.,
Derecho Administrativo, general y colombiano, op. cit. pp. 57-61.
56
VIDAL PERDOMO, Jaime. Derecho Constitucional General e Instituciones Políticas
Colombianas, (9 ed.). Bogotá, Ed. Legis, 2005, p. 47.
57
Se debe tener en cuenta que las actividades del Estado y de los particulares están regidos por
normas sustantivas y procedimentales. Estas reglas sirven, además, para ejercer el control sobre
los actos jurídicos.
58
LÓPEZ GUERRA, Luis, “Sobre la personalidad jurídica del Estado” en Revista del
Departamento de Derecho Político, Universidad de Extremadura, (No. 6, 1980) publicación digital
en la página web, http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:DerechoPolitico-1980-06-
10061/PDF, (12.03.2015).
26 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Al tener en cuenta que las diferentes nociones de persona que se manejan en el derecho
público en general y administrativo en particular provienen de la construcción que se ha
59
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, “El concepto de personalidad jurídica en el derecho público”,
en Revista de Administración Pública (No. 129, septiembre-diciembre 1992), publicación digital en
la página web, http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/17147.pdf, (14.03.2015). En igual
sentido, GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón, Curso de Derecho
Administrativo I (16 ed.), Pamplona, Ed. Civitas y Thomson Reuters, reimpresión 2014, p. 406.
Elementos básicos del debate también se exponen en SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de
Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 94.
60
GARCÍA DE ENTERRÍA, “El concepto de personalidad jurídica en el derecho público”, op. cit.
61
GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ, Curso de Derecho Administrativo I, op. cit. p. 52 y 403.
62
LÓPEZ RODÓ, L, “Personalidad Jurídica del Estado”. En: PAREJO ALFONSO, Luciano. El
concepto del Derecho administrativo (2 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2009,
p. 293.
63
PAREJO ALFONSO, “El concepto del Derecho administrativo”, op. cit. p. 296.
64
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 95.
Capítulo 1 27
hecho desde el derecho privado, no escapan a esta misma consideración, las referencias
hechas a los atributos de la personalidad, en particular las relacionadas con la capacidad
jurídica y de obrar, que son aplicables igualmente a las personas jurídicas públicas.
Así como en derecho privado era importante determinar la naturaleza de las personas
jurídicas para actuar en el mundo de lo jurídico, el derecho público se concentró en
describir qué tipo de persona jurídica pública ostenta personalidad65, que le permita
actuar en el mundo de las relaciones jurídicas. Desde esta óptica, Garrido Falla admite la
personalidad del Estado, para poder explicar “(…) las relaciones jurídico-administrativas y
jurídico-privadas que pueden surgir entre el Estado y los particulares (…)”66. Se dice
igualmente que la personalidad del Estado, “es un hecho que hoy se considera
indiscutible y que se atribuye a la misma formación del Estado como unidad política
independiente”67, o como lo afirma categóricamente Vidal Perdomo: “El estado es una
persona jurídica. Esto significa que es sujeto activo y pasivo de derechos y
obligaciones”68.
Con mayor claridad lo expone Casagne, al considerar que hay un sometimiento total del
Estado a las normas jurídicas y como sujeto de derechos y obligaciones en virtud del
reconocimiento de su personalidad “ha permitido sustentar la demandabilidad del Estado,
llevando a las personas jurídicas públicas estales ante la justicia, promoviendo la nulidad
de las actuaciones ilegítimas o arbitrarias y haciendo efectiva la responsabilidad, tanto
65
LÓPEZ GUERRA, “Sobre la personalidad jurídica del Estado” op. cit. en http://e-
spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:DerechoPolitico-1980-06-10061/PDF, (12.03.2015), lo muestra
como un problema de definición de soberanía en estos términos: “El dogma de la personalidad
jurídica del Estado, (…) aparece a mediados del siglo XIX en Alemania como solución conceptual
a complejas cuestiones políticas, centradas en el problema de la atribución de la soberanía (…)”;
el constitucionalismo liberal inspirado en la revolución francesa a la nación, y los defensores del
absolutismo al monarca.
66
GARRIDO FALLA, Fernando. Tratado de Derecho Administrativo, (vol. 1, 10 ed.). Madrid, Ed.
Tecnos, 1987, p. 305. En el mismo sentido SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho
Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 98, quien argumenta que para el derecho colombiano es
importante el reconocimiento de una personalidad jurídica al Estado para que pueda actuar en el
tráfico de relaciones jurídicas.
67
CHÁVEZ MARÍN, Augusto Ramón. Lecturas de Derecho Administrativo, (2 ed.). Bogotá,
Universidad Santo Tomás, 2008, p. 47.
68
VIDAL PERDOMO, Derecho Constitucional General e Instituciones Políticas Colombianas, op.
cit. p. 47.
28 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
por su actividad ilícita como por la actividad lícita, cuando hubiera provocado perjuicios
en el patrimonio de los particulares”69.
69
CASSAGNE, Juan Carlos. Derecho Administrativo, (t. I, 9 ed.). Bogotá, Pontificia Universidad
Javeriana: Abeledo Perrot, 2009. – (Colección internacional; no. 17), pp. 230-231.
70
LÓPEZ GUERRA, “Sobre la personalidad jurídica del Estado” op. cit. en http://e-
spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:DerechoPolitico-1980-06-10061/PDF, (12.03.2015). La noción
de Estado-ordenamiento, Estado-aparato y Estado-comunidad, las toma el autor de la doctrina
italiana, específicamente de C. Mortati, Istituzioni di Diritto Pubblico, Padua, CEDAM, tomo I, pág.
189.
Capítulo 1 29
La capacidad jurídica y la capacidad de obrar son uno de los elementos que hacen parte
de los atributos de la personalidad –operan igual para personas naturales y jurídica72.
Retomando la noción de capacidad, desde la visión iusprivatista, Von Thur asegura: “La
capacidad es la calidad jurídica esencial de la persona –en clara referencia a la persona
natural”73. Por su parte Alessandri dice que: “(…) La capacidad es “la aptitud de una
persona para adquirir derechos y poderlos ejercer por sí misma”74. A nivel enciclopédico
se encuentra que “la voz capacidad viene a significar la versión o traducción jurídica de la
personalidad”75. Pero también se halla una posible definición de capacidad en sus
acepciones jurídica, legal o de obrar, totalmente coincidente con la noción de
71
La exposición se hizo en la nota al pie No. 20.
72
En la nota al pie No. 46 se hizo alusión al listado de atributos que se reconocen tanto por la
doctrina como por la jurisprudencia a las personas jurídicas.
73
VON TUHR, Las personas naturales y jurídicas, op. cit. p. 18.
74
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 403. Llama la atención esta propuesta de
definición, a la que denominaré definición general, porque al explicar capacidad jurídica y de
obrar, lo que hace es fragmentar la definición general y llevarla a cada una, es decir, adquirir
derechos, es capacidad jurídica y ejercerlos por sí misma, es capacidad de obrar.
75
MONTOYA MELGAR, Enciclopedia Jurídica Básica, (vol. 1), op. cit. p. 900. Esta versión
enciclopédica, a pesar de su naturaleza, se ha inclinado por presentar una visión crítica del tema,
en la medida que trata de recoger posiciones orientadas a la instrumentalización de la persona, tal
como se reflejó en la nota al pie No. 20.
30 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
personalidad, por lo menos en Suárez Franco: “Es la aptitud de la persona jurídica para
ser titular de derechos y de obligaciones”76.
De lo anterior se puede ver que es fácil caer en un círculo vicioso de definiciones que se
comportan prácticamente como sinónimas, y esto aunque en la práctica podría
presentarse como una ventaja, por cuanto, al tomarse estos vocablos de manera
indistinta en la redacción de normas jurídicas en sus diferentes niveles -legislativo o
reglamentario-, su uso no riguroso habrá de generar complicaciones a la hora de
establecer las relaciones jurídicas entre unos y otros, dejando el tema de las
aclaraciones, en mano de los doctrinantes o de la jurisprudencia, que en ocasiones
apegados al principio de legalidad, no realizan mayores disertaciones y sólo replican el
contenido normativo de las mismas.
Es claro que a nivel doctrinario es importante que las personas –en general- deban ser
capaces de adquirir y ejercer derechos por sí mismas. Pero ejercer derechos, en la
generalidad del sistema jurídico implica interactuar con otras personas igualmente
capaces, dicha interacción se adelanta a través de relaciones jurídicas. Se define las
relaciones jurídicas como “(…) la relación entre dos o más sujetos regulada por el
derecho objetivo. Este atribuye a uno de los sujetos un poder y al otro, como
contrapartida, un deber, que está en la necesidad de cumplir para satisfacer el interés
que el sujeto titular del poder está llamado a realizar con el ejercicio del mismo”77. En
términos más simples: “Las relaciones de la vida, gobernadas por normas jurídicas,
reciben el nombre de relaciones jurídicas”78.
76
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 104-105. Aunque su
obra trata de hacer un esfuerzo en explicar cómo opera diferencialmente la capacidad en las
personas naturales y jurídicas, considero que dicho esfuerzo se desvanece porque en el nivel de
las definiciones, las mismas confluyen en el mismo punto, y se extraña de su parte una posición
crítica frente al tema o por lo menos una nota aclaratoria que devele su postura.
77
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 294.
78
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 273.
Capítulo 1 31
normalmente con la personalidad. Por eso son sujetos las personas físicas y pueden
serlo las organizaciones”79.
Todo lo anterior para decir que: “El pensamiento jurídico no puede concebir la existencia
de derechos que no sean susceptibles de ejercicio (…)”80. Esa posibilidad explica que a
su vez la capacidad se encuentre dividida en capacidad jurídica y en capacidad de obrar.
También conocida como capacidad de goce y se la define como “aptitud para ser titular
de derechos, situaciones jurídicas y estados”81; de forma más sencilla, “es la aptitud de
una persona para adquirir derechos”82. La consecuencia es que: “A través de ella se
refleja el momento estático de la personalidad y su exigencia abstracta de ser sujeto,
actual o potencial, de cualquier tipo de derechos (…)”83.
En el caso de las personas jurídicas, Suárez Franco manifiesta que no hay que
equipararla con la de las personas naturales, por el contrario, señala que lo que se
79
PAREJO ALFONSO, “La personalidad jurídica y su distinta construcción: personas privadas y
público administrativas”, op. cit. p. 6.
80
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 492.
81
Ibídem. p. 491.
82
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 403 –ver nota al pie No. 74. En la misma
línea SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 78.
83
MONTOYA MELGAR, Enciclopedia Jurídica Básica, (vol. 1). Madrid, Ed. Civitas, 1995, p. 912.
84
Se recuerda que en épocas anteriores los esclavos eran seres humanos no considerados
personas. Este criterio en su pretensión de universalidad enfrenta dificultades si se pretende
aplicar a casos como al que está por nacer o nasciturus, ya que nuestro Código Civil en el artículo
90 exige que el nacido haya sobrevivido un instante siquiera separado del vientre materno, de lo
contrario no existe protección legal.
32 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
presenta es una semejanza de dicha capacidad de goce, porque toda persona jurídica –
privada- está restringida en el marco de su objeto –social- o finalidad85.
Ahora entra a jugar en esta parte lo que comúnmente se conoce como objeto social de la
persona jurídica –privada-. Esta recoge la voluntad de quienes fundan o “dan vida” a la
persona jurídica. No es suficiente que un grupo de personas en ejercicio de su derecho
constitucional de asociación, funden una persona jurídica; esa voluntad de conformarla
se plasma en un documento que atendiendo los requisitos legales deberá ser
diligenciado y presentado ante la autoridad competente, con el propósito de “darle vida”.
El “nacimiento” de la persona jurídica –privada- va aparejada entonces con una
capacidad jurídica restringida, por cuanto sólo podrá hacer lo que está previsto en los
estatutos y/o en la ley86.
Las personas jurídicas públicas corren igual suerte, por cuanto estarán limitadas al
contenido de la constitución política o a la ley, porque cualquiera de estos textos
normativos, en esencia, dirá el alcance de la persona jurídica pública87.
En blanco y negro, la teoría en este caso parece ser clara, porque partiría del siguiente
aforismo, la persona jurídica –pública o privada- legalmente constituida –algunas públicas
nacen de la Constitución- goza de personalidad jurídica, por lo tanto, cuenta con
capacidad de goce para actuar en el mundo de las relaciones jurídicas. Se está en este
punto, guardadas las proporciones, en el marco de la pretensión de universalidad que se
predica de las personas naturales.
85
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 105. En las relaciones
jurídicas actuales no es preponderante esta posible diferencia.
86
Ibídem, p. 22. Dada la complejidad del mundo moderno, por lo menos en lo que a contratación
pública se refiere, hay casos en que no se contrata con personas jurídicas –en el sentido exacto
de la definición-, pero tampoco se contrata con personas naturales, me refiero a los consorcios y
uniones temporales. En efecto dos o más personas naturales o jurídicas se “asocian” en virtud de
un documento privado y se presentan al proceso de selección y una vez son adjudicatarios
suscriben el contrato y lo ejecutan siguiendo el parámetro de lo establecido no sólo en el contrato,
sino también en el pliego de condiciones o documento que se le asemeje.
87
El artículo 121 de la Constitución Política de Colombia establece que: “Ninguna autoridad del
Estado podrá́ ejercer funciones distintas de las que le atribuyen la Constitución y la ley”.
Capítulo 1 33
Se define como “la aptitud para ejercer los derechos por sí mismo”88. Desde otra óptica
“(…) la capacidad de obrar consiste en la aptitud o idoneidad del sujeto de derecho para
realizar eficazmente actos jurídicos, o para adquirir y ejercitar derechos y asumir
obligaciones con su propia actuación (…)”89.
Von Thur, le da importancia cuando dice: “La calidad jurídica más importante del hombre
es la capacidad de obrar, es decir, la condición de la voluntad que la Ley considera
necesaria para que de los actos humanos deriven efectos jurídicos”90.
El mismo Von Thur y en criterio opuesto de Suárez Franco –de no equiparar- señala que:
“Para cumplir con su fin y, en particular, administrar su patrimonio y ejercer sus derechos,
la persona jurídica debe efectuar los mismos negocios y actos con que el individuo opera
en el campo jurídico (…)”91, y más adelante se reafirma en su criterio, “(…) la capacidad
de obrar de la persona jurídica tiene la misma extensión que la de la persona física; en el
ámbito de su capacidad, puede adquirir derechos y enajenarlos, asumir obligaciones
(…)”92. Sin embargo, no es propósito de este escrito tomar partido en esta confrontación.
En el vademécum de nociones vistas tanto para capacidad jurídica como para capacidad
de obrar como atributos de la personalidad, es claro que no es suficiente que la persona
cuente con personalidad, sino que la pueda ejercer. Desde la noción iuspositivista clásica
88
ALESSANDRI R., Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 403 –ver nota al pie No. 50. En la misma
línea SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 78.
89
MONTOYA MELGAR, Enciclopedia Jurídica Básica, (vol. 1). Madrid, Ed. Civitas, 1995, p. 910.
90
VON TUHR, Las personas naturales y jurídicas, op. cit. p. 19. Dicho autor en la nota al pie No.
25 de su libro, considera que “La capacidad jurídica y la de obrar no son derechos subjetivos, sino
condiciones jurídicas del hombre, que le permiten tener derechos subjetivos e influir sobre la
situación jurídica”.
91
Ibídem, p. 115.
92
Ibídem, p. 121.
34 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
ha interesado la capacidad de obrar, porque esta implica el ejercicio de los derechos sin
el ministerio de otra persona, porque los incapaces habrán de valerse de otros para
poder actuar jurídicamente93. Este criterio sirvió de base para que las personas jurídicas
–privadas- en un comienzo fueran tratadas como una especie de incapaces que
necesitaban ser representados.
Como ya se había referenciado, la teoría del órgano supone un avance frente a la teoría
de la ficción, porque esta no le dedicó parte de su interés a las personas jurídicas
públicas, así entonces, la noción de órgano sirvió de bálsamo para entrar a explicar otro
tipo de personas jurídicas actuantes en las relaciones jurídicas.
93
Resulta pertinente señalar dos cosas: La primera, Suárez Franco señala como “Los atributos de
la personalidad difieren en las personas naturales y en las jurídicas. La capacidad de goce, aptitud
para ser titular de derechos y obligaciones, se tiene por el nacimiento en las naturales, aunque su
ejercicio esté limitado en los incapaces. La persona jurídica nace ante el derecho con una
capacidad legal restringida (…)” SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas,
op. cit. p. 22. La segunda, es que se debe recordar que una de las críticas hechas a la teoría de la
ficción es que asimiló a la persona jurídica con un menor de edad, por carecer en sí de voluntad.
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 472.
94
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 492.
95
Ibídem, p. 475.
Capítulo 1 35
Ya se había indicado en líneas generales, cómo las personas jurídicas también eran
depositarias no sólo de personalidad, sino también de los atributos que la acompañan, es
decir, la capacidad jurídica y la capacidad de obrar, consideraciones que han sido
trasladadas al ámbito del derecho público.
Tal como se expuso en el numeral 1.1.2, el considerar la personalidad jurídica del Estado
suscitó debates en la manera que debía entenderse97, pero al mirar su evolución
96
SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. Tratado de Derecho Administrativo. Introducción a los
conceptos de la administración pública y el derecho administrativo, (t., I, 3 ed.). Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, reimpresión 2004, p. 55, ofrece una interesante posición: (…)
El dogma de la personalidad jurídica debe reducirse a una “mera construcción técnica auxiliar” (el
Estado y su poder se justifican por su institucionalización y no por construcciones ideales
superpuestas como la de la personalidad jurídica)”.
97
Cierta doctrina reconoce al Estado como la más importante persona de derecho público:
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 476. En igual sentido,
VON TUHR, Las personas naturales y jurídicas, op. cit. p. 294. SUÁREZ FRANCO, Teoría
General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 210.
36 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Santofimio toma en cuenta que desde una evolución histórica del derecho aparece el
Estado, el cual es práctico estudiarlo en ciertos fenómenos desde los ojos de la
personalidad jurídica. Por este mismo camino, el Estado, sus órganos y alguna de sus
instituciones habrían de entenderse como personas jurídicas100.
Con esa mirada, acogiendo la generalidad de autores, se puede decir que las personas
jurídicas públicas, son el Estado, sus órganos y algunas instituciones. Recuérdese que
para ver al Estado como persona jurídica, la doctrina italiana habla del Estado-aparato o
Estado-Gobierno, entendido como un conjunto de organizaciones, cuya personalidad
98
LÓPEZ GUERRA, “Sobre la personalidad jurídica del Estado” op. cit. en http://e-
spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:DerechoPolitico-1980-06-10061/PDF, (12.03.2015). En la nota
al pie No. 65 se hizo la transcripción textual de lo dicho por el autor.
99
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 98. Respecto del
derecho colombiano, con estas palabras invita a superar la discusión: “(…) ante el hecho real y
evidente de que en ordenamientos jurídicos como el colombiano el ejercicio de algunas funciones,
especialmente administrativas no pueden atribuirse, por regla general, ni mucho menos de
manera absoluta a la presencia de una personalidad moral en el Estado o en alguno de sus
órganos, sino, más bien, al ejercicio de propio y directo del poder público, encomendado a las
autoridades administrativas en procura del cumplimiento de las finalidades estatales”.
100
Ibídem, p. 99.
Capítulo 1 37
Pero la noción de órgano va más allá o por lo menos es agrupada por Escola en teorías
objetivas y subjetivas, referidas las primeras a la estructura –elemento estático-, y las
segundas con las personas naturales que actúan en la estructura –elemento dinámico-
104
. Interesa tomar en cuenta el elemento estático para nuestro escrito.
101
MORTATI C., Istituzioni di Diritto Pubblico. En: LÓPEZ GUERRA, “Sobre la personalidad
jurídica del Estado” op. cit. en http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:DerechoPolitico-1980-
06-10061/PDF, (12.03.2015).
102
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 37.
103
ESCOLA, Héctor Jorge. Compendio de Derecho Administrativo, vol. I. En: CHÁVEZ MARÍN,
Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 37.
104
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 37.
105
Ibídem.
38 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Aunque ya se había mencionado en líneas anteriores, vale la pena tener en cuenta que
la administración pública a la vista de algunos teóricos –García de Enterría- es la que
detenta la personalidad jurídica y no el Estado. Pero apegados a los textos jurídicos
colombianos, como parte del material guía de estudio, se utilizará la expresión genérica
de personalidad jurídica del Estado, que brinda la posible familiaridad con el tema –no
debe entenderse que aquí se esté en total acuerdo con dicha expresión.
Nótese como la Corte Constitucional no sólo en esta sentencia, sino en la que toma
como antecedente -C-619/2002-, incurre en la imprecisión –a pesar de que en nuestro
ordenamiento no lo reconoce expresamente así- de decir tácitamente que todos los
órganos que conforman el Estado se les ha reconocido personalidad jurídica para el
cumplimiento de los fines estatales. No precisa el alto tribunal, si se refiere únicamente a
la capacidad de goce o incluye la de ejercicio. Lo cierto es que esto confirma que el uso
indistinto de los vocablos conduce a cometer imprecisiones de este tipo, a la luz de la
utilización de términos estrictos, porque como ya se vio la personalidad jurídica en sí
misma no es suficiente.
106
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-306/2004, MP Rodrigo Escobar Gil. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/C-306-04.htm (12.03.2015).
107
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-619/2002, MP Jaime Córdoba Triviño.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/c%2D619%2D02.htm
(12.03.2015).
Capítulo 1 39
Esta perspectiva que ofrece la Corte Constitucional puede considerarse como un ejemplo
de lo que se ha entendido por capacidad de obrar, porque en ejercicio del cumplimiento
de sus deberes puede infringir daños que deben ser reparados.
Pero como también se ha dicho que la noción de órgano hace referencia a la estructura
del Estado, al repasar el contenido del artículo 113 de la Constitución Política de
Colombia, se señala como ramas del poder público la legislativa, la ejecutiva, y la judicial.
