Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
DE UN· ABANDERADO.
1810-1819
POR
BOGO'rA
Imprenta. de
-El 1'radicioniBta."
11
a87e.
ESTA PUBLICACION.
I
•
INTRODUCCION. vrr
•
INTRODUCCroN. IX
-
patriota, hombre tan hQnrado y campechano
com""O valiente, del modo como él mismo sujetó
'-
con sus propios brazos un notable Jefe español
en una de las batallas más importantes, hacién-
dole allí prisionero, hecho que era notorio entre
todos los compañeros de armas e mismo Es-
-
candan! .... Pormenores son estos (como muchos
de los que en este libro se refieren) que si no
merecen figurar en las páginas de la grave y
elevada historia, por lo ménos deben excitar el
interes y avivar el entusiasmo por las cosas de
los tiempos pasados.
Pero ya que nuestros gobiernos no han po-
dido, ó no han querido, costear una Historia pa-
tria completa y pormenorizada, como lo han
practicado Chile y otros Gobiernos de América,
nos parece que bien pudieran haber promovi-
do la creacion de una Academia de Historia y
Antigüedades que se hubiese ocupado, entre otras
cosas, en reunir, ordenar y publicar noticias y en
sacar de entre el polvo tantos monumentos, ya de
remotas edades, ya de la época de la conquista
y colonizacion, ó ya del tiempo del gobierno pro-
pio, que yacen olvidados, ó que han sido des-
truidos por el vandalismo y barbarie de las pa-
.
sadas revoluciones. Doloroso es ver cómo algu-
x INTRODUCCION.
JOSE CAICEDO R. ~
•
•
MEMORIAS
DE UN AB AN DE RA DO .
•
1 1
,-y
la, su gran caja de tabaco en polvo, que saca-
-ba de vez en cuando de la faltriquera para tomar
una enorme narigada, sorbiéndola ruidosamente
y acompañándola con una tosecilla, más de resa-
bio_ que de necesidad. Sus dos únicos é inamovi-
bles:compañeros eran un gran perro. tan viejo que
ya tenia nubes en los ojos, y ni aun se dignaba
levantarse para ladrar, ó más bien para rezongar
sordamente; y una mulata mugrienta y vagamun-
da, que no tenia más oficio, fuera de los pocos
DE UN ABANDERADO. 7
de la casa, que can!ar todo el dia una !Q.nada
que llamaban el churrimpample.
Las visitas qn~ recibia la señora eran las de
un clérigo muy anciano, á 'quien llamaban el doc- /
to,. Bruja, y otro viejo de larga capa y som-
brero chambergo, alto de cuerpo, y de voz hueca
y cavernosa, á quien se daba el nombre de El
pecado mortal, '!Jorque de noche salia con un fa-
rolito y una campana á pedir limosna para hacer
bien por los que estaban en pecado mortal: per-
sonaje muy conocido en nue~tras antiguas cró-
n:cas, y muy temido de los muchachos.
La conversacion de estos personajes se reducia
á hablar de la Luz de San Victorino, la j}fztla
herrada, el Hoyo del venado y otras tradiciones
populares que estaban entónces en boga; y cuan-
do la conversacion se elevaba hasta las regiones
de la política y de las noticias, lo ~ue acontecia
rara vez, se hablaba con misterio del Anticristo,
que así llamaban á Napoleon 1, con motivo de
los acontecimientos ocurridos con el Papa Pío
VII, y de los demas de la época, que presagia-
~
~
lico y funesto y daba un aspecto triste y misera-
ble á la silenciosa morada. Aun quedan rezagos,
si bien raros, de aquellas costumbres en los ba-
( rrios apartados y callejuelas de la ciudad, á don-
de no llega ni el olor de la civilizacion mo-
derna.
Dispénseseme este ligero boceto de esas cos-
tumbres que alcancé á conocer, porque, á
) fuer de pintor, soy aficionado á cuadros, y no
, siempre Jos he de trazar con el pincel ú el lápiz.
Pero toda esta escena cambió en mi casa
cuando en el año de 1809 se unió en matrimo-
DE UN AB~~ERADO. 9
nio una hermana mia con el doctor Antonio Mo- ~ ~ lo-
_ _
tE S T A B L E C ID A al fin la ca
lma y or-
ga ni za do el gobierno, comenzaron
á formarse los
cuerpos militares, y yo, engolosin
ado ya con los
al~rotos, y co~la feliz é in cr
ue nt a ca m pa ña de l
20 de Julio, to m é servicio en
el ba ta llo n de Guar-
dias nacioItales, de l cual m e hi
cieron- alférez
alJa..~eraáo. Pe ro no fuí yo en lo
su ce si vo ta n
bisoño como cuando to m é servici
o, pu es ha bi a
venido á es ta c!udad un cu er po ve
te ra no llama-
do E l Fijo de Ca rta ge na , cuyo un
iforme m e (
pa re ce qu e es to y viendo, y consist
ía en morrion I
de cuero, casaca bl an ca co n vu
el ta s de pa ño
azul, pa nt al on blanco y ch!.!!.elas
; es te cu er po \
esta. . acuartelado en el eo nv en to
de La s Aguas, {
y $lI S oficiares se prestaron vo lu
.. .. .. el manc;jo de las. armas. Co
a
nt ar ia m en te
ncurrían á
3
18 MEMORIAS
~ -
les, arrancó de manos de un federalista un papel
-
titulado" El Carraco," que se burlaba de la de-
rrota que los centralistas habian sufrido en Palo-
blanco, y tirándolo por tierra, lo pisoteó con
grande escándalo del corro, que reia y aplaudía
--
en una tienda de la calle real. Desde aquel día
- -
(. quedaron bautizados los dos bandos. Aun hubo
( un cuerpo de tropas que tomó el nombre de
( " Pateadores."
