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Breve resumen del libro “La ciudad y los perros” de Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa, escritor peruano y gran figura de la narrativa hispanoamericana por su gran
indagación de las técnicas narrativas y su complejidad en los mundos novelescos, publicó su
obra “La ciudad de los perros” en el año 1962. Esta fue la primera obra del autor y también la
primera en encabezar el movimiento llamado boom.

En “La ciudad y los perros”, expresa a través de la denuncia del machismo y la violencia de
un colegio militar de Lima, una crítica a la sociedad peruana.

Para los que no sabéis a qué se hace referencia con el llamado boom de la literatura,
corresponde al gran éxito por parte de la novela latinoamericana que comenzó en los inicios
de la década de los sesenta aproximadamente. En este boom aparecieron ciertas obras que
planteaban la ruptura con las formas tradicionales del relato, y que al mismo tiempo, hicieron
mundialmente famosos los nombres de sus autores. Entre ellos, se encuentran novelistas de la
talla de G. García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa entre otros muchos. Estos
emplean un idioma más amplio y mucho más internacional del que había hasta aquel entonces.

“La ciudad y los perros”, ¿de qué trata?

“La ciudad y los perros”, publicada en 1962, narra la brutalidad encarecida ejercida en un grupo
de jóvenes alumnos de un colegio militar en Lima. Mediante diversos recursos narrativos,
bastante innovadores para aquella época, Vargas Llosa expone las consecuencias de una
educación castrense mal entendida y denuncia también la corrupción de aquel mundo y su
violencia siempre presente.

A continuación, vamos a resumir muy brevemente (si quieres leerlo es mejor que dejes la
lectura de este artículo aquí), algunas de las partes que lo forman.

El bautizo de un perro

El colegio militar es una institución a la que acceden diversos muchachos para estudiar los tres
últimos cursos de secundaria. En ella se somete a los alumnos a un ambiente violento y
sórdido. Los de 4º curso realizan un rito cruel de iniciación a los estudiantes que entran nuevos
ese año. En respuesta a esto, algunos jóvenes forman el llamado “Círculo”, un grupo que
decide vengarse de los estudiantes de cuarto. Lo lidera el Jaguar, un violento muchacho que
planea duros ataques contra sus opositores y que resulta ser el cabecilla del resto de
muchachos a los cuales incita también a la violencia. Ricardo Arana, el único que se mantiene
al margen, lo empuja de manera involuntaria totalmente y por ello recibe una brutal paliza.
Desde este momento es continuamente agredido e insultado por el resto de cadetes.
Incidentes en la escuela

El robo del examen de química y la muerte del cadete

Cava, uno de los estudiantes del colegio, roba un examen de química siguiendo las instrucciones de
Jaguar. Las autoridades se enteran del delito aunque no son capaces de identificar al culpable. Es por
esto que deciden tomar represalias contra todos los jóvenes y los encierran y retienen en el colegio de
forma indefinida. Tras varias semanas de encierro, el personaje conocido como Esclavo denuncia a
Cava ante los oficiales y este es expulsado. Sin embargo, durante unas maniobras ocurre un
desgraciado acontecimiento… Un cadete recibe un balazo de extraña procedencia y muere…
El testimonio de Alberto y la implicación del Jaguar

Alberto, apodado el Poeta, sentía aprecio por el Esclavo (Ricardo Arana). Por ello, denuncia las irregularidades de
sus compañeros de colegio y acusa al Jaguar ante el teniente Gamboa. Sospecha que él ha sido el asesino de
Arana, pero no tiene pruebas suficientes. La intervención del teniente no servirá de nada; sus superiores se niegan
a investigar para evitar escándalos que dañen la imagen de la institución. Amenazan a Alberto para lograr su
silencio y ordenan el traslado del teniente. Los cadetes, que son castigados por la información que ha aportado el
Poeta, creen equivocadamente que los delató el Jaguar en un momento de resentimiento. Este recibe entonces el
desprecio y la humillación de sus compañeros y se siente por primera vez solo.

La vida después del colegio

El Jaguar, decepcionado por la actitud del resto de los cadetes, le confiesa a Gamboa que fue él quien cometió el
crimen. Está arrepentido, dispuesto a entregarse y preparado para acatar las consecuencias. Pero Gamboa sabe
que nadie en el colegio está interesado en escuchar su confesión. Le insta a aprender de su error y a enmendar su
vida. El Jaguar acaba por integrarse en la sociedad y se casa.
ANÁLISIS LITERARIO DE "LA CIUDAD Y LOS PERROS"
I.- DATOS DE LA OBRA

a.- TÍTULO: "La ciudad y los perros"


b.- AUTOR: Mario Vargas Llosa
c.- ESCUELA O MOVIMIENTO LITERARIO AL QUE PERTENECE EL AUTOR: Boom literario y
pertenece a la generación literaria del 60.
d.- GÉNERO LITERARIO: Narrativo
e.- ESPECIE LITERARIA: Novela
f.- FORMA DE EXPRESIÓN: La obra está escrita en prosa.

II.- DATOS DEL AUTOR


a.- BIOGRAFÍA:

Mario Vargas Llosa, nació en la ciudad de Arequipa el 28 de marzo de 1936. Sus padres fueron Ernesto
Vargas Maldonado y doña Dora Llosa Ureta. Hizo sus estudios primarios en Cochabamba, Bolivia. Sus
estudios secundarios los realizó en el Colegio Militar Leoncio Prado y en el colegio nacional San Miguel
de Piura. En 1953, ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. A
los dieciocho años se casó con su tía política, Julia Urquidi. En 1959, viajó becado a España para estudiar
doctorado en la Universidad Complutense de Madrid y ese mismo año publicó su libro de cuentos "Los
jefes". En 1964 se divorció de su esposa Julia Urquidi. En 1965, viajó a a La Habana para participar como
Jurado de los Premios "Casa de las Américas" y ese mismo año contrajo matrimonio con la señorita
Patricia Llosa. En 1967, trabajó como traductor para la UNESCO en Grecia. En 1983, preside la Comisión
Investigadora del caso de Uchuraccay para investigar la muerte de ocho periodistas. En 1990, fue
candidato a la Presidencia de la República por el Frente Democrático-FREDEMO. En marzo de 1993 se
nacionalizó español, sin renunciar a la nacionalidad peruana. Ha ganado muchos premios nacionales e
internacionales: Premio Leopoldo Alas, España; Premio Internacional de Literatura "Rómulo Gallegos",
Venezuela; Premio Nacional de Novela, Perú; Premio Príncipe de Asturias de las Letras, España. En el
año de 2010, logró cristalizar su sueño más ansiado:"Premio Nobel de Literatura".

b.- PRODUCCIÓN LITERARIA:

Narrativa:
-"Los jefes", 1959
-"La ciudad y los perros", 1963
-"La casa verde", 1966
-"Los cachorros", 1967
-"Conversación en la Catedral", 1969
-"Pantaleón y las visitadoras", 1973
-"La tía Julia y el escribidor", 1977
-"La guerra del fin del mundo", 1981
-"Historia de Mayta", 1984
-"¿Quién mato a Palomino Molero?", 1986
-"El hablador", 1987
-"Elogio de la madrasta", 1988
-"Lituma en los Andes", 1993
-"Los cuadernos de don Rigoberto", 1997
-"La fiesta del chivo", 2000
-"El paraíso en la otra esquina", 2003
-"Travesuras de la niña mala", 2006
-"El sueño del celta", 2010
Ensayo:
-"García Márquez: Historia de un deicidio", 1971
-"Historia secreta de una novela", 1971
-"La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary", 1975
-"Entre Sartre y Camus", 1981
-"Contra viento y marea", 1983
-"La santuosa abundancia", 1984
-"La verdad de las mentiras", 1990
-"A Writer´s Reality", 1991
-"Un hombre triste y feliz", 1992
-"El pez en el agua", (memorias), 1993
-"Desafíos ala libertad", 1994
-"La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del indigenismo", 1996
-"Cartas a un joven novelista", 1997
-"El lenguaje de la pasión", 2001
-"Diario de Irak", 2003
-"La tentación de lo imposible", 2004
-"Dictiomaire amoureux de l'Amérique latine", 2005
-"Israel, Palestina: paz o guerra santa", 2006
-"El viaje de la ficción", 2008

Teatro:
-"La huida del inca", 1952
-"La señorita de Tacna", 1981
-"Kathie y el hipopótamo", 1983
-"La Chunga", 1986
-"El loro de los balcones", 1993
-"Ojos bonitos, cuadros feos", 1996
-"Obra reunida", 2006
-"Odiseo y Penélope", 2007
-"Al pie del Támesis", 2008
-"Las mil noches y una noche", 2009

