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DISCURSO Y RECTIFICACIONES

DEL

SR. D. ALEJANDRO PIDAL Y MON,


DIPUTADO Á CORTES POR EL DISTRITO DE VILLAVICIOSA,

pronunciados en el Congreso de l os Diputados el dia 28 de Octubre de 1881, con motivo de l os escándal os de Roma y de l a situación
del Pontinoado.

Perdonadme, Sres. Diputados, los que venís de vues­ cómo se llevó á cab o la destrucción del poder tempo­ influencia, al dominio, quizá á la opresión de un Go­ decrepitud sin pasar por la ancianidad, Garibaldi, p i ­
tras provincias impresionados por el triste espectáculo ral, e l génesis y el proceso de la unidad italiana. Es b e r n ó , al Jefe espiritual de los católicos de todas las diendo ¡la abolición de las gar antías y la abolición del
de las necesidades que las agobian, que prescindiendo una verdad reconocida que la unidad de Italia no fué dornas Naciones del mundo! Italia declaró que tomaba garantido!
por ahora de toda cuestión de política interior, me ocu­ más q u e el protesto y como el grito de una alianza á^.u cargo la resolución de este gran problema, respe­ Y aun hizo más, Sres. Diputados: como sí q u i ­
pe en un asunto que yo no he suscitado, pero ante el nefanda entre la revolución que buscaba la extirpa­ tando en tan alto grado la dignidad y la libertad del siera recoger el fruto de esos desórdenes, aprovechán­
que desaparecen absorbidas ó eclipsadas todas las de­ ción del Pontificado como clave de la civilización so­ Pontífice, que el mundo todo y la misma Iglesia reco­ dose de ellos como si él mismo los hubiese preparado,
más cuestiones; y cuando recuerdo que en el seno y cial, y la Casa de Saboya que perseguía sus eternas as­ nocerían las ventajas que la pérdida del poder t e m p o ­ aprovecha esta ocasión oportuna para declarar s o l e m ­
con el aplauso de una Asamblea revolucionaria decia piraciones de dominación en Italia. ral habia acarreado á la independencia y aumento del mente á la faz del mundo, en su comunicación á las Na­
el verdadero fundador de la actual República francesa La revolución buscó esta alianza, como antes i n ­ pxler espiritual, bendiciendo la obra salvadora de Ita­ ciones extranjeras, que las garantías internacionales
que esta g r a n cuestión era el asunto más grave que sensatamente buscó la del mismo Pío IX, creyendo en lic. Y para prusba y demostración de la sinceridad de ofrecidas á las Potencias católicas en reemplazo del po­
podía ocupar la atención de una Cámara en este s i ­ sus vanos delirios que iba á hacer del Pontificado Ro­ SUÍ afirmaciones, escribió en el Estatuto interno y en der temporal son una ley de orden interior italiana va­
glo, abrigo la confianza de que no ha de faltarme la mano un instrumento de demolición contra los altares la ley internacional de garantías, y consignó en sus riable al capricho de un Gobierno, de una mayoría, y
benévola atención de esta Cámara, que aunque blasona y los Tronos. La Casa de Saboya la buscó como en otros netas diplomáticas á las Potencias extranjeras, que los de una ley que reduzca la condición del Jefe espiritual
de liberal, no ha renegado aún de sus títulos de católi­ tiempos habia buscado la de Francia ó de España, la íTse^ífices Romanos seguirían gozando en Roma de los de todos los católicos á la precaria condición del últi­
ca y de monárquica. del Papa ó de los Emperadores, según cuadraba á sus * i n o r e s , preeminencias, libertades y privilegios con­ mo subdito italiano.
Y si á esto se a g r e g a que es una Cámara española instintos de dominación y engrandecimiento familiar, cedidos á los Soberanos reinantes. ¡Ah señores! ¡Si esto ha do pasar así, vale más que
además, confío aún con mayor motivo en obtenerla, á sus ambiciosas aspiraciones. i ¿Y cómo cumplió Italia estas promesas? ¡Ah seño­ seamos francos y arrojando el grito del paganismo re­
porque al fin y al cabo, y sea la que fuere mi escasez ¡Alianza verdaderamente monstruosa y criminal; rac! Aquella Nación, aquel Gobierno, siguiendo su p o ­ nacido exclamemos chr istianos: ad leones, y enseñemos
v
de medios al defenderla, la cuestión de que me voy á alianza por ambas partes de mala fó, y que solo era lí lca constante y tradicional de no tener palabra mala á la Iglesia de nuevo el camino de las Catacumbas y
ocupar, el asunto á que me refiero gira como un eje leal, eficaz y sincera, enfrente de la víctima predesti­ ni: obra buena, apenas se apoderó de Roma empezó esa del Circo!
entre los dos polos de nuestras grandezas, evoca dos nada; alianza que nos presenta desfilando en el som­ bTára de violencia y de opresión que motivó el dilatado Y aquí empieza la falta del Gobierno español á sus
figuras, personificación de nuestras más augustas glo­ brío cuadro de la historia aquella fantástica procesión cmtiverio del sucesor de San Pedro. Al despojo del Papa más elementales deberes.
rias: de un lado, la religión católica de que fuimos los que abre Víctor Manuel llevando el estandarte revolu­ siguió el despojo de la Iglesia, los atropellos de los El Gobierno del Rey Católico de la Nación española
apóstoles y soldados en el universo mundo, y de otra cionario; detrás de Víctor Manuel, Garibaldi, convertido Oi.­ispos, la supresión de las Ordenes religiosas, el des­ en presencia de estos acontecimientos, ¿qué fué lo m o ­
parte, Italia. ¡Italia! ¡La señora de nuestros pensamien­ en gonfaloniero de la cruz de la Casa de Saboya; detrás p e o de las congregaciones, la incautación de los cole­ nos que debió hacer? ¡Ah señores! Tres caminos se le
tos en los dias de nuestra mayor grandeza! ¡El polo i n ­ de Garibaldi, Cavour fundiendo la bala de Aspromonte, gios, la corrupción de la enseñanza, el libertinaje de la presentaban al Gobierno: el camino de las temeridades
móvil de nuestros misteriosos destinos; el pedestal de y á Mazzini detrás de Cavour afilando el puñal de Pas­ p a n s a , los pasquines impíos y las caricaturas sacrile­ generosas; el camino de las abdicaciones cobardes, y la
nuestras hazañas; la hermosa cautiva por cuya liber­ sanante. gas y obscenas, la profanación de los templos, las apo­ senda que debió emprender, el camino real de la digni­
tad y rescate desenvainamos el acero contra turcos, teosis de los malhechores ó impíos, los ataques á los dad y de la prudencia.
No; la unidad italiana, rechazada por la geografía y
germanos y franceses; para cuyo solaz y recreo con­ clérigos, y toda esa serie de medidas odiosas que han
por la historia de esta nueva Nación, no ha podido ser ¿Qué debió hacer el Gobierno en esta ocasión? Yo no
vertimos en un lago español el mar Mediterráneo que le^jitiado la indignación de los católicos y de los libe­
el ideal de la Revolución que proclama la República le pido locuras, yo no le pido imposibles, y locura i m ­
la baña, á cuya entrada, apoyada en el Peñón de Gi­ rales sinceros de todo el orbe: medidas que llegaron ya
federal como la fórmula definitiva de sus aspiraciones posible seria que yo esperase de este Gobierno y de esta
braltar, se herguía España como un guerrero apoyado á tu colmo con la presentación de aquella ley llamada
sociales, ni el ideal de la Casa de Saboya que ha e n ­ mayoría que se convirtiesen en cruzados de la Santa
sobre su espada, centinela vigilante del Estrecho! coidi'a abusos del cler o, que obligó á lanzar aquel \ay\
tregado al extranjero la Saboya y la Niza, la cuna y el Sede; pero si no esto, que acaso las circunstancias le
No me levanto, sin embargo, á tratar la cuestión de al prisionero del Vaticano en aquella alocución m e m o ­
sepulcro de su familia, su histórico solar y la llave de impidan, ¿qué fué lo monos que debió hacer? Pues lo
Roma en toda su vastísima extensión y en todas sus in­ ralle que fué como el estampido del cañón, en que pe­
los Alpes italianos. menos que debió hacer el Gobierno fué indignarse por
numerables fases. La cuestión de Roma está resuelta ya. di£ socorro la nave de la Iglesia amenazada por la tem­
No; la unidad italiana no ha sido más que el cebo p e r a d ; alocución tristísima que halló tanto eco en los los infames atentados de Roma; manifestar su extrañe­
La necesidad y la conveniencia de que Roma, la capi­ del lazo que tendieron tres hombres de Estado m u y comezones generosos de Europa, que Italia misma r e ­ za al Gobierno italiano porque no pudo ó no supo, ó no
tal del catolicismo, sea la corte del Pontificado, es una Intrigantes y hábiles en los recursos de la política flo­ trocedió asustada; alocución cuya síntesis era que la quiso impedirlos, demostrando así que no se basta á
verdad definitivamente allegada ya al tesoro de las ver­ rentina á la buena fé de todo el mundo, y en el que lj&sia de Dios padecía violencia y persecución en Italia, garantizar la independencia del Soberano espiritual de
dades históricas evidentes, patrimonio de la civiliza­ solo cayó el águila imperial aterrada por la explosión los catódicos españoles; negociar con las Potencias c a ­

Ш
ción europea; ha ascendido á la categoría de axioma гl Vicar io de Cr isto no gozaba de liber tad ni del tólicas para buscar de común acuerdo la manera eficaz
de las bombas de Orsini y atraída por el reclamo e n ­
político y social; y la palabra y la pluma de los g r a n ­ ', zno y expedito de su poder . de .prevenir la continuación del estado achual d e j a ^ c o ­
gañoso de la alianza inquebrantable de la dinastía de
des pensadores modernos, campeqnes de este principio,,ir Gimieran,itaáior T. consecuente, con su política ,
¡sas; y ¡¡^uT amU r"protem'atí'do"cont'fá esa nueva preten­
Víctor Manuel.
secucion, lo negó, como ha negado todo lo que sión del^ Gobierno de Italia de convertir en ley interior
^ nan uejauu ía voz á los súéesos'fy ellos hablan | Y la prueba de lo que os digo la tenéis en que con­ tomos ido viendo realizado en la historia. Negó lo que
seguidos sus fines, arrebatados sus dominios al Jefe afirmaba solemnemente Pío IX; pero Dios no ha queri­ la ley internacional de garantías.
