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Convento Agustino de Metztitlán, Hidalgo.

Orden Agustina

La orden de San Agustín, conocida comúnmente como los Agustinos, son una de
las cuatro mayores Ordenes Religiosa Mendicante del siglo cuatro. San Agustín de
Hipona, es uno de los teólogos más grandes de la historia del cristianismo. El dejó
una marca distinta en la vida religiosa legando una regla o un sistema de pautas
para vivir la vida común.

Aurelio Agustín nació en Tagaste, en el África romana (Actual Argelia) en el


año 354. Dedicado a la difusión de la doctrina cristiana, se entregó a los himnos
ardientes, los ayunos y las variadas abstinencias y complementó todas estas
prácticas con estudios de astrología que le mantuvieron en la ilusión de haber
encontrado la buena senda.

Después de la muerte de San Agustín en 430 AD, la tradición tiene que los
monjes y los ermitaños, dispersados por la invasión de los vándalos en África del
norte en el siglo quinto, huyeron a Europa en donde establecieron monasterios,
particularmente en el norte de Italia y central.

La orden se propagó rápidamente a través de Europa, tomando una parte


activa en asuntos y vida eclesiástica y en las universidades en donde los
Agustinos ingleses eran conocidos como los Austin Friars. Las misiones fueron
establecidas en América Central y del Sur, Japón, y la India. Los Agustinos fueron
los primeros misionarios católicos en las Filipinas; fueron instrumentales en la
fundación de la universidad de México.

Llegaron a la Nueva España en dos viajes: el primero en 1533 y el segundo


en 1536. El grupo de avanzada que desembarcó en la Nueva España lo integraron
siete misioneros, que se asentaron en las plazas dejadas por miembros de otras
órdenes instaladas con anterioridad en los estados de Guerrero y Michoacán; en
el norte ocuparon la zona otomí, comprendida entre Hidalgo y Puebla, de donde
iniciaron su expansión territorial.

Fundaron colegios y hospitales; dominaron y escribieron algunas lenguas


indígenas; publicaron su historia y crónicas locales. En universidades se
distinguieron algunos de ellos, como fray Alonso de la Veracruz.

Convento de los Santos Reyes

Desde que los primeros monjes agustinos llegaron a la región tuvieron que
enfrentar los fenómenos de la naturaleza. De acuerdo con la historia de Fray Juan
de Sevilla, hacia 1537, se estaba construyendo ya el primer monasterio. Un par de
años más tarde, aun antes de concluirse tuvo que ser abandonado por una
devastadora inundación que obligo a los religiosos a buscar las partes más altas
del cerro. No obstante “el lugar de la luna”, como se traduciría del náhuatl
Metztitlán, conserva aún uno de los edificios virreinales más antiguos del país.

Ubicado en la cumbre de la montaña sobre la que se asienta la población


de Metztitlán, da la impresión de una fortaleza por sus altos muros coronados con
almenas. Reúne todas lasas características arquitectónicas del siglo XVI
novohispano: cuenta con un atrio, iglesia, convento, capillas abiertas y posa.

Su portada es de estilo plateresco, casi idéntica a la iglesia de San Agustín


Acolman, ambas tienen un arco de triunfo con esquema compositivo y culminan
con una espadaña.

Descripción de la iglesia

El nombre del ex convento de los Santos Reyes hace referencia a un


cuadro en relieve ubicado en el centro del atrio de la iglesia, en el cual los Santos
Reyes adoran al recién nacido Jesús. En la parte de arriba y abajo se encuentran
un cuadro de la crucifixión de Jesús y uno de la Virgen del Refugio,
respectivamente.

La nave tiene una planta en forma de rectángulo y de un medio hexágono,


el ábside mide 70 varas de largo, por 15 de ancho. (1 vara es igual a 83.30cm). Su
cubierta es de bóveda de cañón seguido que termina en forma de nicho sobre el
ábside poligonal procedido por un tramo a la manera de crucería ojival: el nicho
del ábside tiene crucería en forma más bien de casetones.

La bóveda en que descansa el coro tiene también crucería, y el amplio arco


rebajado que la limita esta soportado por un has de columnillas que forman el pilar
de ángulo, correspondiente lo más gruesa al crucero de ojivas.

Tiene la iglesia un arco ábside sobre pilastras apareadas con un solo capitel
del renacimiento; este arco precede a la bóveda de crucería situada antes del
presbiterio, el cual se eleva sobre una plataforma a la que se llega por una
escalinata central.

Tres puertas dan acceso a la nave; la principal de la fachada, la del lado


oriente comunica a los corredores del claustro y la del previsterio, por el lado de la
epístola permite la entrada a la sacristía. Además existe otra pequeña que
establece la comunicación entre el coro y los corredores del claustro alto.

Tres ventanas en el muro poniente y tres al oriente proporcionando por su


altura, difusa luz a la nave; la otra menor a la fachada ilumina al coro.
El espesor de sus muros lisos coronados por almenas, la altura de sus
escasas ventanas, sus macizos contrafuertes y la impresión general dan a la
construcción el aspecto de templo-fortaleza.