III.- ANÁLISIS LITERARIA DE LA OBRA

1.- ANÁLISIS LITERARIO DEL CONTENIDO O FONDO

A.- LOS PERSONAJES

a.-Personajes principales
Los personajes principales de la obra son:
-Alberto Fernández, "El Poeta": Cadete de 15 años y goza de una buena posición económica,
Reside en el distrito de Miraflores. Detesta la vida militar. Escribe novelistas pornográficas y cartas de
amor para las enamoradas de sus amigos, a cambio de dinero y cigarrillos. Es novio de Teresa.
-Ricardo Arana, "El Esclavo": Cadete del quinto año que se caracteriza por su timidez y su
inseguridad. Su delicadeza no le permite enfrentarse a los personajes de la obra. Él es un
muchacho de pocas palabras y que está en contra de la violencia. Es asesinado de un balazo
en la cabeza.
-Jaguar: Jefe del grupo de jóvenes violentos "El Círculo". El se caracteriza por ser una
persona insociable, belicoso y de un carácter hosco. Pertenece a la clase baja de la sociedad
limeña. Los cadetes del Colegio Militar le respetaban porque era muy golpeador y atrevido.
-Porfirio Cava, "El serrano": Cadete del quinto año. Es integrante del tenebroso grupo "El Círculo". Él es
un personaje que se caracteriza por ser negativo, atrevido e insolente, Por robar un examen de química
es espulsado del Colegio Militar Leoncio Prado.
-Boa: Miembro de "El Círculo" y es un cadete que se caracteriza por ser de un carácter altamente
violento. Además es cruel, perverso y sádico. Es el más temido después del belicoso Jaguar. Tiene
relación sexual con la perra "Malpapeada con quien duerme en su cama. Él vende bebida alcohólica y
cigarrillos a los cadetes del colegio.
-Teresa: Muchacha de 17 años de edad y carece de recursos materiales. Ella no es bella
físicamente, pero es noble de sentimientos, estudiosa, inocente, honrada y muy ordenada.
Teresa representa el amor, la dulzura y la honradez. Fue enamorada de Alberto "El poeta", de Ricardo
Arana "El Esclavo" y de Jaguar.
- Teniente Gamboa: Instructor de la Escuela Militar. Es casado y tiene aproximadamente treinta años.
El teniente se caracteriza por su rectitud y por ser sumamente estricto. Él simboliza la honradez. Fue
traslado a la Puna, como castigo, por defender las declaraciones de Alberto "El Poeta" sobre la muerte
de Ricardo Arana "El Esclavo".

b.- Personajes secundarios:

Los personajes secundarios que participan en la obra, son:


-Teniente Remigio Guarina: Instructor del colegio militar y simboliza al burócrata
-Vallano: Cadete negro que se caracteriza por ser violento y abusivo amigo del cadete Boa y enemigo
de Alberto "El poeta".
-Arróspide: Brigadier y cadate del quinto año. Es un muchacho pituco miraflorino y tiene la piel blanca
-Capitán Garrido, "El Piraña": Oficial superior del teniente Gamboa.
-Mayor:Hombre rudo y enemigo del teniente Gamboa.
-Coronel: Director del colegio militar "Leoncio Prada. Es de contextura gruesa y de baja estatura.
-Los perros: Los alumnos de tercer año de secundaria que son sometidos a humillaciones por los
cadetes más fuertes y malvados,
c.- Personajes ocasionales:
-Paulino, "El injerto": Administra la Perlita. Es el que vende cigarrillos y licor a los cadetes. Él presenta
las siguientes características físicas: Tiene ojos rasgados de japonés, ancha jeta de negro, pómulos y
mentón de indio, pelos lacios.
Alberto: Hombre adultero, don Juan, frívolo y borracho
-Emilio: Amigo y vecino de Alberto
-Pluto: Amigo y vecino de infancia y de juventud de Alberto.
-Helena: Hermosa chica que fue el amor imposible de la infancia del cadete Alberto.
-Ana: Amiga de Helena y hermana de Emilio.
-Culete: Delincuente y amigo de Jaguar.
-Rajas: Avezado delincuente.
-Padrino: Hombre de mal vivir y protector de Jaguar.
-El flaco Higueras: Delincuente avezado.
-Mamá Domitila: Mujer indigente.
-Comandante Altuna: Hombre de elevada estatura y de contextura fornida.
-Subteniente Varúa
-Subteniente Pezoa, "La Rata".
-Teniente Pedro Pitaluga: Compañero del teniente Gamboa desde la escuela militar.
-Marcela: Hermosa chica que pertenece a una familia burguesa.
-Revilla: Cadete
-Urioste: Cadete
-Profesor de química: Hombre flaco que se caracteriza por su timidez,
-El capellán del colegio: Cura rubio y de aspecto jovial.
-Fontana: Profesor de francés. Él presenta las siguientes características físicas: es medio bajito, medio
rubio; tiene los ojos más azules que el Jaguar.
.Pies Dorados: Hermosa prostituta del burdel de Huatica que es frecuentado por los cadetes del colegio
militar Leoncio Prado.
-Perra Malpapeada.
B.- ESCENARIOS O AMBIENTES

La gran parte de la novela se desarrolla en el Colegio Militar "Leoncio Prado" de la Perla, Callao.
Los ambientes secundarios de la obra son:
-La perlita
-Av, Nicolás de Piérola
-Av, Alfonso Ugarte
-Av. Salaverry
-Dos de Mayo
-El distrito de Lince, donde vive Ricardo Arana "El Esclavo"
-El distrito de Miraflores, donde vive Alberto Fernández "El Poeta"

C.- ACCIONES:

Las acciones principales de la obra novela "La ciudda y los perros" son:
-El cadete Cava roba un examen de química, el cual va a ser tomado días después, obedeciendo el
mandato de "El Círculo", agrupación que crea terror e indissciplina en el colegio militar Leoncio Prado.
-Las autoridades del colegio descubre el robo del examen de química por un vidrio roto y consignan a toda
la sección.
-Ricardo Arana "El Esclavo" denuncia a su compañero de aula Cava, quien es expulsado del colegio
militar.
-La muerte del cadete Ricardo Arana causado por un balazo en la cabeza.
-Alberto "El Poeta", quien es amigo de Ricardo, rompe el pacto con el Círculo y lo denuncia al Jaguar
como el asesino de Ricardo,
-La denuncia contra el matón Jaguar por asesinato impide que prospere por el prestigio del colegio militar.
-Las autoridades del plantel amenazan a Alberto "El Poeta" con mostrar a sus padres las novelitas
pornográficas que escribía y luego vendía a sus amigos de colegio. Ante este vil chantaje Alberto desiste
en su denuncia contra el Jaguar,

D.- EL TIEMPO:

El tiempo interno de la novela "La ciudad y los perros" es complejo y no es constante ya que se unen
el tiempo pasado y el tiempo presente, debido a las narraciones que hacen los personajes principales:
Alberto Fernández "El Poeta", Ricardo Arana "El Esclavo", Porfirio Cava, Jaguar y Boa.

E.-EL TEMA

a.- El tema principal


El tema principal de la novela es el sistema educativo autoritario y violento que se implanta en el
Colegio Militar Leoncio Prado.

b.- Temas secundarios


Los temas secundarios que encontramos en la obra son:
-El amor
-La hipocresía
-La sexualidad
-El militarismo

F.- ESTRUCTURA DE LA OBRA:


La novela de largo aliento "La ciudad y los perros" está estructurada en dos partes; cada una de
ellas contiene ocho capítulos y un epílogo.
G.- EL ARGUMENTO:

El argumento de "La ciudad y los perros" es la siguiente: La historia comienza con el robo de un
examen de química el cual va a ser tomado días después, éste es extraído por el cadete Cava.
Éste fue ordenado por el Círculo, agrupación que impone el miedo y el desorden entre los internos del
colegio militar Leoncio Prado y del cual es el líder. Se llega a descubrir el robo porque el cadete
Cava deja un vidrio roto al cometer la fechoría, entonces las autoridades del colegio toman cartas en el
asunto consignando a toda la sección en todos los sucesos, resultando afectados injustamente
culpables y no culpables y entre ellos un muchacho Ricardo Arana, el cual es conocido con "El Esclavo",
debido a su carácter débil que por estar consignado no puede salir a ver a su novia Teresa. El cadete
Arana denuncia a Cava, el cual es degradado y expulsado por las autoridades del plantel. El Colegio
Militar Leoncio Prado, como parte del entrenamiento de sus cadetes realiza maniobras militares, en
éstas recibe Ricardo Arana recibe un balazo en la cabeza causándole la muerte, Ahora todos desconfían
del Jaguar puesto que Arana fue el autor indirecto de la expulsión de Cava y se piensa que se trata de
una venganza llevada a cabo en una situación propicia debido a la confusión reinante en estas
actividades. Al saber esto, las autoridades del colegio militar se estremecerán pensando en las
perjudiciales consecuencias del escándalo. Establecen como versión oficial que la muerte de Ricardo
Arana fue accidental.Entre los cadetes hay uno de nombre Alberto "El poeta", quien es hipócrita y se
desenvuelve como amigo del "esclavo", éste en determinado momento rompe con los pactos que los
une con el "Círculo" y a la vez culpa del crimen al Jaguar ante el teniente Gamboa, él es reconocido por
ser un hombre recto y disciplinado. A la larga, todos se ven envueltos en los actos de silencio, por tanto,
el caso se da por cerrado y la investigación no se reabre. A Alberto "El poeta" se le impide seguir
adelante con sus investigaciones y ni el teniente Gamboa puede hacer nada, incluso éste es
ascendiendo, olvidando así el apoyo inicial que le dio al poeta. Las autoridades para acallar al poeta lo
amenazan con mostrar a sus padres las novelas pornográficas que éste escribía y que a la vez eran
vendidas por sus compañeros de aula. El poeta calló y así se evitó aclarar la muerte del cadete Arana
"Esclavo".
2.- ANÁLISIS LITERARIO DE LA FORMA O EXPRESIÓN

