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Crecimiento económico: el crecimiento económico supone la expansión del PBI potencial de un país.
Se suele asociar al crecimiento de la producción o ingreso per cápita por trabajador a lo largo del tiempo.
Asimismo, cabe señalar que el crecimiento de ingreso per cápita está estrechamente relacionado con los
hechos siguientes:
Desarrollo: el desarrollo, vinculado con el crecimiento económico, hace referencia a la evolución que
experimenta una sociedad a lo largo del tiempo. Así, podemos reconocer los términos desarrollo y
subdesarrollo, que refieren a la brecha real que separa los niveles de vida en unos y otros países.
-Clásicos: al principio, el enfoque fue economicista e indistintamente se utilizaban los términos “desarrollo”
y “crecimiento económico”. Sin embargo, el problema del crecimiento ya se encontraba en el pensamiento
de los economistas clásicos los cuales dedicaron su análisis al modo de incrementar la riqueza de las
naciones.
El primero que trató la temática del desarrollo fue el economista austríaco Schumpeter (1912) que la
asoció al progreso económico dinamizado a través del empresario innovador y alejado de lo social.
Posteriormente, Perroux vinculó la idea de desarrollo con la de poder, introduciendo lo social y el espacio
físico. Su análisis se focalizó en los polos de crecimiento, cuyos elementos conformantes eran la industria
clave, la organización imperfecta de los mercados y las economías externas espaciales
-Teoría de la modernización: surge luego de la Segunda Guerra Mundial, con exponentes como
Adelman, Singer, Prebisch, Rostow, Kaldor, entre otros.
Comenzó a imponerse la idea de que los países debían avanzar hacia su modernización al estilo de los
desarrollados y el crecimiento pasó a ser su eje central, encaminando los estudios a desentrañar los
obstáculos del desarrollo y los problemas de crecimiento. Se lo definió como “un proceso mediante el cual
la renta nacional real de una economía aumenta durante un largo periodo de tiempo” (Adelman, 1961) y, al
equipararse desarrollo con crecimiento, el que suponía un aumento sostenido de la renta o PIB per cápita,
se desatendió los efectos distributivos y sociales.
Dentro de la teoría de la modernización, se diferencian dos visiones: por un lado, la teoría ortodoxa
asociada al crecimiento económico por la cual el subdesarrollo era un problema de atraso respecto de las
estructuras desarrolladas y, por otro, la heterodoxa que planteó al subdesarrollo como producto de la
inserción desventajosa de estos países en el sistema capitalista mundial
Conforme a Rostow (1960), el desarrollo era el objetivo a lograr después de cumplir con las etapas (5)
que reproducirían la experiencia de industrialización de los países occidentales. Su énfasis se puso en la
acumulación del capital físico. En consecuencia, si las inversiones productivas faltaban o eran
insuficientes, se requería de la ayuda en forma de capital, tecnología y experiencia convirtiendo a la
industrialización como vía para que los países subdesarrollados crecieran y modernizaran sus economías,
como también los patrones de consumo y producción.
El punto de partida, según Rostow, era la sociedad tradicional cuya estructura se desenvolvió dentro de
una serie limitada de funciones de producción con predominio de la agricultura de subsistencia. Luego las
precondiciones para el despegue, proceso de transición en el que se desarrollaron las condiciones
previas para el impulso inicial. La tercera, la del impulso inicial o despegue el sector industrial impulsó
a los demás con un incremento importante de la inversión. La cuarta era la del impulso hacia la madurez:
se apoyaba en la tecnología moderna y el progreso era sostenido permitiendo producir internamente los
bienes importados. Por último, la era del consumo en masa, hacia los bienes y servicios durables de
consumo.
2) El pensamiento Cepalino
Frente a las concepciones económicas neoclásicas generadas en otras latitudes surgió la corriente
heterodoxa de la escuela cepalina (Raúl Prebisch, Celso Furtado, José Medina Echavarría, Jorge
Ahumada, Juan Noyola, Aníbal Pinto, entre otros). Criticó las categorías analíticas anteriores y, desde una
perspectiva sistémica, analizó la economía mundial a partir de la concepción centro y periferia,
permitiendo identificar las especificidades de las estructuras productivas subdesarrolladas, la tendencia al
deterioro de los términos del intercambio y superar la doctrina rostowiana de las etapas del
crecimiento.
