ztese

4 z Crisis del marxismo o crisis del reformismo? Christine Buci- Director periodista: Francisco Arroyo.
Glucksmann. Coordinación general: Miguel Riera, Josep Sarret y Miguel A
Barroso.
9 zCrisis del marxismo o crisis de los filósofos? L udollo Pararnio y Portada: Julio Vivas.
Jorge Reyerta.. Diseño grafico: Enric J. Abad y Ferrón Giner.
Redactores y colaboradores: Josep Alberti, Gabriel Albiac, A. del
13 El mito del progreso y la neutralidad de la ciencia (entrevista Amo, Héctor Anabitarte, Rafael Argullol, María-José Aubet, J.M.
con Ludovico GeymonatlGianpiero Borella. Carandell, Alberto Cardin. Fernando Claudin, Marcelo Cohen, Cr,stina
Dachs, Paco Fernández-Buey, Domènec Font, J. García Sánchez, E.
18 Los Gulags del Capital. Robad Linhart. Gil Calvo, J.L. Giménez Frontín, Juan Goytisolo, Román Gubern.
Eduardo Haro lbars, F. Jiménez Losantos, Joaquim Jordà, Jorge A.
22 A Cuba no la para ni Dios (entrevista con Carlos Franqui). Miguel Marfil, Jordi Mesalles, A. de Miguel, Paco Monge. Joan Montserrat,
Riera y Josep Sarret. Miguel Moral,. Ana Moix, L. Paramiu, E. Parra, C. Pen Rossi, Carlos
Rama, Luis Racionero, J. Re yerta, Joaquim Sala-Sanahuia. Fernando
28 El teléfono. Vicente Verdú. Savater. Joan Senent-Josa, Santi Soler. Eduardo Subirats, Pep
Subirós, Santiago Trancón, Carlos Trías, V. Verdú, J.M. Vidal Vila.
31 Dossier: Autonomía obrera. Fotógrafos: Francesc Fàbregas, Xavier Gassió, Mario Pacheco y
Jordi Puig.
47 La vida, la pasión y la muerte (una conversación entre A. García
Calvo y Fernando Savater). Javier Garcia. Revista Mensual, n.° 24, septiembre 1978.
Precio: 100 pesetas.
Edita: Iniciativas Editoriales S.A.
53 Los ritos sociales de la clase media. Cristina Per, Rossi.
Redacción y Administración: Caspe, 78, 3.° 2.° Barcelona.
Tel. 226 39 02.
56 Las palabras y las cosas. Publicidad: Francisco Delafuente (Madrid. Tel. 445 83 711y Evaristo
Fernándeb(Barcelona. Tel. 226 39 04l.
58 Libros: Andrés Sorel, L.F. Calina, Blas de Otero, Literatura Depósito Legal: B-40.616-1976.
erótica. Imprime: Rieusset, S.A.
Sepúlveda, 88. Barcelona.
64 Esther Tusquets, Madame Lumen para los amigos. Ana Moix. Distribuye: MIDESA.

68 Trópico de Palinuro. Ernesto Parra. NOTA DE LA REDACCION •

La redacción de nuestra revista reobro unos quinientos artículos para
concursar en el Premio de Ensaya' "El viejo topo". Entre ellos se en-
72 Correo del Topo. contraba uno que tenia como titulo "El felisin programado" Cuyos
datos (autor. dirección...) se extraviaron entre la avalancha de papeles
que se agolparon en nuestra redacción en esos dias. Tenemos interés
en conocer la identidad del autor del mencionado articulo. En caso de
que esta nota llegue a sus manos, tal como esperamos, le rogamos
que se ponga en contacto con nosotros por teléfono o por carta.
Han pasado diez años. Y lo que parecia el
arma critica del movimiento de Mayo en
Francia, en Europa: el marxismo, con
todas sus variantes libertarias, maoístas,
guevaristas, trotskistas, teoreticistas-al-
thusserianas, en todo caso, antiimperialis-
tas, se ha sentado en el banquillo de los
acusados. Curioso desplazamiento de co-
yuntura política e ideológica. En el preciso
momento en que las sociedades capitalistas
conocen, e incluso reconocen, su crisis
más grave desde 1930; en el mismo mo-
mento en que los expertos de la Trilateral
confiesan que las democracias occidentales
se han hecho "ingobernables" en razón de
una crisis larvada de los instrumentos de
hegemonía clásicos,(1) habrá entrado el
¿CRISIS DEL
MARXISMO O
CRISIS DEL
tiEFORMISMO?
propio marxismo en esta via? ¿Estaremos
asistiendo al retorno de una cultura liberal
o neo-liberal, que estaría con la sociedad y
contra el Estado, que desarrollaria un anti-
estatalismo ambiguo que sólo serviria para
preparar el terreno a las multinacionales
ávidas de superar las barreras de los Esta-
dos Nacionales y del jacobinismo francés?
¿Crisis abierta del marxismo y fin de todos
nuestros mitos? Probablemente. Decre-
tada por unos, siempre dispuestos a ver en
el un opio del pueblo y la fuente de nues-
tros gulags, intertorizada por otros en una
crisis política sin precedentes desvelada
por el fracaso histórico de la izquierda en
Francia, declarada, en forma autocritica y
provocadora, por estos últimos (Althusser
al frente, pero también Rossana Rossanda,
Colletti o Perry Anderson), esta crisis de la
idea y de las prácticas de la Revolución pa-
rece afectar a la propia teoria marxista.
¿Nos condena el "leninismo", e incluso el
"marxismo", a una especie de impotencia
critica y práctica en lo que respecta a la
transformación de las sociedades occiden-
tales?
Para no hablar de los otros, los defensores
de un neoliberalismo teñido de populismo
4
izquierdista, los que proclaman que el sta-
linismo del "socialismo realizado" es una
consecuencia del leninismo, que a su vez lo
es del "totalitai ismo" de Marx, evidente-
mente programado por la cultura jacobina
de las luces (no hay nada más fascista que
la Ilustración), a su vez víctima, no hace
falta ni decirlo, de los gérmenes totalitarios
del platonismo y de la Metafisica Occiden-
tal. ¡Uf!
Exactamente en este punto, en medio de la
vorágine terrorista de una metafísica de los
orígenes que me recuerda curiosamente la
ideologia francesa anti-jacobina y post-re-
volucionaria del siglo XIX, de Benjamin
Constant a Guizot, todas estas criticas a la
"democracia contra la libertad" por totali-
CHRISTINE BUCI-GLUCKSMANN
taria,(2) me asalta una duda. ¿Y si esta cri-
sis del marxismo no fuese en el fondo más
que la crisis de determinado marxismo, re-
formista o neo-staliniano, que nunca acaba
de morir y que renace de nuevo en todas
las perversiones burocráticas de la práctica
política? ¿Y si, como yo pienso, esta crisis
dramática de los métodos de análisis y de
las prácticas políticas y estratégicas del
movimiento obrero, tan manifiesta en las
actuales contradicciones de un eurocomu-
nismo desfalleciente como en la "crisis de
identidad" de los grandes partidos comu-
nistas occidentales o en el fracaso histórico
de la izquierda., dejase finalmente al descu-
bierto las lagunas, los limites del propio
Marx?
Limites en cuanto al Estado, a la ideologia,
a las estructuras y al funcionamiento de las
prácticas políticas, al análisis de lo que na-
ció en el 68: las formas moleculares de po-
der (en la familia, la pareja, la escuela, las
cárceles), este ancho campo de la norma y
del control social imposible de rebajar al
nivel del mero poder de Estado y más im-
posible aún de reducir a las clásicas formas
de explotación. ¿Y si, para terminar, esta
desilusión critica, este antidogmatismo de
la crisis, lejos de sumergirnos en un som-
brío pesimismo que está muy de moda.
fuese realmente una nueva oportunidad
para que surja. por fin, un pensamiento de
la política que no sea un pensamiento del
Estado y de la dominación, sino un pensa-
miento de la hegemonia, como halma in-
tuido Gramsci?
Podríamos interpretar esta crisis como
una crisis de madurez, como una lección
de realismo histórico, como una libera-
ción. Y, seguramente, como el fin de las
pretensiones más o menos filosofantes y
sobre todo politico-estatalistas. siempre
dogmáticas y cerradas, de la teoria mar-
xista, a englobar, unificar, controlar la to-
talidad del proceso histórico que va del
capitalismo al socialismo, reducido de una
vez por todas a un simple enfrentamiento
woluntarista entre clases. Para decirlo
brevemente, las relaciones entre la teoria
marxista y el socialismo o la revolución
han sido viciadas, se han pervertido, y la
teoria no puede haber salido indemne y
pura. Razón de más para enfrentarse a esa
cuestión planteada en el 68 y que jamás ha
sido resuelta: "Qué hacer", si, del mar-
xismo, con el marxismo, y quizás. más allá
y, ¿por qué no?. contra el marxismo, para
analizar en profundidad nuestra sociedad?
Quizás así saldríamos de todos los impas-
ses que nos ha legado el movimiento
obrero: pensar la revolución exclusiva-
mente a partir del modelo de una toma
frontal del poder (tipo 1917) u "ocupar el
Estado" a través de una simple vía
parlamentaria, desde arriba. entre Estados
mayores, según esa tradición de Bernstein
y Kautsky que la Unión de la Izquierda no
ha podido ni querido superar.
Que el ario 68, desde París a Praga. desen-
cadenó la puesta en crisis y en causa del
marxismo, de un marxismo incapaz de
"cambiar la vida", es algo de lo que sólo
más tarde, por razones politicas e ideológi-
cas, nos hemos dado cuenta. La crisis del
stalinismo y todavía más la de la "desesta-
linización" trágicamente aplastada en
Praga, así como el fracaso de Chile, Portu-
gal y Francia al intentar la via democrá-
tica, han puesto en evidencia algo que ya
estaba implícito en el movimiento de
Mayo: en sus contradicciones teóricas y
politicas, en su bloqueo estratégico.
A decir verdad, en Mayo del 68 el mar-
xismo no era fundamentalmente una espe-
cie de cuerpo teórico constituido en un
plano epistemológico. Ni siquiera si tene-
mos en cuenta que el retorno a las fuentes
(al Marx posterior a la ruptura, a Lenin...),
al rigor, a la ciencia de la historia contra la
ideologización del marxismo y los huma-
nismos blandos, había constituido la prin-
cipal novedad althusseriana de los años
65-68. Por aquél entonces, leíamos y releí-
amos El Capital. Creíamos que era posi-
ble salir del stalinismo y de su critica hu-
manista liberal "de derechas", en virtud de
la Teoría y de la reapropiación de los gran-
des textos marxistas. Por supuesto, esta di-
mensión teórica no estuvo ausente del
Mayo. Pero también es cierto que, tanto
respecto al movimiento estudiantil como al
obrero, estaba desfasada.
De hecho, el marxismo de Mayo, con
todas sus fascinaciones tercermundistas e
insurreccionales, era otra cosa. Era una es-
pecie de gran evidencia crítica, la dimen-
sión global, no siempre consciente y a me-
nudo contradictoria, de una praxis colec-
tiva de ruptura. Crítica del saber, de la
Universidad burguesa, de los poderes, de
las jerarquias, de la relación dirigentes/di-
rigidos, de la representación política y del
Estado represivo; reiterado intento de unir
a Marx con Freud, al deseo con la Revolu-
ción; fantasma de un imaginario y de una
palabra colectiva que al fin se hacía históri-
camente activo: eso era el marxismo de
Mayo. En el horizonte, las grandes luchas
antiimperialistas: el pueblo vietnamita, el
pueblo cubano (el "Che"), el gran movi-
miento de la Revolución cultural en China
y en Europa: la contestación estudiantil.
Pero a diez años de distancia, este mar-
xismo preñado de modelos tercermundis-
tas que repetia machaconamente el mito
insurreccional de la huelga y del doble po-
der, que decretaba el Estado golista "va-
cante", en ruinas, ocupable "frontal-
mente", ya no puede encubrir su inanidad
respecto a la fuerza del movimiento de
masas anti-institucional y anti-autoritario,
que planteaba problemas más complejos.
Al confundir una crisis de hegemonia (en
el sentido gramsciano de crisis de la autori-
dad, de las instituciones, de la política, del
Estado "integral") con una crisis revolu-
cionaria (en el sentido leninista clásico),
era inevitable caer en un impasse estraté-
gico. A pesar de lo que se dijo, el poder no
podía ser "ocupado". Por otra parte, todos
los testimonios que se han recogido mas
tarde confirman el hecho de que, si bien
pasaron momentos dificiles, las fuerzas del
orden nunca perdieron totalmente el con-
trol de la situación, y que la burguesía es-
taba decidida a defenderse por todos los
medios. La contraofensiva golista de fina-
les de Mayo, la mal disimulada amenaza
de una guerra civil, indican claramente la
eventualidad de una masacre versallesa.
Pero, entonces, ¿cómo se explica que el
movimiento estudiantil se identificase con
este marxismo bifronte, masivamente li-
bertario y estratégicamente clásico, total-
mente prisionero de una visión frontal del
poder y del Estado, al tiempo que recta
maba otras prácticas políticas, otro pensa-
miento de la política, que superaban el ho-
rizonte, más que problemático, de la toma
del poder de Estado?
Esta identidad de la crisis revolucionaria
(en el sentido leninista del término) y de la
crisis de hegemonía (en el sentido grams-
ciano) explica probablemente uno de los
orígenes franceses de la ulterior crisis del
marxismo. El descubrimiento del carácter
global de la opresión capitalista se expre-
saba en una nueva forma de conciencia
histórica que no ha dejado de actuar en
nuestra sociedad en los últimos diez años,
si bien, con el desarrollo de la crisis, re-
viste, desde 1975, formas más larvadas e
indudablemente más desesperadas. Ahora
sabemos que el sistema social capitalista
no se basa exclusivamente en la explota-
ción económico-social enfatizaba por
Marx, sino también en el conjuntó de insti-
tuciones, de aparatos ideológicos, de rela-
ciones interpersonales que lo mantienen en
vida, que lo reproducen contradictoria-
mente, y que no puede abarcarse con la
simple problemática marxista de la "super-
estructura", de la "conciencia", de la ideo-
logía. El enfoque economicista cuantita-
tivo de las relaciones de producción y de
explotación ha sido puesto en entredicho
por la crítica autogestionaria de las formas
jerárquicas del poder y del control social,
en el propio interior de las fabricas.
Una crisis de hegemonía como ésta, ¿no
desemboca acaso en una critica de la polí-
tica tal como se ha estructurado "en la es-
fera pública" burguesa? Ahora bien, como
ha mostrado Jurgen Habermas, la consti-
tución del espacio público se basa precisa-
mente en una separación entre la "esfera
pública" (limitada desde el siglo XVII al
Estado) y el campo de lo privado, en su do-
ble determinación: dominio privado de la
sociedad civil (intercambio y producción
económica) y de la familia nuclear, ese do-
minio de la interioridad ourguesa y pe-
queño-burguesa que desde la segunda mi-
tad del siglo XIX afecta también a la clase
obreraL 3)
De hecho, esta reducción de lo politico al
Estado caracteriza al modo de producción
capitalista como tal y a su ideología. La
5
afirmación de Engels según la cual el Es-
tado "es la mayor potencia ideológica exis-
tente se puede interpretar en este sentido.
La aparición de este Estado separado que
el joven Marx criticaba como "Estado de la
separación" se inscribe en toda una serie
de nuevas oposiciones: lo social y lo poli-
tico, lo social y lo económico, lo social y lo
privado. Sin duda, el desarrollo de las
prácticas estatales keynessianas (el Wel-
fare state) ha limitado esta separación en-
tre lo económico y lo político, que ni si-
quiera en el marco estrictamente liberal ha
llegado nunca a ser total. Pero lejos de des-
truir el fetichismo estatal, parece haber re-
forzado la identificación política-Estado.
Habrá que esperar al movimiento de libe-
ración de las mujeres, el feminismo —uno
de los verdaderos herederos de Mayo—
para comprender que esta autonomización
de lo político, su reducción a lo estatal, a
los partidos, ha funcionado históricamente
—y todavía funciona— gracias a la exclu-
sión de las mujeres, a su "privatización".
Al descubrir que "lo personal es poli-
tico", el movimiento feminista se entrega
en la práctica a la critica de un concepto
"estrecho" de lo político, reducido al Es-
tado y prisionero de la ideologia burguesa
de la política y de su campo exclusiva-
mente "representativo-parlamentario".
Si, como dice Althusser en su entrevista de
II Manifesto,(4) Marx "quedó atrapado en
la representación burguesa del Estado, de
la politice, hasta el punto de limitarse a re-
producirla de una forma negativa (critica
de su carácter jurídico)", si su análisis del
Estado es, en consecuencia, más negativo
que positivo (primacía de la crítica del Es-
tado-dominación de clase), si esta región de
lo político es realmente un "punto ciego",
una "zona prohibida", ¿no se debe ello a
otro punto ciego que Althusser no ilu-
mina: la debilidad intrínseca del análisis
marxista, su retraso tanto práctico como
teórico respecto a la liberación de la mu-
jer? ¿Se puede realmente hacer una crítica
de la política sin hacer una critica femi-
nista de la política? Lo dudo mucho... Los
lazos que unen al Estado con la genealogía
del familialismo, las relaciones aún poco
exploradas entre la instalación del régimen
representativo y la normalización de las re-
laciones intrafamiliares (sobre todo en la
clase obrera) permite pensar que el Estado
funciona "como una familia".(5) Sin olvi-
dar este otro hecho: toda dominación de
clase va acompañada de la "dominación"
del sexo masculino...
Es decir, que la crisis del marxismo en sus
versiones clásicas o institucionalizadas
tiene mucho que ver con la existencia de
los dos grandes problemas planteados en
Mayo. Un problema teórico: cómo pensar
las relaciones entre el poder de Estado y
los demás poderes, entre la explotación
económica y las otras formas de sujeción:
sexuales, burocráticas, jerárquicas... Un
problema práctico: la dimensión exclusiva-
mente representativa de la política no
6
puede ocultar "la politización de lo so-
cial", con sus efectos: reafirmación de una
subjetividad política irreductible a los cá-
nones clásicos de una individualidad bur-
guesa en crisis y a los análisis marxistas,
aunque sean los de una "teoría de la perso-
nalidad" desarrollaba, que no "sueña" y
que se revela "asexuada". Y por qué iba a
soñar si está "desarrollada", si es feliz, si
tiene asegurada la garantía de un huma-
nismo cientifico puesto al día, y que disi-
mula mal su propia "moralina", como di-
ria Nietzsche?
Pues bien, frente a estos dos problemas, el
marxismo de la extrema izquierda (diga-
mos, su versión leninista ortodoxa) y el
marxismo institucionalizado del Partido
Comunista francés han perdido su carácter
hegemónico, cuando no han constituido
—en la forma comunista de la "teoría/
ideologia" del capitalismo monopolista de
Estado y de su complemento humanista—
un freno a un análisis de fondo de la socie-
dad civil francesa...
Por esta razón, el marxismo de Mayo del
68 no fue solamente una "praxis de rup-
tura" presente en todos los frentes de lu-
cha. Fue también, en primer lugar, un
marxismo roto, fracturado, paralizado por
esta gigantesca contradicción politice de
Mayo: el encuentro imposible entre capas
y clases potencialmente aliadas, la compar-
timentación vertical y sectaria de luchas
que habrían podido y debido unificarse: la
de los estudiantes y jóvenes escolarizados,
y la de la clase obrera y los trabajadores.
Desde este punto de vista. la "responsabili-
dad" especifica de los partidos políticos en
el bloqueo estratégico de Mayo no puede
negarse. Dicho bloqueo no es, sin duda,
ajeno al fracaso de una unión de la iz-
quierda incapaz de establecer una dialéctica
real entre el "contrato" (unidad de los par-
tidos) y el "combate" (unión de las masas
en la base). Incapaz, en el fondo, de apren-
der las lecciones de Mayo.
La explosión estudiantil, intelectual len
sentido amplio) fue seguramente la sor-
presa mayor de Mayo. Pues bien, para po-
nerse a prueba de este movimiento antica-
pitalista de masas que atravesaba casi
todos los "aparatos de hegemonia" (Uni-
versidad, escuela, familia, medios de co-
municación, hospitales, asilos...), un movi-
miento que incluía desde la utopia y las as-
piraciones "autogestionarias" a nuevas
formas de entender la democracia y la polí-
tica (práctica de las asambleas, toma de la
palabra, rechazo de la delegación...), el par-
tido comunista se replegó inmediatamente
en su "fortaleza". A pesar de haber reco-
nocido las aspiraciones "legítimas" (zy las
otras?) de los estudiantes y denunciado la
represión, al reducir el movimiento desde
el principio a la acción de "algunos gru-
púsculos", al culpabilizarlo y pasarlo por
la picota de un leninismo osificado, califi-
cándolo de "izquierdismo pequeño-bur-
gués", destruyó la posibilidad de mantener
una relación cultural y política, y por con-
siguiente hegemónica, con un movimiento
que se le escapaba por todas partes y que
malhadadamente le venia "de fuera"...
De ahi derivan varias consecuencias que
pesaran singularmente sobre toda su estra-
tegia democrática. Incapacidad patente
para reconocer en caliente la necesidad de
nuevas formas de democracia de base. In-
capacidad para percibir y analizar los nue-
vos frentes de lucha. Dos incapacidades
que, en ausencia de toda autocrítica, lleva-
rán a la repetición de los mismos errores,
al mismo miedo frente a la novedad y a las
luchas resultantes del 68: desde la lucha
autogestionaria de Lip a las luchas femi-
nistas, ecologistas...
Esta postura frente al movimiento tiene
sus razones. Si el poder no está en la calle,
Gebe estar prioritariamente en las urnas,
como si una cosa fuera posible sin la otra.
Pues bien, desde Mayo del 68, la prioridad
de un gobierno popular con participación
comunista, la reducción del movimiento a
este único objetivo, es afirmada. Pero al fi-
jar este limite político a un movimiento
que, tanto desde el punto de vista de los in-
telectuales/capas medias, como desde el
punto de vista obrero, superaba el marco
del mero parlamentarismo, ¿no se conde-
naba el PC a perder toda hegemonia real
en la lucha y en el propio interior del mo-
vimiento?
¿Acaso la elección de este terreno, que será
precisamente el de la "gestión" del Pro-
grama Común, no excluía de entrada toda -
combinación real entre nuevas formas de
democracia de base y parlamentarismo?
Así se mantenía y se consolidaba la divi-
sión de tareas entre sindicatos y partidos
politicos, a la búsqueda de un acuerdo pro-
gramático por arriba, entre Estados Mayo-
res. División que se reproducirá a partir
del 72 y que resultará un freno a la cons-
trucción de una "unión popular" sin refor-
mismo ni sectarismo, capaz de convertir el
Programa Común en un acuerdo dinámico
sobre el que las masas podrían pronun-
ciarse, incluso críticamente.
Detrás de esta crisis de estrategias del 68 y
del 78, hay razones específicamente teóri-
cas ligadas a la ausencia de hegemonia cul-
tural del marxismo en el movimiento
obrero francés. Profundamente vinculado
a la tradición popular, el marxismo está de
algún modo encajonado entre dos tentacio-
nes y dos tradiciones: la tradición obrerista
surgida de la práctica misma de la clase
obrera y reforzada por la "ideologia bol-
chevique" difundida por la Tercera Inter-
nacional(S) y la tradición jacobina que le
arrastra por arriba y que le da su aspecto
jurídico (hacer programas, defender su "le-
tra", proclamar derechos...) cuando no es-
tatal (dirección desde arriba, primacía del
centralismo...)
Tradiciones que, dicho sea de paso, no
ofrecían apenas antídotos criticos a la de-
sestalinización del Partido Comunista
francés. Tradiciones que siempre represen-
taron un obstáculo para la verdadera de-
sestalinización, pues la Dirección siempre
podía apelar al obrerismo para ocultar sus
contradicciones políticas internas y resol-
ver administrativamente los conflictos...
Esta carencia de hegemonia cultural: la
"miseria francesa" criticada por Althusser,
problematiza la relación de los intelectua-
les con la clase obrera. Con excepción de
los grandes períodos de unión nacional (el
36, la Resistencia) la alianza se rompe
cuando tendría que desarrollarse: en mayo
del 68, pero también en el 78, por culpa de
la campaña electoral "miserabilista" del
PCF.
Hay, sin duda, una razón todavía más pro-
funda: la famosa "teoría /ideología" del
Capitalismo monopolista de Estado, ver-
Para los reformistas, el marxismo critico repr asentado por el movimiento estudiantil, no era más que una nueva forma de "izquierdismo
pequeño-burgués".
dadero "cemento" del Partido Comunista,
como ha demostrado Aithusser en sus ar-
tículos de Le Monde. El análisis del capita-
lismo contemporáneo en términos de "ca-
pitalismo monopolista de Estado" ha per-
mitido, por supuesto, comprender de un
modo más preciso el nuevo papel de los
monopolios en la acumulación económica
y determinados efectos sobre la transfor-
mación del Estado. Pero, prisionera de una
visión "instrumentalista" del Estado, de
un análisis del poder que lo reduce a una
pequeña casta de privilegiados (los
"ricos"), estrechamente limitada a un enfo-
que economicista-cuantitativo de los pro-
blemas (por mucho que subraye los aspec-
tos globales, culturales, morales e ideológi-
cos de la crisis) y con la autogestión a la or-
den del día, dicha "teoria/ideologia" para-
liza todo enfoque concreto de las nuevas
contradicciones de la sociedad. Y lo que es
más grave, encubre una gran ausencia: la
del Estado.(7)
En estas condiciones, sometido a una alter-
nativa nada satisfactoria: o el leninismo
ortodoxo defendido por unos, o un mar-
xismo-economicismo dispuesto 'a liquidar
los conceptos teóricos de Marx y Lenin (la
famosa dictadura del proletariado) sin de-
bates y sin proponer alternativas teóricas,
¿podía el marxismo conquistar realmente
la hegemonia cultural en la Francia de los
últimos diez años? Y ello en un momento
en que toda referencia a un socialismo vivo
(no hablo ya de un modelo...) se está hun-
diendo, en que la formación de los jóvenes,
a menudo marginados, abocados al paro,
en el seno de una crisis sin precedentes de
la institución escolar, no puede hacerse ya
con los "medios clásicos" (partidos, orga-
nizaciones juveniles, etc.).
Por ello, y sin disminuir la importancia de
los numerosos trabajos marxistas de este
periodo, me parece, sin embargo, que el
antilisk de ciertt-v, problemas nuevos, los
"micro-poderes", el "sujeto", la familia, la
división entre los sexos.., se ha planteado
en un terreno »acotado por el marxismo
histórico francés ni por el del propio Marx.
El del Anti-Edlpo, por ejemplo ( I 972) o el
de los trabajos de Foucault (Vigilar y cas-
tigar, 1975).
A decir verdad, al desplazar el análisis del
poder, y más exactamente, de las estrate-
gias de los diferentes poderes, del campo
de la ley al de la norma, los controles so-
ciales, las disciplinas productoras de lo
real , el trabajo de Foucault no se situaba de
entrada fuera del ámbito de un análisis
marxista finalmente desembarazado de sus
demonios economicistas y capaz de asumir
los límites de Marx. Es cierto también que
Gilles Deleuze, al enfatizar la "revolución
teórica" de Foucault ha privilegiado su
fuerza de ruptura respecto al marxismo y a
la izquierda tradicional. De ahí el aban-
dono de los postulados clásicos: el de la
propiedad (poder de una clase), el de la lo-
calización (poder de Estado), el de la subor-
dinación (Estado/infraestructura), el del
modo de acción (ideología o represión) y el
de la legalidad.(8)
Pero las rupturas son tanto mis fuertes
cuanto más se refieren a un análisis mar-
xista "reducido", incapaz de pensar la "Re-
volución en Occidente" y las diferentes ra-
mificaciones del poder difusas en las "casa-
matas" de la sociedad civil, en los "apara-
tos de hegemonia". En una palabra, ¿acaso
no se puede afirmar que "el Estado se basa
en la integración institucional de las rela-
ciones de poder"?(9)
Si la tarea actual del marxismo consiste en
recuperar su alcance critico y revoluciona-
rio, y si, como yo creo, este pensamiento
critico y revolucionario pasa por una cri-
tica de la politica, hay que sacar de ello
ciertas conclusiones. A saber: este pensa-
miento critico no puede ser un pensa-
miento estatalista, ni un pensamiento "de
partido", sino un pensamiento de la hege-
monía. Con esta precisión: en vez de redu-
cir el concepto de hegemonía al de ideolo-
gía (dominante o no), hay que elaborar una
nueva teoría de la ideología (acotada por
GramSci con los términos flotantes de sen-
tido común nacional-popular, ideologías
orgánicas...). Y ello para pensar la cara
oculta del derecho: lo normativo (que
Gramsci rastrea en la lengua, las leyes, las
prácticas de industrialización taylorista, la
moral sexual...). Razón de más para reco-
nocer que, en nuestra sociedad, las relacio-
nes de poder no coinciden con las relacio-
nes de clase, sino que las desbordan y las
configuran. Aunque este análisis no puede
evitar el callejón sin salida de las relaciones
de explotación y del poder de clase.
Pues, i, cómo no ver que esta cuestión tiene
un alcance inmediatamente practico?
¿Acaso la crisis del estalinismo no ha con-
ducido a la de la desestalinización y a la
normalización (vaya...) de la Primavera de
Praga? Profundizando de este modo una
"crisis del marxismo" muy anterior de la
que todavía no hemos salido... La invasión
de Checoslovaquia, el aplastamiento de
una renovación democrática que trataba de
7
unir el renacimiento de las libertades con
la creación de nuevas formas de democra-
cia (consejistas) ha hecho más intolerable
que nunca —por todo un periodo histó-
rico— a este "socialismo" estatalizado, bu-
rocrático, opresivo y extraño a los ideales
del socialismo de Marx y Lenin. El descu-
brimiento de los aspectos antidemocráticos
y antileninistas del Estado soviético no
puede sino conducir a la cuestión plan-
teada por Rossana Rossanda en el Colo-
quio organizado en Venecia por II Mani-
festo: ¿Por qué todas las revoluciones han
quedado bloqueadas en la cuestión del Es-
tado y de las libertades?"
Que esta cuestión requiere un enfoque
marxista del stalinismo, y un cuestiona-
miento sobre la capacidad del propio mar-
En el horizonte del Mayo 68 se encontraban las grandes luchas antiimperialistas, del
pueblo vietnamita al pueblo cubano. de Ho Chi Minh al Che Guevara
xismo para proceder a este análisis exhaus-
tivo, es algo evidente. Entre una "teoria del
Estado" que adopta la forma de una teoría-
práctica del no-Estado, de un Estado que
organiza su propia desaparición histórica a
través de una forma alternativa, no bur-
guesa, de Estado (el Estado de los "so-
viets") y la existencia de una teoría-prác-
tica del Estado parlamentario, parece que
hay un vacío. En este sentido, el análisis
marxista ha reproducido la contradicción
interna de la filosofía politica clásica: la
z.-. istente entre la democracia entendida en
sentido liberal (libertades, prioritariamente
individuales, formas representativas) en la
tradición de Locke, y la democracia enten-
dida como autogobierno directo del pue-
blo, en la tradición de Rousseau. Pues
bien, parece claro que tanto una como
otra, la una sin la otra, son estratégica-
mente impracticables en una "política del
socialismo" adecuada a nuestras socieda-
des.
Pero, entonces, ¿hemos de conformarnos a
vivir en una continua oscilación sismográ-
fica: del movimiento sin programa (Mayo
del 68) al programa sin movimiento
(marzo del 78)?
Tanto la estrategia insurreccional clásica y
frontal como la estrategia parlamentaria
dirigida desde arriba han fracasado en
Francia. ¿Quizás porque funcionaban al
modo de "todo en el Estado" sin abordar la
cuestión del propio Estado a partir de una
crítica de las prácticas políticas( 10) y de un
pensamiento no estatalista de la hegemo-
nía?
Por consiguiente, hoy es conveniente mo-
dificar nuestra relación con el marxismo, a
partir de sus lagunas, de sus puntos frági-
les. Hay que abordar francamente sus
zonas prohibidas, sus puntos ciegos, sus
aspectos "conservadores" (cf. la cuestión
feminista) para que esta crisis real sea ver-
daderamente liberadora y produzca otros
análisis y otras prácticas políticas.
( • )Publicado en el n.° 5/6 de Politlque aujourd'hui
con el titulo "Mai 68 ella crise du marxisme". Tra-
duccion de Josep Sarret.
(1) The crisis of democracy. The trilateral Commls-
sien. En su informe sobre Europa. al analizar "el de-
rrumbamiento de las instituciones tradicionales'
(iglesia, escuela, organizaciones culturales, incluso el
ejercito). "pilares del edificio moral de las sociedades
occidentales", Crozier programa un verdadero re-
torno a formas de control social "más flexibles",
menos abiertamente "coercitivas - . digamos "libera-
les". Estrategia ideológica del imperialismo que debe
verse en el marco del "moralismo" carteriano sobre
los "derechos del hombre" y de determinadas pro-
longaciones, como la nueva filosofia a la francesa.
121 Se podrian hacer muchas comparaciones utiles
entre el libro de Guizof De la démocratle en France
1 18491 y el de Giscard d'Estaing: Democratie trae-
caise. Entre la critica liberal de Benjamin Constant
de la democracia ''totalitaria" y la que ha surgido
estos últimos años. Cf. P. &nicho°, Le temas des
prophetes (Gallimard).
(31 Sobre esta constitución del espacio politico bur-
gués: L'espace pabllc, Jungen Habermas(Payot).
(4)11 Manifesto: "La questione dello Stato, oggi e
netto transizione". Publicado en castellano en El
Viejo Topo, n.° 20.
(5) Sobre este punto y sobre las estrategias de la
"normalización" familiar, Cf. Jacques Donzelot, La
pollee des balines (Minuit) y el número de Recher-
ches de noviembre de 1977 sobre Disciplines ä do-
ni leite.
(6) Sobre esta ideologia bolchevique y su dimensión
obrerista, remito a Charles Bettelheim Les luttes de
dasses en URSS (Seuil/Maspero), deuxIlme PC'
rinde, p. 462 y ss.
(7) No vale la pena insistir en esta cuestión, tratada
ya por Poulantzas en La crlse de l'Etat y en sus
demás trabajos.
(81Deleuze: Ecrivain non: un nouveau cartographe,
Critique, diciembre de 1975.
1 91 Foucault, La volante de savoir, Gallimard, p.
127. Tr cast. siglo X X I.
1101 Pura un primer enfoque de esta critica: Critique
des pratiques politiques (Galilee), obra colectiva. En
el marco de este articulo no voy a repetir el analisis
del eurocomunismo como sintoma y condensado de
la crisis del marxismo, desarrollado en la obra citada
(Eurocommunisme, transition et n'allanes politi-
ques).
La crisis del marxismo se ha convertido en
uno de los tópicos favoritos tanto para al-
gunos teóricos marxistas como para los
más destacados representantes de la social-
democracia y del pensamiento claramente
burgués. Con diversas y encontradas in-
tenciones se constata el acontecimiento,
prestos unos a enterrar apresuradamente a
Marx y abrumados los otros por la traba-
josa tarea de investigar los viejos textos en
busca de nuevas interpretaciones que per-
mitan superar el actual Impasse.
Para los enterradores del marxismo la ta-
rea es aparentemente simple. Basta tomar
una serie de postulados marxistas y mos-
trar su inadecuación a las sociedades desa-
rrolladas actuales. La deshonestidad inte-
menos pesimista, pese a intervenciones
significativas como las presentadas por El
Viejo Topo (núm. 20, mayo de 1978) a
cargo de Louis Althusser y Lucio Colletti,
dos de los más cualificados pensadores
marxistas de los últimos años.
La clave de esta situación de crisis nos la
proporciona el mismo Colletti cuando
afirma, al comienzo de su intervención,
que "la crisis del marxismo es, ante todo,
politica. Han transcurrido más de sesenta
años desde la revolución de octubre y casi
treinta desde la china", para describir a
continuación con crudeza los horrores pro-
vocados por las revoluciones que inflama-
ron los pechos de millones de revoluciona-
rios durante décadas.
IPos aspectos que parece interesante reco-
ger del análisis de Colletti: la lejanía de las
revoluciones y los resultados no sólo insa-
tisfactorios, sino francamente rechazables,
de las mismas.
En relación con esto es preciso constatar
que existe un acuerdo a nivel general den-
tro del campo marxista: la crisis se pro-
duce fundamentalmente en los años se-
senta. Y en relación con ello hay también
que recordar que el período coincide por
una parte con la ausencia de expectativas
revolucionarias en Occicente y, por otra,
con la puesta en cuestión de los sistemas
del Este por el movimiento obrero occi-
dental en su conjunto. La explosión de
mayo del 68 se encargó de demostrar que

CRISIS DEL
MARXISMO O
CRISIS DE LOS
FIL JORGE gpeps?
lectual del metodo (uno de cuyos ultimos
ejemplos se puede encontrar en el articulo
de Manuel García Pelayo en el suplemento
cultural del diario El País del pasado 4 de
junio) conduce sin embargo a un fracaso
estrepitoso.
Efectivamente, si bien es fácil comprobar
que la tendencia a la pauperización progre-
siva del proletariado no se cumple hoy eh
las sociedades desarrolladas, o que la ley
del decrecimiento tendencial de la tasa de
ganancia puede ponerse razonablemente en
duda, no es más dificil responder que
Marx estaba analizando unäs condiciones
especificas y temporales del desarrollo ca-
pitalista, y que lo hizo con una clarividen-
cia innegable. Pese a que las intenciones de
Marx fueran las de elaborar unas leyes in-
mutables del desarrollo capitalista, so-
breestimando no sólo su capacidad sino las
capacidades humanas, no puede basarse
ninguna crítica pretendidamente científica
en estas intenciones. Un empeño tal seria
similar al de la negación de la validez de la
física porque los postulados de Galileo no
expliquen hoy el funcionamiento del uni-
verso.
Cuando se abandona la lectura de tan de-
moledores textos, el panorama se muestra