Los federalistas Baraya y Ricaurte y el Con-
greso de Tunja, enemigos jurados ele Naríño,
con pretexto de la dictadura de que éste habia
sido investido para poner órden en los negocios
de Cundinamarca, le dirigieron notas insultantes
y llenas de amenazas, y al fin resolvieron decla-
rarle la guerra. Entónces Nariño dispuso su
marcha para Tunja, á la cabeza del ejército que
tenia en Santafé.
En la expedicion que, á órdenes del mismo
Naríño, salió de Santafé el 26 de Noviembre de
1812, me tocó marchar á las inmediatas del bri-
gadier don José Ramon de Leiva, con más de
ochocientos hombres. Nos dirígímos á aquella
ciudad, á donde se habia trasladado el Congreso,
que estaba en la Villa de Leiva. Cerca de ella
~-
l'
DE UN ABANDERADO. 21
-
para militar. Oí decir entónces que el dia q1e
-
debia empeñarse la accion estaba él almorzando,
y recibió repetidos mensajes de que el enemigo
( se acercaba y de que su presencia era necesaria
¿
~ en el campo, á lo cual contestó: "diga llited
( ( que aguarden un poco, que estoy almorzar¡clo."
, Cuando montó á caballo para ir al campamento
ya estaba empeñado el combate, y dicel1 .que~
oír silbar los proyectiles exclamó: "1 Qué bár-
baros! y tiran con bala!" A poco rato fué derro:
tada su gente, y él, volviéndo grupa, no paró
hasta Santafé, donde diria probablemente: "ca-
•
.
-
ton, salió á abrirle armado con una espada, y al
en!rar le' atravesó el estómago con ella. Se pren-
dió en el acto á este infeliz, que en verdad no
tenia d~fensa posible, pues no era tan niño que
no supiese lo que hacia, y cometió un homicidio
premedi.t ado; se le siguió el juicio y fué conde-
nado á muerte. El mismo dia que se plantaba
solemnemente el árbol de la libertad en la plaza
mayor de Santafé, salió el negro al patibulo:
contraste elocuente y muy significativo, pues al
mismo tiempo que se hacia una espléndida ova-
cion á la Libertad que se acababa de conquistar,
( la Justicia ejercía un acto doloroso, pero ineludi-
ble, como para dar á entender que la Libertad y
la Justicia deben reinar juntas, y que la una- no
puede existir sin la otra.
- - ---
la efusion de sangre, propuso arreglos, los cuales
fueron rechazados, y en su lugar, se impusieron
condiciones humillantes. El mismo Cáldas, ~e
servia con Baraya, improbó altamente esta dure-
za de su gen~l. El espíritu público se iba reani.
mando, y la confianza aumentándose dia por dia.
DE UN ABAL'IDERADO.
-- ---
quedó literalmente cubierta de cadáveres y he-
ridos. Ya se ve, pues, que comenzábamos á
-... (
adiestrarnos en esto de matar, en que tantos pro-
gresos hemos hecho despues. -
Pero -la cél~bre política del general Nariño
supo aprovechar este triunfo, atrayéndose la vo-
luntad y simpatía de los venCldos.' Dispuso que
se les tratase con las mayores' consideraciones;
su familia con otra multitudae señoras fueron á
las prisiones á llevar de comer á los que en ellas se
.
32 MEMORIAS
• •
VI
-
general. Llevábamos, ademas, un gran tren de
tiendas de campaña, pertrechos y equipajes.
Para esta campaña me habia designado Na-
riño espontáneamente como abanderado de! ba-
tallon Granaderos de Cundinamarca. Tuve oca-
sion de saberlo, porque en el espléndido ba!1-
quete que se dió para celebrar el matrimonio de
-
su hijo don Antonio con la señorita Natalia
S~, preguntó don Bernardo Pardo al general (
si ya estaba bordada la bandera para el batallon
Granaderos, y éste le contestó que sí, y que tam-
bien estaba previsto el abanderado de su confianza
que habia de tener la honra de llevarla, que era
Espinosa.
