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ENSAYO

EL ALMA DE LA TOGA

DE: ÁNGEL OSSORIO Y GALLARDO

AUTOR: MOISÉS DAVID ASÍS MMERCADO

DOCENTE: ESQUID MENA BERMÚDEZ

FACULTAD DEE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES

PRE GRADO DE DEREHO

BARRANQUILLLA

JULIO, 2019

CORPORACIÓN UNNIVERSITARIA AMERICANA


Mediante el presente ensayo, se pretende “navegar”, junto con el lector por un

mundo casi que desconocido en el ámbito del Derecho, pues estamos acostumbrados a

hablar de Abogados y del Derecho desde la óptica del idealismo, lo cual ha llevado a

muchos a ubicar en un pedestal casi que inalcanzable a los profesionales de la

Abogacía y a otros a ubicarlos en el umbral de la peor estirpe, podríamos asegurar que

la concepción sobre los Abogados va de un extremo a otro, sin detenerse en el camino.

Es decir, se podría pensar lo mejor o lo peor de los profesionales del Derecho, pero casi

nunca lo real, en la concepción del Derecho y de los Abogados, vamos de un extremo

a otro sin contemplaciones, pero quizá no ha sido gratis ese premio.

La lectura de este texto nos invita casi que a entablar una conversación con su

autor, pues Ángel Ossorio se empeña en el uso de un lenguaje común y a veces

inesperado, que aterriza muchas concepciones equívocas en el ámbito del Derecho y

con el comportamiento de los Profesionales en esta materia. Leer El Alma de La Toga

es leer un libro entretenido, alejado del ámbito jurisprudencial, de la rigidez de las

normas, pero cercano a la realidad, al día a día del ejercicio de la profesión de

Abogado.

Como bien lo expresa Ossorio en el texto, en El Alma de La Toga, allí queda

plasmado el sedimento de su existencia profesional. Actividad como Abogado

experimentado, en ejercicio de su Profesión, nutrida con la Política y La Historia. Entre

líneas podemos advertir una crítica sin apasionamientos sobre esta bella y muchas

veces ingrata profesión de la Abogacía.


Quizá parezca ofensivo o un total menoscabo, el concepto del Abogado que discurre

el Autor en tan noble obra; es necesario decir que es muy ajustada la afirmación de

Ossorio en cuanto a que ser Abogado es mucho más que tener un título universitario, y

además, cuando le endilga al Abogado la obligación de tener una visión de toda la

realidad social, económica, cultural y jurídica, hay que reconocer su acierto, pues las

exigencias del ejercicio del Derecho, efectivamente demandan del Abogado una visión

amplia que le permita conocer su entorno en diferentes ámbitos, máxime cuando del

litigio se trata; es decir, el conocimiento plural hace del Abogado un profesional versátil,

con concepciones ajustadas a la realidad.

Ossorio, podría para muchos, hilvanar con mucha intrusión y quizá de manera

desafortunada, algunos tópicos sensibles desde la subjetividad, pues quien es Abogado

podría incomodarse al leer el texto, pero realmente el lector se topa con una obra de

esas que no se repiten, de esas que siendo un texto de Derecho, extrae al lector del

mundo de los códigos, y lo ubica en la realidad que muchas veces es ininteligible para

muchos; leer este texto es casi que conversar con un Autor de vasta experiencia en el

ejercicio del Derecho, es entender que ser Abogado es más que un título y además

comprender que para merecer tan digno epíteto, se debe tener unos mínimos que van

mucho más allá de un título académico, a saber, se debe vivir en torno al mundo

jurídico y ser vocero de la justicia, colocando al servicio de los demás todo ese torrente

de conocimientos y experiencia encaminados a la búsqueda de la justicia; estos vienen

a ser los postulados claves de un verdadero Abogado.

Algo muy importante, y que es digno de exaltar en este texto, es la concepción de

fuerza interior, procedente desde la Divinidad, que plantea Ossorio, de tal suerte que
esta debe acompañar al Abogado en cada minuto de su existencia so pena de cambiar

de oficio si no cuenta con esta fuerza interior, quiere decir esto que la Fuerza Interior,

guiada por la Divinidad, debe guiar la vida y el accionar de un Abogado.

En el acápite “Sensación de La Justicia”, es interesante el análisis que hace Ossorio

sobre la evolución de la realidad del derecho, y ciertamente, podemos ver como existe

hoy la posibilidad de que el Trabajador de hoy, desde el ámbito de las masas obreras,

no desde el ámbito individualista, ha logrado con su empuje el desarrollo de un Derecho

Socialista, que ha logrado un cambio sustancial desde la perspectiva de las Fuentes de

las Responsabilidades, constituyendo en una Fuente más, el ser Patrono. En cuanto a

esto, hay que decir que el Derecho escrito, las Normas de carácter nacional, y el

Derecho Internacional, han evolucionado de manera favorable para los Trabajadores, a

costa de su lucha, pero, es innegable, por lo menos en nuestro país que a pesar de

todo ello, la corrupción no ha permitido un avance mayor en materia laboral; la

recomendación de Ossorio para el Profesional del Derecho, en esto es, perseguir en

primera instancia lo justo y luego lo legal, suscitando espacios de concertación. A esto

le llama el Autor, muy acertadamente, orientación moral.