Dice igualmente, que existen otros órganos que la integran y que dichos órganos del
Estado aunque con funciones separadas colaboran armónicamente entre sí.
Pero la consideración de órgano en ese nivel es anterior a la Carta de 1991, fue a través
de la reforma constitucional de 1936, que se suscitaron cambios en la Constitución
Política de 1886, que llevaron al Consejo de Estado a referirse en estos términos:
108
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-306/2004, op. cit. Igual consideración se
expuso en la Sentencia C-619/02.
109
Consejo de Estado de Colombia, Auto 207419 del 29/10/1969, Sección Primera, MP Alfonso
Arango Henao. Disponible en http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml
(12.03.2015).
40 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Así como se puso de presente que la noción de personalidad era sinónima de capacidad
y que no era posible acoger un criterio técnico unívoco; situación similar se encuentra al
intentar determinar cuáles son las personas jurídicas de nuestro derecho público, máxime
por el uso indiscriminado en los diferentes textos de derecho consultados de los vocablos
o locuciones Estado, órganos del Estado, órgano administrativo, Nación, administración
pública o administración, que se usan como sinónimos de la expresión Estado –como
poder público y como estructura o andamiaje para el cumplimiento de funciones
públicas110.
110
Cfr., los índices de los siguientes textos: RODRÍGUEZ R., Estructura del Poder Público en
Colombia, op. cit.; BRITO RUÍZ, Fernando. Estructura del Estado Colombiano y de la
Administración Pública Nacional. Según la Constitución de 1991. Revaluación de conceptos
constitucionales y administrativos (2 ed). Bogotá, Ed. Legis, 2013; VIDAL PERDOMO, Jaime.
Derecho Administrativo, (13 ed.). Bogotá, Ed. Legis, 2008; IBÁÑEZ NAJAR, Jorge Enrique. Las
funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas. Bogotá, Instituto de Investigaciones
Sociojurídicas para el desarrollo sostenible, 2006.
111
RODRÍGUEZ R., Estructura del Poder Público en Colombia, op. cit. p. 45.
112
Ibídem. El régimen jurídico al que hace alusión es el siguiente: Constitución Política de 1991,
Decretos-leyes 1222 de 1986, 1333 de 1986 y las Leyes 128 –derogada por la Ley 1625 de 2013-
y 136 de 1994 -modificada por la Ley 1551 de 2012- y 489 de 1998.
Capítulo 1 41
Partiendo del siguiente aforismo: toda persona jurídica legalmente constituida goza de
personalidad jurídica, lo que le permite ser sujeto de derechos y obligaciones, por lo tanto
cuenta con capacidad jurídica y de obrar en el mundo de las relaciones jurídicas, se
encuentra que dicho aforismo aplica perfectamente cuando se habla de personas
jurídicas de derecho privado. “En las personas jurídicas la capacidad de obrar está
limitada por su objeto; el patrimonio social es prenda común de quienes negocian con
ella y la garantía que la persona jurídica puede ofrecer (…)”114.
Pero qué sucede con las entidades públicas. El aforismo se aplica a las que cuentan con
personalidad jurídica sin mayores interpretaciones; pero siguiendo dicha lógica tendría
que decirse que -en apariencia- las entidades públicas sin personalidad jurídica, no son
sujetos de derechos y obligaciones, por lo tanto, no cuenta con capacidad jurídica y de
113
Ver nota al pie No. 20.
114
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 107.
Capítulo 1 43
obrar en el mundo de las relaciones jurídicas. Se sabe que desde el punto de vista
práctico y normativo esa no es la respuesta para este caso.
Todas las entidades públicas están obligadas a cumplir una función constitucional y/o
legal, como mínimo, las contempladas en el artículo segundo de la Constitución que
establece los fines del Estado. Pero entonces, cuál es el alcance de que a una entidad
pública no se le reconozca personalidad jurídica. De acuerdo con lo que se ha enseñado,
básicamente quedaría reducida a la capacidad de ser parte en un proceso judicial,
porque, en el ámbito territorial, debe ser representada por otra persona jurídica que tenga
tal personalidad para que hable por ella. No sucede lo mismo en materia presupuestal ni
contractual, porque mínimamente debe recibir un rubro del presupuesto autorizado para
cubrir sus gastos de funcionamiento y porque cuenta con capacidad para contratar en
virtud de la ley.
Cuando se dice que una entidad pública sin personalidad jurídica sí puede suscribir
contratos, que debe recibir una partida presupuestal y que habrá de actuar judicialmente,
aunque -en algunos eventos- representada por otra entidad, se hace referencia a la
capacidad de obrar en el mundo de las relaciones jurídicas, ya que la capacidad jurídica
o de goce no se ve menguada independientemente por estar reconocida o no su
personalidad.
Así las cosas, se podría concluir que el no reconocimiento de personalidad jurídica a una
entidad pública la afecta -parcialmente- tan sólo en un elemento de la capacidad de obrar
o de ejercicio, específicamente, la de no contar con capacidad procesal directa, cuando
es del nivel territorial, al tener que ser representada por otra entidad pública a la cual sí
se le otorgó personalidad. Con lo expuesto en el artículo 159, concordado con el
parágrafo del artículo 104 del CPACA, es suficiente con ser entidad pública para ser
sujeto procesal y la representación de las tradicionalmente consideradas sin personalidad
jurídica, la hace, por regla, el funcionario que la encabeza; así prescribe por ejemplo, el
inciso segundo del artículo 159: “La entidad, órgano u organismo estatal estará
representada, para efectos judiciales, por el Ministro, Director de Departamento
Administrativo, Superintendente, Registrador Nacional del Estado Civil, Procurador
General de la Nación, Contralor General de la República o Fiscal General de la Nación o
por la persona de mayor jerarquía en la entidad que expidió el acto o produjo el hecho”.
44 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Con base en la normativa mencionada, la real conclusión es que, dados los actuales
desarrollos normativos, no existe diferencia alguna entre entidades públicas con o sin
personalidad jurídica respecto de la capacidad de ejercicio en temas presupuestales,
contractuales o judiciales, porque en cualquiera de los tres, las entidades públicas actúan
de manera autónoma sin que sea necesaria la representación de otras entidades, salvo
algunas del orden territorial.
En últimas, quien decide qué entidades públicas nacen con o sin personalidad es el
legislador en cumplimiento de su función constitucional o el constituyente cuando crea la
constitución115.
Desde la Constitución Política, en su artículo 113, se vio cómo una de las ramas que
conforman la actual estructura del Estado es la legislativa. Así mismo, el texto
constitucional, en su artículo 150, dice que le corresponde al Congreso hacer las leyes, el
numeral 7 del mismo, fija por su parte, la tarea de determinar la estructura de la
administración nacional y crear, suprimir o fusionar las entidades públicas que allí se
mencionan.
115
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 46. Vale la pena resaltar que
con base en el Auto del 11/09/1995 del Consejo de Estado de Colombia, Sección Primera,
Expediente 3405, la Consejera Nubia González Cerón, expuso que el reconocimiento de
personalidad podría hacerse incluso por la vía jurisprudencial. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015). No debe dejarse de
considerar que si todas las entidades públicas están llamadas al cumplimiento de los fines
constitucionales atendiendo las funciones otorgadas por la normatividad, y para ello cuentan con
presupuesto, suscriben contratos y son parte procesal, comienza a carecer de sentido la
diferencia entre entidades con y sin personalidad jurídica.
Capítulo 1 45
Santofimio Gamboa por su parte interviene indicando el desarrollo legislativo del tema,
además de poner de presente que en el ordenamiento Colombiano se ha aceptado la
teoría de la personalidad jurídica, pero al carecer de un marco de aplicación definido “(…)
se han dictado en los últimos años una serie de normas a través de las cuales se ha
pretendido dar cuerpo jurídico a esta institución, clarificando el régimen jurídico de los
diferentes organismos y ramas del poder público”118.
§ Ley 153 de 1887, en su artículo 80, estableció una serie de personas jurídicas
públicas, principalmente a la nación.
§ Decreto 393 de 1957, acerca de establecimientos públicos dotados de
personalidad desde su creación.
116
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 44.
117
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-374/1994, MP Jorge Arango Mejía. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1994/c%2D374%2D94.htm (12.03.2015).
118
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 101.
46 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Con dichos eventos normativos afirma que “se acogió en el derecho colombiano la tesis
de la atribución legal, incluso para la Nación-Estado (…)”119. Atribuye a la reforma de
1968 el rótulo de haber clarificado la personalidad jurídica en el nivel descentralizado por
servicios, se refiere a los decretos 1050 y 3130 de 1968 derogados por la Ley 489 de
1998. Los Códigos de régimen departamental –Decreto 1333 de 1986- y municipal –
Decreto 1222 de 1986- junto con la Ley 136 de 1994, consolidan el régimen jurídico de la
personalidad en el ámbito de la descentralización territorial, porque reiteran lo que un
comienzo previó el artículo 80 de la Ley 153 de 1887, de considerar como personas
jurídicas a la Nación, los departamentos y los municipios. Una vez revisada toda esa
normatividad concluye que “(…) en Colombia la personalidad jurídica la detenta un ente
abstracto y soberano, denominado Nación (…)”120.
El artículo 80 de la Ley 153 de 1887 estableció: “La Nación, los Departamentos, los
Municipios, los establecimientos de beneficencia y los de instrucción pública, y las
corporaciones creadas ó reconocidas por la ley, son personas jurídicas”.
Suárez Franco coadyuva con lo siguiente: “La nación es la persona jurídica por
excelencia de orden nacional. Su personería jurídica no se encuentra establecida de
manera implícita en la Constitución; ella le ha sido reconocida por la ley, tal como lo
dispone el artículo 85 [sic] de la ley 153 de 1887” 121.
Esta norma ha traído serias repercusiones a la hora de fijar su alcance, sobre todo, con
el vocablo nación, el cual desde su contexto sociológico como base de la unidad política
del Estado al que pertenece, adquiere un carácter jurídico, porque actúa como sinónimo
119
Ibídem, p. 101.
120
Ibídem, p. 102. La conclusión adoptada por el tratadista luego del recorrido normativo no logra
su cometido de introducir el tema de la Nación como persona jurídica, menos cuando lo que
pretendía indicar era lo innecesario de haberle atribuido personalidad a un concepto sociológico –
nación-, cuando lo lógico era preferir o mantener la noción jurídica de personalidad del Estado.
121
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 220.
Capítulo 1 47
Pero el vocablo nación también ha sido objeto de debate, Vladimiro Naranjo expuso
cómo desde la óptica alemana –Jellinek- se le ha negado toda personalidad a la nación,
por el contrario, comenta que en Francia sí se le considera un sujeto jurídico, aunque
distinto del Estado, y reseña que dicha postura no es compartida por Duguit, al indicar
este último, que es una herencia de la revolución de 1789, en la que se consideraba a la
nación como sujeto ordinario de la soberanía, que la ubica antes del Estado, “(…) la
nación da vida al Estado al delegar su soberanía en los gobernantes que la Constitución
establece”123.
Sin embargo, salen al paso las críticas a dicha división: “(…) El Estado no es un sujeto
jurídico que se yergue frente a la nación oponiéndose a ella; desde el momento que se
admite que los poderes de naturaleza estatal pertenecen a la nación, hay que admitir
también la identidad entre nación y Estado, en el sentido de que esté [sic] no es sino la
personificación de aquélla”124.
Desde una visión civilista y retomando a Valencia Zea, que introdujo en la temática de la
importación del Código Civil Chileno de 1855 de Don Andrés Bello, inspirado en cuatro
corrientes europeas, va a reseñar que nuestro Código Civil ha evolucionado en cinco
122
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 47, adicionalmente ver el pie
de página No. 18 del libro de referencia. SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho
Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 102, advierte que se incurre en una “inexactitud de considerar un
concepto sociológico, como es el de Nación, como persona jurídica, cuando lo lógico sería partir
de la atribución de personalidad al Estado, concepto, este sí, de estirpe jurídica”. VIDAL
PERDOMO, Derecho Constitucional General e Instituciones Políticas Colombianas, op. cit. p. 46,
pone su granito de arena en estos términos: “La organización del Estado, con su constitución, sus
órganos, sus funciones, traslada el concepto de nación hacia lo jurídico, permite que ella se
exprese a través suyo. Por eso se ha dicho que el Estado es la personificación jurídica de la
nación; de una entidad sociológica se pasa a un ente jurídico”.
123
NARANJO MESA, Vladimiro. Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. (12 ed.). Bogotá,
Ed., Temis, 2014, p. 231. En igual sentido CARRÉ de MELBERG, Teoría General del Estado. En:
MARIENHOFF, Miguel S. Tratado de Derecho Administrativo, op. cit. p. 373.
124
CARRÉ de MELBERG, Teoría General del Estado. En: MARIENHOFF, Miguel S. Tratado de
Derecho Administrativo, op. cit. p. 374.
48 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Aunque señala que pese a la expedición de leyes civiles de 1887 a 1932, ninguna
modifica las instituciones adoptadas de forma sustancial, e indica que “La ley 153 de
1887 complementa el Código Civil en algunos aspectos relativos a (…) personas jurídicas
(…)” y al referirse someramente a la estructura de dicha ley, vuelve a enumerar los
cambios referidos126, pero se extraña un pronunciamiento particular en torno al artículo
80 de la Ley 153.
Valencia Villa, desde otra orilla, aludiendo que por mandato del artículo 52 de la
Constitución de 1886, el Código Civil debe incorporar el Título III constitucional -de los
derechos civiles y garantías sociales- a la parte preliminar del Código, sentencia lo
siguiente: “(…) el artículo 52 cumple una función vital: establece una relación de
dependencia entre la Constitución y el Código Civil. Entre el código del Estado y el
código de la sociedad civil, según la cual el último es la verdadera ley suprema del
territorio”127. Podría complementarse diciendo también, que las reformas al Código Civil
buscaban consolidarlo como la ley suprema que habría de mantenerse constante, ya que
la historia constitucional de la época mostraba la tendencia a la mutabilidad del texto
constitucional en el corto plazo.
125
VALENCIA ZEA, Derecho Civil: Parte general y personas, (t., I.) op. cit. p. 48.
126
Ibídem, pp. 50 y 51. Coadyuva saber que Don Andrés Bello “hacía sinónimas ambas
expresiones” –nación y estado-, para mayor ampliación ALESSANDRI R., Arturo, Tratado de
Derecho Civil, op. cit. p. 520.
127
VALENCIA VILLA, Hernando. Cartas de Batalla: una crítica del constitucionalismo colombiano.
Bogotá, Ed. Panamericana, primera reimpresión, 2012, pp. 171-172.
Capítulo 1 49
Desde una nota casi triunfalista se encuentra que: “En las legislaciones contemporáneas,
entre otras la nuestra, se ha venido concediendo el carácter de persona jurídica a la
nación y a otras entidades del Estado, dotándolas de autonomía”128.
Una justificación a favor de la nación la hallamos en Santofimio cuando afirma que están
amparadas “todas aquellas actuaciones de los poderes públicos, y en especial las del
sector central de la administración nacional, que se justifiquen a partir de la existencia de
personalidad jurídica (…)”129.
El artículo 113 Constitucional, como ya se vio, establece que son tres las ramas que
estructuran el Estado colombiano, y a la par de estas, se ubican otros órganos
autónomos e independientes, para el cumplimiento de las demás funciones del mismo.
Realmente, se está indicando tres temáticas que desde la doctrina se han desarrollado.
La primera de ellas orientada a discutir cómo las tres ramas del poder público, en sí
mismas consideradas, no gozan de personalidad jurídica, sino que deben ampararse en
la personalidad de la que sí es titular, el Estado –recuérdese que algunos doctrinantes no
consideran la personalidad del Estado-. La segunda adentra en lo que se denomina la
teoría del órgano, particularmente se tendrá en cuenta el elemento estático –estructura-
donde se encuentra la composición interna del Estado, con órganos por un lado –los que
carecen de personalidad- y personas jurídicas públicas –si gozan de personalidad-130. La
tercera que ve el encargado de administrar al Estado y su estructura, la cual sin lugar a
dudas debe gozar de personalidad, lo que ha conducido a identificar la administración
pública no sólo con la rama ejecutiva, sino, como la auténtica persona jurídica.
128
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 210.
129
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. pp. 102-103.
130
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 37.
50 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Frente a la tercera, tal como se había anticipado, señala que es la administración pública
la que realmente detenta la personalidad jurídica. Aunque nuevamente se encuentran
posiciones disímiles en este campo, recuérdese que García de Enterría se la asigna
completamente, desconociendo en últimas, la personalidad jurídica del Estado, postura
que no ha sido acogida del todo por otros tratadistas. Según Santofimio, la posición de
García de Enterría se presenta así: “La administración será, entonces, (…), el conjunto
131
Ibídem, p. 37.
132
GARCÍA TREVIJANO-FOS, Tratado de Derecho administrativo. En: IVANEGA, Miriam Mabel.
Instituciones de Derecho administrativo (2 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia,
2013, p. 254.
133
DROMI, Roberto. Derecho Administrativo (6 ed.). España, Ediciones Ciudad Argentina, 1997,
p. 119.
134
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 38.
135
IVANEGA, Instituciones de Derecho administrativo, op. cit. pp. 259-260.
Capítulo 1 51
En todo caso y retomando el contenido del subtítulo sugerido, se encuentra que “la
personalidad jurídica del Estado se expresa ordinariamente a través de la Rama
Ejecutiva, dado el carácter y las funciones de esta parte de la estructura del poder
público (…)”141, que se encuentran algunas de ellas esbozadas en el texto constitucional
y por excelencia en la Ley 489 de 1998.
136
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo (t., I), op. cit. p. 54.
137
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo (t., I), op. cit. p. 56.
138
ZANOBINI, Corso di Dir. Amm. En: GARRIDO FALLA, Tratado de Derecho Administrativo (vol.
1), op. cit. p. 305.
139
GARRIDO FALLA, Tratado de Derecho Administrativo (vol. 1), op. cit. p. 305.
140
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 43.
141
Ibídem, p. 43, comentario extraído de la nota al pie No. 10.
52 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
En la Ley 489 se utilizan dos vocablos que no fueron definidos por el legislador,
organismo y entidad, que eventualmente tendrían alcances diferentes; el de organismo,
“como una parte de la Administración (…) que por lo general carece de personalidad
jurídica propia”; y el de entidad “como persona jurídica y, por tanto, con un alto nivel de
autonomía”144. En el contexto de la ley debe tenerse presente que se está enfrentando un
uso indistinto de ambos conceptos.
142
RODRÍGUEZ R., Libardo. Estructura del Poder Público en Colombia, (14 ed.), Bogotá, Ed.,
Temis, Bogotá, 2010, p. 71.
143
Ibídem, p. 50.
144
Ibídem.
Capítulo 1 53
Así las cosas, en el argot jurídico al referirse a la estructura del Estado se encuentra que
se asimila órganos y sector o nivel central como entidades sin personalidad jurídica;
mientras que al hablar de sector o nivel descentralizado, nación, departamentos, y
municipios, se hace referencia a entidades con personalidad jurídica145.
Para Libardo Rodríguez, la Ley 489 establece una diferencia entre “la organización de la
rama ejecutiva del poder público en el orden nacional y la estructura de la administración
pública”, señala entonces, que con base en el artículo 38 se integra la rama ejecutiva
nacional, por eso se habla de sector central y sector descentralizado por servicios; a su
vez, el artículo 39 integra la administración pública, conformada por “los organismos que
conforman la Rama Ejecutiva del Poder Público y por todos los demás organismos y
entidades de naturaleza pública que de manera permanente tienen a su cargo el ejercicio
de las actividades y funciones administrativas o la prestación de servicios públicos del
Estado Colombiano”146. En todo caso, resalta que lo anterior refleja la evolución de la
estructura del Estado y, por decirlo de alguna manera, el aumento de las actividades a
cargo de la rama ejecutiva.
145
Por estas razones aquí se ha decidido agruparlas en el vocablo entidades públicas. Teniendo
en cuenta el argot jurídico empleado, entidad pública con personalidad jurídica y sin personalidad
jurídica.
146
RODRÍGUEZ R., Libardo. Estructura del Poder Público en Colombia, (14 ed.), Bogotá, Ed.,
Temis, Bogotá, 2010, pp. 71-74.
54 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Como se ha venido diciendo, estas entidades al contar con personalidad jurídica gozan
de los atributos de capacidad de goce y de capacidad de obrar, lo que les permite
participar de las relaciones jurídicas de nuestro ordenamiento jurídico, de las cuales
destaco tres: la posibilidad de participar del presupuesto público, la de suscribir contratos
con particulares y la de ser parte procesal ante los diferentes tribunales que imparten
justicia en nuestro territorio.
La real Academia Española, en una de sus definiciones de presupuesto dice que este es
la: “Cantidad de dinero calculado para hacer frente a los gastos generales de la vida
cotidiana, de un viaje, etc.”
147
Ibídem, pp. 72-75.
Capítulo 1 55
En la misma sentencia se resalta el hecho por medio del cual “(…) el presupuesto cumple
una función democrática trascendental, en la medida en que define cuáles son las rentas
que el Estado cobrará a sus ciudadanos y cuáles son los gastos en que incurrirá;
materias que exigen, por lo tanto, imponer cargas tributarias que limitan los derechos de
las personas”149.
Nuestra Constitución de 1991 regula en su título XII todo lo relacionado con el Régimen
Económico y de La Hacienda Pública, siendo el capítulo III -artículos 345 a 355-, los que
hablan acerca del presupuesto.
148
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-935/2004, MP Álvaro Tafur Galvis. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/C-935-04.htm#_ftnref2 (05.04.2015).