9
la crisis era cierta, al ponerse en evidencia
la incapacidad política de las direcciones
"clásicas" para dar una respuesta. Mien-
tras, los tanques rusos acababan con las úl-
timas dudas sobre el carácter socialista de
los paises del Este. Pocos años antes, Co
Iletti abandonaba el PCI, y en el PCF,
donde Althusser militaba, se comenzaban
a retirar de la circulación los manuales de
la Academia de Ciencias de la URSS. Los
marxistas europeos empezaban a persua-
dirse de que El Imperialismo de Lenin era
un texto discutible y, en cualquier caso, no
servia para explicar muchas de las cosas
que sucedían en el mundo. Otros se mos-
traban por vez primera perplejos ante el
hecho evidente de que las predicciones con-
tenidas en los análisis de Marx no se ha-
bían cumplido.
En su famosa entrevista con la New Left
Review (traducida en Zona Abierta, 4,
1975) Colletti afirmaba que el marxismo
quedaria muerto (y bien muerto) si no se
comenzaba de nuevo a escribir libros como
El capital financiero de Hilferding, La
acumulación de capital de Rosa Luxem-
burgo, o El Imperialismo de Lenin, cuya
virtud común era la de analizar en con-
creto el desenvolvimiento del capitalismo
al tiempo que ofrecían salidas politicas. La
corriente marxista anglosajona lo estaba
haciendo desde unos años antes. Y esta cir-
cunstancia no puede ser tampoco olvidada
para confirmar el carácter político de la
crisis. Lo que estaba en crisis sobre todo
era el marxismo europeo de los PPCC, el
más ligado durante años a la URSS.
El fin de la guerra fría, los nuevos movi-
mientos sociales fruto del prolongado de-
sarrollo capitalista de posguerra, la guerra
del Vietnam, el comienzo de una nueva
crisis económica de gran envergadura y,
no se olvide, la quiebra del modelo sovié-
tico, fueron los fenómenos que desencade-
naron una crisis que era muy anterior: la
que consistía en haber olvidado el carácter
necesariamente antidogmático del mar-
xismo, que habia elevado al propio Marx
no a la categoría de fundador, sino de pro-
feta omnisciente en cuyos textos podían
encontrarse las recetas adecuadas para pro-
blemas que ni siquiera llegó a concebir.
CITANDO A MARX
La ruptura del paradigma clásico fue, a la
vez, el primer paso para reconocer la exis-
tencia de la crisis y para comenzar a supe-
rarla. Los diez años transcurridos desde la
invasión de Checoslovaquia no han pasado
en balde. El epifenómeno ha sido la confu-
sión dentro del pensamiento marxista; el
fenómeno real, la profundización de la au-
tocrítica.
Sea cual sea su resultado, sean cuales sean
sus lagunas, la aparición del eurocomu-
nismo significa la vuelta de una parte sus-
tancial del movimiento comunista a estu-
diar la realidad que le circunda, a adecuar
su lucha a las condiciones reales desde las
10
que hay que emprender cualquier proyecto
de transformación social. De forma para-
lela, hay que registrar el renacimiento de
un socialismo no socialdemócrata en algu-
nos paises del sur de Europa.
El marxismo, en estos años, ha quedado
huérfano, privado de la guia escolástica
que lo esterilizó. Se han puesto las bases
para una auténtica revolución teórica den-
tro del mismo. A su vez, la complejidad
del proceso, que exigia una autocrítica pro-
funda, ha provocado algunas bajas en el
camino, las de aquellos que siguen lla-
mando crisis de la teoria marxista a su
propia crisis teórica. Althusser es uno de
los ejemplos más latnentables de esto, más
aún si se recuerda que fue él quien nos pro-
puso leer nuevamente El capital hace unos
años, Veámoslo.
En el artículo mencionado dice textual-
mente: "Marx piensa el comunismo como
una tendencia de la sociedad capitalista.
Esta tendencia no es una resultante abs-
tracta. Existen ya, de un modo concreto,
en los intersticios de la sociedad capitalista
formas virtuales de comunismo: por ejem-
plo, en las formas de asociación que, sal-
('ando todas las distancias, eluden las leyes
del mercado."
Lo desmoralizador de este párrafo no es
que interprete mejor o peor a Marx. Este
tuvo auténticos momentos de mecani-
cismo apoteósico, de los que la carta a
Weydemeyer en 1852, en la que afirmaba
que la lucha de clases "conduce necesaria-
mente a la dictadura del proletariado", no
es el único ejemplo. Por contra, se le puede
reprochar a Althusser que a veces, cuando
lee a Marx, se le olvidan las citas literales.
Althusser no solo constata ciertas inclina-
ciones de Marx, sino que las toma como
base de su análisis de la crisis del mar-
xismo.
Es preciso recordar la relación que este
descubrimiento sobre el pensamiento mar-
xiano tiene con un párrafo de Seis Iniciati-
vas comunistas (Madrid, Siglo XXI, 1977)
en el que cita al Marx del Manifiesto co-
munista diciendo que "el comunismo no
es un ideal, es el movimiento real que se
desarrolla ante nuestros ojos". Pues bien,
la cita exacta del Manifiesto dice textual-
mente: "Las tesis teóricas de los comunis-
tas E...] no son sino la expresión de con-
junto de las condiciones reales de uná lu-
cha de clases existente, de un movimiento
histórico que se está desarrollando ante
nuestros ojos."
Será dificil que alguien no coincida en que
la confusión entre el comunismo y las tesis
de los comunistas es excesiva, mas aún
cuando sirve para demostrar que ciertas
formas de asociación eluden las leyes del
mercado (¿se refiere a las cooperativas de
distribución o a los monopolios?) y para
calificar a dichas asociaciones de tenden-
cias comunistas dentro de la sociedad capi-
talista.
La apoteosis de tan peligrosa afirmación se
produce cuando, en el articulo citado de El
Viejo Topo Althusser se lamenta de que la
"tendencia al comunismo" en regiones
como la del Estado o las organizaciones de
la lucha de clases se encuentre "como blo-
queada". Seria discutible la afirmación si
Althusser hablara de "las teorías de los
marxistas", pero llena de sonrojo ver que
se vuelve a referir a la tendencia al comu-
nismo en regiones como el Estado.
El reverso de interpretaciones como la al-
thusseriana (por otro lado fuera de toda
duda en cuanto a su honestidad) se encon-
traría en las actitudes de otros exmaoístas
convertidos actualmente en "nuevos filó-
sofos", cuyas tesis se expresarían perfecta-
mente en una frase de Colletti: "El mar-
xismo ha producido una realidad total-
mente distinta de la que había imaginado",
refiriéndose a las sociedades del Este. Vol-
viendo a los símiles, una afirmación tan
comprometida es comparable a afirmar
que el cristianismo produjo realidades
como la matanza de los hugonotes o el ge-
nocidio del pueblo palestino en el Líbano
Consideraciones de este tipo dicen poco a
favor del rigor del que habla, y mucho de
su interpretación interesada.
EL MARXISMO NO ES
LA OBRA DE MARX
En realidad, buena parte de la actual discu-
sión sobre la crisis del marxismo se deriva
de un gigantesco equivoco. Los que ahora
descubren la crisis del marxismo son, en
muchos casos, quienes desde muy distintas
perspectivas han defendido durante mucho
tiempo el carácter cientifico del marxismo
(e incluso del marxismo-leninismo). Sin
embargo, estos mismos autores no habían
advertido al parecer una de las principales
caracteristicas del pensamiento científico, a
saber, que su desarrollo no se efectúa por
acumulación, sino por derrumbamientos y
reconstrucciones. Esta es una evidencia
que se ha popularizado desde la aparición
de la obra de Kuhn La estructura de las
revoluciones clentificas, pero que nuestros
sorprendidos descubridores de la crisis del
marxismo parecen ignorar.
En efecto, para ellos, el marxismo debería
ser una ciencia pero comportarse como
una doctrina. Los análisis de Marx serian
el primer ejemplo de una obra científica
que no resultaría invalidada por el desarro-
llo posterior de la ciencia en cuestión.
¿amo es posible creer tal cosa? Hay una
vieja explicación, bastante obvia en reali-
dad. A partir del debate sobre el revisio-
nismo en la socialdemocracia alemana a fi-
nales del siglo pasado, se ha venido dando
por hecho que la afirmación de que tal o
cual tesis de Marx ha quedado invalidada
históricamente constituye siempre la co-
bertura teórica de una actitud política dere-
chista y oportunista.
El problema es que esto tiene, natural-
mente, un fondo de verdad, porque los
cambios en la teoría deben poseer normal-
mente un correlato político. Ahora bien, si
 se da por descontado que la única política
correcta será la asociada con el respeto lite-
ral a la obra de Marx, cabe sospechar que
se caerá en la pura exégesis, abandonando
todo intento de analizar la realidad con-
creta. Es bastante fácil comprobar que esto
es lo que caracteriza a la ideología sovié-
tica, y casi todos estaremos de acuerdo en
que la política asociada a tan ortodoxa
ideología deja bastante que desear, en el
plano interno y en el externo.
Resulta fácil encontrar ejemplos de esta
confusión entre el marxismo como análisis
científico de la sociedad y el marxismo
como doctrina o, mejor, como "pensa-
miento de Marx". Tenemos el caso de Al-
thusser. En su momento, la obra de Al-
Marx y Engels. En medio de la general complacencia en la crisis del marxismo, se corre el riesgo de olvidar la talla realmente genial de sus
fundadores.
thusser supuso un intento enormemente
renovador, al recordarnos que era preciso
.reconstruir el pensamiento de Marx más
allá de la misma letra de su obra. Pero ya
aquí era evidente una limitación, pues se-
mejante intento de reconstrucción sólo de-
beria jugar un papel accesorio en el desa-
rrollo actual del marxismo. Lo importante
no es lo que realmente pensaba Marx,
sino, por decirlo así, lo que pensaría
ahora.
No podemos remitirnos constantemente a
la obra de Marx, sino que debemos anali-
zar la realidad que conocemos, acudiendo a
Marx tan sólo en la medida en que su obra
nos ayude a realizar esta tarea.
¿Qué nos dice ahora Althusser sobre la
crisis del marxismo? Nos dice que el mar-
xismo es finito, y que carece de una teoría
del Estado. Así, es evidente que cuando
Althusser nos habla del marxismo se re-
fiere a la obra de Marx, que ciertamente es
finita (aunque a veces no lo parezca), y en
la que probablemente no existe una teoría
del Estado elaborada. Ahora bien, si Al-
thusser se estuviera refiriendo al pensa-
miento marxista actual sus afirmaciones
serían bastante injustas. Tenemos ya análi-
sis del Estado bastante elaborados, y la dis-
cusión de los modos de producción preca-
pitalistas se ha desarrollado también razo-
nablemente.
En Colletti aparece esa misma curiosa con-
fusión, aunque de forma mucho menos
evidente: no hay que olvidar que Colletti
ha trabajado seriamente sobre el problema
de la racionalidad científica. Sin embargo,
el problema de la utilización por Marx de
una lógica dialéctica en su análisis del
modo de producción capitalista, problema
que parece obsesionarle, es en buena me-
dida un falso problema. La cuestión es ob-
viable, en primer término, mediante un
planteamiento althusseriano: reconstru-
yendo el pensamiento de Marx más allá de
su hegelianismo. Y éste sería un intento le-
gitimo incluso si tal hegelianismo estu-
viera unido inextricablemente al pensa-
miento de Marx, ya que no se trata de vol-
ver al Marx "auténtico", sino de Inventar
un nuevo Marx válido desde nuestra pers-
pectiva epistemológica.
Y esta invención, en segundo término,
constituye lógicamente una etapa de la ela-
boración de un nuevo pensamiento mar-
xista, el cual, inevitablemente, debería su-
perar el horizonte teórico marxiano y, en
este sentido, dejar atrás al mismo Marx.
Colletti tiene razón al decir que no existe
en el marxismo un concepto riguroso de
ciencia. Pero él, precisamente él, debería
ser capaz de aprovechar las reflexiones que
se han desarrollado fuera del campo mar-
xista sobre esta cuestión para trazar un ho-
rizonte teórico en el que la llamada crisis
del marxismo se revelara como lo que es,
una revolución teórica.
El problema de Althusser y de Colletti es,
en realidad, un problema de especializa-
ción profesional. Ambos se mueven dentro
de un campo teórico privado y no desean
(o no pueden) salir de él. Colletti, que nos
hablaba en 1974 de la necesidad de hablar
sobre nuestra realidad y salir del circulo de
la filosofía, ha dedicado desde entonces sus
mejores esfuerzos teóricos a hablar de filo-
sofía. Y Althusser, cuando ha girado
abiertamente hacia la actividad política, ha
sido manteniendo buena parte de sus resa-
bios de filósofo.
LENINISMO Y FILOSOFIA
Veamos esto. Althusser no ha conseguido
superar el concepto leninista de partido, lo
que le lleva a hablar de el partido obrero. Y
así se ve atrapado en una férrea antinomia,
pues si se admite el pluralismo político
pero se piensa que tan solo existe un par-
tido obrero, es evidente que el pluralismo
aparece como una concesión, o como un
acicate para el único y verdadero partido
...411b.-
••n 'I.> •
de la clase obrera. Pero condición impres-
cindible para la construcción del socia-
lismo será la presencia en el poder de este
partido. Y entonces ¿cómo evitar su fusión
con el Estado? "El partido no debería con-
siderarse nunca como un "partido de go-
bierno", aunque en determinadas circuns-
tancias pudiese participar en el gobierno",
nos dice Althusser. Y también nos reco-
mienda "que el partido obrero no sea,
como los demás partidos, simplemente
una porción del aparato ideológico político
del Estado, sino que se mantenga funda-
mentalmente al margen del Estado por
medio de su actividad entre las masas".
Son muchos los puntos en los que habría
que detenerse aquí, pero lo más llamativo
es esa curiosa conducta que debe observar
el partido obrero, gobernar sin ser un par-
tido de gobierno. Se puede dar el caso in-
verso, convertirse en partido de gobierno
sin haber llegado a gobernar (véase el ex-
traño caso del PCI), pero gobernar sin un
partido de gobierno parece más arduo, El
problema, naturalmente, as que Althusser
se mueve aún en el horizonte político de la
revolución cultural china, y espera que las
masas salven al partido (desde fuera) de fu-
sionarse con el Estado. Pero dejemos por
11
una vez la política al margen: lo que más
se le debe reprochar a Althusser es enmas-
carar su falta de soluciones reales con una
fórmula "filosófica' . que es, en realidad,
puramente retórica: "la exterioridad del
partido en relación al Estado".
En términos más concretos, y que quizá a
Althusser le parezcan propios del pensa-
miento burgués, la fusión del partido con
el Estado se evita a través del pluralismo y
la democracia, que garantizan que el par-
tido no se pueda identificar con un Estado
opresor de la mayoría. Lo cierto es que,
como señala Colletti, el marxismo se ha
presentado como una abolición de la polí-
tica, y por ello no ha estudiado original-
mente las condiciones institucionales en
las que la presencia en el Estado permite
avanzar hacia el socialismo (y por tanto
hacia la abolición del Estado). Pero Al-
thusser sustituye la reflexión sobre el Es-
tado por una reflexión "filosófica" sobre la
dominación, que se traduce en conceptos
inutilizables para ningún análisis concreto:
los aparatos ideológicos de Estado, por po-
ner un ejemplo.
Ernesto Laclau ha demostrado razonable-
mente que en semejante concepto subyace
la identificación entre Estado y sistema de
dominación. A partir de ahí, por tanto, ya
no es posible ningún análisis del Estado en
su institucionalidad, y deberíamos regre-
sar, paradójicamente, al gran rechazo
marcusiano. Y por si cupiera alguna duda
entre esta identidad en el pensamiento de
Althusser (Estado = sistema de domina-
ción), él mismo nos dice: "El Estado siem-
pre ha penetrado profundamente a la so-
ciedad civil (...), no sólo a través del dinero
y el derecho, sino también por medio de
sus aparatos ideológicos". Por ese camino,
ciertamente, nunca habría llegado a haber
una teoría marxista del Estado, aunque lle-
gáramos a tener una interesante filosofia
de la dominación.
En medibfla actual complacencia general
en la crisis del marxismo se corre el riesgo
de olvidar la talla realmente genial de sus
fundadores. Pues bien, uno de los rasgos
más excepcionales de Marx y Engels fue su
insaciable curiosidad intelectual, que les
permitió superar siempre la miopía del es-
pecialista. No es casual que la famosa cri-
sis del marxismo haya sido pregonada pre-
cisamente por filósofos. Los marxistas de-
dicados a la economia, a la historia, a la so-
ciología o a la teoria del Estado, en gene-
ral, están demasiado ocupados en el desa-
rrollo actual del pensamiento marxista
para poderse ocupar de tal crisis. ¿Por qué
la mayor parte de los filósofos marxistas
no son conscientes del tremendo auge crea-
tivo (y en algunos casos institucional) que
experimenta en estos momentos el mar-
xismo?
LOS NUEVOS PARADIGMAS
Veamos algunos ejemplos. Lo que podría-
mos llamar revolución neoricardiana ha
12
supuesto un tremendo desafio para la teo-
ría marxista del valor. La respuesta a ese
desafio ha sido la aparición de varias co-
rrientes dentro de la economía politica
marxista. En Inglaterra, por poner un solo
(aunque significativo) ejemplo, tenemos la
corriente ortodoxa (más o menos asociada
a Capital & Class), la de Cambridge
(Rowthorn) y la de Manchester, hasta el
momento la más renovadora (Steedman,
Hoügson, Gough).
Lá historiografía marxista conoce en estos
momentos un importante debate sobre el
origen del sistema capitalista mundial, que
desarrolla sustancialmente los plantea-
mientos del debate clásico (Dobb. Sweezy,
Althusser es uno de los ejemplos más
lamentables de quienes confunden su
propia crisis teórica con la crisis de la
teoría marxista.
Hilton, Takahashi, etc.). Lo más caracte-
rístico del debate actual es la abrumadora
erudición de los participantes (Wallerstein
y su grupo, Bob Brenner, Aidan Foster-
Carter).
Al mismo tiempo, esta reconstrucción his-
toriográfica (que coincide básicamente en
rechazar el teleologismo histórico) va li-
gada a un replanteamiento de la sociología
marxista, e incluso de la antropologia. Los
análisis basados en la articulación de
modos de producción y la superación del
economicismo aparecen como el comienzo
de una nueva etapa de análisis social, en la
que la teoría del Estado dejaría de ser algo
yuxtapuesto para comenzar a ser parte in-
tegral del análisis. Poulantzas y Miliband
convergen (paradójicamente) en su análisis
del papel del Estado en la transición al so-
cialismo. Portantiero y Laclau, desde pers-
pectivas rabiosamente distintas, ponen a
punto análisis excepcionalmente innovado-
res de la evolución política en América La-
tina. Amin, Frank, Arrighi, Frobel, Hein-
richs, Kreye y el mismo Wallerstein estu-
dian la evolución del sistema mundial a
partir de la división internacional del tra-
bajo. Y los irreconciliables'Godelier y Mei-
Ilassoux protagonizan un notable debate
sobre modos de producción y sobre el ori-
gen de la opresión de la mujer.
Lo que todos estos desarrollos tienen en
común es ofrecer nuevos paradigmas den-
tro del pensamiento marxista, o cuando
menos apuntar su posibilidad; atravesa-
mos, en este momento, lo que tiene todo el
aspecto de ser la primera revolución teó-
rica del marxismo. Pero, simultánea-
mente, la filosofía marxista, que protago-
nizó el renacimiento del marxismo en los
años sesenta, parece paralizada, y son los
filósofos marxistas (o ex-marxistas, en
ciertos casos) los que proclaman la llegada
de la crisis del marxismo.
j'odia ser de otra manera? La tarea de los
años sesenta era poner en crisis el masto-
donte del marxismo-leninismo (estali-
nismo). Esto era posible para los filósofos,
ya que se podía partir de la confrontación
del viejo Marx con sus supuestos herede-
ros. Pero una vez cumplida la tarea, reali-
zadas mil exégesis, lecturas y relecturas, y
quebrantado ya de forma irreparable el
mastodonte; en plena normalización de los
grandes partidos comunistas occidentales
(por más contradictoria que pueda ser esta
normalización); en un momento de dramá-
ticos cambios en el sistema mundial y en
las formas del capitalismo: llegados aquí,
ya no es posible por más tiempo que los fi-
lósofos vayan delante.
Así, ahora, los filósofos, relegados a una
segunda fila, advierten que el viejo edificio
se viene abajo, y que ellos no tienen nin-
guna solución de recambio; y nos hablan
de crisis del marxismo. Pero precisamente
es ahora cuando la crisis termina, y si ellos
no tienen nuevas soluciones que ofrecer-
nos es porque no pueden tenerlas. Estas
soluciones (desde luego tan condenadas a
la provisionalidad como las que antes co-
nocimos) se están elaborando en otra
parte, en campos concretos de investiga-
ción (o de lucha, con perdón).
En la medida en que todo esto sea cierto,
no estamos ante una crisis del marxismo,
sino ante una crisis de los filósofos. Crisis
de la cual no les sacará ninguna elucubra-
ción. Ha llegado el momento de imitar a
Marx ya Engels en algo más que en las pa-
labras. Ha llegado el momento de estudiar
los nuevos desarrollos del marxismo en
todos los campos, y también los nuevos
desarrollos teóricos que se producen fuera
del marxismo. Esta es una condición im-
prescindible para que la filosofía marxista
recupere su vitalidad; y no sólo como filo-
sofía, como meta-discurso que reflexiona
sobre los desarrollos de la teoría y los pone
en cuestión, sino también como fuente de
nuevas síntesis y nuevas visiones del
mundo. Pues un buen filósofo marxista,
aunque sólo sea por respeto a la tradición,
debe ser capaz de hacer muy buenos pan-
fletos.
 EL MITO
DEL
PROGRESO
Y LA
NEUTRALIDAD
DE LA
CIENCIA
Entrevista con Ludovico Geymonat
GIANPIERO BORELLA
¿Es neutral la ciencia? ¿Gua queda del
espíritu crítico y del método experimen-
tal que la hicieron nacer? ¿Es útil la espe-
cialización? ¿Sería procesado Galileo si
viviese hoy? Responde uno de los más
importantes filósofos de la ciencia de
nuestro tiempo.
Filósofo, matemático, partisano en las
Brigadas Garibaldi, ganador en 1974 de la
medalla Koiré (una especie de Nobel de
historia de la ciencia) y profesor, desde
1956. de filosofía de la ciencia en la
Universidad de Milán, Ludovico Geymo-
nat es una de las personalidades mas
originales del panorama cultural italiano.
Fue uno de los primeros en luchar, al ter-
minar la guerra, para derribar las barre-
ras que separan la cultura humanística
de la cultura cieefica. Empresa que no
tenía nada de fácil: la herencia de Bene-
detto Croce, según el cual la ciencia es
un fenómeno superestructura', todavía
estaba viva, y el científico era conside-
rado como una especie de intelectual 'de
serie B.
Para superar esta concepción, Geymo-
nat se ha dedicado, junto a un número
cada vez más creciente de discípulos, a
dar a conocer las obras y el significado
de los grandes científicos del pasado y
del presente. Algunos de sus textos más
prestigiosos son Scienziati e tecnologi
e que colaboró como miembro del co-
mité directivo), Storia del pensiero filoso-
fi co e scientifico, etc.
»t.{
Aunque él prefiera definirse como "or-
ganizador de cultura", Geymonat tam-
bién es un creador: entre su Galileo Galilei
(1957) y su reciente Scienza e realismo,
sus contribuciones originales al pensa-
miento han sido muchas. Marxista
desde siempre, hoy, a los 70 años, se en-
cuentra en cierto modo más allá del mar-
sismo y ha elaborado una concepción del
mundo original y provocadora. En la en-
trevista que sigue, transcribimos la con-
versación en la que Geymonat nos habló
de los principales problemas de la cien-
cia de ayer y hoy.
•••
— Hoy, una parte cada vez mayor de la
opinión pública considera a la ciencia no
ya como una forma de progreso, sino
como una especie de condena para la
humanidad. No faltan razones para ello:
armas cada vez más mortíferas, polu-
ción, satélites con reactores atómicos a
bordo, sistemas complejos —como el
teléfono— costosos y poco eficaces,
centrales nucleares, fármacos nocivos,
etc. Vd., profesor Geymonat, ¿qué
piensa de todo ello?
— Valoro negativamente esta actitud. Por
dos motivos. Primero, porque no tiene en
cuenta que la ciencia ha hecho contribucio-
nes fundamentales al desarrollo del sentido
crítico de la humanidad, ayudándola a li-
brarse de muchos mitos, como las supersti-
ciones producidas por las grandes epide-
mias, por los cometas, por los terremotos.
Estas supersticiones, enmarcadas en tradi-
ciones religiosas o mágicas, no servían para
liberar a los hombres de los mitos.
Segundo, porque el odio contra la ciencia,
que hoy es muy fuerte, hace que nos elvi-
demos del verdadero mal de la sociedad, o
sea, de su división en clases. Desviando ha-
cia la ciencia los rencores de una humani-
dad que sufre tantas injusticias, se acaba
por no ver que las verdaderas causas de
este profundo malestar son las contradic-
ciones de la sociedad en que vivimos, y no
la propia ciencia.
— Así, pues, según Vd., la ciencia es
neutral.
— No, no lo es enteramente. Lo quiera o
no, la ciencia está comprometida con cier-
tos problemas filosóficos, por lo que hablar
de neutralidad en un determinado momento
histórico significa, en realidad, aceptar las
filosofías y las concepciones del mundo do-
minante. Además, la ciencia no es neutral ni
debe serlo, porque se ha convertido hasta
tal punto en uno de los instrumentos de la
vida moderna, que imaginarla neutral signi-
ficaría considerarla como un sector de la
vida aislado de los demás. Y eso sería anti-
dialéctico.
— ¿Entonces?
— La supuesta neutralidad no es más que
una ficción útil para justificar la obra de cas-
tración que desde hace tiempo se está ha-
ciendo con la ciencia, y que la sociedad ca-
pitalista está muy interesada en mantener.
Para no hablar de esos científicos que se
declaran neutrales para eludir su responsa-
bilidad social,
— ¿Se puede, pues, afirmar que es el
uso de la ciencia propio de la sociedad
capitalista lo que desvirtúa su fina-
lidad?
— Al igual que el arte y la filosofía, también
la ciencia ha sufrido la influencia de las cla-
ses dirigentes. Si, en Occidente, la ciencia
se ha desarrollado mas en ciertas direccio-
nes que en otras es porque las clases diri-
gentes querían que se ocupase de determi-
nados problemas, que respondiese a deter-
minadas preguntas. Pero, aparte de esta in-
fluencia, no creo que se pueda afirmar que
la ciencia este rígidamente vinculada al ca-
pitalismo. Aunque, por supuesto, el capita-
lismo ha ejercido en ciertos casos una in-
fluencia desastrosa, nefasta.
13
 — Por ejemplo...
— Por ejemplo, en la guerra. De todos
modos, hay que tener en cuenta que, mu-
cho antes de que la ciencia se hubiese de-
sarrollado, los hombres organizaron guerras
que provocaron auténticas carnicerías hu-
manas. Ami modo de ver, la influencia más
nefasta del capitalismo sobre la ciencia
debe buscarse en la existencia de aquellos
grupos, por ejemplo industriales o de la alta
burocracia de Estado, que han concentrado
en sus manos poderes enormes. Mientras
en el siglo XVII, período que normalmente
se considera como el del nacimiento de la
ciencia moderna, e incluso en el XVIII, el
científico era un hombre bastante normal
que tenía su laboratorio en su propia casa,
corno Galileo, por ejemplo, ahora, para po-
derse dedicar a la investigación científica,
se necesitan capitales enormes. Quien no
los tiene se encuentra en una situación de
absoluta inferioridad. Por consiguiente,
cuanto más se concentra el poder político,
más el poder técnico queda en manos de
unos pocos "delegados de confianza".
Basta pensar en el enorme desarrollo que ha
promovido la ciencia en el campo de las co-
municaciones de masas.
— Pero las comunicaciones de masas no
son un hecho totalmente negativo.
Antes de que existiese la radio o la tele-
visión, por ejemplo, la gente que vivía en
los pueblos apenas sabía quien era el
¡efe de su gobierno.
— Es cierto. Basta un televisor para que los
habitantes de una aldea se sientan en co-
municación con el resto del mundo, y sepan
lo que sucede al margen de su pequeña co-
munidad. Esto es cierto. Pero las noticias
siempre son, en cierto modo, gratuitas, un
modo que sirve para embotar las mentes.
— Sin embargo, antes, la gente no sabia
absolutamente nada.
— Antes, quienes representaban una cierta
visión del mundo eran el párroco y el prego-
nero, y la gente les creía porque no disponía
de otra fuente de información. Hoy, la cien-
cia ha contribuido a modernizar el mismo
mecanismo amplificándolo y suprimiendo
• aquél espíritu crítico que, de ser ejercido,
habría podido conducir a un análisis de las
injusticias de la sociedad actual y de las ra-
zones de estas injusticias. En mi opinión,
, hoy, el hombre corriente ya no se preocupa
de estas cosas: acepta las informaciones,
no tiene sentido crítico, y eso le lleva a
aceptar también la sociedad que la suminis-
I tran.
— Vd.. profesor, afirma que la ciencia ha
hecho mucho bien, pero que actual-
mente se ha convertido en un poderoso
instrumento de muerte y de creación del
consenso. Sin embargo, hay quien sos-
tiene que la ciencia moderna lleva en sus
entrañas una especie de "pecado origi-
nal". El propio Galileo Galilei, el hombre
hoy considerado como el promotor de
una revolución científica y social que
llevó al poder en el siglo XVIII a una
nueva clase, la burguesía, no era un
cientifico tan puro como se nos pre-
tende hacer creer. Sus tratados menos
conocidos hablan de cómo trabajar en
las minas para aumentar la productivi-
dad y de cómo afinar la puntería de los
14
cañones. En pocas palabras, explotación
y guerra...
— Galileo fue, sobre todo, el portador de
una ciencia liberadora. Pensemos en sus
cartas copernicanas,(11 en las que sostiene
que el espíritu humano debe ser libre para
estudiar la naturaleza y no debe verse fre-
nado por las imposiciones procedentes de
la lectura dogmática de los textos sagra-
dos.
Galileo, en esencia, afirmaba que, además
de la Biblia y del Antiguo Testamento, tam-
bién el libro de la naturaleza dice la verdad.
Si hay contradicción entre el libro de la na-
turaleza y la Biblia, hay que tener en cuenta
que la Biblia fue escrita en un lengupje que
tenía que adaptarse al público que la leía, es
decir, en el lenguaje deja tradición que afir-
maba que el Sol gira en torno a la Tierra y
que, por consiguiente, la Tierra permanece
inmóvil. Pero el libro de la naturaleza no
está escrito en un lenguaje popular. Por
consiguiente, en caso de conflicto entre los
dos libros, la verdad debe buscarse en el li-
bro de la naturaleza. Esto representó una
enorme liberación, el inicio de la verdadera
revolución científica.
— Así, pues. zel significado de Galileo es
más filosófico que científico o práctico?
— Las dos cosas. Pero no hay duda de que
es menos importante el descubrimiento de
que no es el Sol el que gira en torno a la Tie-
rra, para no hablar de las minas o de los ca-
ñones, que el hecho de que el éxito del espí-
ritu crítico pudo transferirse inmediata-
mente a la religión, a las costumbres, a la
sociedad. Si el hombre se siente libre del
dogma, del peso de la autoridad eclesiás-
tica, cuando estudia la naturaleza, también
puede sentirse libre cuando discute la tradi-
ción religiosa, las costumbres morales o la
estructura política. Creo que está claro que
el mensaje de Galileo es importante porque
tuvo la capacidad de salir del ámbito pura-
mente científico.
— Galileo liberó el espíritu crítico del
hombre, promoviendo con ello la revolu-
ción científica, pero desde el siglo XIX
en adelante el método galileano fue
usado de maneras muy diversas. ¿No lo
cree así?
— Si en el siglo XVIII la ciencia todavía es-
taba empapada de filosofía, y en los gran-
des cientí fi cos —en Isaac Newton, por
ejemplo— todavía se daba la exigencia de
presentar una visión global del inundo, en el
XIX nace el gran fenómeno de la,especiali-
zación. El cientí fi co separa su propia inves-
tigación del problema del mundo, y es por
ello que se pueden encontrar grandes ma-
temáticos y grandes físicos que aceptan las
visiones más tradicionales en el ámbito de
la religión o de la sociedad. Por ejemplo,
André-Marie Ampare, que siendo un impor-
tantísimo físico, era también un beato y un
conservador. O Augustin-Louis Cauchy, el
más importante matemático de la primera
mitad del XIX, que estaba ligado a las capas
sociales más reaccionarias.
— ¿Cuál fue la causa del surgimiento de
la especialización?
— Ya que no era posible eliminar la ciencia
porque era demasiado útil en sus aplicacio-
nes a la naciente industria, se trató de ais-
larla y de esterilizarla. La especialización, y
no es casualidad, nace con la restauración
napoleónica, que condena la visión crítica
de los iluministas y, tras marginar a los
científicos de los grandes debates críticos
sobre la sociedad, sobre la religión, etc.,
sólo salva y legítima sus capacidad técni-
cas. Pero también hay que decir que ya en
aquella época los científicos no estaban
comprometidos en una lucha de liberación
de la sociedad. Si al principio la ciencia, pa-
trimonio de una burguesía emergente, de-
sempeñó funciones progresistas, tras el
fracaso de la revolución francesa y la res-
tauración napoleónica, fue castrada por una
burguesía que se había vuelto extraordina-
riamente conservadora.
— ¿Todos los científicos aceptaron este
papel?
— No sólo ellos, sino toda la sociedad.
— Pero los científicos, en este período,
son una categoría esencial en el desa-
rrollo de los Estados Sin los grandes
químicos, por ejemplo esta industria
nunca habría descollado...
— En este momento se pierde la fe en la
política y se empieza a pensar que el pro-
greso ya no depende del espíritu crítico,
sino del desarrollo de la producción. Se
construyen caminos, se potencia el comer-
cio, se engrandecen las industrias. La poli-
tica ya no sirve, el científico debe ocuparse
de cosas más "serias - . Concretamente, de
sus investigaciones.
Es muy típico el caso de Pierre-Simon La-
place, importante físico y matemático hijo
de humildes campesinos de Normandía. La-
place acepta entusiasmado la Revolución
Francesa, después cree en Napoleón, cree
que realmente es el heredero de la revolu-
ción y le da muy buenos consejos. Al caer
Napoleón, se convierte a los Borbones, que
le colman de honores. Este hombre lo
acepta todo para salvar su investigación e,
implícitamente, la separación entre investi-
gación científica y política. Es un poco lo
que pasa hoy con la mayoría de científicos.
— En el siglo XIX, sin embargo, coetá-
neamente a la especialización de los
científicos, nace también la economía
política, y con ella una nueva ciencia: el
marxismo. Vd., profesor, ¿qué puntos en
común ve entre la ciencia galileana. que
tiene como objeto la materia inerte, y el
marxismo, que se centra ente historia?
— Al igual que en Galileo, en el marxismo
hay realmente un gran espíritu crítico, una
negativa a aceptar que ciertas estructuras
sociales deben considerarse inamovibles,
un firme rechazo a abandonarse a los mitos.
La ciencia rechaza ciertas verdades como
verdades absolutas y continúa procesando
a estas verdades. Por ejemplo, para Galileo,
el movimiento rectilíneo uniforme es un
movimiento natural que no requiere fuerza
alguna, mientras para la tradición esta idea
era una herejía. Galileo critica esta concep-
ción y demuestra tener razón. Del mismo
modo, Marx critica una visión de la socie-
dad para la cual era perfectamente normal
que el capitalista no tuviese que rendir
cuentas a nadie, que consideraba perfecta-
mente natural la existencia de siervos y pa-
tronos, de una clase obrera y una clase de
capitalistas. Su cientificidad reside en el he-
cho de haber encontrado qué hay en el ori-
gen del capital, con qué medios se desarro-
lla la industria creando injusticia y miseria.
Entre el espíritu de Galileo y el de Marx, por
lo tanto, creo que hay una analogía pro-
funda.
— Pero Marx no tenía claro el hecho de
que ya en su época el científico en sen-
tido galileano estaba desapareciendo.
Incluso exaltaba el papel de la ciencia.
que según él acabaría librando al hombre
de la explotación.
-- Marx no se dio realmente cuenta de los
males implícitos en la especialización. Para
nosotros es obviamente muy fácil darse
cuenta de ellos, porque la especialización se
ha desarrollado enormemente. De todos
modos, creo que si se hubiese dado cuenta
de las consecuencias de la especialización,
no la habría aprobado. El mismo, por otra
parte, a pesar de ser un especialista en pro-
blemas económicos, nunca dejó de tener un
profundo interés por todo lo que pasaba al
margen de su especialidad. Basta pensar en
el entusiasmo que sentía por Darwin, al que
le quería dedicar El Capital. En cambio,
quien comprendió muy pronto los peligros
de la especialización fue Engels.
— ¿No cree que esta laguna en el pensa-
miento marxista ha producido auténti-
cas aberraciones? Incluso en los países
socialistas se fabrican bombas atómicas,
satélites nucleares, napalm...
— Sí, pero de otro modo, y ciertamente no
por una laguna del pensamiento marxista.
Cuando la Unión Soviética fabricó su
bomba atómica dio un paso adelante en su
independencia con respecto a los Estados
Unidos, que ya la poseían. Y lo mismo
puede decirse de China, que cuando hizo
explotar su primer ingenio nuclear, se inde-
pendizó un poco más de los Estados Unidos
y de la Unión Soviética. He visto películas'
chinas que demuestran que la gente estaba
realmente feliz por la explosión de la bomba
atómica, porque en ello veían un hecho que
significaba el inicio de la liberación respecto
a las potencias que ya la poseían.
— Pero, aun admitiendo que los chinos
se entusiasmen con su bomba '"socia-
lista', queda el hecho de que la investi-
gación militar ha colmado los arsenales
de armas terroríficas, que de un mo-
mento a otro podrían desencadenar su
potencial destructivo sobre millones de
ciudadanos. Los americanos ya lo hicie-
ron en Vietnam y a diario se hace hoy en
Af rica. Y esta vez son las potencias so-
cialistas, como la Unión Soviética, las
que matan. Sus armas son hijas de la
ciencia moderna...
— Sí, pero ello sólo es uno de los aspectos,
uno de los usos, de las potencialidades de la
ciencia. La decisión de recurrir a la guerra es
una decisión política, adoptada por castas
cada vez más restringidas, incluso en los
paises socialistas. Las masas no participan
en estas decisiones. En hina, en cambio, a
pesar de que su política exterior puede pa-
recer contradictoria y a menudo lo es, está
en marcha un esfuerzo de modernización de
la cultura científica.
— ¡En qué sentido?
— Estoy haciendo una investigación sobre
el pensamiento chino actual, y he llegado a
la convicción de que la obra más significa-
tiva en este campo, aunque sólo se ha di-
vulgado a alto nivel, es Conocimiento y
verdad en la teoría del reflejo, del filósofo
chino Chang En-tsé. Fue publicada en 1964
y nuevamente en 1972, en plena revolución
cultural, y creo que ha vuelto a ser reeditada
en los primeros meses de 1978. En ella se
sostienen dos tesis fundamentales. Pri-
mero, que la ciencia conquista verdades
siempre provisionales: incluso las teorías de
Marx . Engels y Lenin contienen verdades re-
lativas que, por ello, pueden ser puestas en
entredicho. El otro tema es la relación entre
teoría y praxis, es decir, la no separación de
la ciencia con respecto a la praxis, enten-
dida ésta no sólo como praxis experimental,
sino como praxis social. Chang subraya que
las masas pueden prestar una contribución
enorme a la ciencia y, viceversa, que el de-
sarrolla de la ciencia puede colaborar en
gran manera a 4-maduración de las masas.
— Habla Vd de masas y no de clases.
¡Significa esto que se ha superado una
de las verdades del marxismo, la divi-
sión de la sociedad en clases?
— La subdivisión en clases es muy útil para
entender determinados aspectos, pero para
entender otros es preciso dilatar el análisis.
Este mismo filósofo chino observa que la
historia nace de las contradicciones. La
ciencia, la economía, la misma guerra, son
un resultado de la existencia de contradic-
ciones. Y para hacer una revolución, por
ejemplo, hay que saber distinguir la contra-
dicción principal de cada momento histó-
rico. Por ejemplo, la lucha de liberación
pasó, en China, por diversas fases. Cuando
esta lucha era la lucha antijaponesa, la con-
tradicción principal era la existente entre la
población y el invasor. En este caso era
justo, además de científico, unificar a la po-
blación china dejando en un segundo plano
la contradicción de clase...
— Algo similar a lo que pasó en Italia du-
rante la guerra partisana.
— Exactamente. Pero una vez liberada
china del invasor japonés, surgieron las nue-
vas contradicciones principales: entre cam-
pesinos y propietarios rurales, primero, y
después entre capitalismo de Estado y bu-
rocracia, por una parte, y trabajadores, por
otra.
— En su último libro, Scienza e realismo,
afirma Vd. que hoy, en Italia. la contra-
dicción principal ya no es la existente
entre las clases, sino la existente entre
las masas y los grandes partidos. ¡Qué
significa ésto exactamente?
— Los grandes partidos, por la fuerza
misma de las cosas, han asumido un as-
pecto burocratizado. Yo esto lo comparo
con las teorías axiomatizadas.
15
 new CURSO DE
german
critique
An interdisciplinar) Munid of german moches.
PSICOLOGIA
Editors: David Bathrick, Andreas Huyssen, Anson G. Ra-
binbach and Jack Zipes.
NEW GERMAN CRITIQUE is the first American jour-
INFANTIL
nal to develop a comprehensive discussion of German po-
litics, social theory, art , and literature on an international
IPE
level.
ENSEÑANZA A DISTANCIA
Our current issue 1/ / 12) contains the following

Herbert Marcuse Murder Is Not a Political Weapon

Rudi Dutschke Toward Clarifying Criticism of Te-
rrorism
Jurgen Habermas A Test for Popular Justice
Oskar Negt Terrorism and the German State's
Absorption of Conflicts
Diane Waldman Critica! Theory and Film
Judith Mayne Rainer Fassbinder and Spectators-
hip
Jack Zipes Political Dimensions of The Lost
Honor of Katharina Blum
Michael Hays Theater History and Practice
Arno Paul Children'S Theater as People's Thea-
ter
Helen Fehervary Thomas Brasch: Storyteller after
Kafka
1 homas Brasch Flies in My Face, a story
Interview with Thomas Brasch
Peter Hohendahl Georg Lukács in the GDR. a report
Jeff Herf Technology. Reification and Ro-
manticism. a review essay
Lawrence Baron Review of James D. Ste,akley's
Homosexual Emancipalion More-
meni in Germani'
Un curso que estudia al niño en su
totalidad: de una parte el desarrollo
evolutivo (inteligencia, lenguaje, etc.),
y de otra aquellos aspectos que afec-
tan al niño a lo largo de toda su vida
(juego, problemas escolares, etc.).
.,
Desarrollado, supervisado e impartido
por auténticos expertos, este curso
proporciona gran cantidad de infor-
mación, expuesta en forma asequible
y clara.
Recorte o copie el cupón adjunto y
remítalo a IPE, Bailén, 35, 1. 0 Barce-
lona-10; recibirá sin compromiso algu-
no información con el programa del
Cursa

New German Critique Name

published three times a
year. .Annual subscrip- Address RECORTE O COPIE ESTE CUPON
non. $6 individuals.
$12 institutions. Fo- Nombre
reign $1 extra. Single Dirección
copies $2.50. A mount Enclosed
Población OP
Provincia
New German Critique
University of Wisconsin-Milwaukcc
Curso IPE de Psicología Infantil
Bailén, 35, 1. 0 - Barcelona-10
Make Checks payable Department of German Tels. 225 67 40 - 225 09 43
tos P.O. Box 413
New German Critique Milwaukee W I 51201 Centro autorizado por el MEC
— ¿En qué sentido?
— Una teoria axiomatizada es una teoría en
la que se establece claramente lo que debe
considerarse como sus principios funda-
mentales y las reglas con las que deducir las
leyes particulares.
— ¿Puede poner un ejemplo?
— Los axiomas, los postulados de Euclides
sobre la infinitud de las rectas y sobre las
paralelas. O, en el campo de la física, los
axiomas fundamentales de la dinámica de
Newton, las tres leyes que rigen el movi-
miento de los cuerpos. Así como en la geo-
metría de Euclides hay cinco axiomas, en la
física de Newton hay tres leyes fundamen-
tales. Todo debe ser deducido de estos
axiomas, y sólo se considera verdadero
aquello que es lógicamente deducible de
estas leyes.
— ¿Y cómo se aplica todo esto al sis-
tema social?
— Con una analogía. El partido, cualquier
partido, tiene ciertas jerarquías, y sólo se
considera verdadero en el ámbito del par-
tido, lo que es justo en función de los princi-
pios del partido. Hay la secretaría del par-
tido y las viejas guardias. En el caso de la
Iglesia católica, una organización que sin ser
un partido sólo está legitimada por sus pro-
pios principios, hay el papa y una religión
determinada desde arriba. La Iglesia ha ins-
pirado prácticamente la estructura de los
partidos: los vértices deciden, los adheren-
tes (o los fieles) obedecen. La participación
de la base es una ficción.
— ¿Vale ésto también para los partidos
de masas, aquellos que afirman extraer
su legitimidad de una constante con-
sulta con sus afiliados?
— Sin duda. Sabemos que los acuerdos se
toman en el vértice, que la política exterior
la elaboran aquellos que se consideran ex-
pertos y que al mismo tiempo pretenden re-
presentar a la clase obrera, o campesina, o
burguesa. Son los que deciden lo que está
bien, lo que es deseable para una clase de-
terminada.
— ¿Son traidores a su clase todos ellos,
pues?
— Yo creo que el papa o los jefes de par-
tido van de buena fe. Pero viven inmersos
en un sistema jurídico basado en principios
de los cuales se deducen los comporta-
mientos en función de las jerarquía del par-
tido. Quizás están convencidos de hacer lo
mejor, pero a menudo permanecen insensi-
bles a las instancias exteriores a su propio
ámbito.
— Por ejemplo, ...
— Del mismo modo que cada nueva teoria
científica pone en crisis los principios fun-
damentales de la teoría anterior, también
ciertas instancias avanzadas por las masas
ponen en crisis los principios de un determi-
nado partido. Es decir, las secretarías, los
comités centrales y todo esto. Por otra
parte, esto se puede comprobar a diario:
ciertas instancias, como el movimiento de
los jóvenes, el feminista, el movimiento de
liberación sexual, se han formado al margen
dejos partidos.
— Pero algunos partidos son sensibles a
estas instancias.
— Sí, pero sólo para llamarlas al orden, para
reinsertarlas en su lógica, en la lógica del
partido. Es decir, para castrarlas, como le
pasa a la ciencia con sus momentos libera-
dores.
— Así, pues, Galileo, hoy, volvería a ser
procesado.
— Creo que sí, porque Galileo nunca hu-
biera podido ser el representante del sis-
tema de partidos. Hoy, el partido es una in-
dustria con una dirección, con una clientela,
y con la posibilidad de garantizar puestos
de trabajo. Las masas son generalmente
pasivas: su única función es la de recibir las
soluciones caídas de lo alto.
— Según Vd., la contradicción que así se
abre, ¿es principal o secundaria?
— Creo que hoy se está convirtiendo en
una contradicción principal. Es verdad, no
se puede decir que sea una contradicción
de clase, porque la burocracia de los parti-
dos no es una clase. Pero la dificultad de los
partidos para dominar, guiar, reformar la
sociedad reside en su incapacidad para re-
nunciar a una lógica interna extraordinaria-
mente rígida. Y no sólo en el partido comu-
nista. Paradójicamente, este fenómeno se
manifiesta en la propia Democracia Cris-
tiana, en la que grupos nuevos, incluso más
conservadores que otros como Comu-
nione e liberazione, no pueden hacer oir su
voz. La fuerza del partido, la fuerza de la di-
rección aplasta a estas instancias porque
son incompatibles con su propia supervi-
vencia. Por ello surgen movimientos de
masas incluso entre los católicos.
— En Scienza e realismo, Vd. habla de so-
lipsismo a propósito de la lógica mate-
mática. Dice, en sustancia, que ninguna
ciencia puede sobrevivir desde el mo-
mento en que se cierra en sí misma. ¿No
cree que también los partidos están
adentrándose por este mismo camino?
— Es un discurso complejo. Diré tan sólo
que incluso un esquizofrénico emite razona-
mientos extraordinariamente coherentes si
se consideran en sí mismos, independiente-
mente del mundo circundante. De sus razo-
namientos se podrían deducir principios
perfectamente aplicables a otros campos.
— ¿Y cómo se sale de este solipsismo?
— Recurriendo a la praxis. De lo contrario,
cualquiera podría pensar que sólo existe él y
que los demás hombres son simples figu-
ras, fantasmas. Si todo es lenguaje, no hay
modo de salir del lenguaje. Si todo es per-
cepción, es imposible salir del propio
mundo perceptivo, sensitivo.
Creo que los partidos no tienen facilidad
para ver lo que pasa en su exterior, y
cuando lo ven lo condenan y lo declaran
irracional. Es fácil declarar una cosa como
irracional cuando se tiene una idea muy li-
mitada de lo que es la racionalidad. Si la ra-
cionalidad no es más que la lógica vigente
en el interior de los partidos, todos los mo-
vimientos que están fuera, porque tienen
otras exigencias, son irracionales.
— De Galileo a Marx, de acuerdo. Pero
¿no le parece que la analogía entre
la geometría euclidiana y el sistema
de partidos es un poco esquemática?
— Claro, nunca he pretendido dar recetas.
Sólo he constatado que existe una contra-
dicción entre teoría científica y patrimonio
científico, entre partidos y movimientos de
masas. De esta contradicción no se sale
con la lógica formal, sino con la dialéctica.
Hoy es importante escapar de un cierto for-
malismo dominante incluso en el pensa-
miento marxista, y a menudo para hacerlo
es preciso usar una cierta dosis de provoca-
ción. El denominado "marxismo crítico" de
los occidentales es profundamente dogmá-
tico, se limita a expurgar lo que "real-
mente" dijeron Marx o Lenin o Gramsci. En
el fondo, a mi no me importa que me acu-
sen de no ser fiel a Lenin. En realidad, quien
me lanzase esta acusación demostraría no
haber entendido nada de lo que estoy ha-
ciendo: que es todo lo contrario, razonar
utilizando los instrumentos que Lenin pro-
porciona.
— ¿Cómo es posible hoy, en el mundo
occidental, lograr que la ciencia vuelva a
ser expresión del espíritu critico de Gali-
leo, que esté a favor del hombre y no
contra él?
— Es muy difícil contestar a esta pregunta.
Los científicos, por supuesto, no son capa-
ces de cambiar las cosas por si solos. Hoy
hay algo que se mueve: los movimientos
antinucleares, que son de masas y no de
clase, los grupos organizados sobre el terri-
torio... Hay una gran conciencia de los ries-
gos que comporta cierta clase de ciencia.
— ¿No existe el peligro de que estos
movimientos deleguen a los técnicos, a
los expertos, problemas que para ellos
sean irresolubles?
— El peligro existe. Cuando, para combatir
una infección, por ejemplo, o una enferme-
dad de trabajo, se recurre sólo a una deter-
minada disciplina científica y se traiciona el
concepto más profundo de ciencia, que es
la práctica del espíritu crítico...
— que no está ligado a una disciplina
particular, sino que debe manifestarse
integrando las ciencias del hombre con
las de la naturaleza...
— Por supuesto. Porque el hombre forma
parte de la naturaleza.
— ¿De qué modo?
— Repito que no tengo recetas. Sin em-
bargo, tengo la profunda convicción de que
entre el hombre y la naturaleza debe existir
una relación dialéctica. Sólo de este modo,
rechazando una relación exterior sobre la
naturaleza, con leyes mecánicas, será posi-
ble combatir las degeneraciones que se han
producido y que todavía se siguen produ-
ciendo en la utilización de los recursos de
nuestro planeta, entendido éste no sólo
como biosfera, sino también, y sobre todo,
como conjunto de las comunidades huma-
nas.
(Traducción: Josep Sarret).
11/ Geyrnonat se refiere a las cartas de Galileo dirigidas a
Benedetto Castellt a monseeor Retro Dini, a Cristina de
Lorena, duquesa de Toscana, que, a pesar de su carácter
"pnvado", tuvieron una amplia difusión
17
 Tengo ante mi vista un folleto que ex-
plica cómo organizar "visitas" a las em-

LOS GULAGS presas: cómo atender a las diferentes

clases dé invitados; cómo organizar sus
itinerarios; cómo conseguir el efecto
deseado y dar una "buena imagen". No

DIEL CAPITAL
falta nada: se explica cómo prepararlo
todo, qué hacer para mostrarse simpá-
tico, cómo seleccionar cuidadosamente
lo que se puede ver y lo que no...

. .' -
ROBERT LINHART

•
¡Habrá sido concebido para ser utili-
zado en una de esas lejanas sociedades
"totalitarias", como se dice, en las que
se procura presentar al visitante una
imagen previamente preparada y en las
• • • --- - que pequeñas tropas de invitados son
paseados por ciudades a lo Potemkin?
•-• No, no hace falta buscar en el otro ex-
•
tremo del planeta. Este folleto (Las visi-
z."S
tas de empresas) fue publicado en
1976 en Francia en una colección esen-
cialmente dirigida a jefes de empresa, a
responsables patronales y a especialis-
tas en relaciones públicas.
Todas las categorías posibles de visi-
tantes se analizan cuidadosamente: pe-
riodistas, profesores, políticos, técni-
cos, el que sea... Los principios de la fil-
tración, de la creación de un ambiente,
del desarrollo de la propia operación se
exponen con detalle. La difusión del fo-
lleto está limitada a un público patronal
"operacional". Es una pena, porque se-
ría conveniente que fuese más cono-
cido. Veamos un corto extracto del
mismo:
"Se podría decir de la visita de una
empresa lo mismo que de la televi-
sión: es un espectáculo, ante todo es
un espectáculo... No sacar todo el
partido posible de su naturaleza es-
pectacular, en el sentido literal de la
expresión, equivaldría a perder de
vista el excepcional alcance de este
medio de información. Pues precisa-
mente en ello consiste su poder...
Tanto si se trata de preparar un pro-
grama o de imaginar unos cuantos
"números" (como se dice en el mu-
sic- hall...1, hay unos cuantos princi-
pios elementales que no se pueden
olvidar...
Primer principio: la visita de una em-
1 presa requiere, desde el principio al
fin, una puesta en escena...
Segundo principio: la visita de una
empresa debe estar preparada, debe
ser como un espectáculo: medido,
ordenado, ni demasiado largo, ni de-
masiado lento..."
En 1978, en Francia, las visitas a las fá-
bricas se escenifican. Pero, ¡qué sabe-
mos hoy de la producción de bienes
materiales? ¡Qué es lo que se nos en-
seña de la producción? Esta cuestión de
la representación de la producción, de la
imagen de la misma que se nos pre-
senta, parece no tener importancia.
Pero la tiene, y no precisamente una im-
portancia secundaria.

18
Son varias las imágenes de la produc-
ción que están en circulación: polícro-
mos catálogos que afirman "dar priori-
dad a los trabajadores manuales':, folle-
tos prestigiosos de las grandes firmas
en los que se ven construcciones impre-
sionantes, fábricas limpias, salas de
control, máquinas resplandecientes.
Imágenes filmadas de puestos de tra-
bajo aislados, de máquinas en movi-
miento; imágenes de cadenas de mon-
taje de Renault 5 o de Citroen GS: unos
cuantos metros de película, unos cuan-
tos segundos.
Imágenes filmadas en la televisión,
spots publicitarios o de actualidad,
fotos en los periódicos, visitas a las
propias fábricas. El mundo de la pro-
ducción parece visible. Ni totalmente
abierto ni completamente cerrado. Cier-
tos estereotipos visuales que garantizan
vagamente la posibilidad de ver.
Del estereotipo visual al estereotipo
pensado: todo se moderniza; ya no son
los hombres quienes trabajan, sino las
máquinas; cada vez hay más robots; el
trabajo es cada vez más automático; la
mano de obra es un simple residuo de
otros tiempos; incluso el trabajo en ca-
dena es cada vez menos frecuente y, en
todo caso, ya no es lo mismo que antes;
las fábricas cada vez están más limpias:
se construyen en el campo, se hacen de
cristal, etc.
Pero aunque la industria puede conver-
tirse en un espectáculo, hay una cosa
que no puede hacerlo: la explotación. Es
difícil captarla en una mirada, fijarla en
una imagen. Se puede esconder y de
hecho se hace todo lo posible para es- del trabajo, la aplicación de un ritmo y la máquina, está su conservación. De-
conderla (seguramente es lo que una un standard, la reducción de los movi- trás de los barriles, están las operacio-
sociedad oculta más cuidadosamente: mientos, la muerte inscrita en la repeti- nes de limpieza de los barriles. Detrás
su sistema de producción). ción cíclica, la angustia del objeto que de la unidad de control del cracking,
Fijémonos en una cadena de montaje. aparece cuando todavía no se ha po- está toda la instalación petroquímica,
¿Qué es loqueas ve cuando se mira du- dido terminar el trabajo con el objeto con su pulular de trabajos fraccionados,
rante unos instantes (en el transcurso de anterior. los administrativos, los interinos, los
una visita o durante una breve secuencia Fijémonos en la sala de control de una hombres que se ocupan del embalaje,
filmada)? Unos objetos en curso de fa- refinería. Salas espaciosas, tableros, in- de la manutención, del transporte, de
bricación —automóviles, refrigeradores, dicadores luminosos, organigramas en las reparaciones, del montaje y raspa-
radios que avanzan lentamente, a veces la pared, palancas, manecillas. Tres o dura de los tubos. Detrás de la fábrica,
casi imperceptiblemente. Unos obreros cuatro hombres sentados, de pie, ha- están las oficinas de los subcontratis-
y obreras que hacen algunos gestos blando. Aparentemente, no hacen nada. tas. Detrás de las grandes empresas,
—gestos que no parecen requerir un es- Llevan bata o mono; van muy limpios. están las pequeñas. Detrás de los dere-
fuerzo físico extraordinario— que espe- Trabajo "moderno": vigilancia, automa- chos sindicales concedidos y del labe-
ran unos segundos y que empiezan de tización; de vez en cuando, se aprieta un rinto de comisiones paritarias, están el
nuevo. Ni precipitaciones ni movimien- botón, se acciona una palanca. Eso es lo ejército de parias, la porra, la policía pri-
tos espectaculares. Uno puede atrave- que se ve. vada, el asesino. Detrás de la fachada
sar un taller en el que se está trabajando Pero el la angustia, en la larga noche si- de la Shell, están las chabolas de Liberia
en cadena sin percibir nada violento, lenciosa, cuando hay tres o cuatro hom- y los marineros hambrientos que em-
destructor, agotador. Sin embargo, esta bres encargados de la refinería, que pro- barcan en Hongkong o en Singapur.
violencia, esta destrucción, este agota- duce saber que todo puede saltar en Volvamos a la refinería o al cracking.
miento constituyen la verdadera reali- pedazos? , Cómo la fotografiaríais, Unos hombres vigilan el tablero de
dad de la vida de la cadena, lo que viven cómo la filmaríais, como la visitaríais, mandos en una sala de control. Más allá
permanentemente, desde dentro, estos esta angustia? Y, sin embargo, las ma- está la "estructura": armazones metáli-
hombres y mujeres ante los que uno terias plásticas que nos rodean también cos, construcciones tubulares, hornos
puede pasar indiferente. Pero, para per- están hechas de esta angustia. Y de de fundición, barriles, plataformas,
cibirlos, hay que atravesar la barrera im- otras muchas cosas. compuertas (que a veces hay que man-
puesta por la imagen, penetrar en la ca- Detrás de lo que nos enseñan (y que tener en funcionamiento horas y horas).
dena como sistema social, sentir lo que muy a menudo realmente no vemos) Todo esto exige un trabajo: hay que
significa la descomposición tayloriana está todo lo que nos ocultan. Detrás de limpiar, trasladar, reemplazar, subir, ba-

19
 SISCRIBASE A
EMILIO
TOPO
Y AHORA TAMBIEN A
LOS EXTRAS
Reciba EL VIEJO TOPO en su domicilio,
beneficiándose además de un 20 %
de descuento.

E IN1112() 'TON) INIEJO TON)

17.1'111A /1 EXTRA /2 NOMBRE
DIRECCION
11110111 111.1R11 1111 /11,o,
le. rama. /1,1(111.1111101.1. POBLACION D P
1.,1711.111......r.11a del gdred PROVINCIA
• e> 4,1 tl a 1c141.n
iliSlADOiov. n'ene
1114.11\ /.. ,te4 Deseo suscribirme a El Viejo Topo por E 6 meses, U un
Lt gaad mamo
1141,41•411., aller 011n
P. año, E un ario más seis extras, empezando a recibir el
1.4 OP11.11:11,..% n 14 n.° y el extra n.'
1,4110MBN mIxl
~CURRA lftval El importe de la suscripción lo haré efectivo:
410'
eztedbuomulut . . ! E Recibo domiciliado en Banco o Caja de Ahorros sita
.4,DILUMIO 11130 en España len este caso, rellenar el boletín adjunto)
1A1.111. p411,00lul Ilamrou Contra reembolso
I ~NADA I exrn.11 remo* I NO
Fi 10.00n40041.1.41.,
Priels O analrrii Adjunto cheque bancario
eug14,,,
SIC111,111”11-1, ISTORLA SOCKIIID Por giro postal núm.
OISIIBI 11111 PUS Oil Eii

Para la suscripción; rigen las siguientes tanf as _periódicas:

seis meses 500 ptas. SR DIRECTOR DEL BANCO (o CAJA DE AHORROS)
un año 1.000 ptas.
extranjero (correo ordinario) 1.200 ptas. Domicilio de la Agencia
extranjero (correo aéreo): Población
Europa 1.400 ptas. Titular de la cuenta
América 1.800 ptas.
EXTRA (6 núms.) 500 ptas. Número de la cuenta
EXTRA (6 núms.) (extranjero)
Sírvase tomar nota de atender hasta nuevo aviso, con
(c. ordinario) 600 ptas.
cargo a mi cuenta, los recibos que a mi nombre le
EXTRA(6 núms.) extranjero (c. aéreo)
sean presentados para su cobro por Iniciativas
Europa 700 ptas Editoriales.
América 900 ptas.
Fecha
Recorte o copie el siguiente cupón (o cupones) una vez Atentamente
rellenado (con letras MAYUSCULAS) y envíelos a: (firma)
Emuennos tambíen este boletin a El
El Viejo Topo Viejo Topo Nosotros nos ocupare
Caspe 78 3. 0 2 Barcelona-10 mos de hacerlo llegar a su Banco
jar, transportar. Sin embargo, ninguno
de estos trabajos físicos que se realizan
en la estructura forman parte del itinera-
rio de las visitas organizadas.
A pocos metros de la sala de control se
descubre (o se mantiene oculto) otro
mundo que no tiene nada que ver con
las estampitas de la automatización y
de la fábrica "limpia". Veamos cómo
los describe un obrero de una gran em-
presa petroquímica francesa:
"Los tíos de las empresas (exteriores,
subcontratistas) trabajan en unas con-
diciones espantosas, día y noche, sin
la más mínima seguridad... Nosotros
no podemos hacer nada... Si un tipo
que trabaja en un lugar sin cinturón
de seguridad se cansa y no puede
sostenerse más, se cae desde una al-
tura de diez metros. A muchos no les
importa porque "son árabes". Creen
que los árabes sólo sirven para hacer
los trabajos sucios que los otros no
quieren hacer... Nosotros sí trabaja-
mos seguros; se nos mete una mota
de polvo en un ojo y nos vamos a la
enfermería, pero ellos, en cambio...
Si uno de ellos se muere, no pasa
nada, se lo llevan en una ambulancia
y en paz. Al fin y al cabo, hay ciento
cincuenta o doscientos esperando su
puesto. Es espantoso..."
Con la excusa de impedir robos, se
prohibe la entrada en los locales del per-
sonal de la empresa central a los obre-
ros inmigrados de las empresas sub-
contratadas. Para ir a beber agua tienen
que pedir permiso.
¿Apartheid en una empresa francesa?
¡Vamos, hombre!... Vayan a verlo, si les
apetece. Pero no en el marco de una vi-
sita organizada, por supuesto, porque
esto no entra en el programa. Es cierto
que en la página 35 del folleto que co-
mentábamos se puede leer:
"En este paisaje industrial o comer-
cial de múltiples aspectos que se
muestra a los invitados, hay que ele-
gir los "parajes más bellos", los
"puntos más interesantes", las
"zonas más agradables", y olvidar lo
demás. Como todo el mundo sabe,
elegir es sacrificar. Se impone una
selección severa y rigurosa".
¡Qué elegantemente se pueden decir las
cosas!
Hay un término que se ha puesto de
moda: "sacar". Se "saca" de la fábrica
la conservación, el ensacado, la manu-
tención, los transportes, la calderería, la
electricidad, la fabricación de piezas.
Los talleres Dassault, por ejemplo, se
han convertido en centros de dispat-
ching en los que unos obreros muy cua-
lificados, expertos y cuadros, centrali-
zan y distribuyen una serie de trabajos a
empresas exteriores subcontratadas.
Jueves, 9 de febrero de 1978, avenida
de La Motte-Picquet, en París. Unos
obreros trabajan en la instalación de
unos hilos telefónicos. Se hunde un blo-
que de cemento. Tres muertos, los tres
portugueses: Carlos dos Santos Fe-
rreira, Jesus Ismael, Joaquim Martins.
"En el secretariado de Estado del
P.T.T. se considera que el accidente
incumbe a la empresa subcontra-
tada... En los medios sindicales del
P.T.T. se hace notar que este acci-
dente plantea una vez más el pro-
blema de la seguridad en las obras
confiadas a sub-contratistas. Aproxi-
madamente el 80 % de puestos de
instalación de cables telefónicos en
la región parisina están actualmente
a cargo de dichas empresas." (Le
Monde, 11 de febrero de 1978).
En estas pequeñas empresas encarga-
das de la instalación de cables telefóni-
cos no hay ni derechos sindicales ni po-
sibilidades de negociación. La única ley
que impera en ellas es la de la presión
económica, la de los contratos.
Hace unos meses, en una mina de car-
bón del Norte, un obrero turco murió
aplastado por un desprendimiento. Se
supo que trabajaba para una pequeña
empresa. Las empresas mineras suba-
rriendan los derribos.
¿Cuántos hombres se necesitan para fa-
bricar mil toneladas de acero, de nafta,
de etileno? ¿Cuántos para fabricar diez
mil automóviles, diez mil vestidos?
¿Cuántos para el nylon, para el ce-
mento? Ni se sabe. En la moderna fá-
brica de cemento de Port-la-Nouvelle,
empresa piloto del grupo Lafargue, cuya
sala de control central puede ser admi-
rada por visitantes procedentes de todo
el mundo, la mitad de horas trabaja-
das en 1977 estuvieron a cargo de
personal exterior a la sociedad...
Cuando los sindicatos preguntan a la di-
rección por tal o cual aspecto de estos
trabajos exteriores, la respuesta es inva-
riable: esta gente no ocupa ningún lugar
en el organigrama de la sociedad, no
queremos ni oir hablar de ellos.
Zonas en sombra, inmensas. Todo un
proletariado subalterno de obreros fran-
ceses o inmigrados, jóvenes, mujeres,
campesinos, diseminado entre peque-
ñas empresas. La muerte abunda en
esas zonas en sombra.
También se mata. Hay muchos inmigra-
dos en esas zonas en sombra, y el régi-
men que se les aplica es cada vez más
especial: vigilancia policíaca reforzada,
campañas racistas y asesinatos impu-
nes. En los últimos seis años se han
producido oficialmente más de setenta
asesinatos racistas de trabajadores al-
gerinos. No cada mes. La media ha au-
mentado de repente desde el asesinato
de Laid Sebai, vigilante nocturno en la
Sociedad de amigos de Argelia, el 2 de
diciembre de 1977. Ahora es de uno
cada diez días. Los obreros inmigrados
magrebíes procuran no salir si no es en
grupo, y de salir lo menos posible. Pero
bien hay que ir a trabajar... Este te-
rrorismo no merece ni la primera página
de los periódicos ni la indignada unani-
midad de las almas bellas. Es una espe-
cie de terrorismo rutinario, como si dijé-
semos. Casi nunca se coge al asesino y
cuando, por casualidad, se le coge, la
cosa acaba con una absolución o con
una pena mínima. Elaid Djennati, 36
años, muere asesinado por dos dispa-
ros de bala en la cabeza, en la Creuse, el
11 de diciembre de 1976. Mohammed
Benabed resulta gravemente herido. Los
dos trabajaban en la construcción. El
hombre que ha disparado, asiduo de
una boite, es absuelto el 24 de enero de
1978 por el tribunal de la Creuse. Ab-
suelto. Un amigo suyo comenta: "No
iban a meterle quince años por matar
a un moro" (Le Monde, 26 de enero de
1978, "Crímenes sin importancia").
Milicias privadas, sindicatos amarillos,
sociedades de vigilancia y control, pali-
zas, perros policías. ¡Vaya, esto no está
previsto en las visitas organizadas'
Claro que, como dice el folleto, "hay
que saber elegir los parajes más be-
llos".
Pensad en ello cuando vayáis a visitar
una fábrica y un ejecutivo joven y
apuesto os invite a admirar un gran local
limpio, y os embriague de realizaciones
técnicas y relaciones "humanas". Exac-
tamente detrás del escenario empieza
otro mundo que nadie os invitará a visi-
tar. Un mundo que no se enseña, como
tampoco se enseña lo que está un poco
más lejos y que, sin embargo, consti-
tuye la base misma de la producción.
Tierras abandonadas, hospitales vendi-
dos, ciudades que se desmoronan, ava-
lanchas en los puertos, expropiaciones,
especulación del suelo, trabajo en las
minas. Y, aún más lejos, el pillaje del
Tercer Mundo, los subcontratos en Sin-
gapur, en Formosa, en Hongkong, en
Marruecos, en Túnez, la mano de obra
del hambre, poblaciones mineras haci-
nadas en el campo, motines aplastados
por el ejército. Millones y millones de
súbditos del imperio Renault, del impe-
rio Philips, del imperio Volkswagen, del
imperio General Motors. La acumulación
por parte de las multinacionales de re-
servas territoriales en el mundo entero,
el saqueo de la Amazonia, las vastas
propiedades del Mato Grosso, los pe-
queños "posseiros" (campesinos que
poseen tierras) del Brasil, a quienes el
ejército se las arrebata para satisfacer
la sed de compra de las grandes em-
presas extranjeras que ni siquiera sa-
ben qué hacer con los beneficios
acumulados.
La acumulación primitiva, la industriali-
zación salvaje, cada día, en el distrito
trece de París o en el nordeste del Brasil.
Nada de esto entra en el itinerario de la
"visita".
Los Gulags del Capital.
21
 A CUBA NO
NI I In'
Entrevista con Ca o
Intelectual metido a guerrillero. Carlos Franqui
participó activamente en la construcción del
nuevo Estado socialista. Director de Radio Rebelde
durante la lucha y más tarde del periódico
Revolución, se tue distanciando paulatinamente
del curso que Fidel imprimió al proceso cubano.
Hoy vive exiliado en Italia, donde hace
poco participó en el Convenio de
Venecia defendiendo, desde la
izqu'erda, la causada la disidencia
cubana.
Poeta, pintor y escritor, ha
lieado o s
d•

