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VALDIVIA – CHILE
2015
1
Índice
Agradecimientos 3
Introducción 4
Conclusiones 36
Bibliografía citada 40
2
Agradecimientos
A todos los que me apoyaron y me dieron palabras de cariño durante estos años.
3
Introducción
Es así como en el año 2004 se promulgó la Ley Nº 19.968 que crea los
Tribunales de Familia, la que entre otras innovaciones recoge algunos de los derechos de los
niños, niñas y adolescentes consagrados en la Convención de Derechos del Niño ratificada por
Chile en 1989.
Uno de ellos es el derecho de los niños a ser oídos y a que su opinión sea
debidamente tomada en cuenta en todos los asuntos que sean relevantes en su vida. Este derecho
se consagra como uno de los principios formativos del proceso de familia y exige al juez tener
como consideración primordial al momento de fallar tanto el interés superior del niño como la
opinión de éstos.
Hay que dejar en claro que, si bien pudiera influir, no se trata de una cuestión
puramente etaria. De hecho, una de las principales características de la Convención de Derechos
del Niños1 ha sido la de posicionar a los niños con los mismos derechos que los adultos, es decir,
como sujetos de derechos humanos y civiles, con algunas prevenciones por supuesto, referentes a
edad y madurez y la salvaguarda de los derechos de sus padres y cuidadores. Entonces, ¿Por qué
en los Tribunales de Familia no es correctamente valorado este testimonio o simplemente no es
valorado en modo alguno?
Así, se puede apreciar que los niños participan poco o nada en los juicios de
Familia, tienen un rol accesorio o secundario respecto de padres, abuelos, tíos o representantes de
organismos, quienes por su parte tienen un rol principal en el proceso.
1
Decreto Supremo Nº 830, Relaciones Exteriores, Diario Oficial de 27/09/1990, que promulga la Convención sobre
Derechos del Niño.
4
Para el desarrollo de esta memoria, será necesario analizar algunos conceptos
básicos, con la finalidad de esclarecer contenidos que posteriormente serán aplicados al problema
es cuestión.
5
Capítulo Primero:
Aproximaciones conceptuales
En el proceso jurídico, para que el juez emita un juicio de valor y dicte una
sentencia respecto de un conflicto, será necesario que tome en consideración las alegaciones de
ambas partes, las cuales en su mayoría serán fundadas en pruebas. El juez deberá valorar esas
pruebas y considerar si sirven o no para fundar los hechos que están en el litigio, y así, su
sentencia se encuentre fundada. El objeto de la prueba serán los datos de hecho alegados por las
partes y que guarden directa relación con la pretensión en el proceso.
Al parecer la prueba puede ser entendida ya sea como medio para alcanzar la
verdad, sea dirigida sólo para obtener el convencimiento del juez, o simplemente, sea para fijar
formalmente los hechos que han sido aportados por las partes. Ahora, siguiendo la postura del
profesor Daniel Peñailillo, la tesis de mayor relevancia ha sido la de alcanzar el convencimiento
del juez o del tribunal como fin de la prueba. Aunque también señala que su finalidad puede
variar dependiendo de la naturaleza del conflicto jurídico5.
2
Serra, M., Contribución al estudio de la prueba, en Estudios de Derecho Procesal, Barcelona, 1969, p. 366. Citado
por Meneses Pacheco, Iniciativa probatoria del juez en el proceso civil, Editorial Jurídica Conosur ltda. Santiago,
2001, p. 11.
3
Cfr. Peñailillo, D., La prueba en materia sustantiva civil, Parte General, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
1989, p.2.
4
Taruffo, M., Simplemente la verdad: El juez y la construcción de los hechos, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2010,
p. 160.
5
Cfr. Peñailillo, D., ob. cit., p.4.
6
El objeto de la prueba en el proceso judicial chileno serán los hechos. Éstos son
seleccionados en el proceso judicial de acuerdo a la relevancia que tengan en el caso. Para
seleccionar cuáles hechos tienen relevancia podemos mencionar dos aspectos; el primero, es que
un hecho corresponda con el supuesto de hecho definido por una norma jurídica. Las normas
jurídicas definen hechos tipos, y cuando el hecho en cuestión se ajusta a ese “tipo” se entiende
relevante. Estos hechos son los llamados facta probanda básicos, son objeto principal de la
prueba y por ende, representan el contenido de los enunciados fácticos más importantes. En
segundo lugar, también será relevante un hecho que no siendo un facta probanda básico, pueda
ser usado como premisa, como punto de partida para inferencias cuyas conclusiones se refieran a
la verdad o falsedad de un enunciado relativo a un hecho principal. En definitiva, un hecho
lógicamente relevante será objeto de prueba cuando su conocimiento sea útil para inferir la
verdad o falsedad de un hecho principal6.
Al respecto, se suele decir que los hechos son realidades de entidad material o
física. Estos no presentan problemas. Pero sí los presentan los hechos inmateriales o psíquicos,
los que salvo que se acepte como prueba suficiente la declaración del mismo autor en relación a
objetivar el hecho psíquico, la única forma de probarlo es la prueba indirecta, esto es, que a partir
de circunstancias materiales pueda concluirse que un sujeto tuvo o tenía conocimiento de un
hecho.
Los hechos psicológicos suscitan dificultades, pero éstas en ningún caso pueden
ser excusa para dejarlos sin la actividad probatoria correspondiente; los enunciados que los
describen deben ser determinados como verdaderos o falsos mediante la prueba 7. Los hechos que
tengan relevancia en el caso deben ser probados, sin importar su naturaleza.
Sin embargo, siempre se debe tener presente que la decisión que debe adoptar el
tribunal o el juez sobre los hechos sigue reglas. El ordenamiento jurídico contiene reglas que
6
Cfr. Taruffo, M., Simplemente la verdad…, ob. cit., p. 55.
7
Ibíd., p. 56.
8
Cfr. Taruffo, M., La prueba de los hechos, Editorial Trotta, Madrid, 2002, p. 23.
