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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Licenciatura en educación básica con énfasis en Ciencias Sociales

Marcela Aragón Salazar, María Paula Muñoz, Laura Romero

Problemas latinoamericanos. Patricia Liscano.

América independentista: una mirada desde el sur.

A comienzos del siglo XIX, las tensiones políticas en las colonias españolas pertenecientes
a América latina eran eminentes. Era evidente la rivalidad entre los criollos y los españoles
que representaban a la Corona en América, en un panorama de desigualdad, injusticia y
violencia, el triunfo de la Revolución Francesa y el nuevo gobierno de Napoleón Bonaparte
detonaron, sin quererlo y por caminos divergentes, los procesos de independencia en Haití,
Brasil primeramente y lo que resta del continente hispanoamericano a posteriori. Las
guerras por la independencia de España duraron casi quince años en Suramérica, dirigidas
principalmente por Simón Bolívar y José de San Martin “los libertadores” De esta forma
la independencia política no implicó una reforma social profunda sino, en general, una
manera de continuar la dominación de la élite local en beneficio de los intereses criollos.

Los ideales independentistas:

Antes de la llegada de la conquista al territorio peruano la economía era espontánea y libre,


el Imperio Inca era la representación clara de obviar la teoría de Malthus y su relación
indirectamente proporcional entre población y producción pues contaban con bienestar
material aun cuando su organización era de comunas agrícolas y sedentarias, la razón de su
éxito radicaba en la existencia de un impulso individual que sin embargo se regulaba por un
deber social inamovible, es decir, su trabajo colectivo cumplía siempre con un fin social
para el imperio.

Con la llegada de los conquistadores se eliminaron los vínculos de la unidad imperial,


acabando con el trabajo solidario y orgánico, el problema fue su imperiosa necesidad de
distribución del botín de guerra. Con la aparición del Virreinato comenzó una nueva
economía, la economía colonial, marcada por la extracción de oro y plata, “sobre las ruinas
y los residuos de una economía socialista, echaron bases de una economía feudal”
(Mariategui. 1934. Pág. 08), esto dio como resultado que los españoles crearan su propia
falla estructural colonial, es decir, al ser más una empresa de carácter militar y eclesiástico
más que política y económica, no pensaron en la complejidad y capacidad organizativa de
los indios y por eso buscaron más su exterminio que incluso su posibilidad como fuerza de
trabajo, de ahí que no fueran capaces de solventar una economía sólida y orgánica como
colonizadores, esta falla a nivel de demografía dio como resultado la injerencia del factor
esclavista.
Es de resaltar que los jesuitas en este proceso de colonización fueron los únicos actores
externos que lograron crear una empresa económica en suelo peruano mediante centros de
trabajo y producción, es decir, aquello que la pequeña corte burocrática en Lima no fue
capaz ni se preocupó por crear, esto es resultado por una parte los jesuitas quienes
orgánicamente son positivistas, de lo cual sacaron oportunidad en países como Paraguay
donde hábilmente aprovecharon y explotaron la tendencia indígena al comunismo a su
favor y adicionalmente los pineros o Pioneer españoles no tenían aptitud creadora para
núcleos de trabajo y eran holgazanes, a diferencia del ideal anglosajón de heroísmo y
francés de fineza.

“La economía feudal deviene, poco a poco, economía burguesa. Pero sin dejar de ser,
economía colonial” (Mariategui. 1934. Pág. 10). Si en la gestación de la economía colonial
fue a razón de una empresa militar y eclesiástica, la economía de la República al ser
heredera de la economía colonial se encuentra determinada por ese proceso de conquista
por dos razones: la primera es que ahora serán nuevos los colonizadores y la segunda es que
el proceso de Independencia es producto de intereses foráneos y no responden a la solución
de los problemas indígenas.

Parafraseando a Mariategui en su tesis:

“Las ideas de la revolución francesa y de la constitución norteamericana,


encontraron eco en Sud-América, pues en el continente existía, así fuese de manera
embrionaria, una burguesía, que con necesidades e intereses económicos propios,
debía y podía contagiarse del humor revolucionario europeo-burgués.
La Independencia en Hispa-América no se habría llevado a cabo, si no hubiese
contado con una generación heroica, sensible a la coyuntura de la época, con
capacidad y voluntad para actuar en estos pueblos una verdadera revolución.
Aunque se vea a la Independencia como una empresa romántica, la tesis económica
de la revolución elimina esa idea, porque los conductores, caudillos e ideólogos de
esta revolución no fueron superiores a las premisas y razones económicas del
acontecimiento. El hecho intelectual y sentimental no fue anterior al hecho
económico.” (Mariategui. 1934. Pág. 10)

