Вы находитесь на странице: 1из 14

UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS

CARRERA DE PSICOLOGÍA CLÍNICA

CÁTEDRA DE SALUD PÚBLICA II

GÉNERO Y DESASTRES NATURALES

AUTORES:

ÁLVAREZ DIANA

REYES FRANKLIN

SEXTO SEMESTRE PARALELO “B”

QUITO, D.M.

DR. PATRICIO JÁCOME


Introducción

En el presente trabajo el género con relación a los desastres naturales se constituye


en el eje fundamental de análisis, entendiendo a este género como una dimensión
sociocultural en el contexto en el cual se busca responder, cómo hombres y mujeres
miran, entienden, responden y se ven afectados ante un desastre natural, llevando a
consideración al género como un elemento de poder y de posicionamiento, buscando una
reflexión crítica desde una perspectiva en la cual se entienda al cuerpo más allá de un ente
sexuado como construcción sociocultural, mirando como las diferencias biológicas se
transforman en desigualdades sociales y el género como una dimensión de la desigualdad
social, extendiéndose esto a una desigualdad dentro del campo de la salud. Entendemos
que desigualdades en la salud son “las diferencias en salud que son innecesarias y
evitables, que además se consideran injustas” (Whitehead, 1992; Braveman, 2006), estas
desigualdades son resultado de las distintas condiciones de vida, oportunidades y recursos
relacionados con la salud que tienen las personas en función de su clase social, territorio,
raza o país de origen.1

Como preámbulo se debe entender, que, entre los diferentes miembros de la


comunidad se pueden identificar grupos que, por estar expuestos a riesgos específicos
pueden tropezar con mayores dificultades. El peligro se ve maximizado cuando, el medio
circundante potencia nocivamente la condición de un grupo. Este grupo puede verse
vulnerable desde dos aspectos, uno biológico y el otro social (OMS, 1989).

El escenario del desastre es considerado un “laboratorio único” en el que se


aprende acerca de los fenómenos sociales, se examinan las relaciones sociales, y se
revelan los problemas sociales. (Barton, 1970; Merton, 1970). Los procesos sociales,
según sostienen los sociólogos, son más visibles en los momentos de un desastre como si
estuviesen comprimidos en un lapso de tiempo muy dramático, y dichos desastres rompen
la acostumbrada forma de vida anterior al desastre (Fritz, 1961).

1Zurro, M. (2014). Atención Primaria. Problemas de salud en la consultad de Medicina de Familia. Séptima Edición.
Barcelona: Elsevier España, S.L. Págs. 153, 154.
Objetivo General

 Visibilizar al género como un factor de vulnerabilidad escasamente tomado en


cuenta en el contexto de desastres naturales.

Objetivos Específicos

 Identificar las barreras de género que se presentan conjuntamente en los desastres


naturales.
 Citar epidemiología representativa de las diferencias de género que se presentan
en los desastres naturales.
 Promover medidas que deben ser tomadas en cuenta al momento de sufrir
violencia de tipo sexual en la etapa de impacto y pos impacto en el contexto de
los desastres naturales.
Definición de género (...)2

La categoría de género se refiere a aquellas características de los varones y de las


mujeres que están construidas socialmente, en contraste con aquellas que están
biológicamente determinadas. Esto significa que el género es una categoría distinta de la
de sexo; es una construcción cultural que designa los aspectos psicológicos, sociales y
culturales que resultan en lo femenino y lo masculino y que se incorporan a través de la
socialización en los diferentes procesos culturales a través de los tiempos.

Perspectiva de género en situaciones de emergencias y desastres

Incluir la perspectiva de género en las actividades de prevención, mitigación y del


propio proceso de reconstrucción contribuye a mitigar las condiciones de vulnerabilidad
y a fortalecer las capacidades de la mujer en estas situaciones y, por lo tanto, a prevenir
la reproducción de inequidad que conlleva al desarrollo de nuevos escenarios de riesgos.
(Dosch, 2010).