7
regulan tanto la decisión final como el proceso para arribar a esa decisión. Según Jordi Ferrer,
éstas se pueden clasificar en reglas sobre la actividad probatoria, reglas sobre los medios de
prueba, y reglas sobre el resultado probatorio9.
El segundo tipo de reglas viene determinado por cuales pruebas serán admitidas
en el proceso y cuáles serán excluidas; son los medios de pruebas.
Para alcanzar ese convencimiento, el juez deberá hacer uso de todas las pruebas
que le sean otorgadas, por más difíciles que sean en cuanto a su comprobación, pues todo dato
aportado y que tenga directa o indirecta relación con el conflicto jurídico puede ser relevante para
alcanzar ese fin, y en ningún caso podrán dejarse hechos sin comprobación.
Un tercer elemento será la valoración racional del juez o del tribunal de las
pruebas practicadas.
Este mecanismo exige que las pruebas admitidas y practicadas sean tomadas en
consideración a los efectos de justificar la decisión que se adopte por el juez o el tribunal, y por
9
Cfr. Ferrer, J., La valoración racional de la prueba, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2007, p. 35.
10
Ibíd., pp. 54 – 59.
8
otro lado, exige que la valoración que se haga de las pruebas sea una valoración racional para
poder asegurar un mínimo de seguridad jurídica en la decisión judicial.
Muchas veces se trata de hechos difíciles de probar por las características que
presentan, sin embargo se deben buscar alternativas para su comprobación, y en ningún caso se
pueden dejar sin prueba alguna.
11
Carnelutti, F., La prueba civil, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1982, p. 55.
9
es simple, pues sólo consta de un elemento, aunque en ambos casos la base será siempre la
percepción del hecho por parte del juez12.
En definitiva, se tratará que mientras más próximo a los sentidos del juez se
encuentre el hecho a probar, más directa será y, en consecuencia, más valor tendrá la prueba. Sin
embargo, es lógico que para el juez sólo será posible que el juez conozca directamente los hechos
presentes, los hechos permanentes (durables hasta el tiempo del proceso) y los hechos transeúntes
(los que suceden durante el curso del proceso).
Por otro lado, tampoco resulta conveniente que el juez conozca directamente los
hechos, “aun cuando pueda conocerlos, cuando la ventaja del conocimiento directo queda
neutralizada por el daño que la pérdida de tiempo y los gastos inherentes puedan ocasionar”13.
Según Taruffo, la diferencia entre ambas radica en “la conexión entre los
hechos principales en litigio y el hecho que constituye el objeto material inmediato del medio de
prueba”14.
Si ambos tienen que ver con el mismo hecho, las pruebas serán directas, puesto
que atañen directamente a un hecho relevante o principal: el enunciado acerca de ese hecho es el
objeto inmediato de la prueba. Y, en consecuencia cuando los medios de prueba versen sobre un
enunciado de un hecho diferente, pero que se puede inferir de un hecho relevante al caso, serán
pruebas indirectas.
12
Ibíd., p. 59.
13
Ibíd., p. 55.
14
Taruffo, M., La prueba, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2008, p. 60.
15
Ibídem.
10
Por ejemplo, “A” es encontrada muerta en su departamento. “B”, que dice ser
amigo de la víctima, señala que él presenció durante mucho tiempo la violencia que ejercía la
pareja de “A” y que la noche anterior se reunieron los tres a comer y que presenció cómo éste la
increpaba y ejercía fuerza física sobre ella. No obstante, en contraposición al testimonio, en el
lugar del crimen también recopilaron indicios: entre las uñas de la víctima se encontraron tejidos
de piel y de sangre pertenecientes al amigo y de igual forma se descubrieron pequeñas manchas
de sangre en la ropa de éste.
Es por esto, que Jordi Ferrer llega a la conclusión que el estándar científico no
tiene necesariamente que coincidir con el estándar jurídico. El grado de confirmación alcanzado
puede no ser suficiente para considerar el hecho probado científicamente, pero sí pudiese ser
suficiente para considerarlo probado jurídicamente17.
Más bien, diremos que si bien la regla general y lo óptimo será la existencia de
pruebas directas, habrán situaciones donde o bien no sea suficiente para alcanzar eficacia
probatoria o bien simplemente se vea aminorada frente a la prueba indirecta.
Aun así, los hechos psicológicos deben ser objeto de prueba, siempre y cuando
sean realmente relevantes al conflicto jurídico, y para ello sostendremos que se utilizará la prueba
directa que junto con la indiciaria o indirecta, permitirá alcanzar eficacia probatoria.
Es así como analizaremos tanto la prueba testimonial otorgada por los menores
como la prueba pericial otorgada por expertos, como método de valoración del testimonio de los
menores, pues normalmente los testimonios de los niños son de baja calidad, ofreciendo indicios
contrapuestos e incoherentes.
16
Cfr. Ferrer, J., ob. cit., p. 48.
17
Ibíd., p. 49.
11
Capítulo Segundo:
El testimonio y su fiabilidad
Las historias narradas por los testigos presentan dos aspectos relevantes que
vale la pena destacar19.
18
Cfr. Carnelutti, F., ob. cit., p. 121.
19
Cfr. Taruffo, M., Simplemente la verdad… ob. cit., p. 63.
20
Ibíd., p. 64.
21
Ibíd., p. 65.
12
Es necesario señalar que en lo que atañe al juramento, podemos señalar que los
menores no juran sobre decir la verdad, sólo lo hacen las personas mayores de dieciocho años,
esto se encuentra consagrado en el artículo 38 de la Ley Nº 19.968 que crea los Tribunales de
Familia.
22
Cfr. Mazzoni, G., ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria, Editorial Trotta,
Madrid, 2010, p. 20.
13
automovilístico a las 04:00 horas de la mañana, donde con mayor seguridad atribuiremos el
accidente al consumo de alcohol y no a una distracción.
Según la postura seguida por Mazzoni los niños son testigos menos fiables que
los adultos pues son más influenciables, y su testimonio muchas veces es sugestionable. Esto se
acrecienta si tenemos en consideración que son interrogados por adultos, y a la poca cercanía los
niños tienen con éstos, más aún cuando son seres extraños23.
