Вы находитесь на странице: 1из 10

L E C C IO N E S D E

E X T R A N JE R ÍA

U n a m ir a d a
a la d i f e r e n c i a

* p u'
REYES MATE «JUAN ANTONIO MAYORGA
SILVESTRA MARINIELLO • IRVING WOHLFARTH
ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA
SILVANA RABINOVICH • BENJAMÍN MAYER FOULKES
ESTHER COHEN • RAYMLINDO MIER
CARLOS LENKERSDORF • TATIANA BUBNOVA
NORMA GARZA • ERIKA LINDIG • ERNESTO PRIEGO

coordinado por
ESTHER COHEN
ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA

y
m
siglo
veintiuno
editores
PROLOGO DESDE EL EXTRANJERO

ESTHER COHEN Y ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA


siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores argentina, s.a.


LAVALLE 1634, 11 A, C1048AAN, BUENOS AIRES, ARGENTINA

Ya veo venir a los del extranjero, lenta, lentamente, ¿y acaso


no hago algo para acelerar su venida si describo por anticipa­
do bajo qué destinos los veo nacer, por qué caminos venir?
NIETZSCHE

Y si somos engañados, ¿no somos precisamente por eso


también engañadores), ¿no nos es inevitable ser también
engañadores?
• NIETZSCHE

Los ensayos aquí reunidos giran alrededor de lo que el sociólogo


George Simmel definiera como el personaje central del siglo xx: el
extranjero como apéndice del cuerpo social, el “suplemento peli­
groso” diría en otro momento Derrida. Desde diversas perspectivas,
la figura de este apéndice que por su posición desapegada en la
sociedad es capaz de poner en cuestión las injusticias que otros son
incapaces de ver, aglutinó durante un año a investigadores, profeso­
res y estudiantes alrededor del seminario “Problemas de la alteri-
dad”, realizado en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la
u n a m . A lo largo de innumerables sesiones de discusión y de refle­
xión en las que se interrogó al pensamiento occidental y, de manera
específica, al pensamiento ético de la segunda mitad del siglo pasa­
do, la pregunta que guió las diversas inquietudes fue: ¿Qué es hoy
pensar? ¿Por qué reclama nuestra responsabilidad? Y finalmente,
¿por qué habríamos de interrogar las formas tradicionales de la refle­
portada de patricia reyes baca xión? Interrogar, como es sabido, no es sólo expresar recelos, no es
únicamente poner en cuestión, dudar por el simple hecho de hacer­
prim era edición, 2002
© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
lo; es un acto del pensamiento que acarrea consecuencias, que ha de
en coedición con el instituto de investigaciones permanecer atento a la justicia y, por qué no, a las culpas y en su caso
filológicas, unam inventar nuevos caminos para reflexionar. Estamos convencidas de
isbn 968-23-2346-0 que interrogar es un proyecto político de resistencia, tanto literaria
como teóricamente.
derechos reservados conform e a la ley
im preso y hecho en méxico / printed and made in mexico
[ 7]
MÁS A U Á DE LA “ ETN O FICC IÓ N ” , O CU AN DO EL O T R O HABLA 155

