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PARTE ADRIANA VS ESTADO DE FREEDONIA

ARGUMENTO PROCESAL DE ADRIANA

Derechos vulnerados + Hechos


En el presente caso se configura una vulneración tangible al derecho a la vida (artículo 4º CADH), al derecho a
la integridad personal (artículo 5º CADH), la protección a la familia (artículo 17º CADH) y los derechos de
desarrollo progresivo (artículo 26º CADH) en relación con el artículo 1.1 que contempla la obligación del Estado
de respetar los derechos y libertades reconocidas en la Convención de toda persona sujeta a su jurisdicción, en
razón de los hechos ocurridos el 4 de abril de 2005, cuando la Fuerza Aérea realizó aspersiones con glifosato
sobre varios predios en el departamento de Santa Cecilia.

A raíz de los hechos anteriores, Adriana Rodríguez, campesina ciudadana del Estado de Freedonia quien al
momento de los hechos se encontraba embarazada, ingirió agua contaminada en la medida que las fuentes hídricas
se vieron afectadas por las aspersiones y, como consecuencia, empezó a tener fuertes dolores en su vientre y un
debilitamiento general, por lo que acudió al centro médico más cercano en el departamento de Santa Cecilia.

Una vez llegó al centro de salud no fue atendida inmediatamente, puesto que en ese entonces el Estado contaba
con una grave crisis en materia de salud debido a que los recursos destinados al sistema no eran suficientes en
atención a la alta demanda de los servicios médicos, por lo que tuvo que ser trasladada de una ciudad a otra en
busca de atención. Adriana fue valorada por un médico general del hospital “Salud Max”, operado por
particulares, pero financiado con recursos del Sistema General de Salud, donde se le recetó una droga genérica y
una incapacidad.

La señora Rodríguez regresó a su hogar y al cabo de 15 días los dolores persistieron por lo que su esposo,
Mauricio, se la llevó nuevamente al centro de salud. Sin embargo, la entidad no la atendió sino que le reservó una
cita médica posterior y, a pesar de esto, el día de la consulta Adriana no fue atendida bajo la excusa de que no se
encontraba agendada.

Posteriormente, la pareja presentó una acción de tutela, mecanismo judicial previsto en el ordenamiento jurídico
para proteger derechos fundamentales, contra el centro médico invocando el derecho a la salud. Los jueces
concedieron el amparo y ordenaron al centro médico atender a la señora. No obstante, debido a las demoras tanto
del centro médico, como de la instancia judicial, la señora Rodríguez tuvo un aborto involuntario.

Factores de competencia
Para empezar, los factores de competencia contemplados para la remisión de casos a la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos pueden verificarse en el presente caso.

1. Competencia ratione personae – Se establece que están legitimados para presentar una petición cualquier
persona, un grupo de personas, una entidad o una ONG reconocida en uno o más Estados miembros, por
lo que se cumple de facto con el criterio.

2. Competencia ratione loci – La Comisión sólo será competente si el Estado denunciado tuvo jurisdicción,
personal y territorial, sobre las actuaciones que enmarcan la violación de los derechos humanos y, por
tanto, resulta evidente que se cumple con el criterio.
3. Competencia ratione materia – La Comisión podrá pronunciarse sobre un instrumento, siempre y cuando
un Estado haga parte de éste y este mismo le haya reconocido competencia jurisdiccional; bajo este
entendido, en la petición aquí radicada la competencia se ciñe a derechos contemplados en la Convención
Americana de Derechos Humanos, instrumento rector de las peticiones y quejas realizadas ante la
Comisión.

4. Competencia ratione temporis – Es aquella posee la Comisión para conocer de los hechos que ocurrieron
en un Estado parte de la Convención con posterioridad al momento que el Estado parte le concede
competencia, hecho que para el caso de Colombia ocurrió en 1985, mientras que los hechos objeto de
vulneración se dieron en 2005, por lo que se evidencia la competencia de la Comisión respecto de todos
los factores previamente mencionados y, por lo tanto, puede pronunciarse sobre el caso.

Requisitos de admisibilidad
Por otra parte, en cuanto a los requisitos establecidos por el artículo 46 de la Convención Americana, que consagra
los aspectos de admisibilidad de las peticiones, se acreditan todos los anteriores en la presente petición, toda vez
que se agotaron los recursos disponbiles a las partes, se presentó dentro del plazo y no se configura ningún tipo
de litispendencia.

Agotamiento previo de recursos


A pesar de lo anterior, se reconoce la posible controversia que puede ser suscitada por el Estado en cuanto a la
presentación de la acción de tutela como mecanismo para salvaguardar los derechos y obtener las debidas
respuestas estatales ante la vulneración, sin embargo, dicho mecanismo judicial sí resulta idóneo para la
protección de los derechos fundamentales violados, en la medida que la jurisprudencia de la Corte ha determinado
que no es necesario agotar una acción de reparación directa, toda vez que es un mecanismo que procura la
indemnización por daños y perjuicios causados debido al abuso de autoridad, que se crea para la supervisión de
la actividad administrativa del Estado.