A.- EL PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR

El crítico literario José Miguel Oviedo nos ofrece un importante apunte sobre el punto de vista de la
novela "La ciudad y los perros: "La impregnación del ambiente en las acciones, el contraste de los
espacios y el doble plano temporal (pasado-presente) que sostienen básicamente la novela, se
complementan e intensifican con la multiplicidad de puntos de vista mediante los cuales el autor
recompone su mundo imaginario. Los múltiples puntos de vista crean lo que es tan saltante para
cualquiera que hojee la novela: la heterogeneidad y la discontinuidad de los desarrollos que forman el
universo Ciudad-Colegio". Algo muy importante es que la obra está montada sobre los diferentes puntos
de vista. Jaguar, Boa, Alberto "El Poeta" y Ricardo Arana son los puntos de vistas principales de la obra.
El lector al leer la novela puede descubrir que está presente un narrador omnisciente.

B.- LOS RECURSOS LITERARIOS:


Los recursos literarios que utiliza magistralmente el escritor Mario Vargas Llosa para escribir la
novela "La ciudad y los perros", son los siguientes:

a.- Símil o comparación:


-"...las voces como balazos de los oficiales".
-"Las manos del Jaguar vinieron hacia él como dos bólidos blancos".
b.- La metáfora:
-"El edificio de la cuadra es una gran mancha inmóvil".

c.- Hipérbole:
-"Trepó y saltó: el vidrio se hizo trizas bajo los botines, con mil ruidos simultáneos".
-"Teniente Gamboa no te veo desde hace varios siglos -dijo Jaguar".

d.- Personificación:
-"Cuando el viento de la madrugada irrumpe sobre la Perla, empujando la neblina hacia el mar".

e.- Sinécdoque:
-"Basta con un paquete por cráneo"

f.-Metónimia:
-"Escoltado por algunos carajos lejanos, el corneta se dirige a las cuadras de cuarto año"

g.-Enumeración:
-"El automóvil avanzaba ahora despacio: veía vagas casas, luces. árboles y una avenida más larga que
la calle principal de Chiclayo".
-"Ha olvidado también el resto de aquella noche , la frialdad de las sábanas de ese lecho hostil , la
soledad que trataba de disipar esforzando los ojos para arrancar a la oscuridad algún objeto , algún
fulgor y la angustia que hurgaba su espítritu como un laborioso clavo".

h-Reduplicación:
-"En los ojos se le vio que es un cobarde como todos los negros, qué ojos, qué pánico, qué saltos, lo
mato al que me ha robado mi pijama..."
-"Fontana es todo a medias; medio rubio, medio bajito, medio hombre. Tiene los ojos más azules que el
Jaguar, pero miran de otra manera, medio en serio, medio en burla".

i-Polísindeton:
-"Y si Huarina hubiera bajado la cabeza, y si me hubiera visto los botines, y y si el Jaguar no tiene el
examen de Química, y si lo tiene y no quiere y no quiere fiarme, y si me planto ante la Pies Dorados y le
digo soy del Leoncio Prado y es la primera vez que vengo..."

j-Epítetos:
-"Un cuerpo y una voz desmesurados, un plumero de pelos grasientos que corona una
cabeza prominente , un rostro diminuto de ojos hundidos por el sueño".

k.-Sentencia:
-"O comes o te comen, no hay más remedio"

IV.- APRECIACIÓN CRÍTICA LITERARIA

En novela "La ciudad y los perros", el escritor Mario Vargas Llosa se vale de las técnicas narrativas
contemporáneas y de los recursos literarios y linguísticos para escribir su primera novela de gran
envergadura literaria.La obra logra atrapar al lector desde el principio hasta el final. Creo que esta obra es
cruda y realista ya que refleja los problemas sociales y políticos del Perú

V.- EL MENSAJE

El mensaje de la obra "La ciudad y los perros" es esencialmente humana y social. El escritor Mario
Vargas Llosa nos a entender que la violencia, la hipocresía y el crimen rompen todas las expectativas en
busca de un nuevo Perú con rostro humano.
EL IMAGINARIO PERRUNO EN LA CIUDAD Y LOS PERROS DE MARIO VARGAS LLOSA

I- UN IMAGINARIO PERRUNO A DISPOSICIÓN DE LA LITERATURA

La intención de estas páginas es develar y proponer el tipo de significaciones que se generan en torno al
imaginario perruno en La ciudad y los perros (1962) de Mario Vargas Llosa1. La incorporación del término, como
la presencia de tales animales aludidos, vincula a esta producción literaria a novelas tales como Los perros
hambrientos de Ciro Alegría (1936), Patas de perro de Carlos Droguet (1965), Los cachorros (1967) del mismo
Vargas Llosa, Perros del paraíso de Abel Posse (1987), Carne de perra de Fátima Sime (2009), entre muchas
otras. En el caso de este artículo, se trata de un trabajo que apunta a algunos aspectos que parecen
fundamentales para una futura exploración en el ámbito de las relaciones humano / animal que se dan en la
narrativa latinoamericana.

El hecho de que la palabra perro sea incorporada en el título responde a que en ella se concentran importantes
ángulos de significación y una fuerte carga simbólica. Se entiende aquí por símbolo la capacidad que tiene el signo
de permitir la coexistencia de sentidos diversos (Barthes 19). Como lo han señalado diversos críticos y teóricos de
la literatura, los títulos de los textos literarios pertenecen al autor textual -o "estrategia textual", en términos de Eco
(89)- e influyen de manera importante en la configuración del sentido global de la obra 2.

Un título, por lo tanto, opera como la condensación de un mensaje último que el texto desplegará por todos los
niveles textuales. Respecto a esto mismo, Giorgio Gadamer -al referirse al título de un poema de Paul Celan-
afirma que "el título (...) anticipa, como todo título que tiene un significado concreto, una cierta comprensión" (120).

Entonces, en consecuencia con lo anterior, se propone aquí que el título La ciudad y los perros opera como una
importante guía de lectura para comprender aspectos sustantivos de la novela.

II- La nominación perro ofrece en La ciudad y los perros contenidos variados, según sean los aspectos que se
quieren resaltar en la dualidad animal / humano. Como se demostrará posteriormente en el análisis, el imaginario
perruno se desplegará en el texto dejando al descubierto una tensión altamente productiva en términos de
significación: si por un lado el imaginario perruno connota para los personajes todo lo relativo a lo despreciable e
irracional, a nivel de la conciencia estructurante del texto, en cambio, es justamente aquello que se desprecia lo
que mejor caracteriza la conducta de los personajes.

En un primer acercamiento al tema de lo perruno en La ciudad y los perros puede advertirse que con la palabra
perro se nomina a los alumnos que entran a primer año del Colegio Militar Leoncio Prado, los que deben
someterse a todos los vejámenes que les imponen los que están en los cursos superiores.

Pero perros son también los de segundo año respecto a los de tercero, éstos respecto a los de cuarto y estos
últimos respecto a los de quinto:

Desde las aulas se ve, a un lado, el patio de cemento, donde cualquier otro día seguirían
desfilando hacia sus pabellones los cadetes de cuarto y los perros de tercero, bajo los
escupitajos y proyectiles de los de quinto (61).

Es decir que todos los cadetes son eventuales perros desde la perspectiva de quienes los superan en antigüedad:
"Quizá un perro o alguno de cuarto. Los de cuarto también son perros, más grandes, más sabidos, pero en el fondo
perros".

El "ser más sabido" implica conocer las formas en que el sujeto se juega la supervivencia. Por ello perros son, en
definitiva, todos los que deben aprender dicho código, para no convertirse en "esclavos".

