Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
I. INTRODUCCIÓN
* Abogada. Egresada de la UCV, Especialista en Derecho Procesal de la UCV. Docente de Pre-Grado de la UCAB y de
Post-Grado de la USM. Jueza de Juicio del Circuito Judicial de Protección del Niño, Niña y Adolescente del Área
Metropolitana de Caracas.
1
ama? ¿Cómo se puede medir? Si descubrimos que no somos unas personas que
amen demasiado, ¿de qué forma se puede aumentar nuestra capacidad de amar?
¿Se puede aprender el amor? ¿Se puede enseñar? En caso afirmativo, ¿quién
puede hacerlo? (Keen, 1998, p. 19)
“Amor.
2
11. m. pl. Relaciones amorosas.
3
atención, la empatía, la compasión, el compromiso, la aceptación incondicional y
el resto de los elementos en proporciones adecuadas, incluyendo el placer
sensual y algunos ecos de deseo sexual. Pero la expresión sexual es
absolutamente tabú, porque el incesto destruye la inocencia, que es el sine qua
non de la infancia (Keen, p.41).
4
mayores inconvenientes para identificar el nexo entre “su propia capacidad de
amar” y el desarrollo de su “objeto amoroso”.
A continuación intentaré explicarme mejor, pero para ello sugiero que nos
detengamos un instante a fin de llevar a cabo un breve ejercicio mental, cerremos
los ojos e imaginemos que somos aún niños, niñas (…o adolescentes!), nos
encontramos en la tarde de un tranquilo día, jugando o disfrutando en alguna de
las habitaciones del lugar donde vivimos. De pronto, justo en ese momento oímos
lo que ya se ha vuelto una desagradable costumbre en nuestras vidas… nuestros
padres han comenzado nuevamente a discutir… esta vez es en un tono más
fuerte que ayer… ambos se oyen alterados a tal punto que salimos corriendo
impresionados a ver qué pasa…los dos están muy molestos…se acusan
mutuamente de cosas que no logramos comprender muy bien. Se señalan con los
dedos censurándose y se insultan ignorando por completo nuestra presencia... es
realmente muy intimidante… nos sentimos de repente… agitados… temerosos de
lo que pueda pasar… experimentamos también algo de coraje y hastío… ¿por qué
siempre es igual?… ¿por qué mamá y papá pelean tanto?... ¿…ya no se
quieren?... ¿es por nuestra culpa?... ¿hicimos algo malo?... ¿acaso ya no nos
quieren?...
Sin duda, las imágenes descritas nos resultan terriblemente familiares ¿no
es cierto?, aunque nos cueste mucho admitirlo, resulta difícil pensar en un recinto
hogareño venezolano en el cual al menos alguna vez no se haya llevado a cabo
un episodio similar… y conste que cuando se dice similar se hace referencia a que
el escenario y los sujetos pudieron haber estado desempeñando otros roles y sin
embargo, lo usual es que cuando se plantea un asunto que molesta,
especialmente cuando de conflictos interparentales no resueltos se trata, la
dinámica elegida se mantenga incólume, es decir, que se elija (…por ser sin duda
mucho más fácil!) la hostilidad, la discusión, la pelea, la agresividad, la acusación,
la búsqueda de la responsabilidad fuera de nosotros, específicamente (…y mejor!)
si es en el otro… y ello es así por encima del uso de la herramienta del diálogo
5
asertivo y la negociación, y lo que es peor, haciendo caso omiso a la presencia de
niños, niñas y/o adolescentes durante el desarrollo de la escena… Discúlpenme
pero… ¿acaso me dirán que cada vez que Uds. mis estimados lectores han tenido
un enfrentamiento verbal con el padre o la madre de sus hijos (o con cualquier otro
miembro de la familia), se han tomado la molestia de hacerlo en forma
reservada?...es decir, ¿han procurado ustedes preservar que sus hijos no
presencien las manifestaciones de agresividad, hostilidad y violencia?
