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CINCO

SIGLO
ALAVISTA
¿Hay un "Derecho" prehispánico?
Fernando de Trazegnies Granda
Abogado. Profesor de Filosofía del Derecho de la PUC.

U pwblema metodológico difícil de abmda'


en la historiografía del Derecho peruano consiste en
delito en las antiguas culturas de América, <4> "no
fue, probablemente, Derecho auténtico, sino mera
la aplicación de la categoría occidental de "Dere- Costumbre". <s> Sin embargo, insiste en que su libro
cho" a una realidad profundamente no occidental no pretende hacer una historia de las costumbres
como la sociedad pre-hispánica en América: ¿pode- sino investigar realmente la conciencia jurídica de
mos hablar propiamente de un "Derecho" prehis- los pueblos prehispánicos,<6> en otras palabras, se
pánico?, ¿podemos decir que existió "Derecho" en aferra a la idea de la existencia de un Derecho
esa América anterior a Colón? prehispánico. En realidad, Trimborn absolutiza la
Algunos autores no han dudado mucho al categoría "Derecho", considerándola de alguna ma-
respecto. El historiador mexicano Lucio Mendieta y nera como una parte esencial del proceso de socia-
Núñez opina categóricamente que, si Derecho sig- lización humana, presente -de forma diferente, es
nifica solamente un conjunto de reglas, entonces verdad- en toda sociedad.<?> De ahí que utilice tér-
parecería que la América prehispánica no tiene pro- minos eminentemente jurídicos como "delito", "Es-
piamente Derecho; pero si con este término nombra- tado" y "pena" para analizar los castigos en tiempos
mos un fenómeno social que debe entenderse dentro de los Incas. Pero, al mismo tiempo, su rigor de
del medio en el que se da, entonces sí es posible investigador lo lleva a plantear una serie de matices
encontrar un Derecho americano antes de la in- que subvierten el carácter universal del Derecho.
fluencia occidental aportada por la Conquista. Y, Nos dice que el Derecho no existe conscientemente
dentro de esta línea, Mendieta estudia la historia del en todos los pueblos, sino que es el estudio científico
Derecho Público, del Derecho Privado y hasta del posterior (de acuerdo a nuestras categorías) que
Derecho Procesal en el México anterior a Colón. m puede descubrirlo. En consecuencia, el uso de la
Horado Urteaga habla de "Un cuerpo de leyes fijo palabra "Derecho" para designar estas realidades
en la memoria, .. (de los Incas como) "base de esta ajenas conlleva ciertos peligros, ya que ese "Derecho
organización judiciaria"<2>y no vacila en hablar de prehispánico" no opera con las mismas característi-
jueces, régimen judicial, períodos feudales y del cas de aquello que nosotros llamamos Derecho. Por
Tribunal de los Doce que tiene incluso secretarios ejemplo, la distinción entre Derecho Público y De-
letrados (sic), etc. <3> recho Privado "está muy lejos del pensamiento ju-
Sin embargo, otros autores han sido más pru- rídico de los pueblos primitivos"; y, de otro lado, en
dentes. Hermann Trimborn destaca que, dentro de estas circunstancias es muy difícil la separación es-
civilizaciones no occidentales, es difícil distinguir tricta entre principios jurídicos y morales.< 8> Como
entre la costumbre y el Derecho; y advierte que, puede notarse, Trimborn se refiere a un "Derecho
mucho de lo que es el objeto de su estudio sobre el prehispánico" que no es nuestro Derecho; pero

(1) MENDIETA y NUÑEZ, Lucio: El Derecho Precolonial. Sta. ed. su obra. Vid. Hermann TRIMBORN: El Delito en las Altas
Editorial Porrúa. México, 1985. Culturas de América (1936). Universidad Nacional Mayor de
(2) URTEAGA, Horacio: El Imperio Incaico, en el que se incluye San Marcos. Lima, 1968.
la historia del ayllo y familia de los Incas. Prólogo de José de (5) TRIMBORN, Hermann: Op. cit., p. 19.
la Riva Agüero. Librería e Imprenta Gil. Lima, 1931, p. 204.
(6) Loe. cit.
(3) URTEAGA, Horacio: Op. cit., passim.
(4) La palabra alemana Hoch, que en este contexto significa antigua, (7) Ibidem, p. 20.
ha sido traducida literalmente al español como alta en el título de (8) Ibidem, pp. 20-22.

