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Quien preside:
Todos
Amén.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús en el huerto de los Olivos
Primer lector
Llegaron a un lugar llamado Getsemaní.
Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan
y les dijo: “Siento una tristeza mortal.
Quedaos aquí, y velad”.
Y avanzando un poco más, se postró a tierra y suplicaba:
“¡Abba, Padre! Todo te es posible.
Aparta de mí esta copa de amargura.
Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres Tú”(Mc 14, 32a.33a.34-36).
Segundo lector
Después de haber comido la Pascua con tus discípulos, oh Jesús,
te diriges a un huerto llamado Getsemaní.
Tus discípulos tienen miedo.
Desconcertados se adormilan, cargados de tristeza.
Tú, Jesús, sabes que esta tarde ha llegado la hora,
la hora ardientemente deseada.
Tú, ahora, en lo profundo de tu humanidad, la tienes miedo.
Guía: Oremos
Quien preside:
Abre, Padre, con la gracia de tu Espíritu Santo,
nuestros corazones para acoger tu voluntad,
a fin de que tengamos la fuerza de vigilar y orar con Jesús
en su combate contra el mal,
y la participación a sus sufrimientos
nos permita experimentar la potencia de su resurrección.
Todos: Amén
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús, traicionado por Judas, es arrestado
Primer lector
Llegó Judas, uno de los Doce,
y con él un tropel de gente con espadas y palos,
enviados por los jefes de los sacerdotes,
los maestros de la ley y los ancianos.
Se acercó a Jesús diciendo: “Rabbí”, y lo besó.
Ellos le echaron mano y lo prendieron (Mc 14, 43.45-46).
Segundo lector
No como un héroe, sino como un Siervo,
Tú, el Hijo amado que sabe de dónde viene y a dónde va,
acoges, con el corazón abierto y desarmado,
la banda de hombres enviados para arrestarte como un malhechor.
A la cabeza, Judas,
tu discípulo y amigo,
compañero de la primera hora.
No rechazas su beso.
Sólo le preguntas:
“¿Por qué de este modo?”.
Y tus discípulos...
huyen, todos.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesús, Tú has afrontado la prueba,
la más dura para nosotros de soportar:
la traición y el abandono de los amigos.
Ayúdanos a permanecer de pie,
en toda circunstancia,
sin cerrar el corazón al Amor.
Todos: Amén
TERCERA ESTACIÓN
Jesús es condenado por el sanedrín
Primer lector
Los jefes de los sacerdotes y todo el sanedrín
buscaban una acusación contra Jesús para darle muerte,
pero no la encontraban.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús diciendo:
“¿Eres Tú el Mesías, el Hijo del Dios Bendito?”
Jesús contestó:
“¡Yo lo soy!”.
Todos lo juzgaron reo de muerte (Mc 14, 55.61-62a.64b).
Segundo lector
Todo es terriblemente falso en este proceso,
como en tantos procesos en el curso de la historia,
provocados por la rivalidad,
por el miedo de perder el poder, de perder la autoridad.
Tú estás en silencio,
como el siervo que no abre la boca.
Tu corazón está hinchado de dolor
en este momento trágico
en el que se excava un abismo entre Ti y tu pueblo,
el pueblo predilecto de tu Padre.
Guía: Oremos
Quien preside:
Padre, perdónanos.
Tantas veces hacemos de la fe una propiedad,
un privilegio que nos pertenece.
Pero sólo por tu gracia podemos reconocer a Jesús como el Mesías,
tu Hijo, nuestro Señor.
Todos: Amén
CUARTA ESTACIÓN
Jesús es negado por Pedro
Primer lector
Transcurrió como una hora, y otro afirmó rotundamente:
“Es verdad, éste andaba con él, porque es galileo”.
Entonces Pedro dijo: “No sé de qué me hablas”.
E inmediatamente, mientras estaba hablando, cantó un gallo.
Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro.
Pedro se acordó de que el Señor le había dicho:
“Hoy mismo, antes que el gallo cante, me habrá negado tres veces”,
y saliendo afuera, lloró amargamente (Lc 22, 59-62).
Segundo lector
He aquí tu discípulo, la roca de la que habías dicho:
“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
El discípulo que había declarado:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”
¡Qué roca...!
Estaba tan seguro que te seguiría hasta el final,
que se habría quedado junto a ti a toda costa...
Y ahora niega ser uno de los tuyos,
niega la propia identidad de Galileo...
Pero Tú no has cesado de orar por él,
como no cesas de orar por tu Iglesia,
a pesar de sus infidelidades y de sus traiciones.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesús, Tú no cesas de orar por nosotros.
