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ORIENTACIÓN MAGNÉTICA.
Para demostrar todas estas teorías se han hecho estudios en diversos grupos de
animales, como veremos a continuación.
EN un paso siguiente del estudio se sustituyeron los imanes por bobinas de Helmhotz
sujetas a las cabezas de las palomas cuando el cielo estaba cubierto. Comprobaron
que la dirección del vuelo dependía de la orientación el campo magnético generado
con las bobinas. También se comprobó que las anomalías magnéticas y las tormentas
magnéticas afectaban a la orientación. Trabajos posteriores mostraron que, además
de tener una sensibilidad magnética las palomas podrían tener un “mapa “ magnético.
Quedó así claramente establecido que existe una orientación de las palomas a través
del campo geomagnético.
En 1979, el grupo de C. Walcott publicó en la revista Science, un artículo que tiró por
tierra la teoría de Jungerman y Rosenblum sobre el mecanismo de detección de
campos magnéticos en las aves. El grupo de Walcott comprobó, diseccionando
palomas con instrumentos no magnéticos que estos animales tenían material
magnético en la cabeza y el cuello. La mayoría del material magnético se encontraba
localizado en un tejido entre el cráneo y la dura, en una pequeña estructura de color
negro situada entre el encéfalo y el cráneo. Cada paloma tenía un momento dipolar
magnético remanente de 10-8 - 10-9 Am2 que desaparecía a 575ºC indicando que
era Fe3O4, es decir, magnetita. Otro grupo encontró que había material genético y
sensibiidad magnética en el cuello de palomas y cuervos migratorios, aunque no lo
encontró en la cabeza. La sensibilidad de las aves a cambios del campo magnético
puede ser tan baja como 0.1-0.2 T (el campo magnético terrestre es de 50 T).
Hoy en día se acepta que la magnetita es el sensor, pero para aclarar el mecanismo
será necesario realizar estudios anatómicos muy precisos. Lo que está claro es que
hay suficiente material magnético en el interior del ave como para localizar la
dirección del campo geomagnético con alta precisión.
Se ha descubierto que casi todos los animales que utilizan el campo magnético
terrestre para orientarse contienen partículas microscópicas de magnetita que incluso
llegan a estar íntimamente relacionadas con las neuronas en los seres superiores.
Aunque la pregunta se si un animal puede detectar directamente un campo magnético
no puede ser contestada en el momento actual.
El caso de las abejas melíferas (Apis mellifera) muestra que el mecanismo del circuito
conductor para explicar la orientación magnética no es posible en estos pequeños
animales aéreos, puesto que no hay espacio. Pero se ha comprobado que están
claramente influenciadas por los campos magnéticos ambientales, y en particular,
Una de las señales de que los animales utilizan el campo magnético fue observado por
casualidad en el otoño de 1957. Hans Fromme, investigador del Instituto de Zoología de
Frankfurt, en Alemania, se percató de que algunos petirrojos europeos que guardaba en
jaulas se ponían muy agitados y que revoloteaban por la zona sudoeste de la jaula. No
había nada inusual en este comportamiento: las aves migratorias en jaulas suelen
comportarse de esta manera en esta época del año, y los petirrojos europeos en Alemania
suelen emigrar hacia el sur de España para pasar el invierno.
Lo interesante era que los pájaros que estaban encerrados en una habitación no podían
ver ninguna señal, ni a los demás petirrojos, ni el sol, ni las estrellas, que se suponía les
podía servir para ayudarles a navegar. Sin embargo, actuaban según algo invisible, y
Fromme dedujo que se trataba del campo magnético terrestre.
Ahora se sabe que no sólo las bacterias, los insectos, los pájaros y otros animales de
mediano tamaño poseen magnetosensores o magnetorreceptores que les permiten
percibir y orientarse según las líneas de flujo del campo magnético terrestre. También
Los grandes mamíferos como renos, caballos o vacas poseen algún tipo de
mecanismos de magnetorecepción, que les permite percibir y orientarse según el
sentido de flujo del magnetismo terrestre.
El pico
En todas las aves, las terminaciones cortas nerviosas en sus picos contienen
suficiente hierro para reconocer la resonancia magnética. Este descubrimiento
llevó inicialmente a los científicos a creer que las aves utilizan sus picos para
navegar por el campo magnético. Sin embargo, aunque el hierro es capaz de
reconocer los cambios en la orientación del campo magnético y su intensidad,
no hay un método para diferenciar el norte del sur. Además, los experimentos
recientes han demostrado que un ave puede ser "cegada" de este sentido por
la ruptura de estos nervios y aun así poder volar.
El ojo
La investigación actual demuestra que existe un receptor magnético en los
ojos de pájaro y que pueden recoger información visual sobre el campo
magnético de la Tierra. Los mismos experimentos como el que se menciona
en la sección 1, demostraron que las aves con alguna discapacidad en sus ojos
no podían volar en absoluto, lo que prueba que el rol del pico es secundario o
complementario a un receptor magnético situado en el ojo. Curiosamente, el
ojo derecho parece ser más importante que el ojo izquierdo.
Criptocromos
En la actualidad, los científicos teorizan que el ojo de un pájaro contiene
proteínas llamadas "criptocromos" que emiten los radicales libres al tocar la
luz. Estos radicales libres son influidos por el campo magnético, y esa
influencia es detectada por una región del cerebro del ave. No hay manera de
saber que es lo que "ve" un pájaro, pero algunos proponen que el sentido
magnético actúa como una segunda capa de información visual, haciendo que
elcampo magnético se vea parecido a algo como un sombreado.
Navegación
Sin embargo se considera que la magnetorrecepción es un componente crucial
dentro de la capacidad de un pájaro para volar. Las aves migratorias vuelan a
menudo demasiado lejos de la tierra para guiarse por los puntos de referencia
y a través de las inclemencias del tiempo lo que hae que la visibilidad sea casi
nula. Teniendo en cuenta que algunas aves migratorias como el charrán ártico
vuelan hasta 40.000 kilómetros por año, la evolución y el desarrollo de este
sentido magnético es crucial para la supervivencia de la especie.