• "

Tvik,19111_

La miseria programada a dirigida
se Imporiaba trono el sol utbre la cana
Quien pito& pierde mucho. Km gana mas quien gana
aunque, para ganar, pierda la vida
En Cuba se ha ganado una batalla
de hierro, sangre y dolor Tomemos ejemplo
del puño que abrid las puertas del alelo inmolo
a golpes dr l i b ertad, de metralla
El sol n rl misma, la vida es nueva
y hay un nioto que ro, febo (va no tiene hambre)
y su risa infantil Sa me contagia
y parece pur dita "¡por taiW no prueba''
Imberil el que piense que exagero
vo he visto una borne nueva y ho y he de decirlo.
Tanto in e da a alguno emo le sabe mal
Cuba la la, la para ni Dios'
f Pi de la Serra
(Oreaba 751
— Háblanos, en primer lugar, de tus ori-
genes. ¿Cuándo empezaste a intervenir en
la lucha politica?
— Yo me hice militante comunista
cuando tenia quince años; mi familia habia
participado en la guerra de la independen-
cia y tenia muy claro lo que significaba la
libertad; mi padre era obrero, cortador de
caña, y viviamos en una miseria terrible.
Estuve en el partido hasta los 25 años. Los
mejores recuerdos que conservo de esa
época son mi relación con la gente de la
base: sindicatos, movimiento estudiantil,
campesinos, una gente estupenda.
— ¿Por qué saliste del partido?
— Bueno, yo llegué a ser marxista, comu-
nista, a través de la lectura, a traves de tex-
tos. Empecé a militar con una gran dedica-
ción, en contacto permanente con la base;
al cabo de unos años de lucha llegué a La
Habana para trabajar en el periódico del
partido, cuando Anibal Escalante —que
luego seria Secretario General y final-
mente caería en desgracia con Fidel— era
su director. Fue ahi donde descubri lo que
era el partido, donde conoci otro comu-
nismo, otro mundo, muy distinto del que
yo imaginaba. El partido cubano era real-
mente algo siniestro, y estaba muy pene-
trado por los soviéticos. Por aquella época
se habia decidido el apoyo a Batista, basán-
dose en que su legislación habia permitido
organizar el movimiento sindical, que ha-
bía cobrado mucha importancia, y se ha-
bian alcanzado importantes conquistas: las
ocho horas, salario mínimo, descanso re-
tribuido, supresión del despido libre, etc.
Este apoyo se reflejó en un cierto aburgue-
samiento, en un maridaje —relativo,claro
está— con el poder. Por otra parte. con la
guerra mundial en ciernes, en el seno del
partido se impuso el browderismo.
— ¿Te refieres a la linea definida por
Earl Browder?
— Si. Siendo secretario del partido comu-
nista norteamericano, Browder publicó un
libro en el que planteaba la necesidad de la
coexistencia pacifica, pero no sólo a nivel
de estados, sino de las mismas clases socia-
les. Este libro fue aprobado por el movi-
miento comunista internacional porque a
la Unión Soviética le convenía aliarse con
los americanos frente a Hitler. La aplica-
ción de sus tesis, con respecto a la América
Latina, llevaba a que no se podía hacer lu-
cha anti-imperialista, que no se debían
aprovechar las contradicciones; eso ya no
era revoluciónario. Pero claro, como estas
tesis sólo le servian a la I. IRSS en tanto ha-
bía guerra, en cuanto esta acabó el libro
fue excomulgado. Debido al browderismo
el partido comunista cubano llegó a cam-
biarse el nombre, y pasó a denominarse

22

i PA
Is
$ franqui
MIGUEL RIERA y JOSEP SARA
Partido Socialista Popular
— Entonces, tu abandonaste el Partido
por su politica oportunista...
— No sólo por eso; tampoco me gustaba
el funcionamiento interno del partido.
Aníbal Escalante era un hombre muy ca-
prichoso, autoritario. Yo tenia muchos
problemas, porque era partidario de hacer
las cosas al aire libre, sin tapujos. Se me
criticaban cosas que yo no podia entender,
por ejemplo que oyera música, fuera al
baile o leyera poesia. ¡Si yo me habia he-
cho comunista leyendo y luchando! En el
año 46 decidí dejar el partido, porque me
pareció que aquello no era lo que yo enten-
día por socialismo. Poco después conocí a
Fidel, con el que estuve en una expedición
que se hizo contra Trujillo en el año 47,
expedición que duró tres meses con el re-
sultado final de que acabamos todos en
prisión. Y después segui independiente,
me dedicaba a hacer revistas literarias, a
trabajar en varias cosas; fue un periodo di-
ficil, de desconcierto, hasta que Batista dio
el golpe y la lucha surgió en la Universi-
dad. Yo nie vinculé a esa lucha, al Movi-
miento 26 de Julio, como tanta gente.
En la clandestinidad monté una imprenta,
donde haciamos un periódico muy radical,
marxista, lo cual fue un error; había un
gran desprecio por los problemas ideológi-
cos. Muchos compañeros opinaban que la
filosofía era pura mierda, algo superfluo, y
que a Batista había que derribarlo pegando
tiros. Esto último era evidente, pero si de-
trás de los tiros no existe una conciencia
popular, cualquier revolución está perdida.
Por eso, desde el periódico tratábamos de
informar y organizar, al tiempo que proce-
díamos a la difusión ideológica; lo mismo
!Ocien°, depues desde la radio.
doxil•
— La existencia de un 11101,1m ient o de lu-
cha urbana combinado con la guerrilla en
el campo no se ha repetido en ningún otro
Intento retolucionario en la América La-
tina ¿Hasta que punto fue decisivo este
hecho para el triunfo de la Revolución
Cubana?
— La lucha emprendida en las ciudades
fue determinante para alcanzar la victoria
final. Fue en la clandestinidad, en esas ciu-
dades, donde hubo más muertos, y donde
se desarrolló la mayor parte de la lucha. Y
no es que las acciones en la Sierra no fue-
ran importantes, claro está, pero si la gue-
rrilla no se hubiera visto apoyada por una
lucha popular, si el pueblo no hubiese sido
protagonista de esta lucha, no se hubiera
vencido. Por eso, cuando en América La-
tina se ha querido aplicar un esquema falso
de la Revolución Cubana —el foco— la
experiencia siempre acabó en fracaso por-
que nuestra victoria fue producto de un
movimiento, no de una guerrilla o de algo
espontáneo, sino de un movimiento que
nace de la lucha en la ciudad y en la mon-
taña, en los sindicatos y en las escuelas, en
todas partes. El movimiento, en su con-
junto, asume un papel similar al del par-
tido en otras revoluciones; es el movi-
miento el que manda a sus hombres a Me-
xico, el que organiza, y el que cuando el
Granma desembarca se vuelca en la pro-
tección de los hombres que llegan, organi-
zando la Sierra Maestra, y es el pueblo de
Santiago el que se rebela y toma una parte
de la ciudad, impidiendo que el ejército
pueda concentrarse contra los expediciona-
rios. Esta es la diferencia entre Bolivia y
Cuba: los sabotajes, millares de sabotajes,
las huelgas, los atentados; una auténtica
lucha popular.
— ¿Eran homogéneos los criterios politi-
cos que inspiraban a las distintas organi-
zaciones Implicadas en esa lucha?
— No, no lo eran, se planteaban muchisi
mas divergencias. Algunos queríamos evi-
tar caer bajo el colonialismo soviético al li-
berarnos del imperialismo americano. Ha-
bía muchas reticencias; ten en cuenta que
los comunistas cubanos no participaban en
la lucha, no creían en la insurreccion, en la
guerrilla, en la lucha clandestina; era una
situación absurda: los políticos gritaban
elecciones, los comunistas unidad, y el
pueblo revolución. La lucha contra Batista
fue dirigida fundamentalmente por el 26
de julio y el Directorio Revolucionario,
que era especificamente estudiantil y que
quede) muy debilitado tras el asalto a pala-
cio, en el que murieron la mayor parte de
sus dirigentes. El Movimiento 26 de julio,
entonces, no estaba considerado como co-
munista, ni siquiera como muy de izquier-
das, y fue siempre subestimado por la bur-
guesia cubana y el imperialismo ameri-
cano, lo cual fue muy positivo. También
había una parte negativa: la falta de defini-
ción política propiciaba errores y situacio-
nes ambiguas. Muchos de nosotros estába-
mos preocupados por la aparición en nues-
tro seno de dos problemas clásicos en la
historia cubana: el militarismo y el caudi-
llismo.
— ¿Haces alusión a Fidel, al papel que
desempeñó en la Revolución?
— Si, claro. Era evidente, desde el primer
momento, que Fidel era, en potencia, un
caudillo. Y realmente él no lo negaba, no
ocultaba este hecho. Siempre decia que una
revolución debía tener un líder, que mu-
chos hombres, aún muy buenos, carecían
de posibilidades si no contaban con un li-
der. Fidel era un gran guerrero, con una
personalidad enorme, pero yo creo que era
23
 ftV)ItZ
NUMEROS ATRASADOS
Los herederos de Marx/ Prensa Euzkadi/ Filosofias del underground/ 14 Brutalidad fascista y violencia
revolucionaria/ Los tebeos de Mao/ Homosexualidad (dossier)/ Cultura y revolucionaria/ La crisis de la izquierda en
Alexandra Kolontai/ Droga y literatura. revolución/ Regis Debray. España/ Dossier Gramsci.

Ernest Mandel/ La Nosofia de Mao/ 9 Taoísmo y comunismo/ Parlamentansino 5 Alemania: Un Gulap en Occidente/ El
nuevo subproletariado/ Por una psiquiatria
Cristianismo y marxismo/ Anarquismo o revolución (dossier)/ Marxismo y
(dossier)/ Gramsci en España. fibertad/ Lidia Falcón. alternativa.

3 La izquierda revolucionaria ante el poder/ 6 Entrevistas: D. Cooper, B.H. Levy, A.

J. P. Sartre/ Eurocomunismo (dossier)/ 10 Indios metropolitanos/ Feminismo Mattelart/ Inéditos, Juan Goytisolo y
Ferrer i Guardia. (dossier)/ M. A. Macciocchi/ El FBI contra Ernesto Säbato/ Cultura gay/ Nietzsche
la democracia. el anarquismo.
4 Anarquismo y comunismo/ Femando 17 Sobre el fascismo/ Desmitificar al Che/
Claudin/ Feminismo en España/ Convenio de Venecia/ Literatura y delito
Antipsiquiatría (dossier). 11 Los nuevos filósofos/ Tres tesis sobre el
eurocomunismo/ Dictadura del
Louis Althusser/ Leopoldo M.° Panero/ proletariado/ 18 N. Poulantzes, estatismo o revolución/
S.M. Eisenstein/ Lucio Magri/ G. Bueno
URSS/ China después de Mao (dossier)/ El arte en una situación de cambio.
Universidad. 15 Testamento (apócrifo) de Sartre/ Erótica -
12 Marx y la pedagogía/ Entrevistas con herética hispana/ Nuevos filósofos/
6 Por la reconciliación popular/ Ulrike Ernst Bloch y Fernando Savater/ La Premios El Viejo Topo.
Meinhof / Deleuze-Foucault sobre el comuna de Paris Icomic/i La crisis de la
poder/ Impenalismo (dossier). izquierda. 20 Althusser, Colletti: la crisis del marxismo!
Mayo del 68: diez años después.
Militancia y revolución/ Living Theater/ 3 Contra la cárcel/ Rosa Luxemburg/ 21 Balibar: marxismo e irracionalismo/
Gramoci y los consejos/ Estalinismo Psicopatología del izquierdista/ Dylan
(dossier1/ Cine militante. Thomas/ 40 años de censura. Althusser: debate en el PCF/
Sobre la marginación/ Nietzsche/
Henry Miller,
17"
ELVII120 ELVIF.J0
EX'ERA/1
1010•111111111
TOPO lirT()P0
-
,r,teruoto.

1,1•n...1. mero»
a.m. ten

SPAMA1011.611.
ruja y
472.
del p.c.a.
e
(1
Wte.AINVO
U nZIAMI.
nuem,treo
•••n •.q.
wexunutt,

Una visión totalizadora Un enfoque social, El problema de los fines y Vieja y nueva politica del Andre Gorz: ideología social
del Estado, la economía y politico y cultural de la los medios en la lucha de PCE/ Foucault y el poder/ del coche/ Comunicación
la ideología del URSS y los paises del clases. Informe sobre América alternativa/ Droga y política/
franquismo. Este latina. La cuestión homosexual

Nuestros lectores pueden adquirir también la

colección encuadernada de EL VIEJO TOPO Recorte o copie este cupón y envíelo a El Viejo Topo, Caspe, 78, 3.° 2.•
Barcelona -10
(Utilice letras mayúsculas).
Nombre
Domicilio
Población D P.
Provincia
Deseo recibir: El importe total de ptas., más
revistas atrasadas gastos de envío lo haré efectivo:
TARIFAS números:
Extras y números atrasados' 100 ptas. extras n.° contra reembolso
Volúmenes encuadernados 1(1-61 Volúmenes adjunto cheque bancario
11 17-12) encuadernados:
cubiertas, tomos giro postal núm.
III (13-18) 550 ptas. en sellos de correos
Cubiertas 160 ptas.
revolucionario sólo en tanto que destruc-
tor: tenía una gran capacidad para des-
truir, y en tanto que se trataba de destruir
a la Cuba seudo-colonia americana, a la ti-
rania dependiente del imperialismo, se
identificaba personalmente con esa misión.
Su problema ha sido que era simplemente
eso y no otra cosa, se ha revelado incapaz
de construir. Además tenía una concep-
ción militarista de la Revolución, sobreva-
loraba al ejército rebelde frente al movi-
miento obrero, a las organizaciones de
masas...
— Esta oposición entre el criterio de Fidel
y otros comandantes, que destacaban el
papel del ejército, y una parte del 26 de
julio, partidario de un mayor protago-
nismo de las masas, se mantuvo después
de la toma del poder, y al parecer finalizó
con la aceptación de las tesis fidelistas.
¿Cómo se desarrolló este proceso?
Eso fue algo largo y complejo, lleno de
contradicciones. Al principio, en los pri-
meros meses del año 59, Fidel adoptó una
actitud prudente, de tanteo, yo creo que
muy acertada. Hizo un viaje a los Estados
Unidos, y trató de no precipitar el proceso
revolucionario. Y creo que lo que hacia era
acertado porque no hay que olvidar que si
bien Allende pudo decir que en Chile se
hacia en un año lo que en Cuba en dos, ya
se vio cómo acabó el proceso chileno. La
idea de Fidel en ese primer periodo era que
el enfrentamiento con el imperialismo
americano había que hacerlo con cautela,
pues la burguesía cubana estaba intacta, y
una precipitación podia haber sido fatal. A
pesar de esta prudencia se tomaron algu-
nas medidas importantes, como la Ley de
Reforma Agraria y su puesta en marcha, y
otras no tan básicas pero de carácter mar-
cadamente popular, como por ejemplo la
rebaja de los alquileres. Algunos, como
Raul Castro y el mismo Che, estaban
preocupados porque la Revolución no se
radicalizaba, no profundizaba, aunque
poco a poco se iba avanzando.
En las elecciones sindicales, el éxito del
Movimiento fue total, un 95 % de los de-
legados pertenecían al 26 de julio, y sólo
un 5 % eran miembros del Partido Comu-
nista. Los Sindicatos reflejaban asilos de-
seos del pueblo con respecto a la Revolu-
ción, respecto a qué camino tomar. Los
sindicatos, aunque eran profundamente ra-
dicales y estaban inequívocamente por el
socialismo, eran antisectarios y rechaza-
ban el modelo soviético. En el campo inte-
lectual se luchaba también en dos frentes:
de una parte contra el imperialismo, con-
trae! patrón, y de otra contra los comunis-
tas sectarios; los intelectuales querían una
revolución libertaria, no nacida de un par-
tido comunista, profundamente radical
pero humanista.
Cuando todo hacia presagiar que la Revo-
lución se hallaba en un buen camino, ¿que
hizo Fidel?: con diez comandantes del ejér-
cito ingresó en el Partido Comunista Cu-
bano, en el Comité Central, y le dio el po-
der. Comenzó entonces un matrimonio en-
tre el modelo soviético y el militarismo la-
tinoamericano. Y las consecuencias de este
maridaje fueron funestas, pronto empezó
la persecución de muchos que habian he-
cho la Revolución, quitándoles sus traba-
jos, sus cargos, o simplemente mandándo-
los a prisión. La Revolución, definitiva-
mente, era Fidel, estaba en sus manos.
— En una situación como la que descri-
bes, la llegada al poder del Partido Comu-
nista debió generar resistencias en los sec-
tores que hablan participado más intensa-
mente en la Revolución.
— Y así fue. Durante ese período, particu-
larmente, el periódico Revolución, que yo
dirigía y que tenía un gran prestigio por su
lucha anterior, en la clandestinidad, tuvo
un importante papel en la lucha contra el
sectarismo, a pesar de que se nos acusaba
de dividir a la Revolución, de ser pro-chi-
nos, de defender el cine polaco, en fin, de
"Fidel se ha revelado como un
hombre muy capacitado para
destruir, pero incapaz de
construir"
• • •
"Cuando los rusos se llevaron
los cohetes, el grito de los
cubanos fue: Nikita,
mariquita, lo que se da no se
quita"
todas las herejías, de un cúmulo de cosas
absurdas. Pero la reacción frente al secta-
rismo y la arbitrariedad fue muy fuerte,
porque además de la persecución desatada
contra los intelectuales, del confinamiento
en campos de los homosexuales, de la de-
portación en masa de los campesinos, se
habia producido una gran desorganización
de la economía, obra fundamentalmente de
Aníbal Escalante, con una gran crisis de la
producción que desembocó en la primera
ley de racionamiento. Hubo un gran de-
bate en todo el país, con una destacada in-
tervención del Che Guevara en televisión.
Y por fin, Fidel les dijo a los comunistas:
mañana, para Vds. será un día terrible,
porque el pueblo va a estar más contento
que con la caída de Batista. La detención de
Escalante fue celebrada por el pueblo con
fiestas por todas partes. Parecía que la Re-
volución se había desembarazado, por fin,
de una gigantesca camisa de fuerza.
— La antipatia que despertaba en el pue-
blo cubano la figura de Escalante ¿se ex-
tendia a la Unión Soviética, que era el
modelo que el secretario del Partido tra-
taba de imponer, y que a su través ejercía
ya una fuerte influencia?
— Nuestro pueblo, que había descubierto
a la Unión Soviética en el ano 60, con el
bloqueo americano, de una manera emo-
tiva, militante, y que habla gritado espon-
táneamente slogans como "viva el socia-
lismo, viva la Unión Soviética", "Fidel y
Kruschov, estamos con los dos" o "Pim
Pam Pum, viva Mao-Tsé-tung", se daba
cuenta, como te decía, en el año 61, que el
modelo soviético constituía una camisa de
fuerza que impedía el rápido progreso de la
Revolución. Y la admiración se trocó en
hostilidad, sobre todo a raíz de la crisis de
los misiles; ya es sabido que los soviéticos
se llevaron los cohetes de Cuba sin moles-
tarse en comunicárselo ni siquiera a Fidel.
Por cierto, poca gente conoce la anécdota
de cómo se enteró Fidel de la decisión so-
viética; yo estaba en el periódico cuando
llegó un teletipo de una agencia de prensa
norteamericana que decía "Kruschov or-
dena retirar los cohetes de Cuba". La ten-
sión de la gente era aquellos días tre-
menda, muchos creiamos que la guerra era
inminente, y los cubanos estaban dispues-
tos a inmolarse si era necesario, asu-
miendo el protagonismo de la crisis. Ante
la llegada de la noticia llamé a Fidel, para
saber qué pensaba y de qué forma creía
más conveniente que se tratase la cuestión
en el periódico; durante varios minutos es-
tuvimos hablando sin entendernos, hasta
que me di cuenta que no sabía nada de la
retirada soviética. Su sorpresa fue desco-
munal. Así se enteró Fidel, gracias a la
prensa norteamericana. Al día siguiente, el
periódico salió con un titular anunciando
la retirada de los misiles y alertando al
pueblo a prepararse para la lucha. Aquello
fue una bomba, y la gente se manifestaba
gritando "Nikita, mariquita, lo que se da
no se quita". El propio Fidel llegó a decir
auténticas barbaridades contra los rusos,
en público, incluso en sus discursos. La in-
dignación popular contra la URSS era
enorme. Pero después las relaciones se fue-
ron suavizando, hasta llegar a ser tan es-
trechas como antes, o tal vez aún más. Yo
discrepaba de este proceso y me fui sepa-
rando, sobre todo después de lo de Checos-
lovaquia, hasta que estando en París en el
año 71 se me comunicó la prohibición de
regresar.
— En el modelo social cubano, clara-
mente inspirado en el soviético, el buro-
cratismo es una de las características mas
significadas. Resulta evidente la existen-
cia de una nueva clase formada por miem-
bros del partido, burócratas y militares,
clase que asume un descarado papel de
protagonismo por encima de las masas y
que se sitúa por encima de ellas a todos los
niveles. Pero la creación de esta casta no
es un fenómeno espontáneo, que surja de
la noche a la mañana, aunque los prime-
ros síntomas de su formación puedan re-
sultar inadvertidos...
— Esos síntomas existen ya en el inicio
del proceso revolucionario, y a veces son
claramente perceptibles, aunque no siem-
pre se les da la importancia que merecen
Es obvio que el poder corrompe. y este he
25
cho lo intuíamos la mayor parte de noso-
tros. Ni los burgueses son malvados de na-
cimiento, ni los proletarios ángeles celes-
hales: quiero decir que lo que determina el VALE. PERO IIIILLEVIES no VECES MAS.
LA VIDA CIE 1111 ROLO IER HOMO/
comportamiento es la situación de clase, y QUE T0065 LAS PROPIEDADES
en consecuencia, el poder de que se dis- DEL DOME MAS RICO DE LA TIERRA.

pone. Y es ese poder el que acaba corrom-

piendo. Esta anécdota puede parecer irrele-
vante , pero yo la tengo por significativa,
tras el triunfo de la Revolución se planteó
la cuestión de donde debían vivir los revo-
lucionarios; una postura, correctisima, que
proponian algunos, fue la de regresar a sus
antiguos hogares, pero otros lanzaron una
propuesta que —decian— era mucho más
revolucionaria: "vamos a profanar esas lu-
josas casas de la burguesía, esas espléndi-
das mansiones de los oligarcas, metiendo
dentro a un barbudo, un revolucionario"
En nombre de la Revolución, y a pesar de El pueblo cubano vive bajo una intensa presión ideológica
la gran escasez de viviendas, algunos ya
querían vivir como burgueses.
— Y esa actitud que adopta una parte de «5"PADRE
los dirigentes, que comporta la aparición
de esa nuesa clase. Justa que punto crees EJEMPLAR
que la unida al proyecto socialista? I1
— Si yo tuviera que identificar como so-
cialista a cualquiera de los regímenes que
se autocalifican como tales, he de confesar
que personalmente seria un feroz antiso-
cialista.
En esos paises yo no veo otra cosa más que
el dominio del Estado, y la existencia de r-
esa casta burocrática que tiene privilegios
heredados de la burguesia y que, en mu-
chos casos, ha adquirido otros nuevos. El 'eger, **moje&
pueblo no es el protagonista de nada, el
proletariado no cuenta para nada; sólo tra-
baja y obedece. Y no hablemos de las liber-
tades negadas, que no son propias de la No todos los padres neuen el titulo de La penetración soviética existe en todos
burguesia, como algunos burócratas argu- "ejemplar". los niveles.
mentan, sino fruto de la lucha popular. marxismo. Y es que yo creo que lo que capaz de destruir ese aparato. ¿Hacia
La única calificación que me atrevería a Marx establece es más bien una interpreta- dónde van esas sociedades? Es dificil de-
emplear con estos paises es la de capita- ción critica de la sociedad capitalista, con cirlo, hemos pasado de la fase de los mo-
lismo de Estado. El Estado —no el pue- todas las limitaciones de su época, lo cual nopolios a la de los Supermonopolios; tal
blo— es propietario privado de todo y eso es suficiente para permitirle descubrir un vez el "socialismo realizado", ese socia-
explica que fenómenos semejantes se repi- montón de cosas que son válidas univer- lismo que no es tal socialismo, sea algo asi
tan en todas partes, en la URSS, China , salmente. como la última fase del proceso de concen-
Polonia, Cuba, Vietnam, Camboya o Che- Después, en el modelo leninista —y digo tración, una especie de Monopolio de Mo-
coslovaquia, independientemente de la dis- leninista y no estaliniano, porque creo que nopolios, el Monopolio estatal.
tinta naturaleza de estos paises. Y es un ca- cargamos todas las culpas en las espaldas
pitalismo y no un socialismo porque los de Stalin y sí las mayores son suyas no — ¿Puede salirse de esa situación de una
medios de producción ¿en manos de quien todas son de él— el Partido se funde con el forma no violenta, o el paso al socialismo
están? No en las del pueblo, sino en las de Estado, y ese partido-estado, dotado de verdadero requerirá un enfrentamiento
un Estado que, en vez de extinguirse, cada una estructura militar-burocrática-polici- violento, una revolución clásica?
cita es mas fuerte. aca se convierte en algo omnipresente, re- — No creo que sea posible utilizar la vio-
— ¿Y a quien hay que cargar la responsa- presor, es el poder total, lencia en esos paises por ahora; en vez de la
bilidad de esta situación? ¿Al propio mar- — SI los países socialistas no son socia- violencia hay que plantearse el problema
xismo, a la 'corla, que habria de ro isarse listas, es decir, si no son sociedades de de la conciencia. Si fuera posible avanzar
entonces de alguna manera? ¿O simple- transición ¿cual es el horizonte que pue- muchisimo en el desarrollo de la concien-
mente nos hallamos ante una mala aplica- den contemplar esos regimenes? cia popular seria muy dificil retroceder,
ción de esa teoria? habria posibilidades de vencer. Esto lo han
— Desde luego no hay nada que permita entendido muy bien los obreros polacos,
— La gran laguna del marxismo es la au- asegurar que los paises donde el socialismo que, a diferencia de los húngaros o los che-
sencia de una leona del Estado. Marx pen- no se ha realizado constituyan sociedades cos, no se han planteado la toma del poder,
saba que el Estado se extinguiria en la de transición, vamos, yo creo que nadie sino ir creando organizaciones populares
nueva sociedad. Error descomunal. El puede interpretarlo asi. El Estado es tan que puedan ejercer algún tipo de oposición
propio Althusser ha acabado reconocién- fuerte y tan poderoso que nadie, ni si- y que logren resistir dentro del Estado sin
dolo; no existe una leona del Estado en el quiera desde dentro del propio Estado, es ser liquidadas. Pero ese es un proceso difi.

26
 cil y muy lento, porque no hay que olvidar
que estamos ante un poder que se presenta
como un poder del pueblo, un poder de los
trabajadores, cosa que no es, pero al
mismo tiempo es cierto que ha sido des-
truido el viejo poder, y los obreros y cam-
pesinos ven como no existen ya ni el pa-
trón ni el latifundista. Es ésta una situa-
ción que no está aún suficientemente clari-
ficada históricamente. liabria que hablar
de periodo de confusión, y no de transi-
ción.
De todas formas, los pueblos que viven
bajo el dominio soviético un dia u otro, de
una forma u otra, se rebelarán. Y como los
viejos capitalistas permanecerán en sus ce-
menterios, lo único posible será tratar de
hacer una sociedad nueva. Claro que para
ello no sólo tendrán que enfrentarse a la
Unión Soviética y a sus propias burocra-
cias, sino también al capitalismo, para el
cual es vital impedir un cambio de esta na-
turaleza. Porque ¿qué situación existiria
ahora en Europa Occidental si en Checos-
loi,aquia se hubiera consolidado un "socia-
lismo humano"? Muy probablemente en
Francia, Italia, España, incluso en paises
tan derechistas como Alemania Federal, se
habria producido un avance espectacular
de las fuerzas del socialismo. La primavera
de Praga es un gran acontecimiento, un
hecho importantísimo en el mundo socia-
lista. Conoci bastante bien la Praga buro-
crática, una de las cosa.s más tristes que
jamás he visto, y no podia imaginar que de
un mundo tan inhumano, tan represivo
surgiera un intento tan esperanzador, esa
Comuna del socialismo.
— En cualquier caso, Praga ha consti-
tuido un factor desestabIlizador en la
cohesión del movimiento comunista. El
hecho de haber sido condenada la invasión
por diversos partidos comunistas es tan
esperanzador como el hecho mismo del in-
tento checo.
— Pero condenar la invasión es insufi-
ciente. Si la ocupación soviética no se
acepta, si se reconoce que es un acto impe-
rialista, los partidos comunistas no sólo
han de condenar, sino luchar activamente,
movilizarse para lograr que el ejercito in-
vasor se retire. Es hora de acabar con los
paños calientes y dar a cada cosa su nom-
bre, los partidos comunistas occidentales
han de pedir a la URSS que no prosiga su
ocupación.
— Has dicho que el capitalismo no está
Interesado en que se produzca un cambio
en el seno de las sociedades socialistas,
por lo cual es lógico que no apoye la lucha
popular que pueda aparecer en esas socie-
dades, pero ¿crees que el capitalismo llega
de hecho a favorecer la estabilidad de los
regímenes socialistas existentes?
— Por supuesto, eso ya está pasando: si
los Ehados Unidos no vendieran trigo a la
Unión Soviética se produciria una mons-
truosa crisis de alimentación que podria
erosionar la situación interior. Si los Esta-
dos Unidos quisieran provocarle dificulta-
des al régimen soviético, bastaría con que
suspendiesen ese suministro. La coexisten-
cia pacifica no obedece solamente a impe-
rativos de tipo militar.
— ¿Y cómo justificar que un Estado que
detenta todo el poder, con unos recursos
económicos enormes, con una economía
planificada, dependa en cuanto a abasteci-
miento de los Estados Unidos?
— Este sistema, detentador del poder to-
tal, es incapaz de mejorar la economía.
porque se ha pasado del capitalismo, de la
anarquia de la producción, a la tirania de la
producción. Y eso explica que ahora, co
Cuba, cincuenta mil tractores produzcan
menos que cinco mil antes de la Revolu-
ción. En los paises socialistas existe un
misterio aún mayor que el de la Santisima
Trinidad: la desaparición de la mercancía.
cuando falta algo la respuesta siempre es
que lo mandaron a otro pais. Si falta carne
en la URSS es porque la enviaron a Cuba.
y si falta en Cuba porque la enviaron a la
URSS, o al Vietnam. o a un país fantasma
"En los paises llamados
socialistas el proletariado no
cuenta para nada: sólo trabaja
y obedece"
que debe ser el receptor de todas las caren-
cias.
Por ejemplo, un problema que ningún pais
socialista ha resuelto es el de la distribu-
ción. Y no lo ha resuelto porque la buro-
cracia asffkia cualquier intento de mejorar
las cosas. En Cuba, por hablar de lo que
mejor conozco, todo el pescado ha de en-
viarse a 1,a Habana, donde se clasifica, y se
reenvía a los puntos de consumo, entre
ellos aquellos lugares en los que se efectuó
la pesca. Y claro, como la red frigorífica es
deficiente y la clasificación lenta, la mayor
parte del pescado se pudre inexorable-
mente.
— El bajo nivel de productividad que se
da en los paises socialistas se ha atribuido
a una resistencia pasiva por parte del pro-
letariado y del campesinado, siendo en-
tonces una forma de manifestarse la lucha
de clases. ¿Tú crees que este es un fenó-
meno que el pueblo asume consciente-
mente, o es más bien un rechazo indeter-
minado, sin razón aparente?
— En parte puede ser una forma de lucha
de clases, y en parte también está motivado
por la sensación de inutilidad, de no conse-
guir nada con el trabajo. Decía Fidel que
los pueblos no están capacitados para crear
una sociedad socialista, que esa sociedad
ha de ser impuesta por una minoría revo-
lucionaria a una mayoria no revoluciona-
ria. Pues bien, si el pueblo no está capaci-
tado para hacer el socialismo, este no exis-
tirá jamas, porque una minoria puede ven-
cer a un poder enemigo, pero lo que no
puede hacer en modo alguno es crear por
la fuerza una nueva sociedad. En el caso
cubano, yo he visto a este pueblo comenzar
a crear una nueva sociedad cuando se lo
permitian. Ile visto en un momento dado a
mas de un millón de personas --y la po-
blación era de seis millones y medio-- ha-
cerse milicianos, lo que implicaba prepa-
rarse para la defensa freie a los norteame-
ricanos, y sobre todo trabajar mucho mis,
he visto cómo los padres, a pesar de NUN
atávicos prejuicios, enviaban a sus hijas a
alfabetizar a los campesinos, todo ello en
un proceso revolucionario, o lo que es lo
mismo, creador, en el que se ha demos-
trado que la energia, la capacidad y la ima-
ginación de la gente es algo fantastico. El
deseo de inventar una nueva vida es el mó-
vil más grande, más intenso, y sise permi-
tiera a la gente crear con libertad, el socia-
lismo no podría fracasar. Pero la burocra-
cia torpedea una y mil veces ese proceso
creador, porque un pueblo libre no tolera
que una casta decida por él, que le usurpe
sil voluntad. Y cuando esto pasa ¿qué sen-
tido tiene trabajar? Si ademas tienes difi-
cultades de transporte para llegar al tra-
bajo, si a veces por mala planificación de-
saparece a mitad de mes la materia prima
y no es posible seguir produciendo, si
comes tal mal como antes, si tienes tan
pocas libertades como antes, si no puedes
cambiar la vida y hay un nuevo señor que
lo decide todo, ;para que esforzarse en tra-
bajar?
— Esa baja productividad suele comba-
tirse a base de propaganda. En Cuba, por
ejemplo, el clima slajanovista en los me-
dios de comunicación es extraordinario.
— Si, pero el stajanovismo es esfuerzo in-
dividual y no colectivo. i, De que vale que
un tipo sea capaz de sacar veinte toneladas
de una mina o de cortar mil arrobas de
caña si los demás siguen sacando media?
Siempre hay hombres que. o porque son
muy fuertes, o porque están aburridos,
trabajan mucho mas. Pero no lo hacen por
solidaridad con el pais, más bien suele ser
gente que nunca se mete en politica. Y gra-
cias a ese clima stajanovista son general-
mente los elegidos como candidatos al Par-
tido, y pasan a ser los nuevos comunistas
—con lo que se convierten después en bu-
rócratas— o les dan una casa, un premio.
Y es que en un puls socialista hay dos es-
tratos: el de arriba y el de abajo. Abajo, ya
se sabe, no hay poder, sólo obediencia, y la
única manera de estar arriba es ingresando
en el Partido, para lo cual hay que hacer
méritos. Si eres del Partido todo es posible:
si no, a obedecer. Pero a pesar de todo eso
la producción no aumenta. Hay que ilefi-
nirse, O con los de arriba o con los de
abajo. Y los de arriba, como siempre, no
se irán por las buenas.
27
 VICENTE VERDU
lizar mas o menos el telefono, pero, a la
vez, su galardón proviene menos de hacer
llamadas qm. ele ser llamado Quien debe
realizar muchas llamadas en un dia puede
ser un tipo muy ocupado, pero es por esa
misma ocurr,ción un "subordinado", un
peticionario. Contrariamente, quien recibe
muchas llamadas es un tipo requerido. dis-
fruta de la opulencia de hallarse en la nece-
sidad de los nros y puede, a expensas de
ese entorno, permitirse el lujo de anhelar
En la vida urbana. "todos - tienen telefono, —ahíto de la comunicación Que a otros
casi del mismo modo que todos tienen dos falta— un lugar de vacaciones donde "so-
piernas, disfrutan del sentido del olfato y bre todo no ex ista el teléfono." Igualmente,
duermen sobre colchón flex. Si alguien, en en un mundo no necesariamente profesio-
la vida de la ciudad, es sorprendido sin te- nal, el ama de rasa, rica en ascendencias
kfono se apresurará a explicar que "no te- sentimentales , puede decir, "este dichoso
nemos, pero lo tenemos pedido". Estar sin teléfono no le dcja a una hacer nada" pero.
teléfono ocasiona un desasosiego radical. en verdad, ella misma se demora en el au-
una deficiencia que se estima como un in- ricular y cult p.a esa afición como una
fortunio. mueve a lastima, se confunde fuente de prestigio.
con la penuria o la enfermedad y provoca
vergüenza en quien la padece. PONERSE Al. TELEFONO
Tener teléfono ha supuesto, en un largo
periodo de este siglo, un trazo de prestigio Desde la expresión concerr rada y la cuida-
• mientras se está hablando, remover algo,
y de poder, pero carecer de el actualmente dosa extensión del dedo qlie caracteriza a la
es un signo que deteriora el valor de la vi- gente humilde cuando rii,:rca el número.
vienda y de sus habitantm. Ocupar una esperando que de un momento a otro su-
casa sin teléfono impide desde luego esa ceda algo imprevisto, al gv.sto decidido de
amplia (y aérea/ comunicación hacia los grandes ejecutivos toe manejan una
afuera, reduce la escala de influencias a batería de Satais, discurre un largo surtido
distancia, obliga al desplazamiento rudi- de relaciones emocionales con el telefono.
mentario o incluso a esa humillación de El telefono no es sólo un medio de comu-
r al piso del vecino para pedir un favor nicación, sino un objeto y hasta un organo
siado antiguo. 'Tales limitaciones, con animado que impone una interacción dra-
no son las de mayor padecimiento mática. Existen personas, no necesaria-
r es acaso el descrédito que en la mente atávicas, que temen u odianhablar
signo se sufre por no por telefono, otras que no pueden hacerlo
sin encerrarse a solas en un cuarto y,
rse en el subo- otras, al fin, adictas a nimias
nada hay mas de esta máquina. ila que se
o
o comunicación natural a la.
a dado tras él. cada
fór
ar
so-
ntra Dominar
de uti- de decir y Y lleva en si el germen del disimulo y
creador, capaz de propiciar positivamente
la construcción de la imagen personal que
el otro hace de nosotros y de elaborar acer-
tadamente mediante escasos indicios la
verdad más aproximada del escenario y la
intención que encubre la no infrecuente e
instituida falsedad telefónica. Todo ello.
que reclama una tensión y concentración
singular, explica la habitual tendencia a en-
cender un pitillo antes de marcar un nú-
mero o la costumbre de pedirlo agitada-
mente ya mientras se desarrolla la lla-
mada. Tambien ese impulso a garabatear
rascarse el cogote o la frente, pinz.arse la
nariz, lanzar miradas al techo y a puntos
hueros, tamborilear los dedos o reacomo-
darse en el asiento. "Ponerse al telefone -
es en verdad "disponerse" para una repre-
sentación particular y de naturaleza eSpeci-
fi ca
La gente distingue entre "decirlo por telé-
fono" y "decirlo personalmente" como si
la primera comunicación se estableciera no
exactamente de persona a persona sino, en
todo caso, entre "cuasi personas" o perso-
nas abreviadas a las que, cuando el men-
saje es grave , no es posible decirles "todo"
lo que hay que decirles.
UN APARATO PARA MENTIR
Los primeros teléfonos domésticos, que
colocaban preferentemente
cían hablar de pie y coma
y el oido. El otro se enco
mismo modo, de for
ginaria horizontal
en las películas) una
dos lados de un
siente la tentación
sajustar sus gestos.
con ellos lo que dice. En el otro
usuario es una víctima o a su vez
rrecto jugador de la Falacia. Sin olvidar la
sinceridad de otros usos francos el teléfono


i. a tarta colgando el>;' I 'vamente

dad teléf más agudas un ¡os, cons
"está en el sim bre las rmin
conforman, des idad , la zo. ti /datos
des- zia grande que a la d Iguna
icación inte- vez la - Una chica
se sabe interlocuto- —se d' er a la que
inde a acá- una ll gran
renci ' ividuos efecto. tele
ficios in- fono
adulta. ica mente
De h. Ida, Una er
sienten 'n de la crimi- sicitin. la cl:
arbitr Ipe de colgar el servicio que
canzan a bebés. mani
mayores y es el enigma y el crimen, el úl- leza relacio
un orden s . policiaco el murmullo. Un da esta chi -de
nado. En I I hampa o la metafísica in' bre reitera a
grafos, pro vidadomestica y aceptado con ánimo resol
psicologia de una esperanza remota o de fono de vol
cos recli Es también la ambiguedad re- seto en la o
en una m re su mesita particular, --a fono era un h
puñando el , un tapete tejido expresamente cifrable y roedor com
brada esta mo un ser urgente y principal como el aliento del seii
nia con ese tre nosotros. Toda conversa- do/ como la lavadora
chicos com a cara, se pospone una y cien tivo como las puertas
Más funcio 1 es el teléfono quien llama. La ,.ante como los plat
meno , los salta del baño, abandona el trabajo y como las uñas del ama,
venden tele ida, se atropella por llegar pronto basura diaria, enigmático
ten escuch: el teléfono suena. Dejar el teléfono como un teléfono.
cer provisi
que se le
como si se
procacidad
decirlo, lo s .
gar el teléf
ran, en sus,
tar la co
adicionales .
fila. Recuerdan en su .
comportamiento —
-. ro"— de los amantes
oen "bueno, cue
. mero". "tu prim
últimos silencios
etetica de la comuni
' pliamente cultivada
niño-probeta.
scubre para los am
n para esas chicas de :
etini
amig
lo. La
el oido y él
, el cuello d
sible a esa
y esta
am

latino

PRINCIPAL*
ica de interrumpir viol
29
 economía
trabajo
sociedad
revista mensual

En sus primeros números, artículos de Algunos de los temas tratados serán:

y entrevistas con:
Ch. Bettelheim , P. Costa Morata. C. Elordi.
J. Estefania. M. Etxezarreta. I. Fernández de
Castro, A. G. Frank. A. Gorz. J. Leguina.
R. Linhart. E. Mandel. J. Muñoz. D.
Paccino. A. Petitbó. J. M. Reverte. U.
Santamaría. J. Segura....
Así como encuestas y debates con
orgarnizaciones políticas, sindicales.
feministas....
Crisis económica. planes de austeridad,
alternativas de la izquierda; Constitución,
economía y autonomías; el plan energético y
la opción nuclear; economía y movimiento
obrero en Euskadi; notas sobre el trabajo
asalariado femenino; desarrollo tecnológico
y medio ambiente; problemas y experiencias
de la transición al socialismo; crisis
capitalista, reorganización del proceso de
trabajo. reordenación de la división
internacional del trabajo;...

Analisis. informacion. debates. A partir de octubre. en kioskos y librerias.

desde la izquierda, hacia el socialismo Ramblas. 130. Barcelona.


DOSSIER:
AUTONOMIA
OBRERA

ews

te,
‘en
e.
la)
Na
';
i.
„%e. „er ,t•se
;4 de, :I; ef „,;)
ta

,07

eie
Ik.
wd &lt/

34l t dep
iwe
teb

La autonomía obrera, como alternativa
revolucionaria, supone un plantea-
miento radicalmente nuevo en todos los
campos de la lucha emancipadora,
desde el teórico al práctico y al organi-
zativo. Planteamiento nuevo que, respe-
tando y asumiendo la historia del Movi-
miento Obrero y sus logros teóricos y
organizativos más decisivos, asume,
desde una perspectiva integral, los nue-
vos campos de lucha que el desarrollo
del capitalismo y la lucha de clases
abren. Con el presente texto se pre-
tende desarrollar, esquemáticamente,
esa interpretación de la alternativa de
futuro en el Movimiento Obrero.
I. EL EJE DE LA ALTERNATIVA: LA
CONSTITUCION DE LOS
TRABAJADORES COMO CLASE EN
SUJETO REVOLUCIONARIO
La historia del Movimiento Obrero
muestra claramente cómo, hasta ahora,
la revolución social ha sido siempre der-
rotada por unos u otros medios. A
veces lo ha sido por los enemigos de
clase de los trabajadores, las clases do-
minantes: caso de las revoluciones de
1848, de la Comuna. Otras veces lo ha
sido por enemigos internos de la propia
clase, el reformismo, el vanguardismo,
la propia incapacidad obrera: URSS, re-
volución de consejos en Alemania, Italia,
revolución española... De esta perma-
nente derrota de la clase obrera entre-
sacamos dos datos decisivos:
a) Los trabajadores, en los momentos
revolucionarios, en las grandes ofensi-
vas de lucha, se autoorganizan como
clase en comunas, soviets, consejos,
colectividades, siguiendo siempre los
criterios de la democracia directa y con-
sejista. Esta autoorganización de los
trabajadores no se queda en ello, sino
que, en tanto clase organizada, se sabe
con poder, se sabe capaz de transfor-
mar la sociedad, y se constituye en or-
ganización de poder revolucionario de
clases, rebasando los marcos estrictos
de las reivindicaciones económicas o
sociales para buscar, de un modo inte-
gral, la liberación total de los hombres.
Esta'autoorganización revolucionaria de
32
L3,1U11
LEN
FELIPE AGUADO
los trabajadores, integradora y unifica-
dora de todos los frentes de lucha (eco-
nómico, político...), en busca de la
emancipación total del hombre, es lo
que entendemos como autonomía de
clase.
Situados en esta perspectiva, la auto-
nomía obrera es una práctica histó-
rica de la propia clase. Una práctica es-
pontánea. natural, objetiva; • exigida por
la situación, condiciones y necesidades
de los trabajadores en la sociedad capi-
talista.
b) Sin embargo, la autonomía de la
clase ha sido históricamente derrotada.
Y lo ha sido porque la clase obrera no ha
estado en condiciones de defender e
impulsar su propia práctica autónoma
más allá de una primaria espontaneidad
revolucionaria. El caso de los soviets en
1917 es el más claro de todos. Los tra-
bajadores sovietizan la sociedad, pero
su impulso es manipulado por los bot-
cheviques que, situándose en la cresta
de la ola revolucionaria, asimilan el mo-
vimiento, orientándolo según sus inte-
reses específicos.
El hecho de la derrota de la autonomía
de clase se repite en muchos otros si-
milares momentos revolucionarios: ma-
chacada por la burguesía (Comuna), por
organizaciones vanguardistas (Rusia
1917), o por los reformistas (consejos
de Alemania, Revolución Española).
Siempre se echa en falta al elemento
político-social que sea capaz de afron-
tar los intentos manipuladores de la au-
tonomía de clase, que sepa defender la
autoorganización e impulsarla. Los tra-
bajadores, dominados a todos los nive-
les bajo el capitalismo, irrumpen en un
momento revolucionario con una es-
pontaneidad autonomista, pero con
unos niveles de inmediatez tales que
son controlados por las formaciones
sindicales y políticas más preparadas.
Se hace necesario un polo interno a la
propia clase que, rechazando todo pro-
tagonismo por su parte, toda veleidad
dirigista o sustituista de los trabajado-
res, sepa en cambio aportar a la clase en
lucha los instrumentos necesarios para
trascender su propia inmediatez, para
dar el salto, por su propio impulso, a la
revolución.
7
Lo que en definitiva esa organización
aportaría a la clase en lucha no sería
más que la propia memoria histórica de
la clase, destruida por el capital y el re-
formismo. Aportaría la experiencia de la
lucha de clases concretada en instru-
mentos de acción, organización y análi-
sis, buscando la asunción del protago-
nismo total de la clase en el proceso re-
volucionario, para lo que es necesario
algo más que desesperación y esponta-
neidad revolucionaria.
El proletariado (conjunto de los trabaja-
dores) no es, bajo el capitalismo, sujeto
revolucionario, manipulado como está a
todos los niveles. En los momentos re-
volucionarios aparece como sujeto re-
volucionario espontáneo, fácilmente
domeñable tras las primeras ofensivas.
La constitución del proletariado en su-
jeto revolucionario efectivo 'es una tarea
a hacer, en la que tenemos un papel im-
portante a jugar aquellos que vemos
clara la perspectiva. En esta tarea, los
revolucionarios conscientes tienen qué
aportar a la espontaneidad revoluciona-
ria de la clase su propia memoria histó-
rica. Conjuntados ambos factores, se
posibilita la constitución del proleta-
riado en sujeto revolucionario efectivo.
Desde esta perspectiva, la autonomía
obrera es una alternativa política que
se plantea como objetivo central la
aglutinación de los militantes que en-
tienden su papel no como vanguardia
dirigista de la clase, sino como luchado-
res por la autoconstrucción del proleta-
riado en sujeto revolucionario.
II. LA ALTERNATIVA PRACTICA DE
LA AUTONOMIA OBRERA
Desde esta perspectiva, construir la au-
tonomía de la clase supone:
a) Como alternativa organizativa
para la clase en cuanto tal, la defensa y
potenciación de la asamblea como eje
de la autoorganización popular a todos
los niveles (fábrica, barrio, centro edu-
cativo...). La asamblea es el lugar central
de debate y decisión de los trabajado-
res, que, para existir como real asam-
blea decisoria —no sólo como caja de
resonancia de partidos o sindicatos—,
permanente y madura, debe estar com-
pletada con instrumentos de trabajo co-
tidianos que preparen la asamblea y eje-
cuten sus decisiones: comisiones de
trabajo, asambleas parciales, prensa
propia, consejo de delegados, etc...
Todos estos instrumentos y órganos
funcionarán siempre según los criterios
de la democracia directa y consejista:
comisiones técnicas de trabajo, delega-
dos revocables y mandatarios, etc...
Asimismo, la autonomía asamblearia
exige que la propia asamblea no se
ponga techos ni límites a sí misma, ya
sean éstos de índole económica, polí-
tica, cultural, etc... La asamblea debe ir
buscando el afrontar y dar respuesta,
desde ella misma y a través de sus ór-
ganos, a todos los problemas que exige
la liberación integral del hombre, desde
la lucha contra la explotación, a la lucha
contra la opresión, contra la alienación,
etc... No tiene techo político o cultural,
ni tampoco busca el fraccionamiento
orgánico entre lo económico y lo polí-
tico.
Se trata de una lucha revolucionaria in-
tegral contra la dominación integral del
trabajador en la sociedad capitalista.
b) Como criterios políticos de base:
La lucha contra el vanguardismo de
las organizaciones de clase. Negarse y
combatir las alternativas de los partidos
y sindicatos que intentan una organiza-
ción ideológica de la clase, sustituista
de la organización integral.
Lucha contra la parcelación partido/
sindicato que fuerza a la clase obrera a
sindicarse en una organización econo-
micista y reformista, el sindicato, diri-
gido estratégicamente por el partido. La
clase obrera, como conjunto, queda así
permanentemente sometida a una limi-
tación fundamental: delegar en una or-
ganización externa (el partido) la direc-
ción de su propia práctica, que queda
así alienada y condenada al reformismo.
Lucha contra el reformismo de los
sindicatos (que, dentro del sistema ca-
pitalista, se quedan en la defensa del
valor de cambio de la fuerza de trabajo
sin cuestionarse su superación) y de los
partidos (que se convierten en alternati-
vas administradoras de las crisis del sis-
tema y racionalizadoras de su propio
desarrollo, sin plantear tampoco la re-
volución social).
Partido y sindicatos se han convertido
en las organizaciones corporativistas de
la clase obrera en el sistema capitalista.
Son organizaciones de clase, porque su
base social son los trabajadores y de-
fienden sus intereses inmediatos. Pero
no son revolucionarias en tanto no
buscan la revolución social, la defensa
de los intereses estratégicos de los tra-
bajadores, sino corporativas, en tanto
sólo defienden los intereses de los tra-
bajadores como parte o "cuerpo" de la
propia sociedad burguesa, a la que
aceptan como mercado de intereses.
Lucha contra la verticalización jerár-
quica y el autoritarismo de la socie-
dad.
El autoritarismo, como criterio de orga-
nización, es esencial a toda sociedad de
dominación del hombre por el hombre.
El autoritarismo niega el comunismo, en
tanto éste exige el protagonismo de la
colectividad como sujeto de decisión,
mientras aquél sitúa el centro de deci-
sión en la minoría, que por ello mismo
se convierte en dominante del conjunto.
El autoritarismo y la jerarquización se
muestran no sólo en la fábrica y en la
vida política, sino también en la llamada
"vida privada", y se reproducen en las
organizaciones reformistas y vanguar-
distas, que niegan así su pretendido ca-
rácter socialista o comunista, a veces
incluso libertario.
La lucha por la autonomía obrera es
una lucha libertaria. Libertaria en el
sentido de que es una tarea que se
funda en la construcción de una socie-
dad realmente libre y en el sentido de
que esa misma tarea se hace también
en libertad.
La libertad la entendemos como el clima
social, político, cultural, que permite
que una colectividad sea protagonista
de su destino a todos los niveles. Una
colectividad, pues, que se autoorganiza
según los criterios de la democracia di-
recta y consejista; una colectividad que
organiza el trabajo y cubre sus necesi-
dades según los principios del comu-
nismo ("de cada uno según sus posibili-
dades y reciba cada cual según sus ne-
cesidades"); una colectividad integral en
el enfoque y solución de los problemas,
potenciadora de la realización del indivi-
duo al par que de la colectividad. Liber-
tad, por tanto, que no es individualismo
ni pasotismo. Libertad, por tanto, que
no es patrimonio de ninguna corriente
ideológica del movimiento obrero. La li-
bertad no es anarquista ni marxista. La
libertad es comunista. Y se puede ser
comunista y libertario siendo anarquista
así como siendo marxista, siempre que
se superen el dogmatismo y el mecani-
cismo que unos y otros muestran en
muchas ocasiones. Aunque quizá, hoy,
ser libertario sea algo distinto de ser ex-
clusivamente anarquista o marxista, se-
gún han quedado históricamente confi-
gurados, sin negar absolutamente uno
ni otro, sino asumiendo-superando
ambos dialécticamente.
c) Como tareas concretas en la ac-
tual coyuntura:
El capital ha emprendido con éxito una
ofensiva de reestructuración en el ter-
reno económico y político, como plata-
forma para superar la crisis de acumula-
ción y de formas de dominación que ha
sufrido en los últimos años, tanto a es-
cala internacional como en la propia Es-
paña. La reestructuración y la supera-
ción de la crisis de formas de domina-
ción de clase está siendo posible mer-
ced al pacto social firmado por las orga-
nizaciones corporativistas de la socie-
dad burguesa (reformismo del capital,
reformismo obrero).
En este marco, las tareas imediatas que
exige el desarrollo de la autonomía
obrera son:
— Desestabilizar lo más radicalmente
posible el pacto social; intentar superar
en todas las dimensiones posibles los lí-
mites del Pacto de la Mondos.
— Afirmar las asambleas; negarse a
asumir los comités de empresa y forzar
la elección de comisiones de negocia-
ción o de trabajo en la propia asamblea.
33
 Desarrollar en las empresas, barrios,
centros educativos, prensa alternativa
de información; pero prensa no sólo in -
formativa y reivindicativa, sino también
cultural y libertaria.
Contestar continuamente las pro -
puestas de representación autoritaria:
elecciones parlamentarias. municipales,
Desarrollar nuevos métodos de lu-
cha: autorreducciones organizadas, lu-
cha ecologista y antinuclear, contra la
marginación en cualquiera de sus di
mensiones, contra el paro.
Contra la opresión y represión.
Desarrollar la información y la solidari-
dad con los represaliados y reprimidos a
todos los niveles: despedidos, deteni-
dos, apaleados...
Apoyo a la juventud, zona periférica
de la explotación capitalista no asimi-
lada aún plenamente por el sistema. La
juventud que se muestra muy contesta-
taria del sistema,aunque en muchas
ocasiones de forma individualista y pa-
sotista. Sin embargo, en la juventud
está potencialmente una buena parte de
las posibilidades de abrir una nueva
ofensiva emancipadora.
Coordinar, integrar, globalizar lo más
posible todas las iniciativas y luchas que
salten. La autonomía no es dispersión,
localismo, espontaneísino radical, como
algunos intentan defender. La autono-
mía es lucha libertaria eficaz. La libertad
y la eficacia no tienen porqué estar reñi-
das, y si lo están peligran el futuro y la
globalidad de la una y la otra.
III LA ALTERNATIVA ORGANIZA-
TIVA DE LA AUTONOMIA OBRERA
Hemos hablado de la organización de la
autonomía obrera a nivel de la propia
clase. Ahora nos interesa desarrollar al-
gunos aspectos de la organización de
los militantes por la autonomía de la
clase.
A la base de todo el planteamiento está
el principio de que una organización mi-
litante tiene que regirse por los mismos
criterios que quiere ver implantados en
la sociedad que pretende, en este caso
la sociedad comunista y libertaria. No se
puede proyectar socialmente algo que
no se practica. Si las relaciones militan-
tes en una organización son comunistas
y libertarias, ese mismo carácter tendrá
lo que promueve socialmente esa orga-
nización. No puede promover la asam-
blea una organización no asamblearia
(caería inmediatamente en la verticaliza-
ción y manipulación de la asamblea),
como no puede promover la democra-
cia directa en las organizaciones de
clase una fracción organizada de ella
que no se rija por esos mismos criterios.
Por ello la organización de los militantes
por la autonomía obrera deberá tener
las siguientes características:
34
1. Negarse a construirse en vanguardia
dingista y sustituista de la clase bajo
ningún concepto ni en ninguna dimen-
sión. El carácter de la organización es el
de instrumento militante para la consti-
tución del proletariado en sujeto revolu-
cionario.
2. Regirse internamente por los crite-
rios de la democracia directa y conse-
jista:
a) La asamblea frecuente como eje de
debate y decisión.
b) La constitución de comisiones de
trabajo elegidas y revocables por la
asamblea para cubrir funciones coyun-
turales o permanerites.
c) Los Consejos de Delegados o asam-
bleas de delegados como órganos de
coordinación de unidades locales o sec-
toriales. Delegados con el carácter de
mandatarios y revocables.
d) La asamblea general o de delegados,
como órgano unificador de las líneas de
intervención, de la estrategia y de las
características de la organización. Unifi-
cación necesariamente vinculante para
todos los que participen en el proceso
democrático de toma de decisiones.
3. Centrar la base organizativa no sólo
en la asamblea, sino paralelamente en
unidades más pequeñas de debate, ac-
ción y solidaridad inmediata: comités,
equipos...
4. Afrontar la problemática global de
los hombres en sociedad, buscando
respuestas integrales. Así, afrontar los
problemas "económicos" (desde la ca-
rencia de bienes de uso y consumo
hasta la cosificación en el trabajo), los
sociales y políticos (desde la margina-
ción social, hasta la opresión, represión
e instrumentalización política), los "cul-
turales" (desde las reivindicaciones de
instrucción no autoritaria hasta la capa-
citación estética, el derecho al ocio,
Afrontar también, paralelamente a esos
frentes clásicos, la liberación de la coti-
dianidad, el desarrollo pleno de la subje-
tividad, de la identidad personal, desde
un afrontamiento libre e integral de la
sexualidad hasta la comunicación y la
solidaridad interpersonales.
La liberación integral del hombre en so-
ciedad habrá de hacerse desde una or-
ganización igualmente integral que no
separe vida pública/vida privada ni lu-
cha económica/política/cultural. Que
no los separe no sólo a nivel de princi-
pios y de intenciones subjetivas, sino
que incluso lo integre a nivel organiza-
tivo. La organización integral de militan-
tes por la autonomía de clase debe
afrontar sin parcelar, unitariamente y
desde ella misma, tanto la lucha econó-
mica como la política y ia de construc-
ción de la conciencia socialista de clase.
Lo que no implica, por otra parte, que
no se afronte la diversidad de frentes. A
ello debe responder la organización in-
tegral con sectores (empresas, bar-
nos...). Paro estos sectores no se auto-
nomizan convirtiéndose en sindicatos o
partidos, sino que tienen una autonomía
relativa, dependiendo de la asamblea
general que unifica las líneas de trabajo
a todos los niveles. Por otra parte, la or-
ganización integral tiene que buscar
puntos de encuentro militante y vital a
nivel intersectorial mas allá de los pro-
pios instrumentos de lucha estructural.
IV LA ALTERNATIVA TEORICA DE
LA AUTONOMIA OBRERA
La autonomía de clase es una alternativa
revolucionaria que se desarrolla no sólo
en el ámbito de la práctica o de la orga-
nización. Paralelamente exige un desar-
rollo de la teoría. Teoría y práctica se
necesitan profundamente. No hay no-
vedad real a nivel de práctica si no la
acompaña una novedad paralela a nivel
de teoría, y viceversa. Así, por ejemplo,
cuando CC.00. hace protestas asam-
blearias, sin haber sufrido ninguna
transformación teórica y organizativa,
no desarrolla más que un puro oportu-
nismo con el que pretende "recuperar"
el movimiento asambleario que se le iba
de las manos. Las alternativas revolu-
cionarias o lo son a todos los niveles, o
no son más que oportunismos y repeti-
ciones de fondo, aunque con cambios
de fachadas, de los viejos planteamien-
tos.
La autonomía de clase es una alternativa
que se construye al hilo de la práctica
asarnbleana anticapitalista de la propia
clase en lucha. Pero puede construirse
como tal alternativa precisamente por-
que esa práctica se reflexiona a la luz de
un método, de una historia de la lucha
de clases, de una experiencia, que a su
vez también han sido puestos en la pi-
cota critica, exigido por el propio carác-
ter de las luchas.
En este proceso teórico-práctico, las
teorías revolucionarias clásicas se han
ido mostrando, cada vez con más clari-
dad, como insuficientes y, a veces, in-
clusive como contrarrevolucionarias. El
marxismo se ha anquilosado en una in-
terpretación mecanicista, hegemoni-
zado por organizaciones socialdemó-
cratas, vanguardistas y burocráticas. El
anarquismo ha sido impotente social-
mente para construir una alternativa real
al sistema, bloqueado por el antipoliti-
cismo dogmático y por toda una serie
de insuficiencias teóricas y organizati-
vas. Tanto el marxismo como el anar-
quismo, según se reflejan en sus organi-
zaciones históricas, e incluso en sus
textos originarios, no sirven ya como al
ternativas revolucionarias, si se pro -
tanda tomar el uno o el otro al pie de la
letra y en su integridad, con exclusión
de toda otra aportación que no esté en
su propia tradición teórica y organiza-
tiva.
Tanto el marxismo como el anarquismo
son teorías revolucionarias que surgen
en un momento hisitórico determinado
(2. 0 mitad del s. XIX) y en unas forma-
ciones sociales concretas (Alemania,
Francia, Inglaterra —marxismo—: Ru-
sia, Italia, España --anarquismo-1. Las
tendencias y corrientes diversas en el
seno de ambos son aplicaciones con-
cretas a formaciones sociales específi-
cas: leninismo (Rusia, primeros de siglo
XX); maoísmo (China, mediados s. XX),
castrismo (Cuba, años 60, s. XX). Otro
tanto podría decirse del anarquismo.
Si reflexionamos despacio sobre estos
datos a la luz de una teoría materialista
dalas ideas, hemos de caer en la cuenta
que intentar aplicar en España-1978 una
alternativa revolucionaria surgida en
otra época y en una formación social
distinta, y más si se pretende hacerlo en
su integridad, es un grave idealismo.
Cada época y cada sociedad necesitan
un planteamiento específico de la tarea
revolucionaria. No existen doctrinas in-
falibles sobre la sociedad, el hombre y la
revolución. Existen alternativas concre-
tas surgidas desde y para formaciones
sociales específicas. Entender cual-
quiera de estas alternativas como "cor-
recta' para siempre es un grave idea -
lismo, en el que no debemos caer. Hoy y
aquí hemos de partir de nuestra propia
reflexión sobre las luchas actuales, a la
luz, por supuesto de la historia, a fin de
desarrollar la alternativa revoluciona-
ria que el proletariado necesite hoy y
aquí, alternativa que, de entrada, no
podrá ser otra vez cerrada y dogmática.
Sin embargo, si bien esto es cierto, no
Anton Pannekoek nació en 1873 y murió
en Holanda el 28 de abril de 1960.
El prestigio de su obra proviene princi-
palmente de las posiciones por él soste-
nidas acerca del problema del Partido
Revolucionario, la participación en las
elecciones y en el Parlamento burgués y
la función de los consejos obreros: po-
siciones compartidas por toda una serie
de autores (Lukács, Korsch, Mattick) a
lo es menos que la alternativa revolucio-
naria que hoy hay que ir construyendo, y
especialmente en lo teórico, no puede
hacer tabla rasa de la historia del movi-
miento obrero, como si nada hubiese
sucedido o como si no hubiese habido
aportación teórica alguna de importan-
cia. La nueva alternativa ha de cons-
truirse sobre el doble pie del análisis de
las circunstancias y necesidades del hoy
y aquí, y de la asunción dialéctica de la
propia historia del movimiento obrero.
La asunción de la historia del movi-
miento obrero es necesaria .por dos mo-
tivos esenciales:
1. 0 La historia del movimiento obrero
ea la propia experiencia de la lucha
emancipadora del proletariado; el pro-
greso se construye sobre la historia
asumida. Los trabajadores necesitamos
la memoria de nuestras iniciativas, de
nuestras luchas, de nuestros errores y
aciertos del pasado, para, sobre todo
ello, construir la alternativa de futuro.
2.° Es cierto que las aportaciones teóri-
cas que se han hecho en la historia del
movimiento obrero lo han sido desde y
para coyunturas sociales temporales
determinadas. Pero también es cierto
que el capitalismo es un modo de pro-
ducción que, aunque con variaciones
sustanciales de país a país y de época a
época, mantiene unas ciertas "invarian-
tes" de base que en lo esencial perma-
necen en todas las formaciones sociales
que él hegemoniza: trabajo asalariado,
estado de clase específico._ Estas "in-
variantes del sistema" motivan igual-
mente ciertas "invanantes revoluc ona-
Tää
JR
RILF
M'U
ANTON PANNEKOEK
los que se conoce globalmente como
'Izquierda de la III Internacional'
El articulo que publicamos apareció a la
luz en la revista "Living marxism" en
noviembre de 1938 y constituye a buen
seguro el precedente histórico más di-
recto de las posiciones teóricas que hoy
en día sostienen los sectores que se re-
claman de la "Autonomía obrera".
•••
rias" en buena medida descubiertas y
analizadas por las organizaciones y los
teóricos y publicistas del movimiento
obrero.
Este hecho nos releva de la tarea de
rehacer hoy aquellos análisis que permi
tieron mostrar las "invariantes". Habrá
que reasumir aquellas aportaciones, re-
leyendo la historia del movimiento
obrero, sus textos decisivos y sus orga-
nizaciones más creadoras. Habrá que
espigar en todo ese legado buscando
distinguir lo que realmente son aciertos
a niveles de "invariantes" de lo que son
datos coyunturales, e incluso incrusta-
ciones ideológicas.
Esto hay que hacerlo con Marx y los di-
versos marxismos. Sin doctrinarismos,
pero también sin prejuicios. Como tam-
bién hay que hacerlo con los diversos
anarquismos. El grueso de lo que habrá
que asumir de Marx y los marxismos
estará, probablemente, a nivel de mé
todo de trabajo y a nivel de determina-
dos pasos del materialismo histórico,
especialmente en la economía política y
aspectos de la teoría política. Lo funda
mental a asumir del anarquismo estará,
también probablemente, en aspectos
de la crítica a la sociedad burguesa y,
sobre todo, en el sentido libertario de
toda su práctica y su proyecto social.
Quizá una lectura libertaria de Marx (que
no es lo mismo que el sincretismo o el
eclecticismo de un pretendido mar
sismo libertario) podría ser un buen mä
todo para empezar. Aunque, desde
luego, sin bloquearse en ello, sino con
una total amplitud y libertad de miras,
Mll s
o
La organización es el principio fundamental
de la lucha de la clase obrera por su erran
cipación. De ello se deriva quo, desde el
punto de vista del movimiento práctico, el
problema más importante es el de las for
mas que debe asumir tal organización
Estas formas están naturalmente determi
nadas tanto por las condiciones sociales
como por los objetivos de la lucha, Lejos de
ser un resultado de los caprichos de la ten
tia, sólo pueden ser creadas por la clase
obrera que actúa espontáneamente en 1 un
35
ción de sus propias necesidades inmedia-
tas.
Los obreros crearon los sindicatos en la
época en que el capitalismo iniciaba su ex-
pansión. El obrero aislado se veía reducido a
la impotencia; por ello tenía que unirse con
sus compañeros si quería luchar y discutir
con el capitalista la duración de la jornada
laboral y el precio de su propia fuerza-tra-
bajo. En el seno del modo de producción
capitalista, patronos y obreros tienen inte-
reses antagónicos; su lucha de clase tiene
por objeto la repartición del producto social
global. Normalmente, los obreros reciben el
valor de su propia fuerza-trabajo, es decir,
la suma necesaria para mantener su capaci-
dad de trabajo. La parte restante de la pro-
ducción constituye la plusvalía, la parte que
va a la clase capitalista. Para acrecentar sus
propios beneficios, los capitalistas tratan de
rebajar los salarios y de aumentar la dura-
ción de la jornada laboral. Por ello, en la
época en que los obreros eran incapaces de
defenderse, los salarios descendían por de-
bajo del mínimo vital, las jornadas laborales
se hacían más largas y la salud física y ner-
viosa del trabajador se deterioraba hasta tal
punto que ponía en peligro el propio futuro
de la sociedad. La formación de los sindica-
tos y la promulgación de leyes que regula-
sen las condiciones de trabajo —fruto de
una dura lucha de la clase obrera por las
condiciones de su propia existencia-- eran
indispensables para que se restableciesen
las condiciones de trabajo normales en el
interior del sistema capitalista. La propia
clase explotadora acabaría admitiendo que
los sindicatos son necesarios para canalizar
las revueltas obreras e impedir los riesgos
desea explosión imprevista y brutal.
Se produjo así el desarrollo de organizacio-
nes políticas, cuyas formas —es cierto—
variaban a menudo de un país a otro en fun-
ción de las situaciones políticas locales. En
América, donde toda una población de la-
bradores, artesanos y comerciantes, igno-
rantes de la sumisión feudal, podía expan-
dirse libremente explotando los recursos
naturales de un continente cuyas posibilida-
des parecían infinitas, los obreros no tenían
la sensación de formar una clase aparte.
Como todos los demás, estaban imbuidos
del espíritu pequeño-burgués dala lucha in-
dividual y colectiva por el bienestar perso-
nal, y podían esperar, porto menos en cierta
medida, que sus aspiraciones se verían sa-
tisfechas. Con escasas excepciones, sobre
todo entre grupos de emigrantes recientes,
nunca se sintió la necesidad de un partido
de clase distinto.
En Europa, por otro lado, los obreros se vie-
ron arrastrados en la lucha de la burguesía
ascendente contra el orden feudal. Pronto
tendrían que crear partidos de clase y, tras
aliarse con una fracción de las clases me-
dias, combatir por la obtención de derechos
políticos y sindicales, libertad de expresión
y de reunión, sufragio universal e institucio-
nes democráticas. Para su propaganda, un
partido político necesita unos principios ge-
nerales; para rivalizar con los demás, nece-
sita una teoría que contenga ideas precisas
y definidas sobre el futuro. La clase obrera,
en la que ya habían germinado los ideales
comunistas, descubrió su propia teoría en la
obra de Marx y Engels que exponia de qué
modo la evolución social haría pasar al
mundo del capitalismo al socialismo por
36
medio de la lucha de clases. Esta teoría fi-
guró en los programas de la mayor parte de
los partidos socialdemócratas europeos; en
Inglaterra, el partido laborista, creado por
los sindicatos, profesaba opiniones análo-
gas, aunque más vagas; una especie de co-
munidad socialista era —a sus ojos— el ob-
jetivo final de la lucha de clases.
Los programas y la propaganda de todos
estos partidos presentaban la revolución
proletaria como el resultado final dala lucha
de clases; la victoria de los obreros sobre
sus opresores significaría, además, la crea-
ción de un sistema de producción comu-
nista o socialista. Sin embargo, mientras
durase el capitalismo, la lucha práctica no
tenía que trascender el marco de las necesi-
dades inmediatas y de la defensa del nivel
de vida. En un régimen democrático, el Par-
lamento era el lugar en el que se enfrenta-
ban —como en un campo cerrado— los in-
tereses de las diferentes clases sociales:
capitalistas grandes y pequeños, ter-
ratenientes, campesinos, artesanos, comer-
ciantes, industriales, obreros, todos tienen
intereses específicos, que sus respectivos
diputados defienden en el Parlamento,
todos participan en la lucha por el poder y
por su parte del producto social. Los obre-
ros, por consiguiente, deben tomar posicio-
nes, y la misión de los partidos socialistas
consiste en luchar en el plano político de
modo que sean satisfechos sus intereses
inmediatos. Estos partidos obtienen de este
modo los sufragios de los obreros y ven
acrecentada su influencia.
II
El desarrollo del capitalismo ha cambiado
todo esto. Las pequeñas oficinas han sido
sustituidas por las grandes fábricas y las gi-
gantescas empresas en las que trabajan
miles o decenas de miles de personas. El
crecimiento del capitalismo y de la clase
obrera ha tenido como consecuencia el cre-
cimiento de sus respectivas organizaciones.
Los sindicatos, que en su origen eran gru-
pos locales, se han transformado en gran-
des confederaciones nacionales, con cente-
nares de miles de miembros. Deben recoger
sumas considerables para sostener huelgas
gigantescas, y sumas todavía más enormes
para alimentar los fondos de socorro mú-
tuo. Se ha desarrollado toda una burocracia
dirigente, un estado mayor pletórico de ad-
ministradores, de presidentes, de secreta-
rios generales, de directores de periódicos.
Encargados de negociar con los patronos,
estos hombres se han convertido en espe-
cialistas habituados a contemporizar y a
ponerse del lado de los "hechos". En defini-
tiva, ellos lo deciden todo, desde el empleo
de los fondos al contenido de la prensa;
frente a estos nuevos patronos, los afiliados
de la base han perdido prácticamente toda
su autoridad. Esta metamorfosis de las or-
ganizaciones obreras en instrumentos de
poder sobre sus propios miembros no ca-
rece de antecedentes históricos: siempre
ue una organización ha crecido desmesu-
radamente, ha escapado al control de las
masas.
Idéntico fenómeno se ha producido en las
organizaciones políticas, que se han trans-
formado, de los pequeños grupos de pro-
pagandistas que eran en un principio, en
grandes partidos pOlíticos. Sus verdaderos
dirigentes son los diputados del Parla-
mento, cuya función es, en efecto, la de
conducir la lucha real por el cauce de los or-
ganismos.representativos, en los que ellos
hacen carrera. Son ellos quienes redactan
los editoriales, dirigen la propaganda, for-
man a los cuadros de rango inferior, ejercen
una influencia preponderante sobre la polí-
tica del partido, tienen derecho de voto, co-
laboran en la propaganda, pagan las cuotas
y mandan sus delegados a los congresos
del partido, pero ésto no son más que po-
deres formales, ilusorios. Por sus caracte-
rísticas, la organización se asemeja a la de
los demás partidos, que no son sino grupos
de políticos profesionales que tratan de co-
sechar sufragios por medio de slogans y de
ocupar una parcela del poder. Cuando un
partido socialista dispone de un elevado nú-
mero de diputados, se alía con otros parti-
dos contra las formaciones políticas más
reaccionarias, para formar una mayoría par-
lamentaria. Desde este momento, no sola-
mente aparece una multitud de alcaldes o
concejales socialistas, sino que algunos de
ellos llegan incluso a ministros u ocupan los
más altos cargos del Estado. Una vez insta-
lados en estos lugares, son naturalmente
incapaces de actuar en calidad de represen-
tantes de la clase obrera, de gobernar en
favor de los trabajadores contra los capita-
listas. El verdadero poder político y la pro-
pia mayoría parlamentaria siguen en manos
de las clases explotadoras. Los ministros
socialistas deben inclinarse ante los intere-
ses de la sociedad global, es decir, ante los
intereses del Capital. Probablemente, les
veremos proponer medidas capaces de sa-
tisfacer las reivindicaciones inmediatas de
los obreros y presionar a los demás parti-
dos para que las hagan adoptar. De este
modo se convierten en intermediarios —al-
cahuetes— y cuando, tras su chalaneos, lo-
gran conseguir pequeñas reformas, se dedi-
can a convencer a los obreros de que se
trata de reformas importantísimas. Como
instrumento de estos líderes, el Partido so-
cialista acaba limitándose a la tarea de de-
fender estas reformas y convencer a los
obreros de que las acepten, dejando de es-
timularles a combatir por sus propios inte-
reses, adormeciéndoles y apartándoles de
la lucha de clases.
Por lo que respecta a los obreros, las condi-
ciones de su lucha se han deteriorado. La
fuerza de la clase capitalista ha crecido
enormemente, paralelamente a sus rique-
zas. Con otras palabras, la concentración
del capital en manos de unos pocos capita-
nes de las finanzas y de la industria, la
misma coalición patronal, ponen a los sindi-
catos frente a un poder que ahora es mucho
más fuerte, a menudo casi inexpugnable.
Además, la feroz competencia desatada
entre todos los capitalistas del mundo para
conquistar los mercados, las fuentes de
materias primas y el poder mundial, exige
que partes cada vez más importantes de la
plusvalía se destinen a la fabricación de
armas y a la guerra: la caída de la tasa de
ganancia obliga a los capitalistas a aumen
tar la tasa de explotación, es decir, a rebajar
el nivel real de los salarios. Los sindicatos
topan así con una resistencia mucho más
grande, más encarnizada, y los viejos mäto
dos se hacen progresivamente impractica -
bles. Cuando negocian con los patronos, los
 MADRAGORA vi

Georges Ribeill
ANDRE DLUCKSMANN

SOCIALISMO
AUTORITARIO, FIMO MIME EL ESTADO, El MARXISMO
I LOS CIRROS IR CONCURIARON
SOCIALISMO André Glucksmann

• CIALISMO AUTORITARIO
LIBERTARIO
Una confrontación
MO LIIINERTAMO polémica entre dos
formas de concebir el
socialismo, a través de
textos de Marx y
Bakunin.
P V.P. 800 ptas.
A- >e LA COCINERA Y EL
DEVORADOR DE
nNarmaRWARMum HOMBRES
Un libro bésico para
entender el surgimiento
ire
del fenómeno de la
nueva filosofía francesa
wa....4.m5°°1"1 P V P. 350 pta s .

logg'
Nmfil
EIDVIITeZA
CON LENIN
Henri Weber
MARXISMO Y
CONCIENCIA DE CLASE ra"
e ali
jiid,.
\9
Nadeshda Krupskaya Las tesis de los 'w"Ate
MI VIDA CON LENIN principales teóricos
La companera de Lenin marxistas (Marx, Engels,
describe los años de su Lenin, Rosa, Lukacks,
vida en común con el Gramsci), sobre este
gran revolucionario. tema.
P.V.P. 250 ptas. P.V.P. 400 ptas
As: NI: •feenhis
ENSAYOS «TERODOXOS

IABLFS
WATAS
/2"Ml Fernando Savater
APOSTATAS J.L Giménez-Frontín
RAZONABLES SEIS ENSAYOS
Herejes piadosos, HETERODOXOS
héroes caídos, santos y Drogas, chamanismo,
mártires heterodoxos. esquizofrenia,
Por una nueva surrealismo, inquisición,
hagiografía. incesto, cultura popular.
P V.P. 180 ptas. "ent- P.V.P. 225 ptas.
OTROS TITULOS
George Torna. ENSAYO SOBRE LA HIJMINIZACION, P.V P 160 otea Nombro
Erneal Jones. HAMLET Y EDIPO P.V.P 160 otea.
A Jarry. HECHOS Y DICHOS DEL DR FAUSTROLL, PATAFISICO P.V.P 180 pies
Pone y Une GO L DMANN. UNA SOCIOLOGIA DIALECTICA. P V P 160 Mea. Dirección
Frennine Merkn y na MARX EN El JARDIN DE EPICURO. P V P. 170 mas.
Uno/. Mendel y otros . CONTRA AL THUSSER P V P 260 inda Población DP
O Flonsaid y otros: LECCIONES DE ABRIL P.V P 275 gola
Barthes, Soliera, Kriate ys BATAILLE P V P. 350 inna Domen fucilar los siguientes libros
J M Bermudo. FILOSOFIA MARXISTA IMential do r rioriiri rrrriirlócIicol P V.11
330 mas.
ElImporte lo hará elecnyo I
n'Imp.. har. n ano ad
Si nooivountra ostmi li galoa en SU Ilb101id, S0111:11011. Junto, E Giro ponis' número.
Edininid Mudnigors
C Rioi 10
ENCUESTA
El objetivo de la presente encuesta es el de sistematizar las numerosas criticas y sugerencias desde el
primer número y especialmente desde que iniciamos la sección El Correo del Topo, hemos ido recibiendo de
nuestros lectores.
Pensamos que el lector debe ser un elemento activo y no un mero receptor pasivo en la configuración de
nuestra revista. Por ello, creemos que, tanto para el como para quienes hacemos directamente la revista, el he-
cho de contestar con la máxima fidelidad y seriedad a las preguntas formuladas en esta encuesta, repercutirá en
un mejoramiento de la revista y, en consecuencia, en un beneficio para sus lectores y suscriptores. Esperamos,
asi, que el conocimiento de lo que es la revista para nuestros lectores contribuirá a hacer de ella lo que deberia
ser según ellos.
Gracias anticipadas por vuestra colaboración.
EL VIEJO TOPO

— Nombre — ¿Que revistas y periódicos lees habitualmente? .

— Lugar de residencia
— ¿Cuántos libros calculas que lees aproximada-
— Provincia
mente en un año?
— Edad
— ¿Cómo conociste la existencia de El Viejo Topo'?
— Sexo
— Cuándo compraste la revista por primera vez y
— Nivel de estudios
por qué?
— Profesión (detallar)

— Situación laboral: D asalariado

O funcionario — ¿La compras cada mes? O Si / fi No.
o parado — Si no la compras cada mes, cuando lo haces ¿a
3 profesional independiente qué es debido?:
• estudiante
O trabajador por cuenta U al atractivo de la portada
propia U al interés de los temas anunciados en portada
• empresario O interés desQués de ojearla
o otros (especificar) O colaboradores
• otros motivos (especificar)

— Ingresos mensuales El del orden de 25.000 — ¿Cuántas personas más leen el ejemplar que tu
o menos
entre 25.000 y 40.000 compras?
El más de 40.000
— ¿Qué opinión te merecen los colaboradores?

— ¿Militas en algún partido, sindicato u organiza- Trata de hacer una valoración de los mismos (in-

ción de masas? 3 Si/ O No dividual o conjunta).

— Caso de respuesta afirmativa, ¿en cuál?

— Te sientes identificado con alguna línea política? — Valora de 1 a 10 los siguientes aspectos de El
38
 Viejo Topo: — ¿Podrías citar un artículo que te haya interesado
O Presentación y diseño en concreto?
O Contenido
O Longitud de los artículos
O Tipo y cuerpo de letra
O uso del color — Explica las razones de este interés
O dificultad de lectura (muy difícil = O, muy fá-
cil= O)

— ¿Podrías citar un artículo que te haya irritado en

— ¿Qué opinión te merece el carácter heterogéneo y
concreto?
plural que caracteriza el enfoque político-ideológico
de nuestra revista?:
O Positivo — Explica las razones de esta irritación
O Negativo
O Preferiría que se mantuviese la diversidad temá-
tica, pero que tuviese más coherencia ideológica.
O Preferiría que se mantuviese la diversidad ideoló- — ¿Lees habitualmente la sección de libros?
gica, pero que tuviese más coherencia temática.
O Si/ O No.
— Entre los temas que ha tratado El Viejo Topo, — ¿Lees habitualmente el Correo del lector?
¿cuales consideras más importantes? O Sí/ O No.
— ¿Qué opinión te merecen los dossiers?
— Entre los temas que no hemos tratado o que
hemos tratado poco, ¿cuáles te interesaría ver tra- — ¿Podrías proponer algún tema susceptible de ser
tados? tratado en forma de dossier?

— ¿Crees que hemos tratado con demasiada insis-. — ¿Conoces los números extras de El Viejo Topo?

tencia algún tema? O Sí/ O No O Sí/ O No.

— En caso afirmativo, ¿cuál? o ¿cuáles" — ¿Qué opinión te merecen?
— ¿Qué tipo de artículos te interesan más como lec-
tor?:
O de política — ¿Qué crees que le falta a la revista"
O de filosofía
O de cuestiones cotidianas
O de literatura
• de.cine — ¿Qué crees que le sobra a la revista?
O de teatro
O otros (especificar)
— Entre los números de la revista que hemos publi- — Trata de hacer una valoración del número (24) en
cado, ¿cuál te parece el más completo? que se encuentra esta encuesta
¿Por qué?
39
BUTIFARRA!
rev.zu rnvmual n. 0 - 1978 - 35 plas

TA>C1M0

• COTIPPIANO
=r, CERPO!!!
Mob Tt VI> A
NRKO, MACHACAR
ge,Ar Na rn r7R.45,

4/15e

4 4tAleball
>
MN*: 11..

e U
A pesar de los juicios
pendientes

SEGUIMOS
LA CONSTITUCION
,
gracta y fIgLra desde la seputtura

BUTIFARRAI el comic que no se casa con nadie

dliab
Alt-va
-
1.
4dr
_j
e --nSA
•• • e t 4$'
101
dirigentes sindicales ya no son capaces de
arrancarles gran cosa. Y aunque no ignoren
la fuerza alcanzada por los capitalistas, es-
tán tan poco dispuestos, por su parte, a lu-
char (desde el momento en que su lucha
podría arruinar financieramente a las orga-
nizaciones y comprometer su propia exis-
tencial que se ven forzados a aceptar las
propuestas patronales. Su actividad princi-
pal consiste, por consiguiente, en calmar el
descontento de los obreros y en presentar
las ofertas de los dadores de trabajo bajo
una luz más favorable. Incluso en este sen-
tido, los líderes sirven de mediadores entre
las clases antagonistas. Si los obreros re-
chazan estas ofertas y se lanzan a la huelga,
los jefes se ven obligados o bien a oponerse
a ellos o bien a darles a entender que tole-
ran la lucha, pero con la precisa intención de
que termine lo más pronto posible.
Sin embargo, es imposible detener la lucha
o reducirla a un mínimo; los antagonismos
de clase y la capacidad del capitalismo para
reducir el nivel de vida obrero crecen conti-
nuamente, y por ello la lucha de clases debe
seguir su curso: los trabajadores se ven
obligados a luchar. De vez en cuando, es-
pontáneamente, rompen sus cadenas, sin
preocuparse de los sindicatos, incluso a
despecho de los compromisos y de los
convenios firmados en su nombre. Si los lí-
deres sindicales consiguen retomar la direc-
ción del movimiento, se asiste a una extin-
ción gradual de la lucha, como consecuen-
cia de un pacto firmado entre los capitalis-
tas y los jefes obreros. Lo cual no significa
que una huelga salvaje prolongada tenga
posibilidades de triunfar; es algo demasiado
restringido y limitado a los grupos directa-
mente interesados. De un modo puramente
, ...
de
cir1
indirecto los patronos se ven obligados a
mostrarse prudentes por temor a que se re-
pitan este tipo de explosiones. Sin em-
bargo, estas huelgas constituyen la prueba
de que la gran batalla entre el Capital y el
Trabajo no puede terminar, y que, si las an-
tiguas formas de acción se revelan imprac-
ticables, los trabajadores se comprometen
a fondo y crean espontáneamente otras
nuevas. Su revuelta contra el Capital se
convierte, al mismo tiempo, en una revuelta
contra las forma g de organización tradicio-
nales.
III
Son muchos los que continúan concibiendo
la revolución proletaria bajo el aspecto de
las antiguas revoluciones burguesas, es de-
cir, como una serie de fases que se originan
unas a partir de otras; primero, la conquista
del poder político y la formación de un
nuevo gobierno; después la expropiación,
por decreto, de la clase capitalista; y final-
mente, 'tuna reorganización del proceso de
producción. Pero, de este modo, el resul-
tado sólo puede ser una especie de capita-
lismo de Estado. Para que el proletariado
pueda convertirse realmente en el patrón de
su propio destino, es preciso que cree si-
multáneamente su propia organización y las
formas del nuevo orden económico. Estos
dos elementos son inseparables y constitu-
yen el proceso de la revolución social.
Cuando la clase obrera consiga organizarse
en un cuerpo único capaz de llevar a cabo
acciones de masas potentes y unificadas, la
hora de la revolución habrá sonado, ya que
el capitalismo sólo puede enseñorearse de
los individuos desorganizados. Y cuando las
masas organizadas se lanzan a la acción re-
volucionaria, mientras los poderes consti-
tuidos están paralizados y empiezan a dis-
gregarse, las funciones de dirección pasan
del antiguo gobierno a las organizaciones
obreras. Desde este momento, la tarea
principal es la de continuar la producción,
asegurar este proceso indispensable a la
vida social. En la medida en que la lucha de
clase revolucionaria del proletariado contra
la burguesía y contra sus órganos es inse-
parable de la confiscación, por parte de los
trabajadores, del aparato de producción y
de la extensión de dicha confiscación al
producto social, la forma de organización
que une a la clase en su lucha constituye si-
multáneamente la forma de organización
del nuevo proceso de producción.
En este marco, la forma de organización en
sindicato o en partido, originaria del periodo
del capitalismo ascendente, ya no presenta
la menor utilidad. Estas formas han sufrido,
en efecto, una metamorfosis, transformán-
dose en instrumentos al servicio de jefes
que no pueden ni quieren comprometerse
en la batalla revolucionaria. La lucha no la
llevan a cabo los dirigentes; los líderes
obreros aborrecen la revolución proletaria.
Así, pues, para llevar a buen fin su batalla,
los trabajadores tienen necesidad de nuevas
formas de organización con las cuales man-
tener firmemente en sus manos los princi-
pales elementos de fuerza. La pretensión de
construir o imaginar formas nuevas sería
vana, pues éstas sólo surgen de la lucha
efectiva de los propios Obreros. Pero basta
con fijarse en la practica para descubrirlas,
en estado embrionario, en todos aquellos
casos en los que los trabajadores se rebelan
contra los viejos poderes.
Durante una huelga general, los obreros to-
man las decisiones en asambleas generales.
Eligen comités de agitación, cuyos miem-
bros son revocables en cada momento. Si el
movimiento se propaga a un gran número
de empresas, la unidad de acción se realiza
por medio de comités ampliados, que reú-
nen a los delegados de todas las fabricas en
huelga. Estos delegados no deciden al mar-
gen de la base ni tratan de imponerle a ésta
su voluntad. Su papel es el de simples cor-
reas, que expresan las opiniones y los de-
seos de los grupos a los que representan y,
viceversa, que transmiten a las asambleas
generales, encargadas de discutirlas y to-
mar las decisiones, las opiniones y los argu-
mentos de los demás grupos. Revocables
en todo momento, no pueden desempeñar
un papel dirigente. Los obreros deben elegir
solos su propio camino, decidir por sí mis-
mos la dirección que debe tomar su acción;
el poder de decidir y de actuar, con todos
los riesgos y responsabilidades que com-
porta, es de su exclusiva competencia. Y
cuando la huelga acaba, los comités desa-
parecen.
Existe un solo ejemplo de una clase obrera
industrial moderna que haya desempeñado
la función de fuerza motriz de una revolu-
ción política: es el ejemplo de las revolucio-
nes rusas de 1905 y 1917. En cada fábrica,
los obreros eligieron a sus delegados, la
asamblea general de los cuales constituía el
"soviet" central, consejo en el que se dis-
cutía la situación y se tomaban las decisio-
nes. Allí se encontraban las opiniones pro-
cedentes de las diferentes fábricas y allí se
41
 ribral las divertjencias y se formula
brin las decisiones Pero los consejos, a pe
sor, de tener n 0111 influencia directiva sobre la
educaciOn revolucionaria que se iba 'mili
'ando por medio de la acción, no eran de
I roch«, oruanismos de mando. Sucedía a
veces quo iodos los miembros de un con
sujo eran arrestados, y nuevos deleqadrs
Iris sustituían; otras veces, cuando la huelga
ilejaba paralizadas a las autoridades, los
consejos tlerCian todos los poderes a OS
ala local, y los delegados do las profesio-
nes liberales se unían a ellos, en representa
ción do sus respectivos sectores do activi
dad.
Esta organización conseastica desapareció
tras la revolución. Los centros proletarios
eran simples islotes de la gran industria per
r lirios mi el océano de una sociedad agrícola
en la que el desarrollo capitalista todavía no
se habla Inalado. La misión de mollar las
',ases dol capitalismo quedó en manos del
partido moniinista. Fue ésto quien so hizo
urgir del poder político mientras los SO
viets quedaban reducidos al rango do egos
nos Sin IreporlanCia con poderes puramente
nominales
as varias formas de organización, los sindi
..ritos y los partidos políticos, y la nueva
locura de los consejos (soviets) pertenecen
a fases diveisas doto evolución social y tie
r ion funciones totalmente distintas. Las pri
meras Ionian por objetivo el reforzamiento
do la situircion de la clase obrera en el irrte
mur dol sistema capitalista, y estar, hundas
pOrlodo do su tlxpanSión. El objetivo rle la
segunda os. en cambio, el de Crear un ¡rodar
obrero, abolir el capitalismo y la división de
la soclodild on clases; y está ligada al pe
nodo de decadencia del capitalismo. En el
sollo do un sistema ascendente y próspero,
la opidilliaclöll de los conS0)0S eS
dOS,It, 01 momento que los obreros se unir,
opan unicarnor110 de mejorar sus ««pu
11iiires de existencia, COSO que hace
la acción sindical y politica. En Ull
.1101.11e:010 en decadencia, presa de la cri
ms, este Mono tipo de acción resulta van°,
42
y aferrarse al mismo no puede sino frenar el
desarrollo de la lucha y de la actividad autó
noma de las masas. En épocas de tensión y
de revuelta crecientes, cuando los movi-
mientos huelguísticos se expanden por paí-
ses enteros y hacen tambalear las bases del
poder capitalista, o cuando después de una
'tuerca o do una catástrofe política la autori-
dad del gobierno so delega y las masas pa-
san a la acción, las viejas formas do organi-
zación ceden su 'tuesto a las nuevas formas
de autoactividad de las masas
POR LA ACCION DIRECTA
En esto punto surge una cuestión de excep-
cional importancia: ¿cómo es posible dedu
cir la existencia o el florecer do una voluntad
de lucha en el sonó de la clase obrera? Para
contestar, hemos de alojarnos, ante todo,
del ámbito de las disputas entre los partidos
políticos concebidas sobro todo para
burlarse de las masas y dirigirnos hacia el
interés económico, gule'es el lugar hacia el
que las fnilsaS deigeri 1111,1110., On10,110 su hs
pera lucha destinada a defender su nivel de
vida. En este sentid° su hace evidente que
con el paso de la pequeña a la gran em-
presa, los sindicatos (Jalaron de ser instru-
mentos de luClla proletaria. En nuestra
epoca, se están transformando paulatina
mento On oruarliSMOs de los (pie el capital
monopolista se sirve para dictar alternativas
a la clase obrera
Cuando los trabajadores empiezan a darse
cuenta de que los sindicatos SOn illCapaCOS
de dirigir SII OICIla contra el capital, la tarea
mas inmediata g is la de descubrir y aplicar
I nuevas formas de lucha: la huelga salvaje.
Este es, en efecto, el medio para libraistr de
Iris tutelas eancidaS por los viejos líderes y
por las viejas organizaciones, el medio que
permite tomar las iniciativas necesarias,
juzgar el momento y las formas do la oc
ción, fijar todas las decisiones útiles; MI este
nuevo marco, los obreros deben encarçpoise
ellos mismos de hamo irropatianda, de ex-
tender el movimiento y de dirigir la acción.
Las huelgas salvajes constituyen explosio-
nes espontáneas, la manifestación autén-
tica de la lucha de clase contra el capita
lismo. Hasta hoy, seguramente, no se harr
dado apenas objetivos más generales; pero
esto no impide que expresen de un modo
concreto el nacimiento de una nueva mon
talaiad en las masas rebeldes: la acción au
tónoma, ya no dirigida por los jefes; el ()sol
ritu de independencia, y ya no de sumisión;
la voluntad de lucha activa, y ya no la acep
tación pasiva de órdenes caídas del cielo; la
solidaridad y la tinidad indestructible con los
compañeros, y ya no el deber impuesto por
la afiliación politice y sindical. Esta unidad
en la acción, on la huelga, corresponde, por
supuesto, a la unidad en el trabajo produc
tivo de cada dla: lo que lleva a los trabaja
dores a reaccionar de este modo, como Un
solo hombre, es la actividad colectiva, el in
torés común frente a un patrón capitalista
común. Todas las posturas individuales,
todas las fuerzas de carácter y do penSii
Mi01110, exaltadas y tensas al extremo, se
unen, por medio de las discusiones y de las
decisiones, en un ObaPIVO C01111.111,
En el curso de la huelga salva)°, so delinean
ya los rasgos de una nueva orientación
práctica de la clase obrera, de una nueva
táctica: el método de la acción directa.
Estas luchas constituyen la única rebelión
que cuenta frente a las potencias degradan
tes y regresivas del capital internacional, del
capital patrón del mundo. Cierto, a pe
queña escala, tales 1110~1101110S estén casi
irremediablemente destinados a terminar
bruscamente en (III fracaSo (Mal; Son sinn
plen101110 Signos prorilondorlOS. Para con
vertirse en movimientos eficaces, se re
quiere una condición: la conquista progre
suya de las masas. Efectivamente, sólo el
miedo de ver estas huelgas extenderse al
infinito puede inducir al capa/111,d,, a paular.
Si la explotación deviene cada vez mas in
tolerable lo cual es indudable la resis
tencia no dejara ile renacer y afectara a
masas cada vez mayores. Cut111(10 esta mil
S1S1011C111 aSurlia una amplitud tal que pro
chuco graves pe, turbaciones en el orden
social, Claindo loS trabajadores ataquen al
Capital en su propia esencia, es dona, 011 la
posesión de las empresas, deberán untan -
iorS afrontar el poder del Estado y sus in
mensos medios. Lit huelga asumirá enton
ces un carácter necesariamente político; los
comités de agitación, enCtilnliCión de las
cOlnunIdados de clase, asumirán funciones
sociales de otra magnitud, comenzando a
roVeSlir la 10rMil de COnSejOS ObrOlOS. A
parta de este momento, despuntiná en el
hollionli, Ii, r evOlUCIón Social, 01 111111,11
miento del capitalismo.
CONSEJOS O ESTADO
I I SOcallisnlo quo vlos Inri transmitido el ',mili,
XIX no oro niaS qUe, la creencia 011 una MI
slán sOCial allibuida a los jefes socialistas y
a los politicastros profesionales: transfor
mar el capitalismo en 1111 sistema OC011ó
mino puesto bino la dirección del Estado,
exento (le tOda itarlla de explotación y que
darse a todo el mundo la posibilidad (le VIVII
Imelumabundancia. El inicio y el fin de la lucha
(le clases era rille el moco Medio quo tenían
Iris obreros do cOnquislar la lilao !ad ConSIS
 tia en llevar a estos socialistas al gobierno.
e Por qué ésto no se verificó? Porque el in
significante gesto que se hacia durante el
[aove paso por una cabina electoral no tenia
diurnas relación con una lucha de clase real,
Porque los politicastros socialistas querian
luchar por si solos contra tel inmenso poder
de la clase capitalista, mientras las masas
trabajadoras, reducidas al rango de aspec
latimos pasivos, contaban co,, este puñado
de hombres para transformar ol mundo.
¿Cómo era posible que, asi las cosas, los
ieoliticastros no ste hubiesen abandonado a
la rutina, siempre dispuestos a justificarla, a
sus ojos, por Itabor remediado, con madi
das legislativas, los abusos más oscandalo
sos? Hoy as ova-lento tr110 01 SO(IlkiliS1110, 011
ol sentido de gtestiöie testatal y planificada
ele la 0001101111a, COOOS11011,10 iii SOCialiS11111
Irr Estado, y que al socialismo en el sentido
ele emancipación de los trabajadores, exigte
un camba, total ‘ite orientación. it MiteVa
raltalltiC1611 del socialismo consiste ole la Mi
Ingestión da Irr 100dOCCIO11, 011 la autoges
hiere de la lucha de clase poi medio do los
e,ensolos obreros.
t as translomiaciones económicas pueril"
t'011 Sólo 1101:11 L1 11000 cambios do montali
‚lid Educados J1 c oiner 011 el socialismo, los
ohmios si, ItalIa,, mmtelotanionto deseo')
r ter lados al ver grite osIte camelar, ¡ g ima a
raseatildOs (OW111101110 Optimar,. a tin 0111
i nn • n ,r.1,111e111 n 1 I.1 t I. . n I,ivit,cI i • . realmente
I niste y puede constatarse rechalo leas
halle gteneralireido on los colectivos olamos
b11,11Ca qua ardan pra la ill1101101111r1
IOS - In1Olteratiirlas M111111111 tambriere sie
yan tatuado on la ardonorilla 0111111/1, y esta
'techa/o alcanza al CarlIpt, ter:pacifico 011 que
se tlesenvuolvon los intelectuales, os decir,
la - teoría - . iris discusiones heoricas son
tina forma do tHendier r,I Iltrillp0, un lionip0
ascos() ten al ritaeledem ravoluCIOnarl1r, y los
intolectualres, qua so 'muevan como pió ten
al agua tal teste - pasi g 10111170 " , 111111iiin
dominio la tito, in nt, ir 1111111/111 urea hm
t 1011 dirimente ore al mo y a/mento, y 111,1111011
resta tuncion malora' lil tr,,rt irr tau, t'osar,
rolltal sea la do linar, 01 dirigir:1110 y comba
rulo, asomando los prosupuostos teóricos
do lit autonoinia da la chist, y die su capara
dad para damas., a si misma
Parar. qua resto doblo rocharo tire Irr 100
r irr y do los altolactualos nano tris causas
011 Irr historia dtel movimiontr r olatan, ore oral
clan/1011a colar: livir do Irr r Iriso ten 1/1 qua st,
duro llegar a comprender que el socialismee
y el com n intsmo se han convoi tolo on sine,
nii/los do clocó alas do srliteerrill, Irr 11110Va
orientacatil no puedo ¡llamarse tire la noche
ri la mañana, U/quanti 110 n 11'10: t/N posibla
quo sólo 111 fluOVil gentelación Sail Capa/ do
druso cuenta dte Sll 11000SICIrld ten 10dil 1111
anejelitud.
Al Ittnnilliir Irr 1,11,110111 guarra Mundial, In rte
Innmili1C10,1111 11111111101110, la
Clirste obrar ti SO aliaba Cine la gran aspe
ranta dr, vor sus vatios sueños hansleaniti
dos MI 10/tildad. Poro t'eme suteños che
bar tael parcial, y por cho no podido !t'ah
lar SO.
Actualinterette, os decir, después dt, 111 Ste
gemela guteme mundial, sólo la esclavitud y ol
1 1 /M1111111110 plinICOn 11111111101110S, los dias dte
11tip111/111111 aman leí/leeos, reme talionar Con •
tusar/liarlo r1113 hateó que tes el gran
t'yo 111,11111011. Irr auttentica libar tad,
Mas pOder0S0 que llanca, al capitalismo so
afirma como {)ation del mundo. Mas podo
rosa quo nunca, la clase obrara daba ,if
filitISO 011 SU plOpril 111Clui parir drIlliereal
neuriel n e,
El capitalismo Ila dosctillatrIO formas do 10
pres nn in !MIS podOlosilS raro Millea, E a cliart,
01,1teril daba dtescianir y Stervirste Cite 101,1141S
do llalla I ‚‚as pildrallSils (ala r11.111Cii.
liara/ tal Siglo, Miami() Ires ObroION consli
hilan rala ',Maraña clast r da individuos iriso
laridre r. y 011114 mIn. .i Ii I/11111111 1 111 - 1,1 10%11
L J fi
u .1:31U1
LÏ
IGNACIO FDEZ. DE CASTRO (EDE)
/11111ilmereirre Irrs trxparitencills do la lucha l'or
Una parto, lit división (bol trabajo en trabajo
manual y trabajo intolectual a lo largo dol
mocoso ila producción so ha acompañarlo
ilie tina alumno dosirjurildail social: a los tia
bajadoros mamados Iii socradail Ins ha no
mirlo el irair y la sal, on tanto que trabajado
ries ¡tutelar-Malos han Horado da altas "oto
bricionos, do prestigio social y dril 'Irrumpo
lio da la cultura. Por otra parto, aun dorar°
movinuanto °Moro otrjanr,ado, los irme
laminares han constituido al rinche° (firmarme
do las y /emir/lidias ravolucionanas, rrrsnrn
vandoso turra si las funcionas tire amilisis, y
al conocimionto do la 'validad y Irr cairaci
dad do doculti obiativos y °su/drupas reir
nombro do la (laso, la baso, formada mayo
111111101110111U pm los nabindirloros
110 lea 101100 otra opciÓn quo I/1 1111110j/11So
simueralo a la vanguardia ten su llalla
prinl Irr conquista thel podar.
Dosdo al 'mamullo ipio ten la claso obrara
naco y so va /durando camino Irr cralcitericiti
naba la consumir ' I'', domo., do todos los
11 n 11Stes, 111110s1 1\10 Irmt,tiis 01111 COSti quo 1,111
1101 qua VUOSI g irs cridtenali, y tonais todo un
inundo 41 vutestio alcanco - , Dolido antonces
Inns obreros so han conver ten irr claso
mas 1111111010,1411111111 SO11011/111: sun1111111M111111,
paro die titl 1110410 10(ltivia inlIntrfecto. Sola
monto han formado mtrupos. guindes o ine
queatees, poro reo hare lothado toelava su 1.1111
dad como clase. So han 1111111111111111111111111111
superficial, extorna, temo no on teSO414:141, en
01untlida41. Y, sin embargo, si}111011 Sill 1tr
riter otra COSil que palrlor qua sus cadenas; y
lo quo, pOr otra par ite, pridireson piador,
tampoco lo pardo' rail pi rece:aneado hl
chirrido, sine, sonialiendosa Iraleteor sil
monto. El mundo ge l ° 01:1111111111111,11111,1 11111
pitedr a ir SO1 virrianirealte ‚»,‚In ‚mist,) E, 441to
11011141o, los ti/lb/lodo' os no poilian romo
sentarse dimanara,' runoun objativo (Ara,
da (1111110s, y por 0110 sus orgrinitriCioretes
iiralbar tal Malva IirintInst, ten instrumantos
dol capitalismo, I loy, al oboetivo Sm, dielinoir
mas ciar/imanto; bolito relor
leido por arredro .fie una tu:inhuma plandi
cada balo la autoridad ilal t Jibuti), so en
(morara lo quo Millo llamaba Id riSrltlaCiOn
do lees prodirriortrs IllareS te 'quillas. Fr pro
CISO 11111r, a la Ilarliarld nr la anidad, urea Intle
Cii(I1011 Sohrte tel i.lilntiivn, TOinild las talar
Cas y 'JIS Maquinas! ' Imponed vuostro poder
S01,10 n 11 11111111110 pror111111V01 prIlailitird
orocItictlon ora morbo do constelos 010010,1
R1
nn•n•
fi
do tina virilqualcIlini- 10 hall
ten Id dar, r eral rIte la Malón 10Volucionarra y
qua astil, me su ostentad, consISIte ten quo 1111
1111S111111'1011 11K1 Srm proderiCil pala tirar 110 Sr,
palparme tire al 0110001 alisilltr del 1110vi
111101110 10Volircitellano Li dolniaric1011 y Irr
qua nadaron, nada bono de ea
t'ano quo ol mo y a/atento obrero por la aun,
armad do Ini ciaste lucir/01e il los 1111010cIera
10S, amaino Iliniiiir tutediaticinn da la do ira
101101/11a, y ralle al Iteclulfr, SO taditentla kr
ItinCión 11110101111/11 pire micalancia quo os I/1
iliSCrisiOn idotangicil y ir su resultado la too
da misma
Aun criando la historia diel movimiento
obran, y do la lucha de ClilSt, revirlant iniol
'achato, no por ollo nesuolvie rel problama
quo 11141 n 110 n 1, ynu quo ',arma, ardtulabla quo
terr si rIlisill0 testo inri ‚mm, tes al rteStillrithr, dre
proct,s0 ilte toilla du, Ct1111 . 11111C111 tim, I/1
i g ualdad, o, lo t¡,10 OS 10 MISMO, ol 11,1111/1,10
1111 1111 /111MININ, (le 1111 111000m1 lit, malora
Mirarlo ra,Iteclivo, ',irrite inliner tarda 1111 I/1
43

