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El trastorno conversivo es un conflicto psicológico de difícil diagnóstico que se caracteriza por afectar

capacidades motoras o sensoriales, lo que se confunde con daño neurológico. Sin embargo, su aparición se vincula
con la incapacidad para enfrentar problemas.

Tal vez hayas conocido a alguien que sufrió parálisis facial, perdió la vista por algunas horas o estuvo
imposibilitado para hablar correctamente durante varios días; quizá tú mismo no pudiste caminar o guardar el
equilibrio durante corto periodo de tiempo sin que existiera alguna razón identificable que explicara lo sucedido.

Este tipo de comportamiento se asocia frecuentemente a algún mal orgánico, es decir, se piensa que existe una
lesión en el sistema nervioso central y que ello determina el desequilibrio en las funciones motoras y sensoriales
(capacidad de movimiento y percepción de sensaciones) de la persona afectada, cuando en realidad el origen se
encuentra asociado a un conflicto psíquico o psicológico.

La Dra. Rosa Isela Mezquita Orozco, psiquiatra egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y secretaria de actividades científicas nacionales de la Asociación Mexicana de Psiquiatría, explica en
exclusiva para saludymedicinas.com.mx que, en efecto, el trastorno conversivo motor (TCM) "se refiere a un
conflicto psíquico que produce manifestaciones físicas, por ejemplo parálisis de un brazo o la mitad del cuerpo,
pérdida de voz o ceguera temporal, que nos hacen pensar que existe un padecimiento neurológico o médico.

"Sin embargo, dichas alteraciones no se producen por una enfermedad ni por el consumo de alguna sustancia,
como pudiera ser alcohol o algún tipo de droga, porque si así fuera automáticamente se descartaría que se trata de
TCM".

Signos característicos
Es importante recalcar que este desajuste implica necesariamente una alteración en el funcionamiento físico del
paciente, la cual se asocia temporalmente a un conflicto psíquico. Su diagnóstico no es sencillo, por lo que es
importante conocer la manera en que la Asociación Psiquiátrica Americana explica los criterios para definir esta
enfermedad y las características específicas de los síntomas del trastorno conversivo motor:

 No son producidos intencionalmente ni son simulados.


 No se originan por una enfermedad, ni por los efectos directos de una sustancia.
 Provocan malestar clínicamente significativo, así como deterioro social y laboral.
 No es necesario que exista otra enfermedad mental para que aparezca.
 Es decisivo que haya uno o más síntomas que afecten las funciones motoras voluntarias o sensoriales, las
cuales sugieran algún tipo de enfermedad.

Dicho de otra manera, el trastorno conversivo se manifiesta mediante alteraciones en la coordinación


psicomotora y/o el equilibrio, es decir, parálisis localizada, movimientos anormales, dificultad al deglutir,
sensación de globus faríngeo (como si hubiese un globo en la faringe), afonía y/o retención urinaria. Así,
constituye la expresión física, no consciente, de un conflicto o problema psicológico subterráneo.

Mujeres, ¿más susceptibles?


El paciente típico que sufre TCM podría catalogarse como persona joven, generalmente de sexo femenino y de
inteligencia promedio. La duración de los síntomas es variable y en ocasiones los efectos de la enfermedad le
impiden al afectado trabajar o realizar sus tareas cotidianas.

No obstante, hay que saber que este desequilibrio psicológico puede ocurrir en cualquier período de la vida y
afectar a individuos de ambos sexos; algunos especialistas afirman que las alteraciones motoras ocurren
primordialmente en el lado derecho del cuerpo, pero ello no ha sido confirmado plenamente.
La Dra. Mezquita Orozco, quien también es paidosiquiatra (especialista en trastornos mentales infantiles), comenta
que "las investigaciones que se han hecho acerca del TCM señalan que se presenta con mayor frecuencia en
personas de bajo nivel socioeconómico y cultural, y que viven en poblaciones rurales, lo que determina que tengan
menos acceso a la educación en general y poca información médica. Las sociedades más sofisticadas presentan
menos trastornos conversivos, aunque experimentan más suicidios y otros tipos de problema".

A decir de la psiquiatra, esta condición está íntimamente relacionada a los contextos culturales: "A principios del
siglo XX, cuando se empiezan a describir estos trastornos, las mujeres no tenían mucho contacto con la cultura,
pues estaban marginadas en casi todos los aspectos sociales.

"Los documentos de esa época muestran que la mayoría de los casos de TCM (que en aquel entonces no se
llamaban así, sino neurosis histérica) correspondían, sobre todo, a mujeres jóvenes reprimidas sexualmente, las
cuales habían sufrido abuso sexual durante su infancia o adolescencia. Era gente de muy buen nivel económico,
pero poco preparada en el sentido cultural".