MAS ALLA DE LA “ETNOFICCION”, O CUANDO EL OTRO mas atenuadas: los ladinos como guías espirituales de las sociedades
HABLA regionales” (p. 551).
Es conocida la tesis de Mariátegui acerca de que la literatura indí­
TATIANA BUBNOVA gena debe ser escrita por los indígenas mismos. Esta problemática
converge con otra más amplia, acerca de la “indignidad de hablar por
los otros”. El sesgo ético es, para nosotros, un elemento importante en
el examen de la relación del autor con la lengua y la cultura que están
enjuego cuando se trata sobre todo de la lengua y la cultura ajenas, o
¡Gracias, inditos, por su buen corazón! propios-ajenas,2 para ponerlo en términos bajtinianos. Los problemas
LUIS DE IJÓN de género literario se conectan de la misma manera a estos aspectos
de la “subjetividad” (en el sentido de lo concerniente al “sujeto”)
En el ámbito de los estudios literarios, la cuestión “quién relata la autoral, lo mismo que los de la apreciación estética, del estatus litera­
novela”, que en cierta época remitía a problemas puramente técni­ rio y del canon. Así, la literatura escrita “por los indígenas”, aun cuan­
cos y estructurales, adquiere un matiz bien distinto en el caso del dis­ do trate temas afines, no tiene néfcesariamente que considerarse
curso novelesco supuestamente indígena que Martin Lienhard “indigenista”. Puede ser simplemente literatura, misma que es escrita
define como “etnoficción”,1 práctica ensayada con cierto éxito por la por ingleses, mexicanos, rusos, australianos, suahilis o quechuas.
novela indigenista (de un modo muy especial, por José María El indigenismo, en fin, es asunto inventado por los ladinos. La
Arguedas). La “etnoficción” es, también, un artificio literario, la esti­ definición del indigenismo debería abarcar la óptica del sujeto que
lización creativa, basada en el castellano, con cierta orientación ideo­ introduce el “tema”. Es que el yo-para-mí (yo, el que escribo sobre los
lógica. Dice Arguedas: “indígenas”) del que tiene el mando en el texto literario, y de quien
representa el habla ajena como una otredad, se basa las más de las
Era necesario encontrar los sutiles desordenam ientos que harían del caste­ veces en la contraparte del oíro-que-no-soy (el objeto de mi represen­
llano el m olde justo, el instrumento adecuado. Y como se trataba de un
tación, bien separado del yo), más que en el otropara-mí (el otro que
hallazgo estético, él fue alcanzado com o en los sueños, de manera impreci­
es condición de posibilidad del yo) . De este modo, el yo se deslinda
sa. Yo resolví el problema creándoles un lenguaje castellano especial, que
después ha sido em pleado con horrible exageración en trabajos ajenos. Pero
emocional y volitivamente del otro que representa, en vez de incluir­
los indios no hablan este castellano ni con los de lengua española, ni mucho lo como condición de emergencia de sí mismo.3
m enos entre ellos. Es una ficción. Los indios hablan en quechua. Toda la tie­ Ciertamente, surge el problema de la lengua de transmisión, si es
rra del sur y del centro, con excepción de algunas ciudades, es de habla que­ que una literatura quiere hacerse oír más allá de los límites estricta­
chua total (apud Cardoza pp. 28-29). mente tribales y regionales. ¿En qué lengua se debe, se quiere o se
puede expresar una identidad que se foija en este ámbito local? En
Más allá de un análisis de los tecnicismos literarios, Lienhard le da al el caso de la literatura que se escribe por los indígenas americanos, a
asunto un giro ideológico, al comentar en esta relación “la preten­ menudo se ha escogido la lengua del “enemigo”: la de la cultura
sión ladina no sólo de conocer a los indios por haberse rozado con dominante de origen hispano.
ellos, sino de tener el derecho de hablar en su nombre. Entre los “Nos arrebataron la palabra”: ésta es la primera frase de la novela
escritores posteriores, dueños ya de una ‘conciencia antropológica’, de Rosario Castellanos Balún Canán. Es más, muchas veces también
se seguirán manifestando tales deslices ideológicos, si bien bajo for­
- Cf. Bajtin, El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929).
1 Al h ab lar d e “la estrategia d e inventar estructuras narrativas inéditas, po r la adap­ 3 E n el caso de José M aría A rguedas, es necesario m atizar posiciones, p o r tratarse
tación o traslado a la escritura de núcleos de (supuesto) discurso indígena, p rá ctic a de u n grado de involucram iento con el otro m ucho m ayor que en cualquier o tro caso
que calificam os com o ‘etnoficción”’ (L ienhard, p. 550). de la etnoficción; no obstante, es significativo q u e el m ism o escritor estuviese tan cons­
ciente d el problem a.
[ 154]
156 TATIANA BUBNOVA

MÁS ALLÁ DE LA “ ETN OFICCIÓ N” , O CUANDO EL O T R O HA BIA 157


arrebataron la queja: el mestizo mexicano reclama también el des­
pojo de una(s) lengua(s): en este caso la suplantación se hace obvia sexo y de la religión, que manifiestan aspectos inéditos, desconocidos
por el hecho de que es imposible reclamar personalmente, o incluso o Solapados mutuamente por ambas comunidades (tanto por la
grupalmente, el náhuatl, el ch’ol, el maya yucateco o el purépecha comunidad ladina que observa y juzga al indio, como por la india,
de los difusos antepasados, lenguas que pocos mexicanos, fuera del que apenas empieza a observarse a sí misma desde una distancia exo-
ámbito académico, conocen. tópica). Su visión resulta nada complaciente para con la cultura pro­
Voy a referirme al caso de alguien que por derecho propio habla pietaria de la expresión literaria que se autoproclama paradigma
de su fuero interno en una lengua que no es la suya propia en el cultural único y universal, en el que el género mismo de la novela se
sentido íntimo de la lengua materna: en el español de los ladinos inscribe. La determinación más trascendental de su elección lingüís­
opresores. tica es sin duda la necesidad de expresar sus problemas y vivencias,
No es por el lado de la inventiva lingüística como Luis de Lión planteados en su obra con un alcance que rebasa el aspecto pura­
afirma y muestra su identidad indígena. No es una identidad abs­ mente social, y de dirigir el reclamo existencial más allá del ámbito
tracta y construida, paradisíaca y utópica, como lo fue a menudo en cerrado de una comunidad indígena.
J. M. Arguedas, sino la de un indígena americano contemporáneo, El escritor guatemalteco José Luis de León Díaz (1939-1984),5
con problemas y conciencia contemporáneos, que se encuentra en tomó por nombre literario el de Luis de Lión: tal vez para sellar la
un conflicto concreto y contradictorio con su contraparte ladina. En diferencia, y a la vez quizá para ser leído también dentro de un
el caso del guatemalteco Luis de Lión se trata, ni más ni menos, de mismo sistema cultural con su gran homónimo peninsular. Perte­
una atroz guerra civil, en la que el indio además podía participar necía a la etnia cakchiquel (uno de los dos pueblos principales de
como soldado del lado de los ladinos. La vertiente complementaria Guatemala de lengua de la familia maya, que son los quichés y los
de esta situación es el conflicto más abarcador y particularmente cakchiqueles), y nació en el pueblo San Juan Obispo, que se encuen­
doloroso con la cultura occidental, de historia muy larga. Escribe tra en la periferia de la ciudad de Antigua, Guatemala. Esta ubica­
Luis de Lión en el español regional de Guatemala, con un sabor local ción geográfica parece haberle facilitado los medios necesarios para
que no impide que se entienda en cualquier país hispanohablante. vencer, aun en las condiciones difíciles de atraso cultural y social en
El conflicto que este autor plantea no se limita a un problema étni­ que los pueblos indígenas se encontraban, las limitaciones de su
co, ni siquiera inter-étnico (indio/ladino), sino que se trata de las vie­ ambiente. Pudo estudiar: fue maestro de escuela, escribió poesía,
jas oposiciones culturales entre la mismidad europea u occidental, cuento y novela, fue después profesor universitario. Comprometido
que se concibe perfecta y plena, y la “otredad” indígena supuesta­ con la lucha de los pueblos indios durante la guerra civil, fue uno de
mente inferior y menguada. Este conflicto se expresa en la koiné tantos desaparecidos políticos de este período trágico.
transcontinental que es el español. En la única novela que alcanzó a escribir, El tiempo principia en
Luis de Lión traza la frontera entre las dos otredades recíprocas Xibalbá, Luis de Lión cuenta cómo un indio roba de la iglesia la esta­
-la ladina4 y la indígena- por medio de los tópicos conflictivos del tua de la Virgen y trata de hacerle el amor. La comunidad (masculi­
na) se entera y pretende arrebatarle a la “ladina”, mientras que las
4 Utilizo aquí el térm ino ‘ladino’ en el sentido con que lo define en sus trabajos
mujeres se ponen celosas y tratan de vengarse. La profanación ter­
José .Alejos García, que trata de introducir en dicha definición la óptica del lado con­ mina en la sustitución de la estatua por la prostituta del pueblo apo­
trario, al plantear la oposición ‘c h ’o f i/’kaxlán’ com o lo indígena con identidad cultu­ dada la “virgen de la Concepción”, por su parecido casi idéntico con
ral definida frente a todo lo que le es ajeno, sin disünciones ni matices étnicos que la
antropología tradicionalm ente considera en la identidad del ladino. Kaxlán, derivado 5 La presencia de José Luis de León Díaz en las letras guatem altecas em pieza a afir­
de ‘castellano’, es un extranjero que se com unica en castellano con los indígenas, sea marse. Rescatado del caos de la posguerra y de un virtual olvido' por un grupo de estu­
ladino o mestizo, “blanco”, o de plano extranjero en el sentido nacionalista del térm i­ diosos, amigos y colegas, en 1991 (véase Conversalorio). De un “hom enaje im aginario”
no. (El c h ’ol es una de las lenguas mayas de Chiapas, pero hasta donde pude adver­ editado por una “Galería imaginaria", está pasando a u n lugar institucionalizado:
tir, la oposición m encionada es válida en cualquier ám bito maya). entre los últimos asertos, debe tom arse en cuenta el capítulo que dedica a su obra
D ante Liano en su Visión crítica de la literatura guatemalteca (1997).
158 MÁS ALIA DF. LA “ ETNOF1CC1ÓN” , O CUANDO EI. OTRO HABIA 159
TATIANA BUBNOVA