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tampoco puede definir claramente ese concepto que cósmico presidido por la religión antes que por el
pretende significar con tal palabra, ni nos demuestra Derecho;<ll) vale decir, conductas y sanciones muy
cuál es el elemento común (aparentemente univer- diferentes de las que podríamos incluir propiamente
sal) que permite utilizar el mismo término para en el Derecho Penal y quizá en Derecho alguno. En
nombrar tanto una relación social precolombina sus libros posteriores, Pease insiste en la necesidad
como una relación social netamente occidental. de liberar la visión del mundo prehispánico de las
Para el perspicaz espíritu histórico de Basadre, categorías occidentales que, lejos de iluminarlo, lo
la duda no pasó desapercibida: "¿Pertenecen todos distorsionan: así, critica el uso del término "propie-
los siglos anteriores a dicha etapa (de la coloniza- dad" (no es que existiera o no existiera propiedad
ción española)", se pregunta Basadre, "a una reali- entre los incas, sino que la categoría no es aplica-
dad que, en sí misma, es ajena al campo del Dere- ble),oz¡ el concepto de herencia dinástica, etc.
cho?". <9) La cuestión está claramente planteada. Pero Y, claro está, si rechazamos las instituciones
Basadre descarta demasiado rápidamente tal duda, jurídicas occidentales como modelos descriptivos de
citando a Bronislaw Malinowski: "Tiene que haber en lo prehispánico, quizá debemos comenzar recha-
todas las sociedades un tipo de normas demasiado prácti- zando la idea misma de Derecho -institución de
cas para ser refrendadas por sanciones religiosas, dema- instituciones- debido a su origen y a sus connota-
siado complejas para ser entregadas a la simpe buena ciones occidentales.
voluntad, demasiado importantes en relación con los in- El Derecho que conocemos, siendo en todo
dividuos para ser puestas en vigor por un agente abs- caso un producto de un momento histórico deter-
tracto. Este es el dominio de las normas jurídicas ... ".<w¡ minado, tampoco constituye una realidad homogé-
Basadre se suma así, a pesar de sus vacilaciones, a nea: está conformado por una multiplicidad de fe-
quienes piensan que el mundo prehispánico, aun nómenos normativos con pocos elementos en co-
cuando absolutamente ajeno a aquello que la tradi- mún entre sí. A tal punto que es difícil encontrar
ción romano-occidental llama Derecho, podría de- una categoría común a todas esas manifestaciones
cirse que tuvo también normas jurídicas. que llamamos "Derecho". Lo que hay más bien es
Sin embargo, esta conclusión no es compartida una herencia común, una tradición -muchas veces
por todos quienes han estudiado el problema. Por el traicionada- que proviene del Derecho romano,
contrario, hay muchos que piensan que el Derecho cuya descendencia -no su substrato- hace de eje
es un producto específico de una determinada his- histórico: el Derecho es el Derecho occidental, for-
toria: la historia del mundo occidental. Por consi- mado por continuidades y por rupturas, pero ubi-
guiente, existen numerosas sociedades sin Derecho; cadas dentro de una misma línea evolutiva.
sin perjuicio de que cuenten con mecanismos de re- La única forma de utilizar este término para
gulación social, aunque diferentes de aquello que realidades no occidentales consiste en darle un ca-
llamamos Derecho. rácter absolutamente genérico; tan genérico que el
Hay autores que no solamente han sido cautos Derecho resulta convertido en un fenómeno uni-
como Trimborn ni proclives a una universalización versal. Pero tal concepto genérico de Derecho sólo
de las categorías jurídicas occidentales sino que in- puede obtenerse a costa de vaciarlo de todo conte-
cluso han rechazado abiertamente la aplicación de nido. Para alcanzar ese nivel de generalidad tene-
estas categorías a las relaciones sociales prehispá- mos que eliminar las particularidades históricas
nicas. concretas: todo género es una abstracción de las es-
Franklin Pease habló en algún momento de pecies y éstas de los individuos. Para que una no-
"delito" entre los incas siguiendo la línea abierta por ción de Derecho pueda abarcar todas las formas de
Trimborn, pero precisó que esta palabra no debía regulación imperativa de las sociedades históricas
entenderse en su sentido occidental: no se trata de tenemos que expandir este concepto, estirarlo para
conductas sancionadas por una ley (de acuerdo al que cubra todo. Pero tal estiramiento conceptual tie-
nulla poena sine lege del Derecho occidental) sino más ne su precio: esta generalización lleva consigo adel-
bien de situaciones ligadas a tabúes, cuya repro- gazar su contenido hasta hacerlo casi transparente.
bación está fundada en la existencia de un orden En la medida que nos alejamos de la particularidad

