Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
La segunda obra de Verne que recuerdo con más intensidad es esta. Una
lectura que me inquietó desde el principio. Por entonces, yo soñaba con ser
farero, me atraía la soledad (consecuencia directa, imagino, de compartir el
limitado espacio de un piso con siete hermanos) y me imaginaba de mayor
viviendo en un lugar como el que describía Verne: un faro en un lejano lugar,
rodeado de mar, gaviotas y libros... Hasta que llegaron los piratas. ¡Menudo
elemento, Kongre! ¡Qué mal me lo hizo pasar!
Miguel Strogoff, el correo del zar, de Julio Verne
El zar de Rusia debe entregar una carta al duque de Irkutsk para prevenirle de la
inminente invasión tártara encabezada por el traidor Iván Ogareff, que quiere
asesinarlo y entregar su ciudad a los tártaros. Miguel Strogoff ha de partir a uña
de caballo para entregar la misiva. En su apresurado viaje conoce a Nadia, una
joven que va a la misma ciudad, Irkutsk, para ver a su padre, que fue desterrado.
Juntos padecerán grandes peligros...
Tom Sawyer, lo recuerdo muy bien, se convirtió nada más leer sus aventuras
en mi héroe particular y, me temo, todo un ejemplo que imitar... para
desesperación de mis padres. La libertad y la imaginación de Tom me
sedujeron justo en un momento en que comenzaba a pensar que mi propia
vida estaba llena de ataduras. Lo leí una y otra vez, tanto este volumen como
su continuación, Las aventuras de Huckleberry Finn. Pocos libros reflejan con
tanto acierto el paraíso y la libertad ingenua de la infancia.
El último mohicano, de James Fenimore Cooper
Ambientada en las luchas entre franceses e ingleses por el control de las colonias
en el territorio de los Grandes Lagos, Cooper nos presenta en esta novela un
mundo caído donde la belleza de la naturaleza ha sido mancillada por la
violencia. Una apasionante historia de lealtades, luchas y venganzas que tiene
como escenario la última frontera del Oeste norteamericano.
La trama se desarrolla en 1757, cuando un grupo formado por Alicia y Cora
Munro, hijas del coronel Munro, el mayor Duncan Heyward, un guía indio
llamado Magua y David Gamut, maestro de música, abandona el fuerte británico
Edward de camino hacia el William Henry. Durante su trayecto se encuentran
con Ojo de Halcón y sus dos amigos indios Chingachguk y su hijo Uncas.
Sorprendidos por una traición, deberán sobrevivir en territorio hostil, atrapados
entre las facciones en guerra y los indios hurones.
Este fue mi primer contacto con el Salvaje Oeste. Y, de paso, con los indios,
los pueblos de las praderas y los bosques de América. Una historia por
momentos oscura, dramática, de traiciones y venganzas, que me arrastró de la
primera a la última página y que me hizo contemplar a los pueblos sometidos
con ojos nuevos. Una obra imprescindible de la literatura universal.
Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
Robinson Crusoe naufraga y acaba en una isla desierta. Allí tendrá que hacer uso
de su inteligencia y perspicacia para defenderse de los peligros que esconde el
lugar, deshabitado solo en apariencia. Publicada en 1719, está considerado uno de
los clásicos más leídos de todos los tiempos, y en rigor, se trata de la primera de
las grandes novelas inglesas, un texto fundacional. Además de un libro de
aventuras, lleno de inolvidables personajes, Robinson Crusoe es una de las
primeras reflexiones narrativas sobre la soledad, la sociedad y las relaciones
humanas.
La idea de naufragar en una isla desierta y sobrevivir en ella sin contar con
nada más que nuestro ingenio, alejados durante años de cualquier contacto
con otros seres humanos tiene algo muy atractivo. Y no solo para mí, a juzgar
por el éxito que durante cientos de años ha tenido esta obra de Daniel Defoe. Y
no me extraña: al final, nos habla de la capacidad de superación y de la
fortaleza del espíritu humano, y eso siempre resulta curiosamente
reconfortante.
Kim de la India, de Rudyard Kipling
En las calles de Lahore, en la India colonial, vive, mendiga y se divierte Kimball
O'Hara, conocido por todos como Kim, un muchacho huérfano de padres
británicos pero indio de apariencia y de costumbres. Un día, al conocer a un
anciano lama tibetano que viaja en busca del mítico río de la Flecha, Kim se
decide a acompañarlo en su peregrinaje en condición de discípulo suyo. Pero este
viaje iniciático será para Kim mucho más que un aprendizaje espiritual, puesto
que el azar y su condición de angloindio convertirán al joven en una pieza
importante de los servicios secretos británicos dentro del Gran Juego, la lucha
soterrada que habían establecido Rusia y Gran Bretaña por el dominio de Asia
central. Publicada originalmente en 1901, en un contexto a caballo de dos grandes
culturas como son la india y la británica, Kim es sin duda la obra cumbre del
Premio Nobel Rudyard Kipling y una de las mejores novelas de aventuras que se
han escrito jamás.
Cuando oímos hablar de Rudyard Kipling, lo primero que nos viene a la cabeza
es su magníficoEl libro de la selva, que me gustó muchísimo, pero si tengo que
elegir no lo dudo un segundo: me quedo con Kim de la India, un personaje
fascinante, un chiquillo rebelde (ahora que lo pienso, muy parecido a Tom
Sawyer o Huckleberry Finn), despierto, imaginativo y de gran corazón.
Además, Kim me permitió echar una primera ojeada a un mundo hasta
entonces desconocido para mí, la fabulosa India, cuya cultura me atrapó unos
años después.
Los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari
Sandokán, el tigre de Malasia, lleva diez años de lucha encarnizada contra los
ingleses y sembrando el terror junto a su inseparable amigo Yañez de Gomera y
una legión de piratas de los Mares del Sur. Despiadado con sus enemigos y
generoso con los débiles, sus hombres, los tigres de Mompracem, le repetan y
sienten por él una lealtad inquebrantable. Sandokán descarga su furia en la Isla
de Mompracém contra los ingleses, sus eternos enemigos, hasta que oye hablar de
la belleza de la hija del gobernador: la Perla de Labuán. Sandokán quedará como
único superviviente, cuando es atacado cerca de Labuan, donde acudió para
comprobar la belleza de Lady Mariana.