Un niño si bien puede hacer una declaración, esta puede estar viciada por la
voluntad de familiares o personas externas, o bien, puede suceder que no sepa expresarse clara y
específicamente, sin que quede lugar a incertidumbres. Aquí, no cabría más alternativa, que hacer
una evaluación de la voluntad del sujeto utilizando herramientas de la psicología.
Por ejemplo, en el caso de las interrogaciones a los niños, se debe tener sumo
cuidado, pues muchas veces las preguntas llevan camuflada la respuesta, lo que conlleva la
confusión del menor, una simple pregunta como ¿viste a una mujer ayer al salir del colegio?
Podría confundir al menor, aunque probablemente sí haya visto una mujer, no necesariamente el
niño piensa en la persona sobre la cual se está investigando, en ESA persona, la pregunta deja
total libertad en su respuesta, pero si agregamos más información a la pregunta como ¿está mujer
llevaba abrigo azul y un sombrero? Habremos agregado información al relato del menor,
información que el libremente debiera ser capaz de entregar, pero que no lo ha hecho, sino
porque se ha influenciado su respuesta.
23
Ibíd., p. 20.
24
Cfr. Romero, A., Problemática de la prueba testifical en el proceso penal, Editorial Cuadernos Civitas, Madrid,
2000, pp. 53 – 54.
25
Cfr. Mazzoni, G., ob. cit., p. 19.
14
Los niños, así como las personas en general, aprecian los hechos a través de sus
sentidos. Estos serán guardados en la memoria. El proceso a través del cual memorizamos es
complejo y ha sido objeto de múltiples estudios. Pero para el ámbito jurídico y esta tesis en
particular será relevante tener en consideración algunas conclusiones que la doctrina psicológica
ha aportado.
En general, podemos sostener que los sujetos recuerdan muy poco los hechos
ocurridos durante los primeros cinco o seis años de su vida. Sin embargo, diferentes autores
proponen que los niños preescolares ya tendrían una buena capacidad de memoria.
Diversos estudios han demostrado que los niños ya tienen una conducta
asociativa desde los 6 meses de edad. Uno de los que a mi parecer el más significativo es un
experimento donde ataron una pierna de los bebes a una cinta, la cual estaba conectada con un
móvil. Si el menor movía la pierna funcionaría el móvil. Con el transcurso del tiempo, los
menores comprendieron cuál era la pierna correcta a mover y pudieron disfrutar del móvil. Al
tiempo, fueron separados durante unos días, y curiosamente apenas los acercaron nuevamente a
los móviles, comenzaremos a mover su pierna28. Esto nos sugiere una conducta acción- reacción,
muy vista en el Derecho Penal, por ejemplo, en el caso de los niños abusados sexualmente
quienes presentan indicios del abuso.
26
Cfr. Nieva, J., La valoración de la prueba, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2010, p. 216.
27
Ibídem.
28
Matás, M., Desarrollo y cambios en la memoria, pp. 3 – 5. Disponible en formato electrónico:
http://www.um.es/sabio/docs-cmsweb/aulademayores/desarrollo.pdf
15
Mercedes Matás Castillo menciona que si bien la capacidad de memoria de los
menores de entre 2 y 6 años, por ejemplo, es bastante restringida ellos pueden recordar ciertas
actividades que se deben realizar en determinados lugares, por ejemplo, que en un restaurante se
pide, se come y se paga. Mientras que los niños de entre 6 y 14 años ya tienen una amplia
capacidad selectiva, piensan más rápido y sobre más cosas al mismo tiempo.
Si bien, estos elementos son volátiles, sobre todo con el trascurso del tiempo
que puede influir distorsionando la memoria, la autora Mercedes Matás, señala que no habría
razón para creer que no pueden recordar hechos, y que por ende, no estén capacitados para
describirlos fidedignamente.
29
Nieva, J., ob. cit., p. 217.
16
muchas más posibilidades de coincidir con la realidad que si el dictamen lo hiciera sólo el
jurista30.
Otro de los sucesos que pudieran ser apreciados por el tribunal o el juez es la
contextualización del testimonio, como por ejemplo de las circunstancias, de los hechos, etc. El
que en definitiva se tratará que el sujeto describa datos del ambiente vital, espacial o temporal en
el cual los hechos tuvieron lugar.
30
Cfr. Nieva, J., ob. cit., p. 222.
31
Ibíd., p. 224.
32
Ibíd., p. 228.
17
posibilidad de que los niños den su testimonio, si como señala Mazzoni, la edad es un factor
determinante a la hora de determinar la fiabilidad de un testimonio?
Para él, los niños de 12 años o menos, son testigos deficientes debido a su
timidez, inseguridad y a la tendencia a ser sugestionados fácilmente. De ser posible, los
testimonios de estos niños deberán ser corroborados por adultos, para evitar dudas sobre la
credibilidad del testigo. Sin embargo, si lo analizamos a la luz de todas las circunstancias
señaladas anteriormente, esto, podría variar según las circunstancias externas que afecten a la
madurez, memoria, etc. de los menores.
33
En adelante CDN.
34
Artículo 3.- 1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de
bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración
primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para
su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante
la ley, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas.
3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos encargados del
cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las autoridades competentes, especialmente
en materia de seguridad, sanidad, número y competencia de su personal, así como en relación con la existencia de
una supervisión adecuada.
35
Artículo 5.- Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su
caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u
otras personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades,
dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención.
36
Cfr. Fuentes, C., Psicología de la conducta criminal, Ediciones Universidad Tecnológica Metropolitana, Santiago,
2004, pp. 265 – 266.
18
Finalmente, Fuentes señala que los adultos serán los mejores testigos, siempre y
cuando estén en la totalidad de sus facultades mentales. Respecto a esta aseveración también hay
que tener cuidado, pues como señala Mercedes Fernández, muchas veces las personas actúan por
motivos personales, exculpación, venganza, obediencia, obtención de beneficios, etc37.