Una de las primeras conductas que caracteriza, según los cadetes, a un perro, es la docilidad. Asumirse como
perro implica, por lo tanto, obedecer a ciegas y soportar lo que venga:

Los perros estuvieron en manos de los de cuarto desde el almuerzo


hasta la comida. (...) El Esclavo no recuerda a qué sección fue llevado
ni por quién (....)
- Cante cien veces "soy un perro" con ritmo de corrido mexicano
(...) Esta vez obedeció (...) ¿Usted es un perro o un ser humano?
Preguntó la voz
-Un perro, mi cadete (66-68)3

En el bautizo o iniciación que deben sufrir los alumnos que entran al Colegio Leoncio Prado, la voz perro tiene
connotaciones de degradación, violencia y machismo. La idea inicial es que un ser humano es lo opuesto a un
perro. De esta manera, al hacerlos actuar y nombrarse como perros, se intenta extirpar del individuo cualquier
asomo de humanidad:

¿Usted es un perro o un ser humano?- preguntó la voz.


-Un perro, mi cadete.
-Entonces, ¿qué hace de pie? Los perros andan en cuatro patas.
El se inclinó, al asentar las manos en el suelo, surgió el ardor en
sus brazos, muy intenso. Sus ojos descubrieron junto a él a otro
muchacho, también a gatas.
-Bueno, -dijo la voz- Cuando dos perros se encuentran en la calle,
¿qué hacen? Responde, cadete. A usted le hablo.
El esclavo recibió un puntapié en el trasero y al instante contestó:
- No sé mi cadete.
Pelean -dijo la voz- Ladran y se lanzan uno encima del otro. Y se
muerden (68).

Los cadetes comienzan a pelear asumiéndose como perros. La nominación perro remite a connotaciones de
violencia, sumisión y degradación:

El esclavo sintió en el hombro un mordisco de perro rabioso y entonces


todo su cuerpo reaccionó, y mientras ladraba y mordía, tenía la certeza
de que su piel se había cubierto de una pelambre dura, que su boca
era un hocico puntiagudo y que, sobre su lomo, su cola chasqueaba
como un látigo (26).

La humillación que la nominación perro conlleva en su significado se liga a otras formas de degradación que realiza
el cadete en la iniciación:

Tendió muchas camas y cantó y bailó sobre un ropero, imitó a artistas de


cine, lustró varios pares de botines, barrió una loseta con la lengua,
fornicó con una almohada, bebió orines (26).

Un perro es, entonces, aquél que obedece a ciegas, el que se degrada, el digno de desprecio, lo despreciable, la
mansedumbre: "Los perros eran muy mansos, tenían eso de malo" (83). Quien no se hace respetar encarna,
entonces, la esencia del ser perro: "Nosotros nunca fuimos perros del todo, se lo debemos al círculo, nos hacíamos
respetar, nuestro trabajo nos costó" (197).

La exigencia del cadete-perro es aprender el código que el grupo impone a los que están por debajo. Dicho código
de supervivencia implica aprender que el dominio del otro -en una violencia donde está implícita la posibilidad de la
agresión sexual- es la base de la propia supervivencia:

O comes o te comen, no hay más remedio. A mí no me gusta que me


coman. -Pero tú no peleas mucho -dice el Esclavo-. Y sin embargo no
te friegan.
-Yo me hago el loco, quiero decir el pendejo. Eso también sirve, para
que no te dominen. Si no te defiendes con uñas y dientes, ahí mismo
se te montan encima (33-34).
A los perros se les roba, se les golpea, se les da órdenes, y de esa manera aprenden que hay que atacar para no
ser atacado. El poder se establece así en la asimétrica relación Amo-Esclavo. Tal concentración de poder y
violencia se condensan en el personaje Ricardo Arana: "el Esclavo":

-Te trata como un esclavo -dice Alberto- Todos te tratan como a un


esclavo, qué caray. ¡Porqué tienes tanto miedo? (32).

Como puede apreciarse, la ley que estructura las relaciones al interior del Colegio Leoncio Prado se sostiene en la
nítida oposición dominador/dominado o amo/esclavo. Dominación y sumisión son así las condiciones en que se
debaten los personajes, situación que permite relacionar esta característica del mundo representado con lo que
señala Hannah Arendt, en cuanto: "Deberíamos saber que el intento de sumisión, un ardiente deseo de obedecer y
de ser dominado por un hombre fuerte, es por lo menos tan prominente en la psicología humana como el deseo de
poder y, políticamente, resulta quizá más relevante" (54)4.

Uno de los sentimientos que expresa de manera más elocuente las consecuencias de la violencia que se vive en el
Colegio Leoncio Prado es el sentimiento del miedo. A pesar de ser una respuesta normal a la constante agresión
imperante, es, sin embargo, un sentimiento reprimido y oculto,por no corresponder a lo que en la institución militar
se entiende por un auténtico hombre. Este aspecto entra en consonancia con los postulados de Jean Delameau,
quien señala que aunque el miedo es una respuesta natural y de alerta por parte de los seres humanos, ha sido
culpabilizado en nuestra cultura, calificando a los sujetos que lo sufren como carentes de valentía. Esto se hace
evidente y se refuerza en ambientes de formación militar como el ejército y colegios militares en los cuales la
educación militar se ha entendido siempre como una instrucción disciplinaria y ruda, en la cual la violencia y el
miedo son parte de la formación normativa (11).

En el discurso de ideas desplegado en la novela de Vargas Llosa lo planteado por Delameau se hace evidente,
especialmente cuando éste señala que el miedo es usado como arma por todo grupo de poder que teme perder
dicho poder. El temor acrecienta la agresividad y la violencia. Miedo y violencia se erigen así en contundentes
formas de totalitarismo (9). Finalmente -y esto se da de manera profusa en la literatura latinoamericana- la
narrativa ha devenido el espacio donde el sentimiento del miedo se ha desplegado en su mayor naturalidad (11).

En La ciudad y los perros el miedo se articula a la violencia y, a través de lo que rodea a la palabra perro, a la
dualidad: dominación / esclavitud. En esta dualidad, el personaje a quien todos nominan el Jaguar, encarna la
estrategia dominante y agresiva, y devela esta relación de poder sobre el Esclavo: "Me das asco, dijo el Jaguar. No
tienes dignidad ni nada. Eres un esclavo" (78).

El desprecio y la agresión, como formas de negación del otro, comportan al mismo tiempo el rechazo de toda
diferencia. El machismo y el odio se expresan en el desprecio que los alumnos tienen, no solo de los compañeros
diferentes, como el Esclavo, sino también de todos los que no encajan en sus prejuicios machistas. Es el caso del
profesor de francés, a quien debido a sus modales, se le odia, se le domina y se le anula:

Los maricas son muy raros (...) ¡Qué hace en un colegio de machos
con esa voz y eso andares? El serrano lo friega todo el tiempo, lo
odia de veras (.. ) Lo que pasa es que se lo han comido, lo tenemos
dominado (208).

III- En La ciudad y los perros, la palabra perro remite a semas que apuntan a sentimientos de desprecio y
desvergüenza. Esta connotación negativa en el uso del término ha estado presente en la sociedad occidental
desde tiempos pretéritos, como es el caso de la cultura griega. Tal como señala Carlos García Gual:

Para los griegos fue, desde antiguo, el perro el animal impúdico por
excelencia, y el calificativo de "perro" evocaba ante todo ese franco
impudor animal. Era un insulto apropiado motejar de "perro" a
quienes, por afán de provecho o en un arrebato pasional, conculcaban
las normas del mutuo respeto, el decoro y la decencia (18).
Esta calificación negativa de los perros se hace elocuente en la literatura antigua, como es el caso de La Ilíada de
Homero. En el canto I, por ejemplo, Aquiles, al enfurecerse contra Agamenón por haberle arrebatado éste a su
mujer, se refiere a él como alguien "revestido de desvergüenza", "cara de perro", y lo ofende enrostrándole: "tú que
tienes morada de perro" (Cit. por Gual 18).

Irse convirtiendo en perro implicará la inserción progresiva en la mecánica de la violencia. En este sentido la
representación de mundo remite a la eventual condición agresiva de tales animales, aspectos que apuntan al rasgo
de salvajismo que determinada tradición ha resaltado5.

En La ciudad y los perros las connotaciones predominantes que posee la palabra perro se condensan justamente
en el concepto de violencia. Esta dinámica de focalización múltiple se inscribe en el verosímil textual y regula la
perspectiva semántica de la novela, es decir, "el punto de vista sobre el mundo" (Pimentel 95), convirtiendo al
término perro en una suerte de metáfora de las condiciones generales del mundo representado. La ciudady los
perros se inserta así en una extensa tradición de novelas latinoamericanas donde la violencia es uno de los
dispositivos fundamentales para entender la visión de mundo que dichos textos despliegan. Tal como señala María
Guadalupe Pacheco (2008), la violencia ha sido una constante en la formación de la sociedad y ha tenido un papel
normativo y organizador a lo largo de la historia política de Occidente. Se ha expresado en la imposición de la
fuerza y se ha ligado especialmente al ejercicio del poder, ya que éste implica siempre alguna forma de violencia.