La Independencia no es sino el rechazo hacia las políticas de España que obstaculizaba el


desarrollo económico de las colonias porque no les permitía el comercio con ninguna otra
nación, de ahí que la embrionaria burguesía buscara su desarrollo al desvincularse de dicho
centralismo, dando como resultado la revolución de independencia Suramericana, inspirada
y organizada por intereses criollos y hasta españoles, más que indígenas. Es decir, la
independencia suramericana es producto de las necesidades occidentales de desarrollo
civilizatorio que derivan en el capitalismo.
El Imperio Británico como representante de los intereses capitalistas, comenzaba a tomar
forma. Inglaterra, cuna del liberalismo y el protestantismo, representaba los dos fenómenos
que en la historia son trascendentales: el político y el religioso. Es a raíz de esto que para
Mariategui Inglaterra va a deber su hegemonía en la civilización capitalista, no sólo por su
desarrollo de la máquina y la industria, sino también porque en la independencia de Sud-
América, porque serán los banqueros londinenses a partir de préstamos quienes financien la
fundación de nuevas repúblicas.

Una vez se habían ganado las guerras de independencia, “al Occidente capitalista
empezaron a enviar los productos de suelo y sub-suelo. Y del Occidente capitalista
empezaron a recibir tejido, máquinas y mil productos industriales” (Mariategui. 1934. Pág.
12). De ahí que los países más cercanos Europa por el Atlántico como Argentina y Brasil
fueron foco de capitales e inmigrantes europeos. Por su parte el Perú por posición
geográfica respecto a Europa era más cercano a Oriente y aunque su comercio con Asia
comenzó a afianzarse para transformarse por completo de una economía feudal a una
burguesa-capitalista, el Perú debía hacer uso de la maquinaria e ideas europeas.

Sin embargo no solamente esta realidad se hizo evidente en el Perú sino también en las
demás colonias que fueron conquistadas con la llegada de los españoles. En Kingston,
Jamaica Simón Bolívar en septiembre de l815 y en resistencia a estas injusticias redacta la
“Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla" o carta de Jamaica
donde presenta un panorama general de las guerras de independencia y expresa su
esperanza y credulidad en la finalización optima del proceso independentista: la liberación
de las colonias de la corona española.

En el documento se argumenta el deseo de la independencia suramericana diciendo entre


otras razones, que el pueblo a ese tiempo estaba en una situación de servidumbre. “El
pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los
derechos del ciudadano o súbditos” (Bolívar. 1815. Pág. 18) al denunciar estos hechos,
Bolívar se apoya en testimonios de los propios españoles como el Padre Bartolomé de Las
Casas, quien fue uno de los primeros en denunciar el carácter inhumano de la colonización
española. Según Bolívar, España no estaba en condiciones de ocuparse del comercio de sus
colonias ya que el comercio español fue principalmente un comercio de comisión, estos
compraban las mercancías a otros países europeos y luego las revendían en las colonias, lo
que produjo el alza de los precios y el aumento del contrabando aún más que el comercio
legal, a causa de satisfacer solo la actividad comercial, en lugar de satisfacer la industria y
la manufactura para abastecer la economía interna. Estas circunstancias determinaron que
posteriormente el mercado colonial quedara al servicio de otros países de forma indirecta,
lo que estableció una dependencia extranjera mayor.

En la carta de Jamaica Bolívar hace un llamado a las naciones extranjeras para que ayuden
a la independencia de las colonias en América latina, Las demandas de apoyo o refuerzo
eran dirigidas a Inglaterra primeramente; y en segundo lugar, a los Estados Unidos. A
Inglaterra, debido a su rivalidad con España por el control del comercio colonial y a su
poder como la primera nación industrial de su continente siendo la nación más apropiada
para asumir con las necesidades comerciales latinoamericanas, ya que en varias ocasiones
Inglaterra ayudó militar y económicamente a los criollos en las colonias en sus intentos de
independencia.

En cuanto a los Estados Unidos, se esperaba tomar como ejemplo para las demás colonias
americanas ya que treinta años antes había conseguido su independencia, segundo, porque a
Bolívar le interesaba que se afirmara en América un sistema de estados independientes
como república y garantía de su propia seguridad y en tercer lugar por los beneficios
económicos que se obtendrían al poder participar en el comercio con nuevos estados.

No obstante la política de Inglaterra había cambiado con la entrada de España en la lucha


contra Napoleón, en los años de guerra contra Napoleón se procuraba garantizar la
integridad del imperio colonial de su aliada España, en ese sentido Bolívar en sus ideales
trataba de estimular el cambio, y ofrecía ventajas económicas a los ingleses y en general a
todos los países extranjeros que ayudarán a su causa patriota. “Sin embargo ¡cuán
frustradas han quedado nuestras esperanzas; no sólo los europeos, pero hasta nuestros
hermanos del norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda” (Bolívar.
1815. Pág. 15).

En la carta se expresa que los latinoamericanos se encontraban privados de sus derechos


políticos y económicos, estos se encontraban alejados de opciones democráticas de
gobierno, de control financiero, religioso y comercial, aunque cabe resaltar desde un
análisis contemporáneo que es importante observar que el Libertador reivindica estos
derechos al gobierno y administración de las colonias para la clase de los criollos.