Súmese a esto, que en cuanto al sexo, la impresión general es que los hombres
superan a las mujeres en objetividad y respecto a los hechos como un todo; sobre todo debido a
su mejor control emocional en los momentos difíciles, lo que no quiere decir que a veces puedan
perder su control dentro de una situación38.
En general, concuerdo con los rangos de edad señalados por Fuentes, así como
también lo estoy frente a las cuestiones de sexo. Sin embargo, creo que no hay que rigidizar estos
estándares. No podemos establecer rangos fijos de edades para escuchar a los niños y valorara su
testimonio, pues quedarían fuera las experiencias de vida, las formas de expresarse, el grado de
madurez, las condiciones de habla de los niños, entre otros factores; los cuales, efectivamente
influyen en la fiabilidad de su testimonio.
No todos los niños son iguales, por lo que hay que establecer estándares
flexibles que permitan a los jueces ponderar caso a caso las condiciones personales de los niños.
Lo que se verá más adelante con la existencia de peritos y la forma correcta de interrogar a los
menores.
Es así como los investigadores Yael Orbach, Michael Lamb, entre otros
colaboradores, desarrollaron en el año 2000 un formato de entrevista estructurada en base a las
investigaciones sobre la efectividad de diferentes técnicas de entrevista. El protocolo ha sido
llamado Protocolo NICHD por las siglas en inglés del Instituto Nacional para la Salud del Niño y
el Desarrollo Humano39.
37
Cfr. Fernández, M., La valoración de las pruebas personales y el estándar de la duda razonable, p. 5. Disponible
en formato electrónico: http://www.uv.es/cefd/15/fernandez.pdf
38
Cfr. Fuentes, C., Psicología de la… ob. cit., p. 266.
39
Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development.
19
Si bien el Protocolo de NICHD40 fue diseñado para las entrevistas en el campo
de la investigación de abuso sexual, como modelo pudiese ser aplicado en el ámbito civil. El
Protocolo cuenta con una serie de preguntas amplias, entre las cuales se incluye una breve
evaluación sobre el concepto de verdad y mentira con el que cuenta el niño o niña, a través de
una buena relación interpersonal entre el psicólogo perito y el menor.
El Protocolo cuenta con una serie de preguntas alternativas para conseguir una
narración lo más libremente posible, las que se desarrollarán en 11 capítulos, con descansos
incluidos.
Los resultados indicaron la utilidad de utilizar este formato ya sea por el nivel
de precisión en las respuestas como por la relevancia de la información obtenida en torno al caso
investigado.
40
Lamb, M. E., Orbach, Y., Hershkowitz, I., Esplin, P. W. y Horowitz, D; A structured forensic interview protocol
improves the quality and informativeness of investigative interviews with children: A review of research using the
NICHD Investigative Interview Protocol. Child Abuse & Neglect, 2007, pp. 1201 - 1231. Disponible en formato
electrónico:
http://www.academia.edu/7940456/PROTOCOLO_DEL_NICHD_1_PARA_LAS_ENTREVISTAS_EN_LA_INVE
STIGACION_DE_VICTIMAS_DE_ABUSO_SEXUAL_Versi%C3%B3n_3.0_Autores
41
“Evaluación pericial psicológica de credibilidad del testimonio”, Documento de trabajo institucional, 2008, p. 43.
Disponible en formato electrónico: http://es.scribd.com/doc/149048672/Evaluacion-Pericial-Psicologica-de-
Credibilidad-Testimonio-1#scribd
42
Cfr. Nieva, J., ob. cit., p. 234.
43
Ibídem.
20
En Chile, el formato de investigación se encuentra más regulado en sede penal,
que en el ámbito de familia, probablemente por las consecuencias que ello implica.
Sin embargo, es común sostener que para que el interrogatorio tenga éxito es
necesario que se establezca una relación anímica entre el perito y el sujeto que declara.
Generalmente, en el caso de los niños, que por ejemplo, han sufrido por escenas de violencia
intrafamiliar se encuentran más callados y con menos disposición a declarar, por lo que el perito
deberá conducirlo a explayarse, lo cual no podrá lograrse si no se ha establecido este vínculo que
muy bien se incluye en el Protocolo de NICHD. Por regla general, si el interrogador tiene en
cuenta la personalidad del sujeto y la contextualización de los hechos, podrá crear un clima de
trabajo que haga posible un buen resultado44.
44
Cfr. Döhring, E., La prueba¸ Editorial Valletta Ediciones, Buenos Aires, 2007, p. 36.
45
“Evaluación pericial psicológica de credibilidad del testimonio”, Documento de trabajo institucional, 2008, pp. 27
– 28. Disponible en formato electrónico: http://es.scribd.com/doc/149048672/Evaluacion-Pericial-Psicologica-de-
Credibilidad-Testimonio-1#scribd
21
Por último, encontramos la hipótesis de la verdad, la que dice relación con
consideración probabilística de que los hechos narrados por el niño han tenido altas
probabilidades de acontecer. Por ejemplo, el caso donde un menor intenta inculpar a una persona
por abuso sexual en el trascurso del último tiempo, cuando en la realidad el sujeto inculpado ha
estado en el extranjero sin comunicación durante los últimos años.
Así, podemos sostener que el derecho a ser oídos de los niños no debe mirarse
con desconfianza, siempre y cuando existan una serie de condiciones que validen su testimonio.
A juicio de Erich Döhring, las reglas que rigen para entrevistar o interrogar a
adultos debieran ser las mismas que para los menores, sin embargo con ciertas particularidades 47.
Para el psicólogo perito será generalmente más fácil estudiar la manera de ser y
de reaccionar de los menores de edad, mediante una conversación que abarque un tema amplio y
neutro, sin tocar inmediatamente el tema central, lo que se condice con la primera parte del
Protocolo de NICHD. Los niños, por regla general, señala Döhring, estarán más dispuestos a
cooperar en las entrevistas que los adultos, sólo que es necesario entender varios puntos.
