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DE LA DIFERENCIA PSÍQUICA
ENTRE LOS SEXOS
FRIDA SAAL
¿Cuál es el sentido de la realización misma de este evento y de la
preparación de este volumen? Como todos sabemos, el "malestar en la
cultura" data del comienzo de los tiempos, mucho más de los cincuenta
años aquí evocados. Y si hoy nos reunimos lo hacemos centrados en
torno al nombre de Freud y a la profunda reflexión que le dedicara a la
cultura y su malestar.
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consigna, implique un abandono del psicoanálisis.
Por otra parte, se trata de un tema casi imposible de abordar sin que
despierte las más apasionadas polémicas. Al mismo tiempo es un tema
ineludible. Situación paradójica de imposibilidad e ineludibilidad que
plantea una exigencia ya familiar a los conocedores y practicantes del
psicoanálisis: así como en el encuentro analítico la puesta entre
paréntesis, la suspensión del yo del analista, es condición del análisis,
también aquí, para abordar el tema de la diferencia de los sexos,
debemos dejar en suspenso el imaginario en que cada quien se alinea
de uno u otro lado de la diferencia, esto es, como hombres o como
mujeres. Para ser neuter; ni lo uno ni lo otro, neutros.
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que la primera elección de objeto de la niña recae sobre la madre y que
son sus variaciones ulteriores las que permitirán o no acceder a su ser
femenino según como se resuelvan en ella los juegos identificatorios
conducentes a la elección objetal.
Por lo que concierne a la niña, la visión del pene del hermanito o del
compañero de juegos la lleva a sentirse castrada. y este " ya castrada "
tiene también efectos decisivos: desea tener lo que no tiene y la
"envidia-deseo ( Neid ) del pene" será la característica dominante en su
psiquismo; este deseo de pene será trocado por el deseo de tener un
hijo del padre (ecuación niño = pene), introduciéndose así en el viraje
hacia una femineidad asumida que exigiría un cambio de objeto ,
remplazo de la madre, primer objeto de amor, por el padre; y también
un cambio de zona , pues deberá abandonar el clítoris como zona
privilegiada para descubrir y desplazar el papel dominante a la vagina.
Decimos que los efectos son decisivos ya que los hechos que en el
varón significan renuncia sepultamiento del complejo de Edipo e
instalación de las instancias ideales, son factores que en la niña, en
tanto y en cuanto "ya castrada", la introducen en el complejo de Edipo.
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y de menor alcance los resultados culturales de su descomposición.
Como la amenaza no puede ser efectiva para quien nada tiene que
perder, aparece una especie de defecto intrínseco que incapacita a la
mujer para los deslizamientos por sublimación y le cierra los caminos
para la resolución de su conflicto edípico.
También para Melanie Klein "la envidia del pene" aparece como una
formación de características secundarias y es reactiva. Es el resultado
de la dificultad que encuentra la niña para mantener su deseo
femenino. Mientras que Freud atribuía la masturbación clitoridiana a
una actividad masculina en la niña, Melanie Klein le rehúsa tal carácter
y sostiene que la erotización clitoridiana es un proceso defensivo
secundario contra la erotización vaginal sentida como más peligrosa.
Para ella la erotización vaginal es muy precoz, pero ligada como está a
las fantasías de incorporación del pene paterno y la consecuente
destrucción de la madre, provoca en la niña la liberación de un
incontrolable montón de angustia por la amenaza relativa que implica;
de allí la puesta en marcha defensiva de la envidia del pene y de la
masturbación clitoridiana que se presentan como actividades
masculinas. El complejo de Edipo temprano dirigido al padre como
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objeto amoroso estaría actuando en la economía de las pulsiones
pregenitales. Los deseos femeninos de incorporación del pene, siempre
según Melanie Klein, estarían presentes desde la fase oral.