En este sentido, la Comisión ha reiterado que la regla del agotamiento previo de recursos internos no puede
eregirse como un obstáculo insalvable que impida el acceso a la misma, toda vez que la protección de esta última
radica en salvaguardar a la víctima del ejercicio arbitrario del poder público y de ninguna manera la regla del
previo agotamiento debe conducir a que se detenga o se demore hasta la inutilidad de la actuación internacional
en auxilio de la víctima indefensa. Así, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte, la acción de reparación
directa no se constituye como una regla absoluta en cuanto al agotamiento de los recursos internos, puesto que
sus alcances no son equiparables a aquellos que se pueden obtener en la instancia judicial internacional en cuanto
a las reparaciones de las víctimas, por lo que es claro como en el caso no se constituye la acción de reparación
directa como recurso efectivo y adecuado para la vulneración.

Interposición del recurso en plazo razonable


En otro sentido, la Corte ha tenido en cuenta criterios más flexibles respecto del requisito de la interposición del
recurso dentro de un plazo razonable. Si bien desde la Convención se establece un plazo perentorio de 6 meses
para interponer el recurso ante los organismos del Sistema Interamericano, la jurisprudencia ha aceptado los
trámites que se realizan fuera de tiempo, toda vez que hay un interés superior de protección de derechos
absolutamente inherentes al ser humano que llegarían a ameritar el desconocimiento del plazo previamente
estipulado.
Litispendencia
Por último, en este caso evidentemente no hay una litispendencia configurada, toda vez que la peticionaria no ha
presentado su caso en ninguna instancia internacional.

ARGUMENTO DE FONDO ADRIANA


En el presente caso en discusión se encuentra palpable la responsabilidad internacional del Estado tanto directa,
como indirecta.

Responsabilidad Internacional del Estado – Directa


En primer lugar se encuentra una responsabilidad directa en la medida que se configura una vulneración de una
obligación internacional del Estado contemplada en el artículo 1.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, que establece que los Estados se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella,
y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción sin discriminación alguna,
obligación atribuible en los términos de la Resolución 56/83 en su artículo 4º.

Esta obligación se violó en virtud de la vulneración a los derechos a la vida, a la integridad personal, a la
protección a la familia y al desarrollo progresivo, todos contenidos en la Convención Americana.
Adicionalmente, las fumigaciones de glifosato desconocieron y olvidaron el compromiso de protección con el
ambiente y el ser humano, en especial con las personas habitantes del sector rural, en relación con la no aplicación
del principio de precaución que obliga internacionalmente al Estado colombiano. Así, en la lucha desesperada
por acabar por completo con el narcotráfico no se relaciona la dimensión y las consecuencias que implica la
fumigación con glifosato, obviando que existen principios internacionales como el de precaución que tiene como
finalidad proteger tanto al medioambiente como al ser humano, aún cuando no existe un daño científicamente
comprobado, pero sí probable.

De acuerdo con un estudio del año 2013 realizado por la Universidad de Los Andes, la gran mayoría de
evaluaciones que se han realizado sobre la efectividad de las campañas de aspersión sobre cultivos de coca
muestran que su efectividad es baja o nula y que, por el contrario, sus resultados indican que la exposición al
glifosato utilizado por el Estado aumenta la probabilidad de sufrir trastornos en la piel y los abortos espontáneos.

Responsabilidad Internacional del Estado – Indirecta


De otro extremo, se instituye una responsabilidad indirecta del Estado cuando este es responsable por la actuación
de los particulares. En este caso hay una vulneración al deber de prevención, es decir, una falta de diligencia del
Estado para prevenir un acto de un particular que viole los derechos humanos, toda vez que en el presente caso
hay particulares involucrados que ejercen una función pública y, por tanto, la falta de aplicación de medidas
positivas de protección de las entidades privadas a las que el Estado ha delegado la prestación de servicios
públicos, también conlleva incumplimiento de las obligaciones internacionales. Así, inmiscuido en este deber de
prevención se encuentra una omisión del Estado, pues resulta claro que éste sí contaba con el conocimiento de un
riesgo cierto e inmediato que se descartó en su actuación.

El Estado, por un lado, no atendió a su deber en cuanto a las medidas necesarias a ser tomadas en cuenta para
efectuar las aspersiones de glifosato, ocasionando graves perjuicios a los derechos humanos de la peticionaria;
por otra parte, el Estado no atendió a la falla estructural del sistema de salud que, junto con los perjuicios físicos
ocasionados por las aspersiones de glifosato, confluyeron para llegar al aborto espontáneo de la señora Adriana
Rodríguez, configurando así un daño antijurídico evidente para la misma que resulta de la responsabilidad del
Estado. En este sentido, debido a los estudios en la materia, es claro que el Estado omitió el riesgo cierto, en tanto
éste conocía tanto las fallas estructurales del sistema de salud que para el momento se encontraba en crisis, como
los perjuicios palpables que puede ocasionar la aspersión de glifosato en la salud de quienes son sujetos de la
misma.