Hasta hace muy poco tiempo esa angustia existencial se vivía en silencio.
Hoy en día, los niños, niñas y adolescentes expresan con más naturalidad sus
dificultades y sus miedos. Son muchos los integrantes de dicho grupo etáreo
afectados por situaciones como ésta. La misma ha dejado de ser excepcional para
convertirse en algo terriblemente habitual.
6
obviamente también un divorcio- crea una especie de "crisis afectiva-emocional"
en los niños.
Los niños, aquellos cuya niñez no les ha sido arrebatada por alguna
catástrofe natural, conflicto bélico en su país, por la orfandad, la explotación u
otras tragedias, quizás no vivan una vida de angustia y desesperación, pero tienen
sus propios dramas.
7
seguridad incorporará su comportamiento a su propio repertorio (Hogg, 2005, p.
183).
Ahora bien, ¿por qué ocurre esto?... ¿por qué cuesta tanto controlar las
emociones en especial delante de los niños, niñas y adolescentes?... ¿de verdad
se cree que los niños, niñas y adolescentes tienen las suficientes herramientas y
fortalezas emocionales como para hacer frente solos a situaciones como la
relatada?...y en todo caso ¿quiénes son los llamados a controlar los factores que
causan estrés en ellos preparándolos para los cambios que seguramente habrán
de enfrentar, procurando que no sean muchos y ayudándolos a encontrar formas
de asumirlos con serenidad y tranquilidad?
8
hostil o traumático para dilucidar sus problemas interpersonales, éstos suelen ser
categóricos al afirmar: ”No…es imposible!...”No puedo!...”
a. La Pareja:
Satir (1982, p. 126) explicó que ser capaz de formar una vida creativa
satisfactoria con alguien requiere gran compatibilidad en diversas áreas
9
adicionales. La mayoría de las personas escogerán siempre lo conocido por más
incómodo que resulte, y no lo desconocido aunque sea mucho mejor. Para ella
(Satir), el amor es un sentimiento. No puede funcionar a base de leyes. O existe o
no existe. Aparece sin ninguna razón, pero para sobrevivir y crecer tiene que ser
estimulado. El amor es como una semilla que consigue germinar y brotar del
suelo. Pero si no se le nutre adecuadamente y se le brinda la luz y la humedad
que necesita, morirá. Los sentimientos amorosos y las atenciones que se
manifiestan durante el noviazgo, se realizan durante la convivencia (…en el
matrimonio o fuera de él), sólo si la pareja entiende que su amor debe ser
alimentado cada día. Una nutrición efectiva se relaciona con el proceso que la
pareja logra establecer entre los dos. El proceso se refiere al cómo de la
convivencia cotidiana (unión estable de hecho, concubinato, matrimonio, etc.). El
proceso consiste en las decisiones que ambos toman y la forma de actuar de
acuerdo a esas decisiones (Ídem, p.127).
10
Lo que debe sin duda comprenderse es que la convivencia en común de la
pareja (…con o sin las formalidades del matrimonio!) ya no es definitivamente una
entidad de naturaleza rígida, sino que se trata de un proceso psicológico que se
correlaciona con la evolución de la psique humana colectiva. Necesitamos
entender que los cambios ocurridos en el seno de la pareja y nuestras propias
expectativas ante la misma, tienen que ver con las modificaciones evolutivas que
se han producido en nosotros mismos, en nuestra cultura y nuestra especie (Ídem,
p. 38).
11
crianza de los hijos comunes a ambos. La pareja además cumple con la finalidad
de satisfacer las necesidades básicas, económicas, sociales, afectivas, etc., de
uno y otro miembro. Estos miembros pueden cambiar a lo largo del tiempo una o
varias veces; no será eso probablemente lo ideal, pero para que exista la pareja
como institución cultural, es suficiente que el hombre y la mujer se auto perciban
como orientados a vivir en común y pongan en esa forma de vida lo esencial de su
realización como seres humanos (Moreno O., 2007, p. 9).
