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Objetivos
1. Una mirada a la historia
2. Los orígenes del trabajo social individualizado
3. El nacimiento de la Sociedad de la Organización de la Caridad (C.O.S.) en
Inglaterra
4. La Sociedad de la Organización de la Caridad (C.O.S.) en Estados Unidos
5. Mary Ellen Richmond (1861-1928)
6. Amy Gordon Hamilton (1892-1967)
7. Charlotte Towle (1896-1966)
8. Florence Hollis (1907-1987)
9. Helen Harris Perlman (1905-2004)
10. El trabajo social individualizado: definición
11. El trabajo social individualizado en Europa
12. El trabajo social individualizado en Latinoamérica
13. El trabajo social individualizado en la actualidad
Resumen
Preguntas de revisión
Soluciones a las preguntas de revisión
Lecturas recomendadas
21
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 23
Objetivos
La historia como ciencia es un proceso en el que todo el mundo está inmerso. Las
personas construyen el mundo siguiendo distintos caminos, a veces de manera cons-
ciente, otras sin darse cuenta, pero siempre interactuando con otros seres humanos.
En este largo y apasionado recorrido, conocer la historia del trabajo social sirve
para comprender una parte del mundo, porque todos los trabajadores sociales tienen
su historia, todos hacen historia, incluso las instituciones donde trabajan tienen su
historia. Conocer la memoria de la profesión es fundamental para explicar los he-
chos del pasado, útil para la compresión del presente, e importante para plantear los
sueños del futuro.
Los trabajadores sociales siempre han tenido preguntas, dudas o problemas por
resolver, requiriendo respuestas en momentos de dificultades o de crisis. En estos
casos, ha sido sintomática la necesidad de saber las causas que han conducido a
determinadas personas a situaciones adversas, o conocer los esfuerzos que desde
la acción social se han realizado para hacer frente a las necesidades y problemas de
cada momento histórico. Se podría decir que cada generación de trabajadores socia-
les y sus instituciones ofrecen respuestas diferentes a las inquietudes propias de una
época, que es lo que se intentará describir el capítulo.
La pobreza siempre ha coexistido con medidas destinadas a hacer frente a las
situaciones de necesidad. Personas que por cualquier circunstancia o acontecimiento
imprevisto se han visto abocadas a solicitar ayuda para subsistir, pudiéndose trazar
24 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
un esquema de la evolución de las instituciones que les han ayudado, de los recepto-
res de las ayudas, o de las metodologías que se han empleado para enfrentarse a las
necesidades de cada época histórica.
En cuanto a las motivaciones de la ayuda, varios serían los grupos que habría que
analizar: los particulares que mediante limosnas directas o donaciones a determina-
dos intermediarios (normalmente religiosos) ayudaban por caridad al necesitado;
y las instituciones públicas o privadas (estatales, religiosas, o filantrópicas), cuyos
motivos teóricos se basaban en la acción social a través de la caridad (hacer el bien
por amor a Dios), o la filantropía (ayudar a los demás de forma desinteresada), o la
justicia social (compromiso del Estado para compensar las desigualdades que surgen
en el mercado). Todas estas formas de ayuda y de apoyo, han estado influenciadas
por el momento histórico, por los fines y por los miembros que han compuesto sus
organizaciones a lo largo del tiempo.
Y finalmente, quedarían los protagonistas de las sociedades desiguales, es de-
cir, los receptores de las ayudas, que serían los considerados históricamente de
forma estigmatizada pobres, mendigos, vagabundos, indigentes, desamparados,
marginados, necesitados o excluidos sociales, a los que, dependiendo de cada épo-
ca histórica, se les ha vinculado unas veces con la idea de carencia y escasez, que
no tenía por qué implicar necesariamente una visión negativa de la persona porque
podía ser sobrevenida por cualquier circunstancia adversa en su vida: enfermedad,
orfandad, viudedad…, pero otras veces, han sido atacados por los sectores privi-
legiados, vinculándolos a la depravación de las costumbres, o con la negativa a
esforzarse, o a la vagancia.
Lo mismo ocurre con las consecuencias de la situación de pobreza; unos la han
analizado desde la desigualdad, indicando la diferencia o discriminación de una per-
sona hacia otra debido a su posición social, económica, religiosa, sexo, o raza, pero
otros, los sectores más reaccionarios, la han analizado desde la oposición a cualquier
cambio o trasformación de la sociedad, impidiendo con sus decisiones que las per-
sonas de las esferas más bajas pudieran escalar en la estructura social de la sociedad.
Reflexione sobre las siguientes cuestiones: ¿la persona excluida “nace o se hace”?,
¿la exclusión es debida a causas personales-individuales, o a problemas estructurales-
sociales?, ¿la persona excluida decide serlo por sí misma, o por el contrario, se ve
abocada a esa situación?
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 25
El trabajo social hunde sus raíces en el largo reinado de Victoria de Inglaterra (1837-
1901) que marca la época de apogeo de una determinada concepción política, eco-
nómica y social, en cuyo centro se situó la burguesía, grupo social que resultó ven-
cedor de la confrontación con la aristocracia y la iglesia que en las últimas décadas
del siglo XIX vio triunfar al hombre optimista y confiado en sí mismo, dominador
del mundo y la naturaleza, merced a unos conocimientos técnicos y científicos que
se sucedían con una rapidez nunca vista en periodos anteriores de la historia de la
humanidad.
