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201515330
Desde los años 20 en Estados Unidos con el psicólogo J. B. Watson se inicia el estudio
acerca de la conducta de los seres humanos en el campo de la psicología. Siendo parte de
una sociedad de consumo en constante crecimiento, era inevitable que se prestara atención
al comportamiento de las personas a la hora de consumir, pues fue y sigue siendo una parte
imprescindible en su diario vivir. Desde este entonces la industria del marketing emplea
técnicas psicológicas en la elaboración de anuncios y todo tipo de campañas publicitarias,
poco a poco se ha formalizado y conformando una nueva rama en la psicología: la
psicología del consumidor (Quintanilla, 2001). De la misma manera que la psicología
aplicada a los medios de comunicación se ha empleado en el aspecto del marketing con el
fin de maximizar la cantidad de consumidores, puede ser utilizada como estrategia para
influir de manera positiva en el inconsciente colectivo de una sociedad. Relacionando los
textos de Martín-Barbero, Jóvenes: comunicación e identidad, Zygmunt Baumann, Turistas
y vagabundos y utilizando conceptos de Psicología del consumidor de Ismael
Quintanilla y Ortega y Gasset mostraré el papel que desempeña la psicología en la
industria del marketing y en el surgimiento de una sociedad de consumo.
Con lo anterior, es posible ver entonces que el lenguaje, los colores, la estética con la que
se nos presenta el producto no son inocentes ante el consumismo, como plantea Zygmunt
Baumann:
Es decir, las técnicas que ha empleado la industria del marketing tienen como fin influir
en el inconsciente colectivo de determinada sociedad. Los medios van dirigidos a todo
público independiente de su raza, sexo, cultura y aún más sorprendente situación
económica. Crea un ambiente en el que estar bien es sinónimo de consumir, y emplea a las
mismas personas como fuentes de propagación. Pero, ¿qué tal si empleáramos toda esta
industria con otro fin? ¿podríamos influir en el inconsciente colectivo de las personas para
crear la necesidad de adquirir conocimiento? o tal vez ¿podríamos crear necesidades en la
sociedad de, por ejemplo, estudiar?
Jesus Martín-Barbero reconoce la problemática de la influencia de los medios de
comunicación en la en la siguiente frase “Necesitamos una educación que no deje a los
ciudadanos inermes frente a las poderosas estratagemas de que hoy disponen los medios
masivos para camuflar sus intereses y disfrazarlos de opinión pública.”(Martín-
Barbero, 2002, párr. 22 ) Al mismo tiempo provee la posible solución al problema: la
educación.
Éstas mismas estrategias psicológicas que como Quintanilla (2001) plantea, garantizaron
el éxito al marketing pueden ser empleadas en pro de la educación, de la cultura y en
general de mejoras en la sociedad. Por ejemplo, las campañas de transmilenio que
pretenden promover la cultura ciudadana en el uso del articulado, en vez de poner en sus
anuncios “No te coles…” deberían poner “Paga el pasaje”, pues el cerebro no reconoce la
palabra “no” y por consiguiente en la primera frase se le da más relevancia a la palabra
colarse. En cambio, en el segundo caso se está dando una conducta que asocia directamente
a resultados positivos. Del mismo modo, mostrar una conducta no apropiada en un afiche
significativamente más grande que una conducta apropiada podría generar un efecto
contrario negativo en la conducta esperada.
Así entonces se podrían idear diferentes maneras de proponer campañas educativas para
luego propagarlas utilizando los medios masivos, al igual que lo hace la industria
comercial. Es posible concluir que sí es posible utilizar la psicología de la misma manera
que se aplicó al marketing para influir en el inconsciente colectivo ahora de manera
positiva y a favor de todos.
Bibliografía