149
Ibídem. Pese a esa función democrática trascendental que cumple el presupuesto, vale la pena
preguntarse ¿sí los ingresos tributarios son equitativos en sus determinación y cobro? En este
mismo sentido, en relación con los gastos, ¿por qué se privilegian aquellos orientados al
funcionamiento, sobre los gastos de inversión? Aunque la respuesta a estas dos preguntas hace
parte de un gran debate sobre la forma de financiar al Estado, y la manera en cómo este
administra los recursos. Dado el contexto metodológico del presente documento, dichas
respuestas no pueden darse aquí, lo que deja abierta la posibilidad de abordarlas en otra
investigación que de cuenta de ellas.
56 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Pero la elaboración del presupuesto es una función reglada que pasa como mínimo por
el contenido de los artículos 345, 346, 347, 350 y 351 de la Constitución.
(i) Que habrá o que existe una ley orgánica como un marco para programar,
aprobar, modificar y ejecutar los diferentes presupuestos.
(ii) Que dicha ley contemplará cómo el presupuesto estará coordinado con el Plan
Nacional de Desarrollo.
(iii) La ley a su vez regulará la capacidad de las entidades estales para contratar.
Frente al primer aspecto, es preciso diferenciar entre la ley orgánica del presupuesto del
artículo 352 y la ley anual de presupuesto del artículo 346. Apoyados en la Sentencia C-
935/2004, “la ley orgánica regula el proceso presupuestal como tal, esto es, establece la
manera como se prepara, aprueba, modifica y ejecuta el presupuesto (CP art. 352), el
contenido propio de las leyes anuales de presupuesto es diverso, pues a éstas
corresponde estimar los ingresos y autorizar los gastos del período fiscal respectivo (CP.
arts 346 y ss)”.
Capítulo 1 57
Respecto del segundo aspecto, se tiene que el artículo 339 superior indica que en el nivel
nacional habrá un plan nacional de desarrollo conformado por una parte general y un
plan de inversiones. La parte general abarca propósitos en el largo plazo, metas y
prioridades en el mediano plazo. Las entidades territoriales cuentan igualmente con su
plan de desarrollo, el cual tendrá en cuenta lo dicho en el plan a nivel nacional y se
conforma por una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto plazo.
En general los planes de desarrollo recogen las propuestas de campaña del presidente,
gobernador o alcalde, dependiendo si se está en el nivel nacional, departamental o
municipal.
Respecto de los entes territoriales, las facultades en materia presupuestal son residuales,
“es decir, llegan hasta donde lo permiten las normas constitucionales y el Estatuto
Orgánico del Presupuesto de carácter nacional”151. Sin duda, se habla de la función que
150
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-374/1994, MP Jorge Arango Mejía. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1994/c%2D374%2D94.htm (12.03.2015).
151
RESTREPO, Juan Camilo. Derecho presupuestal colombiano (2 ed). Bogotá, Ed. Legis, 2014,
p. 327.
58 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
152
Ibídem, p. 327.
153
Ibídem, p. 329. Recuérdese que este principio consagra que no puede haber impuesto sin
representación popular. Lewin Figueroa, dirá que: “(…) consiste, esencialmente, en que la
obligación de pagar tributos tiene como única fuente la ley. Expresado de otra manera, este
principio apunta a que no puede existir tributo sin ley que lo establezca (…)”; ver LEWIN
FIGUEROA, Alfredo. Principios constitucionales del derecho tributario: análisis de la
Jurisprudencia de la Corte Constitucional, 1992-2001. Bogotá, Universidad de Los Andes e
Instituto Colombiano de Derecho Tributario, 2002, p. 20. El artículo 345 constitucional se puede
armonizar con lo dispuesto en el artículo 338, en relación con las contribuciones fiscales o
parafiscales.
154
CRUZ DE QUIÑONES, Lucy. El principio de legalidad impositiva como un postulado del Estado
de Derecho. En: INSTITUTO COLOMBIANO DE DERECHO TRIBUTARIO –ICDT-, Derecho
Tributario (2 ed.). Bogotá, Ed. Nomos, 1999, p. 272.
155
En la cláusula XII de la Carta Magna, se dijo: “Ningún impuesto o contribución será aplicado en
Nuestro reino a menos que se fije por deliberación conjunta, excepto para rescatar Nuestra
persona, para hacer caballero a Nuestro hijo mayor y para casar por una sola vez a Nuestra hija
mayor y por esto se pagará únicamente una contribución razonable. Así se hará con respecto a
contribuciones de la Ciudad de Londres”. Ver LEWIN FIGUEROA, Principios constitucionales del
derecho tributario, op. cit. p. 20.
156
Ibídem.
Capítulo 1 59
Bravo Arteaga157, analiza el principio desde tres escenarios: (i) El proceso histórico-
político, aunque ubica hechos con anterioridad a la Carta Magna, como por ejemplo en
1188 el acuerdo de los reyes de Francia e Inglaterra para el cobro del “diezmo de
Saladino”, para solventar gastos de una de las cruzadas158, será el artículo XII de la Carta
Magna el que “estableció que no se cobraría auxilio (aid) alguno ni tributo de
compensación militar (scutage) sin la aprobación del Consejo Común del Reino, con lo
cual se vino a consolidar el principio de que la tributación debía ser establecida por los
representantes de los contribuyentes”159; (ii) como regla de competencia constitucional,
“(…) es conocido con el nombre de “principio de reserva de ley”, conforme al cual el
único organismo del Estado competente para establecer tributos es el legislador, salvo
casos de urgencia pública, como guerra exterior, conmoción interior o emergencia social
o económica”160; y (iii) en relación con los temas de técnica jurídica, se busca: “Que la
fuente de la tributación sea de orden general (…) y “(…) que los elementos esenciales
que integran la obligación tributaria estén perfilados en la norma creadora del tributo”161,
en clara referencia al sujeto activo, sujeto pasivo, hecho generador y base gravable.
En relación con la Constitución Política, Plazas Vega dice: “La reforma de 1991 es de
indudable trascendencia para el principio de reserva de ley de los impuestos, no solo
porque incluye disposiciones nuevas que siguen sus lineamientos, sino porque ratifica
otras contempladas en la Carta derogada -1886- que son de importancia mayúscula”162.
Al revisar el contenido del artículo 3 del Decreto 111 de 1996 –EOP-, se observa que el
estatuto abarca dos niveles, el primero corresponde al presupuesto general de la Nación
y el segundo nivel, que incluye la fijación de metas financieras a todo el sector público.
Dice a su vez que: “El presupuesto nacional comprende las ramas legislativa y judicial, el
Ministerio Público, la Contraloría General de la República, la organización electoral, y la
157
BRAVO ARTEAGA, Juan Rafael. Derecho Tributario. Escritos y reflexiones (Colección textos
de Jurisprudencia). Bogotá, Ed. Universidad del Rosario, 2008.
158
Ibídem p. 148.
159
Ibídem.
160
Ibídem, p. 150.
161
Ibídem, p. 151.
162
PLAZAS VEGA, Mauricio A. Derecho de la hacienda pública y derecho tributario, (t., I, 2 ed.).
Bogotá, Ed., Temis, 2006, p. 227.
60 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
rama ejecutiva del nivel nacional, con excepción de los establecimientos públicos, las
empresas industriales y comerciales del Estado y las sociedades de economía mixta”.
Como es posible darse cuenta del listado del artículo 3, se observa a entidades públicas
catalogadas como órganos – v. gr. los que integran la rama legislativa y judicial- que
como se mencionó anteriormente carecen de personalidad jurídica; y, las personas
públicas con personalidad jurídica –la administración pública que integra la rama
ejecutiva.
A su vez, el artículo 30 hace referencia a los fondos especiales, entendidos como los
ingresos “definidos en la ley para la prestación de un servicio público específico, así
como los pertenecientes a fondos sin personería jurídica creados por el legislador”.
nacionales, mientras aquellos son asimilados a una entidad pública, en virtud que
cuentan con personería jurídica163.
Estas diferencias fueron dilucidadas por la Corte en la sentencia C-713/08, que reiteró el
precedente aplicable sobre el particular, a propósito del control automático de
constitucionalidad de la norma estatutaria que reformó la Ley 270/96 con el objeto de
crear el Fondo para la Modernización, Descongestión y Bienestar de la Administración de
Justicia. En esa decisión se puso de presente que la jurisprudencia constitucional ha
concluido que en aquellos casos en que el legislador decide introducir un fondo y le
confiere en la norma correspondiente personería jurídica, se está ante un fondo entidad,
que no puede comprenderse como una simple categorización de ingresos públicos, sino
como una reforma que incide en la estructura de la administración”164.
Desde la descripción ofrecida, se tiene que los fondos entidad son también personas
jurídicas que gozan de personalidad a diferencia de los fondos cuenta carentes de
personalidad, por tratarse de una modalidad particular de clasificación de las rentas
nacionales.
En términos generales, sin importar que una entidad pública cuente con personalidad o
sin ella, sin importar si es del nivel nacional o territorial, lo cierto es que es titular de
apropiaciones presupuestales.
163
Vale la pena mencionar que la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento
Básico –CRA- y la Comisión de Regulación de Energía y Gas –CREG- no tienen personería
jurídica.
164
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-617/2012, MP Luis Ernesto Vargas Silva.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2012/c%2D617%2D12.htm
(12.03.2015).
62 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Matallana resalta como desde las nuevas tendencias económicas relacionadas con la
apertura del mercado, con el ánimo de garantizar “la incorporación de capital extranjero
dentro de la economía nacional” forzó a modificar el anterior régimen, Ley 19 de 1982 y
su decreto reglamentario 222 de 1983, por no estar de acuerdo con el nuevo texto
Constitucional165.
165
MATALLANA CAMACHO, Ernesto. Manual de contratación de la administración pública,
reforma de la ley 80 de 1993, (3 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2013, p. 69.
166
Ibídem., p. 129.
167
Ibídem.
168
Esa mayor autonomía contractual y de gestión encuentra una contrapartida: el control fiscal
posterior y selectivo previsto en el artículo 267 de la Constitución Política, que es la función
ejercida por la Contraloría General de la República y cada una de las Contralorías territoriales.
Capítulo 1 63
Pino Ricci introduce su texto de la siguiente manera: “En la Ley 80 de 1993 se abandonó
la distinción tradicional entre contratos administrativos y contratos de derecho privado de
la administración. Se creó una nueva categoría para incorporar la totalidad de los
acuerdos de voluntades (…) el contrato estatal”169.
Pero en línea con lo que se viene tratando en este escrito, se tendrá en cuenta, grosso
modo, lo contemplado en el artículo 2 y 3 de la Ley 80 de 1993.
169
PINO RICCI, Jorge. El régimen jurídico de los contratos estatales. Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 2005, p. 19.
64 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Se destaca, entonces, el literal b) del numeral 1 del artículo 2 de la Ley 80 de 1993, que
constituye una de las novedades de dicha ley, pues, permite que entidades sin
personalidad sean capaces de contratar, lo cual ha originado discrepancias en ciertos
sectores de la doctrina.
“La ley de contratación administrativa, o ley 80 de 1993, modificada por la 1150 de 2007,
les concede a ciertas entidades, de manera expresa, capacidad para contratar sin que
las eleve a la categoría de personas jurídicas; por ejemplo, el senado de la República, la
Cámara de Representantes, las Contralorías, etc…
(…)
(…)
“Las consecuencias son diversas si se contrata con una persona jurídica estatal o con
una entidad con capacidad pero carente de personería, particularmente en lo que
respecta a su responsabilidad patrimonial; la persona que contrata es responsable con su
patrimonio. Cuando una entidad o dependencia contrata sin ser persona jurídica, hace
responsable a quien por ella actúa o a la cual pertenece. Tal es el caso de las
dependencias del Estado que contratan a su nombre, sin ser personas jurídicas; quien
responde es la nación, el departamento o el municipio con su patrimonio. Si por ejemplo
contrata la Cámara de Representantes e incumple con sus obligaciones contractuales de
Capítulo 1 65
tipo patrimonial, el Estado debe salir al pago de ellas, y si fuere el caso, indemnizar por
los perjuicios a que hubiese lugar”170.
(…)
170
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 67.
171
DÁVILA VINUEZA, Luis Guillermo. Régimen jurídico de la Contratación Estatal, aproximación
crítica a la ley 80 de 1993 (2 ed.). Bogotá, Ed. Legis, 2003, pp. 47-48.
66 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Queda claro, entonces, dos cosas; la primera, con base en la cosa juzgada
constitucional, cuando se habla de las relaciones jurídicas tendientes a la suscripción de
contratos entre entidades públicas y particulares, se está en el ámbito de la capacidad de
172
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-374/1994, MP Jorge Arango Mejía. Disponible
en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1994/c%2D374%2D94.htm (12.03.2015).
173
Ibídem.
Capítulo 1 67
Se ha visto hasta aquí cómo las entidades públicas con personalidad jurídica y aquellas
sin personalidad jurídica, son titulares de presupuesto público y pueden suscribir
contratos, resta que se considere lo que sucede en temas procesales.
Se tuvo, así mismo, la oportunidad de indicar cómo el artículo 159 concordado con el
parágrafo del artículo 104 del CPACA deja atrás la diferencia entre entidades con y sin
personalidad, por cuanto en lo contencioso-administrativo –por regla– toda entidad será
sujeto procesal y estará representada por el servidor de mayor jerarquía o en últimas por
el funcionario que la ley indique.
Pero a pesar de que el CPACA –tal como lo hizo la Ley 80 de 1993- ya ha dado el paso
para la no distinción, cierta doctrina persiste en mantener dicha diferencia y le agrega
otro atributo a la personalidad jurídica, el cual se conoce como capacidad procesal.
Betancur Jaramillo presenta cómo uno de los presupuestos procesales de la acción es:
“Que el actor tenga capacidad jurídica y procesal para actuar”175.
174
Por tanto, no es necesario tener personería jurídica para ser sujeto de derechos.
175
BETANCUR JARAMILLO, Carlos. Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, (8 ed.).
Medellín, Señal Editora, primera reimpresión 2014, p. 207.
68 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Garzón Martínez, por su parte dice que: “La capacidad para comparecer al proceso, es la
proyección de la denominada capacidad de obrar en el plano procesal; es decir, se
traduce en la aptitud de realizar por sí mismos actos procesales”176.
El mismo Garzón, respecto del concepto de capacidad para ser parte, la ubica en “toda
persona177 (física o jurídica) que reclama a nombre propio, o en cuyo nombre se reclama
la satisfacción de una pretensión, y aquella frente a la cual se reclama dicha
satisfacción”178. La relaciona entonces con la pretensión procesal para sostener “que es
parte procesal aquella que formula y aquella frente a quien se formula la pretensión
objeto del proceso”179.
De manera más simple la presenta Betancur Jaramillo: “(…) son partes procesales
aquélla que formula y aquélla frente a quien se formula la pretensión del proceso”180.
“La capacidad para ser parte es un privilegio que tiene toda persona181 por el simple
hecho de ser sujeto de derecho y tener reconocido su atributo de la personalidad, lo cual
lo habilita para obrar dentro de la sociedad y ante las autoridades con repercusiones
jurídicas y en lo que se refiere a los trámites judiciales faculta a las personas naturales o
jurídicas para obrar en calidad de demandante, demandado o tercero interviniente”182.
176
GARZÓN MARTÍNEZ, Juan Carlos. El nuevo proceso contencioso administrativo. Bogotá,
Ediciones Doctrina y Ley, 2014, pp. 520-521.
177
Nuevamente, circunscrito al concepto persona.
178
Ibídem, pp. 519.
179
Ibídem, p. 519-520.
180
BETANCUR JARAMILLO, Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, op. cit. p. 208.
181
Otra vez, referido a la concepción de persona.
182
RIVADENEIRA BERMÚDEZ, Rosember. Manual de derecho procesal administrativo (4 ed.).
Bogotá, Librería Jurídica Sánchez R., 2014, p. 83.
183
BETANCUR JARAMILLO, Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, op. cit. p. 214.
Capítulo 1 69
Según Carrejo, citado por Santofimio, al hablar de parte procesal, conduce al contenido
de lo que se conoce como capacidad procesal, que es diferente a los otros atributos de la
personalidad –goce y ejercicio-, veamos:
Básicamente, se define la capacidad procesal como “la aptitud para realizar, por sí
mismo, actos procesales como actor o demandado.(…) Es decir, mientras la capacidad
para ser parte hace referencia a la capacidad jurídica del derecho civil, la capacidad para
comparecer hay que referirla a la capacidad de obrar (…)”185. Tal como se señala, la
capacidad para ser parte se relaciona con la capacidad jurídica, “Cualquiera que tenga
capacidad para ser sujeto de derechos, la tiene también para ser parte en el proceso”, en
general “Para ser parte hace falta tener capacidad jurídica, es decir, aptitud para ser
sujeto de derechos y obligaciones que, en el ámbito del proceso, se traduce en la
capacidad para ser titular de derechos procesales y asumir obligaciones y cargas”186.
De acuerdo con la lógica que se expuso, es posible destacar dos cosas, la primera es
que no es suficiente tener capacidad de goce y de ejercicio en lo que aspectos
procesales se refiere; la segunda es que para comparecer al proceso se requiere
capacidad de ejercicio, en la medida que esté legitimado para actuar en el proceso.
184
CARREJO, Simón. Derecho Civil. En: SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. Tratado de
Derecho Administrativo. Contencioso Administrativo, (t., III.). Bogotá, Universidad Externado de
Colombia, 2004, nota al pie No. 8, p. 402.
185
MONTOYA MELGAR, Alfredo. Enciclopedia Jurídica Básica, (vol. I), op. cit. p. 906.
186
Ibídem, p. 906.
70 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Nótese como en el mismo artículo 159 se utiliza el vocablo genérico entidades públicas,
en este punto la doctrina invita a no confundir los vocablos capacidad para ser parte y
capacidad procesal “(…) en cuanto, según la redacción del articulado pueden ser
demandantes, demandados e intervinientes en el proceso contencioso administrativo,
quienes de acuerdo con la ley tengan capacidad para comparecer al proceso; es decir,
que tengan capacidad procesal; en otros términos, que puedan disponer de sus
derechos”187, y se invita a no aceptar “una interpretación literal del contenido del artículo
159 del CPACA, que conllevaría a sostener que solamente quienes tengan capacidad
para comparecer al proceso son partes dentro del contencioso administrativo, cuando la
realidad procesal es que las entidades públicas tienen capacidad para ser parte, aunque
no ostenten capacidad procesal y deban acudir a la relación procesal, mediante sus
correspondientes representantes legales”188.
Betancur Jaramillo destaca del CPACA el hecho de que “la administración puede asumir
ese papel tanto activo como pasivo en las distintas acciones contencioso administrativas,
tal como lo da a entender su art. 159 al disponer que las entidades públicas “podrán
obrar como demandantes, demandadas o intervinientes en los procesos contencioso
administrativo”189.
187
GARZÓN MARTÍNEZ, Juan Carlos. El nuevo proceso contencioso administrativo, op. cit. p.
521.
188
Ibídem, p. 522.
189
BETANCUR JARAMILLO, Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, op. cit. p. 208.
Capítulo 1 71
administración se despejaron con el código administrativo anterior en sus arts. 149 y ss. y
se ratificaron con los que disponen hoy los arts. 159 y 160 de la ley 1437”190.
Pero de lo dicho hasta aquí y conociendo que una entidad pública puede ser parte
demandante o demandada, queda por saber ¿Qué sucede respecto de la personalidad
jurídica de las entidades públicas en materia procesal? Siguiendo la misma línea de
Betancur, y tal como se anticipó, el artículo 159 deja de lado la distinción de entidades
con y sin personalidad –tal como sucedió con la Ley 80 de 1993. Esto se entiende debido
a que191:
Con el advenimiento del CPACA es prácticamente un hecho que las entidades públicas
consideradas sin personalidad jurídica pueden comparecer directamente con su
representante, porque al hacer una lectura textual del artículo 159, se utiliza de manera
genérica la expresión “entidades públicas” sin ninguna clase de distinción. Dicha
expresión al ser concordada con el parágrafo del artículo 104, es definida como “todo
órgano, organismo o entidad estatal, con independencia de su denominación; las
sociedades o empresas en las que el Estado tenga una participación igual o superior al
50% de su capital; y los entes con aportes o participación estatal igual o superior al 50%”.
190
Ibídem, p. 208.
191
Ibídem, p. 216-218.
192
Ibídem, p. 216.
193
Ibídem, p. 217.
72 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Al igual que los tópicos presupuestal y contractual, vale la pena decir que el relativo a ser
parte procesal ya no se requiere ser titular de personalidad jurídica, por cuanto todas las
entidades pueden comparecer a través de su representante –ministro, contralor, director-
en el juicio donde actúe en calidad de demandante, demandado o interviniente.
2. Las entidades de la Administración Pública,
no destinatarias del atributo de
personalidad jurídica
Retomando la noción de órgano desde la teoría objetiva, que explica la estructura del
Estado194, se pudo dar cuenta de que en Colombia la misma tiene como fuentes la
Constitución y la ley. Antes de continuar con esta temática, Chávez Marín entiende por
“estructura administrativa -desde la óptica subjetiva u orgánica- la referencia que se hace
a la administración pública”; la cual es necesario distinguir en dos: primero, la general de
la Administración –Rama Ejecutiva o de la administración pública-; y segundo, la
específica de cada organismo –conformación interna-195.
Al volver con la Constitución como fuente que permita determinar qué entidades públicas
están dotadas o no de personalidad jurídica, Ibáñez Najar narra como en el seno de la
Asamblea Nacional Constituyente de 1991, tuvo la oportunidad de presentar un
documento en el que propuso consagrar cinco ramas del poder público, que incluía
además de las tres tradicionales, la rama fiscalizadora y la rama electoral; junto a su
propuesta, se radicaron “más de veinte proyectos” por constituyentes, que pueden
194
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 37. Se recomienda ver notas
90 y 114.
195
Ibídem, pp. 58-59.