Los descubrimientos de Charles Lyell, fundador de la geología moderna, y Char-
les Darwin, con su Teoría de la evolución, comenzaron a cuestionar siglos de su-
posiciones sobre el hombre y el mundo, sobre la ciencia y la historia y, finalmente,
sobre la religión y la filosofía, para llegar a la conclusión de que ninguna teoría era
verdadera sino ideas que debían ser refutadas para convertirse en ciencia. Durante la
época victoriana, la ciencia se fue convirtiendo en disciplina universitaria, aumen-
tando espectacularmente el profesionalismo.
La revolución industrial consistió esencialmente en el paso de la agricultura a
la industria y a los servicios, que condujo a un rápido crecimiento de la producción,
la población y la urbanización. La prosperidad económica experimentada durante
la época victoriana favoreció en líneas generales las condiciones de vida de la so-
ciedad británica y el asentamiento de la revolución industrial. El afianzamiento de
la hegemonía en el ámbito internacional, junto a la recuperación del prestigio de
la monarquía como símbolo de cohesión nacional, conformaron un modelo social
que hicieron del culto al dinero, de la exaltación al trabajo y del reconocimiento al
esfuerzo individual, los elementos fundamentales para alcanzar la prosperidad eco-
nómica. El orden y la estabilidad se concretaron en el ideal doméstico como centro
de la vida familiar y templo de una estricta observancia religiosa favorecedora de la
templanza y contraria a las inclinaciones desordenadas.
También se atravesaron momentos de inestabilidad social. Aunque la calidad de
vida en general se incrementó, las mejoras no alcanzaron a todos, ni lo hicieron de la
misma forma. Los nuevos modelos económicos surgidos de la revolución industrial
crearon diferencias, a veces irreconciliables entre los dos grupos sociales resultantes:
la burguesía capitalista y financiera que seguía manteniendo una función protagonis-
ta, heredera de los viejos valores sociales, y el proletariado, básicamente industrial,
armado ideológicamente por diversas corrientes de pensamiento y transformación
social, que inició una época de reivindicación y contestación que se prolongó duran-
te décadas, marcando el conjunto de las relaciones sociales, políticas y económicas
a lo largo del siglo XX.
En las clases bajas estaban los artesanos especializados que formaban un grupo
aventajado que supo mantener su protagonismo, gracias al peso de sus asociaciones
laborales, antes de que aparecieran los sindicatos.
26 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
sus propios medios eran, por razones ajenas a su voluntad: trabajo inexistente, irre-
gular, mal pagado, y circunstancias familiares adversas, imputándoles a las víctimas
sólo un factor negativo: el consumo de alcohol.
En aquellos momentos ya existían trabajadoras sociales con el nombre de visita-
doras, que se ganaban la vida con la formación que habían adquirido en las Escuelas
Filantrópicas Aplicadas, que les habían proporcionado unos conocimientos que les
permitía conocer e interpretar los diferentes aspectos de la realidad, definiendo las
necesidades y los problemas de las familias, con el objetivo de introducir cambios
sociales a través de planteamientos teóricos.
La caridad organizada tuvo un gran protagonismo al intentar paliar las grandes ne-
cesidades de la época, a cargo de las iniciativas individuales en las que intervinieron
sentimientos religiosos, humanitarios, y de notoriedad social que, con el avance del
siglo fueron dando paso a organizaciones destinadas a coordinar y a organizar la
caridad privada.
Junto con la Ley de pobres y la filantropía ordinaria, nació la Sociedad de la
Organización de la Caridad en Londres en el año 1869. Charles Stewart Loch,
fue su primer secretario general, cuyo lema principal fue “una sociedad sin de-
pendientes”. La C.O.S, tuvo un impacto profundo en el nacimiento moderno del
trabajo social, a través de la promoción y la codificación de métodos emergentes,
además de contribuir a profesionalizar la atención social, ya que algunos de sus
miembros por su capacidad y experiencia, empezaron a cobrar honorarios por sus
servicios.
La responsabilidad de su gestión recayó en personajes relevantes de la política,
la aristocracia, la iglesia y en algunos profesionales de la ayuda social. Sus objetivos
se dirigieron en un principio a cubrir las necesidades más básicas de la personas
(alimentación y vestido) y, con el paso del tiempo, ofrecieron ayudas económicas,
vivienda, trabajo, atención a los ciegos y a los discapacitados, creándose el primer
programa para evitar la propagación de las enfermedades infecciosas a través de la
creación de un establecimiento antituberculoso.
Las C.O.S, fueron el primer intento científico de denunciar que la caridad no
erradicaba la pobreza, sino que creaba personas dependientes de las instituciones y
de la burguesía que ofrecía las limosnas. A través de la ordenación de la práctica de
la caridad, se intentó evitar que se diera dinero o comida a las personas que pedían
por la calle, pero, a cambio, se les ofrecía el apoyo necesario para recuperar el auto-
respeto y la capacidad para mantenerse por sí solos y, finalmente, con la información
recogida directamente de las visitadoras sociales, se investigaba las circunstancias
que habían llevado a cada persona a solicitar caridad (Loch, 1961).