La integración de la perspectiva de género en las políticas y en las medidas de


reducción de desastres, significa identificar las posiciones que ocupan las mujeres y los
hombres en la sociedad y, por lo tanto, las formas en que pueden verse afectadas sus
vidas, además de fortalecer formas en que unas y otros contribuyan a los esfuerzos de
reducción y reconstrucción.

Descripción de la situación

En el presente texto se organizan los resultados selectos de varios estudios


sociológicos sobre género y desastres naturales. Realizado en torno a nueve procesos
sociales y a través de las tres categorías tradicionales que describen el proceso temporal,
esto es: antes, durante y después del evento desastroso; todas estas categorías dentro del
contexto de la diferenciación por género y su impacto.

2
http://www.preventionweb.net/files/28782_captulogneroyriesgosfinal.pdf
Antes del desastre

 Exposición al riesgo
Las mujeres que son cabezas de familia son particularmente vulnerables a la
pobreza, así como las que son parte de minorías étnicas o raciales. De este modo, las
mujeres en situación de pobreza, especialmente mujeres negras y pobres, pueden estar
más expuestas a riesgo de desastres. Durante el huracán Andrew en Florida, por ejemplo,
mujeres pobres pertenecientes a grupos minoritarios, eran quienes se encontraban bajo
mayor riesgo ante la tormenta debido a que carecían de estatus, de poder y de recursos
(Morrow y Enarson, 1996). Varios estudios revelan que las mujeres, como resultado de
su rol de cuidadoras, la falta de movilidad y aislamiento social, están en mayor riesgo en
muchas situaciones de desastre, ya que deben quedarse, asistir, proteger y alimentar a los
miembros de la familia (Rivers, 1982; Miyano, 1991; Millican, 1993).

 Percepción del riesgo

Varios estudios ilustran que las mujeres son más susceptibles de percibir un evento
de desastre o una amenaza como algo grave o serio. El estudio de Szalay (1986) encontró
que cuando había un alto grado de acuerdo entre hombres y mujeres en la percepción de
algún peligro específico, las mujeres mostraban mayor preocupación por el peligro, el
sufrimiento humano y la pérdida de sus vidas, mientras que los hombres estaban más
preocupados por saber los aspectos específicos y técnicos de las medidas de protección.
Las mujeres reportan mayores niveles de miedo y preocupación en terremotos y son más
susceptibles de creer que los científicos pueden predecirlos con exactitud, pero los
hombres tienen mayor conciencia ante la amenaza (Turner, 1986).

 Comportamiento de preparación
Los datos disponibles muestran que las mujeres y los hombres llevan a cabo
diferentes actividades de preparación y que las mujeres están mucho más ausentes en las
organizaciones formales para la preparación ante las emergencias. En un estudio sobre la
preparación para terremotos no hubo diferencias de género, aunque las mujeres
presentaron mayor discusión sobre temas referentes a terremotos (Turner, 1986). Los
hombres ponen mayor atención que las mujeres a los aspectos técnicos de las medidas de
protección (Szalay, 1986). Durante el huracán Andrew, las mujeres fueron las
responsables de preparar a los miembros de sus familias, juntar provisiones, y mantener
los hogares listos para la tormenta.

Durante el desastre

 Alertamiento y respuesta

En este punto se concluye que los hombres y las mujeres no escuchan, creen o
personalizan las alertas de desastres de la misma forma. Debido a sus redes sociales y a
sus roles, es más probable que las mujeres escuchen las alertas que los hombres (Turner
1981). Es más probable que las mujeres escuchen de las alertas por las advertencias de
amigas, vecinas o parientes, y posteriormente dan la advertencia a sus esposos. Sin
embargo, sus esposos son escépticos a las advertencias de las amigas de sus esposas
(Drabek, 1969). Las mujeres suelen creer más el alertamiento de desastre y a tomarlo en
serio (Drabek, 1969; Turner, 1981). También suelen percibir la probabilidad de la
recurrencia de un desastre (de Man y Simpson-Husiey, 1987). Más aun, las mujeres
suelen interpretar más que los hombres como válidas las señales de alerta, aceptarlas
(Drabek, 1969), y personalizar la alerta (Hodge, 1981).