Por otra parte, es menester explicar las vulneraciones específicas en cuanto a cada uno de los derechos aquí
alegados que, a pesar de ser distintos en su aplicación y protección, cuentan con un vínculo entre aquellos de
proteccion a la vida y a la integridad personal, estableciendo que ambos se hallan directa e inmediatamente
vinculados con la atención de la salud humana.

Vulneración dx a la vida
A partir del artículo 4º de la CADH, se entiende que es el presupuesto necesario para la realización y disfrute de
todos los demás derechos. En esta medida, la jurisprudencia de la Corte ha entablado dos tipos de obligaciones
para los Estados respecto del derecho a la vida, siendo estas de carácter negativo y positivo. En primer lugar, los
Estados tienen la obligación de garantizar que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente y, en
segundo lugar, se requiere que adopten todas las medidas adecuadas para proteger y presevar asertivamente el
derecho a la vida.

En lo referente al derecho a la vida, a partir de la sentencia Artavia Murillo y otros vs Costa Rica se ha entendido
que esta misma se protege a partir de la concepción. Así, la concepción debe entenderse desde el momento en que
el óvulo fecundado se implanta en el útero, momento en que es procedente aplicar el artículo 4º de la Convención.

Si bien el embrión no puede ser entendido como persona, en la medida que no hay un absolutismo respecto del
derecho a la vida, sí se ha determinado previamente por la Corte que existe una protección gradual e incremental
de la vida prenatal según su desarrollo. La misma Corte ha reconocido en repetidas ocasiones que el derecho a la
vida no es sólo fuente de obligaciones negativas, tales como no privar arbitrariamente a una persona de su vida,
sino que también de obligaciones positivas dirigidas a proteger y preservar este derecho. El texto de la
Convención, en virtud de la interpretación que ha sido brindada por la Corte, considera que el no nacido es titular
del derecho a la vida y, por lo tanto, podría ser objeto de la vulneración del mismo bajo supuestos fácticos como
el aquí invocado.

- En el caso el Estado no tomó las medidas de precacución necesarias para llevar a cabo su estrategia
antinarcóticos de erradicación de cultivos ilícitos y, por lo tanto, incurre en una responsabilidad directa
debido a los perjuicios ocasionados a la señora Rodríguez, toda vez que la contaminación de las fuentes
hídricas y la posterior negligencia en la prestación del servicio de la salud tienen un nexo causal directo
con el aborto espontáneo sufrido por la señora.

Vulneración dx a la integridad personal


Siguiendo con la vulneración de derechos, se encuentra igualmente violado el artículo 5º de la Convención
Americana que consagra el derecho a la integridad personal, entendido como aquel conjunto de condiciones
físicas, psíquicas y morales que le permiten al ser humano su existencia, conllevando esto a su inderogabilidad y
a considerarlo como parte del “núcleo” de la universalidad del concepto de derechos humanos.

En el caso Vélez Restrepo y Familiares vs Colombia la Corte determinó que crear una situación amenazante para
el derecho a la vida puede constituir un trato inhumano, cuando sea suficientemente real e inminente.
Adicionalmente, la Corte Europea de Derechos Humanos ha manifestado que, aún en la ausencia de lesiones
físicas, los sufrimientos en el plano físico y moral pueden ser considerados como tratos inhumanos. Aunado a lo
anterior, en este caso resulta evidente que las condiciones generales del servicio de prestación de salud, como la
atención médica, se distancian de manera significativa de las adecuadas para ofrecer un tratamiento de salug
digno, particularmente en razón de que terminó por afectar a una persona que amerita especial protección en razón
de su embarazo, por lo que las actuaciones de los particulares resultan incompatibles con una protección adecuada
de la integridad personal y de la vida.

Así, la jurisprudencia ha establecido que el derecho a la integridad personal se halla directa e inmediatamente
vinculado con la atención a la salud humana, y que la falta de atención médica adecuada puede conllevar la
vulneración del artículo tal y como lo señaló la Corte en el caso Vera Vera y otra vs Ecuador.

- Asímismo, la Corte ha señalado que de las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos
que establece el artículo 1.1 de la Convención Americana, derivan deberes especiales determinables en
función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, ya sea por su condición
personal, o por la situación específica en que se encuentre. Bajo este presupuesto, se configura una
vulneración a la integridad personal en el caso bajo dos conceptos; primeramente, se vulnera en virtud de
la aspersión de glifosato realizada sin ningún tipo de precaución o atención a los ciudadanos que residían
en la zona y, por otra parte, se vulnera en cuanto a la falta de prestación adecuada del servicio de salud,
teniendo en cuenta sobre todo la condición de embarazo de la señora Rodríguez al momento de ocurrencia
de los hechos.