la Virgen ladina, y los hombres del pueblo se la llevan en procesión en la zona fronteriza entre la religión indígena ancestral y arcaizante,
cual si fuera una verdadera representación de la madre de Dios, pero a pesar de haber asumido numerosos elementos de la invasora cultura
de una que acepta su propia sexualidad y responde al deseo del indio “occidental”,7y el catolicismo español y criollo.
por la mujer blanca. Ahora bien, esta violencia estética, sobre todo en tanto que pro­
Así, la Virgen de la Concepción es simbólicamente disputada y viene de una voz indígena, produce en los lectores reacciones bas­
violada por algunos hombres de la comunidad: ella es la imagen del tante adversas en más de un sentido. Uno de los argumentos críticos,
poderío que ejerce la presencia cultural ajena, no autóctona, en la por ejemplo, defiende la supuesta integridad moral del indígena,
vida presente y la historia de la sociedad indígena. El efecto de vio­ acusa al autor de no ser ya indígena -dígase, de la nefasta influencia
lencia extrema que producen los cuadros de la profanación se debe ladina en la supuesta pureza primordial de la vida comunitaria-, de
sin duda a la impresión de una ruptura inesperada entre lo tradi­ estar más ya del lado del ladino que del verdadero “indio”. Otro
cionalmente sagrado para todos, ladinos, indígenas o extranjeros, argumento esgrimido es el de la validez estética de la misma obra, en
que es la simbología religiosa (de hecho importada), y la visión real cuanto se separa del canon supuestamente “humanista” de la tradi­
de la religión como instrumento de opresión, más que económica, ción de la “literatura universal”: se trata simplemente de una obra
cultural e ideológica, que los indígenas manifiestan. Esta rebelión mala, que no vale la pena ser estudiada. En relación con este punto
contra la opresión secular pasa inesperadamente por la religión y introduciré, aunque de manera oblicua, algunas consideraciones
el sexo.6 acerca del valor estético de una obra literaria.
El de la religión católica es un punto tan espinoso que es imposi­ Ambas visiones se basan en certezas preconcebidas que no dan
ble que cualquier discusión en tomo a ella deje de provocar contro­ ningún margen para interpretar las características de la obra en su
versias y conflictos. Justificación moral de la Conquista, hasta ahora calidad de visión íntima y original de algo difícilmente aceptable por
sigue siendo el elemento principal de la reivindicación de la cultura nuestra propia visión, limitada por un punto de vista que nos parece
indígena en el contexto de la beligerancia religiosa (antaño exclusi­ no sólo el único posible, sino “natural”. La “otredad” del indic, desde
vamente católica, pero desde hace tiempo ya, también protestante). esta óptica, posee una connotación cualitativa, sin que nos percate­
Situación que nunca ha dejado de ser racista: mos del juicio emitido desde nuestra “mismidad”.
Nacemos, vivimos y morimos en un mundo poblado de “otros”.8
Sí, la misma babosada de siempre: el padre que viene a decir misa es otro El mundo les pertenece. Existo yo, existimos “nosotros”, como resul-
pero tiene la misma cara de español y las campanas de la iglesia se desgastan
desde hace siglos pero no se rajan^y nadie se atreve a hablar mal de Dios ni 7 Paradoja manifiesta en este adjetivo (de hecho, epíteto pleno de valoraciones
de su madre ni de su hijo (Luis de Lión, El tiempo principia en Xibalbá, p. 27). ideológicas): ¿qué cultura más occidental que la de los indígenas americanos? Pero
bien sabemos que las dicotomías valorativas O riente/O ccidente, lo mismo que
N orte/Sur, poco tienen que ver con la geografía real.
Más adelante, el narrador sigue en los mismos términos que cuestio­ 8 “U no puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenta de que no somos
nan la “naturalidad” y la espontaneidad de la religiosidad indígena: una sustancia hom ogénea, y radicalm ente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo
cuando se evoca el deseo comunitario por la virgen ladina, dice de uno es otro. Pero los otros tam bién son yos: sujetos como yo, que sólo mi punto de vista,
de los héroes: “Recordás que una vez dijiste que con ella sí tendrías un para el cual todos están allí y sólo yo estoy aquí, separa y distingue verdaderam ente de
hijo, un hermano de madre del invasor de estas tierras, un divino mes­ mí. Puedo concebir a esos otros como una abstracción, como una instancia de la con­
figuración psíquica de todo individuo, como el Otro, el otro y otro en relación con el
tizo aunque después te negara a vos” (ibid, p. 64). En la perspectiva de yo; o bien como un grupo social concreto al que nosotros no pertenecemos. Ese grupo
Luis de Lión, el asunto pierde todo matiz idílico, mostrando el eje puede, a su vez, estar en el interior de la sociedad: las mujeres para los hombres, los
axiológico verdadero de la situación de un conflicto implícito creado ricos para los pobres, los locos para los ‘norm ales’; o puede ser exterior a ella, es decir,
otra sociedad, que será, según los casos, cercana o lejana: seres que todo acerca a noso­
6 Los antropólogos han com entado los casos de rapto de las mujeres ladinas tros en el plano cultural, moral, histórico; o bien desconocidos, extranjeros cuya len­
durante las rebeliones indígenas del xvm, en el área maya, y la conducta simbólica de gua y costumbres no entiendo, tan extranjeros que, en el caso límite, dudo en
los indígenas con las mujeres deseadas de la raza odiada. reconocer nuestra pertenencia com ún a una misma especie" (Todorov 1987: 13).
MÁS ALLÁ DE LA “ETNOKICCIÓN” , O CUANDO EL OTRO HABIA 161