A fines de Setiembre de 1813 salió de esta
ciudad la mayor parte del ejército, cuya van-
guardia estaba ya en la Mesa. Llegámos á Por-
tillo, donde nos detuvimos dos dias miéntras la
MEMORIAS
•
VII
~L 30 DE DICIEMBRE atacámos á
Sama no en el Alto Palacé, donde se habia situa-
do, cuando supo que nos acercábamos. Este jefe
tenia un fuerte ejército compuesto en su mayor par-
te de gente de pelea. Nuestra vanguardia, al man-
do del mayor general Cabal, fué suficiente para
detenerlos, y aunque hicieron frente, en poco tiem-
po quedaron del todo derrotados, y despues fueron
perseguidos por la caballerla. Sámano se retiró
precipitadamente á Popayan y allí le puso fuego al
parque, que estaba en un cuartel de la plaza; la
detonacion fué tal, que alcanzámos á oirla desde
el puente del Cauca. Esta explosion dañó varios ?~
edificios y mató como quince personas. En ese
último punto se quedó el ejército esa noche, y
al amanecer del dia siguiente siguió para Popa-
DE UN ABANDERADO. 43
VIll
IERO /
~
al mismo tiempo les insinuó suav€m:eme que no-
saldrian de allí miéntras no estuviese (])frecida la
suma presupuesta. Fueron ofreciendo todos di--
ferentes cantidad€s, segun lo que calculaban que
podrian dar; pero como mucllos querían retirar-
se, diciendo que iban á traer el dinero, el' gene-
ral dispuso que los que saliesen fueran acompa-
ñados de un oficial~ que llevaba la órden de
volver á: conducirlos, con dinero ó sin él. * Con
esta medida todos dieron lo que habian ofrecido,
y al fin se reunió' gran parte de- aquella suma.
Todos los eclesiásticos. c0ntribuyeron espontánea-
mente; y los. que no tenían dinero llevaron can-
dJer0s, platos, jarros y aun vinajeras. frontales
y otras cosas de plata, todo lo cual fué fundido
- -
y reducido á ~in.ero en la casa. de Moneda..
Generalmente se ha increpado á, Nariño la
-
lentitud con que proc€dió despues de la batalla
de C-;J'ib¡;;;-retirándOse á Popayan, en vez de se-
guir in,!?ediatamepte ,=-n persecucion del enemigo,
*
~
A mí me tocó conducir á su casa á un señor Rebolledo,
I que of " ..
recIo .. 5,000.
DE UN ABANDERADO. 5I
-
biamos desayunado. E.ra preciso esperar algunas
compañías que se habian pedido al ValIe del
Cauca, y la tropa que debia venir de Antioquia,
_.
aunque se dudaba que esta última viniera porque
su comandante Gutiérrez, y el gobernador Co-
rral, por una susceptibilidad mal entendida, rehu-
~ -
saban poner sus tropas á órdenes de Nariño,
pretextando s~ dignidad y soberanía, excusa
ridícula que provenia de sus rivalidades con
-
Cundinamarca y de un marcado egoismo. Pero
sobre-t~do habia~a escasez de bestias para los
- -
trasportes, de vitualla, y sobre todo, y peor que
todo, carencia absoluta de dinero, pues no habia
un centavo para los gastos más precisos, á tiempo
que el ejército necesitaba proveerse de todo. Fá-
cil habria sido enviar una columna al mando de
DE UN ABANDERADO. 53
-
jornada; yen efecto, ellas pudieron costamos muy
caro, y anular completamente -
los gloriosos resul-
tados de todos los triunfos anteriores; pero por
fortuna ~alímos avante en ella.
Del mismo mod;;uestra impaciencia por pe-
•
lear y por vencer al enemigo en la " Cuchilla del
Tambo," nos precipitó á la completa ruina del
ejército, y este es el ejemplo más elocuente que
puede aducirse en defensa de Nariño y para jus-
tificar nuestra demera en Popayan. Si, acatando
I la opinion del may~ener~l <;:'abal, y aun creo
54 MEMORIAS
-
en ellos estragos.
La seguridad que tenia el enemigo de que
el lado del Boqueron era inatacable, le daba
cierta confianza, y en esa misma confianza se
enviaron 200 hombres del batallon Socorro
al mando del teniente Vanégas para que trepa-
sen en silencio al amanecer cuando no podian
ser vistos, dirigiéndose por una cañada 6 desa-
60 MEMORIAS
¡
En efecto, hizo colocar una, como dos leguas
más abajo; pero no habiendo prácticos que co-
naciesen todos los pasos del rio, pues estábamos
en pais de enemigos, no supo el general sino al
cabo de algunos dias que por el punta llamadO(
el Tablo1z de los Gómez, podia pasarse fácil-
mente, y ordenó que el coronel inglés Birgo, con I
el batallan Cazadores, emprendiese la marcha
durante la noche, y pasando el rio tomase la re-
taguardia del enemigo dando una gran vuelta.
En la tarde del siguiente dia debia nuestra gen-
te presentarse en las alturas de Buesaco, y para
avisarnos á nosotros cuándo debíamos atacar por
62 MEMORIAS
•
ME).10RIAS
•
l -
XII
- --
siempre en el vivac ó en el combate, para no
- -
enervar sus fuerzas físicas y morales, y para no
estar expuego á p~li~os de otro género, muy
diversos de los que c rre en @.gu~ra! Al prin.
cipio las cosas iban bien; pero no pasó mucho
tiempo sin que se suscitaran motivos de disgusto
entre la tropa. Esta es la parte más triste de la
presente historia y la que me duele más referir;
porque ella es l~ sombra que em.Q.aña_el lustre
de ese herm..Qso ejército, valiente, sufrido, discipli-
97 MEMORIAS
,
.