 Impactos físicos

Analizando 141 países, mujeres y niños son 14 veces más propensos a morir que
hombres durante un desastre (Peterson, 2007; Dosch, 2010). Los investigadores sostienen
que, al estar más activas en proteger a los niños y a las y los adultos mayores, las mujeres
se encuentran más expuestas a la muerte. En 1946 murieron más mujeres que hombres en
el terremoto y el tsunami de Nankai en Japón (Miyano, 1991). Dos terremotos en Rusia
también tuvieron significantemente una mayor mortalidad femenina a causa de la
responsabilidad de las mujeres sobre los niños (Rivers, 1982). Pese a que estos estudios
no lo dicen de manera explícita, al parecer el cuidado de los niños quizás requiera
permanecer dentro de los edificios, que son particularmente peligrosos en un terremoto.
Los impactos físicos negativos de los desastres en las mujeres, de acuerdo con muchos
estudios y reportes recientes, incluyen la violencia familiar. Las investigaciones reportan
que las tasas de violencia contra las mujeres, especialmente el abuso del cónyuge, se
incrementan en tiempos de desastre (Honeycombe, 1994). Según Shaw (1995) se
reportaron un incremento en los casos de divorcio y en el abuso infantil después del
huracán Andrew.

 Impacto psicológico

La mayoría de los estudios muestran que las mujeres y las niñas muestran mayores
problemas emocionales, en tanto que los hombres son más propensos a aumentar su
consumo de alcohol en épocas de desastre. Muchos investigadores encuentran que las
mujeres expresan más problemas de salud mental a causa de un desastre, desde angustia
hasta estrés, depresión y síntomas de Desorden Postraumático de Estrés (DPE), y
ansiedad.

Después del desastre

 Respuesta a la emergencia

Las tareas están determinadas por el proceso de la continuidad de los roles, por lo
que las mujeres son responsables del cuidado de los niños, de la preparación de comida,
y apoyo, mientras que los hombres están en posiciones de liderazgo y realizan trabajos
que requieren mayor fuerza física (Forrest, 1978). Los hombres son más propensos que
las mujeres a ofrecerse como voluntarios y a participar en ciertos trabajos de respuesta,
como búsqueda y rescate (Fritz y Marks, 1954; Form y Nosow, 1958; Werner y James,
1994), mientras que las mujeres son más propensas a ayudar con provisiones (Werner y
James, 1994). Otros encuentran que las mujeres están más propensas que los hombres a
recibir ayuda de extraños y vecinos (Paulsen, 1981; Perry, 1983). Barton (1970) dice que
los hombres con hijos ayudan más fuera de casa que aquellos que no los tienen, mientras
que las mujeres con hijos son las menos activas en ayudar a gente ajena a sus familias.

 Recuperación

Muchos estudios demuestran que las mujeres son más propensas a buscar
asistencia para sus familias, debido a que los hombres ven la asistencia como un estigma,
y que las mujeres pobres enfrentan mayores obstáculos en la recuperación. Varias
diferencias de género surgen en torno a la asistencia humanitaria y la reubicación familiar
después del desastre. Las mujeres son más propensas que los hombres a recibir ayuda de
los miembros de la familia (Drabek, 1975), además de cobrar el dinero para la emergencia
y de buscar asistencia pública para su familia (Honeycombe, 1994; Williams, 1994;
Morrow y Enarson, 1996). Muchos hombres ven la ayuda financiera como un estigma y
sienten que los pagos de emergencia ponen en entredicho su rol como proveedores.
(Honeycombe, 1994).

 Reconstrucción

Las mujeres pobres viven los momentos más difíciles al regresar a sus vidas
normales, y las mujeres con negocios propios tienen mayores dificultades para obtener
préstamos que sus contrapartes masculinas. Las mujeres, especialmente las de bajos
ingresos, normalmente se empobrecen más en la etapa de reconstrucción. Los pobres,
cuya mayoría son mujeres, tienen menor cobertura de seguros, menos ahorros, y por tanto
menor capacidad de una completa recuperación a corto plazo (Bolin y Bolton, 1986). El
desconocer esta realidad y la doble carga del trabajo familiar y productivo de las mujeres,
significa que las mujeres siguen siendo invisibles en la sociedad y la atención a sus
necesidades sigue siendo inadecuada. Estas situaciones no suelen ser contempladas en las
evaluaciones de daños como así tampoco en las propuestas financieras y planes de
reconstrucción.