Manifestaciones
Vale la pena recordar que el trastorno conversivo, a final de cuentas, es la respuesta del organismo ante
situaciones que no puede controlar, es decir, se trata de un mecanismo de defensa ante nuestro entorno.

Así lo expresa la Dra. Mezquita Orozco: "Es sabido que mientras más alto es el grado cultural de una persona más
difícil es que desarrolle los síntomas de trastorno conversivo (hay excepciones, por supuesto). Así ocurre no
porque este tipo de individuos no puedan tener algún desequilibrio psicológico, sino que éste se transforma en otra
patología mental, por ejemplo, trastornos generalizados de ansiedad o ataques de pánico, que funcionan también
como escudo ante los problemas".

La especialista ejemplifica con el siguiente caso: "Si yo soy una campesina y de repente tengo alto impacto
psicológico, tal vez desarrolle una parálisis, pero ésta se manifestará de acuerdo a como yo creo que son las
parálisis, pues obtengo información de aquello que veo todos los días. Digamos que esta persona pelea con su
madre, en una discusión tal que incluso llega a pensar en pegarle, pero a la hora de querer hacerlo se le paraliza el
brazo. Mediante esta manifestación se descarga toda la ansiedad contenida y se termina momentáneamente el
conflicto, o sea, se evita golpear a alguien que es intocable según la sociedad, religión, tradiciones, moral y cultura.

"De igual modo, puede ocurrir una crisis epiléptica, y el paciente actuará de acuerdo a como cree que es un ataque
de este tipo, por ello podrá revolcarse en el suelo, gritar y hacer como que no entiende lo que se le dice; sin
embargo, no pierde el control de esfínteres, o sea, no orina ni defeca, y tampoco se aturde, como es característico
en estos casos.

"En cambio, si el trastorno conversivo afectara a un profesionista, por ejemplo un médico, no sería nada fácil
detectarlo porque los síntomas serían inusuales, muy finos y difíciles de diagnosticar. Así, las señales se hacen más
complicadas mientras más complejos somos los seres humanos".

Ganancia primaria y secundaria


Los ejemplos antes citados expresan la importancia que tiene la evaluación adecuada en pacientes que presentan
esta patología, por lo que la identificación de factores específicos es muy valiosa, entre ellos los conflictos
familiares, historia de abuso sexual físico y/o emocional y la llamada ganancia primaria y secundaria, términos que
la psiquiatra Mezquita Orozco explica así: "Son dos elementos que siempre se encuentran presentes; el primero de
ellos se refiere a que la mente, inconscientemente, evita que se siga enfrentando el daño o un problema. Valga el
ejemplo de un soldado que se encuentre en una guerra y de pronto queda paralizado, con la consecuencia lógica de
que será retirado del campo de batalla, lo que significa que su estructura mental lo protegió en ese momento del
grave problema que tenía que afrontar, es decir, el miedo a que lo maten o a tener que matar. Es, en términos
simples, un conflicto psicológico que paraliza al individuo y le impide disparar o correr".

Por otra parte, la ganancia secundaria es la manera en que la gente me pone atención, pues una persona con TCM
generalmente tiene a un médico y a sus familiares a su alrededor; se le hacen pruebas, lo alimentan y toda la
atención está puesta en ella.

Hay que señalar que con frecuencia se presenta también lo que se conoce como belle indiference (bella
indiferencia, en francés), que constituye una disociación entre la reacción emocional esperada y el trastorno motor,
lo que explica la Dra. Mezquita Orozco como una actitud despreocupada y carente de ansiedad ante los síntomas
existentes, es decir, una persona puede tener una parte del cuerpo paralizado, presentar ceguera o incapacidad para
hablar u oír y estar tranquila y sin preocupaciones, lo cual evidentemente hace que la iniciativa para resolver el
problema sea nula. Este comportamiento puede ayudar a conformar el diagnóstico, aunque no se toma como una
prueba definitiva.

Hacia la recuperación
Se puede afirmar que no existe un tratamiento de trastorno conversivo exclusivo, pero a pesar de ello es posible
sugerir algunas medidas basadas en algunos principios generales.

En principio, es necesario que exista una alianza terapéutica realista entre el paciente y su médico, lo que implica
que éste último mantenga su atención en los síntomas que experimenta el enfermo. Asimismo, el especialista a
cargo (médico internista o neurólogo) debe plantear el diagnóstico de conversión sin confrontar al paciente, pues
éste puede pensar que lo creen loco o que no consideran sus síntomas seriamente.

