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Introducción
¿Qué decir de la escritura acerca de aquellos cercanos seres que han fallecido?
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Otero J. (2013) El lugar del Psicoanálisis en la actualidad.
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JANKÉLÉVITCH, Vladimir. (2004) Pensar la muerte. Fondo de Cultura Económica. Argentina.
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OTERO J. (2013) Lo estético desaplicado (o lo universal impedido).
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A continuación, se ingresa a la localización de como la muerte se desplegó en el ámbito
familiar y ha desencadenado instantes que fungen a modo de enigma, y que chasquea con el
imaginario de “la perdida” de un ser querido, y evocan por ello delirantes emociones que
tienden a rayar con lo melancólico.
Sin embargo, el ejercicio escritural, la escritura misma, toma como tarea el intentar forjar la
justa lectura a la imposición imaginaria que subyace en todo lenguaje, y vislumbrar a su vez
lo enigmático de la dialéctica constitutiva entre la vida y la muerte, de lo cual el vínculo
con el otro familiar en el lenguaje mismo es un semblante de sentido que decanta linaje.
Sin duda, tal apuntalamiento vincular permite la posibilidad de hacer con el vacío, con la
indefensión misma. Y decantar de entrada que justamente es la escritura lo que forja
vinculo.
¿Juventud?
Luego de buscarlo en la ciudad durante la mañana, antes del medio día lo he localizado en
la morgue. Me encuentro con un cuerpo desnudo, en el mismo varios impactos de bala, en
la cabeza y en el torso. Un cuerpo golpeado, ultrajado.
En estado casi delirante recorro cada lesión de su cuerpo, mis dedos palpan el estado frio y
tieso, la sangre seca, la mirada velada, con dificultad cierro sus ojos. El Sr. Don Miro
(médico legista) agacha la cabeza cuando con mi mirada y mi silencio le indico “¿Por qué,
que paso?” Lágrimas en calma de modo lento corren mis mejillas, solo deliro, tiemblo y
expreso al cuerpo: “tranquilo ya paso”, “te voy a traer un vestido, una corbata, y; te llevaré
a casa”, “ya paso”, “ya paso”.
A partir de allí se procede entonces a organizar lo que implica el funeral de “un hermano
asesinado”. Ya al caer la tarde descubrí que fue un operativo policial, donde mi hermano
fue objeto de lo que llaman: “un gancho ciego”, el cual consiste en persuadir a alguien que
sirva como carnada para agenciar un delito.
La experiencia de ello, más amenazante, quizá fue el mirar al cielo con la ira contenida de
impotencia. Sin duda, la creencia en Dios y su cielo, en el Diablo y su infierno, se
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despojaba desde las entrañas. A partir de entonces se ampliaba la perspectiva para apreciar
cada respiro de la existencia. De este modo el escenario, la escena y sus personajes
principales caen, se han desmoronado.
¿Papá?
Ingresa por urgencias al ISS (Seguro Social), en un cuadro de serio dolor abdominal. Mi
padre tiempo atrás había sido operado del corazón a causa de la obstrucción arterial. De ello
se recuperó. Sin embargo, su caída económica lo instaló en fuerte depresión, comenzaba su
muerte. Luego de su ingreso al tratamiento respectivo, casi pasados quince días fallece por
el despliegue de una bacteria en su organismo. La noche anterior a su fallecimiento, logré
evadir la vigilancia e incursione en la sala de cuidados intensivos, lo mire, se despertó y
lloramos. Me hizo señas para que le quitara la máscara respiratoria y dijo: “cuide a su
mamá”. Le dije: “gracias por todo papá, ya es tu hora, parte tranquilo, este fin de semana es
el día de la madre, de seguro te encontrarás con mi abuela”. Luego replico: “¿Mijo usted
cree que les cumplí?” Sin duda le dije y puse mi mano en su pecho: “claro papá, lo disté
todo y hasta más”. Finalmente coloque la máscara en su lugar, luego ingresó el médico de
turno y enfadado expresa: “¡usted! ¿qué hace aquí?”, solo le digo: “hasta pronto Dr.” Al
otro día, justo a eso de las cuatro de la mañana, mi padre partió.
Son las nueve de la mañana, su cuerpo está en la morgue, en el piso, lo “cubre” un pañal,
medias cortas de color blanco. Es deprimente, hay otros cuerpos en camilla. Al vigilante de
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turno le invito a levantar el cuerpo conmigo, posarlo en una camilla, cubrirlo, y luego
firmar la salida para conducirlo a la funeraria respectiva.