74 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
resumirse así196: (i) un grupo orientado a proponer más de tres ramas del poder público -
prácticamente desde cuatro hasta seis-, las que básicamente coincidían con la inclusión
de la rama fiscalizadora -control fiscal- y la electoral; (ii) Otro grupo que abogó por volver
“a la figura de la tridivisión de poderes públicos”; (iii) la recientemente creada AD-M19,
“propuso la creación de nuevos órganos de control y electoral”; y por último, (iv) quienes
propusieron “mantener el mismo texto de la Constitución anterior -1886-”.
Dada la cantidad del tema propuesto, este se unifica en la ponencia sobre “Estructura del
Estado”, que descarta la idea de ampliar las ramas tradicionales, y consideró posible dar
paso a la agrupación de entidades que ejerzan las funciones de control o fiscalizadoras y
en otro grupo, las autoridades electorales; se incluyó en dicha ponencia la necesidad de
elevar el Banco de la República a entidad de rango constitucional, crear un “órgano
autónomo e independiente para ejercer las funciones de intervención en el espectro
electromagnético en la televisión colombiana y para adoptar y ejecutar la política pública
en la televisión colombiana”197.
Los debates del Constituyente de 1991 dieron paso al hoy conocido artículo 113 de
nuestra actual Constitución Política, que al ser redactado fue concordado con el artículo 3
que dice: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder
público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los
términos que la Constitución establece”, fuera de la concordancia se tuvo en cuenta,
entre otros, los siguientes aspectos:
196
IBÁÑEZ NAJAR, Jorge Enrique. Las funciones públicas y la Estructura del Estado para
cumplirlas. Bogotá, Instituto de Investigaciones Sociojurídicas para el desarrollo sostenible, 2006,
pp. 94-97.
197
Ibídem, pp. 94-97. Ibáñez Najar indica en la cita No. 67 del libro, que el informe sobre
“Estructura del Estado”, publicado en la Gaceta Constitucional No. 59 del jueves 25 de abril de
1991, es casi idéntico al documento por él presentado, “Propuesta para la consagración de las
cinco Ramas del Pode [sic] Público en la Constitución Política”.
Capítulo 2 75
Así las cosas, la actual Constitución Política “adoptó una nueva estructura (…)
compuesta por las tres grandes Ramas (…) la Organización Fiscalizadora o de Control
(…), la Organización Electoral, el Banco de la República (…) y la Comisión Nacional de
Televisión198 (…)”. Señala además el autor que la Corte Constitucional la amplía a la
“Comisión Nacional del Servicio Civil, (…) corporaciones autónomas regionales (…) y las
Universidades del Estado”199.
En este relato queda implícito que no se dio un debate particular y concreto sobre la
personalidad jurídica del Estado o la Nación, por el contrario, se mantiene la idea clásica
de hacer emanar del pueblo el poder público. No se encuentra, tampoco, que se haya
dado un debate en torno a la conformación exclusiva de la estructura del Estado por
personas jurídicas –se recuerda que es casi de la esencia de la administración pública
que ésta se ejerza por personas jurídicas-; mucho menos, un debate en torno sobre qué
entidades públicas son titulares de personalidad jurídica y cuáles no son titulares de
dicha personalidad, porque está claro, por lo menos, desde las aulas de clase en las
facultades de derecho, que las ramas del poder público, no gozan de personalidad
jurídica, porque es el Estado quien tiene dicha personalidad y las abarca –reafirmación
de la teoría sobre la unidad del poder público y su individualidad-, además que al interior
del Estado, nadie más puede ostentar poder, sino el mismo Estado, lo que sucede es que
funcionalmente, es a través de los diferentes órganos que puede cumplir sus tareas, sin
olvidar que aunque en apariencia separados colaboran armónicamente para el logro de
los fines constitucionales.
198
Hoy en día, en virtud de lo establecido en el Acto Legislativo 2 de 2011 del cual surgió la Ley
1507 de 2012, se creó la Autoridad Nacional de Televisión –ANTV-.
199
Ibídem, p. 97.
76 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
200
IBÁÑEZ NAJAR, Jorge Enrique. Estudios de derecho constitucional y administrativo (2 ed.).
Bogotá, Ed. Legis, 2007, pp. 151-163.
201
Ibídem, p. 151.
202
Ibídem.
Capítulo 2 77
203
Ibídem, p. 152.
204
Ibídem.
205
Ibídem, p. 153.
206
Ibídem.
207
Ibídem, pp. 154-160.
208
En el numeral 7 del artículo 150 superior, se encuentra que es función del Congreso de la
República, cuando hace las leyes: “Determinar la estructura de la administración nacional y crear,
suprimir o fusionar ministerios, departamentos administrativos, superintendencias,
establecimientos públicos y otras entidades del orden nacional, señalando sus objetivos y
estructura orgánica; reglamentar la creación y funcionamiento de las Corporaciones Autónomas
Regionales dentro de un régimen de autonomía; así́ mismo, crear o autorizar la constitución de
empresas industriales y comerciales del estado y sociedades de economía mixta”.
78 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
209
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 78. En la Sentencia C-
044/2006, la Corte dirá que “Si bien el numeral 15 del artículo 189 constitucional consagra una
atribución presidencial, tal atribución no reviste un carácter autónomo pues su ejercicio está
supeditado a la actividad del Legislador (…)”; adicionalmente que es inconstitucional la fusión por
creación, porque en virtud del numeral 7 del artículo 150, la Constitución “atribuye exclusivamente
al Congreso de la República la creación de las entidades del orden nacional, sin excepciones”. En
línea con lo anterior, en Sentencia C-177/2007 se volvió a decir: “Las facultades presidenciales de
suprimir y fusionar entidades u organismos del orden nacional, necesariamente deben ejercerse
de manera acorde con la potestad preeminente del Poder Legislativo de determinar la estructura
de la Administración Nacional (…)”. Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-044/2006, MP
Humberto Antonio Sierra Porto. Disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/c%2D044%2D06.htm (12.03.2015) y Corte
Constitucional de Colombia, Sentencia C-177/2007, MP Humberto Antonio Sierra Porto.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2007/c%2D177%2D07.htm
(7.05.2015).
210
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. p. 78.
Capítulo 2 79
Artículo 189, ostenta una competencia sujeta a los condicionamientos que para tales
efectos fije el Congreso”211.
Salvo las pocas entidades que la Constitución les otorgó personalidad, se percibe que el
legislador y eventualmente el presidente frente a unas funciones muy precisas -eso sí-
otorgadas por el legislador, son quienes definen qué entidades públicas se encuentran o
no, dotadas de personalidad jurídica.
211
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-044/2006, MP Humberto Antonio Sierra Porto.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/c%2D044%2D06.htm
(12.03.2015).
212
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-1437/2000, MP José Gregorio Hernández
Galindo. Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2000/c%2D1437%2D00.htm
(12.03.2015).
213
CHÁVEZ MARÍN, Lecturas de Derecho Administrativo, op. cit. pp. 62-63, pone de presente el
salvamento de voto del Magistrado Álvaro Tafúr Galvis a la sentencia C-1437 de 2000, para quién
no se ha precisado, qué se entiende por estructura de la administración nacional, y cuál habrá de
ser el contenido del acto de creación desde la Constitución.
80 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Con base en lo expuesto en el numeral anterior, tanto la Constitución como la Ley han
otorgado personalidad jurídica a las siguientes entidades públicas.
§ Ley 153 de 1887, artículo 80: la nación, los departamentos y los municipios, estos
dos últimos armonizados con el artículo 286 de la Constitución, hacen parte de lo
que se conoce como entidades territoriales.
§ Decreto Ley 1222 de 1986 –Régimen Departamental- en su artículo 3,
prácticamente transcribe el artículo 80 de la Ley 153 de 1887, cuando dice que “la
Nación, los departamentos y los municipios son personas jurídicas”.
214
Ibídem, pp. 46-47.
215
Expresamente la Constitución utiliza la expresión “con personería jurídica”.
216
Desde la Ley 153 de 1887, el artículo 80 reconoce como personas jurídicas junto a la nación, a
los departamentos, a los municipios (…).
217
Expresamente la Constitución utiliza la expresión “con personería jurídica”.
Capítulo 2 81
“La Rama Ejecutiva es aquella faceta del poder público que concentra el mayor cúmulo
de acciones para lograr la realización de los fines del Estado, pues a su cargo está
principalmente, el ejercicio de la función administrativa”218.
El logro de los fines del Estado lleva a repasar el contenido del artículo 2º de la
Constitución Política que armonizado con el artículo 1º de la misma, y que al combinarse,
buscan satisfacer el interés general, que: “Se entiende como una cláusula general, un
concepto abstracto y formal, que alude a todo bien jurídico protegido por la comunidad
jurídica e identificado y determinado como tal por el poder público en el curso del
desarrollo constitucional (…)”219. Al ser una cláusula general o un concepto abstracto y
formal, le corresponde como notas consustanciales: “i) representar –en fórmula
condensada- cualquier objetivo, fin, valor y, por tanto, bien jurídico protegido por la
comunidad jurídica (…); y ii) expresar en el contexto de las circunstancias de cada caso,
materia y momento el resultado de la identificación y determinación por el poder público
competente (…)”220.
Sin duda alguna, el logro de los fines estatales armonizada con la cláusula de Estado
Social de Derecho exige de la estructura, una dinamicidad que le permita actuar en el
mundo de las relaciones jurídicas, que sin vacilar, impactan en aquellas motivadas por el
interés privado, no se trata de justificar que el aparato estatal se parezca o comporte
como lo hacen los particulares, o que permita que estos asuman algunas funciones que
se desarrollaban en el estado bienestar –huida del derecho administrativo-, se trata de
hacer eficiente la administración, y permitir que cada vez que la estructura falle e infrinja
perjuicios, la declaratoria de responsabilidad en los tribunales sea ágil y de mayor
accesibilidad al administrado, sin recurrir a los tecnicismos reforzados de la personalidad.
218
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas, op. cit. p.
222.
219
PAREJO ALFONSO, Luciano; JIMÉNEZ-BLANCO, A. y ORTEGA ÁLVAREZ L. Manual de
derecho administrativo (3 ed.). Barcelona, Ed. Ariel, 1994, p. 304.
220
PAREJO ALFONSO, Luciano. Lecciones de derecho administrativo. Valencia, Ed. Tirant Lo
Blanch, 2007, p. 289.
Capítulo 2 83
Suárez Franco lo presenta así: “(…) En el campo del derecho se presentan instituciones
que han adquirido particular relevancia sin llegar a ser personas jurídicas; no obstante,
en ciertas oportunidades y bajo ciertos respectos [sic] guardan apariencia de sujetos de
derecho. Esta especie de “ficción” se presenta tanto en el derecho público como en el
221
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas, op. cit. p.
292.
84 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
privado (…)”222. En el ámbito del derecho privado se presenta como entidades –no como
instituciones, ni personas jurídicas- carentes de personalidad a la familia, la comunidad,
la herencia yacente, la sociedad conyugal, la fiducia mercantil, el consorcio, la unión
temporal, la empresa223.
Situación similar se ha presentado en el seno del derecho público, con las entidades
públicas carentes de personalidad, aunque aquí definitivamente no se puede insinuar que
se está frente a una “apariencia de sujeto de derecho”, porque de un lado, toda la
estructura estatal está llamada al logro de los fines de la Constitución, y porque del otro
222
SUÁREZ FRANCO, Teoría General de las Personas Jurídicas, op. cit. p. 67.
223
Ibídem, pp. 69-76.
Capítulo 2 85
deben cumplir no sólo con el precepto constitucional, sino también, legal, reglamentario y
más allá, dependiendo el lugar que ocupen en la estructura.
Debe recapitularse que el literal b) del numeral 1 del artículo 2 de la Ley 80 de 1993
reconoce que las entidades públicas que no tienen reconocida su personalidad, si son
capaces de contratar, por lo menos, con base en lo dicho por la Corte Constitucional en
la sentencia C-374/1994.
Aquí vale la pena destacar como en el numeral anterior, la Corte Constitucional reforzaba
el reconocimiento directo que la Constitución hace de entidades públicas con
personalidad jurídica. Pero esta tarea no es exclusiva de dicho Tribunal, ya que el
Consejo de Estado en algunos pronunciamientos a propósito de la Contraloría General
de la República, manifestó que a éste órgano de control sí se le podía atribuir desde el
nivel jurisprudencial, la tan mencionada personalidad jurídica –ya no sería sólo desde la
constitución y la ley, sino también desde la jurisprudencia.
El debate lo propone Libardo Rodríguez cuando en salvamento de voto plantea que: “la
Contraloría General de la República como las Contralorías Departamentales, Distritales y
Municipales tienen personalidad jurídica”, conclusión a la que llega luego de hacer un
análisis no sólo de lo que la Constitución, la Ley 106 de 1993 -que la regula- y la Ley 80
de 1993 dicen de ella, sino también, porque la noción de persona jurídica no es de rango
constitucional sino legal, ya que la definición que ofrece el artículo 633 del Código Civil y
el desarrollo de este por parte de la doctrina –Valencia Zea-, lo llevan a concluir que se
trata de una persona jurídica con todas las consecuencias de ello224.
224
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 2685, Sentencia del 9/12/1994, Sección Primera,
MP Ernesto Rafael Ariza Muñoz. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015).
86 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Las ideas plasmadas en el salvamento de voto dieron sus frutos en el Auto del
11/09/1995, en el que se dijo además que “la Contraloría General de la República sí está
dotada de personería jurídica, y en consecuencia puede ser parte en los procesos y la
representación será la del señor Contralor de la República”225. Adicionalmente planteó
que: “El tema del reconocimiento u otorgamiento de personería jurídica no es, de rango
constitucional, ni en muchas ocasiones de rango legal, sino que bien puede derivarse de
un reconocimiento jurisprudencial”226.
(…)
“…En cuanto a las Contralorías Territoriales, cabe anotar, a primer [sic] vista, que
aunque gozan de autonomía presupuestal, administrativa y contractual, ello, por sí
solo, no les confiere la PERSONALIDAD JURÍDICA, la cual debe estar
determinada en forma expresa y clara en nuestro ordenamiento jurídico…”227.
225
Consejo de Estado de Colombia, Expediente 3405, Auto del 11/09/1995, Sección Primera, MP
Nubia González Cerón. Disponible en http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml
(12.03.2015). Vale la pena tener en cuenta que los órganos autónomos e independientes pueden
tener o no personería jurídica, pueden comparecer en juicio.
226
Ibídem. El contenido del salvamento de voto, como del auto en comento fueron reseñados en
su libro, en la nota al pie No. 99, por SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo
(t., II), op. cit. p. 91.
227
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 1626, Sentencia del 24/08/2008, Sección
Segunda, MP Gerardo Arenas Monsalve. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015). De lo que se trata en
últimas es de dinamizar el contenido de los artículos 29 y 229 de la Constitución, en cuanto que
no solo se debe garantizar el acceso a la administración de Justicia, sino también de garantizar el
derecho de defenderse en debida forma, que en nuestro criterio, nada mejor que hacerlo por sí
mismos, máxime cuando directamente se es el generador de los hechos que motivan el juicio.
Capítulo 2 87
Pero los dos documentos expuestos –salvamento y auto- dejan claro que hablar del no
reconocimiento de personalidad jurídica a entidades por las normas positivas que regulan
ha dejado de ser un tema pacífico, y obliga a revisar nuevamente los postulados que
sirven de andamio para conceder o negar personalidad jurídica. La dinámica de un
mundo considerado aldea global, el auge de las TIC, y las nuevas tendencias en
administración obligan a que las concepciones clásicas, tal como fueron enseñadas se
revalúen, de no ser así, instituciones como la tutela en nuestro ordenamiento, no
hubiesen prosperado –no se puede hablar lo mismo de la moción de censura. Lo cierto
es que se ha sembrado en nuestro ordenamiento jurídico, la semilla de la duda con
respecto de la noción de personalidad jurídica, sobre todo cuando las entidades públicas
tienen, desde varias normas positivas, tantas atribuciones que les exigen comportarse
con verdadera capacidad de ejercicio, y no esperar pasivamente la actuación por ellas de
quien sí la tiene.
228
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 0507, Sentencia del 06/08/2008, Sección
Segunda, MP Gerardo Arenas Monsalve. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015).
229
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 4731, Auto del 27/09/2007, Sección Segunda, MP
Gustavo Eduardo Gómez Aranguren. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015).
88 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Comenta Ibáñez Najar, que con el nuevo texto constitucional se sistematizaron siete
funciones públicas básicas: “las tradicionales tres funciones legislativa, administrativa y
jurisdiccional y las funciones fiscalizadora o de control, electoral, de banca central y de
seguridad y defensa nacional”230, pero no ofrece una noción o aproximación de cómo
entendió el constituyente la función administrativa.
Dromi dice que “la función administrativa constituye el objeto propio del derecho
administrativo”231 y desde su aspecto sustancial “(…) es un conjunto de actividades
encaminadas hacia un fin, con prescindencia del órgano o agente que la realice y que se
traduce en una ejecución concreta y práctica”232. Lo vincula con la Administración Pública
230
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas, op.cit. p.
196.
231
DROMI, Derecho Administrativo, op. cit. p. 130.
232
Ibídem.
Capítulo 2 89
Parejo indica que “(…) la función administrativa se ejerce por los diversos órganos del
Estado, y no sólo por los órganos ejecutivos o por las administraciones públicas”235.
El mismo alto tribunal, en sentencia C-561/1999, expresó que: “El artículo 209 Superior
establece los principios, objeto y el control de la función administrativa, distinguiéndolos
como lo ha señalado esta Corporación, entre principios finalísticos, funcionales y
organizacionales. Entre los primeros (finalísticos), tenemos que la función administrativa
propiamente dicha, se encuentra al servicio de los intereses generales del Estado; entre
los funcionales se encuentran la igualdad, la moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad y publicidad; y, por último, entre los organizacionales se hallan la
descentralización, desconcentración y delegación de funciones”237.
233
Ibídem.
234
Ibídem, p. 131.
235
PAREJO ALFONSO, “El concepto del Derecho administrativo”, op. cit. p. 100.
236
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-189/1998, MP Alejandro Martínez Caballero.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1998/c%2D189%2D98.htm
(12.03.2015).
237
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-561/1999, MP Alfredo Beltrán Sierra.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1999/c%2D561%2D99.htm
(12.03.2015).
90 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Con las afirmaciones ofrecidas, se puede decir que se avanza en una visión de mayor
integralidad, para el logro de los fines encomendados al Estado, no se está ante la
clásica división de poderes que buscaba adelantar funciones totalmente diferenciadas,
los cambios vertiginosos del mundo moderno exigen mayor dinamicidad de la estructura
del Estado. Sin duda, la rama ejecutiva debe cumplir la mayor cantidad de tareas para
brindar a los habitantes del Estado colombiano, todas las posibilidades en la satisfacción
de las necesidades que se presentan, no en vano el artículo 113 constitucional ordena la
colaboración armónica de todo el componente estructural.
Ibáñez Najar destaca como dicho artículo 113 condensa “la necesidad de reafirmar la
teoría de la colaboración armónica de todos los órganos –viene desde 1936- para lograr
la realización de los fines del Estado”238. Llama la atención en cuanto que “el ejercicio del
poder no se concibe como la aparición dentro del Estado de potencias o poderes
independientes, aislados y sin relaciones recíprocas (…)”239. Esa colaboración exige
entonces solidaridad, dada la combinación especial de ramas, alejando “el predominio de
unas sobre otras o sumisiones entre las mismas, asegura por medio de discretas
injerencias de reacciones y contrapesos recíprocos, una relación permanente y una
colaboración efectiva (…)”240.
Estas apreciaciones revisadas permiten resaltar como el logro de los fines estatales
pasan necesariamente por toda la estructura estatal, sin importar o no la atribución de
personalidad. Es más, con los escasos pronunciamientos en pro de reconocer desde la
jurisprudencia personalidad a quien no se le otorgó inicialmente, tomando en cuenta la
sumatoria de las atribuciones dadas desde la constitución y la ley, es fácil concluir que
las entidades reúnen todos los requisitos para predicarse de ellas la personalidad
jurídica. Entonces la nota primordial deja de ser que se cuenta exclusivamente con el
atributo de la personalidad y sus atributos por el reconocimiento positivo –constitucional o
legal-, y se da paso a mirar la perspectiva del cumplimiento de los fines estatales que
238
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas, op.cit. p.
96.
239
Ibídem, p. 72.
240
Ibídem, p. 75.
Capítulo 2 91
exige la asistencia de cada una de las entidades públicas en mayor o menor proporción
de acuerdo con las funciones asignadas y el lugar otorgado en la estructura.
241
PAREJO, JIMÉNEZ-B., y ORTEGA Á., Manual de derecho administrativo op. cit. p. 304.
92 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
que en la concepción de Estado social de derecho, esos intereses no son tan opuestos
de manera inexorable, dadas las condiciones de la sociedad actual242.
Ese cambio en la forma de concebir el Estado es el reflejo del ajuste no solo de las
necesidades que deben ser atendidas por parte de este, sino también de cómo debe
afrontarlas, de allí la necesidad de realizar ajustes a la estructura organizativa. Pero no
hay que ser tan inocentes frente a esta concepción de cambio, porque extramuros del
constituyente, una gama amplia de intereses sociales buscaban ser tenidos en cuenta en
una constitución de corte pluralista. Independientemente de los intereses extramuros, al
interior, también se buscan hacer valer intereses, como consecuencia de la visión de
Estado que tuviese cada constituyente244. Así, como desde la hermenéutica jurídica no
siempre se ve la total neutralidad del juez245, se pone a consideración la poca o nula
242
Ibídem, pp. 304-305.
243
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-053/2001, MP Cristina Pardo Schlesinger.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2001/c%2D053%2D01.htm
(12.03.2015).
244
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas op. cit. pp.
94-97. Explica de manera sucinta las diferentes posturas adoptadas por los constituyentes a la
hora de proponer la estructura del estado, tal como se presentó en el segundo párrafo del numeral
2.1.1.