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asunto en cuestión fue formulado en forma equivocada: el temor
masculino de ser castrado puede tener o no una idéntica contraparte
femenina, pero lo que importa más es caer en la cuenta de que este
temor constituye sólo un caso especial y que los dos sexos temen, en
última instancia, exactamente la misma cosa: la afánisis.
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justamente de la sexualidad rebelde o resistente a la normativización, a
saber, la sexualidad perversa, y de la sexualidad olvidada, la
sexualidad infantil. Porque si todavía es necesario argumentar en el
sentido de que la anatomía no es destino, ahí está la totalidad del
campo de la experiencia clínica que, partiendo de la homosexualidad y
pasando por travestismo y el fetichismo, llega hasta las psicosis
transexuales, estructuras todas que constituyen la prueba y el
desmentido de cualquier aproximación ingenua.
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el deseo del otro, imprescindible para que el niño viva, el que asegura y
posibilita su supervivencia corporal.
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que conserva un carácter estructurante y fundante? Lo que es fundante
es la diferencia de los sexos, y esa diferencia es un efecto del
significante. De allí la promoción al primer plano del significante Falo,
que es el significante de la diferencia. Lugar de la represión originaria,
tachadura que funda al sujeto separándolo, cortándolo, diferenciándolo
del Otro, promovido a objeto del deseo ya y desde siempre perdido.
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ellas los fundamentos de la diferencia de los sexos? A nuestro modo de
ver, esto implica un retroceso y una pérdida en el camino abierto por el
saber psicoanalítico. Esto significaría quedar prendidos de una
perspectiva valorativa -aunque sea de signo contrario- el plural versus
el uno y nos retrotrae al impasse de la vieja polémica. Y significaría
además volver a buscar en las características del cuerpo real el
fundamento de una diferencia que es efecto del orden significante
(hacer de la anatomía el destino).
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LA CASTRACIÓN, EL TERCERO Y LA LEY
Lo que hemos llamado la dialéctica del Uno y del Otro como requisito
de separación y corte, condición necesaria para que pueda haber
sujeto, puede detenerse allí: en esa relación diádica completa. Si se
detiene allí, sobrepasada la instancia del niño lobo, de la fortaleza
vacía, llega a formarse esta unidad separada del otro aunque todavía
indistinta: estamos hablando del cuerpo imaginario de cada uno,
equívoco centro de referencia de la subjetividad, núcleo de todos los
reconocimientos-desconocimientos, de todos los espejismos.
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tiempo, como diferencia estructurante, está desde el principio, en el
lenguaje y en la ley de la prohibición del incesto que han hecho hombre
y mujer al padre y a la madre.
LA LEY Y LA PROMESA
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promesa (habrás de renunciar a una -mi mujer- para tener otra que
otro te dará). Pero si aproximamos a esta ley nuestra lupa
encontramos que su estructura adolece de una asimetría radical. En su
enunciado más simple, la ley de prohibición del incesto prohíbe al hijo
yacer con la madre y a la madre reintegrar su producto. En su aspecto
de promesa, ofrece a los hombres la posibilidad postergada de acceso a
otras mujeres, pero ¿cuál es el objeto ofrecido a la mujer por la
renuncia al objeto de su deseo?, ¿es acaso ese hijo que habrá de
entregar al mundo de la cultura?
Además, las mujeres, las mismas que por los reclamos de amor habían
establecido inicialmente el fundamento de la cultura, pronto entran en
oposición con ella y despliegan su influjo de retardo y reserva. Ellas
subrogan los intereses de la familia y de la vida sexual; el trabajo de
cultura se ha ido convirtiendo cada vez más en asunto de los varones,
a quienes plantea tareas de creciente dificultad, constriñéndolos a
sublimaciones pulsionales a cuya altura las mujeres no han llegado.