La muerte del padre evocó la sensación de vacío en el piso, la experiencia de tener pies y
sentir el empuje de andar sin padre. Una extraña sensación que forcejea con la ley de
gravedad.
Y, es que la muerte del padre actualiza una trama imaginaria en la que se ha significado el
sexo, el parentesco, la identidad. Trama que cae en la escena interminable de la muerte
vislumbrado lo óseo, el ser portadores de un esqueleto que simboliza la finitud; la presencia
de un enigma, un más allá de todo parentesco, la fuerza del vínculo.
¿Adultez?
Quince días antes lo intuitivo alertaba, tanto a él como a mí. Su comportamiento ansioso
me permitió sugerirle un dialogo al respecto, de lo cual se negó. Solo aceptó que
departiéramos vino frente a la imagen de una película: “Olimpo bajo fuego”.
Justo a la 1:30 pm, recibo una llamada: “asesinaron a tú hermano”. En 20” transité de sur a
norte, al llegar al lugar me desplacé hacía la entrada (parqueadero) de su lugar de trabajo,
estaba tendido en el piso. Ubiqué su cabeza en mi regazo y le cerré sus ojos, nos mecimos
en el piso de modo desesperado, miraba a todos lados, deliraba con el cuerpo, era
insoportable el sentir como se desvanecía su calor en mis brazos. De igual modo el
descubrir que su brazo izquierdo se había quebrado en la caída, le colgaba de un lado. Lo
tome y lo repose en su torso cubierto de sangre.
La experiencia trágica con el asesinato de “otro” hermano, a causa del “fleteo” en la ciudad;
lo cual de entrada actualiza las dos anteriores, de allí que el tema de la muerte cobre
significativa fuerza puesto que “alerta” la condición de vacío interno. ¿Qué decir del
terrorismo?
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Al igual que la muerte primera, el dolor y la rabia fueron de significativa intensidad por
aquello del asunto social, el riesgo que impone la ciudad frente a la certeza de estar vivo.
Una ciudad que se destila fantasmal, sea de día, sea de noche, da igual, dado que se
experiencia lo sombrío siempre al asecho de un respiro.
Para mi hermano, una escritura que fuese leída luego de la ceremonia religiosa:
JAIME
A mi madre y hermanos, …
a la familia toda...
Tú primer regalo, …
mi primera cometa.
De la responsabilidad…
Al igual que el modo como una estrella fugaz nos sorprende con su luz y su silencio.
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Hermano, tú hombre, padre y amigo fiel…
¿Mamá?
Mi madre, sí.
Una mujer de baja estatura y rasgos indígenas, de una fidelidad impecable4, de origen
boyacense (pueblo de Briceño), y quien impuso desde el nacimiento mismo el valor del
estudio. Desde su casamiento con mi padre, se dedicó en oficios domésticos, y en ocasiones
ello le permitió algunos ingresos como apoyo a su pareja. Le encantaba la poesía,
inventarlas, declamarlas. Soñó con ser bachiller, con tocar la guitarra, anhelos que nunca
desplegó de modo formal, pues el ambiente machista al cual ingresó no se lo permitió. Por
ello, su despliegue verso en lo materno.
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¿impecable? Me ha sorprendido este significante. Sin “pecado”. Pienso que por tiempo largo la religión fue
un soporte para experienciar a la mujer como “mamá” y el lugar de “hijo”. Formas defensivas de la
sentencia incestuosa legitimada en la religión y en el derecho, su moralización.
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Sin duda, el corte del cordón umbilical es una primera muerte que decantará sujeción al
lenguaje. A partir de entonces el lenguaje torna defensivo frente al vacío existencial, el cual
le antecede al despliegue biológico y de nacimiento.
¿Adultez?
¿Muerte-s?
Un hermano mayor, mi madre y mi padre que ingresan a la fragmentación del cuerpo con la
vida por la ruta de la “enfermedad”, a diferencia de los dos hermanos que escenifican la
ruptura del cuerpo con la vida. De hecho, fragmentación y ruptura implican connotaciones
distintas que van a resignificar el drama familiar que se destila en el vínculo, tanto su
sutileza como su fuerza.