(9) BASADRE, Jorge: Los Fundamentos de la,Historia del Dere- (11) PEASE G.Y., Franklin: Aproximación al delito entre los Incas.
cho. Ed. cit. p. 169. Revista "Derecho". Pontificia Universidad Católica del Perú. Nº
(10) BASAD RE, Jorge: Los Fundamentos de la Historia del Dere- 29. Lima, 1971, pp. 52-62.
cho. Ed. cit., pp. 175-176. La cita de B. MALINOWSKI puede
encontrarse en Crime and Custom in Savage Society. Routledge (12) PEASE G.Y., Franklin: Los Incas. Biblioteca "Lo que debo saber".
and Kegan Paul, Ltd. Londres, 1926. Parte I. Cap. XIII, último Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1991, passim.
párrafo, pp. 67-68.

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de cada experiencia concreta, nos vemos obligados a una puja de fuerzas, entonces no estamos ante un
caer en lugares comunes bastante huecos que nos sistema de Derecho sino ante el libre arbitrio de la
dicen muy poco de lo que realmente es el Derecho. autoridad sólo contrarrestada por los poderes a los
Una ciencia jurídica o histórica que se base en defini- que se enfrenta.
ciones del Derecho tales como "la reglamentación Por otra parte, la opinión universalista de
social imperativa" o "las normas que son suficiente- Malinowski qu~ antes hemos citado, desliza un con-
mente complejas, sin serlo tanto para ser sagradas" trabando occidental dentro de la percepción de so-
sería equivalente a una ciencia aeroespacial basada ciedades no occidentales. Cuando Malinowski se re-
en la idea de "vehículo": la "reglamentación social fiere a un "dominio de las normas jurídicas", distin-
imperativa" no nos permite distinguir entre expe-
riencias tan concretas y diferentes como la muerte
aplicada a base de ordalías y el derecho de los ac-
cionistas de una sociedad anónima a impugnar los
acuerdos de la Junta; de la misma forma como la
idea de "vehículo" no nos permite distinguir entre
un transbordador espacial y las carabelas de Colón.
Con estas generalidades, hemos ganado en exten-
sión pero hemos perdido en contenido. El ser más
general es el que menos determinaciones particula-
res tiene; pero no debe olvidarse que la ausencia de
determinaciones es la nada.
Estas definiciones generales de Derecho pre-
sentan la dificultad de que no solamente albergan
fenómenos muy diferentes sino incluso contradicto-
rios entre sí. Recuerdo muy bien haber comentado
en una oportunidad el problema del Derecho inca
con el doctor José León Barandiarán y éste inme-
diatamente me replicó: "¡Pero cómo vamos a hablar
de "Derecho inca" si ahí no había un sistema de
derechos y obligaciones sino sólo de obligaciones!
¡Eso era una tiranía y no un sistema jurídico!". to de la esfera de la religión y distinto de la moral o
Evidentemente, más allá de la connotación de las reglas informales sociales, está en realidad
valorativa -ciertamente discutible- que implica la planteando una noción de Derecho autónomo. Sin
palabra "tiranía" aplicada al sistema de gobierno embargo, la autonomía del Derecho no parece una
incaico, la observación del doctor León Barandiarán noción que pueda ser universalizada sino, por el
era muy aguda desde el punto de vista descriptivo: contrario, es una creación del mundo occidental que
un substrato mínimo del Derecho es la existencia de llega a su apogeo en el Derecho liberal del S. XIX y
un sistema en el que los deberes y los derechos estén que encuentra su teoría propia en el positivismo
correlacionados, de manera que nadie tenga derecho kelseniano del S. XX. En cambio, aun en Occidente
de exigir a otro más allá de lo determinado por el en la época pre-moderna -y más todavía en las civi-
deber de ese otro y que todos puedan disponer de lizaciones no occidentales- parece que aquello que
una acción o derecho de reclamo cuando tales lími- extensivamente podríamos llamar Derecho no se
tes son sobrepasados. Por ello, un sistema en el que presenta separado de la religión o de la moral o de
la autoridad impone deberes pero donde no hay la política, sino profundamente imbricado con estos
derechos correlativos de los individuos para recla- otros dominios de la acción humana, como lo seña-
mar, no parece un sistema jurídico: el Derecho su- laba Trimborn; al punto de que es imposible hablar
pone la existencia de frenos y contrapesos que no de "dominios" o campos conceptualmente y prácti-
son meras confrontaciones de poder sino que se en- camente diferenciados. En realidad, desde una pers-
cuentran debidamente reglamentados, forman un pectiva estrictamente histórico-antropológica podría
marco de razonamientos válidos o "legítimos" y se decirse que, así como las fronteras políticas de los
desenvuelven en un plano social específico; cuando actuales países son compartamentalizaciones espa-
no existe tal sistema, cuando la reclamación no ciales muy recientes, también la distinción entre
puede ser formulada como un derecho que aun la "países" conceptuales (Derecho, Moral, Religión,
autoridad debe respetar sino que tiene que ser costumbres sociales, etc.) es inaplicable a otras épo-
planteada como un reclamo político, es decir, como cas históricas porque las fronteras teóricas que los

