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La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable.
Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable
cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda
ajena. Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He aquí la divisa de la Ilustración.
La Ilustración (Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano; Aufklärung, en alemán),5 en frase de uno
de sus más importantes representantes, D'Alembert, «lo discutió, analizó y agitó todo, desde las ciencias profanas a los
fundamentos de la revelación, desde la metafísica a las materias del gusto, desde la música hasta la moral, desde las disputas
escolásticas de los teólogos hasta los objetos del comercio, desde los derechos de los príncipes a los de los pueblos, desde la ley
natural hasta las leyes arbitrarias de las naciones, en una palabra, desde las cuestiones que más nos atañen a las que nos interesan
más débilmente». Esto mismo nos indica que, más que el contenido mismo de sus doctrinas, lo original del movimiento fue la
forma de pensamiento y valoración.
Según las interpretaciones marxistas, entre cuyas opciones se encuentra la de Lucien Goldmann, la Ilustración puede ser definida
como «una etapa histórica de la evolución global del pensamiento burgués». Como tal, insertaría su filiación doctrinal en el
Renacimiento y, especialmente, en las corrientes racionalistas y empiristas del s. XVII (de Descartes, a Locke, pasando por
Bacon, Bayle, Galileo, Grocio, Hobbes, Leibniz, Newton, Spinoza, o los libertinos), y basa su posibilidad sociológica de
desarrollo en las revoluciones políticas neerlandesa e inglesa, en el empuje de la burguesía y en las transformaciones económicas
en gestación, apoyadas en una coyuntura en alza, que desembocarán en la Revolución francesa.
La Ilustración en España
En España la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III. Si bien la decadencia profunda en que se
encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas
(especialmente Cataluña7 ) a lo largo del período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el poder político facilitaron la
aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús, Cadalso, Campomanes, Capmany, Feijoo, Floridablanca,
Jovellanos, etc.)8 condicionado, no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento escolástico tradicional. La
creación de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de la Medicina y
del Real Gabinete de Historia Natural (actual Museo Nacional de Ciencias
Naturales), fueron algunos de los logros de la Ilustración española, que ni mucho
menos es unilateralmente relativa a influjo francés.9
Las autoridades españolas procedían a una explotación más sistemática y profunda de las colonias. Procuraban, además,
fortalecer y aumentar la marina de guerra y establecer unidades del ejército regular español en las diversas regiones de América.
En la Nueva España (México), en el ámbito de los colegios de la Compañía de Jesús, vemos surgir un importante grupo de
científicos y filósofos ilustrados, encabezados por José Rafael Campoy (1723-1777), que defienden una clara separación entre la
filosofía y las ciencias naturales, una mayor especialización en el estudio científico y una simplificación en el método de la
enseñanza filosófica, evitando las sutilezas silogísticas, así como la sumisión incondicional a las autoridades.14 En este grupo de
estudiosos que trabaja principalmente en la Ciudad de México, Tepotzotlán, Guadalajara y Valladolid (Morelia), destacan el
historiador y naturalista, jesuita expulso, Francisco Javier Clavijero (1731-1787), miembro sobresaliente de la Escuela
Universalista Española del siglo XVIII, que empleaba un método histórico sistemático y sorprendentemente moderno; el filósofo
Andrés de Guevara y Basoazábal (1748-1801), que se basa en Bacon, Descartes y los censistas para plantear la necesidad de una
filosofía moderna, justificar el método inductivo y experimental, y denunciar el abuso del método deductivo; y principalmente
Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos (1745-1783), crítico de la escolástica y defensor de la ciencia y de la modernidad, cuyo
eclecticismo ilustrado está principalmente regido por los valores del buen sentido, la racionalidad, la tolerancia y la utilidad para
el hombre.
En el sur del continente, el pensamiento ilustrado tuvo un primer gran empuje en la Real Audiencia de Quito mediante la llamada
Escuela de la Concordia, fundada en la ciudad de Quito por el Dr. Eugenio Espejo en 1791, y a la cual pertenecían nobles de la
élite criolla y profesionales mestizos. Los pensamientos y debates surgidos en la Escuela de la Concordia plantaron las primeras
semillas de nacionalismo e independencia de Sudamérica, ya que de a partir de varios sucesos ocurridos con sus diferentes
miembros, la ilustración se propagaría hacia el resto de territorios de los virreinatos de Nueva Granada y Perú.
