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Ya hace décadas, en tiempos podríamos decir casi hermosos, existía una sociedad de esas

que no cabrían en nuestra imaginación, una sociedad con cualidades para denominarse
perfecta, la metrópolis que muchos describirían como utopía, el sueño que todos desearían
alcanzar, el lugar en el que todos quisieran vivir. La comunidad se encontraba conformada
por personas llenas de valores y excelentes costumbres que les permitían florecer de manera
conjunta, avanzar y alcanzar cada cosa que como grupo se proponían y consideraban
importante para siempre mejorar. Sí, a pesar de ser un excelente grupo para vivir y convivir,
siempre estaban en busca de mejorar y de alcanzar nuevas cosas, de no permitir que nada,
por mínimo que fuera pudiese entorpecer o interrumpir su crecimiento. Consistía en una
sociedad avanzada donde ni la jerarquía, ni la rivalidad existían, donde todos los ciudadanos
contaban con los mismos derechos y deberes, la igualdad era un factor primordial allí.
Quienes hacían parte de ésta, no llevaban consigo malicia alguna, por el contrario contaban
siempre con muy buenas intenciones en su actuar y creían totalmente de igual manera en la
de los demás; era gente que tenía la plena satisfacción de saber que lo que brindaban, recibian
y lograban les proporcionaba felicidad total, cada quien hacía lo que le gustaba y para lo que
era bueno, compartían lo que tenían, no pasaban hambre, dolor, ni angustias, todo era paz y
tranquilidad, vivían sin ningún tipo preocupación, agradecidos totalmente con lo que tenían
y sin codiciar más de lo que correspondía.
Sin embargo, esto no surgió del encuentro y el desarrollo de buenas prácticas de convivencia
y justicia de un grupo determinado de personas como se creería, todo lo que se dio para su
creación y buen desarrollo provino de una mala experiencia de quienes decidieron llevaron a
cabo su establecimiento. Tiempo atrás existió una comunidad en donde a pesar de las buenas
intenciones de unos pocos de todos los que la conformaban, las malas decisiones de las
personas que la representaban fueron generando poco a poco su deterioro. Fue una sociedad
llena de envidia, rivalidad, egoísmo, entre otros agentes que generaron en ella caos y miseria.
Dentro de ésta nunca existió calidad de vida para sus habitantes, todo era manejado por
quienes habían logrado alcanzar el poder total, nada de lo que los ciudadanos del común
consideraban importante para su crecimiento era tomado en cuenta, prevalecía la avaricia y
el hambre de autoridad por medio del agotamiento de todo lo que la componía, sin tener en
cuenta lo importante que era cada cosa dentro de la misma para su desarrollo o por lo menos
la supervivencia de quienes hacían parte de ella, lo que con el paso del tiempo generó su total
destrucción, Nada ni nadie aguantó lo que se fue estipulando para conseguir estos objetivos,
todo quiso ser alcanzado mediante la ejecución de malas decisiones y actos de mala fe.
Tomando como referencia todo lo que tuvieron que aguantar y pasar durante este período de
tiempo y siendo conscientes de lo que se necesitaba era un cambio, pero no uno temporal,
sino definitivo, un cambio real, que realmente brindara la esperanza de mejorar su vida y la
de sus generaciones, nació por parte de quienes la conforman, el énfasis en la creación de la
sociedad equitativa, justa y responsable.

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