Perspectiva de género en la asistencia humanitaria

Dificultades (Dosch, 2010):

 No se cuenta con datos desagregados y no se incluye en los informes de


evaluación un enfoque de género.
 No existe personal capacitado específicamente en aspectos sensibles al género
 No hay suficientes mujeres involucradas en las áreas institucionales oficiales
relacionadas con el manejo de desastres, actualmente están dirigidas en su
mayoría por personal masculino.

En una propuesta de reconstrucción es necesario contar con proyectos dirigidos a


grupos especialmente vulnerables de modo que se facilite no sólo una recuperación
económica sino también la reconstrucción del tejido social.
Mujeres en la gestión local del riesgo: participación y contribuciones

Algunos ejemplos (Dosch, 2010).

Huracán Mitch 1998

 Mujeres guatemaltecas y hondureñas construyeron casas, albergues, cavaron


pozos y canales.
 En Nicaragua la ONG Puntos de Encuentro organizó una campaña de información
para prevenir la violencia contra la mujer demostrando ser eficaz en el cambio de
la actitud de los hombres
 En El Salvador se conformó una Mesa de Género para participar en el Plan de
Recuperación y Transformación post- huracán
 Frente a episodios de El Niño, donde las mujeres participaron como educadoras,
como en la campaña para tratar el agua, se redujo la incidencia de enfermedades.
Este es un ejemplo que demuestra que dirigir los avisos a las mujeres puede
articularse con la reducción de los efectos de los peligros.

Algunos avances frente a muchos retos (Dosch, 2010)

 En 2005 el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC) adoptó


una resolución destinada a asegurar la incorporación de una perspectiva de género
en todas las políticas y programas del sistema multilateral.
 El Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer de la ONU
(CEDAW, por sus siglas en inglés), realizó un llamamiento a incluir la igualdad
de género como principio guía en la 15ª Conferencia de Convención sobre Cambio
Climático en Copenhagen.
 La 52° Sesión de la Comisión sobre el Status de la Mujer de la ONU de 2008,
identificó género y cambio climático como un tema emergente e instó a los
gobiernos a la provisión específica de financiamiento para la equidad de género y
el empoderamiento de las mujeres con el objeto de integrar una perspectiva de
género en el diseño, implementación, monitoreo y evaluación sobre políticas de
medio ambiente, y la orientación de integrar ese enfoque en todas las políticas de
manejo de desastres, planes y procesos de toma de decisión, incluidas las
relativas a riesgos, alerta temprana, manejo de información, educación y
entrenamiento. 3

Violencia de Género en situación de Desastres (...)4

Bajo circunstancias de desastres o emergencias y en las situaciones de post crisis


se ha observado un significativo aumento en los niveles de violencia contra las mujeres,
adolescentes, niñas y niños y otros grupos vulnerables como los/as discapacitados/as,
minorías étnicas y migrantes. También se ha observado que aumenta el grado de violencia
en los hombres, contra sí mismos, contra otros hombres y contra sus parejas.

A nivel de los centros de evacuados, las condiciones de hacinamiento,


inseguridad, el convivir en espacios reducidos con personas que no pertenecen al ámbito
familiar, propician la ocurrencia de hechos de violencia. Cuando las familias completas
se refugian en un centro de evacuados, los vínculos o formas de relación entre sus
integrantes no cambian por trasladarse al espacio público. La violencia intrafamiliar
sufrida por algunas mujeres con anterioridad a la crisis, generalmente continúa, y aunque
estas situaciones se den en un espacio público, siguen siendo invisibilizadas, puesto que
se consideran como un asunto privado entre un hombre y una mujer y no un problema
social.