con acentos irresistibles. Los infames atentados come­ ¿Y qué hizo el Gobierno español? ¡Ah señores! La
tidos por las hordas de la revolución la noche del 1 2 j supremo de la Iglesia, arrojando ya ambos la m á s c a ­ do que los restos del g r a n mártir de la revolución d e s ­
ra, olvidaron el amor que juraron á sus antiguos idea­ cendieran definitivamente al sepulcro sin que el G o ­ Providencia en sus inescrustables designios ha p e r m i ­
de Julio en Roma, á ciencia y paciencia del Gobierno ¡ tido que se desarrollaran simultáneamente dos hechos
italiano, con los sagrados restos del g r a n Pontífice de les. ¡Italia, señores, Italia, que la revolución habia bierno mismo confirmase plenamente aquellas palabras,
ofrecido como perpetuo solar á la a u g u s t a Casa de Sa­ y la noche del 1 2 al 13 de Julio, noche triste para los que se prestan á un dolorosísimo paralelo.
la Edad moderna, son el discurso más elocuente que
se ha pronunciado en defensa del poder temporal en el boya, como fiel aliada á la dinastía de Napoleón, como católicos del universo, noche de baldón para Italia, Cuando el mundo católico conoció los sucesos van­
trascurso de este siglo. hermana y compañera á la Francia, cumplió sus solem­ cuando en vez de tributar á los sagrados restos del dálicos de Roma, lanzó un grito de horror y de in­
nes ofrecimientos asestando el puñal regicida al hijo gran Pontífice los honores Regios que le concede la ley, dignación, al que respondieron como un eco todos los
No temáis, pues, Sres. Diputados, que tendiendo el
de Víctor Manuel, abandonando en la hora suprema de se los trasportaba como clandestinamente, á deshora, corazones cristianos del U niverso. En España ese g r i t o
vuelo de mi razón con las alas de mi fantasía por las
Sedan á la dinastía napoleónica, y respondiendo á las de noche, porque á la luz del sol solo pueden celebrar­ resuena aún, y el vapor y el telégrafo no descansan
regiones de la filosofía y de la historia, evoque aquí la
reclamaciones de la Francia republicana con motivo se las apoteosis de Mazzini cuando los católicos y el llevando á Roma el testimonio del dolor de millares de
interminable serie de títulos que, basados en las g r a n ­
de las cuestiones de África, con el delenda est Car thago verdadero pueblo romano, amantes de sus Soberanos católicos españoles. En el clamor de esta protesta u n i ­
dezas, en los beneficios y las glorias de largos siglos
de sus tribunos! Pontífices, noticiosos de la traslación acudieron presu­ versal no podia faltar la voz unánime del episcopado
y muchas generaciones, abonan los derechos de la r e ­
Y mientras la revolución declara todavía á la I t a ­ rosos á alfombrar el suelo de flores y á acompañar en español, y á su frente la voz a u g u s t a del Primado de
ligión, de la Iglesia y del Pontificado á la Ciudad eter­
lia ir r edenta y vuelve la vista al federalismo cantonal devota y piadosa procesión, entonando sagradas o r a ­ las Españas, el Cardenal Arzobispo de Toledo. Y no fal­
na!, ¡á Roma!, la de los inmortales destinos!
buscando en él la resurrección de sus antiguas glorias ciones, los inmortales restos de Pío IX, una turba soez, tó; antes bien, en una alocución nobilísima, en una pas­
No. Es más modesta mi misión y más doloroso mi
y grandezas que no encuentra personificadas en ese gi­ una horda de foragidos, vil instrumento de las socie­ toral modelo de elocuencia y de persuasión cristianas,
empeño. Me levanto, Sres. Diputados, á pedir cuenta al
gante mal conformado, agobiado de cargas y de t r i ­ dades secretas, extranjeros los más de ellos, escapados recogió del suelo la bandera del honor católico espa­
Gobierno de S. M. por haber faltado á su puesto de
butos, de miembros desproporcionados y enfermos, de de presidio la mayor parte, asaltaron la piadosa comi­ ñol, abandonada en mal hora por el Gobierno, y la t r e ­
honor de Gobierno del Rey Católico de la Nación espa­
cabeza colosal y apoplética, que lleva sobre sus sienes tiva, la insultaron con canciones y con blasfemias, la moló con vigor sobre su cabeza.
ñola, comprometiendo por este abandono los altísimos
intereses que le estaban encomendados. la amenaza constante de Dios y mal segura la Corona profanaron con inmundicias y obscenidades, y delante Bajo sus pliegues gloriosos nos acogimos todos, los
Porque no hay que hacerse ilusiones, Sres. Dipu­ improvisada de Italia­, la Casa de Saboya, la libertado­ de la misma policía del Gobierno italiano, que más pa­ Obispos, el clero y todos los fieles, haciendo nuestras
tados; que ya no se trata de cuestiones que se podian ra de Milán, la salvadora de Venecia, la fautora de la cru­ recía puesta allí para escoltarlos que para prenderlos, sus palabras y aspiraciones, y prontos á m a r c h a r á su
llamar interiores, aunque en realidad no lo fuesen por zada contra i tedeschi solicita humilde la entrada en la escupieron al rostro de los Príncipes de la Iglesia y á sombra á donde quiera que nos llevase para mayor
estar ligadas con la religión, el derecho, la justicia y santa alianza de las Potencias alemanas, y escoge para las ilustres damas romanas que iban recitando sus o r a ­ gloria de Dios y bien de la Patria. El Gobierno recogió
la libertad en el mundo. Ya no se trata de la indepen­ presentar el vastago Real de la Monarquía italiana al ciones, apedrearon y apalearon á los pacíficos acompa­ entonces el fruto de su inacción, y aun mismo tiempo
dencia, de la libertad, ni siquiera de la unidad italianas, pueblo italiano, el heredero Imperial de los antiguos ñantes, y se propusieron, y acaso hubieran conseguido se encontró con dos peticiones: por un lado una recla­
tan íntima y estrechamente ligadas con el equilibrio opresores y de los eternos dominadores de Italia. sin ©1 heroico sufrimiento y la pasiva resistencia de mación del Gobierno italiano, que queriendo convertir
europeo, el derecho internacional, la libertad religiosa No; me basta con recordaros para mi intento, que los devotos que acompañaban el féretro, arrojar á las al Gobierno español en sucursal del Gobierno de I t a ­
y la existencia del Pontificado; ya no se trata de arro­ cuando la unidad italiana engendró la unidad alemana, cenagosas ondas del Tíber el glorioso cadáver de Pío IX. lia, exigía una satisfacción­, por otro lado, con una sú­
jar al extranjero del suelo patrio, ayudado por otro ex­ perdiendo Francia como castigo providencial lo que ¡Así se realizan, señores, aquellos idilios pastoriles, plica del Padre común de los fieles, que abrevado de
tranjero también, dándole en pago girones sagrados de habia ganado con la anexión de Niza y la Saboya, con aquellas escenas ar cádicas que nos prometía la revo­ hiél, colmado de a m a r g u r a , pedia al Gobierno del Rey
la Patria; ya no se trata de provocar revoluciones en la pérdida de la Alsacia y de la Lorena, arrancadas de lución como efecto del programa político de Cavour: Católico de España una palabr a de consuelo y de espe­
el seno de Naciones amigas regidas por legítimos Sobe­ entre sus brazos como pena del talion invocando el mis­ libera Chiessa in liber o Statol ¡Así se realizan aquellos ranza.
ranos, para usurparles sus Estados con el protesto de mo principio de las nacionalidades, ante la indiferen­ espléndidos cuadros en que se nos presentaba al Papa Pues bien; en un mismo dia, quizá en una misma
sofocarlas después; ya no se trata de apoderarse de las cia de la Europa, aleccionada por su famosa política de viviendo como u n anciano felicísimo en su palacio y hora, el Gobierno se apresuró á telegrafiar al Gobierno
Legaciones porque estaban abandonadas, de la U mbría no intervención que tanto proclamó en Italia, el Go­ su jardín, más venerado cuanto menos soberano, l l e ­ italiano dándole la satisfacción, y tomó la pluma para
porque estaba demasiado defendida, de las Marcas por­ bierno de esta Nación, aprovechando la desgracia de su gando algunos en su candidez ó sarcasmo hasta p r e ­ escribir una nota negando la palabr a de consuelo y de
que estaban en el camino de Ñapóles, del Patrimonio aliado, en tratos ya con sus mortales enemigos, lan­ sentarnos renovado el lejano cuadro del Rey teniendo esperanza al Vicario de Jesucristo, con lo que quedó
de San Pedro porque era demasiado esplendor para la zando la suprema injuria de la fábula á la frente del el estribo al Pontífice para salir en triunfo por la c i u ­ satisfecho el Gobierno del hijo de Víctor Manuel, y
Tiara, de Roma porque ya no le quedaba más. león moribundo, olvidando todos sus más solemnes dad sobre su hacanea blanca, á imitación de lo que quedó ol Papa en la mayor aflicción.
No; hoy se trata de una cuestión esencialmente in­ compromisos, pisoteando su palabra de honor empeña­ con los antiguos Pontífices de la Edad Media hicieron Señores Diputados, para que no atribuyáis á efec­
ternacional, que cae bajo el pleno y absoluto dominio da á la faz de las Naciones, puso cerco á Roma, ¡la Ciu­ los antiguos Emperadores de Alemania! tos de. narración oratoria la acusación descarnada y
del derecho público universal. Hoy se t r a t a de la exis­ dad Santa;! asestó sus cañones contra los grandiosos Y el Gobierno italiano hizo más, Sres. Diputados. concreta que acabo de hacer al Gobierno de S. M., voy
tencia misma del Pontificado en la esfera legal. Hoy se monumentos, maravilla del arte y de la historia, de la No contento con no cumplir la ley de garantías t r i b u ­ á leeros estos documentos tan expresivos como breves.
trata de la independencia espiritual y de la libertad Roma de Augusto y de San Pedro; abrió en las m u r a ­ tando el homenaje y los honores soberanos al cadáver La nota contestando á Su Santidad, que pedia una
moral y material del Supremo Jerarca de la religión. llas de la g r a n ciudad la brecha de la Porta Pía, y si de Pío IX; no contento con no haber prevenido ni c a s ­ palabra de consuelo, es la siguiente:
Se trata de la dignidad y hasta de la vida del Vicario la historia avergonzada no registra una nueva página tigado estos desmanes; no contento con que su policía, «El Ministro de Estado al Nuncio de Su Santidad.—
de Jesucristo en la tierra. de barbarie, no se debe á que Italia retrocediera como imitando lo que sus escuadras y sus tropas hacían San Ildefonso 3 de Agosto de 1 8 8 1 . — E x c m o . Señor.—•
Hoy se trata de que Italia resuelva el g r a n proble­ Atila ante la majestad del Vicario de Dios; se debe á en otras ocasiones con Garibaldi, escoltase más que Muy señor mió: He recibido la circular que por órd
m a que ha prometido resolver al destruir el poder t e m ­ que el inmortal Pío IX, atento á la voz angustiada de persiguiese á los criminales, escribe una circular i m ­ de S. E. el Cardenal Jacobini, Ministro Secretario g g 0 8 9 8 0 9 S 8 £
poral que el derecho y la historia habían consolidado su corazón, cediendo en su legítima resistencia, no prudente en la que, á semejanza de Nerón, que acusaba Estado de Su Santidad, me ha trasmitido V. E., diii
de consuno para defensa y sosten, para baluarte y ga­ quiso señalar con una catástrofe en la historia la r u i ­ á los cristianos de haber incendiado á Roma, á la que gida á. todas las Potencias con motivo de los lament|
rantía de tan sacrosantos intereses, fundamento de la na del poder temporal y la entrada de los nuevos b á r ­ habia puesto fuego por su mano, acusa á los católicos bles sucesos que en la noche del 1 2 próximo pasa
civilización europea. baros en Roma. maltratados, de ser los autores de los desórdenes y los tuvieron lugar en Roma.