Un padre, tres hermanos, referentes de lo masculino y que en el lazo afectivo trazan limite
frente a lo femenino de la madre, un modo de agenciar la sentencia edipica desplegada en la
escritura de Freud. La muerte del otro masculino es fantaseada y se acompaña de culpa
como límite experienciando en el mismo, lo enigmático que impone lectura,
desciframiento; de lo contrario -el no asumirlo- torna destino.
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Lo masculino y lo incestuoso comporta como enigma ¿Qué es ser hombre y que es ser
mujer? Ello no se resuelve de ningún modo en la prohibición. En ello, por el contrario, se
arma defensa que se evidencia como malestar en dos vías: discursiva y constitutiva. La
primera impuesta por el discurso religioso y científico, mientras la segunda de mayor
hondura implica lo pendiente en tanto enigma y lo secreto.
Cinco eventos que implican la muerte y su condición trágica, sea por enfermedad, sea por
las condiciones de ciudad que impone el terrorismo vulgar, su escena.
Ahora, más allá de la tristeza que ello desencadena, se escenifica desde la carne al lenguaje
la condición del vínculo, de lazo y tejido social en el contexto familiar, su origen mismo.
Vínculo con lo materno, con lo paterno; vínculo con lo fraterno y con lo familiar; lo cual es
develado en la experiencia con la muerte (fragmentación y ruptura), más allá de su forma
de presentación.
Sin duda, la muerte es una sola, de igual modo lo es la vida. Sus formas se encarnan y
desencarnan en las especies como cual ley que impone el tiempo, el espacio y el sentido; al
igual que el capricho del peso de los cuerpos con la fuerza de gravedad que destila
movimiento. Lo imaginario constituido en la experiencia con el lenguaje y con cada
respiro, queda cuestionado con la certeza del ver-morir y saberse vivo.
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De este modo el vínculo en tanto obra se experiencia en el lugar, un privilegiado lugar que
da licencia para advertir la indefensión en que se justifica lo defensivo del lenguaje y sus
contenidos discursivos, desde lo mítico a lo religioso, desde lo científico a lo económico.
En ello, el terror constitutivo en que se anida y justifica la indefensión, se destila el
terrorismo, sea creador (de obra), sea vulgar (agenciar la muerte).
Y, es en esta travesía por la muerte de los seres queridos que se impone la escritura como
un modo de destilar los mojones que evoquen la obra en tanto tal. En la trama
psicoanalítica, claves como lo imaginario, lo simbólico, lo real, el goce y el deseo; pese a
que no linderan de modo intencional el tema de la vida y de la muerte, apelan a la angustia
como experiencia de las paradojas (condición defensiva) de todo lenguaje. Y, en la trama
de Clínica de lo social, claves como lo humano, lo social, lo urbano, el terror, el terrorismo
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Otero J. (……) Lo humano, lo social y lo urbano.
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y el secreto; se despliega la partitura que permite una aproximación a la condición
enigmática en que se decide lo humano, su vida y su muerte. Si se quiere, un más allá del
síntoma.
Lo-estético se enuncia sin el lenguaje, por el contrario, le subtiende a dicha obra humana. Y
por ello el lenguaje es una modalidad suya, no la única. Sin embargo, la “pretensión”
humana se ha reducido a “mero” lenguaje.
Lo-estético es Obra en movimiento que hace posible el dialogo entre la noche y el día, entre
la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte. De este modo lo onírico y lo vigilico son
modalidades de mundo, sin ser el mundo de modo acabado.
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humano obra en acto puro. Descifrar tal encuentro que no tiene absolutamente nada ni de
improviso ni de destino. Quizá una clave que argumenta tal captación es el hecho mismo
del lenguaje que al advertir la singularidad, delata su impotencia frente a la misma, cosa
que no sucede con lo singular dado que está más del lado de lo “humano-todo”, su
condición pulsional.
La escritura de Otero J., que se acalora a cada paso, se despliega entre lo amorfo y la forma,
con la certeza de lo-estético que se hace haciéndose. Digamos que se detiene en cada acto
escritural advirtiendo sin decirlo el compromiso de lo temporal en el despliegue del
movimiento. Lo humano en dicho ámbito es forma que no se reduce ni a lo natural, ni a lo
cultural, como caprichosamente pretende todo discurso decidido en claves morales.
Lo-estético entonces vislumbra el modo como lo moral se impone como destino, sus
formas son a partir del lenguaje. Además, al trascender lo moral, destila horizonte cuya
esencial partitura implica el enigma y el secreto que toda vida-muerte comportan.
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