Otro problema a considerar en los centros de evacuados es la violación y el acoso


sexual contra mujeres jóvenes y adolescentes e incluso niñas. A pesar de que
generalmente existen mecanismos formales de denuncia, cuando los hombres son
conocidos de la familia y viven en el mismo lugar, es difícil que las víctimas se atrevan a
realizar la denuncia. Esta situación se agrava si las personas que dirigen los centros de
evacuados no están sensibilizadas para atender esos hechos o si no existen servicios de

3
El Marco de Acción de Hyogo surgido de la Segunda Conferencia Mundial sobre Reducción de
Desastres (WCDR, en sus siglas en inglés), celebrada en Kobe, Japón, del 18 al 22 de Febrero de 2005,
retomó los lineamientos de la Plataforma de Acción de Beijing (1995) y del Objetivo 3 de las Metas del
Milenio (2000), y enfatizó que la perspectiva de género debe incorporarse “en todas las políticas, planes y
procesos de decisión sobre la gestión de los riesgos de desastre, incluidos los relativos a la evaluación de
los riesgos, la alerta temprana, la gestión de la información y la educación y la formación”.

4
http://www.preventionweb.net/files/28782_captulogneroyriesgosfinal.pdf
salud específicos para las mujeres. Un desafío pendiente en relación con este tema es el
relevamiento de información sobre los casos de violencia y abuso sexual que pueden
ocurrir en los centros de evacuados. Contar con esta información permitiría dimensionar
el problema y definir acciones para abordarlo. Por todo lo antes señalado, la seguridad y
protección de las personas vulnerables debe ser garantizada en situaciones de emergencia.
No sólo se deben notificar los casos de violencia, violación, acoso sexual a los organismos
competentes, sino que debe asegurarse que las víctimas reciban profilaxis para
enfermedades de transmisión sexual como VIH/SIDA, sífilis, gonorrea, hepatitis B.

¿Qué podemos hacer?

Es fundamental recordar, que el Estado debe garantizar la integridad física,


psicológica y sexual de las mujeres, niños, niñas y adolescentes y debe adoptar todas las
medidas que aseguren la prevención y atención de la violencia (Cepam-Guayaquil)

Si se presentan situaciones de violencia sexual en los albergues se debe


inmediatamente acudir al administrador/a del albergue, esta persona coordinará con el
responsable de las comisiones y con él o la coordinadora del MIES, responsable de
evaluar daños y necesidades en los albergues, participando activamente con el C.O.E.
(Cepam-Guayaquil)

Es fundamental tener presente que cualquier miembro de la familia, incluso otra


persona que sepa del delito sexual puede poner la denuncia. Tanto la administración y la
coordinación zonal o regional deberán garantizar los derechos de las mujeres, los niños
/as y adolescentes y a su vez expondrán al C.O.E cantonal los casos, para establecer daños
y restablecer derechos a través de acciones rápidas desde las fiscalías y comisarías de la
mujer. (Cepam-Guayaquil)

El rol del resto de personas en el albergue implica no convertirse en cómplices de


la violencia sexual y consiste en: (Cepam-Guayaquil)
 Creer en la persona que ha sufrido violencia sexual (nunca es la culpable, ni lo
provoca)
 No dudar del testimonio, mucho menos si es un niño o niña, ni criticar, ni juzgar,
mucho menos obligar nunca a la persona abusada a regresar al lugar del abuso, al
contrario, se debe mostrar siempre apoyo, guardando la debida confidencialidad
del caso.
 Denunciar si ha visto, conoce o sospecha de algún caso de violencia.

La víctima de abuso debe (Cepam-Guayaquil):

 Denunciar el abuso en la fiscalía, unidad de policía o centro de salud más cercano.


 No debe cambiarse de ropa, ni bañarse. Ni tomar líquidos o comer alimentos.
 Una vez realizadas las pruebas no tiene ninguna obligación de realizarlas de nuevo
 No necesita de un abogado, ni de la cédula para efectuar la denuncia.
 Todos los trámites son gratuitos.
 Debe exigir la Pastilla de anticoncepción de emergencia. (PAE), para evitar un
embarazo no deseado, exigir tratamiento anti- retro viral para evitar las
transmisiones de VIH y cualquier otro tipo de enfermedad de transmisión sexual.
 No debe declarar si no es ante un funcionario/a de la fiscalía.
 Trata de contar con la ayuda de alguien de confianza, y que no juzgue el abuso ni
recrimine la condición de mujer, si sabes de un psicólogo, acude a este
profesional.