Italia al destruir por medio de la violencia y la r a ­ ¡Ah señores! ¡Si para cohonestar este acto cínico de promovedores de los escándalos do Roma, teniendo que El Gobierno de S. M. Católica, que ha hecho sab|
piña aquella institución tradicional y necesaria para fuerza no se cuidó ya de buscar ni le fué dado hallar sufrir el mentís de los propios tribunales italianos. á Su Santidad, por conducto del embajador del R'
el reposo del mundo, ha tomado á su cargo, ha echa­ al Gobierno italiano ni el pretesto de una asonada i n ­ Y mientras, con una audacia sin ejemplo en la his­ el sentimiento que le ocasiona todo aquello que pue
do sobre sus hombros la tremenda responsabilidad de terior, ni de una ocupación extranjera, ni la sanción toria, pretendía que los Gobiernos de Europa sellasen afligir el ánimo del Santo Padre, aprovecha esta OCÍ
mantener en todo su altísimo prestigio la independen­ siquiera de un plebiscito; pues Dios, en sus designios los labios de los Prelados católicos ante estos atrope­ sion, sin embargo, para reiterar á V. Erna., con motiva
cia y la dignidad del Padre común de los fieles, y no impenetrables, no ha querido esta vez que el hecho llos, toleraba en Roma, á las puertas mismas del Vati­ de este triste suceso, el profundo respeto y la alta con­
hay que olvidar ahora, ni hay que olvidarlo jamás, que violento del despojo encontrase un velo que le sirviera cano, manifestaciones sacrilegas, y esos meetings es­ sideración que tiene por el Padre común de los fieles.
Italia es responsable de esta custodia y del desempeño de cendal para encubrir su desnudez absoluta; para cal­ cándalo del mundo civilizado, en que en medio de las Pero necesita armonizar su filial adhesión á la Igle­
de este cargo ante el tribunal augusto de todas las Na­ mar la soberana inquietud que la destrucción del p o ­ mayores blasfemias se excitaba á las turbas á tomar sia católica con deberes que las leyes internacionales
ciones católicas del U niverso. der temporal iba á difundir en el mundo, rompiendo por asalto la Bastilla del Vaticano para arrojar al Papa imponen á los pueblos entre sí, deberes que el Gobier­
No evocaré, Sres. Diputados, para probaros esta el equilibrio europeo y una de las bases fundamentales al Tíber; manifestaciones impías á las que se adhería no español respeta y cumple como el que más, sin que
tesis, las etapas (Jél, itinerario de Turin hasta Roma, del derecho público de la cristiandad, sometiendo á la esa ruina sin majestad, ese viejo que ha llegado á la por esto deje de profesaj la más alta veneración por
el augusto Pontífice que hoy rige los destinos del quién, os reís. ¡So os habeksreido solo de mí, die l a l g l e b a s por Dios para depositarla de las llaves deesa arca derruían, cuando la guerra civil y las insurrecciones
catolicismo. Aprovecho, etc —El Marqués de la Vega sta y de Napoleón, de Guizot y de Thiers; os habéis santa de la ley, en que se custodian e l porvenir, la amenazaban á la Monarquía española, el Ministro de
de Armijo.» reído del mismo Napoleón III y sus Ministros que lo grandeza y la gloria de las Naciones latinas. Estado de S. M. la Reina Doña Isabel II, cuyo nombre
(Terminada la lectura, se escuchan muestras de apro- declararon en las Cámaras; os habéis reido del mlsmjo ¡Que por algo, señores, por algo, cuando la barbarie llevo como pesada carga sobre mis hombros, dirigió
bación y aplausos, y voces de \muy bien] en la mayoría Gobierno italiano, de Visconti Venosta que To dijo «¿a germánica y el fatalismo oriental pusieron en tela de aquella célebre nota diplomática á las Naciones quro-
de la Cámara.) su circular* ¿el mismp Se. Masques de l a Vega de juicio lo mtsyio que hoy se ventila, la existencia del peas reivindicando para España el derecho, que le fué
Ahora veréis, Sres. Diputados, porque os apresu- Arinco cnunde el reconjcipiiento del Reino de Italia. Pontificado, l a Proridejipéa ci£ó c#n la Corona Imperial universalmente reconocido, de velar por el Pontifica-
ráis con una impaciencia demasiado febril á felicitar Hasta es habéis reidor de Sagasta, que ha puesto su fir- de Garlo-Magno las sienes del nieto ele los Reyes Ca- do, excitando á las Potencias católicas á reponerlo so-
al Ministerio; ahora veréis el contraste profundo que ma al pió de un documento en que se dice que la in- tólicos, para que en aquella universal defección, E s - bre su Trono de una manera perdurable, y organizando
ofrecen estos peros y estas restricciones con el len- dependencia de la Santa Sede, por ser la religión ca'- paña, en vez de abandonar á la religión como todos, por fin aquella expedición militar que reverdeció nues-
guaje franco y resuelto que ha tenido este Ministerio tólica la religión de los españoles, interesa á España lo abandonase todo para consagrarse á su defensa, y tras antiguas glorias en Italia y que mereció ser b e n -
con el Gobierno italiano. r l
como cosa propia; os habéis reído, en fin, de todos los volviendo la espalda al África á donde la llamaba un se- decida por Su Santidad bajo los históricos muros de
«El Ministro de Éeta¿o al Siubs§« retarlo de Esta* hombre* de Estado oontempoíáneos, que todos lo han creto Jpstinio Qaturjí^ el gjifo de la tradición y la (Saeta. Y por&lgo famblen, sfeñores, 'cuando una situa-
do.—Telógrama.-^San Ildefonso 3 de Agosto.—Sírva- declarado así en una porción de notas qué aquí traigo voz de sus grandes tiombre» da Estado, y-volviendo la ción de que eran miembros larpartaates los más i m -
se V. E. trasmitir el -siguiente telegrama al ministro y que os leeré, si queréis, para vuestra ilustracionjy espalda á Americ* que se Jevantaba virgen del seno de portantes, .miembros de esta situación, cuando después
plenipotenciario de España en Italia y al de Italia en recreo. los mares, brindándole nuevos horizontes en inexplo- de resistirse á ello por mucho tiempo se decidieron al
Madrid: ¡Cuestiones políticas ajenas al sagrado ministerio radas regiones en que trasplantar en todo su auge su fin á reconocer el Reino de Italia (que entonces no com-
«El Consejo de Ministros resolvió ayer que V. E. de un Prelado español! ¡Por Dios, Sxes. Diputados, que civilizado» portentosa, ¡paladín de la Iglesia y caba- prendía á Roma, antes bien comprendía la palabra de
manifieste el disgusto con que ha visto que un Prelado la objeción es donosa! Traéis aquí leyes que atacin llero de Cristo! gastase sus tesoros, derramase su san- honor de respetarla) tuvieron buen cuidado de consig-
español se mezcle en cuestiones políticas ajenas á su esencialmente los fundamentos de la religión y los de- gre é ilustrase los nombres de sus mayores capitanes nar en notas diplomáticas y en sesiones solemnes, que
sagrado ministerio.»(Muypien e?i la mayoría.)
t rechos de 1« Iglesia: se levanta un Obispo á protestar en aquella serie de gloriosas hazañas en que derrotó á el recoDoclmtanto del Reino de Italia no significaba la
Confía en que esta franca manifestación, y la sin- en una pastoral, ó inmediatamente decís: esa es uta los germanos, como en Albis, y deshizo el poder inven- aprobación de lo hecho, que solo significaba la reanu-
ceridad con que se propone sostener sus deberes inter- cuestión política; pero se levanta un Diputado á c o i - cible de los turcos como en la más alta ocasión que vie- dación de relaciones diplomáticas, con el objeto espe-
nacionales con el Rey y el pueblo italiano, con los batirlas aquí, y de seguro decís: esa es una cuestión ron los siglos pasados y presentes y que verán los veni- cial y principal de este reconocimiento, de poder velar
cuales desea estrechar más cada dia, si es posible, sus religiosa. Apuesto algo á que los señores que me van á deros. (El Sr. Castelar: ¿Y el saco de Roma?) mejor y con mejor resultado por el poder temporal del
relaciones amistosas, le" hará ver efectivamente en e s - contestar, tanto del banco de la Comisión como del banco El Sr. Castelar me acaba de hacer una interrup- Papa y por la independencia espiritual de la Santa
tos actos la prueba más eoncluyente de' sus verdaderos azul, han encabezado sus apuntes diciendo que mi de- ción que le agradezco grandemente, y creo que la ha Sede.