Puesto que el ser humano no dispone de cantidades ilimitadas de
energía psíquica, tiene que dar trámite a sus tareas mediante una
adecuada distribución de la libido. Lo que usa para fines culturales lo
sustrae en buena parte de las mujeres y de la vida sexual: la
permanente convivencia con varones, su dependencia de los vínculos
con ellos, llega a enajenarlo de sus tareas de esposo y padre. De tal
suerte, la mujer se ve empujada a un segundo plano por las exigencias
de la cultura y entra en una relación de hostilidad con ella.
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Decimos de todos modos que la expresión es feliz porque lleva en sí el
doble movimiento con que la castración marcará al hombre y a la
mujer. Porque les promete lo que no podrá ser alcanzado. Cada quien
pretende del otro sexo el reconocimiento y la inalcanzable completitud,
cada quien espera del otro lo que el otro no tiene ni puede dar. La
promesa instala al sujeto en el camino de la fuga metonímica, en el
incesante desplazamiento del objeto del deseo.
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saber psicoanalítico se instala. Los modos de lectura que se abren son
mútiples; el seminario puede ser entendido como exaltación de la
mujer y también como vituperación de la misma. Si nos negamos a
reaccionar a lo provocativo es para dejar abierto el lugar de una
traslaboración posible, para no reprimir la verdad que nos parece allí
expresada.
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de matar a Edipo interminablemente. Moscovici lo expresa claramente
cuando dice refiriéndose a la tragedia:
Freud abre, desde otra perspectiva, las vías para comprender este
dilema aparente de la oposición entre la familia y la sociedad, oposición
de las mujeres a la cultura: la castración es la que produce en un solo
tiempo a la familia y a la sociedad. Oposición que decimos que es
aparente porque la lucha de los sexos, que sí existe, está en el interior
y en el fundamento de la familia. Es lucha por anular la castración, es
lucha por un falo imposible que ninguno tiene, ni es, ni puede ser.
Entre familia y sociedad, por otra parte, la oposición es tan aparente
como la que se ha pretendido entre individuo y sociedad; ya que la
familia es una forma específica de Organización social encargada de
reproducir a sus sujetos. No hay familia sin sociedad, ni sociedad
humana sin alguna forma de organización familiar.
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que expresa la sujeción de ese padre al discurso del Otro.
¿Y LA POLÍTICA?
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que las modificaciones históricas y el desarrollo de la lucha de clases
aportan características determinadas y concretas a la oposición entre
los sexos, lo que lleva a que esta oposición se actualice en sus
demandas y reivindicaciones según los momentos de la historia.
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argumentos que permitiesen rebatir la universalidad del Edipo...
algunos hasta creyeron encontrarlos. Pero lo que quedó asentado,
paradójicamente, es que, con variadas formas de presentación, desde
siempre y en toda cultura existe y funciona una ley que permite el
acceso a ciertas mujeres, al tiempo que plantea la interdicción de otras.
En tal sentido tales investigaciones sólo reconfirmaron la universalidad
del Edipo. Hoy el recurso antropológico también mostraría que, con
variantes en cuanto al grado de participación de las mujeres en las
decisiones de importancia grupal y social, siempre existe una
jerarquización cuyas posiciones más elevadas están reservadas a los
hombres.
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incesto:
Pero con esto nos acercamos a algo que no puede dejar de llamarnos la
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atención. Si bien desde siempre ha habido quienes impugnaran y
trataran de correr los límites para salirse de los lugares prefijados por
la sociedad para sus sujetos, la aparición de organizaciones feministas
es relativamente tardía. Lo que nos lleva a preguntarnos por la relación
entre estos movimientos y las condiciones de producción. A primera
vista parece que estos grupos sólo pueden presentarse cuando se han
alcanzado determinadas condiciones, una de ellas es que se haya
sobrepasado una economía de subsistencia, la otra que se pueda
prescindir de la reproducción forzosa y puedan entrar a actuar diversos
factores, económicos y técnicos, que controlan y limitan la natalidad. Es
decir que estas reivindicaciones pueden plantearse en la medida en que
la mujer se aleja de su función reproductora.
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expresión y en cuanto a los grados de su compromiso político.
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