Medidas sencillas que pueden reducir la incidencia de la explotación y el abuso sexual de


las mujeres por parte de los hombres en contextos de emergencia:

 Incorporar consideraciones especiales en el diseño espacial de los campamentos


para desplazados internos.
 Contar con campamentos de desplazados internos con baños separados para
hombres y mujeres.
 Contratar mujeres para que se encarguen de la distribución.
 Diseñar proyectos dirigidos a los hombres para reducir los casos de explotación y
abuso sexual.
 Diseñar estrategias para diseminar los criterios y derechos de acceso a la ayuda
humanitaria a todos los beneficiarios potenciales y validaciones públicas de las
listas de beneficiarios.
Conclusiones

Los datos de desastres naturales con relación al género presentados confirman que
la noción de que el bajo estatus de las mujeres y su falta de poder económico en los
llamados tiempos “normales” tienen serias ramificaciones en situaciones de desastre.

Tanto los periodos de desastre como los que no lo son, son un tiempo y un espacio
donde las inequidades de género se mantienen y reproducen.

La violencia de género en la situación del desastre se constituye en una


problemática que crea graves repercusiones en la salud física y mental de quienes la
padecen.

Recomendaciones

Se debería incluir como políticas públicas la creación o el desarrollo de programas


que incluyan la perspectiva de género y sus vulnerabilidades con respecto a la prevención
de los efectos nocivos que estos tienen en la salud física y mental de los afectados.

Se requiere un cambio a nivel social con respecto a cómo se miran las


desigualdades de género y poder producir un verdadero cambio sociocultural para reducir
o eliminar tales desigualdades.

Es necesario una concientización en grupos vulnerables con respecto a los peligros que
se pueden suscitar en los albergues con respecto a la violencia de género, para de esta
manera lograr una información oportuna y veraz para la prevención o la denuncia de estos
actos.
Bibliografía

 Capítulo 5: Gestión del riesgo de desastres con enfoque de género. (s.f.).


Recuperado el 26 de abril de 2016 de:
http://www.preventionweb.net/files/28782_captulogneroyriesgosfinal.pdf.
 CARE. (2009). Prevención de la Violencia Sexual en contextos de Emergencia y
Reconstrucción. Perú. Recuperado el 26 de abril de 2016 de:
http://www.care.org.pe/wp-content/uploads/2015/06/Prevencion-de-Violencia-
Sexual1.pdf
 Cepam-Guayaquil. (s.f.). Por una convivencia libre de violencia contra las
mujeres en nuestros albergues. Guayaquil, Ecuador. Recuperado el 26 de abril de
2016 de:
http://media.wix.com/ugd/9d8141_268f69a6e9454200af1d49a58780216e.pdf
 Dosch, S. (2010). Perspectiva de género en situaciones de desastre. Buenos Aires,
Argentina. Recuperado el 24 de abril de 2016 de:
http://www.prigepp.org/congreso/documentos/ponencias/1_Sandra_Dosch.pdf
 Fothergill, A. (2012). Desatendiendo el género en el trabajo con desastres: Una
revisión a la literatura. Miami: Laboratory for Social and Behavioral Research.
 Haro, J. (2011). Epidemiología Sociocultural: un diálogo en torno a su sentido,
métodos y alcances. Primera Edición. Buenos Aires: Lugar Editorial: Centro de
Estudios en Salud y Sociedad.
 Organización Mundial de la Salud. (1989). El personal local de salud y la
comunidad frente a los desastres naturales. España.
 Seaman, J., Leivesley, S. & Hogg, C. (1989). Epidemiología de Desastres
Naturales. México, D.F.: Harla, S.A. de C.V.
 Zurro, M. (2014). Atención Primaria. Problemas de salud en la consultad de
Medicina de Familia. Séptima Edición. Barcelona: Elsevier España, S.L.

Вам также может понравиться