46
Cfr. Nieva, J., ob. cit., p. 239.
47
Cfr. Döhring, E., ob. cit., p. 83.
22
manera exclusiva al psicólogo o al psiquiatra, y es lo que en el Primer Capítulo llamamos prueba
indirecta o indiciaria, la cual siempre se encontrará incluida en la valoración que realice el perito.
Cuando se conversa con el menor, el éxito dependerá que los peritos actúen sin
prisa y no den señales de apremio, es decir, debe hacerse un interrogatorio sin brusquedades,
evitar el lenguaje elaborado, sino que más bien adaptarse a la terminología conocida por el
menor48.
El perito deberá descubrir la lógica propia del menor, para lograr adaptarse a su
propio mundo, es decir, al modo de concebir y sentir las cosas. Esa lógica no sólo dependerá,
como muchos piensan, de su edad y madurez, sino de la idiosincrasia personal. Por esto es
necesaria la intervención de peritos, psicólogos o psiquiatras con conocimiento amplio en la
psique infantil y con cierta aptitud para ubicarse en la mentalidad del menor 49.
48
Cfr. Döhring, E., ob. cit., p. 84.
49
Ibíd., p. 85.
23
la veracidad de lo declarado por los testigos de la parte contraria. Sin contradicción, no existe
proceso. Claudio Fuentes define el contraexamen como la “principal arma o una de las
principales armas que permiten el desarrollo pleno del derecho a la defensa efectiva y su
alcance”50.
Además, una de las tantas razones para realizar el contraexamen puede ser que
el testigo entregue al examinador información útil para la hipótesis del caso. Sin perjuicio, la
mejor forma para nutrir de hechos favorables una teoría es a través de las pruebas propias, por
medio del examen directo, puede ser que el testigo ofrecido por otro interviniente aporte hechos
que son útiles para quien lo contraexamina y esos hechos deban ingresar al juicio a través del
contraexamen.
Cfr. Fuentes, C., Errada comprensión de la lógica y metodología del contraexamen en el juicio oral y la práctica
50
24
Los niños no se encuentran sujetos a un contraexamen. La forma de interrogar a
los niños, por sí misma, ya es diferente.
En tercer lugar, se habla del desafío intelectual que supone la realización del
contraexamen, muchas veces se dice que el contraexamen es una batalla cuerpo a cuerpo, en la
cual sólo a través de las preguntas sugestivas se puede dominar e impedir que el testigo escape.
En el caso de los niños, no se busca acorralar al menor, sino ser empático, ganar su confianza,
establecer lo que denominamos anteriormente como rapport.
54
Ibíd., pp. 113 – 118.
25
Capítulo Tercero:
La prueba testimonial debe ser efectuada por personas naturales que declaran en
el proceso sobre su percepción y conocimiento de hechos y circunstancias pasadas.
Como regla general, para que una prueba testimonial sea aceptada deben
concurrir ciertos requisitos a priori, básicamente se trata de dos requisitos copulativos: que el
testigo sea un tercero respecto a los sujetos del proceso y que la declaración del testigo se refiera
a hechos debatidos en el proceso de los cuales ha tenido conocimiento55.
Con todo, las manifestaciones de los testigos, por regla general y muchas veces
se aceptan sin mayor desconfianza.
Podemos identificar los testigos parciales y los imparciales. Los de peor fama
serán los primeros por cuestiones obvias. Sin embargo, Nieva señala que se debe evitar desechar
testigos con anterioridad a la declaración, es decir, evitar las tachas a los testigos, porque de lo
contrario, es demasiado alto el riesgo de perder información importante para el caso 57. Esto se
puede apreciar en el artículo 40 de la Ley que crea los Tribunales de Familia, que señala que en
principio no existen testigos inhábiles58.
55
Cfr. Rivera, R., La prueba: Un análisis racional y práctico, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2011, p. 186.
56
Cfr. Nieva, J., ob. cit., pp. 264 - 265.
57
Ibíd., p. 265.
58
Artículo 40.- Declaración de testigos. En el procedimiento de familia no existirán testigos inhábiles. Sin perjuicio
de ello, las partes podrán dirigir al testigo preguntas tendientes a demostrar su credibilidad o falta de ella, la
existencia de vínculos con alguna de las partes que afectaren o pudieren afectar su imparcialidad, o algún otro
defecto de idoneidad.
Todo testigo dará razón circunstanciada de los hechos sobre los cuales declarare, expresando si los hubiere
presenciado, si los dedujere de antecedentes que le fueren conocidos o si los hubiere oído referir a otras personas.
26
Nieva, además, sostiene que la labor del juez es valorar objetivamente la
declaración del testigo, como si todos fueran imparciales. Es decir, analizar si el relato que
realizó fue coherente, contextualizado, corroborado por otras pruebas y si existieron detalles
oportunistas en la declaración. Señalado esto, no veo razón alguna para que el testimonio de los
niños, si cumplieran con estos estándares, no pudiera ser valorado objetivamente por el juez.
El valor probatorio que puede atribuirse a la declaración del menor ha sido una
cuestión debatida por la doctrina. Algunos autores sostienen que sí puede utilizarse a los niños
como testigos al ser fiables, otros, en cambio, sostienen que no lo son.
Ante ello Döhring sostiene que la declaración del menor puede ser menos
valiosa que la de los adultos en ciertos aspectos, por su capacidad de observar y elaborar
esquemas mentales condicionados por sentimientos y circunstancias, tal y como señalaba
Mazzoni, anteriormente. Pero por otro lado, Döhring sostiene que los menores, pueden hacer
indicaciones más valiosas que los adultos en los terrenos que son de su interés y para los cuales
su entendimiento es suficiente59.
El autor agrega que los niños varones suelen tener una mirada aguda para los
detalles técnicos de una máquina o un motor, por ejemplo, en cambio las niñas adolescentes
pueden tener con más frecuencia más fiabilidad en cuanto a la declaraciones hechas sobre la
intimidad de dos personas, siempre que en el caso en concreto su declaración no sea mermada por
la fantasía, lo que es cuestión de análisis de los peritos.