sentimientos. (Muy bien, muy bien, aplausos en la ma- curso es un sermón y que yo he convertido la Cárnea de agradecer también la Cámara. En esta ocasión, la Y. toca, por último, Sres. Diputados, a l honor polí-
yoría.) en un Concilio. No, señores: esta es una cuestión com- interrupción del tribuno de la democracia me ha sido tico de S. M. el Rey Católico de España, de que es r e s -
Es decir, Sres. Diputados, sobre todo los que pleja, sumamente compleja, y es de hombres de Est-odo algo más grata, aunque también m e lo han sido m u - ponsable su Gobierno, porque la historia, que aprecia
aplaudís, es decir que para vosotros, católicos, y para mirar las cuestiones desde arriba, viéndolas por toijbs cho, que las interrupciones de la mayoría. Cuando -se las cosas en su conjunto y que procede por grandes
el Gobierno, el. Jefe de vuestra sagrada religión, el So- los lados, y no dejarse fascinar por una ni otra faz ie tiene la talla que alcanza el Sr. Castelar; cuando se síntesis, trazará algún dia un dolorosísimo paralelo,
berano espiritual de los católicos españoles, es más in- la cuestión. Sí; es cuestión política, porque en la esftra tiene su inimitable palabra, su soberana elocuencia; porque nos presentará con tintas lúgubres aquellos dias
significante, tiene menos importancia que un Obispo política se resuelve; pero ¿qué duda tiene que es CJa cuando se tiene la gran autoridad que presta un nom- de universal defección y de verdadera desgracia para
español para el Gobierno italiano; es decir que para el cuestión religiosa y además internacional, con la ctal bre tan respetado como el suyo, paréceme que al diri- el Rey y los suyos, cuando abandonado de todos no te-
Gobierno de la católica España, la independencia, la están ligados todos los intereses universales de la religan girse á un oscuro y modesto discípulo de S. S. como nia piedra en que reclinar su cabeza, y mientras la
libertad, la dignidad y la vida del Supremo Jerarca de y los religiosos de las Naciones? Por eso le damos taita yo, no habia de buscar una de esas objeciones, una de Casa de Saboya pagaba el reconocimiento del Reino de
la religión que profesamos la inmensa mayoría de los gravedad, y por eso tiene de suyo tanta importancia. esas interrupciones que anonadan el ánimo y que d e - Italia enviando -un miembro de su dinastía á ocupar
españoles, es un asunto de orden interior italiano, y la Para probar al Sr. Ministro de Estado que el Go- jan verdaderamente suspenso al que tiene que contes- el Trono español, el Pontífice Pío IX, á pesar de que en
pastoral de un Obispo español, dirigida al clero y á bierno faltó y que faltó S. S. al no reclamar en la me tarlas. Permítame, pues, la Cámara, ante todo, dar gra- España habla encendida una guerra de religión, cu-
los fieles de su diócesis, es un asunto internacional. Es conveniente del Gobierno italiano, le voy á hacer lo que cias al Sr. Castelar por la naturaleza de la interrup- yos sostenedores principales no eran partidarios del
decir que para vosotros, hidalgos españoles que no po- se llama un argumento ad hominem. ^ ción que me ha dirigido, puesto que e s de aquellas que Rey, le acogía en Roma con todos los honores de So-
déis haber renegado de las gloriosas tradiciones de al- Como la revolución es siempre la misma, cuaido con un solo soplo están contestadas. Doy gracias á S. S. berano.
tiva independencia del pueblo español, enfrente de un para celebrar el 25.° aniversario de la exaltación al porque en lugar de una interrupción que me aplas- Y en cambio nos presentará otro dia en que al
anciano, solo, inerme, cantivo, usáis un lenguaje de Trono Pontificio de Su Santidad Pío IX iluminó el ca ó- tara á sus pies, me ha proporcionado un pedestal para trasladarse los frios ó inanimados restos del gran Pon-
desden, y enfrente de un Gobierno poderoso y fuerte no llco pueblo de Madrid sus casas, una turba de sicarios poder contestarle. tífice desde una tumba á otra tumba, desde el Vaticano
sabéis encontrar una sola palabra de dignidad, una (así como la de Roma) apedreó los balcones, y aunqu» él ¡El saco de Roma, Sr. Castelar! Pues qué, ¿he de á San Lorenzo, fueron asaltados y profanados por tur-
sola palabra de entereza. (Aplausos en la minoría con- Gobierno hizo prisiones y detuvo á los criminales,, »u contestar en serio á esta interrupción de S. S.? Pues bas que, sin que lo impidiese el Gobierno italiano,
servadora. Protestas en la mayoría.) señoría presentó esta proposición, cuyos términos taita qué, ¿cabe que el Sr. Castelar, que me conoce tan bien quisieron arrojarlos al Tíber, sin que el Gobierno res-
. ¡Satisfacciones al Gobierno italiano! ¡Ah señores! analogía tienen con algunos de los motivos de la en- como yo le conozco á S. S., que sabe que en Acade- ponsable del ahijado de Pío IX haya tenido una palabra
¿Qué diríais de un hombre que en vez de consolar á su mienda que yo sostengo. mias, en Ateneos, en periódicos y en revistas estamos de reprobación contra las turbas asalariadas que lo co-
madre atropellada, se apresurase á dar satisfacciones No es mi ánimo (lo declaro francamente) mortificar discutiendo todos los dias estas cuestiones, cabe que metieron, ni contra el Gobierno que lo toleró, porque
al que la atropello, por los lamentos que el dolor ar- á S. S. ni al Gobierno mismo, si digo que el Gobio^o S. S. me ponga á mí en el caso de explicar el Cristus no supo, ó no quiso, ó no pudo impedirlo.
rancase al corazón de sus hijos! (Aplausos en la minoría contra quien presentó S. S. su proposición estaba pre- de esta cuestión tan común, tan debatida, tan vulga- Y dicho esto, Sres. Diputados, nada m e resta y a
conservadora.) sidido como el actual por el Sr. Sagasta. rizada á fuerza de discutirla? ¡EL saco de Roma! Pues que añadir. Únicamente permitidme, por aquello de
Siento, Sres. Diputados, que vuestros aplausos y Decia la proposición del Sr. Marqués de la Vegade qué, ¿quiere comparar S. S. umacto de guerra cometí- que del adversario el consejo, que ruegue al Gobierno
sonrisas me hayan hecho abandonar el tono sereno Armijo: «Pedimos al Congreso se sirva declarar q— ha do por una soldadesca desenfrenada, compuesta en su de S. M. que tome otro camino; que crea que es otro
y reposado de mi discurso, que no quiero en m a - sabido con indignación los sucesos que han tenido lu- mayoría de lazquenetes protestantes hambrientos y sin el papel que le toca representar á España en estos s o -
nera alguna que sea un discurso tribúnico (que soy gar en la noche del 18 de Junio en Madrid por turbas pagas (y esto sí que es también tradicional en España), lemnes momentos, tratándose de una cuestión de tanta
por otra parte incapaz de pronunciar), ni un llama- desenfrenadas, allanando los derechos que la Consti- y que porque le niegan las pagas ofrecidas entra 4 to- gravedad ó importancia; que recuerde que, mante-
miento á las pasiones, aun á aquellas más respetables, tución garantiza, sin que la autoridad, que había pro- marlas por derecho de conquista; acto de guerra que niendo sus derechos con dignidad, hará más por sus
pues el objeto de mi discurso es triturar entre las gar- metido reprimir en el acto y con mano fuerte cualquier cuando llegó á noticia de Carlos V, le contristó de tal propios intereses que transigiendo con abdicaciones y
ras de la dialéctica las notas de ese Gobierno, para ver exceso por estar para ello preparada, haya cumplídé^su modo que mandó suspender las fiestas que se estaban alentando con ellas la manía suicida de los Gobiernos
qué pensamiento se oculta en ellas, ó si con todo el misión para que no queden impunes semejantes escVt- celebrando por el nacimiento del Infanta D. Felipe, ha- italianos. Sí, Sr. Ministro, créame S. S.; otro es el pa-
respeto que S. S. me merece, no hay en ellas, fuera de dalos.n Y eu el elocuentísimo discurso (yo le oí)'\ae ciendo en su lugar rogativas por la vida del Papa? pel que corresponde á S. S., y mayor el servicio que el
la debilidad, más que el más absoluto vacío. . S. S. pronunció aquella noche, que por cierto se lls»nó (Risas.) No sé de quién os reís, si es de mí ó de la his- Gobierno puede prestar, no solo al catolicismo y al Pon-
¿Cuáles son las razones, Sres. Diputados, qae alega de los miserables, calificaba S. S. el discurso del Sr. ka- toria: si es de mí, no tengo nada que decir; si es de la tificado, no solo al pueblo español, sino á la misma Na-
el Gobierno para su diferente modo de obrar £n estos gasta, que por cierto era un discurso en que estjivo historia, os compadezco. , ción italiana. Si las circunstancias han cambiado tanto,
dos casos respectivos? Para negar a l Santo Padre el mucho más explícito que ha estado en s u circula* el La historia, Sres. Diputados, y no me refiero á la | que no está en manos del Gobierno español reivindicar
COnslív/u / la esperauxa que it> puitia. cica ntc^/t/irco »n- - blstnrja nrosyesista (Risas), la historia, Sres. Dlputa- | altivamente nuestros derechos como lo hicimos en otros
ternacionales. Para conceder al Gobierno la satisfac- nados, y decia S. S. «que cuando el Gobierno no gamili-] dos, ha dilucidado, como' es"~naturaT, eser asunto naju
;

ción que le reclamaba: que el Arzobispo de T0ledo se tizaba los derechos de la Constitución, no se le podía lia* , toda clase de aspectos, con toda clase de armas al ser- más Potencias católicas para poner un fin aTTán iñdíg-^ 7
mezclaba en cuestiones políticas, ajenas á su sagrado mar Gobierno de España sino Gobierno de Berbería.» Y vicio de toda clase de pasiones. La Europa protestante no cautiverio; aconseje S. S. al mismo Gobierno italia-
ministerio. anadia S. S. «que el no haber podido evitar el Gobier- entera, que llamaba á nuestros Monarcas los demonios no, convénzale de que para él no habrá tranquilidad
¡Cuestiones internacionales, Sr. Ministro! ¿Me quie- no aquellos sucesos, era un argumento terrible, porque del Mediodía, que no nos puede perdonar que hayamos posible mientras no resuelva esta cuestión; hágale ver
re decir S. S. qué cuestión internacional hay aquí, es condición ineludible de los Gobiernos débiles qué no sido el brazo derecho de la Iglesia en aquel cataclismo; que Roma, destinada ab eterno para capital del orbe
como no sea la independencia del Pontificado? ¿Qué puedan evitar semejantes acontecimientos; es necesa- de la Reforma, habia explotado bastante más que en católico, no puede ser la capital del Reino de Italia;
ley internacional hay aquí, fuera del derecho publico rio gobernar como lo exige la opinión, ó dejar el banco este momento el Sr. Castelar y que vosotros con vues- aconséjele S. S. que preste atento oído á la voz del ca-
y de la ley de garantías? ¿No es un asunto internacio- azul;» y acababa S. S. «aquí están los que denuncia* la tras sonrisas aquel argumento; y cuando todos los e s - tolicismo universal,, á la voz de los verdaderos italia-
nal la soberanía del Pontífice, cerca del cual mantene- violencia, allí los que disculpándola la sostienen; acabe- critores, lo mismo los católicos, que los protestantes, nos, á la voz de sus propios amigos, nuestros más a r -
mos embajadores? mos todos unidos con lo que deshonra á nuestra Páttia.ií que los racionalistas, que la voz de la historia, salien- dientes adversarios. Hágale oir la voz de algunos
¡Las leyes internacionales! ¡Ah señores! Cuando se Ahora era la ocasión de uno de esos nutridos aplau- do del fondo de los archivos á través del polvo enne- italianísimos que por conducto del Times, el órgano
trataba del reconocimiento del Reino de Italia, para sos de la mayoría. grecido de los pergaminos, os manifiestan que el saco antl-papista del protestantismo inglés, le muestra el