Todas las personas nos distinguimos más que por el tipo de problemas que
tenemos, por el tipo de soluciones que aportamos a los mismos. De allí que no
sea equiparable el afrontar un conflicto desde la madurez que desde la neurosis.
La persona madura tiende a analizar objetivamente lo sucedido y se plantea
estrategias de solución que se adaptan a sus fuerzas, a la magnitud del problema
y al resultado que desea obtener. Por el contrario, la persona neurótica tiende a
desenfocar el problema, adjudica la responsabilidad a los demás y espera que se
resuelva según a él le conviene. Por ello, afrontar un problema o conflicto desde el
carácter maduro o desde el carácter neurótico, genera resultados realmente
diferentes tanto en la solución del conflicto como en la personalidad de quien lo
resuelve. En definitiva hacemos las cosas en función de cómo somos, pero
también somos una consecuencia directa de lo que hacemos, por eso unas
personas hacen crónico su perfil neurótico, a medida que resuelven mal sus
conflictos, al contrario de otras que progresan en su madurez, a medida que
resuelven bien los suyos (Ídem, p. 47).
12
L.F.Katz & Gottman (citados por Papalia, 2001, p. 563), aseguran que la
manera como las parejas resuelven sus desavenencias es otro aspecto de la
atmósfera familiar, algo que también influye en el ajuste de los hijos. En un
estudio, niños de cinco años cuyos papás demostraron su enojo al no expresar
sus emociones durante los conflictos con la madre, tres años más tarde fueron
considerados por sus maestros como individuos que se culpaban a sí mismos, se
mostraban angustiados y se sentían avergonzados. Niños de cinco años cuyos
padres se insultaban, burlaban y despreciaban mutuamente, a los ocho años
tendieron a ser desobedientes, renuentes a obedecer las reglas e incapaces de
esperar su turno. Estos patrones fueron válidos aunque los padres se hubieran
separado o no, para ésa época. Los problemas de comportamiento de los niños
pueden haberse activado al ver modelos de una solución deficiente de los
conflictos o por la preocupación de que sus padres pudieran separarse, o quizá
estos padres se comportaron en forma negativa con sus hijos, así como entre ellos
mismos.
b. La Familia:
13
permite que este se cohesione. Este miembro está, a la vez, dentro y fuera del
grupo.
Refiere el mismo autor (Moreno O., 2007, p. 28), que en un artículo del año
1982, pero publicado en el año 1983, Vethencourt enfoca la familia como centro
fundamental en la formación de la persona, punto mediador entre el individuo y las
relaciones socio-económicas. Según éste último, los contenidos éticos que guían a
la persona en su vida se adquieren en la familia pero unos provienen,
preponderantemente, de la madre y otros del padre.
14
vive relacionándose con diversos grupos que ejercen determinada influencia sobre
él, esta es mediatizada por las propias características psicológicas que
caracterizan a dicho individuo.
15
El niño o niña que llega al mundo no tiene pasado ni experiencia de
comportamiento, y carece de una escala de comparación para valorarse a sí
mismo. Tiene que depender de las experiencias que adquiere con las personas
que lo rodean y de los mensajes que le comunican respecto a su valor como
persona. Durante los primeros cinco o seis años, la autoestima del niño o niña se
forma casi exclusivamente en la familia. Después, cuando empieza la escuela,
intervienen otras influencias, pero la familia sigue siendo importante durante toda
su adolescencia. Otras influencias tienden a reforzar los sentimientos de valor o
falta de él que haya aprendido en el hogar; el niño o niña de autoestima alta puede
sobrevivir muchos fracasos en la escuela o entre sus semejantes; el niño o niña de
autoestima baja puede tener muchos éxitos y seguirá sintiendo una duda
constante respecto a su propio valer, pues cada palabra, expresión facial, gesto o
acción de parte de los padres transmite algún mensaje al niño o niña en cuanto a
su valor. Lamentablemente, muchos padres no se percatan del gran efecto que
estos mensajes tienen en sus hijos y lo que es peor aún, con demasiada
frecuencia ni siquiera se dan cuenta respecto a cuáles son los mensajes que les
están comunicando (Satir, 1982, págs. 24 y 25)
16
Las interacciones de los padres entre sí, influyen en las actitudes y logros
de sus hijos, la capacidad para regular sus emociones, para llevarse bien con los
demás. En general, cuando los padres se preocupan y se apoyan mutuamente, la
felicidad emocional aflora en los hijos. Pero los niños que están constantemente
expuestos a la hostilidad que existe entre sus padres, pueden toparse con riesgos
que ni siquiera son capaces de advertir.