Para Prebisch el deterioro era producto del desigual reparto de los frutos del progreso técnico, que
conformó un orden económico capitalista mundial como un único sistema de relaciones económicas. En
este sistema, la periferia se relacionó de forma parcial y subordinada a los intereses de los centros,
produciendo un desigual nivel de ingreso, productividad y estructuras productivas de los polos. Como los
países periféricos no habían sido capaces de apropiarse de los frutos del progreso técnico, ello explicaba
no sólo la diferencia de los niveles de vida, sino el grado de capitalización de sus economías. Las
divergencias estructurales entre el centro y la periferia incidieron tanto en el intercambio comercial como
también en el atraso productivo y tecnológico, ya que en los centros es donde primero penetraron las
técnicas capitalistas de producción y el progreso tecnológico, difundiéndose a la totalidad del aparato
productivo; en cambio, en la periferia el progreso técnico entró de forma lenta e irregular.
Los clásicos afirmaban que con mayor productividad en el centro, más demanda y crecimiento habría en la
periferia. Pero esto no sucedió: criticó Prebisch que ha sido un mito la idea que la expansión del
capitalismo a escala planetaria traería el desarrollo de la periferia, ya que el mercado era incapaz de
generar espontánea y automáticamente un proceso de igualación de la renta a escala internacional.
Deterioro en los términos de intercambio: se produce por el desfasaje de la suba de precio de
bienes manufacturados, que tienen demanda elástica (producidos por los países desarrollados) y la
baja de precios de los bienes agrícolas, que tienen demanda inelástica (producidos por los países
subdesarrollados).
Ahora bien, ¿qué se propone para romper el esquema centro-periferia que divide tan tajantemente a los
países desarrollados de los subdesarrollados?: la CEPAL establece que esto puede hacerse si los países
periféricos sustituyen importaciones. Sin embargo, esto encuentra una dificultad o limitación: la
estrechez de los mercados internos. Por lo que de esto deriva la verdadera solución: crear un mercado
común latinoamericano que acompañe la sustitución de importaciones.
Sin embargo, es menester recalcar que la relación de subordinación de los países periféricos respecto a
los del centro no sólo es en el ámbito del comercio internacional: también en los aspectos tecnológicos
(dependencia de bienes de capital) y culturales. Esto es lo que se conoce como la teoría de la
dependencia.
Punto 2
Dado que el desarrollo comprende muchos aspectos, el grado de subdesarrollo se puede medir mediante
un conjunto amplio de indicadores, entre los que se destacan:
Años más tarde, en 1959, Prebisch propuso una variedad de políticas para contrarrestar la tendencia
negativa en los términos de intercambio de la periferia y salvar las limitaciones del proceso de
acumulación. Él sugirió un impuesto a las exportaciones primarias y un conjunto de gravámenes a las
importaciones manufactureras, para ayudar a transferir recursos dentro de la periferia, desde las
actividades exportadoras primarias hacia las industriales.
En 2000, los Estados Miembros de la ONU celebraron un nuevo acuerdo a nivel mundial para el
desarrollo, reflejado en la Declaración del Milenio (2005). Entre los temas de tratamiento colectivo se
destacó el desarrollo y la erradicación de la pobreza Entre los ocho objetivos fijados, se resolvió reducir la
pobreza a la mitad para 2015; reducir también a la mitad la proporción de personas sin acceso a agua
potable; establecer la enseñanza primaria universal para el año 2015 e igual acceso a todos los niveles de
enseñanza y elaborar estrategias que proporcionen a los jóvenes de todo el mundo la oportunidad de
encontrar un trabajo decente.
Luego de tres días de discursos en los que se dio cita la mayor concentración de jefes de Estados y de
gobierno de la historia para discutir los desafíos de la realidad actual y las reformas que necesita el
sistema de la ONU para afrontarlas, los mandatarios reconocieron que la paz y la seguridad, el desarrollo y
las garantías fundamentales son los pilares de las Naciones Unidas y la bases de la seguridad y el
bienestar colectivos.
En este sentido, los Estados se comprometieron a aumentar la asistencia oficial para el desarrollo en
50.000 millones de dólares anuales para 2010 y estipularon que el tema debe constituir el centro de las
negociaciones de comercio internacional.
Aunque el objetivo no fue alcanzado, luego de otra Ronda, se trasladó la finalidad de reducir la pobreza al
2030.