245
César Rodríguez muestra como Duncan Kennedy ve imposible una neutralidad judicial porque
basado en su propia tesis de la indeterminación intenta explicar las consecuencias de ello.
Subraya que la influencia de lo político en la decisión judicial se aprecia en tres tópicos
fundamentales: (i) la presencia constante de la ideología al momento de decidir; (ii) “(…) la
utilización cotidiana de argumentos de conveniencia pública en las decisiones de los jueces”; (iii)
“(…) el juez tiene experiencias cotidianas de la existencia tanto de libertad como de restricción en
su intento por proferir la sentencia que desea (…) pero es visible la restricción, al usar
conscientemente la aplicación mecánica de las normas”; ver RODRÍGUEZ, César, “Una crítica
contra los dogmas de la coherencia del derecho y la neutralidad de los jueces”, en Libertad y
restricción en la decisión judicial, el debate con la teoría crítica del derecho (CLS), pp. 62-63,
publicación digital en la página web, http://es.scribd.com/doc/98325747/Cesar-Rodriguez-Una-
Capítulo 2 93
neutralidad del constituyente, a pesar del posible reparo a esta consideración, que diría la
siguiente frase, una constituyente no es un espacio de neutralidad, porque lo que se
discute es la concepción política de Estado y no la función de quien hablará en nombre
de él, menos, si de impartir justicia se trata. Al seguir insistiendo sobre el poco espacio de
neutralidad, lo cierto es que incluso los debates teóricos, como el del otorgamiento de
personalidad –obviamente desde el nivel constitucional- deben pasar por el pizarrón y ser
recontextualizados, tomando en cuenta realidades donde los conceptos absolutos,
provenientes del derecho civil son debatidos por las realidades de los intereses sociales.
La realidad social exige el ajuste de las entidades públicas para atender las necesidades
que van surgiendo, y en ella, hoy en día la cotidianidad le revela que el interés público no
se contrapone necesariamente con el privado –por ejemplo cajas de compensación-,
porque la práctica le indica que sí es posible trabajar articuladamente. Los tiempos en
que fue necesaria la consolidación de la revolución francesa, como la de implementar el
Estado a la sociedad –necesidad de reemplazar al soberano247- ya pasaron, y no se debe
continuar aplicando fórmulas sacramentales de la concepción civilista del S. XIX; así
mismo, las personas jurídicas ya no son esos entes ficticios como fueron definidos, por el
contrario, son realidades jurídicas que interactúan constantemente en lo público y lo
privado. Es más, el avance de internet hace que se manejen nuevas formas jurídicas de
critica-contra-los-dogmas-de-la-coherencia-del-derecho-y-la-neutralidad-de-los-jueces#scribd
(8.05.15). Por su parte, Brey Blanco plantea en líneas más sencillas que “a los Jueces no se les
puede exigir que sean neutrales en un sentido absoluto”, porque tienen sus propias convicciones
políticas y dependiendo del ordenamiento jurídico que los rija “pueden incluso manifestarlas o
defenderlas (por ejemplo, votando o acudiendo a una manifestación)”. Al administrar justicia
“tampoco son del todo neutrales, pues no se limitan a aplicar mecánicamente una norma escrita,
sino que tienen que interpretarla y con este fin se ven obligados a tomar partido (…)”; ver, BREY
BLANCO, José Luis. “Los jueces y la política, ¿imparcialidad/neutralidad versus compromiso
democrático?”, en Foro, Nueva época, núm. 00/2004: 37-67, publicación digital en la página web,
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1313547 (8.05.15).
246
DROMI, Derecho Administrativo, op. cit. p. 108.
247
Recuérdese el debate planteado sobre quién era el titular de la soberanía en NARANJO
MESA, Teoría Constitucional e Instituciones Políticas, op. cit. p. 231, ver numeral 1.3.1.
94 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
“El Estado, en tanto forma asociativa de los individuos, está inmerso en el cambio, es
parte del cambio, e incluso origina el cambio. No se trata de un proceso de arrastre, sino
de un proceso que se retroalimenta. Por eso al nuevo administrado, ese renovado sujeto
vinculado a la Administración, le corresponde una nueva Administración, que a la vez es
condición necesaria para asegurar que aquél sea una realidad y no una pura
declamación”248.
No cabe duda que todas las entidades públicas que integran el Estado están llamadas a
lograr en nombre de este los fines esenciales, desde una óptica que ya no sólo exige la
colaboración armónica entre entidades públicas sino también la coordinación y la relación
horizontal con los ciudadanos, esa es la razón de ser del artículo 113 constitucional.
248
Ibídem, pp. 108-109.
Capítulo 2 95
Con base en lo que se ha dicho hasta este momento, la función administrativa busca dar
los pasos necesarios para concretar los fines del Estado en procura de satisfacer entre
otros, el interés general.
Con las dinámicas adoptadas desde la Constitución misma, “el interés general o público
es el resultado de la elección entre la diversidad de opciones y su transformación en
decisiones jurídicas, diversidad que, dentro del orden constitucional, es inherente al
pluralismo político, económico y social propio del Estado democrático”250. “El interés
general ha sido capaz de plasmarse en objetivos de la índole más variada”251, lo que ha
llevado a que la administración pública se expanda de su función tradicional de
protección jurídica, a cumplir unas funciones como por ejemplo, culturales, lo que ha
hecho que sus manifestaciones de autoridad –imperium-, sin dejar de lado las normas
que le señalan su función, se trasladen a unas manifestaciones de coordinación con el
resto del conglomerado.
Sin duda alguna, la posibilidad de poder ser parte en las decisiones que nos afectan
haciendo uso de los espacios democráticos es un privilegio que en antaño significó el
sacrificio de muchas vidas humanas –sin importar si gozaban o no de capacidad.
249
Ibídem, p. 108. En este aspecto, sin lugar a dudas, Marx es contundente en la tesis No. 3 sobre
Feuerbach, cuando afirma: “La teoría materialista de que los hombres son producto de las
circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres,
precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita
ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las
cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede
concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”. En: MARX, “Tesis sobre
Feuerbach”. En: ENGELS, “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, URSS, Ed.
Progreso Moscú, 1978, p. 55.
250
PAREJO, JIMÉNEZ-B., y ORTEGA Á., Manual de derecho administrativo op. cit. p. 305.
251
PAREJO ALFONSO, Luciano. Eficacia y Administración. Tres estudios. p. 62.
96 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Esas relaciones de manera indistinta están mediadas por el ejercicio de los derechos,
deberes y obligaciones de cada uno, no necesariamente pasan por la titularidad completa
del atributo de personalidad jurídica; el logro del interés general a la que están llamadas
a cumplir todas las entidades públicas –se sigue insistiendo- está en cabeza de la
totalidad del Estado. Parejo indica –desde el derecho español- que ante la multiplicidad
de nuevas relaciones y que muchas de ellas no están mediadas por el imperium de la
administración, sino basadas en relaciones horizontales o de coordinación; el estudio
focalizado de ese tipo de relaciones ha llevado a buscar la respuesta a la pregunta, qué
clase de actividades administrativas constituyen dichas relaciones252.
La necesidad de explicar las nuevas relaciones a la luz del derecho público en general y
del derecho administrativo en particular rebasan de alguna manera la visión clásica de
este último, donde en virtud de la reserva de ley en vigencia del Estado liberal de
derecho, se concentraba en la exigencia de no inmiscuirse en la libertad y propiedad.
Parejo destaca como el derecho administrativo español se ha caracterizado por su
capacidad de sistematización y delineación de las actividades administrativas, pese su
gran variedad. Pero, a su vez, denuncia la notable “despreocupación doctrinal sobre la
significación y alcance de la personalidad en la Administración, especialmente en la
capacidad jurídica y de obrar, lo que en el aspecto de la organización viene permitiendo
el mantenimiento –sin mayor justificación- de la tesis de la libertad de elección de las
formas de actuación y, por tanto, de organización de las actividades y de régimen jurídico
(público o privado) de éstas”253.
Se puede decir con toda franqueza que en nuestro derecho colombiano esa
despreocupación también existe254, porque muchas de las nociones de derecho civil se
252
Ibídem, p. 62.
253
Ibídem, p. 63. Cabe anotar que este escrito ha buscado informar sobre los alcances de la
personalidad jurídica, mas no se ha hecho alusión a la tesis de la libertad de elección de las
formas de actuación, por considerarse que haría parte de otra investigación, que rebasan los
alcances de esta.
254
La afirmación surge de la revisión de los textos de derecho administrativo y constitucional que
hacen parte de nuestra doctrina y que son los textos de consulta en las aulas de las facultades de
derecho. Se orientan básicamente a decir que la personalidad jurídica del estado es un tema
consolidado en el ámbito colombiano, adicionalmente que desde la expedición del artículo 80 de
la Ley 153 de 1887 se reconoce a la nación, a los departamentos, a los municipios, etc., como
Capítulo 2 97
aplican indistintamente en el marco del derecho administrativo, que sin mayores reparos
se enquistan de manera lenta e imperceptible, fenómeno al que se podría bautizar como
el aluvión conceptual255.
Pocas voces como la de Libardo Rodríguez y Nubia González han intentado remover ese
aluvión conceptual, cuando decidieron que ante la realidad jurídica de la Contraloría –
cumplía todos los requisitos- era momento de reconocerle personalidad jurídica desde la
jurisprudencia, esto lo hicieron con el firme propósito de revelar otros caminos y de
introducir la discusión con respecto a la relatividad de los conceptos jurídicos de antaño
del derecho civil, que deben ser ajustados a la realidad social y jurídica, de la misma
forma que se exige del Estado, del Derecho y de otras instituciones los cambios para
adaptarse256. Con dar la espalda a la posibilidad de ajustar los conceptos, de alguna
manera se le habrá dado la razón a Von Thur cuando dice:
“(…) siendo indudable que nuestro sistema jurídico –alemán- descansa en el supuesto de
que la propiedad, el crédito y los demás derechos, pueden pertenecer, sin ninguna
modificación esencial, tanto a un individuo, como a un patrimonio objetivo. Éste es el
servicio indispensable que presta al orden dogmático y al manejo del derecho la
personificación o, si se prefiere, la ficción, por la cual, a falta de un individuo, se crea un
sujeto jurídico de configuración distinta. La doctrina no puede renunciar a esa ventaja
mientras no se encuentre una concepción nueva capaz de representar los procesos
jurídicos de referencia en forma más sencilla y clara de la que permiten los conceptos de
persona jurídica y representación. Hasta hoy no existe una teoría que satisfaga esas
exigencias”257.
personas jurídicas, y serán ellas quienes representaran el sector central en sus respectivos
niveles, pero se extraña comentarios dialécticos o artículos de investigación acerca de la
conveniencia de dicha figura, en el marco de la Constitución Política Colombiana, del nuevo
Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo y del Código General
del Proceso.
255
Nuestro Código Civil en el artículo 719 define el Aluvión en estos términos: Se llama aluvión el
aumento que recibe la ribera de un río o lago por el lento e imperceptible retiro de las aguas.
256
Precisamente, hay que reconocer que el paradigma de la persona jurídica ha declinado frente a
las características de los órganos autónomos e independientes. Para ellos puede haber o no
personería jurídica.
257
VON TUHR, Las personas naturales y jurídicas, op. cit. p.18.
98 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Plazas Vega dice: “Es evidente que la acción del Estado se concreta en la satisfacción de
necesidades, si bien a la luz de una serie de fines que, en su conjunto, calificamos como
políticos”258. Indica además “que las necesidades deben ser clasificadas en función del
destinatario actual e inmediato”259, de esta forma, clasifica entonces a las necesidades en
públicas y privadas, y a su vez subdivide las públicas en esenciales o absolutas y
generales o relativas260. Dirá que las necesidades esenciales o absolutas abarcan “los
llamados servicios públicos de primer grado”, o mejor, las actividades que son inherentes
al Estado, piénsese en la administración de justicia; mientras que a su turno, las
necesidades generales o relativas conducen a los “llamados servicios públicos de
segundo grado”, en los cuales se satisfacen necesidades particulares a través de una
infraestructura colectiva, como por ejemplo, los servicios de teléfono, de acueducto o de
258
PLAZAS VEGA, Derecho de la hacienda pública y derecho tributario, op.cit. p. 313.
259
Ibídem, p. 316.
260
Ibídem, p. 316.
Capítulo 2 99
energía261. Sin duda alguna la satisfacción de necesidades que debe hacer el Estado
pasa por la disponibilidad de recursos, los cuales conforman nuestro presupuesto262.
Plazas Vega, en referencia a este artículo, explica que la cobertura del mismo es en dos
niveles; el primero, “corresponde al presupuesto general de la nación”264; en el segundo,
261
Ibídem, pp. 317-318.
262
Con base en el artículo 365 de la Constitución, se puede decir que aquellos de primer grado
comprende a los servicios públicos en general, y dentro de ellos a los servicios públicos
domiciliarios.
263
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-935/2004, MP Alvar Tafur Galvis. Disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/C-935-04.htm#_ftnref2 (05.04.2015).
264
El inciso segundo del artículo 3 del Decreto 111 de 1996 establece: “El presupuesto nacional
comprende las ramas legislativa y judicial, el Ministerio Público, la Contraloría General de la
República, la organización electoral, y la rama ejecutiva del nivel nacional, con excepción de los
100 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Pero la importancia de las EICE y de las SEM radica, no solo en el hecho de ocupar un
lugar en la estructura y organización de la Administración Pública, sino también, en la
forma como interactúan con el presupuesto público.
Fuera de los dos niveles descritos por Plazas Vega que contempla el artículo 3 del
Decreto 111 de 1996, el inciso final señala además que a las EICE y a las SEM, se les
aplicarán las normas que expresamente las mencionen; actualmente lo hacen el Decreto
115 de 1996267 y el Decreto 4730 de 2005.
El último inciso del artículo 3 del Decreto 111 debe armonizarse con lo dispuesto en el
artículo 96 de dicho Estatuto, en la medida que, excepto las que se dedican a actividades
financieras, les son aplicables los principios presupuestales salvo el de inembargabilidad.
Adicionalmente, “Le corresponde al gobierno establecer las directrices y controles que
establecimientos públicos, las empresas industriales y comerciales del Estado y las sociedades de
economía mixta”.
265
PLAZAS VEGA, Derecho de la hacienda pública y derecho tributario, op. cit. p. 535.
266
El artículo 85 de la Ley 489 de 1998 ofrece una definición de la EICE; a su turno, las SEM son
definidas en el artículo 97 de la misma Ley.
267
“Por el cual se establecen normas sobre la elaboración, conformación y ejecución de los
presupuestos de las Empresas Industriales y Comerciales del Estado y de las Sociedades de
Economía Mixta sujetas al régimen de aquellas, dedicadas a actividades no financieras”.
Capítulo 2 101
El Ministerio de Hacienda y Crédito Público, frente al Decreto 115 de 1996, dice que
dicha regulación “(…) es la norma central que reglamenta las disposiciones contenidas
en el Estatuto Orgánico del Presupuesto relacionadas con las EICE en materia de
programación, ejecución y seguimiento presupuestales”268. En criterio del Ministerio, con
la expedición del Decreto, se ha buscado avanzar normativamente en la medida que
procura dar “una mayor autonomía en el manejo del presupuesto por parte de las
empresas, flexibilizando su aprobación y modificación, con objeto de mejorar su
competitividad”269.
Al volver al contenido del artículo 3 del Decreto 111 de 1996, el mismo Restrepo destaca
que “(…) las empresas industriales y comerciales del Estado y las que a estas se
asimilan no hacen parte propiamente del primer nivel del Sistema Presupuestal. Es decir,
sus presupuestos anuales no se incorporan al General de la Nación (…)”271, ya que ellas
268
Colombia. Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Dirección General del Presupuesto Público
Nacional. Aspectos generales del proceso presupuestal colombiano, (2 ed.). Bogotá, El Ministerio,
2011, p. 286.
269
Ibídem.
270
RESTREPO, Derecho presupuestal colombiano, op. cit. p. 369.
271
Ibídem, p. 370.
102 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
El mismo autor destaca dos relaciones de las EICE por hacer parte del segundo nivel: la
primera de ellas, en la que “(…) las autoridades presupuestales participan fijando metas
que periódicamente se revisan (…)”273, por la no indiferencia del comportamiento
financiero en relación con el resto de la gestión financiera del Estado; la segunda, con
base en la normatividad, en relación con la titularidad de los excedentes, que no son de
las EICE sino que pertenecen a la Nación.
En relación con las diferencias entre la ejecución del presupuesto nacional y el de las
EICE, Restrepo, al partir de la naturaleza de estas empresas, ve como natural que su
272
Ibídem.
273
Ibídem.
274
Ibídem, p. 371.
275
Ibídem.
276
Ibídem.
277
Ibídem, p. 372.
Capítulo 2 103
régimen “(…) sea más flexible y más ágil que el que impera en el presupuesto del
Gobierno Central”278. Destaca las siguientes:
1. “(…) el presupuesto de las entidades del primer nivel siempre debe ser aprobado
por el cuerpo de representación popular (…)”279, mientras que en las EICE, lo
hace el CONFIS280; sin embargo, el artículo 36 del Decreto 4730 de 2005
contempla una “flexibilización adicional” en la aprobación, la cual, puede hacerse
por delegación del CONFIS a “(…) las juntas y consejos directivos de dichas
empresas, lo mismo que sus modificaciones”281, siempre y cuando las EICE
cumplan ciertas condiciones allí contempladas.
2. El grado de desagregación de las partidas. En las EICE, la puede efectuar el
gerente, la que a su vez puede ser refrendada por la junta o consejo de
administración; mientras que para el caso del Presupuesto General de la Nación,
“(…) se hace a través del decreto de liquidación del presupuesto”282.
Con la expedición de la Ley 819 de 2003 que “(…) dispuso la presentación anual del
Marco Fiscal de Mediano Plazo (…)”, las EICE y las SEM sometidas al régimen de
aquellas, se enmarcan igualmente “(…) dentro de las directrices de este importante
documento fiscal”283; situación regulada a lo largo del artículo 35 del Decreto 4730 de
2005.
Por guardar relación con las temáticas abordadas en este trabajo de investigación, se
transcribe en su totalidad la siguiente reflexión de Juan Camilo Restrepo, la cual se
comparte plenamente:
278
Ibídem.
279
RESTREPO, Derecho presupuestal colombiano, op. cit. p. 373.
280
OJEDA PEÑARANDA, Diego Luis. Manual de Hacienda Pública (2 ed.). Bogotá, Ed. Librería
Ediciones del Profesional, 2006, pp. 126-131; dirá que el CONFIS o Consejo Superior de Política
Fiscal, se encuentra regulado en los artículos 25 y 26 del Decreto 111 de 1996. Le corresponde
ser el rector de la política fiscal y coordinador del sistema presupuestal. Las funciones del
CONFIS del artículo 26, se complementan con las disposiciones de los artículos 21, 23, 24, 27, 35
y 36 del Decreto 4730 de 2005.
281
RESTREPO, Derecho presupuestal colombiano, op. cit. p. 373.
282
Ibídem, p. 374.
283
Ibídem.
104 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
“Si bien las empresas industriales y comerciales del Estado gozan de autonomía como
empresas descentralizadas por servicios que son, y si bien es cierto tienen un régimen
presupuestal diferente y en principio más flexible que el del Presupuesto Nacional, en
cierta manera subsiste una especie de tutela de las autoridades nacionales sobre estos
presupuestos y sobre sus modificaciones a fin de que se preserve la armonía de la
política macroeconómica general y la de la gestión financiera de las empresas
industriales y comerciales del Estado”284.
284
RESTREPO, Derecho presupuestal colombiano, op. cit. p. 377.
Capítulo 2 105
En dicha sentencia la Corte Constitucional dijo que el artículo 30 del EOP, hace una
clasificación de rentas nacionales sui generis por ser diferentes a los ingresos tributarios
y no tributarios.
No deja de ser curioso que la misma Corte diga que el artículo 30 hace una clasificación
de rentas nacionales sui generis –en clara relación a los fondos cuenta y fondos entidad.
Se considera desafortunado el uso de la locución sui generis, ya que no responde a la
necesidad de ofrecer una definición de dichos fondos, a pesar de que con ellos también
se hable de rentas, máxime cuando nuestro sistema normativo se ha declarado
prácticamente confeso al principio de legalidad. Es decir, no se encuentra definición legal
para los denominados fondos cuenta y fondos entidad, salvo la explicación del Tribunal
Constitucional, pero no debe olvidarse que, como ella mismo dijo, sí pueden actuar con o
sin personalidad jurídica285.
Debe rememorarse, con base en la sentencia C-617/2012, que “(…) los fondos
especiales no son contribuciones parafiscales ni ingresos corrientes en cuanto
corresponden a una categoría propia en la clasificación de las rentas estatales”; además
fijó la diferencia entre los fondos cuenta, como una modalidad particular de clasificación
de las rentas nacionales; y los fondos entidad, asimilados a una entidad pública. Estos
fondos entidad, deben comprenderse como una reforma que incide en la estructura de la
administración.
Como se verá en las líneas siguientes, al consultar nuestra doctrina especialmente sobre
hacienda pública se aprecia que las referencias a los fondos –sin adjetivos- son disímiles
y en ocasiones solo replican el contenido del artículo 30 del EOP, pero no ofrecen
descripciones del mismo, ni referencian el pronunciamiento de la Corte Constitucional,
incluso algunos textos evidencian simplemente un listado de los fondos que existían al
momento de publicarse dichos libros.
285
Lo preferible y con el fin de evitar nuevamente las polisemias por clasificaciones de las
clasificaciones, es que, más allá de la explicación de la Corte Constitucional, se de paso también
a una definición legal, con el fin de que queden definidos los temas y las locuciones o vocablos en
el tema de las rentas del Estado.