En cuanto a la productividad de la violencia en la narrativa latinoamericana, María Guadalupe Pacheco señala que
ésta "ha sido temática obligada en la literatura cuyo referente extratextual se halla en los orígenes del coloniaje, la
dictadura, el autoritarismo, la miseria, la injusticia, el despojo y el racismo" (29). En el caso de La ciudad los perros,
la presencia y consecuencias de estas lacras sociales se evidencian, de manera nítida y contundente, en la visión
de mundo que perfila.

Dicho postulado coincide con la intención explícita de Vargas Llosa de denunciar, en el orden de la ficción, la
violencia generalizada en Latinoamérica. Según sus planteamientos, la novela está siempre íntimamente ligada a
la realidad y por lo tanto también a la violencia incubada en la sociedad. En este contexto, la representación
literaria permite a los seres humanos tomar conciencia de sus miserias y limitaciones y posibilita exorcizar a la
realidad "porque justamente esas sociedades que ellas (las novelas) reflejan, que ellas muestran, son sociedades
roídas por la descomposición, son sociedades enfermas, y las novelas son también, al mostrar ese mal, esas
deficiencias, esos daños, esas lacras, como tentativas de exorcismos de esos mismos daños, de esas lacras y
deficiencias" (355).

Respecto a La ciudady los perros son muchos los autores que han resaltado este aspecto sustantivo de la
violencia, entre ellos Antonio Skármeta, quien afirma: "Esta masificación del poder en castas de poder ya aparecía
en La ciudady los perros, donde las relaciones de sumisión y mando ejemplificaban las torturas de una comunidad
en que el orden es también una forma animal de violencia" (205).

Es elocuente, para los efectos de este trabajo, que Skármeta afirme que en La ciudad y los perros se visualiza, en
el marco de las relaciones de poder, una "forma animal de violencia". Se reactiva así un imaginario perruno donde
los rasgos que se enfatizan son la brutalidad, la violencia y la carencia de razón. Sin embargo, a nivel del autor
implícito del texto y como se verá más adelante, dicha posición encuentra en el imaginario perruno una vía
fructífera para denunciar esa misma realidad.

IV- A nivel del mundo representado las connotaciones del término perro, asociadas básicamente a la degradación
y la violencia, conviven con otras dimensiones de sesgo positivo. Elocuente, al respecto, es la presencia y función
de la mascota del Colegio Militar Leoncio Prado: la perra Malpapeada. En este caso, en contraste con la idea de
perro como animal salvaje y violento, se perfila aquí una idea de animal como un ser con cualidades como la
bondad, la generosidad y especialmente la fidelidad incondicional. Esta característica asignada a los animales y
especialmente a los perros, posee, al igual que la imagen negativa respecto a estos, una antigua data. Según
afirma Iain Zaczek, el ser humano ha valorado desde siempre la fidelidad y la lealtad que caracterizan a los perros.
A cambio de comida y protección, el perro ha cuidado la propiedad de su dueño, lo ha acompañado a cazar, y le ha
demostrado un afecto difícil de encontrar en los seres humanos (62)6.
En La Ciudad y los perros, los valores de fidelidad y lealtad encarnan, como se mencionó anteriormente, en la
perra Malpapeada y en la relación que con ella tiene el personaje al que todos apodan el Boa. Asumiéndose como
el auténtico amo de la perra, el Boa le exterioriza sus pensamientos y sentimientos respecto a todo lo que ocurre
en el acontecer de su intimidad. Le habla como a un ser humano y la convierte en depositaria de toda su confianza
y cariño:

Tengo pena por la perra Malpapeada que anoche estuvo llora y llora.
Yo la envolvía bien con la frazada y después con la almohada pero
ni por ésas dejaban de oírse los aullidos tan largos (...) "Quieta ahí,
perra, quédese donde la he dejado por llorona", pero la Malpapeada
siempre detrás de mí, la pata encogida sin tocar el suelo, y daba
compasión ver los esfuerzos que hacía por seguirme (239).

Llama la atención que los rasgos de pasividad y docilidad que los estudiantes rechazan con tanto ahínco en los
compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado, se convierten aquí en características que ennoblecen al animal, en
cuanto se les asocia con la fidelidad. La Malpapeada encarna dicho valor, dimensión que el Boa no encuentra en
su congéneres humanos. La brutalidad que caracteriza las relaciones entre los alumnos del Colegio Militar Leoncio
Prado deriva aquí en sentimientos y percepciones que expresan una tonalidad afectiva inédita en el marco de las
relaciones humanas desplegadas en la novela. Según el Boa: "Los perros son bien fieles, más que los parientes,
no hay nada que hacer. La Malpapeada es chusca, una mezcla de toda clase de perros, pero tiene un alma
blanca" (240).

La relación entre el Boa y la Malpapeada presenta una ambigüedad donde la perra es signada con características
humanas que evidencian el machismo imperante. Se produce así una fusión entre lo perruno y lo humano que
confunde incluso a quien narra la experiencia:

Basta que abriera los ojos y ahí mismo la veía, mirándome, y a veces
yo no podía dormir con la idea de que la perra se pasaba la noche a mi
lado sin bajar los párpados, eso es algo que pone nervioso a cualquiera,
que lo estén espiando, aunque sea una perra que no comprende las
cosas pero a veces parece que comprende (250).

La humanidad que el personaje ve en la perra se complejiza con la fusión mujer-perra que sus palabras articulan.
La zoofilia sugerida tiñe la escena donde el personaje se debate entre el nivel erótico y la humanización de la
Malpapeada:

Es triste que la perra no esté para rascarle la cabeza, eso descansa y


da una gran tranquilidad, uno piensa que es una muchachota. Algo
así debe ser cuando uno se casa. Estoy abatido y entonces viene la
hembrita y se echa a mi lado y se queda callada y quietecita, yo no
le digo nada, la toco, la rasco, le hago cosquillas y se ríe, la pellizco
y chilla (...) y le digo "Cholita, arañota, mujercita, putita" (374).

Es necesario recordar que este tipo de relación se da en un marco donde las relaciones sexuales con algunos
animales, como las gallinas, son prácticas constantes entre los cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado. En este
caso, el Boa ha asumido que la mascota del Colegio es suya y que ello le otorga todo tipo de privilegios.

Sin embargo, así como el Boa expresa sus sentimientos de afecto por la perra, asimismo la agrede cuando las
circunstancias lo sobrepasan. La violencia se hace partícipe al interior de esta particular relación amorosa: la
quiere como a una mujer y la maltrata como a una mujer. Llega incluso a quebrarle una pata, debido a su mal
comportamiento en uno de los actos realizados en los patios del Colegio: "No es que siempre la haya tratado bien,
muchas veces la he molido solo porque estaba deprimido o jugando, pero hoy fue distinto, le di a la mala con
intención" (259). La violencia ejercida por el Boa en contra del animal incide en que ésta comience a ser nombrada
ahora como la Malpateada (316).
La violencia está presente, por lo tanto, aun con lo que el Boa más quiere. Es importante destacar, nuevamente,
que la violencia no la ejerce el animal, sino el personaje que se siente dueño de ella y considera un derecho ejercer
sobre ésta su venganza.

V- A partir de lo expuesto hasta aquí, es posible advertir y proponer que, a nivel del discurso de las ideas, el
Colegio Militar Leoncio Prado se comporta como un microcosmos de la sociedad peruana y opera como una
metáfora de esa realidad. La ciudad de Lima se erige como el territorio donde se productiviza dicha metáfora y se
concentra la violencia generalizada. El título de la novela incorpora por ello a la ciudad como un ámbito privilegiado
de significación temática. En La ciudady los perros, como en otras novelas hispanomericanas, puede observarse la
íntima ligazón que existe entre violencia y ciudad. En sus representaciones de mundo pueden verse activadas lo
que Bárbara Freitag, desde una perspectiva sociológica, señala como las condiciones que permiten interpretar la
violencia como la respuesta de los individuos a una situación discriminatoria en lo económico, lo social y lo cultural.
La ciudad aparece así como un escenario que "funciona como palco para que se desplieguen peleas y actos de
violencia que acontecen en todos los grandes centros urbanos del mundo contemporáneo" (Freitag 226) 7.

En La ciudad y los perros la presencia de la ciudad y su elaboración metonímica en el Colegio León Prado se
instauran como un espacio significante a partir del cual se despliega una concepción de mundo. Tal como señala
María Isabel Filinich, "pensar la enunciación del espacio conduce necesariamente a considerar que toda referencia
al espacio implica la instauración de un punto de vista desde el cual se organiza la representación espacial" (70).
En este sentido, tanto el término ciudad como la palabra perros son fundamentales en la configuración del punto de
vista narrativo, puesto que remiten a la violencia con la que los individuos responden a una sociedad
extremadamente agresiva. Puede percibirse operando una espiral de violencia que se desenvuelve en todo el
entramado social: desde el espacio familiar al engranaje estatal. La representación activa una maquinaria de la
violencia que contamina cada una de las parcelas del mundo representado. Se escenifica así una característica de
la violencia que, según Walter Benjamin, actúa siempre en relación con una legalidad establecida por el Estado o a
partir de instrumentos legitimados por él, tales como la policía y las fuerzas armadas en general (1991). En este
caso, la visión de mundo que La ciudad de los perros perfila, apunta a cómo la sociedad estratifica a los individuos
y los vuelve sujetos irreconciliables. Para realizarse como individuos necesitan imponerse al otro, antes de que el
más fuerte se lo impida. Una actitud como esta revela el machismo de una sociedad que hace que sus individuos
se comporten como perros, a través del uso de la fuerza, de la agresión y de la brutalidad.