160 TATIANA BUBNOVA
como conciencia de una tara primordial y un auto-odio, o como de
tado de que nos diferenciemos de los demás, que son los “otros”. alguna otra razón sofisticada.
Podemos concebir el mundo que nos rodea, habitado por otros que Per¿ este desacuerdo con el propio modo de ser también puede
nosotros, como un espacio de nuestras acciones o, más bien, un surgir de un lugar, físico o virtual, pero axiológicamente marcado,
espacio de interacción indispensable, inevitable y necesaria con los que a uno se le está disputando desde hace más de quinientos años,
otros. Tales actos estarán regidos por una responsabilidad específi­ de la manera más encarnizada y desde una posición de fuerza, cues­
ca, que viene de esta ubicuidad del otro, de su “necesariedad” para tionando el mismo derecho a la existencia de uno. La angustia del
nosotros. Sin el otro, la vida pierde no sólo el interés, sino la misma vivir enfocada desde este último punto de vista puede ser también lo
posibilidad; por lo tanto hemos de reconocer, para vivir, un deber ser más importante de qué hablar, de qué escribir. La falta primordial y
para con el otro. En cierta forma, el otro me inaugura a mí, depen­ el auto-odio son inducidos, en este caso, por una situación relacional
do de él de muchas maneras. Pero nuestra relación no es simétrica entre el yo y el otro de otra índole. ¿Cómo vive un marginado, un
sino por hipótesis. Vivida desde el interior, me muestra que el “otro” oprimido, un desplazado el rechazo que le inflige el “mundo exte­
es diferente: está en otro lugar, posee otras cosas, es y se ve distinto, rior” (dígase, los ‘otros’)? ¿Cómo lo vive en su fuero interno? La com­
y no sé a ciencia cierta qué lleva en su interior; es “otro-para-mí”. pasión, el sentimiento de culpa, las aspiraciones reivindicativas
Cuando pienso en mí, sé intuitivamente que yo no soy el mismo paternalistas -sentimientos instrumentales soporte de la inspiración
para mí que para el otro: lo que yo hago para mí es distinto de lo de la novela indigenista-, son aspectos totalmente externos (exotó-
que yo hago para otro. Pero casi todo lo que hago (tal vez, todo), lo picos) al yodara-mi del indio, que tiene todo el derecho y facultades
hago “para otro”: en última o en primera instancia. para expresarse a sí mismo fuera de estos paradigmas occidentales.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando la relación entre “nosotros y los El mundo interior se le está negando al habitante nativo de estas
otros” se articula en términos no tan abstractamente idílicos de una tierras, lo mismo que su derecho a éstas. Un mundo interior propio
antropología filosófica familiar y entrañable, confiadamente altruista es prerrogativa de aquel que ha llegado para quedarse y así imponer
y utópica, sino como una oposición a lo siniestro que lo es por des­ sus valores, modos y conductas, al “nativo”; de aquel que lo juzga sólo
conocido, y que por ajeno es inferior? como otro-para-mí, que es otro-que-no-soy. El mejor destino que puede
¿Será posible inscribir en esta problemática a la tan desprestigia­ tener la representación de su ser en las letras del “otro” es un cierto
da -tan desviada de la estética- “literatura comprometida”: compro­ discurso reivindicativo, exótico, o bien exaltado, que atribuye a la
metida desde el punto de vista social? interioridad del objeto descrito -el “indio”- las propiedades que pro­
El dolor del propio “yo”, de saberse o no saberse quién se es, la vienen del imaginario eurocentrista; pero ni de este modo el “indio”
búsqueda o la pérdida de un lugar propio en el mundo, no sólo deja de ser otro-para-mí.
como una angustia existencial, el dolor del ser, la “náusea” del vivir, Y he aquí que, al hablar de una novela de Luis de Lión, desa­
temáticamente converge con o se opone a la dimensión social de parecido por la dictadura militar en los años de la represión más
nuestro problema. La náusea ontológica le puede venir a uno bien encarnizada contra la insurgencia indígena,9 quiero subrayar, casi
de adentro, de un descontento con uno mismo expresado “para
otro”. La destrucción de la plenitud y la autocomplacencia -al menos 9 Consciente del debate ideológico en torno al carácter étnico y cultural de la gue­
desde nuestro punto de vista- del sujeto clásico (Goethe, Tolstoi) es rra m encionada, y del cuestionam iento que, por parte de algunos sectores suscita la
idea de la insurgencia indígena (se dice que fue organizada y guiada por los dirigen­
el frecuente argumento de una nóvela basada en la relación de uno tes ladinos, aleccionados por el comunism o internacional), quiero subrayar que la
consigo mismo, en el desacuerdo y en el cuestionamiento de sí masa involucrada en el conflicto sí ha sido mayormente indígena. Por otra parte, es
mismo (prototipos: Schiller -sin ser novelista-; Dostoievski). Los justam ente en el transcurso de esta guerra cuando se da el fenóm eno de la tom a de
héroes abyectos invadidos de falta congénita y de auto-odio deambu­ conciencia por parte del campesino indígena de su posicionam ienta en el conflicto,
lan por la literatura contemporánea, viviendo sus conflictos ya no de desde los años setenta y sobre todo ochenta. Sin embargo, el claro matiz indigenista
de este proceso se simboliza en el hecho de que el com andante Rodrigo Asturias (hijo
un modo trágico (de los que no saben o no quieren saber que la del escritor, quien se oponía tajantem ente a la actuación de Rodrigo) adopta por
causa de sus tribulaciones son probablemente ellos mismos), sino
162 TATIANA BUBNOVA MÁS ALIA DE I A “ETNOF1CCIÓN” , O CUANDO EL O T R O HABLA 163