La fachada principal, en cambio contiene sobre su superficie lisa, un buen


ejemplar del estilo plateresco. Forma la portada una arquivolta doble, encuadrada
por dos juegos de columnas del renacimiento con capiteles inspirados en el
corintio, en cuyos intercolumnios existen, sobre sendas repisas, las esculturas de
san Pedro y San Pablo en tamaño natural cubiertas con pedazos de doseletes.

Soportan las columnas un sencillo entablamento a través del cual rematan


en elegantes pebeteros, y al centro un tríptico, formando por tres nichos ocupados;
en el de en medio, por una escultura del niño Jesús, y los de los lados por
angelitos que tocan instrumentos musicales. En la parte superior, una ventanita en
arco de medio punto flaqueada por airosas columnillas que terminan en un piñón.

Sobre la delgada cornisa, que forma un marco a la fachada por la parte


superior, se sienta una recia españada almenada con pequeños en los extremos
rematada en una cruz, una esfera alada, adosado al muro poniente.

La sacristía, unida al muro oriente, está precedida por la antesacristía, que


comunica con la nave y los corredores del claustro tiene además, la sacristía, una
ventana al oriente y una puerta que, pasando por un pequeño departamento
destinado a la bóveda, conduce al patio posterior.

En el exterior, se encuentra el atrio, el cual está rodeado y cercado por un


muro almenado; frente de la fachada principal, está la cruz atrial sobre una
plataforma cuadrada, los cuales están dirigidos hacia oriente.

Retablos interiores

Los retablos en altares colaterales son cinco, casi completos en del altar
mayor y un fragmento del otro destruido. El primero en el muro oriente, al entrar en
la iglesia, es de estilo barroco, con motivos de la pasión de Cristo, representan los
misterios dolorosos, lo oración del huerto, los azotes, la crucifixión y la virgen de la
piedad. Con el mismo estilo que el anterior, el segundo esta igualmente decorado,
existiendo actualmente solo diez de las doce pinturas que le correspondían.

El tercer retablo el más antiguo que hay en la iglesia, debiendo pertenecer


con toda probabilidad a fines del siglo XVI o cuando mucho a principios del siglo
XVIII. Su dedicación es a San Nicolás de Tolentino, que está representado en una
escultura de madera estofada, de tamaño natural, que desgraciadamente ha sido
repintada. En el muro poniente y regresando hacia la salida del templo, esta otro
dedicado a la vidas de la Virgen María y San José. Con estilo barroco, el
siguiente, que está falto en la parte superior. Sus cinco grandes lienzos se refieren
a los arcángeles tres menores a santas religiosas y otras tres de semejante
tamaño a reinas.

El retablo del altar mayor es del siglo XVI y está formado por tres grandes
cuerpos con remate. En sus bases ostentan en relieve estofado los bustos de los
cuatro evangelistas; el primer cuerpo hay una pintura de “La Adoración de los
Pastores”, al lado contrario otra de “La Presentación de la Virgen al Templo” y a
uno y otro lado las magníficas esculturas, en tamaño natural, estofadas, de San
Agustín y Santa Clara del Monte Falco.

En el cuerpo posterior se admira al centro, en hermoso relieve del notable


acabado, “La Adoración de los Santos Reyes Magos”, a quien está dedicado el
templo. En el tercer cuerpo están representadas en sendos lienzos laterales “La
Ascensión” y “La Asunción”, en dos nichos San Juan y Santa Mónica y al centro
un grupo de tres esculturas de magnifica hechura y severo colorido que
representan “La Crucifixión”, es decir un crucifijo, y a los lados a San José y la
Virgen María, todo tamaño natural. Finalmente, en el hermoso remate hay un bajo
relieve del Padre Eterno, en busto, de proporciones colosales. El conjunto es
severo, la composición armoniza y muy rico acabado.

Espacio Conventual

La distribución de la vivienda se lleva a cabo en torno a un patio principal en


dos pisos. Los pasillos que rodean al patio rectangular se conectan con las
escaleras para subir al segundo nivel y se conecta también a los confesionarios de
muro. Dentro esta parte de la construcción podemos encontrar diferentes
habitaciones, una de ellas, que esta contigua a la iglesia, es en la cual se
encuentra la pila bautismal. Esto se acostumbraba mucho porque a las iglesias
solo debían entrar los conversos; sin embargo la pila de bautismo que convertiría
a los nuevos católicos se acostumbraba que estuviera cerca del templo para que
una vez bautizados entrarán al recinto sagrado.

Ambos niveles del ex convento cuentan con la misma construcción menos


la sacristía que se encuentra en la planta baja y de la cual carece de planta alta.
También existen en la parte baja de la construcción varias habitaciones de
diferentes tamaños, algunas muy grandes probablemente ocupadas por el prior
del convento o como biblioteca, y otras pequeñas usadas por los monjes, donde
estaban solos y la mayor parte del tiempo estaban en oración.

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