Vulneracion a la protección a la familia


En otro tema, el artículo 17 de la CADH consagra la protección a la familia como elemento natural y fundamental
de la sociedad, que debe ser protegida por esta misma y por el Estado. Dentro de este derecho se contiene la
facultad de las personas de fundar una familia, punto que se torna especialmente relevante en relación con las
familias en situación de vulnerabilidad, pues sus condiciones de vida pueden generar restricciones o exclusiones
que limitan el ejercicio de sus derechos, por lo que requieren un especial apoyo del Estado para posibilitar el
ejercicio de los derechos humanos de quienes las integran. En el presente caso encontramos una pareja campesina
de esposos que vivían en una zona rural, controlada mayoritariamente por las FAUC, que ameritaba una mayor
protección estatal de sus derechos.

La constitución de la familia es un derecho de libre y pleno consentimiento por parte de las personas, que no
puede ser restringido mediante practicas culturales que legitiman la coacción o la violencia y, por tanto, conlleva
la obligación de favorecer de la manera más amplia el desarrollo y la fortaleza del núcleo familiar. Así, en el caso
Poblete Vilches y familiares vs Chile, la Corte señaló la responsabilidad del Estado en casos en que se niega el
acceso a la salud o no se garantiza su protección, vulnerando igualmente con esa decisión otros derechos, por lo
que es responsable de la violación del derecho de protección de la familia cuando no adopta las medidas de
protección oportunas para detener una vulneración al derecho a la vida y la salud, por la obligación de favorecer
el desarrollo y la fortaleza del núcleo familiar.

- Sin embargo, en el presente caso la unidad de la familia se vio afectada, dejando a la pareja que se
constituye como víctima en una situación de incertidumbre frente a sus derechos.
Vulneración a los dxs de desarrollo progresivo
El artículo 26 de la Convención propugna por que los Estados adopten medidas y providencias progresivas a los
denominados derechos económicos, sociales y culturales. En este sentido, el artículo está sujeto a las obligaciones
generales contenidas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana, de la misma manera que los derechos
civiles y políticos previstos.

Respecto de los derechos protegidos por el artículo 26, se ha señalado reiterativamente por la misma
jurisprudencia de la Corte que son aquellos que derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación,
ciencia y cultura contenidas en la Carta de la OEA, y pueden ser determinados gracias a una remisión a la
Declaración Americana u otros tratados de derechos humanos vigentes en el Estado respectivo.

Adicionalmente, la Corte ha señalado que se debe tener en cuenta la interdependencia existente entre los derechos
civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales, bajo el entendido integral de que son derechos humanos,
sin jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante las autoridades competentes para ello. Corresponde, en
este orden de ideas, vincular el artículo en relación con el principio pro persona, bajo el entendido de que ninguna
disposición puede ser interpretada en el sentido de limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad
reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados parte. Adicionalmente, dichas leyes deben
utilizarse para asegurar el mayor nivel de protección de los ciudadanos.

De acuerdo con lo anteriormente mencionado, se puede entender que el derecho a la salud se puede entrar a
evaluar por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, toda vez que en la Carta de la OEA se estipula
como uno de los objetivos de desarrollo integral aquel de la defensa del potencial humano mediante la extensión
y aplicación de modernos conocimientos de ciencia médica. Por otra parte, la Declaración Americana de Derechos
y Deberes del Hombre estippula que el ciudadano tiene derecho a que su salud sea preservada.

En consecuencia, el derecho a la salud intrínseco al artículo 26 de la Convención, se puede relacionar en dos


ambitos: en relación con el derecho a una vida digna, y en relación al deber de inspección, vigilancia y control
del Estado en cuanto a la prestación del servicio de salud.

Derecho a la salud en relación con el derecho a una vida digna


En primer lugar, los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieren
para que no se produzcan violaciones de los derechos inherentes a las personas y, en particular, cuenta con un
deber de impedir que sus agentes atenten contra ellos. El Tribunal ha señalado que la falta de atención médica
adecuada no satisface los requisitos materiales mínimos de un tratamiento digno conforme a la condición de ser
humano, como lo plantea el artículo 5º de la Convención Americana. Así, de acuerdo con decisiones previas del
Tribunal Interamericano, la obligación de generar las condiciones de vida mínimas compatibles con la dignidad
de la persona humana y a no producir condiciones que la dificulten o impidan, es un deber para cuya verificación
se debe tener en cuenta el artículo 26 de la Convención.

- Bajo este entendido, se evidencia que las condiciones en las que se realizaron las aspersiones de glifosato,
sin tener en cuenta ninguna dimensión del principio de precacución o del deber de prevención del Estado,
y la incidencia que estas tuvieron en el bienestar, la salud y la alimentación de los perjudicados, afectaron
las condiciones de existencia digna de los mismos. Así, dicha afectación debe ser atribuible al Estado en
la medida que no se fijaron las medidas positivas necesarias para asegurar a estas personas condiciones
de vida compatibles con su dignidad, pese a tener conocimiento de los pronunciamientos médicos y
científicos sobre las posibles consecuencias en virtud de la exposición a la sustancia tóxica que es el
glifosato.