No hay ninguna duda de que los niños se sienten afligidos cuando son
testigos de las peleas de los padres. Sus reacciones varían entre: el llanto,
quedarse inmóviles, tensionados, taparse los oídos, esconderse (o por lo menos
taparse los ojos, creyendo que así dejará de existir tan terrible escena).
Incluso los niños más pequeños, reaccionan ante las discusiones de los
adultos con cambios fisiológicos tales como el aumento del ritmo cardíaco y la
presión sanguínea. El estrés de vivir con el conflicto de los padres puede afectar el
desarrollo del sistema nervioso autónomo de un pequeño, el cual determina la
capacidad del niño para resolver problemas y por consiguiente aparecen los
síntomas en su proceso de aprendizaje, por más inteligente y madura que sea la
criatura.
Los hijos de las parejas muy conflictivas es muy probable que obtengan
calificaciones más bajas en la escuela. La gran tragedia educativa de nuestro
tiempo es que muchos niños están fracasando en la escuela, no por problemas
intelectuales o físicos, sino por sus "desequilibrios" emocionales, producto del
ejemplo emocional que reciben en el seno de sus hogares.
17
probabilidades de mostrar una conducta antisocial y agresiva hacia sus
compañeros de juego. Tienen mayores dificultades para regular sus emociones,
concentrar su atención y calmarse a sí mismos cuando se sienten perturbados.
También, el "maltrato emocional " recibido por un niño o niña puede manifestarse
en problemas de salud, que pueden ir desde tos y resfríos hasta llegar a cuadros
de estrés crónico.
18
figura de autoridad, sino en general como ser humano. La forma que revisten las
reacciones a los ineludibles e imprevistos cambios y altibajos de la vida familiar
cotidiana demuestra a los adolescentes la naturaleza de la personalidad de sus
padres. Nadie más que sus propios adultos, son el mayor y mejor ejemplo que se
les puede ofrecer mientras se encuentran en el proceso de desarrollo de su
identidad personal (Law N.y Harris, 2005, p. 13).
19
frente a los cambios substanciales operados en el núcleo familiar a propósito de la
ruptura y los demás inconvenientes diarios.
La contrapartida de la frase “los niños de hoy son los adultos del mañana”
es precisamente ésta otra “los niños de ayer son los adultos de hoy” y éste
desarrollo y crecimiento se realiza precisamente dentro de la familia. De allí que
podamos entender no sólo cuán ardua es la labor de enseñanza que llevan a cabo
los padres (representantes o responsables) dentro del núcleo familiar, sino
además el enorme peso de responsabilidad que ésta situación entraña para ellos,
ansiando siempre hacer lo mejor que puedan por su prole, aún cuando se
encuentren confundidos respecto a muchas cosas, sean insensibles a otras tantas
e ignoren las demás.