En el Colegio Leoncio Prado los cadetes integran en sus conciencias que siempre se está o del lado del triunfador
o del perdedor, del cobarde o del valiente, de los que mandan o de los que son mandados. Los alumnos son
considerados como perros y no como personas. El código de supervivencia exigido consiste en devorar para no
ser devorado. Para tal fin, la disciplina deberá ser radical y requerirá buscar una docilidad que responda a las
expectativas de la institución. El código de honor estará regulado, principalmente, por la superioridad de la fuerza.
El orden instaurado aparece así como el responsable de la crueldad, la arbitrariedad y el autoritarismo. En esta
binariedad: victimario / víctima, los elementos negativos se asocian indefectiblemente a la palabra perro y a partir
de esta metáfora perruna la novela realiza una crítica de las lacras de una sociedad violenta, brutal y machista y de
sus corruptas instituciones8.

En consonancia y complicidad con ese tipo de sociedad, los padres de los cadetes piensan que con ese tipo de
instrucción sus hijos llegarán a ser hombres de bien. La formación que se les da a los niños en sus hogares
aparece signada también por el machismo y el prejuicio. En el caso de Ricardo Arana, alias el Esclavo, esta
conducta generalizada se perfila, en su más grosera expresión, en los comentarios del padre respecto a su
esposa:

-¡Qué edad tienes?


-Diez años- dijo.
-¿Eres un hombre? Responde.
-Sí -balbuceó-.
-Fuera de la cama, entonces, -dijo la voz-. Solo las mujeres se pasan
el día echadas, porque son ociosas y tienen derecho a serlo, para eso
son mujeres. Te han criado como una mujerzuela. Pero yo te haré
un hombre (209-210).
Las mujeres son, para el padre de Ricardo Arana, las culpables de que los hijos se desvíen de lo que se considera
ser un verdadero hombre: "Los has educado mal", decía él; "Tú tienes la culpa de que sea así. Parece una mujer"
(102).

El domicilio deviene así el epicentro donde el abuso familiar y la implantación del terror se desarrollan sin
represiones de ningún tipo. La violencia degrada toda idea de un núcleo familiar:

Tuvo miedo y dejó de pensar. Las injurias llegaban hasta él con pavorosa nitidez y, por
instantes, perdida entre los gritos y los insultos masculinos, distinguía la voz de su madre,
débil, suplicando (.. ) Sintió terror. Su padre lo golpeó con la mano abierta y él se desplomó
sin gritar (.) su padre lo volvió a golpear y el cayó al suelo de nuevo (103-104).

Por otro lado, en el ámbito del colegio los prejuicios contra el que es diferente se acentúan al igual que la violencia
ejercida. Los alumnos importan desde sus casas la capacidad de acosar a la víctima de turno, en este caso
Ricardo Arana. La alusión al perro, como expresión del odio y la agresividad, vuelve a reaparecer en el texto:

En El Colegio Saleciano le decían "muñeca"; era tímido y todo lo asustaba. "Llora, llora,
muñeca", gritaban sus compañeros en el recreo, rodeándolo (...) Las caras de los niños
parecían hocicos dispuestos a morderlo. Se ponía a llorar (164).

Es en el espacio del domicilio desde donde surge la expectativa respecto a la capacidad del Colegio Militar Leoncio
Prado para disciplinar a los jóvenes y convertirlos en hombres útiles y serviciales al orden social. Los valores y la
educación que, según las familias, pueden desarrollarse con la educación militar, son la rectitud, la dignidad y la
responsabilidad:

Muchacho, explica a esta mujer que entrar al Colegio Militar es lo


que más te conviene (...) Tres años de vida militar te harán otro. Los
militares saben hacer sus cosas. Te templarán el cuerpo y el espíritu.
¡Ojalá hubiera tenido yo a alguien que se preocupara de mi porvenir
como yo del tuyo (257-258).

Una vez que el Esclavo ha sufrido el supuesto "accidente", su padre reafirma lo que era su esperanza de que el
colegio trasmitiera a su hijo los más altos valores, los que caracterizaban y definían a un "hombre de bien":

Eso es lo que yo quería, que fuera más varonil, que tuviera más
personalidad. Yo he hecho todo pensando en su futuro (...) Lo metí
aquí para hacer de él un ser fuerte, un hombre de provecho (253-254).

Al interior del establecimiento educacional los discursos moralistas esgrimidos por los militares encarnan las
aspiraciones que los padres tienen para sus hijos. En este sentido, el micromundo encarna los valores del
macromundo y todas sus deformaciones:

Ahora también hablaba sin duda de los sagrados valores del espíritu, de la vida militar que
hace a los hombres sanos y eficientes, y de la disciplina, que es la base del orden (312).

Sin embargo, al interior del Colegio Leoncio Prado se tiene la conciencia de que lo que viven los alumnos en su
carrera es un constante proceso de deformación:

-Nos confunden con los curas, a veces -afirmó Huarina (...)


- A la mitad los mandan sus padres para que no sean unos bandoleros
-dijo Gamboa-. Y, a la otra mitad, para que no sean maricas.
-Se creen que el colegio es una correccional- dijo Pitaluga (....) En
el Perú todo se hace a medias y por eso todo se malea. Los soldados
que llegan al cuartel son sucios, piojosos, ladrones. Pero a punta
de palos se civilizan. Un año de cuartel y del indio solo le quedan
las cerdas. Pero aquí ocurre al contrario, se malogran a medida que
crecen. Los de quinto son peores que los perros (220-221).

En el Colegio Militar Leoncio Prado la Iglesia Católica se erige en la institución que irradia al establecimiento una
complicidad con los ideales institucionales y una análoga y engañosa concepción de los valores patrios y
espirituales:

Los domingos en la mañana, después del desayuno, hay misa. El capellán del colegio es
un cura rubio y jovial que pronuncia sermones patrióticos donde cuenta la vida intachable
de los próceres, su amor a Dios y al Perú, y exalta la disciplina y el orden, y compara a los
militares con los misioneros, a los héroes con los mártires, a la Iglesia con el Ejército (144).

Lo que se evidencia en esa particular simbiosis no es más que la constatación de la contradicción vital que anima a
ambas entidades:

Los cadetes estiman al capellán porque piensan que es un hombre de verdad: lo han visto,
muchas veces, vestido de civil, merodeando por los bajos fondos del callao, con aliento a
alcohol y ojos viciosos (144).

Las formas en que se expresa la violencia al interior de la familia y del Colegio Militar Leoncio Prado son
consecuentes con las conductas que los cadetes tienen, en el espacio de la ciudad, con los que consideran sus
inferiores. De esta forma, el tipo de relación de dominio que se ejerce sobre los perros el interior del Colegio se
proyecta naturalmente al espacio social citadino:

Obstaculizan el tránsito, responden con grosería a los automovilistas que piden paso,
asaltan a las mujeres que se atreven a cruzar esa esquina y se mueven de un lado a otro,
insultándose y bromeando (...) Los cadetes maldicen entre dientes cada vez que, el pie
levantado para subir al tranvía, sienten una mano en el pescuezo y una voz: "primero los
cadetes, después los perros".
-Estamos muy cansados -dijo Vallano-. Párense. Los cadetes obedecieron (137-138).

Por último, es importante advertir que la odiosidad respecto al otro, que se advierte tanto en el ámbito del domicilio
como en el Colegio Militar Leoncio Prado -el cual, como se dijo anteriormente, opera como un microcosmos de la
sociedad peruana- activa en el imaginario social el miedo a un enemigo mayor y abstracto, como es el caso de los
países vecinos:

-Pero mi capitán -repuso Gamboa-. Estamos rodeados de enemigos.


Usted sabe que el Ecuador y Colombia esperan el momento oportuno
para quitarnos un poco de selva. A Chile todavía no le hemos cobrado
lo de Arica y Tarapacá.

VI- Como puede apreciarse, la incorporación y operatividad del término perro en La ciudad y los perros de Mario
Vargas Llosa se erige como un significante privilegiado para apoyar una concepción de mundo desplegada en el
discurso de las ideas del texto. La crítica social no abarca solo a los sistemas de educación militar, sino a todo un
sustrato político cultural donde la violencia, la venganza y la ignorancia conviven a costa de la dignidad humana.
Tal como plantea José Emilio Pacheco:

La ciudad y los perros puede ser, ha sido ya, muchos libros: novela de la adolescencia,
contra los padres, corte vertical de un momento peruano, alegato contra el militarismo,
alegoría del mundo presente, (y la violencia y el enfrentamiento entre pobres y ricos,
fuertes y débiles, blancos y no blancos) o interrogación en fin acerca del paso del hombre
sobre la tierra y el sentido final de nuestras acciones (16).

En esta multiforme expresión de la violencia, la novela de Vargas Llosa se hace partícipe de la denuncia que un
ingente corpus de novelas latinoamericanas hace de las condiciones de vida de sus respectivos países. Para
cumplir con este fin el escritor peruano ha hecho uso de una estrategia nominal, la palabra perro, y de un
imaginario perruno, que deviene factor imprescindible para expresar las diversas formas de violencia.

VII- Humano / animal: una dualidad ambigua

En La ciudad y los perros, la nominación perro se utiliza de manera reiterada a lo largo de la trama narrativa,
debido a que dicha palabra activa un imaginario, es decir, "un depósito de imágenes y una energía, lo que hace
imaginar a partir de determinados materiales y sobre ellos" (Jitrik 22), donde la condición humana y la condición
animal se imbrican de manera compleja. Esto se debe, especialmente, a que en el mundo representado los
personajes utilizan la voz perro para denostar aspectos humanos que en ese entorno se desprecian radicalmente,
tales como la cobardía, el miedo, la pasividad, la sumisión. Al mismo tiempo, los personajes dominadores ejercen
su poder sobre los dominados, obligándolos a actuar como perros, según las conductas que ellos adjudican a los
animales. Sin embargo, la ferocidad y la violencia a la cual los someten, revela, más bien, su propia agresividad y
la seducción inagotable que sobre ellos ejerce la posibilidad de ejercer violencia sobre el más débil. Interesante, al
respecto, -y tal como se expuso en el análisis- es que en la trama novelesca no hay perros, salvo la mascota del
regimiento, la que se caracteriza por ser absolutamente mansa. En vez de perros hay otros animales en los cuales
los cadetes descargan su violencia, revelando una absoluta inconsciencia sobre el dolor animal. En La ciudad y los
perros, los que se comportan como perros -con las características que los personajes desprecian y asignan
arbitrariamente a tales animales- son los humanos y no los perros. Se va haciendo ambigua así, en el transcurrir
de la novela, la oposición humano / animal, hasta configurar un significante difuso y contradictorio.

Esta dimensión de la novela inscribe en el orden ficcional una inquietud que puede verse ampliamente desplegada
en el discurso filosófico de la actualidad, especialmente en lo relativo al supuesto estatuto de lo humano. Dos
importantes ejemplos, los cuales ayudan enriquecer el análisis de este aspecto de la novela, son Giorgio Agamben
(2002) y Jacques Derrida.

En el caso de Agamben, su tesis central afirma que la línea divisoria entre ser humano y animal se ha
problematizado, debido a dos aspectos sustanciales. El primero de ellos remite al carácter difuso e inestable que
ha tenido siempre el estatuto de lo humano, tal como puede apreciarse en el orden simbólico de la cultura
humanista:

La máquina antropológica del humanismo es un dispositivo irónico que verifica la ausencia


para Homo de una naturaleza propia, manteniéndolo suspendido entre una naturaleza
celeste y una terrena, entre lo animal y lo humano; y por ello, siendo siempre menos y más
que sí mismo (206).

La cita anterior se origina en torno al pensamiento del humanista italiano Pico de la Mirandola, quien reflexionó
acerca de la carencia de un ámbito propio y un rango específicamente humano. En este sentido, el hombre
carecería de un auténtico rostro, pues, al haber sido creado al momento en que la totalidad de los modelos de la
creación estaban agotados, debió modelarse a sí mismo. Y tenía para ello dos posibilidades de hacerlo: con forma
divina o con forma de bestia9.

Para los efectos de este trabajo, es interesante la posición de Agamben respecto a la falta de un estatuto
propiamente humano, puesto que en el orden fictivo de La ciudad de los perros dicho estatuto tampoco queda
claramente definido. De esta forma las características plenamente humanas y las plenamente animales se
confunden y pierden consistencia en el proceso de recepción del texto.

Por su parte, Derrida considera que la división humano / animal, tal como ha sido desplegada por el orden
metafísico, peca de una evidente arbitrariedad. El filósofo argelino pone en duda que exista algo específicamente
humano y flexibiliza la línea reduccionista con la que siempre se ha diferenciado al ser humano de los animales. En
consonancia con su estrategia deconstructiva y con su planteamiento acerca de la oposiciones binarias que
configuran la matriz del pensar occidental, señala que el término "humano" fue adquiriendo sentido y significación
al tiempo que una serie de identidades iban quedando excluidas (Derrida, OfGrammatology 244-245). La tradición
humanista, de radical impronta antropocéntrica, es, por lo tanto, la entidad responsable de la oposición binaria
animal/humano, tal como ha sido siempre entendida (Derrida, Glas 26). Cabe señalar que entre 1960 y 1970
Derrida plantea un tipo de ontología relacional de tipo maquínico de las singularidades 10. En concordancia con el
pensamiento de Nietzsche y Deleuze, propone que frente a una multiplicidad heterogénea de las entidades y
relaciones que se dan entre las formas orgánicas y las inorgánicas, ya no tiene sentido seguir estableciendo una
división tajante entre humanos y animales. Ambas formas de vida pertenecen a una multiplicidad de seres,
relaciones, y ambas son parte del juego de las diferencias y las fuerzas del devenir. En este juego y en este fluir es
irrelevante diferenciar al humano del animal, de las plantas, de la vida o de la muerte. Para Derrida el
enfrentamiento del ser humano con el animal es un encuentro perturbador ante seres singulares, un encuentro
distinto a cómo ha sido pensado antes. Cualquier homogenización, ya sea de los seres humanos o de los
animales, atenta contra la singularidad de la relación ética y contra los seres que se vinculan en esta relación. En
este sentido, apuesta por una ontología relacional y maquinal que considere la heterogeneidad de humanos y
animales. (Derrida, The animal 399).

Es interesante apreciar cómo algunas reflexiones de Agamben y Derrida en torno a la condición animal y al
estatuto humano reactualizan una preocupación antigua del saber filosófico. Y dicha preocupación tiene que ver,
justamente, con la dificultad por generar una línea divisoria tajante entre humanos y animales. Según señala Kelly
Oliver en su libro Animal Lessons, la condición humana fue durante mucho tiempo procesada y explicada según
dos opuestos y contundentes parámetros, estos son, la divina providencia y la naturaleza. Sin embargo, tanto los
relatos de tipo religioso como los de carácter secular, acerca del origen del hombre, comparten el acto de enfatizar
la preponderancia de la necesidad sobre el azar y de la providencia sobre el accidente. De esta manera, la
existencia del hombre se entiende como preordenada o por Dios o por las leyes de la naturaleza. Por otro lado, en
cierto momento de la filosofía, cuando la naturaleza se concebía como una entidad absolutamente dominada y
dominable por el poder humano, textos como los de Rousseau y Herder acerca de los animales revelan una
interesante contradicción: si por una parte ambos remiten al mundo de los animales para enfatizar, definir y
describir lo que los distinguen del ser humano, por otra parte sus mismos argumentos sirven para demostrar lo
contrario a lo que proponen. Lo que queda en evidencia -y en esto Kelly Olivier parece comulgar con las ideas de
Derrida, a quien dedica un capítulo de su libro- es que los mismos ejemplos que esgrimen ambos filósofos para
demostrar la distinción entre animal y humano ayudan, al mismo tiempo, a entender que dichas distinción es falsa y
arbitraria (1-7).

En definitiva y a modo de conclusión, puede advertirse que el vínculo entre humanos y animales ha sido una
inquietud constante en diversas disciplinas del saber, la que entra en consonancia con las variadas formas en las
que la literatura ficcionaliza esta misma relación. Deviene así ámbito privilegiado para dar cuenta de esta conflictiva
y ambigua dualidad. A través de los mundos fictivos que las novelas elaboran, y por la dimensión de la subjetividad
que en ellas está más presente que en cualquier otro discurso, se logra alcanzar un develamiento de la
configuración humano-animal incluso más iluminador que el que logran los discursos de las diversas disciplinas
que se ocupan sobre el tema. Desde su propia especificidad y desde su particular forma de procesar artísticamente
la realidad, el arte narrativo posee un plus que se traduce en la complejidad de ángulos y matices que permiten
comprender e iluminar de manera especial un tema tan vigente como la relación entre los seres humanos y los
animales. En el caso de La ciudad y los perros, el imaginario perruno ilumina uno de los complejos temáticos más
sugerentes del texto, esto es, la relación entre los humanos y los animales, o, mejor dicho, entre los personajes y
los perros. Y lo hace desplegando, en primer lugar, un imaginario perruno que responde a una tradición
antropocéntrica que entiende al ser humano como lo absolutamente opuesto al animal. Sin embargo, como pudo
apreciarse en el análisis, esta binariedad es cuestionada desde sus fundamentos en el texto de Vargas Llosa. Esto
se evidencia en la dualidad en la que se debate el imaginario perruno: si por un lado todo lo asociado a los perros
está signado negativamente, por otro lado personajes se comportan según esos mismos patrones que desprecian.
La perspectiva semántica que regula el verosímil textual, por lo tanto, ha desplegado un imaginario perruno
signado por los condicionamientos de la máquina antropocéntrica, pero para boicotear, finalmente, sus supuestos
arbitrarios.