28 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
Entre los personajes que tuvieron una influencia importante en aquella época,
está, por un lado, la fundadora de la C.O.S. en Nueva Cork; Josephine Shaw Lowel
(1843-1905), que se preocupó por el análisis de la relación existente entre los fac-
tores individuales y sociales y, por otro lado, Octavia Hill (1838-1912), que formó
parte de la junta directiva en Londres y que aportó su larga experiencia en la atención
de familias en el marco de un plan de construcción de viviendas para pobres, creando
un grupo de visitadoras de barrio que cobraban los alquileres, supervisaban el bienes-
tar de los hogares, ofrecían ayuda espiritual y disciplina para fomentar la fuerza de
voluntad. Esta nueva forma de caridad implicaba un conocimiento detallado de la
situación familiar que posteriormente Octavia Hill implantó en la C.O.S., a través de
los comités de distrito que se crearon para poder atender a la población necesitada.
Las visitadoras o trabajadoras sociales contratadas por la organización reco-
gían información de las historias de vida de las familias atendidas para analizarlas
posteriormente, ofreciendo la ayuda adecuada para cada caso concreto. Por primera
vez, se intentó establecer “relaciones con objetivos”, que tenían sentido profesional
(Bardill y Saunders, 1988) además “de ofrecer consejos empáticos para restablecer
la esperanza” (Brieland, 1987).
El enfoque científico también se manifestaba en la utilización de la investiga-
ción, registro y supervisión de los solicitantes de la caridad, además de coordinar los
recursos y las actividades de las entidades filantrópicas privadas, estableciendo “cá-
maras de compensación centralizadas”, que se dedicaban a repartir equitativamente
los recursos por distritos, dependiendo de las necesidades que hubiera en cada zona.
La C.O.S, estableció ocho puntos básicos para orientar su acción asistencial:
1. Cada caso era objeto de una encuesta escrita
2. La encuesta se presentaba a una comisión que decidía las medidas que debían
tomarse.
3. No se darían socorros temporales, sino una ayuda metódica y prolongada
hasta que el individuo o la familia volvieran a sus condiciones normales.
4. El asistido sería el agente de su propia readaptación como también sus parien-
tes, vecinos y amigos.
5. Se solicitaría ayuda a instituciones adecuadas en favor del asistido.
6. Los agentes de estas obras recibirían instrucciones generales escritas y se
formarían por medio de lecturas y prácticas.
7. Las instituciones de caridad enviarían la lista de sus asistidos para formar un
fichero central con el objeto de evitar abusos y repeticiones de encuestas.
8. Se formaría un repertorio de obras de beneficencia que permitiera organizar-
las convenientemente.
Se podría decir, que la historia del trabajo social de casos y el trabajo social co-
munitario se reflejó según Rooff (1972) en estos métodos basados en el conocimien-
to científico a través de las visitadoras que prestaron un servicio individual a cuantos
solicitaban ayuda para convertirlos en personas autosuficientes, además de intentar
promover cambios dentro del entramado social para mejorar la vida de las familias.
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 29
Por las importantes repercusiones que tuvo su contribución al trabajo social indi-
vidualizado, merece una especial atención su precursora; Mary Ellen Richmond,
que nació en Belleville, Illinois (Estados Unidos). En 1889 ingresó como tesorera
asistente en la C.O.S, de Baltimore, y en 1899 pasó a ocupar el cargo de secretaria
general y, finalmente, en el año 1909 se convirtió en directora del departamento de
la Organización de la Caridad de la Fundación Russell Sage, en Nueva York. En el
año 1918 ocupó la cátedra de trabajo social individualizado cuando la Escuela de
Filantropía pasó a llamarse Escuela de Trabajo Social.
Sin tener ninguna titulación académica, pero siendo desde pequeña una gran
lectora, tuvo múltiples influencias procedentes de las ciencias sociales y de las hu-
manidades (sociología, pedagogía, psicología aplicada, y teología), pero, sobre todo,
la ciencia que más le influyó fue la medicina porque le sirvió para construir poste-
riormente su método de trabajo social individualizado.
El contexto en el que desarrolló su obra se caracterizó por la preocupación de
sentar las bases del conocimiento científico, frente al denominado conocimiento vul-
gar, planteando que a cada problema social le correspondía una causa que debería ser
tratada sin ceñirse exclusivamente en los efectos de los problemas individuales, sino
abordándolos desde las causas que los generaban.
A lo largo de su trayectoria profesional publicó varios libros con una importante
base científica, que fueron y siguen siendo, una referencia en el mundo del trabajo
social sobre la metodología en la atención a las personas más necesitadas. En el año
1907, publicó El buen vecino en la ciudad moderna, destacando las contribuciones
de los voluntarios. En 1917, publicó Diagnóstico Social una obra emblemática ba-
sada en sus amplios conocimientos sobre diversos aspectos sociales, estableciendo
una teoría y un método, el “casework” o “trabajo social con casos”, que durante
muchos años fue el principal punto de referencia de la profesión, que se apoyó en
más de 17 años de investigación y de experiencia directa de campo.
En el año 1922 publicó ¿Qué es el trabajo social de casos? Su método se basaba
en la atención individual con el objetivo de desarrollar en el usuario su personalidad
como medio para alcanzar la autosuficiencia y una participación más activa en los
esfuerzos encaminados al logro de las metas fijadas por la propia persona, admitien-
do la interdependencia de la familia y la influencia que ejercía el entorno social como
factor importante del estado en el que se encontraba la persona.
Las ideas de Mary Richmond sobre el trabajo social de casos se basaron en la
teoría social, pero con un gran componente psicológico. Creía que los problemas so-
ciales debían ser considerados en un orden continuo. En primer lugar, analizando a la
persona y, a continuación, a los más cercanos a sus vínculos sociales: la familia más
próxima, la escuela, la iglesia y el trabajo y, por último la comunidad y el gobierno
que dictaba las normas para que la persona / familia hicieran los ajustes necesarios
para mejorar su situación.