Por ello, los conocedores del tema sugieren que se utilicen frases como "hemos realizado numerosos exámenes y
creemos que sus síntomas no se deben a una enfermedad neurológica seria. Desafortunadamente, los resultados de
sus exámenes no nos dicen la causa de su problema. A pesar de esto, y debido a que sus manifestaciones clínicas
interfieren en sus actividades consideramos que es importante completar la evaluación con un psiquiatra para que
nos ayude en su estudio y tratamiento".

Es preferible que los enfermos de trastorno conversivo conserven al internista o al neurólogo como su médico
tratante de referencia, y que la consulta al psiquiatra no se planteé como una derivación sino más bien como una
manera de ayudar a entender las dificultades que se enfrentan. Debe ser así, pues lo contrario supondría abandonar
el paciente y asumir que todo el problema es psicológico.

Si el enfermo siente que su médico no le da valor a sus síntomas, lo más probable es que decida buscar otra
opinión; asimismo, si el afectado se molesta frente a la alternativa de que exista una causa psicológica de su
problema, es útil explicarle que el cuerpo y la mente reaccionan en conjunto frente al estrés y ansiedad, y que
incluso estados depresivos pueden producir síntomas físicos.

En general, el paciente es más receptivo a ser evaluado por psicólogos o psiquiatras si éstos forman parte del
equipo médico desde el principio, evitando, además, que sienta que se le canaliza constantemente con otros
especialistas y que ello implica comenzar de nuevo el tratamiento. También es imperativo que se dé seguimiento a
estos individuos y que sean reevaluados cada cierto tiempo mediante un examen neurológico completo y con
exámenes psicológicos de control.

Estrategias terapéuticas
Aunque existen varios tipos de tratamiento no está claro cuál de ellos es el mejor, y prueba de ello es, por ejemplo,
un estudio realizado en la Universidad de Columbia (Estados Unidos) que analizó a 19 pacientes con trastorno
conversivo motor, los cuales recibieron terapia combinada consistente en psicoterapia de apoyo, hipnosis, terapia
física y farmacoterapia (medicamentos) por un período de dos años. De la población participante en la
investigación 25% tuvo una remisión (desaparición) completa de los síntomas, mientras 21% presentó alivio
considerable; el resto tuvo poco o ningún beneficio.

Por su parte, la hipnosis es una técnica útil en pacientes bien seleccionados (aquellos con facilidad para
concentrarse y relajarse), tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. En esta clase de personas los
síntomas conversivos pueden ser provocados, empeorados o disminuidos usando la inducción hipnótica. En
conjunto con la psicoterapia, la autohipnosis puede ser útil para educar al enfermo a controlar sus síntomas, aunque
claro está, ello requiere perseverancia y disciplina.

Finalmente, el uso de medicamentos como ansiolíticos suaves y antidepresivos se recomienda en tratamientos a


corto plazo para superar los síntomas de ansiedad que son frecuentes en estos casos.

En opinión de la Dra. Mezquita Orozco, exsubdirectora del Hospital Psiquiátrico Infantil durante cinco años, el
TCM habitualmente es transitorio y su duración no es muy larga, "por lo que la normalidad regresa cuando el
organismo vuelve a nivelarse, toma fuerza y reordena las cosas; puede tardar 1 ó 2 semanas y, en casos severos, 1 ó
2 meses, pero esto no es lo habitual".

La psiquiatra abunda y explica que "la situación debe manejarse a nivel integral, por lo que la familia o pareja del
afectado debe participar activamente. Cuando el paciente comprende lo que le sucede empezará a saber manejar el
problema, es decir, cuando se hace consciente lo inconsciente los síntomas tienden a desaparecer".

En caso contrario, comenta la especialista en salud mental, si no se mejora el desequilibrio el problema puede
repetirse y hacerse habitual, aunque no necesariamente con las mismas características. Sin embargo, "no todos son
candidatos a un tratamiento con psicoterapia porque depende mucho del nivel intelectual de la persona, de la
información que tenga y la capacidad para identificar sus problemas. En ocasiones, el psiquiatra trata de que
entienda lo que está sucediendo y el paciente se vale de mecanismos de negación, o sea, no tiene manera de
reconocer lo que está pasando; en este caso, sería más recomendable una terapia conductual, en la que se le diga
directamente lo que tiene que hacer".

Finalmente, la Dra. Mezquita Orozco aprueba la utilización de fármacos ansiolíticos, pues aunque aparentemente
la persona con el problema parezca indiferente a lo que le sucede, la ansiedad se encuentra presente y hay que
reducirla en tanto el paciente es valorado exhaustivamente.

Puede observarse que todo mundo está expuesto a este tipo de manifestación mental; es más, tal vez tú ya pasaste
por este trastorno y no te enteraste porque quizá las señales no fueron tan evidentes o incapacitantes.

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