NOTAS
1Antes de decidir el título definitivo de su novela, Mario Vargas Llosa había pensado tentativamente en La morada
del héroe, posteriormente en Los impostores y solo después, gracias al consejo de su amigo José Miguel Oviedo,
La ciudad y los perros.

2Desde la perspectiva de Iván Carrasco, por ejemplo: "La función básica que cumple el título en el complejo textual
es metalingüística y, por ello, exegética, constituyéndose en un importante lugar estratégico o punto de
acumulación de la explicación del propio texto sobre su sentido, puesto que funciona como un resumen o
condensación de sentido que se desarrolla a través de los demás discursos que conforman la obra o poema
particular" (72-73).

3Como puede apreciarse en la cita anterior, la odiosidad del grupo se concentra en la figura de Ricardo Arana, a
quien justamente todos denominan el Esclavo y a quien finalmente asesinan por traidor. Por tal razón, las citas que
aquí se harán remitirán casi todas a dicho personaje.

4Según los planteamientos de Hannah Arendt, la relación entre el que manda y el que obedece actualiza la más
antigua fórmula del poder, la que se engendra en la matriz de los Mandamientos. Dicha fórmula se instaura como
esencia de toda ley y como fundamento de convicciones científico-modernas respecto a la naturaleza del hombre.
Tales supuestos enfatizan su instinto innato de dominación y agresividad como también de sumisión (54).

5Tal como señala Iain Zaczek: "Es una línea muy fina la que separa a los perros domésticos de sus parientes
próximos más salvajes -lobos, zorros y chacales-, pues los cuatro grupos constituyen las cuatro ramas principales
de la misma familia (...) En la antigüedad participaron en muchos encuentros militares. Heródoto (hacia 490-hacia
425 a. C.) menciona la presencia de perros en una batalla, en la que se luchaba hombre contra hombre, caballo
contra caballo, perro contra perro" y Plinio el Viejo (hacia 23-79 d.C.) escribió que los garamate, un pueblo nómada
del desierto, usaban perros para proteger sus campamentos y a su rey. Los galos tenían la costumbre de vestir a
sus perros de batalla con una armadura de púas y luego les dirigían hacia las patas de los caballos enemigos (...).
Por su parte los griegos creían que los perros rabiosos estaban poseídos por espíritus malignos, mientras que los
primeros cristianos achacaban la enfermedad al diablo y otros, en cambio, la relacionaban con el tiempo (117-118).

6 Estas características asignadas al perro pueden apreciarse no solo en ciertas pinturas antiguas, sino también en
la literatura. Elocuente es, por ejemplo, el caso de La Odisea, de Homero:

Al aproximarse el clímax de la epopeya, Ulises regresa a su hogar después de haber


pasado varios años en la Guerra de Troya e innumerables aventuras en el viaje de
vuelta. Llega disfrazado de mendigo para comprobar la fidelidad de su esposa y, al
entrar en su fortaleza, sus amigos y criados lo reciben desdeñosamente. Solo hay
una criatura que le reconoce al instante: su fiel perro Argus. A pesar de haber sido
descuidado, de ser viejo y estar lleno de pulgas, el perro mueve la cola alegremente
cuando ve a su amo y a continuación expira (63).

7 Las otras fases que Freitag observa son: a) la ciudad como un centro privilegiado de poder y del Estado como el
impulsor principal de la violencia represiva e institucionalizada a través de entidades como el ejército y la policía; b)
la ciudad como matriz de la violencia, debido a la mala gestión de los Estados y su incapacidad para resolver los
problemas de la vida urbana; c) la ciudad como epicentro ciudadano donde la cesantía, la división desigual del
trabajo, los bajos sueldos, entre otros factores, aparecen como causas de violencia, la que es consecuencia del
funcionamiento de un sistema económico en el cual la sociedad tiende a desintegrarse (Freitag 228-234).

8 Es evidente, tal como puede apreciarse en su ensayo sobre la novela de año 1966, que Vargas Llosa rechaza un
tipo de sociedad que no ofrece los mínimos niveles de decencia.
La misión del escritor implica, por lo mismo, confrontar dicha realidad: "Así la primera comprobación que haría yo
desde el punto de vista del novelista es la de que este hombre es un rebelde, es un hombre en desacuerdo con su
sociedad, o con su tiempo, o con su clase, un hombre que no está satisfecho con el mundo" (343).

9Para Agamben, a pesar de las diferencias evidentes, hay una experiencia donde animal y hombre coinciden: el
aburrimiento (humano) y el embotamiento (animal). Teniendo como base de su reflexión el curso de Heidegger:
Conceptos fundamentales de metafísica (19291930), Agamben afirma que el aburrimiento humano es un estado
subjetivo, pero, a pesar de ello, dicha experiencia remite siempre a algo que está más allá de nosotros, a un
mensaje de algo que proviene de un ámbito diferente a nuestra propia subjetividad. Unido a ello, el aburrimiento es
la presencia de una cualidad del ser que consiste especialmente en retraerse: el ser es aquello que se retrae. Se
desprende de esto que el mundo se recorta sobre un fondo de oscuridad, el cual es tan importante como la
apertura y la claridad. Lo que sucede en el aburrimiento es, entonces, una apertura a eso que está cerrado y la
posibilidad de entrar y entender ese fondo. En el caso del animal, su condición se define por su no apertura y por
una forma de embotamiento que se traduce en su encierro en el presente. Al animal le está vedado la apertura al
ser, puesto que no tienen relación con el ser; simplemente es. En este sentido, el embotamiento animal y el
aburrimiento humano coinciden en cierta manera, puesto que el aburrimiento humano implica también una forma
de enclaustramiento, dado que el ser ahí se oculta. Se está obligado, por ello, a asumir que es imposible el dominio
total de la verdad y del mundo, tal como aspiraba el Iluminismo. Según Agamben, desde los tiempos de la
Ilustración, el hombre ha deseado ser luz y ser poseedor del saber, deseo que puede entenderse como una huida
de la animalidad. Muy al contrario, el hombre no pueda alcanzar la verdad, pues el ser, por naturaleza, se oculta. Y
eso que se oculta se manifiesta justamente en el aburrimiento. El hombre vive en el espacio limitado de la vida y
por ello animal y humano comparten dicha situación. Por eso mismo, en vez de soñar con tener un dominio sobre
todo lo existente, debiera reconciliarse con sus propios límites y con la conciencia del no saber, puesto que en la
esencia del saber está el no saber. Si hay un saber es porque hay un fondo de no saber. En ese contacto con lo
animal, en esa conciencia de que no todo es conciencia y luz, el hombre podría lograr una apertura a lo cerrado
(63-123).

10 Derrida piensa las diferencias entre los seres humanos y los animales de una manera no jerárquica ni binaria, lo
cual lo lleva a reconsiderar la presencia de los animales, tanto en el terreno de la ética como de la política. Tal
como lo hace en otros ámbitos de la cultura, Derrida interviene en los discursos metafísicos, para develar y
desmantelar los preceptos dogmáticos desde los cuales se ha pensado lo animal. La división humano / animal se
ha ido desarrollado y consolidando a partir de diversas instituciones, prácticas y discursos. La idea de Derrida es
revisar estas relaciones y desnaturalizar la distinción entre ambas formas de vida. Su empeño consiste en
desarrollar una ontología diferente para tratar de comprender la vida animal y pensar formas alternativas de
considerar tanto a humanos como a los animales, formas que no han sido atendidas por el discurso metafísico
dominante.
Derrida considera que uno de los problemas fundamentales del pensar metafísico respecto a este tema es que la
tradición ha intentado siempre borrar las diferencias entre las diversas formas de la vida animal. En este sentido
discrepa con Heidegger, en cuanto dicho filósofo piensa cada singularidad animal como una expresión o instancia
de lo animal, como si ésta fuese una esencia homogénea. La oposición humano / animal no considera que entre
los animales existen diferencias sustantivas, como también sucede entre los seres humanos. Derrida, en cambio,
considera que enfrentados al mundo animal lo que existe es una heterogeneidad de seres diferentes y de múltiples
relaciones. Esta serie de relaciones y organizaciones están insertas, al mismo tiempo, en relaciones y
organizaciones que se dan entre lo vivo y lo muerto, lo orgánico y lo inorgánico. Todo esto no puede ser objetivado
totalmente. (The animal 399).

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