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Soy Danilda Asunción Polanco Jiménez, hija número dos de cuatro hermanos de la

unión por la iglesia católica por más de 40 años de nuestros padres, Héctor Polanco y
Elvira Jiménez, gracias a Dios.
Crecí en un ambiente de amor, respeto y temor de Dios, mis estudios básicos y del
bachillerato los realice en un colegio de monjas en la cuidad de Mao, aprendiendo cada
día sobre las obras del Señor Jesucristo. Participé del coro de la Iglesia, Mis padres y
mis hermanos al igual que yo, somos personas muy creyentes de la fe católica.
Al salir del colegio empecé a trabajar en uno de los principales bancos del país, y a la
vez realizaba mis estudios de la universidad, desarrollando en mi un sentido de
superación, de desarrollo de competencias y de querer cada vez más. Cada día
preparándome para pasar al siguiente nivel, es decir, al próximo puesto, siempre
enfocada en ser mejor y dar lo mejor de mí, sin querer apagar la luz de nadie, pero muy
enfocada en mi ego, en mis logros.
En este banco trabajé por 9 años, pude destacarme, hacer carrera y lograr metas
propuestas como algunos ascensos de puesto. Trabajando en este lugar decidí unir mi
vida a Rafael Alcántara, una persona muy humana, trabajadora, muy enfocado en su
crecimiento personal y que ha sustentado en mí el deseo de ser cada vez mejor.
Queriendo avanzar más en lo laboral, decidí renunciar y cambiar del sector bancario,
trabajando como gerente de oficina en una cooperativa en crecimiento por seis años,
siempre enfocada en dar lo mejor y hacer lo que es correcto. En este período tenemos la
bendición de ser padres, nace nuestro hijo Daniel. Luego, realicé una maestría, pero al
ser una persona esforzada siempre las ocupaciones y el estrés son parte de mi vida
cotidiana.
En 2xxx nace nuestra segunda hija, Gabriella, una nueva bendición que me permitió
seguir, obviando muchas dolencias y debilidad que sentía en mi cuerpo. En esos afanes
nace tres años después mi tercera hija Camila, otra bendición para la familia. Tres
hermosos niños que gozan de buena salud, de amor familiar y del conocimiento de
nuestro señor Jesús.
Mi vida transcurría entre trabajo, familia, una fuerte dependencia del servicio doméstico
y viajes a Mao todos los fines de semana, sin tiempo para el descanso y mucho menos
para darle importancia a la debilidad que sentía en mi cuerpo. No obstante, un antiguo
jefe del sector bancario me llama y me ofrece una posición privilegiada y de buena
remuneración para volver nuevamente al sector bancario, era lo que por 14 años
esperaba y para lo cual había trabajado. A pesar de entender, que sería muy agobiante y
que ponía en riesgo la estabilidad de la familia, ACEPTE, pues me sentía muy realizada
profesionalmente, y en esta etapa de mi vida el ego, la posición social, lo bonito que era
estar compartiendo ambientes sociales con gente de cierto nivel era algo atractivo. Este
cambio significó muchas horas fuera de la casa, noches sin ver dormir a mis hijos, y
cada vez más mi cuerpo con menos energía y algunos dolores de espalda en aumento.
Pero mi interés por desarrollar mi carrera bancaria, por ser cada vez mejor, no me
detenía, el trabajo estaba fluyendo con excelencia, pero mi rostro decía lo contrario.
Recuerdo que un lunes muy temprano en la mañana atendiendo un cliente, me comentó:
“que cansada luces”, lo pasé desapercibido el comentario, pero realmente sintiéndome
exactamente así: Muy cansada. Ese mismo día en la tarde, otro cliente me dice lo
mismo: “te ves casada,” entonces sí, llamó mi atención.
Casi al cumplir tres meses me comenta una vecina “Danilda revisa como el servicio que
cuida tus niños le habla, creo que es muy ruda con ellos”. Entonces observo algunos
comportamientos extraños en la niñera, y pregunto a mis hijos que está pasando; ellos
me comentan que ella les hablaba mal y que en ocasiones les pegaba. Sentí que el
esfuerzo por estar bien era en vano, que estaba esforzada trabajando hasta 12 horas
fuera de casa, con un agotamiento extremo y pagando dos servicios para atender mis
hijos y mi hogar; entonces, tomé una decisión que no entendía el propósito, pero sabía
que tenía que hacerlo, renunciar de mi trabajo. Esta decisión cerraba un poco mis
propósitos profesionales a mi entender, pero gracias a Dios me dejaron las puertas
abiertas para un regreso.
En ese momento sentía mucha confusión, frustración, que ya no sabía quién era sin un
cargo, sin mi vida profesional detrás de una computadora atendiendo los requerimientos
de mis clientes, todo esto lo había cambiado por los quehaceres domésticos, porque, de
dos servicios, quedé sola por un tiempo.
En este caminar decido prestar atención a mi salud, al realizarme unos análisis de
sangre, se observa alteraciones en mis plaquetas y anemia ferropénica (anemia por falta
de hierro). Comienzo a investigar de manos de una Dra. especialista en el área,
partimos de lo más simple a lo más complejo, que fue, un estudio en mi medula ósea; no
se imaginan lo que sentía, cuando estaban investigando mi cuerpo, en lugares y con
exámenes que lo que buscan es detectar enfermedades catastróficas, como el cáncer.
De acuerdo a los estudios realizados, me diagnostican una enfermedad inmunológica
llamada: Trombocitemia Escencial, donde la medula ósea produce más plaquetas de lo
normal, una enfermedad degenerativa con un tratamiento de por vida; mi Dra. me
animaba y yo no quería enterarme mucho de lo que realmente era.
Sin mucho alarde de mi diagnóstico y continuando nueva vida, decido hacer el retiro de
Emaús, que ya en varias ocasiones me habían invitado a hacerlo y por estar trabajando
nunca lo hacía,. Es entonces, en un momento de intimidad con Jesús, donde el domingo
del Retiro, en la mañana, en un momento especial, él me dice: que lo siga que Él me
sanara. ……..mencionar brevemente si reconociste tus faltas y si le pediste perdón por
tus acciones………..El amor que disfruté ese fin de semana en compañía de Jesús,
caminando con él, caminando con mis compañeras de retiro fue extremadamente
revelador para mí. A partir del retiro, entendí que la vida debe caminarse con Jesús, que
él es nuestro apoyo en los momentos de tribulación, que el Señor permite que en la vida
nos ocurran situaciones para fortalecernos, para demostrarnos que El, cuida de nosotras
y que nos ama. Que no somos nada si no lo tenemos a Él como centro de nuestras
vidas.
En el caminar con Jesús he entendido que nuestra vida debe ser equilibrada, que
debemos fortalecer todas las áreas: espiritualmente, emocionalmente y físicamente,
porque una depende de la otra.
He aprendido, en mi caminar con Jesús, que mi fe, mi vida, debe estar en una constante
actitud de servicio al Señor, que nacimos para ser sus servidores, para agradarlo a Él,
que le servimos a Él, que somos sus ovejas y él es nuestro Pastor. …..breve ejemplo de
los servicios que haces……………..
He sentido el amor de Dios en mis hijos, mi esposo, y mi familia; he podido diferenciar
cuando somos espirituales y cuando nos comportamos con sentimientos de la carne,
como el orgullo, la indiferencia, la envidia, la falta de fe, de verdad; cada día lucho
humanamente con todos estos comportamientos que son mis tentaciones y pecados,
pues, mi caminar con Jesús, es caminar sin equipaje, es caminar en amor, en completa
paz, en plenitud, es lo más bello que me puede pasar, porque dejo atrás lo pesado, lo
triste, lo irreal, lo que me causa tristeza.
Caminando con el Señor he sanado muchas heridas, he sanado mi enfermedad producto
de una vida estresante, porque déjenme decirles, que, en mi último chequeo médico, mi
Dra. sorprendida me dijo: “quiero repetirte el estudio nuevamente, porque te veo tan
bien…”. Imagínense, ella dudó del primer diagnóstico…todo eso lo hace el Señor, el
Señor transformó mi enfermedad en salud, transformó mi corazón duro a un corazón de
amor y paz. El Señor es una fuente inagotable de bienestar, porque cuando lo tenemos
en nuestro corazón, nuestro corazón tiene esperanza, color, tiene luz.
Estimadas caminantes: les invito a dejarse llevar en los brazos del Señor, a dejar que él
haga su obra en cada una de ustedes, que como el alfarero, talle la mejor versión de
ustedes mismas, que abran su corazón y le digan Si Señor, estoy aquí para seguirte;
estoy aquí porque eres un Jesús resucitado que ha venido para quedarse con nosotros y
queremos caminar contigo. En verdad que el Señor obra de una manera inexplicable
para nuestra capacidad humana, que el Señor nos manifiesta que está aquí cuando
permitimos que él entre en nuestra vida??, entrégale tus cargas, confíale tus más grandes
miedos, inseguridades, tus proyectos, el hará grandes obras en tu vida.
Hoy en día mi esposo y yo tenemos 13 años de feliz unión, con el pendiente de
bendecirla casándonos por la iglesia, ya estamos en proceso para hacerlo en el tiempo
de Dios. Disfruto de una familia muy estable, con mis hijos creciendo emocionalmente
y físicamente saludable. He podido desarrollar mi propia empresa trabajando desde mi
casa, aun así, puedo dedicar tiempo a servirle al Señor, puedo dedicar tiempo a cuidar
mi salud, puedo ejercitarme física e intelectualmente, es decir, el Señor puso orden en
mi vida. Trajo absoluta paz, me proporcionó el medio para seguir produciendo desde
casa y cuidando mis hijos, y sobretodo, el milagro: me ha sanado. Jesús vive en mí, guía
mi vida. Te invito a dejarte guiar por él... EL SEÑOR ES GRANDE Y SU AMOR NO
TIENE FIN.

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