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Los occidentales perciben la inteligencia como la capacidad para formar categorías y debatir en
forma racional. En contraste, los pueblos de las culturas orientales y algunas comunidades africanas
ven la inteligencia más en términos de entendimiento y relaciones mutuas. Para los psicólogos, la
inteligencia es la capacidad para entender el mundo, pensar racionalmente y usar en forma eficaz
los recursos al enfrentar retos.
• Las teorías más recientes perciben la inteligencia bajo una luz diferente. En lugar de ver la
inteligencia como una entidad unitaria, la consideran un concepto multidimensional que
comprende diferentes tipos de inteligencia.
Algunos psicólogos proponen que hay dos tipos de inteligencia: la inteligencia fluida y la inteligencia
cristalizada. La inteligencia fluida refleja capacidades para el procesamiento de la información, el
razonamiento y la memoria. Si se nos pidiese que resolviéramos una analogía, que agrupáramos una
serie de letras de acuerdo con cierto criterio o que recordáramos una serie de números,
recurriríamos a la inteligencia fluida. Nos valemos de la inteligencia fluida cuando tratamos de
resolver rápidamente un rompecabezas.
• Gardner afirma que tenemos por lo menos ocho diferentes formas de inteligencia, cada una
de las cuales es relativamente independiente de las otras: musical, cinestésica-corporal,
lógica-matemática, lingüística, espacial, interpersonal y naturalista
• Además, señala que puede haber incluso más modalidades de inteligencia, como la
inteligencia existencial, la cual supone identificar y pensar en las interrogantes
fundamentales de la existencia humana
• Aunque las ocho modalidades básicas de la inteligencia se presentan en forma individual,
Gardner señala que estas inteligencias separadas no operan de modo aislado.
Normalmente, cualquier actividad abarca varios tipos de inteligencia que operan en
conjunto.
Una de las aportaciones más recientes a la comprensión de la inteligencia proviene del trabajo de
los psicólogos cognitivos que adoptan un enfoque del procesamiento de la información. Sostienen
que la forma en que las personas almacenan el material en la memoria y lo utilizan para resolver
tareas intelectuales constituye el indicador más preciso de la inteligencia.En consecuencia, en lugar
de concentrarse en la estructura de la inteligencia o su contenido subyacente o dimensiones, los
modelos del procesamiento de la información examinan los procesos que conlleva la producción del
comportamiento inteligente
Sternberg arguye que el éxito profesional exige un tipo muy distinto de inteligencia del que se
necesita para el éxito académico. Si bien el éxito académico se basa en los conocimientos de una
base de información específica obtenida al leer y escuchar, la inteligencia práctica se aprende
principalmente mediante la observación del comportamiento de los demás. Quienes tienen un
grado elevado de inteligencia práctica son capaces de aprender normas y principios generales y
aplicarlos en forma apropiada. Además de la inteligencia práctica, Sternberg sostiene que hay otros
dos tipos de inteligencia exitosa básicos e interrelacionados: la inteligencia analítica y la inteligencia
creativa.La primera se concentra en los tipos de problemas abstractos pero tradicionales que se
miden en las pruebas de CI, mientras que la segunda supone la generación de ideas y productos
novedosos.
Algunos psicólogos amplían el concepto de inteligencia más allá del campo intelectual para incluir
las emociones. La inteligencia emocional es el conjunto de habilidades que subyacen a la
evaluación, valoración, expresión y regulación precisas de las emociones. La inteligencia emocional
subyace a la capacidad para llevarse bien con los demás, es el fundamento de la empatía hacia los
demás, la conciencia personal y las habilidades sociales. Nos proporciona una comprensión de lo
que los demás sienten y experimentan.
Evaluación de la inteligencia
Los psicólogos que estudian la inteligencia han concentrado buena parte de su atención en el
desarrollo de pruebas de inteligencia y se han basado en tales instrumentos para cuantificar el nivel
de inteligencia de una persona. Estas pruebas han demostrado ser de gran beneficio para identificar
a los estudiantes que necesitan educación especial en la escuela, para diagnosticar dificultades
cognitivas y ayudar a la gente a hacer elecciones educativas y vocacionales óptimas. Al mismo
tiempo, su uso ha resultado controvertido, pues ha planteado problemas sociales y educativos
importantes.
La primera prueba de inteligencia real la creó el psicólogo francés Alfred Binet (1857-1911).
Sus pruebas se derivaron de una premisa sencilla: si el desempeño en ciertas tareas o reactivos de
pruebas mejoraba con la edad cronológica, o física, el desempeño podía utilizarse para distinguir a
las personas más inteligentes de las menos inteligentes dentro de un determinado grupo de edad.
Con base en la prueba de Binet, a los niños se les asignaba una puntuación relacionada con su edad
mental, la edad promedio de los individuos que logran un nivel específico de desempeño en una
prueba.
Por ejemplo, si el niño promedio de ocho años de edad respondía correctamente, digamos, 45
reactivos en una prueba, a cualquiera que respondiera correctamente 45 reactivos se le asignaría
una edad mental de ocho años. En consecuencia, al margen de si la persona que se sometía a la
prueba tenía 20 o cinco años de edad, tendría la misma edad mental de ocho años. Asignar una edad
mental a los estudiantes ofrecía un indicador de su nivel general de desempeño. Sin embargo, no
permitía hacer comparaciones adecuadas entre personas de diferentes edades cronológicas. Una
solución al problema se dio con el cociente de inteligencia o CI, una puntuación que toma en cuenta
las edades mental y cronológica de un individuo. Históricamente, las primeras puntuaciones de CI
empleaban la siguiente fórmula, en la que EM significa edad mental y EC, edad cronológica:
Con ayuda de esta fórmula, podemos volver al ejemplo inicial de un individuo de 20 años que se
desempeña con una edad mental de 18 y calcular una puntuación de CI de (18/20) × 100 = 90.Probar
la fórmula por ensayo y error le demostrará que cualquiera que tenga una edad mental igual a su
edad cronológica tendrá un CI igual a 100. Además, quienes tienen una edad mental superior a su
edad cronológica tendrán cocientes de inteligencia superiores a 100.