XI II
Cjl=<>->
1°7 MEMORIAS
•
que las penas y afanes de una campaña; tal vez
-
porque los momentos de placer son raros como
,.. los toques fuertes dé luz en la pintura, y por
r, esto hacen agradable contraste con el fondo os-
\ curo Y sombrío en que está pintada la vida del
soldado.
==========--=============
XIV
¿
extraño cuadro, me parece que todo ha sido un
sueño, pero un sueño que acaba de pasar.
El campo del Palo estaba fortificado con al-
gunas trincheras, pero no tan fuertes que pudieran
hacerlo inexpugnable. A los dos dias de mi lle-
gada se dió aviso de haberse divisado á lo léjos
una avanzada del enemigo, y comenzaron á to-
marse disposiciones para la defensa. Yo tambien,
(, por mi parte, arreglé mi bandera y me dispuse
( á enarbolarla de nuevo, como en dias más felices.
¿ Pero qué habia sido de esa querida prenda,
que compartia siempre conmigo los peligros de
~
( los combates, y á cuya sombra dormia yo con-
tento en los vivaques; que me defendia en oca-
( siones de los ardores del sol, y refrescaba mi
frente, batiendo sus alas sobre ella, y regalándo-
( me con un vientecillo delicioso? Esto merece
una historia aparte.
Cuando en la funesta jornada de Pasto nos
vimos enteramente derrotados, y el mismo intré-
pido Nariño, perdida toda esperanza, se retiró
( con unos pocos que le seguíamos de cerca, des-
) cosí, ó más bien, desgarré la tela como pude,
) tiré el asta á que estaba adherida, quitándole
-
primero la moharra ó lancilla, me envolví con
ella la cintura, á manera de banda, y coloqué en
- DE UN ABANDERADO. lIS
aquélla, como en un cinturon, la misma lancilla.
Así hice toda la retirada, y jamas abandoné mi
( banda, en que estabal1 bordadas las armas de
Cundinamarca, es á saber: una águila ~ dos
-
1 cabezas, sosteniendo una granada con una de las
---
ría, á órdenes del teniente coronel don Liborio
-
Mejía. Funesta fué para nosotros la permanencia
..
en aquel punto: la gente comenzó á enfermar
en términos que hubo necesidad de arreglar un
hospital, y como el número de enfermos era cada
dia mayor, se trasladó aquél á una iglesia ó ca-
pilla espaciosa, hasta que al fin nos hicieron re-
gresar despues de algun tiempo.
XVI
--
Siempre que han venido con el mismo objeto se
- - ~
han anticipado á avisarme para que les prepare
una buena cena, y les dé noticias de lo que hay
por acá, dónde está el destacamento, cuántos
hombres tiene, qué clase de gente es, quién la
manda, y, en fin, todo 10 que pueda convenir-
-
les saber. -
-
- .
-Agradezco á usted mucho su bondad, le
dije, y el interes que por mí toma: no esperaba
ménos de su buena amistad; y ya que usted me
hace esta confianza, yo le diré que, si ustedes
consienten en ampararme en su casa, me compro-
meto á hacer que los soldados se dispersen y que
ustedes me presenten al comandante de la par-
tida que venga.
-Convenido! replicó: lo haremos con el
mayor gusto."
Inmediatamente me despedí, fui á buscar al
sargento Ramírez y le referí, en la mayor reser-
va) lo que acababa de saber. El me dijo que,
MEMORIAS
~
terrible fui á la tienda de mi patrona, y la im-
puse, tambien en reserva, de otro fingido plan
que tenia para salir bien en mi empresa, y en
\ que esperaba que ella me ayudase: ese plan es,
la dije, emborrachar á los soldados, despues de
haberlos distribuido en diferentes puntos distan-
DE UN ABANDERADO. 1 33
.. . . ." .'
•
XVII
x VIII
•
'"
~
~E AQUÍ PARA ADELANTE cesa
la relacion de mi vida militar activa como soldado
de la patria, y con ella la de los hechos gloriosos,
y aun heroicos, de mis compañeros de armas en
el perlado á que se refieren estos apuntamientos;
y sigue la de las aventuras personales del que
estas lineas escribe, aventuras y episodios que,
abstraccion hecha de su persona, no dejan de
tener interes, si se considera que todos sus con-
militones, cual más, cual ménos, sufrieron otro
tanto, aunque no lo hayan escrito. En estas pá-
gin<l.s se verá á cuántos peligros, á cuántas priva- )
ciones y penalidades que hoy no se estiman, ni
aun se conocen por la generacion presente, estu- )
vimos expuestos en aquella época, y especial- (
mente en la del terror, que se inició con la entra-
MEMORIAS
~
señor," contestó, el de la guardia, mostrándome
á mi-" Sigame usted," me dijo el oficial, y me
llevó á la cárcel. Al entrar al calabozo donde
DE UN ABANDERADO. 1 5.3
-
Cuervo era un j6ven amable, franco y sim-
pático, siempre de buen humor; pero al par de
esto, con esa sonrisa estereotípica, conservaba en
los mayores peligros y en las situaciones más
- -
apu;:adas una serenidad fabulosa. Era capaz de
batirse él solo contra veinte enemigos, con el arro-
jo de un leon, sin que se alterase su fisonomía, sin
-
palidecer un solo instante. Cuervo era en la pri-
sion nues-tr-o- c-o-n-s-ue'l'o-: sus chistes nos hacian
reir y su valor nos alentaba; aunque, la verdad
sea dicha, la mayor parte de los que allí estaban
eran del mismo temple de alma, Ó, como se dice
vulgarmente, cortados por la misma tijera. Pero
hago este recuerdo especial de Cuervo (y bien
lo merece su memoria) porque él me distinguió
siempre_mucho.
154 MEMORIAS
ca~llí mismo.
Har ia méd ia hora que estábamos, pue de de-
cirse, agu arda ndo la mue rte por minutos y mi-
rand o tristemente, á cuatro pasos de nosotros,
las armas con que habian de quitarnos la vida,
cuando oimos el ruido de los sables que arras-
trab an por los corredores unos oficiales españoles
que entr aron prec ipita dam ente grit and o: "Vi va
) Fern and o VII !" Confieso que la sangre se me
heló en las venas, creyendo llegada mi última
hor a; pero me volvió el alm a al cuerpo cuando
los mismos oficiales dije ron: "no mueren , esos
t jóvenes porq ue el que ha triunfado en la Plat a
es el general Tolr á." Este habia salidO, en efec-
to/ de Santaf6 con tropas en direccion á Neiva
DE UN ABANDERADO. 163
•
y encontró en la Plat a á nues tro com pañe ro
Monsalve, el cual le hizo resistencia y combatió
con él vale rosa men te; pero tuvo que sucumbir
por la su perioridad de las fuerzas de Tolr á, segun
se ha dicho ántes.
Miramos con grat itud , aun que con altiv a
dignidad, á aquellos oficiales, y ~uervo dijo en
voz bien perc epti ble: "10 siento en el alm a!"
aludiendo al triunfo de losr eali stas . De todos
los que nos hallábamos en esa funesta formacion
no existe ya sino el que esto escr ibe! . ..... La ~
muerte no ha hecho otra cosa sino aplazar su
decreto ..... .
De allí volvieron á conducimos á nuestro
calabozo, donde cada cual hacia sus comentarios,
pero donde 110 teniamos más segu ra la existen-
cia que média hora ántes, pues era seguro que
nunca faltaria un pretexto cualquiera para qui-
tarnos la vida, yeso s pretextos los tenian á man o;
aquello no habia sido sino un martirio más aña-
dido á los que nos hacian pad ecer nuestros
verdugos.
Para hacer ménos enojosa nue stra prision
nos entreteniamos en contar anécdotas, en recor-
dar nuestras pasadas aven tura s y referir nuestras
vidas¡ como los ladrones de Gil BIas. Los aficio.
MEMORIAS
-
do en el suelo.
El entónces sarg ento Flor enci a ]iménez, á
quien llam ába mos " el héroe de los bravos dra-
gones de la patr ia," hab ia inventado 'un modo
sing"ülar de divertirnos toda s las noches, y era
en~olver un ladrillo en una ruan a ó saco, y cuan-
do estábamos á oscuras se tirab a el ladrillo á lo
alto y si le caia '1 alguno, éste lo arrojaba de
nuevo, con lo cual se arm aba una algazara infer-
nal de ayes, grito s y carreras. Hub o vez que el
centinela esterior, alarmado, grita se al cabo de
gua rdia que los insurgentes nos estábamos matan-
do-; á 10 que este con testó : "déj elos usted que se
DE UN ABANDERADO. 165
XXI
-
sicion es tan brusca en estos casos que una natu-
raleza un poco aébil no siemjlre pu~d~e resistirla. *
Fen óme no sing ular ! los mismos _á quienes no
ater ra la idea de perd er la vida se enagenan de
- -
gozo al Jabe r que van á recobrarla,.:. Cuervo con
una indiferencia inalterable vino con permiso al
. -
calabozo á contarnoslo y, dirigiéndose á Santa-
cruz, le dijo : "rec lam o mis calzones y mi almo-
-
had a, porq ue donde hay engaflo no haytrato ."
A. poco rato se puso á componer versos ~ sobre
este lance, los cuales siento no hab er conservado
-
en la memoria.
* O.lo sé Hila do López, general desp ues,J Eresidente
de la RepúHica, solía referir esto mismo y confesaba haber
sufrido una especie de trastorno de s~zon . -
XXII
-
tria, como que dur6 preso mas de un año en
Pasto, de donde fué remitido á Quito y de allí á
a
Lima para pasar desterrado Espafia en union
del Obispo de Quito y de otras personas nota-
bles, * y aun en la!enínsula estuvo mucho tiempo
p:eso en la cárcel de Cádiz. N o se figuró este
grande hombre, cuando sufría todos los horrores
de una larga prision y en riesgo inminente de
ser sacrificado, que algunos compatriotas suyos
mal informados, le habian de calumniar algun
dia.!. diciendo que desde su prision habia propues-
to al Gobierno de Cundinamarca que se some-
tieséde nuevo al yugo español. Elll1contrastable
N~iño, á quien nada quedaba ya que sacrificar
•
siI20 unos pocos años de vida, viendo su pasado
lleno de glorias, ¿ habria sido capaz de semejante
debilidad, de tan negra traicion? ¿ Nariño, cuyo
regreso al país en 1821, fué saludadOpor BoÜvar
coñ expresiones de júbilo y de gran satisfaccíoñ?