Por otro lado, existen circunstancias que afectan más a los niños que a los
adultos. Esto es la sugestión, según numerosos estudios en psicología se ha comprobado que los
niños y las personas poco inteligentes son más fáciles de sugestionar. Y la manera de interrogar
puede conllevar una amplia carga sugestiva 61.
El testimonio por sí mismo es una prueba insegura, que siempre debe ser vista
con desconfianza por el juez y por los peritos. Por esto, el juez debe examinar la concurrencia de
59
Cfr. Döhring, E., ob. cit., p. 86.
60
Ibíd., p. 87.
61
Cfr. Cousiño, L, Manual de medicina legal, Editorial Colecciones Manuales Jurídicos, Santiago, 1974, p. 250.
27
elementos que supriman la credibilidad y la fiabilidad del testimonio, es decir, circunstancias
psicológicas y fisiológicas, además de las relativas a su posición frente a las partes y a la causa62.
Esto se vuelve particularmente complicado al momento de examinar la credibilidad de los niños.
62
Cfr. Rivera, R., ob. cit., p. 262.
63
Ibíd., pp. 263 – 264.
64
Cfr. Fernández, M., La valoración de las pruebas personales y el estándar de la duda razonable, p. 5. Disponible
en formato electrónico: http://www.uv.es/cefd/15/fernandez.pdf
28
relato, más probabilidades existen que la fiabilidad disminuya. Y, finalmente que la narración
espontánea es menos extensa que la obtenida en un interrogatorio pero será más precisa 65.
Al igual que el testigo, el perito busca aportar datos para esclarecer el proceso.
La prueba pericial tiene por objeto facilitar al juez los conocimientos de los que
carece, sean artísticos, científicos, técnicos o prácticos y que resulten necesarios o convenientes
para valorar los hechos o circunstancias relevantes en el asunto o adquirir certeza sobre ellos. El
perito es, en definitiva, un experto conocedor de la materia sobre la que versen los hechos
litigiosos.
Como los conocimientos que expresa el perito son ajenos a la cultura general y
dado que no es posible de realizar a través de juicios intuitivos, es uno de los medios de prueba
que escapa en cierta medida a la valoración judicial.
65
Cfr. Cousiño, L, ob. cit., p. 250.
66
Cfr. Nieva, J., ob. cit., p. 285.
67
Ibídem.
68
Artículo 29.- Ofrecimiento de prueba. Las partes podrán, en consecuencia, ofrecer todos los medios de prueba de
que dispongan, pudiendo solicitar al juez de familia que ordene, además, la generación de otros de que tengan
conocimiento y que no dependan de ellas, sino de un órgano o servicio público o de terceras personas, tales como
pericias, documentos, certificaciones u otros medios aptos para producir fe sobre un hecho determinado.
Las partes tendrán plenas facultades para solicitar a los órganos, servicios públicos, o terceras personas, la
respuesta a los oficios solicitados en la audiencia preparatoria y que hayan sido admitidos por el tribunal, a fin de que
puedan ser presentados como medios de prueba en la audiencia del juicio.
El juez, de oficio, podrá asimismo ordenar que se acompañen todos aquellos medios de prueba de que tome
conocimiento o que, a su juicio, resulte necesario producir en atención al conflicto familiar de que se trate.
69
Artículo 45.- Procedencia de la prueba pericial. Las partes podrán recabar informes elaborados por peritos de su
confianza y solicitar que éstos sean citados a declarar a la audiencia de juicio, acompañando los antecedentes que
acreditaren la idoneidad profesional del perito.
29
Por otro lado, para evaluar que un perito sea adecuado para la realización del
peritaje se requerirá profesionalidad y contar con los conocimientos necesarios para poder
dictaminar sobre determinada materia, no siendo suficiente la posesión de un título profesional,
sino que es necesario que además se acredite la solvencia en la práctica de su profesión además
de su experiencia, pues obviamente mientras más habitual sea en un tema más experto será 70.
Además, Döhring agrega que para evaluar su competencia debe tener en cuenta
el juez su comportamiento, como indicio, sobre todo en aquellos puntos en los cuales sea difícil
valorar las explicaciones del perito, el grado de convicción al dictar su informe será fundamental.
Ahora se debe tener cuidado, que quizás el perito no sepa defender convincentemente los
resultados de su análisis, caso en el cual habrá que ponderar si la torpeza mostrada por el
dictaminador da lugar a dudas sobre los resultados a que ha llegado su dictamen. Todo esto debe
ir acompañado de la reputación con la que cuente, la que deberá ser suficiente para despertar
confianza en su pericia72.
Para que el informe pericial sea considerado de calidad por el juez, Nieva
propone el cumplimiento de ciertos requisitos internos del dictamen: básicamente de coherencia
interna, es decir que sea inteligible y sobre todo que no resulte contradictorio, todo esto conforme
a parámetros lógicos73.
Así, el dictamen pericial debe describir el objeto, en este caso a los niños,
sometidos a la pericia, debe incluir todas sus características, como edad, sexo, madurez, etc. en el
momento de la pericia, puntuar las operaciones técnico-científicas o practicadas a ello, y
finalmente presentar los resultados y conclusiones periciales. Todo esto, siempre debe
encontrarse contextualizado, ya sea en el lugar, tiempo y modo de realización de la pericia 74.
Procederá la prueba pericial en los casos determinados por la ley y siempre que, para apreciar algún hecho o
circunstancia relevante para la causa, fueren necesarios o convenientes conocimientos especiales de una ciencia, arte
u oficio. Los informes deberán emitirse con objetividad, ateniéndose a los principios de la ciencia o a las reglas del
arte u oficio que profesare el perito.
Asimismo, el juez, de oficio o a petición de parte, podrá solicitar la elaboración de un informe de peritos a
algún órgano público u organismo acreditado ante el Servicio Nacional de Menores que reciba aportes del Estado y
que desarrolle la línea de acción a que se refiere el artículo 4°, N° 3.4, de la ley N° 20.032, cuando lo estime
indispensable para la adecuada resolución del conflicto.