como disculpa,10 el carácter existencial de las preocupaciones del Luis de Lión habló desde el interior de un yo escindido a raíz de la
autor, más allá de cualquier indigenismo, o de una preocupación radical ruptura, social y axiológica de la sociedad. La novela trata de
meramente social y reivindicativa politizante, y menos aún, etno­ una manera muy internalizada las relaciones entre la población maya
lógica. de Guatemala (sin especificación étnica) y el mundo exterior, domi­
La novela llamada indigenista pocas veces trata de dar cuenta del nado por la otredad mestiza, o aquélla llamada justamente “ladina”,
mundo interior del indígena, y cuando lo consigue no lo hace de un que tradicionalmente se ha apropiado de los valores de la llamada cul­
modo convincente: en el mejor de los casos da con un problema tura occidental. Los ladinos se atribuyen irrestrictamente la naciona­
social enfocado desde el punto de vista de los grupos no indígenas. lidad guatemalteca, viendo a la abrumadora mayoría indígena del
No se escribe, por lo general, desde la vivencia de ser “indio”. Al país como a los otros ajenos y hostiles pero, paradójicamente, necesa­
“indio” en cuanto tal lo construye el “otro”, su otro; denota una rios. Claro, es un estado interno desde el cual se organizan las cosas
óptica ajena, aunque el espectro de actitudes que implique pueda del mundo externo, y no siempre ún discurso conscientemente orga­
ser muy amplio, desde totalmente objetual y cosificante, hasta en los nizado acerca de o desde este estado de las cosas. Luis de Lión sitúa
intentos bastante aceptables de identificación con la interioridad la vivencia interna de este conflicto en el territorio íntimo del indíge­
del objeto descrito. Otra manera de recuperar la conciencia india es na, en el yo de sus personajes campesinos, mostrando en esta forma el
la que yo llamaría mitopoética, pero igualmente se lleva a cabo
efecto social de esta herida profunda de la identidad que permea el
desde el exterior.11 Luis de Lión incursionó, con cierta efectividad,
tejido social del mundo de los pueblos mayas. El mundo de los ladi­
en la mitopoiesis como recurso técnico, como en seguida veremos.
nos, en cambio, no aparece más que virtualmente, como una relación
Por otra parte, el escritor muestra la posición equidistante que
trazada pero no materializada por los sucesos de la novela. Y la misma
ocupa el mundo indígena contemporáneo tanto de los tópicos polí­
ticos y culturales ladinos como de aquellos que los propios ladinos palabra Guatemala está ausente en la novela de Luis de Lión.
le atribuyen: Desde el texto de Luis de Lión, percibimos una mirada que nos
observa como a otros. Ahora bien, tampoco podemos pasar por alto
[El] padre [...] se detenía en el sermón por un rato para predicar en contra el hecho de que la inversión del sentido de la mirada analítica n o sig­
de los protestantes, de los que no había ni uno en el pueblo; en contra de nifica un reflejo especular (el autor y el lector virtual, según ciertas
los liberales y los masones, que eran parecidos a los protestantes, pero que propuestas teóricas, son dobles especulares). No se trata de una rela­
nadie conocía ni uno para muestra, y de vez en cuando también en contra ción simétrica: una mirada, la de este lado del espejo, es una mirada
de los comunistas, que para la gente del pueblo era como oír de una España axiológicamente privilegiada. La otra, la que viene de regreso de
lejana y perdida entre el mar o como de un libro raro llamado Popol Vuh (Luis de aquel lado, nunca ha sido tomada en cuenta en un mismo nivel.
Lión, op. cit., p. 16, las cursivas son mías, t b ).
Representa para nosotros una otredad absoluta, falta de parámetros
y categorías propias reconocibles y válidas para “nosotros”, de modo
nom bre de batalla el de Gaspar Ilom, u no de los protagonistas de la novela indigenis­ que no le atribuimos cualidades de sujeto de la misma manera como
ta de su padre: Hombres de maíz. las que asignamos a nosotros mismos. La condición de ser indio está
10 Lo digo porque quisiera, aunque no sé si realm ente puedo, evitar la inm ediata
catalogación a la que los críticos somos propensos: obra indigenista, dirá cualquiera.
duramente cuestionada: hay una rencorosa inconformidad con el
El indigenism o fue m ayorm ente una especie literaria cultivada desde el exterior de la modo en que el ladino define al indio. El odio genérico hacia el ladi­
cultura que describe; la obra de Luis de Lión pertenece a la especie que observa el no es patente. Pero también el auto-odio del indio, por reconocer la
m undo indígena contem poráneo desde su interior; diríase, desde su corazón, desde determinada fascinación que se experimenta por la cultura y los valo­
su alma dolida. res que vienen desde fuera: el deseo por la “ladina” que está instala­
11 E ntre los intentos válidos de representar una dialéctica de dentro y fuí-ra pue­
den considerarse algunas obras del ecuatoriano Jorge Icaza (En las calles), o Joan Pérez da en la iglesia simboliza esta situación conflictiva.
Jolote, del mexicano Ricardo Pozas. Por supuesto, la novelística de José María Arguedas A Luis de Lión le pertenecen los siguientes versos (que no forman
es u n caso aparte (Ríos profundos, El zorro de. arriba y el zorro de abajo). parte del texto de El tiempo principia en Xibalbá), en los cuales esta
164 TATIANA BUBNOVA
MÁS ALLÁ DE I A “ ETX O FK X 3Ó N ", O CU ANDO EL O T R O H A B IA 165

conflictiva fascinación se plasma en la figura de una conocida actriz Como observa Mario Vargas Llosa (78), “el mestizaje no es una
de cine: aleación pacífica, un benigno proceso de intercambios; su estímulo
ha sido muchas veces el odio (entre razas, clases y regiones)”, senti­
Brigitte Bardot, miento en que algunos pensadores, siguiendo a Nietzsche, ven “un
yo venía de un pueblo donde no había cine motor de cambio social”.
y sus mujeres eran catedrales. Las relaciones inter-étnicas poseen las más veces este matiz de
Mis ojos sólo conocían los troncos de los árboles intransigencia; pero en nuestro caso particular estamos ante una
y nunca habían visto, un muslo. desigualdad de condiciones de principio en cuanto su característica
Los senos no tenían nada de erotismo, más relevante: se trata de relaciones entre dominadores y sometidos.
eran frutas llenas de jugo para los labios de los niños. El rechazo brutal que el ladino manifiesta al indio aparece plasmado
Los brazos y abrazos eran cunas o nidos. de varias maneras en la novela de Luis de Lión: por más que te esfor­
Las cinturas no eran de avispa, zaras por ser como ellos de todas maneras te decían “indio”, refle­
eran redondas. xiona amargamente uno de sus 'personajes autoconscientes. La
Los vientres eran surcos para reproducir vida, complejidad consiste en la relación entre la lengua y la identidad cul­
no almohadas. tural: supuestamente, la lengua es una especie de agente que contri­
Y uno crecía, buye a transformar al indio en ladino, en una primera instancia. Los
se casaba, maestros de escuela, los políticos locales (como presidentes munici­
tenía hijos pales), etc., en las comunidades indígenas han sido sobre todo sus­
y eso era todo. ceptibles a dar el paso de abandonar los valores de una cultura
oprimida y falta de prestigio (la india), y propensos a integrarse a la
Pero Dios otra: la mestiza, la ladina.
creó en París una mujer
Todorov (260) menciona “una nueva exotopía (para hablar como
y la exportó envuelta en celuloide.
Bajtín), una afirmación de la exterioridad del otro que corre pareja
con su reconocimiento en tanto sujeto”. Este reconocimiento no
Eras Nuestra Señora. Mi Señora.
puede darse (o no le es dado manifestarse) en forma indolora y pací­
Pero sobre todo, eras la Revolución Francesa.
fica. En el caso de Guatemala, este mutuo reconocimiento ha tenido
Tus piernas eran dos cañones de amor
formas especialmente difíciles.12 Como apunta Luis Cardoza y
que disparaban a mis ojos y sacudían mis tímpanos.
Aragón, “al indio lo han obligado a que agradezca el sitio que ocupa
y lo estime como el mejor de su destino. Es una degradación de qui­
Brigitte Bardot,
nientos años en la cual lo más prodigioso es el hecho mismo de exis­
yo intenté la resistencia,
tir aun cuando muchos de ellos no refuten las condiciones y vivan sin
pero tu fuego era demasiado.
osadía de porvenir, por cuanto tener porvenir es desorbitada espe­
La aldea que yo traía en la cabeza
ranza” (115). Después de esto, dice previendo el futuro, “en
fue tomada por asalto y arrasada.
Y tuve que abrir mi corazón
12 “En verdad, en Guatem ala coexisten dos culturas, la indígena y la occidental: la
y luego alzar lo brazos.
indígena me atrevería a decir, de tan aplastada no existe sino agónicam ente y sobrevi­
ve muy dism inuida. No es una existencia tranquila; hay una existencia pesada y sorda
Esta intrusión violenta de los modelos culturales alienígenas, que o violentísima. En el indígena existe un im pulso cósmico a todos los niveles que lo
logran seducir al individuo muy a pesar de su orientación conscien­ mueve a instruirse, a luchar, a ser. La tarea del explotador ha sido d e te n er tal im pul­
te, está descrita en términos de guerra local y rendición forzosa. so. No vivimos propiam ente el dilem a de dos culturas: la hegem ónica ha casi despe­
dazado la gran cultura indígena.” (Cardoza, 114).
166 TATIANA BUBNOVA MÁS AI.LÁ DE I A “ ETNOFICC.IÓN” , O CUANDO E l. O T R O H A BIA 167