Derecho a la salud en relación con el deber de inspección, vigilancia y control del Estado en cuanto a la
prestación del servicio de salud
Por otra parte, en el Sistema Interamericano se ha establecido responsabilidad internacional del Estado ante la
falta de debida inspección, vigilancia y control respecto a la prestación de servicios de salud. En el caso Ximenes
Lopes vs Brasil, la Corte entró a analizar la responsabilidad internacional del Estado cuando se delega en un
particular la prestación de un servicio público de salud, y precisó que los supuestos de responsabilidad estatal por
violación a los derechos consagrados en la Convención pueden ser tanto las acciones u omisiones atribuibles a
los órganos del Estado, como la omisión del Estado en prevenir que terceros vulneren los bienes jurídicos que
protegen los derechos humanos. Bajo este presupuesto, dicha conducta debe ser considerada un acto del Estado.
En ese entonces se resaltó el deber de los Estados de regular y fiscalizar las instituciones que prestan servicios de
salud como medida necesaria para la debida protección de la vida e integridad de las personas bajo su jurisdicción,
en la medida que se mantiene la titularidad de la obligación de proveer los servicios públicos y de proteger el bien
público respectivo.

Dichas consideraciones se reiteraron en el caso Albán Cornejo y otros vs Ecuador, en el que el Tribunal señaló
que, tratándose de competencias relacionadas con la supervisión y fiscalización de la prestación de servicios de
interés público (como la salud), la atribución de responsabilidad puede surgir por la omisión en el cumplimiento
del deber de supervisar la prestación del servicio para proteger el bien respectivo, supuesto fáctico que se verifica
en el presente caso, al tomar en consideración la negligencia del Estado frente a la debida protección del derecho
de la señora Adriana Rodríguez, toda vez que no se le brindaron a tiempo los servicios urgentes requeridos
derivados de la acción estatal, causándole un perjuicio posterior materializado en la pérdida del bebe que esperaba.

- Aunado a todo lo anterior, no puede dejarse de lado la situación de especial protección que cobijaba en
aquel entonces a la señora Rodríguez, teniendo en cuenta que se encontraba en estado de embarazo y, por
lo tanto, debía acceder de manera preferente a los servicios de salud. En el caso Furlan y familiares vs
Argentina, se constató por la Corte que la falta de respuesta oportuna por parte de las autoridades
judiciales, de cuya respuesta dependía el tratamiento médico de la víctima, fue determinante para la
vulneración del derecho.

En la jurisprudencia de la Corte, las controversias sobre la irrazonabilidad del plazo son analizadas por medio de
cuatro componentes: en primer lugar, la complejidad del asunto, en segundo lugar, la actividad de las partes, en
tercer lugar la actividad de los funcionarios judiciales y, por último, la afectación en la situación jurídica de la
prsona involucrada. Para el presente caso el último elemento resulta de especial relevancia, en la medida que la
Corte ha señalado que, si el paso del tiempo incide de manera relevante en la situación del individuo, es necesario
que el procedimiento avance con mayor diligencia a fin de que el caso se resuelva en un tiempo breve, debido a
la urgencia que representa la atención médica requerida. Así, en casos de personas que ameritan una atención
médica prioritaria, es imperante tomar las medidas pertinentes como la preferencia en la atención y la resolución
del procedimiento por parte de las autoridades a cargo.

- En cuanto a la señora Adriana Rodríguez es factible constatar la grave afectación a su salud física y
psíquica, y a su integridad personal, consecuencia de la negligencia estatal que no tomó las medidas en
tiempo oportuno para salvaguardar los derechos de la víctima del presente caso pues, de la brevedad del
proceso dependía el objetivo primordial del mismo, que era obtener la prestación del servicio de salud
destinado a mitigar los efectos dañinos ocasionados por la aspersión de glifosato realizada en el área de
residencia de la pareja perjudicada, que desembocó en la contaminación de fuentes hídricas y en el
posterior aborto espontáneo sufrido por la señora Adriana. En el presente caso se encuentra
suficientemente probado que las aspersiones realizadas sin ningún tipo de cuidado por la vida humana, la
negligencia en la atención médica, la prolongación del proceso y la falta de respuesta oportuna por parte
de las autoridades judiciales, incidió de manera relevante en la situación de la víctima y su efecto tiene un
carácter irreversible, por cuanto ya ocurrió el aborto de manera espontánea.

ARGUMENTO PROCESAL DEL ESTADO

Causal de inadmisibilidad
La presente petición debe ser declarada inadmisible por la Comisión, toda vez que incurre en dos de las causales
taxativamente contempladas: el indebido agotamiento de los recursos internos y la presentación por fuera del
término establecido.