70
Cfr. Nieva, J., ob. cit., p. 288.
Artículo 47.- Admisibilidad de la prueba pericial y remuneración de los peritos. El juez admitirá la prueba pericial
71
cuando, además de los requisitos generales para la admisibilidad de las solicitudes de prueba, considerare que los
peritos otorgan suficientes garantías de seriedad y profesionalismo. Con todo, el tribunal podrá limitar el número de
peritos, cuando resultaren excesivos o pudieren entorpecer la realización del juicio.
Los honorarios y demás gastos derivados de la intervención de los peritos mencionados en este artículo
corresponderán a la parte que los presente.
72
Cfr. Döhring, E., ob. cit., pp. 248 – 249.
73
Cfr. Nieva, J., ob. cit., pp. 290 – 291.
74
Cfr. Araujo, M., La prueba pericial: Criterios de valoración y su motivación en la sentencia civil, Editorial Juruá,
Lisboa, 2013, p. 80.
30
Esto tiene directa relación con los parámetros que señala Döhring para entender
la prueba pericial como digna de confianza, las que serán en primer lugar que existan datos
fácticos que lo avalen, en segundo lugar que los principios técnicos de los cuales parte el perito
merezcan reconocimiento, en tercer lugar que el perito haya procedido correctamente en todos los
casos en los cuales se lo pudo controlar, y finalmente, que su trabajo haya sido realizado en
terrenos controlables75.
Gascón señala que al momento de valorar los análisis otorgados por la prueba
pericial, se deben distinguir dos supuestos, el primero de ellos refiere a la existencia unánime de
prueba científica en apoyo a la hipótesis, por lo tanto, el valor de los análisis periciales vendrán
condicionados por el valor probatorio atribuido a la prueba científica. Y, el segundo supuesto
consistirá en que además de prueba científica exista prueba no científica, lo que requerirá una
actividad de ponderación por parte del juez respecto al valor probatorio de los datos aportados
por el informe de peritos con el valor del resto de la prueba.
75
Cfr. Döhring, E., ob. cit., p. 249.
76
Cfr. Gascón, M., “Prueba científica. Un mapa de retos”, en Vásquez, C., Estándares de prueba y prueba científica,
Editorial Marcial Pons, Madrid, 2013, p. 197.
77
Ibídem.
78
Ibíd., p. 197 – 198.
31
ajena al litigio, que otorga una declaración escrita cuya finalidad es la de convencer al tribunal de
la existencia o inexistencia de ciertos datos79.
De ahí que podemos deducir que en la actividad del perito habrán dos aspectos
probatorios: en el primero habrá una actividad probatoria desarrollada mediante métodos
prácticos y científicos, de los cuales se obtendrán resultados objetivos, por ejemplo, la aplicación
del Protocolo de NICHD a los menores. Y un segundo momento que será el de la conclusión,
donde se aplicarán métodos deductivos, en el ejemplo, los datos que se puedan inferir como
consecuencia de la aplicación del Protocolo.
Gracias a estos dos procesos, el perito logrará realizar un dictamen, el cual será
mostrado al juez para su posterior valoración. Es decir, estos procesos en conjunto permitirán al
juez atribuir mayor o menor peso probatorio al dictamen del perito. El más mínimo error o en la
inadecuación a los procesos puede resultar suficiente para rechazar el dictamen81.
Éste deberá ser establecido por escrito, siendo así más fácil para el juez
estudiarlo y valorarlo. Esto se encuentra regulado en el artículo 46 de la Ley que crea los
Tribunales de Familia y que señala que los peritos deben entregar por escrito su informe, sin
perjuicio que además deberán concurrir a declarar sobre él84.
79
Cfr. Araujo, M., ob. cit., p. 36.
80
Cfr. Rivera, R., ob. cit., pp. 194 – 198.
81
Cfr. Araujo, M., ob. cit., p. 75.
82
Cfr. Pérez, J., El conocimiento científico en el proceso civil: Ciencia y tecnología en tela de juicio, Editorial Tirant
Le Blanch, Valencia, 2010, p. 155.
83
Artículo 32.- Valoración de la prueba. Los jueces apreciarán la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica. En
consecuencia, no podrán contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados. La sentencia deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba rendida,
incluso de aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones tenidas en cuenta para hacerlo.
La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el señalamiento de los medios de prueba mediante los
cuales se dieren por acreditados cada uno de los hechos, de modo de contener el razonamiento utilizado para alcanzar
las conclusiones a que llegare la sentencia.
84
Artículo 46.- Contenido del informe de peritos. A petición de parte, los peritos deberán concurrir a declarar ante el
juez acerca de su informe. Sin perjuicio de lo anterior, deberán entregarlo por escrito, con tantas copias como partes
figuren en el proceso, con la finalidad de ponerlo en conocimiento de aquéllas, con cinco días de anticipación a la
audiencia de juicio, a lo menos.
Será aplicable a los informes periciales lo dispuesto en el artículo 315 del Código Procesal Penal.
32
El juez al momento de la valoración de la pericia deberá verificar que el
informe haya seguido las normas y formas esenciales del procedimiento, para que no sea
anulable. Y así poder apreciarlo según la sana crítica.
Es conocido que el juez o tribunal debe valorar todas las pruebas otorgadas
durante el proceso y que atañan a la cuestión controvertida. Entre ellas, el testimonio que puedan
otorgar ciertas personas. No habrá problemas cuando estas personas sean adultas, pero el
panorama se vuelve totalmente diferente cuando se trata de declaraciones de niños, niñas y
adolescentes.
Ya señalamos, siguiendo a Nieva, que ningún testigo debe ser desechado sin
antes escuchar su testimonio.
En primer lugar, el juez debe analizar la edad del menor, mientras más pequeño
sea, menos fiable será su testimonio. Esto influirá directamente en la forma de sus esquemas
mentales y, por ende, en la forma en que aprecia la realidad, la que será mayormente influenciada
por sentimientos y circunstancias externas.