teoría de la autonomía de la clase obrera
que se traduce en la práctica del rechazo. La
cuestión en el fondo se encuentra en tratar
de enmarcar este rechazo, dentro de la teo-
ría, de la autonomía de la clase y no sola-
mente como una práctica de lucha de este
movimiento. En el fondo —creemos-- se
trata de una lucha ideológica o, de una ma-
nera más precisa, de una lucha contra la
ideología, expresión dp1 avance teórico de
la clase, tanto si este avance aparece for-
mulado en el lenguaje teórico, corno si su
formulación es tan sólo por el contundente
procedimiento del rechazo en el cotidiano
desarrollo de la lucha.
Parece, pues, importante precisar los térmi-
nos exactos del rechazo ya que el hacerlo
se especifica una parte importante de la
teoría de la autonomía.
"EL INTELECTUAL" Y SU INSERCION
EN LA CLASE OBRERA
Si hacemos historia en términos muy es-
quemáticos, el "intelectual" como persona
que específicamente dedica su actividad al
trabajo intelectual y a vivir del mismo, debe
su origen histórico a la necesidad que tienen
los grupos dominantes de legitimar y justifi-
car su dominio, y, llegado un momento del
desarrollo, de la necesidad de acumular,
conservar y transmitir los conocimientos
que se realizan en el proceso productivo
para que permanentemente se incorporen al
mismo. En las sociedades occidentales la
función intelectual como función específica
necesaria para los grupos dominadores la
asumieron —en general— no directamente
los miembros de estos grupos, sino los
'ciudadanos libres" desplazados de los
procesos directamente productivos por el
empleo de esclavos en las explotaciones
44
agrarias que habían sido apropiadas por los
grupos dominantes. Los ciudadanos libres
sin tierras y sin la posibilidad de ser emplea-
dos en la agricultura, asumen, en el período
esclavista, actividades artesanas, funciones
comerciales, y el ejercicio de los oficios in-
telectuales en toda su variada gama de
creación artística, investigación técnica y
desarrollo del pensamiento filosófico, así
como toda la actividad religiosa, educativa
y sanitaria.
En estos orígenes históricos que constitu-
yen el precedente inmediato de nuestra
época, se encuentran absolutamente sepa-
rados, por su disinta condición de hombres
libres y esclavos, los "productores" que
trabajaban la tierra de los poderosos produ-
ciendo los excedentes sobre los que éstos
asentaban su poder, de otro grupo de acti-
vos, ciudadanos libres, que asumían las ac-
tividades de lo que hoy conocemos como
sector terciario y las de una producción ar-
tesana destinada al consumo del grupo do-
minante o a la producción de ciertos utensi-
lios y herramientas necesarios para los tra-
bajos en las explotaciones agrícolas, prime-
ras inversiones productivas de los exceden-
tes. Dentro de este último grupo "los inte-
lectuales" en un sentido estricto constituían
una capa importante y relativamente privi-
legiada. En tanto que los esclavos inician su
larga marcha hacia su liberación, cono-
ciendo el oscuro y trágico período de la ser-
vidumbre feudal, antes de alcanzar la condi-
ción jurídica de hombres libres, y la nueva
explotación de obreros asalariados, los
mercaderes, los prestamistas, los artesa-
nos, los sacerdotes, los médicos y curande-
ros, los alquimistas, los educadores, los fi-
lósofos, faranduleros y cómicos de la legua,
teólogos, escritores, poetas, músicos, pin-
tores, arquitectos, escribanos, etc. mantu-
vieron su condición de hombres libres pero
ton funciones al servicio de los privilegia-
dos.
Paulatinamente en este último grupo se ini-
cia un lento pero inexorable proceso de ex-
propiación y de sometimiento que conoce-
mos como proceso de proletarización.
La última etapa de "liberación" de los sier-
vos y la iniciación del proceso de proletari-
zación de los ciudadanos libres coincide con
el lento pasaje de una sociedad feudal a una
sociedad capitalista y ambos fenómenos
forman parte de la formación originaria de
capital. El modo de producción capitalista
encuentra su primer espacio de asenta-
miento no en la producción agraria sino en
la industrial y es el grupo artesano —dentro
del conjunto de ciudadanos libres— el pri-
mero en sufrir el proceso de proletarización
(expropiación de los instrumentos de tra-
bajo, de sus conocimientos productivos, y
sometimiento a las nuevas condiciones de
producción: compra de su fuerza de trabajo
y nueva condición de asalariados en la em-
presa de producción capitalista), unifican-
dose en tanto proletarios con los campesi-
nos liberados de su condición servil, expro-
piados de sus tierras y presentes también
en el mercado de trabajo capitalista indus-
trial.
Pero la expansión capitalista y la progresiva
dominación del nuevo modo de producción,
no se limita ni se detiene en la producción
industrial sino que en etapas sucesivas se
va asentando sobre el sector terciario y
también, desde luego, en la producción
agraria primitivamente abandonada al pre-
capitalismo. Cada uno de estos avances y
nuevos asentamientos supone que el pro-
ceso de salarización (evitamos el término de
proletarización por las razones que explica-
mos más tarde) se extiende a los grupos de
ciudadanos libres que ejercían su actividad
en estos espacios que el capitalismo va
conquistando. La sanidad, la enseñanza, el
comercio, la financiación los transportes, el
turismo, el espectáculo, los medios de co-
municación social, la hostelería, el deporte,
los servicios personales, la explotación del
ocio, se van sucesivamente transformando
en espacios dominados por el modo de
producción capitalista y todos los grupos
sociales que ejercían su actividad "liberal - o
familiar en estos campos son expropiados
de sus medios de trabajo y conocimientos
—al igual que los antiguos artesanos indus-
triales— y convertidos en asalariados den-
tro del modo de producción capitalista.
Si en la primera etapa de asentamiento, la
que se realiza sobre la producción industrial,
el proceso de salarización no afecta apenas
al grupo de "los intelectuales", la segunda
incide muy directamente sobre los mismos,
quienes, por otra parte, y ya desde mucho
antes que este avance capitalista se reali-
zara, se habían convertido en funcionarios
del Estado al asumir éste alguno de sus
campos específicos de actividad convir-
tiéndolos en servicios públicos. El ejercicio
libre de la profesión, o "la profesión liberal"
—como los talleres artesanos, o los comer-
cios familiares—, queda en una sociedad
capitalista avanzada como uno de los resi-
duos en disgregación de un sistema de acti-
vidad precapitalista ya marginada y conde-
nada a desaparecer. Engullidos en el modo
de producción capitalista "los intelectua-
les" en tanato asalariados, venden al capi-
tal, a la empresa, su fuerza de trabajo espe-
cializada de intelectual, y el trabajo que
desarrollan en las nuevas condiciones —su
labor intelectual-- y el resultado de la
misma, no les pertenece. El trabajo intelec-
tual en cuanto persiste en el mundo capita-
lista es ya una de las expresiones de la divi-
sión de trabajo capitalista, como lo es tam-
bién el trabajo manual. Obreros e "intelec-
tuales" tienen la condición común de asala-
riados y de realizar ambos trabajo capita-
lista, la de ser ambos partes de capital que
éste consume en su actividad productiva.
Los caminos históricos recorridos y los
tiempos en que se ha realizado su salariza-
ción han sido distintos pero ambos han lle-
gado al mismo punto de coincidencia,
EL FRACCIONAMIENTO DE LOS
ASALARIADOS Y LA DIVISION DE
TRABAJO CAPITALISTA
Limitándonos al tema que nos interesa, que
es la división entre trabajo manual e intelec-
tual dentro del modo de producción capita-
lista, la primera cuestión que salta a la vista
es que esta división del trabajo, que, en
principio, podría considerarse debida al ge-
neral proceso de especialización por conte-
nidos, de cara a una mayor eficacia y pro-
ductividad, se acompaña de una acusada
estratificación social cuya consecuencia
será el fraccionamiento en capas de intere-
ses contradictorios del conjunto de los asa-
lariados pese a su común condición de mer-
cancía comprada por el capital.
La estratificación social, que tiene poco que
ver con la división en clases sociales, se si-
túa en general sobre el consumo —niveles
cuantitativos y cualitativos diferenciados de
consumo—, sobre el prestigio social ínti-
mamente unido al ejercicio de una actividad
y sobre las diferencias de niveles culturales
en su doble aspecto de conocimientos, y
modos de vida y de relación. Teniendo esto
en cuenta se comprende muy bien el efecto
que sobre las diferencias de estratificación
que acompañan a la división de trabajo en
trabajo manual y trabajo intelectual, tuvo el
origen histórico diferenciado de ambos,
dentro del mundo capitalista y que hemos-
dejado descrito.
El trabajo manual aparece en el modo de
producción capitalista en su primera etapa
de asentamiento sobre la producción arte-
sana y es el resultado de un proceso de
proletarización. El trabajo intelectual se in-
serta en el modo de producción capitalista
en una etapa posterior y tiene su origen en
un proceso de salarización de estas activi-
dades intelectuales. El camino histórico que
debe recorrer el obrero industrial va desde
la esclavitud al proletariado, es un camino
de liberación, jurídica desde luego, pero en
una permanencia de la miseria económica.
Para que el hombre libre aceptara vender su
fuerza de trabajo al capital industrial y
aceptase las condiciones de trabajo que
éste le imponía era necesario que este hom-
bre libre careciese de todo y que no tuviera
otra cosa que vender. El proletario es el que
se encuentra despojado de todo. El proceso
de proletarización del artesano se identifica
con su sucesivo despojo para que llegara a
encontrarse en la misma condición que el
p roletario con el que en definitiva tendría
que competir en el mercado de trabajo. El
ciudadano libre que ejercía su actividad de
artesano porque tenía sus útiles de trabajo y
sus conocimientos del proceso de produc-
ción, debe pasar a la condición proletaria de
ciudadano libre sin útiles ni medios de pro-
ducción propios y sin conocimiento del pro-
ceso de producción, y esto es lo que ocurre
en esta primera etapa coincidente con la
formación originaria de capital. El capital no
solo expropia al artesano de sus útiles y
medios de producción, sino que le expropia
de sus conocimientos que quedan incorpo-
rados a las máquinas.
Cuando el capitalismo invade los campos
de actividad donde se encuentra la mayor
parte del trabajo de los intelectuales, ha
recorrido un importante camino en su
desarrollo. La producción industrial donde
en primer término se ha asentado ha dejado
de producir bienes exclusivamente para los
no proletarios, sino que en gran medida ha
empezado a dedicar su producción para el
consumo de los obreros. El sistema pro-
ductivo realiza la producción de masas por-
que el consumo ha pasado también a ser de
masas y lentamente el obrero industrial ini-
cia su desproletarización len el sentido que
identifica proletario . con el absolutamente
desposeído y miserable en el borde mismo
de la reproducción biológica). No solamente
se producen aumentos considerables en los
niveles de consumo obrero, sino que a la
fuerza de trabajo industrial se le van incor-
porando conocimientos técnicos y habilida-
des especializadas. En lugar del proceso de
proletarización que tendencialmente llevaba
a todos los obreros a su igualación en el
punto de la carencia total o proletarización,
se empieza ya a producir la tendencia con-
traria, ya que a la división técnica del trabajo
se unen desigualdades cada vez más acu-
sadas entre las diversas categorías labora-
les acompañadas de escalas de salarios di-
ferenciados. La conversión del trabajo "li-
bre" del profesional liberal en fuerza de tra-
bajo capitalista, cuando el capitalismo se
asienta sobre su campo específico de acti-
vidad, ya no precisa que vaya acompañado
por un proceso de proletarización en el sen-
tido tradicional de depauperización, sino de
salarización, convirtiendo en salario —ex-
presión monetaria del precio de la fuerza de
trabajo— el costo social de la reproducción
del profesional intelectual, es decir su nivel
de consumo y de instrucción y aún los gas-
tos suntuarios que acompañan al prestigio
que la sociedad otorga a su profesión libe-
ral. La salarización no supone necesaria-
mente la pérdida del "status social" como
supuso para los artesanos su proletariza-
ción: sino más bien que el contenido mate-
rial de este "status", los bienes en que se
concreta, son la medida del valor de cambio
de la fuerza de trabajo de que se trate, y
esto es así, no porque de una manera ex-
cepcional se aplique a los profesionales li-
berales cuando se ven obligados a entrar en
las relaciones capitalistas de producción
como asalariados, sino porque el sistema
trabaja ya sobre la base de un consumo de
masas y la estratificación generalizada del
consumo sobre la que actúan los proyectos
de producción y los objetivos de ventas del
aparato capitalista de producción, sirven de
base y de medida al valor de cambio de la
totalidad de las categorías profesionales en
las que se concreta la división del trabajo
capitalista.
Los diferentes estratos sociales que existen
a nivel consumo. prestigio y cultura, y que
en el mercado de trabajo se traducen en es-
calas de salarios por diferentes categorías
profesionales por el mecanismo del valor de
cambio de la fuerza de trabajo, fraccionan
al conjunto de los asalariados en capas de-
finidas por la diferenciación de status social
e interesadas en mantenerla. Los intereses
fraccionales dominan sobre los intereses de
clase y estos intereses fraccionales son en
algunos aspectos fundamentales contradic-
torios entre sí.
Cuando los "intelectuales" pierden su con-
dición de "libres" en las relaciones en que
se establece su trabajo y sufren el proceso
de salarización, no se incorporan al con-
junto asalariado unificado en el punto cero
de la condición proletaria, sino que lo hacen
a una fracción de los asalariados que se dis-
tingue y se define no sólo por - disfrutar" de
un status social elevado --o relativamente
más elevado que el resto de los asalaria-
dos— lo que da un valor de cambio superior
a su fuerza de trabajo, sino que ocupan, do-
minándolas, las partes de la estructura ca-
pitalista de producción especializadas en
funciones burocráticas, tecnológicas y de
dominación ideológica. Este hecho consta-
tado en la práctica dele lucha de clases por
los trabajadores "manuales" que tratan de
alcanzar su liberación está en la base del re-
chazo obrero, doble rechazo: al intelectual
en cuanto miembro de • una fracción privile-
giada dentro de la clase y a la función que
realiza de control burocrático, de dirección
técnica y de alienación social o de transmi-
sión y perpetuación de la ideología domi-
nante.
EL INTELECTUAL Y LA FUNCION
INTELECTUAL EN LA LUCHA DE
CLASES
Sin embargo, para un análisis correcto, hay
que distinguir entre el "intelectual y su fun-
ción" consecuencia de la división del tra-
bajo en una sociedad capitalista, y el inte-
45
 lectual y sus funciones en la lucha de clases.
Parece evidente que el problema del re-
chazo a los intelectuales y a su función por
excelencia que es la de teorizar, de los co-
lectivos autónomos de fábrica, no lo sitúan
sólo dentro de la comprensión de un frac-
cionamiento real de la clase como conse-
cuencia de la división de trabajo capitalista,
sino en el plano mismo de la lucha de clases
y dentro de un rechazo general al dirigismo
que las vanguardias hacen del movimiento
obrero. En la organización del movimiento
obrero para la lucha revolucionaria, y por
razones de eficacia para conseguir la toma
del poder, los intelectuales han desempe-
ñado un papel importante antes incluso de
que se iniciara el proceso de su salarización
que hemos dejado descrito. En primer lugar,
ha sido en los núcleos intelectuales donde
han surgido las primeras formulaciones
científicas de las condiciones de explota-
ción que padecía la clase obrera y los pri-
meros que han emprendido la lucha ideoló-
gica. En segundo lugar, esta primera toma
de conciencia y su formulación programá-
tica, y precisamente porque se realizó en los
núcleos intelectuales —y quizá solamente
podía desarrollarse en los mismos—, se ex-
presó en términos "intelectuales" solo ver-
daderamente asequibles a quienes poseían
la misma cultura y aun el mismo lenguaje,
haciéndose "traducciones" populares de-
gradadas para la necesaria movilización de
las "masas", cuya última expresión más
eficaz es la consigna partidista.
La "incapacidad" de la clase para una com-
prensión teórica completa, dados los térmi-
nos mismos en los que se plantea, y para
una toma de conciencia coincidente con el
proceso teórico científico, reserva, dentro
del movimiento obrero, a los intelectuales
las funciones de análisis de la realidad, la
formulación de los programas a largo y me-
dio plazo y el establecimiento de la estrate-
gia de la clase para la lucha revolucionaria, y
esta cuestión de hecho que constata Lenin
en el movimiento obrero, le lleva a la crea-
ción del partido-vanguardia que asumirá
estas funciones "intelectuales" ya que este
partido-vanguardia reclute sus militantes, y
sobre todo sus dirigentes, en el exterior de
la clase, entre los intelectuales todavía no
asalariados que habían llegado a tomar
conciencia de la explotación capitalista y
que eran los únicos capaces de realizar aná-
lisis y de formular las estrategias de la lucha
revolucionaria.
La división del trabajo que resultaba eficaz y
racional en la organización capitalista del
proceso de producción, por las mismas ra-
zones de eficacia, se reproducía en la orga-
nización revolucionaria del movimiento
obrero y los intelectuales y los obreros ma-
nualeS dentro del mismo ocupaban los mis-
mos lugares y ejercían las mismas funcio-
nes que en aquélla.
El proceso de salarización de los intelectá-
les y el dominio capitalista de las funciones
que realizan y su organización dentro del
sistema de división social del trabajo, no ar-
regla precisamente esta situación, sino que
todavía hace más evidente la íntima relación
que existe entre las funciones de dirección
dentro de la organización productiva capi-
talista y las que se han establecido en el
movimiento obrero en sus organizaciones
revolucionarias.
Por último, el cuadro se completa cuando la
46
clase obrera, pese a los tabús y a los entu-
siasmos iniciales, comprueba que en las pri-
meras revoluciones triunfantes, cuando las
organizaciones revolucionarias conquistan
el poder y establecen "la dictadura del pro-
letariado", la eficacia de la organización re-
volucionaria, con sus vanguardias y sus or-
ganizaciones de masa, se extiende y se
afirma en el nuevo Estado en forma de bu-
rocracias y tecnocracias políticas que asu-
men todo el poderes nombre de la clase
que continúa sin modificaciones sustancia-
les en el aparato productivo.
El rechazo de los colectivos autónomos de
fábrica, que son la expresión organizada de
un nuevo proceso de toma de conciencia de
todos estos fenómenos que hemos des-
crito, de las vanguardias dirigentes y en ge-
neral de las organizaciones tradicionales, se
traduce precisamente en la práctica del re-
chazo a los intelectuales y de la forma
como estos han asumido, dentro del movi-
miento obrero y de la lucha de clases, la
función intelectual, como el resultado de
una división del trabajo copiada del sistema
capitalista, en la que teorizar es una función
especializada, que requiere un lenguaje
"técnico" (casi podríamos decir mágico o
sacerdotal), que constituye una seria bar-
rera defensiva de su trabajo especializado,
al que por otra parte y como en el sistema
capitalista va unida una función dirigente.
Que el rechazo alcance también a la teoría
misma —como en la práctica de los colec-
tivos autónomos obreros ocurre en muchas
ocasiones—, se debe, creemos, a que, por
una parte, la expresión de esta teoría se ha
realizado en unos términos "intelectuales"
(en el sentido peyorativo de la palabra inte-
lectual); y por otra, en fue esta práctica de
rechazo que nace y se desarrolla en una
base "no intelectual", permanentemente
excluida del proceso de elaboración teórica,
es en sí misma la expresión de un proceso
de elaboración teórica distinto realizado en
otros términos "no intelectuales", pues es
el resultado de una toma de conciencia del
conjunto de los fenómenos que hemos exa-
minado, fenómenos que, desde luego, no
son "conocidos" por los propios intelectua-
les "revolucionarios", ni por los dirigentes
de las vanguardias de la clase, ya que se lo
impide su propia posición relativamente pri-
vilegiada en el movimiento. La presencia de
esta nueva elaboración teórica que se ex-
presa en la práctica del rechazo, coloca a la
teoría tradicional en una posición ideoló-
gica de legitimación de las funciones diri-
gentes que han asumido las vanguardias y
los propios intelectuales, y también
—desde luego— de "justificación" de los
status sociales privilegiados en que se tra-
duce, en el caso de los intelectuales salari-
zados, la división de trabajo capitalista, y al
rechazo en sí mismo en uno de los aspec-
tos más importantes de la lucha ideológica
de la clase obrera.
LA FUNCION INTELECTUAL Y EL
MOVIMIENTO POR LA AUTONOMIA
DE LA CLASE
El problema de fondo que está planteado
para el movimiento por la autonomía se
puede formular en los siguientes términos:
el nuevo discurso teórico de la clase actual-
mente se expresa —como ya hemos reite-
rado— en un lenguaje o en unos términos
de práctica de rechazo. De un conocimiento
inmediato de una situación —toma de con-
ciencia— se pasa sin otra elaboración inter-
media a su expresión en la práctica de la lu-
cha y, en este caso, esa práctica de lucha es
la expresión misma de la lucha ideológica
de la clase, pero ante esta constatación
cabe preguntarse si este sistema de elabo-
ración teórica, en el que se ha suprimido
prácticamente el mecanismo de las abs-
tracciones en las que tradicionalmente se
producía el discurso teórico, es capaz o
apropiado para que su desarrollo permita a
la clase —al movimiento por la autonomía
de la clase— enfrentarse con su necesidad
de analizar una realidad cada vez más com-
pleja y elaborar programas, estrategias y al-
ternativas globales, o si le será preciso, en
lugar de rechazar el discurso teórico tradi-
cional, conquistar sus mecanismos para
desarrollar y avanzar en la lucha revolucio-
naria.
Nuestra respuesta —y como toda res-
puesta siempre es aventurada y somos
conscientes de ello— es que el movimiento
por la autonomía de la clase y la clase
obrera en su conjunto no tiene, hoy por hoy,
otro camino que ensayar dominar los me-
canismos del discurso teórico para poder
pasar de una situación defensiva (estímulo-
respuesta) a una posición ofensiva articu-
lada sobre una estrategia y un programa.
Si, por una parte, el desarrollo deja produc-
ción capitalista parece que facilita esta ta-
rea al incorporar a la fuerza de trabajo total
que utiliza conocimientos en muchos casos
muy sofisticados que permiten los proce-
sos de análisis y la formulación de estrate-
gias y programas: por otra, la división del
trabajo y la estratificación que lleva incor-
porada, crea dentro de la clase fracciona-
mientos jerarquizados que se reproducen en
las organizaciones de clase. La utilización
hasta el máximo de los aspectos positivos
del proceso capitalista de incorporar cono-
cimientos a la fuerza de trabajo y la lucha
contra la división del trabajo y su conse-
cuencia: el fraccionamiento, aparecen en
esta dinámica como objetivos prioritarios
del movimiento autónomo, para que pueda
desarrollar la función intelectual que le es
necesaria por sí misma sin que en ello sea
sustituido por los intelectuales.
Una conversación entre Agustín García Calvo y Fernando Savater
LA VIDA,
LA PASION Y
LA MUERTE
I. VIDA. DETERMINACION. SER.
— Si os parece, partimos de una con-
cepción dialéctica de la Vida enfrentada
consigo misma. Es decir, se trataría de
dilucidar entre la Vida como tal vida, o la
Vida como una forma de Muerte, de es-
tablecer el carácter regresivo o no de
eso que llamamos Vida.
— Fernando Savater: La cosa quizá po-
dría enfocarse de dos maneras. Es decir,
como si fuera posible una vida que no fuese
vida para la Muerte. Eso, a pesar de que ya
en el mismo planteamiento de las palabras
parece que lo uno exige lo otro. Remitién-
donos a argumentos históricos me parece
que tú, Agustín, lo comentabas en un pie de
foto del libro sobre Virgilio, cómo había un
momento en la época de los epicúreos ro-
manos, en que casi lo más vivo, lo que más
hablaba de vida eran las lápidas de las tum-
bas. En ellas se hacía un curioso tipo de
proclamaciones: en el fondo eran las máxi-
mas afirmaciones de la vida, de lo que se
entiende por los placeres de esa vida en ge-
neral, el vino, las mujeres, la comida, etc.
Todo eso se dice explícitamente frente a la
Muerte. La calavera en medio del festín,
"mientras dure, aprovechemos..." Parece
ya que el hacer mucho énfasis de la idea de
lo que es la vida es también un énfasis en la
presencia constante del juego de la muerte.
Por otra parte, sería muy difícil disociar qué
es vida para la vida y qué es vida para la
muerte.
— Agustín G. Calvo: No estaría mal notar
que los que hablan principalmente del dis-
frute de la vida son los muertos, como es el
caso ejemplar de la lápidas sepulcrales. Lo
normal es que el muerto aparezca ha-
blando, dirigiéndose al viandante o dándole
un consejo determinado. A mí lo que me
importa más es, tal vez, aclarar un poco el
planteamiento lógico. Creo que es popular
el hecho de que la vida tiene ya algo de eso,
aunque la gente quiere vivir con vida, la vida
JAVIER GARCIA SANCHEZ
Fotos JORGE G. ROJAS
es como muerte. Eso quizá vendría a aclarar
en parte la cuestión que tú mismo planteas.
Y pienso que la manera de aclararla es ha-
cer una pregunta que no me parece indis-
creta, que es: vida ¡de quién? Creo que, tal
vez, la diferencia aparece de la manera más
clara cuando se compara el momento en
que se habla de Vida en general. La idea que
correspondería a lo que yo formulaba, no a
la vida pública o colectiva... Tampoco
cuando se trata de un ser determinado o to-
davía cuando se trata de la vida mía, por
ejemplo. Es algo así como si pensara que
siendo lo claro, lo conceptual, la Muerte, de
la vida apenas sí se puede hablar sin gran-
des conclusiones y contradicciones a cada
paso. Entonces lo que introduce el ele-
mento conceptual, que es la Muerte, es
aquéllo de que la vida se convierte en vida
de alguien determinado, por ejemplo, yo. Es
decir, esta condena de la vida a su determi-
nación —que no puede ser menos que
Muerte— es una condena que se presenta
en la manera más inmediata en la determi-
nación por genitivo en nuestras lenguas:
vida de un hombre, vida de un cristal, vida
de una rosa, de esta rosa.
— F.S.: Había algo que a mí me impre-
sionó bastante en un texto de Cioran. Decía
que lo primero que se pregunta uno cuando
ve a los amigos a los que no saludaba
desde hace largo tiempo, es, ¡cómo vivirá
este hombre? ¡Cómo es posible que esté
vivo? El lo preguntaba aún más dramática-
mente... ¡Cómo no se suicida? Pero sin lle-
gar a este tipo de planteamientos, se puede
preguntar: ¡cómo vive? La vida de otro se
ve como realmente de otro, de un nombre,
de una persona con unos gestos, con unas
ocupaciones, cuya nimiedad, vista desde
fuera, es la de cualquier ocupación. Ese
conjunto de rasgos, de determinaciones
que forman la vida de tal o de cual, vistos
desde el exterior, inmediatamente dan
como una impresión de inverosimilitud. De
hecho eso es ya la Muerte; es decir, surge la
eterna cuestión: ¡cómo se le sigue sacando
jugo a esto, cómo sigue funcionando? Por
otra parte, la vida de uno, que evidente-
mente tiene lo mismo —iguales rasgos de
exterioridad, de determinación, "en el
fondo no haogo más que esto o lo otro"—
es distinta. Pero mientras de algún modo
me dejo vivirla, o estoy metido dentro de
ella o no me relaciono con la vida como la
vida mía, sino con la vida exterior que hay
resulta que acabo reconociendo que es mía,
en el sentido en que es la única que puedo
conocer. Tiene una especial solidez, una ve-
rosimilitud, un pasarse de cosas, un "yo po-
dría dejar de hacer lo que hago y seguir
siendo yo", cosa que parece que, en cam-
bio, en los demás (quizá porque les vemos
con mayor lucidez o porque les extendemos
menos crédito que a nosotros mismos) nos
negaríamos a aceptar. A ellos les vemos un
poco como el muerto que van a ser mien-
tras que en nosotros ocurre al contrario: el
muerto que voy a ser me sigue pareciendo
inverosímil, improbable, contrario a mí por
mucho que ya lleve mi nombre y que ya
esté mi lápida en mí mismo. Posiblemente
esto, Agustín, enlaza con lo de la determi-
nación que decías antes...
— A. G. C. Sin embargo, aunque sea ver-
dad que uno no se plantee la cosa de la
misma manera que cuando la plantean ter-
ceras personas, lo cierto es que uno siem-
pre cuenta con que se trata de la "vida
mía". Es decir, nos referimos constante-
mente al "nací en tal año", "estoy en la
edad tal", "pienso tal cosa", y se opera
como si efectivamente yo fuera, no diría
tanto como el poseedor, pero sí por lo
menos el usuario y en todä caso el determi-
nante de esa cosa a la que se quiere aludir.
— Quizá, con la llegada de la moderni-
dad y el pensamiento científico se ha
perdido mucho de aquella idea de "ser"
que, a ciertos niveles, se tenía —y se fo-
mentaba— en sociedades antiguas. Me
47
estoy refiriendo a una extraviada "con-
ciencia de ser" o de existir, con todas las
implicaciones positivas que conllevaba
adosadas y que hoy, parece, ya no son
utilizables.
— F. S.: Yo diría, casi con la H. de la Filo-
sofía o de la reflexión en la mano. como
queráis, que parece que efectivamente las
cosas se incorporan al ámbito de la refle-
xión cuando se han perdido. Quizás el naci-
miento de ideas como la "conciencia de
ser", mi existencia, ate, aparecen precisa-
mente cuando ya se me ha ido la naturali-
dad de la vida, la gratuidad o el disfrute en
usufructo directo de esa vida; y entonces es
cuando empiezo a plantearme eso que he
perdido como problema, como cuestión.
Quizá sería necesario precisar la época en
que la conciencia de "ser elemental cobra
una mayor vigencia... Fíjate que antes ha-
blábamos de lápidas de la Roma virgiliana.
— Podría haber varios puntos históricos
de fuerza; la etapa helénica en la an-
tigüedad, el período postrenacentista, o
la misma fase del idealismo alemán —en
filosofía—, o anglosajón —en poesía—:
épocas en las que el pensamiento se
ocupó de la metafísica existencial, de la
relación individuo-libertad, del "ser",
que es, al fin y al cabo, el problema nu-
clear de la vida.
— A. G. C.: Esto del problema de la vida y
el problema del ser habría que entenderlo en
el sentido de que la vida se vuelve proble-
mática y se deshace —como esa posibili-
dad a la que vagamente se alude como
vida— en cuanto se relaciona con eso otro
a lo que se alude como "ser", esa determi-
nación de la que hablaba antes, llámese la
48
deterrninación cristal, llámese fulano o llá-
mese, en último término, yo. Tal vez los
planteamientos históricos nos llevarían de-
masiado lejos. Para aceptar que en otras
épocas se vivía de manera distinta o que
había más "ser" o menos "ser", en cuanto
a conciencia de ser algo.., para eso hay que
aceptar ya el panorama histórico, las visio-
nes de la historia más o menos académicas
y aceptadas, las cuales se me parecen, na-
turalmente respecto a cualquier forma de
vida, como una Muerte, como una congela-
ción de ordinario ideal o conceptual. De
manera que, sólo como vaga sugerencia, de
vez en cuando pienso que sí, quizás en la
edad tenebrosa, siglo V a siglo VIII después
de Cristo, caído el Imperio,.. parece que sí
existió algo de eso. Pienso que cuando den-
tro de nuestra cultura la historia reconoce
las formas extrañas de vida como formas
diferentes, con el mismo hecho de diferen-
ciarlas las está ya igualando.
— F. S.: También tenemos el mito antro-
pológico ya no del buen salvaje sino del sal-
vaje como posesor de una vida más armó-
nica, más conciliada, más plena, que apa-
rece justo en el siglo XVIII, de algún modo
acompañándose de un quiebro a la vida
dado como algo obvio. El problema del
"ser" en filosofía deberíamos diferenciarlo
bastante del problema de la Vida. En este
sentido pienso que los filósofos del "ser"
han sido filósofos antivitalistas. La vida par-
ticular y concreta se les planteaba como lo
que no es, en el aspecto de que es sólo
transitoriamente, es condicional, es finita,
es ya un camino hacia la destrucción como
individualidad concreta; mientras que, en
cambio, precisamente el "ser", para man-
tenerse en su misma plenitud de ser, tiene
que privarse de esas determinaciones con-
cretas y circunstanciales, eternizarse, con-
vertirse en causa de sí mismo, y esto choca
con lo anteriormente expuesto. Mientras
Dios, 'por citar a alguien que parece tener
una plenitud de - ser" envidiable, se man-
tuvo en esa insuperable plenitud monote-
ísta, en el sentido más abstracto, más im-
personal, más plotiniano, se pasó de cosas
como la Vida, en el aspecto que nosotros
conocemos. En cuanto Dios, digo, quiso
personalizarse, lo primero que tuvo que ha-
cer fue morir. Entonces el Dios encarnado
es precisamente encarnado porque muere y
esa muerte tiene una resurrección. Pero
además el hecho de que el "ser" de algún
modo pretendiera, por' encima de ser en
plenitud, tener persona, inmediatamente le
llevó a entrar en el tráfico de la muerte, le
advocó a tener una biografía y esta biogra-
fía acabarla, por lógica, en una muerte, por
muchas resurrecciones que le quisieran su-
mar. Si por vida entendemos, no obstante,
que la cosa dure o se mantenga en su grado
pleno, eso sería la negación de nuestra vida
y quizá muerte al mismo tiempo.
II. REENCARNACION, MIEDO. FUTURO.
— A. G. C.: Yo pienso que el misterio de la
reencarnación se repite en cada uno, es de-
cir, lo que pasa con Cristo y con Dios ocurre
igualmente con todos nosotros. La Teología
pretende que, al mismo tiempo que el
de Dios vivo, viva la lo cual, como ha dicho
Fernando, se hace necesario que muera), al
mismo tiempo se pretende que siga siendo
Dios. Se pretende el aunamiento de eso de
ser el que se es y, al mismo tiempo, estar
vivo viviendo. Esta, pienso, es la pretensión_
que a cada uno nos sostiene y simultánea
mente nos pone en conflicto. La pretensión
l
de vivir y viviendo. o cualquier otro predi-
cado por el estilo es la pretensión de ser el
que se es. Esta pretensión está sostenida
por la perpetua amenaza de la Muerte. A
mí, probablemente, me muestra, de una
manera simultánea, su identidad revelada o
no por el manejo del pronombre "yo" pre-
cedido o no por otros intentos que podrían
identificarse por "el mío", etc. Al mismo
tiempo se le va sugiriendo o intentando eso
de que tiene que morirse. Fijaros que digo al
mismo tiempo y no por casualidad.
— F. S.: Por remitirnos a una idea sobre el
tema, al psicoanálisis de algún modo le
ocurre lo mismo, por lo que yo he podido
entender de él. En cosas o conceptos como
la angustia —en el fondo la angustia es
miedo, o la especie de angustia y miedo
que podemos remitir en último término al
"ir a cesar o a acabar"— esto sólo le ocurre
al Yo. Ese es un rasgo distintivo. El incons-
ciente no se angustia o no conoce el miedo.
Freud habla precisamente del problema de
cómo el inconsciente ignora el miedo. En
cambio el yo, sí; él, de alguna forma, es la
proximidad al inconsciente, a eso que vive
sin necesidad de una conformación deter-
minada o simbólica, que fluye y cambia de
conformación simbólica. El yo pretende
sólo el mantenimiento de esa conformación
simbólica determinada que no soy sino yo.
Eso es la angustia. Por su propio cierre se
siente amenazado desde el exterior que le
ha cerrado, mientras que aquella otra cosa
abierta, sea lo que sea, parece que no co-
noce ni miedos ni angustias ni, por lo tanto,
alegrías vitales (que sólo las conoce el yo y
que son pedazos arrancados frente a la an-
gustia de la muerte presente), es el mo-
mento en que en vez de disolverme como
conjunto simbólico todavía me mantengo e
incluso me afirmo, triunfo sobre ello. Es
todo lo que me disuelve, me disgrega, me
arranca y me rompe la imagen, la causa de
mi angustia. Esto viene a subrayar la incom-
patibilidad entre una contraposición deter-
minada, establecida y armónica y lo otro. En
una palabra, entre una identidad y la Vida.
— A. G. C.: Sí, tú has ligado un poco el
tema con la cuestión de la disolución y hay
que decir, en honor del psicoanálisis, que
parece que su primera intención era justa-
mente esa que dice la palabra "análisis",
que se traduce por disolución o restricción.
La manera en que el psicoanálisis parecía
practicar esto, aunque ni siquiera en las
obras de Freud aparece de una manera clara
y constante, era el que, por un lado, presen-
taba una instancia a la que se alude como
"super yo" y cosas así, que era ley. Ley que
lo mismo podía parecer exteriorizada que
como interiorizada, ya que cada uno es
también su propio padre. Ley cuyo primer
cosa genérica que les ocurre a los otros, se
me da exclusivamente dentro de ese plano
del futuro y, en un primer momento, pu-
diera ser que estuviese relacionado con-
migo exclusivamente por los vínculos de
una decisión personalizada, bien sea en
forma de promesas, de amenaza, de maldi-
ción o de esperanza. Mientras que el biolo-
gismo y el racionalismo, ya entrando dentro
del tiempo lineal en que nos movemos, han
hecho de la Muerte una consecuencia ne-
cesaria de la Vida. Pienso que este paso,
aquello que pudo haber habido en otro
tiempo, de esperanza por entrar en un
mundo mejor, más alto ----como pudo darse
en las reencarnaciones de los pueblos pri-
mitivos, sea como maldición de alguien que
nos ha condenado a muerte con su decisión
relación del tema Vida-Muerte con la de la
determinación, y luego en especial, de la
determinación con respecto a mí. Hay que
hacer notar que en esta historia la interven-
ción de la primera persona juega un papel
decisivo. Hemos de fijarnos en lo que quiere
decir una orden, una frase de mandato, que
el hablante dirige con un índice que la refiere
a sí mismo. Una cosa es pasar de decir:
"ven aquí mañana" o "preséntate aquí ma-
ñana" a una interpretación como "fulano se
presentara aquí mañana", dicho un poco
como profecía. Hay diferencia entre eso y
que la cosa se diga con respecto a mí
mismo, bien partiendo del voto como "cai-
gama aquí muerto", bien en el caso de una
orden propiamente dicha que yo me dirijo a
mí mismo, caso de decir: "coja yo el tranvía

941V
artículo es, naturalmente, "tienes que mo-
rir". Después aludía vagamente al incons-
ciente y cosas así, muy terciopersonales y
no sólo eso, sino indefinidas. Veamos el
ejemplo tipo de 'algo": "algo", en todo
caso, más allá o "algo" por debajo. Cosas
inasibles donde ya el propio Freud muchas
veces sufre la tentación de asirlas y de con-
vertirlas en conceptos. Luego había esa ins-
tancia que és el punto de máxima claridad
en la teoría freudiana, que se estudia la ins-
tancia en que uno ha sabido y ha dejado de
saber, aquello que uno ha tenido y ha de-
jado de tener, aquello a lo que se alude
como inconsciente o preconsciente. Re-
sulta que estos tejemanejes, no en la teoría
sino en la practica de la teoría, el hecho, el
yo, no estaba en ninguna de estas instan-
cias a las que he aludido, o tenía que estar
en todas al mismo tiempo, para lo cual,
¡trabajo habría que mandarla! Interiorizar
toda la ley todavía sería relativamente facti-
ble, pero convertirse aquello a lo que nos
referimos como "inconsciente" sería como
convertir a una región determinada desde lo
que, en general, se alude como vida. Eso
querría decir convertirla en algo ya some- o no-- es pasar de ahí a la necesidad y al dentro de cinco minutos", mándandome
tido a, determinado a aquella otra ley. Tal plano de la necesidad, o sea, el rol de la efectuar tal acción. Parece que todas las
vez eso que de forma tranquila se dice Muerte para nosotros. La Vida quisiéramos lenguas conocen una especie de dificultad,
como el yo, o desaparecería o se convertiría verla, de algún modo, como aquello que de incompatibilidad entre esta actitud
justamente en este conflicto vivo que en la niega la necesidad, lo que se abre a cosas lingüística que es la orden, y el empleo del
práctica de la teoría se expresaba de la que no son necesidad, como la libertad: índice de primera persona. Pienso que es
misma manera. cuando, naturalmente, el tiempo lineal nos aquí donde está precisamente la raíz de la
— F. S.: Yo, de todas maneras, querría de- hace ver la vida como la premisa necesaria conversión de la forma modal —como diji-
ducir entre este juego de Vida o Muerte una que lleva a la muerte. Creo, no obstante, mos antes, de orden, bendición o maldi-
cosa a la que me dio pie una reflexión que que todavía al menos tratamos, no sé si de ción— en algo que va a parecerse a una
precisamente te había oído a ti un par de un modo torpe, de conservar para la vida forma de decir. Sólo a partir de ahí se llega
veces. Me parecía muy sugerente. Era la aquellos condicionamientos no necesarios, al caso extremo de que el futuro se imagina
idea de que, por ejemplo, los tiempos futu- mientras que la Muerte representa el autén- funcionando como un verdadero tiempo
ros verbales respondían, en un primer mo- tico semblante de lo necesario. que dice verdades en el futuro o falsedades,
mento, a cláusulas como de promesa o — A. G. C.: Por tratar de precisar un poco lo mismo que se pueden decir con respecto
amenaza y que, posteriormente, es cuando la cuestión gramatical mas directamente al pasado —pasado que él ha conformado
adquieren este carácter propio del indica- relacionada con esto, hay que decir que, en como tal según nosotros entendemos la
tivo, de descripción de una necesidad, de efecto, la creación del futuro a partir de for- cosa, gracias a que el futuro se ha estable-
algo que ocurre o ha ocurrido ya en un mas modales del tipo del voto, la bendición, cido—. Así es como la amenaza o promesa
tiempo lineal y que, de algún modo, se ha la maldición, o del tipo de la orden, es una de mi muerte y mi inmortalidad convierte
dado ya por el hecho de que es necesario cosa muy clara en nuestras lenguas, que es toda la vida que he pasado en Historia, algo
que se de. Cosas como el morir, cuando se donde se ha desarrollado un tiempo futuro. que es idea y, por tanto, Muerte. Ella pre-
trata de la verdadera muerte: la mía, no la Por mi • arte he insistido sobre todo en la tende constantemente convertir en eso

49
' mismo, por así decirlo, cada momento de
esta vida que estoy viviendo en la medida
que soy yo el que la vive,
ETERNO RETORNO. MEMORIA CO-
LECTIVA
— F. S. Yo creo que planteamientos con
tantos niveles de interpretación como el
nietzscheano del eterno retorno, lo que pre-
tendían de algún modo era anular este
tiempo lineal en el cual tengo que cumplir
un futuro puesto que tengo un pasado de-
terminado. Lo mismo que soy señor de mi
pasado debo tener un futuro que quizá no
conozco pero está al mismo tiempo, y más
o menos, prefigurado. Quizás el no cono-
cerlo del todo me permite todavía vivido,
pero no por ello está menos estructurado.
Un ejemplo clásico serían las profecías de
Casandra, que al profetizar decía siempre
aquello que iba a ocurrir, a costa de no ser
creído, que ere la única posibilidad de que
se creyese lo que él profetizaba. El hecho de
que nadie pudiera creer que realmente el
tiempo ya había ocurrido, el precio de que
alguien viera este plano, es que nadie pu-
diese creerlo. Nietzsche, al hablar del Eterno
Retorno, trataba de borrar eso, es decir, no
solamente que el futuro sea de algún modo
necesario, sino de que lo es o no lo es en el
mismo sentido en que lo es el pasado.
También el pasado está por venir, porque
en el fondo pasado o futuro no pueden ve-
nir más en el espesor de la inmanencia pre-
sente.
— Antes, Agustín, has sugerido el pro-
blema de la identidad. Esto podría tener
una conexión lógica —pero no por ello
necesariamente explícita— con el tema
de la Pasión. Me pregunto cita pasión, la
angustia por esa identidad, quizás en
forma de memoria, no es uno de los pro-
blemas de nuestro tiempo.
— A. G. C.: Primero quisiera aclarar una
cuestión respecto a lo que decía Fernando,
como puerta a esto. Cualquier forma de
imaginación, aunque sea como en la que
estábamos viendo de las categorías, de
tipos circulares (es decir, esos tipos que en
principio se identifican), puede recordar lo
por venir con el mismo derecho que esperar
lo pasado. Por el hecho mismo de conside-
rar la Vida como una forma cualquiera, está
convirtiéndose esa presunta vida —de la
que en rigor nunca podría hablarse porque
ella misma es hablar en una idea de sí
misma. En este sentido, tal vez, no sería
muy diferencial la distinción circular entre
Vida y Muerte, en el aspecto nietzscheano y
de otras concepciones. Pero lo que importa,
sobre todo, es insistir en algo que en los úl-
timos tiempos también ha surgido respecto
a la memoria. La evidencia de que hay dos
tipos de memoria, la memoria que no es
propiamente visual (no se trata de ver el pa-
sado), sino a lo más, tectil, si eso tuviera al-
gún sentido en cuanto tacto fuera una mere
omisión al sentido indefinido. Es decir, un
poco el sentido que Proust también iniciaba
con cierta parte de su obra acudiendo no
por casualidad a un sentido máximamente
indefinido. Parece que, evidentemente, la
memoria visual-histórica es la que se rela-
ciona conmigo. En la otra no, en ella yo casi
puedo presumir de que me pierdo o, por lo
, menos, me pierdo un poco al estilo de las
50
experiencias místicas de los psicodélicos.
Vivir o recordar; recordar y vivir, como se
quiera decir. La cosa empieza a carecer de
sentido, al contrario de la memoria visual
que sirve para establecer algo concreto a
partir de la muerte. La ley no es futuro, pero
por supuesto, la base se ha de encontrar en
la redención de toda esa posible memoria
indefinida. Parece que uno mismo, cuando
trata de rememorar ideas o experiencias
tiene un sentimiento en que le vienen —sin
que se la pueda situar de alguma manera en
la famosa línea del tiempo— le vienen, de-
cía, algunas "vueltas a vivir". Luego está la
necesidad de reducir eso a Historia, de tal
manera que aquellas memorias, en principio
palpadas, que parecían saltarle o acompa-
ñarle a uno acaban reduciéndose a simples
cuadros o verdaderas fotografías familia-
res. Notad que aquí la intervención de lo
que te cuentan los demás colabora igual-
mente con el intento, digamos interior,
para reducir a memoria visual las cosas,
hasta el punto en que uno no puede ya sa-
ber si las cosas ya configuradas las tiene
por recordación interna solamente o por
colaboración con los aspectos anteriores
que cité. Respecto a ese conflicto entre su-
puesta Vida, en general y Vida que se sabe
o es de uno, creo que esto os puede aclarar
mi visión.
— F.S.: Perdonadme que recurra de nuevo
a Nietzsche. El pretendía, creo yo, no plan-
tear una visión alternativa, conceptual, in-
cluso filosófica si se quiere, sino recuperar
otra de dicción que es del tipo mítico o de
simulacro (como él decía), lo que supondría
entrar de lleno en el plano de lo narrativo.
Pienso que el tipo de conmemoración circu-
lar que dan los mitos, de determinados
eventos, de ritos iniciäticos, etc., prenten-
dían un poco entroncar con esa memoria
intensiva no puramente fotográfica. Pero
memoria intensiva en el sentido de que ri-
tual o míticamente se reprodujese de forma
intensa una situación que la memoria con-
servaba, dejando entonces de haber distan-
cia entre memoria y vida, y el carácter reno-
vador o fortificador de la memoria se diese
de nuevo. No en cambio verlo como una
cosa puramente estática, fotográfica o sur-
gida de la necesidad de ser contada. Esta
era la pretensión nietzscheana, pero, como
se planteaba también en un terreno con-
ceptual o filosófico, inmediatamente volvía
a entrar dentro de las mismas reservas que
despiertan todos los planteamientos de tipo
tradicional.
— A.G.C.: Yo creo que el intento que ca-
racteriza a nuestros tiempos es muy marca-
damente la perfecta reducción a historia de
todo. Y no sólo me estoy refiriendo al ma-
terialismo histórico, que no tiene una im-
portancia central porque ahí Marx y sus se-
guidores siguieron en cierta forma la línea
de su tiempo, que estaba marcada por el
historicismo en general. Es decir, que el in-
tento es en contra de la pérdida de identi-
dad, o sea, un querer estar seguro de que
los antecedentes de uno son auténticos,
sea tal hombre, tal nación, o sea la humani-
dad en general. Es decir, quizás sí sea ver-
dad que intentos semejantes al nietzs-
cheano, en la forma que tú, Fernando, lo
has glosado, y provinientes a veces de mo-
vimientos generales, tratan de registrar algo
de este dominio universal dele historia, algo
de ese lenguaje mítico que trataría de des-
pertar la posibilidad de volver a vivir. La re-
ducción a saber de todas las cosas. No
obstante, convendría insistir en que la Vida
es cosa que no se sabe. La actitud occiden-
tal típica o progresista de reducir todo a
historia se complementa de una manera
bastante afortunada con estas tendencias,
más o menos orientales, de proponer la
vuelta al ejercicio no ya de un lenguaje sino
de una práctica de vivir la vida, fortificarla
por otros procedimientos. Por tanto, no
creo en una crisis generalizada. Lo aterrador
para mí, en este momento, no es el aspecto
de crisis o de conflicto, sino lo demasiado
avanzado y perfecto del dominio de la re-
ducción de todo a saber científico.
— F.S.: Aludiendo a la memoria histórica.
yo creo que la cosa está bastante clara, en
el sentido en que, por ejemplo, por lo que
sabemos de los primitivos parece que ellos
tenían muy mala memoria, le daban a la
vida un juego distinto. La memoria era para
ellos mucho más invención, aquello que
venía a sumarse a sus costumbres. Todo lo
descubierto rápidamente se adornaba con
fabulosas historias míticas que explicaban
de dónde venía aquello que se esperaba
desde hacía largo tiempo, etc. Se falseaba,
desde nuestra óptica, completamente la
memoria. Lo dado anteayer se proyectaba
hacia la eternidad, con lo que se remode-
laba, de acuerdo con esta invención de úl-
tima hora, el cuento creado para la tribu.
Aquella gente tenía una memoria colectiva
muy censurable desde nuestro punto de
vista: nada objetiva, nada seria, pura ficción
surgida de las necesidades. Evidentemente
es muy posible que la pretendida objetivi-
dad de la historia que conocemos nosotros
también provenga de lo mismo - --es obvio
que las tradiciones históricas se suceden
desde una óptica I, otra— existiendo el in-
dividuo que quiere sacar el juego dele lucha
de clases, y el que quiere contar desarrollos
de otro tipo. Ellos enfocarán la Historia de
una forma o de otra. Pero memoria colec-
tiva, imagen de que hay allí una memoria
que nadie quiere tocar, que hay una objeti-
vidad única, eso creo que es un invento de
las sociedades históricas...
IV. ETICA DE LA MUERTE. EL ESTADO
— Insistiendo en el tema de la Muerte.
querría incidir en lo que podríamos deno-
minar "Etica dolo Muerte", es decir, ese
uso filosófico, conceptual y unilateral
que de ella ha hecho la Historia para
fines concretos y no precisamente ho-
nestos. Me refiero exactamente a esa
institucionalización-instrumentalización
de la Muerte dirigida desde arriba en
todas las épocas, desde el Olimpo.
desde la Cruz, desde las armas o desde
la Democracia.
— F.S.: El sustrato de toda ley es la
Muerte. Basta con recordar que es justa-
mente la "pena de muerte" lo que hay al fi
-naldeoscóigv tales.E-
tado es una muerte suspendida, en el sen-
tido de que alguien tiene la posibilidad de
ejercer la máxima violencia contra cual-
quiera y, por lo tanto, las leyes están en úl-
timo término respaldadas en que un alguien
abstracto puede aplicar la muerte de modo
no recíproco. Yo jamás puedo matar al Es
tado, pero él sí puede hacerlo conmigo. La
muerte como respaldo —y cuando aludía a
la necesidad me refería a eso— esté detrás
de todas las leyes. La misma ley de la gra-
vedad remite en último término a una
muerte objetiva. Las leyes naturales no pue-
den ser saltadas. Si no se admite la ley
como tal ley, inmediatamente hay que ad-
mitir la Muerte, que es la otra parte de la
ley. En castellano suele emplearse todavía la
expresión "necesario como la muerte".
Esta ley ¿por que es necesaria? En último
termino es la pregunta que hacía Wittgens-
tein a cada precepto moral, a cada ley civil
o incluso a cada ley de la filosofía de la na-
turaleza. Yo propondría otra pregunta, que
es: ¿y que 'pasará si no lo hago, si no lo
acepto, si no lo creo? Sólo existe una res-
puesta: la muerte.
— Atravesando el tema, acabas de tocar
el esqueleto del Estado. Pienso que no
ogrr
P
hay un punto definido que delimite hasta
donde esta "ática estatal de la muerte"
modifica a la propia realidad
— A.G.C.: No es que se pueda hablar es-
trictamente, como insinuabas, de una ética
dele muerte. Es que si "ática" quiere decir
una interiorización de la ley, entonces re-
sulta que la Muerte está ahí presente, por el
mismo hecho de que la ley está hecha para
el sustento del "Ser", de ser el que se es.
Ahí tienes el Estado y, al mismo tiempo que
tienes al Estado, me tienes a mí. Hables de
ley —en un caso de ley pública— o hables
de moral en otro, es lo mismo. Moral o ley
quieren decir Muerte en el sentido literal de
imposición sobre la vida posible de una de-
terminación de solucionar el sistema o el
mantenimiento de un ser determinado e
idéntico consigo mismo. Puede decirse que
tanto el Estado como mi persona son algo
así como máscaras o apariciones de la
Muerte, de la que estoy hablando. La ática
de la muerte, o sea, la ática que la muerte
impone, más parece que consiste en la
Muerte misma. A un tiempo se presenta
como ática de la vida, es decir, imposición
de normas de conducta que son siempre
benévolas para el Estado.
— La pregunta que yo propondría es si la
gente es consciente o no de ello. Y si lo
es. hasta que punto está dispuesta a so-
portarlo.
— A.G.C.: "Consciente- es un término
muy difícil. Por mi parte tengo y he de tener
confianza en la gente, pero pienso que re-
sulta claro que, en general, se dan cuenta
del engaño a su manera, ¿no? Por procla-
maciones ocasionales y, sobre todo, por la
práctica misma de la vida, de sus conflic-
tos. Sie eso sale puede llamar consciente...
no sé. Generalmente se tiende a denominar
así a la conversión de algo en idea. También
eitiste una manera de falsa conciencia que
se le quiere atribuir a esa parte de la gente
que somos los filósofos, los científicos, etc.
V. VERDUGO. VERDAD. MENTIRA.
— ¿No hay una intuición de la cose en el
hecho de que, pese a todo el prestigio
del Estado, del juez, de la ley, la última
figura del ciclo —el verdugo— no ha lo-
grado dejar de ser una figura infame? Es
un simple funcionario, ¿por qué no es
tan digno como todos los demás, sino
que es más infame que ninguno?...
— F.S. El verdugo y el sepulturero o el em-
pleado de pompas fúnebres. La Muerte, en
su última y más descarnada realidad, sigue
contagiando de algún modo a la persona
que está en contacto directo con ella, sigue
sin verse con neutralidad cuando parece
que ya debiera haber perdido todo tipo de
prestigio infamante. ¿Por que el sepulturero
tiene que ser más o menos que el futbo-
lista? Sin embargo, todavía el aura que si-
gua teniendo es el aura de la cosa extraña,
de lo ajeno a uno, de todo aquello que un
poco nos repele.
— A.G.C.: "Conciencia" equivaldría en este
casos decir "resistencia a" tragarse la ver-
sión oficial simplemente. Resistencia a que
el verdugo se haya hecho aséptico en
cuanto funcionario; esa resistencia a ello en
que se manifiesta la .nfamia con el horror
del verdugo, me parece un buen ejemplo de
lo que podría llamarse conciencia o resis-
tencia especial a las imposiciones de los
conceptos que quieren hacer pasar como
natural lo oficial.
— F.S.: De todas maneras lo importante
entonces sería ver dónde está la mentira del
Estado; ya que él es como las bru¡as de
Macbeth: mienten diciendo palabras verda-
deras. El Estado miente diciendo verdad, el
dice la verdad en el sentido de que cuando
• v..- •2 •
;di
af rima que lo que es salirse de la ley, es te-
rreno de la Muerte, no miente. Su rigor ahí
es absoluto.
Lo que el Estado afirma es real, lo que ocu-
rre es que la falsedad viene en el ámbito o
en la misma falsedad de ese proceso. Aun-
que el Estado ha dulcificado esto lo más
posible, su ley de muerte sigue siendo "no
hay más que lo que hay"; pero existe una
resistencia a la propia conciencia que se pe
lea contra esto: "quizás sea Vd. quien se in-
ventó esa necesidad, y ella no sea nada
fuera de esta organización que me la impo-
- A.G.C.: Es propio del Estado decir ver-
dad, como lo es de aquello que pretende
ser una entidad perfectamente constituida
--el Estado, la Ciencia, yo mismo— en
cuanto posibilito una seguridad en mi
mismo de decir verdad o decir mentira. No
obstante pienso que hablar Verdad y Men-
tira es algo que, en si, carece de duda y, al
mismo tiempo, de sentido.
51
LIBROS DEL
VIEJO TOPO
Textos de análisis, de debate para conocer y estudiar con detalle los
problemas de la lucha de clases, de la transición, de la democracia...