106 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Vidal Perdomo habla de los fondos rotatorios y dice que: “(…) Es un nombre que se ha
empleado en el sector de la defensa para designar organismos con personalidad jurídica,
esto es, verdaderos establecimientos públicos. (…) Fue una imitación del Fondo Vial
Nacional, creado por la Ley 64 de 1967, que se transformó en 1992 en el Instituto
Nacional de Vías”286.
Con un sentido crítico, Miranda Talero las define como “unidades independientes, sin
personería jurídica, y en esto se distinguen de los institutos descentralizados que cuentan
con patrimonio y personería independientes del Estado. Tanto los fondos como los
institutos han venido multiplicándose geométricamente a merced de los sucesivos
caprichos de sus creadores, sin orden no concreto y con evidente menoscabo del orden
contable y de la austeridad del gasto”287. Ubica, como definición inicial, la que se hizo en
el artículo 2 del Decreto 3130 de 1968, decreto que fue derogado por la Ley 489 de 1998
y que no los menciona.
Ortega Cárdenas se refiere a los fondos especiales de esta manera: “Son los ingresos
definidos por la ley para la prestación de un servicio público específico, como los
suministrados por el Fondo Nacional del Ahorro, Fondo de la Reconstrucción del Eje
Cafetero, Fondo de Inversión Social, Fondo de Salud de las Fuerzas Militares, Fondo
Nacional de Regalías, Fondo de Financiación del Sector de la Justicia”288.
Se ve en estos tres casos cómo la doctrina enuncia cada tipo de fondo. Lo cierto es que
no se atreven a ofrecer mayor explicación de la relevancia de que cuenten con
personalidad jurídica, o que por el contrario no se les haya otorgado, se considera sin
embargo, que son más claras las explicaciones que ofreció la Corte Constitucional. Debe
preocupar el hecho que al existir fondos entidad, estos estén modificando la estructura
286
VIDAL PERDOMO, Jaime. Derecho Administrativo, (13 ed.). Bogotá, Ed. Legis, 2008, p. 133-
134.
287
MIRANDA TALERO, Alfonso. El derecho de las finanzas públicas. Bogotá, Ágora Editores,
1990, p. 241.
288
ORTEGA CÁRDENAS, Alfonso. Hacienda Pública. Las finanzas del Estado (4 ed.). Bogotá,
ECOE Ediciones, reimpresión 2012, p. 228.
Capítulo 2 107
del Estado, porque a pesar de su existencia, la mención a ellos en los textos de derecho
administrativo es escasa –por no decir que nula.
Más allá de estas últimas preocupaciones, al articular lo visto hasta aquí con lo planteado
en el numeral 1.4.1, lo cierto es que todas las entidades públicas son destinatarias de
presupuesto, sin importar que cuenten o no con personalidad, la diferencia, obviamente
radica en el monto de participación, ya que aquí entran a jugar aspectos como el énfasis
dado en el respectivo plan de desarrollo y la misionalidad de cada entidad.
Sin duda alguna, uno de los instrumentos más utilizados por las entidades públicas para
la ejecución de recursos públicos, es la contratación, y es que a través de ésta, se
pueden materializar muchos de los fines estatales, no en vano, el artículo 3 de la Ley 80,
establece que uno de los fines de la contratación estatal es precisamente el cumplimiento
de los fines estatales.
Así como el tema presupuestal ubica en la forma como el Estado consigue los recursos y
el destino que habrá de dárseles, con la contratación pública se materializa en la mayoría
de los casos, ese destino dado. Tal como se indicó al inicio del numeral 1.4.2, las
relaciones jurídicas entre las entidades públicas y los particulares se dinamizan en la
medida que el ejecutivo logre concretar el plan de desarrollo que le fue aprobado.
108 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
El mismo Benavides propone la “vocación universal”, como uno de los hilos conductores
del estatuto de contratación pública, toda vez que, está dirigido a los contratos de las
entidades estatales, “(…) propósito complementado por el artículo 2.º que define qué hay
que entender por entidad estatal, esto es, los organismos públicos con o sin personalidad
jurídica”291, que comprende prácticamente las tres ramas del poder público y los
organismos de control, en una sola palabra, la estructura descrita en el artículo 113 de la
Constitución Política.
289
BENAVIDES, José Luis. El contrato estatal. Entre el derecho público y el derecho privado (2
ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2004, p. 19.
290
Ibídem, pp. 19-20.
291
Ibídem, p. 50.
Capítulo 2 109
carentes de personalidad jurídica sin violar con ello los preceptos de la Constitución”292.
Lo cierto es que Benavides no da a conocer su postura frente al tema que describió.
Con base en lo anterior y tal como se señaló en el numeral 1.4.2, la Corte Constitucional
en sentencia C-374/1994 declaró exequible el contenido del literal b) del numeral 1 del
artículo 2 de la Ley 80 de 1993, para indicar que esa Ley se limita a señalar las entidades
estatales que tienen capacidad para contratar y cuál funcionario obra a nombre de tales
entidades. En virtud que lo dicho por la Corte hace parte de la cosa juzgada
constitucional, se opta por tomar el vocablo “capacidad” y no la locución “personalidad
jurídica” que se ha venido utilizando, con el fin de evitar erradas interpretaciones293. Lo
que realmente se rescata del fallo –aunque restringido a la capacidad y no a la
personalidad- es que admite que las entidades públicas que no gozan de personalidad
jurídica en virtud de la constitución o de la ley, sí son capaces de contratar y de
comprometer los recursos públicos que le han sido asignados294.
La Corte insiste en resaltar que las entidades tienen capacidad para contratar en virtud
de la Ley 80, porque aprovechó para aclarar que el contenido de los artículos 352 y 150
inciso final de la Constitución Política no se contradicen, ya que el artículo 352 permite
que en la ley orgánica de presupuesto se defina la capacidad de contratar para efectos
de ejecución presupuestal, mientras que en la Ley 80 de 1993, se define concretamente
el funcionario que puede contratar.
Es pertinente este espacio para señalar que el aparte declarado exequible por la Corte
Constitucional –entidades sin personería, son capaces de contratar-, constituiría una
novedad normativa respecto de disposiciones de contratación pública que han regido en
Colombia. Así lo afirma Rico Puerta: “El Estatuto Contractual reconoce que, por ejemplo,
los Ministerios, a pesar de no tener personalidad jurídica puesto que sólo son entidades
descentralizadas por servicios al gobierno central, pueden contratar (…). Esa es sin duda
una figura novedosa o cuando menos, una peculiar manera de proceder legislativa y
292
Ibídem, p. 52.
293
Hay que hablar de capacidad para efectos de la Ley 80 de 1993.
294
No debe olvidarse que existe la contrapartida del control fiscal, posterior y selectivo otorgado a
la Contraloría General de la República y demás Contralorías territoriales, en virtud de lo dispuesto
por el artículo 267 de la Constitución Política.
110 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
El derogado Decreto 222 de 1983 dispuso en el artículo 1º que los contratos celebrados
por la nación (ministerios y departamentos administrativos) y los establecimientos
públicos se someten a las reglas de dicho decreto. Es preciso aclarar que esta norma sí
hacía referencia a la nación –entendida en los términos de la Ley 153 de 1887-, por lo
tanto los ministerios contrataban en nombre de la nación, porque es la persona jurídica
que las abarca. Esto lleva a decir que la verdadera novedad que se introduce en el literal
b) del numeral 1º del artículo 2 de la Ley 80, es haber ampliado el listado de entidades
públicas que sí pueden contratar, lo que sin lugar a dudas contribuyó en la celeridad de
adelantar los procesos de selección pública para las entidades que no gozan del atributo
de personalidad jurídica, es decir, se avanzó en el tema de eficiencia administrativa.
295
RICO PUERTA, Luis Alonso. Teoría general y práctica de la contratación estatal (4 ed.).
Bogotá, Ed. Leyer, 2005, p. 25.
296
SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. Tratado de Derecho Administrativo. Contratación
indebida, (t., IV, 1 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2004, p. 357-358.
Capítulo 2 111
(…)
“La capacidad de goce, como lo indica la doctrina, bien puede concebirse y existir
sin la capacidad de ejercicio, tal y como ocurre en el derecho de los contratos
estatales colombianos, según la filosofía que inspira los artículo 2.º de la Ley 80
de 1993 y 110 del Decreto 111 de 1996”.
Con lo acabado de exponer, es factible sostener con toda naturalidad que en este tema
contractual, prácticamente no se encuentran diferencias entre una entidad pública con
personalidad con una sin personalidad.
297
MATALLANA CAMACHO, Ernesto. Manual de contratación de la administración pública,
reforma de la ley 80 de 1993, (3 ed.). Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2013, p. 139-
140.
112 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
También se indicó que el artículo 159 de la Ley 1437 de 2011 –CPACA- habla de las
entidades públicas y otros sujetos de derecho que de acuerdo con la ley tengan
capacidad para comparecer al proceso, podrán obrar como demandantes, demandados o
intervinientes.
A propósito del artículo 159, Arboleda Perdomo señala cómo el segundo inciso establece
el listado de funcionarios que habrán de representar en temas judiciales a los “(…)
órganos u organismos que hacen parte de la Nación en tanto principal persona jurídica
pública (…)”. Al continuar la lectura de su análisis se confirma la tradición jurídica de
nuestro país, de este modo:
“El inciso en comento suprimió la mención a la Nación como sujeto de derecho (…) y
parece adoptar una organicista en tanto permitiría que tales órganos u organismos fueran
sujetos procesales a pesar de carecer del atributo de personalidad. Sin embargo, la
tradición jurídica nacional ha sido la de exigir la existencia como persona jurídica para ser
admitido en juicio, y además el inciso siguiente expresamente se refiere a la Nación
como la parte pública (…)”298.
La expresión “entidades públicas” del artículo 159 debe concordarse con el parágrafo del
artículo 104 del CPACA que señala: “Para los solos efectos de este Código, se entiende
por entidad pública todo órgano, organismo o entidad estatal, con independencia de su
denominación; las sociedades o empresas en las que el Estado tenga una participación
298
ARBOLEDA PERDOMO, Enrique José. Comentarios al Nuevo Código de Procedimiento
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo. Bogotá, Ed. Legis, 2011, pp. 245-246.
Capítulo 2 113
igual o superior al 50% de su capital; y los entes con aportes o participación estatal igual
o superior al 50%”.
Este parágrafo engloba lo que se ha señalado acerca de las entidades públicas que
carecen de personalidad jurídica, pero Arboleda Perdomo le resta importancia al
parágrafo cuando afirma: “Como se comprende de la sola lectura, esta es una definición
legal de carácter operacional, es decir, está destinada a determinar un grupo de
organizaciones que encajan en la expresión entidad pública cuando el Código (…) la
utilice”299.
299
Ibídem, p. 166.
114 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
En la sesión No. 59, con base en las memorias acerca del CPACA, en lo que se conoce
como “Paipa I”300, se encuentra lo siguiente:
La Doctora Correa manifestaba lo siguiente: “En alguna época, hacia 1991 o 1993, en un
solo año se profirieron más de 600 sentencias inhibitorias, bajo el argumento de que el
demandado no tenía capacidad para ser parte (…)”301. A pesar de tratarse de una
afirmación, sin que estuviera apoyada en ese instante por un dato estadístico puntual,
sirve para evidenciar cómo los niveles de denegación de justicia eran altos, amparados
en un elemento procedimental, que desconocía en su plenitud el contenido del artículo
228 Constitucional, que claramente ordena dar prevalencia al derecho sustancial.
“No me parece para nada absurdo pensar en darle capacidad procesal a organismos que
no tienen personería jurídica, más aun si se tiene en cuenta la forma como está hoy
estructurado el Estado. Perfectamente podríamos redactar una norma en la que
expresamente se señalara todo esto, y así no tener que aplicar el artículo 44 del Código
de Procedimiento Civil. En efecto, sería mejor aplicar una norma que expresamente
autorizara la presencia directa del organismo causante del daño, del organismo que
produjo el hecho y no necesariamente de la persona a la que está adscrito o vinculado,
porque es que si se piensa bien, en la práctica, quien realmente comparece al proceso es
ese organismo.
(…)
300
Colombia. Ministerio de Justicia y del Derecho. Memorias de la Ley 1437 de 2011: Código de
Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, (vol. III, parte B). Bogotá, El
Ministerio, 2014, p. 105; en relación con el artículo 159 del CPACA, se dejó la siguiente nota:
“Este documento es un trabajo de relatoría que registra las distintas opiniones y tendencias
expuestas por los Consejeros de Estado en el Seminario conocido como “Paipa I” (12, 13 y 14 de
febrero de 2008)”.
301
Ibídem, p. 108.
Capítulo 2 115
Sería el Doctor Aponte que al ofrecer una respuesta con precisión pedagógica dijo:
“Cuando uno mira el artículo 113 de la Constitución, allí se habla de órganos, pero
cuando se entra específicamente en la Rama Ejecutiva del poder público se
empieza a hablar de organismos, entidades y dependencias.
(…)
“Por otra parte, tradicionalmente la doctrina ha entendido que los organismos son
aquellos que no tienen personalidad jurídica (ministerios, Presidencia de la
República y departamentos); mientras que las entidades son aquellas que tienen
personería jurídica. Habría entonces órganos constitucionales tales como la
Procuraduría, la Contraloría y los organismos de la Rama Ejecutiva que no tienen
personería jurídica y que hoy en día están representados por la Nación; mientras
que serían entidades aquellas del sector descentralizado”303.
302
Ibídem.
303
Ibídem, p. 111.
116 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Tal como se reseñó en el numeral 1.4.3, Betancur Jaramillo destaca del CPACA el hecho
que “la administración puede asumir ese papel tanto activo como pasivo en las distintas
acciones contencioso administrativas, tal como lo da a entender su art. 159 al disponer
que las entidades públicas “podrán obrar como demandantes, demandadas o
intervinientes en los procesos contencioso administrativo”307.
Debe recordarse que el mismo Betancur es categórico cuando afirma que “En el derecho
Colombiano, las dudas sobre el carácter de parte que asume la administración se
despejaron con el código administrativo anterior en sus arts. 149 y ss. y se ratificaron con
los que disponen hoy los arts. 159 y 160 de la ley 1437”308. Con este mismo autor, se
encuentra sustento para decir que el artículo 159 deja de lado la distinción de entidades
con y sin personalidad –tal como sucedió con la Ley 80 de 1993. Además, destacó que
por intermedio de sus representantes las entidades estatales obran como demandantes,
demandadas o intervinientes; indica que frente a los procesos en relación con los
304
Ibídem, p. 112.
305
Ibídem.
306
Ibídem.
307
BETANCUR JARAMILLO, Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, op. cit. p. 208.
308
Ibídem.
Capítulo 2 117
309
Ibídem, pp. 216-218. Nótese la coincidencia de criterio con lo afirmado por la Doctora Correa
en el mismo sentido.
310
GARZÓN MARTÍNEZ, El nuevo proceso contencioso administrativo, op. cit. p. 524.
311
Ibídem.
312
Ibídem.
118 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Con todo lo reseñado, no cabe duda que, poco a poco, se mengua no solo para el sector
público, sino también para el sector privado, la necesidad de que se atribuya personería
jurídica para ser parte activa en un proceso judicial, igual consideración vale para el
momento de suscribir un contrato entre entidades públicas sin personalidad y los
consorcios y uniones temporales, tal como se presentó en el numeral 1.4.2.
En este punto, resta esperar que lo que sucedía con anterioridad a la Ley 1437 de 2011 –
CPACA- respecto que las entidades públicas sin personalidad no podían comparecer
directamente a un proceso judicial, sea parte de la historia procesal administrativa de
nuestro país, y que situaciones de inadmisión de la demanda porque el abogado no
vinculó correctamente a la nación, departamento, municipio o distrito, no justifiquen la
denegación de justicia o que la haga muy compleja314.
313
Ibídem.
314
Si muchas de las decisiones inhibitorias o de inadmisión de demanda obedecieron por la no
adecuada legitimación por pasiva, que consiste en vincular correcta y técnicamente a la nación,
departamento municipio, distrito, se debían al mal trabajo intelectual de un abogado cuando
elaboraba el escrito de demanda, esto lleva a formular las siguientes preguntas: ¿acaso en las
facultades de derecho, en la cátedra de procedimiento administrativo, no se abordaba el tema, o
se abordó de manera insuficiente?; o acaso desde la academia ya se le estaba restando
importancia a la temática y por ello no se hacían las claridades pertinentes; o es que en el
ejercicio profesional ya no importaba hacer una precisa identificación técnica del demandado,
porque se pensó que le correspondía al juez hacerlo, tomando en consideración la relación
probatoria que le presentaban?, sin duda el trabajo de campo es muy amplio e interesante que
motiva una investigación, que conduzca a describir este fenómeno, dado el núcleo duro con el que
se manejan las instituciones procesales –civiles- y la manera como se han trasladado al derecho
público en general.
Capítulo 2 119
Cabe recordar con base en el artículo 3 del EOP, que presupuestalmente se diferencian
la Fiscalía General de la Nación y la Rama Judicial.
§ “(…) En el caso de las Fuerzas Armadas, el artículo 6 del Decreto 1512 de 2000 (…)
dispuso que la Policía Nacional, la Fuerza Aérea, el Ejército Nacional y la Armada
Nacional hacen parte de la estructura orgánica del Ministerio de Defensa, cuya dirección,
a términos del artículo 2 ibídem, está a cargo del Ministro de Defensa y, por tanto, es
éste quien lo representa judicialmente y, al hacerlo, obra en nombre y representación de
la Nación”316.
No debe olvidarse que el artículo 38 de la Ley 489 de 1998 dice que el Ministerio de
Defensa hace parte del sector central y tradicionalmente se ha enseñado que dicho
sector no ostenta personería jurídica.
315
Consejo de Estado de Colombia, Auto 46626 del 17/07/2013, Sección Tercera, MP Mauricio
Fajardo Gómez. Disponible en http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml
(12.03.2015).
316
Consejo de Estado de Colombia, Sentencia 33686 del 01/10/2014, Sección Tercera, MP Carlos
Alberto Zambrano Barrera. Disponible en http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml
(12.03.2015).
120 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Corresponde ver como desde la Ley 1564 de 2012 –Código General del Proceso-, en
materia de capacidad y representación se ha dado un importante paso, porque el artículo
53 no habla solamente de las personas naturales y jurídicas, incluye los patrimonios
autónomos y al concebido y deja abierta la posibilidad de incluir otros más cuando dice:
“los demás que determine la ley”, en nuestro caso como lo hace la Ley 1437 de 2011 –
CPACA. Nótese como, desde la institución procesal civil, tienen cabida las
transformaciones que desde el interés general se solicitan, la idea de proteger
procesalmente al concebido, de alguna manera rompe con la definición clásica de
identificar la existencia de la persona natural desde el nacimiento. Puede decirse,
entonces, que se está ante un fenómeno de ampliación en el otorgamiento de capacidad
procesal de entidades o seres que no se les reconoce personería jurídica319.
Articulando lo dicho hasta aquí con el numeral 1.4.3, se puede decir que para ser parte
procesal ya no se requiere ser titular de personalidad jurídica, por cuanto las entidades
públicas consideradas tradicionalmente sin personería pueden comparecer a través de
su representante –v. gr., ministro, contralor, director- en el juicio donde actúe en calidad
de demandante, demandado o interviniente.
317
RIVADENEIRA BERMÚDEZ, Manual de derecho procesal administrativo, op. cit. p. 86.
318
ROJAS LÓPEZ, Juan Gabriel. Los presupuestos procesales en el derecho procesal
administrativo, (2 ed.). Bogotá, Librería Jurídica Sánchez R., 2012, p. 27.
319
Todo lo cual va en provecho del derecho de acceso a la administración de justicia, que es un
concepto amplio y complejo.
3. La distinción entre entidades públicas con
y sin personalidad jurídica, sin
funcionalidad en nuestro actual
ordenamiento
Pero esa ley que tanto se ha defendido ha entrado también en crisis, Parejo así lo
menciona: “La Ley no es hoy ya lo que es, sin embargo, la dogmática establecida, cuyas
320
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. Revolución francesa y administración contemporánea, (4
ed.). España, Ed. Civitas y Thomson Reuters, reimpresión 2011, p. 22.
122 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
raíces se remontan a la época de la vigencia del Estado liberal de Derecho, sigue aún
diciéndonos que es”321.
321
PAREJO ALFONSO, Luciano. Crisis y Renovación en el Derecho Público. Centro de Estudios
Constitucionales – Cuadernos y Debates . Madrid, 1991, p. 44.
322
PAREJO ALFONSO, Eficacia y Administración. Tres estudios, op. cit. pp. 56-57.
Capítulo 3 123
debo ir a los tribunales judiciales –con lo visto en los dos capítulos anteriores se sabe
que esto ha comenzado a cambiar. Entonces la personalidad agrupa para la generalidad
del derecho, pero es realmente la capacidad la que debe interesar, porque habrá de ser
entregada plenamente o concedida parcialmente, entonces lo que en la clasificación se
llama un atributo, termina siendo realmente el concepto que sí importa, quedando latente
la siguiente pregunta, ¿lo importante es que reconozcan la personalidad jurídica o lo
importante es contar con capacidad?, lo sencillo entonces es utilizar un solo vocablo, y
no detenerse en las clasificaciones –en este caso dispendiosas- de la doctrina o de la
jurisprudencia abusando del uso indiscriminado de vocablos o locuciones, como intento
de definición de un concepto.
Parejo señala como el orden jurídico, desde una concepción estatista que descansa en la
legislación civil, se construyó atendiendo dos conceptos paralelos: el de soberanía (poder
público) y el de personalidad jurídica (poder privado). Esta noción de personalidad
jurídica fue instrumento utilizado para tratar de entender cómo las personas jurídicas
pueden actuar en el mundo de las relaciones jurídicas, noción que hace crisis, como ha
hecho crisis también el concepto de persona jurídica323.
323
Ibídem, p. 60.