85
Cfr. Araujo, M., ob. cit., p. 78.
86
Ibíd., p. 231.
33
En segundo lugar, deberá valorar, que entre el hecho controvertido y la
declaración del menor no haya transcurrido mucho tiempo. La ciencia ha demostrado que la
memoria es frágil, y que a mayor trascurso de tiempo, mayor será la distorsión de los recuerdos.
En tercer lugar, deberá valorar que la declaración cuente con una estructuración
lógica, con una contextualización del testimonio, y que la declaración sea corroborada con datos
periféricos.
Sin embargo, y siguiendo a Carlos Fuentes, podemos separar a los niños por
rango de edades. Los menores de doce años y los mayores de doce y menores de diecisiete años.
El juez deberá evaluar no sólo la profesionalidad del perito, sino también sus
conocimientos en el tema, la práctica constante de su profesión, es decir, su habitualidad. Además
de su comportamiento al momento de explicar los resultados y conclusiones a las que ha arribado
consecuencia del peritaje. El resultado de la pericia deberá constar de coherencia y cohesión.
Finalmente, deberá apreciarse que el peritaje ha sido obtenido gracias a procedimientos lógicos,
respetando las normas y formas esenciales del proceso.
El juez debe evaluar todas las pruebas aportadas al juicio, sin importar la
dificultad con la que se encuentre para valorarlas.
34
olvidado por completo de recurrir al testimonio de los menores, el cual podrá ser muy rico en
algunos aspectos.
35
Conclusiones
El derecho de los niños a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta en
todos los asuntos que sean relevantes en su vida se ha convertido en uno de los pilares
fundamentales del Derecho de Familia, gracias a la Convención de Derechos del Niño y a la Ley
Nº 19.968 que crea los Tribunales de Familia.
El problema que se pudo apreciar es que ninguno de los textos señalados otorga
las herramientas para que el juez logre valorar el testimonio del menor, por ende, muchas veces
resulta un derecho que no tiene grandes consecuencias jurídicas.
Esto, porque el juez no confía que el testimonio del menor sea un testimonio
fiable, de ahí que se debe recurrir a la prueba indirecta o indiciaria como método que permita
esclarecer la fiabilidad y credibilidad del testimonio del menor.
Es así como en el caso de los niños, el juez ya no cuenta con dos herramientas
para corroborar su credibilidad, por lo que debemos buscar alternativas a ello.
36
Podemos señalar, siguiendo a Mazzoni que la fiabilidad del testimonio puede
ser valorado según tres estándares generales; la edad, el estado de conciencia al momento de
apreciar los hechos y la existencia de esquemas mentales, valores, sentimientos, emociones y
circunstancias que influyen en cómo guardamos los recuerdos.
La autora señalaba que el factor de la edad es uno de los que más influye en la
credibilidad del testimonio, pues mientras menor sea menos fiable será el testigo, dado que la
declaración de los menores es fácilmente influenciable (por ejemplo, por familiares) y
sugestionable (por ejemplo, a través de preguntas sugestivas por el examinador).
Mercedes Matás señalaba que si bien los menores de entre dos y siete años
tienen una capacidad de memorizar bastante restringida, estos niños pueden recordar ciertas
situaciones en particular. Y los mayores de seis años tendrán plena capacidad selectiva, piensan
más rápido y sobre varias cosas a la vez, por lo que estos podrían ser considerados de base,
mucho más fiables que los anteriores. Pero agrega que en general, no hay que creer que no
pueden recordar hechos y que por ende, no están capacitados para describir los hechos
fidedignamente. Pero se debe tener cuidado con los esquemas mentales, que señaló Mazzoni,
pues estos influyen siempre en la forma de recordar, no sólo de los niños, sino en general de las
personas.
El juez debe apreciar además, una buena estructuración lógica del relato, la
contextualización del testimonio, y la existencia de corroboraciones periféricas.
37
Para llevar a cabo este método, será necesaria la intervención de psicólogos y
psiquiatras, quienes estudiarán la manera de ser y de reaccionar de los menores de edad, entender
la lógica del menor, adaptarse a su mundo lo que en gran medida dependerá de su grado de
madurez, edad e idiosincrasia. Todo esto, es ajeno al juez por sus conocimientos limitados en
psicología, por lo que a lo largo de toda la tesis sostuvimos que era necesaria la intervención de
peritos para suplir el vacío de conocimientos del juez.
Algunos autores, entre ellos Döhring, sostienen que la declaración del menor
puede ser menos valiosa que la de los adultos por su alto grado de influenciabilidad y
sugestionabilidad, pero también se señala que en algunos casos puede ser más valiosa, como por
ejemplo en el caso de los niños que aprecian un motor. Por ende, no existe un rango fijo y
definido que le permita al juez apreciar si un menor es o no fiable, sino que deberá valorarlo caso
a caso.
Para que una prueba pericial sea admitida será necesario que el perito no sólo
sea profesional respecto a la materia sobre la cual se investiga, sino que además sea habitual en el
tema investigado. El perito deberá emitir un informe de calidad y coherente en todas sus partes.
Döhring agrega que para que un informe sea digno de confianza deberán existir
datos fácticos que lo avalen, que la técnica utilizada por el perito sea la adecuada, que haya
procedido correctamente y que su trabajo haya sido realizado en terrenos controlables. El juez
deberá apreciar estas circunstancias, pero en ningún caso se encontrará vinculado
obligatoriamente al dictamen del perito.
38
Es así, como pudimos concluir que no se trata de sólo un factor el que debe ser
tomado en consideración por el juez al momento de valorar la fiabilidad del testimonio del
menor, sino varios y diversos puntos.
39
Bibliografía citada
- Alsina, H., Tratado teórico práctico del Derecho Procesal Civil y Comercial,
Editorial Ediar S.A. Editores, Buenos Aires, 1956.
40
- Taruffo, M., Simplemente la verdad: El juez y la construcción de los hechos,
Editorial Marcial Pons, Madrid, 2010.
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