* Entre ellas el célebre Montúfar, el cual se escap6 ,n
Panamá y volvi6 i 1logotá, donde al fin fué fusilado.
x XIII
•
Sl-=-'
~ESDE ese dia mi sargento era la ter-
tulia que tenia en mis ratos, no diré de descanso,
-
que eran todos, sino de recreo ó asoleo, y este
-,
buen hombre me entretenia contándome muchas
cosas de Pasto y sus Mbitantes, y de las campa-
ñas que habia hecho; y yo por mi parte le refe-
ria muchas de Santafé, que él no conocia, porque
los pastusos rara vez salen de su tierra, ni aun
para ir á la guerra. Entre otras cosas me - en-
\ seM á conocer y preparar varios colores de que
l ellos usan para sus pinturas y tejidos.
Se prolongaba demasiado mi prision solitaria
que, en verdad, comenzaba ya á fastidiarme, y,
cuando me creia mas libre de peligros y moles-
tias, una nueva aventura, muy desagradable y
mortificante, me esperaba todavía.
MEMORIAS
/
-
XXIV
DE UN ABANDERADO. 193-
~
abra bien las piernas, no se va ya 11 hundir" por.
g,ue si se entierra no lo volveremos á ver más.
En. efecto, sentía que la tierra se ~ovia 4ebaje
, -
MEMORIAS
~
que Augusto Dosé ha ilustrado los poemas del Dante, he re-
~ "ordado muy al vivo las impresiones que experimenté en
aquel litio.
DE UN ABANnERADO.~ 97
ii
xxv
~
dijeron los guias, porque nosotros no podemos
detenernos, ni lidiamos más á don Matías, que
ya estamos muy cansados."
-Es o no pue de ser, les dije, tenemos que
pasarlos de cualquier modo, y en último caso, yo
solo procuraré hacerlo, ántes que dejarlos aquí
abandonados.
Casi todo el dia lo empleamos en trata r de
componer aquella tram pa que se estaba cayendo,
y cuando nos metimos en ella nos vimos en cal-
zas prietas para lleg ar al otro lado, en términos
~ que los mismos baquianos dudaban de poder
con'Seguirlo y se vieron en peligro de caer. No
DE tm ~'B:A'N])ERADO. '2'03
•
te
XX VI
208 MEMORIAS
•
•
•
XX VI I \
~
~REO CO NV EN IEN TE repe tir aquí ~
que estas aventuras pue den no tene r nad a de ~~
extraordinario; pero ellas se relacionan con mi
vida de soldado de la patria, y son la consecuen-
cia de ella ; y esta circunstancia les da el interes
que puedan tener para los que leen con gust o
todo lo que se refiere á aquella época gloriosa de
los albores de nuestra independencia nacional, y
á los hombres inteligentes, probos y desinteresa-
-
dos que se pusieron al servicio de esa causa sant a
y pura, no corrompida por el hálito de las pasio-
nes vulgares, ni puesta en gran gerí a por los es-
pec~ladores .Q.olíti~os que encontraron desp~es
la mesa º~sta, como suele decirse, para sentarse
á com er; de esa época, que pudiéramos llamar
216 MEMORIAS
•
DE UN ABAN DER ADO . 2 17
XX VI II
ha sta llegar al
la poblacion, caminé la rg o trecho
an ec er al pa so ~ de la Gu ai ra , en el Magdal<:.na.
am
all í se gu í á Ha to -a ba jo , do nd e permanecí
De
dos dias, y oí decir qu e mi con pa
ñe ro estaba 1
preso en Ti m an á.
la se ño ra
D es de luego me fuí á la casa de
lv a, y all í es ta ba m ed io oc ul to . Un a noche
Si
resuramiento:
fueron á llamar á la pu er ta con ap
l:nda jóven, y
er a la señorita Ma']"arita Fa lla ,
igrado de la
entusiasta pa tri ot a qu e ha bi a em
n An to ni o co n la fa milia de D .
Pl at a á Sa
JUl!,n Borrero, la cual en tró dicién
dome: "ES- ?
ento po rq ue .
pinosa, vayase usted en es te mom
vestido como
vienen á prenderlo." Así, medio
casa saltando
estaba, salí por el interior de la
r las pa re de s; pe ro la ju sti cia , m ás previsiva,
flO •
co gi er on , me
tenia allí ge nt e ap os ta da ; y me
cárcel. ¡G ra n
amarraron y me llevaron á la
j Vi va la Pa_
dt lit o habia cometido gr ita nd o
a! y ta n gr an de qu e m e po di a costar la vida.
tri
m an á á pié
Al dia siguiente me enviaron á Ti
tificante po
sin sombrero, vi ag e corto, pero mor
po r el modo
:1 mal tratamiento qu e me daban y
:omo me conducian.
camino
De Ti m an á m e enviaron al nuevo
o, destinado
de las Papas, qu e se es ta ba abriend 16
. 226 MEMORJAS
•
XXIX
.'