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 31
Freud (1856-1939), que consideraba que los conflictos personales afectaban al desa-
rrollo de la personalidad. Entre sus obras más importantes destacan “Teoría y prácti-
ca del trabajo social de casos”, que publicó en el año 1940, donde identificaba como
objeto del trabajo social “los estados de dependencia, ansiedades y privaciones de
la persona, tanto en sus aspectos prácticos como íntimos”. Para Hamilton (1946),
todos los casos sociales incluyen a una persona, la situación que sufre, una realidad
objetiva y el significado que esa realidad tiene para la persona que la experimenta.
De ahí que se hable por primera vez del caso psicosocial.
El caso social, según Hamilton (1946), se compone de factores internos del su-
jeto (personalidad, emociones, pensamientos, etc.) y externos (los relativos al medio
ambiente), estudiándolo en su relación con sus experiencias sociales, así como con
sus sentimientos sobre esas experiencias. Definió el trabajo de casos, como la
búsqueda de las capacidades individuales que pueden ofrecer a la persona una vida
confortable, llena de satisfacciones, desde el punto de vista económico y personal.
La metodología para el caso social individual la describe a través de los siguien-
tes pasos: estudio, diagnóstico o valoración y, finalmente, tratamiento. Sustituyó el
término “investigación”, por “estudio”, constituyéndose como un proceso psicoso-
cial, en el que el usuario debería ser el primer informante, pero se deberían conside-
rar también otras fuentes fidedignas como la familia, vecinos, maestros...
Entre los instrumentos y técnicas que describe en el proceso del estudio se podría
destacar la recogida de datos, que habría que obtenerse de la persona necesitada para
la comprensión de su situación, por ejemplo, saber qué ha hecho la persona y qué ne-
cesita para resolver su problema; conocer el origen y los factores que influyeron en la
dificultad, el modo en cómo el usuario manejó su pasado para conocer su capacidad
de hacer frente a la situación; y, finalmente, conocer a las personas que intervienen
directa o indirectamente en el problema.
El factor esencial en el estudio de caso, según Hamilton (1946), es el conoci-
miento de la afectación de la persona por su medio y la repercusión que tiene tam-
bién el problema en su medio cultural, analizando asimismo los factores socioeconó-
micos y psico-culturales en relación con la persona y su familia.
Para llegar a una buena compresión del estudio, resalta la importancia de la téc-
nica de la entrevista, porque se convierte en uno de los mejores medios para observar
el comportamiento y las reacciones de la persona. El diagnóstico es el pensamiento
dirigido a la naturaleza del problema y sus causas.
Según Hamilton (1946), existen tres niveles en el diagnóstico social:
• Diagnóstico descriptivo, en el que se hace una síntesis descriptiva de la situa-
ción psicosocial del sistema y del problema que representa.
• Diagnóstico causal, en el que se intenta establecer una posible relación causa-
efecto que tiene o ha tenido incidencias en el problema actual.
• Diagnóstico evaluativo, en el que se ponderan los elementos y recursos per-
sonales, familiares y sociales, que pueden utilizarse para introducir mejoras,
como aquellos que podrían influir negativamente para descartarlos.
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 33
la individualidad, los peligros de las influencias del medio social, así como
los recursos necesarios para su intervención.
3. Tratamiento: Identificación de los pasos a seguir para solucionar el problema
individual.
Dentro de los métodos clásicos del trabajo social, quizás sea el caso social indi-
vidual el que más haya sufrido las influencias de diversas corrientes doctrinales y
de los modelos teóricos basados en la compresión de la persona y sus problemas,
configurándose a partir de dos ejes fundamentales, sus valores y sus principios
éticos. Su objeto de análisis combina los aspectos psicológicos y sociales de la
persona, convirtiéndole por su naturaleza en un método psicosocial Aun así, no
existe unanimidad entre los numerosos autores a la hora de definir el concepto
de trabajo social individualizado. Aunque se han realizado muchas definiciones
a lo largo de la historia, como se ha comprobado a través de las aportaciones de
sus precursoras, es importante tener en cuenta otras muchas que han aportado
otros teóricos para acercarse una mejor comprensión del trabajo social indivi-
dualizado:
Uno de los primeros intentos lo realizó Porter (1911) al describirlo, “como el
método para la compresión de las necesidades, los recursos y las necesidades de las
personas”.
En su libro “Responsabilidades de un trabajador social”, Bowers (1956) lo de-
fine como “un arte en el que se usan los conocimientos de las ciencias sobre las
relaciones humanas, sobre la destreza en el manejo de relaciones para movilizar
capacidades en el individuo y, además, para descubrir en la sociedad fuentes de
ayuda apropiadas para lograr una mejor adaptación del cliente a la totalidad o a
una parte del mundo circundante”
A juicio de Biestek (1957) “es un método para fomentar la autodeterminación
de los individuos, frente a sus problemas, a través del uso de los servicios sociales.
En el análisis que realiza sobre las causas del pobreza y el modo de resolverlas,
Friedlander (1968) sostuvo que “es la ayuda que se le brinda al individuo para que
mejore sus relaciones sociales y efectué una adaptación social que le permita llevar
una vida más útil y satisfactoria”.
