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DEL
HUMANISMO
I
Serie
Teoría / Crítica
AGRADECIMIENTOS
Editorial Trotta (textos de C. G. Jung, Louis Massignon);
Editorial Bellaterra (Kwame Gyekye); Herederos de García Morente;
Fundación Xavier Zubiri; Fundación Krishnamurti;
Fundación María Zambrano; Editorial Kairós (Ken Wilber);
Emanuele Severino; Herederos de Alfonso Reyes;
Raimon Panikkar y Editorial Siruela; Herederos de Eugenio Garin
GITE-09034-UA: Nuevas tecnologías en el Humanismo
TOMO I
PREFACIO ........................................................................................................... 17
TOMO II
DOMINGO SÁNCHEZ-MESA MARTÍNEZ ................................................... 9
El humanismo en la cibercultura
FRANCISCO JAVIER VARELA POSE ............................................................ 55
La informática humanística y la transmisión del texto digital
CRISTÓBAL MACÍAS..................................................................................... 81
Humanidades y Bibliotecas digitales
JOSÉ ANTONIO CORDÓN ........................................................................... 113
El humanismo, la edición y la función editorial en la época con-
temporánea
ENRIC SULLÁ................................................................................................. 139
Canon literario y humanismo
ASUNCIÓN RALLO GRUSS y RAFAEL MALPARTIDA TIRADO............... 167
La epístola como género literario humanístico
RAFAEL MALPARTIDA TIRADO .................................................................. 189
El diálogo como género literario para el humanismo renacentista
español
MARÍA JOSEFA POSTIGO ALDEAMIL ........................................................ 217
Paremiología y humanismo
CARLOS CAMPA MARCÉ .............................................................................. 247
De humanismo y semblanza. (A propósito de Alfonso Reyes y otros
humanistas hispanoamericanos)
ALEJANDRO CIORANESCU ......................................................................... 271
El proceso de la utopía. El porvenir del pasado (Ed. de Lilica
Voicu-Brey)
IDEA HISTÓRICA Y CONCEPTO HUMANÍSTICO DE EUROPA
M. J. SANTOS DELTELL
269
270 M. J. SANTOS DELTELL
frente”, como hija del rey de Tiro (Fenicia). Zeus convertido en un toro
alado sedujo a Europa y se la llevó a Creta para amarla. Europa parió a
Minos, rey de la isla y protagonista de la leyenda del Minotauro.
En tiempos de Herodoto (siglo V a.C.) se pensaba que el mundo se
componía de tres grandes espacios: Europa, Asia y África (Libia). Es decir,
Europa estaba al oeste limitada por el océano y el mar Mediterráneo, Mare-
Nostrum y las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar). En realidad, el
conocimiento geográfico de Europa no avanzó hasta la época romana gra-
cias a los topógrafos de Julio César y Octavio Augusto.
El desarrollo específico de la idea de Europa hay que reconocer que
tiene su base de partida en el Humanismo, el cual le confiere una dimensión
histórica de la que carecía. En este sentido es de notar que una de las apor-
taciones decisivas del humanismo consistió en el establecimiento de una
clara conciencia histórica. Los humanistas elevaron la historia al rango de
disciplina dentro de los studia humanitatis, en los cuales, ciertamente, el
mundo clásico antiguo y el cristianismo serían tenidos como los pilares de la
civilización europea.