A nivel económico se refleja que el monopolio comercial y las prohibiciones económicas


impiden el desarrollo de las colonias ya que España prohíbe el comercio entre colonias y
también con otras naciones independientes, se establece un control de navegación donde
son autorizados ciertos puertos para el comercio y el beneficio español, fue prohibida la
siembra de frutos europeos, prohibido el establecimiento de fábricas principalmente de
paños pero también de otros artículos. Toda esta política económica estaba dirigida a
convertir la economía de las colonias en una economía complementaria de la economía
española. A "Los americanos, en el sistema español... no ocupan otro lugar en la sociedad
que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores”
(Bolívar. 1815. Pág. 19).

Teniendo en cuenta algunos de los ideales y deseos de uno de los libertadores para efectuar
finalmente el proceso de independencia, también se ponen en consideración los planes
expuestos en dicha carta una vez lograda la independencia política de las colonias en
América latina.

La organización pos-independencia: ¿Debían las colonias unirse en un solo Estado? ¿Se


organizarían repúblicas o monarquías?

Aunque se hace evidente la idea de unir toda Sudamérica, desde Chile hasta México, como
uno de los más grandes sueños de Bolívar, también se considera que en aquellos momentos
no era posible unir a las colonias en una sola nación, no porque no fuera Bolívar partícipe
de esta idea de la unificación “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la
más grande Nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y
gloria” (Bolívar. 1815. Pág. 24), sino porque en el panorama de intereses encontrados,
amplia extensión del territorio, aislamiento de regiones, entre otros no se veía posible tan
compleja labor.

La lectura denota que Bolívar simpatizaba con el sistema republicano, en la carta rechaza la
idea de crear monarquías en Suramérica. En la misma expresaba que el sistema republicano
estaba más acorde con las necesidades de los nuevos estados. Esta era una idea más
realizable, formando uniones regionales y uniendo secciones más pequeñas de tan amplio
territorio, este debería, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que
hayan de formarse. Coherente con esto se pensaba, además, que los pueblos
latinoamericanos debían contar con un sistema de gobierno que estimulara la marcha hacia
la igualdad social y la democracia, se hace evidente el debate entre monarquía o república,
ya que para un pueblo que pasó por situaciones de guerra y explotación no eran
convenientes los reyes absolutistas sino una república. El ejemplo norteamericano y la
revolución francesa justificaban la implantación del sistema republicano en América latina,
Bolívar expone que dentro de un régimen republicano se conforman las instituciones de
gobiernos liberales y las sociedades civiles en la justicia, la libertad y la igualdad,
cualidades según él, apropiadas para el desarrollo de las nuevas repúblicas.

En la carta se prevé la formación de futuras naciones en el continente; Los países


latinoamericanos, en una época inmediatamente pos-independentista, necesitaban de un
sistema político que los ayudara a superar el atraso institucional, la inexperiencia política y
lograr la paz y el progreso tanto económico como social. Defendía el libertador que en el
sistema republicano sería más apropiado salir del considerado atraso cultural, económico y
social que caracterizaba al continente.

Bolívar argumenta que desde la misma Europa, en beneficio del orden internacional, debió
de haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana. Sin embargo no
hay dudas que la independencia de las colonias españolas dependía en gran parte de la
situación internacional, de la correlación de fuerzas entre las potencias europeas, pero no
todo el proceso debió estar centrado en concentrar el progreso de la región apoyada de otros
países extranjeros y ligar su supervivencia a los mismos creando una condición de
dependencia que aun hoy 500 años después se mantiene. Así por ejemplo, hoy como ayer,
los descendientes de los originarios son forzados a trasladarse a las zonas más pobres,
áridas y desérticas del continente, o por el contrario, reciben por parte de los Estados
“permisos de ocupación” para que puedan vivir en las tierras que, habiéndoles pertenecido
a sus antepasados, fueron ilegítimamente usurpadas y aun hoy América latina es saqueada y
explotada por los países considerados desarrollados.

Es necesario como argumenta José Martí superar la concepción republicana que intentaba
salir del atraso económico y cultural comparándose con las otras naciones sin tener en
cuenta el contexto y las condiciones, realidades y necesidades de la región, lo que terminó
en un cambio de poder e imposición de modelos no adecuados para la región, Martí
expresa que es necesario infundir y difundir la “autoctonía” los procesos propios y
aprendidos en otras latitudes no occidentales, generando una visión más holística, crítica e
inclusiva que fortalezca el potencial de la región Latinoamericana como interdependiente
que construya su presente y futuro desde la memoria y el reconocimiento. Expone que la
transformación de nuestra América radica en reconocimiento de la cultura propia y la
construcción consiente de la realidad en torno a esta más no radica como solía decirse
entonces, en la incapacidad racial, cultural o histórica del continente, sino en la repetida y
errada decisión de asumir acríticamente en las repúblicas criollas las formas de
organización política y social provenientes de Europa occidental y Estados Unidos.

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