Indebido agotamiento de los recursos internos


Los Estados Americanos han determinado que el reconocimiento de los derechos humanos ante el Sistema
Interamericano conlleva una protección internacional, de naturaleza convencional, coadyuvante o
complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados. De esta forma, el sistema no sustituye a las
jurisdicciones nacionales, sino que entra a complementarlas bajo la premisa principal de la subsidiariedad, en el
sentido de que entra a operar únicamente después de haber hecho uso de los recursos jurisdiccionales locales, sin
haber obtenido remedio alguno a la violación alegada. Lo anterior se justifica en el presupuesto de que, si bien
deben existir mecanismos que busquen hacer prevalecer los derechos humanos, se debe permitir en primer lugar
que sea el propio Estado quien pueda adoptar las medidas preventivas o correctivas, según sea el caso.

Este requisito de admisibilidad busca evitar que se sometan a la jurisdiccion internacional reclamaciones que
podrían ser resueltas en la instancia nacional, toda vez que las mismas no pueden ser consideradas como
violaciones del derecho internacional de los derechos humanos, en la medida que existe una posibilidad de que
dichas necesidades del peticionario puedan ser adecuadamente satisfechas conforme al derecho interno estatal.
Adicionalmente, el agotamiento de los recursos internos se percibe como un elemento previsto en beneficio del
individuo, en cuanto un eficiente funcionamiento del sistema jurídico nacional puede garantizarle una pronta
reparación del derecho cuya violación se alega, y no como una medida dilatoria o un mero privilegio a disposición
del Estado.

De acuerdo con los hechos del caso, el único medio judicial agotado por la peticionaria fue aquel de la acción de
tutela para obtener la prestación del servicio de salud. Sin embargo, antes de acudir ante un tribunal internacional,
ha debido agotar los recursos adecuados disponibles para su caso. La jurisprudencia nacional del Consejo de
Estado ha señalado que en casos de daños antijurídicos en virtud de las aspersiones de glifosato, es procedente la
acción de reparación directa, que se constituye como el mecanismo para resarcir todo posible daño causado por
una entidad del Estado, ya sea por acción u omisión de sus instituciones o autoridades; en este sentido, de acuerdo
con el artículo 140 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo nacional, sí
existe un recurso judicial adecuado y efectivo que en el caso de la peticionaria no fue agotado si no que, por el
contrario, se prescindió completamente de la acción, dejando transcurrir así el tiempo de caducidad que establece
el CPACA en su artículo 164, donde se determina que se cuentan con 2 años a partir del día siguiente a que
ocurran los hechos que causan el daño, o a partir del momento en el que el demandante pudo haber tenido
conocimiento del mismo.

Presentación por fuera del plazo establecido


Por otra parte, los requisitos de las peticiones, en concordancia con el artículo 46 de la Convención Americana,
exigen que la misma sea presentada dentro del plazo de 6 meses a partir de la notificación de la decisión, que en
este caso podrían tomarse en consideración desde que quedó en firme la decisión de segunda instancia ante la
acción de tutela interpuesta, hechos ocurridos en 2005, por lo que es tangible la falta al requisito en la medida en
que ha transcurrido más del término permitido por los requisitos mismos de la Convención Americana y la misma
resultaría extemporánea.

- Por todo lo anterior, este Tribunal está en la obligación de declarar la inadmisibilidad de la petición de la
señora Adriana Rodríguez y su esposo, toda vez que no se cumplen con los requisitos mínimos
establecidos por la CADH.

ARGUMENTO DE FONDO DEL ESTADO

Negación de responsabilidad
En primer lugar, es pertinente negar la responsabilidad del Estado frente a los hechos alegados previamente por
los peticionarios.

Deber de prevención
Por un lado, el deber de prevención cuenta con tres aseveraciones: deber de regulación, deber de supervización y
fiscalización, la realización de estudios ambientales idóneos, la obligación de contar con planes de contingencia,
de mitigar daños ambientales y un deber intrínseco de precaución.

En cuanto al deber de regulación, se indica que se deben regular las actividades que tengan que ver con el medio
ambiente. Así, se encuentra que el Estado de Freedonia cumplió con sus diligencias al momento de regular las
aspersiones, por lo que para el momento se encontraban vigentes numerosos cuerpos normativos cuyo objetivo
exclusivo es la reglamentación de dicha actividad, entre las que se encuentran:

1. Ley 30 de 1986 – Se determina que el Consejo Nacional de Estupefacientes es el órgano que va a regular
la destrucción de cultivos de marihuana y coca en el país.
2. Decreto 3788 de 1986 – Se reglamenta la ley anterior.
3. Decreto 1843 de 1991 – Reglamenta el uso de plaguicidas.
4. Resolución 1005 del 26 de Noviembre de 2001 – Se adopta el Plan de Manejo Ambiental en un programa
denominado “De Erradicación de Cultivos Ilícitos mediante la Aspersión Aérea con el Herbicida
Glifosato”.