JOAN ESTRUCH CH BETTELHEIM

R ROSSANDA K S KAROL
HISTORIA DEL P.C.E. (1) CHINA
(1920-1939) DESPUES DE MAO
UNA SINTESIS HISTORICA MATERIALES, ANALISIS,
QUE CONS I I I UYE DOCUMENTOS SOBRE
LA PRIMERA APROXIMACION LA LUCHA POLITICA
CRITICA A LA EN LA TRANSICION
HIS1ORIA DEL PCE. SOCIALISTA
PROLOGO DE F CLAUDIN

sA
eqp, roe.°

FERNANDO CLAUDIN MARIA N4TONIETTA

MACCIOCCHI
DOCUMENTOS
DE UNA DIVERGENCIA ELEMENTOS
COMUNISTA PARA UN ANAUSIS
LOS TEXTOS DEL FASCISMO (1)
DEL DEBATE QUE PROVOCO CON INTERVENCIONES
LA EXCLUSION DE CLAUDIN DE N POULANTZAS
Y JORGE SEMPRUN F CHATELET, J P FAVE
YE
DEL PCE SOBRE LOS DIVERSOS
ASPECTOS DE LOS

o
REGIMENES DE TIPO FASCISTA

VIII»10.0
 Toda sociedad, desde las más simples a las

LOS RITOS
más complejas, desde las que llamamos
primitivas a las altamente desarrolladas.
tienen en su seno una serie de ritos que los
individuos cumplen o celebran sin dema-
siada conciencia de su rol, ni de su origen.

SOCIALES DE LA
pero que los liga a una tradición, los vin-
cula a una clase social y los convierte en
miembros aceptados de la comunidad, lo
que equivale a decir: los integra. En pri-
mer lugar, para evitar equívocos, hay que

CLASE MEDIA clarificar el sentido del término rito, no re-

ferido en este caso sólo a las ceremonias
religiosas y de iniciación conocidas y prac-
ticadas desde la antigüedad, sino también a
los comportamientos del hombre contem-
poráneo que guardan semejanzas significa-
tivas con los de otros tiempos, así como
conductas simbólicas que pueden investi-
garse en distintos campos: los ritos bélicos,
los políticos, los sociales. En nuestros días
es posible hablar de los ritos de la dicta-
dura o del ritual esquizofrénico, de los
ritos del deporte o del sexo sin que la ex-
presión sea metafórica: se trata de descu-
brir los elementos ceremoniales y simbóli-
cos de actividades públicas y privadas.
Cualquiera reconocerá en una boda, por
ejemplo, la presencia de todo un ceremo-
nial plagado de ritos, sin los cuales la efica-
cia social y psicológica del suceso sería
sensiblemente menor. El peso que confiere
el ritual nos remonta a sus orígenes, a la
relación con lo sacro y mítico que tuvieron
desde el comienzo. Lo característico del
rito es la repetición, la tipificación de una
conducta o de una serie de actos y de ges-
tos, donde la antigua carga mágica se ha
trasladado al mecanismo de repetición y el
origen o el objetivo de la ceremonia pierde
importancia frente a la que gana el insta-
larse en una tradición mecánica. Así los
padres, parientes y padrinos que conducen
al recién nacido a la iglesia. para bauti-
zarlo, serán sumamente cuidadosos en
cuanto al cumplimiento de todo el ritual
(nombramiento de padrinos, acicalamiento
del recién nacido —a quien muchas veces
se lo viste con el traje de bautismo que
correspondió a su padre o a su abuela, re-
parto de limosnas, rezo del Credo , admi-
nistración de propinas. ofrendas a la Vir-
gen), aunque pocos recuerden el funda-
mento de la ceremonia: limpiar al recién
nacido del pecado original, inscribirlo, ape-
nas berrea, dentro de una doctrina reli-
giosa llamada catolicismo. En este caso,
como en tantos otros, la alienación que
acompaña a cualquier conducta ritual se
revela por el desplazamiento que el fin o el
objetivo ha sufrido a favor de los símbo-
los: símbolos que a fuerza de repetirse de
manera mecánica y automática han per-
dido la capacidad de referencia original
para constituirse ellos mismos en sujetos,
aunque estén vacíos de significados.
i,Cuantos de los que se persignan al pasar
frente a una iglesia, por ejemplo, son cons-
cientes de lo que el acto significa? Cuando
el objetivo ha sido desplazado, cuando la
53
ceremonia vale por la repetición automá-
tica de una serie de gestos mecánicos, el
sentido se ha trasladado, pero con ello se
han desplazado también las referencias
mágicas originales: si bien quien se per-
signa delante de una iglesia posiblemente
ignora lo que su acto significa, tiene el os-
curo presentimiento de que si no lo hace
sufrirá un castigo. será victima de una re-
presión, se hará pasible de maldiciones. FI
rito transfiere a los símbolos una oscura
superstición y el hecho de que corresponda
al ámbito de la religión, oses el que nos in-
ventamos nosotros mismos en el curso du
nuestra neurosis— implica siempre aliena-
ción. A tal punto que podría establecerse
un axioma: a mas ritos, mas alienación
Esta transferencia de poderes a los símbo-
los , a los gestos y actos del ritual es tan im-
portante precisamente porque su transgre-
sión es temida de una manera casi mágica:
el niño no bautizado (o sea: el marginado)
inquieta a los vecinos como si fuera el An-
ticristo. o provoca la histérica piedad de
quienes temen que muera infiel. Pero no se
trata sólo de los ejemplos más obvios to-
rnados de la religión, una institucionalizad-
ora de mitos y de ritos, sino de nuestra
propia vida cotidiana: los teatros, los aero-
puertos, los lavabos, las estacione y los
andenes, los recintos universitarios, los
parques y las plazas son "espacios ritua-
les - , es decir: áreas públicas donde el com-
portamiento social o colectivo tiende a es-
tar ritualizado: las reglas de comporta-
miento —que no deben ser confundidas de
ninguna manera con las normas de urba-
nidad— y los gestos que a veces realiza- El hombre se levanta todas las mañanas a dato significativo es el franco malestar que
mos en esos lugares son simbólicos: susti- la misma hora, para ir al empleo. Se lava y causa introducir en esta cadena de diálogos
tuyen la verdadera comunicación, la expre- se viste cumpliendo una serie de actos casi fijos una expresión espontánea o real de
sión, la creatividad por series encadenadas todos automáticos, entre los cuales la elec- comunicación. Las partes implicadas senti-
de movimientos y actos fijos, referenciales. ción de la ropa que se pondrá tiene casi rian de inmediato que quien la introduce.
La importancia del rito y su claro despla- siempre un carácter completamente sim- está faltando a las reglas del juego, que son
zamiento de la función es notable en algu- bólico. representa su rango social, la cate- precisamente, fingir. a través de un dis-
nos ejemplos que no son limites, ni mucho goria de su trabajo y su clase. Cuando llega curso ritual, la verdadera conversación.
menos: la novia que no se casa si no es ves- a la planta baja del edificio, el diálogo con Por ejemplo, si el interlocutor de la portera
tida de blanco (el símbolo ha conseguido la portera se repite, idéntico en su estruc- dijera. en respuesta al "Ya otra vez al tra-
sustituir al objeto), el jefe que sólo firma tura y en su contenido: bajo - su verdadera opinión sobre el
con su estilográfica de oro (ceremonia que — ;Hala, ya va otra vez al trabajo! mismo: si dijera, por ejemplo: "Si, otra vez
suele ir acompañada de otra serie siempre al trabajo. estoy harto, odio al jefe. al pa-
— El que no trabaja no come.
idéntica de gestos automáticos) el lugar de- trón, detesto la empresa, me voy a quedar
— ;Qué tiempo. eh! Tendremos calor. 10 en casa a hacer lo que quiero, estoy depri-
terminado y fijo en la mesa, quitarse el tendremos frio. O va a llover. ¿Usted cree?
sombrero al paso de un féretro, los san- mido y cansado - . este discurso seria una
Qué veranito. Qué invierno. La primavera alteración sustancial del código ritual de
cristóbales de bronce incorporados al ta- y el otoño son menos rituales, por identifi-
blero, y todo el ceremonial que acompaña. conversación, cuya única función es des-
carse menos decisivamente con una carac- plazar los verdaderos elementos de una co-
por ejemplo, al hecho de fumar un cigarri- terjstica térmica.)
llo. La gama de estos actos rituales es in- municación para simularla. en un simula-
mensa, pero siempre tienen la misma ca- En estos casos, como en la mayoria de los cro que tiende a hacernos sentir mas segu-
racteristica: la ejecución mecánica de una diálogos (i. ?) sacralizados, rituales, lo im- ros del orden del mundo.
serie de gestos o de movimientos, su os- portante no es lo que se dice, sino repetir En las relaciones interpersonales sólo un
cura conciencia y la asociación crin el senti- una fórmula. Que se trata de una opera- gran esfuerzo dialéctico permite soslayar
miento de frustración, incomodidad o ción ritual es muy fácil de descubrir en vir- los ritos. Desde el momento en que los in-
miedo —la amenaza de un peligro inima- tud a la sujeción de ambas partes a un pa- tegrantes de la familia despiertan, una
ginable y acechante— si se deja de cum- trón fijo: la memoria reproduce sin es- larga sucesión de ellos comienzan a desa-
plirlos. Lo que equivale a decir que detrás fuerzo un material anquilosado, y precisa- rrollarse, tendientes a desplazar los posi-
de la mayoria de los ritos antiguos y mo- mente el único sentido de esta pseudoco- bles conflictos de toda dialéctica, y a susti-
dernos se esconde un elemento mágico-psi- municación es simularla: la intención de tuirlos por formas codificadas de conver-
cológico. comunicarse sin compromiso, de evitar el sación y de relación. La hora de las comi-
esfuerzo de aproximación al otro encuen- das. el regreso del trabajo o el irse a la
tra sus simbolos en las frases hechas, en la cama se resuelven casi siempre como cere-
• ** convencionalidad del discurso. El otro monias compuestas por una multitud de
54

gestos repetidos, automáticos, alienados.
cuya repetición es el único sentimiento de
seguridad que el individuo encuentra en un
mundo singularmente inestable e inquie-
tante. El entimiento que subyace debajo de
los mismos es: Todo está mal así pero pero
de todos modos es seguro porque fun-
ciona. Olvidando que un funcionamiento
alienado es la ilusión de un funciona-
miento.
El rito y el ceremonial han llegado a de-
sempeñar en las sociedades modernas un
papel tan importante como en las antiguas,
pero bajo otras formas. Por ejemplo, el ri-
tual que acompaña la presentación de los
cantantes más famosos establece entre
ellos y el publico una comunicación sim-
bólica, donde ambas partes son muy cons-
cientes (lo cual no quiere decir que no se
trate de una comunicación alienada) de
cuál es su rol y de lo que deben hacer. Las
pequeñas novedades o modificaciones que
introduzca el cantante o el actor en ese ce-
remonial pueden hacer peligrar su éxito
más que una nota en falso o una declara-
ción subversiva. Con lo cual llegamos a
otra característica importante del rito: el
uso que nos permite hacer de nuestra capa-
cidad lúdica. La seducción, el hechizo de
muchos ceremoniales no se explica sólo
por la falta de conciencia de los individuos
o sus escasas defensas frente a la aliena-
ción, sino por un componente psicológico
colectivo: la fascinación de los rituales, el
mecanismo de hipnosis que la repetición
despierta en nosotros. Una serie de actos
repetidos, mecánicos, de los cuales conoce-
mos el orden, el desarrollo y el fin, provo-
can un efecto similar al de algunas drogas.
una seducción que nuestra conciencia cali-
ficaría de perversa pero que nuestros senti-
dos pueden gozar. Establece un canal de
contacto alienado pero satisfactorio al ni-
vel de nuestras emociones superficiales. El
influjo que determinadas figuras y perso-
najes políticos e históricos han ejercido so-
bre las masas es un buen ejemplo de ello.
Hitler. Perón. el propio Fidel Castro (sir
entrar a analizar si sus objetivos eran bene-
ficiosos a las masas o no) suelen presen-
tarse ante sus pueblos provistos de un ar-
senal de ritos que facilitan esta comunica-
ción inmediata con el público, que, antes
de verlos aparecer, ya conoce la mayoría
de sus gestos y de sus símbolos, y parecen
hipnotizados delante de ellos: sean los
grandes movimientos de brazos y de
manos del Führer. sus golpes violentos
con el puño sobre el estrado, las repeticio-
nes sintácticas de los discursos de Fidel o
su infaltable habano, o la inevitable camisa
de Perón que dio lugar a que los peronista%
se autodenominaran "descamisados - (el
símbolo tenia otras referencias, no menos
alienadas).
LOS RITOS PRIVADOS
Los consultorios de psicólogos. psiquiatras
y psicoanalistas están llenos de pacientes
que describen sus "manías" convertidas en
ritos; si éstos han llegado a resultarles in-
cómodos e inquietantes es sólo porque son
un grado más allá de las conductas que en
nuestra vida consideramos normales. Es
posible que sin ir nunca a uno de esos con-
sultorios, todos realicemos ritos a lo largo
de nuestro dia, pero sean más moderados.
menos opresivos. Por otra parte. la propia
consulta al psicoanalista se ha convertido
en un rito en algunas sociedades, ceremo-
nia de iniciación equivalente a las de la an-
tigüedad. El sofá del psicoanalista. la posi-
ción espacial que paciente y especialista
ocupan dentro de la habitacion (configu-
rada y establecida ya desde la primera se-
sión), el horario fijo. el plazo inexorable de
los cincuenta minutos que cada paciente
dispone. el pago también inexorable son
formas rituales de una ceremonia conven-
cional, que vale tanto por su significado
social como por la confianza que ejecutar
un rito proporciona.
El hecho de que no exista prácticamente
ninguna sociedad ni tipo alguno de organi-
zación politica y social que prescinda de
ritos (desfiles militares. ceremonias con-
memorativas, bailes, torneos deportivos,
discursos oficiales, actos de iniciación de la
juventud, de los partidarios, ritos sexuales)
plantea la necesidad de estudiar su signifi-
cado y funcionamiento, asi como las posi-
bilidades de manipulación. La danza, por
ejemplo, ha sufrido una transformación a
lo largo de los siglos equivalente y paralela
a la de sus referentes: la religión y la se-
xualidad. Ceremonia que trasnfiguraba
mitos religiosos vinculados a la fecunda-
ción, las estaciones y el culto se fue convir-
tiendo cada vez más en un símbolo de la
cópula sexual (recordemos, por ejemplo.
los escándalos suscitados por el tango o
por el rock and roll) , de la aproximación
erótica: a medida que los jóvenes van te-
niendo en cada sociedad mayor libertad se-
xual , el baile pierde su característica de
danza de pareja para convertirse en mani-
festación grupal. como tuvo, antigua-
mente, sentido tribal y de sexualidad de
grupo en algunas comunidades poligami-
ca_s.
Todo lo cual no excluye. sino potencia. la
capacidad del rito de evocar el pasado.
Tanto los sagrados. como los religiosos,
políticos, militares o sociales activan el pa-
sado, insertan al individuo en una tradi-
ción sin la cual se siente perdido y desarrai-
gado: reafirman el sentimiento de identidad
tanto individual como colectivo. El
riesgo consiste, precisamente. en que se
alienen, convirtiéndose en gestos válidos
sólo por su concatenación, por su hipno-
tismo. Los atletas que inauguran los Jue-
gos Olímpicos con antorchas, y el público
que los contempla, posiblemente no estén
evocando el origen de esta ceremonia y la
guía de antorchas se convierta en un ele-
mento ritual y vacio, o de falso pathos.
55
 •• • • ••• • • •• • • • •
yezvtaieditcm
EN DEFENSA DE LOS DEFENSORES
En un artículo publicado en Le Nouvel Observateur, Jean-
Denis Brechn, el abogado de Klaus Croissant (defensor del
grupo Baader-Meinhoff que fue detenido en el ejercicio de su
profesión acusado de complicidad con sus detenidos), nos
recuerda unas cuantas verdades que la "opinión pública - de
la "mayoría silenciosa - debería grabar en su asustada mente
si no quiere hundirse definitivamente en la estulticia.
"Esta lenta destrucción de la
defensa que se está llevando a
cabo en Alemania anuncia y
prepara nuestro porvenir. Abo-
gados detenidos por defender a
sus clientes: perseguidos por lo
que han dicho o escrito en el
ejercicio de su profesión: que
ven censurada su correspon-
dencia con los detenidos; que
no pueden estrechar la mano de
sus clientes, estar junto a ellos,
codo con codo, hablarles libre-
mente, ayudarles a vivir, como
es esencial en la defensa: abo-
gados vigilados, perseguidos,
amputados en sus derechos (...)
Es cierto que el abogado com-
plica la labor del policía y la del
juez; que para los responsables
del orden público es un obs-
táculo irritante. Pero ésta es su
razón de ser, pues la defensa es
un derecho esencial del indivi-
duo frente al Estado y si hace
falta contra el Estado. be lo
contrario, el abogado no es más
que una_coartada del proceso
penal, un actor que sirve para
justificar al juez y a la sociedad,
en el mejor de los casos, y un
cómplice de la represión en el
peor. (...) Todo poder experi-
menta la tentación de destruir o
reducir las libertades que com-
plican su tarea o que simple-
mente estorban su tranquilidad.
Y la libertad de la defensa es una
de sus primeras víctimas (...) Se
pasa con facilidad de la excep-
ción a la regla: abogados que in-
troducen armas, que transmiten
/en cciJcM cartas, que hacen de interme-
diarios, que remontan la moral
de los detenidos, ayudándoles
así a seguir siendo malhechores.
De este modo, ya no son unos
cuantos abogados, sino todos
ellos, los que resultan sospe-
chosos. Y si lo son, la sociedad.
para protegerse, tiene derecho a
colocarles en libertad vigilada
I...) El abogado es perseguido
por lo que dice y escribe, porque
ofende al Estado, a la policía a la
justicia. Se le somete a mil veja-
ciones, se censura su corres-
pondencia, se vigilan sus visitas,
se controla su teléfono, se limi
tan sus derechos imponiéndole
reglas humillantes e insoporta
bles (...)Si no somos capaces de
comprender —y de hacer com-
prender a los demás— que la
defensa es un derecho esencial
sin el que todos somos juguetes
en manos de las fuerzas represi-
vas LA, si no somos capaces de
oponer, frente a los campeones
del orden público que sitúan sus
exigencias por encima de la li-
bertad, nuestra feroz voluntad
de no tolerar la menor restric-
NI DIOS NI EL
ción de los derechos de una
PROLETARIADO . LA
defensa libre, entonces, no tar-
CREATIVIDAD
daremos en seguir los pasos que
Maurice Lemaitre, poeta y filó- ya han empezado a dar más allá
sofo francés, profesor en la Sor- del Rin. Y, creyendo servir a
bona, es uno de los fundadores nuestra seguridad, estaremos
del "Ietrismo", movimiento cul- organizando la seguridad de la
tural poco conocido, pero su- represión-.
mamente interesante, que se
podría situar a caballo de Dada CUBA TAMBIEN SABE
(en el plano estético) y del situa- MONTAR PROCESOS
cionismo (en el plano político).
Reporoducimos a continuación ... en la salud y en la enfer-
unas declaraciones suyas en las medad, en las penas y las ale-
que explica el significado de grías hasta que la muerte nos
este movimiento. separe" (De la boda de Cuba
"El letrismo nació en 1946. Partiendo de la necesidad de en- con la Unión Soviética)
contrar un nuevo valor, lsidore lsou y yo vimos que no podía-
Quienes siguieron con simpatía
mos identificamos con ninguno de los valores que había des-
el desarrollo de la joven revolu-
cubierto la humanidad (Dios, Patria, Proletariado) y así llega-
ción cubana recordarán a la
mos a la noción de creación, entendida como una fuerza di-
doctora Martha Frayde. Dete-
námica y vital (...) Nosotros creemos en Dios, incluso en los
nida en 1957 por la policía se-
dioses, pero de un modo religioso y ateo al mismo tiempo.
creta de Batista, exiliada en Mé-
Dios es la novedad, lo que hace mover a la vida. Nuestra filo-
xico, la eminente endocrinóloga
sofía une la religión y el humanismo t..) ¿Cuál es el significado
cubana fue nombrada, tras la li-
de la palabra "crear" en el plano artístico? Es difícil contestar
beración, directora del Hospital
a esta pregunta. No se trata de repetir ni de copiar. Ni la im-
Nacional; en 1959 recibió de
provisación ni la espontaneidad bastan. Hay muchos farsan-
manos del propio Fidel la Orden
tes que hablan de creatividad. Para mí, el arte es el esfuerzo
de Lenin por los servicios pres-
por superar los límites humanos, la premonición de un placer
tados a la revolución, y desde
superior desconocido, una necesidad vital. Estamos contra
este año hasta 1964 representó
los sacerdotes, tanto en la religión como en el arte, contra
a Cuba en la UNESCO como mi-
quienes institucionalizan al arte o lo declaran muerto (...) No
nistro-delegado.
es cierto que vengamos del situacionismo: son los situacio-
En desacuerdo, desde 1965, con
nistas quienes vienen del letrismo. Nos hemos alejado del
marxismo-leninismo puro, porque también ellos son como la línea progresivamente proso-
viética adoptada por Cuba,
sacerdotes (...) La fuerza revolucionaria de la juventud, que se
Martha Frayde abandona la polí-
manifiesta con fuerza desde el 68, la habíamos identificado
tica y reemprende el ejercicio de
nosotros mucho antes; los jóvenes son los portadores de la
su profesión médica en La Ha-
principal fuerza creadora."
bana. Pero la URSS no sólo le
 • •
exporta tecnología a Cuba.
••
También le cede gustosamente
su burda ideología, y nada más
burdo que su "stalinismo judi-
cial" ! (del que acaba de dar
buena prueba en los recientes
procesos-mascaradas de Cht-
charanski, Guinzburg, Orlov,
etc.). Que Martha disiente?
Luego, es sospechosa. Sospe-
chosa? Luego, culpable. Aco-
sada, vigilada, Martha Frayde
decide aceptar la invitación de la
Facultad de Medicina de Madrid
y exiliarse a España. ¿Quiere exi-
liarse? No cabe duda: es una
!aidora. zDe qué la podemos
acusar? Pues de "agente de la
CIA", ¡cómo no ) Y para que na-
die tenga dudas de su pervesi-
dad, le pondremos una condena
eiemplar: 129 años!
Como se ve, la doncella cubana,
an tal de satisfacer la lubrici-
dad de su viejo señor soviético,
no vacila en montar en su honor
el siniestro numerito de las far-
sas judiciales.
LA MEDICINA PUNITIVA
Marina Voikhanskaya es una
!siquiatra soviética que ha ejer-
• ietclo su profesión durante
!ece años en un hospital de Le-
. ingrado. El contacto con tantos
tantos "enfermos mentales"
.ternados por la única razón de
no opinar de acuerdo con la
ideología oficial soviética, le
llevó a adoptar la defensa de sus
pacientes-prisioneros y a ser, a
su vez, perseguida por la KGB y
amenazada de recibir trata-
miento psiquiátrico, hasta que,
en 1975 se vio obligada a emi-
grar. Su hija Misha, que tenía
que reunirse con ella, vive hoy
con su abuela en Leningrado
porque las autoridades no la de-
jan salir del país, ya que su ma-
dre "es un elemento antisovie-
tico y debe ser castigada". Ma-
rina V. ha revelado al mundo en-
tero los métodos psiquiátricos
que utilizan los burócratas del
Kremlin para castigar a los disi-
entes.
.La situación con respecto a los
hospitales psiquiátricos es muy
complicada. Las personas muy
conocidas no es fácil que sean
internadas, y cuando lo son las
.-. ueltan pronto, pero los otros,
bd s simples obreros, llenan ma-
sivamente los hospitales (...) En
cierta ocasión cuidé a uno de
ellos llamado Vasily que se ha-
bía vuelto creyente y hablaba de
Dios con sus compañeros de
trabajo. Vivía en una pequeña
c3sa y su vecino era un coronel
retirado, un borracho. El coronel
siempre trataba de hacer beber
a Vasily y, al negarse éste siste-
máticamente, comenzó a des-
confiar ("un obrero ruso que no
•••• • • ••
38 ANOS DESPUES, LOS ASESINOS
CONFIESAN SU CRIMEN
"El camarada Laborde nos llamó, a Rafael Carrillo y a mí,
miembros ambos del comité central, para comunicarnos
una cuestión confidencial extraordinariamente delicada.
Un camarada que se había presentado como delegado
acreditado de la III Internacional comunista le había
transmitido la decisión de eliminar a Trotsky y le pedia
su colaboración personal y la de un equipo adecuado para
llevar a cabo la ejecución."
(Del libro "Mi testimonio", de Valentin Campa, dirigente del
partido comunista mexicano).
Por primera vez en la historia, un
dirigente comunista confiesa
que no fue un "desequilibrado"
o un "trotskista desengañado",
sino la dirección de la III Interna-
cional, quien ordenó el asesinato
de Trotsky. El libro de Campa,
que narra las circunstancias en
que se produjo el asesinato, el
20 de agosto de 1940, por un
agente de Stalin, Ramón Merca-
der, ha sido publicado por en-
tregas por el órgano oficial del
PC francés, L'Humanité, con lo
que ha dado carácter oficial a
las revelaciones en él conteni-
das. Alain Krivine, líder de la LCR
trotskista ha declarado al res-
pecto:
"La revelación es importante,
sin precedentes, inesperada; re-
presenta un trastorno histórico
que dejará boquiabiertos a mi-
llones de trabajadores y que qui
tara el sueño a muchos exdiri-
gentes de la III Internacional que
todavía hoy están a la cabeza de
sus partidos (...) Ha sido necesa-
rio esperar 38 años para que
confesaran casi oficialmente su
crimen 1.1, 38 años de mentiras
y falsificaciones, de calumnias
contra quien supo permanecer
fiel al comunismo enfrentándose
contra la sangrienta caricatura
del mismo que era Stalin (...)
Pero lo importante no es tanto
restablecer la verdad histórica,
sino comprender las razones del
bebe... ¡esto es muy sospe-
choso!") y llamó al hospital. ¡Así
fue como Vasily acabó en un
psiquiátrico! (...) Victor Fainberg
también era obrero. Estuvo
cinco años en el hospital psi-
quiátrico por haber participado
en la manifestación de la Plaza
Roja contra la invasión de Che-
coslovaquia. Sólo estuvo cinco
minutos en la plaza: ¡un año de
encierro por cada minuto! (...)
Cada día, muchas de las perso-
nas que van al Soviet supremo
acaban en un hospital psiquiá-
trico. No son disidentes, sino
simplemente gente que va a re-
clamar por una u otra cosa. Para
escarmentarles, se los interna
durante un mes. La sala 10 del
Soviet supremo tiene dos puer-
tas. Si alguien que ha ido a re-
nerrn DEAD OR AM/E
IOSIF DJUGASHVIU,
ALIAS STALIN
FOR MORDER OF L.TROTSKI
ANO MIWON OTHER GUYS
asesinato, el silencio de sus au-
tores y de sus cómplices, y la
naturaleza de una política que
necesita echar mano de tales
métodos (...) Se ha abierto una
pequeña puerta, pero todavía es
preciso derribar la principal para
hacer palidecer a esos dirigentes
comunistas que conocían la ver-
dad y la callaron porque también
ellos habían sostenido con sus
propias manos el mango del
piolet que se hundió en el cráneo
de Trotsky".
solver un simple problema fasti-
dia al burócrata de turno, éste le
dice: "De acuerdo, está bien,
vaya a la sala 10, allí se arreglará
todo". Entras por una de las
puertas de la sala 10 y sales di-
rectamente por la otra a una
ambulancia que espera fuera y
te lleva a un hospital (...) El res-
ponsable de la comisión psi-
quiátrica de Moscú, Alexander
Podrabinek reunió una ingente
información sobre los hospitales
psiquiátricos en su libro La me-
dicina punitiva. La KGB intentó
requisarle el material pero no lo
consiguió. Como Podrabinek no
quiere emigrar, la policía ha de-
tenido a su hermano. Alguien
había colocado dos balas en el
bolsillo de su abrigo, y la KGB se
presentó a hacer un registro en
• • •
su domicilio, dirigiéndose direc-
•
tamente al armario donde es-
taba el abrigo. La KGB le ha di-
cho a Podrabinek que sólo libe-
rará a su hermano si él aban-
dona la URSS".
DE LOCAS, FILOSOFOS
Y ANTISEMITAS
El odio que ha despertado en al-
gunos sectores de la izquierda
una crítica del marxismo tan ine-
quívocamente derechista como
la de los nuevos filósofos sólo
se explica porque los palos de
tuerto de un Glucksmann o un
•Levy también dan en el blanco.
Valga como muestra el botón
de las puñaladas traperas disfra-
zadas de "análisis" que un crí-
tico del periódico francés Libé-
ration, cuyo único rasgo de
sensatez ha sido el de camu-
flarse en un seudónimo ("VXZ
375") ha asestado a los nuevos
filósofos, provocando la indig-
nación —que compartimos—
de Bernard Henri Levy.
En su artículo, VXZ 375 se re-
fiere a un joven filósofo diciendo
de él que "era una célebre loca
que, contraviniendo las exigen-
cias de su físico, se ha pasado a
la heterosexualidad", y a otro
afirmando que "tiene fama de
follarse a sus alumnas", que
"está gordo" y que "es muy
feo".
Por si, como dice Levy, "esa
nauseabunda insolencia propia
de los viejos métodos del coma-
dreo y la delación sexual" no
fuera suficiente, VXZ 375 quiere
dejar muy claro que es un pobre
fascista. Tras referirse a la Kris-
teva con esa machista y dudosa
alusión de "Julia Kristeva:
bueno, quiero decir Julia So-
Ilers", arremete contra Fran-
çoise Levy, la autora de "Karl
Marx, histoire d'un bourgeois
allemand", diciendo de ella que
"no es ni la hermana ni la mujer
de Bernard Henri Levy; simple-
mente pertence, como él, al
pueblo judío".
La redacción de Libération
vierte que su colaborador VXZ
375 es un "cronista insolente",
pero a Levy le parece muy du-
dosa esta insolencia: "Ni si-
quiera en un periódico de ex-
trema izquierda, el antisemi-
tismo deja de ser antisemitismo.
Personalmente, no me despierta
la menor hilaridad este sentido
del humor que define a la gente
por el "pueblo" al que supues-
tamente pertenece."
Si es cierto que de cada diez pe-
sonas, una es imbécil, desgraci-
damente tampoco hay que sor-
prenderse de que de vez en
cuando aparezca algún imbécil
en las páginas de un periódico
de izquierdas'.