No nos abandones cuando nos descarriemos.
Tu mirada compasiva pose sobre nosotros,
y nos haga volver a Ti, siempre.
Todos: Amén
QUINTA ESTACIÓN
Jesús es juzgado por Pilatos
Primer lector
Las autoridades y el pueblo gritaban:
“¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”.
Por tercera vez Pilatos les dijo:
“Pues, ¿qué mal ha hecho éste?
No he encontrado nada en él que merezca la muerte”.
Pero ellos insistían a grandes voces,
pidiendo que lo crucificara,
y sus gritos se hacían cada vez más violentos.
Entonces Pilatos decidió que se hiciera como pedían (Lc 23, 21-24).
Segundo lector
Tú estás ahora ante el gobernador romano,
después de haber sido juzgado
por las autoridades religiosas de tu pueblo.
Guía: Oremos
Quien preside:
Señor Jesús, ruega por nosotros,
para que podamos continuar siguiéndote,
en tu camino de amor y de libertad,
ahora, en este viacrucis,
y en la vida de cada día.
Todos: Amén
SEXTA ESTACIÓN
Jesús es flagelado y coronado de espinas
Primer lector
Los soldados, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron.
Después comenzaron a saludarlo, diciendo:
“¡Salve, rey de los judíos!”.
Y le golpeaban en la cabeza con una caña,
le escupían y, poniéndose de rodillas, le rendían homenaje (Mc 15, 17a.18-19).
Segundo lector
“¡He ahí el hombre!”,
el único verdadero hombre,
el siervo, que inaugura la era mesiánica.
Guía: Oremos
Quien preside:
Padre, has creado al hombre a tu imagen y semejanza.
En Jesús nos revelas tu perfecta imagen.
Que el Espíritu Santo
haga nuestra vida cada vez más conforme a la de tu Hijo,
y nos enseñe a reconocer su rostro,
que se transparenta en el rostro de los torturados
y de los humillados de este mundo.
Todos: Amén
SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús es cargado con la cruz
Primer lector
Tras burlarse de Él,
le quitaron el manto de púrpura,
lo vistieron con sus ropas
y lo sacaron para crucificarlo (Mc 15, 20).
Segundo lector
Jesús, cargan sobre Ti la cruz,
en la que serás clavado fuera de la ciudad.
Cómo pesa la cruz
cargada con el abandono de tus discípulos,
con el rechazo de tu pueblo,
con la vileza del gobernador,
con la crueldad de los soldados,
con el fanatismo de la multitud voluble,
que algunos días antes te había proclamado rey
a tu ingreso en Jerusalén.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesús, has dejado que te lleven fuera de la ciudad.
Concédenos la gracia de no avergonzarnos
de seguirte hasta allí
y de juntarnos a todos los hombres y mujeres
que en nuestro mundo son despreciados y excluidos.
¡Ellos son el lugar privilegiado de tu presencia!
Todos: Amén
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús es ayudado por Simón de Cirene a llevar la cruz
Primer lector
Cuando se lo llevaban para crucificarlo,
echaron mano de un tal Simón de Cirene,
que venía del campo,
y le cargaron la cruz
para que la llevara detrás de Jesús (Lc 23, 26).
Segundo lector
Tus discípulos te siguen de lejos,
descarriados y turbados.
¡Cómo hubiesen querido ayudarte a llevar esta Cruz...!
Pero no ha llegado todavía para ellos la hora.
Guía: Oremos
Quien preside:
Señor, tu gracia nos basta.
Tu potencia se muestra en nuestra debilidad.
Cuando la cruz nos parece demasiado pesada,
Tú la llevas con nosotros.
Ayúdanos a aceptarla sin duda alguna.
Todos: Amén
NOVENA ESTACIÓN
Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén
Segundo lector
A lo largo de esta subida interminable,
finalmente un signo de compasión:
son las mujeres que osan llorar por Ti, Jesús,
su Maestro y Salvador.
Tú había tenido por ellas reconocimiento y respeto,
las habías amado y jamás despreciado
en su realidad de mujeres.
Les habías hablado del Reino.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesús, enséñanos a llorar,
como Tú has llorado sobre Lázaro, tu amigo,
y sobre tu ciudad, Jerusalén.
No permitas que nos encerremos en nuestras lágrimas,
porque has bajado hasta nuestros infiernos
y nos tiendes siempre la mano,
Tú, el Resucitado.