Contexto histórico
Introducción
El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento intelectual histórico. Existen precedentes e incluso una propia
Ilustración en Inglaterra y Escocia a finales del siglo XVII, como inmediatamente después en Alemania, si bien en su vertiente
política el movimiento se considera originalmente francés. La Ilustración francesa tuvo una expresión estética, denominada
Neoclasicismo, a diferencia de la alemana, prototípicamente Gotthold Ephraim Lessing, que se alejaba por completo de ésta, a la
que despreciaba. Desde Francia se expandió un tipo de ilustración sociopolítica por toda Europa y América renovando
especialmente los criterios políticos y sociales. Francia, país eminentemente conservador, quedaba por principio abocado a la
revolución política. La aportación francesa es muy discutible en el terreno de las Artes y la Literatura. La Estética como
disciplina es una de las grandes invenciones dieciochistas, inglesa (Francis Hutcheson y los empiristas) y sobre todo alemana
(especialmente a partir de Alexander Gottlieb Baumgarten).15
A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras
de religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia
(acuerdo entre católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en
Inglaterra, existía un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de
fe y misticismo en las revelaciones "divinas", captadas de forma individual como
la fuente principal de conocimiento y sabiduría. En lugar de esto, la Era de la
Razón trató entonces de establecer una filosofía basada en el axioma y el
absolutismo como bases para el conocimiento y la estabilidad.
La Ilustración estaba influida en muchos sentidos por las ideas de Blaise Pascal, Gottfried Leibniz, Galileo Galilei y otros
filósofos del período anterior. El pensamiento europeo atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la filosofía natural
de Sir Isaac Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas de Newton, que combinaban su habilidad de fusionar las pruebas
axiomáticas con las observaciones físicas en sistemas coherentes de predicciones verificables, proporcionaron el sentido de la
mayor parte de lo que sobrevendría en el siglo posterior tras la publicación de sus Philosophiae Naturalis Principia Mathematica.
Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática pensadora, sino que era simplemente el más famoso y visible de sus
ejemplos. Las ideas de leyes uniformes para los fenómenos naturales se reflejaron en una mayor sistematización de una variedad
de estudios.
Si el período anterior fue la era del razonamiento sobre los principios básicos, la Ilustración se dedicó a buscar la mente de Dios
mediante el estudio de la creación y por la deducción de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo puede haber
llegado hasta nuestros días, en los que la creencia de los individuos en las verdades es más provisional, pero en aquel momento, la
verdad era una noción poderosa, que contenía las nociones básicas sobre la fuente de la legitimidad de las cosas.
Otro destacado movimiento filosófico del siglo XVIII, íntimamente relacionado con la Ilustración, se caracterizaba por centrar su
interés en la fe y la piedad. Sus partidarios trataban de usar el racionalismo como vía para demostrar la existencia de un ser
supremo. En este periodo, la fe y la piedad eran parte integral en la exploración de la filosofía natural y la ética, además de las
teorías políticas del momento. Sin embargo, prominentes filósofos ilustrados como Voltaire y Jean-Jacques Rousseau
cuestionaron y criticaron la misma existencia de instituciones como la Iglesia y el Estado.
El siglo XVIII vio también el continuo auge de las ideas empíricas en la filosofía, ideas
que eran aplicadas a la política económica, al gobierno y a ciencias como la física, la
química y la biología.
Los medios de que se valió el movimiento para su difusión fueron múltiples (entre
otros, las sociedades secretas, como la masonería), pero, en primer lugar, hay que
señalar las sociedades de pensamiento, específicas de la época, como los Amigos del
país en España, o conocidas ya antes, pero potenciadas ahora, como las academias y
los salones (éstos en muchas ocasiones, regidos por «femmes de lettres», como el
influyente salón de los que Napoleón llamó "ideólogos" o Sociedad de Auteuil).
Otros vehículos de enorme importancia fueron la prensa periódica y la
internacionalización de las ediciones. Por otra parte, la independencia económica del
profesional de las letras, antes sujeto al mecenazgo, dio mayor autonomía a su Cesare Beccaria, padre de la
pensamiento. teoría penal clásica (1738-1794).