Andrés Sorel:
discurso
político
y literario
rl rai siovia ei
Ambos Sin
1937 Entre ótr.r . . .1. te/dados
fue ministro en i(lid immiiiui alie
rural y COOS01010 cultural lo lu
embalada de Cuba oil Madrid de
1963 a 1968 Milita en cl PCE
desde el año 61, llevando labo
res de restionsabliakid cultural
ilol 68 al 71, como la de ser di
rector de Revolución y Cul
tura, miembro fundador de
Hora de Madrid, iitc A partir
del 71 vive embudo en Paris,
donde itero(' la revista del par
tdo, Información Espanola.
Alli, en el 73, surgen discrepan
cias con la dirección en torno al
análisis que so hace del golpe de
estado chileno que le fuerzan a
abandonar el Partido. Conoce
(lot ile diferentes modelos do
socialismo, os un escritor con
gran cantidad de obras publica-
das, y militante revolucionario
profundamente preocupado por
su pueblo, que lucha en el
campo de la revolución Cultural,
que considera imprescindible
para la total ernmernmmrnme
11/emú/emancipación de éste
Podríamos comenzar ha
blando del escritor que hay en
tí. de la temática que has tra -
tado en tus libros y de lo que
te ha preocupado hasta estos
momentos y que has expre
sedo en tus escritos.
A.S.- Durante un tiempo yo
mismo he caído en lo que consi-
dero una trampa: la división de
los gánenos 'dorarlos, la acomo
elación a tinas determinadas re
glas. A partir do los últimos años
ya os absurdo hablar, a nivel de
creación literaria, de géneros. Lo
que el autor intenta es dar una
visión global del mundo, que no
esté parcralizada a IIIVOIOS foto
gráficos, ni a niveles psíquicos,
en la que se englobe el hombre
en su propia circunstancia !listó -
rica y que se componga du vi condiciones heredadas de civill- las de la mayor parte del pueblo.
sarnas objetivas, surrealistas, 1/11.10110S violas, para posibilitar Un intelectual que es consciente
producidas por todo cuanto un mundo en el que, verdadera de esto es lógico que se coro
-.rreña, prensa, entreve, cúmulos monte, ol arte, la creación Mera prometa con lo que para él es
represión almacenados na, sean libres, 110 SO convairtan fundamental: la lucha de clases,
linIe liárinos tiempos, !mensa oil meras mercancías, tengan un mas en cuanto a la división cul
ritrontos elificilmente alcance real de cara a todo el toral que en la económica, sobre
airtocensuras, Dic. pueblo. todo si comprobamos que las
Siguiendo la evolución de lo es revoluciones realizadas en los
rito, laminamos dividir en dos -- Hay una serie de constan paises socialistas únicamente
tes evidentes a lo largo de tu liar/ hecho reformas a niveles de
grirpos la tomáfica y la forma
empleada en mis libros. Du 1.111 obra, personajes con cornete estructuras eConörniCas, pero
risticas populares que se no han sido capaces de crear
tall0 °Sta lo que generalmente
plantean el hombre nuevo, una sociedad verdaderamente
so ha considerado ensayo: de
unas formas repetidas básica- nueva, un la que exista una ven
otro, la narrativa. Dririiiite un
mente, la necesidad y el de- dadora horizontalidad en la di
tiempo escribí una serie de bio
grafías más o Monos noveladas seo de hacerlo todo asequible roccadn del trabapo, de la poli
a un público mayoritario. nca, de la cultura, es decir una
quo se enriloban ilentro del
caMpo que denomino Poesía y Creo que si. Además de las partiCipaCión colectiva: sino
Revolución. Los persondieS Ira leograf ras he escrito muchos te que, en ellas, las diScr
tidos, José Martí, Che, Ho Chi tículos sobre Rosa Luxemburgo, nerv, las burocracias, etc., CO011
Minh, Lorca, Machado, Miguel Trotsky, etc. Un intelectual no nuuitlu existrendo.
liernandez, tenion un distintivo dela de sur lar personale/ privile Por atril parto se ha producido
Común: el aillor revolucionario. grado, os un aristócrata, un una inversión ert los ter motos del
Es doce, vida y obra en ellos se hombre que desde pequeño ha mar xlseno en el sentido de que,
fundían en una idéntica praxis y mamado, aunque provenga do al transformarse en teoria
definición: la de transformar el padre obrero como en mi caso, tica, y sobre todo al crearse iurna
mundo, bien con la creación una cultura clasista, diferencia forma de partido centralista, se
potilica, bien con la acción präc dora, que le hace segregar una ha olvalado el aspecto barda
tico o al compromiso vital, Bus serie de productos a los cuales mental de croar ill1/1 SOCiedild
cabo aquellos hombres cuyas no tiene acceso la mayor parte lit quo se termine con la división
huellas, de alguna forma, savia de la población; t/or tanto os un entre °alma/ material y espin
ran también para explicar uno de hombre cuyo lengua)°, vivencias tual.
los aspectos capitales de la pro y sensibilidad son diferentes a — ¿Cuál crees que es. hoy,
blemätica del hombre de nues-
tro tiempo: unir el surf fi0 y la ro
idn, la poesía y la lucha trans
f (amadora, el compromiso vital
y el ansia por la creación del
hombre nuevo. Poseedores de
una doble arma, la de la muta
nación creadora y la del Com
prorruso por crear Una Cultura
que saliera del marco bursities
r10 sólo en el sentido econü
naco, tarnbrón On el filosófico
y que posibilitara la extensión
hacia nuevos públicos, hacia
nuevas formas de sentir, de vi
vir, etc. Son hombros, Impura
fías, sueños, luchas, etc., que es
necesario rescatar para nuestro
momento presente porque. de
masindo devorados por la aldea
humana donde vivimos o dellla
simio englobados por un pseu
domarxismo que debo !Micho a
concepciones StallnitinaS o co
yunturales, se olvida el papel del
hombre en nuestra sociedad
contemporánea, se olvida la ne
cesidad de vomitar todas estas 3/1 pe,
para un escritor, la tarea mas
acuciante?
En el momento presento,
1978, una de las cosas más no
casarlas a realizar dentro de la
teratura es la do destruir todo el
legado histórico que hornos ma
mulo durante los últimos cua
roma años, y destruir esto no os
destruir urna pirámide política.
no es asesinar simplemente una
forma de gobierno: os terminar
con una moral, un lenguaje, una
cultura, una forma de onterálor
la vida, de realizarnos nosotros
on cado momento. que venia
Meramente os lo que nos Ina om
pobrecido.
Si el tenla fundamental del os
CritOr os 01 lerigliale, ahí es
donde va a encontrar sus mayo
res vicios, heredados por acodo
inICISMOS trasnochados, por tan
castellano empobrecido, por
una manera de erntender la ex
presión literaria realmente ron
cm. Y ahi está todo por doscu
brir, por imagrnar, ol cómo OS un
problema que depende do las
propias posibilidades expresivas
do cada escritor,
-- Tu última novela. Discurso
de la política y el sexo, que por
fin ha aparecido después de
una larga elaboración de ocho
anos...
Y parte de cuyo original,
que consiguieron Interceptän
dome el correo, curiosamente
está si es que atan sur con
sorva en los sótanos de la
- Háblanos de esta novela
Hay un tipo do novillo, lo no
vela decimoreánica, quo inducid
blumenne ha muerun, por 11111C110
que haya escritores interesados
on resucitarla. Otro tipo de no
vela que tallipoC0 mando ropo
tuse minunicarnento es 01 de la
novela SutaintiVa, 1110010riiiin10, a
lo Joyce, quo rompió en su dia
Con lo novolti doscriplivo, reo
lista, y do la que Inoy so abuso
tanto. En cambio hay unir forma
coda vez más válida: la antelo
vela, en la quo sencillamente un
escritor so da cuonta do tele
Como purS0101)0, rno 0S Más quo
Una parte de la totalidad quo
debo aspirar ri recOnSlrilir Ii to
(ahilad de sí y de su y iSlOnl, plan,
no de un 1110(10 fOlOgratICO,
real, es nruy pOtnu esa trans
cripción que so hace del obertr
viSMO.
Pana 1/11, la antinovela os la bris
queda quo lleva a cabo ol oSCO
irr de tal sor, un dinnurnent0 ex
prOsIVO tul los diStillt0S planos
de la roalálad, nonti() do oS0 dO
cl111101110, y do osos planos,
tanto valor honren las prnlabr as
que usa, como las historias quo
cuenta, los surninos que su p ina o
las realidades que condicionan a
osos sueños y a osas palabras, y
los irrealidades que no los con
dicionan, pero que, sin om
bargo, lar/Amen tienen una do
terminada vida; tampoco puode
caer oriol engaño dol tiempo; las
tres dimensiones del teatro
tampoco existen piar, la novela,
los tiempos han de sor mezcla
dos, hay que jugar con ellos,
of recodos, indagar su pasado,
buscar las vementes do su Irrer
sorg o y proyectar las de Su 01
tuno. La novela trono que romptá
con todos los condicionamos y
ha de ser un largo intento de re
construcción global do la reah
dad, que os múltiplo, quo so da
on planos, on lienipOs, on intOi
plutacionus diSt11101S.
Esta novola que publico ahora
heno ya en si un titulo oxprosivo,
utilizarlo inor mi en motoso: dis
curso, on cuanto quo os la no
vela do rrn personen, que os ol
autor, quo slompro otreco tul
rlrscursur Nir Mosto Id novela
1110001101, una ian y uld ola, no
fuera la novela do tul autor, que
ronipiorn oso protagolliSM0 del
autor dos que tantos criticos
han ellSeddll, seria simplemonto
como poner unas tras Otras pa
labras dosordenadas que urn
cámo saca do distintos hbros y
una inecanografa va situando en
foláns vírgenes
Y en cuanto a política y sexo,
pues son las dos contantes quo
han rkummuhn, no máo on horonclas de sangre o megalo- cuerdo que cuando viví los últi
vida, Silo uri Irr Melón o on minoras más o Menos justas de rcros días del mayo 68, antes dir
omisión, sino en la vida de los onfrentarmontos porsonalos. Las o Priltia, se plantoó ol toma ito
españoles en estos codrOnta partes en las quo No quo efoctivamente, al tunal de
n 1130.S. ParnidO, aún annareciondo los amuela rovolución imaginatrva
La novela arranca con la muerto nombros propios, buscan tras iniciada por los estudiantes pero
do Franco y termina con ol parto conder lo anee:Mítico para ir a lo soctindada 011 gran piano por
de victoria on 1939. Do alli osencial ritr lo r tue turin su n'ah nulos y indos do trábairidoros
aqui, un largo rarninar por la dad on aquellos años. El ro 1 1010 estos se y ol y iortal rinitis. sil Ini
vála del autor y las visiones quo do una ciando:damita' y de IlliS puso la técnica del dialogo en Ir,
Ira ternálo o lo han condicionado proplOs trloiitnnainiinnnitrrs, quin quo parliciptir011 talit0 Do Gaulle
do su tiempo prosonto. Y así yo proVOCan rimo crisis de intorpre y P000,1(100 conitl ol PCF y Wal
puodo interpretar cualquier his tación de Id lirlod polinCil y os dock Rochet o Georges Sonjuyr y
tona, corno la agonia Franco. trategica, Incluso do lo projári Iris tesis del PCF: la royo
O torillo el derecho O contar el áloologia. OS Imposible, totalmonte
loco año 68, que para mi furo do utópica, hasta los propios traba
Tú, que dentro de un par-
cisivo, enfrentándome a ni° jadoros se Forran cuando Se los
tido has desarrollado una acti-
filetee atrapar on Una luClid
montos quo fueron trascondon vidad cultural de responsabili
hilos. El mayo trances, la inva avonturora" nur roflonaban trun
dad. ¿crees que la labor cultu
león do Chocoslovaquia a (fondo bino que, ti la sollnd1111 Sitnnaunto
mal que desarrolla el PCE y los
llego despues de un periplo por yri on luillo, lur rilintentiS las con
partidos obreros en general
Iris paises socialistas, para cul frontaciones, las huelgas, las
os importante? ¿Cual seria la
minar on ol otro morirá° do so barricadas, las acciones que
función que pueden cumplir
cialismo quo os Corea del Norte. provocaron la intlyilr crisis nulo
los intelectuales al margen de
Inri conocido OCCidililto oil ellos
¿De qua forma aparece el los partidos?
00 0011010, el órgano del PCF
Partido en la novela? Mi Ondina, Itirldailionntil o los L'Humanité, so descolgaba er r
El protagonista ha sido mili paf tid0S politicOs os su 110 111C1 un ti( tic ulo quo doma - ye hin
tanto y luchador clandestino do Slán on el problema de la rovolu gasolina para oh próximo week
rar partálo, el Partido Cornu clero cultural, su absoluto opor ond", cornil SI este tuora 01 (A)
insto, durante um n menor() detor trinismo, Sil lucha coyuntural, ietl y 0 CO11001,10 tina sOCIOCItal
minado do años, {no( lo quo es que si a lo COI ta puede sm hasta PONI nr, ill 1,011110111a del mayo
lógico quo ocupo la parte pro necesaria, a la larga es tue re Intimes no radica MI lelielSIS
pormonal un la novolir quo co cursa, absolutamonto nausoti quo hagamos do ol. sirio de
rospondo rl reflono do su vida y bunda. Hemos de ~ocuparnos cómo desde 20 años atrás el
rlen Ir, maliciar! ospañola. no ya sólo por ol problema do propio PCF está formando raid
Poro yo no Intento haco análisis hoy sino por el nnolnloma do la militancia antirrevolucionaria
Ir culpatillidadOs rovolución do entinand. Yo ro ostri comircronando un Son; pro
pios militantes para que nunca
se enfrenten al hecho de la posi-
ble revolución, la asuman y la
lleven a la práctica. El problema
que se plantea en 1978 no es el
de la táctica concreta, pactista,
coyunturalista, que los partidos
de izquierda mantienen, es el
problema de la desmovilización
ideológica y cultural que realizan
con sus propios militantes para
condicionarles al hecho de asu-
mir casi de una manera ya mani-
quea, de una manera que ha de
ser eterna, una sociedad capita-
lista. Para que nunca puedan en-
frentarse con la posibilidad de
una auténtica revolución que
transforme en sus raíces, en su
esencia, en sus contenidos bási-
cos, la sociedad presente. A
partir de este problema grave se
plantea el del intelectual en el
partido.
— En la perspectiva de una
nueva sociedad, y del hombre
nuevo, ¿cuáles serían, en tu
opinión, las directrices que.
en el terreno de la revolución
cultural, habría que desa-
rrollar?
— Deberían ser antidirectrices,
es decir, una insistencia abso-
luta en volver a situar ei papel
del hombre dentro del mar-
xismo. Una lucha brutal y rígida
contra la degeneración de su
lenguaje. Y una práctica coti-
diana que cuestione constante-
mente el papel de esos fermen-
tos burocráticos que se dan en
todo partido.
En resumen, una práctica crítica
constante y diaria que impida la
sacralización, la mitificación de
los dirigentes, la división entre
una minoría que realiza el trabajo
espiritual y una mayoría que se
queda reducida exclusivamente
al papel de correa de transmi-
sión de ese trabajo, de simple
fuerza material que lo lleva a
efecto, y una permanente revi-
sión de la propia práctica demo-
crática de ese partido. No es
tanto el definirse frente a la ac-
ción de la Unión Soviética o de
China, que no dejan de ser dos
grandes estados en disputa por
mercados mundiales, como el
hecho de definirse en la manera
de organizar la gestión, la parti-
cipación y la elaboración colec-
tiva de la línea teórica y de la
práctica política del partido den-
tro del propio país, en la militan-
cia, en la organización de los
hombres que lo componen.
Creo que debemos poner ahí el
acento, mucho más que en lo
coyuntural, que es la forma de ir
conquistando esas pequeñas
parcelas que el capitalismo va
dejando, pero que, en el fondo,
no van a transformar nunca la
sociedad.
VICTOR CLAUDIN
60
En favor
de
venus
Hace algunos años, pocos, se
publicó en París una "Antología
de la poesía erótica española de
nuestro tiempo" que a pesar de
la poca fortuna en la elección de
algún que otro poeta, venía a
mostrar que en este país había
gente, y de mucha calidad, que
seguía una antigua tradición de
nuestras letras: la poesía eró-
tica. Con todo, su aparición fue
saludada con interés por los que
seguimos la poesía de cerca, y
ya fuera en el propio París o en
la por aquel entonces atractiva
Lisboa nos apresuramos a com-
prar el volumen. Junto a los ló-
gicos Cernuda o Gil de Biedma,
este libro tenía otros aciertos:
no incluir a Pedro Salinas, por
ejemplo, o recordarnos a otros
poetas insuficientemente cono-
cidos: Pablo García Baena o Ri-
cardo Molina, y por supuesto in-
cluir a Alfonso Canales con uno
de los poemas eróticos mejores
que se han escrito en los últimos
a hos.(1)
En la actualidad, entre tanta ba-
sura falsamente política y tanta
literatura engañosamente eró-
tica, habría que saludar con
gozo la reedición de las obras
recogidas o traducidas por Joa-
quín López Barbadillo.(2) En pri-
mer lugar apareció el Cancio-
nero de amor y de risa, en el
que van juntas "las más alegres,
libres y curiosas poesías eróti-
cas del parnaso español, mu-
chas jamás impresas hasta
ahora y las restantes publicadas
en rarísimos libros"; luego, y
cito las más atractivas a mi jui-
cio, Los caprichosos diálogos
del divino Pedro Aretino Idos
volúmenes), que contienen toda
la picardía y gracia de este
maestro italiano l¡para cuándo
sus sonetos?); La tercera Celes-
tina— "Tragicomedia de Lisan-
dro y Roselia", que en muy poco
desmerece a su famosa homó-
nima; y, finalmente, Un verano
de amor, obra espléndida
donde se cuentan las ingenuas
confidencias libertinas de dos
bellas y ardientes parisinas.(3)
Volvienao al "Cancionero" ci-
tado, y siempre dentro del res-
baladizo mundo de lo erótico,
López Barbadillo, "creyendo no
ofender al cielo y alegrar un
poco la tierra", se dispuso a lle-
var a cabo la gloriosa tarea de
reunir los poemas eróticos que
más le gustaban incluyendo los
siglos que van del XV al XIX, y
ello porque estaba seguro , de
que "al Señor no le habría de
parecer crimen inconfesable el
reir del cosquilleo con que la na-
turaleza nos impele a cumplir su
mandato..." Este "Cancionero",
lastimosamente corto pero muy
conseguido, es una muestra evi-
dente de la especial atención
que dedicaron muchos de nues-
tros poetas antiguos a las pul-
siones eróticas y a sus co-
rrespondientes manifestaciones
artísticas.
No sé la Literatura que se le en-
seña actualmente a los jóvenes
de 10 a 15 años; en mis tiempos
aprendíamos(?) un Góngora
inextricable en el que sólo veía-
mos una enorme nariz, o un
Quevedo que nada más que nos
servía para hacer chistes con su
nombre. Propongo desde aquí,
por más que sea desoído, que
este "Cancionero" sea texto
obligatorio en todos los colegios
y escuelas, para que nuestros
más jóvenes puedan disfrutar
con el "Soy toquera" gongo-
rino, o con la "Dama de mu-
chos, que se vendía por virgo"
quevedesco. La hermosura de
estos poemas, su lozanía, tono
festivo y desparpajo, amén de
su extraordinaria construcción,
podrán enriquecer al alumno
menos despierto, porque, como
dice el propio Barbadillo en el
prólogo "por qué no regodear-
nos con un cuento lascivo, pero
chistoso al par y sin torpe mali-
cia. y que además no cae en la
rijosidad de la bestial lujuria...?"
Podria escribirse bastante de
todos y cada uno de los títulos
de esta colección; con más
gusto, si cabe, a propósito del
texto que vengo comentando,
pero ésta no es más que una re-
seña aunque sea gozosa. No
obstante, no quiero dejar pasar
la ocasión sin citar a un gran
poeta milanés —Carlo Porta
1.775-1.821)'--- quien parece
que leyó y bien ese espléndido
soneto de Quevedo que cité
más arriba, y que en su dialecto
rneneghino escribió un poema,
"Sura Caterinin" ("Doña Cata-
lina"), que más parece una gran
lectura del "Paréceme, señora
Catalina", del genial barroco
madrileño. Más aún: en este
poema de Porta debió basarse
G. G. Belli (1.791-1.863M para
en romanesco escribir su "A
Nnina". Seguramente no acaban
ahí las influencias de Quevedo
por tierras de Italia. Sirvan estas
líneas, también, para dar a co-
nocer a estos dos poetas popu-
lares italianos, tan divertidos
como obscenos, que están ne-
cesitando una traducción com-
pleta y urgente a nuestras len-
guas.
P.D. Algún lector habrá adver-
tido que el título del artículo co-
rresponde exactamente con el
de un libro de Gil de Biedma difí-
cilmente encontrable por más
que sus poemas ya estén inclui-
dos en Las personas del verbo.
Ha sido un homenaje querido al
gran poeta catalán, natural-
mente.
JORGE A. MARFIL
NOTAS •
11/Se trata del "Soneto en el que el
poeta toma prestadas las palabras
de John Donne, para desabrigar in-
fundados temores", aparecido por
primera vez en Epica menor, 1.973,
Aldebarän, Sevilla.
(2) Hasta ahora han salido al mer-
cado una docena de estas, siendo
Akal su editor.
(3) Otros títulos atractivos que po-
drían citarse son. El Gineceo de An-
dre Rouveyre; Los ejercicios de de-
voción, del Abate de Voisenon, o el
mítico Gemieni o Dos noches de
pasión, de Musset, con el que al-
guna vez nos topábamos en tras-
tiendas de librerías. Hace algunas se-
manas, un crítico, torpemente, le
achacaba al editor de estas obras el
que las hubiera reeditado sin añadir o
suprimir Una sola coma. 'Qué hubiera
sido de ellas si llega a pedirles un
prólogo a cualquiera de nuestros
próceres!
141A este magnifico poeta italiano
dedicó Alberti su Roma, peligro
para caminantes. Incluso en el
poema inicial, "Monserrato, 20",
puede leer: "Deja, mi Belli amigo, que
en tus manos / te ponga ahora, ya
perdido el miedo, / sus sonetos ro-
manos / un hilo de los mares gadita-
nos, / nieto de Lope, Góngora y
Quevedo".
Allá en
la India
En pleno siglo XX necesitamos
creer más que nunca en la exis-
tencia de tierras lejanas por des-
cubrir, tierras vírgenes, que con-
vertimos en mundos utópicos,
en objeto de nuestros sueños,
ante un orden social que nos es
extraño y se rige por el impera-
tivo de Muerte. La huida de las
ciudades, la mitificación tic las
periferias residenciales, el
- campo", la evasión planificada,
es un fenómeno al que estarnos
habituados y que informa del
consabido desequilibrio que el
imperio tecnológico no puede
compensar.
La lectura de Allá en la India(1
ilustra en este aspecto la exis-
tencia de un país, de un "lugar",
un "espacio" sin Tiempo, donde
el tiempo de la Producción no ha
dado comienzo aún. ¿Qué va a
buscar un occidental que pere-
grina a la India, como es el caso
del autor destinado en misión
diplomática? En realidad, no se
adivina lo que se busca hasta
que se encuentra: los primeros
indicios suelen hallarse velados,
pero poco a poco permiten en-
trever una alternativa a nuestra
Civilización, es más, terminan
por cuestionarla hasta en sus ci-
mientos, apuntando a la necesi-
dad de una revolución integral
del individuo, para emplear los
mismos términos del autor.
Lo "occidental" y lo "oriental"
pugnan en él, cuya experiencia
atraviesa su mutación progre-
siva hacia lo "otro", como efec-
tuando un retorno a sí mismo, a
sus orígenes primigenios. De la
hostilidad del medio que registra
su "nostalgiario indio" —unas
de las mejores páginas—, el au-
tor procede a la narración de su
abandono, del cese de sus resis-
tencias, y de sus mecanismos
adquiridos en la infancia. Lo que
aquí se da a entender por
"oriental" comprende toda una
sabiduría que nuestra Civiliza-
ción ignora asentada en otros
principios, y cuyo poder de
atracción interviene decidida-
mente en el proceso de adapta-
ción que el autor experimenta, a
través del cual inicia el descubri-
miento de otros valores, de una
cultura y civilización otras que
desconocen el Principio de
Muerte.
Se admite que la India es un país
enfermo, y el autor tampoco
trata de ocultarlo, pero, y de
nuevo, ¿cuál es este magne-
tismo tan poderoso que ejerce
sobre el "occidental", al que se
impone rescatar un conoci-
miento y saber privilegiados? La
respuesta parece dársenas en
estas páginas en que las viven-
cias personales intentan explicar
esta vuelta a los orígenes, al Es-
tado natural roussoniano.
Asimismo, la perspectiva indivi-
dual-subjetiva, en su recorrido
geográfico, psicológico, socio-
lógico, que se entreteje en la na-
rración, identifica el contraste
entre las zonas urbanas de las
grandes ciudades de la India y el
inmenso espacio virgen en un
plano que trasciende la relación
entre oriente y occidente, di-
mensiones actualmente sustitui-
das por el binomio Norte-Sur. Es
decir, en cierto modo parece
evidente que todo el libro pole-
miza finalmente con el Diálogo
entre los llamados países ricos y
países en vías de desarrollo,
proclamándose en defensa de
estos últimos y contra toda
forma de neo-colonialismo.
Y lo que el autor por último
aduce es esta misteriosa fuerza
que posee el Lenguaje de la
"pobreza" y que reside en lo
que tanto le gusta llamar "ma-
gia" o "amor täntrico", que to-
davía y en este lugar regula la
relación de los seres entre sí, y
de éstos con la Naturaleza.
MENENE GRAS BALAGUER
11 1 Rafael Lorente, Allá en la India,
Ambito Literario, Barcelona 1978.
Celine o
el lenguaje
del hombre
dividido
Cuando Allen Guinsberg definió
el Viaje al fin dele noche como
"la primera novela picaresca in-
ternacional genial beat del siglo
XX escrita en prosa moderna
clásica personal y cómica por el
más divertido y más inteligente
de los Doctores locos cuyos
momentos de ternura más tri-
viales son momentos inmorta-
les", en realidad estaba expre-
sando algo más que una opinión
personal. La prosa antojadiza,
enervada, iracunda de Céline es
la referencia sin la cual no se ex-
plican obras tan fundamentales
de la narrativa moderna como
las de Henry Millar, Norman
Mailer, William Burroughs e in-
cluso Günter Grass. Y puede
afirmarse que, a casi veinte años
de la muerte de Céline, su estilo
burlón, arbitrario, delirante, vo-
razmente resentido pero siem-
pre a punto de disolver su con-
tundencia de grinizo en una
vaga garúa que es remota com-
pasión hacia el semejante, sigue
siendo una de las más genuinas
expreslones literarias de moder-
nidad. 'Céline es el lenguaje que
despliega la crisis del hombre
actual: la pérdida de identidad,
el derrumbe de las instituciones,
la caída de las máscaras del es-
tado, el estupor y la impotencia
ante las humillaciones, la futili-
dad de la huida personal, la de-
vastación por la guerra. Una cri-
sis que se hace todavía más
despiadada cuando invade cam-
pos que no deberían pertene-
cerle y se convierte en remota
desconfianza hacia las ideolo-
gías. Este lenguaje es el de una
soledad que ya no puede capi-
tular y que, a fuerza de com-
prenderlo, deja de interesarse
por los armisticios. No cabe
duda de que esta altiva asunción
del aislamiento y de la falta de
defensas es, en buena medida,
el origen de la fascinación que
ejerce Céline. Por lo demás, su
consecuencia en la soledad más
airada explica el reconocimiento
que, desde las mismas páginas
de L'Humanité, le tributó al-
guna vez Paul Nizan, un intelec-
tual voluntariamente revolucio-
nario que, con el pensamiento
siempre enclavado en la posibili-
dad de redención del ser hu-
mano, sabía sin embargo que el
dolor es algo más que una con-
dición pasajera.
En 1913, cuando Céline era aún
Louis-Ferdinand Destouches, se
alistó por tres años en el XII Re-
gimiento de Coraceros de Ram-
bouillet, cercano a París. Ya se
sabe que toda institución militar
es una reproducción a escala de
la sociedad autoritaria, en donde
valores como el poder, la jerar-
quía, la coerción y la subordina-
ción se agudizan hasta lo exas-
perante. El clima del cuartel pa-
rece haber sido decisivo para
Céline: durante tres meses
apuntó en una libreta algunas
reflexiones que ilustran con
asombrosa transparencia la gé-
nesis de su pensamiento y aún
de su escritura. Vale la pena leer
ese texto y compararlo con el
Viaje. "Entonces —escribe--
comprendí que estaba vacío,
que mi energía era de boquilla y
que en el fondo de mí mismo
nada había que no fuera un
hombre t..) Me he dado cuenta
de que los grandes discursos
que lanzaba hace un mes sobre
la energía juvenil no eran más
que fanfarronería y que a la hora
de la verdad yo no era más que
un infeliz desarraigado que había
perdido la mitad de sus faculta-
des y que no utilizaba las que
restan mas que para comprobar
la nada de esa energía."(11
Tenía por entonces diecinueve
años y le faltaba vivir las dos ex-
periencias cruciales que le depa-
raría Francia: el pavor de la gue-
rra y el del colonialismo en
Africa. Tras ellas, a fines de la
década del veinte, ya convertido
en médico, estaría en condicio-
nes de dar a luz el Viaje y con él
su visión del mundo, enfundada
en el traje del odio y en un len-
guaje de una potencia física y
carnal que la literatura francesa,
dominada en esa época por
Proust, no exhibía desde los
tiempos de Villon o Rabelais.
Ya se dijo que la novela influyó
decisivamente en los Trópicos
de Miller. Kerouak también le
debe lo suyo. En términos de
trascendencia oficial, es sufi-
ciente para que ahora Céline
forme parte del Parnaso de las
letras francesas y sus obras
completas sean uno de los lujos
de Gallimard. Es decir, el Viaje
era la credencial de genio. Pero
es justamente Oespués de ella
cuando comienza la trayectoria
oprobiosa de Céline, un camino
que deja estupefacto al lector
acostumbrado a acercarse a las
obras esenciales con la con-
fianza de que la solapa le rela-
tará una vida, si no luminosa o
excitante, por lo menos co-
rrecta.
La desconcertante verdad, que
más de un apologista deja de
lado, es que en 1937 Céline pu-
blicó una especie de panfleto ti-
tulado Bagatelles pour un
61
massacre, en donde procla-
maba que los judíos europeos
debían ser aniquilados, dada su
condición de excremento que
sólo servía para enturbiar las
posibilidades de paz en el conti-
nente. No contento con ese es-
paldarazo a las campañas nazis
que desembocarían en la "solu-
ción final", en 1938 lanzó un se-
gundo tratado antisemita
—L'Ecole des cadavres— y en
1941 Les beaux draps, en
donde expresaba su convicción
de que la caída de Francia era
consecuencia directa de las in-
trigas, la asquerosa influencia y
la estupidez de los judíos. En
1943, mientras millones de
éstos sufrían el espanto de la
deportación, la tortura y los hor-
nos crematorios, Céline volvió a
publicar Bagatelles, adecuada-
mente ilustrado con fotografías
demostrativas de que el judío no
era sino un aborto racial, preva-
ricador, astuto, avaro y arro-
gante. Si en 1937 el panfleto ha-
bía obrado como provocación,
en 1943 se convertía en la mú-
sica de acompañamiento de uno
de los genocidios más pavoro-
sos que conoció la humanidad.
Tras el desembarco de los alia-
dos, Cetina huyó a refugiarse en
Siegmaringen, Alemania, mez-
clado con otros colaboracionis-
tas y con funcionarios de Vichy.
En marzo de 1945 logró evadirse
a Dinamarca gracias a un salvo-
62
conducto alemán, pero allí fue
encarcelado hasta 1947. Amnis-
tiado, regresó a Francia para
ejercer su oficio de médico en el
suburbio parisino de Meudon y
seguir escribiendo. Las afirma-
ciones en el sentido de su re-
tractación ante semejante histo-
rial parecen ser falsas: sola-
mente se limitó a refutar algunas
acusaciones acerca de su cola-
boración activa con los nazis (se
llegó a decir que había vendido
los planos de la línea Maginot).
Por otra parte, nunca le preo-
cupó —probablemente porque
no tenía una idea coherente que
expresar acerca de ello— dejar
un testamento o mea culpa polí-
tico, alguna declaración autocrí-
tica como la legada por Drieu la
Rochelle. Y para mayor confu-
sión, ni siquiera se suicidó. Mu-
rió en 1961, siempre asediado
por sus editores, solo y exce-
crado.
Una biografía como ésta es uno
de los golpes más taimados al
discurso acerca de las buenas
intenciones del artista. ¡Qué de-
cir de Céline en un momento en
que cada vez más escritores,
desde Cortázar hasta Moravia,
se percatan de que la mala con-
ciencia es expurgable y respon-
den con posiciones por lo
menos democráticas a un pú-
blico que les exige algo más que
bellas ficciones? ¿Qué pasó con
la afirmación de Sartre acerca
de que una militancia reacciona-
ria no puede producir una buena
novela? En principio, hay que
aclarar que lo formulado por
Sartre en Qué es la literatura
merecería un tratamiento más
profundo, como lo demuestran
los casos de Ungaretti, Ezra
Pound o el mismo Borges. En
cuanto a Céline, el acople de
barbarie activa y elaboración de
una obra admirable es aún más
difícil de explicar, dado que
tanto su actividad pronazi como
los méritos intrínsecos de sus
novelas son manifiestos.
Refiriéndose a la adopción por
parte de Céline del nombre ma-
terno como seudónimo literario,
Julia Kristeva lo interpreta como
una manifestación del retorno a
lo reprimido que forma parte del
combate de todo escritor por
poner en >claro su mensaje. Para
la Kristeva, luego de esta pri-
mera etapa sobreviene otra en la
que el escritor asume en nombre
propio la función paterna. Y
sostiene que si bien Céline fue
un maestro para la puesta en
escena de lo reprimido, de lo
primario —música, sustancia,
cuerpo—, fracasó en asumir su
función de padre. Eso explicaría
tanto su fascismo como sus di-
ficultades para ser "positivo".
Pero esta argumentación se de-
bilita en el momento en que la
Kristeva admite que, por otra
parte, "todo el mundo es anti-
semita, y en tanto haya todo el
mundo, hay antisemitismo" .121
Parece aproximarse más al pro-
blema cuando dice que lo que
Céline odiaba en el judío era su
capacidad de autoexcluirse y, al
mismo tiempo, de hablar una
lengua extranjera. En esto se
acerca a George Stemer, quien
sostiene que "la sociología in-
fernal de Céline estaba profun-
damente arraigada en su sentido
de la lengua francesa".131
En efecto, la encadenación de
carcajadas, onomatopeyas, in-
vectivas, denuestos, argot y cla-
roscuro lírico que constituye la
prosa de Céline, se había forjado
a partir de una identificación
completa con el pulso del fran-
cés. Y en sus mismos libros ter-
mina por admitir que no digiere
el predominio de escritores "de
fuera" —judíos—, como Proust
o Maurois, en el campo del fran-
cés literario.
Esta clase de interpretaciones,
por el hecho de ser tales, no
acaban de ser satisfactorias.
Pero al menos dan la oportuni-
dad de iniciar una aproximación
seria al fenómeno Céline, de-
jando de lado tanto la alabanza
extasiada como ese formalismo
que, al decir de la Kristeva, "se
ha convertido en una plaga" e
"intenta explicar la experiencia
literaria sin tener en cuenta ni al
sujeto, que vive un drama es-
pantoso, ni la situación política y
social que lo rodea".
Como primer resumen, y par-
tiendo de la base de que perte-
nece a esa estirpe de escritores
en los cuales el torrente verbal
es irrefrenable, cabría decir que
si bien Céline fue un consumado
domador de palabras y sonidos,
no pudo evitar que éstas llega-
ran a dominarlo a él hasta el
punto de confundírsele con la
realidad. Al borde de la sicosis,
sus novelas no tienen principio
ni fin concretos. Porque son re-
tazos autobiográficos y porque,
a falta casi absoluta de estruc-
tura, lo importante en ellas es
ese caudal de lenguaje que po-
see una dinámica autónoma, un
fluir que está más allá del "argu-
mento" y que casi siempre se
halla a punto de asfixiarlo. Para
Steiner, es probable que el es-
critor, después de haber perdido
parcialmente la confianza en sus
poderes creadores —hacia
1936—, haya empezado a to-
mar las palabras por la realidad
y que, al mismo tiempo, no haya
podido relacionar el maremoto
verbal que tenía adentro con una
realización adecuada. Cuando
los hechos alcanzaron la altura
de sus horrorosas fantasías, él
ya no era capaz de diferenciar-
los.
Todas estas razones hacen por
demás importante la reedición
de la última novela de Céline.(41
No sólo porque vuelve a ponerlo
en primer plano —en un mo-
mento en que la reivindicación
de la novela vagamente deno-
minada marginal suele olvi-
darlo—, sino también porque
De un castillo a otro es una de
las mejores muestras de la vio-
lencia de su prosa y un repaso
de los arios más sórJidos de su
vida. Aquí la asociación entre el
infernalismo político de Calina y
su antigregarismo, por un lado,
y su apabullante luminosidad
verbal, por otro, se hace casi in-
soportable.
De un castillo a otro es el re-
lato biográfico y en modo al-
guno autocrítico de las andan-
zas de su autor por el páramo de
la derrota alemana. Desde su in-
confortable retiro en Meudon, el
viejo doctor Céline recuerda a
los funcionarios colaboracionis-
tas que se hacinaban en el casti-
llo de Siegmaringen, a los oficia-
les nazis que planeaban la mejor
manera de huir de Suiza, re-
cuerda y lapida a Pétain y Laval,
y recuerda sus propias, reitera-
das humillaciones en pos de los
documentos que lo hicieran lle-
gar hasta Dinamarca. Pero el
que rememora no es un hombre
sereno ni aplomado; es el mé-
dico anciano y carente de los
atributos que su status debería
proporcionarle —coche, do-
méstica—, que debe perseguir a
los clientes para traerlos a la
consulta, que no se resigna ni si-
quiera a la soledad que él mismo
persiguió y lanza sus anatemas
contra quienes "lograron aco-
modarse", desde Thorez hasta
Aragon, pasando por Malraux y
Elsa Triolet. El que habla es el
escritor célebre cuyas obras van
a ser reencumbradas por la crí-
tica pero que, personalmente,
deberá pagar el precio de la trai-
ción. Así, Céline combina la
queja amarga con el insulto, y el
sarcasmo con la envidia y el or-
gullo, en una prosa balbuceante,
grotesca, recurrente, en donde
no hay metáfora ni imagen, sino
sólo el lirismo atroz que nace del
odio: "Todos los periódicos, ti-
tulares.., iasí!... los plutócratas
derechistas tan furiosos como
sus compinches... ¡Bopa com-
pagniel... de la otra extrema..,
tú dirás.., soy presa fácil... ¡con-
sigo de maravilla la unión sa-
grada... ¡conservadores y mos-
covitas!... "Jo empapelamos?
icarajol ¡está hecho a propó-
sitol".., nada de mortaja- sobre
mi cadáver.., sólo besos.., veo
que soy útil: ¡la batayola de los
más hostiles!... ¡magia! ¡ma-
gia!".
Vale la pena decir que quien es-
pere encontrar en De un casti-
llo a otro la explicación de las
actitudes políticas de Céline, una
reivindicación del régimen nazi o
algún grado de contrariedad por
el triunfo aliado, va a quedar se-
riamente defraudado. En esta
novela no hay claridad alguna.
No hay reflexión. El plañido se
reduce al sufrimiento propio.
Abandonado de toda esperanza,
consciente de la pequeñez a que
se condujo, Céline, el escritor,
lleva a cabo su último acto de
integridad y se muestra al des-
nudo, solo y miserable.
De un castillo a otro pone otra
vez sobre el tapete el enigma
que, como dijo algún crítico, re-
presenta la disociación entre hu-
manismo poético y sadismo po-
lítico. Un enigma para el que aún
no tenemos solución, pero so-
bre el que estamos obligados a
pensar, si lo que queremos es
que los estudios literarios no
pierdan su relación con la vida
de los hombres.
MARCELO COHEN
111L. F. Céline. Diario del coracero
Destouches. En Casse Pipe, Gua-
darrama, Madrid, 1976.
121 Entrevista con Julia Kristeva, en
Revista de literatura 10/11. Barce-
lona, 1977.
(31 George Steiner, Extraterritorial.
Barral, Barcelona..
141 Louis-Ferdinand Celine. De un
castillo a otro. Bruguera, Barcelona,
1978.
Con el
culo
al aire
Un verso en pie —ahí esté el de-
talle—
que hasta diese la mano y escu-
piese...(1)
desde entonces, e incluso antes,
el verso se ha puesto a salpicar
espumas epilépticas
Poetas, perseguid el verso ese,
asidlo bien, blandidlo, que resta-
lle
a ras del hombre —arado y hoz y
dalle—
caiga quien caiga, /ahí!, pese a
quien pese... (2)
y cayó hasta el mismísimo escri-
bidor recreando aquella frase de
Scott Fitzgerald: "Es evidente
que toda ("vida") obra es un
proceso de demolición". Y la
gran grieta un día se abrió a sus
pies para desposado estrecha-
mente en el crujido y el estallido
del fin provocado por la: "inti-
midad que emergía hacia lo real
donde el poeta iba real-izando
su obra de modo que todo lo
rico y subterráneo ascendía".(3)
Ascendía a cargarse a los: "ar-
tesanos de lindas jaulas para jil-
gueros disecados"(4) cuando
garcilasistas y escorialistas ha-
bían fenecido; o también a
aquellos poetas: "tentempié,
gente ridícula... cursis con sor-
dina, hijos de sus papás...",(5)
que hoy todavía permanecen en
período de franca recuperación,
pero que gozan de buena salud.
Otros, tan seguros de sí mis-
mos, tras la muerte de su gallina
de los huevos de oro, aguardan
con las barbas crecidas en las
incubadoras, prontos a enfren-
tarse a un mundo de cuya mo-
dernidad ya no participan.
La incultura de los temporeros
de la verdad absoluta, la incom-
prensión de aquellos exten-
diendo los fantasmas de la mala
conciencia revolucionaria, ¡to-
dos!, regresaban, una vez más,
la literatura al más puro anacro-
nismo sólo comparable a la au-
tárquica política secular y cultu-
ral de aislacionismo con res-
pecto al mundo exterior, a las
vanguardias. Unos, desde las
consignas del oficinismo poé-
tico, eran contestados por
otros: "Evidentemente, la poe-
sía es un medio para transfor-
mar al mundo. Y su contribución
a esa lucha por transformarlo se
verificará de dos formas: direc-
Blas de Otero
lamente, tratando temas rela-
cionados con la situación histó-
rica o por incidencia en la con-
ciencia individual".(61 Y en me-
dio (el grupo Cántico, etc.) la re-
sistencia pasiva y vilipendiada,
acusados de realizar una poesía
minoritaria y evasiva, a quienes
nuevamente se les dejó con el
"culo al aire",(71 expósitos de
tradiciones, maestros para las
nuevas generaciones, y deseos
creadores prohibidos o anate-
mizados. Ya que en cualquier
caso, ésta no era la única rela-
ción del arte con la política.
Si por un lado, la represión en
manos del analfabetismo de los
censores, fue un arma alucina-
dora; no menos lo fueron las
agresiones verbales y hasta in-
cordiantes desde el otro lado del
bando poético, esgrimidas
como las más cargadas de ra-
zón (por supuesto políticas,
dadas las circunstancias tan pe-
nosas) literaria. Pero hoy en día,
al repasar, al releer nuevamente
con calma las obras de aquellos
autores (incluso con sentimen-
tales influencias dentro de nues-
tras vidas), es curioso ver cómo
la propia realidad que tanto ha-
bían esgrimido, se les vuelve en-
cima como una losa mortal. El
desajuste con la realidad ya es
total, cruel, y la depresión crea-
dora casi es obvia después de
repasar los pocos inéditos del
ultimísimo período.
En el hundimiento del Titanic, o
del Moby Dick arponado desde
unos versos que solamente lle-
garon a los de siempre, sin
preocuparse en ascender (no en
descender) a la manipulada ca-
pacidad de los hombres oprimi-
dos rebajándoles aún más, van
todos ellos desmelenados.
También sería muy injusto y
falso negarles su valor de cro-
nistas excepcionales, su angus-
tiosa búsqueda de una verdad
(secuestrada) que era múltiple y
dispersa, su buena fe poética
elaborada, como en el caso de
Blas de Otero (el más cons-
ciente), "en un lenguaje personal
de enorme fuerza",(81 en el des-
crédito al que los sometieron los
imitadores amparados bajo el
pasaporte o la cláusula de
"poeta más favorecido" por su
sello social. Pero... ¿resisten la
prueba difícil de nuestros días?
"Nos duele esta palabra inde-
pendientemente del programa
de redención política al que pre-
tende ilustrar. Y constatamos
que, pese a su poderosa garra
dialéctica, va un poco herida de
soledad hasta en su ala iz-
quierda. Lo más puro de su en-
traña poética seguirá volando
con la historia; lo otro tal vez re-
clame una ortopedia de ocasión
a tono con el tiempo, pues que
tampoco aspira a fruto intern-
poral".(9)
Así este libro de Joaquín Galán,
Blas de Otero, palabras para
un pueblo, que es mucho más
que: un mero análisis de los sen-
timientos, ideas, instrumental
estético, compromisos socioló-
gicos, toda la variada gama de
deseos y frustraciones que es-
tán poblando el alma de un
hombre; llega en un momento
oportuno y clarificador: el de la
codificación analítica, el de la
verdad fría y objetiva, en la que
los héroes juegan a la estrate-
gia dala araña.
CESAR ANTONIO MOLINA
1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 corresponden a
versos u opiniones de B. de Otero.
181 es un juicio critico de V. G. de la
Concha, del que participo.
191 es una cita del libro reseñado
Blas de Otero, palabras para un
pueblo, de Joaquín Galán. Editorial
Ambito Literario, Barcelona 1977
Dentro de la misma colección hay
dos libros muy interesantes sobre: lä
primera época de Juan Goytisolo, de
Santos Sanz; y el Coronel de García
Márquez. por Victor Pozanco.
63
Las calles principales de las ciudades por-
tuarias suelen ser largas y dar al mar; y por
céntricas o populosas que sean —y hayan
sido— jamás se les da el nombre de arte-
ria. La modernidad de principios de siglo les
dio árboles y la de mediados automóviles,
pero, en cuanto a nombres, se arriesgó
—como máximo— al de paseo. Las calles
de las ciudades portuarias que dan al mar
son blancas en verano y el verdor de los ár-
boles posee una vivacidad festiva: es el bri-
llo de la transitoriedad, el resplandor so-
leado de lo intenso pero fugaz. Pasear por
una de esas calles, bajo la permanente y
despreocupada escolta de una avenida de
plátanos, es una de las escasas ocasiones
en que el ánimo puede permitirse, todavía,
la insensata alegría de dejarse arrastrar por
la brisa que desciende, desde la montaña
hasta el mar, ora arrebolada como una
osada adolescente, ora pausada, cálida,
casi imperceptible y semidormida con toda
la velada voluptuosidad de una dama que
estrenara sabia madurez. Es esta brisa un
refrescante estallido de tránsito que deja,
tras de sí, la dulce imperfección de lo que ya
no es. Es una brisa verdiazul a veces, o
quizá rosa, y malva, y esté de paso. V es en
volandas de esa vivificante sensación (la de
estar de paso, estado, por demás, natural
del ser humano que suele olvidarse sin ló-
gica razón) que parece llevarnos. Son calles
de verano y cielo pálido. El invierno les
sienta mal, las cubre de frío sucio, a no ser
que se trate de un invierno mediterráneo, y
rico. Son, estas calles, nido abierto de pizpi-
reta y verbenera provisionalidad, pero el as
falto y las fachadas de los edificios sudan
humedad nocturna y nostalgia de lo fugaz.
Son calles donde el aire corre al ritmo de
una melodía preferida y las casas guardan
sus ambiguas interioridades tras cristales
de colores historiados. Son calles para ser
joven, para dejar promesas y libros olvida-
dos en los bancos, y una estela de carcaja-
das rojas en el azul de un atardecer de cielo
oscuro y estriado. Y son calles de lágrima
fácil, repentina y sin sentido, porque ade-
Mas de ser calles para reventar de juventud
son, también, las adecuadas donde dejar
olvidados esos años de espuma y serpen-
tina. Las aceras de estas calles empiezan, y
terminan, en un espacio diseñado por los
arquitectos de antaño para lugar de citas y
terrazas de refrescos, y que, poco a poco,
van dejando de existir: las esquinas. Son ca-
lles arboladas que se deslizan hacia el mar,
64
Esther Tusquets
MADAME
LUMEN
PARA LOS
AMIGOS
ANA MOIX
pero que siempre se quedan. Porque el
tiempo, el mayor de los piratas, las robó
para siempre a la aventura.
En una de esas calles, como en muchas, hay
esquinas, y en una de las esquinas tres es-
tablecimientos (una Granja, una Farmacia y
una Papelería) visitados, uno tras otro y con
sospechosa y ritual periodicidad, por la
misma persona: Esther Tusquets. Con do-
micilio en la parte alta de la ciudad, en el ex-
tremo opuesto a esta esquina, a varios kiló-
metros, varios semáforos y varios parones
de tráfico de distancia, la directora literaria
de Editorial Lumen durante los últimos 17
años, reconocida por su labor cultural como
editora, con fama, entre sus amigos y co-
nocidos, de poseer una inteligencia clara,
inflexible, rotunda; fi el conductora de sus
hábitos intelectuales, morales, éticos, cívi-
cos y sentimentales por los caminos de la
razón y deja lógica, pierde el bolígrafo en su
casa y, en un santiamén, se cambia de ropa
(por otra de idénticas características y co-
lor, de modo que, entre la semejanza y la
rapidez, el cambio no se advierte), coge un
bolso, se equivoca no, no es ese, lo cambia
(por otro de igual tamaño, forma y color, de
modo que para saber si es debe abrirlo, y
si, ése es), pierde las llaves, las recupera,
pero al recuperar las llaves ha perdido la
agenda donde además de constar, anota-
dos, direcciones y teléfonos, presenta, en
su interior, las efemérides más notables de
su vida familiar y profesional, un diario in-
timo, plan editorial, sumas y cuentas do-
mésticas.., y algún que otros verso de un
poeta recién descubierto, o recién reencon-
trado ¡Ah!, ¡no! ¡Mi agenda! ¡con todas
las direcciones y números de teléfono!
¡Tendré que cerrar la editorial y cambiar
de oficiol Encuentra las llaves, coge las dos
perras (de la misma raza, del mismo color),
sube al ascensor hasta el garaje, después al
coche y va a comprar un bolígrafo en la otra
punta de la ciudad. En la esquina de las tres
tiendas aparca el coche utilitario con pega-
tinas de Mafalda en los cristales, correas de
perro usadas y un libro en galeradas en el
asiento trasero: No sé moverme por la
ciudad sin coche. ¿Aparcar? Nunca he
tenido problemas, te aseguro que siem-
pre encuentro espacio. Aunque parezca
mentira, es verdad: es una suertuda. Des-
ciende rápidamente del coche, tirando de
las dos perras (¡Safo! ¡Corinna!), avanza,
con pasos rápidos y cortos hacia la Papele-
ría. ¿Por qué corres? No hay prisa. ¿Yo,
correr? Es mi modo de andar. Pero no ceja
en el avance y sigo resoplando, detrás. En el
interior de la Papelería espera su turno
frente a estantes de libretas, blocks y car-
petas desquiciada y perfectamente ordena-
dos, envuelta ella en un olor a tiza y tinta
que la transporta quién sabe dónde porque
no oye lo que le digo ni atiende a las perras
dackel que reclaman atención dándole con
el rabo en las piernas (cruzadas, por cierto,
con las puntas de los zapatos hacia dentro).
Las perras dejan de mover el rabo y despis-
tan, tranquilas: deben de estar habituadas a
que su dueña se ausente delante de un
montón de libretas. Porque ida, en verdad,
parece. En un movimiento casual, automá-
tico, fantasmal, la mano roza una caja de
compases, encima del mostrador, y la —di-
cen— fría, impenetrable y competente di-
rectora de Lumen, vuelve (con tan decisivo
y electrizante contacto) en sí. Los ojos, bajo
un flequillo de cero en conducta, y tras las
gafas de aluminio más añejas de Barcelona
(Fueron las primeras en la ciudad, dice su
dueña, ahora, cuando son ya las últimas), se
iluminan con la curiosidad del reencuentro:
señala, bajo el cristal del mostrador, unas
plumillas perfectas para letra inglesa. No, el
bolígrafo que ha costado un cambio de ves-
timenta, la búsqueda de bolso, llaves,
agenda, salida de perras y media hora de
auto por la ciudad, no es un diseño especial
italiano o alemán: un simple y sencillo BIC.
¿Un boli especial? ¡Que tontería! ¿Qué te
ha hecho pensar tal cosa? Soy persona
de gustos y costumbres nada complica-
dos. Lo ha dicho con toda naturalidad,
como el espero que no nos cierren la Far-
1
macla, seguido del —ante mi gesto de ex-
trañeza— ya que estamos aquí, ¿vamos a
la farmacia, no? Recuerdo que me conta-
ron lo mismo pero al revés: alguien estaba
es casa de Esther Tusquets. De repente se
quejó de dolor de cabeza. Esther exclamó:
¡Optalidones! ¡No hay optalidomisl, y si-
guió lo del cambio de traje del mismo color,
las sucesivaS búsquedas de agenda, llaves,
etc. y el camino en coche hasta esta lejana
esquina con el ya que estamos aquí,
¿vamos a comprar un bolígrafo, no?, al
salir de la Farmacia y antes de entrar, por fin
y como ahora, en la Cafetería. Digo por fin
porque, por el modo de entrar en este pala-
cio de helados y chocolate —sin prisas, de-
jando a las perras ene! coche asegurándose
varias veces de dejar bien cerrada la porte-
zuela y algo abiertas las ventanillas—, din-
ase que era el objetivo de la expedición:
pero no, ella asegura que no, mirándome,
encima, extrañada. Ah, pero si yo creía
que querías tomar un café. Y apenas pro-
nuncio un bueno..., se esfuerza por mante-
ner esa excesiva (para ser cierta) seriedad
siempre sospechosa en la más aplicada de
la clase y me corta Bien, ya que quieres
tomar un café, tomaré un batido.., no, un
helado. Ahora, sí, ante la magia de palabras
como frambuesa, una media sonrisa, más
contenida que sus golosos deseos, contra-
dice muy a las claras el cejo fruncido tras
las gafas de aluminio. ¡Ah!, suspira satisfe-
cha de su elección, en la carta de helados,
como una colegiala que acabara de recoger
una papeleta con un sobresaliente. Pronun-
cio en voz alta la observación y, medio en
broma medio en serio, acentúa el fruncido
del cejo y la media sonrisa que va a más,
para formular una rectificación tipical Tus-
quets: En todo caso, se trataría de una
papeleta con matrícula, querida. ¡Ah! ¿Y
el bolígrafo? Lo he perdido. Mira que ba-
jar desde tan lejos para un boli y per-
derlo. Ah, no, aquí está. Y esta vez, sí,
aprovecho lo de mira.., desde tan lejos
para preguntar por qué, por una birria de
bolígrafo de los que sus hijos deben de te-
ner a patadas, hemos bajado... Los de mis
hijos son de mis hijos, puntualiza muy se-
ria refiriéndose a una niña de 6 años y a un
niño de 5. Saben que no pueden tocar
mis cosas. A cambio yo tampoco toco
las suyas. Insisto en el hecho no muy usual
de recorrer media ciudad para comprar op-
talidones o... Bueno, zy qué? ¿Qué tiene
que ver que delante de casa tenga una
farmacia y una papelería? No te en-
tiendo. Y mirándome como a un astronauta
Y más bien con franco desprecio: Yo nací
aquí, justo al dar la vuelta; y aquí viví los
primeros años de mi infancia, ¿compren-
des? Es despectivo, ahora, ese interrogante
como lanzado contra la insensibilidad de la
piedra. De pequeña me compraba las li-
bretas en esa Papelería, y en esa Farma-
cia, cuando entraba a comprar con mi
padre, me daban caramelos de menta,
¿dónde quieres que compre ahora los
bolis, eh? Mi duda ha ofendido profunda-
mente a la fría, racional, lógica, toda-mente
Esther Tusquets, quien, a veces, suele pla-
near en alta voz: Cuando mis hijos sean un
poco mayores y no tenga responsabili-
dades, me retiraré al piso donde nací, en
la Rambla de Cataluña, y llevaré la vida
que me dé la gana: seré una vieja dama
indigna.
La critica ha coincidido en señalar El mismo
mar de todos los veranos, primera novela
de Esther Tusquets, como una de las obras
más importantes aparecidas en el marco
narrativo de los últimos años. Leída la no-
vela de Esther Tusquets, al pasar por una de
esas calles arboladas que dan al mar y de-
tener la mirada, distraídamente, en cual-
quier balcón con aspecto de llevar tiempo
vacío y cerrado (esa apariencia desolada
que, de repente. puede prestar el propio es-
tado de ánimo, o un cambio de luces) es fá-
cil creer oír de nuevo la voz que desde las
primeras páginas de la novela atrapa al lec-
tor, lo arrastra hasta las habitaciones llenas
de nada y sombras para que ejerza las fun-
ciones de espejo justo en el momento en
que su discurso haya puesto en pie el pa-
sado de la protagonista, esa mujer que in-
tenta recobrarlo (para recobrarse) y, así, lo
(y la) refleje. Es un laberinto el resultado: la
protagonista que en plena madurez, entre
las paredes de las estancias vacías de su in-
fancia y adoleScencia, intenta un último y
desesperado salto al exterior. Pero sólo el
amor posibilita ese salto del laberinto. El
amor como una forma de vida, la libertad, el
placer, el juego es Teseo: alguien que llega
desde el exterior del laberinto, alguien ajeno
al medio social de la protagonista (la alta
burguesía barcelonesa), alguien no pertene-
ciente a su raza de enanos y que no ha cre-
cido lo suficiente hasta llegar a olvidar el
vuelo camino de Nunca Jamás, ni para
arrastrarse, mortecino, por una aniquiladora
existencia adulta, y adulterada; alguien lla-
mado transgresión. Y ahora Teseo es Clara,
una joven a la que la protagonista, casi a la
mitad de su vida, no seguirá porque sabe
que ya una vez despertó en Naxos sin Te-
seo —Jorge, suicidado, y su juventud anhe-
lante de libertad—, sabe que, perdida la es-
peranza, el dolor y la amargura son los guías
perfectos hacia el interior del laberinto y ha-
cia la elección definitiva: olvidar que existe
una salida al laberinto, olvidar a Teseo-
Clara-Jorge-Nunca Jamás y dormitar, harta
y rendida, el duermevela de la muerte en el
palacio del tedio regido por treinta años de
matrimonio nunca deseado y otros tantos
de apática participación en la burda masca-
rada de la cotidianeidad. Esta nueva
Ariadna que sabe que es tarde para dejar de
serio, la protagonista de esta historia —una
novela en parte de amor, de amor como
único medio para escapar a un mundo hi-
riente y repugnante donde impera la cruel-
dad y las relaciones de poder— ama en de-
fensa propia; pero es una Ariadna lúcida y
suicida que asume su verdad: ni ella, ni la
raza a la que pertenece ni la clase social que
representa tienen defensa. Y la abandona
—su defensa, su vocación de amar— al fi-
nal de esta novela tremendamente amarga
y cruel (soberbiamente escrita) para entre-
garse a una muerte lenta, obscena, una
muerte de asco y resignación que empieza
con la ejecución de los sueños y termina
bebiendo, sin sed, de la copa de la medio-
cridad, del displacer, de la mentira, de la
moral a la medida de,quienes la imponen en
un baile en el que, agentes todos de una
burda maquinaria, sólo caben, a pesar del
disfraz, dos papeles a representar: víctima o
verdugo.
El viento mece los visillos blancos, transpa-
rentes, como en una lenta convalescencia
o, pronta ya la luz de media tarde a crepus-
cular, como decorado inevitable de una
conversación adolescente. Pero Safo, la
más ädulta de las perras, tiene una mirada
demasiado sabia para permitir juegos re-
gresivos y Esther Tusquets, Madame Lu-
men para los amigos, se arrodilla sobre un
sofá, se sienta sobre los talones, apoya las
manos sobre las rodillas y, abandonando el
aire de novillos con que compró el bolí-
grafo, adopta la seriedad de la del primer
banco de clase. Para el personaje de la
novela, y para mí, el amor es el eje de la
vida, el eje alrededor del cual gira todo y
el vehículo que nos pone en contacto
con las otras cosas valiosas. Con el agra-
vante de que la visión del amor de la pro-
tagonista del libro es la visión del amor
romántico, total, que se plantea con
unas exigencias ilimitadas y que quizá
por esto termina siempre en una frustra-
ción. Casi todo el mundo, en algún mo-
mento de su vida —o en varios—, ha tenido
esa visión del amor. No, ni mucho menos.
Creo que es más frecuente en las muje-
res. Los hombres se trazan un proyecto
de vida en el cual es más importante la
profesión, lo social, lo político, y buscan
una posible compañera para este pro-
yecto de vida. Pero lo importante es el
proyecto, no la compañera. Creo que hay
muy pocos hombres que consideren que
lo básico es amar. Es en tales momentos,
cuando coge carrerilla en lo de pensar (fa-
cultad que en ella se convierte en vicio) y en
lo de sentenciar, cuando presenta esa fa-
chada que la hace suponer segura e impe-
netrable a quienes la conocen poco. ¡Pre-
fiere un éxito profesional, social, político, o
amoroso...? Mira, guapa, no seas tonta, si
empezamos así... Sabes perfectamente
que me revientan los triunfadores en te-
rrenos como el trabajo o la política, al
menos cuando utilizan estos terrenos
como medio para el ejercicio del poder.
Quería decir, al hablar del amor, que si
se produce una relación importante, se-
ria y profunda entre un hombre y una
mujer, creo que en esta relación la ma-
yor parte del esfuerzo y del tiempo lo ha
puesto la mujer. O sea que, básica-
mente, la relación la ha creado casi
siempre la mujer y el hombre se ha limi-
tado a permitírselo y a secundarla. Tam-
poco creo que el fracaso amoroso tenga
en la mayoría de los hombres el carácter
de fracaso total que tiene en la vida de
muchísimas mujeres. Nos entregamos a
65
un ejercicio habitual: pasar lista de conoci-
das (os) y amigos las). En efecto: nos sale,
como resultado, un ejército de plañideras
que abandonaron abuelas en asilos, mari-
dos respetables, hijos sanos, carreras im-
portantes, estrellatos del mundo del arte y
del espectáculo por hombres: mujeres que
arruinaron fabulosos patrimonios, que trai-
cionaron sentimientos nobles y puras amis-
tades, que dieron piernas, o un ojo, a cam-
bio del amor, y han acabado en la más ig-
nominiosa servidumbre, o en la calle, u olvi-
dadas en el arroyo. Sí, un ejército de dolo-
rosas contra uno de... No, no es broma. No
sé de qué nos reímos. Es un hecho muy
grave. Se rasca el mentón, se sacude el fle-
quillo que se le había puesto de nuevo de
cero en conducta. El resultado del escrutinio
ha sido lamentable y apoya las palabras de
Madame Lumen que, de nuevo, adopta, con
las piernas encogidas, el aire serio de entre-
visfada, lo cual me obliga a hacerme la en-
trevistadora y preguntar las causas, el por
qué. Sí, eso, ¿y por qué, eh, por qué? Esther
Tusquets abandona la complicada postura
y el sofá para ir a atender los quejidos de
una de las perras, Corinna, la más joven (y la
más tonta, añade su dueña), que tras un
embarazo imaginario, lame un libro de Lu-
men creyéndolo una cría Durante siglos, o
quizá durante milenios, se nos ha edu-
cado para el amor y la familia como vo-
cación única y se nos ha enseñado que el
fracaso consiste en no presentarnos so-
cialmente en pareja. Todavía hoy, a nivel
de estupidez social, a una mujer, por
grandes que sean los éxitos conseguidos
en el campo profesional o político, siem-
pre se la puede considerar una fracasada
por el mero hecho de no exhibir un ma-
rido o unos hijos, como si la profesión
fuera una segunda opción para las ciuda-
danas de r categoría que no hubieran
logrado afirmarse como madres y espo-
sas.
El mismo mar de todos los veranos pre-
senta, creemos que por vez primera en la
narrativa hispánica, una historia de amor
entre mujeres. En un amor homosexual
puede darse el caso que una de las dos
partes asuma el rol masculino (o el fe-
menino si se trata de una pareja de hom-
bres), entonces los vicios que considero
más graves en el amor (establecer una
relación de poder y dependencia, y fo-
mentar en el otro los sentimientos de
culpa, o sea, cohartar las iniciativas y li-
66
bertad del otro) se dan por igual. Pero
creo que en relaciones homosexuales es
más fácil alcanzar, algunas veces, es-
quemas atípicos, en los que no aparez-
can el papel de dominador ni dominado.
Me ha costado mucho llegar a descubrir
que el amor no consiste en una entrega
total ni en una renuncia de uno mismo,
ni en inventarnos al otro magnificándolo,
y mucho menos en imponerle la felicidad
que inventamos para él. Creo, ahora, que
el primer paso del amor es algo tan tonto
y tan sencillo como "dejar en paz al
otro", aceptarlo. Ha contenido una hipo-
critona sonrisa al decir lo de sencillo.)
Quizá, desde un mutuo respeto y un re-
cíproco esfuerzo por entenderse y dar
aquello que el otro pide o necesita y no
lo que a nosotros nos resulte gratif
cante dar, puede llegarse a algo bas-
tante parecido al amor y mucho menos
destructivo que lo que entendemos nor-
malmente por relaciones amorosas.
Creo que, en este aspecto. la novela
marca un punto de cambio y es como un
balance o ajuste de cuentas con ciertos
vicios de comportamiento que quisiera
dejar atrás. Porque me parece un poco
grotfsco que personas adultas andemos
por ahí en busca de una imagen literaria
del amor y haciendo pagar a amigos y
amantes el hecho —creo que casi uni-
versal— de que a todos nos amaron
poco y nos entendieron mal de pequeñi-
tos. Y ahora sí se ríe abiertamente tras se-
mejante explosión de sensatez. ¿No que-
dara demasiado sentimental, verdad?
Bueno, que tampoco quede demasiado
sentencioso ni serio. No debe preocu-
parse. Ya son tres los libros (perritos) que
lame Corinna mirando, suplicante, a su
dueña para que no se los arrebate. La pro-
tagonista de su novela elige permanecer en
el asfixiante y agónico laberinto. La autora
sonríe, sádica y satisfecha. Sí, el final de la
novela es pesimista para la protagonista
que, en realidad, está ya fracasada antes
de que empiece la historia con Clara,
porque la verdad es que me parece más
realista y más revulsiva esta incapacidad
para escapar a la trampa en que la socie-
dad, y ella misma, la han metido, que un
final ingenuo y feliz con una tardía e im-
probable toma de conciencia. La prota-
gonista lleva demasiado lastre y ha co-
metido demasiados errores para que su
lucidez, su inteligencia o el amor de una
adolescente le permitan ya iniciar una
vida distinta. Y es curioso que mientras
la mayoría de lectores y críticos me han
identificado, en parte, con la narradora
protagonista nadie haya insinuado que
también en Clara hay mucho de mí. Ya
está: el tono con que ha pronunciado las úl-
timas frases la ha delatado: Esther Tus-
quets, que se muestra poco impresionada
por la entusiasta acogida de la crítica y,
también, por una que otra asnada de firma
moralizante, se ha dejado arrastrar por el
mosqueo de que nadie la identifique con
Clara quien, al fin y al cabo, no es más que
una futura protagonista. No, para Clara to-
davía son posibles muchas cosas. En la
vida, pasado cierto número de equivoca-
ciones, el ser humano es difícilmente re-
cuperable. Clara ama de un modo ado-
lescente y poco maduro, pero aún tiene
que crecer y puede no caer en todas las
trampas. Me veo obligada a salir en de-
fensa de la pobre protagonista, con quien la
autora (además de procurarle el amargo y
trágico fin de la novela) parece ensañarse
con gusto. Después del suicidio de Jorge,
en lugar de dar un paso hacia adelante,
cae en el error de volver atrás y asumir
una realidad que desprecia pero en la
que se apoya: cae en el error de aceptar
un marido al que no ama, de seguir con
él muchos años. y, sobre todo, cae en el
error de seguir creyendo, siempre, que
la ayuda tiene que llegar del exterior. In-
cluso se lamenta del abandono de su
madre o de su hija, por más que sepa
que no la van a ayudar en la dirección en
que debía ser ayudada. Por fin, rasca que
rasca, ha conseguido hacerse sangre en el
mentón. Y no para hasta... Si, ya sé, me
haré un agujero. Mira, tengo más. Em-
piezo a rascar y... No pongas esas cochi-
nadas. eh . No, por supuesto. Aquí lo im-
portante es la novela. Teseo-Jorge-Clara...
¿por qué Ariadna necesita del amor, de Te-
seo para salirse del laberinto? Creo que es
un problema de educación. Creo que
todos, hombres y mujeres, estamos pé-
simamente educados y llegamos a los 10
años con unas estructuras nefastas para
enfrentarnos con la vida, porque a las
mujeres nos educan para que esperemos
a un Teseo o un Príncipe Encantador que
nos libere del dragón o nos despierte de
cien años de sueño. Pero a los hombres
los educan para competir en la matanza
de dragones, es decir, los educa`n para
 ser fuertes, competitivos. etc. Me pa-
rece tan grave que a una niña le digan
"las niñas no se suben a los árboles"
como que a un niño se le diga "los hom-
bres no lloran". La protagonista de El
mismo mar de todos los veranos, al
aceptar el propio fracaso y sumirse en una
agónica autodestrucción, intenta destruir, a
la vez, a la clase a la que pertenece, com-
puesta por "una raza de enanos" que se
creen dioses, la alta burguesía barcelonesa
que... El ataque a la burguesía, en la no-
vela, es marginal. Si algún día escribo
una novela o un ensayo centrado en la
burguesía catalana, el ataque será 'pero,
mucho más frontal y mucho más pro-
fundo. Ojo, quien avisa no es traidor. Pa-
rece que las relaciones establecidas sobre la
base del poder le repugnan bastante. Si. y
eso que en las relaciones de poder me ha
tocado, por nacimiento o por vocación,
estar al lado de los opresores y tiendo, o
he tendido (pasa a utilizar el pasado con
cara de prometer enmendarse) a estable-
cer, en mis relaciones personales, rela-
ciones de dominio. Pero ya estoy harta
tanto de ejercer yo el poder como de que
lo ejerzan sobre mí. Me he cansado del
papel de dominadora y me he cansado
del papel db seductora. Recuerdan el
mango del paraguas de Mary Poppins, en
forma de cabeza de pájaro severo que, ha-
ciendo de voz de la conciencia, le decía a la
institutriz cuando intentaba aparentar du-
reza: os, quién quieres engañar, Mary Pop-
pies? Lo que me molesta especialmente
de la burguesía catalana es que ni si-
quiera tiene las cualidades de otras bur-
guesías europeas, ni las que tuvo, quizá,
durante el cambio de siglo. La perra Co-
rinna se sube al sillón con un nuevo hijito re-
cién nacido al que lame con amor: se trata
de Arturo y Clementina, uno de los cuen-
tos infantiles feministas de Adela Turín edi-
tados por Lumen. Creo que el feminismo
es una de las cosas más importantes que
han sucedido en el mundo en los últimos
años, importante no sólo (y para) las mu-
jeres que se encuadran en movimientos
activos y militantes, sino porque ha dado
lugar a un auténtico cambio de mentali-
dad: es un cambio acelerado y sin posi-
ble marcha atrás, en un momento en que
hacen crisis las ideologías. Me considero
feminista "por lo libre". En realidad,
comparto casi todos los puntos reivindi-
cativos del feminismo, pero me molesta
la creación de un ghetto (odio todos los
g hettos y quizá más los que se crean
desde dentro) que excluye la participa-
ción de los hombres, y la propuesta de
una cultura autónoma femenina opuesta
a la cultura supuestamente machista
que ha imperado hasta ahora. Creo en
una única cultura en la que las mujeres
han tenido siempre cierta parte y que
podría ser modificada, pero no escin-
dida, al recibir un aporte mayor de parti-
cipación femenina.
Esther Tusquets me deja en compañía de la
perra Corinna, madre ya de cuatro libros la-
"Es un poco grotesco andar por el
mundo en busca de una imagen
literaria del amor"
"Me revientan los triunfadores en
terrenos como el trabajo o la polí-
tica"
midos, relamidos y alimentados, para ir a
dar de comer a los canarios de cría domés-
tica. ¿No queda demasiado serio todo lo
que he dicho? Tampoco quisiere quedar
como una sentimental... De nuevo su
preocupación por lo de sentimental. No
hay poz qué preocuparse. La apodan "la
toda-mente", pero consta en la guía telefó-
nica el número de teléfono de una línea que
debieron añadir a la de la editorial para
atender llamadas destinadas a una de las
ocupaciones de Madame Lumen: recoger, y
buscar hogar dulce y acogedor, a perros,
gatos... abandonados. Sus grafistas cola-
boradores ya están hartos de arreglar los
desastres dibujísticos que hace sobre un
mapa de la ciudad en el que ella va ta-
chando los bares y cafeterías de su juven-
tud ("Oro del Rhin", "Terminus", "Mi-
lán"..,), que van derruyendo para construir
bancos. Su fama es de persona exigente.
Si. creo que lo soy, conmigo misma y
con los demás. En realidad me lo he oído
decir tantas veces que tengo que pensar
que es cierto. También la I llaman Intransi-
gencia Tusquets, y entre el grupo de sus se-
guidores (que, por cierto, forzoso es reco-
nocerlo, ella no "cuida". Quiero afecto, no
halago) es frecuente oír "Ella" no transige
con fulanito, o Esto no lo admitiría
"Ella". Ella se reconoce intransiguente en
aspectos como: No puedo transigir jamás
con la crueldad deliberada. Sobre todo
cuando se ejerce sobre seres indefen-
sos. En esto coincido con Céline, que se
conmueve básicamente ante el sufri-
miento de los niños y de los animales;
sólo que he aprendido que, con mucha
frecuencia, también los adultos son tan
vulnerables y están tan indefensos
como un perro perdido, o un niño gol-
peado. Aparte de la crueldad (me desca-
lifica para siempre a quien la ejerce) me
fastidia muy profundamente todo lo que
pone en duda la básica igualdad entre los
hombres. O sea, cuando se discrimina a
alguien por causas nacionalistas, racis-
tas o de clase me siento personalmente
herida. En España, desde la enseñanza
primaria, nos enseñaron, entre las virtu-
des de los españoles, la falta total de xe-
nofobia. Estábamos muy orgullosos de
que, entre nosotros, no se diera el odio o
el desprecio a los negros, cuando la ver-
dad es que no los había. Pero ha bastado
una considerable inmigración de chile-
nos, uruguayos y argentinos, supuesta-
mente pueblos hermanos, para que se
ignoren desde arriba tratados y conve-
nios, y para que surja a, nivel de calle,
una xenofobia de la que, se decía, éra-
mos incapaces. Creo que las actitudes
individuales deben responder a una mí-
nima coherencia y que las personas que
pretenden reservar para los ciudadanos
"del pais" el derecho al trabajo y a la su-
pervivencia deben reconocerse muy
próximos a las actitudes más reacciona-
rias y fascistas. En Catalunya había ya
indicios anteriores en el trato dado a los
inmigrados de otros puntos de España.
Palabras como "murciano", "xarnego",
etc, descalifican, para mí, a la persona
que las utiliza como posible candidato a
la izquierda. Cuando empiezan a decir
los alemanes son tal o los americanos
son cual, empiezo a no entender nada. Y
no sé por qué tiene que interesarme mes
lo que le pasa a un catalán que a un tipo
de Hong Kong , si el de Hong Kong está
aquí. Si está en Hong Kong ya es otra
cosa. Esther Tusquests, en su novela, pre-
senta una concepción del mundo, del ser
humano y de la sociedad realmente
amarga. Mi visión de la humanidad y de
la marcha que sigue el mundo es más
bien pesimista. Hace pocos días me de-
cía un amigo que si no leo periódicos es
porque no quiero afrontar la realidad de
lo que está pasando. Es cierto. Cada vez
que leo un periódico hay tres o cuatro
noticias que dan ganas de borrarse de
ser hombre. Hace unos meses, en una
ciudad francesa, una adolescente arge-
lina robó un sujetador en unos almace-
nes. La sorprendieron y le hicieron dejar
a sus hermanitos como rehenes, mien-
tras ella iba a contarles a sus padres que
era una ladrona: se suicidó antes de lle-
gar a casa. ¿Entiendes? Ante hechos de
este tipo me da vergüenza ser un ser hu-
mano, porque lo peor es que ni siquiera
estoy segura de que el encargado de se-
guridad del almacén, o lo que fuera, seo.
un ser especialmente perverso. Mejor,
mejor que no lea los periódicos, al menos
que no nos lo cuente. En cambio otras
veces... Una amiga me contó que en
Chile, donde la abundante cabellera ne-
gra era considerada un importante ele-
mento de belleza femenina, la policía
cortó el cabello a las prostitutas, y en los
días siguientes las mujeres "decentes"
se cortaron el pelo (supongo que no
todas, claro). Ante actos así pienso que
no me desapunto del género humano.
Además, sería un poco dificil pasar a ser
canguro u hormiga, ¿no? El caso es ser, lo
que sea, aun humano. Es una viciosa de la
existencia. Francamente, para no ser
nada tendremos toda la eternidad. Aun-
que eso de "eternidad" es un concepto
con el que no me manejo demasiado
bien. Sólo faltaría. En realidad creo que
una de las cosas apasionantes de la vida
puede ser luchar por un mundo mejor,
aunque soy una luchadora bastante es-
céptica. Lo mío es luchar sin fe, y esta
falta de fe puede no restar eficacia ni en-
tusiasmo. Y simple y sencilla como siem-
pre fue, ella dijo: Véase "El Siglo de las
luces".
67
 TROPICO DE
PALINURO
•
Entrevista con Fernando del Paso
Se suele decir que un novelista es quien es-
cribe una novela. En Palinuro de Mé-
xico( I ) el fenómeno se ha dado a la in-
versa: la novela ha descrito al escritor:
Fernando del Paso.
El ejercicio escrito de Palinuro es el de
esas obras de literatura, que fundan un ge-
nero o lo deshacen; que si bien el desa-
rrollo del argumento puede guardar un pa-
recido con la escritura de Proust, eviden-
cia. en cambio, que la síntesis autobiográ-
fica de la Recherche, es irrepetible.
Paso, como Miller, ha creado también su
T(r)ópico: el de Palinuro. No es exclusiva-
mente el tratamiento de las consecuencias
eróticas lo que sugiere Miller, sino ese todo
de instantes entrecruzados que configuran
la existencia de Palinuro y su tiempo limi-
tado de innumerables anécdotas capricho-
sas, a veces irritantes, que va explicitando
(locutor/Palínuro) en una amalgama de
detalles sin la más leve inclinación al con-
suelo, que paradójicamente, y en oposi-
ción, nos ofrece Woody Allen en el mé-
todo veloz que haga posible la lectura de
''Los Hermanos Karamazov" (o Patinuro)
en quince minutos.
La sustancia del texto está más próxima a
la comicidad de Miller, que al humor de
Durrell, quien en todo su Cuarteto de Ale-
jandría jamás se plantea las búsquedas de
la "verdad", sino que actúa, de un modo
más poético, como un restaurador de som-
bras; al igual que Carlos Fuentes, en "Te-
rra Nostra", y de la que sólo una lectura
defectuosa puede negar el humor.
68
ERNESTO PARRA
Existe, a su vez, en Palinuro un trata-
miento surrealista de vitrina, mejor dicho
de disección, en el que de haber aparecido
Ubu, iría investido con las galas de Ram-
ses, cadáver apócrifo, más que exquisito.
La ironía y el humor son el "caldo de cul-
tivo" de la escritura del surrealismo.
Como bien dijo algún critico(2) de la citada
novela: "Palinuro, en efecto, abre el grifo
con grandes aspavientos y sudores. Pero ni
gota."
Palinuro es como un parque sembrado de
referencias, con los setos recortados, bien
podados en aras de una "perfección" au-
toimpuesta, necesaria para que Palinuro,
"spiker" de enciclopedias o bibliotecas pú-
blicas, articule un discurso de figuras quie-
tas en torno a un puzzle engañoso, donde
intercala sus recuerdos, retratos de familia,
Pink Floycl, Robert Taylor, todas las
rosas, todos los animales, todas las plazas,
todos los planetas, todos los personajes del
mundo. Empresa que se puede tildar de
ambiciosa, la de reunir tantos y tanto en
un libro, si tenemos en cuenta que Noé,
con un arca, sólo optó por una pareja de
animales. La escritura es un habito de im-
perfección y no, de ninguna manera, una
escalera para subir al cielo como no sea (ni
tan siquiera) el del paladar. Por ejemplo, la
escritura existe y Palinuro la necesita para
no asemejarse a un mármol de Carrara, di-
señado con cautela y disimulo entre dentri-
tas y estalagtitas de majestuosa retórica cli-
nica. Es Palinuro un ejercicio de fuerza (de
voluntad) más que de astucia, a diferencia
de otro alegoricamente opuesto de Mo-
liere, donde el médico se mete en camisa de
once varas, y aqui, el enredado es Fer-
nando del Paso, en esta ocasión módico a
palinu ros.
— z Se ha constituido "Palinuro" en
torno a una disociación entre la vida y el
sentido, entre lo temporal y lo esencial, o
se trata más bien de una "reconciliación
entre contrarios"?
— Unión de los contrarios: la vida y la
muerte, la tragedia y la comedia. Y citaré a
Marino: "anciano de pecho y niño viejo;
culto ignorante; desnudo con coraza; feliz
error; hielo ardiente; paraiso infernal y ce-
leste infierno". Todo, en fin. lo que es el
eterno abismo de la discordia concordante
o la concordia discordante. El caos organi-
zado. Aprovecho la coyuntura para men-
cionar una vez más que Rafael Conte cata-
loga a Palinruo, junto con otras produc-
ciones recientes de la novelistica latinoa-
mericana —El Otoño del Patriarca, Terra
Nostra—, dentro de una etapa manierista,
decadente. Desde que Conte dijo esto, al-
gunos criticos y periodistas que no se ha-
bían enterado de lo que era el manierismo,
ni conocian la obra de Gustav René
Hocke, dieron por hecho que asi era.
Conte tiene razón en parte —aunque sólo
el tiempo dirá si esta etapa pertenece a la
ascensión hacia la cima, o al descenso ha--
cia la sima—, pero él sabe porqué la tiene,
y los demás, muchos de ellos al menos, no
lo saben. Palinuro de México, como otras
de las novelas mencionadas, reúne varias
de las caracteristicas del manierismo,
como lo son lo paradójico —y lo parajó-
dico--, lo ambiguo, lo ingenioso y la
unión de los contrarios. Pero "Palinuro"
es un libro consciente de ello. Hay varias
alusiones al manierismo a lo largo del li-
bro. Sin embargo, ni el manierismo ni nin-
guna de las grandes decadencias en el arte
se han distinguido por el humor, y Pali-
p uro de México es una novela donde
abundan diversas clases de humores, desde
el negro hasta el verde, desde el más sofis-
ticado al más vulgar. ¿Nuevamente la
unión de los contrarios? ¿Que es lo contra-
rio del humor: la seriedad? "Palinuro" es
un libro terriblemente serio.
— Octavio Paz asocia en Fernando Pes-
soa la facultad creativa de hacer y nom-
brar con la conciencia de "irrealidad his-
tórica", y dado que en "Palinuro" la
Historia ocupa un papel tan concreto
como destacado, ¿en qué proporción de
compatibilidad o incompatibilidad se ha-
lla en "Palinuro": creación literaria y
análisis histórico?
— Nunca me canso de citar a Borges,
cuando dice que prefiere, a lo histórica-
mente exacto, lo simbólicamente verda-
dero. Es decir, en el contexto de la creación
literaria. En el caso de Palinuro, no existe,
no podría existir un análisis histórico, por-
que los acontecimientos alrededor de los "El Teatro de la Memoria" en Terra Nos-
cuales gira el libro, no están lo suficiente- tra, "La Isla de lo que Pudiera Haber
mente lejanos como para ofrecérsenos en Sido" en Palinuro. Y la que quizás es la
una perspectiva más o menos clara. De semejanza fundamental: la toma de con-
cualquier modo, no es la tarea del novelista ciencia de la pluralidad del individuo y la
la de hacer un análisis histórico. Desde singularidad de los seres humanos. Yo soy
luego, a lo menos que uno puede aspirar, todos. Todos son yo. Toma de conciencia y
es a no faltar a la verdad a sabiendas. Y fatalidad que se muestra en el desdobla-
aunque algunas verdades tienen varias miento múltiple de los personajes —esto
caras, la honestidad de un escritor que re- aparece ya en Proust, como recordarás—;
crea una realidad histórica, es la de decir la en el hermafroditismo, fisico o psíquico;
verdad que más se identifica, a su leal sa- en los personajes formados con pedazos de
ber y entender, con su posición ante la so- otros, "Cenizas", reliquias de santos y de
ciedad de su país, de su mundo, de su apóstoles; fragmentos y pellejos, quijadas,
tiempo. Y me refiero, por supuesto, a una rodillas y ojos de otros personajes de la li-
posición política. No creo que nadie, en teratura universal: pero qué nos queda ya
nuestra época, pueda ser apolítico. Se por hacer. No es desde luego, nada gra-
puede ser creyente en Dios, o ateo, porque tuito que el símbolo de Palinuro sea Arle-
aunque no está probada la existencia de quín, cuyo traje es "una sucesión de par-
Dios tampoco está demostrada su no-exis- ches y retazos ordenados amorosamente
tencia. Pero la política está referida a una por unas manos hábiles y pacientes: luego,
realidad concreta que nos persigue en la una catedral de losanges; más tarde, con el
calle, en la televisión, en la prensa diaria. tiempo, con la humedad y con la polilla, de
Ser apolítico, o creer que se es apolítico, nuevo un montón de andrajos". El chaleco
equivale a cerrar los ojos a esa realidad. Y del primo Walter, de rombos de colores, es
eso es ya adoptar una posición politica: es de nuevo Arlequín. Y todos los personajes
hacerse cómplice de las dictaduras, de las están hechos con retazos de otros.
oligarquías, de las empresas multinaciona-
les, de los asesinos del Ché Guevara, de los — Erotismo y literatura se combinan en
que arrojaron la bomba en Hiroshima y el Palinuro: coinciden una minuciosidad na-
napalm en Vietnam. De los que hirieron a rrativa a lo Marcel Proust, con una es-
muerte a un estudiante en la Plaza Mayor pontaneidad epidérmica mis próxima a
de México. Henry Miller...
— No eres tú la primera persona que reía-
— Se puede establecer un paralelismo,
nada gratuito, entre Terra Nostra y Pali-
nuro de México, pero, ¿cuáles serian,
desde tu óptica, las similitudes y diferen-
cias existentes entre ambas?
— Comenzaré por las diferencias. Por lo
pronto, Terra Nostra es 58 páginas más
gorda. El humor es también aqui algo en
lo que difieren. En Terra Nostra casi no
hay humor. Lo que no quiere decir que por
esa razón sea ni mejor ni peor, sino dis-
tinta. Y en fin, aparte de las diferencias ob-
vias, que no habría casi que mencionar
como el asunto central de los dos libros, la
época o épocas en que están situados, etc.,
existe otra diferencia fundamental. En Te-
rra Nostra hay una intención arcaizante en
el lenguaje. Hay también una dolorosa, lú-
cida y espléndida labor de composición en
ese sentido. En Palinuro creo que la inten-
ción, o el resultado, o las dos cosas, son
distintas en lo que al lenguaje se refiere.
Terra Nostra es, en muchos sentidos, un
prodigio verbal donde el lenguaje, más que
en ninguna obra anterior de Fuentes, está
al servicio de sí mismo. En Palinuro quise
emplear el lenguaje al servicio de la ima-
gen plástica y sobre todo de la imagen su-
rrealista. Las semejanzas, el manierismo
de ambas, como ya quedó mencionado. La
bella decadencia. Lo dionisíaco opuesto a
lo apolíneo, el exceso, el barroquismo. Al-
gunas más concretas: el interés por la his-
toria de Europa en sus vinculos con la de
nuestro continente y en particular con la
de México; la inquietud por la Ucronia:

ciona a Henry Miller con Palinuro. Hace
poco más de dos años, cuando apenas la
primera mitad de la novela estaba ya revi-
sada y terminada casi por completo, pasó
por Londres un intelectual latinoameri-
cano, que insistió mucho en que yo le diera
algunas páginas a leer. Leyó cerca de dos-
cientas —iba a estar varias semanas en
Londres—, y después me dijo que el trata-
miento que yo daba al erotismo no era
nada nuevo; que ya Henry Miller había he-
cho algo semejante hacía muchös años, de
manera que resultaba inútil repetir el expe-
rimento. Yo no estuve ni estoy de 'acuerdo
con él. Creo que en ciertos capítulos, como
en "La Priapiada", la obscenidad —no el
erotismo—, podría cumplir el papel que
Lawrence Durrell le atribuyó a la obsceni-
dad en Henry Miller: una técnica de con-
moción. Admiro mucho a Miller, pero lo
que más me gusta de él no es el trata-
miento que le da al sexo, aunque me haya
resultado sorprendente en una época.
Cuando Miller trata el sexo hay quizá más
vulgaridad que poesía. En Palinuro, mi
intención fue hacer más poesia que sexo, y
al mismo tiempo, una caricatura de la por-
nografía. Y toda caricatura es una crítica.
Dije fue mi intención, porque el resultado
depende menos de mí que de los lectores.
Por otra parte, uno nunca sabe qué es lo
nuevo y qué es lo viejo para las nuevas ge-
neraciones. Henry Miller, y todo lo que e0
cribió, es ahora nuevo en España, donde
no lo conocían sino unos cuantos inicia-
dos. Por supuesto, la sorpresa es de otra
clase, y quizá de otra magnitud. Lo más
70
curioso es que uno de sus libros precedió a
Palinuro publicado por la misma editorial.
con un gran éxito de libreria. Y Proust...
bueno, qué más quisiera yo que tener el
valor de escribir un libro con la minuciosi-
dad narrativa e introspectiva como À la
recherche. Las primeras veinte, o cin-
cuenta páginas de Palinuro, que escribí en
México, en 1967 y principios del 68
—antes del conflicto estudiantil—, eran
muy proustianas, con resabios lezamali-
meños. Pero de ellas no quedó nada, o casi
nada. Cambió el tono del libro, cambió su
aliento, cambió todo, y de cualquier ma-
nera, no encontré .9 tiempo perdido. En
fin, que mi personaje le pide perdón a
Proust por mezclar y casi confundir los
crisantemos de Odette con la espontanei-
dad epidérmica de Estefania y la picaresca
obscenidad de Palinuro y secuaces. En el
capítulo 23, cuando Palinuro habla: "Vea-
mos qué dice la enciclopedia acerca de los
pedos'', YO —o sea el personaje que habla
siempre en primera persona—, le contesto
(le contesta): "Shhhh... Habla más quedito:
te va a escuchar Madame de Villeparisis."
— ¿Qué ne,esidad te ha movido a escribir
Palinuro?
— Nunca he podido descubrir, razonar a
fondo cuál ha sido esa necesidad, que ha
aparecido distinta en el caso de José Trigo,
y en el de Palinuro. Quizá son varias nece-
sidades. O una sola, muy compleja, for-
mada por numerosos imperativos que se
complementan unos a otros. Como los
poetas, como los filósofos, busco la ver-
dad, sabiendo, de antemano, que la bús-
queda es desesperanzada, pero no inútil: en
esa búsqueda se encuentran, a veces, ver-
dades parciales, que uno no sabia que es-
taba buscando hasta que se topa con ellas.
Busco la verdad más profunda de mi ser
como hombre, como artista. Busco tam-
bién la verdad, o quizá debería decir en este
caso la identidad, a otro nivel; mi verdad
como mexicano, como latinoamericano,
como ente social que tiene, como decia
Juan Ramón Jiménez, la cabeza en el cielo,
los pies en la tierra y el corazón dolorosa-
mente distendido (cito de memoria). Pero
hay otras necesidades que me mueven,
menos solemnes, menos telúricas, más
simples. La vanidad de contar, de ser un
buen relator, de imaginarme a los lectores
sonriendo, asombrándose con las historias
que cuento, con las situaciones, con los ab-
surdos. En José Trigo sentí la necesidad de
exprimir el lenguaje. En Palinuro, de ex-
primir la imaginación plástica, a través,
claro, del lenguaje; la imaginación deli-
rante, psicodélica, alucinante. Pero sentí
también la necesidad de no llevar esos ex-
perimentos —o exprimimientos— a tal
extremo que se volvieran ilegibles. En José
Trigo no lo logré del todo. Es un libro
denso, en el que hay que entrar con el ma-
chete desenvainado. En Palinuro, creo, se
puede patinar y dejarse llevar por el vér-
tigo, aunque haya uno que otro capitulo un
tanto denso. Sentí también la necesidad, en
Pallnuro de México, de conocer la verdad
del conflicto estudiantil de 1968, y de sa-
ber por qué ese conflicto, a pesar de que no
hubo en él un millón de muertos, como en
la Revolución Mexicana, ni diez mil, con-
movió de una manera tan profunda a la
mayoría de los intelectuales mexicanos, y
los cambió para siempre. Aún no lo sé,
pues como te dije antes, se trata de un
acontecimiento demasiado cercano. Quizá
lo sepa algún día. Pero volveré a citar a
Palinuro: "Con la sangre de diez estudian-
tes se podría pintar todo el Palacio Nacio-
nal."
— La escritura de Palinuro, ¿debe ser to-
mada como sicodrama, como "fiesta de
locos", y, en definitiva, búsqueda de iden-
tidad y subversión de la norma?
— Si, hay en "Palinuro", como te dije
antes, una búsqueda no tanto desesperada,
como desesperanzada, de la identidad.
Fiesta de locos, lo es. Pero no en la medida
en que lo parece, sino en la medida en que
refleja esa fiesta de locos que es la vida y es
la Historia. El capitulo "Una misa en tec-
nicolor" parecería eso, pero en el fondo no
lo es. Y quizás este capítulo ilustraría,
junto con el de "O my darling Clemen-
tine", lo que llamas un psicodrama. Y "La
Misa", un psicodrama psicodélico y psico-
deifico, aunque todo medio en broma y
medio en serio. La verdadera fiesta de
locos es quizá "Palinuro en la Escalera",
parodia, comedia y tragedia de y sobre el
conflicto estudiantil de México de 1968,
porque no sólo Paris sino México era una
fiesta entonces, con todos los pintorescos
ingredientes clásicos de las fiestas mexica-
nas, incluyendo el desenlace lleno de vio-
lencia y sangre. Pero era, fue, una fiesta de
locos porque los estudiantes, y todos aque-
llos que vivimos con ellos la emoción, la
inocencia y la insania del momento, no sa-
bíamos qué estábamos celebrando. Cele-
brábamos algo que aún no había nacido.
Celebramos el nacimiento de un feto que
estaba ya muerto. Trabajos de Amor Per-
didos: "un niño que por no haber nacido
jamás murió, y que sin embargo, por ha-
ber muerto, jamás vivió".
— Entresaco de la novela: "Todo lo que
usted deseaba saber acerca de Palinuro
(pero que tenia miedo de preguntar)",
para que ofrezcas una parodia de Woody
Allen cuando abordas el mundillo tragicó-
mico de la publicidad...
— La parodia de una parodia seria algo te-
rriblemente serio. Tendria que serio. El es-
piritu de Woody Allen está en Palinuro,
lo habita en parte, y no sólo en "Las Islas
Imaginarias" sino a lo largo, y sobre todo
a lo grueso del libro. En el primer encuen-
tro de Palinuro —recordare aquí que los
amigos de Palinuro contaron hasta 45 apa-
riciones, y que en muchas de ellas estaba
desnudo, como casi siempre que venía al
mundo—, Palinuro pone un pie en un
banco —bueno, en realidad es en el capí-
tulo del "Ojo Universal", es ya un se-
gundo, infinito encuentro—. Pone un pie
en un banco, decía, y... espérate; mejor lo
cito textualmente. "Gracias, todo es inútil:
la vida no me sonde, sino que se ne de mi
a carcajadas"— se lamentó mi amigo Pali-
nuro y puso un pie en un banco que tenía
al lado como si fuera a subirse a un pedes-
tal. Pero se detuvo y por eso siempre lo re-
cordaré asi: mitad humano y mitad escul-
tura, mitad desconocido y mitad héroe,
mitad el Palinuro que se enredó en las
abreviaturas de la vida y mitad el Palinuro
que triunfó sobre la opinión pública y las
inclinaciones crepusculares. Es asi como
Palinuro se define no como el héroe de la
novela, pero tampoco exactamente como el
anti-héroe, sino el semi-héroe. Resultado
de nuevo, quizá, de la unión de los contra-
rios. Desde luego, y ya que tocamos el
mundo de la publicidad, casi está por
demás señalar que en él, tanto lo trágico
como lo cómico son dos elementos muy
obvios, y que por lo mismo, pensé que
cualquier parodia de ese mundillo, como lo
llamas, debía ser también muy obvia, nada
sutil. Por supuesto, es un capitulo donde
abundan los "private jokes", y que podrán
gozar más —o abominar más— los que
viven en la publicidad. Es decir, lo gozarán
los que viven de la publicidad, y lo aborre-
cerán los que viven para ella. Lo cual me
dará un gran placer, porque tanto de éste
como de otros capítulos espero que nazcan
tantos palinurófilos como palinurófobos.
— La presencia del ambiente médico en
Palinuro es una constante que invade el
texto: desde sus protagonistas, a otros
pormenores, como la utilización del argot
clínico, a veces reiterativo. ¿Se puede ha-
cer un paralelo entre el escritor y el perso-
naje cirujano, ante el cuerpo de la escri-
tura?
— La imagen que has empleado, quizá so-
bre todo por la palabra "cuerpo", me ha
hecho pensar no tanto en un cirujano,
como en un médico forense ante un cadá-
ver. Me ha hecho pensar en lo que se dice
desde hace tantos años: que la novela está
muerta. O en otras palabras, la novela bur-
guesa, y de ésta, la buena novela. ¿Pero
puede haber, como se preguntan otros,
una verdadera novela que no sea buena y
burguesa? Yo creo que no. Y pienso que si
la novela no está muerta, está agonizando.
Pero —y ésta no es la primera vez que lo
digo—, está teniendo una espléndida ago-
nía romántica con todas sus implicaciones
de carne, diablo y muerte, donde sólo la
podía tener con tal esplendor: Latinoamé-
rica. Es allí donde le estamos organizando,
a la novela, los funerales más increíbles,
los funerales de La Mamá Grande. En más
de un sentido, creo que Palinuro de Mé-
xico es un cadáver. Pero eso sí, un cadáver
e xquisito en el sentido más surrealista de
la palabra, porque en él se dan cita, como
d ecíamos, el paraguas del primo Walter y
la máquina de coser de Estefania sobre la
mesa de operaciones de Palinuro. Es tam-
bién, como muchas otras novelas, un cadá-
ver parecido al del señor Valdemar, el per-
sonaje de Poe cuyo cuerpo muere y co-
mienza a corromperse sin que el alma se
entere. El alma sigue viva, negándose a
morir, mientras comienzan la putrefacción
y la delitescencia, dos fenómenos, por
cierto, que están llenos de color, de vida,
de ebullición. No, el escritor no es una es-
pecie de médico ante un cuerpo vivo, por-
que no tiene nada que curarle a la escri-
tura. Ni un cirujano, que es el que intej-
viene cuando la medicina falla. Ni un fo-
rense, porque el escritor es el demiurgo, el
que crea y da vida a ese cuerpo siempre
vivo que es la novela —y vivas están
todas, hasta las malas y las peores—. En
cambio, muchos criticos y estudiantes y
maestros de literatura, asumen, quisieran
asumir una actitud de forenses ante las
obras literarias.
— La escritura como necesidad de imper-
fección: ¿Cabe la posibilidad de acceder a
una escritura que llegue a ser perfecta y a
su vez necesaria?
— Deberia contestar esta pregunta con
una sola palabra: no. O podria hacerlo con
cuatro: no, de ninguna manera. O podria
hacerlo, ya lo he hecho, y lo han hecho
muchos antes que yo, con trescientas mil.
Y lo haré de nuevo, en otra novela. Ni si- del lenguaje a los que te refieres, porque
quiera en la Biblioteca de Babel se pudo ni todavía no he comenzado a escribir Noti-
se podrá alcanzar una escritura perfecta. cias del Imperio. He trabajado mucho en
Pero desde luego, haciendo a un lado la esa tercera novela, no sólo documentan-
perfección, queda lo que es necesario, y me dome sobre la época y sobre los persona-
remito a tu pregunta anterior: la necesidad jes, sino imaginándola. En este sentido,
que es para mi, y para muchos otros, escri- está a medio escribir; pero no tengo una
bir. La necesidad, también, de que hubiera página acabada. Tengo el titulo, el primer
una literatura atrás de mi, y otra adelante, párrafo, la última linea, y una idea muy
cuando comencé a hacer mis pinitos en las aproximada de la escritura, que sé que no
letras, y cuando escriba la última palabra
habrán de alterarse. A cambio de ello, si sé
que voy a escribir. La poesia es tan necesa- cual es el lenguaje que no utilizaré, como
ria como el aire que se respira, no sólo sabia cuál era el que no iba a emplear
para aquellos que conocemos su existencia, cuando comencé Palinuro: el lenguaje de
sino también para los que la ignoran. Las José Trigo, al que considero como un ex-
avestruces no saben que existe el aire, pero perimento único en mi vida de escritor, al
les es indispensable. Sin la poesía —sin la que nunca volveré. Cuando llegué al final
literatura, sin la palabra poética, sin los de José Trigo, me di cuenta que cualquier
lenguajes del arte—, no habría ser hu- otro experimento en ese sentido sería una
mano que no fuera un animal, en el mejor repetición, aunque el personaje y el lugar
sentido de la palabra. Porque en el peor, fueran muy distintos. Por supuesto, el len-
abundan. Y con todo esto contesto a la se- guaje de una novela, lo que uno quiere ha-
gunda parte de tu pregunta. La primera, o cer con ese lenguaje, y lo que ese lenguaje
la afirmación de la que partes: la escritura quiere hacer con uno y con la novela, con
como ner,sidad de imperfección, no la en- la historia, las anécdotas y los personajes,
tiendo. ¿Necesidad de quién, de qué? Nadie se van descubriendo en el camino. Y hay
puede necesitar lo que ya es. El hombre es que luchar con él, como Jacob con el ángel.
imperfecto, el mundo es imperfecto, la es- Todos los días, en cada región, en cada pa-
critura es imperfecta. Y podemos conjugar labra, y a veces uno triunfa y a veces el
este verbo en todos los tiempos habidos y lenguaje triunfa sobre uno.
por haber, incluyendo al pluscuamper-
fecto. — Y aquí, y ast, explicó Fernando del
— ¿Sobre qué presupuestos de lenguaje Paso, las breves inmensidades de Pali-
nuro.
(próximo a Palinuro o a José Trigo) está
Notas
planificada tu próxima novela Noticias del (I)Ed. Alfaguara
Imperio? (2) Revista Guadalimar, n.° 31.
— No sé cuáles serán esos presupuestos (3 )E4. Siglo XXI.
71
 CORREP
DEL (i-n&
TOPO
OTRA SOBRE "LENGUAJE"
Por fin aparecieron. Y digo "por
fin" porque realmente me des-
concertaba el silencio que el Co-
rreo del Topo mantenía acerca
del artículo —a estas alturas tan
afamado— de G. Albiac. Por fin
aparecieron, pues, los sabrosos
comentarios. No quisiera, sin
embargo, venir a terciar en una
"polémica" (la misma que pu-
dieran mantener David y Goliat)
que, a la postre, podría encami-
narse por derroteros extraños e
inacabables, aunque alguieran
pudiera sanamente opinar que el
verdadero avance dialéctico
debe realizarse en estos térmi-
nos.
A lo que iba. Desde que co-
, ban) por la problemática que
nozco vuestra revista, han sido
variadas y numerosas las oca-
siones en que he podido consta-
tar las diversas críticas que aira-
dos lectores hacían al lenguaje
que en ella se estila. Por otra
parte, tales reproches no os son
ajenos, a iuzgar por las cartas
publicadas en los números 14
(Javier Solano), 15 (Isidro J. Do-
mínguez) y en el presente 22. Al
parecer, sin embargo, éstas y
otras alusiones al lenguaie de los
articulistas han caído en el ol-
vido. Me imagino que en algún
sentido os será ciertamente im-
posible controlar el uso de tec-
nicismos, florituras retóricas y
giros gongorianos a los que tan
dada es la "inteligencia" actual.
Esta dificultad se acrecentará,
no lo dudo, cuando se trate de
transcribir entrevistas o poner-
nos al corriente de las últimas
innovaciones teóricas del pen-
samiento de Zutanito de Tal. De
otro lado, reconozco que todo
pensante crativo (el que de ver-
dad tiene algo que decir, "algo"
relevante)a menudo se ve obli-
gado, por la misma fuerza de su
pensamiento, a recrear el len-
guaje, a imaginarlo de otra
forma, tal que aquel pensa-
miento inédito, palpitante por lo
propio, se tome aprensible, En
último término, nos hallaríamos
frente al eterno problema —ma-
nido ya— de la comunicación.
No obstante, albergo sincera-
mente la duda de si os habéis
tomado alguna vez en serio la
petición que en repetidas oca-
siones se os ha hecho de que os
convirtáis en "abogados del dia-
72
— DEL
(e.
- =
TOPO
blo". Pudiera ser llegado el mo-
mento —si nunca lo hubierais
hecho así— de replantearse la
función de la revista (si es que el
Topo tiene entre sus presupues-
tos básicos el cumplimiento de
alguna), y, sobre todo, de que se
replantee desde el punto de
vista del —a veces sufrido—
lector. Claro que el problema
primero, surgido de aquí, sería
identificar las diversas "tipolo-
gías" del anónimo lector del
Topo. Porque no me cabe duda
de que las motivaciones y las
expectativas que nos mueven a
la lectura del Topo son de muy
diversa índole dentro de la am-
plia variedad de grupos, gru-
púsculos, tertulias o individuos
que se interesan (o se interesa-
presenta (presentaba) esta re-
vista y los distintos enfoques
desde los cuales trata (trataba)
de analizarla. No voy a ocu-
parme en hacer una mención
detallada de todos los "tipos"
de individuos que comparten el
meridiano común de ser lectores
del Topo, y ello no por falta de
curiosidad, sino más bien por-
que siempre he pecado de una
profunda misantropía que me
aleja del conocimiento de los
demás. No obstante, no se ¿e-
quiere demasiado esfuerzo ima-
ginativo para llegar a suponer
que entre las sombras chinescas
que abonan mensualmente los
veinte duros en el quiosco habi-
tual, bailan intelectuales asépti-
cos, militantes concienzudos,
proletarios en busca de la nueva
revolución o el despistado jo-
venzuelo que acaba de abando-
CORREO
no son comprendidos y partici-
pados por secciones vivas de la
sociedad. Si este nuevo experi-
mento de la comunicación fuera
irrealizable (bien porque se
piense que toda "acomodación
del lenguaje a o para..." implica
cierto tipo de diabólica censura,
bien porque el pensador se viera
incapacitado para sacrificar su
propia ideación en aras de una
más extensa comprensión, o
bien porque el "lector más dé-
bil" fuera despreciado con olím-
pico y nietzscheano desdén), si
esto fuera imposible, digo, po-
dría intentarse una especie de
- escolarización" del lector por
medio de alguna nueva sección
en la revista: que alguien —sin
apriorismos ni tomas de posi-
nar la adormecida adolescencia ción iniciales— nos resuma, in-
y quiere aclararse políticamente. teligiblemente, el proceso de
Si ahora nos dedicásemos a pensamiento de Mengano, cuá-
pormenorizar las divisiones y les fueron sus aportaciones fun-
subdivisiones posibles dentro de damentales y cómo han ope-
éstos y otros grupos que ca- rado éstas a través de otros
brían mencionarse, no os quepa pensadores: cuáles son las raí-
duda de que la lista acabaría por ces de tal o cual movimiento
desbordarnos. Pienso, sin em- ideológico, clara y llanamente...
bargo, que nada nuevo os digo Siempre habrá que empezar
con todo ésto, ya que vosotros, desde el principio. Porque a na-
meior que nadie, debe conocer die se le explican las raíces cua-
en qué ámbitos pulula y rae el dradas sin antes enseñarle la ta-
Topo. bla de multiplicar. Y seguro que
Encontrar un lenguaje no sólo al aún hay otras —y mejores—
alcance de las posibilidades, posibilidades.
sino también de las necesidades Precisamente porque "ha sido
de todos, es tarea no exenta de mucho y muy doloroso el es-
dificultad, y de resolución sin fuerzo para salir de los tiempos
duda más ardua que la de en- oscuros, y porque aún no aca-
contrar "contenidos" del agrado bamos del todo de salir de
de la mayoría. Pero, de otro ellos..." (Albiac, Topo 19), es ne-
lado, si este lenguaje "común" cesario empezar a aclararse, co-
no se halla, el Topo —y no sólo menzar a dominar el universo
él— puede verse abocado a un afectivo-ideológico y cultural
elitismo cuya deseabilidad es
cuestionable (confieso en este
punto no tener nada clara la
nueva tendencia, algo despreo-
cupada, que a tal respecto se
deja entrever en ámbitos mar-
xistas (?). Las alternativas posi-
bles —si es que alguna ha de
darse— quedan a vuestro buen
juicio. La más evidente —aun-
que no sé si la más factible—
sería acomodar el lenguaje a esa
pluralidad de que antes hablába-
mos, haciendo caer en la cuenta
a redactores y colaboradores de
que no todos poseemos el
mismo nivel cultural (ces el Topo
una revista para determinado
estrato socio-cultural?), y que
sus pensamientos pueden en-
mohecerse en el aburrimiento si

jor estas cosas a Genet le pare-
el apoyo a la cración del estado
por el que los lectores del Topo
quieren caminar, y en el que
quieren entenderse o, al menos,
conocerse. Labor del Topo es
permitirnos y ayudarnos a con-
seguirlo, precisamente por ser
un medio de comunicación.
Me imagino la ironía —o quizá la
tristeza— con que los dos "po-
lemizantes" de G. Albiac habrán
leído la desmesurada respuesta
de éste. A lo peor, cogiendo las
palabras al vuelo al propio Al-
biac, se dirán: "¡Qué puede in-
jando al margen el heroísmo
teresarle al Angel y a sus profe-
tas el hecho de que estos millo-
nes de ciudadanos se hallen in-
sertos hoy en una lucha que /.../
trata de crear las condiciones
del desbordamiento del despo-
ir tismo burgués" (ibid). ¡Ah! Se
me olvidaba: al final David de-
rribó a Goliat.
JAVIER MARTIN
e (Madrid)
SAN GENET, COMEDIANTE 'A
SECAS
e Un par de observaciones sobre
el extra dedicado a la violencia.
Ante todo, está el bueno de Ge-
net. Este señor nos suelta, como
o pequeño-burgués, exaltado..
quien no quiere la cosa, que
al
"pese a lo que puedan decirnos
los comentaristas occidentales,
a pesar de lo que pueda hacer
pensar su política interior... la
URSS... siempre ha tornado par-
tido por el país más débil, más
desamparado". Y corona la dis-
quisición diciendo que la RAF
"viene a establecer una eviden-
cia política (la de la bondad
rusa), que permanece oculta en
Europa".
¡El bueno de Genet, comenta-
rista occidental él mismo, le
guste o no, debe de tomarnos
por tontos o desmemoriados!
Para recordarnos la "toma de
partido por el débil" están Che-
coslovaquia, Berlín, Hungría;
está el chantaje imperialista
contra Albania, y también con-
tra Yugoslavia. Aunque a lo me-
cen "política interna" de la
URSS. Pero tampoco olvidamos
israelí, el apoyo, moral como
mínimo, a la agresión hindú con-
tra China en 1962, la "toma de
partido" contra el pueblo cam-
boyano durante su lucha antiim-
perialista, contra el pueblo eri-
treo y somalí del Ogadén, la po-
lítica que consideraba' la guerra
de liberación argelina como
"asuntos internos franceses"
etc., etc. ¡Y el bueno de Genet
nos viene eon que si anécdotas
de De Gaulle en el Kremlin e his-
torietas similares, pensando que
nos despistará!
Para gente como Genet existen
pueblos bobos y más o menos
reaccionarios, como el alemán,
que en lugar de ver las virtudes
milagrosas de la URSS terminan
haciendo caso de la demagogia
de sus Gobiernos. Sepa Genet y
su RAF que niel rechazo popular
en Alemania hacia sus aspiran-
tes a salvadores beneficia a la
reacción --como así es, por
cierto— eso se debe en buena
parte, en muy buena parte, al
aventurerismo de la RAF, de-
personal de varios de sus miem-
bros. Este apoyo popular a la
reacción es ni más ni menos que
la prueba de la práctica del
aventurerismo, y es en balde
que los salvadores pro-soviéti-
cos, o más propiamente, pro-
rusos, nos vengan con letanías
"teóricas".
Para algunos, la prueba de toque
del revolucionarismo se ha con-
vertido en la actitud hacia el
Tercer Mundo. O más bien hacia
la política rusa en el Tercer
Mundo. En cualquiera dejas dos
versiones, esa piedra de toque
no vale nada: sólo revela la inca-
pacidad revolucionaria concreta
en Europa.
También tiene gracia ver al
bueno de Genet escurriéndose
del problema principal con eso
de "lo que pueda hacer pensar
la política interna" rusa. La polí-
tica interna rusa hace pensar en
los psiquiátricos y los campos
de concentración, en la liquida-
ción de toda libertad política, en
la asfixiante "protección" sobre
las masas por parte del más gi-
gantesco y omnipresente apa-
rato policíaco que conoce la his-
toria.
El truco de amenazarnos con lo
de hacer el juego al imperialismo
occidental ya no funciona. Ni
uno ni otro, entérense los Genet
de todas partes, ¡ni uno ni otro,
o mejor, contra uno y contra
otro!
Genet, con su sentimentalismo
aceitoso, que le lleva a sutiles y
ridículas distinciones entre bru-
talidad y violencia (toda violen-
cia es brutal, la revolucionaria y
la reaccionaria. La diferencia no
es de brutalidad, sino de carác-
ter progresista o retrógrado, li-
berador u opresor), Genet ex-
presa mejor que las Brigadas
Rojas y la RAF el verdadero ca-
rácter de esos movimientos. Las
explicaciones teóricas de unos y
otros no pasan de ser una mez-
cla de perogrulladas y racionali-
zación de un sentimentalismo
Esos señores no viven en este
mundo. Para ellos, el pueblo ale-
mán no es el pueblo real, que
conoce la liberación a la rusa, sin
necesidad de mucha propa-
ganda, por la evidencia física de
la muralla de Berlín, y que re-
chaza la política, o más bien
falta de política de los aventure-
ros. Para las Brigadas Rojas, "el
pueblo alemán del que nos sen-
timos hermanos se llama Ulrike,
Gudrun, Andreas ..". Ye) pueblo
italiano, es evidente, son ellos
mismos las Brigadas Rojas. Una
concepción, en realidad, fas-
cista.
Los pueblos no son tan ciegos
como piensan estos clarividen-
tes aspirantes a salvadores.
Estos mismos salvadores son, a
su vez, producto dx una doble
crisis: crisis capitalista y crisis
del movimiento comunista in-
ternacional, sumido en el opor-
tunismo de derecha. Ya Lenin
decía que "el anarquismo lo el
"izquierdismo" en general) es la
expiación de los pecados opor-
tunistas de la socialdemocra-
cia". Esto sigue siendo una
completa verdad, como queda
probado en el extra de ustedes.
VICENTE ALDECOA
(Madrid)
MILITANTES O NO, LA
MISMA LUCHA
Compañeros:
Con relación al estudio acerca
de la "crisis de la militancia",
publicado en el n.° 22 del Topo,
creo conveniente realizar älgún
otro tipo de reflexiones. Refle-
xiones en orden a abordar el
tema desde una óptica diferente
a la que puedan realizar grupos
intelectuales, caso del colectivo
"Leninismo", cuya función se li-
mita a remodelar, adaptar o
profundizar los conceptos "sa-
grados" establecidos que abra-
zan de una forma desconectada
de la realidad del individuo sobre
quien revierten todas estas elu-
cubraciones teóricas, siendo,
paradójicamente, el sujeto pa-
ciente de su propio objeto
agente teórico. Es decir, desde
la óptica del individuo al que se
califica de militante, y que, a uno
u otro nivel, en un grado mayor
o menor de autoconciencia, lo
es a partir de un adoctrina-
miento didáctico convencional.
Si bien este carácter será inme-
diatamente absorbido por el
cientificismo marxista e incluido
en el interior de "la esencia dia-
léctica de la libertad y la necesi-
dad". (¡Qué pensaría el hetero-
doxo Spinoza contemplando la
irradiación de libertad inmanente
a la jerarquía de Nuestros Gran-
des Partidos Revolucionarios: y
73

qué pésima interpretación la del
texto a que se hace referencia!)
Nos hallamos ante una tenden
cia globalizadora del marxismo,
que explica racionalmente cual-
quier crítica exterior de la que
sea objeto situándola en una de-
terminada corriente ideológica
(indudablemente ocasionada por
las condiciones materiales con-
cretas) abarcada por su Ciencia
todopoderosa y universal. (No
dudo que estos comentarios
mios serán asimismo archivados
en su posición correspondiente
por un pensador leninista.) Cen-
trándonos en el problema de la
militancia como fenómeno par-
ticular y humano es imprescindi-
ble aplicarlo a individuos cuya
inferioridad cultural respecto a
los surtidores de la ideología del
partido, a pesar de ser básica-
mente vividores de una determi-
nada problemática, les conduce
a aferrarse arbitrariamente a
esta o aquella "línea". Estamos
asistiendo a una actitud con-
cienciadora protagonizada por
las organizaciones constituidas
en las que el trabajador no se
responsabiliza de su estado
como explotado de una forma
crítica, sino por una acción exte-
rior que, además de evidenciarle
la índole de la explotación a que
se encuentra sometido, le plan-
tea sugestivamente la única so-
lución coherente y viable. O sea,
la particular opinión de la orga-
nización y la que defienden los
cerebros pensantes de la orga-
nización, respectivamente.
¡Acaso no es éste el "militante"
verdadero? Tal vez sea el defi-
nido de una manera digamos
científica o "libre", el prototipo
estereotipado, conceptualizado,
que acostumbran a manipular
las mentalidades marxistas,
"consecuencia del conoci-
miento de la necesidad histó-
rica", y a quien se atribuye esa
solemne barbaridad de la lógica
mecanicista marxista según la
cual la "militancia es la más libre
y completa de las acciones hu-
manas que puede realizarse en
nuestra época". ¿Acaso la cues-
tión "humana" de la militancia
no es factible de ser investigada
sin recurrir a todo el armazón del
cuerpo teórico marxista? (Utilizo
el término "marxista", no desig-
nando unas teorías homogé-
neas, pues pienso que sus com-
ponentes analítico y doctrinario
son lo suficientemente distintos
y distantes para su empleo co-
rrecto, sino como consigna ofi-
cial, habitual.)
La necesidad de la militancia re-
volucionaria tal como la definen
los esquemas marxistas se con-
cibe ligada a la necesidad del
Partido, evidentemente. Partido
74
senta una actitud poco corriente
en su producción publicística.
He seguido con atención la obra
de Claudín desde que, casual-
mente, cayó en mis manos un
eiemplar del n.° 40 de Nuestra
Bandera que contiene el debate
del año 64 con la dirección del
PCE. A mí modo de ver aquellos
sucesos han marcado notable-
mente la obra de Claudin hasta
el punto de que no es posible
valorarla adecuadamente sin
considerar la influencia de aque-
lla polémica todavía hoy pen-
diente. En el tiempo transcurrido
desde entonces Claudín ha ejer-
cido una labor de crítica a la po-
lítica del PCE y en general de los
partidos "erucomunistas" que
ha persistido en señalar defec-
que, una vez por fin liberado, tos sin considerar nunca sufi-
bien de su política estratégica- cientes los aspectos positivos.
mente colaboracionista con el Una actividad crítica de tales ca-
sistema o inmersa en las relacio- racterísticas podría calificarse
nes de carácter jurídico burgue- de fecunda y vivificante si no
sas en un caso, bien de sus po- fuera porque se ha centrado ex-
siciones minoritarias subordi- clusivamente en el PCE: por eso
nantes en otro (cual debe ser el no podía dejar de atraer mi
objetivo que lógicamente se atención un artículo que está
planteen de cara a su socialista dedicado en el fondo a la situa-
acción definitiva) no será más ción del PSOE.
que una estructura inútil, inexis-
tente e innecesaria ante el em- No me extraña que Claudín haya
puje real de las masas en su cali- recibido con poco agrado las
dad de grupos humanos vivido- declaraciones de Felipe Gonzá-
res, conscientes y solidarios de lez en Barcelona, sobre todo
después de haber definido en al-
su problemática, militantes de
guna ocasión al PSOE como un
nada. Al fi nal de vuestras refle-
xiones no consigo extraer más partido "de un marxismo bas-
tante moderno" y a la par ha-
que vaciedad ineficaz para indu-
berse preguntado en otra oca-
cir autoconciencia de explotado
sión (Cambio 16, 2/1/78) "¡Es
en el hombre normal de por sí
recuperable el PCE para el mar-
masificado en la sociedad occi-
xismo?", lo que ya me resulta
dental. Al contrario, observo una
realmente extraño es que unes-
patente proclividad al encasilla-
pirita crítico tan penetrante
miento de las personalidades
como el de mi paisano valoré
con argumentos teóricos exte-
riores a sus vivencias cotidianas, con tanto optimismo la "letra"
del último congreso del PSOE, y
vivencias que en el artículo pre-
desde luego me parece super-
tendéis englobar en el cientifi-
fluo preocuparse porque el tufi-
cismo marxista, y que son las
llo socialdemócrata de las de-
que piden a gritos su transfor-
claraciones del compañero Fe-
mación en la medida en que
lipe pudieran in-terpretarse como
sean subjetivamente percibidas
un cambio de línea, pues en esta
como efectos del poder que le
afirmación implícitamente se
oprimen por los cuatro costa-
dos. A mi entender, la crisis de
la militancia no es crisis ni de un
modelo ni de la profunda esci-
sión entre la teoría y la práctica
del movimiento revolucionario,
sino crisis de un concepto de-
pendiente de -otros conceptos
igualmente en crisis. Es todo.
Espero, en fin, que, militantes o
no, nuestra lucha llegue a ser la
misma,
FRANCISCO VILLALBA
CLAUDIN, EL PCE Y EL PSOE
He leído el artículo de Fernando
Claudín en el n.° 21 y he que-
dado en cierto modo sorpren-
dido, pues considero que repre-
considera que tal cambio de lí-
nea, no va a producirse, lo que
en definitiva es lo importante.
De cualquier modo parece ser
que para la vendimia tendremos
congreso socialista y entonces
podremos apreciar mejor si el
problema es de apariencias o de
contenido y si continúa el len-
guaje del 76 ("Nuestro partido
es marxista, democrático, de
masas y revolucionario" Felipe
en Gijón el 17 de agosto del 76)
o se corre un tupido velo sobre
él.
Por último me parece necesario
señalar el detalle de Claudín que
llega a disculparse por ocuparse
de asuntos internos del PSOE:
tal actitud nunca la ha exhibido
en sus críticas al PCE. Quiero
creer que eso significa que el
camarada Claudín considera al
PCE como su casa y lo juzga con
la confianza que proporciona la
familiaridad.
Al despedirme quisiera felicita-
ros por vuestra revista, me la
compraría aunque no supiera
leer porque las "estampas" son
muy bonitas.
GABRIEL Z. CARRO
(Zaragoza)
METODOS QUE ROBUSTE-
CEN A LA DERECHA
Acabo de leer en el número ex-
tra dedicado a la "Violencia"
unas declaraciones ' del Sr.
Blanco Chivite, según las cuales
con las "acciones armadas"
contra policías en 1975 y los -
posteriores fusilamientos (de
inolvidable tristeza para tantos)
"se vino abajo el régimen". Bien.
Creo que a estas alturas somos
ya legión, además de los que
entonces discrepamos de estos
"métodos", los que pensamos
que "gracias" a aquella desdi-
chada violencia de 1975, lo que
le pasó al régimen fue que en-
gordó y robusteció a la derecha
y por supuesto a la extrema de-
recha, .que empezó a organi-
zarse todavía más, hasta el ex-
tremo de que la ruptura fue im-
posible, porque inmediatamente
a la violencia del ERAP, sucedió
la del GRAPO y la impenitente y
tan desdichada como las
demás, de ETA, y cbn todas
ellas "los incontrolados", Triple
A, Atocha, Papus, etc., etc... Y
así vamos tirando y nos luce el
pelo con una izquierda cada día
más demacrada y asustada, en-
tre otras razones porque es para
estarlo después del último cri-
men (iETA -GRAPO?) de dos mi-
litares.
MANMEL MARTINEZ
MEDIERO
(Badajoz)
 eilmonia
LA REN, OLIJCION TEORWA DI LA
PORNOGRAFIA
Caen
einonay L n ,ahia Sara Claman

La me
Pb. Sellara

9.4ywnia

COLL DE SERPS LA REVOLUCION TEORICA

DE LA PORNOGRAFIA
Cremades i Arlandis P.V.P. 300 ptas.
Varios autores P.V.P. 325 ptas.
Premi Sant Jordi 1977
¿Existen realmente diferencias entre lo erótico y lo
La trágica història d'un home que no volia ser pornográfico? Textos de Sollers, Amengual, Des-
soldat i dels seus amics, que l'afusellaren. El llibre champs, Lo Duca, Cardin, Jiménez Losantos y
català més esperat d'aquest any.
e Otros.

elimonia

EL BUEN SEXO ILUSTRADO DETRAS POR DELANTE

Tony Duvert P.V.P. 280 ptas.
Una crítica a la educación sexual —supuesta-
mente progresista— que imparte la pedagogía
actual, formulada desde una concepción radical-
mente distinta de lo que representa la sexualidad.
Alberto Cardín P.V.P. 280 ptas.
Un conjunto de relatos que configuran un gran
fresco del mundo gay: locas, chaperos, intelectua-
les, travestis, fabiolas, etc.. , también vistos por
detrás.
 1 n-i44
11

"VIRA
ILAI 1/111DAI"

T'ENCUENTRO füR LGAINIILAIIDC FOR

EMILIO TOPO
LOS DIAS 29 y 30 de setiembre y 1 de octubre
EN El Pueblo Español,de Montjuic (Barcelona)
VAMOS A
DISCUTIR DE
feminismo, cuestión nacional, antipsiquiatría, el socialismo y los países del este, la cárcel, crisis
capitalista, literatura, eurocomunismo, crisis del marxismo...
CON Magda Oranich, Franco Basaglia, Alain Krivinne, Lopes Cardoso, Letamendia, K.S. Karol, Marc
Palmes, Jorge Semprún, André Gunder Frank, Fernando Claudín,, Alfonso Sastre, Giovanni
Jervis, Dolors Calvet, Rafael Ribó, José Acosta, Carlos Franqui, "El Lute", Etienne Balibar,
Lucio Magri, Pilar Brabo, Christinne Buci-Glucksman, Juan Marsé, Lidia Falcón, Empar Pineda,
Castoriadis, García Calvo, Lucio Colletti, Paco Fdez. Buey, Ramón Tamames, Eugenio del Río,
Miguel Romero, Ernest Mandel, L. Paramio, Julio Segura..., y muchos otros.
VAMOS A DAR UN REPASO AL CINE SOBRE LA GUERRA CIVIL VIENDO
¡Arriba España!, de José M. Berzosa; "La vieja memoria", de Jaime Camino; "Las dos
memorias", de Jorge Semprún' "Informe general", de Pere Portabella: "Raza", de F. Franco y
Saez de Heredia; "Por qué perdimos la guerra", de D. Abad de Santillán.
VAMOS A OIR MUSICA; PODREMOS COMPRAR LIBROS Y REVISTAS: TENDREMOS UNA (DIVERTIDA)
GUARDERIA; COMIDA, BEBIDA, ANIMACION, Y ESPERAMOS CONTAR CON LA PRESENCIA DE STANDS
DE TODAS LAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y POLITICAS DEMOCRATICAS (o sea, de izquierdas).