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Santiago Ortegón Restrepo.

1º de Filosofía.
¿Sócrates sigue vivo?

Hacia el 470 a.c. nació en Atenas el gran Sócrates, quien “representa uno de los modelos a
imitar más importantes para los consejeros filosóficos… el «padrino» de la filosofía
occidental” (Marinoff, 2016, p. 54). A este hombre enigmático, que solo conocemos por lo
que de él nos cuentan las tergiversadas historias de sus discípulos, sigue estando entre
nosotros gracias al legado filosófico que nos dejó ¿Y en qué es que su pensamiento sigue
influyendo hoy en día nuestro mundo, nuestra manera de pensar?
Para entender esto primero debemos ver su figura en el contexto en que vivió y
desarrolló sus ideas para luego ver cómo su pensamiento puede seguir influenciando en la
actualidad.
Sócrates era considerado por sus contemporáneos como sabio, aunque él
consideraba que realmente no sabía nada (Cf. Sócrates, 395 a.c.), y esto es lo que lo
convertía en un filósofo y lo que lo diferenciaba de un sofista, pues reconocía su falta de
sabiduría y estaba sediento de ella.
En las calles de Atenas “Sócrates se esconde a sí mismo… finge ignorancia”
(Hadot, 2006, p. 81); es haciéndose el ignorante que refuta al otro y hace verle de que está
mal en lo que supuestamente sabe y lo hace replantearse su conocimiento. Lo interesante de
este método irónico es que hace que la persona se vuelva otro Sócrates, quien en realidad
no sabe nada. Así que “al final de la discusión el interlocutor no ha aprendido nada”
(Hadot, 2006, pág. 88).
La filosofía socrática supone el despertar de la conciencia. (Cf. Hadot, 2006). Es por
eso que Sócrates también se valió de la Mayéutica para que las persona que con él
dialogaban “dieran a luz al conocimiento” por medio de preguntas.
En medio de un mundo donde la pregunta fundamental era sobre cómo estaba
constituido el cosmos, Sócrates se enfoca en el hombre, partiendo así la historia de la
filosofía en su momento. Por tal motivo la filosofía socrática es una filosofía de vida y no
teórica. Sócrates es el mediador entre “el ideal trascendental de la Sabiduría y realidad
humana concreta” (Hadot, 2006, p. 79)
Sócrates para aquella época se convirtió en un personaje controversial porque se
atrevió a cuestionar a los hipócritas, a los corruptos, a los poderosos y a los que se jactaban
de su saber (Cf. Pareja, 2010). Incomodar con sus preguntas fue lo que le costó la vida,
pero nos podríamos atrever a decir que murió feliz, haciendo lo que él amaba: buscar la
sabiduría sin importar el precio.
La vida de Sócrates es, como decíamos al comienzo, un modelo para la filosofía. La
filosofía debe cuestionar con preguntas incómodas a quién sea, sin importar estatus social,
religión, posición política. La filosofía debe cuestionarnos a todos sin excepción. Pues lo
realmente fundamental es buscar la sabiduría para no caer en la ignorancia que nos hace
cometer errores, como pensaba Sócrates (Cf. Collina, 2015).
La única forma en la que podremos cambiar el mundo es replanteándonos lo que
sabemos hacer, mirándonos a nosotros mismos, preguntándonos el porqué de las cosas que
hacemos, tal como Sócrates hubiera querido. Solo conociendo nuestra realidad podremos
cambiar esas cosas que están afectando tanto a nuestra sociedad.
Hoy en día la filosofía a muchos no les dice nada. Lo que le interesa al hombre
actual es el poder, la fama, el dinero, el consumismo, la avanzada tecnología, entre otras
cosas que sacan a la humanidad de la realidad y la llevan a conformarse con lo que tiene,
sin despertar en sí misma un deseo de cambiar su entorno.
Es más preocupante aún que actualmente a quienes tienen poder no les interese que
haya hombres y mujeres que piensen y cuestionen el mundo que los rodea por miedo a que
sus monopolios se acaben. Son hombres ignorantes que no miden las consecuencias de sus
acciones, y al igual que Sócrates nosotros también debemos luchar contra esa ignorancia
que tiene a nuestro mundo en una grave crisis de desigualdad y de valores que hace que
muchísimas personas en nuestro planeta no vivan de una manera digna.
Para empezar a cambiar esta triste realidad, de la misma manera que Sócrates,
debemos empezar a despertar principalmente en los jóvenes el deseo de encontrar la
sabiduría, el conocimiento que saca de la ignorancia. Es lamentable que en los colegios se
reduzcan las horas de filosofía; triste el hecho de que “en la actualidad hay profesores de
filosofía, pero no filósofos” (Hadot, 2006, p. 275). ¿Qué sería de nuestro mundo en un
futuro sin filósofos?
Ahora, más que nunca, se necesitan filósofos que promuevan una nueva mentalidad
entre la gente para sacar nuestro de mundo de la miseria en la que está sumergido.
Necesitamos nuevos Sócrates que hagan un mundo diferente, que despierten las mentes
dormidas de tantos hombres.
En conclusión, podríamos decir que Sócrates sigue y seguirá vivo en aquellos
hombres y mujeres que no le tienen miedo al mundo que quiere silenciarlos, en aquellos
que se atreven a pensar en por qué el mundo no es diferente. Sócrates está y estará vivo en
el filósofo de la vida, más que en el de la teoría, pues el filósofo debe ser un “llamado a la
existencia” (Hadot, 2006, p. 99).
La principal enseñanza que nos deja Sócrates es en el fondo la de no conformarnos,
la de no detenernos en la superficie de las cosas, la de no tener miedo de hacer
preguntas para comprender mejor el mundo en que vivimos, la de considerar las
opiniones de los demás (Collina, 2015, p. 125).
Sócrates está y estará vivo en aquel que no es un sabio que transmite conocimientos
sino en aquel que en medio de su poco saber hace diferentes a quienes lo rodean.

Referencias

Collina, B. (2015). Sócrates Maestro de vida y de filosofía. España: Botiscafo, S, L. .


Hadot, P. (2006). Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Madrid: Siruela S.A. .
Marinoff, L. (2016). Más Platón y menos Prozac. Nueva York: B De Bolsillo.
Pareja, M. A. (17 de noviembre de 2010). Sócrates y la importancia de la filosofía. . La
Prensa, págs. Recuperado de https://impresa.prensa.com/opinion/Socrates-
importancia-filosofia_0_2979452185.html.
Sócrates. (395 a.c.). Apología de Sócrates. En Platón, Obras Completas (p. 55). Madrid:
Patricio de Azcárate.

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