En la formación del concepto de Europa y en el sentimiento que lo
acompaña prevalecieron sobre otros factores los culturales y morales. Al
nombrar Europa se alude a cierta forma de civilización, a un determinado
modo de ser y de pensar, siendo lo que importa, o lo que se selecciona en
principio, el elemento espiritual, la voluntad y el aspecto moral sobre cual-
quier otra consideración material. De ahí que el Humanismo histórico cons-
tituya el gran momento de cristalización de la idea de Europa como senti-
miento arraigado en la voluntad de los hombres. Cabría decir que desde
Padua y Florencia irradia una concepción renacentista que va a rememorar
en las ciudades italianas la pujanza de las antiguas polis griegas. En realidad
la concepción europea es netamente griega por cuanto en Grecia se inicia la
curiosidad cultural y científica, la búsqueda de la verdad y de la belleza que,
al menos idealmente, definirán la personalidad de Europa, tramitada a su
vez por Roma con su particular y extensivo desarrollo administrativo y la
aportación de la lengua latina como suelo común, incluso de evolución di-
recta en las lenguas románicas, de toda cultura y de todo fundamento de la
paideia a través de la humanitas. El establecimiento del Cristianismo como re-
ligión oficial del Imperio (Edicto de Milán, 315) puede entenderse que
otorga definitivamente una evolución humanística y espiritual transcen-
dente a los principios de las culturas clásicas griega y romana. De hecho, la
TEORÍA DEL HUMANISMO 271
7
Véase Aaron Gurevich (1994), Los orígenes del individualismo europeo, Barcelona,
Crítica, 1997.
TEORÍA DEL HUMANISMO 273
8
F. Chabod, ob. cit., pp. 80 y ss.
TEORÍA DEL HUMANISMO 275
la segunda mitad del siglo XIX, rechazando cada vez más la lógica formal
aristotélico-ecolástica, pero destruyendo también a su paso un saber larga-
mente trabajado e indispensable para el humanismo.
Es incuestionable que a mediados del Setecientos, frente al euro-
peísmo, se va afianzando la idea de nación, la noción de lo particular contra
lo general, la individualidad frente a la universalidad. Para Chabod, con
razón, el europeísmo ilustrado dieciochista resultaba opuesto al romanti-
cismo nacionalista decimonónico, que trasladó gran parte de la fuerza del
sentir europeo a la mera particularidad de la nación9.
Podría afirmarse que la Historia Contemporánea ha estado dominada
por la oposición entre el proyecto de Estados Unidos de Europa y la exalta-
ción del propio país, es decir, los nacionalismos, el ansia de libertad política
que va a prevalecer en la historia de Europa entre 1790 y 1815, desde la Re-
volución francesa (1789) hasta el Congreso de Viena (1815), en el sistema
de estados europeos basado en el principio del equilibrio político según pa-
labras de Metternich. Es éste un europeísmo de cuño conservador. Significa
repudio del principio de nacionalidad y de la revolución que llegaría a ma-
nifestarse con violencia en Europa mediante las llamadas revoluciones bur-
guesas de 1848.
Mazzini ponía en estrecha relación la nación con la humanidad; re-
coge una idea latente en Europa, Alemania y Francia (De Maistre, Montes-
quieu, Voltaire, Rousseau). Cada nación tiene una misión que cumplir (No-
valis). La reforma protestante es vista por Guizot como el origen de la
Europa Moderna. Guizot era calvinista mientras que, por el contrario, el
joven Novalis, que era católico, pensaba que la reforma había sido el princi-
pio de todas las aberraciones10.
Y así la conciencia cultural europea de la primera mitad del XIX, que
recoge casi todos los temas de la Ilustración, a veces los caricaturiza o desvir-
túa, como explicaba Cassirer en La filosofía de la Ilustración a propósito de la
gran historiografía ilustrada, pero también y a menudo los enriquece y los
transforma en temas de nueva consideración histórica. En este sentido deci-
monónico tan apoyado en la evolución de la idea de progreso, la civilización
europea puede existir en tanto que existen muchas civilizaciones nacionales
y el progreso de los pueblos es ingenuamente general, lineal e inacabable.
9
F. Chabod, ob. cit., p. 16.
10
Ibid., p. 148.
276 M. J. SANTOS DELTELL
11
Ibid., p. 152.
12
Cf. J. Borja, G. Dourthe y V. Peugeot, La ciudadanía europea, Barcelona, Península,
2001.