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constituyen como campos independientes son de ble encontrar una relativa unidad de campo para la
origen moderno. Historia del Derecho. A veces el concepto común de
Derecho que la sostiene se hace muy tenue o incluso
desaparece. Pero, si no es posible encontrar vínculos
•• La noción de Derecho es esenciales entre algunas de las formas que ha
adoptado el Derecho occidental, cuando menos es
también un producto histórico, posible encontrar vínculos genealógicos: sabemos
resultado de una elaboración que una institución, aunque diferente en su conteni-
do, deriva de tal otra y esa de otra, y así hasta for-
conceptual que se da en el interior mar un árbol de filiaciones. En el límite, la vincula-
de una determinada cultura.~~ ción entre las instituciones del Derecho occidental
de los últimos dos mil años que permite agruparlas
bajo el término genérico de "Derecho", puede no
Y es que debemos evitar caer en la tentación de encontrarse en un elemento común a todas ellas sino
considerar la ciencia como una mera comprobación o en una suerte de "parecidos de familia", es decir,
descripción de la realidad. Toda ciencia, todo conoci- cada una de las formas de control social estudiadas
miento, tiene una parte importante que es aportada bajo el término de "Derecho" tiene algún elemento
por el que conoce y no meramente hallada en el objeto en común con otra forma de control social, pero no
estudiado: todo conocimiento encierra siempre un necesariamente con todas las formas de control so-
acto de constitución de la realidad observada, de cial comprendidas en el concepto de Derecho. El
fundación del conocimiento; por lo que el conoci- Derecho constituiría, así, una serie compuesta por
miento resulta así necesariamente distinto de la nuda diferentes manifestaciones antes que una esencia
realidad. El conocimiento es una elaboración de la común, de la misma manera como cada eslabón se
realidad a partir de una cierta utilería conceptual. Es encuentra unido a otro hasta formar en su conjunto
por ello que una misma realidad, como la física, una sola cadena; o como todos los miembros de una
puede ser objeto de dos ciencias autónoma: la Física y familia se parecen no porque tengan algunos rasgos
la Química estudian la misma realidad pero desde iguales todos ellos sino porque todos tienen algunos
perspectivas diferentes, es decir, con ayuda de con- de los rasgos atribuidos a la fisonomía familiar, a
ceptos y métodos distintos. Esto es lo que nos permite pesar de que no hayan dos miembros de la familia
hablar de un objeto "propio" de cada ciencia, aunque que tengan todos los rasgos del tipo familiar y aun-
este objeto sea, en los hechos, común con otras cien- que dos personas de una misma familia puedan no
cias: el territorio de cada ciencia no se encuentra ahí, tener ningún rasgo en común entre sí sino, más bien,
ya dado, con sus fronteras trazadas in rerum natura, ambas un rasgo en común con el tipo atribuido a la
sino que es el resultado de una partición intelectual familia.
históricamente situada. La ciencia es, entonces, el Quienes rechazan la universalidad del Dere-
producto de una coniugatio entre la materia y el espí- cho sostienen que el intento de encontrar un sistema
ritu, entre los hechos y el conjunto de opciones teóri- jurídico en toda sociedad responde a dos tendencias
cas, las series de estructuraciones conceptuales de origen diferente, que confluyen en este punto. De
metodológicas que hacen emerger los hechos ante la un lado, se encuentran los partidarios de una cierta
conciencia organizada y los transforman en saber. filosofía idealista que considera el Derecho como
Desde esta perspectiva, la noción de Derecho una forma natural de la sociedad o como una es-
no se encuentra ahí, frente a nosotros, presente en tructura de la mente humana o como un don divino
toda civilización, aguardando solamente el ojo del a toda la humanidad. Desde esta perspectiva, el
observador que venga a comprobar su existencia y a Derecho es un fenómeno universal porque es
revelarla. La noción de Derecho es también un pro- consubstancial al hombre mismo. Paradójicamente,
ducto histórico, resultado de una elaboración con- del mismo lado, se encuentran los cultores de una
ceptual que se da en el interior de una determinada cierta antropología respetuosa del pluralismo cul-
cultura. Y este carácter histórico de la propia noción tural que, por el temor d~ que se identifique el De-
que nos sirve para fundar la Historia del Derecho, es recho con la vida civilizada y que consecuentemente
lo que hace tan difícil este tipo de estudios cuando se considere que las sociedades sin Derecho son to-
salimos del marco de la cultura jurídica occidental. davía salvajes, abonan la tesis de que los pueblos no
En efecto, en la medida en que permanezca- occidentales participan también de la idea de Dere-
mos en los corredores -a veces muy tortuosos- del cho y se esfuerzan por otorgar una formulación
Derecho occidental, en la medida que simplemente universal a este concepto que permita comprender a
nos limitemos a remontar la tradición jurídica euro- medios de control social diferentes de los propios
pea hasta toparnos con el Derecho Romano, es posi- del Derecho occidental.

