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Novela Histórica
Esa lucha los lleva a enfrentar a la facción de Hilario Jiménez, apoyado por el
Partido Nacional Obrerista y por el Caudillo, jefe del ejecutivo y líder de las
facciones y del espíritu revolucionarios tras la contienda. La competencia por la
presidencia se vuelve motivo de las pasiones más bajas de los seres humanos:
la traición, la hipocresía, la confusión, las dobles intenciones, la calumnia, el
nepotismo, el tráfico de influencias y de favores. En esa guerra electoral las
fuerzas ocultas de las facciones revolucionarias conspiran para eliminar y
desacreditar a Ignacio Aguirre y a sus allegados, quien cada vez más
presionados por el complot del Caudillo se ve comprometido para, posiblemente,
levantarse en armas. Sólo que en el ambiente de traición que viven los
protagonistas uno de los aliados, Juan Elizondo, general de las fuerzas del
Estado de México, en vez de protegerlos como se los había ofrecido, los entrega
a manos de la facción hilarista y del Caudillo, quienes habiendo armado una
intriga enterando a la opinión pública del levantamiento aún no consumado, se
cobran justicia con la propia mano y asesinan a los aguirristas junto con su líder.
Los diputados Ricalde y López Nieto, miembros del Partido Nacional Obrerista,
traman un complot que pretende eliminar de la escena política a los principales
aguirristas. Se reúnen con el general Protasio Leyva para ejecutar el plan, junto
con miembros de las fuerzas armadas. Pretenden asesinar a los diputados
aguirristas en la Cámara de Diputados, sobre todo a Olivier Fernández. El día
señalado, el complot se les sale de las manos, pues asesinan anticipadamente
a un aguirrista que no era uno de los señalados. El complot es descubierto y los
responsables son detenidos.
Ante los síntomas de rebelión que se vislumbran contra los aguirristas, éstos
junto con su líder, comienzan a pensar en el levantamiento en armas, sin
determinarlo formalmente. Entre los conminados se encuentra Julián Elizondo,
jefe de las fuerzas armadas acantonadas en Toluca. Cuando de los rumores, se
escuchan confirmadas las advertencias de la captura de los aguirristas, pues el
Caudillo e Hilario Jiménez descubren que un levantamiento en armas es muy
evidente, deciden darlo como un hecho consumado y así, al correr la voz,
apresar a los involucrados en el inexistente golpe de Estado; entonces los
aguirristas deciden huir a Toluca a buscar respaldo de Elizondo. Sólo que
Elizondo los traiciona y los entrega a las fuerzas leales del Caudillo. La orden de
ejecución llega para todos los involucrados, y a la opinión pública se le informa
que el levantamiento en armas se elimina con éxito tras una rápida actuación de
los generales leales a la Revolución, aunque en realidad nunca se haya llevado
a cabo tal acción. Aguirre muere primero que sus compañeros, y así cada uno;
el único que logra escapar por un golpe de suerte, ya malherido, es Axkaná
González, quien es rescatado por mister Winter, el embajador de EU en México
a su regreso de la ciudad de Toluca. La novela termina con Manuel Segura, uno
de los encargados de la ejecución de los aguirristas, compra unos aretes muy
caros con el dinero que los sublevados habían reunido para rebelión.