hacer este reconocimiento se alegaba la conveniencia Pues, Sr. Ministro de Estado, el Papa no pedia á S. S. de Roma no fué más que el hecho violento de una sol- Gobierno del Quirinal acampado, nada más que acam-
y necesidad de estas relaciones internacionales para más que lo que S. S. pedia al Gobierno del Sr. Sagasta. dadesca desenfrenada y sin jefes, que el Emperador no pado entre las ruinas de la Ciudad eterna y combatido
velar con mayor resultado por el poder temporal y por ¿Por qué se lo ha negado S. S.? ¿Va convenciéndose tuvo ni pudo tener parte en ello, ¿á qué viene ahora por dos malarias á cada cual más mortíferas para l a
la independencia del Pontífice, y ahora esas mismas ahora de lo peligrosas que son las compañías non sanc~ esa objeción? Yo quisiera que el Sr. Castelar obtuviera Casa de Saboya, la malaria de las campiñas romanas
leyes internacionales son las que se invocan como los tas. (Risas.) Créame S. S., todo se pega en este mundo, del Rey Humberto, del que ahora parece que se mues- y la malaria del Vaticano; que oiga hasta la voz de
obstáculos que nos impiden velar por este poder y por monos la hermosura. tra ardiente partidario, que haga tanto en favor del ac- sus tribunos, que cuando se olvidan de sus pasiones
ésta Independencia. # No cabe duda, Sres. Diputados; el Gobierno de S. M. tual Pontífice como hizo en favor de aquel el buen anti-religiosas, maldicen el dia que entraron en Roma;
,
¿Cuál era la otra razón, Sres. Diputados? La otra ha faltado á su puesto de honor de Gobierno del Rey Emperador español, mandando ponerle en libertad. y desean como Ferrari la vuelta á Turin, y como el
razón era que la pastoral del Arzobispo de Toledo se católico de la Nación española, abandonando los altos Pues qué, ¿puede comparar el Sr. Castelar la conducta mismo Petruccelli de la Gattina, salir de Roma; que es-
mezclaba en cuestiones políticas ajenas á su sagrado intereses cuya custodia y amparo le estaban encomen- del Emperador dejando libre al Pontífice en medio de cuche los rujidos de la revolución y los vivas al r e g i -
ministerio. ¡Ah señores! ¡Y esto lo acaba de aplaudir la dados. una guerra feroz internacional, con la conducta de los cida, y que medite y considere que no es posible que
mayoría de esta Cámara! ¡No responderán con malas Porque no me podréis negar, Sres. Diputados, italianos que S. S. patrocina, que entran tranquila- puedan vivir juntos en Roma el Papa con el Rey, pues
carcajadas á esos aplausos todos los grandes pensado- que esta cuestión se enlaz* con una serie de cuestiones mente en Roma en medio de la paz, y que como se apo- son como los dos polos contrarios de una batería eléc-
res de la Europa, cuando oigan decir que la cuestión que aterran el ánimo al considerarlas; no me podréis deran violentamente de ella, no tienen necesidad de en- trica, que no es posible aproximar sin que brote la
del poder temporal, que la cuestión de la libertad y de negar que esta cuestión se enlaza principalmente con tregarse al saqueo porque se quedan con todo, mante- chispa, como no es posible que se junten dos nubes
la independencia espiritual del Padre común de los fie- el alma de la civilización europea, con la libertad de niendo durante once mortales años el cautiverio del cargadas de electricidad sin que estalle el rayo.
les son cuestiones políticas ajenas al sagrado ministe- conciencia de los católicos españoles, con la honttr de Pontífice, preso en el Palacio del Vaticano? (Nuevos ru- Hacedfe ver que lo que no hicieron Constantino en
rio de un Prelado de l a Iglesia católica! Es decir, s e - la Nación española, y hasta con el honor político de mores.) Señores, no comprendo el alcance de esta nue- la antigüedad, Carlo-Magno en la Edad media, Car-
ñores, que lo que en todas partes, lo mismo por los S. M. el Rey, de que es responsable su Gobierno. va interrupción, porque digo el Palacio del Vaticano; los V en la moderna y Napoleón en nuestros días, colo-
amigos que por los enemigos, lo mismo por los parcia- No me podréis negar que se enlaza íntimamente pues yo no daria más castigo á los que se rien que de- cando en Roma al lado del Solio de los Pontífices el
les que por los adversarios, lo mismo por los imparcla- con el alma de la civilización europea, porque no de jarles encerrados en este mismo Palacio otros once Trono de lo3 Césares, no lo ha de poder hacer muchos
les que por los indiferentes, se ha considerado como los labios de ningún ultramontano español, sino de años sin salir. (Risas.) Pues qué, ¿no acaba de demos- años Humberto, carcelero del Papa en el Vaticano y
una gran cuestión religiosa, es á los ojos de este Go- labios de un republicano posibilista francés, oí yo en trar la evidencia que no pueden salir siquiera los res- prisionero de la revolución en el Quirinal.
bierno, ó de esta mayoría que lo aplaude, una cuestión cierta ocasión solemne, que cuando la vieja Roma cayó tos de un Pontífice muerto hace años? Aplaudid vos- Desengáñesele, si es que abriga ilusiones en este
puramente política, ajena á los Intereses de la religión ensangrentada y vencida á los pies de los bárbaros in- otros, si os atrevéis, lo que se hace en semejantes oca- punto, que el Papa no transigirá JAMAS con el des-
y al ministerio de un Prelado. vasores, la Iglesia romana recogió el espíritu humano siones. pojo y usurpación de Roma; pues si pudo transigir y
Pues qué, ¿ignora S. S. que toda la cristiandad ha como un pobre niño abandonado que en el pillaje y Y por último, Sr. Castelar, yo espero que S. S., transigió con el despojo y la rapiña de los tesoros ma-
considerado el poder temporal como una cuestión re- saqueo de una ciudad se encuentra próximo á espirar cuando se ocupe de esta cuestión, que no lo hará s e - teriales de la Iglesia, no puede transigir y no transi-
ligiosa? ¿Ignora S. S. que la Iglesia ha declarado que sobre el desnudo seno de su madre degollada. guramente en los estrechos límites de una interrupción girá con el despojo de los derechos que garantizan su
es necesario en el orden actual de la Providencia, que La Iglesia romana lo prohijó, lo educó en el som- del momento, yo espero que S. S. nos trazará á gran - independencia espiritual, y cuya custodia le confió la
el Papa, no pudiendo ser subdito de ningún Rey, tiene brío seno de sus claustros, le enseñó á deletrear á la des rasgos, con su gran elocuencia, la política general omnipotente diestra del Altísimo, y los católicos no
que ¡ser necesariamente soberano? ¿Ignora S. S. que misteriosa luz de la lámpara del santuario, en los c ó - del siglo XVI, en que puso España su sangre y sus te- transigiremos jamás, pues si nuestro nombre es cató-
desde Federico II que escribia á Voltaire que en despo- dices más venerandos de la antigüedad, arrancados por soros al servicio de la Iglesia y de Cristo, siendo fiel á lico, nuestro apellido es romano, y como dijo Montaig-
jando al Papa de sus Estados se acabaría la comedia de su diestra entre las ruinas al incendio, ó inspirándole sus tradiciones en medio del desbordamiento univer- ne, todo cristiano es Príncipe de Roma.
la religión, hasta Napoleón que escribia al Directorio igual horror á las barbaries groseras que á las civili- sal, sin que tal ó cual hecho aislado lo contradiga, Y si eso no les convence, ¡ah! entonces presentad-
que una vez despojada de sus estados la Iglesia trona- zaciones corrompidas, puso la fó en su alma, el honor como no contradice la ola, que se retira después de les el pavoroso y sombrío cuadro de los poderes de la
ría como una máquina vieja; desde Mazzini que se rie en su corazón, la dignidad en su conciencia, y ponien- espirar sobre la playa, el incesante avanzar de la m a - tierra que pasaron por delante del poder temporal c o -
de los que, como vosotros, creéis que esta es una cues- do en su mano la espada de la justicia, le dio posesión rea. (El Sr. Castelar: Ya lo demostraré.) Pues demos- mo las nubes por delante del sol, sin conseguir nada
tión política, asegurando que la ruina del poder tem- del Occidente, roturado, poblado, civilizado por ella trar será, Sr. Castelar: y si bien es cierto que mi res- más que eclipsarlo por un momento. Hacedle ver c ó -
poral entraña la perturbación del poder espiritual, como la sagrada herencia de sus padres, para lanzarlo peto, mi admiración mejor dicho, hacia sus demos- mo pasó el Imperio de Occidente con sus tiranos, el de
hasta Garibaldi que ha dicho que él iba á Roma á ex- después al descubrimiento y á la conquista del nuevo traciones, no corre parejas con el que tengo hacia sus Oriente con sus eunucos y sofistas, el Sacro Romano
tirpar el cáncer del Pontificado, todos han considerado mundo que surgía radiante á su evocación del señó de descripciones, abrigo la esperanza de que al fin y al Imperio con sus legistas y cancilleres, los bárbaros
este despojo como un arma mortífera contra la religión? los mares para ser el eterno patrimonio de sus hijo3. cabo la verdad histórica se abrirá camino, y documen- con sus hordas, los Reyes absolutos con sus filósofos
Y si no le bastan á S. S. estos testimonios de a m i - Menos aún me podréis negar que toca y se relacio- tos hay que ponen con evidencia la verdad al alcance enciclopedistas, y la revolución con su nivel, con aquel
gos y enemigos, interrogue á los indiferentes, y escu- na con la libertad de conciencia de los católicos espa- ya de cualquiera. nivel asolador que paseó por sobre casi todos los Tro-
chará al protestante Guizot, que defendiendo á Pío IX- ñoles; porque si toca á mi libertad política la opresión Y sigo con el hilo de mi discurso. nos y casi todos los altares, y que me recuerda el d i -
dice que tuvo que retroceder en la obra de la regene- y el cautiverio de mi Soberano temporal, que legisla Decía, señores, que no solamente esta cuestión es- cho de Macaulay cuando refiere que los árabes creen
ración de Italia cuando se le pidió que sacrificase á sobre mis bienes y que dispone de mi vida, tooa tam- taba íntimamente enlazada con la civilización europea, que la gran pirámide fué construida por Reyes ante-
su unidad, la constitución de la Iglesia católica; y oirá bién á mi libertad religiosa la opresión y cautiverio de que no solo estaba enlazada con la libertad de concien- diluvianos y solo ella logró contrarestar la violenta
la voz de Mr. Thiers que le dirá que la destrucción de mi Soberano espiritual, que legisla sobre los dominios cia del pueblo español, sino también con la honra de inundación del diluvio; porque si cuando sobrevinie-
este poder es nn mal aun mayor que el cisma protes- espirituales de mi razón y sobre los eternos de mi fó, la Nación española. Y después de pintaros á grandes ron las aguas todo quedó sepultado debajo de ellas,
tante, pues aquel solo desgajó ramas, frondosas, es ver- de que es ciudadana mi alma. rasgos lo que habla hecho por ella esta Nación en los cuando desaparecieron y se retiraron, la gran pirámide
dad, pero ramas al fin, del árbol de la cristiandad, No me podréis negar tampoco que toca á la honra grandes dias de nuestra historia, iba á entrar en lo que quedó en pié, mientras las ciudades y los monumentos
mientras la destrucción del poder temporal ataca di- de la Nación española, porque es misión providencial habia hecho en nuestros dias. del mundo antiguo habian desaparecido para siempre,
rectamente al tronco glorioso de este árbol. de su destino, reconocido por la cristiandad y consa- En el año 1 8 4 8 , en aquellas horas aciagas para reducidos al impalpable polvo del desierto.