Aunque existieron diversas tendencias entre los ilustrados (que, a veces, dieron lugar
a largas polémicas entre ellos —por ejemplo, en torno a problemas de la propiedad, que enfrentó a fisiócratas y utópicos— y a
enemistades duraderas, como la de Diderot-Rousseau), reconocieron también una línea maestra común, que los hizo solidarios en
su lucha. Su arma es la razón, desprovista de contenido preestablecido y convertida en un seguro instrumento de búsqueda, cuyo
poder no consiste en poseer, sino en adquirir (libido sciendi). Con ella luchan contra la superstición las formas religiosas
tradicionales y reveladas (llegando al deísmo o al ateísmo), al argumento de autoridad y las estructuras políticas y sociales
anquilosadas, intentando eliminar cualquier elemento de misterio, extrañeza o milagro; es, por lo tanto, una ideología
antropocéntrica –Pope diría que «el estudio propio del género humano es el hombre»–, llena de un optimismo activo frente al
futuro, porque cree en el progreso conseguido a través de la razón, en la posibilidad de instaurar la felicidad en la Tierra y de
mejorar a los hombres, de por sí buenos (Rousseau). En este sentido es un movimiento entusiasta, basado no en un frío
racionalismo, sino convencido de que la sensibilidad, como aptitud para la emoción, es una potenciadora de la razón, si viene
guiada por la experiencia: «a medida que el espíritu adquiere más luces, el corazón adquiere más sensibilidad», se lee en
L'Encyclopédie (artículo “foible”). Al mismo tiempo, la Ilustración, forma de pensamiento de una economía de intercambio
basada en el contrato comercial, tiene como rasgos distintivos el individualismo, el igualitarismo formal, el universalismo
iusnaturalista, la tolerancia y el postulado de la libertad.
Características
En la segunda mitad del siglo XVIII, pese a que más del 70 % de los europeos eran
analfabetos, la intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el
papel que podría desempeñar la razón, íntimamente unida a las leyes sencillas y
naturales, en la transformación y mejora de todos los aspectos de la vida humana.
Racionalismo: Todo se reduce a la razón y la experiencia sensible, y lo que ella no admite no puede ser creído. Durante la
Revolución francesa, incluso se rindió culto a la «diosa Razón», que se asocia con la luz y el progreso del espíritu humano
(Condorcet). Las pasiones y sentimientos son un mal en sí mismos. Todo lo desprovisto de armonía, todo lo desequilibrado y
asimétrico, todo lo desproporcionado y exagerado se considera monstruoso en estética.
Hipercriticismo y su subsecuente reformismo: Los ilustrados no asumen sin crítica la tradición del pasado: con la Enciclopedia
se replantean todo el conocimiento anterior filtrándolo a la luz de la razón y desdeñan cuanto no se somete a los principios laicos
y materialistas que esta impone. Por ello desdeñan toda superstición y superchería (los "errores comunes" de Benito Jerónimo
Feijoo), incluyendo a menudo la religión. Los consideran signos de oscurantismo y de una sociedad periclitada: es preciso
depurar el pasado de todo lo que es oscuro y poco racional para construir una sociedad mejor y más pura. Se usa la literatura (el
teatro, la fábula, la sátira) para corregir los defectos de la sociedad y mejorarla (castigat ridendo mores, "corrige riendo las
costumbres", escribe Horacio): se educa, no se entretiene sino para conseguir lo primero. La tragedia expone los funestos
resultados de la pasión o sentimiento fuera de control; la comedia ridiculiza los defectos morales del ser humano; la fábula
suministra ejemplos de conductas útiles y prudentes y antiejemplos opuestos. La historia se empieza a documentar con rigor; las
ciencias se vuelven exclusivamente empíricas y experimentales; la sociedad misma y sus formas de gobierno comienzan a ser
sometidas a la crítica social, lo que culmina en las revoluciones al fin del periodo. Hay un enorme deseo de utopía política, que
Jean-Jacques Rousseau formula con su concepto de voluntad general para inspirar gobiernos más justos; igualmente,
Montesquieu exige una justicia mejor preconizando el principio de separación de poderes; la revolución americana declara buscar
la felicidad aquí en la tierra y proclama el derecho democrático a elegir los gobernantes frente al modelo monárquico. Empieza a
hablarse de constituciones. Se crean sociedades para mejorar todas las disciplinas (academias científicas como la Royal Society,
bibliotecas públicas, museos, Sociedades económicas de amigos del país...), las ciencias (Isaac Newton, Leibniz, Georges Louis
Leclerc, Linneo, Lavoisier, Euler, Franklin), la medicina (vacuna, primeros intentos de higienización), la tecnología (máquina de
vapor, pila voltaica, reinvención de la porcelana, lanzadera volante, lámpara de gas, cronómetro, termómetro, sextante), la
economía (Adam Smith) avanzan notablemente gracias a esta preocupación, por lo que hay un gran crecimiento demográfico.
