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La genealogía de la moral critica la moral vigente a partir del estudio del origen de los principios morales que rigen

Occidente desde Sócrates.

Nietzsche es contrario a todo tipo de razón lógica y científica, diría la iglesia, y por ello lleva a cabo una crítica feroz a la
razón especulativa y a toda la cultura occidental en todas sus manifestaciones: Religión, Moral, Filosofía, Ciencia, Arte...

La genealogía de la moral pretende responder a las preguntas que él mismo se plantea en el prólogo de la obra: ¿En qué
condiciones se inventó el hombre esos juicios de valor? ¿Qué son las palabras bueno y malvado? ¿Y qué valor tienen
ellos mismos? ¿Han frenado o han estimulado hasta ahora el desarrollo? ¿Son signo de indigencia, de empobrecimiento,
de degeneración de la vida?

Es notable en esta obra su carácter sistemático, ya que Nietzsche suele escribir en forma de aforismos breves, poéticos,
metafóricos y nada organizados, dado su rechazo del pensamiento conceptual, incapaz de captar la realidad que es
incesante devenir.

Nietzsche distingue dos clases: la de los señores y la de los esclavos. La clase de los señores a su vez está compuesta de
dos castas: la guerrera y la sacerdotal, las cuales valoran de manera aristocrática o sacerdotal. Así, la segunda deriva de
la primera y se convierte en su antítesis, pues ambas parten de presupuestos distintos: la casta de los guerreros practica
las virtudes del cuerpo; la casta sacerdotal se define por la impotencia e inventa el espíritu.

Ambas castas son rivales. De esa rivalidad se da el salto de una moral de señores, a una moral de esclavos, ya que los
sacerdotes movilizan a los esclavos (débiles, enfermos) contra los guerreros (clase dominante). Esa movilización es
posible invirtiendo los valores aristocráticos, creando una moral de esclavos (con los judíos comienza la moral de los
esclavos) heredada y asumida por el cristianismo. Solo así el sacerdote triunfa sobre el guerrero.

Tratados[editar]

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(Véase: Nietzsche, La Transvaloración de los Valores.)

La Genealogía de la Moral critica la moral vigente a partir del estudio del origen de los principios morales que rigen a
occidente desde Sócrates.

Nietzsche es contrario a todo tipo de razón lógica y científica y, por ello, lleva a cabo una crítica feroz a la razón
especulativa v a toda la cultura occidental en todas sus manifestaciones: Religión, Moral, Filosofía, Ciencia, Arte...

"La Genealogía de la Moral" aparece en 1.887. En ella pretende responder a las preguntas que él mismo se plantea en el
prólogo de la obra: ¿En que condiciones se inventó el hombre esos juicios de valor que son las palabras bueno y
malvado? ¿Y que valor tienen ellos mismos? ¿Han frenado o has estimulado hasta ahora el desarrollo? ¿Son signo de
indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida

Es notable en esta obra su carácter sistemático, ya que Nietzsche suele escribir en forma de aforismos breves, poéticos,
metafóricos y nada organizados, dado su rechazo del pensamiento conceptual, incapaz de captar la realidad que es
incesante devenir.

Nietzsche distingue dos clases: la de los señores y la de los esclavos. La clase de los señores a su vez está compuesta de
dos castas: la guerrera y la sacerdotal, las cuales valoran aristocrática o sacerdotalmente. Así, la segunda deriva de la
primera y se convierte en su antítesis, pues ambas parten de presupuestos distintos: la casta de los guerreros practica
las virtudes del cuerpo; la casta sacerdotal se define por la impotencia o inventa el espíritu.
Ambas castas son rivales. De esa rivalidad se da el salto de una moral de señores a una moral de esclavos, ya que los
sacerdotes (Casta desposeída) moviliza a los esclavos (débiles, enfermos) contra los guerreros (Clase dominante). Esa
movilización es posible invirtiendo los valores aristocráticos, creando una moral de esclavos (con los judíos comienza la
moral de los esclavos) heredada y asumida por el cristianismo. Solo así el sacerdote triunfa sobre el guerrero.

Análisis de la genealogía de la moral de Nietzsche desde el punto de vista metodologico

En su "Genealogía de la moral", Friedrich Nietzsche plantea la pregunta: ¿Cuál es el origen de nuestras ideas del bien y
del mal? y de ahí presenta un extenso tratado que expone de forma brillante los resultados de sus reflexiones. La
inquietud de realizar tal investigación surge desde sus años de infancia, y tiempo después inspirado en algunos filósofos
ingleses que tocaron el tema, pero a juicio de Nietzsche, no lo hicieron con la argumentación que el caso ameritaba, ya
que según el, sólo formulaban hipótesis. El quería analizarlo desde varias perspectivas, entre ellas la histórica. Otra raíz
de su obra, puede verse en su obra "Humano, demasiado humano", en donde por medio de aforismos expondría lo que
aquí vendría a desarrollar.

Escoge la genealogía para llevar a cabo su investigación, ya que el quería descubrir, el origen de un valor (la moral), y lo
ataca desde el punto de vista etnológico, histórico y etimológico. Quiere descubrir en que condiciones el hombre
inventa las palabras bueno o malo, y que aportaciones tienen estos conceptos en el desarrollo o atraso cultural. Como
uno de los tres grandes de la "escuela de la sospecha", (Freud y Marx son los otros dos), todos los conceptos
relacionados con la moral e históricamente aceptados, los pone en entredicho, y de ahí partiría para refutarlos o darles
un sentido diferente.

Es entonces que Nietzsche analiza los conceptos de "bueno" y "malo", y propone que: a) Estos conceptos han sido
transmitidos a lo largo de la historia, sufriendo en esas transmisiones, cambios en su espíritu, así, lo que ahora puede
considerársele como bueno, hace mil años podía ser malo, b) El concepto se relaciona de acuerdo al estrato social de la
persona que lo acuña; las clases altas, se proclamaban a ellos mismos, buenos y virtuosos, y a sus contrarios -la clase
baja-, inferiores y malos. c) El sentimiento de superioridad, distancia y dominación influía también, en la creación de los
conceptos, d) El concepto también iba ligado de acuerdo a la pureza o impureza de la raza, e) Y el odio de las clases bajas
producía valores, al oponerse siempre a todo lo que le fuera contrario.

Es así que Nietzsche llega a su primera gran conclusión: "La moral es establecida de acuerdo a la forma de pensar de un
grupo", es decir la concepción de lo bueno y lo malo depende del estrato social donde nos encontramos o del grupo al
que pertenezcamos. De esta forma la moral aristocrática nace de su propia afirmación, y la moral de los esclavos del
rencor que le tienen a la aristocracia, de esta lucha entre contrarios, también surgirían otros prejuicios morales.

También observa que la moral iba en función de la conciencia del individuo, de lo que puede prometer, y de lo que se
pueda responder y aprobar, de esta manera ve otro de los orígenes de la moral en el concepto de deuda, cuando el
acreedor quiere gozar con el sufrimiento de su deudor. El acreedor tendría el derecho de ser cruel, y de provocar el
daño y dolor, mediante la legalización de estos hechos: El contrato. De aquí se originan más conceptos relacionados con
la moral como conciencia, falta, deber, poder, derecho, obligación, compensación y los relacionados con las relaciones
entre acreedor y deudor como fijar precios, estimar valores, imaginar equivalencias, cambiar, etc. El ser humano
siempre ha tenido el hábito de comparar una fuerza con otra fuerza, y no sólo eso, también gusta de medirlas y
calcularlas.

Según Nietzsche, el contrato, y sus implicaciones van ligadas también, con el concepto de justicia y dice que es canon
moral de la justicia el hecho de que: "Todo tiene su precio, todo puede ser pagado". De ahí también se origina la
doctrina de la venganza, cuando el individuo no estuvo de acuerdo en la aplicación de la justicia. Nietzsche observa a la
evolución como una "sucesión constante de fenómenos más o menos independientes y violentos de cosas sojuzgadas
por otras cosas" y también declara que la importancia del progreso se mide en proporción de los sacrificios de la
humanidad en aras de los más fuertes. Esta relación entre juzgadores y juzgados, sacrificadores y sacrificados,
vencedores y vencidos, tiene implícito el concepto de castigo, que bien puede originar el sentimiento de culpabilidad: "la
mala conciencia", pero también agravar el odio que existe hacia sus castigadores, y aumentar en los culpables su fuerza
de resistencia.

Nietzsche sostiene que la mala conciencia tuvo su origen cuando los humanos tuvieron que vivir repentinamente en
sociedad, renunciando a sus instintos animales, y al renunciar a ellos, se interiorizan, se reprimen, y se constituye el
alma. En ese sentido es interesante como aborda el tema de la creación del Estado, criticando a los contratistas, y
rompiendo en definitiva con ellos: el Estado no sería originado por un contrato natural ni social, sino cuando un grupo
de hombres aplica la violencia en su beneficio y en la búsqueda del control y sometimiento de los demás.

En su último tratado, el filósofo alemán habla sobre la necesidad de los hombres de creer en algo, y la obligación que
tienen con sus antepasados, de cumplir con sacrificios y tradiciones, a esto le llama conciencia de la deuda. Esta deuda
es con la divinidad, es un temor de no haberle honrado a su Dios lo suficiente, y este temor es representando con la
pobreza, la humildad o la castidad.

En más de un sentido la lectura completa de la obra de Nietzsche, obliga una profunda reflexión y debe ser leída desde
varias perspectivas. Al ser el mismo uno de los más grandes representantes del arte de la interpretación, sus textos
están plagados de aforismos, que a su vez pueden ser interpretados de distintas maneras, (recordar la interpretación
que se le hizo como enemigo acérrimo de los judíos o a Hitler tomándolo como justificante de la superioridad alemana,
con funestos resultados). Es por ello, que la lectura de Nietzsche requiere ser leída en más de una ocasión, tratando de
no armar juicios de valor a priori, y siguiendo el mismo método que el proponía: la sospecha.
I Nosotros los filósofos, los que conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos, nosotros mismos somos
desconocidos para nosotros mismos; esto tiene un buen fundamentos. Jamás nos hemos buscado a nosotros mismos,
siempre estamos enfocados y alienados en algo, siempre estamos preocupados de volver cada día con algo a casa.
Donde está vuestro tesoro, ahí está tu corazón (Mateo:21, sermón de la montaña), éste aforismo rescata una verdad
muy compleja y apropiada para esta cuestión. Siempre nos preocupamos de algo y jamás del mismísimo asunto, lo que
en realidad está ocurriendo, lo que en verdad nos está formando como personas. Así como no sabemos lo que hemos
vivido, no podemos saber quienes somos en realidad; éste es el problema. Una cosa está clara: no somos lo que
conocemos.

II Fue justamente mirando hacia atrás, reflexionando sobre donde estoy y en qué momento comenzó todo esto
(respecto a la moral y su voluntad) es que decidí escribir aforismos que sustentaron mi escrito Humano, demasiado
Humano. No nos confundamos, el filósofo es más que su propio pensamiento, el filósofo es su propia voluntad. Los
pensamientos, las dudas y los aciertos, como así también los valores, son productos inevitables de su propio camino, así
como un árbol da frutos; ¡Qué le importa al árbol sus frutos!.

III Aún pese a lo anterior, reconozco que siempre (casi como algo a priori), desde que tengo uso de razón, y tal vez antes,
no sé exactamente como, he sido azotado por una fuerte inclinación a cavilar en cuestiones problemáticas. Grato y
desdichado a la vez el día en el que dilucidé que todos mis problemas se originaban en un punto de inflexión muy
potente, la moral; la noción del bien y el mal. Primero busqué la solución desde afuera, desde atrás, a través de la
imagen de un Dios. Ésta pueril y timorata especulación terminó cuando profundicé en los estudios históricos y
filológicos, entonces comprendí que esto no fue creado desde fuera, sino por nosotros mismo, en alguna época, y bajo
motivos más que específicos.

IV Mi divulgaciones hipotéticas comenzaron gracias a un libro de un viejo amigo llamado Paul Ree, titulado Origen de los
Sentimientos Morales. Gracias a ésta experiencia comprendí que la forma de abordar la crítica moral es a través de un
análisis Genealógico. Mis primeras conclusiones eran bastante inexactas e inverosímiles, pero mejoré con el tiempo.

V Un día comprendí que iba por mal camino. Lo que realmente importa no es la finalidad o el origen de la moral, sino el
valor mismo de esta moral, el resto es un camino “para”, pero no el objetivo último. Gracias a los escritos de
Schopenhauer logré dilucidar el factor de desprecio general que hay en la filosofía general hacia la compasión; así nos
muestran Platón, Spinoza y Kant por ejemplo. Este odio a la compasión nace de la auto-negación, el auto-sacrificio y la
divinización del “no egoísmo”. ¿Por qué decimos no a la vida? ¿a caso es éste el verdadero camino que nos conduce
hacia el Nihilismo?.

VI Creo que lo más importante ahora es referir mi atención hacia el valor de la moral y la compasión. Descartando toda
condición externa o creación que esté fuera de nuestra propia historia, entonces afirmo que la moral, tal y como todos
la conocemos, es el reflejo de una época, de necesidades y convicciones, poderes y ambiciones, pero también es un
veneno, una cura y un freno a algo; la moral es efecto y causa. ¿Será cierto eso que cree la gente acerca de que el bueno
está más alto en valor que el malvado?

VII Tomé la decisión de buscar la máxima imparcialidad y objetividad frente a la cuestión de la historia y valor de la
moral, decidí no perderme, como lo suelen hacer los Ingleses, en el cielo azul y su magia. Pretendo ser serio, valiente y
laborioso en éste tema, para mi no es cosa que se deba tomar en segundo plano.

VIII Recalco que no es necesariamente mi culpa si el lector no entiende a la perfección este texto ya que para llegar a
ello se debe conocer mi historia, mi pensamiento, mi propia genealogía, se debe haber leído mis libros y comprender a
qué me refiero con cada cuestión y concepto. La hermenéutica de éste texto es muy importante, el factor interpretativo
se vuelve crucial especialmente en el tercer texto que lo compone, donde los aforismos se vuelven cada vez más
complejos.
“Desde luego, para practicar el modo de lectura adecuado de este texto, y que éste sea más legible, se necesita de un
arte que hoy en día es el más olvidado. Una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso, no “hombre
moderno”: rumiar*…”

* Cuando Nietzsche nos habla de “rumiar” hace alusión a su profundo y noble deseo de que las personas no sólo lean y aprendan
cosas, sino que además cuestionen, se explayen, creen, critiquen, se den a expresar en su mundo y en su realidad. Hace ésta
comparación ya que siente que las personas que rumean son como vacas que se revuelcan en su propia incomodidad y poca
afectividad y que además, pese a todo, no salen de ella, sino más bien siguen rumeando, mastican y se atoran con su propia
porquería.

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