324
Ibídem, p. 60. Parejo en la nota al pie No. 72 señala que la noción de soberanía en paralelo
también ha entrado en crisis por fenómenos como la internacionalización de la vida jurídica –en el
contexto español se refiere al advenimiento de un derecho comunitario dada su pertenencia a la
comunidad europea.
124 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
así, se está ante un legislador que es el fiel reflejo de la lección aprendida cuando se
decía:
Es indudable que las realidades que sustentan el derecho están sujetas a cambios, como
producto de la multiplicidad de relaciones que en el mundo jurídico se están manejando.
W-R. SCHENKE anima cuando dice:
La evolución que exige un cambio de la normativa que sustenta los conceptos o por lo
menos la adaptación a la realidad de las mismas, encuentra resistencia desde la misma
ciencia jurídica, como cuando se expuso la interpretación que se hacía del artículo 159
del CPACA, donde se deja claro que no hay que olvidar que la personalidad jurídica es
un presupuesto que sirve para entender el sentido dinámico de la norma –para los que
325
GARCÍA DE ENTERRÍA, Revolución francesa, op. cit. p. 22.
326
W-R. SCHENKE. En: PAREJO ALFONSO, Crisis y Renovación en el Derecho Público, op. cit.
p. 44.
Capítulo 3 125
aceptan los cambios-, porque de lo contrario, se diría que se está haciendo una
interpretación errónea de la misma.
Pero este tipo de reflexiones no son equilibradas en ciertas figuras que deambulan por
nuestro ordenamiento jurídico, recuérdese que hay unos fondos presupuestales –cuenta
y entidad- cuya característica de sui generis no los hace merecedores de ser estudiados
en la doctrina, escasamente alcanzan el nivel de ser someramente un subnumeral de un
texto académico –hay que olvidarse de verlos conformando un tratado. Ese rigorismo con
que se exige sea tratada la institución de la personalidad jurídica a la hora de ser
interpretada, no es el mismo rigorismo que se aplica a la hora de estudiar la figura de los
fondos cuenta, ¿Por qué esa diferencia?, ¿Qué la justifica?, lo único, en gracia de
respuesta, que se recibiría es que se trata de una cuenta carente de personalidad jurídica
y no goza de los atributos de la personalidad.
Por eso, de alguna manera y en lo que respecta a la personalidad jurídica, aún se afirma
–aulas de clase, textos académicos, jurisprudencia- que esta es necesaria para introducir
126 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
al mundo de las relaciones jurídicas; que lejos se está de la realidad, porque las
relaciones que se dan entre el Estado y sus asociados, no se basan ya, de manera
exclusiva, en el marco de la verticalidad, sino que ahora se dan también en condiciones
de horizontalidad o de colaboración, sin olvidar que cuando hoy se habla de Estado, se
refiere a cada entidad pública con o sin personería jurídica que actúa en su nombre.
Son precisamente esas entidades públicas que haciendo parte de la estructura del
Estado, pueden acercarse a los ciudadanos que lo integran y que demandan de él los
cambios necesarios para que se adopten apropiadamente las reales dinámicas jurídicas
que se están experimentando.
corporaciones autónomas regionales (…) y las Universidades del Estado”327, lo que lleva
a decir que a nivel jurisprudencial también se han adoptado fórmulas, no propiamente
para establecer la estructura, sino para descubrirla con base en la interpretación del texto
constitucional.
Se comparte con Parejo su apreciación acerca de estar ante un verdadero arbitrio técnico
de la figura de la personalidad jurídica, por ejemplo, cuando se hablaba de la que le
corresponde a las entidades públicas del sector descentralizado por servicios o la
otorgada a la nación y las entidades territoriales, o la que no se le concedió al sector
central o a los órganos –de control o electoral- que conforman la estructura estatal. Más
allá de estas clasificaciones, fue posible señalar cómo todas las entidades públicas, sin
importar que se les haya reconocido o no por parte del legislador la mencionada
personalidad jurídica, están llamadas a cumplir los fines de la constitución para asegurar
el interés general, razón por la cual, manejan recursos, adjudican contratos, vigilan la
adecuada ejecución de los mismos, y cuentan en virtud del artículo 159 del CPACA con
la capacidad para ser sujetos procesales.
El tema procesal sin duda es el que ofrece mayor resistencia por parte de la doctrina y de
los jueces, porque todas las convicciones acerca del concepto de personalidad jurídica
junto con sus atributos desembocan allí. Asimilar la noción de personalidad jurídica a la
capacidad procesal es una visión reduccionista del mismo, y lo lleva a ser impráctico e
ineficiente, pasa incluso por el camino de lo extraño; en materia contractual, por ejemplo,
una entidad pública sin personalidad jurídica adjudica un contrato a un consorcio o unión
temporal –que no es persona jurídica- y en su relación contractual acuden a todas las
327
IBÁÑEZ NAJAR, Las funciones públicas y la Estructura del Estado para cumplirlas, op.cit. p.
97.
128 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Las instituciones del Código Civil como vetustas que son, y que fueron la fuente de
inspiración para el derecho público habrán de ser adaptadas a la realidad de las
relaciones jurídicas, realidad que enseña que el inventario de entidades públicas es cada
vez mayor, lo que vuelve más complejo no solo de clasificar y diferenciar, sino de
identificar a cuál se le ha otorgado el atributo de la personalidad. Si el concepto de
personalidad se reduce cada vez más a la capacidad procesal, entonces debe
dinamizarse con mayor rigor el artículo 228 constitucional –lo sustancial sobre las meras
formas-, en el sentido de que las normas sustanciales no estén por debajo de aquellas
sobre formalidades, para que no sea nugatorio el ejercicio de acceder a la justicia,
simplemente porque se mencionó a la entidad que materialmente causó el daño
antijurídico, pero no se vinculó a la que la engloba con su personalidad jurídica –v. gr., el
ejército causa el daño y se lo demanda, sin vincular a la nación-. Una sociedad
enmarcada en un estado social de derecho, exige que dicho Estado que la agrupa, le
328
GARZÓN MARTÍNEZ, El nuevo proceso contencioso administrativo, op. cit. p. 524.
Capítulo 3 129
permita el ejercicio de sus derechos, sin que sea el mismo ordenamiento jurídico la
talanquera para su efectividad.
Con motivada preocupación decía Valencia Villa cuando se refirió al Código Civil en
relación con la Constitución de 1886, que al ser el código de la sociedad civil, era la
verdadera ley suprema del territorio329 –no el texto constitucional-, acaso hoy se sigue
viendo así, a pesar de sus no pocas reformas y declaratorias de inexequibilidad.
329
VALENCIA VILLA, Cartas de Batalla: una crítica del constitucionalismo colombiano, op. cit. p.
172.
330
ALESSANDRI R.,Tratado de Derecho Civil, op. cit. p. 513.
331
ROTONDI, Istituzioni di diritto privato. En: ALESSANDRI R., Arturo, Tratado de Derecho Civil,
op. cit. p. 514.
130 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Los debates con los que se asumió la personalidad jurídica del Estado y el apuro de
otorgárselo, estaban motivados en parte por la necesidad de someterlo al orden
institucional bajo los mismos parámetros en que se encuentran los demás sujetos de
derecho. Gutiérrez Silva ilustra de esta manera:
(…)
332
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo (t., I), op. cit. p. 55.
Capítulo 3 131
Puede decirse que esto, sin duda, se ampara en un criterio de igualdad –desde el ámbito
jurídico-, pero el antecedente de aquellas motivaciones se basaba en aquel Estado
absolutista, cuando el rey no era responsable ante los tribunales por sus actuaciones,
salvo en el elemento patrimonial, donde el fisco se equiparaba a las personas privadas,
lo que volvió al fisco en materia de tribunales, igual que los particulares. La teoría del
fisco ya pasó, la teoría de la ficción ya pasó; es el momento de dar paso, por lo menos, a
la modificación del sustrato que justifica la personalidad jurídica, porque en las relaciones
jurídicas de la actualidad, es natural y obvio que el Estado comparezca a juicio –nacional
e internacionalmente-, cuenta con recursos para asumir responsabilidades y porque se
actúa en el mundo de dichas relaciones, sin discriminar prácticamente si estas son
privadas o públicas y está sujeto, al marco de los preceptos de la constitución y de la ley.
Si la ley, como se indicó en el numeral anterior, no es ya hoy lo que se enseñaba que es,
igual suerte está corriendo el concepto de personalidad jurídica. En nuestro Estado social
de derecho la dinámica de las relaciones jurídicas cambiaron la forma en que el Estado
llega a sus ciudadanos, no sólo por el efecto de la carta de derechos que deben ser
atendidos, sino porque desde esa dinámica se incrementaron las relaciones entre el
ciudadano y el Estado. Parejo indica:
333
GUTIÉRREZ SILVA, José Ramón, “El presupuesto procesal de la capacidad en las personas
jurídicas, en especial las de derecho público”, en Revista Chilena de Derecho, (vol. 36 N0 2, pp.
245 - 279 2009), publicación digital en la página web,
http://www.scielo.cl/pdf/rchilder/v36n2/art03.pdf (13.03.2015).
132 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Esa constitución que conduce a tener en cuenta el interés general, exige de las entidades
públicas la dinámica propia para atender las necesidades que se presentan, el interés
general en el marco de una sociedad democrática, se basa entonces en el pluralismo
político, económico y social; las cuales sin duda aumentan el flujo de las relaciones
jurídicas en la medida en que deban ser atendidas.
Esa dinámica muestra que la noción de persona jurídica ha hecho crisis, que la noción de
personalidad se constituye en un arbitrio técnico y que ahora habría que sumarle la
noción de administración pública. Así lo advierte Parejo, al indicar que: “El derecho
público continúa viviendo sobre la referencia a una imagen ideal de la Administración
pública propia del estadio del estado de Derecho y tributaria de ideas y conceptos
perfilados en el último tercio del S. XIX y el primer tercio de éste siglo –S. XX-“335.
Tristemente debe extenderse, por lo menos desde nuestro contexto jurídico al S. XXI.
Esta afirmación de Parejo es categórica en la medida que las instituciones que surgieron
en Colombia a propósito de la expedición del Código Civil en el siglo XIX, han
permanecido casi inamovibles. La practicidad del derecho se rompe en la medida que
sus propios conceptos no se adecúen o actualicen. Nuestro Tribunal Constitucional es un
ejemplo de que en ocasiones ha sido dinamizador para la adecuación de las
instituciones, y en otros casos, ha declarado inexequibles aquellas normas que perdieron
su razón de ser por el imperceptible paso del tiempo.
La idea de universalidad prodigada por Hegel y no defendida por García de Enterría para
explicar la personalidad jurídica del Estado, sirvió para justificar el espíritu del pueblo
alemán que buscaba consolidarse como nación dentro del proceso de formación de
estado-nación que experimentaban sus vecinos –claramente hoy ya está consolidado-.
334
PAREJO ALFONSO, Crisis y Renovación en el Derecho Público, op. cit. p. 44. En todo caso,
una nueva concepción, como la de Estado social determina un nuevo concepto de Ley.
335
Ibídem, p. 91.
Capítulo 3 133
Insiste Parejo que: “El modelo ideal de Administración así concretado ha sufrido y
continúa sufriendo serias erosiones por la evolución misma de la realidad”337. Las
razones que ofrece para explicar dicha crisis pueden presentarse de esta manera:
“1.º-. La titularidad misma de las tareas administrativas a desarrollar es, cada vez
más, cuestión de difícil determinación. Ello obedece a que, incluso sin que sea
puesta en duda la asignación de una tarea a la estructura clásica de la
Administración, la permanente tensión entre las tendencias a la centralización la
descentralización (…) suscita el debate acerca de la correcta <<ubicación>> de la
correspondiente competencia (…).
336
Al consultar el siguiente enlace http://vive.gobiernoenlinea.gov.co se encuentra lo siguiente: “La
Estrategia Gobierno en línea, liderada por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones, es el conjunto de instrumentos técnicos, normativos y de política pública que
promueven la construcción de un Estado más eficiente, transparente y participativo, y que a su
vez, preste mejores servicios con la colaboración de toda la sociedad mediante el
aprovechamiento de la tecnología. Lo anterior con el fin de impulsar la competitividad y el
mejoramiento de la calidad de vida para la prosperidad de todos los colombianos”.
337
Ibídem.
134 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Aunque escrito para el contexto español, no escapa a nuestra realidad, lo dicho por el
tratadista Parejo -no debe olvidarse que la Constitución Española fue revisada por
nuestro constituyente de 1991-, porque al constituirse como un Estado social de derecho,
organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus
entidades territoriales, podría asegurarse –guardadas las proporciones- que los
problemas son los mismos, o por lo menos con un alto grado de similitud; la nueva
constitución adicionalmente introdujo la fórmula de mercado que se adopta en el artículo
333 superior, que da prevalencia a la libre competencia, y que en el contexto de una
economía de enfoque neoliberal busca la reducción del tamaño del Estado,
traduciéndose esto en la expansión de entidades públicas bajo la figura de las
superintendencias y comisiones de regulación, para “equilibrar el mercado en caso de ser
necesario”.
Sin ahondar en lo que el mismo Parejo llama, en el numeral 2, “la liberalización de las
fórmulas organizativas sobre todo en los sectores punta de la acción estatal”, no debe
olvidarse que los fenómenos de privatización de empresas del Estado –eufemismo de la
huída del derecho339- en Colombia han contribuido al fenómeno de cambio de la
administración pública, sumado al aumento de entidades públicas que complejizan el
entendimiento de la estructura del Estado colombiano, como por ejemplo las ya
mencionadas superintendencias.
Parejo dice:
338
Ibídem, p. 91-93.
339
Frente a la huída del derecho, es mejor hablar de la evolución del derecho, hoy se recala en un
derecho mixto, ya no es necesario hablar de purezas, en ciertas temáticas hay prevalencias.
Capítulo 3 135
A pesar de que nuestra nueva Constitución se halle fundada, entre otros, en el interés
general, no asegura por completo la inexistencia de rupturas entre lo social y lo
administrativo, aunque dichas rupturas no deben convertirse en el sustento de seguir
manteniendo un derecho público totalmente distante de un derecho privado y viceversa,
que antaño pudo explicar las diferencias teóricas entre personas jurídicas, públicas y
privadas. Nuevamente la realidad revela que ante el auge de la iniciativa privada y el
desprendimiento del Estado de algunas de sus funciones, para que sean libremente –
vigilados- los particulares quienes las asuman, ha conllevado esto a que las diferencias
teóricas también hagan crisis; así lo explica Brewer-Carías:
“Sin embargo, esta identificación, otrora absoluta fue quebrantada en todos los
países contemporáneos con motivos de los efectos de las crisis de la pre y
posguerra del siglo pasado. El derecho, sin duda, producto de la lucha de
intereses, también ha sido y es producto de la crisis. Pues bien, aquella crisis y
sus componentes, como la intervención del Estado en la economía, las
nacionalizaciones, y las [sic] asunción o creación ex novo de empresas,
provocaron que el Estado se saliera de sus moldes clásicos y acudiera a utilizar
otras formas previstas en el derecho positivo que los usos político-económicos
habían reservado a los particulares, como la forma societaria civil y mercantil…
(…)
340
Ibídem, p. 93. Fue tomado de la nota al pie No. 58 que hace Luciano Parejo.
136 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
341
BREWER-CARÍAS, Allán R. “Sobre la personalidad jurídica en el Derecho Administrativo”, en
Ensayos de derecho público. En memoria de Maurice Hauriou, Coords. Andry Matilla Correa y
otros. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2013, pp. 287-289.
Capítulo 3 137
solo subsistan aquellos que sí apuntan a demostrar la verdad jurídica, en pro de una
justicia que haga valer el derecho sustancial por encima de las meras formalidades, que
en situaciones como la descrita revelan la tensión en que pueden encontrarse.
En línea con lo anterior, tratadistas como Dromi342 indican que el aumento de la actividad
estatal impacta en mayor medida al conjunto de la administración pública, llevando a la
asociación de esta temática, desde un punto de vista orgánico, con la estructura del
Estado, para ejecutar concretamente los cometidos estatales. Parejo, a su turno dijo que
“(…) la función administrativa se ejerce por los diversos órganos del Estado, y no sólo por
los órganos ejecutivos o por las administraciones públicas”343. En nuestro contexto
Colombiano, el artículo 209 de la Constitución consagra dicha función y a través de la
sentencia C-561/1999, la Corte Constitucional ilustró acerca de su contenido, al decir que
dicho artículo consagra tres principios; unos finalísticos, porque la función administrativa
está al servicio de los intereses generales del Estado; otros funcionales, igualdad,
moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad; y, por último, los
342
DROMI, Derecho Administrativo, op. cit. p. 130.
343
PAREJO ALFONSO, “El concepto del Derecho administrativo”, op. cit. p. 100.
138 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
344
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-561/1999, MP Alfredo Beltrán Sierra.
Disponible en http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1999/c%2D561%2D99.htm
(12.03.2015).
345
RODRÍGUEZ R., LIBARDO, Derecho Administrativo, general y colombiano, op. cit. p. 79.
346
Ibídem.
347
Ibídem, pp. 79-80.
348
Ibídem, p. 80.
Capítulo 3 139
Por control jerárquico, debe entenderse aquel ejercido por “la autoridad superior sobre
las autoridades o funcionarios inferiores, con fundamento en su rango y autoridad. Es
decir, como ya se ha afirmado, este control se presenta respecto de los órganos
centralizados, que son los que se encuentran sometidos a una estructura jerárquica”;
mientras que por control de tutela, se hace referencia al “que ejerce el poder central
sobre las entidades y autoridades descentralizadas, territorialmente y por servicios”350.
Ambos controles están sujetos a unos procedimientos que le apuntan básicamente: (i) a
los funcionarios y (ii) los actos que estos producen; haciendo una salvedad, que en el de
tutela prima la regla general de la autonomía351.
En líneas generales cuando se ejerce control sobre las personas de los funcionarios, se
hace referencia a las facultades de designación, poder disciplinario y retiro del servicio; y
en el caso del control sobre los actos de los funcionarios, se habla de la facultad de
revocarlos y reformarlos, una vez interpuesto el recurso de apelación o mediante la
revocatoria directa; adicionalmente, en el control jerárquico también existe el “llamado
poder de instrucción, que consiste en la facultad que tiene el superior de dar órdenes a
sus inferiores y hacer que ellas sean cumplidas, tratándose, obviamente, de órdenes
legales” 352.
349
Ibídem, p. 81.
350
Ibídem, pp. 81 y 82.
351
Ibídem.
352
Ibídem.
140 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
“(…) no debería existir control de tutela sobre las personas de los funcionarios
descentralizados, pues ese control personal implica algún grado de subordinación
jerárquica, lo cual es extraño a esta institución”, pero por ejemplo, nuestra Constitución,
en su artículo 304, dice que los gobernadores pueden ser suspendidos o destituidos por
el Presidente de la República, o los directores y gerentes de los establecimientos
públicos -entidades descentralizadas- son de libre nombramiento y remoción353.
Pero de lo dicho hasta aquí, vale la pena preguntarse, ¿Cómo incide el control jerárquico
y de tutela en una entidad pública que cuenta o no, con personería jurídica? La respuesta
habría que presentarla de dos formas, la primera, respecto de las entidades en sí mismas
consideradas y la segunda, frente a los funcionarios que las encabezan.
De manera muy breve en los numerales 1.2.4, 1.3.3 y 2.1.2, se mostró como en la rama
ejecutiva, la Ley 489 de 1998 estableció normas sobre la organización y funcionamiento
de las entidades nacionales, el artículo 38 que habla de la integración de la rama
ejecutiva en el nivel nacional, el cual se divide en: sector central –tradicionalmente
considerado sin personalidad jurídica-, y en sector descentralizado por servicios –
considerado con personalidad jurídica-; a su vez, el artículo 68 que hizo un listado de las
llamadas entidades descentralizadas del orden nacional, muchas de las cuales coinciden
con las mencionadas en el artículo 38 de la misma Ley.
353
Ibídem, p. 83.
Capítulo 3 141
Frente a los funcionarios que encabezan las diferentes entidades públicas, apoyados en
Libardo Rodríguez, el control jerárquico y de tutela es más claro, por lo anotado en líneas
anteriores, por cuanto ambos controles se ejercen sobre las personas de los funcionarios
y los actos que estos producen, aunque con matices en uno y otro. En cada uno de los
niveles nacional y territorial, tanto presidente, como gobernador y alcaldes, son
142 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
servidores públicos escogidos a través de voto popular, quienes una vez posesionados y
en ejercicio de sus funciones, mediante libre nombramiento y remoción escogen a sus
ministros o secretarios de despacho respectivamente –nivel central- y a los directores o
gerentes de los establecimientos públicos en su orden –nivel descentralizado por
servicios-.
Como ya se anotó, el control sobre las personas de los funcionarios, comprende las
facultades de designación, poder disciplinario y retiro del servicio, las cuales están
reguladas por la constitución y la ley. En este punto no incide sí la entidad goza o no de
personería.
354
Ibídem.
355
Ibídem, p. 85.
356
Ibídem, p. 76.
Capítulo 3 143
En los numerales 1.4.3 y 2.3.3, se expuso que las entidades públicas como parte
procesal ya no requerían de la distinción entre ser titulares o no de personalidad jurídica,
por cuanto todas ellas pueden comparecer a través de su representante –ministro,
contralor, director- en el juicio donde actúe en calidad de demandante, demandado o
interviniente.
Sin duda alguna, el artículo 159 de la Ley 1437 de 2011 –CPACA-, reveló lo anterior,
pero también hizo un listado de quienes representan a las diferentes entidades públicas
en los procesos contencioso-administrativos. De las entidades consideradas
tradicionalmente sin personería, se pueden mencionar algunos representantes: ministros,
Procurador o Contralor General de la República, presidente del senado; en el nivel
territorial incluyó a personeros o contralores de acuerdo con su actividad.