Pragmatismo: Sólo lo útil merece hacerse; se desarrolla la filosofía del Utilitarismo preconizada por Jeremías Bentham, que
halla un principio ético general en la felicidad enunciada por Epicuro, bajo la fórmula de «la mayor felicidad para el mayor
número de gente». Las literaturas y las artes en general han de tener un fin útil, que puede ser didáctico (enseñanza), moral
(depurar de las insanas pasiones) o social (sátira de las malas costumbres, para corregirlas). De ahí que entren en crisis géneros
como la novela o que se cultiven las novelas de aprendizaje y que se pongan de moda las fábulas, las enciclopedias, los ensayos,
las sátiras, los informes y en general los géneros ensayísticos. El teatro pretende corregir las costumbres con la comedia y limpiar
de pasiones el alma con la tragedia. Es ésta la Poética finalista del Neoclasicismo francés, comúnmente rechazada por el
Empirismo inglés y la Ilustración alemana.
Imitación: La mímesis se hace relativa a la mathesis cartesiana. La originalidad se
considera un defecto en el restrictivo neoclasicismo francés, que no supo asumir a
Shakespeare, y se estima que se pueden lograr obras maestras «con receta», imitando
lo mejor de los autores grecorromanos (clasicismo o neoclasicismo), que se
constituyen en modelos para la arquitectura, la escultura, la pintura y la literatura. El
academicismo impera en el terreno artístico y sofoca toda creatividad en Francia y
toda cultura sujeta a su influencia El buen gusto es el criterio principal y se excluye
lo imperfecto, lo feo, lo decadente, lo supersticioso y oscuro, la violencia, la noche,
las pasiones desatadas y la muerte. El teatro debe someterse a las reglas de las tres
unidades, no ya estatuidas por Aristóteles sino un tanto burdamente simplificadas:
unidad de acción, lugar y tiempo; es más, los franceses añaden la unidad de estilo.
Inglaterra mediante la estética empirista y, en especial, Alemania, es decir, los
pivotes representados paradigmáticamente por Lessing y Kant, definirán una
Charles Louis de Secondat, posición evolucionada, que rechazará frontalmente todo teatro francés, y la
Barón de Montesquieu. propuesta de la originalidad del genio.18
Idealismo: El buen gusto exige rechazar lo vulgar: no se cuenta con los criterios
estéticos del pueblo y la realidad que ofrece la literatura es mejor de lo que la realidad es, es estilizada, neoclásica. El lenguaje no
admite groserías ni insultos, y busca el purismo, aunque con frecuencia se contagia de galicismos; no se presentan crímenes ni
críticas a un poder que es inmutable (no se trata, por ejemplo, el tema del tiranicidio en el teatro, ni aparecen mezcladas las clases
populares con las elevadas por decoro, ni temas de mal gusto como el suicidio (que solo aparecerá en el Romanticismo con el
Werther de Goethe), y todo es amable y elevado. Se excluye lo temporal y lo histórico, cualquier forma de cambio "desde abajo"
de la cosmovisión ilustrada.
Universalismo: El molde generalizador y objetivizador de la razón conduce a los ilustrados a asumir una tradición cultural
cosmopolita, a asumir la relatividad cultural (Cartas persas de Montesquieu, críticas a la diversidad de las religiones de Voltaire,
gusto por el exotismo de los libros de viajes) y funden todo tipo de tradiciones en la horma grecorromana que les sirve de fuente
principal. Sienten interés por lo exótico, pero no lo asumen, porque buscan en él lo específicamente humano y universal. Y como
la tradición literaria más universal es la clásica y el academicismo francés la ha incorporado, todo lo francés se pone de moda y
poseer la lengua francesa se transforma en un signo de distinción: el arte y la cultura francesa influye en Alemania, España y
Rusia y sus lenguas se llenan de galicismos. Se habla de "las Grecias, las Romas y las Francias" porque no existe (aún) el
subjetivo nacionalismo romántico ni la teoría de los caracteres nacionales y se siguen los géneros puros e intemporales del
clasicismo grecolatino: la fábula, la tragedia, la comedia, la oda, la elegía, la égloga o pastoral, la sátira, el poema didáctico o
moral y se arrinconan géneros propios de otras culturas barrocas como la tragicomedia lopesca o el drama isabelino, o de aire
medieval como la comedia de santos o el auto sacramental, modelos desviados y apartados del clasicismo universal. Es más, el
universalismo ilustrado empieza a elaborar utopías de gobierno colectivo cuyo choque con la realidad desencadenará la
Revolución francesa. Por otra parte, la Ilustración inglesa, empirista, y la Ilustración alemana, de tendencia idealista, promoverán
una filosofía y un arte, sobre todo esta última, de mucho mayor calado que el formado por el neoclasicismo francés. De raíz
española, si bien en gran medida transterrada a Italia por la expulsión jesuita de 1767, fue la importante y tardía Ilustración
española o hispánica, universalista y comparatista encabezada por Juan Andrés, el lingüista Lorenzo Hervás, el musicólogo
Antonio Eximeno y los grandes botánicos y los filipinistas y americanistas.