El profesor Pérez (1966), al referirse a la asistencia a los más necesitados lo
refleja “como una técnica del trabajo social basada en las relaciones humanas indi-
viduales, que por parte del cliente consiste en confiar en el trabajador social y, por
parte de este, en la comprensión del cliente”.
Para la profesora Davison (1968) “es un servicio personal profesional propor-
cionado por el trabajador social a los individuos que requieren de ayuda especiali-
zada para resolver sus problemas familiares”.
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 39
Las influencias del trabajo social individualizado que vinieron de Estados Unidos a
Europa pusieron su énfasis en los modelos psicosociales, fundamentados en que la
conducta es producto de una serie de interacciones que se producen en la mente, e
influyéndose recíprocamente con el ambiente social, y este influyendo a su vez en la
propia conducta (p.ej., en un entorno familiar agresivo, la conducta que se adquirirá
será también agresiva, pero puede ocurrir que se reproduzca todo lo contrario, que se
responda con métodos pacíficos).
En la Europa Occidental, hasta los años sesenta la labor de los trabajadores so-
ciales estuvo muy dispersa por la cantidad de modalidades que se establecieron en
su intervención, pero las influencias de los modelos psicosociales en algunos de los
países fueron importantes: Alemania estuvo bajo el dominio de las concepciones
pedagógicas del trabajo social, orientado hacia la educación laboral para reducir la
desigualdad. En Bélgica, con una renta per-cápita media alta por encima de otros
países, la intervención se dirigió de forma asistencial hacia los colectivos de inmi-
grantes. Irlanda tuvo que hacer frente a las secuelas psicológicas y sociales del en-
frentamiento entre católicos y protestantes, centrando su intervención en las formas
de pensar y sentir de la población afectada, a través de influencias psicosociales. En
los países mediterráneos como España, Portugal, o Grecia, que sufrieron durante
muchos años un sistema dictatorial de gobierno, los trabajadores sociales tuvieron
que asumir una función eminentemente asistencial. En Francia, las funciones estu-
vieron muy fragmentadas al no estar clara la identidad profesional. Y en Inglaterra,
tuvieron una influencia importante los distintos modelos psicosociales a través de la
Charity Organization Society (C.O.S).
A partir de los años sesenta, en Europa se produjeron relevantes cambios
ideológicos y conceptuales que plantearon la importancia de los factores sociales
en la explicación de los problemas individuales, coincidiendo con una revolu-
ción silenciosa que tocó las esencias de la heredada ética del trabajo en la moral
del consumo masivo, donde determinados bienes que en estadios anteriores se
reputaban como privativos de una minoría, se abarataron, apareciendo la noción
de cultura de masas.
Fueron años de creación en muchos aspectos del mundo de la cultura y de la edu-
cación, y un revulsivo en las costumbres. También aparecieron muchos movimientos
locales que intentaron cambiar las cosas, donde el feminismo, el pacifismo y los nue-
vos derechos sociales se convirtieron en los emblemas de las reivindicaciones. Los
tres movimientos tuvieron su base en el difuso movimiento estudiantil, en las reivin-
dicaciones de los trabajadores del sector industrial y en el histórico consenso político
que desarrollo el modelo del Estado de bienestar bajo la inspiración del pensamiento
keynesiano. La universidad dejó de ser una institución clasista para convertirse en un
ámbito social donde todos los ciudadanos empezaron a tener cabida, produciéndose
un fuerte impulso de la investigación científica.
40 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
Durante los años sesenta también se crearon las condiciones para que se produje-
ran los movimientos migratorios internacionales en gran escala dentro del continente
europeo; durante el decenio 1960-70, el flujo entre los países mediterráneos y los
países industriales de Europa del noroeste fueron espectaculares. El gran factor que
explica estos movimientos fueron las razones económicas, especialmente la bús-
queda de empleo, tanto por parte de los emigrantes rurales que se dirigieron a las
ciudades, como de los emigrantes internacionales.
Posteriormente, con la crisis económica de los años setenta, un nuevo término
monopolizó las discusiones sobre los sectores más desfavorecidos de la sociedad,
reformulando la palabra pobre o marginado por “persona excluida”, entendiéndose
su definición como “una negación en el ejercicio de los derechos sociales de los
ciudadanos”.
Los importantes cambios políticos, económicos y sociales que se produjeron en
Europa en los años setenta, facilitaron que los trabajadores sociales se cuestionaran
sus métodos, basados en los aspectos más psicológicos de la persona, dando más
relevancia a los factores sociales, porque según las teorías dominantes de la época
eran los que generaban las necesidades y los problemas. Así, el casework, recibió
numerosas críticas desde posiciones ideológicas y conceptuales.
Mientras que en otros países europeos como Inglaterra, Francia, Bélgica o Ir-
landa, la formación de los trabajadores sociales se había desarrollado a través de las
múltiples influencias que habían recibido de las ciencias sociales y de los distintos
modelos psicosociales, la España de la dictadura se mantuvo aislada internacional
y políticamente durante cuarenta años, reflejándose en una formación vinculada a
la iglesia católica, que se centró exclusivamente en las personas que sufrían graves
carencias económicas y sociales, sin contar con una organización seria de protección
social, lo que generó en su conjunto un sistema benéfico y asistencial desordenado
y carente prácticamente de base jurídica, con actitudes paternalistas de los trabaja-
dores sociales.