Guatemala no se trata sólo de tomar en cuenta al indio; se trata de ranza de una renovación del mundo.13 La pregunta es: ¿está el otro
que mañana el indio nos tome en cuenta” (Ídem). En la extrema vio­ (ladino) invitado al regreso a este punto de partida?
lencia social, aun fuera de la guerra, violencia de rechazo a cualquier La de Luis de Lión es sin duda una nueva voz en la literatura gua­
intento de levantar la cabeza en la convivencia diaria de permanen­ temalteca, una voz que, debido a las conocidas circunstancias bio­
te subordinación, sujeción y desprecio que viene a ser la costumbre gráficas, no ha podido cobrar toda su fuerza para convertirse en una
que se había hecho segunda naturaleza de las sociedades mestizas voz latinoamericana. Además, es necesario tomar en cuenta el carác­
respecto del indio, nos encontramos todavía demasiado lejos de este ter de transición de toda su obra y de su novela en particular: esta
mutuo reconocimiento del que Todorov habla. Pretender que el voz quizás no remita a la actualidad última del desarrollo de la con­
lograr este imperativo ideal de exotopía en cuanto reconocimiento ciencia indígena, y la tragedia de la guerra civil, que en el momen­
del otro sólo sea cuestión de conciencia moral y religiosa, de convi­ to de la escritura de la novela aún no llegaba a la indecible cúspide
vencia social en condiciones de buena educación y cortesía, no es de la violencia a la que de hecho llegó. Luis de Lión fue uno de los
sino una enorme y egoísta hipocresía. héroes de esta tragedia, y su existencia quedó truncada, lo mismo
Este tipo de cuestiones, Luis de Lión las transcribe en situaciones que su experiencia literaria. Pero su voz de transición, su relación
vernáculas sin decirlas, las trata de mostrar como vivencias internas con otras voces guatemaltecas, con la literatura nacional y con la
del indígena en cuanto sujeto de su propia vida y concepción de sí específicamente indígena, todavía esperan ser integradas a la parti­
mismo, de la puesta en diégesis de su propio yo. Al tener que estar tura universal.
entre los ladinos que lo niegan, el indio llega al odio de sí mismo en
cuanto tal, al odio de su “indiez”. Es la experiencia de los personajes
de la novela, Pascual, soldado desertor y maleante desalmado, yJuan, BIBLIOGRAFIA
quien sigue obstinadamente las pautas éticas marcadas por los ladi­
nos. El cura español simboliza la religión como imposición y opre­ Arango, Carlos Alfredo, “Luis de León Díaz, el maestro”, en Conversatorio,
sión. Cuando el conflicto estalla en torno a la ladina, los odios están pp. 19-22.
dirigidos ya no al exterior, sino al otro-prójimo: padres contra hijos, Asturias, Miguel Ángel, Obras escogidas, 2 vols., Madrid, Aguilar, 1955.
mujeres contra maridos. Leída desde el momento actual, la novela Bajtín, Mijaíl, Estítica de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982.
resulta una paráfrasis o una profecía de la posición desgarradora del ---- Hacia una filosofía del acto ético y otros escritos, Barcelona, Anthropos,
sujeto de finales del siglo xx. El sujeto occidental se ha reservado tra­ Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997.
dicionalmente el privilegio de la sensibilidad estética e intelectual, Cardoza y Aragón, Luis, Miguel Angel Asturias. Casi novela, México, Ediciones
cuestionándola en el “indio” aun en el discurso indigenista. Esta posi­ Era, 1991.
ción viene definida ahora por su otro, y su sentir es la rebelión y el Castellanos, Sagrario, “Mujeres, antagonismo y Xibalbá”, en Conversatorio,
caos: así lo plantea Luis de Lión. Pero parece que no es una inter­ pp. 23-28.
pretación terminal de la Historia occidental: su tinte apocalíptico se Cros, Edmond (ed.), El indio. Nacimiento de una instancia discursiva, Actes du
neutraliza al traducirse el conflicto en términos cosmogónicos de la Colloque de Montréal 1992, Montpellier, Éditions du c e r s , 1994.
concepción “prehispánica” del mundo o, por más señas, mitopoéti- Gutiérrez, Rafael, “Luis de Lión, más allá del Xibalbá ladino”, en
ca, recurso de la novela moderna, ampliamente utilizado por Miguel Conversatorio, pp. 33-35.
Angel Asturias, el antecesor parentético -nunca declarado- de Luis Lión, Luis de, El tiempo principia en Xibalbá, Guatemala, Artemis-Edinter, 1996.
de Lión. De acuerdo con esta concepción antigua americana, pero de Lienhard, Martin, “Los callejones de la etnoficción ladina en el área maya
hecho recuperada por la antropología “ladina” y asimilada por la tra­ (Yucatán, Guatemala, Chiapas”), NRFH, 35 (1987), pp. 549-570.
dición cultural y literaria asimismo “ladina”, la esperanza consiste en
que todo puede repetirse, pero a la vez, también, rehacerse. El regre­
13 Así tam bién, en Gutiérrez (35): “El tiempo principia en Xibalbá es el doloroso trán­
so al punto de partida, el “eterno retorno”, ofrece una mínima espe­ sito inevitable hacia un nuevo ciclo hum ano.”
168 TATIANA BUBNOVA