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Quienes creen en una auténtica diversidad de Derecho más genérica para constituir nuestro
piensan que cuando escapamos a esa cadena de fi- objeto de estudio histórico, en el fondo estamos
liaciones o de parecidos de familia que justifica el buscando en otras civilizaciones aquello que de al-
uso común del término "Derecho" y queremos pe- guna manera pudiera parecerse a nuestro Derecho
netrar en mundos sociales ajenos, cuando cruzamos occidental. Y, como en esas otras sociedades.no oc-
ciertos umbrales, cuando abandonamos la casa pa- cidentales tales elementos no se dan de manera au-
terna de la tradición occidental y el ala protectora tónoma sino profunda y quizá inseparablemente
del Derecho Romano para recorrer el mundo y el integrados con el resto de los elementos que confor-
tiempo en otros sentidos, entonces el concepto de man el tejido social, nuestro estudio disloca la reali-
Derecho -nacido dentro de la tradición occidental- dad histórica estudiada y crea un objeto moderno,
constituye más bien un impedimento antes que un aunque se encuentre ilustrado y descrito estricta-
instrumento de conocimiento. Ahí fuera, por esos mente con elementos propios de la civilización estu-
territorios no occidentales, las cosas son fundamen- diada.
talmente diferentes y ya ni siquiera tienen los mis- Aparentemente, nos encontramos ante un
mos nombres ni los mismos orígenes. Frente a so- impasse: una Historia autónoma del Derecho sería
ciedades como las existentes en el Perú prehispá- posible sólo con relación a aquellas sociedades don-
nico, nos encontramos intelectualmente desarma- de existe un Derecho autónomo. Al intentar encon-
dos: categorías como propiedad, usufructo, familia, trar lo propio y específico de la sociedad no occiden-
parentesco, locación de servicios, se nos caen de las tal estudiada, no hemos hecho sino re-encontrar
manos. El jurista se siente en un país extranjero, con nuestras propias categorías, que hemos tenido que
lenguaje diferente, entre instituciones que visten agregar a tal sociedad con el propósito de constituir
atuendos exóticos, que viven dentro de construccio- el objeto de estudio. El otro camino sería el de inten-
nes teóricas extrañas, en medio de una organización tar encontrar una suerte de idea platónica del Dere-
de valores cuya coherencia y sistema son elusivos cho, que pudiera ser aplicable a todas las épocas y a
para la mentalidad jurídica contemporánea. todas las culturas. Sin embargo, ya hemos denun-
Mucho se ha dicho sobre el anacronismo de ciado el hecho de que para llegar a esa esencia uni-
nuestro vocabulario jurídico romano-moderno versal de lo jurídico tenemos que adelgazar el con-
cuando se lo utiliza para denominar o encuadrar cepto de tal manera que nos quedamos prácticamen-
instituciones de la Antigüedad no romana. Los his- te sin nada. Y, lo que es peor, esa esencia aun cuan-
toriadores del Derecho más rigurosos, como Jean do sea muy genérica, implica una noción de auto-
Gaudemet, recomiendan extrema prudencia en el nomía que definitivamente no corresponde a la ge-
uso de la terminología jurídica actual. 03 l Esto implica neralidad de la experiencia histórica; de manera que
tener presente que conceptos tan abstractos pero tan la esencia universal no es sino una forma de disfra-
básicos para entender el fenómeno jurídico, como zar el esqueleto mínimo de nuestra propia concep-
los de "derecho subjetivo", "generalidad de la ley", ción autónoma del Derecho: así, la sombra de nues-
"legalismo", "positividad" y otros similares, son tro Derecho moderno es proyectada hacia atrás y
también históricos y corresponden a las característi- hacia los lados a fin de recortar, con su propia si-
cas de un Derecho europeo, modelado con la ayuda lueta, una realidad que carecía en sí misma de esas
de la razón sobre el ideal de una sociedad libre, distinciones.
desacralizada e individualista. Pero fundamental-
mente no debe olvidarse que el concepto mismo de
Derecho -como campo autónomo de estudio- es ... ¿Hay, entonces, un Derecho
también un producto de esta sociedad occidental:
los fenómenos que nosotros autonomizamos dentro prehispánico? Para evitar
de la categoría de Derecho no se presentan en otras toda proyección de una sombra
sociedades de manera independiente sino formando
parte de la religión, de la política, de una moral europea sobre las realidades
particular, formando parte de procesos sociales aje- precolombinas, mejor es decir
nos a la noción moderna de Derecho. Por consi-
guiente, aun cuando intentemos despojarnos de to- que no lo hay ''
dos los particularismos locales y utilizar una noción