Solo cuando España comenzó su proceso de democratización en la década de
los años setenta, es cuando el trabajo social inició un camino de replanteamientos
doctrinales, de interrogantes y búsqueda de su identidad, como de acercamiento a
la problemática social del país, “pasando en pocos años de la caridad a la reivin-
dicación de los derechos sociales, y del ajuste individual a exigir un cambio en la
estructuras sociales injustas” (Romero, 2009). En el II Congreso Nacional Nacio-
nal de Asistente Sociales celebrado en Madrid en el año 1972, se reconocía que
“el trabajador social, entre otras muchas cosas, debería impulsar la planificación y
organización en materia de servicios sociales y, para ello, se exigía la necesidad de
actualizarse académicamente y formarse permanentemente” (Gil, 2004: 33). Como
consecuencia de estos procesos, por Real Decreto 1850/1981 de 20 de agosto, se
incorporaron los estudios de trabajo social a la universidad. El desfío consistió
en garantizar una formación técnica y científica de calidad ofreciendo un soporte
fundamental para la docencia y la investigación.
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 41
En los años sesenta el trabajo social latinoamericano estuvo influenciado por las
grandes desigualdades que arrastraba América Latina desde hacia siglos: La desi-
gualdad social según la CEPAL, era considera la más importante del mundo, donde
200 millones de personas vivían por debajo del umbral de la pobreza. El 50% de la
población infantil no estaba escolarizada, la corrupción política estaba muy gene-
ralizada, las grandes diferencias entre ricos y pobres en el acceso a la propiedad de
la tierra estaban por encima de la media del resto del mundo, la alta proporción de
la población que trabajaba en el campo, y que dependía de los ingresos por la ven-
ta de los productos agrícolas, superaba el 50%. Por otra parte, las migraciones del
campo hacia la ciudad, que habían comenzado años atrás, fueron creciendo, provo-
cando cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades. Los altos índices de
analfabetismo en los jóvenes y adultos, ejercían un impacto negativo en el nivel de
ingresos de las familias, o el protagonismo histórico de las estructuras corporativas y
de los oligopolios en el reparto desigual de la riqueza se convertía en un importante
factor de influencia en el incremento de la inequidad social.
Durante esta década, también aparecieron importantes movimientos ideológicos
marcados en gran medida por el influjo de la revolución cubana, que había creado
enormes expectativas y simpatía en relevantes sectores sociales, facilitando el as-
censo de algunos movimientos populares que intentaron construir sociedades más
educativas y culturales. El trabajo se desarrollo a través de dos vías fundamentales:
la primera, intentaba que la alfabetización tuviera como objetivo incorporar a la
población al sistema capitalista para hacer funcionar correctamente la maquinaria.
Y la segunda se llamó la alfabetización conscientizadora (término inventado por el
brasileño Paulo Freire), que permitía a los miembros de las capas populares no sólo
aprender a leer y escribir, sino analizar su situación y la de su país, para integrarse
como sujetos activos de transformación social, económica y política.
En el campo académico nació el método de Investigación-Acción (creado por el
sociólogo colombiano Orlando Falls Borda) que hacía del investigador un mediador
para que las colectividades populares se conocieran, se reconocieran y fueran actores
de su propio desarrollo. Todas estas experiencias duraron muy pocos años porque los
sangrientos golpes de estado realizados por los militares (Brasil, Argentina, Chile,
Uruguay…) acabaron con las esperanzas de terminar con las grandes injusticias que
históricamente se habían instalado en América Latina (Bansart, 1997).
Los trabajadores sociales latinoamericanos en el contexto del subdesarrollo,
opresión, dominación y marginación de los años sesenta, comenzaron a denunciar la
inoperancia del trabajo social tradicional, criticando que estaba fundamentado en la
acomodación y ajuste de la persona a su entorno debido a las influencias que había
tenido del casework en la profesión, que proponía teóricamente un marco referencial
psicologista y un estilo tecnicista aséptico, sin compromiso personal y sin pretensio-
nes ideológicas, sirviendo para mantener las desigualdades económicas y sociales.
42 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
Resumen
Preguntas de revisión
1. El trabajo social hunde sus raíces en el largo reinado de Victoria de Inglaterra (1837-
1901). V F
2. Las C.O.S, fue el primer intento científico de denunciar que la caridad erradicaba la po-
breza. V F
3. El contexto donde se desarrolló la obra de Mary Richmond se caracterizó por la preocu-
pación de sentar las bases del conocimiento vulgar, frente al denominado conocimiento