Punto 3
Las problemáticas emergentes como producto de las políticas aplicadas en los años noventa, llevó a que
en el seno de la Organización de Naciones Unidas —ONU— se alcanzaran una serie de acuerdos sobre
temas sociales. Por primera vez, se discutió al más alto nivel político asuntos del desarrollo social en la
Cumbre Mundial de Copenhague (ONU, 1995). Su declaración reconoció no sólo que el ser humano debe
estar en el centro de las estrategias de desarrollo, sino también la importancia de la política social,
identificándose tres elementos substanciales del desarrollo social: la pobreza, el empleo productivo y la
integración social.
Primer concepto de desarrollo: un país se consideraba subdesarrollado si NO podía satisfacer las
necesidades básicas de su población
Segundo concepto de desarrollo (el desarrollo humano): el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo —PNUD— cuyo informe sobre “Desarrollo Humano” reflejaba el desempeño de una sociedad
en tres ámbitos esenciales de la vida: salud, educación e ingresos, considerando la ampliación de las
opciones de los individuos y las personas como central. Las dos primeras dimensiones expresaban las
condiciones básicas para garantizar un nivel de vida digno y la última muestra la disponibilidad de recursos
para adquirir bienes y servicios.
Tercer concepto de desarrollo (el desarrollo humano sostenible): el informe Brundtland (1987)
denominado originalmente “Nuestro Futuro Común”, junto al de Maurice Strong de 1992, otorgaron a la
dimensión ambiental un papel fundamental, institucionalizando el concepto de “desarrollo sostenible”. El
PNUD (1998) combinó ese concepto e con el de desarrollo humano, convirtiéndolo en el “enfoque de
desarrollo humano sostenible”. El Banco Mundial (2001) adhirió a este concepto e introdujo varias
dimensiones: sociales, económicas, ambientales y políticas para fomentar la igualdad de las
oportunidades.
Se asistió así a una reformulación de la concepción misma del desarrollo —que acentuó su componente
ético—.
¿A qué refiere el ‘’desarrollo humano sostenible/sustentable’’?: habla de alcanzar cierto nivel de vida
respecto a la educación, salud e ingresos, pero esto sin poner en riesgo el desarrollo y los recursos de las
generaciones futuras.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Mundiales, son un
llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar
que todas las personas gocen de paz y prosperidad.
Los ODS conllevan un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin
de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras. Proporcionan orientaciones y
metas claras para su adopción por todos los países en conformidad con sus propias prioridades y los
desafíos ambientales del mundo en general.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene un programa desde 1966 conocido como Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dentro de las estadísticas que releva este organismo, ha
construido un Índice de Desarrollo Humano (IDH), cuyo objetivo de ser un indicador del desarrollo
humano en el país, y comparable a nivel internacional.
Este índice está compuesto por tres variables fundamentales: salud, educación y riqueza.
Para medir la dimensión “tener una vida larga y sana” que plantea la variable sanitaria, se utiliza el
indicador de la esperanza de vida al nacer, y se estima a nivel provincial con datos provenientes del
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Para dimensionar el “acceder al conocimiento necesario para un buen desempeño social y laboral”, el
indicador utilizado es años de educación aprobados, en base a los datos brindados por la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH); lo cual se calcula por individuo y no por provincia. Por este motivo, el
índice de educación del IDH se calcula por la tasa de alfabetismo para todos los mayores de 14 años, y la
matricula combinada para personas de 6 a 22 años. En este último caso, la población se divide en 3
franjas etarias 6-12, 13-17 y 18-22; y se estiman las tasas brutas por nivel primario, secundario y terciario,
y se combinan. Por lo tanto para conformación en nuestro país se toman como ponderadores dos terceras
partes de alfabetismo y una tercera parte de matrícula.
Para valorizar la dimensión “gozar de un nivel de vida decente”, que hace referencia a la variable de
riqueza, y que se encuentra más próxima a los datos individuales; se utiliza el ingreso familiar per cápita
de la EPH, ajustando para cada individuo según las paridades de poder de compra del consumidor por
región. Sin embargo hay que tener en cuenta que se realizan dos ajustes. Primero se lo ajusta al año base
elegido (2005) mediante el deflactor del producto bruto interno (PBI), y luego se aplica a los ingresos un
factor de corrección igual a 1/1,27, de acuerdo con el Programa de Comparación Internacional del Banco
Mundial.