Ossorio deja al descubierto, que la condición predominante de la Abogacía, no es el

ingenio, pues es cierto que si esa condición predominara, el infortunio y la corrupción

fueran oficialmente la bandera del ejercicio del Derecho, por tanto, es un gran acierto,

por parte del Autor, determinar como piedra angular del Ejercicio del Derecho, la

Rectitud de Conciencia, siendo este el momento adecuado para entrar en juego la

Ética, pues de esta manera se toman decisiones correctas, y si es necesario pelear

contra la ley injusta e inadecuada, hacerlo.


El Autor circunscribe el Secreto Profesional a la Verdad y al silencio, pues a callar se

puede estar obligado, más no a mentir y en circunstancias que invadan el ámbito del

secreto profesional, solo el profesional del derecho podría solucionarlas apelando a su

conciencia, teniendo en cuenta lo expresado por Osorio quien prescribe que “(…) Los

abogados no sólo son hombres independientes, sino los más independientes de los

hombres.”

Las actuaciones indebidas o maliciosas, denominadas “Chicanas”, en el texto en

cuestión, deberían estar sujetas a la evaluación del Juez, después de escuchar los

argumentos de la parte acusada de esta mala práctica y se tendría en cuenta la

razonabilidad o no y si se ajustaría o no ese proceder a criterios de una necesidad

verdadera con la intención de proteger o tutelar los Derechos de su petente. Entra aquí

a jugar la subjetividad del Juez.

En el ejercicio de su trabajo, Ángel Ossorio, encasilla al Abogado exitoso en unas

premisas muy precisas, pues destaca en el profesional del Derecho, El abogado,

características como. La Inteligencia, El Carácter y La Conciencia, colocando en un

pódium a los dos últimos, sin restar importancia a la Inteligencia, la cual se hace

igualmente imprescindible, pero con el concurso de la Conciencia y el Carácter conjuga

la expresión máxima del éxito en el desarrollo de trabajo de la Abogacía. Todo lo

anterior sin olvidarse del apasionamiento que se debe tener por cualquier ocupación,

que es el punto de partida para ser exitoso en el trabajo, el Trabajador debe ser

apasionado por lo que hace.


En cuanto al tema del verbo o la palabra, es entendible la posición favorable del

Autor, teniendo en cuenta, y con lo que se ha estado de acuerdo, como bien lo

habíamos mencionado antes, la rectitud de conciencia viene a ser la piedra angular del

ejercicio del Derecho, se hace imposible pensar no dar fe a la palabra empeñada de

quien tiene rectitud de conciencia, siendo además, la palabra la expresión de los

hechos. Llama mucho la atención una cualidad de la oratoria en el ejercicio del

Derecho, que enuncia Ossorio, y es la Brevedad, la cual nomina de excelsa dentro del

proceso oratorio, cosa que quizá para muchos juristas es difícil de aceptar, pues

consideran que en la elocuencia y la abundancia de palabras, esta la esencia del

convencimiento, craso error, pues no es necesario decir más o menos de lo requerido,

se trata de ser efectivo y certero y veraz con el uso de la palabra.

Ángel Ossorio hace una oportuna invitación a desligarse un poco de lo exegético y

darle mayor peso de valor a lo que él llama las realidades mundanas; de tal suerte que

considera que casi ningún pleito se resuelve, estrictamente, a la luz de lo normado, y

muchas veces el fallo del Juez, es guiado por una presión social, a veces imperceptible,

que dista del Derecho positivo. Lo cierto es que le asiste la razón a Ossorio, en gran

parte, sobre este tema, pues es casi que imposible, abstraerse de la percepción de lo

social, sobre un tema en litigio, cuando esta es de conocimiento público.

En el asunto de las Especializaciones, Ossorio esboza, como en todo el texto, un

concepto muy personal, y que encierra mucho apasionamiento, lanzando juicios tales

como que “lo menos malo que el especialismo puede producir es una polarización del

entendimiento”. La crítica a esto le apunta a que no se debe entender el fenómeno de la

especialización académica como el engendro de polos opuestos que se nieguen o


contradigan, sino como la virtud académica que permite una mejor preparación y

aplicación del conocimiento; por tanto lo que bien podría ser absurdo es no enfocar el

conocimiento en detalles.

Poco a poco se ha ido hilvanando una crítica sobre un texto maravilloso, reverencial,

pero no solemne, lo cual es base para concluir que el Texto “El Alma de la Toga” de

Ángel Ossorio, muestra una visión particular, pero muy centrada y en gran parte

merecedora de elogios, pues nos ubica en una órbita fuera del contexto del Derecho

Positivo, nos extrae del contenido de las Leyes y los Códigos a los que estamos

acostumbrados cada vez que tomamos un texto de Derecho en nuestras manos; es

evidente que mediante el análisis de este escrito, podemos ahondar en la realidad

humana del Profesional del Derecho, recordando que como humano no solo tiene

cerebro, sino también corazón. Solo nace una nueva inquietud: ¿seremos los nuevos

Abogados, capaces de desbordar la concepción meramente legal del ejercicio del

Derecho? …La respuesta a ese interrogante nace en la conciencia de cada Profesional

del Derecho.

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