Liano, Dante, “Luis de Lión”, cap. xix de la Visión crítica de la literatura guate­ JOSE SARAMAGO O LA MIRADA DE LA INVISIBILIDAD
malteca, Guatemala, Editorial Universitaria (Universidad de San Carlos),
1997, pp. 30.1-314. NORMA GARZA
Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana,
Perú, Empresa Editora Amauta, 1971.
Morales, Mario Roberto, “Luis de Lión, el indio por un indio”, en
Conversatorio, pp. 3-10.
Morales Bermúdez; Jesús, On O T ’IAN. Antigua palabra narrativa indígena chol, tal como lo expresó Platón: no se puede concebir ni definir
México, u a m - Azcapotzalco, 1984. el Mismo sino en relación con el Otro, con la multiplici­
Morales Bermúdez, Jesús, Ceremonial, México, Consejo Nacional para la dad de otros. Si el Mismo permanece encerrado en sí mismo,
Cultura y las Artes, 1992. no puede haber pensamiento. Ni civilización, agregamos
nosotros.
Rodas, Ana María, “La virgen y la puta”, en Conversatorio, pp. 11-14.
* JEAN-PIF.RRE VERNANT
Sotelo Santos, Laura Elena, Las ideas cosmológicas mayas en el siglo X\l, México,
UNAM, 1988.
“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos
Todorov, Tzvetan, La conquista de América. La cuestión del otro, trad. de Flora
Botton, México, Siglo XXI, 1987.
que ven, Ciegos que, viendo, no ven.” Con esta reflexión termina la
novela de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, que da fin a una epi­
Vargas Llosa, Mario, La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del
indigenismo, México, FCE, 1996.
demia contagiosa llamada ceguera blanca, pero también el principio
del reconocimiento de que el ojo aun viendo ya no ve. Al contrario
V. V. A. A., Conversatorio. Homenaje imaginario a Luis de Lión, Galería
de lo que pensaban los griegos de la vista como el más privilegiado
Imaginaria, Convento de Santa Clara, 18 de mayo de 1991, Edición Galería
de los sentidos, aquél por el que se adquieren más conocimientos y
Imaginaria, Antigua Guatemala, 1991.
por el que se descubren diversos matices de la realidad, José
Voloshinov, V. N., “La palabra en la vida y la palabra en la poesía” [en ruso],
Zvezda, 6 (1926), 244-267.
Saramago pensaría que el ojo ya no sirve para ver, sino que se ha
enfermado de una ceguera tal que ya no es capaz de mirar su propia
condición y menos aún la condición de los otros. Para el platonismo,
los ojos son el instrumento directo de la sensación física, pero tam­
bién tienen la capacidad para filtrar y ser cauce por donde pasa “el
manantial de la belleza”; una belleza que es frontera entre el cono­
cimiento sensible y la forma superior e intuitiva del saber. Nada más
alejado de la mirada que sobresale en la novela de Saramago. El ojo
de la mujer del médico, la única que permanecerá viendo a lo largo
de la novela, es el cauce por donde pasa el “manantial de la destruc­
ción”, de la catástrofe, de la violencia causado por la desorganiza­
ción, la búsqueda de poder y, en suma, por la ceguera de la razón
humana.
La crítica de Saramago se centra en la visión del hombre a lo
demasiado visible y expuesto a un “ojo que se niega a reconocer su
propia ausencia”, dice uno de los ciegos del Ensayo. Y esa ausencia de
mirada es para Saramago no una excepción a la regla, sino la regla
del estado de la vida actual de una humanidad que se ha contamina-
[ 169]

Вам также может понравиться