de clases. V F
4. El “casework”, necesita reconocer que las personas son interdependientes y diferentes.
V F
5. El caso social según Hamilton (1946), se compone de factores internos del sujeto (perso-
nalidad, emociones, pensamientos, etc.) y externos; los relativos al medio ambiente. V
F
UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO 45
6. Según Towle (1945), el trabajo social de casos nace del vínculo que se produce entre el
comportamiento humano y la interrelación con la familia. V F
7. A juicio de Porter (1911), el trabajo social individualizado “es un método que no fomen-
ta la autodeterminación de los individuos, frente a sus problemas, a través del uso de los
servicios”. V F
8. A partir de los años sesenta, en Europa se producen relevantes cambios ideológicos y
conceptuales que plantean la importancia de los factores psicológicos en la explicación
de los problemas comunes. V F
9. Con la crisis económica de los años setenta, un nuevo término monopolizó las discusio-
nes sobre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, reformulando la palabra ex-
cluidos, por marginados. V F
10. Los trabajadores sociales latinoamericanos en el contexto del subdesarrollo, opre-
sión, dominación y marginación de los años sesenta, comenzaron a denunciar la
inoperancia de las ciencias sociales. V F
Lecturas recomendadas
Objetivos
Introducción
1. La persona como objeto de la intervención
2. Personalidad y comportamiento
3.La teoría del apego
4. Las emociones
4.1. Las seis emociones más importantes de la persona
4.2. Otras funciones de las emociones
5. Los pensamientos
5.1. Trastornos del contenido del pensamiento
5.1.1. Las preocupaciones
5.2. Ideas obsesivas
5.3. Ideas fóbicas
5.3.1. Fobias específicas
6. Los delirios
6.1. Tipos de delirios
7. Trastornos del estado de ánimo
7.1. Depresión
7.2. Trastorno bipolar o maníaco-depresivo
7.3. Trastorno ciclotímico
7.4. El suicidio
8. Trastornos de la personalidad
8.1. Trastornos de la personalidad extraña/excéntrica
8.2. Trastornos de la personalidad dramática/errática
8.3. Trastornos de la personalidad ansiosa/inhibida
9. Autoconcepto
10. Autoestima
11. Motivación
12. Afrontamiento
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13. La persona y sus problemas
14. Una aproximación a la intervención del trabajador social con casos
15. Los centros de servicios sociales
Resumen
Preguntas de revisión
Soluciones a las preguntas de revisión
Lecturas recomendadas
LA PERSONA: SUS NECESIDADES Y PROBLEMAS 49
Objetivos
Introducción
A lo largo de sus vidas, todas las personas pueden atravesar por diferentes circunstan-
cias y tensiones que les hagan caer en situaciones de vulnerabilidad y riesgo social:
desempleo, desorganización económica, déficit educativo, falta de planificación, au-
sencia de reflexión, depresión, separaciones, divorcios, accidentes, discapacidades,
soledad, etc. Necesidades y problemas que se presentan en la vida cotidiana restando
eficacia al desempeño de las funciones individuales y sociales, convirtiendo el pro-
blema en objeto de estudio e intervención social por la incapacidad de la persona
para reunir los medios necesarios para conseguir o mantener una situación de ajuste
emocional y bienestar social.
La persona objeto de intervención suele considerar sus problemas como algo
referido a las relaciones de interacción existentes entre él y los demás, o entre él y su
circunstancia. Por lo general, solicita apoyo para reajustar su propio yo en relación
con las exigencias y expectativas de la función social que desempeña en cada mo-
mento de su vida: esposo/a, padre, madre, estudiante, trabajador/a…, o para reajustar
algunos aspectos de su situación social, con el fin de mantener el equilibrio necesario
para conseguir sus objetivos cotidianos. Cuando la persona descubre, como sucede
en algunos casos, que no puede dominar sus problemas por sí sola, ni con la ayuda
de las personas más cercanas, suele solicitar el apoyo de una institución social para
superar los obstáculos que entorpecen la buena marcha de su vida personal, familiar
o social.
Las instituciones sociales que atienden a las personas con dificultades, normal-
mente suelen estar dotadas de equipos técnicos multiprofesionales para realizar su
intervención que, por las técnicas y metodologías que emplea el trabajador social,
así como por su formación académica, están capacitados para comprender la natu-
50 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
2. Personalidad y comportamiento
Cada persona empieza a tener su propia personalidad al nacer. Desde bebé, los pa-
dres ya suelen manifestar que «el niño es muy revoltoso, o muy tranquilo», aunque
no se nace con una personalidad determinada, sí se nace con ciertas características
propias, donde uno de los factores determinantes es el del origen ambiental. La per-
sonalidad se irá estructurando y cambiando con el paso de los años, aunque la in-
fluencia de figuras que significaron algo en la niñez suele ser en parte determinante
(p. ej., padres, abuelos, hermanos mayores, cuidadores…), de manera que el niño
va adquiriendo una personalidad pre-establecida por esas figuras, aunque no se sea
consciente de ello. La personalidad puede sintetizarse como el conjunto de caracte-
rísticas de sentimientos, emociones, actitudes y hábitos ligados a la conducta de cada
persona que persiste a lo largo del tiempo, distinguiendo a un individuo de cualquier
otro, haciéndolo diferente a los demás. La personalidad será fundamental para el
desarrollo del resto de las habilidades de la persona y de su inclusión en el resto de
los grupos sociales.
El comportamiento es la forma de proceder de las personas frente a los estímu-
los y en relación con el entorno en el que se desarrollan, teniendo una tendencia a
repetirse a través del tiempo de una forma determinada, sin que quiera decir que
esa persona se comporte de igual manera en todos los casos. La diferencia con la
personalidad es que esta sería la forma en la que se piensa, se siente, se comporta e
interpreta la realidad, mostrando una tendencia de ese comportamiento a través del
tiempo que le permite afrontar la vida y mostrar el modo en que se ve a sí mismo y
al mundo que le rodea.
