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* Pedro Pérez Herrero es catedrático de Historia de América.

Gonzalo Andrés García Fernández es historiador, especializado en políticas


educativas, enseñanza de la historia y etnografía educativa. Ambos trabajan en la Universidad de Alcal , España.
https://www.bbc.com/mundo/amp/noticias-america-latina-49288200?__twitter_impression=true&fbclid=IwAR3c1Uyk_fZ7P5iu-
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La importancia de la enseñanza de la
Historia para el futuro de los estudiantes.
Cuando hablamos de investigación histórica nos vienen a la mente varios conceptos
como el pasado, la historia y una serie de imágenes y nociones sobre lo que,
supuestamente, ha sucedido tiempo atrás.

Dicha percepción lineal, rígida, objetiva y monolítica de la historia que, a menudo, se confunde
con el pasado es la introducción para este artículo. Y decimos esto ya que el pasado no se
entiende en singular, sino en plural. La enseñanza de la historia en la actualidad forma parte
de la enseñanza de "un pasado" específico: la historia-nación.

Tres ejes fundamentales

Se trata de un asunto que nos remonta al siglo XIX y principios del XX. Para empezar a
desgranar esta problemática de la historia escolar debemos señalar tres ejes fundamentales:

1. Historia o narrativa histórica. Se trata de una dimensión que está reservada


recelosamente a un pequeño colectivo intelectual (historiadores profesionales). A pesar de
ello, estamos ante una dimensión académica muy influyente en el que será nuestro segundo
eje.

2. La educación. Esta situación es fruto de una especie de simbiosis política, intelectual e


ideológica producida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en la Europa occidental y
el continente americano.

¿Entre quiénes exactamente se produjo esta simbiosis más allá de los conceptos abstractos de
"historia" y "educación"?

Pues nos referimos específicamente al Estado-nación , recientemente configurado, pero


todavía neonato en materia de desarrollo político, y también al colectivo académico de
historiadores.

¿Qué sucederá entre el Estado y los historiadores? Nacerá la profesionalización de la


historia de la mano del Estado, pero sobre todo de la nación, un concepto problemático,
incluso, hasta nuestros días.

Entonces, ¿por qué el Estado-nación necesita del colectivo de historiadores?

Para no extendernos demasiado, esto lo resumiríamos de la siguiente manera: el Estado


necesita de la nación para legitimarse como estructura de poder tras los procesos
revolucionarios de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Pero, al mismo tiempo, la nación necesita de una historia, es decir, de un relato para construir
una identidad nacional que sirva como verdadero pegamento social y cultural en
prospectiva.

¿El resultado? La construcción de los relatos nacionales o historias generales de la nación que
hoy en día conocemos como historias de países (de España, de Chile, de México, de Francia, de
Marruecos, de China, de Japón y un largo etc.).

Pero ¿qué pasa con nuestro segundo eje, el de la educación? A esto se responde con una
pregunta: ¿cómo hizo el Estado, y sigue haciendo, para construir ciudadanía?

Esto se llevará a cabo a través de un sistema educativo centralizado que gire, en última
instancia, en torno a las naciones.

Y es aquí es donde entra nuestro tercer eje.

3. La ciudadanía o formación ciudadana. El sistema educativo de cada país, de cada nación,


de cada Estado, se encarga de construir planes educacionales-formativos en lo que se
denomina escolarización.
* Pedro Pérez Herrero es catedrático de Historia de América. Gonzalo Andrés García Fernández es historiador, especializado en políticas
educativas, enseñanza de la historia y etnografía educativa. Ambos trabajan en la Universidad de Alcal , España.
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Así pues, desde la escuela, la niñez y la juventud temprana se edificará en torno a ciertos
valores, conceptos, normas y percepciones.

Extensión de este sistema educativo

A lo largo del siglo XX lo que hemos podido comprobar es una evolución progresiva de la
extensión y masificación de este sistema educativo en todo el mundo.

Eso sí, a diferentes velocidades y con las particularidades pertinentes, pero con los mismos
fines. Hoy en día nuestro mundo sigue siendo el regido bajo el ideal liberal-republicano de
naciones.

Llevamos más de 200 años bajo este modelo. Y todo ello muy a pesar de la globalización o de
los procesos tecnológicos revolucionarios que avanzan a una velocidad vertiginosa sin que
apenas nos demos cuenta.

¿Es la historia escolar importante en la formación de sociedades en la actualidad? Se habla


mucho de la importancia de la historia, pero ¿sabemos realmente las consecuencias que tiene
aquello en la construcción de percepciones de los jóvenes sobre lo que sucede en el mundo?

Hay un "gen profesionalizante" de la historia al cual todo historiador debe "lealtad


académica": la nación. Pero no solo la nación, también el Estado, e incluso el todopoderoso
liberalismo republicano (o, dicho de otra forma, las repúblicas de gobierno representativo
vigentes hoy en día).

¿Influye la historia escolar en la formación ciudadana de los jóvenes del siglo XXI?

La Historia no solo importa en este ámbito, sino que es fundamental. Tal es su importancia
que cuando un ministerio o gobierno la intenta eliminar del currículo, los profesores salen a la
calle, tal y como está sucediendo hoy en Chile, por ejemplo.

Pero ¿por qué defender la historia si lo que está haciendo es construir una ciudadanía con
contenidos estancos y conceptos homogeneizantes y obsoletos?

El ejemplo de la guerra entre la ministra de Educación chilena, Marcela Cubillos , con el


Colegio de Profesores de Chile y con una mayoría social bastante transversal y diversa, es una
muestra empírica de que la historia es parte de la identidad chilena, de sus valores patrios, sus
tradiciones, sus costumbres y, más importante, su pasado.

Es aquí cuando se establece lo que entendemos que es el primer error: el eje pasado-historia.

La historia no es el espejo del pasado. Otra cosa es que las historias nacionales pretendan
que así lo sea bajo un relato lineal, androcéntrico, blanco, occidentalo céntrico y que versa
sobre la cronología del ejercicio de poder y los poderosos.

A pesar de que este relato ha sido objeto de críticas, no lo es en su principio fundacional.

Autores como Frank Ankersmit, Georg G. Iggers, Hayden White o Herman Paul se han
dedicado a cuestionar el rol positivista e historicista de la historia, es decir, de una percepción
objetiva y axiomática de la misma.

El problema que crea una historia objetiva en los estudiantes

En estudios de este tipo (Teoría de la Historia) nos encontramos precisamente con un


reconocimiento literario y subjetivo de la historia.

Lo que sucede es que finalmente los estudios e investigaciones acerca de la Teoría de la


Historia no dialogan con los estudios sobre Didáctica de la Historia, y aún menos con estudios
etnográficos acerca de lo que ocurre en la escuela y con los estudiantes.

Por eso, faltan importantes esfuerzos interdisciplinares en este campo o problemática


de estudio.

La Historia en el sistema escolar no está creando niños, niñas y jóvenes reflexivos, creativos
y pensantes. Y si lo hacen, lo harán dentro de unas limitaciones conceptuales como el
* Pedro Pérez Herrero es catedrático de Historia de América. Gonzalo Andrés García Fernández es historiador, especializado en políticas
educativas, enseñanza de la historia y etnografía educativa. Ambos trabajan en la Universidad de Alcal , España.
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liberalismo político, el republicanismo, la democracia, la ciudadanía, la nación y un largo


etcétera.

¿Se puede ser reflexivo y crítico con estas categorías de modernidad y progreso? Sí, pero no es
posible superar cognitivamente ciertas problemáticas políticas, sociales y culturales en la
actualidad si no superamos este laberinto epistemológico, es decir, del origen del
conocimiento enseñado.

Por esta razón, la pregunta que nos hacemos es qué se está enseñando y no tanto cómo se
está enseñando.

Autores como Juan Sisinio Pérez Garzón, Sebastián Plá, Joaquim Prats, Antoni Santisteban
Fernández, Joan Pagès o Mario Carretero, entre otros, son protagonistas en los estudios de la
didáctica de la historia.

En ellos vemos una defensa generalizada de una historia escolar menos memorística y más
reflexiva, sumada a una transformación a cómo ofrecer clases de Historia.

Retrocesos y limitaciones

Por esto es muy importante poner el acento en cómo muchos de esos conocimientos nos
están provocando serios retrocesos y limitaciones de cara a la construcción de diferentes
futuros posibles.

La historia no estaría ayudando a construir una ciudadanía verdaderamente libre, sino a


seres pasivos ante lo que ocurre en el mundo. Es decir, ciudadanos espectadores y no
activos en los principales problemas de nuestra sociedad.

Quizás parezca raro, pero hubo una vez que la historia sirvió para elaborar utopías. Hoy en día
eso es sinónimo de debates metafísicos que, al final, no tienen ninguna transcendencia ni
incidencia en nuestras vidas.

Finalmente, la esclavitud del siglo XXI parece no estar únicamente en lo material y financiero,
sino también en lo intelectual.

Estamos condenados socialmente si no logramos emanciparnos cognitivamente, ya que


no podemos permitirnos como colectivo humano seguir encadenados a un pasado que nos
limita, a un presente que cada vez nos oprime más y a un futuro inexistente y vacío de toda
esperanza.

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