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A comienzos del siglo XIX, las tensiones políticas en las colonias españolas pertenecientes
a América latina eran eminentes. Era evidente la rivalidad entre los criollos y los españoles
que representaban a la Corona en América, en un panorama de desigualdad, injusticia y
violencia, el triunfo de la Revolución Francesa y el nuevo gobierno de Napoleón Bonaparte
detonaron, sin quererlo y por caminos divergentes, los procesos de independencia en Haití,
Brasil primeramente y lo que resta del continente hispanoamericano a posteriori. Las
guerras por la independencia de España duraron casi quince años en Suramérica, dirigidas
principalmente por Simón Bolívar y José de San Martin “los libertadores” De esta forma
la independencia política no implicó una reforma social profunda sino, en general, una
manera de continuar la dominación de la élite local en beneficio de los intereses criollos.
“La economía feudal deviene, poco a poco, economía burguesa. Pero sin dejar de ser,
economía colonial” (Mariategui. 1934. Pág. 10). Si en la gestación de la economía colonial
fue a razón de una empresa militar y eclesiástica, la economía de la República al ser
heredera de la economía colonial se encuentra determinada por ese proceso de conquista
por dos razones: la primera es que ahora serán nuevos los colonizadores y la segunda es que
el proceso de Independencia es producto de intereses foráneos y no responden a la solución
de los problemas indígenas.
Una vez se habían ganado las guerras de independencia, “al Occidente capitalista
empezaron a enviar los productos de suelo y sub-suelo. Y del Occidente capitalista
empezaron a recibir tejido, máquinas y mil productos industriales” (Mariategui. 1934. Pág.
12). De ahí que los países más cercanos Europa por el Atlántico como Argentina y Brasil
fueron foco de capitales e inmigrantes europeos. Por su parte el Perú por posición
geográfica respecto a Europa era más cercano a Oriente y aunque su comercio con Asia
comenzó a afianzarse para transformarse por completo de una economía feudal a una
burguesa-capitalista, el Perú debía hacer uso de la maquinaria e ideas europeas.
Sin embargo no solamente esta realidad se hizo evidente en el Perú sino también en las
demás colonias que fueron conquistadas con la llegada de los españoles. En Kingston,
Jamaica Simón Bolívar en septiembre de l815 y en resistencia a estas injusticias redacta la
“Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla" o carta de Jamaica
donde presenta un panorama general de las guerras de independencia y expresa su
esperanza y credulidad en la finalización optima del proceso independentista: la liberación
de las colonias de la corona española.
En la carta de Jamaica Bolívar hace un llamado a las naciones extranjeras para que ayuden
a la independencia de las colonias en América latina, Las demandas de apoyo o refuerzo
eran dirigidas a Inglaterra primeramente; y en segundo lugar, a los Estados Unidos. A
Inglaterra, debido a su rivalidad con España por el control del comercio colonial y a su
poder como la primera nación industrial de su continente siendo la nación más apropiada
para asumir con las necesidades comerciales latinoamericanas, ya que en varias ocasiones
Inglaterra ayudó militar y económicamente a los criollos en las colonias en sus intentos de
independencia.
En cuanto a los Estados Unidos, se esperaba tomar como ejemplo para las demás colonias
americanas ya que treinta años antes había conseguido su independencia, segundo, porque a
Bolívar le interesaba que se afirmara en América un sistema de estados independientes
como república y garantía de su propia seguridad y en tercer lugar por los beneficios
económicos que se obtendrían al poder participar en el comercio con nuevos estados.
Teniendo en cuenta algunos de los ideales y deseos de uno de los libertadores para efectuar
finalmente el proceso de independencia, también se ponen en consideración los planes
expuestos en dicha carta una vez lograda la independencia política de las colonias en
América latina.
Aunque se hace evidente la idea de unir toda Sudamérica, desde Chile hasta México, como
uno de los más grandes sueños de Bolívar, también se considera que en aquellos momentos
no era posible unir a las colonias en una sola nación, no porque no fuera Bolívar partícipe
de esta idea de la unificación “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la
más grande Nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y
gloria” (Bolívar. 1815. Pág. 24), sino porque en el panorama de intereses encontrados,
amplia extensión del territorio, aislamiento de regiones, entre otros no se veía posible tan
compleja labor.
La lectura denota que Bolívar simpatizaba con el sistema republicano, en la carta rechaza la
idea de crear monarquías en Suramérica. En la misma expresaba que el sistema republicano
estaba más acorde con las necesidades de los nuevos estados. Esta era una idea más
realizable, formando uniones regionales y uniendo secciones más pequeñas de tan amplio
territorio, este debería, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que
hayan de formarse. Coherente con esto se pensaba, además, que los pueblos
latinoamericanos debían contar con un sistema de gobierno que estimulara la marcha hacia
la igualdad social y la democracia, se hace evidente el debate entre monarquía o república,
ya que para un pueblo que pasó por situaciones de guerra y explotación no eran
convenientes los reyes absolutistas sino una república. El ejemplo norteamericano y la
revolución francesa justificaban la implantación del sistema republicano en América latina,
Bolívar expone que dentro de un régimen republicano se conforman las instituciones de
gobiernos liberales y las sociedades civiles en la justicia, la libertad y la igualdad,
cualidades según él, apropiadas para el desarrollo de las nuevas repúblicas.
Bolívar argumenta que desde la misma Europa, en beneficio del orden internacional, debió
de haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana. Sin embargo no
hay dudas que la independencia de las colonias españolas dependía en gran parte de la
situación internacional, de la correlación de fuerzas entre las potencias europeas, pero no
todo el proceso debió estar centrado en concentrar el progreso de la región apoyada de otros
países extranjeros y ligar su supervivencia a los mismos creando una condición de
dependencia que aun hoy 500 años después se mantiene. Así por ejemplo, hoy como ayer,
los descendientes de los originarios son forzados a trasladarse a las zonas más pobres,
áridas y desérticas del continente, o por el contrario, reciben por parte de los Estados
“permisos de ocupación” para que puedan vivir en las tierras que, habiéndoles pertenecido
a sus antepasados, fueron ilegítimamente usurpadas y aun hoy América latina es saqueada y
explotada por los países considerados desarrollados.
Es necesario como argumenta José Martí superar la concepción republicana que intentaba
salir del atraso económico y cultural comparándose con las otras naciones sin tener en
cuenta el contexto y las condiciones, realidades y necesidades de la región, lo que terminó
en un cambio de poder e imposición de modelos no adecuados para la región, Martí
expresa que es necesario infundir y difundir la “autoctonía” los procesos propios y
aprendidos en otras latitudes no occidentales, generando una visión más holística, crítica e
inclusiva que fortalezca el potencial de la región Latinoamericana como interdependiente
que construya su presente y futuro desde la memoria y el reconocimiento. Expone que la
transformación de nuestra América radica en reconocimiento de la cultura propia y la
construcción consiente de la realidad en torno a esta más no radica como solía decirse
entonces, en la incapacidad racial, cultural o histórica del continente, sino en la repetida y
errada decisión de asumir acríticamente en las repúblicas criollas las formas de
organización política y social provenientes de Europa occidental y Estados Unidos.