Aplaudid, pues, y reíos; pero tened en cuenta de grado por la historia, ser una de las Naciones destina- Europa, cuando los altares temblaban y los Tronos se Y hacedle ver, por último, señores, que no es esta
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ó aquella secta, esta ó aquella escuela, la que se pre- Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Y lo vuelvo á de Toledo que se lanzaba á la batalla en las Navas de los puntos suspensivos; S. S. quisiera que empezaran
ocupa de esta situación insostenible; hacedle ver que decir.) Tolosa al frente de los Monarcas españoles; de aquel aquí; pero no, empiezan ahí. (El Sr. Ministro de Es-
es en todo el mundo donde brota la indignación y don- Acremente me censuró el Sr. Ministro de Estado otro Arzobispo de Toledo que clavaba el estandarte tado: ¡Si lo he dicho ya!) Es que lo dice el telegrama
de se preocupan de hallar á tan gravísimos males; efi- porque yo habla dicho que el Reino de Italia no habia episcopal sobre las torres de Granada; de aquel otro y el telegrama firmado por el embajador dice que
caces remedios. tenido ni palabra mala ni obra buena, al decir que ha- Arzobispo de Toledo cuya imagen debió atravesar por «el Papa se encuentra en la mayor aflicción por no
¡Ah señores! qué espectáculo está dando el mundo bia ofrecido á la Santa Sede toda clase de garantías la mente de Mancini al reclamar contra la pastoral haber contestado tadavía V. E. nada á la circular
á la hora presente! Mientras Italia ¡la católica Italia! para defender su independencia y sus derechos, y no del Cardenal Moreno, y que al frente de unos cuantos pasada por la Nunciatura, ni á la nota suya que t r a s -
destruye sus más acendradas glorias, la antigua Hel- habia cumplido ninguna de sus ofertas. Prelados y clérigos españoles derrotó á los tiranos de mití á V. E., relativa á los sucesos del 13 de Julio, ha-
vecia, la Suiza republicana, la patria de Zuinglio y Pues yo, cuando hago una aseveración, Sr. Ministro Italia y reconquistó para el Pontífice el patrimonio de biendo en cambio dirigido un telegrama al ministro
corte de Calvino, envia á decir al Padre Santo que á de Estado, traigo las pruebas. ¿Qué pruebas quiere su San Pedro! plenipotenciario de España, sumamente satisfactorio
la sombra de sus montañas, bajo los ventisqueros de señoría que traiga, de que á las palabras más solemnes No, señores: en ese abandono en que habia queda- para el Quirinal, que han publicado todos los periódi-
sus Alpes, encontrará la libertad y el respeto que se le respondió siempre Italia con hechos contrarios? do la Nación española, no podia faltar la voz del Arzo- cos ministeriales, interpretándolo en un sentido que
niega en la ciudad de las siete colinas. La República ¿Quiere S. S. que traiga las palabras con que decia bispo de Toledo, y no podia faltar, ni tampoco faltó, la lastima á la Santa Sede. El Papa se duele del largo si-
federal de los Estados-Unidos le envia á decir por boca á Europa que perseguía á Garibaldi, para poco des- voz de todo el episcopado español, que en su inmensa lencio de V. E. en momentos en que es objeto de las ma-
de los hijos de los antiguos puritanos, que entre sus pués aplaudirle y aprovecharse de sus conquistas? ¿Quie- mayoría hizo suya la carta-pastoral del Cardonal Mo- yores injurias, agravadas en un meeting celebrado
ciudades maravillosas escoja la que más le agrade re S. S. que traiga las palabras en que ofrecía solem- reno. ayer, en que se ha pedido la supresión de la ley de
para tabernáculo del arca santa de la ley, y si no le nemente que no entraría en Roma, y al mismo tiempo ¡Ah señores! Y esta es casi una cuestión personal garantías y la ocupación de los palacios apostólicos.»
agrada ninguna, que señale entre sus selvas vírgenes, declaraba que solo deseaba entrar en Roma y despojar mia. ¡Con cuánta a m a r g u r a , con cuan profundo dolor . . .Ahora empiezan aquí los puntos suspensivos. ¿Qué
á orilla de sus grandes lagos, á la falda de sus gigantes al Pontífice de sus Estados? Y ahora mismo, en esta he oido al Sr. Ministro do Estado aludir, si bien de un dirían esos puntos suspensivos, Sr. Ministro de Estado?
cordilleras, en sus inmensas praderías, en el corazón cuestión concreta que estamos debatiendo, ¿no sabe su modo indirecto, á la gloriosa jornada del año 1848, ini- Pero no para aquí. A esto contestó el Sr. Ministro de
de los territorios de caza de las pieles rojas, el sitio que señoría que el Gobierno italiano ha declarado siempre ciada por un hombre cuyo apellido llevo! Aludía S. S. Estado diciendo que ya habia dado una contestación,
más le agrade para improvisar una ciudad que sea la que la ley de garantías era una ley internacional, y al año 1848, y llamaba jornada infausta y triste y días aquella contestación que aplaudía como católica la
nueva Roma del Nuevo Mundo! ¡Ya no falta más sino acaba de decir el Sr. Mancini, envalentonado por los de desgracia á aquellos en que la España, recogiendo Cámara; y á esa contestación á que S. S. aludía r e s -
que los zulús, que viven entre los hotentotes y los ca- telegramas de S. S., que es una ley de orden interior sus gloriosas tradiciones, renovaba sus antiguas g l o - pondió otra vez el embajador de S. M. cerca de la Santa
fres en lo más inhospitalario y salvaje del centro del la misma ley de garantías? rias, y sin salirse del camino de la justicia y del dere- Sede que «cumplido el encargo que V. E. me hace en
África, envien á ofrecer al sucesor de San Pedro, al re- Cíteme S. S., yo le reto pública y solemnemente á cho dirigía una nota digna de ser esculpida en bronce su telegrama del 9, el Cardenal Secretario de Estado,
presentante más augusto de la civilización europea, un ello, cíteme S. S. una sola palabra del Gobierno italia- con letras de oro, en la cual hacia presente á las Na- después de consulta especial con el Papa, me ha c o n -
sepulcro para su cadáver, enseñándole con el ejemplo no en todo ese largo itinerario que conduce de Turin ciones católicas la suma importancia que tenia, aun testado que Su Santidad agradece los sentimientos de
del Príncipe Napoleón que allí saben honrar todavía á Roma, que no haya violado al dia siguiente, sin p u - para su bienestar, la independencia del Romano Pon- profundo dolor de S. M. el Rey, del Gobierno y de la
las cenizas sagradas de los muertos! dor, á la faz de todas las Naciones. tífice; nota que sirvió para que las Naciones católicas Nación, por los hechos que lamenta; peroque esperaba...»
Hacedlo, Sres. Diputados, hágalo el Gobierno de El Sr. Gamazo, queriendo escamotear un argumen- reconocieran el derecho de España á velar por la San- Esperándolo está, Sr. Ministro de Estado, y espe-
S. M.; yo se lo ruego en nombre de mi país; no sea que to con el talento que verdaderamente le distingue, co- ta Sede; nota que puso en movimiento á los ejércitos raba algo más que la manifestación del dolor y el des-
si por no hacerlo, la revolución que ya se envalentona nociendo que era demasiado fuerte negar las g a r a n - europeos, que dio origen á la expedición del ejército agrado. No esperaba una política de locura, de a v e n -
con vuestros telegramas, que hace gala y ostentación tías internacionales que cobijan á la augusta institu- español, que hubiera repuesto á Su Santidad en el Tro- turas temerarias y de conflictos internacionales, no. ¿Qué
de ellos en sus circulares, consigue dar cima á su obra ción del Pontificado, y que forman la base del derecho no de que le habia despojado la revolución, si no h u - le pedia la Santa Sede al Sr. Ministro de Estado del
nefanda y arroja al Padre Santo de Roma, al irse de público contemporáneo, dice que la cuestión de Roma bierp sido porque Francia, celosa siempre de las g l o - Rey Católico de la Nación española? La expresión y la
Roma, de Europa acaso, llevando consigo el alma y la no es una cuestión internacional, sino una cuestión cos- rias de España en Italia, se adelantó esta vez, como lo declaración del interés y de los cuidados que el Gobier-
vida de la civilización europea, al descender de la co- mopolita. Pues tanto más en mi favor, Sr. Gamazo; por- ha hecho otras, para que nosotros no recogiéramos el no debe tomar en la gravísima situación del Papa en
lina del Vaticano, apoyado en su báculo de peregrino, que entonces no toca esa cuestión á una sola Nación, fruto de aquella expedición memorable. Si S. S. cree Roma.'! Después de estos textos, después de estas decla-
al detenerse un instante para arrojar su última mira- sino que afecta á todas las Naciones, á todas las socie- que se puede poner en parangón aquella nota con las raciones, de nada sirve venir aquí á soliviantar los
da sobre las Naciones católicas que la entregan en ma- dades y á todos los individuos. ¿Cómo queréis, pues, ex- nota!; y telegramas de este Gobierno, yo no participo ánimos presentando fantasmas que nadie ha creado y
nos de la revolución, allá por encima del Agro Ro- trañar que tratándose de una cuestión de tanta im- de la opinión de S. S.; yo, Sres. Diputados, puedo decir que solo deben tener origen en la conciencia política
mano, á lo largo de las orillas del cenagoso Tíber, portancia y de una cuestión de tanta trascendencia, que las unas las considero como uno de los timbres más de S. S. No; nadie ha pedido á España que emprenda
por sobre el mar Tirreno, sentada entre las dos colum- de una cuestión cosmopolita, la Iglesia, que es á quien gloriosos de mi nombre; los otros no los quisiera para locas aventuras y se convierta en un D. Quijote p r o -
nas de Hércules no descubra á la Nación española más directamente interesa esta cuestión, haga resonar lega-los como recuerdo á mis hijos. tector de Dulcineas encantadas; lo que se le ha pedido
echando suertes sobre sus vestiduras; y lanzando en su voz en demanda de justicia por todo el universo y Decia el Sr. Gamazo, y lo repetía el Sr. Marqués de es que en la medida de su derecho y de su poder, r e -
un gemido supremo el anatema eterno contra todos la haga llegar, por lo que tiene de cosmopolita, no solo la Vega de Armijo: «¿Pero ¿qué dice el Sr. Pidal? ¿No cogiendo sus tradiciones gloriosas, mantenga en su
los parricidas, prorumpa en aquel grito desgarrador hasta los Reyes católicos de Europa, sino hasta á los recordáis cómo la Cámara se indignaba contra sus puesto el derecho de la Nación española de velar por
que retumba de siglo en siglo por los ámbitos de la mismos negros del Congo? frases cuando decia que en nuestro telegrama no h a - los derechos de la Santa Sede; que negocie con las de-
historia: ¡Tu quoque, fili mihi! ¡También tú, España! Me preguntaba el Sr. Ministro de Estado: «pero al bia ni siquiera una palabra de consuelo para el Sumo más Potencias el modo de mantener incólume su i n -
Sr. Pidal so le ha olvidado decirnos lo que él hubiera Pontífice?» ¿Qué he de decir al Sr. Marqués de la Vega dependencia espiritual, y reclame del Gobierno italiano
hecho.» Podrá ser que asi haya sucedido; yo creo h a - de Armijo? Eso no me ha pasado á mí, le ha pasado al el cumplimiento de las promesas solemnes que tiene
berlo dicho; pero todo será que lo repita. Yo decia al embajador español; eso no lo digo yo, lo dice el Sumo hechas, velando por la sacrosanta institución del Pon-
RECTIFICACIONES. Sr. Ministro de Estado: yo no le pido á S. S. que e m - Pontífice; y si no, ahí está por contestar el despacho tificado y poniéndole en las condiciones indispensables
prenda por el camino de las temeridades y generosas en que el embajador asegura que Su Santidad se e n - á su decoro, á su prestigio y á su dignidad.
locuras; pero tampoco acepto que emprenda por el do cuentra en la mayor aflicción, y pide al Ministro de Es- Eso es lo que se le pide al Sr. Ministro de Estado
El Sr. P I D A L Y M O N : Señores Diputados, al aca- las abdicaciones y de las humillaciones cobardes: en tado una palabra de esperanza y de consuelo, que no y eso es lo que pedimos los conservadores en nuestra
bar de pronunciar mi discurso de esta tarde, me sentí medio de estos dos caminos está la senda de la d i g n i - tengo entendido que S. S. le haya dado todavía. enmienda. Del texto de la enmienda responden todos
presa de abatimiento profundo por desconfiar de la dad y de la prudencia, senda quo existe, senda cuya No ya, Sres. Diputados, con las notas diplomáticas los que la han firmado; de lo que he dicho yo en su
manera como, siquiera en la escasa medida de mis existencia ha confesado S. S., puesto que ha declarado del a,ño 1848 quisiera yo comparar el Libro encarnado apoyo respondo solamente yo, porque no he de hacer
fuerzas, habia podido desempeñar el g r a n cargo que á la faz de la Nación que hubiera emprendido por ella de 1881, sino con las notas diplomáticas del año 1866. responsables á los que la han firmado de lo que yo
habia tomado sobre mis hombros al defender los inte- á no haber tropezado con una piedra, que fué la pasto- En ellas, y S. S. las debe haber visto muchas veces, haya podido decir en el calor de la improvisación.
reses supremos de la religión y del Pontificado. No lo ral del Arzobispo de Toledo. están grabadas las opiniones políticas de los hombres Sobre esto se va á votar, y no trate S. S. de ejercer
toméis á falta de modestia mia, señores; pero os con- Pues eso quería yo, que no hubiera tropezado ese Go- más liberales del partido en que S. S. militaba. Lóalas presión sobre alguna conciencia timorata de la m a y o -
fieso que al levantarme á rectificar me encuentro un bierno en ninguna piedra, y aunque hubiera tropezado desp»cio, medítelas, y dígame si sus compañeros de ría haciendo creer que se vota todo lo que yo he dicho.
poco más consolado, cuando veo que oradores tan h á - en alguna, que hubiese saltado por encima de ella. Eso Ministerio de ayer no se avergonzarían de algunas no- La enmienda es el texto que se va á votar; mi discurso
biles como el Sr. Gamazo, que maestros tan acostum- queria yo; yo no pedia que organizaso una cruzada al tas de las que están en el Libro encarnado de hoy. En es una profesión de fó que lego á mis hijos como un
brados á las lides parlamentarias como el Sr. Marqués frente de la cual se pusieran los individuos que se sien- el momento en que anunciaban la necesidad de reco- título de gloria aunque otros puedan considerarla como
de la Vega de Armijo, después de haberse ocupado en tan en el banco azul, y mucho monos los que constituyen noced el Reino de Italia, se apresuraban á manifestar una ignominia. La enmienda, pues, es lo que se va á
todas las formas y en todos los tonos de mi discurso, vía mayoría de este Congreso; porque yo no pido impo- q u ^ m j i a c j a n para velar mejor por el poder temporal; votar, y yjo me dirijo á los señores de la mayoría y á
* 4JTP'" jw"|j' " nirntnclni ñ. mió a¡^5;mi.sixi¡03 máa q u e ' I slblos-. lo q a e yo pecna á S. S. era que en l u g a r de po- ] deosltabari que este era un asunto de la mayor impor-
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los de la niinoría diciéndoles: la Europa os contempla
rebatiéndolos bajo falsos puntos de vista, inventando •per notas y telegramas que dejan en la mayor aflic- tancija para España, y repetían que España no abando- y desea conocer vuestra opinión; allá en las alturas del
otros, tomando por un lado lo que yo dije por el con- ción al Santo Padre y que satisfacen á los Gobiernos naría jamás la salvaguardia de estos intereses. Pero Vaticano hay un anciano que representa lo más alto y
trario, y por consiguiente dejando en pié todas, abso- opresores, que no quisieron ó no pudieron impedir los ¿qué,más, Sres. Diputados? Esto ó algo parecido se lo más sagrado que hay en la tierra y que espera t r a n -
lutamente todas mis aseveraciones; de manera que disturbios de Roma, diera á entender al Santo Padre su sostenía, no ya en los tiempos en que la unión liberal quilo y resignado vuestros votos. Yo os lo pido; no
bien puedo yo esperar sin pecar de inmodesto, que así profunda indignación por los sucesos ocurridos, mani- reconocía el Reino de Italia, sino en los tiempos en aumentéis con ellos la aflicción del prisionero del V a -
como quedará indestructible en el campo de la histo- festara á las demás Potencias de Europa urgente nece- que el Sr. Sagasta era Presidente del Consejo de Mi- ticano, la representación más a u g u s t a de la civiliza-
ria la institución del Pontificado, quedarán sin rebatir sidad de ponerles eficaz remedio, y reclamara contra la nistros después de la revolución de Setiembre. ción sobre la tierra.
en el campo de la dialéctica mis afirmaciones de esta falta de palabra de que ha dado muestra el |Gobierno Aquí tengo copiada la respuesta que el Sr. Sagasta
tarde. italiano, diciendo envalentonado por las palabras del daba á la circular del Sr. Visconti Venosta, y el señor
¿A qué se reduce, después de todo, Sres. Diputa- Gobierno español, que la ley de garantías no era una Sagasta declaraba que España miraría como cosa pro- El Sr. P I D A L Y M O N : La enmienda á que yo me
dos, el hábil y elocuente discurso del Sr. Gamazo, há- ley internacional, sino una ley de orden interior. pia todo lo que pudiera afectar á la independencia es- he referido, y que contaba con las firmas del Sr. Cáno-
bil y elocuente sin duda, puesto que ha sabido llenar Lo que yo pedia era que S. S. hubiera empleado en piritual del Sumo Pontífice. vas del Castillo, de D. Fernando Alvarez y de los r e -
el tiempo necesario indicado por el Reglamento y las defensa de los intereses de la religión que profesa la Si eso pensabais entonces, ¿á qué secreta fuerza presentantes de todos los matices conservadores de la
prácticas parlamentarias para contestar mi discurso, casi totalidad de los españoles, un poco de la e x u b e - obedecéis cuando abandonáis hasta vuestras propias Cámara, fué presentada aquí cuando el Gobierno i t a -
dejando en pié todas sus afirmaciones? Pues se ha r e - rante energía que empleó cuando se trató de la cues- convicciones? ¿Qué abismo secreto os atrae hacia der- liano presentó én las Cámaras de aquella Nación la ley
ducido á apuntarme á mí para dar al partido conser- tión de Salda, en las reclamaciones quo hizo al Gobier- roteros desconocidos? ¿A quién queréis contentar con de abusos del clero, y en los momentos en que yo esta-
vador; para esto, señores, ¿qué ha hecho el Sr. Gamazo? no de la vecina República francesa: eso era lo que yo semejantes concesiones? ¿Qué terrible sorpresa nos pre- ba defendiéndola, se recibió un telegrama diciendo que
Su señoría ha supuesto que yo era el verbo de ese par- pedia, que no me parece era demasiado, á no ser que paráis para causar la ruina y la desgracia de nuestra el Gobierno italiano habia retirado aquella ley, asusta-
tido. ¡Señores! Donde está el Sr. Cánovas del Castillo, reparara á quién se lo pedia. Pero yo tengo aprendido Patria? Decidlo; sed francos; sepamos de una vez cuál do ante el escándalo que en Europa produjo aquella
cuya voz elocuente oiréis luego, donde está el Sr. Ro- que los hombres que se sientan en ese banco, cuales- es el rumbo de vuestra política y el norte de vuestra enormidad. Por eso se retiró la enmienda y no se votó.
mero Robledo, donde está el Sr. Silvela, donde está el quiera que sean las opiniones de partido ó de secta que conducta; decid claramente vuestro pensamiento, y no Presénteme el Gobierno un telegrama que diga que el
Sr. Conde de Toreno, donde están tantos hombres que profesen, representan los derechos y los intereses del nos dejéis envueltos en estás nubes que nos ofuscan y Gobierno italiano, asustado de su obra, retrocede por
tienen aptitud suficiente para levantar la bandera de pueblo español, y que al representar y defender esos contristan. obra y gracia de las declaraciones del Gobierno espa-
su partido y defender sus acciones, ¿quiere S. S. que intereses y esos derechos, deben identificarse con el ñol y busca los medios de evitar escándalos como el
venga yo á levantarla? ¿No conocía S. S. que cuando sentimiento de la Nación que representan, y no deben que aquí hemos condenado, y no se votará tampoco mi
disparaba, no contra el pecho, sino contra la coraza del enarbolar el estandarte de una fracción, ó de una ban- enmienda.
partido conservador, me dejaba á mí invulnerable en dería política, ó de una secta, sino la bandera que sim- Por lo demás, en vano trata S. S., con habilidad m a -
medio del campo? Y para suponer que era yo el verbo boliza los sentimientos de la Patria. El Sr, P I D A L Y M O N : A mi amigo el Sr. G a m a - ravillosa, de hacer desaparecer bajo muchas y elocuen-
del partido conservador en este momento, ¿qué era Por eso yo pedia al Gobierno que enfrente de las zo no tengo más que rectificarle una sola aseveración, tes palabras el abismo de contradicciones que contiene
lo que hacia el Sr. Gamazo? ¿de dónde lo deducía? De angustiosas palabras del Pontífice, que se lamenta de que es aquella en que S. S. nos pintaba como una glo- el Libro encarnado.
que me sentaba en estos bancos. Dado que en alguna no disfrutar de libertad y de independencia, y cuyas ria de Italia, y una prueba de que Italia cumplía siem- Su señoría se encuentra con dos reclamaciones,
parte me habia de sentar, ¿dónde quería S. S. que me quejas contestó S. S. en los términos que ha tenido por pre sus compromisos de honor, que Menabrea afirma- una del Gobierno italiano, relativa á un asunto de orden
sentase? ¿entre el Sr. Sagasta y el Sr. D. Venancio Gon- conveniente, diciendo que le impiden otra cosa que ba en las Cámaras su decisión de ir á Roma. Es decir, interior español, y otra en que el Santísimo Padre pide
zález? ¡Ah señores! Para espectáculo tan doloroso, bas- entristecerse, las relaciones que tiene con el Gobierno Sres. Diputados, que el hecho verdaderamente inca- una palabra de consuelo sobre un asunto verdadera-
ta ver á mi querido amigo el general Martínez Campos! italiano, hubiera contestado S. S. recordando á aquel lificable do que mientras Italia firmaba una conven- mente internacional; y ante estas dos reclamaciones, el
Los hombres, Sr. Gamazo, no están donde se sien- Gobierno el compromiso contraído voluntariamente ción en que renunciaba á ir á Roma, asentando su ca- Gobierno español se apresura á satisfacer al Gobierno
tan; están con lo que piensan y con lo que dicen. Ahí por él ante la Europa al acabar con el poder temporal, pital en Florencia, declaraba por labios de sus hom- italiano; pero deja pasar el tiempo, enviando una nota,
están mis declaraciones políticas y religiosas, ahí e s - compromiso que constituye parte del derecho público bres de Estado que la firmaba para ir precisamente á no solo para expresar simplemente que le duele lo que
tán los discursos que he pronunciado, aquí está el contemporáneo, y que recordándole ese compromiso.no Roma; ese acto incalificable es á los ojos del Sr. Ga- habían hecho los criminales, ¡pues no faltaba más!...
que acabo de pronunciar esta tarde: compárelos S. S., se diese por satisfecho con la contestación de aquel mazo una gloria de ese Gobierno, cuya política tor- sino que precisamente aprovecha aquella ocasión tan
compare la enmienda que presenté yo aquí estando Gobierno de que habia enviado unos cuantos polizon- tuosa y falaz no cabe ya poner en duda, pues no solo oportuna para decir que deberes internacionales con
otro Gobierno sentado en ese banco, y que entre las tes para proteger y hacer respetar las sagradas c e n i - la evidencian los hechos, sino que la confiosan, ¿qué Gobiernos con los cuales queria estar cada vez más li-
firmas contaba la de D. Emilio Cánovas del Castillo, y zas del inmortal Pío IX. Eso pretendía yo del Gobier- digo confiesan? se jactan de ella los mismos que la gado, le impedían á S. S. darle las palabras de con-
verá S. S. si no dice exactamente lo mismo que la que no; pero el Gobierno, lejos de hacer esto, ha demos- llevaron á cabo, una vez realizado su objeto. Lea, lea su suelo y de resignación que pedia. Por eso el Pontífice
acabo de defender esta tarde. Que estoy unido con los trado una funesta complacencia, apresurándose á dar señoría los documentos históricos que han salido á luz, dice que le ha dejado S. S. en la -mayor aflicción, y en
conservadores. ¿Y qué tendría de particular, Sres. D i - humillantes excusas cuando se le ha hablado de la las revelaciones de los actores de ese vergonzoso dra- esa aflicción queda porque S. S. no le da esa esperanza
putados, que unidos ante el común peligro viniésemos carta-pastoral del Arzobispo de Toledo, carta-pastoral, ma; lea e l l i b r o del almirante Persano, las relaciones ni ese consuelo.
á combatir á SS. SS.? No haria más que justificar una señores, que no es más que el eco glorioso de la voz de los hombres de Estado que han intervenido en esas Conste, pues, Sres. Diputados, que lo que yo os p i -
regla escolástica inflexible, que se contiene en esta de todos los Prelados del universo, que no ha hecho cuestiones, y verá cómo se jactan, repito, de todo esto do en mi enmienda, no es nada que se pueda rechazar
fórmula: Expulsio unius, introductio alterius. más que proclamar con dignidad y con energía lo quo de que S. S. pretende defenderlos tardíamente y con en nombre de n i n g u n a sana política. No solo somos I03
Pues qué, ¿es ningún secreto que yo combatí la sienten todos los católicos, á saber: que mientras dure tanta inoportunidad. católicos de todos los países los que defendemos eso;
política del Sr. Cánovas del Castillo precisamente el actual orden de cosas, es necesario para la indepen Y respecto al Sr. Marqués de la Vega de Armijo, lo han defendido los espíritus más liberales de Na-
cuando SS. SS. la apoyaban, acaso porque la apoyaban dencía del poder espiritual, el Poder temporal; que el tengo que decirle que en la palabra vergüenza caben ciones como la Nación francesa; lo están defendiendo
SS. SS.? ¿Qué duda tiene que el Sr. Cánovas del Casti- Papa, no pudiendo ser subdito, tiene necesariamente dos acepciones. Hay hechos que seria una injuria que las ilustraciones anglicanas, los anti-papistas, y se de-
llo no siguió mis consejos en aquella ocasión? ¡Ah! Si que ser Soberano. yo dijera que S. S. debia avergonzarse de ellos, porque fiende más allá de los mares, en la República federal
los hubiera seguido, ¿estarían sentados ahí SS. SS. por La voz de ese Prelado no ha sido más que el eco de tocan á la honra particular; pero en lo que toca á las de los Estados-Unidos. No hay razón ninguna para
ventura? (Vn Sr. Diputado. ¿Nos habría fusilado?) No las supremas decisiones del Pontificado y la confirma- opiniones, ¡pues no me habia de avergonzar yo de sos- desechar mi enmienda, como no sea una razón de sec-
les hubiera fusilado; les hubiera dado otra clase de ción de las opiniones de todos los Obispos de la cris- tener las opiniones de una persona tan honrada como ta, que yo sentiría mucho que sirviese de norma para
banco para sentarse, que no fuera el banco azul; á bien tiandad. Ha sido lo que no podia menos de ser; porque el Sr. Castelar! Claro está que me avergonzaría. Por la conducta de un Gobierno español en cuyo seno se
que de tal manera se pueden sentar en ese banco, que al fin, ¿qué se hubiera dicho, si en estos tiempos en consiguiente, permítame el Sr. Ministro de Estado que sienta el general Martinez Campos.»
á pesar del terciopelo azul que lo reviste no deje de ser que la revolución oprime á la Iglesia, el Arzobispo de- me sorprenda de la extrañeza de S. S. Leida por segunda vez la enmienda, y hecha la pre-
el banquillo de los reos. (Rumores.) Pero por lo demás, Toledo no hubiera recogido la bandera abandonada por T por lo que hace al telegrama, desengáñese el se- g u n t a de si se tomaba en consideración, se pidió por
eso de fusilar no me tocaba á mí, ni yo he hecho alarde ese Gobierno y hubiera hecho presente el sentimiento ñor Marqués de la Vega de Armijo, es inútil que S. S. lo competente número de Sres. Diputados que la votación
de fusilar á nadie; pobre de mí, ¿á quien habia de fu- de indignación profunda que en todo pecho católico ha pretenda negar. Aquí están precisamente los despachos, fuera nominal: verificada ésta, quedó aquella desechada
silar yo? Eso de fusilar no hace mucho tiempo que lo producido el último atentado cometido en Roma con- y en ellos dice el mismo embajador de S. M. cerca de por 2 0 3 votos contra 2 8 , en la forma siguiente:
hemos oido en este recinto al Sr. Presidente del Con- tra la majestad del Pontificado? Se diría que habia fal- la Santa Sede que «el Papa se encuentra en la mayor
sejo de Ministros con relación á su querido amigo par- tado á sus tradiciones, á las tradiciones gloriosas de aflicción por no haber contestado todavía...» (El Sr. Mi-
ticular y político el señor general Martínez Campos. (El l los Arzobispos de Toledo, de aquel valeroso Arzobispo nistro de Estado: ¿Lo ve S. S.? Todavía.) Ahora vendrán 1881,—Imp. y fund, de la Viuda é Hijos d« J, A. $Mtfa, Cajupolnaiies, 6j

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