Por otra parte, en cuanto al deber de supervización y fiscalización, el Estado de Freedonia cuenta con amplias
facultades sobre la actividad de aspersiones de cultivos ilícitos, conforme a lo establecido por el Plan de Manejo
Ambiental. Igualmente, se realizaron los estudios ambientales idóneos de manera omnicomprensiva y
participativa para los momentos de realización de la aspersión, de tal forma que se estableció una verificación
constante por medio de la evaluación de efectos sobre el entorno a través de actividades tales como: la selección
de areas a reconocer, selección de los participantes y la evaluación de la eficacia de la operación.
En otro sentido el Estado, respecto de la obligación de contar con planes de contingencia, cumplió cabalmente
con los supuestos fácticos de la misma, en la medida que dentro del Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos
se contempló igualmente un Plan de Contingencia que consagraba un conjunto de actividades y operaciones
encaminadas a prevenir o corregir cualquier eventualidad presentada por fallas naturales en el servicio.

Siguiendo con esto, en cuanto a la mitigación de daños ambientales, si bien los Estados tienen esta carga, no
cuentan con la certeza absoluta frente a cada daño particular y es por esto que las personas directamente afectadas
deben poner en conocimiento del Estado dichos daños para que se pueda proceder a una reparación integral. Así,
no se puede conocer de dichos daños toda vez que no se efectuó un debido agotamiento de los recursos adecuados
y efectivos en el orden interno para cumplir con estos propósitos.

En último lugar, el deber de precaución contempla las medidas que se deben adoptar en casos donde no existe
certeza sobre el impacto que pueda tener una actividad en el medio ambiente. Sin embargo, el Estado de Freedonia
para aquel entonces estableció el Plan de Manejo Ambiental que plantea estrategias para atender las emergencias
que se pueden presentar durante las diferentes etapas de manipulación del glifosato, que pretende enmarcarse en
ua Política Nacional Integral de Atención de Emergencias. En este orden de ideas, para el momento de ocurrencia
de los hechos (inicios de 2005) el Estado de Freedonia contaba con la suficiente confianza científica internacional
para efectuar las aspersiones de glifosato, demostrable en los siguientes instrumentos:

1. Departamento del Estado de EEUU, marzo de 2007 – Se certifica positivamente la sustancia, aduciendo
que la erradicación aerea NO causa daños significativos al medioambiente, ni a la salud humana.
2. Clínica Uribe Cualla, Informe final del Estudio de las Denuncias de Daños a la Salud relacionados con la
erradicación aérea en Colombia (2001) – NO hay reportes con certeza científica que indiquen perjuicio
alguno sobre la salud.
3. Estudio de los Efectos del programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos mediante la aspersión aérea con
el herbicida glifosato y de los cultivos ilícitos en la salud humana y el ambiente (informe preparado para
la CICAD – OEA en 2005) – Los riesgos para los seres humanos y la salud de las personas derivados del
uso del glifosato en la erradicación de la coca en Colombia son mínimos, y los riesgos para el
medioambiente son reducidos en la mayoría de las circunstancias; adicionalmente, este informe se
constituye como la información más actualizada accedida por el Estado a la fecha de la fumigación.

En consecuencia, el Estado colombiano sí cumplió con su deber de precaución teniendo en cuenta que incluso, a
raíz de las dudas suscitadas posteriormente al 2005, el Estado de Freedonia adoptó la Resolución 1214 de 2015
por medio de la cual se suspendieron las aspersiones con glifosato.

Pronunciamiento frente al dx a la vida


Por una parte, el derecho a la vida, si bien se protege desde la concepción, no encuentra una vulneración estatal
en este caso puesto que no hay elementos suficientes para atribuir el aborto espontáneo sufrido por la señora
Adriana Rodríguez a causas específicas, por lo que lo ocurrido puede no ser consecuencia de las supuestas
fumigaciones.

En este punto, no hay ningún análisis de muestras de agua, suelo o cultivo de vegetación circundante que permita
establecer la afectación física de la señora Adriana Rodríguez como correspondiente con la presunta aspersión,
por lo que no hay una causalidad clara entre el uso de plaguicidas y el aborto espontáneo. Adicionalmente, en una
acción de reparación directa incoada contra el Estado en el año 2007, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Forenses señaló ante un caso similar en el que ocurrió un aborto involuntario, que este químico no contiene
ninguna sustancia de tipo órgano fosforado capaz de provocarle las luctuosas afectaciones.

Pronunciamiento frente a la integridad personal y a la protección a la familia


Bajo este mismo presupuesto anterior se desmienten las vulneraciones tanto a la integridad personal, como a la
protección a la familia, en la medida que ninguna acción u omisión estatal causó el daño que sufrió la pareja de
esposos del presente caso y, adicionalmente, ningún presupuesto se enmarca fácticamente dentro de los supuestos
de hecho de las vulneraciones de estos derechos.

