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Juan Sebastián Vargas Ramírez 2150017

La Violencia en Colombia: estudio de un proceso social, de autoría de Orlando Fals Borda, Monseñor German
Guzmán y Eduardo Umaña Luna, es un trabajo investigativo que busca analizar el fenómeno de la violencia en
Colombia, en especial en su época de más alto auge (1948-1958). La primera edición de esta obra fue publicada
en el año de 1962, siendo un estudio inmediato a las fechas de conflicto, razón por la cual tiene dichos límites
temporales. Desde la perspectiva de Fals Borda, coautor, había en su fecha la necesidad de un estudio
sistemático que sintetizara los tópicos fundamentales de anteriores investigaciones y demás manifestaciones
escritas (y artísticas tomando en cuenta las literarias) hechas al respecto del tema. Desde otro punto, este libro
es la respuesta dada en su época por la recién creada Escuela de Sociología de la Universidad Nacional de
Colombia ante la necesidad científica de abordar los conflictos sociales del país, lo cual hacía coherencia a los
rumbos determinados por dicha casa de estudios. Evidencia de lo anterior es la inclusión de diversas técnicas
investigativas en su desarrollo, las cuales, no solo pertenecen al método sociológico sino también al de otras
disciplinas como la Historia y la antropología, lo cual evidencia un trabajo transdiciplinar de alta importancia
en la historia intelectual colombiana.
Los datos y argumentos presentados en este trabajo tienen, ante sí, sustento en diversas fuentes, las cuales se
relacionan directamente con sus técnicas investigativas, a saber, la experiencia personal, reconocimiento de
áreas, entrevistas, investigación histórica de archivos, estudios de fuentes secundarias, análisis estadísticos y
documentación pictórica y cartográfica. Además de lo ya mencionado, se destacan los diversos esfuerzos
estatales por estudiar la violencia, de los cuales surgieron, por ejemplo, la Comisión investigadora de las causas
actuales de la violencia, de la cual hizo parte Monseñor German Guzmán, coautor de este libro, quien se encargó
de viajar durante ocho meses por todo el país, documentando los hechos que sirvieron de fuentes directas para
este trabajo. El mismo interés es notorio en la creación de otras instituciones, como la Oficina Nacional de
Rehabilitación, la cual se encargaba de los estragos de la violencia, aportando documentación de importancia
a los temas a trabajar.
Los capítulos leídos fueron: Antecedentes históricos de la violencia, Geografía de la violencia y Algunas
consecuencias de la violencia en Colombia. A partir de los anteriores, se hallaron algunas conclusiones generales
al respecto de los tópicos de los cuales tratan; sin embargo, hay otros datos tratados que exceden lo que se puede
inferir de los nombres de dichos capítulos, los cuales, al poder ser de un interés general, serán resaltados al final
de estas páginas. Es justo resaltar el carácter descriptivo del texto, el cual argumenta lo dicho a partir de diversos
ejemplos, además, maneja un lenguaje objetivo que busca hacer de este un debate más serio que sus antecesores.
El primer capítulo, Antecedentes históricos de la violencia, analiza los periodos previos a la muerte de Gaitán,
circunstancia que da inicio (historiográficamente hablando) al periodo de “La Violencia”. Monseñor Guzmán,
en manos de quien recae la escritura de los diez primeros capítulos del libro, agrupa estos antecedentes en tres
fechas: 1930, 1946 y 1948. Así, en la primera de estas fechas [1930], el poder colombiano, dominado durante
más de 40 años por un hegemónico partido conservador, es asumido por el liberal Enrique Olaya Herrera, lo
cual desencadenó en el aumento del sectarismo y del odio partidista, iniciando así, de forma exponencial,
diversas persecuciones de liberales a conservadores. Mientras esto ocurría en los pueblos y en las zonas rurales
del país, la esencia política en los altos cargos no tuvo una ruptura tajante, caracterizada por la serenidad de la
transición, en la cual los conservadores se mostraron prestos a ayudar en el gobierno liberal, tal y como lo
ejemplifica el gabinete de Olaya Herrera. Para 1946, siguiente año a destacar en los antecedentes, las lógicas de
la violencia son similares: un cambio político que finaliza con la República Liberal, en el cual persisten diversas
continuidades y pocas rupturas, mientras que los números de asesinatos violentos aumentan a partir de las
diferencias políticas en las zonas rurales. Priman en este año los movimientos insurgentes comunistas, las
huelgas y los paros en diversos sectores económicos, los cuales constituyeron una amenaza para el orden
público. Se resalta la importancia discursiva de Gaitán, sus pensamientos son relevantes inclusive para los más
altos funcionarios, quienes ponen en práctica sus consejos para reprimir los focos de violencia. Por último, 1948
es el año célebre para determinar el inicio de La Violencia, no solo por el asesinato de Gaitán, sino también por
los acontecimientos previos a la tragedia. Este año estuvo marcado por el endurecimiento de los movimientos
de protesta; asimismo, las acciones violentas pasan del ámbito personal y particular al ámbito masivo,