DE UN ABANDERADO. 235
17
xxx
~
~OMO no tenia prisa de salir de alIL
y esta buena familia me detuvo con tantas ins-
tancias, me quedé á vivir con ella. La circuns-
tancia de nuestras comunes opiniones, de ser
) l?aisanos, es decir, todos santafereños, de haber
corrido unos mismos riesgos y de participar unos
mismos padecimientos, nos hizo hallar mutuo
agrado é interes en nuestras relaciones y ameni-
zó un tanto nuestra suerte. Tal vez veian en mi
tambien un protector, ó por lo ménos un apoyo,
en el caso desgraciado de ser descubiertos. Lo
/ cierto es que yo, ademas de agradable conver-
l sacian y compañía, maté el hambre atrazada,
con buen jaman, salchichones y excelente ceci.
na, restos de la abundante, provision que hizo
mi paisano ~igo para pasarlo lo mejor posi-
ble en su retiro, y cuyo c-?nsumo economizaba
•
MEMORIAS DE UN ABANDERADO. 243
carta
,
que no debió de gustarle mucho, . y seguí
á pie, como siempre, sin más recursos que lo
poco que me:quedaba de los ocho pesos del Cura
de Timaná.
•
XXXI
=-'=
¡
netras de unos matorrales cerca : del camino, y ~
alcancé á oir el siguiente diálogo, pues á todo el
que pasaba lo detenian para hacerle preguntas
y examinarlo. Venia un peon cargado con su
maleta, fornido y pequeño de cuerpo, y el mismo
D. Basilio le preguntó :
-¿ De dónde eres t1 ?
-Señor, sol hijo del Gigante. )
-Ola! hijo del gigantey-;'n pequeño! Y ~
á dónde vas?
MEMORIAS
----------------------------
-Voy para la Plata, mi General.
-Pues anda con Dios, y él te dé mucho
de eso.
En medio del Su.sto que tenia no pude mé-
~ nos de reirme de una ocurrencia tan andaluza.
Par este estilo andaba yo siempre, como se di-
ce, escapando el bulto, hasta que al fin descubrí
en lontananza e! hogar que habia abandonado ha-
( cía tantos años, por lo cual dí gracias á la Provi-
dencia ql1e por entónces me restituia á los mios.
Entré de noche á Santafé y me dirigí á mi
casa. Mi familia, que estaba reunida, no me re-
. ca.noció al pronto ; tal era el estado en que ve-
ni~ y lo_desfigurado que estaba; pero cuál seria
su sorpre:a cuando les dije quién era! Esta es-
cena la dejo á la consideracion de! lector.
A los dos dias fui á presentarme á la Au-
dienciª- como me lo ordenaba e! pasaporte;
por casualidad se me ocurrió esperar que estu-
viera solo el oficial mayor que lo era p. Al!,dres
Maldonado (que todavía existe) á quien le pre-
senté e! pasaporte; 10 leyó, y habiéndose per-
suadido de que estábamos solos me dijo; "No
se presente usted porque aunque lo hayan juz-
gado, sentenciado y cumplido su condena; lo
ponen de soldado."
DE UN ABAKDERADO. 251
XXXII.
~
vimos venir un militar, bajo d~ cue!.E0 Y delgado,
á todo el paso de un magnífico caballo cerbuno;
- -
todo fué divisarlo Maza y exclamar: "allí viene
-
DE UN ABANDERADO. 26r
-
tenido noticia en el puente del Comun, de que
.
Sámano habia emigrado con toda su gente, y
que la ciudad estaba enteramente abandonada,
voló á ella, dejando su escolta, sus edecanes y
demas personas que le acompañaban, las cuales
se quedaron muy atras y él venia perfectamente
sol~. Seguimos con él hasta la plaza de la Ca-
tedral. La noticia de su repentina llegada llenó
de extraordinario"júbilo á toda la poblacion. Lle-
gaban algunos sugetos á caballo, y todos le ins-
taban para que fuese al palacio, pero él rechazó;
sin duda aguardaba á que llegasen los que ve-
nian atras para darles allí mismo las órdenes del
* Si Maza hubiera l:evado ese dia arma de fuego, le ha-
bria tirado desde léjos al Libertador, sin conocerlo.
- /
>
262 MEMORIAS DE UN ABANDERADO.
infruc~uoso el ex pl én di do y decis
ivo triunfo qu e
ac ab ab a de obtenerse.
-
El rasgo sig ui en te confirma lo qu
e acerca de
la ferocidad del ca rá ct ar de Maz
a se ha dicho.
A l siguiente di a de la en tra da de Bo
lívar, comen-
za ro n á lle ga r algunos de los prisi
oneros es pa ño -
le s; en tre ellos ve ni a un oficial vene
zolano llama-
do Er ito ; al lle ga r á la plazuela de
-
lo !e co no ci ó nuestro hé ro e, y, bien
Sa n Francisco
po rq ue tuviese
con él al gu na an tig ua enemistad
, ó bi en po r el
pl~cer de m at ar , se le acerca, y ap un tá
nd ol e con
el fusil, le di ce : "d ig a usted, Viva
-
El po br e prisionero obedec - ió la la pa tri a 1"
in tim ac io n; pe ro
no pu do concluir la frase, po rq ue so
ltándole M az a
el tiro, lo dejó en el sitio.