Los comportamientos tienen un propósito y significado: obtener satisfacciones,
evitar o anular la frustración y mantener el equilibrio en movimiento. Desde el ini-
cio de la vida, la persona actúa para gratificar las necesidades que experimenta. Al
principio, cuando es niño, el instinto más importante es el de conservación, y por eso
está dotado del reflejo de succión y de funciones como la digestión, la respiración o
la circulación, pero desde los primeros días de su nacimiento hasta que cumple su
primer año experimenta la necesidad de apego a sus papás, a los demás miembros
de la familia y a otras personas que lo atienden; aprenden que pueden confiar en los
que le cuidan, les proporcionan sustento, protección y afecto, pero si sus necesidades
52 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN
El desarrollo emocional de los niños tiene que ver con la evolución y la expresión
de sus sentimientos en relación con ellos mismos, con sus padres, sus compañeros
y con otras personas. Es importante porque desempeña una función adaptativa para
asegurar la supervivencia. Las emociones influyen como factores de comunicación,
relaciones sociales y motivadores de la conducta; por ello, hay que resaltar la im-
portancia que ha tenido la “Teoría del apego”, desarrollada por Bowlby (1951), que
consideró este conjunto de conductas como la base de las posteriores relaciones so-
ciales. Lo describió como el sentimiento que une a los padres a su hijo a través del
vínculo emocional que se crea entre ellos. Es el deseo de mantenerse en contacto por
medio de la cercanía física, de tocarse, de mirarse, sonreír, escucharse o hablarse.
«Los niños que han desarrollado un apego cercano hacia sus padres corren hacia
ellos cuando se sienten asustados; cuando se sienten molestos buscan el consuelo de
sus brazos, obteniendo placer y seguridad con el solo hecho de estar cerca de ellos,
verlos o comunicarse» (Pipp y Harmon, 1987).
Sin embargo, algunos niños que han sido rechazados por tener unos padres dis-
tantes ni siquiera se dan cuenta de que los tienen cerca físicamente (p.ej. cuando el
papá se preocupa más por él mismo que por las demandas de afecto del niño o de la
niña). Los niños que no tienen un apego seguro posiblemente no realicen una distin-
ción entre los padres y otros miembros del hogar o sus cuidadores. No lloran cuando
los padres los han dejado solos, ni intentan seguirlos cuando se marchan.
En el otro extremo se encuentran los niños con un apego inseguro, que son de-
pendientes de sus padres, que lloran cuando los padres se marchan de casa, cuando
creen que no les hacen caso, cuando no sienten el contacto físico, cuando los pierden
de vista, cuando no los ven físicamente. Turner (1991) encontró algunas diferencias
en la conducta de apego con niños preescolares inseguros: conducta más agresiva,
LA PERSONA: SUS NECESIDADES Y PROBLEMAS 53
asertiva, controladora, y además buscaban más atención que los niños seguros. Si los
padres son personas ansiosas, nerviosas o neuróticas esta ansiedad es percibida por
los hijos que, como resultado, buscan la confirmación repetida de seguridad.
Desde los primeros años de vida empiezan a manifestar los primeros signos de
ansiedad o de frialdad ante las separaciones. La separación más común en los prime-
ros momentos se da cuando los padres dejan al niño solo en una habitación y cierran
la puerta. El niño puede llorar o, si es suficientemente mayor, puede gatear con el
objetivo de seguirlo. Sin embargo, la ansiedad se reduce si el padre sale del cuarto
pero el niño puede observarlo (Rice, 1997).
Si una separación se repite, o si se prolonga por días o semanas, los síntomas
son más serios. La fase inicial de protesta y búsqueda es seguida por un período
de desesperación, durante el cual el niño se muestra inquieto, apático, indiferente,
desdichado y no responde a sonrisas o cariños. Por último, si la separación continúa
el niño entra en un período de desapego y alejamiento en el que busca cortar los
vínculos emocionales con la figura de apego.
Los niños que han sufrido esta experiencia suelen describirse cuando se hacen
mayores como emocionalmente alejados, aislados, fríos e incapaces de mostrar cali-
dez o de hacer amigos afectuosos. Lo que resulta significativo es que algunos niños
pueden permanecer con los padres y, aún así, sufrir una privación similar si estos no
son capaces de satisfacer sus necesidades de afecto, cariño, compresión o protección
contra el peligro. Los padres que tienen bebés que no desean, que rechazan o que
no pueden cuidar de forma adecuada están exponiendo a sus hijos a una privación
materna o paterna casi de abandono (Rice, 1997).
Los padres y las madres también suelen necesitar ayuda para llevar a cabo sus
obligaciones o tareas con el niño, sobre todo cuando sienten que les falta capacidad
de ejercerlas por falta de experiencia, habilidades o por otras razones adversas, y, por
lo tanto, solicitan apoyo de la familia, de los amigos o de la comunidad donde resi-
den para resolver sus problemas o limitaciones. El apoyo de las personas cercanas,
y de las instituciones sociales como último recurso, modera el impacto negativo de
fuentes de estrés como la falta de privación emocional o la falta de otros recursos por
parte de los padres o de los cuidadores.
Para los profesionales que trabajan en los centros de servicios sociales es impor-
tante conocer la teoría del apego, porque en el área de las relaciones interpersonales
de índole amistosa o vinculativa ha adquirido un protagonismo especial en el estudio
de los factores que inciden en el proceso emocional de la felicidad e, incluso, algu-
nos autores han definido esta interacción social basada en la confianza, la afectividad
y el apoyo como una necesidad básica imprescindible para alcanzar el bienestar sub-
jetivo, o el grado en que una persona juzga su vida en términos positivos (Baumeister
y Leary, 1995).
Para Martín, Domínguez y Fernández (2010), «existen numerosos estudios que
sugieren que esta clase de relación interpersonal es uno de los principales factores
que influyen en la felicidad», destacando además dos aspectos de la interacción que
54 TRABAJO SOCIAL INDIVIDUALIZADO: METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN