La economía colombiana no está directamente ligada a la firma del acuerdo de paz.
Según analistas de la Universidad de la sabana y la Universidad Javeriana, el
crecimiento económico está directamente relacionado con la infraestructura nacional y la capacidad del Estado de controlar las bandas criminales, es decir, la economía depende del postconflicto. Sin embargo, yo pienso que el factor clave y del cual depende el crecimiento económico es el enfrentamiento de la realidad del conflicto interno, pues no podemos dejar a la economía del país a hipótesis de como o que sucederá al finalizar el conflicto. También, consideró erróneo dejar la solución de está problemática en alternativas de menor importancia como el mejoramiento de infraestructuras ligadas al conflicto o el cuidado de los grupos retirados para que no reincidan, pues esto produce un gasto económico elevado y no se está poniendo mayor atención a los demás grupos ilegales o a los demás factores que generan conflicto como la toma de tierras campesinas a la fuerza, el desplazamiento forzado, entre otros. Considero mas pertinente abarcar de forma directa el control de los grupos al margen de la ley que en nuestra realidad están afectando la calidad de vida de las personas y la economía de la nación. El conflicto interno obstruye la prosperidad económica y social colombiana. Actualmente y durante muchos años Colombia ha sido afectada por el conflicto y por ende todos sus habitantes, puesto que a nivel económico el país va en decadencia causándole mayor daño a las personas de menores recursos porque estanca las posibilidades de trabajo y superación de estas. De esta manera, se obstruye el progreso económico de la nación, pues al no haber posibilidades de superación e ingresos económicos al país, aumenta el índice de pobreza demandándole al estado un gasto mayor en busca de auxilio y sostenimiento de las clases sociales de menores recursos. Porter (2014) afirma: “el conflicto armado en Colombia ha sido la principal causa de la destrucción económica del país y la prosperidad social (p.4). Lo anterior, respalda la idea de que el conflicto interno pone en decadencia la economía del país porque destruye las oportunidades de avanzar y acaba con la prosperidad de los miembros de la nación, dejando una alta tasa de pobreza y por ende generando un costo, es decir, le produce la estado un gasto mayor, pues este debe velar por la vivienda digna y la vida de cada uno de sus habitantes. También, Franco (2011) expresa: “mientras el país viva en medio de violencia y conflicto, la economía siempre funcionará de manera irregular (p.7). De lo anterior, es evidente que del lado en que se vea, la economía colombiana siempre estará afectada mientras persista el conflicto, porque esta se ve amenazada o vulnerada recurrentemente por todas las secuelas o factores negativos que deja está problemática, pues constantemente se va a estar generando un gasto y una incertidumbre económica puesto que no es posible pronosticar con exactitud como aumentará o disminuirá la pobreza y el conflicto. En conclusión, este problema aun latente en nuestra realidad va a seguir afectando a todos y cada uno de los habitantes del país, disminuyendo vertiginosamente la prosperidad y desarrollo nacional, atrasándonos social y económicamente en comparación de otros países. Resolver diferencias cotidianas sin violencia acerca a Colombia a un país sin conflicto. Como es natural que el ser humano viva en compañía, es muy fácil que se presenten diferencias de unos con los otros. Los cuales se deben resolver a partir del dialogo o prácticas de soluciones pacíficas. Como seres humanos y como miembros de la sociedad debemos velar por el bienestar común a pesar de lo que haga o no el estado. Somos el pueblo los que podemos contribuir a una mejora del país acabando con la cultura de guerra en la que vivimos, porque así, le enseñaremos a nuestros niños y jóvenes a decirle no al conflicto, no a la guerra y no a las armas. Brandon afirma que la escuela causa impactos beneficiosos en los niños en cuanto a prácticas de resolución de conflictos, pero es en realidad el ambiente social el que propiciaría la violencia, puesto que al disminuir la violencia en la sociedad también disminuye la violencia escolar (Brandon, 2016, p.7). De lo anterior, considero adecuada su teoría porque es en los pequeños conflictos en donde debemos aprender una cultura de paz, resolviéndolos con dialogo o estrategias creativas en busca de el bien de todos. Debido a que los jóvenes y niños son el futuro y se encuentran en constante relación social, es aquí donde en realidad van a aprender a evitar a toda costa la violencia y la guerra y así mantendrán en lo posible relaciones pacíficas en la escuela. Por otro lado, somos nosotros los habitantes quienes debemos exigirle al estado que nos brinde una participación activa en la que velemos por nuestros intereses sin violencia. Ahmadou considera que la única alternativa de solución al conflicto es el dialogo y lo más acertado para la construcción de una nueva sociedad es la participación de todos en conjunto con el estado en busca de un plan común para estructurar la paz y acabar con la injusticia social (Ahmadou, 2016, p.6). Con base a esto, es importante interesarnos como ciudadanos en la búsqueda de una sociedad reestructurada, pues somos nosotros los que vivimos y palpamos las consecuencias del conflicto interno en todos los ámbitos que este afecta, por lo tanto, debemos participar activamente en las soluciones de esta problemáticas y aunque consideremos que no podemos hacer gran cosa, el primer paso es iniciar desde nuestros hogares, con nuestros vecinos, compañeros de trabajo, entre otras relaciones que entablamos cotidianamente. En conclusión, es en esta sociedad reestructurada en la que se le dice no al conflicto como medio de avance y desarrollo para mejorar la calidad de vida común y de esta manera mejorar la economía, las oportunidades de trabajo, entre otros factores que causan el crecimiento del país. Por otra parte, es evidente como con pequeños actos o pequeñas prácticas pacificas podemos aportar al final de esa cultura de violencia en la que nos encontramos inmersos diariamente.