Todos: Amén
DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es crucificado
Primer lector
Después lo crucificaron
y se repartieron sus vestidos,
echándolos a suertes,
para ver qué se llevaba cada uno (Mc 15,24).
Segundo lector
Te han despojado de tus vestidos, Jesús,
te han clavado en la cruz.
Tú has rehusado el vino y la mirra
porque tu corazón debe estar vigilante, hasta el final.
Guía: Oremos
Quien preside:
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimo.
Con tu cruz has redimido al mundo.
Te adoramos.
Todos: Amén
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús promete su Reino al buen ladrón
Primer lector
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús.
Pero el otro intervino para reprenderlo, diciendo:
“¿Ni siquiera temes a Dios?”.
Y añadió:
“Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey” (Lc 23, 39a.40a.42)
Segundo lector
Blasfemias, escarnios, injurias de los pasantes:
“Sálvate a Ti mismo”.
¿Por qué este gusto perverso
de divertirse a espaldas del débil indefenso?
Incluso uno de los condenados
se abandona a este placer
con las pocas fuerzas que le quedan.
Las fuerzas del reino de las tinieblas
obran en plena luz,
y se encarnizan para salvar lo que pueden de su poder.
Sí, Tú perdonas,
y hoy acoges en tu Reino,
sólo por tu gracia y para siempre,
al buen ladrón,
el homicida que se abre a la fe.
¡Y el centurión, el pagano, queda estupefacto!
Guía: Oremos
Quien preside:
En tu reino sin fronteras,
¡acuérdate también de nosotros, Señor!
Todos: Amén
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús en la cruz, la Madre y el discípulo
Primer lector
En aquella hora, Jesús, al ver a su madre
y junto a ella al discípulo a quien tanto quería,
dijo a su madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Después dijo al discípulo:
“Ahí tienes a tu madre”.
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 26-27).
Segundo lector
María ha vivido todo el sufrimiento
que puede experimentar una mujer en su desgarradora angustia.
Ha asistido impotente a la tortura del hijo,
ha visto al pueblo befarse de él,
y a los soldados repartirse sus vestidos.
Ha conocido el desprecio, la humillación;
ha sentido lacerársele el corazón, partírsele,
atravesado por la espada.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesús, Tú has dejado a María, tu Madre, y a tu discípulo predilecto,
el don de un amor más grande,
manantial de vida para tu Iglesia.
Concédenos también a nosotros
acogerlo y vivirlo juntos.
Todos: Amén
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
Primer lector
A eso de las tres gritó Jesús con fuerte voz:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre
y le ofrecía de beber.
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró (Mc 15, 34.36a.37).
Segundo lector
Grito de extrema desolación, angustia profunda del hombre,
presa de los tormento de la muerte, abandonado a sí mismo.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Tú no eres ya sino sed, sed del Padre,
a pesar de su ausencia;
sed de nuestro amor, a pesar de nuestros rechazos.
Guía: Oremos
Quien preside:
Jesucristo, Tú has destruido en tu carne
los muros que nos dividen tan fácilmente,
y, con tu Cruz, has eliminado el odio, Tú que eres nuestra paz.
Que seamos una sola cosa: Tú en nosotros y nosotros en Ti,
como Tú estás en el Padre y el Padre está en Ti,
para que el mundo crea que el Padre te ha enviado
y nos ama como te ama a Ti.
Todos: Amén
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es colocado en el sepulcro
Primer lector
José de Arimatea compró una sábana,
bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en la sábana,
y lo puso en un sepulcro excavado en roca (Mc 15, 46a).
Segundo lector
¡Una lanzada!
Agua y sangre.
Jesús está ya muerto.
Tu cuerpo desgarrado, contorsionado por el sufrimiento,
puede finalmente entrar en el reposo.
Tus amigos te bajan delicadamente de la Cruz.
Las mujeres están allí para recibir tu cuerpo.
Incrédulas, contemplan tu rostro.
¿Ha terminado todo de verdad?
Guía: Oremos
Quien preside:
Oh Dios, que nos amas,
con el Bautismo en la muerte de Jesús, tu Hijo,
hemos sido sepultados con Él.
Danos la gracia de un verdadero arrepentimiento,
para que, a través de la muerte y de la puerta del sepulcro,
resurjamos, en el gozo, a una vida nueva,
por Jesucristo, tu Hijo,
que ha muerto, ha sido sepultado
y ha resucitado por nosotros.
Todos: Amén
8 VIACRUCIS CON TEXTOS DEL PAPA PABLO VI
Guía:
Oremos
Quien preside: