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Marco Antonio

militar y político romano

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Marco Antonio [a] (Roma, 14 de enero de 83 a. C.-Alejandría, 1


de agosto de 30 a. C.) fue un militar y político romano de la
época final de la República, conocido también como Marco
Antonio el Triunviro.

Fue un importante colaborador de Julio César durante la


guerra de las Galias y la segunda guerra civil. Gobernó Roma
con escaso acierto durante la ausencia de César en 47 a. C., y
fue postergado hasta su nombramiento como magister
equitum y cónsul, junto con el propio dictador, para el año
44 a. C., cuando se produciría su asesinato. Tras este suceso,
Marco Antonio pactó hábilmente con los proclamados
libertadores, que serían amnistiados a cambio de confirmar
los acta Caesaris, es decir, la legislación promulgada y los
magistrados nombrados por Julio
Marco Antonio
César. Convertido así en el hombre
fuerte de la República, se hizo con el
tesoro y los papeles de César y casi de
inmediato lanzó al pueblo romano
contra los asesinos del dictador,
buscando monopolizar el poder.[1] Sin
Busto de Marco
embargo, su intento chocó con la Antonio (Museos
llegada del ambicioso hijo adoptivo de Vaticanos).
César, Octavio. Al acabar el año Lealtad República
Romana
44 a. C., se dirigió a la Galia Cisalpina
Participó
para hacerse cargo de su gobierno, Guerra de
en las Galias
que el cónsul Bruto se negó a
Segunda
entregarle. El Senado declaró a guerra
Antonio enemigo público y encargó su civil de la
República
eliminación a Octaviano. Derrotado en romana
la guerra de Módena, pudo rehacer Guerra de
Módena
sus posiciones y recibió ayuda de otro
Campaña
importante cesariano, Lépido. pártica de
Finalmente, ambos pactaron con Antonio
Cuarta
Octaviano el llamado Segundo guerra
Triunvirato (43 a. C.) contra la facción civil de la
República
senatorial, lo que llevó a su entrada en
romana
Roma, seguida de una terrible
Batalla
proscripción y de una nueva guerra de
civil, en esta ocasión contra los Actium

asesinos de César, finalmente Información

derrotados en la doble batalla de Nacimient 14 de


o enero
Filipos, en 42 a. C. 83 a. C.
Roma
Tras la victoria, Antonio recibió el Fallecimie 1 de
control de las provincias orientales del nto agosto
30 a. C.
Imperio, entró en relaciones con la
(Edad 53)
reina Cleopatra VII de Egipto y Alejandría
combatió a los partos. La guerra de
Perusa alteró la paz entre los triunviros y, aunque se renovó el
pacto en 37 a. C., Antonio fue desentendiéndose cada vez
más de los asuntos de Roma, centrándose en sus campañas
contra Partia y Armenia, mientras Octavio se concentraba en
derrotar a Sexto Pompeyo. Rota al fin la alianza en 33 a. C. y,
apartado Lépido de la escena, las disensiones entre Octavio y
Marco Antonio se trocaron en abierta guerra civil en el año
31 a. C. Marco Antonio, aliado con la reina Cleopatra VII de
Egipto, fue finalmente derrotado en la batalla naval de Actium,
en 31 a. C. De regreso a Alejandría, fue incapaz de hacer
frente a las fuerzas del futuro Augusto, suicidándose apenas
un año después de su derrota.

Juventud
Dibujo de un busto de Marco Antonio.

Perteneciente a la rama plebeya de familia de los Antonios


(gens Antonia), Marco Antonio nació en Roma en torno al año
83 a. C. Su padre fue su tocayo Marco Antonio Crético
(Marcus Antonius Creticus), hijo a su vez del orador Marco
Antonio el Orador (Marcus Antonius Orator), asesinado por los
partidarios de Cayo Mario en 87 a. C.

Marco Antonio era sobrino segundo de Julio César por parte


de su madre, Julia, quien era prima carnal de Julio César. Su
padre murió a una temprana edad, dejando a Marco Antonio,
junto con sus hermanos Lucio y Cayo, al cuidado de su
madre, Julia [b] quien se casó después con Publio Cornelio
Léntulo Sura, un político acusado de estar involucrado en la
conjura de Catilina (63 a. C.). Por este motivo Cicerón ordenó
su ejecución, lo que originó la enemistad entre Antonio y el
célebre orador.
La vida temprana de Marco Antonio se caracterizó por la falta
de una adecuada orientación paterna. De acuerdo con
historiadores como Plutarco, pasó sus años de adolescencia
vagando por Roma con sus hermanos y amigos. Juntos se
embarcaron en una clase de vida rebelde y despreocupada,
frecuentando casas de apuestas, dándose a la bebida y
viéndose involucrados en escándalos amorosos. Plutarco
menciona el rumor de que antes de cumplir los veinte años de
edad Antonio ya estaba endeudado y debía unos doscientos
cincuenta talentos (seis millones de sestercios), que había
asumido su amigo Escribonio Curión. Asimismo, hacia el año
59 a. C. entró en contacto con el círculo del polémico Publio
Clodio Pulcro y sus bandas callejeras.

Después de este periodo de imprudencias, Antonio huyó a


Grecia hacia el año 58 a. C. para escapar de sus acreedores.
Tras un breve periodo invertido en asistir a las clases de los
filósofos en Atenas, donde aprendió retórica como solían
hacer otros jóvenes nobles romanos de su época, fue
convocado por Aulo Gabinio, procónsul de Siria, para
participar en la campaña contra Aristóbulo de Judea, en la
que se le concedió su primera distinción militar por ser el
primero en asaltar una fortificación judía. Posteriormente
participó en la campaña militar de Gabinio en 55 a. C. para
restablecer en el trono de Egipto a Ptolomeo Auletes,
demostrando su talento como prefecto ecuestre
(comandante de la caballería), destacando por su valentía y
coraje en la toma de Pelusio. Fue en esta ocasión cuando
conoció Egipto, Alejandría y a la princesa Cleopatra.

La guerra de las Galias y la guerra civil


La influencia de Clodio y de Curión acercaron a Marco
Antonio al partido de Julio César, rival de Pompeyo y del
Senado romano. En el año 54 a. C. Marco Antonio entró a
formar parte del mando del ejército de Julio César en las
Galias; probó de nuevo su competente liderazgo militar en la
guerra de las Galias y destacó en el doble asedio de Alesia,
aunque su personalidad provocaba conflictos continuamente,
donde quiera que fuese; César mismo llegó a decir que su
conducta le hacía irritar frecuentemente.

Sin embargo, la influencia de César le valió los cargos de


cuestor (52 a. C.), augur (50 a. C.), cargo que ocuparía hasta
su muerte, y tribuno de la plebe (49 a. C.), y siempre apoyó la
causa de su protector con gran energía. Cuando los dos
mandatos proconsulares de César expiraron (al cabo de 10
años), el general quiso retornar a Roma para las elecciones
consulares. Pero la facción conservadora del Senado romano,
liderada por Pompeyo, exigió a César que renunciara
previamente a su proconsulado y a la dirección de su ejército
antes de obtener el permiso para solicitar su reelección en el
consulado. César no podía permitir esto, ya que pretendía
continuar las acciones que iniciara en su mandato de
procónsul; además, en ese caso, pasaría a ser (entre el final
de su proconsulado y su segundo consulado) un simple
ciudadano (privatus), lo cual podría dejarle a merced de los
optimates (entre ellos Pompeyo) que querían traducirle en
justicia.

César, a través de Antonio, sugirió entonces que todos los


comandantes que compartían el mismo imperium entregaran
el mando (Pompeyo y él), pero la idea fue rechazada, y
cuando Antonio recurrió a las amenazas y a sembrar el
descontento, fue finalmente expulsado del Senado. De esta
forma, Antonio huyó de Roma, uniéndose a César, que había
dejado su ejército acampado a orillas del Rubicón, el arroyo
que marcaba el límite meridional de su autoridad proconsular.
Se desvanecían todas las esperanzas de hallar una solución
pacífica tras la expulsión de Antonio del Senado. Con la
ofensa a su dignidad y con el ataque a la inviolabilidad de
Antonio como tribuno de la plebe, César justificó su decisión
de cruzar el río y la marcha de su ejército hacia Roma,
comenzando así la segunda guerra civil. Durante esta
contienda, Antonio fue el segundo al mando de César; en
todas las batallas contra los pompeyanos, Antonio dirigió el
ala izquierda del ejército, prueba evidente de la confianza de
César en él.

La dictadura de César

Con César como dictador, Antonio fue nombrado magister


equitum, siendo la mano derecha del dictador y
permaneciendo como administrador de Italia (47 a. C.),
mientras César luchaba contra los últimos pompeyanos,
quienes se habían refugiado en África. Pero las habilidades
de Antonio como administrador fueron un pobre reflejo de las
que poseía como general, aferrándose a la oportunidad de
satisfacer sus más extravagantes excesos (como la
compañía de la actriz liberta Cytheris), que quedaron
reflejados por Cicerón en sus Filípicas. En el año 46 a. C.
Antonio se ofendió cuando César le insistió que pagara las
propiedades de Pompeyo que Antonio había simulado
comprar, ya que en verdad se había apropiado simplemente
de ellas. Los problemas pronto surgieron y, como en otras
ocasiones anteriores, Antonio recurrió de nuevo a la violencia:
cientos de ciudadanos fueron asesinados, mientras la ciudad
de Roma caía en un estado de anarquía. César mostró su
gran disgusto por todo este asunto, y relevó a Antonio de
todas sus responsabilidades políticas. Ambos dejaron de
verse durante dos años, si bien el distanciamiento no fue muy
continuado: Antonio se reunió con el dictador en Narbona
(45 a. C.), rechazando la propuesta de Trebonio para que se
uniera a la conspiración que ya estaba en marcha. La
reconciliación definitiva llegó en 44 a. C., cuando Antonio fue
elegido colega de César durante el quinto consulado del
dictador, como parte del incipiente plan de César para
conquistar el Imperio parto, dejando en Roma al nuevo y leal
cónsul.

Cualesquiera que fuesen los problemas surgidos entre ellos,


Antonio permaneció fiel a César en todo momento. En febrero
de 44 a. C., durante las fiestas lupercales (15 de febrero),
Antonio ofreció públicamente una diadema a César. Este
hecho poseía un significado preciso: la diadema era el
símbolo propio de un rey, y César, al rechazarla, demostraba,
una vez más, que no estaba interesado en asumir el título de
Rey.

El asesinato de César

En los idus de marzo (15 de marzo) de ese mismo año, César


fue asesinado por un grupo de senadores, liderados por Cayo
Casio Longino y Marco Junio Bruto, mientras Antonio era
entretenido en la habitación contigua. Bruto rechazó la
sugerencia de Casio para acabar también con la vida de
Antonio, alegando que su objetivo había sido librarse de
César, mientras que acabar con un magistrado electo
legítimamente significaría un varapalo para la causa
republicana.

En el consiguiente alboroto, Antonio escapó de la ciudad


vestido como un esclavo, temiendo que el asesinato de César
fuera el inicio de un baño de sangre contra todos sus
partidarios. Cuando comprobó que esto no sucedía, regresó a
Roma y concertó una tregua con la facción de los asesinos.
En ese momento Antonio, como cónsul restante nombrado
para ese año, simuló perseguir la paz y el final de la tensión
política, a la vez que trataba de afianzarse como jefe del
partido cesariano por encima de Lépido, cuyas tropas
ocuparon el Foro el 16 de marzo. Tras un discurso de Cicerón
pronunciado ante el Senado, reunido en el templo de Tellus a
iniciativa de Antonio el día 17 de marzo, se concedió una
amnistía a todos los conjurados, a la vez que se aprobaba un
funeral en honor de César.

El día 20 de marzo aconteció el funeral de César, en el cual


Antonio, como su fiel segundo en el mando, compañero,
colega consular y pariente, fue el lógico elegido para recitar la
elegía del funeral. Durante su discurso enumeró las gestas de
César y las concesiones en su testamento en favor del pueblo
romano, para acabar vertiendo sus acusaciones respecto al
asesinato de César, afirmando así su distanciamiento con los
conjurados. Mostrando un gran talento para la retórica y la
interpretación dramática, Antonio asió la toga del cuerpo de
César para mostrar a la muchedumbre las marcas de sus
veintitrés heridas. De esta forma, esa misma noche el pueblo
romano atacó las casas de los conjurados, que se vieron
obligados a huir para salvar sus vidas y lamentaron no haber
acabado con el cónsul.

La posición de Antonio se vio fortalecida hasta tal punto que


Calpurnia, la viuda de César, llegó a hacerle entrega de los
documentos personales de César y a confiarle la custodia de
sus bienes, valorados en cuatro mil talentos. También
consiguió el apoyo de los veteranos de César tras viajar a
Campania, donde habían sido asentados en premio a su
lealtad tras las campañas cesarianas, y animarlos a defender
la obra de César frente a sus enemigos. Rodeado así de una
guardia de veteranos, Antonio obligó al Senado a entregarle la
provincia de la Galia Cisalpina, que era en ese momento
administrada por Décimo Junio Bruto Albino, uno de los
conspiradores. Pretendía de esta forma trasladar las legiones
allí establecidas hacia Macedonia para preparar un ataque
contra el Imperio parto. Bruto rehusó entregar la provincia,
por lo que Antonio se dispuso a atacarle en octubre de
44 a. C.

Octavio

Denario emitido por Marco Antonio para pagar a sus legiones. En el reverso, el
emblema de su Tercera Legión.

La muerte de César había dejado un gran vacío en la vida


política de Roma. La República estaba agonizando, y de
nuevo otra guerra civil había comenzado. Fue entonces
cuando Cayo Octavio Turino, sobrino-nieto y a la vez hijo
adoptivo de César, llegó en marzo a Brundisium desde Iliria,
reclamando la herencia de su padre adoptivo, que consistía
en tres cuartas partes de los bienes de César, según
estipulaba en su último testamento. Tras rechazar los
consejos de su madre y su padrastro Marcio Filipo para que
rechazara la adopción y la herencia, Octavio obtuvo el apoyo
del Senado romano y de Cicerón, a la vez que las tropas
veteranas del dictador se reunieron en torno a su bandera.
Octavio se mostraba así muy dispuesto a luchar por el poder
con los otros principales aspirantes: Lépido y el propio
Antonio.
Tras un primer encuentro amistoso con Antonio a finales de
abril de 44 a. C. en Roma, en el cual Octavio le reprochó no
haber perseguido a los conjurados, las desavenencias
surgieron pronto cuando Octavio trató de atraerse a los
veteranos campanienses. Antonio, quien se hallaba en
Brundisium desde octubre para hacerse cargo de las legiones
procedentes de Macedonia necesarias para atacar la Galia
Cisalpina, comprendió el interés de su rival por desacreditarlo
ante las tropas, y regresó a Roma con una legión gala, pero
Octavio se le había adelantado, marchando hacia la Cisalpina
con dos legiones.

La guerra de Módena

La guerra de Módena en el 44-43 a. C.:


     Marco Antonio
     Augusto
     Décimo Junio Bruto Albino
     Cayo Vibio Pansa
Cuando Antonio se dispuso a tomar el mando de la Cisalpina,
Bruto se negó a entregársela, refugiándose en Mutina, ciudad
que Antonio comenzó a sitiar. El Senado no tardó en aprobar
la conducta de Bruto, y Antonio fue declarado hostis rei
publicae. Octavio, en calidad de propretor, llegó con los
cónsules Aulo Hircio y Cayo Vibio Pansa. en ayuda de los
sitiados y derrotó a Antonio en Forum Gallum y en Mutina
(abril de 43 a. C.). No obstante, la muerte de ambos cónsules
en la batalla aumentó el recelo del Senado hacia Octavio,
quien, irritado ante la negativa del Senado para concederle un
triunfo y con el compromiso con Décimo Bruto para que
mandase las tropas por encima de él, entró en Roma con
ocho legiones bajo su mando y obligó al Senado a otorgarle el
consulado (19 de agosto). Consiguió la promulgación de una
lex curiata que confirmó la adopción que hiciera César,
pasando Octavio a llamarse Cayo Julio César Octaviano.
Entre tanto, Décimo Bruto huyó en pos de Marco Bruto hacia
Macedonia al comprender que no figuraba en los planes de
Octaviano, pero fue asesinado durante el viaje. Por su parte,
Antonio escapó a la Galia Cisalpina, realizó un intercambio
con Lépido y marchó hacia Roma con una gran fuerza de
infantería y caballería.