La escuela más exigente de todas es sin duda alguna la familia, pues allí
han de formarse “las personas, los seres humanos” que habrán de poblar éste
mundo. Por ello, se espera que los padres (…que son los primeros maestros y
profesores!) deban mostrar gran competencia y dominio sobre todas las materias
que involucren a la vida y al arte de vivirla, sin que pueda tenerse certeza alguna
respecto a su propia certificación (…¿dónde aprendieron a ser padres?...¿quién
les enseñó cómo tratar a niños, niñas y/o adolescentes?, etc.).
“…Son tantas las familias donde los padres carecen de madurez, que
muchas de ellas se encuentran en la posición de no haber aprendido la
cosas que necesitan enseñar a sus hijos. Por ejemplo, el padre que no
20
ha aprendido a dominar su carácter, no está en posición de enseñar a
sus hijos a controlarse. No hay nada como criar hijos para resaltar las
deficiencias de los padres, y cuando esto sucede, el padre inteligente
sabrá convertirse en alumno junto con sus hijos.
La mejor preparación que conozco para la paternidad es la
madurez, franqueza, y conciencia en el adulto que emprende esta
monumental tarea. Si el adulto se lanza a formar una familia sin tener
madurez para ello, el proceso será infinitamente más complicado y
azaroso –no necesariamente imposible, sino simplemente bastante
difícil.
La mayoría de los padres quieren que sus hijos tengan cuando
menos una vida igual o mejor que la que ellos tuvieron y esperan ser el
medio para que esto suceda. Los hace sentirse útiles y optimistas. Tal
vez, los padres no estén conscientes de la influencia que ejercen las
expectativas que tuvieron durante su niñez respecto a la forma de criar
a los propios hijos. De hecho, estas experiencias significan la base para
la elaboración de muchos diseños familiares. Es fácil que repitas en tu
familia las mismas cosas que sucedieron cuando estabas creciendo.”
(Cursiva y subrayado añadidos)
21
favorecer su disfrute personal. Desafortunadamente la noción de adultez que
asimilamos desde pequeños es la de una marcada por la rigidez, extremadamente
seria y pesada (…una verdadera cruz!) y esto no necesariamente debe ser así.
22
Y las consecuencias de lo anterior, es decir, de que un niño, niña o
adolescente comience a dudar de sus adultos significativos son definitivamente
muy desfavorables a su escalada en el camino a convertirse en un ser humano
integral, generándose actitudes o reacciones adversas, tendentes más al
aislamiento personal, el desequilibrio y la rebelión. Pues que los adultos no
reconozcamos y menos expresemos nuestro propio humanismo, negando además
el propio humanismo de los niños, niñas y adolescentes tiene como temible efecto
que en éstos sobrevengan sentimientos de aprensión y desasosiego. (Satir, p.
227).
Para Fernando Savater (2004, págs. 150 y 151) “…Que el mundo está
desordenado por la injusticia y la violencia, es una constatación inapelable de
cualquier conciencia sana; y que por lo visto debemos ser nosotros los nacidos
para remediarlo resulta una mala pasada del destino…Ómissis…la pregunta es:
¿qué podemos hacer?... El afamado profesor y filósofo español elige comenzar
precisamente por la educación y por ello, hemos querido culminar éste aparte con
una cita que nos parece muy apropiada:
23
repercusiones o efectos que tendrán en el desarrollo ulterior de éste, las formas y
contenidos utilizados en su formación.