En cuanto a la integridad personal, ninguno de los hechos expuestos por la parte peticionaria constituye algún
tipo de afectación fïsica o moral derivada de una conducta de tortura por parte del Estado por lo que, en el mismo
sentido, no hay una vulneración al derecho de protección a la familia, toda vez que no se realizó ningún tipo de
injerencia estatal en la vida de la señora Adriana Rodríguez, quien sigue estando plenamente facultada para formar
su familia de la forma en que prefiera, con la seguridad de que el Estado brindará la protección necesaria a la
misma, como lo realiza con todos los ciudadanos acogidos a su jurisdicción.

Pronunciamiento frente a los dxs de desarrollo progresivo


En otro sentido, en cuanto a los derechos de desarrollo progresivo supuestamente alegados, es necesario resaltar
que el Estado no ha vulnerado los mismos, toda vez que cuenta con todo un marco de protección a estos derechos,
especialmente en lo concerniente al derecho a la salud.

La Constitución Política de 1991 define a Colombia como un Estado Social de Derecho, lo que implica garantizar
los derechos sociales, tanto de índole individual como de orden colectivo, mediante su reconocimiento en la
legislación y políticas activas de protección social. En concordancia, la Constitución establece los Derechos
Sociales, Económicos y Culturales, dentro de los que se encuentran los derechos a la seguridad social y a la
atención en salud como servicios públicos. El artículo 49 de la Carta Política establece que los servicios de salud
se organizarán en forma descentralizada, por niveles de atención y con participación de la comunidad.

En atención a lo dispuesto por la Constitución, en 1993 se expidió la Ley 100 por medio de la cual se creó el
Sistema General de Seguridad Social en Salud, con posteriores modificaciones que lo rinden como un sistema
completo y adecuado, teniendo como prioridad fundamental el mejoramiento en las condiciones de salud de la
población en general. La Ley 1122 de 2007, por ejemplo, define el aseguramiento y las condiciones de prestación
del Sistema, y hace reformas en los aspectos de equilibrio, racionalización y mejoramiento en la prestación de
servicios de salud, fortalecimiento en los programas de salud y de las funciones de inspección, vigilancia y control
y la organización y funcionamiento de redes para la prestación de servicios de salud. Por otro lado, el Decreto
3039 de 2007, por medio del cual se expidió el Plan Nacional de Salud Pública, está basado en un enfoque
poblacional que contiene como líneas de política la promoción de la salud y la calidad de vida, la prevención de
los riesgos, la recuperación y superación de los daños en la salud y la vigilancia en salud, que busca reducir las
brechas existentes entre regiones y grupos poblacionales.

Adicionalmente, la jurisprudencia constitucional ha señalado que la salud es un derecho que tiene el carácter de
fundamental, de manera autónoma y por la conexidad con otros derechos del mismo rango y ha entendido que, a
los efectos de dar cumplimiento a la obligación de garantizar el desarrollo progresivo, los Estados deben
establecer un marco normativo adecuado que regule la prestación de servicios de salud, estableciendo estándares
de calidad para las instituciones públicas y privadas, que permita prevenir cualquier amenaza de vulneración a la
integridad personal en dichas prestaciones.
Entendida toda la exposición anterior, se evidencia un marco de protección constitucional, legal y jurisprudencial
del derecho en cuestión, por lo que no se incurre en las supuestas fallas estructurales que alega la contraparte.

Así las cosas, la obligación internacional principal en materia de salud indica que el Estado tiene el deber de
abstenerse de realizar acciones que limiten el derecho a la salud de los habitantes, de proteger a estos de acciones
de personas u organizaciones no estatales que pueden truncar o limitar su derecho a la salud, de tomar acciones
positivas para asegurarse que todo habitante tenga acceso a los elementos más básicos del derecho a la salud, de
proveer tal acceso en caso de que un individuo no pueda hacerlo por sus propios medios, y de brindar cada vez
más y mejor protección al derecho a la salud de los habitantes, obligación que se ve plenamente satisfecha en el
desarrollo del Sistema de Salud vigente en el Estado colombiano.
Aunado a esto, la Corte ha considerado en reiteradas ocasiones que un Estado no puede ser responsable por
cualquier violación de derechos humanos cometida entre particulares dentro de su jurisdicción, toda vez que el
carácter erga omnes de las obligaciones convencionales de garantía a cargo de los Estados no implica una
responsabilidad ilimitada de los mismos frente a cualquier acto o hecho de particulares. El Estado ha cumplido a
cabalidad con todas sus obligaciones derivadas del artículo 26 de la CADH y, por lo tanto, no le es endilgable
ningún tipo de responsabilidad derivada de los hechos del presente caso, toda vez que no hay prueba suficiente
en ninguna medida ni de la afectación física de la víctima, ni de vulneraciones de obligaciones en cabeza del
Estado.

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