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En lógica, una falacia (del latín: fallacia, ‘engaño’) es un argumento que parece válido,

pero no lo es.12 Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular


a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia.
En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner
mucha atención para detectarlas.3
Que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su conclusión sean falsas ni
que sean verdaderas. Un argumento puede tener premisas y conclusión verdaderas y aun
así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento en sí. De
hecho, inferir que una proposición es falsa porque el argumento que la contiene por
conclusión es falaz es en sí una falacia conocida como argumento ad logicam.4
El estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien en
sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece clases de falacias.1 Desde entonces
se han agregado a la lista cientos de otras falacias y se han propuesto varios sistemas de
clasificación.5
Las falacias son de interés no solo para la lógica, sino también para la política, la retórica,
el derecho, la ciencia, la religión, el periodismo, la mercadotecnia, el cine y, en general,
cualquier área en la cual la argumentación y la persuasión sean de especial relevancia

Definiciones[editar]
Todavía no hay acuerdo sobre la mejor definición de "falacia" y existen muchas propuestas
que rivalizan entre sí.6 En 1970, Charles Hamblin publicó una obra seminal
titulada Falacias, que rastrea el desarrollo de la noción desde Aristóteles hasta mediados
del siglo XX y concluye que la definición estándar de "falacia" es «un argumento que
parece válido, pero no lo es».1 Autores posteriores como Ralph Johnson y Hans Hansen
cuestionaron esta conclusión y propusieron definiciones alternativas,78 mientras que otros
autores, como Douglas Walton, defendieron la aproximación de Hamblin.9
Algunas definiciones alternativas a la de Hamblin hacen énfasis en las fallas lógicas de las
falacias. Por ejemplo, se pueden definir las falacias como argumentos deductivamente
inválidos o con muy poco apoyo inductivo.6 El problema con esta definición es que
algunas falacias consisten en argumentos deductivamente válidos, cuya falla está en otra
parte, por ejemplo el falso dilema o la petición de principio.6 Se[¿quién?] enmienda esta
definición agregando que los argumentos no falaces, además de tener validez deductiva o
apoyo inductivo, deben tener premisas verdaderas y bien justificadas, y no caer en la
petición de principio.6 Esta definición tiene la ventaja de que incluye a los falsos dilemas y
a las peticiones de principio como falacias, pero tiene la desventaja de que también
incluye como falacias a muchos argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos
del pasado que tenían premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios
y bien intencionados.6
Van Eemeren y Grootendorst proponen una definición «pragma-dialéctica», en la que las
falacias se conciben como violaciones de las reglas de la discusión.10 Así por ejemplo, si
una regla de la discusión es no atacar al oponente a nivel personal, se sigue que
todo argumento ad hominem es falaz. Una dificultad con esta aproximación sin embargo,
es que no hay acuerdo sobre la mejor manera de caracterizar las reglas de una discusión.6
La falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre
conduce a un argumento incorrecto. Esto es debido a un defecto en la estructura del
argumento que lo conduce a que este sea inválido. Las falacias lógicas suelen
aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para parecer lógicas. Cambiándose, a
veces, el error inconsciente o involuntario por una manipulación deliberada. Por eso, las
falacias lógicas son los mecanismos automáticos más comunes para poner en práctica los
sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias lógicas que emplean los sesgos cognitivos
se muestran a continuación. Véase también control social, control
mental, propaganda, lavado de cerebro.
Generalmente los razonamientos falaces no son tan claros como los ejemplos. Muchas
falacias involucran causalidad, que no es una parte de la lógica formal. Otras utilizan
estratagemas psicológicas como el uso de relaciones de poder entre el orador y el
interlocutor, llamamientos al patriotismo, la moralidad o el ego para establecer las
premisas intermedias (explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho,
las falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas
implícitas que no son siempre obvias a primera vista.

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