357
BETANCUR JARAMILLO, Derecho Procesal Administrativo, Ley 1437 de 2011, op. cit. pp.
213-214; 218-221
144 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
representación la tenían los fiscales de los tribunales superiores y en los municipios, los
personeros358, es decir, no la ejercía la persona de mayor jerarquía de la entidad que
expidió el acto o produjo el hecho, sino personas que encabezaban entidades sin
personería jurídica.
Los departamentos desde la reforma de 1945 eran representadas por los gobernadores,
hoy con base en el artículo 303 constitucional continúan haciéndolo360.
Los municipios “con el art. 234 nl. 8 de la ley 4 de 1913, eran representados por los
personeros municipales, desde la ley 28 de 1974 (art. 3) empezaron a estar
representados por los respectivos alcaldes; calidad que se reafirmó luego en el acto
administrativo # 1 de 1986”361, condición conservada en el actual artículo 314
constitucional.
358
Ibídem.
359
Ibídem, p. 219.
360
Ibídem, p. 220.
361
Ibídem.
362
Ibídem, p. 214.
Capítulo 3 145
Lo expuesto anteriormente señala cómo todas las entidades públicas –con o sin
personería jurídica- requieren ser representadas, máxime cuando de temas procesales
se trata, es más, el artículo 159 del CPACA, permite que cada entidad sin personería,
sea representada individualmente, en semejanza de lo que ocurre con la capacidad
contractual, es decir, la persona de mayor jerarquía en la entidad puede hacerlo. Este
hecho evidencia cómo la brecha entre entidades con y sin personería es casi nula –existe
solo nominalmente-, lo que debe precipitar la unificación de un criterio que permita hablar
únicamente de entidades públicas, sin los adjetivos “con” y “sin” personería, para darle
paso a un vocablo unificador como lo sería el de capacidad, obviamente, el que tampoco
llevaría otros adjetivos.
363
Ibídem, p. 221.
146 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Dicha hipótesis ha sido demostrada, con base en lo descrito en los dos capítulos
anteriores, porque frente a la asignación de presupuesto, la capacidad para contratar y el
hecho de ser parte procesal, no se encuentra diferencia entre entidades públicas con
personalidad jurídica respecto de entidades públicas que no cuentan con personalidad
jurídica. Hasta hace poco, en lo atinente a la posibilidad de ser parte procesal, por
rezagos doctrinarios aún persistía la diferencia, no porque la entidad pública sin
personalidad no sea llamada al estrado judicial, sino porque debía asistir vinculada a otra
entidad pública que si gozara de personalidad jurídica, ya que en términos doctrinarios,
quien carece de personalidad no puede hablar por sí mismo, sino que requiere que otra
entidad pública hable por ella. Se pudo evidenciar igualmente que la asignación de
personalidad jurídica le corresponde al legislador respecto de las entidades públicas que
conforman en general la administración nacional, pero se observa que no es el único que
cumple esa función, porque la estructura marco del Estado viene diseñada por el
constituyente, quien otorga también a ciertas entidades públicas personalidad jurídica;
adicionalmente el Presidente de la República puede otorgar personalidad jurídica, solo
cuando una ley de facultades extraordinarias así se lo dice. Incluso desde la misma
jurisprudencia en ocasiones se ha procedido al reconocimiento de personalidad jurídica,
atendiendo a un análisis sistemático de la normativa.
titular “la sumatoria de requisitos en normas dispersas que sobre una misma entidad
pública sirven para otorgar personalidad jurídica”, para decir precisamente lo contrario,
no se requiere de la sumatoria de requisitos, no solo por ser un proceso complejo de
reconocimiento, sino porque las normas ya han reconocido la capacidad de las entidades
públicas sin personería jurídica para actuar en las diferentes relaciones jurídicas de
nuestro ordenamiento.
§ Respecto de las personas jurídicas, el artículo 633 del código civil dice de ellas
que son una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones
civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente.
§ La doctrina, en líneas generales, indica que las personas jurídicas son públicas –
entidades públicas- o privadas.
§ Como se pudo observar también, mientras que las personas jurídicas privadas
una vez constituidas y autorizadas de acuerdo con las normas positivas que fijan
los requisitos de su conformación y habilitación, actúan con personalidad jurídica
–con todos sus atributos-; las entidades públicas operan en el mundo de las
relaciones jurídicas con o sin personalidad jurídica, porque así lo establece la ley
o norma jurídica que las constituye.
§ A pesar de que la teoría enseña que el no contar con personalidad jurídica trae
como consecuencia no poder ser sujeto de derechos y obligaciones, lo cierto es
que esta regla, para el caso de las entidades públicas no aplica, porque aquellas
a las que no se les otorgó personalidad jurídica, sí actúan en el mundo de las
relaciones jurídicas –para cumplir fines estatales-, siendo en general sujetos de
derechos y obligaciones; porque tal como se ha dicho, son destinatarias de
presupuesto público, cuentan con capacidad para contratar y pueden obrar como
demandantes, demandadas o intervinientes en los procesos contencioso-
administrativos.
364
RODRÍGUEZ R., Estructura del Poder Público en Colombia, op. cit. p. 45.
Capítulo 3 149
365
CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal Civil. En: GUTIÉRREZ SILVA, “El presupuesto
procesal de la capacidad en las personas jurídicas, en especial las de derecho público”, op. cit.
366
PAREJO ALFONSO, Luciano. Eficacia y Administración. Tres estudios. Instituto Nacional de
Administración Pública-Boletín Oficial del Estado. Madrid, 1995, pp. 56-57; y PAREJO ALFONSO,
Luciano, “La personalidad jurídica y su distinta construcción: personas privadas y público
administrativas”, en revista Quaestiones Juridicae, No. 32, Bogotá, Pontificia Universidad
Javeriana, 2008, pp. 41-42.
367
PAREJO ALFONSO, Luciano, “La personalidad jurídica y su distinta construcción: personas
privadas y público administrativas”, op. cit.
150 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
realidad jurídica –sin ser organicistas- que participan de todas las relaciones
jurídicas, siendo irrelevante que se les haya reconocido o no personería jurídica.
§ Tomando en cuenta que las entidades públicas en el mundo del derecho actúan
con los atributos de la personalidad jurídica –goce, ejercicio, parte procesal-, no
se justifica la diferencia entre entidades estatales con o sin personería. Esto se
explica por dos razones: la primera, no resulta necesario mantener dicha
diferencia con base en las relaciones jurídicas que se manejan actualmente,
porque ante la complejidad de la sociedad cambiante y el avance del mundo
tecnológico se exige dinamicidad, eficiencia y eficacia en dichas relaciones; y la
segunda, porque la diferencia que existe entre entidades públicas con y sin
personalidad jurídica se reduce cada vez más a criterios formales que rescatan
ciertos doctrinantes y jueces de la República.
§ Dar paso a construir una propia doctrina de las entidades públicas con autonomía
e independencia, sin que se recurra a la comparación con los seres humanos. Se
expuso como uno de los puntos débiles de la doctrina de la ficción fue equiparar a
las personas jurídicas –privadas- con los incapaces, que le permitió explicar la
Capítulo 3 151
Por lo pronto, nuestra propuesta apunta en el ámbito de los entes públicos, a una
sustitución de la locución “personalidad jurídica”, para dar paso a la creación del vocablo
“capacidad” de las entidades públicas –con todos sus niveles- el cual tendría el siguiente
alcance, como mínimo:
Vale la pena traer en este punto a Nino368 quien realza el planteamiento de Hart, al decir
que el enfoque correcto para explicar que es una “persona jurídica” –en nuestro caso
personería jurídica-, es desistir de hacerlo por vía de referencia a otras entidades –seres
humanos, entes ficticios-, para concentrarse en las funciones que la expresión cumple en
diferentes contextos369.
368
NINO, Introducción al análisis del derecho, op. cit. pp. 231-235.
369
Ibídem, p. 232.
152 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
370
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 2685, Sentencia del 9/12/1994, Sección Primera,
MP Ernesto Rafael Ariza Muñoz. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015).
371
SANTOFIMIO GAMBOA, Tratado de Derecho Administrativo, (t., II.) op. cit. p. 91. Ver de este
mismo autor, como presenta cuatro de los cinco criterios: “Administración Pública y Personalidad
Jurídica”. En: Memorias de Congresos de Derecho Administrativo, II Congreso-2013, Coords.
Juan Alberto Polo Figueroa y otros. Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 2014, p. 334.
Capítulo 3 153
Retomando el tema del salvamento de voto, se comparten algunos extractos para que
conozcan de primera mano su contenido.
“(…) El artículo 117 determina que "El Ministerio Público y la Contraloría General
de la República son órganos de control".
A su vez, el artículo 267 precisó que "La Contraloría es una entidad de carácter
técnico con autonomía administrativa y presupuestal".
De otra parte, el artículo 272 consagra que "corresponde a las asambleas y a los
concejos distritales y municipales organizar las respectivas contralorías como
entidades técnicas dotadas de autonomías administrativa y presupuestal".
(…)
154 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
De esta Ley, para el efecto que se analiza, deben destacarse las siguientes
normas:
El artículo 53, prevé que "en desarrollo de los artículos 113, 117 y 267 de la
Constitución Política Nacional, la Contraloría General de la República tiene
autonomía presupuestal, administrativa y contractual".
(…)
Capítulo 3 155
(…)
Tal como se dijo en el capítulo 2, los fundamentos de este salvamento de voto serían
recogidos en el Auto del 11/09/1995373, del cual se presentan algunos apartes:
“(…) la Sala debe dilucidar, si las Contralorías, como órganos de control y bajo las
características de existencia y funcionalidad determinadas por la Constitución
Nacional y la Ley, tienen o no personería jurídica, en cuyo caso se les reconocerá
372
Consejo de Estado de Colombia, Radicado 2685, Sentencia del 9/12/1994, Sección Primera,
MP Ernesto Rafael Ariza Muñoz. Disponible en
http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml (12.03.2015).
373
Consejo de Estado de Colombia, Expediente 3405, Auto del 11/09/1995, Sección Primera, MP
Nubia González Cerón. Disponible en http://190.24.134.114:8080/WebRelatoria/ce/index.xhtml
(12.03.2015).
156 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
la capacidad de ser parte procesal en las controversias en que tengan interés, con
su consiguiente representación de parte del Contralor respectivo; o si
simplemente, por carecer de personalidad jurídica, no pueden comparecer en
juicio.
(…)
(…)
“El aspecto finalístico de todos los organismos o entidades creados por el Estado
relativo a la eficacia, en el ejercicio de las funciones atribuidas por el
constituyente, o la ley, permiten afirmar que tal principio finalístico de la eficacia
no tendría razón de ser, si a las contralorías no se les calificara con el atributo de
la independencia, la autonomía, el ser entes, y en fin, el de ser sujetos de
derechos y obligaciones, todo lo cual comporta como ya se ha visto, la esencia de
una persona jurídica...
(…)
A través del salvamento de voto, como del auto que se acaba de presentar, se puede
inferir lo siguiente:
374
Las fechas en que se produjeron cada una de las decisiones son las siguientes: Sentencia C-
374/1994 del 25/08/1994; Salvamento de voto del 19/12/1994; Auto del 11/09/1995.
158 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
desequilibrio o inadecuada aplicación del texto jurídico. Sin embargo, tanto esfuerzo se
dirigió a preservar el formalismo con que se concibe la personalidad jurídica y no en
aceptar desde una visión más sencilla la capacidad de entidades a las que no se les
otorgó personería jurídica375.
Y es que precisamente eso se espera del juez, que su decisión tomando en cuenta el
sistema normativo jurídico sirva para hacer justicia, sin preferencias de ninguna índole.
Estos dos pronunciamientos y otras decisiones que se suscitaron después –aunque muy
pocas- son el claro ejemplo, que los temas relacionados con la personalidad jurídica han
dejado de ser lo que eran, es decir, conceptos nucleares para explicar la realidad de las
relaciones jurídicas, en lo que a entidades públicas se refiere.
Se puede pensar que pronunciamientos de este estilo, que tocan las bases de lo que se
consideró estaba decantado en el mundo del derecho, son la prueba que indica que las
relaciones jurídicas cambiaron en el seno de nuestro territorio desde la expedición de la
nueva Constitución, y que el nuevo ciudadano que emerge reclama dentro de los
espacios de concertación el ajuste normativo, en este caso por iniciativa jurisprudencial.
375
El Consejo de Estado no entendió los nuevos paradigmas de la Carta de 1991, las nuevas
realidades de las relaciones jurídicas, su modelo de pensamiento es muy formalista.
Capítulo 3 159
§ Teniendo claro que la decisión del juez una vez tomada obliga a su cumplimiento;
la dificultad evidente es que las decisiones judiciales son altamente susceptibles
de cambio –salvo las de contenido erga omnes-, sobre todo en el ámbito de
instancias superiores como el Consejo de Estado. Fue precisamente lo que
sucedió con la posición de Libardo Rodríguez, aceptada en unos pocos fallos y
descartada posteriormente, entonces la decisión judicial no es suficiente para
garantizar estabilidad en el tiempo de un concepto jurídico de tal importancia.
Esta es una prueba para decir que la distinción entre entidades con personería y
sin personería es irrelevante.
§ Dicha metodología propuesta, se considera el camino o puente para lograr del
legislador –o del constituyente- el ajuste de los conceptos, ya sea porque los
redefina, los complemente, los modifique o diseñe uno nuevo.
Desafortunadamente requiere de un consenso que aparentemente está lejos de
lograrse.
160 La personalidad jurídica de las entidades públicas: una simple denominación
técnica dada desde el derecho positivo
Se considera adicionalmente que lo expuesto tanto por Libardo Rodríguez, como por
Nubia González Cerón –no la sumatoria de requisitos, sino el intento jurisprudencial de
otorgamiento-, en el contexto jurídico colombiano y en sintonía con la propuesta del
numeral anterior, son la semilla del proceso de deconstrucción del concepto de
personalidad jurídica de la manera en que lo han enseñado. Que el término
deconstrucción no asuste, significa el proceso de autocrítica que de manera constante
debe someterse el ordenamiento jurídico, porque tal como se tuvo la oportunidad de ver,
dicho concepto no se corresponde con la realidad de las relaciones jurídicas que se
manejan actualmente.
Se debe recordar el ejemplo de la entidad pública sin personalidad jurídica que suscribió
un contrato con un consorcio o unión temporal, en el cual, el contratista incumple y dada
esta situación ambos deberán encontrarse en el estrado judicial. Aunque entidad pública
y contratista estarán frente a frente, la forma en que llegan a obtener justicia, antes les
implicaba recorrer un camino adicional por no contar con la ya nombrada personalidad -
vinculación de otra entidad pública y configuración del litis consorcio necesario- que
desgasta administrativamente a las entidades públicas y a los particulares, y
procesalmente al sistema judicial, pese a que se cuenta con los insumos necesarios
(contrato, pólizas, informes de supervisión o interventoría, etc.), los que darían cuenta
que efectivamente se actuaba con total autonomía administrativa y financiera por parte
de ambos. Pero lo que se acaba de exponer no debe traducirse como una flexibilización
descuidada o irresponsable de llegar ante un juez, se trata de ser más eficaz desde al
ámbito de la decisión judicial, que conviene tanto a la entidad pública –cuando demanda
el incumplimiento de su contratista- como al particular contratista que exige el pago o
indemnización de la entidad pública por causarle perjuicios o sobrecostos, traduciéndose
Capítulo 3 161
como se ve, en un beneficio de doble vía tanto a la misma Administración Pública como a
los particulares. Una justicia pronta y eficaz es también una demanda del interés general,
en el marco de un Estado social de derecho. Lo cierto es que hoy una entidad pública,
sin el reconocimiento de personalidad, puede verse cara a cara en un estrado judicial con
un consorcio o unión temporal, que no son personas jurídicas, para discutir acerca de las
incidencias del contrato estatal.
No hay que ser pesimistas, lo expuesto por Libardo Rodríguez no está desechado en los
anaqueles de la relatoría del Consejo de Estado, pero sí requieren de la dinamicidad
ahora nuestra, para lograr las transformaciones conceptuales que necesita el
ordenamiento jurídico en lo relacionado con la personalidad jurídica de las entidades
públicas.
376
No se requiere de la realidad para admitir cambios tan evidentes, como cuando se discutía si la
tierra era plana o era redonda.
4. Conclusiones
El abordaje de la distinción entre entidades públicas con y sin personería jurídica, se hizo
bajo la óptica de analizar la funcionalidad de tal diferencia, ya que de manera intuitiva se
consideró que ambas clases de entidades están autorizadas para manejar presupuesto,
celebrar contratos o ser parte de un proceso judicial, por encima del reconocimiento de
un atributo de esa naturaleza.
Pero el camino transitado para llegar a tal respuesta, estuvo marcado por el objetivo
general perseguido en este escrito, el cual, como ya se anticipó, estuvo orientado por la
discusión de la finalidad de que en nuestro ordenamiento existan algunas entidades
públicas titulares o no del atributo de personalidad jurídica. Este objetivo general estuvo
apoyado por objetivos específicos, con los que se buscó analizar los planteamientos de
la doctrina administrativista respecto de la facultad del legislador de otorgar personalidad
jurídica a ciertas entidades públicas; para luego dar paso, a comparar aquellas entidades
públicas titulares de tal atributo con las que no lo tienen, a fin de identificar si existen
diferencias frente a los procesos presupuestales, contractuales y actuaciones judiciales
que adelantan en cumplimiento de sus funciones; y con base en lo anterior, explicar que
la facultad del legislador de otorgar personalidad jurídica a ciertas entidades sólo
obedece a criterios de instrumentalización o de mero arbitrio técnico.
Conclusiones 165
capítulo tres apoyado en W-R. SCHENKE expondrá como la ley está sufriendo un
proceso de instrumentalización, lo que ha hecho que sea un concepto que haya entrado
en crisis; pero donde más énfasis hace, es en la instrumentalización hecha de la noción
de personalidad, pese a su nivel de abstracción, porque se ha abusado de la misma, en
la medida que sólo resuelve ciertos aspectos del tráfico jurídico, sin olvidar que
históricamente, la noción de personalidad fue el instrumento utilizado para tratar de
entender cómo las personas jurídicas pueden actuar en el mundo de las relaciones
normativas, nociones que han entrado en crisis.
Este ejemplo sin duda constituye un nuevo descubrimiento respecto del presente escrito,
porque la intención del mismo fue la de responder la pregunta acerca de la utilidad de
diferenciar entidades públicas con o sin personería jurídica; al presentar a los consorcios
y uniones temporales como actuantes en el mundo de relaciones jurídicas, sin importar si
su participación está solo restringida a los contratos estatales, lo cierto es que han
participado y han sido adjudicatarios de contratos de gran envergadura, no sólo en el
aspecto económico sino también de ejecución.
Continuando con el ejemplo expuesto, se anotó como las entidades sin personería en
materia contractual pueden exigir el cumplimiento de los contratos que suscriben. Se
destacó el aporte de Betancur Jaramillo en el capítulo dos cuando en materia procesal en
temas contractuales recomienda que si la entidad es de “las enunciadas en el lit. b del
ord. 1o. del art. 2 –órganos sin personalidad- podrán ser llamadas a juicio en su
denominación propia, sin tener que estar precedida ésta de la palabra nación”. Esto sin
duda constituye un aporte importante en la medida que se le resta importancia al
tecnicismo de vincular a la nación en el texto de una demanda –de no hacerlo procedía la
inadmisión del líbelo- y por el contrario se armoniza con el artículo 228 de la Constitución
Política en la medida que respeta la prevalencia del derecho sustancial.
Este tema es más complejo en la medida que las referencias bibliográficas son escasas,
lo que motiva a lanzar una propuesta de investigación en torno a esta temática, que
permita entender su naturaleza, la función que cumplen, el lugar que ocupan en la
estructura administrativa, porque están impactando la conformación de la misma y el
trámite que debe seguirse para su constitución. Como puede notarse se trataría de un
trabajo descriptivo, pero que actualizaría nuestro entorno, en la medida que como se dijo,
las referencias al mismo son escasas, y no porque sea una figura nueva en el contexto
jurídico y presupuestal, lo que se nota es su nivel de tecnicismo, lo que permitiría
entender su escaso abordaje, por lo menos a nivel de textos universitarios.
Tal como los otros hallazgos que se señalaron, estos son igualmente pertinentes, en la
medida que no han sido abordados o expuestos en la bibliografía consultada.
Respecto del control jerárquico y de tutela, se pudo evidenciar que estos guardan
relación con los fenómenos de centralización y descentralización territorial y por
servicios. Estos fenómenos guardan estrecha relación frente al cómo se ubican las
diferentes entidades en la estructura del Estado colombiano. El descubrimiento radica en
la medida que se puso presente el hecho de que en la forma de estructurar lo que se
conoce como sectores administrativos, los mismos están precedidos por entidades sin
personería, quienes dan línea temática a entidades descentralizadas, las cuales gozan
de personería, frente a la política pública en cumplimiento de los planes de desarrollo.
Conclusiones 171
la de capacidad de ejercicio, para poder explicar cómo una persona puede actuar
jurídicamente.
El proceso de deconstrucción planteado sin duda servirá de ejemplo para decir que
nuestro derecho colombiano está cambiando. Las ideas del Estado clásico liberal que se
mantienen hasta ahora en expresiones legales como las del artículo 80 de la Ley 153 de
1887, deben ser ajustadas o reemplazadas, con el firme propósito de permitir que la
nueva forma de abordar las relaciones jurídicas no cedan ante una ideología clásica que
ya ha sido superada por la realidad de las formas en que se hacen las cosas.
Por todas las anteriores consideraciones, se estima que la hipótesis fue demostrada tal
como se dijo, en la medida que en el contexto colombiano, la distinción entre entidades
públicas con y sin personalidad jurídica, ha dejado de ser funcional ante el aumento de
las actividades que debe desplegar el Estado para cumplir los fines constitucionales que
comprende entre otros la satisfacción del interés general.
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