(13) GAUDEMET, Jean: Etudes juridiques et culture historique, en


Droit et Histoire. Archives de Philosophie du Droit. Sírey.
París, 1959, pp. 19-20.

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Este impasse será inevitable en la medida que la histórico-social, en el caso particular del estudio his-
noción de Derecho a la que recurra la historiografía tórico encontramos que la Historia del Derecho se
tenga su origen en la Ciencia Jurídica y pretenda ya desdibuja y pierde su autonomía científica frente a
sea revelar un fantasmagórico Derecho universal, la Historia de la sociedad en general ahí donde el
una especie de fundamento ahistórico subterráneo, Derecho a su vez carece de autonomía y no fue dife-
respecto del cual todas las experiencias históricas renciado del conjunto de las prácticas sociales por
concretas no serían sino variantes, ya sea que más quienes lo vivieron.
crudamente se limite a buscar de manera directa ¿Hay, entonces, un Derecho prehispánico?
nuestra noción moderna de Derecho dentro de otros Para evitar toda proyección de una sombra europea
contextos socio-culturales. Pensamos que la noción sobre las realidades precolombinas, mejor es decir
de Derecho no puede ser una categoría absoluta que que no lo hay, sino que existen en el mundo preco-
modela a la Historia sino, por el contrario, requiere a lombino formas de regulación social diferentes del
su vez ser historizada; es decir, el concepto de Dere- Derecho pero extraordinariamente efectivas. De esa
cho debe ser en cada caso históricamente rede- manera impedimos que nuestra noción del Derecho
finido: su sentido no puede ser tomado de la Ciencia -eminentemente occidental, lo querramos o no- se
Jurídica que es a su vez un producto de la historia aplique sobre las situaciones anteriores a la recep-
misma. Como dice Paradisi, "el punto de vista del ción del Derecho occidental en tierras americanas y
historiador del Derecho no está dentro del Derecho, pervierta nuestro conocimiento de ellas. •
sino fuera del Derecho; dentro del inmenso campo
de la Historia, en la que el Derecho está también
¡
incluido". 04l

-
<m)

se
Esto nos lleva a la conclusión de que, si en
todos los casos el Derecho -como fenómeno social-
no puede ser estudiado solamente desde la perspec-
tiva positiva sino entendido dentro de su contexto

(14)PARADISI, Bruno: Le Dogme et l'Histoire vis-a-vis de


l'historiographie juridique, en Droit et Histoire. Archives de
Philosophie du Droit. Sirey. París, 1959, p. 28.

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