24
experiencia, la historia personal, nos transforma en el individuo que
cada uno de nosotros va a ser…Ómissis…Este ser humano
discriminado y separado de los otros se llama individuo, pero no
alcanza con ser un individuo para ser una persona. Ser una persona es
más todavía…Ómissis… El proceso de convertirse en persona, como lo
llamaba Carl Rogers, es doloroso; implica ciertas renuncias, ciertas
adquisiciones y también mucho trabajo personal.” (Cursiva y subrayado
añadidos)
25
Y es que al final de cuentas, edificar espacios de paz pasa por el proceso
de educar a todos los personajes que protagonicen la historia de que se trate
(…conyugal, familiar, comunitaria, nacional, etc.) con el objeto de que sean
apreciados y se dirijan a ellos con paso firme considerándolos como lo que en
definitiva son, la mayor conquista del ser humano. De allí que resulte inexacto
señalar que una persona ha finalizado su educación, que ha culminado el proceso
de llevar a los hechos todas sus capacidades. Seguramente podrá apuntarse que
dicha persona está educada hasta un punto mayor al mínimo que tenía al inicio de
su proceso, sin embargo, ello no implica que no exista todo un camino por recorrer
todavía, pues en la búsqueda de la perfección que nunca ha de alcanzarse,
instruirse, educarse, formarse es hacerlo continuamente y a cada instante (…el
loro viejo sí aprende a hablar…pero solo si quiere!), ya que todos somos alumnos,
aprendices en la clase de convivencia, asimilando el arte del diálogo constructivo,
paciente y tolerante de las posiciones ajenas, manteniendo nuestra sagrada
individualidad (Undurraga, p.134).
26
Curioso es que aspiramos a tener los mejores hijos del mundo, queremos
también la mejor familia de todas, una excelente comunidad, otra impecable
sociedad y por supuesto, un país ideal…sin embargo, perseguimos que todo ello
acontezca con un mínimo esfuerzo de nuestra parte, o dicho en otra forma,
pretendemos “el máximo beneficio, con el menor sacrificio”, cual si se tratare de
una actividad mercantil. Pero sucede, que NO podemos intentar atravesar el
caudaloso río de la dinámica familiar (…y social!), sin siquiera mojarnos los
pies…debemos con mucho, calarnos hasta los huesos, si en efecto ambicionamos
acercarnos a nuestro objetivo. No podemos permitir que nuestras familias sigan
convirtiéndose en verdaderos campos de batalla, donde nuestros niños, niñas y
adolescentes son mansos espectadores. Mucho menos, podemos darnos el lujo
de sentarnos de brazos cruzados a esperar que se designen jueces para cada
núcleo familiar… ¿acaso eso es lo que proyectamos para nuestro futuro
inmediato?... ¿de verdad creemos que la presencia de un tercero investido de
autoridad gubernamental es garantía suficiente de que nuestros problemas se
solucionarán?
27
Por último, estimamos prudente poner fin a estas breves consideraciones
con un extracto que creemos pone de manifiesto la complejidad del cambio de
pensamiento en los integrantes de ésta (nuestra singular!) sociedad:
V. BIBLIOGRAFÍA
28
PAPALIA, Diane E. y Otras.: (2001), “Psicología del Desarrollo”, 8va
Edición, McGraw-Hill Interamericana, S.A., Bogotá, Colombia.
RAMÍREZ H., Clemencia: (2000), El ciclo intergeneracional de la Violencia a
partir de la Historia de Vida, en “Congreso Mundial Violencia”, Alfa
Impresores, C.A., Caracas, Venezuela.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: (1998) “Diccionario de la Lengua
Española”, Vigésima Primera Edición, Editorial Espasa, España.
SATIR, Virginia: (1982) “Relaciones Humanas en el Núcleo Familiar”,
Sciencie and Behavior Books, Inc., California, EUA.
SAVATER, Fernando: (2004), “El Valor de Elegir”, Editorial Ariel, S.A.,
Barcelona, España.
UNDURRAGA, Joaquín: (1986), “La Paz no se da: Se construye”, Ediciones
Fundalatin, Caracas, Venezuela.
VIGOTSKY, S. L.: (1998), “Las raíces genéticas del pensamiento y el
lenguaje”, en. Pensamiento y Lenguaje. Capítulo IV, Ciudad de la Habana.
Editorial Pueblo y Educación. Segunda Edición. Cuba.
YANES CEDRES, José Manuel y Otra: (1993), “Correlatos Cognitivos
Asociados a la Experiencia de Violencia Interparental”, Universidad de la
Laguna, Facultad de Psicología, Tenerife, España.
29