- La lle ga da de las tro pa s venced
oras fué un a
ovacion co nt in ua da ; la s escenas á
qu e ella di ól u-
ga r, no son pa ra referirlas, ye l lec
tor pu ed e figu-
rárselas 'm uy bien. Al gu n tiempo de
spues cuando
to do es ta ba ya sosegado, m e pr es
en té al Ge ne ra l
Joaquin Paris, Co m an da nt e ge ne ra
l de armas, qu e
ha bi a re gr es ad o de l su r mucho án te
s qu e yo, qu ie n
m e dijo qu e pr on to se m e ex pe di ria
mi despacho
de Ca pi ta n de l pr im er batallon de
ca m pa ña qu e
de bi a r;narchar pa ra el Su r; le
di las gracias,
pe rd le manifesté qu e es ta ba resu
elto á de ja r el
DE UN ABANDERADO. ~65
DE UN ABANDERADO. 267
nuestra tierra.
Aqui debiera terminar estos ajuntamze1Ztos,
porque si más me extendiera solo podria consig-
nar algunos rasgos de mi vida íntima y domés-
tica que poca ó ninguna importancia tendrian ')
para el lector ; pero el amor propio de artista, (
disculpable cuando no pasa de ciertos [imites, y
la circunstancia de estar relacionados esos rasgos
con varios de los personages que figuran en
estas paginas y que han sido notabilidades(
conspicuas en nuestro pais, me hace vencer la(
repugnancia que naturalmente tengo de entrar
en tales pormenores.
Hablaba anteriormente sobre la idea que
tienen muchos acerca de las guerras de la época
gloriosa de nuestra Independencia, 10 que me hi-
zo recordar las anécdotas siguientes:
Pasaba yo una vez por el frente de la boti-
ca de un amigo mio, donde estaban en tertulia
268 MEMORIAS
RETRATOS.
~ tiliLd .
'" ,-w.,.:., El proy ecto de mi viag e á Itali a iba ya muy
ade lant e; ya me soña ba yo en Rom a, lleno de
adm irac ion i de entusiasmo, vien do i estu dian do
los prodigios del arte ; pero sucedió la conspi-
racion cont ra la vida de! Libe rtad or, y se acab ó
todo.
Por la copi a del retra to de Bolív~r, que con-
serv o en -~i pod er, bIce desp ues muchos otros
DE UN ABANDERADO. 273
para extrangeros y pais ano s: el último fué al
óleo, dec uerp o entero y tamaño n~turaI. Cuan-
do erG ene ral Mosquera tuvo noticia de él, me
lo mandó á ped ir para verl o; y luego me hizo
el honor de enviarme la siguiente cart a :
Bogotá, 6 de Junio de 186+.
Señor José María Espinosa. ,
"'-
-
Pues bien: á los treinta y tantos allos ha venido á existir
-
un verdadero relrato del Libertador, al óleo, del tamallo na-
tural.: Es obra de un bogotano, el sellor José María Espinosa.
Fué hecho el boceto en las vísperas del 25 de setiembre, y
quiza;-á eso se deba que pudiera el artista dar con una actitud
y una espresion que producen comEkta~mejanza con el ori-
ginal.
No es el Bolívar galant'e que lucía su gentileza, ligerísima
y si~Ttica ligura en los salones de Paris o de Rom--;, juran-
do á sus solas crear naciones, y separar un Mundo'de otro
Mundo: ni es Bolívar el fiero, impetuoso, el rayo de los com-
,
bate~ el sol de la gloria de la época de la guerra á muerte: ni
es el Bolívar que instala los Congresos constituyentes de los
p,:eblos amerkanos, político profundo, de mirada trascenden-
tal y penetrante, que eon aire de legítima autoridad, conna-
tural con su talento, excitaba inagotable admiracion: ni aquel
Apgel tutelar de un Mundo, que al galope de su caballo de ba-
taUa entraba en nuestras ciudades victoreando al pueblo sobe-
rano~ destrozando cadenas y cubierto ~e laureles: ni es el Bo-
lívar de los infortunios en las épocas tremendas, con l. pers-
tinada en la frente y el heroismo en la mirada. Tampoco el
que recorria sus filas vencedoras, alegres y entusiastas, aunque
-
diezmadas, en los campos victoriosos de Boyacá, earabobo,
Bomboni y ) unin, y mil mis, que le vieron arrancar a la
ferluna victorias inmortales, y á cuyo derredor resonaban los
cstfucndosos vivas, y millares de bendiciones de tantos y tan-
•
DE UN ABANbERADO. 275
10 digan á la Posteri~ad.
A los treinta y tantos años hemos vuelto á verle: ese re-
trato es cuanto pudiera quedarnos de la imágen de Bolívar.
•
CISCO.
M.) -
General Urdaneta Fran- General Obando (José
-
~
-
General SoubletG
Mayor General C~bal.
Coronel Wills.
Tenientes-coroneles :
General Melo.
--.,
Antonio Paris, Rosas,
Coroneles ~ue~o (Ra. Pinzon, Mariano Pos-
fael), Urreta, Brice- se, Ricaurte (Anto- ,
~
CARICATURA.
... ..
•