El surgimiento del Segundo Triunvirato


Ante el avance del ejército de Antonio, Octaviano traicionó
finalmente al partido senatorial, consciente de que los
asesinos de César esperaban en Macedonia una guerra en
Italia para abalanzarse sobre el exhausto vencedor, por lo que
llegó a un acuerdo con Antonio y Lépido. Los tres caudillos se
encontraron en Bononia el 11 de noviembre de 43 a. C.,
adoptando el título de Triumviri rei publicae constituendae [c]
como gobernantes colegiados y aliados con potestad
consular. La Galia Cisalpina fue adjudicada a Antonio,
Hispania y la Galia Narbonense a Lépido, y África, Cerdeña y
Sicilia, a Octaviano.

Los triunviros obtuvieron reconocimiento oficial mediante la


Lex Titia, aprobada por la Asamblea el 23 de noviembre de
43 a. C., la cual otorgaba virtualmente todos los poderes a los
triunviros durante un periodo de cinco años. Para fortalecer la
alianza, Octaviano se casó con Clodia, la hijastra de Antonio.
Necesitados de fondos para sufragar la guerra contra los
conjurados, los triunviros comenzaron entonces a perseguir a
la facción de los asesinos de César, que habían huido hacia el
Este, así como a ejecutar a los partidarios de la conjura que
aún permanecían en Roma; desencadenaron una ola de terror
en la ciudad el 1 de enero del año 42 a. C.: proscripciones,
confiscaciones y ejecuciones se convirtieron en la norma
general de aquellos días, siendo asesinados incluso algunos
de los más nobles ciudadanos. Unos dos mil caballeros y
ciento sesenta senadores fueron ejecutados, siendo Cicerón
la víctima más destacada en esta vorágine, pese al apoyo
brindado a Octaviano, quien consintió su ejecución tras ser
capturado al tratar de escapar. Antonio y su esposa Fulvia no
perdonaron las acusaciones pasadas de Cicerón, vengándose
con su cuerpo: sus manos y cabeza fueron expuestas en las
Rostra, con su lengua atravesada por las horquillas doradas
de Fulvia. Finalmente, tras la doble batalla de Filipos (libradas
el 3 y el 23 de octubre de 42 a. C.) y el suicidio de Casio y
Bruto, los partidos senatorial y republicano fueron
aniquilados: nadie más debía desafiar el poder del Triunvirato.

El reparto del mundo romano y la guerra de


Perusa

Con el panorama militar y político aclarado, los triunviros


dividieron el mundo romano entre ellos. Lépido tomó el
control de las provincias occidentales, mientras Octaviano
permaneció en Italia con la responsabilidad de asentar a los
veteranos de guerra y proporcionarles tierras, una tarea
fundamental ya que la lealtad de las legiones pasaba por
cumplir este compromiso. Marco Antonio se dirigió a las
provincias orientales, para pacificar otra revuelta acaecida en
Judea, y con la idea de atacar al imperio parto, un plan ideado
previamente por César. Durante su viaje a Oriente, se
encontró con la reina Cleopatra VII de Egipto en Tarsos
(41 a. C.), tras lo cual ambos se convirtieron en amantes (en
el año 40 a. C. nacieron sus hijos mellizos Cleopatra Selene II
y Alejandro Helios). Antonio pasó el invierno de ese año en su
compañía, en Alejandría.

Mientras tanto, en Italia la situación no estaba resuelta del


todo. La administración de Octaviano no era satisfactoria, con
el riesgo que existía de producirse una revuelta. Por otro lado,
Octaviano se divorció de Clodia, la hijastra de Antonio,
dándole la curiosa excusa de que le resultaba molesta. La
cabecilla de la revuelta en ciernes fue Fulvia, la esposa de
Antonio, una mujer que figura en la Historia como de
tempestuoso carácter y de gran ambición política. Temiendo
por la posición política de su marido y disgustada por el
tratamiento recibido por su hija, fue ayudada por su cuñado
Lucio Antonio para reclutar ocho legiones con su propio
patrimonio. Su ejército invadió Roma, llegando a ser un
verdadero problema para Octaviano. Sin embargo, en el
invierno de 41-40 a. C., Fulvia fue sitiada en Perusia y hubo de
rendirse por hambre. Fue entonces exiliada a Sición, en
Grecia, donde enfermó y murió aguardando la vuelta de
Antonio.
Marco Antonio y Octavia en el anverso de una tetradracma acuñada en Éfeso
en el 39 a. C.

La muerte de Fulvia fue providencial, ya que la nueva


reconciliación entre los triunviros fue en gran parte cimentada
en el matrimonio de Antonio con Octavia, la hermana de
Octaviano, en octubre de 40 a. C. Antonio se vio obligado a
arreglar sus conflictos con Octaviano casándose con ella.
Octavia era una hermosa e inteligente mujer que había
enviudado recientemente y tenía tres niños de su primera
unión. El mundo romano fue nuevamente dividido: se asignó
esta vez África a Lépido, las provincias occidentales a
Octaviano, y el Oriente a Antonio. Este pacto, conocido como
el Tratado de Brundisium, reforzó el triunvirato, y permitió a
Antonio empezar a preparar su tan ansiada campaña contra
los partos.

Marco Antonio y Cleopatra: El tratado de Tarento


y la campaña parta

Con este objetivo militar en mente, Antonio navegó hacia


Grecia con su nueva esposa, donde allí se comportó de la
manera más extravagante, asumiendo los atributos del dios
Dioniso (39 a. C.). Pero la rebelión en Sicilia de Sexto
Pompeyo, hijo de Pompeyo y último defensor de la causa de
su padre, hizo que el ejército prometido a Antonio en su
campaña oriental tuviera que permanecer en Italia. Con sus
planes de nuevo frustrados, Antonio y Octaviano se
distanciaron de nuevo. Esta vez fue necesaria la ayuda de
Octavia para firmar un nuevo tratado en Tarentum (38 a. C.),
por el cual el triunvirato fue renovado de nuevo por un periodo
de cinco años (finalizando así en 33 a. C.), volviendo a
prometer Octaviano el envío de nuevas legiones a Oriente.

Pero Antonio era escéptico en cuanto al apoyo de Octaviano


en su campaña parta, de manera que, dejando a Octavia en
Roma, embarazada de su segunda hija (Antonia Menor),
navegó hacia Alejandría. Allí se reunió con su antigua amante
Cleopatra, madre de sus dos hijos mellizos, quien le prestó el
dinero necesario para reunir un ejército con el que emprender
la campaña parta.

Tras reunir un importante ejército, que se calcula compuesto


por unos cien mil combatientes,[2][3][4] incluyendo sesenta mil
legionarios, diez mil jinetes,[3][5][6][7][8] principalmente hispanos
y galos,[3][7][8] y de treinta[3][4] a treinta y un mil[8] auxiliares
aportados por reyes orientales aliados, Marco Antonio llevó a
cabo el plan de ataque, que consistía en invadir el territorio
parto, no directamente a través de Mesopotamia, sino
internándose en Armenia siguiendo el Éufrates y pasando por
Arzen, para someterla y contar así con la obligada ayuda del
rey armenio Artavasdes, quien le dio siete mil infantes[3] y
seis mil catafractos y arqueros a caballo.[3][8] Su ejército
incluía una mayor caballería para impedir sufrir el destino de
Craso.[6] Sin embargo, Antonio cometió el error de no dejar
guarniciones en el territorio armenio, ante lo cual Artavasdes
cambió de bando cuando Antonio se dirigió a la capital de la
Media Atropatene, Fraaspa (la actual Takht-i Suleiman).
Fraates IV de Partia movilizó cincuenta mil combatientes para
resistir la invasión,[8][2] cuarenta mil de ellos a caballo[2] (los
poderosos arcos partos eran capaces de penetrar escudos y
armaduras).[9] Los jinetes partos hostigaron las líneas de
abastecimiento de Antonio, dejándole sin suministros y
medios de asalto para las fortalezas que había de conquistar.
Ante esta situación, Antonio decidió regresar a Siria siguiendo
el río Aras a través de Armenia en pleno invierno, retirada que
fue honrosamente cubierta por los honderos y los veteranos
de su ejército, y que sufrieron muchas bajas por ello. En total
Antonio perdió unos treinta mil hombres, la cuarta parte de
todo su ejército, muchos de ellos veteranos difíciles de
reemplazar.[10] Cuatro mil de sus bajas eran jinetes.[7]

La ruptura de los triunviros


Mientras tanto, en Roma, el triunvirato estaba a punto de
llegar a su fin. Lépido fue obligado a renunciar al cargo tras
una maniobra política desafortunada, y Octaviano, solo ahora
en el poder en Roma, se ocupó de poner a la tradicional
aristocracia romana de su parte, contrayendo matrimonio con
Livia.

Ante la petición de Antonio (recurriendo al tratado de Tarento)


para que le suministrara veteranos de las legiones
establecidas en la Galia tras las importantes bajas sufridas
en la campaña parta, Octaviano vio por fin la oportunidad de
dejar a su rival político en una difícil situación: accedió a
devolverle la mitad de la flota que había precisado para
vencer a los piratas de Sexto Pompeyo (una flota inútil para la
campaña parta), y le envió tan solo dos mil veteranos, junto
con Octavia. Al ver el escaso contingente enviado por
Octaviano, Antonio comprendió que sus intenciones pasaban
por iniciar un nuevo conflicto civil, por lo que aceptó las
escasas tropas recibidas y repudió a su esposa, enviándola
de vuelta a Roma.

De esta forma, Octaviano obtuvo la excusa que buscaba y que


había provocado, y empezó a acusar a Antonio para así
alejarlo cada vez más del poder político, argumentando que
Antonio era un hombre de moral baja, y que había
abandonado a su fiel esposa y a sus hijos para estar con la
promiscua reina de Egipto. Entre todas estas acusaciones,
quizás la más grave a los ojos del pueblo fuera la de que
Antonio se alejaba de las costumbres romanas y se inclinaba
hacia los gustos orientales, un grave crimen para el orgulloso
pueblo romano.

La campaña armenia y las donaciones de Alejandría

En Oriente, y de nuevo con dinero egipcio, Antonio invadió


Armenia en represalia por la deslealtad de Artavasdes; esta
vez la campaña resultó victoriosa, ya que Antonio capturó al
rey armenio y se adueñó de parte de su reino. A su regreso a
Alejandría, realizó una parodia de triunfo por las calles
alejandrinas, que se consideró una burla de la más
importante celebración militar romana. Al final de este evento,
la población entera de la ciudad fue convocada para escuchar
una importante declaración política: rodeado por Cleopatra y
sus hijos, Antonio proclamó que declaraba disuelta su alianza
con Octaviano, a la vez que distribuía varios territorios entre
sus hijos. Alejandro Helios fue nombrado rey de Armenia y de
Partia (aún por conquistar), su melliza Cleopatra Selene
obtuvo Cirenaica y Libia, y al joven Ptolomeo Filadelfo se le
adjudicó Siria y Cilicia. En cuanto a Cleopatra, fue nombrada
Reina de Reyes y Reina de Egipto y Chipre, gobernando junto a
Cesarión (Ptolomeo César, hijo de Cleopatra y de César)
como corregente y subordinado a su madre, y que fue
también nombrado Rey de Reyes y Rey de Egipto, a la vez que
se le anunciaba como el hijo y heredero legítimo de César.
Estas proclamaciones fueron conocidas como las
Donaciones de Alejandría, y fueron la causa de la ruptura
definitiva en las relaciones de Antonio con Roma.

Para Octaviano, el hecho de que Antonio distribuyera


territorios entre sus propios descendientes (aunque fueran
insignificantes o no conquistados aún) no había sido una
maniobra que pudiera considerar precisamente como
pacífica, pero lo que más le inquietaba era el hecho de que
Cesarión hubiera sido anunciado como el hijo legítimo de
César y su heredero. El poder de Octaviano descansaba
fundamentalmente en el hecho de ser considerado como el
heredero de César por adopción, lo cual le garantizaba el
necesario apoyo del pueblo romano y la lealtad de las
legiones. El hecho de que su ventajosa posición al frente de
Roma fuera puesta en peligro por un simple niño engendrado
por la mujer más rica del mundo era algo que Octaviano no
podía permitir. De esta forma, cuando el triunvirato expiró el
último día del año 33 a. C., no fue renovado. Otra guerra civil
estaba a punto de producirse.
El enfrentamiento definitivo

Entre el 33 al 32 a. C. se desató una auténtica guerra


propagandística en la arena política de Roma, con
acusaciones lanzadas entre ambos bandos. Desde Egipto,
Antonio anunció su divorcio de Octavia, acusando a su
hermano de advenedizo, de usurpador del poder político y de
falsificar los documentos de adopción de Julio César.
Octaviano replicó con cargos de traición contra Antonio:
controlar ilegalmente provincias que deberían haber sido
asignadas a otros cargos como dictaba la tradición romana, e
iniciar guerras contra otras naciones (Partia y Armenia) sin el
permiso del Senado. Antonio fue también señalado como
responsable de la ejecución de Sexto Pompeyo, que había
sido capturado el año 35 a. C. en Mileto, en la zona de
influencia de Antonio, y ejecutado sin juicio pese a ser
ciudadano romano. Finalmente, Octaviano logró hacerse con
el testamento de Antonio, guardado por las vestales, en el
cual se ratificaban los temores de Octaviano tal como los
presentó ante el pueblo, haciendo ver que Antonio quería
reinar junto con Cleopatra en los territorios orientales
romanos a toda costa, constituyendo una grave amenaza
para el Estado romano. De esta forma, en el año 32 a. C. el
Senado despojó a Antonio de sus poderes y declaró la guerra
a Cleopatra.
La guerra dio comienzo finalmente en el 31 a. C. El hábil
Marco Vipsanio Agripa, leal comandante a las órdenes de
Octaviano, consiguió tomar la importante ciudad y puerto
griego de Metone, fiel a Antonio, asegurándose así un
importante puerto en el Peloponeso que amenazara las
intenciones de Antonio por controlar la importante Vía
Egnatia. La gran popularidad de Octaviano y sus legiones
causó la defección de Cirenaica y Grecia hacia su bando.
Finalmente, tras una serie de operaciones terrestres,
Octaviano bloqueó a Antonio y le obligó a entablar combate
en el mar. El 2 de septiembre se libró la batalla naval de
Actium, en la cual la flota de Antonio y Cleopatra fue vencida
por la de Octaviano, retirándose ambos con sus navíos
restantes de vuelta a Alejandría.

Octaviano, ahora ya próximo a obtener el poder absoluto, no


tenía intención de dejarle un momento de paz, y a finales de
julio del año 30 a. C., asistido por Agripa, invadió Egipto. Sin
otro lugar donde poder refugiarse, Antonio trató inútilmente
de hacer frente a la invasión con sus once legiones, que
desertaron el día 1 de agosto tras un día de resistencia tan
solo. Obligado por las circunstancias, y en la creencia de que
Cleopatra se había suicidado previamente, Antonio optó por
el suicidio, arrojándose sobre su propia espada, aunque sería
llevado aún con vida ante su amante, muriendo en sus
brazos. Pocos días más tarde, ante la deshonra que suponía
desfilar encadenada en el triunfo de Octaviano, Cleopatra se
suicidó, según la tradición, mediante la muerte ritual por
mordedura de áspid.

Legado

Con la muerte de Antonio, Octaviano se convirtió en el


gobernante incuestionable de Roma, y nadie más se atrevió a
alzarse en su contra. En los años siguientes Octaviano,
conocido como César Augusto desde el año 27 a. C.,
procedió a acumular en su persona todos los cargos
administrativos, políticos y militares. Cuando Augusto murió
en el año 14 d. C., todos sus poderes políticos pasaron a su
hijo adoptivo, Tiberio, comenzando así el Principado romano.

El ascenso de César y la subsiguiente guerra civil entre sus


dos partidarios más poderosos acabó eficazmente con la
credibilidad en la oligarquía romana como forma de gobierno,
y afirmó el hecho de que todas las futuras disputas por el
poder se centrarían más sobre dos (o pocos más) individuos
que lograrían el control supremo del gobierno, que sobre un
individuo en conflicto con el Senado. De este modo, Antonio,
como partidario clave de César y como uno de los dos
hombres sobre los cuales el poder recayó tras el asesinato de
César, fue uno de los tres hombres directamente
responsables del final de la República romana.

Cronología de la vida de Marco Antonio


83 a. C. - Marco Antonio nace en Roma
54 a. C.-50 a. C. - Lucha a las órdenes de Cayo Julio César
en la Guerra de las Galias
50 a. C. - Asciende a tribuno de la plebe
48 a. C. - Sirve como magister equitum de César
47 a. C. - Desastrosa administración de Italia: exilio político
44 a. C. - Primer consulado con César; asesinato de César
43 a. C. - Guerra de Módena - formación del Segundo
Triunvirato con Octaviano y Lépido
42 a. C. - Derrota de los asesinos de César en la batalla de
Filipos; viajes de Marco Antonio por Oriente
41 a. C. - Primer encuentro con Cleopatra
40 a. C. - Regreso a Roma; boda con Octavia; tratado de
Brundisium
38 a. C. - Tratado de Tarentum: renovación del triunvirato
por cinco años más
36 a. C. - Campaña desastrosa contra los partos
35 a. C. - Conquista de Armenia
34 a. C. - Donaciones de Alejandría
33 a. C. - Fin del Segundo Triunvirato
32 a. C. - Intercambio de acusaciones entre Octaviano y
Marco Antonio
31 a. C. - Derrota ante Octaviano en la batalla de Actium
30 a. C. - Marco Antonio y Cleopatra se suicidan

Semblanza del Triunviro


Al decir de Plutarco:[11]

... tenía la barba poblada, la frente espaciosa, la nariz


aguileña, de modo que su aspecto en lo varonil parecía
tener cierta semejanza con los retratos de Hércules
pintados y esculpidos (...) procuraba él mismo
acreditarlo con su modo de vestir, porque cuando había
de mostrarse en público llevaba la túnica ceñida por las
caderas, tomaba una grande espada y se cubría de un
saco de los más groseros. Aún las cosas que chocaban
en los demás, su aire jactancioso, sus bufonadas, el
beber ante todo el mundo, sentarse en público a tomar
un bocado con cualquiera y comer el rancho militar, no
se puede decir cuánto contribuían a ganarle el amor y
afición del soldado. Hasta para los amores tenía gracia,
y era otro de los medios de que sacaba partido,
terciando en los amores de sus amigos y contestando
festivamente a los que se chanceaban con él acerca de
los suyos. Su liberalidad y el no dar con mano encogida
o escasa para socorrer a los soldados y a sus amigos
fue en él un eficaz principio para el poder, y después de
adquirido le sirvió en gran manera para aumentarlo, a
pesar de los millares de faltas que hubieran debido
echarlo por tierra (...) con sus distracciones no cuidaba
de dar oídos a los que sufrían injusticias, trataba mal a
los que iban a hablarle, y no corrían buenas voces en
cuanto a abstenerse de las mujeres ajenas (...) cometió
mayores violencias según el mayor poder que tenía...

Matrimonios y descendencia
Marco Antonio se casó al menos cinco veces:

Matrimonio con Fadia.— Hija del liberto Quinto Fadio.[12]


Matrimonio con Antonia (prima carnal), hija de Cayo
Antonio Híbrida; de acuerdo a Plutarco, Antonio expulsó a
su prima fuera de su casa por ser la amante de su amigo, el
tribuno Publio Cornelio Dolabela. Sin embargo, no es
conocido si se divorciaron o ella murió, antes del siguiente
matrimonio de Antonio con Fulvia.
Antonia, prometida con Marco Emilio Lépido el Joven;
aunque según Theodor Mommsen, terminaría siendo
la esposa de Pitodoro de Trales.[13] [14]
Matrimonio con Fulvia:
Marco Antonio Antilo, ejecutado por Octaviano en
30 a. C.
Julo Antonio, casado con Claudia Marcela la Mayor,
hija de Octavia.
Matrimonio con Octavia:
Antonia la Mayor, casada con Lucio Domicio
Ahenobarbo.
Antonia la Menor, casada con Claudio Druso Nerón,
hijo de Livia (esposa de Augusto).
Hijos con Cleopatra:
Los mellizos Alejandro Helios (Sol) y Cleopatra Selene
(Luna), casada con Juba II de Numidia.
Ptolomeo Filadelfo.

Véase también
Cleopatra
Augusto
Segundo Triunvirato

Notas
1. En latín, M. Antonius M. f. M. n.
2. Mencionada así en las fuentes por su nombre de casada,
para distinguirla de otras tocayas de la familia.
3. La traducción al español sería: Triunviros para la
Constitución de la República, abreviado en latín como
III·VIR·R·P·C.

Referencias
1. Plutarco, Antonio, 14.
2. Sarafian, Vahe. "The Formation of the Armenian
Independent Republic (Part II)". The Armenian Review. Vol.
12, No. 3, otoño, octubre de 1959, pp. 97-107 (véase pp.
102).
3. Goldsworthy, Adrian (2010). Antony and Cleopatra.
Hachette. ISBN 9780297858669.
4. McLynn, Frank (2009). Marcus Aurelius: warrior,
philosopher, emperor. Bodley Head, pp. 130. ISBN
9780224072922.
5. Willard, 1834, p. 100.
6. Delbrück, Hans (1990). History of the art of war. Warfare in
antiquity. Tomo I. U. of Nebraska Press, pp. 443.
Traducción alemán-inglés de Walter J. Renfroe Jr. ISBN
9780803291997.
7. Saddington, Dennis Bain (1982). The Development of the
Roman Auxiliary Forces from Caesar to Vespasian: 49
B.C.-A.D. 79. University of Zimbabwe, pp. 22. ISBN
9780869240786.
8. Barker, Phil (2016) [1981]. Armies and Enemies of Imperial
Rome. Wargames Research Group, pp. 89. Ilustrado por
Ian Heath. ISBN 9781326541095.
9. Delbrück, 1990: 443-444
10. Tucker, Spencer (2009). A global chronology of conflict:
from the ancient world to the modern Middle East. Tomo
II. Santa Bárbara: ABC-CLIO, pp. 131. ISBN
9781851096671.
11. Plutarco, Marco Antonio, 4 y 6.
12. Cicerón. Filípicas. II, 3; ibid. XIII, 23.
13. https://web.archive.org/web/20071028183552/http://anci
entlibrary.com/smith-bio/0218.html
14. https://web.archive.org/web/20020306204518/http://ww
w.geocities.com/christopherjbennett/ptolemies/cleopatra
_vii.htm#Cleopatra.42

Bibliografía citada
Plutarco, en la sección Antonio de su Vidas de los nobles
griegos y romanos
Willard, Emma (1834). A system of universal history, in
perspective . Hartford: F. J. Huntington.

Fuentes clásicas

Apiano de Alejandría, Bell. Civ. I.-V.


Julio César, La guerra de las Galias (De Bello Gallico), La
guerra civil (De Bella Civili)
Cicerón, Cartas y Filípicas
Dión Casio, XLI.-LIII

En español
Grimal, Pierre (1990): El mundo mediterráneo en la edad
antigua III. La formación del Imperio Romano. Siglo XXI,
Madrid. ISBN 84-323-0168-X
Le Glay, Marcel (2001): Grandeza y decadencia de la
República Romana. Cátedra, Madrid. ISBN 84-376-1895-9
Roldán Hervás, José Manuel (1987): La República Romana
Historia de Roma, Tomo I, pp. 625-643. Cátedra, Madrid.
ISBN 84-376-0307-2
Roldán Hervás, José Manuel; Blázquez Martínez, José
María; Castillo, Antonio del (1989): El Imperio Romano
(Siglos I-III). Historia de Roma, Tomo II. Cátedra, Madrid. Pp.
9-37
Fuller, John Frederick Charles (1954): Batallas decisivas del
mundo occidental. Tomo I, pp. 235-269. RBA, Barcelona,
2005. ISBN 84-473-4604-8

En inglés
Carter, John M. (1970): The Battle of Actium: The rise &
triumph of Augustus Caesar (Turning points in history).
Hamilton, Londres. ISBN 0-241-01516-2
Craven, Lucil (1920): Antony's oriental policy until the defeat
of the parthian expedition. Universidad de Misuri, St. Louis.
Lindsay, Jack (1970): Cleopatra. Constable, Londres. ISBN
0-09-457000-0

Obras de ficción

Massie, Allan. Marco Antonio. El Triunviro. Edhasa,


Barcelona, 2000. ISBN 84-350-0687-5
Moix, Terenci. No digas que fue un sueño. Planeta,
Barcelona, 1986. ISBN 84-320-0941-5
Shakespeare, William:
Julio César (Shakespeare)
Antonio y Cleopatra

Filmografía

Cleopatra (1934), de Cecil B. De Mille [1]


Cleopatra (1963), de Joseph Mankiewicz [2]
Roma (serie de TV; 2005-7) [3]

Enlaces externos
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Wikisource contiene una copia del Marco Antonio de
Plutarco.
Precedido por: Cónsul de la República Romana Sucedido por:
Gayo Caninio Rébilo y con Julio César Gayo Vibio Pansa y
Gayo Trebonio 44 a. C. Aulo Hircio

Precedido por: Sucedido por:


Cónsul de la República Romana
Publio Cornelio Dolabela Lucio Sempronio Atratino
con Lucio Escribonio Libo
y y
34 a. C.
Tito Peduceo Lucio Escribonio Libo

Sucedido por:
Precedido por: Cónsul de la República Romana Marco Valerio Mesala
Lucio Cornelio Cinna y con Cayo Julio César Octaviano Corvino y
Marco Valerio Mesala 31 a. C. Cayo Julio César
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