ejemplificado en la destrucción de veredas rurales enteras por otras donde predominaba otro el partido adverso.
Geografía de la violencia, cuarto capítulo de la obra, se encarga de estudiar las zonas de conflicto. Un análisis
específico de la violencia en cada espacio es necesario, debido a que este fenómeno no se extendió igual en
todas las zonas y las regiones del país. Este capítulo describe no solo los hechos violentos, sino además la
economía de cada región, las conductas y comportamientos de sus habitantes e inclusive las condiciones
climáticas de sus suelos, variables de estudio para buscar algunas generalidades en las zonas de conflicto. Luego
de estudiar las particularidades de la zona central, la zona nor-oriental, la zona oriental, la zona occidental, y la
zona nor-occidental, el autor llega a la conclusión de que la violencia no respetó raza, economía, áreas de
minifundio o latifundio, zonas prosperas o miserables, alta o baja incidencia de la propiedad privada, etc. El
trabajo también destaca que hubo zonas que no tuvieron un contacto directo con el conflicto, como Nariño y la
Costa Atlántica, esta última, debido al carácter abierto, franco y amigable de sus habitantes, supo defenderse de
este fenómeno, existiendo pocos casos de carácter aislado.
El último capítulo leído y onceavo del libro, Algunas consecuencias de la violencia, resume los hechos que
ilustran la intensidad de la violencia en cuatro puntos: la mortalidad, las pérdidas materiales, las migraciones
internas y el cambio en las actitudes. En cuanto al primer ámbito, es imposible conocer una cifra exacta de los
muertos que hubo debido a las formas mediante las cuales la violencia era ejercida. No obstante, diversas fuentes
como archivos parroquiales, archivos de las fuerzas armadas y policiales, juzgados, anotaciones particulares y
notarías, permiten estimular una cifra alrededor de los doscientos mil muertos entre la década comprendida
entre 1948 y 1958. Las pérdidas materiales producto de acciones como incendios, saqueos, desocupación
forzada, abandono y demás, son entendidas como una gran catástrofe económica y financiera, la cual conllevó
a las privaciones de beneficios de las clases más humildes. Por su parte, las migraciones internas ocasionaron
el crecimiento de diversas ciudades, las cuales empezaron a afrontar diversas problemáticas sociales, como
mendicidad, prostitución, mayores índices de robos y sicariatos. Por último, en cuanto al cambio de las actitudes,
se resalta la separación del campesino y el estado, partiendo de la ruptura de toda estructura que conlleve la
sumisión del uno por el otro. El campesino de mitad del siglo XX fue un sujeto analfabeta, pero informado
gracias a la radio y a diversos periódicos. Hay un cambio profundo en el pensar individual, la violencia le da
una consciencia comunal al campesino que le hace sentir poderoso a partir de la eliminación del otro.
Para finalizar este escrito, quiero poner en manifiesto dos cuestiones que llamaron mi atención a lo largo de esta
lectura, las cuales son independientes de las conclusiones generales a las cuales llegan los autores. La primera
de esas es la aceptación y la actitud pasiva frente a la violencia, por parte de los colombianos, la segunda es el
papel que tuvo la prensa, según lo descrito por Monseñor Guzmán, en la explosión del conflicto.
En cuanto a la aceptación y pasividad del colombiano frente a la violencia, el texto es bastante enfático. Desde
el prólogo se enuncia que este trabajo, pese a que deseó conservar un carácter objetivo, tenía como fin último
la transformación social. Fals Borda y Monseñor Guzmán, hacen alusión frecuente a la indiferencia del común
por el conflicto interno, lo cual naturalizó formas de proceder inadecuadas en el contexto de una sociedad que
pretende ser civilizada y democrática. Ante lo anterior, Fals Borda escribe:
“Precisamente al cabo del duodécimo año bajo el imperio de aquel sino, desde el colombiano medio hasta el
colombiano dirigente han aprendido a vivir con la violencia, a endurecerse ante los crímenes, a pasar su vista
despreocupándose por los titulares de los periódicos que informan sobre la muerte de humildes campesinos.”
(Guzmán, G., Borda, F., Umaña, E, 1962, p. 13)

Por su parte, es importante destacar que la prensa se consolida como un medio, no solo para informar al respecto
de la situación de la circunstancia histórica del país, sino como un foco de ataques y provocaciones con el fin
de aumentar las dimensiones del conflicto tal y como es descrito por los autores:
“El periodista "Calibán", de El Tiempo, con cabeza fría escribe en la "Danza de las Horas" que la causa de la
violencia "es necesario buscarla también en las campañas de prensa que la estimulan sosteniendo todos los días que
los conservadores son un hato de asesinos, o que los liberales son una tribu de bandoleros. Para desarmar los espíritus
es obvio comenzar por descargar de explosivos las palabras" (Guzmán, G., Borda, F., Umaña, E, 1962, 35).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Guzmán, G., Borda, F., Umaña, E. (1962). La violencia en Colombia: estudio de un proceso social. Bogotá:
Editorial Tercer Mundo.

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