No.

ABR - JUN 2018

Diálogos en torno a los tiempos convulsos
Patxi Lanceros, Alejandro Solalinde, Achille Mbembe, Rita Segato…

Mario Perniola, in memoriam - Giuseppe Patella

Central de abastos, el vientre de la ciudad - Karina Bustos García

ISSN 1405-4558
*Fotografía: Randy Colas
 metapolítica
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SOCIEDAD ABIERTA
21 2018, grado cero de
nuestra democracia
DEBATES
62 Achille Mbembe: “Es
tiempo de rehabilitar
el concepto de
PORTAFOLIO
110 Sobre Contra las
elecciones. Cómo
salvar la democracia

84
Juan Cristóbal Cruz
progreso” Karina Bustos García: de David Van
Revueltas
Central de abastos, el Reybrouck
Entrevista realizada por
vientre de la ciudad
Luis Martínez Andrade Ángel Sermeño Quezada
Paola Martínez Hernández
e Israel Covarrubias

6 Una filosofía del

intermedio. Mario
Perniola, in memoriam
26
Giuseppe Patella
Uno de los cuatro
miente… biopolítica,
biopoder, bioética y
47 Diálogos en torno a los
tiempos convulsos.
Presentación
66 Rita Segato: “El tránsito
a la modernidad
implicó un desplome
imprenta pública
113 Sobre Dicionario de
justicia de Carlos
Pereda (ed.)
bioderecho de la autonomía, de la
Israel Covarrubias Víctor Hugo Martínez
autoridad y del poder
Raúl Ruiz Canizales González
de las mujeres”

Luis Martínez Andrade

11 Hacer un interrogar
del hacer 31 Los derechos
culturales en un
Estado federal: el caso
48 Patxi Lanceros: “La
democracia se está
hundiendo”
74 Leonardo Núñez
González: “El combate
a la corrupción,
98 Sobre Maquiavelo. Una
guía contemporánea de
lectura sobre lo político
118 Sobre Derecho
humano a la familia.
Retos y alcances en
Paola Martínez
de México la impunidad, la y el Estado de Israel el siglo XXI de José
Entrevista realizada por
discrecionalidad y todos Covarrubias Benjamín Bernal
Herminio Sánchez de la Israel Covarrubias
estos fenómenos es una Suárez
Barquera y Arroyo, Norma José F. Fernández Santillán,
carrera de fondo”
Estela Pimentel Méndez Héctor Zamitiz y Hugo Julio César Rojas González
y Alma Angélica Huitzil Tavera Villegas
Entrevista realizada por
Escobar
Ariel Ruiz Mondragón

14 Después de Evo
Morales, ¿qué
prospectivas para
42 Maquiavelo,
populismo y
comunicación política
53 Alejandro Solalinde:
“No sólo hay muros
físico al estilo Trump,
80 Jesús Silva Herzog-
Márquez: “La política
es un arte de la
108 Sobre How
Democracies Die de
Steven Levitsky y
120 Sobre Beasts of
Burden. Animal and
Disability Liberation
la democracia en hay muros sociales, compurgación” Daniel Ziblatt de Sunaura Taylor
Mauricio Saldaña
Bolivia? legales, mentales”
Rodríguez y Jorge David Entrevista realizada por Luis Octavio Vado Grajales Mario Alfredo Hernández
Cortés Moreno Francisco José Rodríguez Sánchez
Franco Gamboa Rocabado Entrevista realizada por
Anna Milena Kohte Escobedo y Miriam Fonseca
López

(IN) actualidades

124
Ricardo Cartas
e Isaac Hernández

SUMARIO
Sociedad Abierta — Giuseppe Patella Giuseppe Patella — Sociedad Abierta

por Giuseppe Patella

Profesor de estética de la Universidad

de Roma “Tor Vergata”.

Q
uien sabe cuándo empezó a pensar en el epitafio a escribir sobre
su tumba en Nemi (Roma) —NEQUE HIC VIVUS, NEQUE ILLIC MOR-

Una filosofía del TUUS (“Ni aquí vivo, ni allá muerto”)— que calca el dejado por el
arquitecto romano Giovan Battista Gisleni en su monumento fúne-
bre de 1670, que se encuentra en la iglesia de Santa Maria del Popolo en Roma.

intermedio. Mario Porque si hay una cifra que marca profundamente la actividad intelectual de
Mario Perniola, quien nos dejó el 9 de enero de este año, es justamente la que
resume ese lema, que dice de su estar siempre en otro lado, siempre un paso

Perniola, in memoriam* atrás (o a un lado), inatrapable e imprevisible, de difícil colocación, fuera de

las corrientes principales y de las modas que han atravesado con el paso del
tiempo las estaciones de la filosofía italiana.
Un antiacadémico entre los académicos, un pensador-escritor entre los
filósofos de profesión, un anticonformista entre los intelectuales. No es ca-
sual que sus maestros hayan sido, por un lado, Luigi Pareyson en Turín, es
decir, lo más académico que podamos imaginar (maestro de muchos otros
pensadores como Eco, Vattimo, Givone…) y, por el otro, Guy Debord en Fran-
cia, fundador de la Internacional Situacionista y pensador incomodo como
ninguno. Y la intención de contaminar el uno con el otro, de hacerlos de al-
guna forma interactuar ha sido quizá el rasgo característico de su pensamien-
to, preocupado como estaba por aportar elementos de cambio y una nueva
conceptualización dentro del asfixiante mundo académico en el cual se movía
y, por otro lado, por transmitir seriedad y rigor al interior del debate político y
cultural contemporáneo, con frecuencia vacuo e inconcluso.

* Traducción de Pedro Alzuru.

6 7
Sociedad Abierta — Giuseppe Patella
Es exactamente lo que hizo con la disciplina
filosófica de la estética que enseñó en la uni-
versidad por más de treinta años, primero muy
joven en Salerno y luego en Roma Tor Vergata,
donde tuve personalmente la ventura de te-
nerlo como maestro y donde aprendí a apre-
ciarlo como pensador sui generis, animado
tenazmente desde un principio por la voluntad
de transformar la disciplina desde su interior
liberándola del aire polvoriento y viciado que la
envolvía, abriéndola cada vez más al estudio de
los fenómenos emergentes de la sensibilidad
contemporánea con aproximaciones metodo-
lógicas más ágiles y flexibles que las tradiciona-
les, tratando de leer su trama a través de sus
típicas dotes de curiosidad intelectual y de agu-
deza interpretativa que le permitían descifrar
(y con frecuencia anticipar) las dinámicas de los
procesos culturales en curso.
De hecho, Perniola siempre entendió la
estética no como una disciplina filosófica sec-
torial que se ocupa tradicionalmente de los
campos de las artes y de la belleza, sino como
una dúctil ciencia de los confines, un amplio
espacio de encuentro y desencuentro de prác-
ticas, dispositivos, saberes que se miden con
toda la vastedad de los fenómenos complejos
y diferenciados comprendidos en la esfera del
sentir, y que operan también en el mundo de
la comunicación y de los medios de masas, en
la sociedad y en la política, en la religión y en
las artes, que justamente por su complejidad
deben confrontarse con un abordaje abierto,
inclusivo y con una dotación metodológica en
la medida de lo posible flexible y en grado de
aproximarse realmente a nuestro tiempo.
Con esta perspectiva nacieron las varias
revistas que con el tiempo fundó, desde Aga-
ragar (1971-1973), todavía cercana la experien-
cia Situacionista, pasando por la ágil Estetica
news (1988-1995), hasta la más estructurada
Clinamen (1988-1992) y, desde el 2000, Ágalma,
cuyo subtítulo, no por casualidad, dice, “Revis-
ta de estudios culturales y de estética”, para
contener precisamente el sentido de un trabajo
asiduo de atravesamiento y cruce disciplinario
en el cual la estética se mide de manera ágil y
8 9
desprejuiciada con los desafíos que provienen
de las formas de la cultura, de la sociedad y del
vasto horizonte del sentir contemporáneo. Una
revista en la cual los objetos de investigación
devienen poco a poco ya no sólo los fenóme-
nos artísticos y estéticos, sino las mercancías
y las redes, los poderes simbólicos, los valores
económico sociales, los objetos de deseo, los
modos y las modas, los rituales, la sexualidad,
las manías, las perversiones y las formas más
cambiantes de la sensibilidad. Los estudios
culturales, además, recogen notablemente el
conjunto de las disciplinas que tratan de com-
prender la complejidad del término cultura y los
usos políticos con él relacionados, indagando
sobre la multiplicidad de las formas de nues-
tro vivir a partir del encuentro y de la mezcla
de códigos pertenecientes a diversos ámbitos,
y la estética como disciplina constitutivamente
impura e inclusiva parece ser la más adaptada
para asumir los desafíos de nuestros tiempos
articulados y complejos.
No obstante, sin recorrer el amplio trazado
de la producción intelectual de Perniola (un
trabajo que tarde o temprano deberá ser abor-
dado con la seriedad y la distancia necesarias),
que solía moverse no sólo entre Pareyson y
Debord, como señalamos, sino entre la filosofía
alemana y el surrealismo, Heidegger y Bataille,
los estoicos antiguos y Baudrillard, la teoría de
los media y la cultura afrobrasileña, Nietzsche
y Michelstaedter, el posestructuralismo y las
estéticas orientales, Ignacio de Loyola y Klos-
sowski —sólo por citar algunos autores y temas
sobre los cuales escribió cosas fundamentales—
quisiera intentar especificar lo que me parece
ser el rasgo característico de su reflexión, por lo
demás ya evidente en este conjunto de autores
citados, es decir, en su extraordinaria capacidad
de ingenio (barroca) de aproximar cosas lejanas
y distantes y de separar cosas próximas y cer-
canas, dando vida a formaciones conceptuales
sutiles y penetrantes, refinadas y poderosas,
con la capacidad de leer mejor el presente y
aprehender así el aire de los tiempos.
En este sentido, su filosofía pudiera ser de-
finida del between, del intermedio, porque se
propone pensar el “entre” que representa jus-
tamente la mediación que separa pero también
la distancia que une, esa tierra del medio que
indica al mismo tiempo tanto un estado de se-
paración como un movimiento de acercamien-
to. Una filosofía del tránsito, para recordar es-
pecíficamente uno de los conceptos elaborados
en su libro pionero de 1985 (Transiti. Come si va
dallo stesso allo stesso), en el cual la relación
entre el adentro y el afuera, el aquí y el allá, el
estar y el andar no es pensado en términos de
oposición radical ni al modo de una solución
dialéctica, sino en la forma de intermedio que
mantiene juntos los términos a través del emer-
ger de su distancia.
Desde este punto de vista el objetivo del
filósofo deviene exactamente el de articular
ideas, conceptos, perspectivas y practicas
diversas y de hacerlas interactuar aun en su
distancia para penetrar al fondo en nuestro
tiempo. Y aquí la tonalidad de fondo que siem-
pre operó en el pensamiento de Perniola me
parece que puede trazarse en el doble rechazo
de toda posición de tipo apocalíptica, visiona-
ria, pero que evita al mismo tiempo de manera
absoluta hacer concesiones a la sociedad del
espectáculo y de la comunicación generaliza-
da en la cual vivimos (véanse en este sentido
Contro la comunicazione, de 2004 y Miracoli e
traumi della comunicazione de 2009). Su acti-
tud en relación con nuestro tiempo puede en
efecto ser descrito como una suerte de confia-
do desencanto, de distanciamiento participan-
te, de escéptica admiración, que no le impidió
nunca sin embargo el estar en “contacto direc-
to” (para recordar el título homónimo de un
destacado trabajo suyo de 1986, Presa diretta)
con el presente y sus transformaciones, sin de-
jarse, no obstante, espantar ni mucho menos
deslumbrar. Todo esto también con la escolta
de la enseñanza de Walter Benjamin (al cual
debe además el título de su afortunado trabajo
sobre El sex appeal de lo inorgánico de 1994),
donde aun diciéndose exento de ilusiones en
relación con su época se pronunciaba siempre
sin reservas en favor de la misma. A pesar de
todo y, es más, con mayor razón.
En el panorama filosófico contemporáneo la
reflexión estética de Mario Perniola ha repre-
sentado desde mi punto de vista un resultado
entre los más originales y provocadores de la
investigación actual. Muchas de las nociones
filosóficas y de las categorías críticas por él ela-
boradas a lo largo de su labor han entrado hoy
en el debate cultural, como la idea de una “so-
ciedad de los simulacros”, la noción de “disgus-
to” o la expresión “sex appeal de lo inorgánico”,
sólo para dar algunos ejemplos, y ha llegado a
alcanzar el estatus de pensador de impacto glo-
bal, con traducciones de sus libros en las más
importantes lenguas europeas y orientales, que
ha dejado un signo determinante en nuestro
tiempo. Su reflexión, sin embargo, siempre se
situó en una dimensión de oposición y desafío
frente a la tradición estética occidental, siem-
pre juzgada tendencialmente demasiado armó-
nica y conciliadora, pero también de la lógica
economicista y de la ideología de la comunica-
ción actualmente dominante, haciendo valer
desde su inicio una estrategia de pensamiento
diferente y alternativa respecto a las orientacio-
nes predominantes, alejada simultáneamente
tanto de la ingenuidad como del dogmatismo.
En síntesis, su proyecto filosófico me pare-
ció siempre animado de la que definiría como
una estrategia de reinicio del pensamiento,
que encontramos ya evidenciada en la forma
literaria del discurso filosófico de Perniola
que, en oposición tanto a la disertación filosó-
fica tradicional, enyesada y polvorienta, como
al eclecticismo y a la incoherencia del poligra-
fismo posmoderno, afirma la esencialidad de
una escritura plana, lúcida, aguda y eficaz, que
produce antes que nada el placer de la lectura
y de la reflexión. Esta estrategia de reinicio del
pensamiento implica una prospectiva cultural
profundamente distinta de los fundamenta-
lismos de cualquier naturaleza, ajena tanto
a la “desmoralizante vacuidad del nihilismo”
como al “pedante y quimérico academicismo
de la hermenéutica”, como escribió en Del
sentir (1991), antitética tanto a la metafísica
occidental como al proyecto de su presunta
superación de parte del posmodernismo, en
Giuseppe Patella — Sociedad Abierta
grado de plantearse como real alternativa al
destino histórico universal de la metafísica
occidental, en la totalidad de sus manifesta-
ciones, porque a través de una aproximación
genealógica que proyecta nuevas luces en las
interpretaciones de la fase antigua de su iti-
nerario vislumbra en ésta un nudo temático
fuerte, que se ha transmitido por milenios y
ha permanecido siempre renaciente, vivo y
actuando aun hoy, en tanto ya desde siempre
distinto de sus orientaciones fundamentales.
Esta nueva estrategia ha sido definida por
el mismo Perniola como “neoantigua”, evi-
dentemente no en el sentido que se configura
como una arqueología filosófica en búsqueda
de ruinas, residuos, modelos del pasado que
debemos asumir como paradigmáticos para
las interpretaciones de la experiencia contem-
poránea, sino porque se propone interrogar
todo el patrimonio cultural de Occidente a “Un antiacadémico
partir de sus orígenes antiguos, liberándolo
entre los académicos, un
no obstante de toda ambición metafísica y
universal, mediante una metodología etno-fi- pensador-escritor entre
losófica capaz de descubrir relaciones muchas los filósofos de profesión,
un anticonformista entre
veces ocultas entre las cosas, de aproximarse a
fenómenos aparentemente distantes entre sí y
de alejar eventos considerados con frecuencia los intelectuales.”
muy cercanos. Es gracias a ese proceder que
refiriéndose a fenómenos emergentes de la
sociedad contemporánea Perniola ha sabido
muchas veces capturar sus rasgos ambiguos y
contradictorios y ha especificado sus huellas en
experiencias culturales lejanas y remotas, en el
tiempo y en el espacio (en la romanidad, en la
cultura barroca, en los rituales afrobrasileños,
en la estética japonesa…).
Desde este punto de vista el proyecto
“neoantiguo” representa esa suerte de paso ha-
cia atrás del cual hablábamos al inicio, que per-
mite, por un lado, alejarse del mainstream para
poner atención y pensar cuánto en la tradición
ha permanecido impensado y, por el otro, leer
más apropiadamente el presente con la antigüe-
dad y así lograr pensar lo actual con lo inactual.
La atención al presente permanece entonces
central en su pensamiento, lo que no debemos
confundir sin embargo con la enfermedad del
Sociedad Abierta — Giuseppe Patella Paola Martínez — Sociedad Abierta

“Interrogar el patrimonio
cultural de Occidente a partir
de sus orígenes antiguos,
liberándolo de toda ambición
metafísica y universal.”

presentismo y con el acomodarse a la realidad
existente, con la sólida convicción que es sola-
mente con la recolección de la plenitud del pre-
sente que comprendemos la grávida riqueza de
sus posibilidades.
El último resultado de su investigación se
había dirigido hacia una crítica radical del siste-
ma de la comunicación, que constituye hoy la
Y es esto lo que Perniola ha evidenciado tam-
bién con sus trabajos de reconstrucción históri-
co-teorética de la estética contemporánea, en
la cual la parte más sugestiva e interesante está
dedicada exactamente a las reflexiones sobre
la dimensión del sentir pensada bajo el lema de
la diferencia. El sentir del siglo XX, escribía en
Estetica del Novecento (1977, p. 154), “se ha mo-
gusto, de sentimiento y de juicio, aparecen hoy
absolutamente inutilizables para comprender
los fenómenos complejos y diferenciados, las
experiencias insólitas y perturbadoras que ca-
racterizan la sensibilidad, las prácticas artísticas por Paola Martínez
y la sociedad contemporáneas, cada vez más
caracterizadas por la contaminación y por los Psicoanalista y consejera
cambios, por los entrelazamientos y cruces de editorial de Metapolítica.

dimensión ideológica dominante, con su cuali-
dad de simplificar y de aligerar los contenidos,
de homologar y a aplanar todo al nivel de la
mediocridad y de la vulgaridad, pero sobre
todo con su tendencia de adecuarse al mode-
lo del mensaje publicitario, mostrando así su
vido en una dirección opuesta a la conciliación
estética, hacia la experiencia de un conflicto
mayor que el de la contradicción dialéctica,
hacia la exploración de la oposición entre
términos que no son simétricamente polares
entre sí. Toda esta gran vicisitud filosófica, que
elementos, por las interacciones de los signos y
los continuos deslizamientos de los significados.
Frente a estas articuladas configuraciones
del sentir, Perniola ha logrado pues encontrar
nuevas claves de lectura y nuevas categorías in-
terpretativas para dar cuenta de las experiencias

Hacer un interrogar del hacer

verdadera naturaleza opresiva y falsificadora.
Así, frente a la imposición de la comunicación
como ideal (in)formativo en todos los sectores
de la vida social y cultural, frente al oscurantis-
mo del sistema político, a la desvergüenza del
sistema económico, al infantilismo del sistema
mediático, al conformismo del sistema cultural
no dudo en considerar como la más original y
la más importante del siglo XX, está bajo la
noción de differenza, entendida como no-iden-
tidad, como una desemejanza mayor que la del
concepto lógico de diversidad o la del concepto
dialéctico de distinción”.
La diferencia se revela entonces como el
más inquietantes y excesivas de la sensibilidad
contemporánea, sumergiéndose hasta el fon-
do en el mare magnum de nuestro sentir, mo-
viéndose entre los pliegues del presente pero
buscando siempre hacer pasar otros mensajes,
diferentes mensajes. Porque en su vigilante
atención frente a nuestra época siempre corres-

y a la banalización que reina en el mundo del
arte, no queda sino la alternativa de una cultu-
ra estética, que defiende y practica las labores
del saber, de la inteligencia, de la agudeza y del
refinamiento, apostando siempre por el princi-
pio de la diferencia y sobre la imprevisibilidad
del proceso histórico.
Es sobre el principio de la diferencia que él,
desde el principio, basó toda su filosofía. ¿Pero
qué se entiende por diferencia y qué relación
mantiene con la estética? Perniola habla sobre
todo de la diferencia del sentir, que es indicio
de la complejidad del sentir, testimonio de su
excedencia, de su irreductible diferencia con
el pensar y con el actuar. En este sentido, la
diferencia del sentir es ya siempre un sentir la
diferencia. El ámbito de la diferencia no puede
ser en efecto el lógico del conocimiento, sino
el espurio del sentir, de las experiencias insóli-
tas y perturbadoras, ambivalentes y excesivas,
irreductibles a la identidad, testimoniadas por
las complejas formas del sentir contemporáneo,
de las cuales la estética tiene el compromiso
de encargarse desde el punto de vista teórico.
principio teórico de orientación que animó
desde un principio el trabajo de Perniola. Esta
orientación que atraviesa todos sus escritos
—desde su primer libro Il metaromanzo (1966)
hasta el último publicado pocos meses antes
de su desaparición, Estetica italiana contem-
poranea (2017)— se puede en efecto localizar
también en el proyecto general de una decons-
trucción de la dimensión de lo auténtico y de lo
vitalista, es decir en el desmantelamiento de
aquel pathos subjetivista y personalista que ha
dominado en la tradición filosófica moderna y
ha impuesto también en la estética un modelo
hermenéutico basado sobre la hegemonía del
yo sensible y de los principios a él inherentes.
En oposición al subjetivismo de tipo moderno
y al hedonista “yo siento”, en las formas de la
experiencia contemporánea Perniola ha, al
contrario, individuado la emergencia de un
sentir diferente, de un impersonal que siente,
poniendo en evidencia una vez más la prác-
tica de la diferencia siempre presente en su
reflexión. El paradigma subjetivista junto a las
tradicionales categorías estéticas de placer y de
U
pondió a la tenaz voluntad de tomar distancia.
Una vez más, ni aquí ni allá, ni adentro ni afuera.
Permítaseme finalmente una observación
personal. Como lo conocí, Perniola nunca fue
un filósofo de cátedra, un pensador de púlpito y
de escenario, no daba lo mejor de sí en las raras
ocasiones en las cuales se debía dirigir al gran
público (en los teatros o en los festivales de filo-
sofía), no era uno de aquellos que llamaríamos
fast thinker, un pensador de impacto inmedia-
to, de aquellos que buscan la pantalla, sino un
hombre distanciado, pensativo, reservado, que
tenía necesidad de situaciones íntimas (semina-
rios, encuentros personales…) para expresarse
mejor y parecía preferir hablar más con sus
libros que con las palabras. Se movía además
siempre de forma mesurada, discreta, juntan-
do serenidad y energía, distancia e intensidad,
actuando más bien en el plano de la larga dura-
ción, que es exactamente la dimensión justa del
verdadero pensamiento, el cual ciertamente no
se consuma en el instante, sino que toma tiem-
po, y actuando sobre la distancia que represen-
ta el pensamiento que luego permanece. m
na pregunta nos acosa constantemente en los
más diversos escenarios sociales, escolares,
familiares, laborales, etcétera, detonada por la
situación actual del país ante la crisis, económica,
social, de gobernabilidad se impone la cuestión: ¿qué hacer?
Como un eco es hallada en la portada de un libro la misma
cuestión, el autor: uno de los filósofos que han acompañado
con su reflexión estos tiempos, Jean-Luc Nancy. Se desata
la fantasía de que quizá Nancy anima alguna respuesta, ello
conduce hacia el libro con la esperanza (y permítanme subra-
yar esta palabra) de aliviar algo de la angustia. No, enseguida
uno se encuentra ante reflexiones que sólo desatarán más
preguntas, que no la angustia, salve decirlo.
Nancy inicia este ¿Qué hacer? y se podría decir también su
quehacer en esta obra con un: “Pequeño preámbulo activista”:
Desempleo (como si el “pleno empleo” fuera el único
ideal), desempleo de masas (como si un solo desem-
*
Una versión de este texto fue leída en la mesa Diálogos sobre sub-
jetividades y violencias hoy realizada en el marco de los 10 años del
Colegio de Saberes, el 9 de septiembre de 2017.
pleado no llevara consigo una masa de angustia), ganar
o perder (como si no se pudiera hacer nada más), brecha
creciente entre ricos y pobres (como si esta brecha no
estuviera cavada por los unos sobre la espalda de los
otros), guerra y terrorismo (como si el miedo no hubiera
subido hacia nosotros desde el fondo de nuestra confor-
table paz), catástrofes técnicas y naturales (como si aún
se pudieran distinguir), desmantelamiento de los servi-
cios públicos (como si los “servicios” no fueran una mer-
cancía), choque de civilizaciones (como si no hubiera una
sola afligida por su propia violencia), derrumbamiento de
valores (como si no hubiera otros), religiones asesinas
(como si el asesinato no fuera ya ritual), política corrompi-
da (como si no estuviera ya rota), artículos vibrantes para
una democracia recuperada (como si jamás se la hubiera
encontrado), peticiones de solidaridad, fraternidad, justi-
cia (como si se tratara de un asunto de iniciales)…
Frenemos de antemano estos discursos: ¿no todo ya
está olvidado (banalidad de más…)?
Entonces, podemos comenzar.
Pero no se contenten con leer. Hagan cualquier cosa
(Nancy, 2016: 9-10 [todas las traducciones de los pasa-
jes del texto de Nancy son mías]).

10 11
Sociedad Abierta — Paola Martínez
Este pequeño preámbulo adjetivado como
activista en un libro cuyo título es la pregunta
¿qué hacer? despliega el hacer y una cierta in-
conformidad con un acto (el leer) que pareciera
de alguna manera reducido al no hacer nada,
pero que es también, el acto del leer, del que se
podría partir para pensar un hacer salir al sujeto
de un escenario íntimo, como es el de la lectura
a un escenario quizá más ¿social? y lo pongo en-
tre interrogantes porque algo no basta.
¿Es acaso una provocación a despertar el ac-
tivismo que llevamos dentro? Un activar el pen-
sar, un hacer acto del pensamiento, un actuar
desde la reflexión, una reflexión del estatuto
mismo del ser activista; ¿activista de qué?, ¿del
pensamiento?, ¿de la reflexión constante?, ¿de
nuestro propio quehacer puesto siempre entre
interrogantes? Es decir soltar nuestro quehacer
de sus certezas.
Esta breve interrogante ha animado diserta-
ciones de diversos autores, Derrida, entre ellos.
En El tiempo de una tesis giraba también alrede-
dor de esta cuestión y la sitúa en un margen: “La
pregunta ‘¿Qué hacer?’ habrá siempre resona-
do al borde del abismo o del caos, enfrente del
horizonte más indeterminado, más angustioso,
cuando se diría que todo debe ser repensado,
re-decidido, re-fundado, de arriba abajo, y ahí
donde tal vez el abajo, el fundamento, la funda-
ción llegan a faltar” (Derrida, 2017: 34).
Es acaso que esta resonancia indeterminada
y angustiosa que coloca el abismo ante uno sea
la causante del surgimiento y resurgimiento
de la cuestión del ¿qué hacer? como acto de
resistencia a prescindir de la posibilidad de que
algo y todo es posible de hacerse, de pensarse.
Si el fundamento y la fundación son puestos
también en duda, pudiera acaso pensarse que
se vive quizá un instante (cuya amenaza tiene
semblante de devenir un eterno) en el que aquel
origen mítico señalado por Freud, y que da lugar
a ellos (es decir al fundamento y la fundación)
mediante la prohibición que engendra la Fuerza
de ley con su fundamento místico de autoridad que
contiene esos principios universales que hacen
posible las estructuras que gobiernan las formas
12
de intercambio social. Es decir, que aquello que
establece el orden simbólico, está desarticulado.
¿Qué hacer cuando en la sociedad van
dejando de operar las prohibiciones contenidas
en el tabú? (Freud, 2005: 27). ¿Dónde esta
inoperancia pareciera desarmarnos para
enfrentar el tiempo presente con el hacer y
nos coloca en mera calidad de espectadores
acríticos, impotentes que renuncian y se dejan
reducir a deshechos?
¿Qué hacer cuando el entorno cotidiano
se va llenando de muertos y desaparecidos?,
¿qué hacer cuando cotidianamente uno se
encuentra con versiones contrapuestas, por
un lado “la información” que se recibe de los
medios de comunicación como el número de
gente herida, desaparecida, asesinada por
la violencia, el número de gente que se en-
cuentra afectada por tal o cual padecimiento,
desastre natural, o desastre político y por el
otro la voz que narra que algo de aquello le ha
sucedido? Escuchar a alguien que encarna la
cifra trae consigo todo lo que se ha pretendi-
do borrar mediante el número, haciendo evi-
dente el abismo y la distancia que existe entre
uno y otro, porque para decirlo con Michel de
Certeau: “la encuesta estadística no encuen-
tra sino lo homogéneo. Reproduce el sistema
al cual pertenece y deja fuera de su campo la
proliferación de historias y operaciones hete-
rogéneas que componen los patchworks de lo
cotidiano. La fuerza de sus cálculos se sostie-
ne gracias a su capacidad de dividir, pero pre-
cisamente por la fragmentación analítica es
que pierde lo que cree buscar y representar”
(de Certeau, 1996: XLIX).
Es en la singularidad donde esta cifra deja de
operar, dejar que sean las cifras el único discur-
so circulante sería abandonar la posibilidad de
poder pensarnos, de resistirnos a un discurso
homogéneo que descorporiza a quienes “se
cuentan” en ella. Sería abandonar la posibilidad
de hacer algo para dejar pasar de largo esta di-
sonancia que se encuentra entre lo homogéneo
y frío de la cifra y lo singular texturizado, encar-
nado, afectado de la vida de un sujeto.
¿Qué hacer cuando gran parte de la sociedad
desea, admira y pretende el modo de vida de
lo criminal?, ¿qué hacer cuando los criminales
y agentes políticos encargados de administrar
el Estado comparten el mismo proceder?, ¿qué
hacer frente a ejércitos de gente que hicieron
de la muerte su empresa más redituable, donde
el capital se reproduce de manera obscena?
Vuelvo aquí a Derrida y su ¿qué hacer?:
“Unos sonámbulos caminan al borde del caos
abismal, y en el momento en que saben y de-
claran que ya no más, que todo está desajus-
tado, desarticulado (out of joint, como dice
Hamlet), que nada funciona, que todo acaba
en el no-camino, el impasse, la aporía, en el
momento en que son persuadidos de que este
mismo discurso panorámico es anticuado, se
hacen adelante, si no como locos, visionarios,
profetas o poetas, alucinados, por lo menos
como soñadores que quieren mantener los
ojos abiertos…” (Derrida, 2017: 29).
Estas líneas hacen semblante de respuesta:
¿qué hacer? Impedir el ser reducidos a sonám-
bulos, mantener los ojos abiertos, y en el caso
del psicoanálisis diría también los oídos.
Sin embargo, la pregunta en cuestión no se
deja atrapar ni resolver en una respuesta. Jean-
Luc Nancy nos dice: “¿qué hacer? Esta cuestión
se pone, se impone, yo me la hago y se las hago
porque todos nos la hacemos; en este sentido,
por otro lado, ese ‘asunto’ [Nancy utiliza la
palabra sujet: tema, asunto y sujeto al mismo
tiempo] prohíbe desde un principio que se le
transforme en ‘tema’ y por consecuencia que
se le ‘trate’. No puede haber un ‘tratado’ de
la pregunta ¿qué hacer? más que a condición
de que se difiera su respuesta y no puede res-
ponderse más que a condición de no solamente
articular una respuesta, sino de hacer también
algo” (Nancy, 2016: 63).
Es inevitable esta cualidad escurridiza de la
cuestión ¿qué hacer? donde su diferirse pare-
ciera estar en el acto mismo de preguntarse,
de dudar, más que en el de producir respuestas
o sostener certezas; es en esta provocación de
Nancy donde reitera la necesidad de hacer algo,
aceptando el hecho de que ese hacer conlleva
una sensación de que aquello que se hace es
siempre insuficiente, por lo tanto motor mismo
para intentar otra cosa, siempre antecedida por
el hecho de la puesta en cuestión y de quizá la
única certeza de que en algo se estará siempre
ante esta errancia. Un errar que nos lleva a va-
gabundear por nuevos caminos del preguntarse
acompañado del hacer que quizá parezca siem-
pre en destiempo, por ello la sensación de que
no basta con lo se hace.
¿Qué hacer? Pregunta que detona también
ese buscar con…, la cuestión como algo que
nos sitúa al borde de ese abismo desde donde
lo que se hace es buscar al otro, para escuchar
quizá el eco de esa angustia producida por ha-
berse formulado la pregunta y podríamos decir
también la demanda, una demanda hacia el
otro para acompañar esa errancia. Aparición
de la necesidad de sumar, de estar con, ese otro
atravesado por esta cuestión, podría pensarse
quizá como ese instante de comunidad, donde
se está con ese otro que también busca hacer
desde el ¿qué hacer? donde se produce tam-
bién un acto del orden de lo íntimo que permite,
que obliga, a dejar escapar y compartir al otro
esas ideas que vienen, y es ya en este momento
de apertura que se está haciendo algo a partir
del poder preguntar en unísono ¿qué hacemos?
Quehacer del psicoanálisis
Si ya Derrida en Estados de ánimo del psicoaná-
lisis hace de esta práctica un sinónimo del sin
coartada, quizá este ¿qué hacer? en el tiempo
presente nos convoque a preguntarnos si el
psicoanálisis está dispuesto también a quedar-
se sin coartada para la inoperancia, para el no
hacer, si está dispuesto a pensar, leer y escuchar
esos nuevos síntomas y hacer resonar nuevas
interrogaciones hacia sus fundamentos, cim-
brarlos y saber que se sostienen porque están
fundados no sólo en la reflexión sino también
en una práctica y pensamiento de la resistencia
y del resistir. Tomo aquí nuevamente a Derrida:
El mundo, el proceso de globalización del
mundo, tal como va, con todas sus conse-
cuencias —políticas, sociales, económicas,
jurídicas, tecnocientíficas, etcétera—, sin
duda hoy resiste al psicoanálisis. Lo hace
siguiendo formas nuevas que ustedes sin
duda están examinando. Resiste de ma-
nera desigual y difícil de analizar. Opone al
psicoanálisis, particularmente —además
de un modelo de ciencia positiva, hasta
positivista, cognitivista, fisicalista, psicofar-
macológica, genetista— a veces también el
academismo de una hermenéutica espiri-
tualista, religiosa o llanamente filosófica,
incluso también, ya que todo esto no se
excluye, instituciones, conceptos y prácti-
cas arcaicas de la ética, de lo jurídico y de
lo político que parecen todavía dominadas
por una cierta lógica, es decir por una cier-
ta metafísica ontoteológica de la soberanía
(autonomía y omnipotencia del sujeto —
individual o estatal—, libertad, voluntad
egológica, intencionalidad consciente, si
quieren, el yo, el ideal del yo y el superyó,
etcétera) (Derrida, 2005: 19).
Si ante esta oposición al psicoanálisis éste re-
siste y se sostiene con un hacer cualquier cosa,
algo frente a esta crueldad impuesta, sobera-
na, sangrienta y psíquica que se tiene tomada
nuestra vida cotidiana, en este momento, en
este país, hacer algo aunque resulte insuficiente
pero que siempre será más que “dejarse hacer
sufrir” en una pasividad cruel.
Derrida en los Estados de ánimo demanda,
interroga y provoca al psicoanálisis, esta es una
de las muchas provocaciones que hace: “El psi-
coanálisis en mi opinión, todavía no se ha pro-
puesto, y por lo tanto menos aún logrado, pen-
sar, penetrar ni cambiar los axiomas de lo ético,
lo jurídico y lo político, particularmente en esos
lugares sísmicos donde tiembla el fantasma teo-
lógico de la soberanía y donde se producen los
acontecimientos geopolíticos más traumáticos,
digamos incluso, confusamente, más crueles de
estos tiempos” (Derrida, 2005: 20).
Paola Martínez — Sociedad Abierta
Son ya 17 años los que han pasado desde que
Derrida pronunciaba esto que hoy leemos. Y si
algo se puede decir es que el psicoanálisis, su clí-
nica y su teoría resisten, en su quehacer y en su
reflexión sobre el ¿qué hacer?. Partiendo desde
que su hacer es del momento, del acontecimien-
to que surge en un instante de contacto con el
sentido del otro, reconociendo siempre que es
necesario que exista otro para posibilitar un vuel-
co del sentido. Provocación continua de incons-
cientes, errancias que abren nuevos caminos.
A modo de conclusión
Si bien la sensación de lo que se hace es siem-
pre insuficiente ante el horror y la soberana
crueldad del día a día, eso que se hace acto al
momento de interrogarse ¿qué hacer? y que
se desplaza del guardar silencio al hacer algo,
cualquier cosa que nos permita soñar. Dejemos
que esa fuerza violenta que encierra la cuestión
¿qué hacer? que no deja que ésta sea reducida
a una simple respuesta sino que resiste siempre
en su aperturar nos toque y nos interrogue.
Cierran esta reflexión las dos líneas que
Nancy extrae del poema de Apollinaire, El
puente Mirabeau:
Qué lenta es la vida
Y qué violenta es la Esperanza. m
Referencias
de Certeau, M. (1996), La invención de lo cotidiano. 1 Artes
de hacer, México, UIA/ITESO/Centro Francés de Es-
tudios Mexicanos y Centroamericanos.
Derrida, J. (2005), Estados de ánimo del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós.
_____, (2017), “¿Qué hacer de la pregunta ‘¿qué hacer?’”, en J.
Derrida, El tiempo de una tesis, Barcelona, Anthropos.
Freud, S. (2005), “Totem y tabú”, en S. Freud, Obras Com-
pletas, tomo XIII, Buenos Aires, Amorrortu.
Nancy, J.-L. (2016), Que faire?, París, Galilée.
13
Sociedad Abierta — Franco Gamboa
Después de Evo Morales,
¿qué prospectivas para la
democracia en Bolivia?
A
lrededor de toda América Latina resurge una vez
más la preocupación en torno a qué tipo de demo-
cracias han ido evolucionando los últimos treinta y
cinco años. ¿Con calidad, sin calidad, con posibilida-
des de satisfacción en todos los ámbitos de la vida diaria?, ¿se
trata de una consolidación, fortalecimiento, debilitamiento, re-
troceso o imposibilidad de tener un conjunto de democracias
legítimas?, ¿los gobiernos elegidos son poliarquías, es decir,
intentos democratizadores vinculados a instituciones débiles,
caudillismos fuertes y culturas políticas autoritarias, pero con
elecciones presidenciales de carácter únicamente formal?
Estas preguntas plantean diversas respuestas aunque
confirman que la gran mayoría de nuestros gobiernos demo-
cráticos están lejos de impulsar una institucionalidad demo-
crática duradera; es decir, lejos de tener aparatos estatales
eficientes, abiertos al escrutinio público, y capaces de ser ca-
talizadores del bienestar social. Así, destacan negativamente
los callejones sin salida como la grave descomposición de
14
Venezuela con Nicolás Maduro, la dictadura velada de Daniel
Ortega en Nicaragua y las tentaciones neo-estalinistas de
Evo Morales en Bolivia, victorioso en las elecciones de 2005
y con ambiciones de relección indefinida en 2018.
La discusión política sobre qué sucedería en Bolivia des-
pués de que Evo Morales deje, eventualmente, el poder junto
con el Movimiento Al Socialismo (MAS), despierta la imagina-
ción y la necesidad de llevar adelante una prospectiva política
necesaria. Su gobierno (enero 2006-2018) estuvo signado
por una constante campaña electoral, sin políticas públicas
definidas y ligado excesivamente al clientelismo con nuevos
grupos corporativos de poder como los campesinos cocale-
ros, mineros cooperativistas y empresarios que buscaron
contratos estatales sin ninguna responsabilidad democrática.
A esto se suma una política exterior sin rumbo, improvisada
y sometida al influjo de actores muy poderosos como China,
que vendió a Bolivia una deuda externa de más de 5 mil mi-
llones de dólares o la manipulación geo-estratégica de Irán,
Rusia y Cuba, países que encandilaron la ideología errática
de Evo Morales, que solamente es capaz de repetir eslóganes
anti-imperialistas, sin ninguna evaluación clara de sus convic-
ciones en el debate democrático de largo plazo.
Es fundamental sintetizar las lecciones ideológicas que
resaltan en el sistema político boliviano durante estos trein-
ta y seis años de democracia (1982-2018), reflexionando en
torno a los aspectos más importantes del debate político. Es
ineludible encontrar cuáles son los aspectos principales de
dicho debate que podrían ser utilizados para reorientar los
liderazgos alternativos al de Evo Morales, a objeto de tener un
planteamiento fuerte respecto a cuáles serían las estrategias
electorales, de movilización y un mejor posicionamiento polí-
tico respecto al conjunto del sistema de partidos que debe re-
construirse para enfrentar las tendencias estalinistas del MAS.
El gran daño a la democracia y a la sociedad boliviana, fue
vender un discurso de revolución e inclusión indígena cuan-
do, en los hechos, solamente se conformó una nueva élite de
Franco Gamboa — Sociedad Abierta
por Franco Gamboa
Rocabado
Doctor en Gestión Pública y
Relaciones Internacionales.
Profesor de ciencia política
en la Universidad Mayor de
San Andrés La Paz, Bolivia.
clase media que aprovechó las influencias del poder estatal
para enriquecerse a gran escala. El caso más patético fue el
Fondo Indígena, administrado y estructurado por dirigentes
indígenas urbanos y campesinos ambiciosos que lograron des-
viar a cuentas personales, cerca de 35 millones de dólares por
medio de proyectos fantasmas y una actitud arrogante. La ex
ministra de Desarrollo Rural, actualmente procesada por co-
rrupción, Nemecia Achacollo, afirmó tajante que “ese dinero
era de los indígenas y tenían todo el derecho a comérselo, si
así lo querían”. Los proyectos de desarrollo en el gobierno de
Evo Morales, fueron vistos por la nueva élite morena y de raíz
indígena, como una oportunidad para apropiarse de fondos
estatales, aprovechándose de su estancia en el poder.
Este artículo prospectivo quiere destacar algunos pro-
blemas de la democracia y las encrucijadas, muchas veces
irresueltas, del sistema político en Bolivia. ¿Cómo será
posible reconstruir o descartar al Estado Plurinacional ac-
tualmente vigente? El corazón del régimen democrático
15
Sociedad Abierta — Franco Gamboa
representativo, por el momento todavía no ha
sufrido grandes cambios, aunque se insista en
una transición hacia una democracia étnica,
directa o participativa. Si bien se aprobó una
nueva Constitución Política en el año 2009,
ésta continúa siendo en varios acápites un con-
junto de planteamientos retóricos que nunca
se cumplieron en la realidad, sobre todo por la
existencia de una crisis institucional.
Bolivia es un grave ejemplo de Estado anó-
mico, intentos nacionalizadores para centra-
lizar las decisiones económicas y políticas, así
como un tipo de democracia inestable, fuerte-
mente inclinada hacia el regreso de la dictadu-
ra. El Estado pierde cada año 600 millones de
dólares en la venta de combustible subven-
cionado que se vende a 3 bolivianos por litro
dentro del mercado interno. Luego, fruto del
contrabando que involucra a altos funcionarios
estatales y militares, el mismo litro de gasolina
es contrabandeado a 7 o 10 bolivianos en Perú,
Brasil y Argentina. La nacionalización de los
hidrocarburos fue una mentira gigantesca que
atrajo millones para solventar diferentes bonos
con carácter populista, así como para seguir
dependiendo de la tecnología y la capacidad de
inversión y exploración de las transnacionales
ligadas a REPSOL, PETROBRAS o TOTAL.
En el ámbito estratégico de los hidrocarbu-
ros, Evo Morales prefirió seguir con la lógica
prebendal en Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos (YPFB), donde se cambió cada año, a
lo largo de diez, a todos los presidentes de esta
corporación, cada uno más incompetente que el
otro. La estructura clientelar es tan fuerte que
Morales dejó que otra élite se haga cargo de mi-
llonarias pérdidas y millonarias estafas. Los diez
presidentes de YPFB han estado involucrados
en escándalos públicos de corrupción, tráfico
de influencias y abusos de poder. La anomia es-
tatal es una estructura inveterada que Morales
16
nunca pudo cambiar debido a su ignorancia. En
el fondo, Evo es solamente una imagen electoral
sometida a una campaña permanente.
El MAS no pudo reestructurar el aparato
estatal, ni prepararlo para una transformación
profunda que responda a las principales exi-
gencias de la Constitución. Por lo tanto, se ob-
serva claramente que el sistema democrático
presenta una obsolescencia institucional que
se manifiesta en la desigualdad e ineficiencia
constante, donde los funcionarios de alto rango
y los técnicos responsables del diseño e imple-
mentación de las políticas públicas, carecen de
una carrera como funcionarios públicos. Nadie
tiene estabilidad laboral y mucho menos tienen
profesionalismo. Los servidores públicos más
antiguos, sobrevivieron porque dan entre 500 y
mil dólares de su sueldo a los recaudadores po-
líticos, además de hacer la vista gorda y cocinar
estadísticas cuando así se les ordena.
Lo contrario a la obsolescencia es la moderni-
zación institucional que equivale a la identifica-
ción de reglas de conducta claras, la capacidad
de instalar unidades de análisis estratégico en
cada ministerio y la posibilidad de desburocra-
tizar las estructuras institucionales para facilitar
la toma de decisiones pero utilizando la ley, con
el fin de evitar que la arbitrariedad se propague,
así como las amenazas de corrupción debido al
uso indebido del dinero estatal. Los mensajes
ideológicos en este ámbito deben ser precisos:
se requiere instituciones fuertes, con capacidad
de previsión y respuesta para resolver proble-
mas del desarrollo concretos, sin utilizar la
polarización ideológica de izquierda y derecha
que perjudique la toma de decisiones, pues
éstas deben ser sencillamente oportunas, con
conocimiento y respetuosas del conocimiento
para que éste predomine por encima del exce-
sivo clientelismo. Evo Morales, en doce años de
gobierno, tiene las burocracias más pesadas de
América Latina y vive de irradiar discursos inúti-
les como la “descolonización estatal”, un men-
saje que siempre terminó en la nada. El Estado
no llega a las poblaciones rurales dispersas, es
doblegado por el crimen organizado y el con-
trabando, además de tener uno de los peores
sistemas de educación y salud en el mundo.
Por lo tanto, es primordial proteger el con-
cepto y la práctica de la democracia represen-
tativa porque ésta continúa siendo el eje del
sistema político, incluso pensando en que la de-
mocracia comunitaria y directa desde los secto-
res más desposeídos y populares es una enorme
demanda sustentada en las bases de la sociedad
civil. El hecho es que todos los sectores sociales
siempre buscan mejorar la representatividad
de la democracia y del sistema político. Evo
Morales ha intentado destruir a los partidos
políticos para favorecer una acción corporati-
vista. Bolivia no es una democracia multiétnica
ni indígena, sino una democracia corporativa
con capacidad de veto e influencia directa por
parte de los allegados al presidente como los
productores de hoja de coca y aquellos que han
comprado esferas de poder, gracias a sus apor-
tes a las campañas electorales.
Si bien en Bolivia la democracia partici-
pativa se amplió a más espacios, como las
Gobernaciones y los Gobiernos Municipales,
la democracia participativa muchas veces no
funciona porque es presa fácil del corporati-
vismo. Esto quiere decir que algunos grupos de
interés bien organizados y con dinero, dominan
para el logro de sus demandas restringidas sin
tener una visión nacional y, sobre todo, sin
solidaridad para dar beneficios a las mayorías
más necesitadas. La organización de diferentes
referéndums como el revocatorio de mandato,
los referéndums de consulta sobre las autono-
mías y el referéndum del 21 de febrero de 2016
donde se cerró las puertas para reelección de
Evo Morales, muestran que estos mecanismos
de democracia directa no son fáciles de operar.
De cualquier manera, debe insistirse en la
necesidad de impedir la reelección indefinida
de Morales en lugar de romper, de hecho, con
el sistema democrático porque otro de los per-
juicios causados por Evo a la democracia, radica
en la movilización de miles de campesinos e
indígenas pobres, controlados con prebendas y
la promesa de una Bolivia que sería capaz de pa-
recerse a Suiza, sobre todo por los aproximada-
mente 20 mil millones de dólares a los que tuvo
acceso cuando los precios de los hidrocarburos
y minerales estaban a buen precio. Sin embar-
go, ninguno de los indígenas tiene capacidad de
decisión política porque el gobierno está mono-
polizado por una clase media profesional insa-
ciable de poder, dinero y llena de autoritarismo.
Toda consulta ciudadana, ya sea por medio
de referendos y otros instrumentos, muchas
veces no fue vinculante. Evo Morales se negó
a aceptar los resultados del Referéndum del
21 de febrero de 2016 que le dijo no a la re-
elección presidencial. Tampoco reconoció la
consulta en el territorio indígena protegido
Isiboro Sécure (TIPNIS), donde prefirió seguir
con la construcción de una carretera, antes
que compensar a los indígenas amazónicos
que buscan proteger la naturaleza y mejorar
sus condiciones de vida. El MAS y Evo optaron
por favorecer la carretera, las empresas cons-
tructoras y las previsiones de largo plazo para
la economía de la coca que ganará mucho más,
en lugar de los derechos indígenas y el derecho
a sobrevivir de la Madre Tierra.
La democracia representativa es un com-
plemento directo, necesario y viable junto con
la democracia participativa y anti-elitista. So-
lamente un juego abierto de partidos políticos
representativos podría reconstruir la dinámica
de los referéndums como instrumentos de
Franco Gamboa — Sociedad Abierta
decisión política ligados a la voluntad popular.
Los liderazgos alternativos a Morales deben
reivindicar la fortaleza de la democracia repre-
sentativa que muchas veces está sometida a
enormes vulneraciones.
En términos ideológicos, es importante de-
nunciar las vulneraciones a la representación
política, sobre todo identificando los corporati-
vismos nocivos que desacreditan a la democra-
cia y evitan que los partidos políticos funcionen
de manera más dinámica para mostrar que la re-
presentación siempre sea de carácter nacional
y en beneficio de los intereses de toda Bolivia
o de las grandes mayorías, antes de sucumbir
a la presión de intereses egoístas de cualquier
corporativismo, ya sea sindical, gremial o de
algunas élites influyentes. En este caso, la élite
sindical de los productores de hoja de coca ha “Se requiere instituciones
resultado ser altamente amenazante, antide-
fuertes, con capacidad de
mocrática y violenta.
El Ministerio de la Presidencia se convirtió previsión y respuesta para
en un escenario millonario para distorsionar la resolver problemas del
desarrollo concretos.”
democracia participativa, con la movilización
constante de adeptos sindicales y una discreta
manipulación de contratos con empresas chi-
nas. El escándalo de la ex concubina de Morales,
Gabriela Zapata fue claro en mostrar cómo el
Ministerio, por un lado, manipuló a campesi-
nos, trabajadores y cocaleros, pero por otro
lado avaló el nombramiento de Zapata como
gerente de la empresa china CAMC, cuyos con-
tratos con el Estado llegaron a 500 millones de
dólares. El show mediático fue tan intenso que
el mismo Evo fue extorsionado por Zapata con
un supuesto hijo para abrir, inevitablemente,
un proceso donde el tráfico de influencias y el
enriquecimiento ilícito llegaban al presidente y
a varios ministros.
El control del corporativismo no es fácil pues
es una realidad política que tampoco podría ser
vencida de inmediato. El corporativismo influye
17
Sociedad Abierta — Franco Gamboa
“Los desafíos radican en la
posibilidad de realizar una
propuesta modernizante
para la reforma del Estado.”
18
políticamente, ejerce presiones sistemáticas y
tiene un poder financiero en las campañas elec-
torales. Evo Morales se benefició directamente
de estas presiones en las presidenciales de 2009
y 2014. Sin embargo, esto no significa que otro
tipo de líderes democráticos no tengan la posi-
bilidad de superar varios problemas y negociar
con el corporativismo. En consecuencia, sería
muy recomendable que Bolivia obtenga acuer-
dos de alcance medio con diferentes sectores
corporativos sobre aspectos concretos respecto
al pago de impuestos, respeto del medio am-
biente y compromisos ecológicos. Esto es vital
para controlar rigurosamente a la minería coo-
perativista. Con los cocaleros, es importante ne-
gociar temas de seguridad ciudadana, reducción
del crimen organizado vinculado a los narcóticos
y la trata de personas, junto con la elaboración
de una estrategia boliviana de posible legaliza-
ción de las drogas y acciones informativas para
discutir con mayor profundidad la problemática
del narcotráfico y sus preocupantes ramificacio-
nes en las altas esferas del Estado.
Los desafíos de un nuevo líder demócrata ra-
dican en la posibilidad de realizar una propuesta
modernizante para la reforma del Estado, junto
con el reforzamiento de planteamientos con alto
contenido social. Bolivia necesita una reforma
educativa más profunda y abierta a las influen-
cias de la globalización. Requiere una inversión
de por lo menos mil millones de dólares para
construir hospitales y dotarse de tecnología
médica en los nueve departamentos del país, y
necesita también una nueva estructura univer-
sitaria para implantar una revolución científi-
co-técnica e intelectual, acorde con la economía
de la información y el conocimiento del siglo XXI.
En el aspecto político-ideológico, esto exige que
las alternativas a Evo Morales siempre se presen-
ten ante los medios de comunicación y la opinión
pública como partidos políticos modernos y
pragmáticos, cuya ventaja comparativa respecto
al MAS consistiría en sus habilidades para nego-
ciar y pactar en torno a lo siguiente:
a. Una agenda electoral con el objetivo de di-
fundir de manera más dominante la estrate-
gia de un país de productores que transforme
el patrón de la estructura productiva, sobre
la base de una propuesta económica menos
paternalista y más afincada en una transfor-
mación educativa y de renovación universi-
taria, es decir, hacer énfasis en una econo-
mía basada en los conocimientos.
b. Proyectos de gobernabilidad para garantizar
la estabilidad del sistema político. La tole-
rancia y la libertad de expresión es lo funda-
mental. Evo Morales implantó desde 2011,
una estrategia para amedrentar a los medios
de comunicación independientes y comprar
la opinión por medio de publicidad estatal.
Esto lo convierte en un aprendiz de estali-
nismo, donde el MAS como partido hegemó-
nico siempre tiene la razón y aquel que se
atreve a cuestionarlo, sufrirá el escarnio del
despido, la persecución y el espionaje para
ser extorsionado emocional o laboralmente.
c. Soluciones y políticas públicas rescatables
propuestas por el mismo MAS pero explici-
tando que Evo Morales ha fracasado frente a
los corporativismos que vienen de los campe-
sinos cocaleros, de los mineros cooperativis-
tas y de otros grupos gremiales o empresaria-
les que pretenden burlarse de la democracia
representativa. Actualmente, lo más rescata-
ble de las políticas sociales es el pago de la
Renta Dignidad para la tercera edad, el bono
de permanencia escolar, la reforma educati-
va Avelino Siñani-Elizardo Pérez, aunque sin
los sesgos indianistas, y el régimen de auto-
nomías o gobernaciones para garantizar la
estructura descentralizada del Estado.
d. Es fundamental mostrar que todavía es po-
sible impulsar las decisiones de un líder que
antepone los intereses de la Nación bolivia-
na, por encima de previsiones personalistas.
Un nuevo líder democrático debe reforzar
su imagen como un reformador audaz, ne-
gociador y con espíritu globalizado, con alto
sentido de responsabilidad social y capaz de
articular coyunturas políticas que exijan la
consolidación de un centro político sin pola-
rización. Esto beneficia un liderazgo político
que renuncia a sus ambiciones personales
para transmitir un tipo de liderazgo de me-
diación, consenso y construcción de escena-
rios de equilibrio, sin exclusiones.
e. Es imprescindible pactar un plan definitivo
para superar la obsolescencia institucional,
especialmente en la policía boliviana y todo
el Poder Judicial, dos ámbitos donde impera
la impunidad y se reproduce la inseguridad
ciudadana que daña el sistema democrático
y el Estado de derecho. En los doce años de
Evo Morales, la policía y el ministerio públi-
co son las instituciones que más violan los
derechos humanos en Bolivia, debido a la
extorsión y un sistema de justicia basado
en el dinero del más fuerte. Otro daño pro-
fundo que Morales le hizo a la democracia,
fue usurpar desde el Poder Ejecutivo, las
funciones de un Poder Judicial corrupto y
acostumbrado a chicanear. Desde el año
2009, el MAS inició un procedimiento deno-
minado judicialización de la política, donde
persiguió con juicios a varios ciudadanos,
sobre todo con un caso denominado “te-
rrorismo”, cuando se trataba solamente de
otra estrategia estalinista para descabezar
violentamente a oposición política.
Las alternativas a Evo Morales y el MAS tienen que
ser vistas como nuevos liderazgos estratégicos
de modernidad democrática. Esto quiere decir
que una nueva opción no se arriesgue a ser una
oposición violenta contra el MAS, ni tampoco se
convierta en una fuerza de oposición desleal al
sistema democrático para forzar su quiebra. La ca-
pacidad de ser un líder estratégico se expresa en
saber cómo jugar sus posibilidades para acceder al
poder político sin desesperación y sabiendo cómo
cuidarse las espaldas frente al avance de amena-
zas dictatoriales.
En Bolivia, es fundamental trabajar en un
liderazgo que renuncie a sus comodidades,
que fácilmente obtenga conocimiento y pueda
reorientar las decepciones que causó Evo Mo-
rales, aunque dentro de los marcos difíciles de
una estructura estatal que deje de intervenir en
grandes sectores de la economía. En la actuali-
dad, casi todas las empresas estatales muestran
señales de quiebra como la empresa de tecno-
logía de ensamblaje de computadoras QUIPUS,
la empresa de papel PAPELBOL, la de cartón
CARTONBOL, de lácteos, LACTEOSBOL, la Agen-
cia Boliviana Espacial y de minerales COMIBOL.
Se pensó que la nacionalización y la dinámica
planificada de una nostalgia comunista para
controlar los medios de producción, llevarían
al régimen de Morales hacia una revolución
boliviana y luego continental. Nada de esto dio
resultados satisfactorios. Todo fue un sueño y
una pretenciosidad sencillamente descomunal.
Lo único que hizo el régimen fue aumentar los
volúmenes de gasto fiscal para estimular la de-
manda interna.
La lista de quiebras se conectó con otro he-
cho insólito: el desfalco de cinco millones de
dólares en septiembre de 2017, donde un fun-
cionario de bajo rango en el Banco Unión, cuyo
socio mayoritario es el Estado, sacaba directa-
mente de las bóvedas del banco el dinero en
bolsas de nylon sin control alguno. Este hecho
fue tan patético que todo el directorio renunció
Franco Gamboa — Sociedad Abierta
silenciosamente. El principal implicado, un tipo
de 29 años, vio que ingresaba al banco dinero
a borbotones. Armó una treta con conexiones
internas y tomó la decisión de robar a manos
llenas porque, según él, “no robaba a los aho-
rristas, sino a los que tenían de sobra”.
El lavado de dinero agrava todavía más la
situación del Estado anómico en Bolivia y, por
lo tanto, la estabilidad macroeconómica es
momentánea y frágil, así como es terrible la
descomposición en el funcionamiento de im-
puestos nacionales, la manipulación de la inde-
pendencia del Banco Central de Bolivia, y de la
Aduana que espantan cualquier posibilidad de
inversión extranjera directa.
Las claves ideológicas de un líder nacional
alternativo a Evo, deben expresarse en su habili-
dad para pactar con otros partidos de oposición
y con los actores sociales. Acercarse al pueblo
sin tácticas clientelares de corto plazo es im-
prescindible, salir a buscarlo y ser parte de los
estratos populares, interactuando con la gente
y su vivencia cotidiana, debe replantear la nece-
sidad de pensar la equidad como el eje de una
agenda democrática para el bienestar social. El
MAS y Evo Morales acrecentaron la desigualdad
donde hay ciudadanos que logran ingresos de
400 dólares mensuales frente a empresarios
privados y funcionarios políticos que se llevan
entre 5 y 10 mil dólares de sueldo.
Evo Morales puede ser vencido si se presen-
ta un partido político que pueda explotar los cri-
terios de gobernabilidad política y democrática,
entendida como aquel sistema basado en el
criterio de orden político. Una de las paradojas
de la democracia boliviana consiste en aquel
vaivén que va de la superación de todo tipo de
exclusiones, hacia la aceptación de presiones,
demandas y conflictos que son sumamente des-
estabilizadores con tendencia a la destrucción
del mismo sistema democrático.
19
Sociedad Abierta — Franco Gamboa
“Intentos democratizadores vinculados
a instituciones débiles, caudillismos
fuertes y culturas políticas autoritarias.”
El mensaje ideológico que debe asumir un nue-
vo líder, gira en torno a la necesidad de construir
y proteger el orden político, imaginando formas
de control de la ingobernabilidad y proponien-
do la negociación para desbaratar los conflictos
más perjudiciales que, con el pretexto de la
participación democrática, buscan diseminar la
anomia política. Aquí destacan los campesinos
cocaleros vinculados con la economía del circui-
to coca-cocaína y aquellos dirigentes indígenas
que sucumbieron ante la corrupción como el
caso del Fondo Indígena.
El nuevo líder tiene que considerar la cons-
trucción de un centro equilibrador sobre la base
del impulso de la modernidad política como
criterio ideológico para rescatar la democracia
representativa, pero desde una identidad libe-
ral democrática. Construir un sistema político
que domestique los problemas de ingobernabi-
lidad, pero no desde un modelo retórico, sino
asumiendo algunos riesgos sobre cómo manejar
la presión de los intereses y actores corporati-
vos, cómo gobernarlos, cómo actuar dentro de
un sistema político que sobrevive a pesar de la
influencia de los actores corporativistas, puesto
que éstos no van a desaparecer.
El liderazgo de oposición tiene que agregar
un perfil de mayor agresividad a su fuerza de
atracción social, que combine con una imagen
que sabe cómo poner en práctica una serie
de planteamientos. Bolivia requiere de un
hombre de acción y experiencia pero también
más transgresor, por la audacia para pensar un
centro articulador que salvaguarde el orden
político-democrático. El camino hacia el centro
del escenario ideológico no es una estrategia
en sí, sino la posibilidad de pensar en un esce-
nario político donde el líder de la democracia
20
representativa recuperada, se presente como
el partido que articula un triángulo de pactos
con tres puntas: democracia, economía efi-
ciente inserta en la globalización y naciona-
lismo, evitando toda polarización que acaba
con cualquier posibilidad de desarrollo. En un
escenario de centro, el Estado Plurinacional
puede ser complementado con la necesaria
modernización institucional. La noción de go-
bernabilidad democrática basada en pactos
con los actores de hoy sin revanchismos, impli-
ca que una nueva opción democrática tome el
liderazgo en tres niveles:
a. Primero, la nueva alternativa podría ser vista
claramente como un partido que destaca por
ser una alternativa política con una estrate-
gia de alianzas específica, cuyo objetivo sea
convertirse en el contrapeso que grandes
sectores de la población están esperando
ver frente al régimen de Evo Morales.
b. Segundo, la política de pactos debe ir más allá
de las fuerzas aliadas y contemplar, incluso
acuerdos con los adversarios, por ejemplo con
las tendencias más moderadas y rescatables
del propio MAS, en una primera instancia.
c. Tercero, el nuevo liderazgo tendría que rela-
cionarse con diferentes movimientos socia-
les y grupos corporativos, incorporándolos
en un mapa de acuerdos con las fuerzas
sociales que se han empoderado y, en la ac-
tualidad, son un obstáculo para la reconsti-
tución de los partidos políticos. La estrategia
de alianzas exige que un líder alternativo
imagine un modus vivendi con los movimien-
tos sociales corporativistas, pero al margen
de prebendas nocivas para reconstruir la ins-
titucionalidad del Estado.
La alternativa a Evo Morales necesita tender
puentes y no pensar ingenuamente que se va a
reemplazar la Bolivia pre-moderna por otra im-
pecablemente pos-moderna. Esto también se-
ría parte de un escenario político que reconozca
lo viable en el país, es decir, armar una visión
con la pre-modernidad y la defensa del orden
democrático que implique su modernización en
los espacios que son susceptibles a esta influen-
cia. Encontrar la utilidad política y plantear una
2018, grado cero de nuestra democracia
serie de fusiones o transformaciones progresi-
vas, exige priorizar los puntos más importantes
para contribuir a la transformación del pre-
sente, en función de una necesaria renovación
ideológica. La izquierda extremista e indianista
en Bolivia han fracasado, pero probablemente
la democracia representativa siga viva aunque a
la cabeza de otro líder, capaz de pelear a muerte
por un nuevo rumbo.
Finalmente, la conmemoración de los dos
años que pasaron desde el 21 de febrero de
2016, cuando en el referéndum se dijo no a la
re-elección de Evo, mostró que en las principa-
les capitales de todo el país, la sociedad salió
masivamente a las calles para exigir que su voto
sea respetado. Morales menospreció estas mar-
chas y bloqueos, reprimió la manifestaciones y
volvió a plantear que nadie puede violar su de-
recho humano a ser elegido. Sin embargo, el Tri-
bunal Constitucional que aprobó la re-elección
de Evo, dejó claro que el MAS está dispuesto a
idear las más absurdas posiciones para forzar la
re-elección indefinida. La suerte está echada y
si Evo no da su brazo a torcer, el país puede caer
en una escalada de violencia con consecuencias
indeseables. Evo Morales es reemplazable por-
que así está definido en la Constitución y en las
raíces del sistema democrático. m
E
n un célebre cuento de ciencia ficción, El ruido de un
trueno (1952), Ray Bradbury nos sitúa en una socie-
dad que todo destina a la democracia, pero debido a
una serie de pequeños accidentes y pequeñas irres-
ponsabilidades, se desvía silenciosa e inesperadamente hacia
el advenimiento de una dictadura. A finales de la primera dé-
cada del presente siglo, pasados los años de optimismo por la
“transición democrática”, Charles Tilly observó algo semejan-
te. Ahora se antoja banal, pero en aquel entonces permitía
escapar de la ingenua idea de un progreso lineal “escrito en
las estrellas” e invitaba a adoptar una posición más preca-
vida: las democracias son fenómenos dinámicos, es decir,
avanzan o retroceden (Tilly, 2010). El proceso electoral del
2018 sin duda corroborará la hipótesis del politólogo e his-
toriador americano: México se enfrentará a la disyuntiva de
prolongar la institucionalización de la vida pública o acentuar
el proceso de “des-democratización” (conceptualizado por
Tilly) al que se ha estado inclinando desde hace algunos años.
En efecto, nos encontramos ante una coyuntura decisiva.
Ahora bien, numerosos indicios anuncian un mal presagio.
Cruz Revueltas — Sociedad Abierta
por Juan Cristóbal
Cruz Revueltas
Profesor de filosofía
política en la Universidad
Autónoma del Estado
de Morelos.
Para decirlo en una sola frase, los factores que hacen vulne-
rable nuestra vida institucional no sólo derivan de la diná-
mica política y social interna, también tienen su origen en el
nuevo contexto internacional vuelto a la vez menos propicio
para la democracia y en general más inestable.
Como sabemos, luego de casi dos décadas en el poder, Pu-
tin se presenta a su propia sucesión; recientemente la China
de Xi Jinping eliminó los límites a la reelección (hecho que
mereció la felicitación del Presidente de Estados Unidos); el
populismo autoritario se difunde en todos los continentes…
No extraña que un sentimiento de inquietud sobre el futu-
ro de la democracia sea cada día más palpable y extendido
tanto entre los observadores del caso mexicano (la reciente
referencia al desencanto democrático la encontramos en un
observador usualmente optimista como José Woldenberg
[2017], es un ejemplo), como a nivel internacional (véase, por
ejemplo, el estudio de la FONDAPOL [Reynie, 2017]). En otras
palabras, si en los años ochenta del siglo pasado era el comu-
nismo el que “avanzaba para atrás” (Kolakowski, 2017: 177),
hoy es la democracia la que se encuentra puesta en duda.
21
Sociedad Abierta — Cruz Revueltas
“En los años ochenta
del siglo pasado era
el comunismo el que
«avanzaba para atrás», hoy
es la democracia la que se
encuentra puesta en duda.”
22
El contexto nacional
En relación al problema interno, recordemos
que, aunque hay quienes sí lo hacen, es difícil
negar que luego del presidencialismo autorita-
rio que había dominado la vida pública mexica-
na hasta finales del siglo XX —ciclo que se cierra
con las elecciones de 1997 y con la alternancia
en la Presidencia de la República del 2000—,
hubo un avance institucional significativo: se
evitaron conflictos políticos de grandes propor-
ciones, se ganó legitimidad en el ejercicio del
poder, se lograron contrapesos y entramos a
una época de pluralismo político con una socie-
dad civil más independiente y activa. El reciente
fallo de la Suprema Corte de Justicia que orde-
na regular el gasto en publicidad oficial al resol-
ver un amparo interpuesto por la organización
de derechos humanos Artículo 19, es un buen
ejemplo de la importancia de los contrapesos
y de la capacidad transformadora de una so-
ciedad civil dinámica. Pero desde hace algunos
años numerosos indicios hacen pensar que nos
encontramos ante un (contra)ciclo de regresión
o de des-democratización que vuelve dramáti-
cas algunas de las decisiones tomadas y muchas
de las oportunidades perdidas desde el 2000.
Como es bien conocido, ya ese mismo año,
al no contar con una mayoría en el Congreso
y a falta de un programa consistente y de una
verdadera voluntad de democratizar, la alter-
nancia con Vicente Fox no dio pie al esperado
cambio de fondo en el ejercicio ni en la cultura
política de la élite en el poder. Al contrario, más
allá de la salida del PRI de los Pinos, se mantu-
vieron las relaciones con los viejas estructuras
corporativas (el caso de la relación privilegiada
de la Presidencia con el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación no fue el único)
y se reforzaron numerosos enclaves autorita-
rios. En particular aumentó excesivamente el
poder de los gobernadores tanto sobre sus co-
tos territoriales, como en el acceso a recursos
federales y en el control de los senadores y de
los diputados federales (no extraña la hibris o
desmesura en la que han recaído los goberna-
dores en los últimos sexenios).
Otro factor que sin duda agravó el proceso de
des-democratización fue la guerra contra el
narcotráfico iniciada por la presidencia de Fe-
lipe Calderón en diciembre de 2006; motivada
probablemente por el rechazo, en aquellos días,
del resultado electoral por parte de Andrés
Manuel López Obrador, el principal candidato
perdedor. La decisión de Calderón tuvo como
principal efecto la militarización de las labores
de persecución del delito que corresponden a
la policía. A pesar del cambio de administra-
ción y a pesar de sus enormes costos, se pue-
de afirmar que esta política sigue en pie hasta
la fecha actual. Basta considerar la propuesta
presupuestal para 2018, donde se puede obser-
var que mientras se asignan 81 mil millones de
pesos a la Secretaria de la Defensa Nacional y
31 mil millones a Secretaria de Marina, la Pro-
curaduría General de la República recibirá 16
mil millones, en tanto que a la Policía Federal
se le entregarán 28 mil millones (Correa, 2017).
Nótese de paso que en el presupuesto de 2018
el rubro Defensa Nacional sube 11.4 por cien-
to, en tanto que el de Educación baja 1.8 por
ciento. En consecuencia se está prologando un
derroche inusitado de recursos que no ha debi-
litado el tráfico de drogas ni el consumo interno
(todo lo contrario), pero que sí ha convertido
un problema restringido de narcotráfico en un
descomunal problema de violencia y de crimen
organizado. En efecto, no sólo se ha pasado de
un fenómeno anteriormente localizado en unos
pocos estados, a un fenómeno presente (en
particular, desde fines de 2014) en casi el con-
junto del país (Hope, 2017). En tanto que el nivel
de víctimas no tiene precedentes (Hernández,
2017). Según el Instituto Internacional de Es-
tudios para la Paz de Estocolmo, en el periodo
2011-2015 la importación de artículos militares
(cuyo resguardo en México es preocupante) ha
crecido 331 por ciento en relación al periodo
2006-2010 (Burgarin, 2016), siendo que éste
último periodo ya había visto crecer significa-
tivamente el gasto en este rubro. Cabe notar
que los estudios en la materia demuestran que
existe una relación directa entre la presencia de
armas en una sociedad y el nivel de violencia
(como lo defiende en particular Adam Lankfort,
profesor en la Universidad de Alabama). Como
era de esperarse, todo esto ha implicado un
grave debilitamiento del Estado de derecho (el
caso Tlatlaya del 30 de junio de 2014 es sólo un
ejemplo entre otros) y, dada la enorme cantidad
de armas disponibles hoy en día en el territorio
mexicano, todo indica que nos espera un largo
periodo de alto nivel de violencia, salvo, quizá,
si de alguna forma se redujera dramáticamente
los actuales niveles de impunidad (Hope, 2017).
Un deterioro semejante se constata en los
ámbitos que atañen directamente al ejercicio de
la democracia, como el electoral. Este es el caso
del Instituto Federal Electoral (IFE), luego Institu-
to Nacional Electoral (INE), que de la idea inicial
de constituirse con “consejeros ciudadanos”, ha
sufrido una progresiva partidización de la elec-
ción (transformada en reparto de cuotas) de di-
chos consejeros. Situación que se agravó con la
destitución anticipada de los consejeros del IFE
en 2007. Hoy en día, nos encontramos también
con un Tribunal Electoral (TRIFE) fuertemente
cuestionado y con poca credibilidad. Y como
si todo ello fuera poco, se aunó la destitución
(en octubre del 2017), difícilmente justificable,
del fiscal de delitos electorales, Santiago Nieto.
Todo indica que su sucesor no gozará de una ver-
dadera credibilidad. No es necesario insistir que
este panorama constituye un mal presagio para
la jornada electoral del 1 de julio 2018.
Por lo demás, en contraste con otras demo-
cracias donde sin mayor dificultad surgen nue-
vos partidos (Podemos, Ciudadanos, ¡En mar-
cha!…), con nuevas generaciones de dirigentes,
en el México de finales de la segunda década
del siglo XXI los principales protagonistas de
la vida política siguen siendo, grosso modo, los
mismos que estaban ya en los años 80s del si-
glo pasado. En el caso de los nuevas figuras, los
viejos apellidos se repiten demasiado frecuen-
temente (lo que constituye un indicio que esta-
mos ante una clase gobernante muy cerrada).
No es algo inusual, pero que durante 500 años
unas cuantas familias hayan controlado los con-
sejos y asambleas de la República de Venecia
prueba dos cosas: que ahí no existía capilaridad
social y que la República de Venecia no puede
ser considerada un ancestro de la democracia
moderna. En el caso mexicano, estas obser-
vaciones valen incluso para uno de los pocos
partidos recientes con capacidad competitiva
que se pretende renovador de la elite política
nacional, como lo es MORENA. Quizás no sea
un accidente, como discutiremos más adelante,
que estos frenos políticos de corte oligárquico
vayan de par con un contexto económico carac-
terizado por un crecimiento mediocre durante
las últimas décadas. En efecto, de acuerdo al
Banco Mundial, entre 1996 y 2015 México es el
país de América Latina con menor crecimiento
per cápita (Castañeda, 2017)
Los factores que acabamos de enumerar fa-
vorecen efectivamente la desdemocratización
en el sentido propuesto por Tilly. Podemos de-
cir que más allá del debilitamiento o no de los
atributos clásicos de la democracia —elecciones
libres, división de poderes, libertad de prensa—
la desdemocratización sucede cuando, además
de una pérdida de confianza en que los actos del
Estado sean una traducción aproximadamente
fiel de la voluntad expresa de los ciudadanos,
se sufre una segmentación en el acceso a la pro-
tección de los derechos y a las prestaciones que
ofrece el Estado. En otras palabras, el debilita-
miento del Estado de Derecho (sólo una minoría
goza de una verdadera protección), la corrupción
(sólo aquellos cercanos al poder o sólo aquellos
en condiciones de pagar pueden acceder a los
recursos administrados por el poder político) y el
consiguiente incremento de la desigualdad, son
factores que, con el tiempo, terminan por excluir
de la vida pública a sectores cada vez más am-
plios de la población. Se favorece entonces un
círculo perverso que hace que una minoría tien-
de a monopolizar los beneficios del régimen y,
en consecuencia, se convierta en grupo que tien-
de al poder hegemónico. Si bien México siempre
Cruz Revueltas — Sociedad Abierta
ha estado lejos del modelo de democracia pro-
puesto por Tilly, la percepción es que ahora ya
no se acerca, sino se aleja de dicho modelo. No
extraña que distinguidos intelectuales que hasta
hace no mucho había acompañado con fervor la
transición democrática, hoy sostengan que ella
no modificó lo esencial: no dio mayor poder al
pueblo ni evitó los abusos (Mauricio Merino, El
Universal, 12 de febrero de 2018).
Se podrían alegar que este tipo de debates
sólo interesan o son perceptibles por parte del
“círculo rojo” de los especialistas. En realidad
tenemos las herramientas para constatar que
este proceso de desdemocratización se refleja
claramente (y a pesar del enorme despilfarro
gubernamental en “comunicación social”) en
el llamado “círculo verde” de la percepción
de los ciudadanos de a pie. Por ejemplo, los
datos del latinobarómetro (Informe 2017)
arrojan que casi la totalidad de los mexicanos
(90%) consideran que el gobierno sólo obra en
beneficio de unos cuantos grupos poderosos.
Otro estudio, la encuesta GEA de septiembre
de 2017 (Asociados, s.f.), refleja datos igual-
mente inquietantes. Entre sus resultados más
significativos, muestra que a nivel nacional, la
inseguridad (35%) y la economía (34%) son las
primeras preocupaciones de los mexicanos.
Esta percepción se agrava cuando se considera
el nivel local, ya que la inseguridad es conside-
rada con mayor énfasis por los encuestados
como el principal problema (46 %). En cuanto al
juicio sobre las grandes orientaciones del país,
la mayoría (80%) de los encuestados cree que
el país va por un rumbo equivocado, tanto en el
ámbito político, como en el económico. No sor-
prende que la mayoría de los encuestados tam-
bién consideren que la situación económica
(41%) y política (53%) del país es mala. Tampoco
son particularmente optimistas frente al futuro
a corto plazo. Un sector amplio (34%) piensa
que la situación en un año será peor, y un sec-
tor aún más significativo (41%) cree que se de-
teriorará en particular en lo político. En cuanto
a la evaluación de la democracia en cuanto tal,
23
Sociedad Abierta — Cruz Revueltas
en tan sólo un año perdió 10 puntos porcentua-
les de apoyo en nuestro país (Latinobarometro,
Informe 2017). De acuerdo al estudio de GEA,
ningún partido llega a estar relacionado con la
democracia por un 25% de la población, y sólo
43% de los ciudadanos están seguros de ir a vo-
tar el día de las elecciones.
Otro aspecto que hace que el proceso de
democratización no sea necesariamente lineal,
ni necesariamente desemboque en una con-
solidación de la democracia, viene del hecho,
observado por el mismo Tilly, que se trata de
un proceso paradójico: la democratización fa-
vorece la aparición de movimientos y partidos
políticos, pero éstos bien pueden ser en parte o
enteramente antidemocráticos. A este respecto
la situación en México es inquietante ya que
ante el alto grado de corrupción de la actual ad-
ministración (Odebrecht, “Estafa Maestra”, Ja-
vier Duarte y una larga fila de gobernadores), un
amplio sector de la opinión se ve atraído por un
partido que muchos observadores influyentes
convergen en ver como un falso avance y como
un verdadero retroceso. “[MORENA] Es el PRI,
nos dice un estudioso como Roger Batra, previo
a [Miguel] de la Madrid, a [Carlos] Salinas… En
cierto sentido es el peor PRI. Un partido auto-
ritario y represivo que representa el antiguo ré-
gimen en su máxima expresión” (García, 2017).
Batra no es en efecto el único en hacer esta
lectura, del otro lado del espectro ideológico
el ensayista Javier Sicilia sostiene también que
López Obrador, líder de MORENA, es “un priísta
disfrazado de rojo” (Miranda, 2017). Otro agra-
vante de este partido es el hecho de hacerse
acompañar por un sector de la izquierda que
ve a la democracia como asunto marginal o
francamente ilusorio puesto que supone que
la única lucha política válida es aquella que se
libra contra el “neoliberalismo” ( y “sus múlti-
ples máscaras”). Por lo demás, esta izquierda
se caracteriza menos por conformarse como un
partido político que por su tendencia a funcio-
nar como un movimiento en torno a una per-
sonalidad o suerte de redentor (Cuauhtémoc
24
Cárdenas, el subcomandante Marcos, Andrés
Manuel López Obrador…), y por defender polí-
ticas económicas cuyo único efecto indiscutible
es la centralización del poder (nacionalización
de empresas, regulaciones del precio de la
moneda, proteccionismo, etc.). En el fondo,
se trata de una izquierda que no ha integrado
la crítica al totalitarismo del siglo XX, y que no
termina de reconocer la importancia del Estado
de Derecho y la necesidad de contar con con-
trapesos al poder. De aquí que sus seguidores
se deleiten con las innumerables biografías del
Che Guevara antes que con el Archipiélago Gu-
lag, y en los medios académicos discutan más a
un autor como Alain Badiou (para quien el acto
del voto no es otra cosa sino “una forma de des-
politización” (Badiou, 2017), que a autores que,
como Hannah Arendt, Claude Lefort o Leszek
Kolakowski, entienden que el primer problema
político es el de evitar la confiscación de la “vo-
luntad general” y que la verdadera distinción
política pertinente no es entre izquierda y de-
recha, sino entre demócratas y antidemócratas.
Que algunos sigan privilegiando la justicia social
antes que la democracia, siendo que cien años
de experiencia (de Rusia a Cuba y Venezuela)
confirman que ese esquema ideológico sólo
nos asegura que al final no tendremos ni justicia
social ni democracia, es ciertamente alarmante.
La importancia de las
elecciones del 2018
Las elecciones de 2018 serán decisivas para la
orientación del país no sólo para el próximo
sexenio, sino para las siguientes décadas. En
ellas se decidirá la Presidencia de la República,
128 senadores y 500 diputados federales; y por
primera vez, de manera simultanea, el INE en
coordinación con los órganos públicos locales,
organizará los procesos para elegir 2777 cargos
públicos locales (gubernaturas, diputados loca-
les, ayuntamientos). En el horizontes de estas
elecciones, algunos analistas ven con optimis-
mo que estudios recientes sobre los hábitos de
los usuarios de internet en México, señalen que
más de 70 millones de mexicanos utilizan la red;
de esta población, 96 % están en Facebook y 95
por ciento en WhatsApp (Schettino, 2017). Sin
embargo, los dirigentes políticos puede apostar
(cínicamente) a que suceda lo mismo que en las
elecciones recientes (como la de Trump en los
Estados Unidos) que muestran que las redes
sociales son medios fácilmente manipulables
(como es bien conocido, el gobierno ruso está
acusado de múltiples injerencias y de estar lle-
vando a cabo una política de desestabilización
contra las democracias, a manera de una ciber-
guerra no declarada). También pueden esperar
que, como sucedió en el Reino Unido respecto
al Brexit, los principales usuarios de las redes
sociales, los jóvenes, no se movilicen en masa
a la hora de la votación. Un escenario probable
entonces es que los principales partidos opten
por mantener la estrategia de ganar las eleccio-
nes con el voto duro clientelar y por echar mano
de un financiamiento masivo y, cuando menos,
poco transparente. Más aún, es altamente pro-
bable (como lo ha señalado un ex presidente
del antiguo Instituto Federal Electoral) que el
financiamiento de dudoso origen (proveniente
de empresarios, arcas públicas o crimen orga-
nizado) juegue un papel preponderante (Nuñez,
2017). Bajo esta hipótesis, estaremos ante una
suerte de elección sin ciudadanos electores, lo
que puede significar un debilitamiento mayor
de la democracia o un franco ingreso a nuevo
ciclo autoritario. Sin embargo, este último es-
cenario quizás se vea limitado por el hecho que
quienquiera que gane, lo hará con una minoría
porcentual y con minoría en el Congreso. Un
escenario poselectoral complejo de este tipo
obligará al “vencedor” a negociar con las otras
minorías políticas las grandes orientaciones de
su gobierno (cabe entonces preguntarse si, a fin
de cuentas, no sería más conveniente abando-
nar el ya poco funcional presidencialismo y evi-
tarnos, de paso, el peligro de sus connaturales
inclinaciones autoritarias).
El contexto internacional
La crisis financiera de 2008, los ataques terroris-
tas recurrentes desde 2001, la globalización, el
rápido desarrollo tecnológico (que divide a las so-
ciedades entre quienes tiene acceso a sus avan-
ces y quienes no), la reaparición desinhibida y la
banalización mundial de regímenes autoritarios,
la desconfianza creciente frente a la poca obje-
tividad de los grandes medios de comunicación,
todo ello está debilitado la democracia (Reynie,
2017). Se puede constatar que, en efecto, las
campañas electorales tienden a convertirse en la
confrontación ya no entre programas y argumen-
tos, sino entre narraciones construidas (storyte-
lling), verdades alternativas y noticias falsas
(fake news). También se hace cada día mas banal
el franco cinismo (por ejemplo cuando el presi-
dente de Filipinas, Rodrigo Duterte, sin empacho
confiesa que asesinó a puñaladas a una persona)
y la brutalización del lenguaje político (como lo
ejemplifica Donald Trump). No extraña que la de-
mocracia representativa esté perdiendo apoyo
no sólo en América latina, sino también en luga-
res con mayor tradición democrática como Euro-
pa y Estados Unidos, como lo muestra el citado
estudio de la FONDAPOL: 55 % de los europeos
y 54 % de los norteamericanos consideran que la
democracia representativa “funciona mal”.
Para empeorar el panorama, los hechos ha-
cen pensar que el actual escenario internacio-
nal es menos articulado y más complejo de lo
que fue durante la segunda parte del siglo XX.
Recordemos que durante este último periodo,
a pesar de diferentes y graves crisis, las rela-
ciones internacionales tuvieron un alto nivel
de orden. Un observador penetrante y buen
conocedor del mundo de sus días, como Ray-
mond Aron, podía hablar no sólo de un orden,
sino incluso de un sistema internacional. Hoy
en día la política favorecida por actores tan im-
portantes como los Estados Unidos de Trump,
la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping no es
aquella del multilateralismo ni mucho menos
de la democracia y los derechos del hombre. El
modelo que están proponiendo es un tipo de
administración de zonas de influencia de tipo
imperial. Lo que incluye el “derecho” de ocu-
par territorios por la fuerza, como en el caso
de Crimea; o de construir islas, con forma de
portaviones, en zonas estratégicas del Pacifico,
como en el caso de China. Todo ello, es eviden-
te, no favorecerá el avance de la democracia.
¿Declive final o crisis coyuntural?
Cabe entonces preguntar si estamos ante un
declive final o sólo ante una crisis coyuntural de
la democracia. Parafraseando lo sostenido por
la sociología francesa Nathalie Heinich (Heinich,
2013) en un debate sobre la obra de Norbert
Elias, podemos decir que una verdadera alter-
nativa civilizatoria a la democracia debe contar
con un apoyo de amplias poblaciones durante un
periodo considerable de tiempo; además, no sólo
debe ser portadora de antivalores, también debe
presentarse con valores alternativos verdadera-
mente programáticos. Si bien el islam, el modelo
ruso o el chino gobiernan cientos de millones
de personas, estos movimientos nacionalistas
o identitarios se antojan poco atractivos, poco
exportables, difícilmente tiene algo interesante
que decir frente a los nuevos desafíos (ambien-
tales y tecnológicos), y tampoco son sostenibles
a mediano plazo. Es difícil creer que sean una
verdadera alternativa. Como no lo es tampoco
el llamado “Socialismo del Siglo XXI” hundido en
los abismos de la corrupción y del despotismo.
Nótese, por lo demás, que, de Cuba a China, los
países “comunistas” tiende a recaer en el viejo
modelo de monarquías autoritarias. Y, sobre
todo, los regímenes autoritarios suelen tener un
costo demasiado alto para la población (Cuba,
Corea del Norte, Siria, Venezuela…). Es urgente
subrayar que la creencia que la democracia y la
igualdad social son contradictorias es un muy
grave error. En un libro reciente (Razafindrakoto,
Roubaud, & Wachsberger, 2017) los autores trata
de entender por qué, a pesar de no haber tenido
Cruz Revueltas — Sociedad Abierta
un conflicto de gran envergadura, la población de
Madagascar no ha dejado de empobrecerse des-
de su independencia en 1960. La respuesta que
ofrecen los investigadores es, a fin de cuentas,
simple: ello se debe a su débil sociedad civil que
ha sido incapaz de hacer contrapeso y limitar la
voracidad de las elites. En otras palabras, la idea
de que basta un cambio de tlatoani para resolver
los problemas del país, es en el mejor de los casos
una mala broma; la única manera que el cambio
de inquilino en Los Pinos puede ser benéfico para
los mexicanos, será si ello refleja y favorece, a su
vez, un espacio público más activo y, sobre todo,
una sociedad civil más plural y crítica. m
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25
Sociedad Abierta — Raúl Ruiz Raúl Ruiz — Sociedad Abierta

por Raúl Ruiz Canizales

Profesor investigador de
tiempo completo en la
Facultad de Derecho de
la Universidad Autónoma
de Querétaro (UAQ).

E
n las últimas décadas comenzaron a surgir una serie de vocablos provenien-
tes de las más diversas reflexiones y cada una de ellas con sus propios prota-

Uno de los cuatro gonistas. Se trata de los vocablos biopolítica, bioética, biopoder y bioderecho.
Todos con un prefijo común (bio), pero con campos semánticos difíciles de
delimitar, aunque algunas voces sostendrían que ya no hay duda sobre el objeto de

miente… biopolítica, estudios de algunos de ellos. Puede haber razón en esto último y, por tanto, aceptar
que gozan de una específica validez entre sus exponentes. En este artículo me pro-
pongo compartir algunas reflexiones en torno al desarrollo teórico y el aparato crítico

biopoder, bioética que gravita sobre estas expresiones y sobre todo explicar cuál de ellas —y por qué—
está aún lejos de constituirse como un espacio de discusión consolidado en el que
queden claramente determinadas sus coordenadas y objeto de estudio. Estoy cons-

y bioderecho ciente y participo de la convicción, como lo hace Humberto Melotti (1971), de que fi-
nalmente los problemas de denominación suelen resolverse convencionalmente. No
cabe duda, pero el problema que me inquieta es el uso impune e indiscriminado que
se hace —con frecuencia— de ciertos términos, los cuales terminan por convertirse
en algo así como entelequias o, en el mejor de los casos, en palabras prestigiosas
de poca utilidad. Me refiero al caso específico del vocablo “bioderecho”, que en los
últimos años ha sido constantemente invocado con mucha insistencia en la literatura
jurídica, de manera no exclusiva pero sí predominante.

26 27
Sociedad Abierta — Raúl Ruiz
¿Dónde podría encontrarse la raíz de este pro-
blema? Habrá quienes sugieran auscultar por la
ruta del prefijo “bio”, denominador común de
los cuatro términos. Sin embargo, si hacemos
una revisión somera de dicho prefijo podríamos
concluir que, en todo caso, la confusión podría
reducirse si se adopta el alcance original del que
gozó la expresión bios en sus mejores momen-
tos del pensamiento griego, pero al que sólo se
tendría que delimitar (o consensar) sobre la di-
mensión específica en la que se desplazan cada
uno de los cuatro términos: la vida en general,
la vida en especial o la biovida. La distinción
entre los conceptos bios y zoe ha sido posible
gracias a una larga tradición de pensamiento y
literatura que nos ha permitido acceder a los
diversos alcances que se han adoptado tanto
para una como para otra y que nos ha permitido
entender, gracias a las discusiones contemporá-
neas, que no existe una única dimensión de lo
humano. En efecto, cuando el hombre comien-
za a descubrirse en el mundo del microcosmos
genético inicia el descubrimiento de un mundo
fascinante y seductor en el que la dimensión de
lo humano parece reducirse a lo simplemente
biológico (homo data).
No en vano el bagaje conceptual y argumen-
tativo de la biotecnología ha servido para legiti-
mar, sutil y lentamente, esta promesa de “selec-
ción dirigida” y que promete a un mismo tiempo
el acceso a un estadio supremo de la humani-
dad, lo que permite vislumbrar el impulso des-
esperado por descubrir los secretos estructura-
les y funcionales del cuerpo y del cerebro, éste
último también en su dimensión puramente or-
gánica. Se coloca el vivir en un plano meramen-
te natural, material para dejarlo fuera del plano
sensible. Lo humano sufre un reduccionismo a
lo meramente animal. Sin embargo, como atina-
damente lo advierte Lee M. Silver (1998: 29-55),
usar únicamente la “biovida” como plataforma
para definir la vida se caería en un cierto tipo de
chovinismo; en este sentido, dice el autor, la vía
28
de definir el concepto vida a partir de las carac-
terísticas de todas las formas de vida terrestre
significaría algo así como reducir o valorar poco
la vida, sin tomar los aspectos que van más
allá de lo biológico. Esta vía es tomada como
plataforma por muchos biologistas, vitalistas,
fisicistas, incluso organicistas en razón de que
todas las entidades que viven sobre la tierra son
de un único tipo (denominada “biovida”) que se
distinguen claramente de las cosas no vivientes.
En la historia moderna de esta larga dis-
cusión se han identificado sobre todo a dos
bandos: los “fisicistas” afirmaban que los orga-
nismos vivos no eran diferentes de la materia
inanimada, es decir, que no existe un comporta-
miento metafísico de la vida, lo que les permitió
concluir que, a nivel molecular, la vida se puede
explicar acorde a los principios de la física y de
la química; mientras que los “vitalistas”, por su
parte, aseguraban que en los organismos vivos
se advertían propiedades que no estaban pre-
sentes en la materia inerte y que, consecuen-
temente, las teorías y conceptos biológicos no
podrían reducirse a las leyes de la física y de
la química; derivado de esta interpretación los
vitalistas aseguraron que los organismos vivos
no son como la materia inerte y no lo son, ase-
guraban, porque precisamente los organismos
vivos poseen características propias que no se
presentan en la materia inanimada. Un tercer
frente les dio la razón a cada uno de ellos, con lo
que se dio nacimiento a la doctrina llamada “or-
ganicismo”. Por ello se hace necesario recurrir a
la disertación que hace Giorgio Agamben (1998:
9-23) al recuperar la distinción que hacían los
griegos sobre los vocablos destinados a definir
la vida. Lo es porque en la filosofía griega bios
designa existencia humana, mientras que zoé
preside a la existencia de todo viviente: bios es
libertad, vida calificada, zoé cuerpo, materia, es
vida en su simple mantenimiento biológico.
Es a partir de esta vía de la diferenciación, de la
deconstrucción crítica como se puede reformular
el concepto de vida, un concepto no derivado de
la plataforma de la “biovida”, sino que involucra
una plataforma, psico-histográfica. Frente a esta
última consideración, parece que la biopolítica, el
biopoder y la bioética no tienen mayor problema
o, si se quiere, no se colocan en un escollo insal-
vable. De hecho, en el caso particular del vocablo
biopolítica y biopoder podemos percibir algunas
contradicciones o desacuerdos entre algunos
autores (por ejemplo, con Michel Foucault, Gior-
gio Agamben, Roberto Esposito o Gilles Deleuze)
sobre aspectos específicos que se generan al mo-
mento de tratar de diseccionar los horizontes de
cada uno de ellos; pero en todo caso quien tiene
todavía una profunda deuda de validez semánti-
ca es el concepto bioderecho. Mientras que los
términos biopolítica y biopoder parecen tener
más o menos delimitados sus campos de estudio,
surgimiento y trayectoria, la bioética por su parte
va definiendo cada vez más sus horizontes, no sin
dejar de tener presente que en ésta última aún si-
guen inconclusos algunas cuestiones específicas,
entre ellas el asunto relativo que oscila entre lo
laico y el laicismo. Mientras que la biopolítica, en
términos generales, gira en torno a los dispositi-
vos de administración del cuerpo, el biopoder lo
hace en torno a los dispositivos de administración
de la vida y la muerte. La bioética frente aquellas
dos nociones lo haría en torno al concepto mismo
de “calidad de vida”, con todo y la larga discusión
que le ha caracterizado. El término ‘bioderecho’,
en cambio, nada ha dejado en claro sobre lo que
habrá de ocuparse. Lo que sí queda a la luz de to-
dos es que es en el discurso jurídico (de manera
principal, pero no exclusivo) donde se ha hecho
un uso indiscriminado del mismo. Se trata de un
vocablo que, hasta el día de hoy, se me antoja
como una expresión que oscila entre lo taquillero
y el esnobismo academicista.
En cuanto al estatuto epistemológico de la
biopolítica, el biopoder y la bioética no ten-
dría empacho en atreverme a sostener que
bien pueden concebirse como espacios multi e
interdisciplinarios: los tres conceptos han per-
mitido la confluencia de las diversas disciplinas,
esto si entendemos lo multi y lo inter disciplina-
rio en su acepción más amigable, mientras que
el bioderecho pretende quedar atrapada en la
unidisciplinariedad.
La bioética, se ha insistido en ello, no es una
disciplina, sino un espacio interdisciplinario en
la que no sólo los filósofos estudian el fenóme-
no moral, o mejor dicho, no sólo ellos son los
requeridos al momento de la discusión de los
dilemas morales. Se requiere de los especialis-
tas de cada una de las disciplinas para pensar,
dirimir, discutir en virtud del acaecimiento de
dilemas bioéticos o casos complejos (morales)
en la vida cotidiana. La bioética es el espacio
donde confluyen los profesionistas de las cien-
cias sociales con los protagonistas del área de las
biotecnociencias y las ingenierías. Surge a partir
de la consideración de que los problemas mora-
les no sólo se generan a partir de las relaciones
que los seres humanos entablan con otros seres
humanos, sino también de las relaciones de los
seres humanos con otros seres que aún no son
humanos, pero también con otro tipo de vida
animal no humana, además de las relaciones de
los seres humanos con su medio ambiente. Se
encarga de escudriñar qué es lo que está suce-
diendo en el ámbito de lo moral a partir de ese
tejido de relaciones. La bioética, entonces, debe
ser entendida como un espacio de diálogo inter-
disciplinario dentro de la ética aplicada que aspi-
ra a proveer los ejes orientadores de la conducta
humana en su relación con el medio ambiente.
A pesar de que en sus comienzos la bioética
se limitó sólo a abordar cuestiones sobre las im-
plicaciones éticas en la práctica de la profesión
médica, específicamente en casos en los que no
interferían aspectos biotecnológicos (aborto,
muerte asistida, consentimiento informado,
etcétera), hoy en día es evidente que su ámbito,
como espacio interdisciplinario, ha aumentado
de manera considerable, pues bajo ese término
se involucran toda una gama de actividades tan-
to las derivadas de la biotecnología como aque-
llas en las que no se interviene la instrumentali-
dad biotecnológica o tecnocientífica.
Desde el enfoque de la bioética no se condena
a priori dogmáticamente los posibles impactos
de la biotecnología o, en términos de De Castro
Cid (2003: 67), no se asume una reacción instinti-
va de defensa, sino que como espacio interdisci-
plinario de análisis y discusión, se entreteje toda
una gama de visiones que enriquecen dicho aná-
lisis y que establece el marco común para la toma
de decisiones. Este marco común lo constituyen
los derechos humanos.
Con el término “bioderecho”, sin embargo,
se persigue involucrar un conjunto de temáti-
cas que circundan sin ningún referente teórico
común como lo sería la posibilidad de teorizar
justo sobre el bioderecho. Sin embargo, los do-
cumentos y las escasas ediciones que hasta el
momento existen bajo ese título contemplan
las mismas reflexiones que los textos publicados
bajo el término bioética. Es decir, se parte de una
disciplina que aún no ha sido delimitada, como si
el nombre por sí solo expresara el alcance mismo
del concepto. Se salta el primer paso (el objeto
de estudio) y se parte del segundo (de un aborda-
je-discusión de las temáticas). En otras palabras:
se plantea la exigencia de construir o aportar los
elementos teóricos mínimos para formular lo
que podría llamarse una teoría del bioderecho.
Pero, ¿cuáles serían los elementos mínimos para
construir una teoría del bioderecho?, ¿cuál es el
referente teórico que, de manera más amplia,
permite cimentar una teoría del bioderecho?,
¿qué objeto de estudio puede involucrarse den-
tro de dichos elementos?, ¿en qué grado permite
un referente teórico plasmar los elementos míni-
mos para una posible teoría del bioderecho?
Sobre la necesidad de reflexionar sobre una
teoría del bioderecho uno de los primeros textos
serios que intentaron ubicar las posibles líneas
de teorización para la construcción de espacio
Raúl Ruiz — Sociedad Abierta
de discusión es el ensayo de B. G. Azerrad y D. R.
Viegas (1998: 33-34), quienes hacen una apro-
ximación a los fundamentos de la teoría crítica
como una herramienta teórica capaz de auscul-
tar la relación de la tecnociencia capitalista y las
implicaciones de su lógica de mercado en la bio-
tecnología y el trastocamiento de la frontera ju-
rídica. Por la misma época apareció otro trabajo
que conviene mencionarlo: es de la autoría de
M. Á. Ciuro C. (1998. 49-53), en el que expone
cuáles serían las posibles líneas filosóficas para
la comprensión del horizonte de nuestro estudio
“en cuanto a la relación entre las ideas filosófi-
cas y el bioderecho”, puesto que el bioderecho
deberá atender —advierte el autor— a las posi-
ciones más abiertas a la “vida” y al “derecho”.
Para ello expone cuáles son las posibilidades de
éxito del bioderecho (o de una posible teoría del
bioderecho) según el marco teórico en el que se
fundamenten: la filosofía analítica, la filosofía
crítica, el positivismo normativista, positivismo
historicista, los iusnaturalistas racionalistas y
la teoría trialista del mundo jurídico. De este
último autor se cuenta también con el ensayo
intitulado “Cuestiones axiológicas críticas en
el desarrollo del bioderecho” (1996) en el que
el jurista expone cuál es el estado del arte del
derecho respecto de los avances en materia de
genética humana. Al decir de M. A. Ciuro (1996:
23), “el proceso de avance en el dominio de la
genética humana que viene desarrollándose en
nuestro tiempo genera la carencia histórica de
normas más importante que se ha producido
en toda la evolución de la humanidad. Se trata
de una carencia de normas no sólo en lo moral,
sino en lo jurídico”.
En los primeros años del siglo XXI, en España,
se contaba ya con dos textos que si bien no abor-
dan la discusión sobre los elementos para una
teoría del bioderecho, sí delimitaron (aunque de
manera tibia) el alcance de este espacio en cons-
trucción. Se trata, primero, de la obra Andrés
Ollero (2006), donde el catedrático precisa que
29
Sociedad Abierta — Raúl Ruiz Sánchez, Pimentel y Huitzil — Sociedad Abierta

“Los tres conceptos bien pueden

concebirse como espacios
multi e interdisciplinarios.” por Herminio Sánchez de la Barquera y
Arroyo, Norma Estela Pimentel Méndez
y Alma Angélica Huitzil Escobar

Director de Posgrados en Ciencias Sociales

el término bioderecho no es tan común como
el de bioética ni son tampoco lo mismo, pues el
primero aborda problemas relacionados con la
vida humana desde una perspectiva jurídica. Los
problemas de la bioética, asegura el autor, ter-
minan siendo de bioderecho porque la solución
se acaba estableciendo a través de las normas
jurídicas; a veces, sostiene Ollero (2006: 63), nos
quedamos en el debate moral sin percibir que el
derecho tiene su peculiaridad. No coincido del
presente que la exigencia lexicográfica obliga a
no apartarnos demasiado del uso más común y
espontáneo del término, pero el problema aquí
reside precisamente en eso, en el hecho de que
no queda claro en qué consiste ese uso común y
espontáneo del vocablo bioderecho.
Otro texto es el de L. G. Morán, intitulado De
la bioética al bioderecho. Libertad, vida y muer-
te (2006). El punto central de su obra es que
considera a la bioética como punto de partida
y coordinador del Grupo de Investigación en
Ciencias Sociales (INCISO) de la Universidad
Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP);
(…) el bioderecho constituye una rama cien- Doctora en Derecho por la Benemérita Universidad
tífica inédita, cuya creación proponemos, Autónoma de Puebla (BUAP), y miembro del
en virtud de su naturaleza interdisciplina- INCISO; y Maestrante en Ciencia Política por la
UPAEP y miembro del INCISO; respectivamente.
ria, al tiempo que surge como respuesta a
los avances del progreso científico y tecno-
lógico vinculada con la intrincada proble-
mática de los seres vivientes, originándose
un campo primigenio de análisis a diversas
interrogantes de orden biológico y jurídico
(…) (Flores Trejo, 2004: 167).

todo en esto último, porque de aceptar que éste
es la “juridización de la bioética”, caeríamos en
una especie de reduccionismo, es decir, limita-
ríamos el bioderecho a un simple “contenedor”
o “captador” (catcher) de los contenidos de la
bioética, y esta a su vez jugaría el rol de un sim-
ple “proveedor” de materia prima constituida
por los temas propios que en ella de discuten.
Todo el escenario anterior hereda una nueva
interrogante: ¿cómo debe el bioderecho hipote-
tizar una relación que oscila entre la vida (zoé) y
política (bíos)?
Solamente quedan dos aparentes salidas:
la primera, es aceptar que tanto la expresión
bioderecho y su implicación semántica en cues-
y al bioderecho como punto inicial de llegada
y posterior desarrollo. El derecho y la bioética,
advierte, se necesitan mutuamente y se com-
plementan. El libro consta de tres partes funda-
mentales donde son abordadas las tres grandes
cuestiones: libertad, vida y muerte.
En el caso de nuestro país, contamos con
pocos textos, que participan de la misma suer-
te: parten apresuradamente de los objetos de
estudio de una disciplina que dan por sentada
(el bioderecho). El primero de ellos constituye
una compilación de trabajos que van desde la
bioética para la investigación médica hasta
temas relacionados con las adicciones y sus
tratamientos. Este trabajo de compilación está
Los derechos
Esto es lo que se tiene como evolución y fron-
tera del conocimiento respecto al objeto de
estudio y los elementos para una teoría bioju-
rídica. Por supuesto que la producción literaria
culturales en un
no ha cesado; sin embargo, lejos de aportar
elementos para la delimitación de lo que im-
Estado federal: el
caso de México
plica el vocablo bioderecho, lo que se aprecia
es la insistencia entre los juristas en usar de
manera taquillera —con tufo de esnobismo
academicista— el término mismo. m

tión adquieran sentido a partir del retiro, del
abandono de la significación lexicográfica, lo
que supondría un grave problema: que el biode-
recho, en este primer supuesto, se convertiría
en un espacio de discusión tipo catch all party
(“cacha todo”), en el que se absorbería cual-
quier tema o cualquier discusión que por el sólo
hecho de aludir al prefijo “bio” o colocarse en
el mundo de lo orgánico o por el simple hecho
de asociarse a algo que tenga relación directa
o indirecta con la vida (sin distinguir, siquiera,
si es vida política —bíos— o si se trata de vida
orgánica —zoé—) encajaría en ella. La segunda
salida consiste en quedarse en un tipo de abor-
daje lexicográfico y desde ahí desarrollar los
elementos que habrán de tomarse en cuenta
para aproximarnos a lo que podría ser el biode-
recho, pero esa salida se antoja como una estra-
tegia también complicada, pues se debe tener
a cargo de David Cienfuegos Salgado y María
Carmen Macías Vázquez (2006), pero se puede
apreciar que no hay un capitulado dedicado a
la teorización o a los elementos mínimos para
teorizar sobre el bioderecho. La objeción que
merece esta obra consiste en que se le adjudica
el término bioderecho a un conjunto de traba-
jos que dan por sentado la constitución —por la
simple exposición de los temas abordados—, de
una disciplina llamada bioderecho.
Un segundo texto corresponde a una pu-
blicación de Fernando Flores Trejo (2004), que
constituye, en cierta medida, lo más cercano a
los propósitos de nuestro trabajo, pues el autor
en la cuarta parte de su libro lo dedica a la de-
limitación y alcance del concepto bioderecho.
Sostiene que el bioderecho, en su especificidad
fenomenológica, está constituido por la biotec-
nología, por ello no duda en explicar que:
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E
xploraremos el caso concreto de la situación de los
derechos ciudadanos en México en cuestiones de
cultura, partiendo de que se trata de una república
federal y un país relevante por sus manifestaciones
culturales. Un punto importante en este sentido es que, a
diferencia de otros campos de política, todos los estados
miembros de la república mexicana ya tienen desde hace
años una legislación cultural propia, mientras que en el
ámbito federal es hasta fecha muy reciente que se aprobó
la legislación correspondiente. En contra de lo que muchos
pudieran pensar, no es necesariamente negativo en un país
federal que el ámbito federal carezca de una ley en materia
de cultura cuando todos los estados miembros ya la tienen.
Tampoco es forzosamente deplorable que no existiese una
Secretaría de Estado a nivel federal encargada de la gestión
cultural, como ya lo ha demostrado Von Beyme (1998: 18-20),
si bien el extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(CONACULTA) ejercía funciones semejantes.
I. Enfoque jurídico de la estructura federal
mexicana y los derechos en materia cultural
Para poder reflexionar sobre el federalismo mexicano y su rela-
ción con los derechos en materia cultural, es menester remon-
tarse al nivel internacional, en donde encontramos que México
ha sido parte de diversas Convenciones y ha adoptado diferen-
tes pactos, que lo han llevado a reconocer al derecho a la cultu-
ra con el carácter de derecho humano, lo cual ha impulsado la
legislación nacional respecto al tema.
Un ejemplo es la Declaración Universal de Derechos Huma-
nos, adoptada por la Conferencia Interamericana Especializa-
da sobre Derechos Humanos, realizada en San José de Costa
Rica del 7 al 22 de noviembre de 1969 (Ventura, s/f: 168), que
en su artículo 27 reconoce que: “Toda persona tiene derecho
a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad,
a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en
los beneficios que de él resulten” (OEA, 1969: s/p).

30 31
Sociedad Abierta — Sánchez, Pimentel y Huitzil
Sin embargo, fue hasta el 12 de Mayo de 1981
cuando se publicó en el Diario Oficial de la Fede-
ración el Pacto Internacional de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales, donde México,
ya explícitamente, se comprometió a reconocer
el derecho de toda persona a: 1) Participar en
la vida cultural; 2) Gozar de los beneficios del
progreso científico de sus aplicaciones; y 3)
Beneficiarse de la protección de los intereses
morales y materiales que le correspondan por
razón de las producciones científicas, literarias
o artísticas de que sea autora.
Finalmente, el 26 de febrero de 2007 fue pu-
blicada en el Diario Oficial de la Federación la
Convención sobre la Protección y Promoción de
la Diversidad de las Expresiones Culturales, que
había sido aprobada en París el 20 de octubre
de 2005, en el marco de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (UNESCO), adoptada por México ese
mismo día, cuyos objetivos se encuentran preci-
sados en el artículo primero y son los siguientes:
Artículo 1 - Objetivos
Los objetivos de la presente Convención son:
a. proteger y promover la diversidad de
las expresiones culturales;
b. crear las condiciones para que las cul-
turas puedan prosperar y mantener
interacciones libremente de forma mu-
tuamente provechosa;
c. fomentar el diálogo entre culturas a fin
de garantizar intercambios culturales
más amplios y equilibrados en el mun-
do en pro del respeto intercultural y
una cultura de paz;
d. fomentar la interculturalidad con el fin
de desarrollar la interacción cultural,
con el espíritu de construir puentes
entre los pueblos;
e. promover el respeto de la diversidad
de las expresiones culturales y hacer
cobrar conciencia de su valor en el pla-
no local, nacional e internacional;
32
f. reafirmar la importancia del vínculo
existente entre la cultura y el desarro-
llo para todos los países, en especial
los países en desarrollo, y apoyar las
actividades realizadas en el plano na-
cional e internacional para que se reco-
nozca el auténtico valor de ese vínculo;
g. reconocer la índole específica de las
actividades y los bienes y servicios cul-
turales en su calidad de portadores de
identidad, valores y significado;
h. reiterar los derechos soberanos de los
Estados a conservar, adoptar y aplicar
las políticas y medidas que estimen
necesarias para proteger y promover
la diversidad de las expresiones cul-
turales en sus respectivos territorios;
i. fortalecer la cooperación y solidari-
dad internacionales en un espíritu
de colaboración, a fin de reforzar,
en particular, las capacidades de los
países en desarrollo con objeto de
proteger y promover la diversidad de
las expresiones culturales.
En ese tenor, es innegable que los acuerdos an-
teriormente citados han llevado a México a reco-
nocer a la cultura como un derecho, por lo que su
gobierno ha tenido que legislar respecto al tema,
comenzando por la Constitución federal. Como
en muchos Estados federales, en México no
existía una ley federal de cultura, por lo que los
congresos estaduales han legislado ampliamente
en la materia. Esto es sumamente importante,
pues se trata de uno de los escasos campos de
la política en el que los estados en nuestro país
no han aguardado a que el Congreso de la Unión
legisle en una materia para seguir de inmediato
sus pasos, sino que han tomado la iniciativa y el
tema de la política cultural en sus manos. Aquí
se ve, claramente, la importancia que la política
cultural tiene para la vigencia del federalismo
(Sánchez de la Barquera, 2011: 110ss.).
Lo anterior adquiere mayor relevancia si
recordamos que una característica del sistema
federal mexicano es la existencia de compe-
tencias limitadas de los gobiernos estaduales,
mientras que el gobierno federal goza de am-
plios poderes y concentración de recursos,
decisiones y facultades, ejerce un monopolio
en la asignación de recursos financieros y con-
centra el control político, convirtiéndose en un
ejemplo de “federalismo centralizado” (cfr. Ro-
mero, 1999: 50; Sánchez de la Barquera, 2011).
Mientras las decisiones y políticas públicas so-
bre los ingresos más representativos del país se
encuentren centralizadas en el nivel federal, los
avances que se busquen en otros rubros, como
la cultura, se encontrarán supeditados primero
a la asignación de presupuesto y a la creación
de programas y políticas públicas que pueden
encontrarse lejanas del enfoque local. Podemos
decir que en México se presenta una doble cen-
tralización política. La primera en dos sentidos:
uno, en el ámbito federal y, dentro de este, des-
pués, muy marcada en el poder ejecutivo; la se-
gunda la vemos a nivel estadual, donde se con-
centran los recursos y la toma de decisiones en
los gobiernos de las entidades federativas. Geo-
gráficamente, además, hay otra concentración
en dos niveles: la toma de decisiones políticas
y económicas, los recursos, la oferta educativa
y cultural, los servicios de vario tipo, se concen-
tran mayoritariamente en la capital federal y,
en segundo lugar y con algunas excepciones, en
las capitales de los estados. La importancia his-
tórica, política, cultural, social y económica de
la capital de la república es tal que le ha dado su
nombre al país entero.
El artículo 124 constitucional, al establecer
que todo lo que no está expresamente atri-
buido a la autoridad federal es competencia
de la entidad federativa, se convierte en la
base de la clasificación de competencias en
México. Diversos investigadores en materia
constitucional han presentado sus criterios
para clasificar las atribuciones a cada orden
de gobierno, siendo una de las más completas
la propuesta por Carpizo (1999: 94), la cual se
resume de la siguiente forma:
1. facultades atribuidas a la Federación:
primeras 29 fracciones del artículo 73,
y las prohibiciones establecidas por los
artículos 117 y 118 a los Estados.
2. facultades atribuidas a las entidades fe-
derativas, es decir, todo lo que no esté
atribuido expresamente a la Federación.
3. facultades prohibidas a la Federación.
4. facultades prohibidas a las entidades
federativas.
5. facultades coincidentes: las que pueden
realizar tanto la Federación como las en-
tidades federativas. Amplias cuando no
se condicionan a expedir las bases o un
cierto criterio de división; restringidas
cuando se le conceda a la Federación o a
los Estados la atribución de fijar bases o
criterios de división.
6. facultades coexistentes; una parte de la
misma facultad compete a la Federación
y la otra a las entidades federativas.
7. facultades que emanan de la jurisprudencia.
En materia de cultura, la Constitución política
incluye diversas menciones, como el artículo
segundo, que reconoce la composición pluricul-
tural de la nación sobre la base de sus pueblos
indígenas, reconociendo a las comunidades inte-
gradas por estos pueblos autonomía para decidir
sobre sus formas internas de organización, entre
las que se encuentra precisamente la cultural,
para lo cual el párrafo cuarto del citado artículo
reconoce que la libre determinación de los pue-
blos se reconocerá también en las constituciones
locales. Esta competencia es un buen ejemplo de
una de naturaleza coexistente entre los ámbitos
federal y estadual, más aún si se analiza la redac-
ción de la Ley de la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en la que se
reconoce la participación de los municipios para
llevar a cabo programas, proyectos y acciones
conjuntas en favor de los pueblos y comunidades
indígenas. Sin embargo, la norma constitucional
y la legislación secundaria no profundizan sobre
algún enfoque específico de la cultura indígena.
Sánchez, Pimentel y Huitzil —
El artículo tercero, al regular lo relativo a la edu-
cación obligatoria en México, toca aspectos cul-
turales al considerar que el Estado garantizará
la calidad de la educación buscando el acrecen-
tamiento, fortalecimiento y difusión de nuestra
cultura. De acuerdo con lo estipulado en la frac-
ción VIII del referido numeral, reformado el 26 de
febrero de 2013, se considera que la materia edu-
cativa es una facultad coincidente restringida,
pues si bien la Constitución reconoce la participa-
ción de los tres órdenes de gobierno, se reserva
al Congreso de la Unión la obligación de expedir
las leyes necesarias para unificar y coordinar esta
materia: un ejemplo de federalismo educativo
centralizado, máxime que la reforma sustantiva
llegó de la mano con modificaciones a la entrega
de los recursos económicos entregados por el
extinto Fondo de Aportaciones para la Educación
Básica y Normal (FAEB), que mediante reforma a
la Ley de Coordinación Fiscal fue transformado
en el Fondo de Aportaciones de Nómina Educa-
tiva y Gasto Operativo (FONE), lo fue cuando el
ámbito federal tomó el control sobre las nóminas
a los servicios personales de los profesores.01
Desde el 30 de abril de 2009 fue adicionado
el párrafo décimo segundo del artículo cuarto
constitucional, para reconocer que “[…] Toda
persona tiene derecho al acceso a la cultura y
al disfrute de los bienes y servicios que presta
el Estado en la materia, así como el ejercicio de
sus derechos culturales. El Estado promoverá
los medios para la difusión y desarrollo de la
cultura, atendiendo a la diversidad cultural [...]
La ley establecerá los mecanismos para el ac-
01� Otra mención importante en materia cultural cons-
titucional, es su presencia como eje del Sistema de Pla-
neación Democrática Nacional, regulado por el artículo
26. En ese caso, el mandato de la norma suprema es que
la Federación coordine a los niveles locales su participa-
ción. La legislación reglamentaria reconoce que tanto es-
tados como municipios deberán contar con sus propios
planes de desarrollo, que en la práctica por cuestiones
presupuestales han representado para los niveles loca-
les la necesidad de alineamiento a programas y políticas
públicas federales. Se observa que de iure la competencia
es coincidente restringida, tendiente más al federalismo
centralizado del que se ha venido disertando. Los linea-
mientos del Sistema de Planeación Democrática pueden
consultarse en Gobierno de la República (s/f: 173).
Sociedad Abierta
ceso y participación a cualquier manifestación
cultural” (Gobierno de la República, 2009). La
interpretación gramatical no permite distinguir
el tipo de competencia para la instrumentación
del derecho humano a la cultura, sin embargo,
el artículo 73, que establece las facultades del
Congreso de la Unión por medio de la fracción
XXIX-Ñ, establece que será competencia de
este cuerpo legislativo la expedición de leyes
que “establezcan las bases sobre las cuales la
Federación, los Estados, los Municipios y el
Distrito Federal coordinarán sus acciones en
materia de cultura [...] Asimismo, establecerán
los mecanismos de participación de los sectores
social y privado, con objeto de cumplir los fines
previstos en el párrafo noveno02 del artículo
cuarto de esta Constitución” (Gobierno de la
República, 2009: 69). Con lo anterior queda de-
finido el esquema de competencia coincidente
restringido. El 10 de junio de 2011 se modificó
el artículo primero de la Constitución, para
reconocer en beneficio de todas las personas
los derechos humanos contenidos en ella, así
como en los tratados internacionales, situación
que permitió retomar un debate que parecía
agotado respecto de la jerarquía entre ambos
mandatos. La modificación a la redacción de un
solo artículo constitucional propició una nueva
área para el desarrollo intelectual, cuyo objeto
de estudio será la interpretación e instrumen-
tación del principio pro persona, pues la norma
ordena favorecer en todo tiempo a las personas
con la protección más amplia de sus derechos.
Con independencia de los argumentos que pue-
dan presentar los defensores de la supremacía
constitucional o quienes consideran con mayor
relevancia a los tratados internacionales, esta
reforma es el resultado de las relaciones que
a nivel supranacional sostienen los países, sus
ciudadanos y las empresas que se encuentran
en constante interrelación. Es también una
muestra de que las familias jurídicas se encuen-
02 Derivado de diversas reformas al Artículo cuarto, ahora
es necesaria la adecuación del artículo 73, para que guarde
congruencia con el párrafo décimo segundo del Artículo
cuarto, en donde se regula el derecho humano a la cultura.
33
Sociedad Abierta — Sánchez, Pimentel y Huitzil Sánchez, Pimentel y Huitzil — Sociedad Abierta

Fuente: Elaboración propia con base en las Gacetas Parlamentarias de

cada entidad federativa (cierre de información: 30 de diciembre de 2016).

tran en relación y flujo de influencia recíproca, lo que más allá de generar

Entidad Federativa Normatividad Entidad Federativa Normatividad Entidad Federativa Normatividad
comparaciones, viene a reforzar el enfoque sistémico que se ha pretendi-
do esbozar en este documento.
En lo que atañe a la exposición de motivos de la reforma arriba men-
• Ley de Cultura del Estado • Ley del Patrimonio Cultural • Ley de Fomento y Desarrollo de
cionada, el poder legislativo, definió que “[…] la cultura en sí misma no de Aguascalientes del Estado de Durango los Derechos y Cultura de las
puede constituirse en el objetivo regulatorio de una garantía individual, Aguascalientes • Ley De Protección y Fomento Durango Morelos
• Ley que crea el Centro Cultural y de Comunidades y Pueblos Indígenas
sino que éste trasciende al plano de la persona que implica la posibilidad del Patrimonio Cultural del del Estado de Morelos
Convenciones del Estado de Durango
de su acceso a la misma. De esta forma el acceder a la cultura conlleva Estado de Aguascalientes
que todas aquellas personas que pretendan vincularse con la misma, se
encuentren en aptitud jurídica de hacerlo como un derecho propio del
• Ley de Derechos y Cultura • Ley de Fomento a la Cultura y las
destinatario de la garantía, lo cual únicamente es posible si se instrumen- • Ley de Derechos y Cultura Indígena Estado de México
Indígena del Estado de México Artes del Estado de Nayarit
ta su acceso como el puente que liga a la cultura con el individuo” (Con- del Estado de Baja California
• Ley de Conservación,
greso de la Unión, 2007: 5). • Ley de Preservación del Patrimonio
Baja California Protección y Puesta en valor del
Cultural del Estado de Baja California
De todo lo anterior se desprende claramente la voluntad del poder Patrimonio Histórico y Cultural
• Ley del Instituto de Cultura Nayarit
legislativo por plasmar en el entonces capítulo de garantías individuales • Ley de Fomento a la Cultura del Estado de Nayarit
de Baja California
(hoy derechos humanos), la garantía del acceso a la cultura y sobre todo para el Estado de Guanajuato • Ley de Derechos y Cultura
añadir dentro de sus facultades la de legislar respecto al tema, al consi- Guanajuato • Ley de Fomento y Difusión de Indígena del Estado de Nayarit
derar a la cultura “un factor central en el proceso de desarrollo del país… la Cultura para el Estado de • Ley de Desarrollo Cultural
• Ley del Instituto Sudcaliforniano
Baja California Sur Guanajuato y sus Municipios para el Estado de Nayarit
[siendo necesario] establecer bases jurídicas claras que den a la cultura la de Cultura
dimensión que merece” (Congreso de la Unión, 2007: 12).
Resulta claro que a partir de 2009 es facultad expresa del Congreso de
la Unión expedir leyes que establezcan las bases sobre las cuales el ám- • Ley de Derechos, Cultura y Guerrero • Ley de Fomento a la Cultura • Ley del Patrimonio Cultural
Organización de los Pueblos del Estado de Nuevo León
bito federal, los estados, los municipios y la Ciudad de México coordinen Nuevo León
y Comunidades • Ley que crea el Consejo para la
sus acciones en materia de cultura; sin embargo, a nivel federal no había
• Ley de Desarrollo Cultural Cultura y las Artes de Nuevo León
una legislación que estableciese esas bases, mientras que a nivel estadual • Ley del Desarrollo Cultural para el
Campeche del Estado de Campeche Hidalgo
incluso municipal ya hay desde hace años un creciente conjunto de dispo- Estado de Michoacán de Ocampo
• Ley de Patrimonio Cultural
siciones legales en torno a la cultura y a las políticas culturales.
del Estado de Campeche • Ley de Desarrollo Cultural
• Ley que Crea el Instituto de para el Estado de Oaxaca
Cultura de Campeche • Ley de Fomento y Desarrollo de • Ley de la Casa de la
II. Regulación secundaria cultural Oaxaca
los Derechos y Cultura de las Cultura Oaxaqueña.
Jalisco
Comunidades y Pueblos Indígenas • Ley que crea la Academia de
Si bien la Constitución Política marca la pauta para la regulación general, • Ley de Desarrollo Cultural para el del Estado de Morelos la Cultura Oaxaqueña
Coahuila
no profundiza en la elaboración de una definición del concepto de cul- Estado de Coahuila de Zaragoza
tura. La falta de reglamentación federal ha sido suplida con el ejercicio
de la facultad coincidente amplia en manos de las entidades federativas • Ley que crea el Consejo Estatal para
• Ley de Protección para el Patrimonio • Ley de Fomento a la Cultura y las
y municipios interesados en este tema. Para vislumbrar el marco regu- Colima la Cultura y las Artes de Puebla
Cultural para el Estado de Colima Artes del Estado de Nayarit
latorio hacia el interior del país, presentamos el Cuadro 1, en el cual se • Ley de Conservación, Puebla • Ley de Derechos, Cultura y Desarrollo
enumera en cada estado de la República la legislación vigente sobre la Protección y Puesta en valor del de los Pueblos y Comunidades
materia cultural. En muchos casos el nombre de la ley habla expresamen- Patrimonio Histórico y Cultural Indígenas del Estado de Puebla
• Ley de la Cultura y las Artes Michoacán
te de derechos en materia cultural o del desarrollo y fomento culturales. del Estado de Chiapas del Estado de Nayarit
• Ley Orgánica del Consejo Estatal para • Ley de Derechos y Cultura
Chiapas Indígena del Estado de Nayarit • Ley de Derechos y Cultura de los
las Culturas y las Artes de Chiapas
• Ley de Derechos y Culturas • Ley de Desarrollo Cultural Querétaro Pueblos y Comunidades Indígenas
para el Estado de Nayarit del Estado de Querétaro
Cuadro 1. Normatividad local cultural Indígenas del Estado de Chiapas

34 35
Sociedad Abierta — Sánchez, Pimentel y Huitzil
• Ley de Cultura y las Artes del
Estado de Quintana Roo
• Ley de Derechos, Cultura y Tlaxcala
Quintana Roo Organización Indígena del
Estado de Quintana Roo
• Ley de Patrimonio Cultural del
Estado de Quintana Roo
• Ley de Cultura para el
Estado y Municipios Veracruz
San Luis Potosí
• Ley de Protección del
Patrimonio Cultural
Sinaloa • Ley de Cultura del Estado de Sinaloa
• Ley de Fomento a la Cultura
Sonora y Protección del Patrimonio Yucatán
Cultural del Estado
• Ley de Derechos y Cultura
Indígena del Estado de Tabasco
Tabasco
• Ley por la que se reconoce la Danza
del Pochó como Patrimonio Cultural
Zacatecas
• Ley de Fomento a la Cultura
para el Estado de Tamaulipas
Tamaulipas
• Ley del Patrimonio Histórico y
Cultural del Estado de Tamaulipas
En la actualidad, todas las entidades federa- diecisiete Estados se cuenta con la aproximación
tivas han realizado el esfuerzo por contar con al teórica de alguno de los conceptos, algunos más
menos una ley que regule el patrimonio cultural, tendientes al sentido estricto, mientras que otras
la institución que promueva su desarrollo y los más de desenvuelven en un sentido amplio. Diez
derechos de los ciudadanos en materia de acce- leyes se ocupan en definir a la cultura, mientras
so a los bienes y servicios culturales, incluyendo que siete se enfocan a identificar el patrimonio
a los pueblos indígenas, siendo en algunos casos cultural, de los cuales en cuatro casos (Chi-
incluyentes respecto de los municipios. Desafor- huahua, Durango, Zacatecas y Oaxaca) se esta-
tunadamente, México se significa por una baja blecen características para identificar si se trata
demanda por parte de sus ciudadanos y por una de bienes tangibles o intangibles. Solamente en
sobreoferta a veces desordenada por parte de el Estado de Chiapas la ley respectiva incluye la
las instancias oficiales, así como por una penosa definición de cultura y patrimonio cultural.
desvinculación de la política educativa y de la En la técnica para legislar sobre cualquier ma-
política cultural (Berman y Jiménez, 2006). teria se debe tener en cuenta una serie de ele-
mentos, entre ellos la idoneidad de las hipótesis
jurídicas con la realidad de la sociedad a la que
III. El concepto jurídico de normará, claridad en la redacción, sin preten-
“cultura” en lo local der modificar aspectos elementales lingüísticos
y gramaticales, bajo el uso de tecnicismos y el
Las entidades federativas han buscado estable- metalenguaje propios de la ciencia jurídica. La
cer en sus leyes el concepto de cultura así como existencia o no de una definición en una norma
el de patrimonio cultural. Sólo en la legislación de no es sinónimo de su eficacia, sin embargo, en
36
Cuadro 2. Definiciones en la normatividad local
• Ley del Instituto Tlaxcalteca
de la Cultura
• Ley de Protección, Fomento y
Desarrollo a la Cultura Indígena
• Ley para el Desarrollo Cultural
del Estado de Veracruz
• Ley que crea el Instituto
Veracruzano de Cultura
• Ley del Patrimonio Cultural
del Estado de Veracruz
• Ley de preservación y promoción
de la cultura de Yucatán
• Ley del Patronato de las Unidades
de Servicios Culturales y Turísticos
del Estado de Yucatán
• Ley de Desarrollo Cultural para el
Estado y Municipios de Zacatecas
• Ley de Protección y Conservación
del Patrimonio Cultural del
Estado de Zacatecas
• Ley que crea el Instituto Zacatecano
de Cultura «Ramón López Velarde»
el esquema regulatorio en que se encuentra la
materia cultural, se observa el empeño y dedi-
cación con que algunas legislaturas locales han
abordado el tema para compensar la falta de re-
gulación general que había por parte del ámbito
federal, aprovechando la vacatio legis generada
por el Congreso de la Unión. La ventaja, en un
estado federal, de que en una materia tan cara
a la identidad de los estados miembros no exista
legislación regulatoria a nivel federal, es que los
estados tienen mayor libertad para legislar de
acuerdo a sus características peculiares y para
ensayar soluciones acordes a sus condiciones
contextuales singulares, por lo que la falta de
una ley federal no tiene necesariamente implica-
ciones negativas. De hecho, la falta de reglamen-
tación federal había sido suplida con el ejercicio
de la facultad coincidente amplia en manos de
las entidades federativas y municipios interesa-
dos en este tema. En el Cuadro 2 hemos anotado
definiciones que aparecen en la normatividad
elaborada desde las entidades federativas.
Patrimonio cultural: conjunto de bienes y
expresiones artísticas e intelectuales de-
sarrollados en la entidad; la suma de obras
de relevancia histórica, estética, arquitec-
Ley de Preservación tónica, urbanística, científica y tecnoló-
del Patrimonio gica; el compendio de manifestaciones y
Cultural del Estado prácticas sociales significativas desde el
de Baja California punto de vista de los valores y tradiciones
populares, así como los bienes y zonas
paleontológicas, arqueológicas, históricas
y naturales de importancia para los habi-
tantes del Estado (Artículo 3).
La cultura, en sus expresiones diversas,
Ley de Desarrollo tangibles e intangibles, sustenta la identi-
Cultural para el dad de los individuos y de sus comunidades
Estado de Coahuila y como tal resulta un componente esencial
de Zaragoza para elevar la calidad de vida y para lograr
un desarrollo autodeterminado, incluyente,
integral y sustentable (Artículo 9).
Patrimonio cultural estatal, toda expre-
Ley de Protección sión de la actividad humana y del entorno
para el Patrimonio natural que los habitantes de la Entidad,
Cultural para el por su significado y valor, tenga impor-
Estado de Colima tancia intelectual, científica, tecnológica,
histórica, literaria, artística, arqueológica,
antropológica, paleontológica, etnológica,
arquitectónica y urbana (Artículo 2).
Cultura: Todo conocimiento, manifesta-
ción, hacer y actividad humanas, mate-
riales e inmateriales, creados y desarro-
llados por los Pueblos, comunidades e
individuos, generados e integrados en un
Ley de la Cultura y contexto, paisaje y tiempo determinados,
las Artes del Estado así como de la creatividad humana, ener-
de Chiapas gía generativa de lo humano referida a los
valores estéticos y éticos, objetivada en las
artes, el hacer, la invención, la expresión,
cualquiera que sea su modalidad, mérito o
destino, en función de la diversidad, bien-
estar y riqueza de la vida, del desarrollo
social, del mejoramiento de la educación,
el equilibrio ecológico y ambiental
Sánchez, Pimentel y Huitzil — Sociedad Abierta
Patrimonio cultural y artístico: Todo los
bienes muebles e inmuebles, expresiones
artísticas, valores culturales inmateriales,
así como aquello bienes materiales que po-
seen un especial interés histórico, artístico,
estético, plástico, arquitectónico, urbano,
arqueológico, social, ambiental y otros así
considerados por este ordenamiento legal.
(Artículo 4, fracciones I y V)
El patrimonio cultural del Estado de Chi-
huahua está integrado por dos grandes
rubros: el patrimonio cultural intangible y
el patrimonio cultural tangible (Artículo 3).
Patrimonio Cultural Intangible: conjunto
de conocimientos, representaciones y vi-
siones culturales, tradiciones, usos y cos-
Ley de Patrimonio tumbres, sistema de significados, formas
Cultural del Estado de expresión simbólica y las lenguas del
de Chihuahua Estado de Chihuahua...
Patrimonio Cultural Tangible: Todos aque-
llos bienes muebles e inmuebles, espacios
naturales y urbanos así como los elemen-
tos que los conforman como objetos, flora,
fauna, estructuras arquitectónicas y for-
maciones naturales en sus diferentes mo-
mentos: paleontológicos, arqueológicos e
históricos (Artículo 4).
Patrimonio Cultural Intangible: El conjun-
to de conocimientos, representaciones
y visiones culturales, tradiciones, usos,
costumbres, sistema de significados, for-
mas de expresión simbólica y las lenguas
del Estado de Durango. Este conjunto de
conocimientos y visiones culturales, son
la base conceptual y primigenia de las
Ley del Patrimonio manifestaciones materiales de tradición
Cultural del Estado popular y étnica; es decir, el conjunto de
de Durango conocimientos y representaciones abs-
tractas que son la condición primaria para
la representación material del mismo;
Patrimonio Cultural Tangible: Todos aque-
llos bienes muebles e inmuebles, espacios
naturales y urbanos así como los elemen-
tos que los conforman como objetos, flo-
ra, fauna, estructuras arquitectónicas y
formaciones naturales en sus diferentes
momentos (Artículo 4, fracciones VI y VII).
37
Cuadro 2. Definiciones en la normatividad
Sociedad Abierta — Sánchez, Pimentel y Huitzil
Cultura es el conjunto de elementos tan-
gibles e intangibles, así como los valores
que a través del tiempo construyen un
Ley de Fomento a la sistema significante de la realidad, que
Cultura ( Jalisco) define la identidad específica de una co-
munidad y vincula a sus miembros con
respecto de ésta, bajo esquemas de iden-
tidad individual y sentido de pertenencia
social (Artículo 2° Bis).
El patrimonio cultural se integra por los
usos, representaciones, expresiones, fe-
rias, fiestas, símbolos, gastronomía, vesti-
Ley del desarrollo menta, conocimientos y técnicas junto con
cultural para los bienes inmuebles y muebles, instru-
el Estado de mentos, objetos, artefactos, espacios cul-
Michoacán turales o naturales que les son inherentes
y a los que las comunidades, los grupos y
en algunos casos, los individuos, reconoz-
can como parte integrante de su patrimo-
nio cultural (Artículo 18).
Patrimonio cultural tangible o material,
el constituido por los bienes muebles e
inmuebles, tanto públicos como privados,
localidades, conjuntos poblacionales, sus
territorios y bellezas naturales, centros
históricos, conjuntos urbanos y rurales, así
como los bienes que por su valor antropo-
lógico, arquitectónico, histórico, artístico,
Ley de Desarrollo técnico etnográfico, científico, cosmogónico
Cultural para el o tradicional, tengan relevancia para los ha-
Estado de Oaxaca bitantes del Estado, representativos de una
época o sea conveniente su conservación
para la posteridad, y por patrimonio cultu-
ral intangible o inmaterial los usos, repre-
sentaciones, expresiones, conocimientos y
técnicas, que las comunidades, los grupos y
en algunos casos los individuos, reconocen
como parte integrante de su patrimonio
cultural (Artículo 15°).
Cultura: Creencias colectivas, conocimiento,
Ley de Cultura para tradiciones, hábitos y valores que caracteri-
el Estado de Puebla zan a una comunidad o grupo y que regulan
la forma en que los miembros interactúan
entre ellos (Artículo 2°, fracción VIII).
38
La cultura el conjunto de abstracciones,
rasgos, creencias, tradiciones, valores y
Ley de Cultura y las costumbres que identifican a la población
Artes del Estado de de la entidad; las expresiones de su arqui-
Quintana Roo tectura tradicional y urbana, y la creación
artística; así como las diversas manifesta-
ciones cotidianas que lo ameriten en con-
cordancia con lo anterior (Artículo 5°).
Cultura: fenómeno social que se repro-
duce de generación en generación, que
es recreado constantemente por
comunidades y grupos en función de su
entorno, su interacción con la naturaleza y
su historia; que infunde a las comunidades
y grupos un sentimiento de identidad y
de continuidad; que promueve el respe-
to a la diversidad y creatividad humana;
que es compatible con los instrumentos
nacionales e internacionales de derechos
humanos existentes; que cumple los im-
Ley de Cultura para el perativos de respeto mutuo entre comuni-
Estado y Municipios de dades, grupos e individuos y de desarrollo
San Luis Potosí
sustentable: manifestaciones tales como
las artes y las letras, los modos de vida, los
sistemas de valores, las tradiciones y las
creencias, así como el patrimonio históri-
co heredado por las generaciones ante-
riores; tradiciones y expresiones orales,
incluida la lengua como vehículo del patri-
monio inmaterial; artes del espectáculo,
como la música, la danza, el teatro popular
y las artes circenses; usos sociales, rituales
y actos festivos; conocimientos y usos rela-
cionados con la naturaleza y el universo;
oficios y técnicas artesanales tradiciona-
les, entre otros (Artículo 5°, fracción II).
La cultura es un bien público, un patrimo-
Ley de Cultura del nio fundamental e irrenunciable de la so-
Estado de Sinaloa ciedad y un componente sustantivo para el
desarrollo integral del Estado (Artículo 4°).
Sánchez, Pimentel y Huitzil —
Fuente: Elaboración propia con base en las Gacetas Parlamentarias de
cada Entidad Federativa (cierre de información: 28 de diciembre de 2016).
Ley de Fomento Cultura: El conjunto de manifestaciones
a la Cultura para tangibles e intangibles con que se expresa
el Estado de la vida de un pueblo (Artículo 3°, fracción III).
Tamaulipas
Cultura: El conjunto de rasgos distintivos,
espirituales, materiales, artísticos, intelec-
las tuales y emocionales que caracterizan a los
Ley para el veracruzanos, sus modos de vida, valores,
Desarrollo Cultural tradiciones y creencias; además, cualquier
del Estado de manifestación de la creatividad humana,
Veracruz objetivada en las artes, elaboración, des- Ley de Desarrollo
cubrimiento, reflexión, interpretación o Cultural para el
invención, destinada a enriquecer la vida, Estado y Municipios
el desarrollo social, la educación y el equili- de Zacatecas
brio ecológico (Artículo 3°, fracción III).
La cultura es el conjunto de valores, abs-
tracciones, rasgos, creencias, tradiciones
y costumbres que distinguen e identifican
Ley de preservación a la población del estado; las expresiones
y promoción de la de su arquitectura tradicional y urbana, y la
cultura de Yucatán creación artística; así como las diversas ma-
nifestaciones cotidianas, mediante la aplica-
ción de los conocimientos ancestrales, su
difusión y la promoción de los procesos de
enseñanza aprendizaje (Artículo 4°).
Si bien la Constitución Política marca la pauta Rabindranath Salazar, era muy escueto en algu-
para la regulación general en materia cultural, nos aspectos pero se extendía demasiado en mu-
no profundiza en la elaboración de una defini- chas definiciones sociológicas y antropológicas
ción del concepto de cultura, lo cual al parecer de la cultura, siendo que lo que debería buscarse
algunos percibían como negativo. Así, a pocos era la reglamentación del acceso a la cultura con
días del cierre del periodo ordinario de sesiones base en una interpretación del término en su
en abril de 2016 se presentaron dos proyectos contexto jurídico (máxime que ya existía una te-
de iniciativa de ley que no lograron avanzar en sis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:
el poder legislativo federal. Uno de ellos, de la CCVI/2012 10a), que establece, en relación al
senadora Angélica de la Peña, aunque sólido e derecho al acceso a bienes culturales, que el Es-
informado, caía a nuestro parecer en un exceso tado mexicano debe garantizar su libre emisión,
de reglamentación. El otro proyecto, del senador recepción y circulación (Lara, 2016).
Sociedad Abierta
Patrimonio cultural: a todo producto cultu-
ral, material o inmaterial, tangible e intan-
gible que posean un significado y un valor
especial o excepcional para un grupo so-
cial determinado o para la sociedad en su
conjunto y por lo tanto, formen parte fun-
damental de su identidad cultural, en tér-
minos de la Ley de Monumentos Coloniales
y Zonas Típicas de Estado de Zacatecas;
Patrimonio cultural intangible: a todo
producto cultural, tanto individual como
colectivo, que tenga un significado o va-
lor especial o excepcional para un grupo
social determinado o para la sociedad en
general, que no obstante poseer una di-
mensión expresamente física, se caracte-
riza fundamentalmente por su expresión
simbólica y, por ende, se reconoce como
depositario de conocimientos, concepcio-
nes del mundo y formas de vida;
Patrimonio cultural tangible: todo produc-
to cultural, tanto individual como colecti-
vo, que tenga un significado o valor excep-
cional para un grupo social determinado o
para la sociedad en general y cuya caracte-
rística es su expresión material (Artículo 7,
fracciones XIII, XIV y XV).
En diciembre de 2015 se creó, por Decreto
Presidencial, la Secretaría de Cultura, que subs-
tituye al Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, creado a su vez igualmente por la misma
vía en 1988. La Secretaría, entre otras funcio-
nes, se encarga de la promoción y difusión de 
las expresiones artísticas y culturales de Méxi-
co, de la proyección de la presencia del país en
el extranjero y tiene en sus manos a la infraes-
tructura cultural, de espacios y servicios (http://
www.gob.mx/cultura/que-hacemos). Además,
después de años de discusiones e intentos falli-
39
Sociedad Abierta — Sánchez, Pimentel y Huitzil
dos, el 19 de junio de 2017 se publicó en el Dia-
rio Oficial de la Federación la nueva “Ley general
de Cultura y derechos Culturales”.
En este punto podemos preguntarnos qué
tan necesaria es una ley a nivel federal, cuando
todos los estados miembros de la federación
ya tenían una ley en materia cultural. Ya hemos
visto también que la existencia de una autoridad
federal o nacional en materia de cultura (Secre-
taría o Ministerio) tampoco es imprescindible.
“Toda persona tiene
derecho a tomar parte
libremente en la vida
cultural de la comunidad,
a gozar de las artes y a
participar en el progreso
científico y en los beneficios
que de él resulten.”
La nueva ley tiene aspectos que no consi-
deramos necesarios. Así, comienza afirmando
que pretende regular el derecho a la cultura
que todos tenemos de acuerdo a los artículos
4 y 73, lo cual refleja un concepto estrecho de
cultura, en lugar de uno amplio. En un sentido
amplio del concepto de cultura, todos la tene-
mos, por lo que es inútil hablar de un derecho
a la cultura. Hubiese sido más conveniente
40
hablar de regular el acceso de las personas a los bienes cul-
turales por medio de una ley más sencilla, sobre todo en
este ámbito en el que los estados ya han legislado, por lo
que podría aprovecharse esta circunstancia para darle un
especial acento al principio de subsidiariedad y a los prin-
cipios fundamentales del pluralismo de los patrocinadores
culturales, de la descentralización de decisiones, activida-
des y recursos, de la sana distancia del gobierno frente a
los creadores y actividades culturales, de la cooperación y
de la competencia (Sánchez de la Barquera, 2011). A esto se
podría agregar la garantía constitucional de la libertad en el
arte, la ciencia y la enseñanza. No era necesario enumerar
todos los derechos que aparecen en la Ley General de Cul-
tura, ya que en realidad pertenecen a las garantías de las
que goza todo habitante de un Estado de derecho, como el
de comunicarse en la lengua de su elección. Eso nunca ha
estado en la ley, en ninguna, y nunca, hasta donde sabe-
mos, ha habido un problema legal por eso. Y en cuestión de
competencias, ya estaba claro qué era lo que le correspon-
día al ámbito federal. Lo demás puede quedar en manos de
los estados (y de los municipios). En este punto insistimos
en la observancia del principio de subsidiariedad, la guía
omnipresente en una república federal.
Una ley que tuviese por finalidad reglamentar el artículo
cuarto constitucional en materia de cultura debería partir
del derecho de acceso y disfrute a los bienes y servicios cul-
turales que preste el Estado. En el artículo cuarto no se habla
de una especie de “Derecho a la cultura”, sino de un derecho
de acceso a los bienes y servicios culturales, lo cual es muy
diferente, pues se trata de un derecho más concreto. La cul-
tura aparece aquí y allá en la Constitución, como ya vimos,
por lo que la ley debería simplemente tratar de reglamentar
esas disposiciones culturales.
Si tan sólo se observaran los principios que menciona-
mos arriba, que son pocos, sencillos e importantes, el Esta-
do no tendría que ocuparse de los detalles de su aplicación
y podría ir reduciendo el enorme tamaño de la Secretaría
de Cultura, para encauzar dichos recursos de manera más
útil, por lo que la política cultural sería más eficiente, insti-
tucionalizada, ordenada y orientada por principios claros,
aprovechando la estructura federal del país.
IV. Conclusiones y perspectivas
La forma federal de Estado es particularmente propicia
para el florecimiento de la cultura, particularmente en paí-
ses con cierto grado de diversidad cultural como México.
Existe una fuerte relación entre las políticas culturales,
particularmente desde el ámbito estadual, y una cultura
política federal. De ahí que los estados miembros de una
federación vean a la cultura y a las políticas culturales como
espacios en los que existe para ellos un amplio campo de
acción, por lo que la falta de una legislación a nivel fede-
ral no tendría que ser valorada de manera necesariamente
negativa, pues al no existir una, los estados gozan de ma-
yor libertad para legislar de acuerdo a sus características
contextuales peculiares. Independientemente de que la
calidad de las leyes locales en materia cultural puede variar
de un caso a otro, esta legislación representa un esfuerzo
pocas veces visto por medio del cual los estados se han
dado a sí mismos una normatividad antes de que surgiera la
ley federal. Es importante que esta riqueza y este empeño
no se pierdan, por lo que lo que hay que buscar es que la
coordinación entre las instancias se garantice, tratando de
que no haya un sobrepeso del ámbito federal. Esto podrá
lograrse si se distribuyen facultades, recursos y competen-
cias a las instancias estaduales y municipales, para adelga-
zar el enorme aparato federal, sumamente centralizado.
¿Conoce el lector alguna institución cultural de importan-
cia nacional que no esté en la Ciudad de México? Aunque
todos los ciudadanos tengamos teóricamente los mismos
derechos en materia cultural, el hecho de vivir en la Ciudad
de México o en alguna capital estadual coloca a un ciuda-
dano en condiciones muchísimo mejores. Esto no se arregla
con la distribución de vales (muchos espectáculos de cali-
dad son gratuitos, o de menor costo que los comerciales),
sino con medidas más profundas y de largo aliento, donde
deberán intervenir las escuelas, las familias, las congre-
gaciones religiosas, las universidades, las organizaciones
intermedias, los distintos órdenes de gobierno, etcétera.
No sólo es deseable la existencia de muchos artistas, con-
ciertos y museos, cada vez de mejor calidad; el siguiente
paso es descentralizar decididamente la oferta cultural y
buscar formar mejores públicos, exigentes en lo que toca a
la calidad de lo que se ofrece, conscientes de sus derechos
Sánchez, Pimentel y Huitzil — Sociedad Abierta
culturales pero también sabedores de que en manos de
todos está el fomento, la conservación y el disfrute de los
bienes culturales. El gobierno es un actor, ciertamente muy
importante, pero sólo uno entre muchos. m
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cuatro manos, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica.
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adiciona el artículo 4º de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y propone la creación de la fracción XXIX - N del
artículo 73 del propio ordenamiento supremo para establecer el
derecho de acceso a la cultura y la atribución del Congreso de la
Unión para expedir leyes que establezcan las bases del derecho
de acceso a la cultura - Exposición de motivos”, en: http://sil.
gobernacion.gob.mx/Archivos/Documentos/2008/09/asun_24720
04_20080930_1222803880.pdf (consulta: 20 de septiembre 2016).
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Von Beyme, K. (1998), Kulturpolitik und nationale Identität. Studien zur
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41
Sociedad Abierta — Saldaña y Cortés Saldaña y Cortés — Sociedad Abierta

por Mauricio Saldaña

Rodríguez y Jorge
David Cortés Moreno

Profesores investigadores
en el Centro de
Investigaciones Sociales
y Dirección Estratégica, y
en el Instituto de Ciencias
de Gobierno y Desarrollo
Estratégico (ICGDE) de la
BUAP, respectivamente.

Introducción

Maquiavelo, populismo Esta guía pretende señalar los caminos por los que opera un populista. El po-
pulista toma el poder cuando la sociedad asume una condición subjetiva, sin
entender los riesgos en que pone el país una decisión visceral, que no resiste

y comunicación política un análisis racional apropiado. Sus rasgos se presentan por categoría analítica.
Para el lector avezado, se agrega que los comentarios aquí vertidos, pue-
den ser leídos en clave maquiavélica, de acuerdo a El príncipe, ya que en la
comunicación política contemporánea pocos políticos dejan de lado a la
intriga, la desinformación y la ambigüedad como elementos cruciales de su
conducción pública y privada.
En ese sentido, se apuntan algunos de los numerosos rasgos que el po-
pulista asume antes y durante su presencia en el poder, particularmente en
posiciones de gran relevancia: desde gobernadores hasta presidente de la
república, son los puestos en los que suele encontrarse a personajes que
no dejan duda que el libro del nacido en San Casiano en 1469, sigue tan
vigente como si aún viviéramos en la época de los Médici.

42 43
Sociedad Abierta — Saldaña y Cortés
La campaña y la unción
El populismo funciona sí y solo sí una porción
del electorado da su voto a un personaje que,
a punta de un discurso agresivo y disruptivo,
polariza en el sentido literal del término; es de-
cir, que imagina a la sociedad en dos grupos: los
que viven cómodos con el régimen actual y, los
rebeldes, los que hacen la diferencia.
El populismo es fácilmente identificable por sus
acciones de gobierno que promete cumplir, apenas
se toma posesión del cargo: el elemento esencial de
tales acciones es la implementación de recetas ins-
tantáneas y maniqueas, para combatir a la pobreza.
En un debate, el populista establece de in-
mediato a dos bandos, de los cuales él encabeza
el del cambio positivo, el de las soluciones que
aportarán bienestar a la sociedad y el de la des-
trucción inapelable de la corrupción. El segundo
bando es en términos discursivos, el de todos
los demás candidatos, sin importar currículo y
en general, merecimiento alguno.
Cuando se le interroga a profundidad a un
populista, éste suele evadir en automático las
partes técnicas del cómo emprenderá sus solu-
ciones a los problemas del país.
La razón de esta evasión es simple: el popu-
lista carece de la capacidad y experiencia para
poder llevar a buen puerto tales medidas, por lo
que si llega a ganar, contratará a alguien que sí
tenga tales credenciales y lo obligará a hacer lo
que literalmente no es posible hacer.
Izquierda y derecha
Cuando el populista entra en acción, se arma
de una fila interminable de títulos y ocurrencias
que pondrá en circulación para sustituir las de-
nominaciones que existen en la actualidad para
señalar planes, programas, dependencias, car-
gos. Así, desfilarán términos inextricables tales
como: “Gabinete de orden y respeto”, “Ministro
sin cartera”, “Consejero para el bienestar fami-
liar” y así, hasta el delirio.
Si el populista es de derecha, se dejará arropar
por los grupos empresariales, a los que hablará
44
de los temas de los que se conecta con facilidad
y que no le generan problemas si es elegido. Se
mantendrá a distancia de los intelectuales y de
los colectivos que tengan una posición crítica.
Si el populista es de izquierda, sabe que será
vapuleado en cualquier evento con empresa-
rios e industriales de alto nivel, por lo que no
se acercará a esos colectivos, argumentando
motivos de agenda o de plano, enviará a algún
representante. Sin embargo, se las ingeniará
para hacerse de uno o dos aliados que tengan
capital, no sólo para financiarse sino para que
estos personajes lo acerquen a su círculo.
Si la inteligencia y cultura del populista no
son medianamente aceptables, afirmará que
su licenciatura fue suficiente para servir a su
país y que no requiere de maestrías y docto-
rados para implementar un cambio positivo en
la nación. Sus panegiristas ocultarán sus califi-
caciones académicas y aludirán cualquier cosa
a la hora de preguntarles por qué el populista
era estudiante de notas cutres.
Los periodistas
Todo populista tiene un pequeño grupo de perio-
distas incondicionales, adictos a su dinero. Por su
complejidad, hay que clasificar a tales personas:
• El director de un medio importante, que
ha invertido numerosos recursos en la pro-
moción del populista, a efecto de ser debi-
damente recompensado cuando llegue a la
presidencia o al menos, a una secretaría.
• El reportero influyente, que cobra una suma
específica al mes, para publicar cuanto
despropósito se le ocurra al populista, sin
reflexión de por medio. Es en todo caso, un
mensajero de gacetillas.
• El dueño de un periódico digital, que funcio-
na como medio de referencia para un público
específico. Si este periodista tiene resabios
de dignidad, cuidará las formas; si no, puede
armar un videoblog o un noticiero, en donde,
como aquel personaje de Daudet, insultará
sin que se lo pidan a quien él considere como
enemigo de su patrocinador.
El gran problema con este último tipo de perio-
distas incondicionales, es que pierde efectividad
al corto plazo, puesto que la gente terminará por
entender para quien trabaja. La solución más
apropiada consiste en tener a varios de estos indi-
viduos, para renovarlos conforme haya necesidad.
La Inteligencia
Un buen populista siempre tiene un amigo en
los servicios de Inteligencia. Y a su vez, el ser-
vicio de Inteligencia estatal debe de colocar a
un agente junto al populista. La razón de esta
combinación se debe a que el Estado le dosifica
al populista la información que le conviene que
sepa, mientras que el populista alimenta sus
ideas con filtraciones que recibe medidamente
desde el propio Estado.
Esto no significa que el populista no sea es-
piado; es indispensable que sus teléfonos, tanto
fijos como móviles, sean intervenidos todo el
tiempo. También hay que asignarle un equipo
de campo que lo vigile a él, a su familia, a sus
amantes y a sus amigos más cercanos.
No es raro que por estar vigilándolo, el ser-
vicio de Inteligencia se percate de la comisión
de un crimen, que servirá para extorsionar al
populista, de acuerdo a las necesidades del ré-
gimen. Algunas veces es bueno que el servicio
de Inteligencia advierta al populista de un peli-
gro o un traidor.
Los populistas suelen pertenecer a grupos
de presión que les han ayudado a fortalecer su
mesianismo; algunas veces, pertenecen a or-
ganizaciones religiosas, mientras que en otras
forman parte de grupos iniciáticos. El populista
siempre negará que pertenece a esos grupos
y en correspondencia, estos colectivos no lo
mencionarán como uno de los suyos, aunque
siempre lo respaldarán.
La polémica y el polemista
Un buen populista jamás perderá la oportuni-
dad de agredir al Estado; si, por ejemplo, hay
una matanza o una catástrofe, no dará tregua
a la administración en turno. Todo lo contrario:
aprovechará para informar a la opinión pública
que él tiene la capacidad para gobernar virtuo-
samente y no cometer barbaries como las que
le ocupan en esos momentos.
El populista es un firme convencido de que,
cuando el país arde en llamas por una crisis que
requiere la unidad nacional, él debe apoyar
desde su trinchera, polarizando más a la pobla-
ción, partiendo en dos a la gobernabilidad y de
preferencia, encabezando un movimiento libre
y espontáneo que le garantice la toma pacífica
del control político.
La hora de los errores
Si el populista comienza a cometer demasiados
errores en muy poco tiempo como mandatario,
debe echar mano de un catálogo que al menos
debe contener los siguientes elementos:
• Es indispensable contar con pruebas de un
complot que se ha cocinado desde los más
altos niveles del poder corruptor para des-
truirlo. Para ello, será necesario un trabajo
multidisciplinario entre sus asesores, sus
periodistas adictos y algunos amigos del ser-
vicio de Inteligencia interior.
La Inteligencia del exterior también pue-
de ayudarle, filtrando evidencias falsas a pe-
riódicos importantes. Será necesario contar
con el apoyo de déspotas afines, radicados
en el extranjero, que denuncien el atentado
contra el populista, exigiendo el apoyo de
Amnistía Internacional o de la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos.
Es indispensable que, en un ejercicio tea-
tral, acuda a la fiscalía para denunciar el ilícito,
casi magnicidio. No viene mal el que comien-
ce a utilizar chaleco antibalas en los actos pú-
blicos y que se haga acompañar de un grupo
de “escoltas ciudadanos” que serán estudian-
tes de alguna universidad adicta, que celular
en mano, lo acompañarán a diversos eventos,
para protegerlo de cualquier agresión a ras de
tierra o, en todo caso, de un francotirador.
• Al tiempo, debe exhibirse una lista de trai-
dores y criminales que se han encargado de
poner en riesgo al Estado, por lo que serán
sometidos a un proceso, siempre ajustado al
Nuevo Modelo Penal Acusatorio, de acuerdo
a los niveles más exigentes en el respeto a los
derechos humanos.
Los traidores y criminales que engrosan la
lista son en esencia, el grupo de agitadores,
propagandistas y críticos visibles; tal porme-
norización supone que, los futuros perse-
guidos son la combinación más afortunada
de una visibilidad política suficiente, más un
poder escaso como para no poder soportar
el embate del populista.
La defensa del líder
También es indispensable que se ponga en fun-
cionamiento un comité de personas adictas al
populista, que en un retruécano inextricable,
serán encargadas de supervisar el trabajo del
mandatario y cuando sea pertinente, sugerir las
acciones correctivas pertinentes.
Es pertinente implementar comités ciudada-
nos que defiendan la gestión del populista; un
comité central operará en la capital del país y al
menos deberá haber un comité por cada muni-
cipio. Será deseable contar con grupos vecinales
que dependan del comité local.
Si los errores cometidos no logran ocultarse
por medio de los artilugios citados, debe exiliar-
se, ya sea en la casa del terruño o en el extranje-
ro, al menos durante una temporada.
Dadas las condiciones de México, los jóvenes
lo perdonarán, al tiempo que los maduros lo
habrán olvidado y podrá regresar reinventado,
Saldaña y Cortés — Sociedad Abierta
como un líder renovado, sin memoria que le re-
cuerde los muertos que produjo en su desvarío
y que le festejaron sus panegiristas.
Conclusión
Nicolás Maquiavelo obsequió su obra a Lorenzo
II de Médici, duque de Urbino, como una forma
de contentarse con su familia, que le había acu-
sado de traición, por lo que estuvo preso una
temporada, en la cárcel de su terruño. Fiel a su
estilo, Maquiavelo siempre partió de la base que
todos los hombres son perversos, por lo que las
dobles interpretaciones de la realidad no son
sino claves para la sobrevivencia política.
Maquiavelo redactó una notable cantidad de
textos, entre los que El príncipe se encuentra jun-
to a dos de sus obras más interesantes, Discursos
sobre la primera década de Tito Livio, y El arte de
la guerra. Mientras en los Discursos…, el intelectual
se dedicó a enumerar los beneficios de un gobierno
republicano, en El príncipe considera justamente
que un principado puede ser más apropiado para
atender los problemas que adolece Florencia.
A contracorriente, en El arte de la guerra, Ma-
quiavelo hace una apología de la institución militar,
particularmente la romana, en la que queda de ma-
nifiesto que el poder es en todo caso la causa mayor
de la política y claro está del poderío de las armas.
El populista contemporáneo ha aprendido de
Maquiavelo muchas cosas y en estas épocas de
digitalidad y redes sociales, ha sabido combinar
el arte de la intriga con la inmediatez; los rumo-
res con el anonimato; el control de las masas con
la libertad de expresión; el reguero de inquietu-
des con la brevedad de los mensajes; en otras
palabras, el populista actual es un híbrido de
pragmatismo libérrimo y popularidad obsesiva.
Queda en manos de la sociedad la defensa
del Estado frente a los embates populistas, que
como la historia lo ha demostrado una y otra
vez, se aprovecha de la democracia para crecer
y con ello establecer el disparate y la autocracia
como forma de gobierno. m
45
D e b at e s

P R E S E N T A C I Ó N
D iálo gos en to r no a los tiemp os c o nv uls os

por Israel Covarrubias

L
os tiempos que corren no son buenos para el diálogo y para que
una política de la palabra florezca. Son tiempos convulsos que nos
han empañado la mirada y muchas de las posibilidades de poder
inteligir justo nuestra circunstancia y nuestros desafíos. Porque si
dialogar es pensar a prisa sin imposturas intelectuales, sin convenciones
que excluyen incluso lingüísticamente, entonces apremia una exigencia por
darle a la voz algo más que un espacio de expresión o acompañamiento.
Nuestro tiempo convulso, opacado por la imposibilidad de hacerse pregun-
tas pertinentes, necesita volver a pensar en diálogo, dando rodeos una y
otra vez, antes de que esta práctica sea una pura fiesta de las vanidades y
termine por extinguir lo más original del pensamiento hablado, de su empe-
ño político y de su fuerza innovadora.
El conjunto de diálogos que en esta entrega ofrecemos al lector de Me-
tapolítica teje una serie de problemáticas centrales de la política y la socie-
dad de nuestros días. La cuestión del progreso y la técnica, la migración y la
devaluación de la categoría de persona, la marginalización semántica de la
mujer y de los otros en la modernidad, el futuro y la cura social, la cuestión

D iálo gos en to r no a los tiemp os c o nv uls os

de la hechura de las leyes y sus orificios culturales, el problema del gasto
no sólo desde su puro aspecto económico aunque en su campo encuentre
asidero problemas como el de la catástrofe o el hundimiento de la demo-
cracia, son algunas de las vertebras que estructuran los seis diálogos que, al
ser reunidos, componen una partitura de pensamiento vivo. Esperamos que
nuestros lectores se vuelvan partícipes de esta forma de vida en común y
completamente ajena a cualquier gesto comunicativo que termina por hacer
de la palabra dicha una pura superficialidad.

Profesor de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM),

y Director editorial de Metapolítica.

D e b at e s
Debates — Israel Covarrubias
por Israel Covarrubias
P
atxi Lanceros es un filósofo político español que
ha ido consolidando una obra y un programa de
Patxi Lanceros: pensamiento centrados en discutir algunos fun-
damentos de la filosofía política a través de un
constante ejercicio de (re)pensar sus bases modernas y
“La democracia se contemporáneas. Su ejercicio permite abrir un horizonte
donde siempre existe la posibilidad de habitar y desarrollar
la escritura de la política, incluso en sus propias insuficien-
está hundiendo” cias categoriales. En la actualidad, Patxi Lanceros es profe-
sor titular de filosofía en la Universidad de Deusto, España.
Ha publicado múltiples artículos en revistas académicas y
debate, así como capítulos de libros. Entre sus obras más
relevantes están: Avatares del hombre. El pensamiento de
Michel Foucault (Bilbao, Universidad de Deusto, 1996); La
herida trágica. El pensamiento simbólico tras Holderlin,
Nietzsche, Goya y Rilke (Barcelona, Anthropos,1997); El
destino de los dioses. Interpretación de la mitología nordica
(Madrid, Trotta, 2001); Política mente. De la revolución a la
globalización (Barcelona, Anthropos, 2005); La modernidad
48
Israel Covarrubias — Debates
cansada. Y otras fatigas (Madrid: Biblioteca Nueva, 2006); y
dirigió con Andrés Ortiz-Osés, Diccionario de la existencia.
Asuntos relevantes de la vida humana (Barcelona, Anthro-
pos/CRIM-UNAM, 2006). La conversación que a continua-
ción presentamos, redunda algunas ideas que el autor ha
sugerido en varios de sus libros más recientes como lo son
Fuera de la ley. Poder, justicia y exceso (Madrid, Abada,
2012), y Orden sagrado, santa violencia. Teo-tecnologías
del poder (Madrid, Abada, 2014).
metapolítica: El tema de la ley es una constante en di-
versas escuelas contemporáneas de filosofía política. La
relevancia radica en que el tema estuvo vinculado a la
teología, por un lado, y por el otro, terminó formaliza-
do en el Estado de derecho, en la legalidad impersonal
moderna. Desde tu punto de vista, ¿cómo explicas este
resurgimiento del tema de la ley, y de su estructuración
originaria, pues es una de las cuestiones que planteas
en tus libros más recientes?
49
Debates — Israel Covarrubias
Patxi Lanceros: La noción de ley en nuestro
ámbito de pensamiento helénico tiene siempre
una referencia trascendental. No sé si cuando
ahí se dice “ley” se está aludiendo a la justicia.
Hay un momento en el cual por efecto de la se-
cularización, con independencia de que lo que
se entienda por secularización –recordemos la
polémica entre Löwith, Schmitt, Blumenberg–,
la cuestión de la ley estaba resuelta a través de
su formalización, sea en un esquema kelsenia-
no, o en el iuspositivismo, frente a las herencias
con un cierto sabor religioso del iusnaturalismo.
Sucede que nos hemos encontrado que la
ley, el ejercicio de la ley, y luego expresiones
tan enfáticas como Estado de derecho, imperio
de la ley, no sirven para fundamentar suficien-
temente la articulación de la vida en común.
Toda vez porque además está cuestionada en
este momento, ya que las instancias legítimas
“La noción de ley en de legislación están cada vez más cuestionadas.
nuestro ámbito de ¿Qué está sucediendo? Que la arquitectura de
la Unión Europea hace que los Estados nación,
pensamiento helénico tiene es decir, aquellos que cuentan con la legitimi-
siempre una referencia dad democrática indiscutible, puedan legislar
trascendental.”
sólo en determinadas materias. Por el contrario,
determinadas materias están subordinadas a la
Unión Europea, muchas de ellas tienen ámbito
de legislación infra-estatal. Entonces, en este
momento, la cuestión de la ley se ha convertido
en una cuestión disputada. ¿Es posible hacer
una ley con validación?, ¿es posible legitimar
políticamente los derechos humanos? Creo
que aquí hay una discusión que es importante,
pues me da la impresión que frente a los que
dicen que los filósofos, incluso los politólogos,
que cuando hacemos teoría estamos muy
alejados de las previsiones de los gobiernos, yo
diría: al contrario, estamos respondiendo a una
preocupación cotidiana.
Hay otra cosa que también es importante,
y tiene que ver con los flujos migratorios.
Es cierto que una cultura además de tener
una descripción del mundo es un conjunto
de instrucciones normativas. ¿Qué sucede?
Que en estos momentos hay instrucciones
50
normativas que se vuelven más visibles, que
están culturalmente fundamentadas, y que
están estructuradas en ámbitos donde no
hay individuos. Este es el problema. Desde
cuestiones más bien triviales, hasta cuestiones
como la ablación de clítoris en ciertos países.
Esto genera un problema real, ya que uno
puede decir “bueno, no hay problema, la ley es
igual para todos”. Esto encubre los problemas,
pues no puedes decir “la ley es igual para ricos
y pobres, aunque pernoctes bajo los puentes”.
Es imposible cubrir la totalidad de diferencias
culturales bajo el techo de la ley. Quedan
prácticas culturales que la ley no legaliza.
m: En alguno de tus libros recientes citas a
Antonio Gómez Ramos: “La ley sin justicia
conduce al terror, la justicia sin ley conduce
al terrorismo”. ¿Qué opinas sobre la relación
menos “formal” entre ley y justica que su-
giere esta aseveración, incluyendo a los dis-
positivos del poder que están presentes de
manera oculta, aunque a veces de manera
descaradamente abierta?
PL: El planteamiento ya tiene una respuesta.
Una ley sin justicia es aquella que es defendi-
da por los aparatos represivos del Estado. Eso
también nos lleva a lo que es cada vez más re-
currente: una justicia fuera de la ley, que por
lo tanto permite la comisión de ilegalidades,
donde siempre se alude a una justicia “no for-
malizada”, pues todo lo formalizable es ley y de-
recho, no justicia. Y siempre hay una distancia
entre el derecho y la justicia; por momentos se
llega a la aporía de que quien exige “justicia” es
sospechoso de que cometerá una ilegalidad. No
se trata de oponer la justicia a la ley, tampoco
de poner la justicia sobre la ley. Lo que hay es
una exigencia de legalidad que tiene que dialo-
gar con una exigencia de justicia. La ley muchas
veces es excesiva y casi siempre es insuficiente.
El poder en sociedades como las nuestras, no
puede no invocar a la ley. Hay un poder legal y
legítimo. Haciendo una arqueología de determi-
nadas prácticas de poder, sí aparece la ley como
aquello que sostiene al poder. No olvidemos
que la ley es una primera exigencia de justicia.
En otras palabras, exigir el cumplimiento de la
ley es, si quieres, una primera fase contesta-
taria, resistente y casi revolucionaria. Algunos
dirán: “no pidan justicia, pidan que se cumpla la
ley”. Sin embargo, a partir de aquí, tendremos
que decir que la ley es injusta por motivos so-
ciales, económicos, etcétera. De lo que se trata
es de poner la ley a disposición no sólo de quien
la defienda, sino de aquel que a través de ella
pueda escalar a una idea de justicia.
m: En este sentido, ¿cuál es tu juicio sobre
la obra de Carl Schmitt, quién trabaja sobre
estas disyunciones teóricas e históricas del
“afuera” de la ley que estás esbozando con
relación a la cuestión de la justica y el poder?
PL: Schmitt fue el iuspublicista más discutible
del siglo XX. Alguien que es discutible, merece
la pena ser discutido. Su obra es muy rica en su-
gerencias, y rica en fracasos teóricos (si no me
equivoco yo) importantísimos pero de los que
se puede aprender. En muchas ocasiones me
irrita la convivencia con Carl Schmitt. No así el
hecho de que se le reclame una y otra vez para
pensar determinados entornos teóricos y prác-
ticos en los cuales nos encontramos.
Ve, por ejemplo, la impotencia del Estado
nacional, algo que se ha ido haciendo presen-
te cada vez más en estos momentos. El Estado
nación, como fuente legislativa, está compro-
metido con los tratados de libre comercio, con
ciertos elementos exteriores. Se puede decir,
“bueno, el Estado es autónomo”, pero más que
independiente es interdependiente, incluso le-
galmente interdependiente. Exonera una parte
de su capacidad legislativa al compartir sobera-
nía. Aquí nos metemos en un problema concep-
tual: sabemos que la soberanía es incompatible
e indivisible. Sin duda alguna, podemos enten-
dernos cuando hablamos de soberanía dividida,
pero sabemos que estamos cometiendo la mis-
ma inexactitud que si decimos que “Manuelita o
Amparo están un poco embarazadas”. ¿Qué es la
soberanía compartida? Si se ha quitado aunque
sea un trozo de soberanía, ya no es soberanía.
Con todo lo polémica que es su figura, Sch-
mitt es uno de los autores que más merecen la
pena ser discutidos. En realidad, hay dos mode-
los que conviven al mismo tiempo. Incluso hay
un tercero que a mí me interesa mucho, y que es
Herman Heller, quien se equivoca mucho, pero
yo me encuentro muy próximo a muchas de sus
posturas jurídico-políticas de él. Entonces, está
el modelo schmittiano y el modelo kelseniano.
La verdad es que sólo se puede activar uno con
el otro. Un sistema jurídico y político básicamen-
te kelseniano tiene que ser inquietado y estimu-
lado por un individuo como Carl Schmitt. Es ne-
cesario dialogar con Schmitt, no de una manera
crítica, sino con la sospecha siempre presente,
como lo que hace Derrida. El texto de Derrida
sobre Schmitt en Políticas de la amistad, para mí
ha sido no sólo una enseñanza, sino un modelo
de relación. Derrida sugiere: “señor, usted es
un texto, un texto peligroso; voy a dialogar con
usted, pero no es mi aliado ni mi compañero ni
mi amigo”. Y luego ya veremos que hacemos con
esto, pues Schmitt tiene suficiente capacidad
para conmover las certidumbres y posiblemen-
te ninguna capacidad para edificar sobre lo que
está proponiendo. El capítulo sobre Schmitt en
el libro de Derrida está escrito en un tono que no
he encontrado en otras interpretaciones, que se
quedan un poco en el desprecio por lo que dijo y
por lo que fue (su cercanía con el nazismo). Esta
lectura simplemente la puede hacer cualquiera.
m: Eres contundente cuando afirmas que
la semántica de la ley no está en un mismo
nivel que aquella de la justicia. Están en una
suerte de espacio político dislocado. En este
sentido, me llama mucho la atención la figu-
ra de San Pablo, porque además en ciertos
discursos actuales de la filosofía política está
muy presente. Pareciera que este interés
quiere a través de Pablo de Tarso interpretar
Israel Covarrubias — Debates
la posibilidad de nivelación en el espacio po-
lítico de la asimetría entre la ley y la justicia.
¿Qué opinas de la figura de San Pablo y de la
“vuelta” contemporánea en la filosofía polí-
tica (Žižek, Agamben, Badiou)?
PL: En algún momento, dejando al margen a
Hannah Arendt, incluso a Jacob Taubés, me
hace gracia y a la vez me irrita esta especie de
llamado “paulino-leninismo”, que parece una
moda. Sin negar que efectivamente Pablo, y yo
en este caso voy más allá, el texto que se cono-
ce con el nombre de Pablo, no es del todo de
Pablo; es más bien la ruptura interna que se ve
y que se puede adivinar en el texto. En muchas
ocasiones cuando se invoca a Pablo para legiti-
mar no sé que cosa, se está leyendo un texto
post-paulino. Por ejemplo, cuando Carl Schmitt
hace famoso el nombre del katechon, “lo que
detiene, el obstáculo”, alude a dos oscuros
versículos (el 6 y el 7) de la Segunda Carta a los
Tesalonicenses, muy enigmáticamente quien
escribe (que no es Pablo), dice: “ 6/ Y ahora sa-
béis qué es lo que le contiene, hasta que llegue
el tiempo de manifestarse 7/ Porque el misterio
de iniquidad está ya en acción; sólo falta que el
que le retiene sea apartado”.01 Quizá además de
lo que se puede sacar de aquí, pues hay toda
una ideología que se va elaborando, etcétera,
es más interesante pensarlo como un texto
post-paulino. Pablo, dicho en el mejor sentido
de los términos, es un fanático. Es un señor que
está convencido de que él vive los tiempos del
fin porque él sabe que el fin de los tiempos va a
llegar. De ahí surge toda una política del tiempo,
y una política de la ruptura en relación a la ley;
claro, esto sucede cuando Pablo muere y las co-
munidades fieles a Pablo, sin duda alguna, tie-
nen que gestionar otra relación con el tiempo,
otra relación con el mundo, aunque eso hay que
elaborarlo. Por eso, a mí me interesa mucho el
texto de Pablo, porque es a la tradición que de
una u otra forma nos vinculamos devota y cultu-
01 � Epístola II a los Tesalonicenses, Madrid, Biblioteca de
Autores Cristianos, 1965, p. 667.
51
Debates — Israel Covarrubias Anna Milena — Debates

“La ley sin justicia conduce

al terror, la justicia sin ley
conduce al terrorismo.”

ralmente. Es cierto que en cuanto a su escritura,
empieza con Pablo el primer texto cristiano con-
servado (que es la Primera Carta a los Tesaloni-
ceneses). Es decir, toda la correspondencia de
Pablo, la “auténtica” digamos, es posterior a su
primera carta conservada, y los Evangelios son
elaboraciones seguramente de material oral
y de material escrito antiguo, pero no existen.
Desde el punto de vista del documento, en este
sentido tiene una cierta razón Nietzsche cuando
dice que el cristianismo es paulino. Ese primer
texto es del año 51, donde hay toda una gestión
del tiempo, una gestión del fin, una gestión de
la preparación, una gestión de la urgencia. En
efecto, una disposición militante, y en este sen-
tido tiene razón el “paulino-leninismo”: hay una
combinación, en algunos casos a la revolución,
en otros a la militancia porque el fin está cerca,
aunque no sea concretable. ¿Qué sucede? Esto
nos situa en un espacio más derridiano: cuan-
do se produjo la diferiencia, el diferimiento,
cuando el fin difiere, cuando se va generando
ese paréntesis, en el que hay que habitar en el
La actualidad de Pablo es que nos permite
también entender la idea de tiempo de nues-
tra época. Muchos hoy han vivido en el tiempo
apocalíptico de la revolución, pero muchas ve-
ces en el tiempo dilatado del progreso. Ahora,
sabiendo todo lo que se puede construir con el
sintagma “progreso”, más bien llega a ser temi-
ble, más que deseable. Entonces, no me extraña
que efectivamente aparezca el militante Pablo
diciendo dos mil años después, “ya lo decía yo”.
m: Reyes Mate sugiere que en Europa cada
vez que se acude a Pablo es porque Europa
está en crisis, y hoy Europa está en crisis. Así,
parafraseando un párrafo de una obra tuya,
sugieres que hay zonas donde la democracia
se pudre, ¿cuáles son estas zonas que pueden
permitirnos inteligir los cambios recientes
en las democracias, por ejemplo, con relación
a la semántica de las múltiples primaveras de
los movimientos en diversas latitudes?
PL: Lo que me da pena, pero no me sorprende,
cidirlas, entonces resulta que hay determinadas
cuestiones que nos afectan directamente y que
están en manos de una tecnocracia. Dicho esto,
no sé si es buena o mala la tecnocracia, o hago
vocación de no saberlo.
Nosotros sí estamos sobre el fin de la histo-
ria. Ya lo dijo Hegel, Kojève, y luego llegó Fuku-
yama para escribir una bobada sobre el asunto.
Más allá de que alguien proclame o no procla-
me que estamos en el fin de la historia (ya Freud
decía que el síntoma sabe más que el hombre
y Balzac sugería que los tiempos son muchos
más interesantes que los hombres), la pregun-
ta no es si queremos que exista historia. No, la
pregunta es que cada vez más nuestro vocabu-
lario-diagnóstico, nuestras metáforas se nutren por Anna
no ya de elementos realmente históricos que Milena Kohte
exijen un sujeto y una posibilidad de cambio y
de acción, sino por una parte, del vocabulario Periodista alemana.
de una teoría de la evolución muy mal recibida,
donde se evoluciona en términos de comple-
jidad pero no hay un progreso (el algoritmo
darwiniano es insobornable), y en términos de

D
mundo sin ser del mundo; cuando ya no se trata es lo pronto que llega el otoño, casi sin pasar naturaleza. No hay otra forma de referir a una
del rechazo a la ley, pues Pablo es fundador de el verano. Pienso que la democracia si bien no crisis más que como una catástrofe. Una depre- urante un reciente periplo europeo y siendo candidato al Pre-

la ley, por eso está alistandose (no sé si crea un
pueblo o un ejército), pero fuera de la ley, tanto
de la ley judía como y seguramente tiene razón
Taubés cuando dice que la Carta a los Romanos
es una declaración de guerra al Imperio roma-
no. Todo eso se puede defender. En la Carta a
los Romanos, tal y como la conocemos, es en
está en un estado terminal, sí se encuentra en
una situación crítica. Por desgracia. Es una fic-
ción decir que la gente, el pueblo, gobierna. Por
ejemplo, los flujos económicos son incontrables,
y generan situaciones de desposesión, de exclu-
sión salvaje. Y todo eso queda fuera del sufragio.
En realidad, quien manda, quien tiene capacidad
Alejandro
ciación económica que nos lleva a la ruina se le mio Nobel de la Paz, amablemente el padre Solalinde aceptó,
dice tsunami. Cuando todo este intercambio se con su entusiasmo y entrega que le son características, res-
hace comprensible, y no es ridículo, lo puedes ponder a una entrevista en el Convento de Moabit, Berlín.
leer en el periódico, lo ves en el noticiero, et-
cétera, estamos expresando sin quererlo nues-
Solalinde: “No sólo Para dar cuenta lo más fielmente del encuentro, se ha mantenido la
calidez y el lenguaje coloquial del padre.
tra desconfianza en la historia; por lo tanto, en
cualquier sujeto histórico y en esas fuguras que
hay muros físicos metapolítica: Padre Solalinde, ¿qué le llevó a ocuparse de los migrantes?

al estilo Trump, hay

su mayor parte de Pablo, pero no es toda de
él. Hay partes que son muy importantes desde
el punto de vista de la historia política, que se
han legitimado como de Pablo, y que no son de
Pablo, y que llaman a otras cosas que son muy
distintas (por ejemplo, a la obediencia, en este
caso, al Imperio, etcétera). La figura de Pablo
efectiva, está fuera de la acción y del escrutinio
de algo que se pueda asimilar a la voluntad po-
pular. Tampoco soy un fan del pueblo, me pare-
ce que es uno de los inventos de la alquimia filo-
sófico-política de la modernidad. Lo que estoy
diciendo es que está mal articulado eso, hay que
articularlo bien, pero no digo que yo sea capaz
están vinculadas a la historia como a la demo-
cracia. Incluso, en la democracia por venir de
Derrida no cabe acción colectiva ante el tsuna-
mi. No hay respuesta política a la catástrofe. No muros sociales,
es una tempestad, como hace poco me decía un
amigo. Se está pudriendo la democracia y no
hay forma de detener este proceso degenerati-
legales, mentales”
Alejandro Solalinde: La primera vez que entré en contacto con ellos,
me los encontré como ovejas sin pastor, no pude entender por qué
ellos no tenían a nadie que los atendiera. No cabía en mi mente que es-
tuvieran sin nada, sin atención. Me decía, “¿por qué no los atienden?”.
Entonces empecé a preguntar.

me parece muy interesante. Primero, porque
es un individuo que nos sitúa, aparece en esa
convocatoria militante: la ley no nos importa,
no nos implica, no nos interesa… Lo nuestro es
otra cosa y de pronto, ese reinicio que hace que
se pase de desear el fin a tener el fin.
de hacerlo, pero entre unos cuantos sí podemos
ser capaces de hacer algo razonable. ¿Dónde se
pudre la democracia? Se pudre ahí donde se ins-
talan élites casi hereditarias de poder que cada
vez más expropian zonas de decisión; cosas que
todos hemos aceptado, ya que no podemos de-
vo. La democracia se está hundiendo estructu-
ralmente, se está corrompiendo prácticamente
porque se elimina el margen de acción de lo que
en el periodo moderno ha sido la historia. m
m: ¿Antes no había quien atendiera a los migrantes?, ¿cuándo sur-
gieron los albergues?
AS: Bueno, ahí nunca se había atendido a los migrantes de forma integral
y completa. Había un padre que cuando podía, les preparaba de comer,
pero no los atendía. Empecé a vivir con ellos, a subirme a los trenes en

52 53
Debates — Anna Milena
2006, a andar en los trenes de arriba para abajo,
conociendo qué pasaba con ellos. Yo iba. Hasta que
finalmente me dije: “se necesita un albergue” y lo
abrí el 27 de febrero de 2007.
m: Ese fue el primero.
AS: Sí, el siguiente que se abrió, un segundo
albergue, es el de Chahuites. Luego abrimos otro
más en la Ciudad de México para adolecentes.
Abrimos otro ahí mismo en la Ciudad de México
para migrantes en general. Otro más en Toluca y
otro en Veracruz. Son seis. Probablemente abramos
más, pero esos son nada más de “Hermanos en el
Camino”. A parte, hay más 60 de la iglesia católica.
“​M​e preocupa mucho los obispos
tengan esa gran amistad con
el gobierno, con un gobierno
tan corrupto como el que
tenemos en México.”
m: ¿Cómo se ha decidido la localización de los
albergues?
AS: En cuanto a “Hermanos en el camino” los he-
mos ido poniendo conforme se necesita en la ruta
de los migrantes. Desde el primer albergue yo me
fijé dónde estaban pasando. ¿Ahí en Ixtepec? En-
54
tonces, pues ahí es donde se tiene que abrir. Y frente de las
vías porque empecé a observar que ellos no se separaban de
las vías, les daba angustia separarse. Tengo que poner en-
frentito de las vías para que ellos las vean. Y así lo puse, un
albergue a treinta metros de las vías. A parte de eso, yo pensé
“aquí en Chahuites se necesita poner un albergue porque el
gobierno de México puso como un arco de seguridad”, no se
sabía lo que estaba pasando antes de ese arco. “Hermanos
en el Camino” estaba de este lado; pero del otro lado, más
cerca de Chiapas, no se sabía qué estaba pasando. Cuando
nos dimos cuenta qué estaba pasando (los estaban atacando,
los violaban, los secuestraban, les hacían de todo), dijimos:
“hay que poner una casa del otro lado, de seguridad”. Ahí pu-
simos el albergue de Chahuites para atender a las víctimas. Y
ahí los atendíamos, y les empezamos a dar su regularización
migratoria con Migración, una visa humanitaria que es muy
importante. Esto para Europa es muy importante. Yo acabo
de estar en una cumbre, en Viena, en la ONU, y yo propuse
que se dé la visa humanitaria a los migrantes.
m: ¿Aquí en Europa?
AS: Sí, para que sea una migración regular. No legal porque
no es ilegal, sino regular. También nos dimos cuenta que ha-
cía falta un albergue para adolecentes que viajan solos, por
lo que pusimos el albergue “Adolecentes en el camino” en
la Ciudad de México. Luego nos dimos cuenta que muchos
iban a México pero que tenían necesidad de ir al doctor.
Entonces abrimos una casa especialmente para personas
que tenían que hacerse un estudio o seguir un tratamiento.
Porque los migrantes que fueron secuestrados, agredidos,
algunos de ellos están lastimados. Entonces necesitan reha-
bilitación y tenía que ser en la Ciudad de México porque ahí
hay buenas instituciones. Entonces pusimos esa casa para
ellos, para personas que tienen que seguir trámites con Mi-
gración, de refugio o de los que no tienen patria, para que
puedan estar yendo a las oficinas. Luego empezaron a tener
otra ruta los migrantes porque ya no se van en tren. Ahora
se están yendo por Toluca, por el Estado de México, y ahí
pusimos otra casa. Una casa buenísima, después de la de
Ixtepec, ésta casa es la que tiene más migrantes.
m: ¿Cuántas personas atiende?
AS: De 26 a 38. En Ixtepec en este momento tenemos 180 personas.
m: Y en total, ¿en los seis albergues?
AS: Unos 550 y pueden llegar a 600. En Acayucan, Veracruz,
tenemos otro albergue. Cerca de la carretera y de la estación
migratoria, que es muy grande, como una gran cárcel, por un
caminito está el albergue de dos hectáreas, es muy grande.
Este es el albergue más grande que hay en la República Mexi-
cana. Este tiene una capacidad para unos 600, pero ahora
tiene pocos por la crisis. Si se puede, vamos a poner más al-
bergues “Hermanos en el camino”.
m: De acuerdo a datos de la ONU, se calcula que cada año
unos 450 mil migrantes (sobre todo de origen centroame-
ricano) pasan por México rumbo a los Estados Unidos.
AS: Sí, en general. Nosotros tenemos un promedio de 4000
inmigrantes mensuales en nuestro albergue. Pero desde
enero (de 2017) empezaron a bajar. Ahora tenemos un 40
por ciento menos. Sobre el 60 por ciento que resta, un 25
por ciento sigue entrando a Estados Unidos, básicamente
ayudados por el crimen organizado; otro 25 por ciento se
está regresando a su lugar de origen con un destino incier-
to; y los restantes, el 50 por ciento, se quedan en México
porque no tienen otra opción. Hay un problema muy grave
en la frontera. El crimen organizado y el crimen autorizado
(policías, migración…) han tomado la frontera. Entonces los
migrantes tienen muchos problemas para pasar, ahí mismo
los secuestran, los extorsionan, les hacen de todo. Enton-
ces tienen miedo y ya no quieren llegar porque ahí todo
es muy incierto. Ayer hablaba con un padre que está en
el desierto de Altar Sonora que colinda con el desierto de
Arizona. Él dice que de 15 mil personas que pasaban diario,
bajaron a 1000. Para Altar Sonora es un pueblo que se hizo
con migrantes, por lo que hay hospedajes, hoteles, restau-
rantes. Ahí está también el crimen organizado porque es
el único que maneja esa zona. Sin duda, el factor miedo a
Trump ha tenido efecto.
m: ¿Qué papel juega la Iglesia?, ¿cuenta con respaldo en
su apoyo a los migrantes?
AS: Todos pensamos de forma diferente, pero hay padres,
incluso obispos, que se identifican con mi manera de pensar,
pero no tienen libertad para hablar, tienen miedo. La Iglesia
no sólo no me da ningún respaldo, al contrario, me cuestionan
Anna Milena — Debates
mucho. Antes de venir acá tuve un diálogo muy interesante
con el Obispo de Veracruz que estoy escribiendo…
m: ¿Cómo explica esta actitud?
AS: Yo no sólo estoy defendiendo a los migrantes. Si sólo
fuera así no tendría problema. Pero yo estoy cuestionando al
Gobierno y estoy cuestionando a la Iglesia. La Iglesia sí está
trabajando con los migrantes, pero lo está haciendo a dos ni-
veles: la iglesia de abajo, a la cual yo pertenezco, las personas
que estamos con los migrantes abajo. Nosotros no podemos
estar en paz con el gobierno, porque es el crimen organizado
y el crimen autorizado, que está haciendo tantas violaciones
contra las personas migrantes. Arriba, los obispos que tiene
la titularidad oficial de la atención a los migrantes, nunca van
a poner demandas contra el gobierno. Nosotros sí, nosotros
hemos interpuesto cientos de denuncias y seguiremos in-
terponiendo, presionamos al gobierno y presionamos a las
instituciones cuando hay injusticias.
m: ¿Ve alguna transformación palpable en la Iglesia en
México con el actual Papa Francisco?
AS: No, no hay. El Papa es para mi una persona maravillo-
sa, preparada, visionaria, valiente, que ha dado muchas
pistas para poder cambiar. Pero a mí me da la impresión
que los obispos de México no están muy contentos con él
y no veo que hagan lo que él está diciendo. Otros sí, que sí
están trabajando con los migrantes, juntos con la conferen-
cia episcopal norteamericana, la conferencia mexicana y la
conferencia norteamericana. Pero el Papa está pidiendo un
nuevo estilo de ser obispos y sacerdotes. Y yo veo que siguen
formando igual, no cambian. El Papa está pidiendo otra cosa.
Yo veo al Papa Francisco muy humilde, con su ropa, zapatos
de siempre y los obispos no. Veo que siguen con privilegios,
siguen con la vida muy alta. Además, fíjate, me preocupa
mucho que tengan esa gran amistad con el gobierno, con un
gobierno tan corrupto como el que tenemos en México.
m: ¿Y ve alguna transformación a nivel mundial?
AS: A nivel mundial, Francisco está a favor de la partici-
pación de las mujeres, pero el episcopado mexicano no
ha hablado nada para protestar sobre el asesinato de
mujeres, siguen siendo asesinadas (siete mujeres diarias),
55
Debates — Anna Milena
acaban de matar a Mara, 01 no veo que el episcopado diga
nada. Sigue siendo una iglesia machista.
El Papa ha mencionado mucho a los pobres y ellos si-
guen muy cómodos. El Papa quiere una iglesia abajo y otra
afuera. Esto significa que quiere que caminen, una iglesia
itinerante, y yo veo que no salen. Siguen esperando que la
gente vaya, no veo un cambio.
m: ¿Quizás habrá un cambio con una nueva generación?
AS: El Papa está nombrando obispos a sacerdotes de la peri-
feria. Me tocó conocer, por ejemplo, en Estados Unidos a dos
nuevos obispos que estaban trabajando como sacerdotes,
como párrocos, en la frontera con migrantes. Entonces el
Papa los nombró. O está nombrando cardenales también a
obispos muy comprometidos.
En El Salvador, ahí nombró a Gregorio Rosa Chávez. Rosa
Chávez era un obispo auxiliar al que nunca le habían hecho
caso. Era colaborador del obispo Romero. Los arzobispos
que vinieron después, del Opus Dei, ni caso le hacían. Pero
ahora él es el Cardenal, no ellos. Esta es una situación muy
importante y nueva, la que está haciendo el Papa Francisco.
En México hay sedes cardenalicias. En Monterrey, que creo
es la más rica, ahí debía estar un (cierto) cardenal, pero puso
a Don Rogelio que venía de la diócesis de Tuxtla Gutiérrez.
Está nombrando a cardenales de otros lados.
Ahora viene algo bien importante para la Ciudad de Mé-
xico, porque ya le aceptaron la renuncia a Norberto Rivera,
ya se va. El problema es a quién van a poner, los obispos que
hay en la Ciudad de México son oficialistas, y el Papa no quie-
re poner a un incondicional del gobierno.
Cuando el Papa vino a la Ciudad de México, ningún obis-
po me invitó, ni siquiera el obispo de Tehuantepec, para es-
tar en algún lugar donde estuviera el Papa, ninguno me in-
vitó. ¿Qué pasó? Estuve en varias televisoras trasmitiendo
la visita del Papa, me invitaron varias televisoras mexicanas
e internacionales. Pasó el tiempo. El 17 de mayo tuve opor-
tunidad de ver al Papa. Lo curioso es que yo no lo busqué,
sino que EMI, que es una editorial de la Conferencia Epis-
copal Italiana, estaba sacando un libro sobre mi vida. Ellos
01 � Solalinde se refiere a Mara Castillo, estudiante de la Universidad Po-
pular Autónoma de Puebla (UPAEP), asesinada la madrugada del 8 de
septiembre de 2017.
56
pidieron un boleto para la audiencia general y pidieron
que fuera yo. Me recibieron muy bien. Me dijeron —“pa-
dre, usted se va a sentar acá, en la primera fila”—. Llega
una persona del Observatorio Romano, periódico oficial de
la Iglesia Católica, “quiero decirle que el Papa, cuando vio
su nombre, lo palomeo; —“Él fue el que dijo: ‘quiero que
el padre Solalinde esté en esta fila, en el asiento uno’”—.
Cuando vi, ya estaba en la Plaza de San Pedro, me sentí muy
emocionado. Vinieron a checar si yo era el padre de Oaxa-
ca. Y dicho y hecho, viene el Papa y derechito conmigo, yo
lo tomé de las manos y le digo “Santo Padre, yo soy el padre
Solalinde que trabaja en México con los migrantes” y se ríe.
Me suelta las manos y me agarra los antebrazos y me dice
—“sí, lo sé, conozco su trabajo y lo conozco a usted”. Y me
dice: “mire, siga, sé que no es fácil, pero siga”. El Vaticano
estaba tomando fotos y al día siguiente me sacaron en el
Observatorio Romano. Mi visita trascendió. Esas cosas no
se hacen si el Papa no está de acuerdo. ¿Por qué un sacer-
dote que está cuestionando tanto a la jerarquía mexicana?,
¿por qué lo va recibir el Papa y por qué le dice “sígale”?
Una palmadita, eso es muy fuerte. Me conmovió mucho,
fue muy importante la visita.
Yo no he cambiado, yo respondo a mi conciencia y mi
conciencia me dice que no me puedo callar, porque hay co-
sas muy importantes que están detrás de la omisión de la
Iglesia católica mexicana. La Iglesia no dice, no denuncia la
injustica, algunos la están pasando mal.
m: ¿Cómo ve la relación de los partidos políticos con la
jerarquía católica?
AS: La jerarquía católica está más cercana a dos partidos,
algunos obispos están muy cercanos al PRI, las más altas je-
rarquías al gobierno, otros están cercanos al PAN.
m: ¿Por qué la situación de los migrantes es tan preo-
cupante en México?, ¿por el alto nivel de corrupción de
las autoridades?
AS: Por supuesto, y también la incidencia del crimen orga-
nizado, que está relacionado con el crimen autorizado de
los agentes del Estado.
m: ¿Hay un factor más determinante que hace que la si-
tuación de los migrantes sea tan preocupante? Un Esta-
do de derecho en México muy débil…
AS: El tema de fondo que vulnera a los migrantes es el dine-
ro, los migrantes son mercancía, no son personas, los tratan
como mercancías. Esto los hace muy vulnerables, quieren
sacar dinero con extorsiones, secuestros. Por ejemplo, Mi-
gración detiene a las personas, las detiene de una manera
horrible, con pistola, con armas de fuego. Te puedo enseñar
fotografías de personas que han sido heridas, lesionadas
por el Instituto Nacional de Migración. Gente a la que le han
disparado a la cara con pistolas eléctricas, otros que han gol-
peado o torturado. El Instituto Nacional de Migración tiene
chicharras eléctricas y canas (armas con terminaciones eléc-
tricas que se aplican donde hay más generaciones nerviosas).
Entonces si un migrante no quiere decir de dónde es, le
dicen “¿de dónde eres?”, y si no dice, le aplican eso en la
entrepierna, o le hacen que se baje los pantalones y le apli-
can en las partes genitales. Hay un bono de 1200 pesos de
Estados Unidos a los agentes operativos de migración por
deportar centroamericanos.
El problema más grande para los migrantes que vienen
de Sud y Centroamérica es que México está actuando con
personal directo de Estados Unidos, México está siendo em-
pleado de Estados Unidos. Antes no había agentes directos.
Me hablaron de la Embajada norteamericana para pre-
guntarme “padre, ¿cómo está actuando México con respec-
to a los migrantes?”. Yo les dije, está actuando protegiendo
la seguridad de ustedes en cuanto que no pasen terroristas,
pero también están deteniendo a los migrantes, están con-
trolando el flujo migratorio, pero los están maltratando,
ustedes están pagando para que atropellen sus derechos hu-
manos. Y me dicen: “no, para eso no”. Los están engañando,
les digo, porque no les están diciendo que son los mismos
que están regresando, es una migración circular, eso no se
los dicen. Les dije: ¿ustedes han hecho alguna auditoría?, ¿le
han pedido cuenta a México del dinero que le dan? Porque
se lo están robando. Ahora hasta Trump dice que no confía
en el gobierno de México. Claro, porque el gobierno mexica-
no es corrupto y ladrón.
Están checando porque nosotros nos quejamos. Estados
Unidos es muy chistoso. Por un lado, tienen el Plan Mérida y
Anna Milena — Debates
Frontera Sur con México; pero por el otro, nos
consultan a los defensoras y defensores de los de-
rechos humanos. Van varias veces que me consul-
tan de Washington, del Departamento de Estado
y, en México, varias veces de la Embajada. Van seis
sanciones económicas que le ponen al gobierno
mexicano por abuso de autoridad, por violación a
los derechos humanos de las personas migrantes.
Lo dijo públicamente el pasado embajador An-
thony Wayne y el Departamento de Estado.
m: El Instituto Nacional de Migración entonces…
AS: Son empleados de los Estados Unidos…
“La Iglesia no dice, no
denuncia la injustica, algunos
la están pasando mal.”
m: ¿El problema es igual en todos los niveles
de gobierno (federal, estatal, municipal)?
AS: El crimen organizado ha infiltrado todos los
niveles de gobierno del Estado mexicano, el Es-
tado en general es un gobierno infiltrado. Pero
así como hay esta industria de explotación del
migrante, también está creciendo la comuni-
dad defensora de los derechos de las personas
migrantes. Somos más de 500 defensores y hay
más de 90 organizaciones de la sociedad civil
que trabajamos con los migrantes.
57
Debates — Anna Milena
m: ¿Cuáles son los sectores sanos de la socie-
dad mexicana?
AS: La mayoría, una buena parte de los obispos
son solidarios y están tratando de ayudar. Sacer-
dotes y religiosos, muchos laicos están ayudando,
en las iglesias cristianas, evangélicas, también se
han solidarizado. La Comunidad Teológica Unida
de México, de allá de San Ángel Inn, también.
m: En el documental “Los Invisibles” (realizado
por Gael García Bernal y Marc Silver) se afirma
que el gobierno mexicano es “un gobierno sin
voluntad”. ¿Usted estaría de acuerdo con esa
afirmación?
“El tema de fondo que vulnera a los
migrantes es el dinero. Los migrantes
son mercancía no personas.”
AS: Sí, por supuesto. De aquí que no he aceptado
las invitaciones de los embajadores mexicanos, ni
siquiera para el 15 de septiembre, no tengo nada
que celebrar con ellos. Antes de venir para acá
me buscó una persona importante del PRI y me
hizo una pregunta. Me dijo: “Padre, si a usted
le dan el premio Nobel lo más seguro es que el
Presidente Peña Nieto le hable a usted para feli-
citarlo, ¿qué haría usted?”. Le dije: no contestaría
la llamada, no quiero nada con ese señor, nada.
58
m: No sería una oportunidad para…
AS: ¿Para qué? Ya hablé dos veces con él. Hablé con su ga-
binete, no creo nada, es mentiroso, una persona corrupta,
ignorante. Nada, nada bueno puede venir de ese señor. Del
PRI, nada. El PRI está podrido hasta los tuétanos. Hay gente
buena ahí, pero cobarde que no se atreve a hacer una crítica
de su propio instituto, se calla, y es cómplice.
m: ¿Qué piensa del premio Nobel?
AS: Yo, con premio y sin premio, seguiré trabajando.
m: ¿Qué puede y debe hacer la sociedad mexicana?
AS: Lo mejor de México es la sociedad civil, las feligresías
católicas, cristianas, y aún personas que no tienen ninguna
iglesia, ninguna religión pero son sociedad civil. Ellos son lo
mejor. Son la esperanza del cambio. Yo no creo que el cam-
bio pueda venir por los partidos, aunque falta probar MO-
RENA. Nunca hemos tenido a MORENA compitiendo para la
Presidencia de la República, creo que puede ayudar un poco,
algún cambio coyuntural. El cambio estructural lo tenemos
que hacer todos los ciudadanos. Si sale López Obrado y MO-
RENA se le va a pedir que apoyen la generación de nuevas
estructuras, una nueva democracia en México. Apertura,
una reforma del Estado, muchas cosas que se necesitan.
Pero si sale y no lo dejan, y este Peña Nieto y el PRI no de-
jan que haya un cambio, entonces habrá un gran frente, un
gran movimiento muy fuerte de parte de la ciudadanía para
organizarnos y buscar el cambio, ya sin los mugres partidos.
m: ¿El movimiento por Ayotzinapa?
AS: este gobierno ha neutralizado todo, los líderes o han
tenido miedo o no han sabido cómo hacerlo o se han ven-
dido. Pero en el caso de Ayotzinapa no es que se hayan
vendido, es algo demasiado grande. Pero estoy seguro que
para 2018 empieza un nuevo movimiento importantísimo,
un movimiento ciudadano apartidista. Yo al menos voy a
buscar personas honestas que no tengan miedo, que no
se vendan, que tengan muy claro lo que quieren y vamos a
tratar de hacerlo. Al menos yo lo voy a hacer.
m: Hay gente que tiene esperanza en usted.
AS: Y yo en Dios. Conmigo saben que nunca me voy a vender
porque no me interesa el dinero, me interesa la gente. Yo
amo a México, amo el mundo porque para mí todos somos
familia. Yo estoy decidido, pase lo que pase, a hacerlo. Si me
llegan a dar el premio nobel de la Paz, con mayor razón.
m: México ha invertido muchos recursos para crear una
red de institutos nacionales y locales de derechos huma-
nos y contra la discriminación, ¿este tejido institucional
ha cumplido su función en el caso de los migrantes?
AS: Digamos que la principal instancia de derechos humanos
de los migrantes es la quinta visitadora de la Comisión Nacio-
nal de los Derechos Humanos. Algo ha hecho, pero no lo que
se necesita, no es suficiente. Claro que no. El quinto visitador
es una buena persona, pero es un académico sedentario, de
escritorio. Se requiere que sea itinerante y él no está acos-
tumbrado a eso. Él es de oficina. Se necesita que vaya por
toda la República a ver qué está pasando, que consulte to-
das las casas, que las visite. No lo está haciendo. Eso le resta
sensibilidad, le resta visión y también ganas de cambiar las
cosas. Ya no se ha hecho —con esto te digo todo— nuevos
informes del estado que tienen los migrantes. Por ejemplo
no se ha hecho un informe de cómo el Instituto Nacional de
Migración está hiriendo a los migrantes.
m: ¿Por qué hay desaparecidos entre los migrantes?
AS: Porque los migrantes entran en un campo minado ¿Por
qué minado? Porque si no pagan secuestros, los matan. Si
no entran al crimen organizado, los matan. Si entran, tam-
bién los matan. Nosotros hemos contabilizado a dos años
de vida a lo mucho, el lapso de alguien que entra al crimen
organizado y lo matan. Cuando tienen suerte pueden entrar
en la cárcel. Conocemos a sicarios mexicanos que fueron
obligados por los zetas a trabajar para ellos; y los que se sal-
varon fueron unos que están en la cárcel, pero van a tardar
mucho en salir. Pero no cárceles de México. Aquí en México
si no se fugan, salen con dinero. Hasta el Chapo Guzmán sa-
lió. Pero esos que te digo están en Guatemala, son jóvenes
que fueron prácticamente robados, llevados, amenazados.
Anna Milena — Debates
Si no se iban con ellos mataban a su familia y ellos con tal
de que no mataran a su familia, se fueron, pero participaron
en alguna masacre, los agarró la policía de Guatemala, en el
Petén, y están en la cárcel. Ya se salvaron, aunque sea en la
cárcel, ya no los mataron. Los demás no duran más de dos
años. Luego está el hecho de ir al desierto, a 50 grados en
Sonora, en Arizona. La gente se deshidrata, se muere. Hay
fosas por donde quiera. He ido a diversos lugares, los encar-
gados de los panteones, donde hay fosas no clandestinas,
pero comunes, no saben quiénes son. Son migrantes, me di-
cen: “sabemos que esta gente no es de aquí, son migrantes”.
Pero en otros lados, no. Gente campesina, sencilla, donde
yo vivo, me dijo, se van a confesar, y me dicen “padre, yo
me confieso que encontré un cuerpo de un migrante pero
como estaba cerca del lugar donde yo trabajo, tuve miedo y
lo que hice fue darle cristiana sepultura, lo enterré, le recé.
Vengo a decirle eso, no puedo decirle a la gente porque van
a creer que yo lo maté. Usted sabe cómo es la justicia en
México, en lugar de agradecérmelo, van a creer que yo lo
maté y me meten a mí a la cárcel. Por que así es la policía”.
Y esa gente se queda ahí, no se va a saber quiénes son. Pero
este gobierno no tiene voluntad política, dice que no tiene
dinero. Claro porque todo se lo roba para las campañas. Si
no tiene dinero para los mexicanos, menos para los centro o
sudamericanos, no le importa la vida de los migrantes.
m: ¿Cuál es la actitud de los partidos políticos respecto a
los migrantes?
AS: Hay una cierta disposición de los partidos hacia los mi-
grantes. Eso sí, hay una disposición positiva. Si sacaron la Ley
migratoria de 2011 por unanimidad, sin ningún voto en contra
ni una abstención. Esto sí es cierto, incluso un senador del PRI
me dijo: “Padre tratándose de migrantes no hay colores”. Y lo
cumplieron porque todos hicieron una buena ley. Pero ya el
gobierno, como gobierno, no. Para los migrantes no hay justi-
cia. Hagan lo que se les haga, hay una impunidad total. Yo he
puesto cientos y cientos de denuncias, no hacen nada. El año
pasado tuvimos 811 denuncias, que las puso José Alberto Do-
nis Rodríguez, el coordinador de la casa, que acaba de fallecer.
Sólo dos se hicieron justicia, las demás nunca hicieron nada.
Imagínate que durante estos doce años que he estado
con los migrantes, y he interpuesto muchísimas denuncias,
59
Debates — Anna Milena
todos los migrantes se han ido, salvo algunos que se han que-
dado como Alberto Donis, pero no le hicieron justicia nunca.
El único que se ha quedado cuatro años es Elvis Garay Loriu.
Este muchacho es nicaragüense, tiene veintitantos años, a él
lo torturó migración, la policía privada que trabaja con mi-
gración, CUSAEM, policía privada del Estado de México. Esta
policía lo detuvo dentro de la estación migratoria de México
y agentes de migración lo torturaron, lo tuvieron desnudo, lo
violaron. Lleva cuatro años pidiendo justicia. Pero se tapan,
hay impunidad. Le han ofrecido dinero para que se calle, y
él dijo: “no quiero dinero, quiero justicia”. Le dijeron “te va-
mos a dar la residencia definitiva en México”. Y el dijo: “no
me interesa, yo quiero justicia”. Es el único caso de todos lo
que han pasado que se ha quedado. Lo han atormentado, lo
han torturado, le han aplicado el “Protocolo de Estambul”02
y salió positivo. Lo han amenazado y no se deja amedrentar.
m: ¿Qué tan fructífero ha sido el apoyo que usted ha re-
cibido de instancias de derechos humanos como Amnis-
tía Internacional (AI) o la Oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados?
AS: Ha sido muy importante el apoyo que me han dado
estas organizaciones. Me ha ayudado mucho. AI porque
es una de las instituciones con mayor autoridad moral en
el mundo y tiene mucho peso político también. Desde un
principio, en julio de 2008, viajó el coordinador en Lon-
dres de AI a Ixtepec, a nuestro albergue. Ya había recibido
golpes, cárcel, querían quemar el albergue, quemarme a
mí. Una cosa terrible había pasado, días de tortura de ver-
dad. Y fueron ellos, me dieron su apoyo. Ha sido decisivo,
me reconocieron como defensor de derechos humanos.
A José Alberto Donis también. Y también Brigadas Inter-
nacionales de Paz (PBI) me ha acompañado también. Ese
mismo año, cuando estaba sufriendo todo lo que pasé el
24 hasta el 30 de junio de 2008, tres relatores de la ONU
exigieron al gobierno de México que me protegiera, que
me apoyara. El Alto Comisionado de la ONU con tres agen-
cias, me apoyaron. Tres relatores. También la Organiza-
ción Internacional para los Migrantes (OIM). La Cruz Roja
02 � Protocolo para documentar la tortura y sus consecuencias.
60
Internacional. Obviamente nosotros tenemos un colectivo
de los padres jesuitas y ellos siempre nos han apoyado
muchísimo, las universidades jesuitas, el voluntariado
jesuita, el servicio a migrantes jesuita, proyecto Kino de
Nogales Sonora, ellos han apoyado mucho. 03 Ha habido
organizaciones muy importantes que han y nos siguen
ayudado, mexicanas también.
m: ¿Cómo ve el contexto mundial de la migración?
AS: No sólo veo a Trump, sino al trumpismo, incluso el
trumpismo europeo. No sólo hay muros físico al estilo
Trump, hay muros sociales, legales, mentales, también del
corazón. El trumpismo es como odiar al migrante. Un hom-
bre como Trump tiene miedo, no es un hombre valiente,
tiene miedo, mucho miedo a la fuerza de la migración. Él
seguramente sabe, como algunos blancos supremacistas,
que la batalla contra la migración la tienen perdida. Es
cuestión de tiempo. Es imposible que saquen de su territo-
rio decenas de millones de migrantes. Tampoco se puede,
porque esas decenas de millones están haciendo otros.
Desde 2012, ya no son la minoría más grande (los anglo-
sajones). El 61 por ciento de la población americana que
es blanca, algunos son supremacistas. ¿Qué está pasando
con generación milenial? Son la gente con mayor capaci-
dad económica, los que se drogan más, los que están per-
diendo el sentido de vivir, tienen menos longevidad por los
vicios, los más estresados, tienen muchos suicidios. Está
población no tiene consistencia para asegurar un futuro
blanco. Esto lo saben ellos, pero no quieren admitirlo.
m: Ahora que ya está en su recta final, ¿cuál es su juicio
sobre la administración de Peña Nieto?
AS: Desastrosa. Enrique Peña Nieto es una persona des-
afortunadamente con muy poca preparación, de verdad,
muy poca preparación. Carece totalmente de una visión
de estadista. Lo peor de todo es que no tiene sensibilidad
para preocuparse por los más pobres de México, los ig-
noró totalmente. En su mandato se dispararon todos los
03� Iniciativa Kino para la Frontera.
Anna Milena — Debates
índices de violencia. Nunca habíamos tenido en México
un año tan violento como 2017. Se dispararon también
los feminicidios. Están asesinando siete mujeres al día en
México. No recuerdo ningún gobierno que hubiera tra-
tado tan mal a los jóvenes. Los jóvenes son los que más
están desapareciendo, son los que no tienen trabajo. Hay
siete millones que no trabajan ni estudian. Persiguen a
los más pobres, como a las normales rurales, como la de
Ayotzinapa. Se ha puesto incondicionalmente al servicio
de los intereses norteamericanos y se ha preocupado
mucho por la macroeconomía, a favor de una oligarquía
mexicana, 15 familias beneficiarias de la política pública,
y se han olvidado de todos los demás, de los campesinos,
de los migrantes, de los pobres. Ve los sueldos de ham-
bre, los sueldos mínimos, ¿qué se puede hacer con esos
salarios? Ha sido un gobernante malísimo, un genocida,
un asesino, porque él es el principal responsable del cri-
men de Ayotzinapa.
Hemos caído en una crisis de valoración del ser huma-
no, al gobierno no le interesan los pobres, los migrantes. “​A​sí como hay industria de
La Iglesia católica también ha guardado silencio y ha sido
explotación del migrante, también
omisa, a pesar de su presencia en México no ha levantado
la voz contra los feminicidios. está creciendo la comunidad
defensora de sus derechos.”
m: ¿Qué condiciones nos podría volver optimistas en re-
lación a los migrantes?
AS: No sólo respecto a los migrantes, respecto a los más po-
bres, el principal recurso que tenemos, es la sociedad civil,
principales recursos culturales, religiosos, espirituales.
Otra esperanza para mi son los jóvenes que toman con-
ciencia y toman iniciativas. Otro sector clave son las mujeres,
sin las mujeres no se puede hacer el cambio. Tienen que orga-
nizarse. El próximo año yo las voy a convocar para ir cambian-
do a México. Las mujeres son el 52 por ciento de la población
mexicana. Hoy en día México es un hervidero de gente que
busca el cambio. m
61
Debates — Luis Martínez
Achille Mbembe: “Es
tiempo de rehabilitar el
concepto de progreso”
por Luis Martínez Andrade
Postdoctorante en el Collège d’études
mondiales/Fondation Maison des
sciences de l’Homme, París, Francia.
A
chille Mbembe es un reconocido historiador
y politólogo camerunés que actualmente se
desempeña como profesor en la Universidad
Witwatersrand de Johanesburgo. Después de
haber estudiado en París, Achille Mbembe fue profesor en
universidades norteamericanas de gran prestigio (Yale y Co-
lumbia). En octubre pasado fue nombrado profesor Hono-
ris Causa por la Universidad Católica de Lovaina. Entre sus
publicaciones en español destacan: Necropolítica (2011);
y Crítica de la razón negra (2016). Aunque la mayor parte
de su producción intelectual ha sido escrita en inglés y en
francés, gracias a la traducción de algunos de sus artículos y
ensayos en nuestra lengua, su trabajo empieza a ser discuti-
do en Latinoamérica.
m: A lo largo de sus trabajos percibo, a riesgo de equivo-
carme, tres temáticas que siempre están presentes; la
primera es la cuestión teológica, la segunda es la violen-
cia y la tercera es la temporalidad. Sobre la primera, en
su libro Afriques indociles. Christianisme, pouvoir et Etat
en société postcoloniale (Karthala, 1988) usted describe
el “Estado-teólogo” como aquel “que no se preocupa so-
lamente por las prácticas de la distribución del poder y
de la influencia, en las relaciones sociales, en los ajustes
62
económicos y en los procesos políticos, sino que tam-
bién aspira a definir la manera cómo los agentes socia-
les deben verse, interpretarse e interpretar el mundo.
Así, el Estado-teólogo se constituye como el principio
instituido de las lenguas y de los mitos de una sociedad”
(p. 128) ¿Precisaríamos, en ese sentido, de una teología
negativa (T. Adorno o W. Benjamin) para hacerle frente
al Estado-teólogo?, ¿cuál es actualmente el papel de la
teología?
Achille Mbembe: La discusión en torno al Estado-teoló-
gico se desarrolla durante los años en que me encontraba
redactando dicha obra, esto es, durante la década de los
ochenta. Esa década representó para África la intensificación
de la crisis económica e implicó la sumisión por parte de los
Estados africanos a la tutela de las instituciones financieras
internacionales: el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial, etcétera. Dicha sumisión fue resultado de un fuerte
endeudamiento de los regímenes postcoloniales en un con-
texto de agudización del autoritarismo (sea en la forma de
un partido único, sea en la forma de un gobierno militar), la
reducción del espacio público y su cooptación por el “espa-
cio oficial”. Esto implicaba la imposibilidad de enunciación
de cualquier palabra contestataria o de oposición. Este tipo
de Estado, dominado por el mundo financiero internacional,
a la vez que era dominado por fuera intentaba dominar por
dentro y, por consiguiente, totalizar a toda su sociedad; es
esa forma la que denominé “Estado-teólogo”. Dicho Estado
se forja de la expresión más acabada del principio autoritario
que intenta ejercer una especie de magistratura o de magis-
terio supremo en todos los aspectos de la vida y, sobre todo,
pretende mantener el monopolio de la verdad. Una verdad
que viene de arriba y a la que deben someterse todos los su-
jetos. Este libro, desde ese punto de vista, es una crítica teo-
lógico-política, como usted lo sugiere, de esa forma de auto-
ridad. ¿Cómo se puede resistir a esta forma de autoridad? En
aquellos años, la resistencia popular no era necesariamente
frontal. La gente que resistía, lo hacía por medio de la fuga:
el rechazo a todo tipo de captura. Era una especie de des-
doblamiento, a través de “aparentes” prácticas de adhesión
que, de hecho, eran de subversión por “dentro y por abajo”.
Una serie de pequeños actos de disidencia fuera de la acla-
mación, un tipo de resistencia que abordé en mi libro De la
postcolonie (Karthala, 2000). Hay una cultura de indocilidad
y de prácticas de indisciplina que se ocultan detrás de las for-
malidades de adhesión. Desde un punto de vista sociológico,
en aquella época, así se manifestaban los actos no tanto de
disidencia sino más bien de deslizamiento (glissement), de
Luis Martínez — Debates
fuga como he mencionado antes, de farsa (mascarade). Por
aquellos años, la resistencia por medio de la farsa fue la más
frecuente de la resistencia que no precisamente estarían en
la línea de lo que Adorno o Benjamin tiene en mente, pero
era lo que mejor expresaba las relaciones de fuerzas.
m: En su obra De la Postcolonie: Essai sur l’imagination poli-
tique dans l’Afrique contemporaine (Karthala, 2000), usted
analiza la violencia como “el estado normal de las cosas
en postcolonia”. Al respecto, ¿Cuál es el papel que desem-
peñaría la violencia divina en sentido benjaminiano del
término en la subversión del estado normal de las cosas?,
¿todavía es pertinente la violencia revolucionaria?
AM: Digamos que hay muchas maneras de responder esta
cuestión. Una de ellas es hacerlo de manera sociológica y
otra es reflexionar sobre el plan fenomenológico. Desde un
punto de vista sociológico, en los años que redactaba De la
Postcolonie, nos encontrábamos frente un tipo de violencia
que yo denominaría “molecular”, esto es, la proliferación
de gestos de brutalidad en los intersticios de la vida social
cotidiana. También teníamos una violencia macro de orden
estatal que empleaba los instrumentos del poder público (el
ejército, la policía) y que utilizaba las técnicas clásicas (la de-
63
Debates — Luis Martínez
tención de la oposición, el arresto a disidentes)
y que se manifestaba en los golpes de Estado,
en las masacres y, en ciertas circunstancias, se
recurría a la guerra civil o étnica. Ese era, más
o menos, el paisaje. En el nivel micro, la mole-
cularización de la violencia, es decir, su repeti-
ción en el cara-a-cara cotidiano de los actores
individuales, en la familia, en la escuela, entre
los detentadores de una pequeñita parcela de
poder y aquellos que son sometidos, era una re-
producción a escala minúscula de mecanismos
de orden diferente. Se trata de una violencia
que, como decía Frantz Fanon, es atmosférica,
es decir, la violencia está en el aire, ella puede
surgir en todo momento, es arbitraria, apa-
rentemente irracional, pero que cuenta con su
propia lógica. Una violencia que, articulada a la
agudización de la crisis económica, generaba
“Una violencia prácticas predadoras: el acaparamiento de todo
que, articulada a la lo que existe, de los recursos flotantes, que pue-
agudización de la crisis
de ser recursos materiales, recursos simbólicos,
de mujeres. Lo “divino” aquí está disperso. No
económica, generaba es lo divino en su forma monoteísta. La disper-
prácticas predadoras.”
sión de lo divino es resultado de la proliferación
de autoridades religiosas. Proliferación en la
medida en que aparece, a partir de los años
ochenta, el desmantelamiento del poder de la
Iglesia católica, por ejemplo, allí donde era una
institución única, sólida y presente en la vida
social, cultural, intelectual y sacramental de la
sociedad. Fragmentación de este poder porque
aparece, a partir de esos años, las iglesias pen-
tecostales que van a democratizar el carisma y
donde, efectivamente, la institucionalización no
se encuentra acabada como en la Iglesia católica
romana con su jerarquía, sino que fomenta una
especie de horizontalidad, de dispersión de la
autoridad divina. El principio divino monoteísta
me parece que pierde, relativamente, su fuerza
en favor de un principio nuestro politeísta, en
todo caso, pagano que fomenta esta prolifera-
ción de fragmentación. Pienso que habría que
revisarse la perspectiva benjaminiana pues, me
parece, descansa sobre una sobrevalorización
64
del principio monoteísta. Ahora bien, creo que
estamos frente a sociedades que tienden a la
diseminación de lo divino más que a su concen-
tración. Hay que conjugar a Walter Benjamin
con lo múltiple con la finalidad de dar cuenta de
este tipo de trayectoria histórica.
m: En su obra Sortir de la Grande nuit: Essai
sur l’Afrique décolonisée (La Découverte,
2010) usted sostiene que la “crítica postcolo-
nial insiste sobre la humanidad-que-viene,
aquella que debe nacer una vez que las figu-
ras coloniales de lo inhumano y de la dife-
rencia racial serán abolidas” (p. 81). ¿Cómo
dar cuenta de otras temporalidades en las
luchas sin que sean absorbidas por el discur-
so hegemónico?, ¿por qué las ciencias socia-
les, en general, y la historia, en particular,
han soslayado la existencia de otras formas
de temporalidad?
AM: Han sido soslayadas porque las ciencias
sociales piensan que el tiempo y su esencia no
existen sino en Occidente. Porque fue Occiden-
te sea, a través de la conversión al cristianismo,
de la conquista territorial de lugares lejanos, de
la asimilación, quien abrió a estas culturas-otras
a la idea de tiempo. Desde su origen, las ciencias
sociales fundamentalmente sólo se preocupan
de las sociedades “supuestamente” históricas.
Desde el inicio, existe la idea de que hay muchos
tipos de humanidad: la humanidad superior
y las humanidades inferiores y primitivas. Las
ciencias sociales se preocupan de la humanidad
histórica, aquella que ha desarrollado conscien-
temente una idea de tiempo y de su inserción
en el tiempo. Hegel lo aborda de manera explí-
cita. Las otras sociedades, las que según, no han
desarrollado una idea de tiempo y que no tie-
nen consciencia de tiempo y que, a la vez, están
arraigadas en una trayectoria que las debería de
conducir hacia el advenimiento del Espíritu, son
objeto de la antropología y de la etnología. Ni la
sociología, ni la historia, ni la ciencia política se
Luis Martínez — Debates
interesan por ellas, puesto que dichas socieda- y carreteras, todas estas necesidades de base se
des viven fuera de la historia. Ellas están fuera pueden hacer. Sin embargo, no se hace. El pro-
del ciclo histórico, es decir, fuera del ciclo que greso, desde ese punto de vista, consistiría en
conduce al triunfo de la razón. Son sociedades concebir que, cada vez que estas necesidades
dominadas por los afectos y por las emociones, mínimas son cubiertas, avanzamos a algo mejor
pero nunca por la razón. Por tanto, no vale la y que nos dirigimos hacia algo que garantiza una
pena interesarse por ellas, ya que no cuentan vida digna. Entonces, hay que rehabilitar este
con una concepción de tiempo. Si tuvieran una concepto en sintonía con la ecología, ya que sa-
concepción del tiempo, tendrían una concep- bemos que los recursos de la tierra no son ilimi-
ción de la historia y, por tanto, del sujeto de la tados, sabemos que el planeta es finito, hay que
historia. Historia, tiempo y sujeto son lo mismo.
Por ello, las ciencias sociales no se preocuparon
por otras sociedades. La etnología bastaba para
estudiarlas. Esta es la razón, me parece, por la
que las ciencias sociales modernas han tenido
mucha dificultad en comprender e integrar en
su discurso los regímenes de tiempos múlti-
ples. En su lugar han desarrollado un régimen
de tiempo lineal que hoy, evidentemente, está
siendo cuestionado en todas partes. “El​progreso, desde ese punto de
vista, consistiría en concebir que,
m: ¿Cómo comprender, a la luz de la catás-
trofe moderna, las nociones de progreso so- cada vez que estas necesidades
cial y de justicia global? mínimas son cubiertas, avanzamos a
algo mejor y que nos dirigimos hacia
AM: Quizá debemos rehabilitar el concepto de
progreso que, desde hace más de medio siglo, algo que garantiza una vida digna.”
ha sido objeto de críticas, algunas veces éstas
han sido exageradas. Es tiempo de rehabilitar
dicho concepto, pero hay que rehabilitarlo des-
de la mirada de la contradicción que existe, por
un lado, entre la inmensidad de necesidades
(incluyendo las necesidades básicas) y, por el
otro, del capital tecnológico que la humanidad
ha acumulado. Si realmente el objetivo de la
economía es el de responder a las necesidades
humanas, la humanidad cuenta actualmente
con la capacidad para responder a ellas y saciar repartir los recursos para lograr que nuestra
las necesidades de todos los habitantes del pla- capacidad de habitar el planeta sea sustentable.
neta. Por ejemplo, garantizar el acceso al agua Creo que hay un terreno que todavía debe ser
potable es posible, erradicar y/o prevenir algu- explorado, pero con implicaciones prácticas.
nas enfermedades que causan la muerte de mi- Por supuesto, debe emerger una fuerza social
llones de personas es factible, dotar de ropa a que defienda este tipo de proyecto económico,
todas las personas es viable, construir escuelas social, político y cultural. m
65
Debates — Luis Martínez
Rita Segato: “El tránsito a
la modernidad implicó un
desplome de la autonomía,
de la autoridad y del
poder de las mujeres”
por Luis Martínez Andrade
R
ita Segato (Buenos Aires, 1951) es una reconocida
antropóloga y feminista argentina. Fruto de sus tra-
bajos, a partir de su investigación con violadores en
la penitenciaria de Brasilia, sobre los feminicidios
en Ciudad Juárez y como experta para el peritaje antropoló-
gico y de género en el juicio del caso Sepur Zarco en Guate-
mala, Segato ha desarrollado una producción intelectual de
gran calado. Entre sus principales publicaciones destacan:
Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre
género entre la antropología, el psicoanálisis y los Derechos
Humanos (2003 y 2013 2ª. Ed.); La Escritura en el cuerpo de
las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, sobera-
nía y crímenes de segundo Estado (2006); Las nuevas formas
de la guerra y el cuerpo de las mujeres (2014); La crítica de la
colonialidad en ocho ensayos y una antropología por deman-
da (2015); La guerra contra las mujeres (2016); y Contra-pe-
dagogías de la crueldad (2018, de próxima aparición).
metapolítica: ¿Cómo podemos percibir el fundamenta-
lismo religioso en la actualidad?
Rita Segato: En marzo de 2016, Anete Lutz Roese feminis-
ta crítica luterana y profesora de la Pontificia Universidad
Católica de Minas Gerais (PUC-MG) en la ciudad de Belo Hori-
66
zonte, me invitó a dar una conferencia no sólo ante su grupo
de investigación sino también para el programa de doctora-
do en “Estudios de la religión” de dicha universidad. Al ter-
mino de mis exposiciones, un hombre se aproximó y entregó
una carta dirigida tanto al Rector de la universidad como al
coordinador del programa de doctorado. Esa carta estaba
escrita en español y usted la puede encontrar en internet
firmada por Diogo Ximenes.01 Allí se acusaba al programa
por haberme invitado. Mencionó este episodio porque es
muestra del fundamentalismo religioso que estamos vivien-
do actualmente. Un fundamentalismo cristiano que engloba
algunos sectores de la Iglesia católica y algunos sectores de
las Iglesias protestantes. En esa carta se hace un perfil de mi
pensamiento y mis afinidades con el pensamiento decolonial.
Ahora bien, la carta fue escrita mucho antes que yo realizara
mi exposición puesto que, como visitante de una universidad
confesional, tuve la delicadeza de no hablar sobre el abor-
to ni sobre la heterosexualidad normativa, ni aborde temas
que pudieran herir alguna susceptibilidad o convicciones de
mis anfitriones. Sin embargo, en la carta se me acusa de ha-
ber abordado esas temáticas. A partir de allí, se ejerció un
hostigamiento laboral contra la profesora Roese. El rector
01 � http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=26336
de la universidad, conocido por sus posiciones generlmente
críticas y de apoyo a la gestión del Partido dos Trabalhadores
(PT), recibió centenas de cartas que denunciaban el ataque
del que estábamos siendo víctimas, pero ni escuchó a la pro-
fesora Roese, ni tampoco sus colegas lo hicieron. Al contra-
rio, sufrió un intenso aislamiento y recibió claras señales
de que no era más bienvenida al programa, hasta que se le
hizo imposible continuar como docente del mismo, terminó
por dimitir de dicha universidad. Actualmente el Consejo de
Ciencia y Tecnología de Brasil (CCT) le ha otorgado una beca
como investigadora Senior bajo mi dirección y se encuentra
realizando una investigación postdoctoral donde aborda la
temática de las Iglesias fundadas por mujeres, pequeñas
iglesias evangélicas de estructura comunitaria. Es necesario
percibir que ese hecho del que fuimos víctimas fue algo bru-
tal. Usted puede encontrar esta carta en el portal de Info-
católica, la sede de dicho blog esta en la ciudad de Navarra.
Navarra es la sede del Opus Dei. Cuando, a los pocos días,
relaté lo ocurrido a los estudiantes en mi clase de Derechos
Humanos y Bioética de la Universidad de Brasilia, mientras lo
contaba, el relato fue surgiendo me reveló que lo que había
sucedido guardaba una curiosa semejanza con procesos de
expurgó y castigó a la autonomía de las mujeres propios de
lo que consideramos ser otra y distinta civilización. Estába-
Luis Martínez — Debates
mos, definitivamente, frente a frente con un modalidad de
acción y pensamiento clásicamente fundamentalista, solo
que ahora el fundamentalismo era cristiano.
m: Tanto el tema de la violencia como el de la crítica del
capitalismo están presentes en su obra. ¿Cómo debe-
mos pensar, desde el feminismo decolonial, la relación
entre violencia y modernidad?
RS: Creo que el tránsito a la modernidad implicó un desplome
de la autonomía, de la autoridad y del poder de las mujeres.
En portugués la palabra despencamiento quiere decir caída
abrupta, y nos puede dar una excelente imagen sobre esa
pérdida del poder de las mujeres. A partir de esa transición
a la colonial/modernidad,02 que no vale solamente para La-
tinoamérica, sino que también vale para una estructura de
poder a escala global, ya que al mismo tiempo que se origina
la organización colonial del mundo se abre el camino a la mo-
dernidad, las mujeres caen abruptamente de la posición que
tenían en el mundo comunitario y, por tanto, la lucha por los
02 � La precedencia del termino colonial con relación al término modernidad
indica la precondición necesaria del orden colonial para la existencia del orden
moderno (vid. mi ensayo “Anibal Quijano y la perspectiva de colonialidad del
poder” en La Crítica de la colonialidad en ocho ensayos).
67
Debates — Luis Martínez
derechos viene a compensar esa caída. Por eso
yo sostengo que la modernidad ofrece con una
mano lo que ya arrebató con la otra. Por otro
lado, hay que señalar que también se originó
un prejuicio negativo con relación a los tiem-
pos pre-coloniales (en general evito la califica-
ción de pre-moderno puesto que implicaría un
transito a la modernidad indispensable, de tipo
evolucionista) y con relación a las sociedades de
estructura comunitaria, así como también un
prejucio positivo con relación a la sociedad mo-
derna, ciudadana. ¿Por qué digo que hubo una
gran pérdida? Lo digo porque en el mundo co-
munitario, que es un mundo jerárquico en tér-
minos de género (donde la jerarquía en muchos
casos no es tanto de poder sino del prestigio de
los roles en la división sexual del trabajo). Por
supuesto, el grado de esa jerarquía de los géne-
ros varía mucho entre sociedades. Pero existe
una jerarquía de género y las tareas masculinas
son investidas con un prestigio mayor. Pero es
un mundo dual, donde la dualidad es una de
las formas de lo plural, y donde ambas partes
de la dualidad son ontológicamente plenas,
ontológicamente completas. Es esa estructura
dual muta, al transitar a la modernidad, en una
estructura binaria. Dual y binario representan
dos estructuras dramáticamente diferentes.
La estructura binaria se desdobla en una gran
variedad de binarismos en los cuales el segun-
do término pasa a ser una función —y también
una invención— del primero: desarrollados/
subdesarrollados, blanco/no-blanco, moderno/
primitivo, civilizado/bárbaro, blanco/no blan-
co, sujeto universal (el Hombre)/minorías. Por
mi parte, yo sostengo que mientras el mundo
pre-colonial es dual, el mundo colonial/moder-
no es binario, y el binarismo es el mundo del
Uno, de la Unidad con sus Otros —la mujer muta
así en el otro del hombre, el negro en el otro del
blanco, la sexualidad homoerótica en el otro de
la heterosexualidad, etcétera. En este orden, es
un término ontológicamente completo, y sus
otros son defectivos. Estamos frente a la inven-
68
“La modernidad ofrece
con una mano lo que ya
arrebató con la otra.”
ción de las minorías. Frente a la invención de la
minorización. La racialización y la generización
dejan de ser diferencias en un orden jerárquico
para ser restos, márgenes del Uno. En el fragor
del debate que se da hoy entre las feministas
decoloniales, yo creo que es imposible negar la
existencia de un patriarcado pre-colonial. Sería
maravilloso decir que existen registros etno-
gráficos o documentales de una comunidad o
de una sociedad sin un grado de jerarquía o de
prestigio mayor en las tareas masculinas y en la
figura del hombre, pero desgraciadamente es
imposible afirmarlo. Últimamente he reparado
en la existencia de una pequeña formula mítica,
un mitema, que es universal. Universal no el
sentido de que todas las culturas tienen este
relato como parte de su mito de origen, sino en
el sentido de su extraordinaria dispersión geo-
gráfica. Podemos pues rastrear esta “pequeña
formula mítica” en Nueva Guinea, en el mun-
do de Oceanía, en África, en Asia, en el mundo
amerindio, y, por supuesto, en Occidente, pues
estoy hablando del relato adánico. El relato de
la infracción femenina que produjo el castigo
de dicha infracción por parte de los hombres
y el descrédito, la subordinación, sujeción y
pérdida de autonomía por parte de las mujeres
a partir de su infracción. Esto se construye a
partir de un delito o desobediencia femenina
que, por su extraordinaria dispersión planeta-
ria, debe tener gran profundidad histórica, sino
porvenir, como compactación del relato de la
instalación de un orden normativo patriarcal,
de la propia especiación…
De ahí su expresión en diferentes relatos,
como el de la desobediencia de Eva al comerse
la manzana, por ejemplo; o la idea de que las
mujeres eran las dueñas del rebaño, lo des-
cuidaron y los hombres se vieron obligados
a tomárselo; o el cuento de la disponibilidad
irrestricta de las mujeres para la interacción
sexual. Por ejemplo, en mi libro Las estructuras
elementales de la violencia menciono el relato
de Maurice Godelier de que entre los Baruya de
Nueva Guinea, las mujeres eran las inventoras y
dueñas de las flautas —instrumento que en una
gran variedad de sociedades tribales es el sím-
bolo de la masculinidad y el secreto de la casa
de los hombres—, pero las dejaban descuidadas
en medio a la sangre menstrual. Los hombres
se vieron entonces obligados a intervenir para
rescatar las flautas así mancilladas de manos
de las descuidadas mujeres, se apoderaron de
las flautas, y disciplinaron y subordinaron a sus
antiguas dueñas. Ese mito del disciplinamiento
de las mujeres se encuentra disperso en todo
el mundo, incluyendo el mito psicanalítico, su
relato de la estructura cuando Lacan dice “el
falo es la mujer, pero lo tiene el hombre” es, en
el fondo, la misma codificación de esa toma del
poder. Si eso es universal, entonces, eso debe
corresponder a una fase inicial quizá anterior a
la dispersión de la especie. Quizá corresponde
a la larga fase de especiación. Aunque el teóri-
co político kurdo Abdullah Öcalan, prisionero
de los turcos desde 1999, en sus escritos —por
cierto, feministas— localiza la subordinación
de la mujer en la salida del neolítico (vid. su
obra Abdullah Öcalan, Liberar la vida: la revo-
lución de las mujeres, International Initiative
Edition y Mesopotamian Publishers, 2013). Es
una narrativa que transforma el orden natural
en orden político. Transforma la envergadura
muscular y la agresividad del macho primata
en un orden político. A partir de allí, esa supe-
rioridad del macho se transforma en histórica
y política: se transforma en el orden patriarcal,
de extraordinaria profundidad histórica. Pero
el patriarcado es histórico y es político porque
necesita de una narrativa para fundamentarse
y legitimarse. Si fuese del orden natural, no
necesitaría narrarse. Lo que era propio del
orden de la naturaleza se transformó en un
orden político y nos colocó en la “prehistoria
patriarcal de la humanidad” por la que todavía
atravesamos y de la cual no hemos emergido,
como afirmo en Las estructuras elementales de la
violencia. Aunque este proceso tiene raíces an-
teriores al proceso de especiación y acompaña
la historia humana, es en la transición a la co-
lonial/modernidad que su orden jerárquico se
agrava. Por eso hablo de un patriarcado, en el
mundo pre-colonial, de baja intensidad o bajo
impacto, menos letal, y definitivamente no fe-
minicida. El feminicidio, así como el genocidio,
como forma sistemática de eliminación, como
“línea de producción de muerte”, al decir de
Zygmunt Bauman, se inauguran en el pasaje.
Eso fue el tribunal público contra las “brujas”,
una línea racional de producción de muerte y
reducción de las mujeres a su matabilidad.
m: ¿En las sociedades tribales no existía o no
existe la violación?
RS: Vale la pena aquí hacer algunas aclaracio-
nes, a partir de mi investigación para el libro
Las estructuras… La violación y, en este caso la
violación colectiva, en el código de las socieda-
des tribales no se presenta como un crimen, y
sí como una pena, el castigo a una infracción,
que en general es la incursión de la mujer en los
secretos del proceso de iniciación masculina,
su descubrimiento de los mismos. Pero aquí es
necesario entender una complejidad muchas
veces mal comprendida: la “norma” en las so-
ciedades indígenas no es la misma “norma” del
derecho positivo. En el mundo amerindio, la
idea de “norma” no lleva a la representación
de la sentencia como un resultado mecánico
de la existencia de la norma. No hay una cau-
salidad automática, en la representación del
derecho propio, de que la conducta es conse-
cuencia de la norma, ni tampoco se representa
el castigo o aplicación de la sentencia como
una consecuencia automática de la existencia
de la norma. En otras palabras, no se trata de
normas positivas ni positivables, como son las
del derecho occidental moderno. La justicia
indígena es prescriptiva, no negativa; es decir,
la justicia indígena diseña un deber-ser, una
orientación para como deberían ser la vida, se
“La racialización y la
generización dejan de ser
diferencias en un orden
jerárquico para ser restos,
márgenes del Uno.”
centra en las obligaciones. La justicia indígena
es también comunitaria y, por lo tanto, amplia,
demorada y radicalmente deliberativa; su justo
proceso pasa por una deliberación abierta y no
una aplicación mecánica de una sentencia. La
concepción occidental de la justicia se centra
en los derechos y en el castigo a la infracción de
los derechos, es una justicia punitiva, negativa,
que vigila los límites de la conducta. Es por eso
que en los días que corren, una de las equivo-
caciones en el acriollamiento de las sociedades
indígenas, es la positivación de sus normas de
justicia propia, lo que termina en una tergiver-
sación grave del orden comunitario. La amenaza
de violación colectiva es el ogro, “hombre de
la bolsa”, “bicho papão”, como se dice en por-
tugués, que desestimula la curiosidad de las
mujeres por los secretos de los hombres. Es por
eso que no hay registro de esa práctica en las
etnografías a pesar de la existencia de la regla.
En tiempos recientes, con la positivización
de la norma en algunas sociedades, como por
ejemplo en el pueblo Xavante del Brasil, se em-
pezó a entender la norma comunitaria como
una norma moderna, y a aplicar la norma como
una norma positiva, determinada por una idea
de causalidad, lo que está ocasionando daños
antes desconocidos al tejido social.
m: Retomemos entonces el tema de la caída
abrupta de la posición de las mujeres.
RS: En ese mundo, que llamo en mis textos de
mundo-aldea, por su estructura comunitaria (y
que en muchos nichos de nuestro continente,
incluyendo redomas que están en las grandes
ciudades, se preserva en retazos o en lo que
llamo “jirones de comunidad”), el espacio de los
hombres, de la parlamentación política y también
los enfrentamientos en la aldea, entre aldeas,
con el frente colonial y más tarde con el frente
colonial-estatal, se opone y complementa con
el espacio doméstico, y así son vistos. La gente
de los pueblos siempre te habla de esa dualidad.
Luis Martínez — Debates
Pero es importante —así como es también difícil,
desde la mirada occidental colonial/moderna—
entender que ambos espacios estaban y están
todavía dotados de politicidad. Durante más de
una década estuve trabajando y acompañando a
la Fundação Nacional do Índio (FUNAI) en talleres
con mujeres indígenas de pueblos de todo Bra-
sil. A lo largo de ese tiempo fui comprendiendo
que el espacio público y el doméstico eran —y
son aún en muchos lugares de nuestro conti-
nente— dos espacios, cada uno ontológicamente
completo, cada uno con su propia politicidad. El
mundo doméstico, atravesado por muchas pre-
sencias, muy concurrido, es también un ámbito
de deliberación. Las mujeres comparten tareas,
rituales, juegos y conflictos; y deliberan y deci-
den. Y esa deliberación tiene un impacto y una
influencia en la vida colectiva y en la vida pública.
En una comunidad indígena ningún hombre es
capaz de tomar una decisión en el ágora públi-
ca sin pasar una noche en casa para consultar
ese otro espacio político, ese espacio sin muros
donde lo doméstico no es sinónimo de privado y
tampoco es igual a íntimo. Pues ésas son equiva-
lencias propias de la modernidad.
Es en la transición moderna donde la familia
se transforma en nuclear y el espacio domesti-
co en íntimo y privado. Allí morimos. Allí puede
un hombre matarme a palos o cubrirme de in-
sultos. En el otro orden de coexistencia no era
posible. Allí no hay nadie que venga en nuestro
auxilio, no hay ojo público, no hay ojo político
mirando lo que nos pasa. En el pasaje a la co-
lonial/modernidad ocurre una minoritización
de las mujeres junto a una minoritización de
los que son “otros” con relación al sujeto mas-
culino. Lo que era el espacio de los hombres se
transmuta en una esfera englobante. Esa esfera
englobante tiene el ADN de la historia de los
hombres, es patriarcal. Por naturaleza y por
historia su constitución y estilo de gestión es
patriarcal. El hombre con minúscula, uno entre
dos, quizá uno entre varios, se transforma en el
Hombre con mayúscula, sujeto enunciador de
69
Debates — Luis Martínez
“Es necesario entender la
variedad de los caminos
de la política y soportar el
desorden de la historia,
su estructura trágica.”
70
las verdades universales y de los asuntos de in-
terés general. La caída abrupta de lo doméstico
para transformarse en un resto, un residuo, un
margen de la política, y con ella, la caída de la
posición de la mujer, su total despolitización,
expulsión del reino de las decisiones que llama-
mos políticas, se da de esta forma.
Durante los más de diez años que participé
en los talleres de la Fundación del Indio vi crecer
la violencia, incluso cuando preguntaba: ¿pero
por qué la comunidad no intervino al oír la gol-
piza? Y la respuesta hablaba de la inseguridad
de la autoridad, de un anciano o del cacique:
“Sí…. Pero…. es la casa de ellos….”. Esta transi-
ción a la vida íntima, a lo privado, a lo encapsu-
lado fue letal para las mujeres. En la provincia
de Jujuy, donde vivo cuando estoy en Argentina,
existe un dicho criollo que expresa esta cues-
tión. Mientras se están peleando en la casa,
entre gritos y el lloro de los niños, el hombre
dice “los de afuera son de palo”. Es decir, los
de afuera no existen. No hay dicho más criollo
y más letal que éste: “los de afuera son de palo”.
Eso es la modernidad: los de afuera son de palo.
Y la colonial/modernidad tendrá que entregar
con una mano las leyes que intentan reparar la
destrucción que, con la otra mano, ya introdujo
en un orden colmado de soluciones e inven-
ciones que hoy son consideradas futurísticas:
el matrimonio que llamamos hoy “igualitario”
o homosexual; la transitividad de género; la
justicia deliberativa y reparadora; la capacidad
de negociar las disputas de una forma en que
el ojo supraordenado del Estado no puede ni
nunca podrá hacerlo; la participación de las mu-
jeres en la política; la vigilancia del ojo colectivo
para la protección de las mujeres y los niños;
la convivencia estrecha entre los adultos y sus
niños; el control del abismo social causado por
la acumulación-concentración; la vida humana
integrada en su nicho ambiental; la ausencia de
grandes delitos, robos y asesinatos, etcétera.
m: En ese mismo orden de ideas, ¿cómo
entender la noción de justica social sin re-
producir la cartografía o la gramática de la
narrativa demo-liberal moderna?, ¿cómo
se concibe la justicia social en las comuni-
dades indígenas?
RS: En la justicia deliberativa de las comu-
nidades encontramos la idea de que el valor
jurídico central es la continuidad de la posibili-
dad de la convivencia: como curar la herida de
la infracción, para poder continuar, para que
no se rompa la vida colectiva. En este sentido
estamos frente a una idea de “cura”, más que
de retaliación. Se apunta al futuro. En conexión
con esto se encuentra una idea que discuto
en mi texto crítico sobre el proyecto de ley de
criminalización del así llamado “infanticidio in-
dígena” en Brasil, y luego paso a utilizar en otros
textos (vid. “Que cada pueblo teja los hilos de
su historia”, en La crítica de la colonialidad). Es
la idea de que un pueblo es un vector históri-
co, y que lo que lo hace ser un pueblo no es un
repertorio fijo de costumbres —a la manera
culturalista o fundamentalista, que son sinóni-
mos— sino la autopercepción de sus miembros
como viniendo de un pasado en común y diri-
giéndose a un futuro en común. Por ejemplo, en
un caso que describí brevemente en mi texto
“Los cauces profundos de la raza latinoameri-
cana” (también en el libro La Crítica de la co-
lonialidad) tres mujeres, únicas sobrevivientes
del pueblo Tapuia, en la aldea Carretão del Es-
tado de Goiás en el centro de Brasil, decidieron
suspender todas sus reglas de conyugalidad y
parentesco hasta recomponerse demográfica-
mente y poder continuar como un pueblo en la
faz del planeta. Lo que destaco es el proyecto
histórico de ser un pueblo y continuar como tal.
Lo he visto en el campo, he visto que en última
instancia ésta es la estrategia fundamental por
detrás de la razón pluralista, que es la razón
de los pueblos. Por eso prefiero la idea de un
pluralismo histórico más que la idea de diver-
sidad cultural, y la de un entrecruzamiento de
proyectos históricos diversos en lugar de un re-
lativismo cultural. También tiendo a hablar de
civilización más que de cultura, porque tomo
todos aquellos conceptos, incluso aquél que es
central en la episteme de mi misma disciplina,
que colocan a los pueblos en un tiempo inerte y
los expropian de su historicidad. En un contex-
to como éste de los pueblos, no existe destino
peor que el de tornarse un paria, un sujeto sin
comunidad. La muerte vincular es la peor de las
muertes; el destierro es el peor de los castigos.
En Argentina usamos la palabra huacho para
decir huérfano de padre y madre, pero Xavier
Albó, antropólogo jesuita de origen catalán que
adoptó Bolivia como su país desde muy joven,
me dijo un día que en quechua huacho no signi-
fica huérfano de padre y madre, sino huérfano
de comunidad. La idea de la descomposición
del pueblo y la condena del desheredado de su
linaje, el paria, es vista como lo peor que puede
sucederle a una persona originaria de una co-
munidad indígena. Entonces, ante la infracción
al orden, la ley se aplica para curar dicha herida
que se produce y suturar el tejido relaciones, y
no recurriendo a la ley del talión: el castigo o el
expurgo. La exclusión definitiva de una perso-
na del medio comunitario, la restricción de su
libertad o su condena a muerte no son conce-
bidas en general como metas propias de la jus-
ticia. Hay un lugar para el error, y hay formas
de negociar el daño. La justicia comunitaria
tiende a no desincorporar y, si en caso extre-
mo, se destierra a una persona, es temporario.
El destierro definitivo sería peor que la muerte.
Cuando la persona es desterrada por un tiem-
po, la comunidad decide sobre el plazo para
aceptar nuevamente al individuo infractor. La
justicia comunitaria se parece más a un trabajo
de cura colectiva que a una expurgación.
m: Por lo general se concibe la violencia de
manera unívoca, esto es, solamente como
un proceso de destrucción de subjetivida-
des. Sin embargo, en dicha perspectiva no
se percibe el papel de la violencia revolucio-
naria (“la violencia divina” de Walter Ben-
jamin) en los procesos de luchas sociales.
¿Cómo entender pues la violencia de las lu-
chas insurgentes en el Sur global?
RS: El texto sobre la violencia de Walter Benja-
min es bastante hermético. Muy complicado y
difícil de entender. Lo siento, pero mi respuesta
va a ser pragmática. Es necesario entender la
variedad de los caminos de la política y soportar
el desorden de la historia, su estructura trágica.
En un texto ya antiguo hablo de la ética de la
insatisfacción como opuesta a la ética de la re-
producción, o conservadora. Son pulsiones que
van en direcciones opuestas (vid. “Antropologia
e Direitos Humanos: Alteridade e Ética no Mov-
imento de Expansão dos Direitos Universais”,
en Mana, vol. 12, núm. 1, 2006, pp. 207-236).
Cada una, cada uno, seguirá el oleaje de su pro-
pia marea. Lejos de mí el gesto de superioridad
moral que pretenda decir cuál es la forma de
ejercer la crítica. Yo creo que es acertada la op-
ción de Aníbal Quijano cuando elige hablar del
“movimiento de la sociedad” en lugar de hablar
del “movimiento social”. Existen diversos tipos
de presencia en el camino crítico y cada forma
de acción tiene su razón de ser y su lugar en la
historia. Por mi parte, me creo incapaz de em-
puñar un arma. No podría encarar el descenso
a los métodos que abomino. Si nuestros anta-
gonistas de proyecto histórico instilan su odio,
codicia y amargura en nuestro corazón, me dijo
en tiempos de apartheid un amado colega de
estudios del pueblo Zulu, ellos habrán vencido.
Solo se es derrotado cuando el enemigo se ha
infiltrado en nuestro corazón.
m: Por supuesto, pero la idea de “guerra justa”
puede rastrearse desde 1550 con la Contro-
versia de Valladolid entre Ginés de Sepúlveda
y Bartolomé de las Casas donde se planteaba
la cuestión de la necesidad de evangelizar a
los indígenas, pero me parece que estaría
Luis Martínez — Debates
más cercana a la noción de violencia mítica de
la que nos hablaba Walter Benjamin...
RS: El problema es que muchos proyectos
históricos han hablado de “guerras justas”. No
niego que pueda haber causas justas para una
guerra pero, en lo personal, ese no es mi cami-
no. Creo que las palabras son poderosas. Creo
en la posibilidad de dotar de retóricas a extraor-
dinarios valores que hoy no tienen retórica de
valor. La retórica beneficente en la sociedad
actual ya no tiene impacto. La idea del bien no
es una retórica que tenga hoy un impacto en las
consciencias. Habría que estudiar el por qué.
Hoy la retórica tiene que ser racional y no bene-
ficente. Creo que hay en el mundo sistemas de
valores que son funcionales a la vida, y a la vida
de todas las personas. Muchas de esas prácti-
cas y valores están presentes en Latinoamérica,
pero no tienen una retórica de valor, no hemos
construido léxicos que las validen. Pienso que
mi trabajo, como alguien que trabaja con el
lápiz, es ofrecer un vocabulario que le permita
a la gente defender lo que sí tiene en términos
de prácticas propicias para la vida. Porque el
mundo occidental, el mundo blanco, Europa,
tiene una retórica poderosísima para defender
lo que tiene: el “progreso”, la productividad, la
competitividad, el desarrollo, el Estado, las ins-
tituciones. ¿Quién va a decir “no ahorres”, “no
trabajes”, “no produzcas riqueza?”. Exhortar a
no enriquecerse no tiene legitimidad porque
la retórica blanca ha vencido. Nosotros tene-
mos otros valores, con foco en las relaciones y
el arraigo territorial y comunitario, capaces de
construir un mundo vincular. Pero la colonia
nos robó el vocabulario para nombrarlos y de-
fender esos valores y las prácticas relacionales
que de ellos se derivan: la reciprocidad, el
tiempo para el otro, la conversación, la fiesta,
el mancomunamiento, la construcción de una
historia común, el proyecto histórico orientado
por otras metas de felicidad. Prácticas no pro-
ductivistas ni competitivas ni concentradoras
71
Debates — Luis Martínez
que en el lenguaje hegemónico son calificadas
negativamente. La retórica dominante las des-
deña. Por tanto, mi guerra es una guerra de
palabras. Por ejemplo, y volviendo a la pregunta
con que comenzamos, creo que hay que buscar
un vocabulario para la politicidad que las mu-
jeres perdieron en el tránsito a la modernidad.
El 8M y el movimiento de las mujeres buscan
un camino para recuperar un modo de hacer
política que se perdió. No se trata de inventar-
lo, sino de reatar el hilo de la memoria de una
historia que fue interrumpida, bloqueada, cen-
surada por el pasaje hacia la modernidad, pero
que sigue allí, adormecida, en un letargo. Es una
otra política que no es burocrática sino próxi-
ma, no “principialista” sino pragmática, tópica
y no utópica. La búsqueda de un vocabulario es
fundamental para ponerle nombre a ese olvi-
do, y para hacer reemerger esa política en clave
femenina. Podemos decir, por ejemplo, que se
trata de domesticar lo público, de refundar el
feminismo para refundar la política, de crear
un mundo sin hegemonía, y de desmontar la es-
tructura binaria construida por el Estado, con su
ADN patriarcal, y sus otros, minorizados, trans-
formados en resto, margen y residuo defectivo
después del secuestro de la enunciación política
por el estado y la esfera pública.
m: ¿Cómo entender el fenómeno de la mer-
cantilización de los cuerpos y su relación con
los feminicidios?
RS: En los próximos días saldrá publicado en
Argentina un pequeño libro mío que lleva por
título Contra-pedagogías de la crueldad. Es la
re-escritura de tres clases públicas que impartí
en la Facultad Libre de Rosario, una institución
excepcional caracterizada por la gratuidad en
todo sentido: no da títulos, no cobra entrada, y
congrega expositores y audiencias notables.
Fue fundada por un grupo de trabajadores del
campo que vivían en un pueblo cercano a la
72
“... la personalidad de
estructura psicopática, es
decir, de bajísima capacidad
vincular, es la personalidad
modal de nuestro tiempo”
ciudad de Rosario y deseaban, simplemente,
tener acceso al conocimiento. Actualmente
está a cargo de un grupo de estudiantes y
conserva el mismo espíritu con el que fue fun-
dado. Han llevado recientemente al filósofo
francés Jacques Rancière, entre otras figuras
destacadas. Mis clases fueron pensadas por
los organizadores para ofrecer una esperanza,
una puerta abierta, a un concepto mío, peda-
gogía de la crueldad, con el que hablo de esta
fase apocalíptica del capital, pues digo que la
personalidad de estructura psicopática, es de-
cir, de bajísima capacidad vincular, es la perso-
nalidad modal de nuestro tiempo, por su fun-
cionalidad al proyecto histórico del capital en
su fase contemporánea. La pedagogía de la
crueldad es aquella que nos programa para re-
ducir el umbral de sensibilidad al sufrimiento
ajeno. Expuse sobre ese concepto en mi confe-
rencia para el Congreso de CLACSO que se rea-
lizó en Medellín en 2015, en un texto que se
publicó poco después en South Atlantic Qua-
terly con el título “Patriarchy: from Margin to
Center”03. Ese título alude a la centralidad del
espectáculo de la cosificación del cuerpo de la
mujer, su consumición y rapiña para modelar
pedagógicamente la subjetividad de bajísima
empatía que el capital necesita en su fase ac-
tual. La pedagogía de la crueldad es la que
entrena y acostumbra a transformar la vida en
cosa, a percibir la vida como cosa y a tratar la
vida como cosa —la cosa cuerpo, la cosa natu-
raleza—, en un mundo que ya no es más un
mundo desigual sino que es ahora un mundo
de dueños. Hablar hoy de desigualdad es poco;
me parece más adecuado y preciso hablar de
dueñidad dada la extrema aceleración del rit-
mo de la concentración de la riqueza y la
concentración o fusión de las funciones del
empresario y el político en el sistema repre-
03� Publicado en español como uno de los capítulos de La guer-
ra contra las mujeres (Madrid, Traficantes de Sueños, 2016).
sentativo republicano. Ambas formas de
concentración llevan a la falencia de la ficción
institucional, y constatamos una ausentamien-
to progresivo del orden jurídico. Natural-
mente, no todos los dueños dan la cara en la
política, pero sí un número llamativo de los al-
tos cargos se encuentran ocupados por dueños
—observamos este fenómeno desde Estados
Unidos de Norteamérica hasta los países del
Sur del continente. Esta dueñidad, que Oxfam
nos muestra con sus estudios anuales de la
concentración que publica en su blog —de 288
personas en 2010 a 8 personas en 2017 poseían
riqueza igual a la mitad de la población del mu-
ndo— puede ser descripta como una suerte de
re-feudalización, en la cual los señoríos son
cada vez más extensos y los espacios comunes
cada vez más pequeños. La ficción institucional
se ha desmoronado. El año pasado estaba dan-
do una clase en Oaxaca y tuve una visión apo-
calíptica. Les dije a los estudiantes: si alguien
entra aquí y nos mata a todos, nos llorarán,
saldrá en los medios, pero no pasará nada más.
Sabía que era así porque en México, la repúbli-
ca que, con todos sus defectos, ha sido el es-
tandarte democrático y puerto de asilo de
toda la región, hoy menos del 1 por ciento de
los ataques contra la vida llegan a una senten-
cia. Ayotzinapa, que marca esta nueva era, tie-
ne la misma estructura operativa de los femini-
cidios de Ciudad Juárez: no se trata de que
exista un problema de impunidad y por lo tan-
to ninguno de estos dos casos ha podido resol-
verse; la cuestión es otra: estos casos son nada
menos que el espectáculo mismo de la impuni-
dad, la exhibición del arbitrio y de la soberanía
jurisdiccional por parte de sus autores. Hemos
ingresado en una era apocalíptica. En esta era,
la apropiación, la rapiña, el despojo no repre-
sentan solamente prácticas económicas de
enriquecimiento, sino también son la manifes-
tación de un valor. Pienso que hay que volver
al concepto de ideología propuesto por Han-
nah Arendt. Ella planteaba que el nazismo y el
estalinismo tuvieron sus concepciones de la
naturaleza, y llamó ideología totalitaria a la fu-
ria y truculencia con que ambos sistemas casti-
garon todo lo que trabajase en sentido contra-
rio a lo que definían como ese valor “natural”,
el valor que entendían ser propuesto por las
leyes de la naturaleza. En ambas ideologías, el
régimen dictaba que todo aquello que desafia-
ra ese valor legítimo, por “natural”, debía ser
condenado al exterminio. La crueldad se trans-
formaba así en un valor, y no en un contrava-
lor. La ideología o teología del capital hoy, ya
prácticamente libertada de la ficción institu-
cional, es un fenómeno semejante a aquella
ideología totalitaria en el sentido de que el va-
lor de la razón beneficente se ha convertido en
un contra-valor: “si tengo la potencia para
despojarte, debo despojarte”. Por eso, en mi
texto, hablo de la “pedagogía de la crueldad”
como una programación de las personas para
la baja sensibilidad, es decir, para la baja em-
patía hacia el sufrimiento del otro, que les per-
mitirá funcionar adecuadamente en este or-
den consumidor y cosificador de la vida hasta
sus últimos despojos, y en el cual estos despo-
jos no son los cadáveres del ritual funerario
sino los deyectos de esa consumición abando-
nados en los basurales. Es curioso, pero mien-
tras me encontraba redactando el texto vi, en
mi casa, al pasar, que estaban proyectando en
la televisión la película La naranja mecánica (A
Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971, ver-
sión fílmica de la novela homónima que Antho-
ny Burgess escribió inspirado por la violación
colectiva de su mujer embarazada por sol-
dados norteamericanos en Londres durante la
Segunda Guerra Mundial). Esa fue la película
más censurada de toda la historia, puesto que
fue considerada extremadamente cruel, inso-
portablemente cruel. Fue censurada incluso en
Inglaterra, país del autor de la novela y del di-
rector de la cinta. Sin embargo, al encontrarme
“... hemos sido presa
de una programación,
que ha transformado en
comedia lo que un día fue
crueldad insoportable.”
con sus imágenes en la salita de la televisión,
me sorprendió otro espanto, si se quiere
mayor: hoy es una comedia. Y ese ejemplo me
devuelve a lo que planteo en el texto: hemos
sido presa de una programación, que ha trans-
formado en comedia lo que un día fue crueldad
insoportable. Es impresionante el cambio que
ha sufrido nuestra mirada y la disminución de
nuestra sensibilidad al dolor de los otros.
Nuestra credulidad misma del dolor ajeno ha
desaparecido. Posteriormente, leí una entre-
vista con Malcolm McDowell, que fue el prota-
gonista de la película, donde dice exactamente
lo mismo que estoy diciendo. Cuenta que ter-
minó el rodaje enfermo y necesitó pasar por
una terapia, y también dice que ahora la pelí-
cula se ve como si fuera una comedia, y que
entiende que esto demuestra el cambio de la
sociedad. Pienso que estamos siendo progra-
mados para un individualismo y un encapsula-
miento muy cercano a lo que Hannah Arendt
identifica con el totalitarismo del nacionalso-
cialismo. Recuerda que ella establece una dife-
rencia entre soledad y aislamiento. La condi-
ción de posibilidad del nazismo no fue la
soledad del sujeto alemán, sino su aislamiento,
su encapsulamiento y, de ahí, la consecuente
vulnerabilidad a la captura por la maquina de
propaganda nazi. Es la deficiencia empática
que resulta de la programación que llamo pe-
dagogía de la crueldad. Aquí me gustaría
contarte una historia que me fascinó y me
emocionó. Es la historia de alguien que tengo
hoy en el altar de las heroínas, Chelsea Man-
ning (Oklahoma, 1987). Manning, masculino al
nacer e hijo de un técnico en informática que
había sido soldado en Vietnam, vivió su vida
entre juegos electrónicos. En una entrevista
publicada en el New York Times, Manning
cuenta que desde muy joven percibió que
había en él una diferencia indefinible con rela-
ción a los otros jóvenes. Aun así, o quizá por
eso mismo y en procura de una “normalidad”,
Luis Martínez — Debates
decide entrar a la vida militar y hacerse solda-
do siguiendo los pasos de su padre. Como
tenía talento y habilidad para la informática,
en el ejército le dan la tarea de archivar
imágenes de las invasiones de Irak y Afga-
nistán. Más tarde es trasladado a terreno en
Irak y allí continúa su trabajo. Hasta que un
día, mientras era transportado de una base a
otra, en la ruta, por primera vez, presencia un
enfrentamiento. Eso lo sorprende y lo impre-
siona: “solo en ese momento, solo al ver un
cuerpo caer, por primera vez en mi vida —le
dice al periodista— caí en la cuenta de que se
trataba de personas, y de que eran personas
las que morían”. Esa frase me causó un
enorme impacto y me emocionó intensa-
mente. Estamos frente a un verdadero pasaje
de conversión de Manning, su primera conver-
sión. Antes, como efecto de su adicción a los
videojuegos y su sujeción a la pedagogía de la
crueldad que ellos despliegan, su programa-
ción de-empática o psicopática, para Manning
la vida era virtual, bidimensional, cibernética.
Abre entonces sus ojos a la vida humana y,
más tarde, envía a Julian Assange el mayor pa-
quete de información confidencial extraído de
la Inteligencia norteamericana. La mayor mi-
gración de información confidencial a Assange
provino de Manning, quien fue condenado
entonces a reclusión en aislamiento en una
cárcel de máxima seguridad. La última medida
de Obama fue indultarlo. Cuando sale libre,
hace muy poco, ya lo hace transformado por
lo que interpreto como su segunda fase de
conversión: sale convertido en mujer. Él vivió
la transición a la sensibilidad y a la feminidad.
Creo que esa historia reúne los temas del pre-
sente, y la figura de Manning encierra el mis-
terio de la programación y de la desprograma-
ción o, como le he llamado hace un rato, de la
desprogramación como conversión —¿o será
“manning” un nombre hermético para el
proceso de “volverse gente”?. m
73
Debates — Ariel Ruiz
Leonardo Núñez
González: “El combate a la
corrupción, la impunidad,
la discrecionalidad y todos
estos fenómenos es una
carrera de fondo”
por Ariel Ruiz Mondragón
Historiador y editor.
U
na de las interrogantes que con cada vez más
frecuencia se hacen los ciudadanos es cuál es el
destino de los recursos públicos. Y es que, pese a
los que se establece en el Presupuesto de Egre-
sos de la Federación, las cifras que aparecen en la Cuenta
Pública difieren en no poca medida de lo proyectado. Ade-
más, y pese a los avances en transparencia y fiscalización de
esos recursos, aún hay áreas donde la opacidad, la discre-
cionalidad y la corrupción distan de desaparecer.
Un interesante y asequible estudio acerca de la planea-
ción del uso de los recursos públicos y su gasto real es el
que Leonardo Núñez González nos presenta en el libro ¿Y
dónde quedó la bolita? (México, Aguilar, 2017), en el que
afirma que, “por un lado, el gobierno gasta más de lo pla-
neado y, por el otro, el dinero ya asignado se mueve de ma-
nera dramática y termina en lugares muy diferentes a los
originalmente señalados”.
Sobre diversos aspectos del libro conversamos con Núñez
González (Ciudad de México, 1991), quien es maestro en Ad-
ministración y Políticas Públicas por el Centro de Investiga-
ción y Docencia Económicas, y licenciado en Derecho por la
UNAM. Ha sido profesor en el Instituto Tecnológico y de Es-
tudios Superiores de Monterrey y es columnista en La Razón.
74
Metapolítica: ¿Por qué publicar esta “mirada a los ca-
jones oscuros del presupuesto y sus procesos”, como la
llama usted? Llega a mencionar que hay que generar
reflexión, incomodidad e indignación, así como incidir
en la agenda pública.
Leonardo Núñez González: Primero, hay un libro como
éste por un vacío. Antes de que fuera pensado como tal fue
una tesis, un trabajo para acabar mi maestría en el CIDE, en
donde piden tratar de hacer una aportación original. Lo lla-
mativo era que antes de esto sobre la Cuenta Pública se ha-
bía escrito muy poco, además de que en la opinión pública
casi no se discute.
Cuando uno empieza a ver los números se da cuenta de
que esto no es trivial y que no se puede manejar a la ligera;
es evidente que las cifras son monstruosas: de 2000 a 2016
el gasto adicional ha sido de 20 puntos del PIB, 100 veces el
presupuesto de la UNAM, lo cual es una locura.
Entonces se trataba de un déficit de información. Mi hipó-
tesis es que esto no sale a la opinión pública porque hay un
interés de que así sea porque es muy cómodo decir que se va
a gastar de una manera, pero en realidad hacerlo de otra, y
que nadie lo cuestione porque no se conoce la información o
poca gente sabe desmenuzar lo que está en la Cuenta Pública.
Este libro surge como una respuesta ante la opacidad y la
falta de trabajos que se ocupen de esa información que es
pública. El problema es que no se le da difusión o no hay una
pedagogía de para qué sirve. El gobierno cumple sólo casi
como lo hacía desde años atrás: para solventar la transpa-
rencia publicaba documentos en pdf.
Atiborrar de datos el internet no sirve de nada si se es-
tán escondiendo los ejercicios que realmente se hacen. La
conclusión es de risa loca: que el gobierno diga “entérate de
cómo se gasta”, y te mandan al Presupuesto de Egresos, del
que sabemos que no se cumple.
Quiero recalcar que el libro está hecho para cualquier ciu-
dadano. Más de una vez me ha tocado que en pláticas la gente
dice: “Es que eso es muy difícil, no lo entiendo”. Este volumen
trata de ser lo más sencillo posible para decirle “no tendría que
parecerte ajeno lo que hace el gobierno con tu dinero”.
Este libro trata de ser muy amable con la gente y de darle
un montón de herramientas.
m: Hay un asunto histórico: respecto al gasto del gobier-
no, usted dice que tenemos las mismas reglas de hace
100 años, con opacidad y discrecionalidad. Su estudio va
Ariel Ruiz — Debates
del 2000 al 2016, pero ¿cómo se manejaba el gasto pú-
blico antes del 2000, especialmente bajo el régimen au-
toritario? Esto va desde el artículo 65 de la Constitución
de 1917 hasta el presidencialismo hoy vigente, como se
señala en el documento que cita de la OCDE.
LNG: A pesar de que sí hay diferencias en cómo se manejaba
en la época de la hegemonía priista, no hay tantas. Esa es la
parte que llama la atención porque la figura de “adecuacio-
nes presupuestarias” existe desde 1917, y la facultad de las
“partidas secretas” desapareció hasta 1997, pero su evolu-
ción siguió la misma lógica con el ramo 23.
Antes había una discrecionalidad absoluta y no había ne-
cesidad de transparencia. Si uno busca los presupuestos de
egresos de las décadas de los cuarenta y cincuenta, no en-
cuentra absolutamente nada, o documentos muy escuetos
que no informan nada porque no había ni siquiera contrape-
sos del Ejecutivo. Hay un estudio muy interesante que mues-
tra que a la propuesta que el Presidente de la República hacía
del Presupuesto de Egresos de la Federación no se le movía
ni una coma en la Cámara de Diputados.
Además, a la hora del ejercicio, como lo muestra un estudio
de Beatriz Magaloni y Alberto Díaz Cayeros sobre los años se-
75
Debates — Ariel Ruiz
senta y setenta, cada quien hacía lo que quería y
el gasto se movía con discrecionalidad total.
Lo que ha cambiado con la transición a la de-
mocracia es que ahora los diputados tienen un
poco de injerencia, por lo que sí hay modifica-
ciones a la propuesta que manda el Presidente
de la República. Pero creemos que el Presupues-
to de Egresos se define en las sesiones que se
hacen con tanta faramalla en la Cámara de Di-
putados: vemos la sesión que duró 14 o 18 horas
y que algunos tomaron la tribuna, por ejemplo.
Pero eso en realidad es un circo porque, de en-
trada, nada de los que se está discutiendo allí se
aprueba; todo se plancha antes en lo oscurito,
en las negociaciones de las comisiones.
Entonces la diferencia ha sido que ahora los
diputados ejercen un “control” porque pueden
cambiar algunos aspectos, pero lo que hacen es
llevar agua a su molino.
m: Quiero ir sobre el papel de los legislado-
res no sólo en la elaboración del Presupuesto
de Egresos, sino también en su fiscalización.
Los diputados lo acuerdan en petit comité,
en las comisiones; pero no tienen injerencia
en las adecuaciones presupuestarias cuan-
do, en términos democráticos, ellos debe-
rían poner límites. Después, cuando llega la
Cuenta Pública, se van de vacaciones. ¿Qué
ocurre con el Poder Legislativo en el proceso
que va desde la elaboración del Presupuesto
de Egresos hasta la fiscalización de la Audi-
toría Superior de la Federación (ASF)?
LNG: Desgraciadamente tenemos un Legislati-
vo que es demasiado cortoplacista, además de
que sus intereses no están alineados con los de
la gente. Por esto hemos escuchado reciente-
mente de los “moches” en medio de la auste-
ridad, y que semanas antes del gasolinazo fue-
ron pasados los bonos navideños, por ejemplo.
La “piñata presupuestal” se reparte de manera
irresponsable por parte de los diputados.
Lo que ha ocurrido es que se han convertido
en partícipes del mismo juego del Ejecutivo, por-
76
“El problema que tenemos con
la deuda es que se ha usado en
un ambiente de corrupción y
de impunidad, por lo cual es
como tirarla a la basura.”
que aunque hay partidas que ya no son secretas
en los términos de antes, aún se manejan como
tales, como lo hacen con el ramo 23, por ejem-
plo. Los legisladores también tienen fondos —
casi la cuarta parte del presupuesto de las Cáma-
ras— que se manejan con total discrecionalidad;
los tienen los coordinadores parlamentarios,
quienes deciden qué hacer con ese dinero.
Lo que tenemos es que hay una especie de
acuerdo: “Tú déjame hacer lo que yo quiero con
mi pedacito de reino, y yo te dejo hacer lo pro-
pio con el tuyo”. El problema es que en ese jue-
go nosotros salimos perdiendo, porque lo que
tenemos son legisladores que se han alejado
de la labor que deberían hacer. Si bien la ley los
ata un poco de manos, no por ello están fuera
de las adecuaciones presupuestarias, sobre las
que solamente pueden dar un opinión; pero si
uno revisa, ni siquiera eso han hecho.
Los diputados están muy cómodos en este
juego; no han sido un contrapeso real porque
no les ha convenido serlo. Ellos están fuera o
dentro del juego, depende de cómo lo veas.
m: Como anota desde el principio del libro,
desde el 2000 se ha gastado más de lo presu-
puestado, una cantidad gigantesca. Como se
lee, ha habido una filosofía: “Mejor que sobre
y no que falte”. ¿Por qué, si hay más dinero del
que se presupuesta, después hay recortes?
LNG: Es un asunto muy interesante porque más
de una vez hemos escuchado de la necesidad
de hacer recortes: en 2015, cuando se anunció
el Presupuesto a Base Cero, y en 2016 también.
Cuando uno revisa, sí se ejercen cambios y hay
áreas a las que se les corta el grifo de los recursos.
El problema es que la implementación de
estas medidas muchas veces tiene un criterio
político. Tenemos dos fenómenos simultáneos
que parecieran contradictorios: hay recortes
en algunas áreas, pero al final del año hay un
colchón de recursos que no se reparten en ellas
sino que se van a otras tareas, como fideicomi-
sos, publicidad, etcétera. Entonces hay reduc-
ciones en algunas áreas y, al mismo tiempo, gas-
to desmesurado en otras. Eso es lo paradójico.
El criterio es estar bien con Hacienda. Cuando
la propia ASF trata de evaluar los recortes, dice
que no los encuentra porque no hay evidencias
de que los haya habido. Si le quitas recursos a un
área, pero los metes en otra bolsa, ¿en realidad
qué está pasando? No están metiendo dinero al
cochinito ni nada, sólo lo mueven a otro lado.
Entonces es un falso recorte.
m: Hay otra parte que usted destaca: ¿cómo
se mueven estos recursos con las adecua-
ciones presupuestarias? En el libro se dice
que es de forma prácticamente discrecional
por parte de la Secretaría de Hacienda. Dice
que son argumentos muy vagos con los que
se justifica, y la ASF concluye que más de la
mitad del gastos de los recursos excedentes
no son comprobados.
LNG: Quién sabe dónde están. Cuando mi pro-
yecto todavía era un trabajo académico me pude
sentar con funcionarios de primer orden para
interrogarlos al respecto. De allí concluí que el
sistema de adecuaciones presupuestarias es tan
laxo que en realidad se puede cumplir fácilmen-
te. Algunos me decían: “A veces te llega la ins-
trucción de ‘te vamos a bajar tanta lana’, o ‘hay
que mover tanto dinero. Búscate qué sirve del
Plan Nacional de Desarrollo para justificarlo de
alguna manera’”. La lógica debería ser al revés: el
dinero se debería mover si se necesita.
Entonces el uso de los recursos tiene un corte
que no es de necesidad. Eso no significa amarrarle
las manos a todos, porque siempre se necesita po-
der mover el dinero; pero si se hace a escondidas y
para la farra en lugar de dedicarlo a gastos necesa-
rios, de nada nos sirve hacer esas modificaciones.
m: Otro asunto muy interesante: dice us-
ted que las prioridades de las políticas pú-
blicas no están tanto en el Presupuesto de
Egresos sino en la Cuenta Pública. Aquí se
ve, por ejemplo, que se rebajan recursos
para asuntos como seguridad, educación y
salud, y se invierten en viáticos y comuni-
cación. ¿Cuáles son las prioridades del go-
bierno según la Cuenta Pública?
LNG: Ha sido llevar el dinero a los lugares en
los que es más fácil tener beneficios políticos.
Por ejemplo, cuando se abren fideicomisos,
que son de participación pública y privada,
usualmente quien está del lado privado de la
ecuación suele ser un familiar, un amigo o un
conocido del político.
También observamos que cuando se incre-
menta el gasto en publicidad se genera una re-
lación endogámica entre el poder y los medios
de comunicación.
Entonces los recursos se acaban yendo a esos
lugares, primero porque las reglas lo permiten
y, segundo, los pasan a donde más les va a re-
dituar a los gobernantes. Por eso tenemos altos
sueldos de funcionarios, áreas opacas, extrañas
o muy genéricas como “servicios generales u
otros”, en los cuales lo que se hace es asignar
de manera directa contratos a quien conviene.
El dinero es llevado a operaciones simuladas,
por lo que existen, por ejemplo, las empresas
fantasma de Javier Duarte, lo cual sirve para jus-
tificar el dinero.
m: Otro punto es el de los ingresos exceden-
tes, de dónde salen. Una de las vías de don-
de proviene, como se señala en el libro, es la
deuda pública. ¿A qué se ha dedicado ésta y
cuál es su tamaño? Usted presenta que hay
hasta recomendaciones del Fondo Moneta-
rio Internacional al respecto.
LNG: Al menos para nuestra generación, hablar
de crisis de deuda es algo que ni siquiera nos
pinta en el horizonte, y no sabemos qué significa
porque no hemos visto una desde los años no-
venta. Por eso a veces no se le presta atención,
pero otra vez estamos en niveles preocupantes.
La gráfica del libro es reveladora en extremo: en
los últimos 10 años hemos tenido un disparo de
“La idea de todo esto es hacer
que los ciudadanos cambien la
forma de pensar la información
pública y el poder.”
la deuda que ha llegado hasta la mitad del PIB.
Se supone que la contratación de deuda
tiene muchas reglas, está muy bien delimitada
y que debería dedicarse a infraestructura y a
programas de desarrollo. El problema es que
hablar de inversión en esos rubros es referir-
se, por ejemplo, al Paso Exprés, una obra que
se supone que iba a beneficiar a la población,
pero cuyo precio se duplicó y en la que intervi-
no una empresa que antes había sido castigada
por la Estela de Luz, pero que tiene más con-
tratos con este gobierno, y en la que acabaron
dos personas muertas porque fue mal hecha.
Lo que ha pasado con el crecimiento de la
deuda es que se ha usado en proyectos de esa na-
turaleza, en los cuales hay un ejercicio de ficción,
en el que parece que todo se está usando de ma-
nera clara, que las cuentas cuadran, pero acaban
siendo este tipo de obras, como hospitales que
se inauguran y que poco después están vacíos.
El problema que tenemos con la deuda es
que se ha usado en un ambiente de corrupción
y de impunidad, por lo cual es como tirarla a
la basura. Ciertamente es una buena palanca
para salir de apuros cuando es bien utilizada,
por lo que ningún país está en ceros: todos
usan el crédito porque a veces sirve para cons-
truir obras que valen la pena. El problema es
que aquí eso no ha pasado.
El dinero adicional no sólo proviene de allí
sino del juego de la Secretaría de Hacienda de
calcular siempre a la baja: “Voy a tener 10 pe-
sos, pero en realidad voy a tener 14. Los cuatro
que me sobran me los gastaré a mi real saber y
entender. Ni lo voy a decir ni se van a enterar”.
Ese es el juego principal.
La deuda juega pero en otro ámbito, más
en el de la corrupción y la impunidad. Por eso
vemos una deuda que crece pero no movemos
ningún indicador: tenemos el mismo número de
pobres, incluso subiendo, en algunos casos, re-
zagos que no estamos combatiendo porque le
estamos metiendo dinero bueno a cosas malas.
m: Hay un gasto que es desde ineficiente
Ariel Ruiz — Debates
hasta abiertamente corrupto. Para vigilar
su uso hay un órgano de la Cámara de Dipu-
tados, la ASF. ¿En qué condiciones ha desa-
rrollado sus labores ese órgano?, ¿tiene los
recursos y las capacidades necesarias?
LNG: Creo que las capacidades las ha ido cons-
truyendo. Sí hay algunas instituciones que po-
demos salvar porque al menos están intentando
hacer las cosas bien, y la ASF es una de ellas.
Lo que me ha ayudado a alimentar este li-
bro y para ir a medios de comunicación son
los informes de la Auditoría, los que convierto
a lenguaje ciudadano para explicarlos. Allí hay
mucha información que no es atendida por los
medios ni por los ciudadanos ni por los políti-
cos. La ASF ha llegado hasta donde ha podido,
con la limitación de recursos y capacidades que
padece. Solamente puede auditar una parte del
gasto, y trata de enfocarse en lo principal.
Creo que ese organismo ha hecho una labor
loable. Tal vez le ha faltado más combatividad,
pero no está obligada a lo imposible porque uno
de los problemas es que es parte de un engra-
naje que incluye a otras instituciones. Hay un
número: tenemos 97 por ciento de impunidad
en las denuncias que señala la ASF; ésta entrega
sus informes y le dice a la Procuraduría General
de la República (PGR): “Aquí está Javier Duarte y
sus cuentas de 2013”.
Pero la ASF no puede llevarlo todo. Esa es
la parte que trata también de incentivar este
libro: si no hay un factor ciudadano que de-
mande, que evidencie y que esté presionando
constantemente, no habrá ningún incentivo
para que cambien las cosas.
Por eso, más que dar todas las respuestas,
este libro trata de generar más dudas y darles
herramientas a los ciudadanos. La idea de todo
esto es hacer que los ciudadanos cambien la
forma de pensar la información pública y el po-
der. La idea de todo esto es desnudar al rey y
que el ciudadano recuerde que la democracia
implica ver al político como un igual al que no
hay que pedirle sino exigirle.
77
Debates — Ariel Ruiz
Los políticos no van a cambiar por sí mismos
porque no está entre sus intereses; quienes te-
nemos que cambiar somos nosotros.
m: El libro da un número que acaba de men-
cionar: la ASF ha presentado más de 700
recursos de denuncia en la PGR, y en el 97
por ciento de los casos no ha ocurrido nada.
¿Qué ha pasado?
LNG: No hemos dado el paso hacia una fiscalía
que sirva, aunque ahora estamos en la pelea por
ello. Como parte de las reformas que ha habido
en los últimos años, la PGR se convertirá en la
Fiscalía de la República, que debe ser un ente
autónomo del gobierno. Actualmente el Minis-
terio Público y la PGR son parte de la Presiden-
cia. Por esto no está en el interés de la Procura-
duría perseguir los delitos a menos que venga
una señal de que sí se puede: a Javier Duarte se
le puede perseguir porque fue linchado en la
arena pública, por ejemplo. Pero hay otros ca-
sos que permanecen en la impunidad porque la
PGR todavía no es independiente.
Los ciudadanos tenemos que pelear porque
en la Fiscalía no esté el procurador actual; no
puede ser que el fiscal que se diga autónomo sea
un compadre del Presidente. Esto es una opor-
tunidad porque estamos en un momento en el
cual estamos redefiniendo instituciones, por lo
que debemos proteger al Sistema Nacional An-
ticorrupción (SNA) porque ha habido muchos
ataques de la prensa y de políticos para deslegiti-
marlo cuando todavía no empieza a trabajar.
Pienso que es nuestra obligación como
ciudadanos darle seguimiento a ese proceso
porque de lo que logremos en estos años para
echar a andar las nuevas instituciones depen-
derá el futuro. El combate a la corrupción, la
impunidad, la discrecionalidad y todos estos
fenómenos es una carrera de fondo. Tene-
mos que cambiar ese chip y llevarlo en el día
a día, porque nos dará resultados; como ejem-
plo está Brasil, donde un expresidente puede
ser perseguido, y diputados, gobernadores,
78
líderes de partidos y empresarios procesados
y encarcelados. Eso no pasó de la noche a la
mañana porque esas instituciones fueron cons-
truidas en los años noventa.
Lo anterior llevó un periodo de maduración,
de acompañamiento ciudadano y voluntad po-
lítica. Eso es lo que nos hace falta encontrar y
apuntalar: despertar en la ciudadanía esa pre-
sión para que tengamos un fiscal como el juez
Moro, que no tiene ningún inconveniente en
pelear contra la corrupción porque sabe que su
chamba no depende del Presidente.
m: Usted comenta que esto también ocurre
por el diseño institucional. ¿Cuáles son sus
principales propuestas en este aspecto? Por
allí se habla de poner a trabajar a los dipu-
tados en las adecuaciones presupuestarias y
la creación de un Consejo Fiscal, entre otras.
LNG: La propuesta más clara es meterse con
el artículo 58 de la Ley Federal de Presupuesto
y Responsabilidad Hacendaria, lo que significa
quitarle el monopolio del juego al Ejecutivo. Si
se ha manejado así durante 100 años, decirle
“esto ya no puede ser”. De entrada hay que
cambiar el modo en el cual en los informes
trimestrales del gasto informan sobre movi-
mientos muy grandes, y los chicos hasta la
Cuenta Pública. Se tiene que informar de todos
los movimientos, si no en tiempo real, sí cada
tres meses. Tenemos que saber cómo se están
moviendo todas las variables, en dónde están
cortando el gasto y dónde incrementándolo.
El principal comienzo es que el gobierno tiene
que saberse vigilado e interpelado. Eso lo tenemos
que hacer institucionalmente, los diputados ten-
drían que estar obligados a dar una opinión sobre
estos cambios, y en el largo plazo tendríamos que
movernos hacia lo que hacen otros países para te-
ner un control efectivo. Por ejemplo, ahora Donald
Trump no puede construir el muro porque no se lo
aprobó el Congreso; si tuviera las leyes mexicanas
ya hubiera empezado porque podría haber ejerci-
do una adecuación presupuestaria.
m: ¿Cómo nos puede ayudar el SNA a modificar
el orden de cosas que se describe en el libro?
LNG: Creo que va a haber algunos cambios im-
portantes: por ejemplo, cuando la ASF detecte
alguna irregularidad, las va a litigar directamen-
te en tribunales administrativos, en lugar de es-
perar a que la PGR lo haga.
El problema es que no vamos a ver la ima-
gen completa mientras no tengamos el sistema
entero, y lo que le está faltando ahora es el fis-
cal anticorrupción.
Las transformaciones dependen de la chamba
que nos demos en los años que vienen. Lo prime-
ro es echar a andar el SNA completo y después
empezarle a dar insumos para que empiece a tra-
bajar y presionar para agilizar su operación.
m: Pone el énfasis en la participación de los
ciudadanos. ¿Cómo se encuentran las orga-
nizaciones de la sociedad civil que se dedi-
can a combatir la corrupción?
LNG: Pertenezco a dos: Nosotrxs, una iniciativa
encabezada por Mauricio Merino, y a Mexica-
nos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI),
que está mucho más acotada a un fenómeno.
Creo que la sociedad civil es diversa y tiene
muchas agendas, pero sus organizaciones se han
convertido, al menos, en un cuerpo intermedio, en
un agente que ha logrado, si no hacer cambios sus-
tantivos, si en volverse incómodo para el poder.
Ha sido natural también porque en este se-
xenio ha habido muchos retrocesos en muchas
áreas. Sobre el fenómeno del libro, las adecua-
ciones presupuestarias, la diferencia entre lo
gastado y lo presupuestado nunca había sido tan
grande como en esta administración en términos
absolutos. Nunca había sido tanto el dinero que
había estado en manos del gobierno, y que al
mismo tiempo no sepamos bien en dónde está.
Se han hecho esfuerzos muy aplaudibles: no
hubiera comenzado la caída de Javier Duarte
si no hubiera sido por los reportajes sobre sus
empresas fantasma hechos por Animal Político
junto con MCCI; Roberto Borge no hubiera sido
perseguido si no hubiera sido por un reportaje
que se hizo entre Expansión y MCCI; la deuda de
Moreno Valle no estaría siendo litigada si no hu-
biera habido una investigación, etcétera.
La detención de la mayoría de los exgober-
nadores viene aparejada, además, con la lucha
política en sus estados, por un componente de
la sociedad civil que está empezando a eviden-
ciar los robos y a ponérsele enfrente a quienes
están haciendo uso inadecuado de los recursos.
Creo que esa es la parte que ha empezado a
cambiar: los ciudadanos fuimos lo que impulsa-
mos la Ley 3 de 3, que puede tener muchas fallas
pero al menos es un primer saque. Eso a mí me da
mucha esperanza, porque sí podemos hacer co-
sas aunque estamos viviendo acoso por parte del
gobierno porque esto le resulta incómodo. Pero
en la medida que seamos más, que hagamos bola
y que vayamos juntos, pues habrá más posibili-
dades de que podamos lograr transformaciones.
m: ¿Cuál es el papel de los medios en esta
lucha? Usted destaca investigaciones pe-
riodísticas, pero también en una parte de la
prensa hay ataques al SNA.
LNG: Tenemos unos medios que todavía no han
definido bien cuál es su posición en la democra-
cia. Como todavía estamos en un momento de
cambios, han pasado de ser totalmente soldados
hasta ahora ser un poder.
Creo que lo que tenemos ahora son medios
con gran capacidad, y en los próximos años defi-
nirán hacia dónde van. Considero que en la medi-
da en la cual cambiemos la forma en que los pe-
riodistas se ven a sí mismos podremos también
empujar grandes transformaciones.
A mí me gusta mucho ver la situación de Es-
tados Unidos ahora que Donald Trump está ha-
ciendo un montón de salvajadas; quien se ha
convertido en uno de los muros a ellas ha sido
el periodismo. The Washington Post publicó aho-
ra un lema abajo de su título —que nunca había
cambiado en 150 años— que dice: Democracy
Ariel Ruiz — Debates
Dies in Darkness (La democracia muere en la os-
curidad). El papel de la prensa es necesariamente
evidenciar al poder.
Lo que necesitamos es que la prensa reconoz-
ca su nuevo papel en esta democracia: ya no po-
demos tener soldados del Presidente ni tampoco
quien esté chantajeándolo a él o a los partidos.
Debe asumir su responsabilidad.
Hay algunos medios que están empezando
a hacer la diferencia. Y allí es donde puede estar
la apuesta: que el periodismo puede cambiar las
cosas, que bien hecho puede ser libre y no depen-
der del gobierno. También debe abrazarse como
“El periodismo no es una isla
que trabaja sola sino que se
alimenta de la sociedad civil y
que es uno de los agentes claros
y necesarios del cambio.”
gremio porque los periodistas todavía están muy
dispersos, como lo hemos visto con las tragedias
que han pasado este año con los asesinatos de
colegas: hay un grupo que se solidarizó, mientras
que otro dio un paso hacia atrás.
Me gusta asumir que el periodismo no es una
isla que trabaja sola sino que se alimenta de la so-
ciedad civil y que es uno de los agentes claros y
necesarios del cambio. m
79
Debates — Rodríguez y Fonseca
Jesús Silva
Herzog-Márquez:
“La política es
un arte de la
compurgación”
Entrevista realizada por Francisco
José Rodríguez Escobedo y
Miriam Fonseca López
Profesores investigadores en el ICGDE de la BUAP.
esús Silva Herzog Márquez nació en la ciudad de México
en 1965. Es licenciado en Derecho por la Universidad
Nacional Autónoma de México y maestro en Ciencia
Política por la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Actualmente es profesor de tiempo completo de la Escuela de
Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monte-
rrey y analista político del diario Reforma.
Metapolítica: ¿Qué aspectos intervienen en el concepto de
nación desde la perspectiva de Mariano Otero?
Jesús Silva Herzog-Márquez: Mariano Otero es un pensador
que coloca en el centro de toda su obra la idea de la nación, lo
que trata de pensar es cuáles son todas las coordenadas insti-
tucionales, cuáles son las vías económicas, cuáles son las obras,
incluso podríamos decir en términos de ingeniería qué puede
hacer posible eso que ve la nación mexicana en esta visión de
la nación, ¿qué podemos encontrar en Mariano Otero?, hay eco-
80
nomía, hay historia, leyes, política, en primer lugar hay un re-
gistro del pasado, es decir, de qué manera nos marcan nuestros
antecedentes en términos de proyecto de coerción nacional, lo
que dice Mariano Otero es que lo más fácil que podíamos haber
hecho nosotros era independizarnos.
m: ¿La independización de México benefició o perjudicó la
construcción de la idea de nación en México?
JSHM: Años y décadas después de haberse consumado la separa-
ción entre México y España, reflexiona Mariano Otero y dice que
esto era lo sencillo, cortar el hilo, la cuerda que nos conectaba a
los españoles a Europa, pero ahora lo que tenemos que hacer es
lo difícil, que es construir la nación; habíamos nosotros accedido
a la independencia sin un proyecto común, sin una idea de nación
y sobre todo sin instituciones. Mariano Otero no es un hombre
que trate de ir a la condena del pasado, pero sí advierte una gran
falla del largo episodio colonial mexicano y que podríamos con-
trastarlo claramente con el episodio colonial de
nuestros vecinos y es el reclamo que le hace a la
colonia española de no haber sentado en el país
instituciones comunes, lo que hizo la Colonia,
dice Mariano Otero, fue borrar cultural, social y
espiritualmente todo el pasado que existía en es-
tas tierras; el gran problema del episodio español
en México fue su radicalismo, no fue una fusión,
no es a diferencia de lo que diría por ejemplo
Molina Enríquez, un episodio de mestizaje, sino
de imposición de una cultura sobre la otra que
borró recuerdos valores tradiciones y hábitos, lo
que quiero decir con esto es que Mariano Otero
está perfilándose como un pensador que advier-
te la importancia de los hábitos y las costumbres
de nuestras tradiciones.
m: ¿Cuál es la percepción de la política des-
pués del periodo independentista?
JSHM: La Colonia deja en el país independiente
una manera perversa de entender la conduc-
ta y es pensar que la política es una vía para la
aniquilación del otro; es la enseñanza de que a
la política la tenemos que entender como una
guerra, como una definición del enemigo y por
lo tanto del exterminio de aquel que no es como
nosotros, imposible diríamos con Mariano Ote-
ro que pueda construirse, que pueda cultivarse
sería una idea mejor, una idea nacional, si parti-
mos de esta idea de la política como una visión,
como una estrategia bélica del exterminio; para
él la política no era entonces la derrota del pasa-
do, la aniquilación del pasado, el establecer una
separación radical del futuro y lo que ha sido
antes, el espacio de la política tenía que ser una
orgánica combinación de tiempos, no un relevo
sino una integración de distintos momentos de
la historia, de tal suerte que en este país que ac-
cede a la Independencia, que accede al mundo
como un país formalmente independiente, lo
que es crucial es que México es un país deshila-
chado de la perspectiva, lo dice en dos trabajos
de una gran importancia, uno lo escribe en 1842
y el otro en el año trágico de 1847, el tono es
muy distinto: en 1842 es el escritor optimista
que piensa que todo está por hacer, pero que
puede hacerse, el de 1847 escribe un sociólo-
go desolado por la desgracia que ha sacudido al
país y que lo ha literalmente y geográficamente
roto. Mariano Otero piensa que en momentos
muy críticos sobre destinos, sobre la suerte de
México y a pesar de estar involucrado no sola-
mente en la reflexión sino también en la acción
política, Mariano Otero se aleja de esta acción
de la política como identificación de las perso-
nalidades, como una especie de apuesta con
uno de los barcos en contra y trata de entender
lo que sucede en México, trata de entender lo
que es México, qué es lo que configura sus re-
glas, sus hábitos, fundamentos de su nacionali-
dad, aun por costumbre.
No es entonces un pensador que se fuga a la
utopía, no creo que tenga un sentido de delinear
cuál es la cultura de México ideal, sino que tene-
mos que partir del México realmente existente,
la misión de la política en ese sentido no está en
catapultarlos hacia la utopía, sino a resolver pro-
blemas concretos, el aprender necesidades espe-
cíficas, es decir, necesitamos entrar a un diálogo
muy estrecho con las circunstancias y una de las
primeras advertencias que hacer y que tiene una
enorme relevancia en nuestro tiempo es la nece-
sidad de entender que todo está conectado, que
no se puede hablar de la política sino se entiende
cuál es el proceso económico que sucede, que
transcurre en el mundo real, que no se puede
hablar de las leyes sino se entiende el conflicto
social y la diferencia que existe entre las distintas
clases sociales, su visión es la visión del paisajis-
ta que lo integra todo y que puede encontrar la
relevancia de cada uno de los factores dentro de
este gran mosaico nacional.
m: ¿Es posible lograr la consolidación de una
nación en corto plazo o se requiere de un ex-
tenso periodo para conseguirlo?
JSHM: Es importante esta pregunta ya que
como bien señala Mariano Otero no es necesa-
Rodríguez y Fonseca — Debates
rio esperar a que llegue un salvador, un reden-
tor que salve a la patria y que invente la nación,
no hay atajos que podamos tener los mexica-
nos, no podemos hacer la obra de las décadas
en unos cuantos días, no podemos imaginar que
tronando los dedos se van a resolver los proble-
mas, la política implica que debe ser reconocida
siempre como elitista y se debe tener prudencia
para conocer los límites a la voluntad, la política
no es simplemente el antojo de quien lidera el
poder, podríamos encontrar también en Maria-
no Otero algo que vale la pena pensar en 2018
que es lo que tiene que ver con el efecto mo-
ral, qué efecto político tienen esta distribución
de la propiedad en México, cuál es el efecto,
no solamente en términos productivos de esta
concentración de la riqueza de esta existencia,
de riqueza en manos muertas que no se pone
en circulación, que no entra en el comercio, que
no se oxigena, lo que dice Luis Porto es que es
imposible pensar en relaciones de reciprocidad
cuando la economía tiene esta estructura, mar-
ca esas brechas y esos abismos sociales, impo-
sible pensar en la cooperación si nosotros en-
contramos esa división entre unos mexicanos y
otros, la visión por lo tanto de la nación que está
planteando Mariano Otero tiene que ver con la
manera de identificar un espacio no armónico,
no unitario, pero sí cooperativo donde pueda
pensarse, sentirse, la noción de pertenecer a un
proyecto y a una suerte efectivamente común.
m: ¿Considera que el bienestar y desarrollo
de México implica contar con una Constitu-
ción correctamente elaborada?
JSHM: Me parece que valdría la pena identificar
en ese momento esta discusión, porque esta
es otra de las discusiones que tenemos hoy en
México. México en 1842 también en 1847 se
debate sobre la expedición de una nueva Cons-
titución y se escuchan como se ha escuchado a
la largo de la historia las voces de quienes di-
cen: si tenemos una Constitución feliz resolve-
remos todos nuestros problemas, si nosotros
81
Debates — Rodríguez y Fonseca
hacemos una nueva Constitución resolveremos
el drama de México, porque es ahí donde están
la fila de nuestros problemas, no es lo que dice
Otero; lo que dice es otra cosa que me parece
muy importante de subrayar y que tiene que ver
no solamente con sus ideas de las instituciones
sino con su idea de la alianza crónica y es que
los artefactos institucionales no son valiosos
porque sean perfectos sino porque son respeta-
dos, no es una obra de ingeniería que tenga que
ser evaluada por la simetría de sus partes, por la
belleza de sus fórmulas, por la utopía de los que
están bosquejando, sino por ser simplemente
reglas que se acatan, que se respetan y para
ello es indispensable tener la veneración de la
sociedad y por ello dice que en asuntos consti-
tucionales la antigüedad es por sí sola una reco-
mendación, si tenemos duda mejor cuidemos lo
que ha existido, tengamos nosotros un apego al
pasado no porque sea perfecto, sino porque im-
plica que ha vivido ya la prueba de los tiempos,
esa ingenuidad de que lo nuevo es sabiamente
mejor que lo usado es algo que cuestiona Ma-
riano Otero, aquí está acentuado también que
una nación necesita del cuidado de estos árbi-
tros que deben irse renovando, desde luego,
pero también cuidado a lo largo del tiempo, es
la antigüedad una recomendación… ¿qué signi-
fica esto? Para el entendimiento de la política y
la nación, la política es entonces un arte de las
compurgación, no pueden ser las imposiciones
de un proyecto sobre las circunstancias, no pue-
de ser la victoria de un grupo sobre los otros,
sino que tiene que ser la fusión no solamente
de distintos grupos, de distintos partidos, de
distintas visiones del mundo, sino también la
conjugación de tiempos, el pasado, el presente
del pueblo, no lo habría escuchado él como una
crítica sino efectivamente como una capacidad
para encontrar el lado oscuro del mundo polí-
tico, hay que cuidarse, dice Mariano Otero de
las exageraciones, toda exageración conduce al
dolor, lo que nos dice, lo que nos advierte es que
82
“La Colonia deja en el país
independiente una manera
perversa de entender la
conducta y es pensar que la
política es una vía para la
aniquilación del otro.”
la política, esta política para la nación necesita
también del motivo de la moderación de las pa-
siones, la moderación de las enemistades o más
bien la eliminación de las enemistades para en-
contrar ese espacio común.
m: ¿Cuál es el concepto de nación que desa-
rrolla Mariano Otero?, ¿cuáles son las causas
por las que México no se puede clamar como
Nación?
JSHM: Una nación no es otra cosa que una gran
familia y para que esté fuerte y poderosa es ne-
cesario que todos sus individuos estén íntima-
mente unidos con los vínculos de interés y las
demás afecciones del corazón. En México no es
posible esta medida y hasta por convencerse de
ello, echando la rápida mirada sobre las diversas
clases que componen esta desgraciada socie-
dad, en México no hay ni ha podido haber eso
que se llama espíritu nacional porque no hay na-
ción. En efecto, si una nación no puede amarse,
sino cuando quiere y busca apoyos, elementos
para hacer su felicidad y bienestar al interior, de
ser respetado en el exterior, México no puede
propiamente clamarse una nación, esa es prác-
ticamente la última reflexión, México no es una
nación y México no es una nación porque haya
sido víctima de nosotros, no es una nación por
falta, por culpa y por imposición del poder, sino
porque no se han podido construir esos víncu-
los diría Mariano Otero, de interés, vínculos del
corazón; las naciones, dice un gran antropólogo
especialista en fenómeno de nacionalismo, son
comunidades imaginadas, nosotros no conoce-
mos a todos los mexicanos, pero tenemos de al-
guna manera la memoria de que nos ata cierto
vínculo, entre lo que sucede en alguna parte del
país y lo que sucede en otra.
Lo que plantea Mariano Otero me parece que
nos pellizca en la conciencia de manera muy pro-
funda, muy dolorosa, me parece que aún hoy es
que no existe o existen de manera muy precaria
esas condiciones objetivas para la imaginación
del mundo, Otero piensa entonces en la nación
sin recurrir a estas tretas del nacionalismo, no
está apelando a unir al fundador, no fabula de
lo que piensa en esta necesidad de encontrar un
espacio de suerte de ese tipo de lo que comparti-
mos todos, la imaginación, la aspiración nacional,
no tropiecen entonces con estos bellos del nacio-
nalismo, no hablen sólo del yo mismo, de xenofo-
bia, de odio del exterior, del extranjero, no es la
acción central, por el contrario dice él, el propósi-
to de la cuestión está atravesando un interés por
preservar la diversidad, por aumentar el diálogo,
una apertura, no recurren por tanto a los aspec-
tos económicos o culturales, no está tratando de
despedirse de autenticidad, si pudiera traducirse
en una palabra la utopía de nación de Mariano
Otero, sería, me parece, la desigualdad, el des-
orden, la ignorancia y el aislamiento han conspi-
rado en México para impedir el diálogo, la com-
prensión entre los mexicanos, no se trata por lo
tanto de abrir otro camino para México, sino de
asentar finalmente ese espacio.
m: ¿Cómo puede construirse el concepto de
nación después de haber vivido actos atro-
ces como los suscitados en Barcelona?
JSHM: El nacionalismo puede llegar a tener una
perspectiva tan amplia, el siglo XX tiene buenos
episodios del fanatismo nacionalista que ha re-
currido al terrorismo en distintos episodios, en
distintos momentos de la historia; yo creo que si
hay algo que puede unir a estas dos ideas es lo
que pensamiento literario va a examinar y es un
apetito humano, natural y saludable de encon-
trarse en casa, de tener principios, de estar ro-
deado de aquello que hace la vida confortable,
en donde encontrar en su lenguaje, en sus hábi-
tos, en su vida espiritual inclusive una serie de
símbolos, círculos que alojan al mundo. El gran
reto me parece es darle ese sentido de perte-
nencia a esa necesidad de encontrarse en casa
con otros, espacio para la tolerancia, para la di-
versidad, para la convivencia, en el momento en
que esa casa, esos hábitos, esas tradiciones, ese
idioma o ese Dios se imaginan en guerra con-
tra el otro, como lo que vimos en la deplorable
atrocidad en la ciudad de Barcelona, un permiso
para matar a los distintos, un permiso para ter-
minar la vida de inocentes con la justificación de
que hay un Dios que así lo ordena; me parece
que este es uno de los retos contemporáneos,
en la aceptación de que ese ser vivo otorgue
pertenencia del alojamiento cultural, es indis-
pensable para la vida de él.
m: Para el historiador Eric Hobsbawm no son
las naciones las que crean el nacionalismo sino
que éste es el que intenta absorberlas. ¿Puede
concebirse a México con una visión unitaria,
cultural, económica, dada la pluralidad técnica
lingüística y la marginada estratificación social?
JSHM: Esta pregunta tiene mucho que ver preci-
samente con la reflexión que dispara la conver-
sación de esta tarde, cómo puede realmente en-
contrarse ese espacio con un país tan marcado
por la desigualdad donde la diversidad cultural
es tan inmensa, tan rica; donde difícilmente po-
demos hablar como se había visto otras veces
de un México donde tenemos que hacer justicia
hablando de los muchos México. Lo que creo es
que la pertinencia de esa reflexión del siglo XIX
tiene que ver con la complejidad del proyecto
de construcción nacional en donde tiene que
haber una base ferviente que se respeta, que
tiene que ver con la pantalla contra la corrup-
ción, hay en algún modelo también en acción
anticipatoria de los males cívicos de la corrup-
ción porque México, dice Mariano Otero, se ha
convertido en el país de las transacciones, para
vivir tranquilamente los mexicanos estamos pa-
gándole a los ladrones, para que no nos roben
a nosotros. Tiene que haber una visión consti-
tucional o legal, tiene que haber un espacio de
“Una nación no es otra cosa que
una gran familia y para que esté
fuerte y poderosa es necesario
que todos sus individuos estén
íntimamente unidos con los
vínculos de interés y las demás
afecciones del corazón.”
la cultura, de la educación para tener una socie-
dad que tenga en alguna medida referentes co-
munes y para ser quizá no por la ambición de la
última línea del Laberinto de la soledad, pensar
cómo pudiéramos hacer dialogar a los mexica-
nos, pensándolos como contemporáneos.
m: Cuando se piensa en la cantidad de mexi-
canos, ilegales, indocumentados que se en-
cuentran en Estados Unidos hay quien habla
de un México sin frontera, no con una fron-
tera binacional, ¿influye esta paridad en la
idea de nación?
JSHM: Hay razón en el planteamiento de que el
determinismo no está en el paso de su territorio
exclusivamente, que México se desparrama ha-
cia el norte de manera muy importante; creo que
pensar la nación en ese sentido no es detenerse
en los espacios físicos del país, sino que también
representa un reto enorme de imaginar que hay
definitivamente un propósito, como un sentido,
como una cuerda de cooperación entre los mexi-
canos que vivimos de este lado de la frontera y
los que están del otro lado del territorio.
m: ¿El destino de México está estrechamen-
te unido al de Estados Unidos?
JSHM: Creo que en México no se puede pensar
más que en relación con Estados Unidos, Méxi-
co siempre se ha imaginado en relación con los
Estados Unidos, a veces reviviendo las aberra-
ciones de aquel país, a veces padeciendo sus
abusos y sus intervenciones, por eso creo que
la situación contemporánea de Estados Unidos
con este hostigamiento que tiene desde la pro-
pia casa presidencial es para mí tan complejo,
y tan históricamente profundo lo que sucede.
Pero de cualquier manera aludiendo a la pre-
gunta completa: ¿podemos nosotros imaginar-
nos un mundo en donde nuestra vida social,
económica no esté altamente influenciada por
Rodríguez y Fonseca — Debates
lo que sucede, lo que se hace en Estados Uni-
dos? Si se puede imaginar a México sin el Tra-
tado de Libre Comercio, ese acuerdo comercial
que puede terminar, las consecuencias serían
importantes para los tres países, pero no puedo
imaginar a México desligado de la suerte de lo
que sucede en ese país.
m: ¿Cómo construir una idea nación?
Las vías de construcción de la nación que men-
ciona Mariano Otero me parece que tienen esa
complejidad que habría que reivindicar en estos
momentos, un asentamiento de la legalidad, un
acercamiento de legitimidad pública que para él
es muy importante una representatividad que
aloje la diversidad mexicana, referentes educati-
vos, culturales que traten de combatir estos abis-
mos de formación que pueden existir en nuestro
país, que haya por lo tanto, a través de estos con-
ductos legales, económicos, a fin de cuentas esto
permee una vida de éxito, una gran familia arti-
culada por intereses y afectos del corazón.
m: ¿Cuáles son las razones históricas, es-
tructurales que explican la desigualdad en
México?
JSHM: Esta es una pregunta gigantesca, me
parece que sería un error identificar o pensar
que puede encontrarse una fuente que explica
la desigualdad, si la atacamos nosotros, podría
darse este cambio, quizá el ámbito que no so-
lamente preserva sino quizá hasta manipula la
desigualdad en nuestro país tiene que ver con el
ámbito educativo, creo que no hemos logrado
construir una escuela que empareje de alguna
manera el espacio, sobre todo no hemos cons-
truido una escuela que sea un ámbito republica-
no y en ese sentido creo que es una institución
por la que todos los mexicanos pasamos pero
que finalmente es una institución que más sepa-
ra, nos separa de la igualdad y justicia. m
83
 K arina B u s to s G ar c í A :

C entra l d e a b ast o s , e l v ientre d e l a ci u d a d

Paola Martínez Hernández

e Israel Covarrubias

U
na ciudad bulliciosa, explosión de olores y colores es la Central
de Abasto de la Ciudad de México. Su geografía compleja está
colmada de arquitecturas trazadas por la mezcla de texturas y
formas que le otorgan las pilas de frutas, verduras, plantas y hua-
cales que hacen largas filas hacia arriba, hacia abajo, al grado de perderse
en cantidades descomunales destinadas a alimentar a la gran urbe. Es “el
vientre de la ciudad”, para evocar a Zolá en su retrato sobre Les Halles, el
mercado central de París que se volvió un actor esencial de la historia de la
luminosidad de aquella ciudad, hoy inexistente salvo en la memoria de sus
habitantes.
De entre la marea de formas y tonalidades, la lente de Karina Bustos nos
muestra, como verdaderos oasis, una serie de estructuras caprichosas que
surgen de la fiesta de sensaciones permanente que deviene resultado del
encuentro de todo lo que se produce en el campo de este país y del mun-
do. Casi podemos “respirar” a través de sus fotografías los gustos que cada
imagen despide al mirar su composición interna: cañas, cebollas, plátanos,
manzanas…
Las fotografías de Karina pertenecen al orden de lo sensible, donde los
personajes clave de esta ciudad toman por asalto el imperio caótico que nos
alimenta: carretilleros, comerciantes, camioneros, todos ellos son Hércules
contemporáneos de rostros risueños, a veces vencidos por el sueño y el
cansancio, que transportan productos contra toda ley de gravedad. Mujeres
realizando trabajo pesado enmarcadas en la inmensidad de sus mercancías
nos cuentan y nos comparten el quehacer diario en la imagen captada por la
fotografía de Karina Bustos.
Viaje de Gulliver donde pequeños personajes pululan entre una pila de

P ortafolio
cañas que deviene un bosque, donde surgen edificios de formas perfectas
constituidos por las cajas vacías, donde las montañas y colinas son de lechu-
gas o flores.

T A M A Ñ O Y A L M A SE N A J E - K arina B ustos

(01/13)
 P ortafolio Central de Abastos, el vientre de la ciudad

(02/13)
C A R R E T I L L E R O S - K arina B ustos

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C A R R E T I L L E R O S - K arina B ustos

P ortafolio Central de Abastos, el vientre de la ciudad

 Central de Abastos, el vientre de la ciudad

Central de Abastos, el vientre de la ciudad

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 P ortafolio Central de Abastos, el vientre de la ciudad

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P ortafolio Central de Abastos, el vientre de la ciudad

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V E R DE P L Á T A N O - K arina B ustos

P ortafolio Central de Abastos, el vientre de la ciudad

 Central de Abastos, el vientre de la ciudad

Central de Abastos, el vientre de la ciudad

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Z O N A E N V A SES V A CÍ O S - K arina B ustos Z O N A E N V A SES V A CÍ O S - K arina B ustos

(12/13) (13/13)
Imprenta Pública — Fernández, Zamitiz y Talavera
Maquiavelo, vigencia y
necesidad de un clásico
El arte de la alta política
Por José F. Fernández Santillán*
M
aquiavelo está enterrado en la Basilica della Santa
Croce (Basílica de la Santa Cruz) en Florencia. Su tum-
ba tiene el siguiente epitafio: “Tanto Nomini Nulum
Par Elogium”. O sea, “No hay elogio que alcance a tan
alto nombre, Machiavelli”. En esa Iglesia están enterrados algunos
de los grandes florentinos: Michelangelo Buonarroti, Galileo Gali-
lei, Gioachino Rossini. A la entrada del templo hay una estatua de
otro de los grandes hijos de Florencia, Dante Alighieri, pero sus
restos no están allí. Fue condenado al exilio y murió en Ravena en
1318. Fue enterrado en la Iglesia de San Pier Maggiore llamada
más tarde San Francisco de Asís.
*
Profesor de Humanidades en el Tecnológico de Monterrey (campus Ciudad de
México).
98
Florencia, su ciudad natal, lamentó el exilio de Dante. En
1829 se construyó una tumba para él en Florencia, precisamen-
te en la Basílica de la Santa Croce. Ese sepulcro ha estado vacío y
el cuerpo de Dante permanece en Ravena. Al frente de la tumba
de Florencia se lee: “Honrad al más alto poeta”.
Sin duda Maquiavelo se encuentra entre los hombres más
inteligentes y creativos que haya dado Florencia y está en bue-
na compañía allí con esos otros gigantes de la historia univer-
sal. Por eso, como bien dice Israel Covarrubias en las primeras
líneas de este libro: “Después de cinco siglos, Nicolás Maquia-
velo no ha dejado de llamar la atención de investigadores,
estudiantes, políticos profesionales, religiosos, periodistas, así
como el vasto público de seguidores de diversas extracciones
que el pensador florentino convoca… su figura y sobre todo su
altura intelectual es persistente en el campo de la teoría políti-
ca moderna y contemporánea. Por ejemplo, si nos adentramos
en el campo de pensamiento y de la teoría política contem-
poránea, veremos que algunos de los más grandes teóricos y
filósofos políticos de nuestro tiempo le han dedicado estudios
a su obra, y en muchos casos son contribuciones que al día de
hoy siguen sin ser superadas” (pp. 9-10). Aquí no pretendo ci-
tar a todos los autores contemporáneos que Israel enumera;
pero sí vale la pena destacar algunos de ellos: Hannah Arendt,
Raymond Aron, Isaiah Berlin, Norberto Bobbio, Federico Cha-
bod, Antonio Gramsci, George H. Sabine, Leo Strauss.
Y viene la pregunta que comparto con Israel: ¿Para qué sir-
ve leer a Maquiavelo hoy? Y contesto, de acuerdo con lo que
me enseñó mi maestro Norberto Bobbio: porque es un clásico.
Bueno, pero entonces ustedes, con toda razón me pregunta-
rán: ¿Y qué es un clásico? El profesor turinés responde: un clá-
sico reúne tres características: 1) Es un auténtico intérprete de
su tiempo; 2) Construyó un sistema original de ideas; 3) De ese
sistema nos seguimos valiendo para interpretar parte de nues-
tra realidad. Es la cita que hace Israel, justamente, en la página
13 de la introducción del libro.
Fernández, Zamitiz y Talavera — Imprenta Pública
Israel Covarrubias (coord.), Maquiavelo.
1 Una guía contemporánea de lectura
sobre lo político y el Estado, Ciudad de
México, Taurus, 2017.
En efecto, Maquiavelo llena a plenitud esos tres requisitos.
En sus obras proporciona detalles pormenorizados de su época,
o sea, no sólo de Italia, o mejor dicho de lo que no era políti-
camente hablando Italia. Porque aquella península no era un
Estado unitario, sino un conjunto de reinos en conflicto entre
sí; prevalecía la anarquía a la que mucho contribuía el Vaticano
con una de las partes en conflicto. Pero, además, Maquiavelo
muestra las condiciones en las cuales se encontraba Europa.
Para ilustrar aquella situación se valió de un sistema original
de ideas. Nadie antes de él había mostrado en toda su crudeza
la realidad de la política desprendida de consideraciones religio-
sas, morales, jurídicas o de cualquier otro tipo; es decir, expone
lo que es el tema fundamental de la política, el poder. Por ese
motivo sigue siendo actual. No ha habido pensador que lo haya
superado en cuanto a la descripción de lo que es la lucha descar-
nada, sin piedad ni escrúpulos para dominar a otros.
Proporciona ejemplos a granel no para que se sigan con
reglas fijas los procedimientos que cada cual utilizó, sino para
que se conozca su proceder. Como sucede con el ajedrez.
Hay que aprender lo que han hecho los grandes maestros y
las grandes jugadas que los llevaron a sobresalir. Jamás habrá
una partida igual, pero por lo menos uno se da la idea de cuá-
les son las reglas básicas para no caer en errores y para seguir
el sendero del éxito.
Por cierto, aunque Maquiavelo en El príncipe habla y elogia
a Lorenzo de Medici y César Borgia, la verdad —y en el propio
libro lo dice— el hombre que más se acerca al ideal del gran
estadista es Fernando de Aragón; ¿por qué? Porque él, el rey
de Castilla y Aragón, iba camino a lograr una integración políti-
ca de la península ibérica. Allí radica la diferencia entre la alta
política y la politiquería. La alta política consiste en construir y
mantener el Estado: resolver el problema de la violencia, con-
centrarla en la cúspide para que nazca el poder público y tenga
a freno a los recalcitrantes, a los señores de horca y cuchillo;
politiquería es vivir en medio de las intrigas, las traiciones y las
99
Imprenta Pública — Fernández, Zamitiz y Talavera Fernández, Zamitiz y Talavera — Imprenta Pública

““Después de cinco siglos,
Nicolás Maquiavelo no
ha dejado de llamar la
atención de investigadores,
adulaciones convenencieras para ver cuál es el
puesto o la posición inmediata en la que el aspi-
rante se puede colocar.
El tema central de Maquiavelo es la construc-
ción del Estado-nación secularizado que Hegel,
siglos después, retomaría en su escrito sobre La
constitución de Alemania. Por ello, el pensador
alemán escribe en la parte dedicada a “La liber-
tad y el destino”: “En el Estado alemán la univer-
salidad que tiene el poder como fuente de todo
derecho ha desaparecido, porque se ha aislado,
haciéndose un particular. La universalidad, en
consecuencia, está presente tan sólo como pen-
samiento, no como realidad” (G.W.F. Hegel, “Li-
bertà e destino”, en Id. Scritti politici, Turín, Einau-
di, 1974, p. 11). A esta perspectiva se refiere uno
de los autores que participan en este volumen,
Pablo Tepichín Jasso quien escribe: “la observa-
ción de Hegel, quien describe a Maquiavelo como
un genio que, comprendiendo las demandas de
su época, vio la idea de la unión de pequeños
principados en un todo coherente, acaso aquel
proceso de unificación sirviera tangencialmente
primera década de Tito Livio? Para llevar a cabo
ese proyecto se sirvió de Polibio (200-118 A.C.).
Y no fue simplemente con afanes de erudición
o de conocimiento histórico, sino para traer a
su tiempo y al nuestro la validez de la república.
Por cierto, un clásico contemporáneo —si
vale la expresión— John Rawls, en un libro mu-
cho menos conocido que su clásica obra Una teo-
ría de la justicia (1971), o sea, en The Lectures on
the History of Political Philosophy dijo una cosa
muy cierta acerca del motivo por el cual enseñó
a los clásicos del pensamiento político: “Ciertas
máximas me guiaron en proceder de esta mane-
ra. Siempre supuse, por ejemplo, que estos escri-
tores que nosotros estuvimos estudiando fueron
más inteligentes que yo. Si ellos no lo fueron,
¿para qué perdería mi tiempo y el de mis estu-
diantes?” (John Rawls, Lectures on the History of
Political Philosophy, Cambridge, Massachusetts,
Harvard University Press, 2007, pp. XIII-XIV).
Maquiavelo nunca escribió la frase: “el fin
justifica los medios”. Simple y sencillamente
no se encuentra en ninguna de sus obras. Así
sus escritos no dejan de aparecer ciertos rasgos
utópicos. Es lo que Ermmano Vitale ha llamado
el realismo-utópico de Maquiavelo.
Para usar la terminología hobbesiana a la
que recurre Franco Gamboa Rocabado en su ca-
pítulo “Lo profano y la fuerza de la inmoralidad
en política. Una intepretación de Maquiavelo y
Hobbes”, lo que hoy es Italia se encontraba en
el estado de naturaleza, es decir, en una guerra
de todos contra todos. El reto era pasar a la con-
dición política; es decir, a la edificación de un
poder unitario, del Estado nacional que expro-
piara a las fuerzas particulares que mantenían
en la zozobra a las sociedades subyacentes. Im-
poner la paz, esa era la tarea del príncipe.
La motivación de Maquiavelo fue, en conse-
cuencia, “escribir cosas útiles para quienes las
lean, por lo que juzgo más conveniente seguir la
verdad efectiva [la verità effettuale] de la cosa,
que cómo se imagina”. Y aquí la gran discusión
porque cada quien interpreta a su manera esa
“verdad efectiva” o, mejor dicho, cada quien la
interpreta según su conveniencia. Especialistas
la modernidad. Es más, para qué sirve una Fa-
cultad de Ciencias Políticas y Sociales donde las
ideas y el intercambio respetuoso de argumen-
tos es lo que fomenta la cultura.
De verdad hay que preocuparnos cuando ex-
presiones de este tipo se ventilan a los cuatro
vientos en nuestro país. Quiere decir que no
sólo la democracia anda mal, sino que la política
mexicana acusa una pronunciada decadencia.
Para eso sirve Maquiavelo para recuperar
la dignidad de la política; como reivindicación
del pensamiento y de la inteligencia al servi-
cio de una causa colectiva. Para explicar a la
gente y, en especial a los jóvenes, que desde
la antigüedad ha habido personas de gran
valía que han reflexionado concienzudamen-
te acerca de temas como la formación de las
comunidades políticas, la estructuración de
los regímenes políticos, la diferencia entre le-
galidad y legitimidad, el proceso civilizatorio,
la cultura como elemento de avance hacia me-
jores niveles de desarrollo, la discusión sobre
la consolidación del poder público y los límites
cipal es guiar a los lectores y estudiosos de un
autor que no ha dejado de llamar la atención
a un vasto público de seguidores de diversa
extracción. Convocados por el coordinador de
la obra Israel Covarrubias, considero que esta
misma presentación es ya un coloquio sobre el
secretario florentino.01
Coincido, en el sentido, de que la persisten-
cia académica, histórica y política de Maquiave-
lo se debe en gran medida a la sencillez de su
reflexión. También que con frecuencia un autor
se vuelve clásico en el campo de la teoría po-
lítica a partir del reconocimiento que le otorga
la “fuerza” y la consistencia de su obra o como
escribió Isaiah Berlin, “su originalidad”.
Permítanme traer a esta mesa una evocación
del gran Umberto Eco cuando escribe que “Es
bueno ser un enano subido sobre los hombros de
un gigante” refiriéndose a conocer la obra de un
autor clásico como Nicolás Maquiavelo, a lo que
un servidor añadiría, el reto es encontrar cual es
la “unidad interna” de esa obra, pues cuando em-
pezamos a subirnos a los hombros de ese gigante,

estudiantes, políticos
de inspiración para que el filósofo de Stuttgart,
elaborara su espíritu absoluto” (p. 68).
profesionales...” De allí la diferencia entre la historia de las
ideas políticas y la filosofía política. ¿En qué
consiste esa diferencia? Las categorías usadas
por un autor en su época pueden seguir siendo
válidas y ser utilizadas también por otros auto-
res en otras épocas. Dicho de otro modo: de una
parte, bien puede preguntarse y ser válido ¿cuál
fue el contexto en el que Maquiavelo escribió
El príncipe? (esta es la tarea a la que se avoca
el capítulo de Herminio Sánchez de la Barquera
y Arroyo, “El contexto sociocultural de Nicolás
Maquiavelo”. Perspectiva que comparte Rober-
to García Jurado en su capítulo “Maquiavelo: la
educación y formación de un humanista.” De
hecho, la segunda parte del libro se titula Excu-
siones en la historia: Estudios de contexto). Por
eso vale la pena cuestionarse ¿por qué Maquia-
velo se embarcó en una obra de mucho mayo-
res vuelos como fueron los Discursos sobre la
interpretaron algunos despistados el mensaje
del capítulo XVIII de El príncipe. Según estos in-
térpretes atolondrados entonces se vale de todo
con tal de conseguir lo que yo quiero. Cualquier
medio que yo utilice para obtener mi propósito
es válido. A ellos, hay que voltearles la perspec-
tiva. En efecto, las cosas cambian cuando se in-
vierte la susodicha frase: ¿En política todos los
fines son justificados? Maquiavelo responde, no;
Para Il segretario della signoria no cualquier fin
es válido en política. El propósito de la política
es el de crear y mantener el Estado como cuerpo
colectivo de la nación. Construir una institucio-
nalidad capaz de imponer el orden y evitar el
regreso a la barbarie. Lo impresionante de Ma-
quiavelo es que en su época no existía un Esta-
do Italiano; eso se logró hasta la época en que
se forjó la unidad política de Italia con Vittorio
Emmanuele II, el Conde de Cavour y Giusseppe
Garibaldi en 1870. Y aquí surge la gran discusión:
ciertamente Maquiavelo fue un realista, pero en
como Ermanno Vitale, Federico Chabot o Luigi Fir-
po están lejos de interpretar a Maquiavelo como
un cínico que justifica toda clase de artimañas
con tal de conseguir el poder personal. Más bien,
ellos ven en esa “verdad efectiva” una carga de
ideales, que también deben ser tomados en cuen-
ta para entender el proceder de las personas. Una
política con una proyección hacia metas colecti-
vas. Eso es lo que la distingue de esa politiquería
que los políticos de baja estofa practican.
Desde este mirador se ve más claro el lamen-
table espectáculo al que asistimos hoy en día en
nuestro país: prevalece más la politiquería que
la política. De allí que campee la frivolidad, el
análisis político superficial, el marketing, las en-
cuestas, los spots, la falta de ideas.
Para quienes entienden la ciencia política
como numerología las ideas salen sobrando. Lo
importante es hacer vaticinios aunque después
la realidad los desmienta. Entonces, dónde que-
dan Maquiavelo, los clásicos de la antigüedad y
a las atribuciones de los gobernantes, las rela-
ciones entre los Estados.
Acaso para lidiar con esta situación valga la
pena recurrir a Hannah Arendt quien dijo: “En
nuestro tiempo, si se quiere hablar sobre la
política, debe empezarse por los prejuicios que
todos nosotros tenemos, si no somos políticos de
profesión, albergamos contra ella… los prejuicios
se anticipan, van demasiado lejos, confunden
con política, aquello que acabaría con la política”
(Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, Barcelo-
na-Buenos Aires-México, Paidós, 1997, p. 49).
De la naturaleza del poder a la
lógica del pensamiento político
por Héctor Zamitiz**
El libro que presentamos es una obra realizada
con una gran imaginación sobre el pensamien-
to de Nicolás Maquiavelo, cuyo objetivo prin-
solamente vemos partes aparentemente inco-
nexas y sin duda, el libro que presentamos, con-
tribuye a entender la unidad interna de la obra
de Nicolás Maquiavelo en su tiempo y su espacio,
pero proyecta su sabiduría hasta nuestros días.
Esta guía contemporánea de lectura sobre
lo político y el Estado se integra en dos partes,
una llamada incursiones en el léxico político (es-
tudios conceptuales) y otra denominada Excur-
siones en la historia (estudios de contexto). Un
ejemplo de la primera es el capítulo de Hernán
**
Profesor investigador adscrito al Centro de Estudios
Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
de la UNAM.
01 � El autor se refiere a la presentación del libro que
tuvo lugar el día 15 de marzo de este año en la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde par-
ticipó junto al Dr. José Fernández Santillán, Dr. José Ma.
Calderón Rodríguez, Dr. Francisco Piñón Gaytán y el Dr.
Israel Covarrubias.

100 101
Imprenta Pública — Fernández, Zamitiz y Talavera
Gabriel intitulado “Castruccio Castracani o de la
Virtú en acto”, y un ejemplo del segundo es el
de “Maquiavelo: la educación y formación de un
humanista de Roberto García Jurado”.
El hilo conductor que vertebra las aportacio-
nes de los 11 escritores logra que este libro sea
una obra de hermenéutica sobre el pensamiento
de Maquiavelo en dos sentidos: porque es un
autor necesario para cualquier curso de teoría
política y para cualquier reflexión sobre la historia
del tiempo presente de la política, “puesto que
muestra los ángulos centrales del arte de lo polí-
tico”, así como por la valorización de nuestro pro-
pio tiempo histórico, a partir del estudio de los
conceptos maquiavelianos para el planteamiento
de algunos problemas políticos “comunes” como
es precisamente el fenómeno del ejercicio del po-
der en sociedades y épocas de cambio.
Podemos afirmar que Nicolás Maquiavelo
escribió su obra con un naturalismo que a veces
no nos deja ver la profundidad y originalidad de
la misma, pero los especialistas en teoría política
se han encargado no sólo de que lo apreciemos,
sino de que usemos su sabiduría y la proyecte-
mos en la actualidad.
Recordemos, por ejemplo, “el hombre parece
un ave sobre su presa, pero no se da cuenta que
otra ave mayor vuela arriba de él para hacerlo
su presa”, o bien la relación príncipe-pueblo me-
diante el uso de la metáfora sobre el valle y la
montaña, o bien la tipología del zorro y el león,
que fue usada por Vilfredo Pareto para clasificar
el comportamiento de los grupos económicos.
Por esta razón es que Maquiavelo puede con-
siderarse un autor clásico-contemporáneo y este
libro que se suma a una cauda de interpretacio-
nes, muestra la vigencia de su pensamiento.
Con Maquiavelo debemos aprender a pen-
sar en la naturaleza del poder, en la virtud y
en la fortuna, en cómo llegan los hombres al
poder, el papel de la fortuna y de la virtud en
estos procesos, la condición que les establece
la necesidad en el movimiento generado por la
dinámica propia del poder; en las buenas leyes
102
y las buenas armas, en el papel de los ejércitos
propios y el cuidado que debe existir de la ac-
tuación de los mercenarios.
Tenemos que aprender a pensar en la cues-
tión del orden político, como se configura y
cuáles son las formas que este asume en la larga
construcción que el hombre ha llevado a cabo
para gobernar; es decir formas de gobierno
dentro de un Estado que es personificado de
muchas maneras y que, como ente concreto,
pero a la vez aparentemente etéreo, tenemos
que pensarlo, y repensarlo permanentemente.
Conviene enfatizar, como señala Israel Cova-
rrubias, que en nuestros días no existe una sola
disciplina, unitaria y científica que pueda nave-
gar en completa soledad en el profundo océano
que representa la política y mucho menos a tra-
vés de la especificación histórica y conceptual.
Una de las cuestiones que atrae a muchos
cuando estudiamos a Nicolás Maquiavelo, es el
comportamiento del hombre en su relación con
el ejercicio del poder. Esta es la razón de que
Maquiavelo sistematice una serie de aforismos
que fueron extraídos como reglas generales de
un conocimiento que se construye con dificul-
tad pero que ahí está en sus obras: el inicio de
una teoría política que debe ser vista atempo-
ral, pues su objeto de estudio, a pesar de haber
sido escrita en un contexto, trasciende como lo
demuestra este libro hasta nuestros días.
A la distancia, lo comprendo, es común que
uno lea a Nicolás Maquiavelo buscando los
consejos prácticos para entrar al mundo de la
política, pero esto no es mecánico, toda vez que
la realidad no se presenta como uno quisiera,
por el contrario, es a partir de comprender los
componentes de la obra de un pensador, como
nosotros podemos vincularla con la realidad
que nos ha tocado vivir.
Los capítulos del libro son realmente traba-
jos muy bien elaborados, no quisiera decir por
especialistas, sino por teóricos políticos de alto
nivel, que además logran entablar un diálogo
con otros filósofos y teóricos que han discutido
la obra maquiaveliana. La bibliografía referida en
cada capítulo comprueba esta aseveración. Esto
también se comprueba cuando ninguno de los
autores aborda el problema de la leyenda de Ma-
quiavelo, o lo ve como un mito, construido por
sus enemigos que fueron muchos. Tampoco se
observa una “sobreinterpretación” como advir-
tió del riesgo el autor Franco Gamboa Rocabado.
Un capítulo sin duda relevante es el de Pablo
Tepichín Jasso intitulado “La Veritá effettuale
de Maquiavelo”. Recordemos que Maquiavelo
no estuvo interesado en escribir sobre formas
imaginarias de gobierno (no porque no tuviera
imaginación, por el contrario) optó por escribir
con un realismo al que llamó la veritá effettuale
della cosa a lo que podríamos llamar la “realidad
efectiva de las cosas”, y es en este sentido que el
florentino es un punto de inflexión, es decir “un
cambio en relación con la realidad, y en ésta, por
supuesto en la comprensión moderna de la polí-
tica; una nueva actividad hecha por los hombres,
apartándose de las virtudes judeocristianas de
resignación, humildad y contemplación, y despo-
jándose, poco a poco de sus crisálidas medieva-
les, participando en el renacimiento con un realis-
mo espiritual llevado a su excelsa comprensión”.
Es necesario no perder de vista el problema
del lenguaje desarrollado por Nicolás Maquia-
velo, cuestión de la que se preocupa Covarru-
bias como autor de uno de los capítulos.
Que importante que el libro colectivo que
comentamos le de importancia a sus Escritos
políticos menores del florentino, pues son ver-
daderos “análisis de situaciones” de su trabajo
como embajador de la segunda cancillería flo-
rentina, así como de sus obras literarias, tales
como la Mandrágora y El Archidiablo Belfegor,
obras que demuestran tanto su sensibilidad,
como otra de sus vocaciones además de la his-
toria, la literatura.
Quiero reconocer a este grupo de investiga-
dores, a los nacionales y a los extranjeros, pues
la interpretación que llevan a cabo del pensa-
miento del secretario florentino, los coloca en
una generación de teóricos políticos, pues con-
viene señalar que hay pocos, frente a la necesi-
dad existente de comprender la complejidad de
lo que anima a los movimientos sociales y polí-
ticos a nivel ideológico y doctrinario, mediante
un uso adecuado de la teoría política.
La eterna actualidad de Maquiavelo
Por Hugo Tavera Villegas.***
“E volendoli propi, convie-
ne andare alla fonte
donde quella lingua ha auto origine”
Maquiavelo, Discorso o dialogo
in torno alla nostra lingua.
Quinientos años después de compuesta su
obra, Maquiavelo continúa atrayendo la aten-
ción de un número importante y muy diverso
de lectores. De hecho, durante los últimos
años el número de libros, artículos, dossiers y
conferencias dedicados al secretario florentino
no ha hecho sino aumentar significativamente,
crecimiento en parte motivado por el 500 ani-
versario de composición de su célebre escrito
sobre los principados en el año 2013.02 Ma-
quiavelo: una guía contemporánea de lectura
sobre lo político y el Estado, si bien no se limita
a ofrecer una lectura de El Príncipe, puede ser
inscrito dentro de esta tendencia general, a la
que puede incluso denominarse como un nuevo
“momento maquiavélico”. El libro está confor-
***
Miembro del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia
Universidad Católica de Chile.
02.. El Príncipe fue en realidad publicado póstumamente,
en 1532. Que 1513 se tome como la fecha de su composi-
ción se lo debemos a la célebre carta de diciembre de ese
año que Maquiavelo escribe a su amigo Francesco Vettori
en la que le cuenta que ha “compuesto un opúsculo De
Principatibus, donde profundizo todo lo que puedo sobre
este tema, disputando qué es principado, de cuáles espe-
cies son, cómo se adquieren, cómo se mantienen, por qué
se pierden” (Maquiavelo, 2013: 138). Entre las publicacio-
nes relacionadas con este aniversario se encuentran los
libros de Erica Benner (2013), Miguel Vatter (2014), Filippo
del Lucchese (2015), Maurizio Viroli (2014), entre otros.
Fernández, Zamitiz y Talavera — Imprenta Pública
mado por diez ensayos, escritos por diversos
especialistas en la obra del florentino, agrupa-
dos en dos partes. En la primera (“Incursiones
en el léxico político. Estudios conceptuales”) se
analizan algunos de los principales términos del
léxico maquiaveliano, mientras que en la segun-
da parte (“Excursiones en la historia. Estudios
de contexto”) las distintas contribuciones se
proponen describir el modo en el que el contex-
to político-cultural y la propia biografía de Ma-
quiavelo se ven reflejados en su teoría política.
En el primer ensayo, “Castruccio Castracani,
o de la virtù en acto”, se ofrece una interpreta-
ción de La vida de Castruccio Castracani, libro en
general ignorado por los lectores de Maquiavelo,
que tiene por objeto mostrar el vínculo existente
entre el concepto maquiaveliano de virtù y sus
reflexiones sobre el Estado. Más precisamente, “El hilo conductor que
el tema del ensayo es el de la virtù necesaria para
vertebra las aportaciones
tener éxito en la empresa considerada por Ma-
quiavelo la más difícil de todas, a saber, la de la de los 11 escritores logra
fundación de un Estado.03 “El momento fundacio- que este libro sea una
obra de hermenéutica
nal del Estado –escribe Borisonik- requiere de la
potencia y virtud de un héroe individual que con
su masculinidad atraiga y domine a la fortuna” (p. sobre el pensamiento
34).04 Para el autor, la figura de Castruccio tendría de Maquiavelo”.
una especial importancia en la medida en que
ésta encarna las virtudes políticas que el príncipe
nuevo debía poseer en orden a tener éxito en la
fundación del Estado. Castruccio, de hecho, se-
gún Borisonik, ilustra a la perfección “las ilusio-
nes maquiavelianas de despertar la valentía y la
voluntad de algún hombre virtuoso, cuyo ímpetu
pudiera unificar a Italia” (p. 40).
Relacionado con lo anterior, la vida de Cas-
truccio es también una vía para representar, en
un lenguaje distinto al utilizado en El Príncipe y
en los Discursos, las tensiones entre virtù y for-
03� “Tengamos en cuenta que no hay cosa más difícil de
tratar, ni en la que el éxito sea más dudoso, ni más peli-
grosa de manejar, que convertirse en responsable de la
introducción de un nuevo orden político” (El Príncipe, a
continuación P, 6).
04 Para un análisis de la retórica masculinista de Ma-
quiavelo, véase Pitkin (1999).
103
Imprenta Pública — Fernández, Zamitiz y Talavera Fernández, Zamitiz y Talavera — Imprenta Pública

“Las contribuciones se
proponen describir el
modo en el que el contexto
político-cultural y la propia
tuna en un caso preciso. Al respecto, Borisonik
destaca que en Maquiavelo encontramos un
modo de valoración por completo desligado
de los mandatos éticos de carácter universal.
Para Maquiavelo, señala correctamente, las
acciones deben valorarse no por su adecuación
a nociones abstractas preconcebidas sino por
los efectos que producen dentro de un con-
texto en constante movimiento. La virtù, por
ello, es siempre “virtud en acto (es decir, en un
tiempo y en un espacio)” (p. 39). Otra cuestión
que aparece mencionada en el ensayo es el de
la relación entre el príncipe nuevo y el pueblo.
Borisonik señala en este sentido que “el apoyo
civil al poder político también es un tema recu-
rrente en las obras de Maquiavelo” (p. 38). La-
mentablemente, quizá por razones de espacio
no se extiende sobre este punto. Un análisis
más detallado de esta cuestión habría servido
no sólo para vincular aún más estrechamente
este texto “menor” con las obras teóricas del
florentino, sino también hubiera echado luz so-
tres resortes mencionado: potencia, cálculo y
conquista” (p. 71). No el tiempo concebido en
términos lineales o teleológicos, sino uno abier-
to a las intervenciones capaces de contempo-
rizar con él, suspenderlo o incluso crearlo. No
obstante, salvo en su discusión sobre el cálculo,
esta línea de razonamiento no se sigue en de-
talle, así como tampoco se la vincula de modo
explícito con la problemática del conflicto.
Acerca del cálculo, el autor sostiene que éste
no implica en Maquiavelo un ejercicio delimita-
do por una estrategia fija y predeterminada. Al
ser realizado siempre en un espacio caracteriza-
do por la contingencia y el des-orden, el cálculo
es necesariamente “infinito”, ya que el sujeto
no puede dejar de sopesar continuadamente los
resultados de sus acciones al interior de un hori-
zonte en perpetuo movimiento. Su discusión so-
bre la categoría de potencia la comienza hacien-
do referencia al capítulo 18 de El Príncipe, en
particular al pasaje en el que Maquiavelo apela
a la figura del centauro Quirón y a la necesidad
nados que adquiere la forma de una relación de
poder” (p. 79). De este modo, el conflicto entre
humores sería la base de la conquista y la tarea
de mantenere lo stato, señala correctamente,
pasaría a depender de la complementariedad
entre la virtù o fuerza del príncipe y el deseo
del pueblo de no ser dominado. En lo que estoy
en desacuerdo es con la afirmación de que esta
comprensión de la dinámica política implicaría
una suspensión del momento político, esto es,
de la conflictividad entre las partes de la ciudad.
Al hacer del conflicto el fundamento de la socie-
dad y, por ende, del poder del príncipe, Maquia-
velo señala, por el contrario, que aquél es una
condición ineliminable de la vida política y que,
antes que su erradicación de la ciudad, el desa-
fío es hacerlo productivo institucionalmente.
En el siguiente ensayo, “Maquiavelo como
textualidad estratégica”, centrado en El príncipe,
este libro es concebido como “un dispositivo tex-
tual” pasible de ser “usado por cualquiera de los
polos en las relaciones de poder” (p. 101). Desde
En “El Príncipe traduttore traditore: obstáculo
y preludio para una ética política secularizada”,
Javier Franzé se propone analizar la relación
entre virtù y naturaleza humana “con el objeto
de ver si la política construye sujetos/actores o
se encuentra con elementos prepolíticos como,
por ejemplo, la naturaleza humana” (p. 117). La
parte medular del texto tiene que ver con lo que
se puede denominar las condiciones de ejercicio
de la virtù. Estas hacen referencia a dos cuestio-
nes interrelacionadas: la relación entre príncipe
y gobernados, por un lado, y la diferencia entre
las exigencias de las éticas política y privada, por
el otro. Franzé afirma que el príncipe se halla en
una situación paradójica porque al mismo tiem-
po que se encuentra sometido a las exigencias
de la ética política, único modo en que se pue-
den construir comunidades libres y que requie-
ren de aquél que sea capaz de “entrar en el mal”,
para mantener el apoyo del pueblo sus acciones
deben parecer guiadas por la ética clásica priva-
da. En palabras del autor, “el príncipe debe […]
en política: una interpretación de Maquiave-
lo y Hobbes”, ofrece una lectura comparativa
del Leviatán de Hobbes y El príncipe. En par-
ticular, el autor se centra en el análisis de las
categorías de poder y liderazgo, tal como son
elaboradas en estos dos libros. Según Franco
Gamboa, para Maquiavelo la tarea principal
del líder dentro de una comunidad es la de
“canalizar los conflictos” (p. 145). En efecto,
aquél cumple con su responsabilidad cuando
consigue “impedir que los conflictos crezcan
hasta destruir como un cáncer cualquier so-
ciedad” (p. 145). Para conseguir tal fin, a sa-
ber, la estabilidad del Estado, el líder puede
disponer del uso de la fuerza y la simulación
en la medida en que lo considere necesario.
Más aún, “el príncipe-líder debe ser capaz de
mandar, sujetado a la necesidad de controlar
e imponerse sobre la naturaleza humana, con
la conveniente capacidad para ejercer el mal”
(p. 148, cursivas en el original).
El examen del concepto de poder en el

biografía de Maquiavelo
se ven reflejados en
su teoría política”.
bre el modo en que la virtù del príncipe entra
en relación con el conflicto entre las partes de
la ciudad y, específicamente, con el deseo del
pueblo de no ser dominado.05
En el ensayo “La verità effettuale de Ma-
quiavelo”, el objetivo de Pablo Tepichín es el de
mostrar el modo en que categorías como la de
decisión, acontecimiento, virtù y fuerza se anu-
dan con la de conflicto, considerara por él como
central. La parte medular del ensayo se dedica
a describir lo que el autor denomina la “geome-
tría del conflicto”, conformada por la combina-
ción de tres nociones, a saber, la potencia, el
cálculo y la conquista, a las que concibe como
“condiciones de posibilidad, o mejor dicho, el
emplazamiento a través del cual la política se
llevaría a cabo” (p. 71). Tepichín afirma también
que “el tiempo es la categoría que anuda los
05� “[E]n todas las ciudades existen estos dos tipos de
humores; que nacen del hecho de que el pueblo no quie-
re ser gobernado ni oprimido por los grandes y en cam-
bio los grandes desean dominar y oprimir al pueblo” (P, 9).
que tiene el príncipe de “saber usar ambas na-
turalezas”, la humana y la animal. El objeto de
dicha alusión es la de mostrar que la potencia
requiere de la “fabulación”, es decir, del poder
del príncipe para crear ficciones que tiendan a
aumentar su poder: “la significativa maestría
de Maquiavelo radica en despejar junto con la
categoría de fuerza (‘potencia’), la de astucia
y engaño o disimulo en cuanto intrínsecas a la
misma naturaleza del poder” (p. 76).
De la conquista del poder, el tercer y último
elemento de la “geometría del conflicto”, lo
que destaca el autor es que ésta no se da, en
Maquiavelo, “ante la mirada trascendente del
Señor” sino que se somete al “juicio ocular
del pueblo” (p. 78). Con esto no sólo quiere
indicar que el poder del príncipe carece de un
fundamento trascendente sino también que
la conquista y el ejercicio del poder pasan en
realidad por la relación entre gobernantes y
gobernados: “lo que se inaugura es, en todo
caso, una relación entre gobernantes y gober-
esta perspectiva, El príncipe puede ser interpre-
tado “como interpelación directa a un soberano
para darle herramientas sobre cómo defender y
dominar a sus súbditos o como arma político-his-
tórica para oponerse al soberano” (p. 106). Le-
yendo a Maquiavelo a través de Michel Foucault,
Hugo Moreno sostiene que la utilización “desde
arriba” del “artefacto textual” El príncipe opera
fundamentalmente mediante la producción y se-
paración de dos tipos de sujetos, lo que denomi-
na el “hombre ordinario” y el “hombre infame”,
es decir, el criminal o desviado. “La criminalidad
–escribe Moreno- producida por los dispositivos
de las relaciones de poder impone la separación
entre hombre ordinario y hombre infame, lo
que […] cancela una relación productiva para la
resistencia y la disidencia” (p. 110). Leer El prín-
cipe “desde abajo”, por ende, implicaría eliminar
esta separación con el fin de crear una “fuerza
horizontal para oponerse a la soberanía y pul-
verizarla en todos los cuerpos individuales para
convertirlos en ciudadanos” (p. 105).
lograr que su conducta mala en términos de la
ética clásica sea vista por los gobernados como
realización del bien según lo entiende esa ética”
(p. 130, cursivas del autor). Esta doble imposi-
ción le obliga, pues, a participar de dos lenguajes
(éticos) distintos, incluso opuestos, “perpetuan-
do así su condición bilingüe y de traduttore tra-
ditore” (p. 131). Si en la práctica, en el plano del
ser, el príncipe debe prescindir de las obligacio-
nes de la moral tradicional, en el plano del pare-
cer, al que los muchos estarían limitados, debe
esforzarse por ofrecer una imagen de sí mismo
que evite el desprecio de los gobernados.06
El último ensayo de la primera parte, titu-
lado “Lo profano y la fuerza de la inmoralidad
06
“Y los hombres, en general, juzgan más por los ojos que
por las manos; que a todos es dado ver, pero tocar a po-
cos. Todos ven lo que pareces pero pocos sienten lo que
eres y esos pocos no se atreven a oponerse a la opinión
de la mayoría que tiene además el poder del estado que
les protege; y en las acciones de todos los hombres, es-
pecialmente de los príncipes, donde no hay tribunal al
que apelar, se atiende al resultado” (P, 18).
Leviatán busca relacionar la tesis hobbesiana
de la transferencia del “derecho natural a to-
das las cosas” al soberano con la perspectiva
de Maquiavelo en torno al liderazgo. El sobe-
rano, de modo similar al líder-príncipe, argu-
menta Gamboa, ejerce el poder con el fin de
asegurar una vida pacífica para sus súbditos,
esto es, una vida de la cual el conflicto se
encuentre ausente: “[el soberano] ejerce la
violencia organizada con el fin de eliminar
el estado de guerra” (p. 154). Desde este
punto de vista, “la arbitrariedad se convierte
en un costo que debe ser asumido para evi-
tar la autodestrucción de la vida social” (pp.
153-154). Si bien la estabilidad del Estado,
fundada sobre la autoridad del príncipe (o
el soberano) es una preocupación en ambos
autores, en Maquiavelo no hay señales de
que dicha estabilidad implique la eliminación
del conflicto. De hecho, cuando Maquiavelo,
en el capítulo 9 de El príncipe, sostiene que
el príncipe debe elegir sobre cuál de los dos

104 105
Imprenta Pública — Fernández, Zamitiz y Talavera
fuerzas sociales ha de fundar su poder, aconse-
jando además tomar el partido del pueblo, lo
que indica es justamente que el vivere politico no
requiere, como en Hobbes, el aseguramiento de
las condiciones para una coexistencia pacífica.07
Los ensayos que componen la segunda parte
del libro buscan establecer el modo en que las
circunstancias personales que experimentó el
florentino, así como el entorno político y cultural
en el que se desarrolló, fueron incorporadas a su
teoría política. La intuición general que resume es-
tas contribuciones es bien expresada por Roberto
García cuando escribe que “puede ganarse mucho
en la interpretación de la obra de Maquiavelo si se
observa que muchos de sus postulados son pro-
ducto mismo de su experiencia política y de sus
juicios como hombre de gobierno, como servidor
de una república renacentista” (pp. 192-193).
En su trabajo, “Maquiavelo: la educación y
formación de un humanista”, Roberto García
aborda dos etapas de la vida de Maquiavelo, su
infancia y juventud, de 1469 a 1498, y su perio-
do como funcionario de la república de Floren-
cia, de 1498 a 1512. Éste es, a su vez, divido en
tres periodos. El primero abarca los cuatro años
que van desde su ingreso a la Segunda Cancille-
ría de la República de Florencia, en 1498, hasta
1502, año en que comienza a realizar misiones
diplomáticas de suma relevancia para la ciudad.
Estas misiones lo conducirán a entablar contac-
to, entre otras figuras políticas relevantes del
momento, con César Borgia, quien había inicia-
do una política de expansión que amenazaba los
intereses de Florencia. Este encuentro, como se
sabe, habría causado en Maquiavelo una honda
impresión, al grado de proponer al Duque Va-
lentino en el capítulo 7 de El príncipe como un
modelo para la imitación, lo que constituye un
07 � “Debe, por lo tanto, quien llegue a príncipe con el fa-
vor del pueblo, mantenérselo amigo, cosa fácil ya que el
pueblo sólo pide no ser oprimido. Pero uno que contra
la voluntad popular llegue a príncipe con el apoyo de los
grandes, deberá, ante todo, intentar ganarse al pueblo,
lo que será fácil si se convierte en su protector” (P, 9).
106
ejemplo notable del tipo de cruces entre expe-
riencia y producción teórica que constituyen el
tema de este apartado.08
También de esta importante época en la
vida pública de Maquiavelo (1502-1506) da-
tan “escritos de gobierno” en donde se trazan
algunas de las ideas que serán desarrolladas
más largamente en sus textos políticos mayo-
res. Entre estos escritos se encuentran “De los
asuntos de Pistoia (1502), “De la manera de
tratar a los pueblos sublevados del Valle del
Chiana (1503)” y “Algunas palabras que decir
acerca de la disposición del dinero luego de
un breve proemio y una disculpa (1503)”.09 Du-
rante la tercera etapa de su actividad política
(1506-1512), la que concluye con el regreso
de la familia Médici al poder, Maquiavelo ve
realizado uno de sus proyectos políticos más
queridos: la creación de un ejército propio
para Florencia. El problema que representaba
la carencia de una milicia propia es algo que
Maquiavelo percibió desde sus primeros me-
ses de trabajo en la cancillería y es también,
como se sabe, uno de los temas más recurren-
tes al interior de su obra.
De hecho, otro de los ensayos de esta sec-
ción, titulado “Guerra y política en Maquiavelo”,
está dedicado por completo a esta cuestión. En
él, Adolfo Garcé sitúa la clave de interpretación
de la obra de Maquiavelo en su experiencia di-
plomática. “Maquiavelo –escribe- se dedicó a
la diplomacia en tiempos en los cuales política
y guerra constituían dos cara de la misma mo-
neda” (pp. 230-231). La vida civil y la militar se
encontraban entonces profundamente unidas,
cuestión que se vería expresada claramente
en los textos de Maquiavelo, en los cuales las
cuestiones de la guerra resultan inescindibles
08� Que Cesar Borgia sea efectivamente un modelo de la
virtù maquiaveliana ha sido puesto en cuestión de mane-
ra enfática en Benner (2013: 89-111).
09� Todos los escritos citados está traducidos al español
y se encuentran recogidos en Nicolás Maquiavelo (2013).
de la actividad política.10 No se trata sólo de que
“la virtù del príncipe coincide con las aptitudes
exigidas a un buen jefe militar” (p. 236). Para Ma-
quiavelo, opina Garcé, la guerra exterior y la po-
lítica interna de los Estados se encuentran per-
fectamente integradas. Garcé también señala,
sin embargo, que en último término la política no
es reductible a la guerra. La política, a diferencia
de esta última, se refiere también a la “libertad
(la principal clave explicativa de la añorada ‘gran-
deza de Roma’) y al bienestar de los ciudadanos,
a la participación popular y las instituciones que
la hacen posible” (p. 238). En suma, si bien la
guerra, “su organización y reglamentación”, es
un “imperativo fundamental para el éxito del
príncipe”, la política en realidad “trasciende la
omnipresencia de la guerra y su lógica” (p. 238).
Si bien es cierto que Maquiavelo no difumina
las fronteras entre guerra y política, en El príncipe
y de modo aún más claro en los Discursos, vincula
de modo explícito la cuestión de la guerra, más
precisamente, la del armamiento del pueblo, con
la de la libertad política. El ejército de ciudadanos
es concebido por el florentino no sólo como un
arma en contra de los enemigos extranjeros, sino
también como un instrumento para mantener la
libertad al interior de la república. Lo que inten-
to indicar es que la conexión entre la guerra y la
política va más allá de las similares estrategias
que implican o de la virtù que exigen del príncipe.
Al respecto, hay quienes incluso llegan a señalar
que la concepción del ejército defendida por Ma-
quiavelo puede caracterizarse como democrática
o populista, puesto que el efecto de la expansión
militar de Roma fue el de haber proporcionado a
la plebe “fuerza y aumento”, haciéndola difícil de
controlar por el senado.11
10 � “Un príncipe, pues, no debe tener otro objetivo, ni
otra preocupación, ni considerar cosa alguna como
responsabilidad personal, excepto la guerra y su orga-
nización y reglamentación, porque éste es un arte que
compete exclusivamente a quien manda” (P, 14).
11 � Véase, entro otros, Del Lucchesse (2015) y Winter
(2014). Cfr. Hulliung (2015).
Los otros dos ensayos que conforman la se-
gunda parte del libro, “El contexto sociocultural
de Nicolás Maquiavelo”, de Herminio Sánchez,
y “Nicolás Maquiavelo y el colapso del pensa-
miento medieval”, de Juan Cristóbal Cruz y Mar-
tha López, abordan cuestiones más generales,
tales como las de la relación de Maquiavelo con
el humanismo renacentista o el modo en que su
pensamiento se inscribe dentro del contexto de
la decadencia del pensamiento político medie-
val. La obra de Maquiavelo es aquí considerada
como inaugurando “un programa de investiga-
ción intelectual ante el colapso del pensamien-
to medieval” (p. 244). Este nuevo programa se
expresaría sobre todo en términos de una nue-
va antropología política, que considera a todos
los hombres igualmente malos, así como en una
novedosa reflexión en torno a la acción humana
y sus posibilidades.
Al comienzo de esta reseña señalé que nos
encontramos, en parte por razones cronológi-
cas, en medio de un nuevo “momento maquia-
vélico”. Maquiavelo. Una guía contemporánea,
forma parte de este momento siendo, además,
a mi modo de ver, la publicación más relevante
hecha en México en los últimos años en torno
a la obra del secretario florentino. Ahora, este
renovado interés por los escritos de Maquia-
velo, que podría servirnos como prueba de la
vigencia de su pensamiento, en realidad nos
obliga a preguntarnos por las razones de nues-
tra continuada lectura. Es decir, más allá de su
incorporación al canon de la teoría política, y de
su incuestionable lugar dentro del “museo” de
la disciplina, al lado de figuras como la de Pla-
tón, Aristóteles, Hobbes y Rousseau, ¿para qué
sirve leer a Maquiavelo hoy?, ¿no constituye un
anacronismo seguir buscando respuestas a los
problemas contemporáneos en la obra del se-
cretario florentino?
Tanto en la introducción que escribe para el
libro como en su ensayo “Maquiavelo y la escri-
tura de la política”, Israel Covarrubias sostiene
lúcidamente que Maquiavelo sigue siendo nues-
Fernández, Zamitiz y Talavera —
tro contemporáneo no porque “muchos sigan
escribiendo sobre él”, sino porque “no podemos
comenzar sin él”: “podemos alejarnos de él,
criticarlo, desarticular la lógica de los distintos
regímenes de su discurso, incluso para mostrar
sus limitaciones ‘científicas’, pero no podemos
comenzar sin él” (p. 16, cursivas en el original).
El vínculo entre la actualidad del pensamiento
de Maquiavelo y la cuestión del comienzo es
bastante pertinente, y es de hecho el modo en
que Louis Althusser concibe nuestra permanente
relación con la teoría política del florentino. En su
libro Maquiavelo y nosotros, Althusser señala, en
efecto, que “si Maquiavelo resulta sorprenden-
te, ello no es porque sea nuevo, sino porque es
comienzo” (2004: 46). Mientras que lo novedoso
puede residir sólo en la superficie de las cosas
y, por ende, “pasar con el momento que la ha
producido”, el comienzo, puesto que “él es el co-
mienzo de esta cosa”, se encuentra arraigado a la
esencia misma de ésta. Es decir, “no desaparece
junto al instante, sino que dura junto a la propia
cosa” (Althusser, 2004: 46). Si seguimos a Althus-
ser en esto, el rasgo de “eterna actualidad” que
Covarrubias atribuye a la obra del florentino,
quien lejos de sucumbir al paso del tiempo, o
de sufrir las consecuencias del “saqueo descon-
textualizado” al que, probablemente más que
cualquier otro pensador político ha sido some-
tido, se debería justamente a que “no podemos
comenzar sin él”. A que con él, para decirlo de
otro modo, se da inicio a algo nuevo.
Pero, ¿qué es lo que comienza con Maquia-
velo? Lo que se propone en este libro colectivo
es, fundamentalmente, que Maquiavelo inau-
gura una nueva semántica, moderna, sobre
lo político. Más precisamente, Maquiavelo es
considerado el fundador de un nuevo lenguaje
que, sobre todas las cosas, nos permite recono-
cer “la inmanencia del conflicto en la dinámica
social de lo político” (p. 16). Aprovechando esta
afirmación hecha por Covarrubias, quisiera
concluir señalando que más allá de las razones
teóricas, la necesidad de seguir reafirmando
Imprenta Pública
la verità effettuale de Maquiavelo hoy tiene
importantes implicancias prácticas, especial-
mente en un momento histórico en el que una
concepción tecnocrática de la política pretende
dejar la actividad política en manos de unos po-
cos expertos negando con ello la productividad
política del deseo del pueblo de no ser domina-
do. El libro propone esto también. Recuperar
la lengua común heredada por Maquiavelo no
solo para la teoría, sino también para la práctica
política en un contexto en el que los recursos
materiales y el saber experto, propiedades
históricamente vinculadas con las oligarquías,
tienden a dominar el quehacer político en las
democracias contemporáneas. m
Referencias
Benner, E. (2013), Machiavelli’s Prince: A New Reading,
Nueva York, Oxford University Press.
Del Lucchese, F. (2015), The Political Philosophy of Niccolò
Machiavelli, Edinburgo, Edinburgh University Press.
Hulliung, M. (2015), Citizen Machiavelli, Nueva Jersey,
Transaction Publishers.
Maquiavelo, N. (2013), Escritos de gobierno, Madrid, Tecnos.
_____, (2013), Epistolario 1512-1527, Ciudad de México,
Fondo de Cultura Económica.
_____, (2001), El Príncipe, Madrid, Tecnos.
Pitkin, H. (1999), Fortune is a Woman: Gender and Politics
in the Thought of Niccolò Machiavelli, Chicago, The
University of Chicago Press.
Vatter, M. (2013), Machiavelli´s The Prince, Londres,
Bloomsbury.
Viroli, M. (2014), Redeeming The Prince: The Meaning of
Machiavelli´s Masterpiece, Nueva Jersey, Princeton
University Press.
Winter, Y. (2014), “ The Prince and His Art of War: Ma-
chiavelli´s Militar y populism”, Social Research,
vol. 81, núm. 1.
107
Imprenta Pública — Luis Vado
¿La derrota de la democracia?
por Luis Octavio Vado Grajales
Profesor en la Facultad de Derecho
de la UAQ. Es además Consejero
electoral del Instituto Electoral
del Estado de Querétaro.
108
¿
Cómo fue posible que Donald Trump se hiciera con la
Presidencia de los Estados Unidos?, ¿es una anomalía en el
sistema democrático estadounidense?, ¿qué salió mal? En
el cúmulo de textos que buscan responder estas preguntas
que todos nos hemos hecho, destaca el libro de los dos profesores
de Harvard. Y consigue hacerlo por varias razones, que a la vez re-
comiendan su lectura, mismas que a continuación desarrollo.
El objetivo del libro es demostrar que la democracia ame-
ricana no puede considerarse inderrotable; y que contrario a
una creencia extendida, su Constitución no la resguarda de la
erección de un régimen autoritario. Narran diversos casos de
figuras políticas de gran impacto popular que de hecho fueron
riesgos para la democracia americana, tales como Henry Ford
(si, el mismo gran empresario que filmó a sus empleados entran-
do a un cuarto vestidos con las ropas de sus países de origen
y saliendo arreglados como “auténticos americanos”), el padre
Charles Coughlin, Charles Lindbergh y Joseph MacCarthy, cuyas
persecuciones arruinaron carreras y nos legaron obras como
“Las brujas de Salem” o “Nido de ratas”.
Para conseguir evitar eficazmente el ascenso de los perso-
najes autoritarios, el sistema político americano tiene una serie
de “guardianes de las puertas”, que son el Colegio Electoral y
los partidos políticos; así como dos costumbres de la mayor im-
portancia: la mutua tolerancia entre los partidos y políticos, y la
autocontención de los gobernantes.
En cuanto al Colegio Electoral, se presenta un muy interesan-
te recorrido desde su creación hasta la actualidad, evidenciando
cómo el sistema de filtros de naturaleza elitista fué desechado en
los años setenta en favor de mecanismos que aumentaban el peso
de los simpatizantes, sobre todo en el caso de los republicanos.
La mutua tolerancia implica, para los autores, el aceptar a los po-
líticos de otro partido como contendientes, no como enemigos, mu-
cho menos presentarlos como amenazas para la forma de vida ame-
ricana. Por su parte, la autoncontención implica el “evitar acciones
que, mientras respetan la letra de la ley, violan su espíritu” (p. 105).
Estas dos costumbres tienen por efecto evitar el uso faccioso de los
poderes del Estado, la represión de la prensa y la toma por medio de
acólitos del Poder Judicial y las agencias u órganos independientes.
Vale la pena detenerme aquí para mostrar el método que
siguen los autores. Lejos de sustentar su libro en abundantes
citas o referencias a autores señeros (sólo citan a Juan Linz)
apoyan su caso en abundantes ejemplos históricos, tanto de
Estados Unidos como de América Latina y Europa, recordándo-
nos que Levitsky tiene por objeto de estudio nuestro subconti-
nente, y Ziblatt es un especialista en historia de Europa desde
el siglo XIX; así personajes como Correa, Chávez, Mussolini,
Perón, Fujimori, Putin y Erdogan sirven para mostrar el asalto
a las instituciones, la desarticulación de la prensa y la creación
de un régimen autoritario, basados casi siempre en las “nece-
sidades del pueblo” o en “amenazas externas”.
Desde luego la elección de estas figuras no es casual, pues
lo que buscan mostrar los autores es cómo un político que se
presenta como respetuoso del juego democrático, termina por
destruirlo. Y muestran también las equivocadas respuestas de
las élites políticas y las instituciones que no pudieron frenar el
ascenso de tales políticos.
Preocupados por la oportuna detección de liderazgos antidemo-
cráticos, en el libro se presenta un cuestionario de quince preguntas
divididas en cuatro apartados, que se propone como herramienta
para identificar por sus actos y declaraciones a quien tenga tenden-
cias autoritarias. Estos apartados son: rechazo o compromiso débil
con las reglas democráticas; negación de la legitimidad de los opo-
nentes políticos; tolerancia o incitación a la violencia y presteza para
limitar las libertades civiles de los oponentes y de la prensa.
En el libro se busca demostrar que la democracia americana
no es algo que deba darse por seguro; así como que su funciona-
miento depende de que los “guardianes” hagan su trabajo y los
políticos se respeten y contengan.
Hecho lo anterior Levitsky y Ziblatt establecen un punto po-
siblemente polémico: el ambiente de respeto y colaboración
entre los demócratas y republicanos se fundamentaba en la cer-
canía de intereses y procedencias, lo que implicaba la exclusión
de los afroamericanos de los temas políticos, con posterioridad
al periodo de la Reconstrucción. Pero la Ley de Derechos Civiles
y la reivindicación de los derechos de las minorías por el Partido
Luis Vado — Imprenta Pública
2
Steven Levit sk y y Daniel Ziblat t , How
Democracies Die, Nueva York, Crown,
2018.
Demócrata, a la vez que fue un escoramiento a la derecha de los
republicanos en los años setenta, han desembocado en una into-
lerancia manifiesta entre partidos.
Seguramente con razón los autores le cargan las tintas a los
republicanos. Presas de los medios de extrema derecha, del Tea
Party y de los grandes donadores, los políticos de dicha afiliación
rompieron lanzas contra los gobiernos demócratas de Clinton y
Obama, pasando incluso por tradiciones legislativas que se consi-
deraban bien asentadas.
Lo anterior es importante porque si bien Trump es visto
como el mayor ejemplo de violación de las prácticas políticas de
la tolerancia y la contención, el libro que reseño demuestra que
es la última manifestación de una tendencia que al menos data
de finales de los años sesenta del siglo pasado.
En la parte final se proponen diversos escenarios para el futuro
de la política americana. De forma muy interesante se sugieren ac-
ciones para que los republicanos retomen el control de su partido
más allá de las influencias de los medios extremistas y los intereses
de los grandes donadores; lo mismo hacen para los demócratas.
Destaca el análisis de las razones por las que el Partido Re-
publicano se ha convertido en una agrupación de la menguante
mayoría de blancos protestantes, que se sienten amenazados
por el crecimiento de las minorías.
¿Qué va a encontrar el lector de este libro? Un texto bien
escrito, abundante en ejemplos pertinentes. Su pertinencia y
exitosa ejecución no debe alejarnos de dos consideraciones que
estimo centrales.
Primero, la lectura del libro debe hacerse con atención a que
el objeto de estudio consiste en la democracia americana, por lo
que no pueden transpolarse ni sus supuestos ni sus conclusiones
a cualquier otro país, al menos no sin revisar que los pilares sobre
los que se sustenta el texto (la existencia de una democracia ame-
nazada que cuenta con prácticas políticas que la sustentan) son
aplicables a otro caso.
Segundo, se afirma la existencia de agentes o agencias
neutrales, entre las cuales está la judicatura. Esta neutralidad
parecería basarse en que el único interés de tales instancias de
gobierno es el respeto a la Constitución desde una perspectiva
“apolítica”; dicha postura desde luego puede (debe) ser puesta
en la picota, dado que no sólo los jueces, sino todas las ins-
tancias encargadas de resolver conflictos o perseguir delitos
no sólo son susceptibles de un uso político, sino que también
tienen sus propias agendas o, al menos, una cierta manera de
entender las atribuciones que deben ejercer, visión que desde
luego no es apolítica, sino necesariamente ideologizada. m
109
Imprenta Pública — Ángel Sermeño
Rediseñar la democracia
C
omo un inequívoco síntoma de nuestra época abundan
entre las novedades bibliográficas de la teoría política
los títulos que intentan comprender y explicar los acon-
tecimientos políticos que hoy nos sorprenden y desubi-
can tan dramáticamente. Hechos como el Brexit, el escandaloso
triunfo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos o el
movimiento secesionista de Cataluña, son solamente tres de los
más recientes sucesos (la lista puede ampliarse considerable-
mente) que nos abren, con una vivencia tan aguda como pocas,
un horizonte de inestabilidad e incertidumbre sobre el presente
inmediato y el futuro de nuestras sociedades.
Abundan, pues, los diagnósticos sobre las causas que hacen fallar
a las instituciones de las democracias, incluso de aquellas más lon-
gevas y consolidadas. Análisis que describen el vaciamiento y/o ago-
tamiento de las mismas y que explican cómo ello provoca, por un
lado, la apatía y el desencanto ciudadano y, por otra, el resurgimien-
to de las identidades intransigentes que alimentan a los sentimien-
tos de xenofobia y racismo. Tales diagnósticos que describen esta
metamorfosis de la realidad social tienen, no obstante, dos caracte-
rísticas: uno, no terminan de ser concluyentes y, dos, acometen con
una notable falta de imaginación y atrevimiento la parte necesaria
de acompañar tales diagnósticos con propuestas de solución.
En este contexto se ubica el presente volumen que reseño.
Con un título claramente provocador y controversial, David Van
Reybrouck destaca con su obra al no entramparse en estos dos
talones de Aquiles de los estudios sobre el tema. Contra las elec-
por Ángel Sermeño ciones. Cómo salvar la democracia es un ensayo ágil, panorámico,
Quezada completo, muy bien documentado con literatura actual, pero sobre
Profesor investigador todo propositivo. Controversialmente propositivo, sin duda, pero al
de tiempo completo en mismo tiempo muy convincente o, al menos, especialmente estimu-
la UACM. Es miembro
lante para la reflexión. Adelanto rápidamente el argumento de este
del Sistema Nacional de
Investigadores, Nivel 1.
autor. El mecanismo electoral, uno de los pilares institucionales por
excelencia de la democracia representativa, exhibe un claro declive
en su desempeño. Por tanto, debe ser ajustado (obvio, no sustitui-
do). Ese ajuste, y aquí la parte controvertida de la propuesta, podría
realizarse rescatando o recuperando un viejo mecanismo democrá-
tico: el sorteo. Una equilibrada combinación de elección y sorteo
110
seria la respuesta más eficiente para volver a acortar la distancia
entre representado y representante lo que insuflaría, argumenta
convencido Van Reybrouck, dinamismo, legitimidad y eficacia a
las desorientadas y confundidas democracias del presente.
Esta propuesta, que no tiene nada de descabellada, ni de
inviable pero que, en efecto, podría parecer anacrónica, parte,
como ya se ha dicho, del estado del funcionamiento de la demo-
cracia hoy. Estado que el autor encapsula con una caracteriza-
ción, a saber: “síndrome de fatiga democrática”. Tal síndrome
consiste en la crítica combinación de pérdida de legitimidad (los
ciudadanos no se sienten representados por las convencionales
instituciones democráticas: partidos, parlamentos, etcétera) y
eficacia (estas mismas instituciones exhiben alarmantes dosis
de impotencia para ejecutar adecuadamente sus tareas de go-
bierno). La respuesta convencional hasta ahora a esta situación
ha sido la de invocar el incremento de participación política
ciudadana en el espacio público. Ha ello se le ha llamado “demo-
cratizar la democracia”. Es decir, el buscar fortalecer a la demo-
cracia intentando nuevas formas de participación. Y, en muchas
experiencias en contextos diversos, tal llamado ha generado
no solo expectativas sino resultados positivos (América Latina
ha sido en este sentido un semillero de experiencias exitosas y
estimulantes) pero también ha conducido a callejones sin salida
a los que Van Reybrouck, precisamente, denomina “el (ingenuo)
culto a la participación y a la democracia directa”.
El movimiento Occupy Wall Street, entre otros, constituye
para este autor un ejemplo paradigmático de experiencias in-
sensatas y estratégicamente desacertadas de movilización y
participación ciudadana al incurrir en sus ejercicios asamblearios
populares de un infantil antiparlamentarismo. “Lo que llama la
atención al analizar detalladamente el movimiento Occupy Wall
Street y el de los indignados, sostiene Van Reybrouck, es su in-
tenso antiparlamentarismo. Los occupiers y los indignados nece-
sitan adjetivos para definir la democracia nueva, profunda, hori-
zontal, directa, participativa, orientada al consenso… en suma:
democracia verdadera. Para ellos, los Parlamentos y los partidos
Ángel Sermeño — Imprenta Pública
3
David Van Reybrouck, Contra las elec-
ciones. Cómo salvar la democracia,
Ciudad de México, Taurus, 2017.
están caducos. Ante el conflicto proponen consenso; ante los vo-
tos reflexión; ante la gesticulación teatral, escucha respetuosa.
Rechazan a los líderes, carecen de exigencias concretas, descon-
fían de la mano tendida de los movimientos existentes” (p. 43).
Salvar a la democracia con más participación ciudadana no
implica, pues, incurrir en dos persistentes errores. El primero,
renunciar a la representación política moderna y sus institucio-
nes (Parlamentos, partidos políticos, elecciones). El segundo, en
oposición a lo anterior, aferrarse a toda costa y de manera iner-
cial y acrítica a las reglas que rigen el funcionamiento de estas
instituciones. Para este autor, el síndrome de fatiga democrá-
tica está causado, en efecto, por la debilidad de la democracia
representativa. Curar o corregir esta debilidad exige volver a
analizar a fondo la idea de la representación. La representación
política requiere y de hecho ha experimentado ya muchos es-
fuerzos por reforzarla. Ajustes y nuevas reglas del juego pugnan
por devolverle su antiguo esplendor. Por ejemplo, “impedir a
los funcionarios que combinen con su cargo público otros car-
gos privados. Obligarlos a que den a conocer sus ingresos y su
patrimonio. Hacer que los partidos sean transparentes en sus
finanzas, que cumplan requisitos más estrictos para sus subven-
ciones y hacer públicos sus archivos. Nuevos distritos electora-
les. Nuevos sistemas de conteo de votos” (p. 50).
Pero todo ello es aún insuficiente. El meollo de la cuestión ra-
dica en opinión del autor en el excesivo peso que se le otorga al
mecanismo electoral, así como a su absolutización fundamenta-
lista. “Las palabras elecciones y democracia se ha convertido en
sinónimo para casi todo el mundo, afirma Van Reybrouck. Estamos
convencidos de que el único modo de lograr la representación po-
lítica es a través de las urnas. Nos hemos convertido en fundamen-
talistas electorales… [Este fundamentalismo consiste en creer de
manera inamovible que] la democracia sin elecciones es impensa-
ble… consiste en creer que las elecciones son la condición nece-
saria y fundamental para poder hablar de democracia” (p. 51-52).
Lo cierto es que en nuestros días en diferentes contextos y de
diversas maneras las elecciones han experimentado un declive
111
Imprenta Pública — Ángel Sermeño Víctor Martínez — Imprenta Pública

¿Para qué sirve un diccionario?

Usos del Diccionario de Justicia

en su desempeño democrático. En efecto, de las elecciones, tal acceso a las magistraturas decisivas, aquellas que involucraban
y como dictan los manuales de ciencia política, se espera que la gestión de los asuntos militares y financieros, no era por sor-
cumplan cinco funciones democráticas esenciales: a) de repre- teo sino por elección y en estas, a diferencia de la mayoría de

sentación (designar representantes); b) de legitimación (de las
instituciones y los gobiernos); c) de control (reelección); d) de
producción de ciudadanía (igualdad formal para todos); y f) de
animación de la deliberación pública (en asambleas electorales).
En este sentido, es innegable que en los últimos dos siglos las
elecciones han funcionado razonablemente bien. Sin embargo,
los contextos socio-históricos de nuestro tiempo han cambiado
de manera acelerada y, al igual que los partidos políticos, las
elecciones también han ido dejando de lado el cumplimiento de
algunas de estas funciones tradicionales. Con ello, las elecciones
han ido perdiendo capacidad de representación. Por otra parte,
en condiciones de inestabilidad política o de Estados frágiles las
elecciones pueden provocar toda clase de sucesos inesperados y
4
las instituciones atenienses donde la rotación en el cargo era
imprescindible, la reelección era una práctica común (después Carlos Pereda (ed), Diccionario de justicia,
de todo la democracia ateniense no escapo a la existencia de Ciudad de México, Siglo XXI Editores, 2017.
tendencia oligárquicas en su interior, así como a una suerte de
profesionalización de la actividad política).
El mecanismo democrático por excelencia nos recordó exi-
tosamente Manin es el sorteo no la elección. La elección es cla-
ramente un mecanismo aristocrático, elitista. Por qué entonces
asociamos de forma tan entusiasta la elección a la democracia,
se preguntaba en su momento este autor. Muy simple, por la por Víctor Hugo
diferencia en la estructura de la mentalidad clásica y la menta- Martínez González
lidad moderna. Para el griego el azar involucra la voluntad de Profesor investigador de
la divinidad. Para el moderno, la elección garantiza un principio tiempo completo en la UACM.

contraproducentes (entre ellos, detonar en lugar de evitar, epi-
sodios de violencia social). Van Reybrouck es en este punto muy
radical. El sostiene que “en nuestros tiempos las elecciones son
algo primitivo y una democracia que se reduzca solo a ellas está
condenada a extinguirse” (p. 69).
Entonces, ¿de dónde surge esta especie de epifanía que re-
vela la potencia democrática de un mecanismo como el sorteo?,
¿cómo puede explicarse la seguridad de Van Reybrouck para
proponer el injerto de este mecanismo en el diseño institucional
de la democracia representativa moderna? Por supuesto, esto
no es ningún misterio. “El libro más importante que he leído
de legitimidad. Yo participo en la designación de quién me go-
bierna. Este último actúa con legitimidad en virtud de que yo
le autorice, por medio de la elección, a hacerlo. Queda claro,
por lo demás, que la representación moderna en sus orígenes
es un diseño institucional impregnado de un inocultable sesgo
demo-fóbico. Por ello no deja de ser interesantísimo ese largo,
laberíntico y azaroso periplo de la representación moderna,
como en su momento explico Hannah Pitkin, que en su obra El
concepto de representación política (Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1967, p. 4) sostiene que en su desembocadura
“vino a significar representación popular, guardando estrecha

para este ensayo fue Los principios del gobierno representativo
de Bernard Manin (París, 1995)”, declara el autor. Ahí encuentra
la inspiración, fundamentación y justificación de su propuesta.
Como sabemos, esa importante obra de Manin constituyó en
su momento la revelación que permitió hacer llegar a un público
más amplio, es decir, más allá de los eruditos en historia de la
Grecia antigua, la estructura institucional de la clásica demo-
cracia ateniense. Manin obligó a generaciones de politólogos a
recordar y reconocer que la democracia directa ateniense, sien-
do una democracia de asamblea poseía un diseño institucional
con reglas muy estrictas que posibilitaba la división y jerarqui-
zación del trabajo gubernativo. Era éste, en efecto, un diseño
institucional sostenido sobre el mecanismo del sorteo pero que
no eliminaba por completo el recurso a la elección. Esto es, si
bien el acceso a las magistraturas (cargos públicos gubernamen-
tales) era por sorteo (y por periodos breves, valga recalcar) no
era esta una regla universal. Admitía excepciones. De hecho, el
relación con la idea de autogobierno, con el derecho que cada
hombre tiene a decir lo que piensa. Y así es como llegó a encar-
narse en nuestras instituciones”.
En conclusión, por qué debería ser controversial en nuestros
días el proponer la reactualizacion del mecanismo de elección
por sorteo para renovar la participación política ciudadana
en el espacio público. Si las sociedades contemporáneas hoy
son sistemas complejos en número y en mecanismos de arti-
culación de la voluntad general por qué no ser imaginativos
a la hora de devolver protagonismo y capacidad de agencia
al ciudadano, al representado. El capítulo 4 del libro titulado
precisamente “remedios” es una interesante reseña de expe-
riencias reales, exitosas, limitadas evidentemente, y todas ellas
realizadas en contextos de democracias desarrolladas, de cómo
es posible implementar este mecanismo de elección por sorteo
y revitalizar de esta manera a nuestra agotada democracia re-
presentativa. La propuesta está servida. m
E
scuché a Carlos Pereda decir que demasiada perfec-
ción racional priva a las obras intelectuales de un
estimable fondo emotivo. Recibí esta lección luego
de un seminario. Con Pereda hay que estar atento a
un magisterio que se prolonga en comentarios sueltos así,
como si de cualquier cosa se tratara.
Esta anécdota es ilustrativa de dos rasgos del Diccio-
nario de justicia y del carácter filosófico y uruguayo de su
director. El primero es el vigor intelectual y la pasión que
originaron el libro. El segundo está dado por la vocación
de Pereda de rehuir siempre la arrogancia. Rememo-
rando el triunfo del Uruguay en el Mundial de Fútbol de
1950, entiendo este Diccionario como un Maracanazo
bibliográfico. Con la evocación de la elegante sencillez
de Pereda aprecio, por otra parte, su lucidez onettiana y
ataja-halagos.
Dos ejes guiarán mi reseña de un Diccionario con 123
conceptos para pensar la justicia: 1) una lectura transversal
de contenidos; y 2) una lectura dirigida a estudiantes que
resalte sus provechos epistémicos, académicos, y políticos o
deseablemente conflictivos.
Usos epistémicos y metodológicos
del Diccionario de justicia
Una primera reacción a un Diccionario es pensar en lo que
los conceptos son. Muy laxamente diré primero que éstos
son re-presentaciones de la realidad producidas para redu-
cir la complejidad del mundo que deseamos entender. En
distintas entradas de este Diccionario hay lecciones para
penetrar en esta arena conceptual. Enlistaré tres.

112 113
Imprenta Pública — Víctor Martínez
1. Los conceptos, puntúa Enrique Serrano al
definir “Derecho”, no reflejan la esencia de las
cosas, las re-presentan o postulan.
2. Los conceptos exhiben, como agrega Sergio
Ortiz Leroux en el vocablo “República!, una evo-
lución semántica; son históricos y polisémicos.
“Una primera reacción a
un Diccionario es pensar
en lo que los conceptos
son. Muy laxamente diré
primero que éstos son re-
presentaciones de la realidad
producidas para reducir
la complejidad del mundo
que deseamos entender”.
Para manejarnos dentro de esta polisemia con-
ceptual, el Diccionario ofrece claves pertinentes
de lectura: a) No hay que obviar, asienta Am-
brosio Velasco al definir “Comunidad”, que los
debates conceptuales enlazan capas morales,
114
políticas, antropológicas, sociológicas y epistémicas; b)
Para el caso de disputas sociológicas, Antonio Camou,
en su vocablo “Conflicto”, muestra cuatro tradiciones
de producción conceptual: sistémica, interpretativa, ra-
cional, conflictiva; c) Al precisar un ángulo de definición
del vocablo “Política”, Benjamín Arditi sitúa tres alterna-
tivas: definir la trayectoria de un concepto, definirlo por
sus fines, o siguiendo la arquitectura de alguna teoría; d)
Álvaro Aragón, en su vocablo “Ciudadanía”, indica la divi-
soria entre conceptos descriptivos y prescriptivos, según
su grado de abstracción. Hay conceptos filosóficos, cuya
alta abstracción nombra lo que no puede medirse. Y hay
también conceptos empíricos, que son contenedores de
datos y alimentan explicaciones causales.
Sobre conceptos prescriptivos, el Diccionario desliza
además dos recaudos metodológicos. Conceptos como
“Cultura de la legalidad”, escribe Karina Ansolabehere,
“surgen del espanto” de un mundo que pretendemos
reordenar con léxicos correctivos. De la fea existencia de
una cultura de la ilegalidad, brota el horizonte de un con-
cepto antagónico. Pero de la sola forja de este concepto
deseado no emerge una conducta legal. Un concepto
generado contra el espanto es un concepto de combate,
pero no una depuración instantánea de la realidad. El
segundo recaudo lo aporta el vocablo “Espacio público”,
de Nora Rabotnikof. Espacio público posee tres sentidos:
lo común; lo visible y lo accesible. Estos sentidos se invo-
can con energía admirable. Pero, se pregunta la autora:
“¿Hubo, hay o puede haber un lugar donde lo común y lo
general coincida con lo visible y manifiesto y que al mismo
tiempo sea potencialmente accesible a todos?”.
3. Una tercera lección, valiosa para rescatarnos de la pesa-
dumbre, la recojo de los vocablos de “Cultura”, de Néstor
García Canclini y Eduardo Nivón; de “Libertad” y “Conflic-
to”, de respectivamente Serrano y Camou. Demasiadas
veces, interpreto esta lección, la disonancia entre los
conceptos y la realidad no es efecto sólo de la reticencia
de lo real, sino de estrategias epistémicas rígidas. En los
conceptos, apunta Camou, es útil partir de sus “términos
primitivos” para después avanzar hacia redes conceptua-
les que los resignifiquen. En esas redes, sugiere Serrano,
debemos trabajar con las sinonimias que existen en los
conceptos a pesar de su característica polisemia. En la de-
finición de “Cultura”, sintetizan por su parte García Canci-
lini y Nivón, los enfoques marxistas y weberianos precisan
no una adhesión confesional, sino una creativa imbrica-
ción de sus postulados. Eludir la devoción a dicotomías
abstractas, es un paso así para escrutar las dimensiones
de un concepto sin sentirse obligado a elegir entre ellas.
Usos académicos del Diccionario de justicia
En estos tiempos no es evidente que los alumnos dispon-
gan de antecedentes formativos para orientarse con segu-
ridad en búsquedas bibliográficas. Tecnológicamente éste
es un problema de abundancia y de criterios selectivos
ante ella. En términos organizativos, los programas uni-
versitarios suelen obviar instancias en las que enseñar a
los estudiantes a moverse entre una ola de información.
En términos humanos, por otra parte, los profesores rara-
mente nos detenemos a recordar que el manejo de esos
criterios literarios no nos fue natural, y es infrecuente así
que recuperemos y compartamos la aprehensión de esas
habilidades técnicas. Por ser una obra panorámica, el Dic-
cionario de justicia encuentra aquí una primera utilidad
académica como guía de consultas. Conformado por textos
hilados como estados del arte, el Diccionario facilita una
primera entrada a temas, en los que los lectores estarán en
posibilidad de seguir profundizando.
Víctor Martínez — Imprenta Pública
El Diccionario aspira, pues, a inducir lecturas enlazadas.
Muchas de estas segundas lecturas pueden hacerse sin sa-
lir de él. Por esta ruta, el estudiante presentirá la existencia
de familias de conceptos, una propiedad central dentro de
las destrezas de lectura. Cualquier concepto a consultar
invoca otros detectables a simple salto de páginas. Esta
virtud es doble, pues al hablar de familias conceptuales, fa-
milias al fin, el lector topará con voces afines, pero también
divergentes. Entre familias armónicas o conflictivas, para
convalidar, pero también para sospechar de nuestras cer-
tezas, las familias conceptuales de este Diccionario animan
una razón deliberativa.
Quiero proponer un rápido ejemplo de las afinidades y
contraposiciones entre familias conceptuales. Advierto del
carácter balbuceante de este ejercicio. De él me interesa
no su precisión, sino su capacidad de alumbrar parentes-
cos. Para este ejercicio tomaré como pivote el concepto
de “Institución”, y a partir de sus vínculos familiares enun-
ciaré una cuarentena o algo más de otros conceptos del
Diccionario de justicia.
1. “Institución”, informa el Diccionario, es un patrón de con-
ducta. Desde una óptica formal, institución se codifica
como una norma legal. Desde un ángulo que incluya lo
informal, las instituciones son usos socialmente vincula-
torios y hasta inobservables para quien los sigue.
Luego de esta entrada, el lector podría dejarse vencer
por la curiosidad de seguir indagando. Para esta segunda
lectura, ya no sólo informativa sino con afán interpreta-
tivo, yo me adentraría en el Diccionario rastreando una
primera familia conceptual, a la que identificaré como la
familia de los ascendientes, esto es, conceptos que fun-
dan algunas mínimas bases comprensivas. En esta familia
desfilarían: a) “Política” y “Poder”, si mi interés se remon-
ta a una acción social de la que las instituciones nacen; b)
115
Imprenta Pública — Víctor Martínez Víctor Martínez — Imprenta Pública

“Razón”, “Interpretación” y “Principios”, si des-
de el inicio de mi exploración deseo cargar mi
caja de herramientas con categorías formales
de reflexión; c) “Iusnaturalismo”, “Libertad”,
“Estado” o “Soberanía”, como cimientos del
encuadre epistémico de la modernidad.
“El Diccionario aspira,
y filosóficos, compuesta por miembros como: a) “Autori-
dad”, en tanto una institución motiva un patrón de con-
ductas, sería un concepto entrelazado con coerción, obe-
diencia y legitimidad; b) “Bien común”, porque para qué
vamos a reconocer la autoridad de las instituciones si no
es para la consecución de un bien común; c) Pero como
para pensar y perseguir el bien común, hay varias per-
spectivas filosóficas, conceptos como “Republicanismo”,
“Liberalismo”, “Tolerancia”, “Pluralismo”, “Utilitarismo”,
“Libertarismo”, “Tradición”, “Comunidad”, “Comuni-
tarismo” o “Identidad” son capitales para entrever los
sustentos filosóficos de las instituciones; d) Un miembro
derecho como regulador de interacciones sociales. Qué
es lo que mantiene unida a una sociedad, no depende, en
efecto, sólo del rol de la ley.
4. Para esta resignificación de las instituciones, el Diccio-
nario ofrece la familia sociológica, antropológica y cultu-
ralista, integrada por conceptos como “Cultura”, “Movi-
miento social”, “Sociedad civil”, “Moral”, “Ciudadanía” o
“Capital social”, en los que el análisis tiene otra mirada.
Usos políticos, personales y/o
Bajo entornos neoliberales, donde como individuos nos
creemos la métrica absoluta para juzgar la fortuna personal
y la de los demás, el concepto de “Suerte”, de Jimena Hurta-
do, redimensiona lo que, bajo esa liberación individualista,
suele ser una castigada concepción del yo. No todo en la vida
es efecto de la responsabilidad individual. Tampoco, como
nos reconforta cuando las cosas van bien, pero nos golpea
si fracasamos, el mérito individual es el único factor expli-
cativo. Si los accidentes de la vida escapan al individuo, la
suerte juega entonces un papel plausible cuando sufrimos o
festejamos. La identidad personal es algo que no podemos

pues, a inducir lecturas

saliente de esta familia es el concepto de “Conflicto”. La
modernidad nació de conflictos e implica su regulación.
enlazadas. Muchas de estas Regulación siempre precaria, contingente y muchas vec-
es abusiva e injusta. La gramática moderna del conflicto
segundas lecturas pueden tiene en el concepto de democracia un indicador precla-
conflictivos del Diccionario
Quiero cerrar con un comentario más inmediato y discuti-
ble, referido a los usos políticos, personales y/o conflictivos
del Diccionario. Retomo aquí el vocablo “Autoridad”, de
ver de afuera y con objetividad; por ello resulta refrescante
la perspectiva con la que Hurtado desmitifica nuestra even-
tual autosuficiencia, o compadece nuestro desconsuelo.
En un tono también desacralizador, Verónica Tozzi
define el concepto de “Memoria” como una parte de la

hacerse sin salir de él. Por ro. “Democracia constitucional”, “Democracia delibera-
tiva”, “Democracia participativa” y “Democracia repre-
esta ruta, el estudiante sentativa” son otros conceptos miembros de esta familia,
que encarnan variaciones de esta institución social.
presentirá la existencia de 3. Otros nexos conceptuales anudarían una tercera familia
Anabella Di Pego, el cual nos informa que autoridad signi-
fica hacer crecer algo, lo cual se manifiesta en el reconoci-
miento y acatamiento. Ahora, aunque la autoridad supone
una relación social asimétrica, no debe confundirse con el
autoritarismo. La confusión entre autoridad y autoritaris-
historia, pero a la cual ésta no se reduce. Mantener la
tensión entre memoria e historia es así un control epis-
temológico importante. Cuando un alumno quiere, por
ejemplo, hacer una tesis obsesiva sobre su propia expe-
riencia, la de su grupo familiar, escolar o social, la verifi-

familias de conceptos, una de racionalidad formal, legalista o procedimental. Aquí

estarían conceptos que, para pensar en lo que es una in-
propiedad central dentro de stitución, recurren a términos como: “Ley”, “Legalidad”,
mo, explica Claudio López-Guerra en su vocablo “Autori-
tarismo”, deviene de que democracia y autoritarismo no
son contrarios conceptuales. Muchas democracias abonan
cación comparativa y sistemática de la historia adquiere
la mayor trascendencia a efecto de no sobrestimar un re-
lato subjetivo. Pero hay una utilidad todavía más íntima

las destrezas de lectura”.

2. Preguntarse cómo usar esta nueva información,
convoca a una segunda familia conceptual, que
llamaré la familia de los fundamentos históricos
“Constitución”, “Constitucionalismo”, “Derecho”, “Estado
de derecho”, “Garantismo”, “Gobernabilidad”, “Norma”,
“Normativismo”, “Positivismo jurídico”.
Pero por potente que sea la familia legalista, entre los
suyos hay un miembro rebelde que remueve las cosas.
Me refiero al concepto de “Desobediencia civil” que,
como en aquella película de Pasolini donde un convidado
erosiona la familia, funciona como puente hacia otro tipo
de juicio, para el cual no toda institución descansa enter-
amente en lo legal, en la ilusión contractualista o en el
al error con el que asimilamos toda autoridad a una forma
autoritaria. La proliferación de autoritarismos electorales
nutre también esta opacidad. Pero es que la democracia, y
aquí el texto de López-Guerra alcanza cotas atractivamen-
te polémicas, incluye mecanismos aristocráticos, como la
inevitable actuación de élites, cuyo problema no es que
existan, sino cómo se forman y funcionan.
Para concluir, retomo otro par de conceptos capaces de
agitarnos la cabeza y hacernos salir de este Diccionario de
una manera distinta a como entramos en él.
de la distinción memoria-historia. Toda autobiografía,
admitamos, es en grados invisibles para quien se autor-
relata una suma de recuerdos ajenos, ficticios o imagina-
dos, pues esa narrativa es filtrada por una conciencia y
una forma dramática o indulgente.
Los provechos del Diccionario de justicia, ya se ve,
desafían incluso las representaciones personales con las
que habitamos el mundo. Nos topamos así, como sucede
con lo relevante, con una obra que interpela a nuestras
razones y emociones. m

116 117
Imprenta Pública — Julio Rojas
Los terrenos
políticos de la familia
L
as fuertes dinámicas sociales de nuestros tiempos
son cada vez más complejas, el intento de pensar
los derechos humanos constituyen un paso para
poder llegar a esos espacios conflictivos. Dado que
el carácter mismo, la naturaleza, la condición social, políti-
ca, económica y cultural en que se desarrollan al interior de
la sociedad, se convierten en una pugna cotidiana.
Así, la ciudadanía vive en medio de un desbalance entre la
aplicación de los derechos y la correspondencia de los debe-
res, una realidad que afecta de forma profunda la estabilidad
de lo público y lo privado en el interior de la colectividad. En
este marco, la protección de los derechos debe ser la misión
fundamental de todo gobierno que busca el pleno goce y re-
conocimiento de su sociedad.
En México los derechos humanos se encuentran en un
proceso lento de consolidación, debido a que no fue prio-
ridad durante mucho tiempo en las agendas políticas de los
gobiernos precedentes. Aunque en más de una ocasión se
hayan re-afirmado con organismos internacionales como la
Corte Interamericana, la ONU, etcétera. Aunado a ello, el
derecho humano a la familia simboliza una dimensión poco
explorada en el campo de la teoría de los derechos humanos.
Es por ello que Bernal Suárez nos invita a reflexionar sobre
por Julio Cesar este tema, donde lo presenta como de suma importancia, ya
Rojas González que a partir de su reflexión el derecho humano a la familia
Politólogo y ensayista. se concibe como un fundamento para garantizar la vida en
118
términos dignos para habitar en comunidad. Es decir, el pun-
to de la discusión se enmarca en reconocer que el derecho
humano a la familia posee una utilidad de derechos colecti-
vos que responden a una demanda y exigencia de la sociedad
compuesta por diferentes grupos sociales. A su vez, se arti-
cula como un insumo que permite la reconstrucción del teji-
do social, que se ha visto deteriorado a partir del abandono
de algunos grupos sociales como los niños, los ancianos, así
como las personas con capacidades diferentes.
La obligación estatal es la muestra de reconocer y lle-
var a un plano pragmático el reconocimiento del derecho
humano a la familia, más allá de la dimensión jurídica, pen-
sando en la construcción de canales comunicativos entre
sociedad y gobierno. Los cuáles deberán ser asertivos con
las demandas de los grupos, colectivos y sociedad civil en
general, pero en particular por los sujetos más vulnerables.
En este sentido toma fuerza la imagen de la familia como
una institución social que debe adquirir una responsabilidad
ciudadana, es parte de los avances que se desprende cuan-
do se reconozca este derecho.
La condición especial del derecho a la familia presenta-
da en el libro tiene como dimensión recurrir a un tipo de
organización institucional donde el Estado, las instituciones
y la sociedad civil puedan construir procesos de reconoci-
miento a vivir, tener y convivir en un ambiente sano en una
determinada sociedad; esto es uno de los retos de mayor
Julio Rojas — Imprenta Pública
José Benjamín Bernal Suárez, Derecho
5 humano a la familia. Retos y alcan-
ces en el siglo X XI, Ciudad de México,
Gedisa/UAEM, 2017.
importancia en el mundo contemporáneo, un asunto que
va más allá de la figura legalista (jurídica) de protección,
garantía, respeto y promoción.
La lógica de plantear este derecho, y en voz de José Ben-
jamín Bernal Suárez, tiene como base construir una serie
de herramientas que pongan en juego los alcances que se
pueden desprender desde el pleno reconocimiento de este
derecho. Un aspecto que nos permitirá ir reconociendo la
obligación institucional de garantizar una sociedad más sana
para el desarrollo de las futuras generaciones y los grupos
sociales que habitan en los respectivos territorios.
En efecto, la perspectiva del derecho humano a la fami-
lia direccionada en el ámbito del tejido social sano y digno
para el desarrollo del sujeto, tienen como base una serie
de lógicas discursivas que ponen en el centro la relación
individuo y colectividad. Puesto que se convierte en una
apuesta de gran relevancia dado el intercambio y deman-
da por parte de la sociedad. Con ello, Bernal Suárez logra
exponer cómo este derecho constituye una relación entre
el sujeto y la comunidad como un espacio propicio para
facilitar un tipo de interacción más armónica y sinérgica
desde los territorios.
Es por ello que en este libro su autor devela la importancia
del reconocimiento del derecho humano a la familia por par-
te del Estado. En conclusión, el reconocimiento de este dere-
cho permitirá la consolidación de los derechos humanos. m
119
Imprenta Pública — Mario Hernández
Por una política libre de
especismo y capacitismo
por Mario Alfredo
Hernández Sánchez
Profesor investigador de tiempo
completo en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad
Autónoma de Tlaxcala.
120
H
ace poco más de un año, Yoshimi llegó a casa. Ella, ya
en su adultez, es una esbelta y elegante gata de color
blanco con manchas grises, que recuerda a David Bowie
en la década de 1970 por la peculiaridad de uno de sus
ojos perfectamente delineado. Cuando la conocí recién nacida, en
casa de mis tías, parecía que uno era dramáticamente mas grande
que otro. Recuerdo cómo, habiendo la madre elegido el depósito
de semillas de la casa rural para tener a sus crías, Yoshimi —que
entonces no se llamaba así— corría a esconderse entre los costales
cuando oía el menor ruido y prefería observar el mundo desde la
penumbra con su gran ojo delineado. Cuando los vecinos se empe-
zaron a llevar a los hermanos de Yoshimi, todos machos, sin siquie-
ra considerar la posibilidad de su presencia en una nueva casa de
adopción, pregunté a mis tías qué de malo había con la pequeña
gata. “Está enferma, mira su ojo pequeño, no sirve para cazar rato-
nes ni para ahuyentar serpientes. Y si no puede ganarse su alimen-
to, nadie la va a querer”, me dijo una de ellas. La otra afirmó: “Es un
animal lisiado. No tiene caso invertir en algo que no tiene utilidad”.
Ahora Yoshimi vive conmigo, ha crecido y su ojo delineado, si bien
resultó tener el mismo tamaño que el otro, es su pequeño rasgo
de exotismo. Habitando un departamento de tamaño medio, nunca
pensé adoptar un animal de compañía, pero de no haberlo hecho
con Yoshimi, simplemente la habrían dejado morir dada su aparen-
te discapacidad y lo dispensable de su presencia como animal sin
utilidad evidente. Puedo asegurar que mis tías son buenas personas
y que no serían capaces de dañar a otro ser humano. Pero, viviendo
en el campo y basando su economía en los ciclos agrícolas, ellas
saben lo valioso que es el conocimiento de las inversiones que dan
frutos y las que no; teniendo, además, gallinas, guajolotes, ovejas
y toros, saben que cuidar de los animales, darles una vida con ali-
mento y agua suficientes, en un lugar limpio, representa también la
posibilidad de obtener ganancias cuando ellos son vendidos
para trabajar o sacrificados para consumo. Y es que, a veces,
la gente buena hace cosas atroces para vivir, como sacrificar
animales que amorosamente han cuidado desde su naci-
miento y justificar esa conducta en la utilidad de su crianza y
en la funcionalidad de sus cuerpos.
Beasts of Burden. Animal and Disability Liberation, el pro-
vocador y profundo libro de Sunaura Taylor, precisamente,
trata de las maneras en que hemos aprendido y socializado
que ciertas formas de daño y violencia, como las que infligi-
mos a las personas con discapacidad o a los animales, por
acción u omisión, aparecen como irrelevantes, aunque sus
consecuencias sean terribles. También, sobre cómo los dos
paradigmas epistemológicos desde los cuales justificamos
estas conductas, a saber, el capacitismo —la noción de
que el reconocimiento e inclusión plenos requieren de una
racionalidad y funcionalidad que no estaría vinculada con
la discapacidad— y el especismo —la idea de que el dolor y
la conciencia de la individualidad son patrimonio exclusivo
de la especie humana— están profundamente vinculados
en nuestros imaginarios sociales y en la construcción de la
institucionalidad jurídica y política que intenta edificar un
muro entre nosotros y la barbarie. Taylor, persona con disca-
pacidad ella misma, toma como punto de partida el hecho de
que la filosofía política haya invisibilizado y, en consecuen-
cia, banalizado el sufrimiento localizado en los cuerpos que
hemos aprendido a reconocer como superfluos —para usar
la expresión de Hannah Arendt a propósito del totalitaris-
mo y su política del terror— y como incapaces de despertar
nuestra imaginación moral para tratar de comprender lo
que aquél significa. A partir de experiencias personales y el
Mario Hernández — Imprenta Pública
6
Sunaura Taylor, Beasts of Burden. Ani-
mal and Disability Liberation, Nueva
York y Londres, The New Press, 2017.
conocimiento de las tradiciones ético-políticas modernas,
Taylor afirma que diariamente desarrollamos, sin inmutar-
nos, nuestras vidas en medio de la crueldad hacia las perso-
nas con discapacidad y los animales, y que esto es resultado
de una atrofia deliberada de la facultad de juicio moral,
consecuente con la imposición de un modelo de relación
instrumental con el mundo. Para la filósofa estadounidense,
no fue casual que el descubrimiento de que su cuerpo con
artrogriposis múltiple congénita era un territorio del que
estaba separada por el lenguaje de la conmiseración y la in-
fantilización, así como por la creencia de que la suya era una
existencia necesariamente incompleta y carente, coincidiera
con la revelación de la maneras en que nuestra biología y
conciencia se alimentan de carne y sufrimiento que —car-
tesianamente— concebimos como un saldo necesario en el
proceso de racionalización y colonización de un mundo que
también pensamos —incluso en el contexto de la seculariza-
ción— se nos otorgó como patrimonio por su creador.
Entonces, ¿por qué enseñamos a las personas con disca-
pacidad a avergonzarse y esconder sus cuerpos, al tiempo
que nos orgullecemos y exponemos públicamente nuestro
pretendido dominio sobre las otras especies?, ¿por qué nues-
tra relación con los animales ha pasado necesariamente por
afirmar que la razón que nos separa de ellos también nos au-
toriza a despojarlos de sus cuerpos y a experimentar con sus
umbrales de tolerancia al dolor?, ¿tiene esto alguna relación
con el hecho de que nuestros vínculos políticos con la dis-
capacidad han implicado casi siempre un arrebato violento
de la capacidad de agencia y autonomía, para que los cuer-
pos de las personas que la experimentan permanezcan en
situación de dependencia? La convicción filosófica de Taylor
121
Imprenta Pública — Mario Hernández
es que una revisión exhaustiva del capacitismo,
que infravalora cuerpos con racionalidades y
funcionalidades diferentes a las de la población
promedio, permite observar la crueldad hacia
los animales como un entrenamiento —una pe-
dagogía de la crueldad, para usar la expresión
de Rita Segato— para nuevas formas de vio-
lencia e instrumentalidad entre humanos que
encuentran su justificación en metáforas sobre
“Diariamente
desarrollamos, sin
inmutarnos, nuestras vidas
en medio de la crueldad
hacia las personas con
discapacidad y los animales,
y que esto es resultado de
una atrofia deliberada de la
facultad de juicio moral”.
la evolución y la oposición irreconciliable entre
cultura y naturaleza. Y, de manera simultánea,
que una consideración crítica del especismo
echa luz sobre todas las formas en que hacemos
aparecer a las personas con discapacidad como
anomalías en la especie humana y, por deriva-
ción, como excepciones para la universalización
del acceso a los derechos y las oportunidades.
Esta vinculación —y a veces abierta equipa-
ración— entre la corporalidad, el sufrimiento y
el lenguaje de infantilización, condescendencia y
122
en ocasiones explícito discurso de odio con que nos referimos
a las personas con discapacidad y los animales, podría parecer
irrespetuosa y difuminar la especificidad de cada una de estas
posiciones que, por ejemplo, Martha Nussbaum considera
señalan las fronteras de la justicia —un dominio que hemos
aprendido a pensar en sentido rawlsiano, es decir, desde una
racionalidad y reciprocidad asociadas con una idea de norma-
lidad excluyente y que, además, constituyen el fundamento
de la personalidad moral de los contratantes del pacto social.
No obstante, me parece que la intención de Taylor es obli-
garnos a cruzar estos límites autoimpuestos por la filosofía
a los acuerdos políticos que podemos calificar como libres y
equitativos, para posibilitar el reconocimiento de que existen
otras maneras de entender la capacidad para integrar un plan
de vida, formas alternativas de caracterizar el enriquecimien-
to y la cooperación que se pueden establecer mas allá de la
funcionalidad y la especie, así como modalidades creativas de
comunicación e interacción que no pasan por la sujeción ni la
dominación. Por una parte y desde el capacitismo que nos de-
limita como especie a partir de cierta idea de la funcionalidad
promedio, nos habríamos colocado en una posición de supe-
rioridad moral para desechar y considerar como irracionales
aquellas reconfiguraciones del espacio y la cultura discrimi-
natoria que, el día de hoy, condicionan la observación de los
cuerpos con discapacidad como incompletos y fallidos. Por la
otra, desde el especismo habríamos legitimado y reconocido
incluso como éticas aquellas formas de argumentación que
hacen parecer como necesarias las violencias y depredacio-
nes que permitirían la conservación de la vida en sentido
biológico, como si deliberadamente nos despojáramos de la
razón y convirtiéramos a la satisfacción de un apetito y sed de
acumulación esencialmente voraces en el único criterio para
decidir sobre el carácter racional o no de nuestras acciones.
En este sentido, el libro de Sunaura Taylor consigna su
discusión a lo largo del tiempo con el filósofo Peter Singer,
quien ha visibilizado en su obra la existencia de institucio-
nes y códigos culturales que sustentan la crueldad hacia los
animales, cuya exacerbación en la modernidad tardía haría
necesario el desarrollo de responsabilidades y formas espe-
cíficas de hacerla punible, incluso el planteamiento de de-
rechos mínimos para las especies no humanas que las pro-
tegieran frente al sadismo. Taylor cuestiona la pretendida
originalidad de lo que Singer ha llamado un modelo social de
la crueldad hacia los animales y que revelaría que los sacri-
ficios y vivisecciones particulares no son anecdóticos, sino
expresión de una filosofía que, para afirmar la superioridad
del logos humano, ha despojado de valor a las especies que
no lo poseen en la misma medida y expresión que las per-
sonas. Precisamente, ella nos recuerda que, si el movimien-
to de vida independiente surgido a finales de la década de
1970 en Estados Unidos se transformó en el modelo social
de la discapacidad —incorporado hoy en la mayor parte de
los tratados y convenciones internacionales de derechos
humanos— es porque ha ocurrido un desplazamiento de la
comprensión sobre las causas de la discriminación: desde
una pretendida naturaleza y esencia del individuo, hacia
el contexto que estigmatiza algunas de sus características
e identidades que —fuera de este marco ideológico— no
serían sino formas de la diversidad humana. Incluso, Taylor
critica a Singer por el uso frecuente de metáforas sobre la
discapacidad en su argumentación a favor de la erradicación
de la crueldad hacia los animales, señalando lo cuestionable
de su afirmación en el sentido de que, si pudiéramos conce-
derles el habla, seríamos conscientes de la complejidad de
sus existencias, no solo en lo que se refiere a organización
social, sino también a la afectividad y sus posibilidades de
altruismo. Al sugerir esto, Singer inmediatamente alude a
la discapacidad para señalar que, si la pudiéramos erradicar
para superar las barreras de comprensión y comunicación
entre quienes viven con ella y quienes no, probablemente
entenderíamos mejor la complejidad de la estructura in-
telectual de estas personas y la manera en que configuran
una imagen del mundo que necesita integrarse a la vida
pública democrática. Es decir, que para Taylor lo que hace
Singer es asumir que la discapacidad es una falla intrínse-
ca de lo humano que, en principio, todas las personas con
alguna diversidad funcional estarían dispuestas a erradicar.
Taylor señala que ella y muchas personas con discapacidad
no sólo no tomarían esta opción sino que la consideran el
fundamento de la cultura discriminatoria que separa, mini-
miza y construye espacios diferenciados excluyentes para
ellas —auténticos guetos en las sociedades democráticas
contemporáneas. Entonces, sin el desmontaje crítico del
capacitismo como paradigma epistemológico que tiene con-
secuencias para el reconocimiento de la capacidad moral y
agencia política de las personas con discapacidad, la lucha
por su inclusión y sus derechos no podría estar completa.
Pero, si dicho desmontaje no se hace en paralelo con el des-
mantelamiento del especismo, el lenguaje, las metáforas y
las instituciones con que —de manera inconsciente pero no
Mario Hernández — Imprenta Pública
inocente, porque benefician a una industria que capitaliza
la crueldad y la discriminación— intentamos construir un
mundo auténticamente accesible e incluyente, nunca serán
suficientes para reconocer la dignidad presente en los cuer-
pos con discapacidad.
Finalmente, habría que señalar que Beasts of Burden.
Animal and Disability Liberation se alinea con la literatura
filosófica reciente —con Wendy Brown, Nancy Love, Mi-
chael Sandel, Eva Illouz o Melinda Cooper— que analiza las
formas en que nuestros imaginarios sociales transforman
la exclusión y la injusticia relacionadas con la identidad en
cuestiones psicológicas antes que políticas, en el marco del
movimiento que Michel Foucault denominó —en El naci-
miento de la biopolítica— como el surgimiento y auge de la
razón neoliberal. Ésta alude a la generalización de un modelo
de racionalidad característico e incuestionable en la mo-
dernidad tardía que sustituye los imperativos de la política
por los de la economía y que, de manera complementaria,
cancela la conciencia crítica de los individuos y la reemplaza
por un consumismo imposible de satisfacer, dado su arraigo
en una degradación al plano de lo instrumental y mediato
de cualquier logro, solidaridad, participación, aspiración o
forma de afectividad. A la luz de esta perspectiva es que po-
demos entender que tanto el capacitismo como el especis-
mo son episodios paradigmáticos —y no anecdóticos— en la
construcción de la modernidad tardía trenzada con la razón
neoliberal, que discrimina y excluye a quienes se considera
diferentes a causa de un prurito ideológico, pero sobre todo
porque de esta manera se constituyen privilegios injustifica-
dos y asimetrías inmerecidas que producen ganancias y ace-
leran la acumulación del capital. La conclusión de Taylor, a
saber, que se requiere una auténtica revolución en la filoso-
fía que sustenta los movimientos sociales y las instituciones
democráticas para integrar un frente común de lucha que
incluya a todos quienes en algún momento han sido exclui-
dos desde visiones capacitistas o especistas, podría parecer
ingenua. No obstante, la crudeza de su tesis sobre el carácter
intrínsecamente moderno de la degradación de las personas
con discapacidad y los animales como una manera de man-
tener la soberanía y especificidad del logos humano, permite
avizorar que se trata de una revolución desencantada, de
improbable final feliz, pero a la que no podemos renunciar
si queremos seguir afirmando nuestra racionalidad, dignidad
y capacidad de juicio moral respecto del daño y la crueldad,
experimentados en cuerpos propios o ajenos. m
123
(in) actualidades — Ricardo Cartas e Isaac Hernández
1 AUTOR: Francisco Javier Barranco Saiz
EDITORIAL: PIR ÁMIDE
Marketing político
y electoral
El objetivo de un partido político, de un sindicato, de un co-
legio profesional o de una asociación de ciudadanos, al igual
que el de cualquier organización empresarial, es alcanzar
la máxima cuota de su mercado para poder tener una ma-
yor presencia social y mediática y destacar en un entorno
cada vez más competitivo. A esto contribuye, en esencia, el
marketing político y electoral. En esta obra se describe el
conjunto de tácticas y técnicas que, en dicha especialidad
del marketing, se utilizan para conocer las expectativas de
los integrantes de sus correspondientes mercados y poder
satisfacerlas a través de los programas electorales y de los
candidatos propuestos. Se desarrolla desde una óptica de
planificación estratégica a través de cuatro instrumentos
básicos: el análisis del mercado electoral, la política del
producto, las técnicas de venta y la comunicación política.
En este manual se trata el papel, cada vez más significativo,
que desempeñan en los procesos electorales de cualquier
tipo las denominadas tecnologías de la información y del
conocimiento (TIC), tanto las páginas web corporativas
como el novedoso fenómeno de las redes sociales, o el ac-
ceso a las aplicaciones de Internet a través de los teléfonos
móviles 4G. Estas herramientas facilitan la interacción con
el votante y consiguen hacerle protagonista y partícipe de
la campaña electoral.
124
Esta es la biografía visual definitiva de la histórica Presiden-
cia de Barack Obama, capturada en un detalle sin preceden-
tes por el fotógrafo de la Casa Blanca, y presentada en un
formato de gran tamaño, exquisitamente producido, de 12
“x10”, y con un prólogo del propio Presidente Obama.
Pete Souza fue el principal fotógrafo oficial de la Casa
Blanca durante los dos mandatos del presidente Obama.
Estuvo con el Presidente en momentos más cruciales que
cualquier otro, y los fotografió a todos. Souza tomó casi dos
millones de fotografías del presidente, capturando momen-
tos altamente clasificados y desarmadamente cándidos.
Obama: Un retrato íntimo reproduce las fotografías más
icónicas de Souza con exquisito detalle, más de trescientas
2
AUTOR: PETE SOUZ A
EDITORIAL: Penguin
Ricardo Cartas e Isaac Hernández — (in) actualidades
Obama: an intimate
portrait
en total. Algunos nunca han sido publicados. Estas fotografías
documentan las horas más importantes de la Presidencia, inclui-
da la imagen histórica del presidente Obama y sus asesores en
la Sala de Situación durante la misión de Bin Laden, junto a mo-
mentos de descuido con la familia del Presidente, sus encuen-
tros con niños, interacciones con líderes mundiales y figuras
culturales, y más.
Las fotografías de Souza, con textos detrás de escena y las
historias que los acompañan, comunican el ritmo y el poder de la
oficina más importante de los Estados Unidos. También revelan el
espíritu del hombre extraordinario que se convirtió en presidente.
El resultado es excepcional y un impresionante registro de
una era histórica en la historia de Estados Unidos.
125
(in) actualidades — Ricardo Cartas e Isaac Hernández Ricardo Cartas e Isaac Hernández — (in) actualidades

3 AUTOR: Armando Valladolid León,

Jorge Camarillo Govea Y Daniel Salinas Basave
EDITORIAL: Rodrigo Porrua Ediciones
4
LAS CAMPAÑAS POLÍTICAS
What happened
Y GOBIERNO EN LAS REDES SOCIALES

Por primera vez, Hillary Rodham Clinton revela lo que estaba
pensando y sintiendo durante una de las elecciones más polé-
micas e impredecibles de la historia. Ahora libre de las limita-
ciones en su carrera, Hillary nos lleva dentro de la experiencia
personal de convertirse en la primera mujer nominada a la pre-
sidencia por un partido importante en una elección, la cual es-
tuvo marcada por la rabia, el sexismo, los altibajos emocionan-
tes y bajas exasperantes, la interferencia rusa, y un oponente
que rompió todas las reglas. Ésta es su memoria más personal.
En estas páginas, describe lo que fue competir contra Do-
nald Trump, los errores que cometió, cómo se ha enfrentado
a una pérdida impactante y devastadora, y cómo encontró
fuerzas para recuperarse después. Con humor y sinceridad,
les dice a los lectores lo que se necesita para ponerse de
pie –los rituales, las relaciones y la lectura que le han hecho
pasar, y lo que la experiencia le ha enseñado sobre la vida.
Habla sobre los retos de ser una mujer fuerte bajo el ojo pú-
blico, las críticas sobre su voz, edad y apariencia, y el doble
estándar que enfrentan las mujeres en la política.
Ella expone cómo la elección de 2016 fue marcada por un
asalto sin precedentes a su democracia por un adversario ex-
tranjero. Al analizar las pruebas y conectar los puntos, Hillary
muestra lo peligrosas que son las fuerzas que moldearon el
resultado, y por qué los estadounidenses necesitan enten-
derlas para proteger sus valores y la democracia en el futuro.
La elección de 2016 fue sin precedentes e histórica. Lo que
pasó es la historia de esa campaña y sus secuelas-tanto un re-
lato profundamente íntimo como una historia para la nación.  compañero y consejero para aquellos candidatos, gober-
AUTOR: Hillary Rodham Clinton
EDITORIAL: SIMON & SCHUSTER
¿Cómo conformar un cuarto de guerra digital? ¿Cómo lograr
que cada “like” pueda traducirse en un voto potencial?
¿Cómo hacer llegar el mensaje preciso al auditorio indicado?
¿Cómo reaccionar ante una campaña de ataques y difama-
ciones? ¿Cómo detectar “bots” y “trolls”? ¿Qué hacer para
minorar las consecuencias de un tropezón? De manera senci-
lla y directa, este libro comparte una serie de estrategias de
trabajo para potencializar la comunicación política en redes
sociales y poder transmitir de la manera más efectiva posible
un mensaje o una idea multiplicadora por miles en cuestión
de minutos.
Nuestra vida se ha transformado en una permanente pla-
za pública, un ágora omnipresente e infinito llamado redes
sociales que nos coloca ante los reflectores aun cuando cree-
mos estar en la intimidad. Si hay un mundo impactado por
esta nueva forma de comunicación y de vida, es el mundo de
la política. Las redes sociales no cambiaron las reglas: cam-
biaron el juego por completo. Lo que regía hace una década
en materia de campañas electorales, hoy es obsoleto.
Actualmente, una campaña millonaria en televisión pude
caer derrotada frente a un hábil manejo de Facebook y el
Twitter. Formados a menudo en una tradición basada en
el discurso vertical y el monologo, los políticos mexicanos
se subieron sin brújula ni guía al tren de las redes sociales
y no pocos se han descarrilado por no saber utilizarlas con
una estrategia profesional. En las redes sociales no cabe la
improvisación ni la reacción a ciegas. Este libro funge como
nante o líderes que intentan comunicarse y abrirse camino
desde las redes sociales en un mundo donde la competencia
es despiadada.

126 127
(in) actualidades — Ricardo Cartas e Isaac Hernández

ESTO LO CAMBIA TODO.

El capitalismo
contra el clima

Esto lo cambia todo, de la periodista Naomi Klein, recor-

dada por libros como No logo y La doctrina del shock, es
un libro importante. El asunto del que se ocupa no puede
ser más relevante: el cambio climático, amenaza que nos
acecha y que oscurece nuestro futuro. Al contrario que mu-
chos autores, Klein se centra en la política, en especial en
las acciones sociales necesarias para combatir el aumento de
temperatura de la atmósfera terrestre y el emponzoñamien-
to de tierras, aire y mares que este lleva asociado, y no en los
argumentos científicos, aunque estos afloren con frecuencia
a lo largo de sus páginas. Tiene razón en adoptar semejante
enfoque, porque combatir el cambio climático tiene que ver
sobre todo con quienes poseen poder.
Olvídense de todo lo que saben sobre el calentamiento
global nos han dicho que el mercado nos salvará, cuando en inspiradora. La verdad, aunque sea realmente incomoda, es que
realidad la adicción al lucro y al crecimiento nos está hun- la culpa no la tiene el dióxido de carbono la culpa es del capi-
diendo cada día más en nuestra propia trampa. Nos han talismo. Pero hay otra verdad mucho más constructiva y fácil
dicho que es imposible dejar de usar combustibles fósiles, de asumir podemos aprovechar nuestra crisis existencial para
cuando en realidad ya sabemos perfectamente como reem- transformar nuestro fallido sistema económico y construir algo
plazarlos. Basta con que infrinjamos todas las reglas del libre radicalmente mejor. Klein pone así al descubierto los mitos que
mercado poniendo freno al poder de las grandes empresas, enturbian el debate sobre el clima. El cambio climático es una
reconstruyendo las economías locales y recuperando nues- alarma que debe despertar a la civilización un mensaje podero-
tras democracias. También nos han dicho que la humanidad so que nos llega en forma de incendios, inundaciones, tempo-
es demasiado codiciosa y egoísta como para estar a la altura rales y sequías. Para afrontarlo, ya no basta con ahorrar elec-
de semejante reto. Lo cierto es que, en todo el mundo, la tricidad. Se trata de cambiar el mundo antes de que el mundo
lucha por el triunfo de una nueva economía y en contra delas cambie tan drásticamente que se trasforme en un sitio inseguro
extracciones irresponsables resulta a la vez sorprendente e para todos. O saltamos del barco o nos hundimos con él.

5 AUTOR: naomi klein

EDITORIAL: Paidos