La filosofía ilustrada
La Ilustración se nutrirá filosóficamente de varios movimientos y corrientes del pensamiento, empezando por el moderno del
siglo XVII. Entre ellos, cabe destacar el Antropocentrismo, el Racionalismo (René Descartes, Blaise Pascal, Nicolas
Malebranche, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz), el Empirismo (Francis Bacon, John Locke y David Hume), el
Materialismo (La Mettrie, D'Holbach), el Hipercriticismo, el Pragmatismo, el Idealismo (George Berkeley e Immanuel Kant) y el
Universalismo. En los campos de la filosofía, metafísica, geometría, astronomía,
astrofísica, geografía, lógica, ética, derecho, estética, deontología, religión, ciencia,
política cabe destacar la obra de Immanuel Kant, que sigue teniendo sobrada
vigencia, en esos temas, hoy en día.
La política en la Ilustración
En política surge el despotismo ilustrado que llevará pronto, aún a su pesar, a la
teoría de la separación de poderes. Se subordina el poder religioso al civil
(secularización) y dentro del religioso aparecen las primeras señales de
independencia de las iglesias nacionales respecto al absolutismo del papa Immanuel Kant
(regalismo) y aparece el concepto de contrato social que se hará fuerte con Rousseau
y el socialismo utópico.
La religión en la Ilustración
Véase también: Ateísmo en la Ilustración
Al replantearse de un modo hipercrítico todo el conocimiento anterior, la ilustración mira de una nueva manera la religión e
intenta quitarle cualquier resto de superstición. La Historia de la Iglesia se examina de un modo más crítico, por ejemplo: el padre
Enrique Flórez desmonta así numerosas devociones, tradiciones y creencias falsas y legendarias en su España sagrada, y el
benedictino Benito Jerónimo Feijoo hace algo muy parecido con lo que llama "errores comunes" con su Teatro crítico universal.
La predicación pedante cuyo propósito directo no es edificar y corregir al creyente
es satirizada así sin piedad por el jesuita español José Francisco de Isla en su novela
satírica Fray Gerundio de Campazas.
Bajo la luz de la razón los seglares realizan también las primeras formulaciones del
deísmo (Voltaire, Volney, Rousseau) y el ateísmo (Diderot, Holbach, La Mettrie) y
se esboza por primera vez un cierto comparatismo en la historia de las religiones
(véase religión comparada), que aparece, por ejemplo, en el relativismo de Voltaire.
El libertinismo (que no cree en los milagros) y el librepensamiento se extienden.
Pero lo fundamental es un laicismo que se va instalando con fuerza cada vez mayor
en los gobiernos de Europa como una consecuencia natural del Tratado de Westfalia
(1648), que consagró el fin del cesaropapismo; los mismos monarcas católicos
empiezan a ver los beneficios económicos que reportan el regalismo y las
desamortizaciones para el estado: se discute el excesivo papel que tenían las órdenes Al igual que otros filósofos de la
religiosas en las universidades y su monopolio en la educación general, que hacía Ilustración, Jean-Jacques
encauzasen los mejores talentos hacia la carrera eclesiástica en vez de a las ciencias Rousseau fue crítico con el
prácticas. comercio atlántico de
esclavos.19
En 1759 el marqués de Pombal, ministro del rey portugués José I de Portugal,
expulsó a los jesuitas, últimos defensores del cesaropapismo, en lo que le siguieron
la mayoría de los países europeos (Francia, 1762; España, 1767; Parma, 1768; el propio papa disuelve la Compañía en 1773). El
emperador católico de Austria José II cerró los claustros y los conventos para evitar el desperdicio de vidas que a su juicio
representaba la clausura... abriendo así además la vía para la secularización y desamortización general de sus bienes. Carlos III
produjo una expulsión que, en razón de sus territorios, abarcaba no sólo España sino toda la América hispánica y Filipinas. Si ha
sido discutida la gran transcendencia del perjuicio intelectual y académico de esta expulsión, lo cierto en cualquier caso es que
estos jesuitas hispánicos contribuyeron decisivamente a una madura Ilustración cristiana desplegada desde Italia, lugar de acogida
de los miembros de esta orden española.
En los países protestantes, el pietismo de August Hermann Francke y Nicolaus Ludwig von Zinzendorf, que propugnaba una
religiosidad puramente espiritual y personal, se enfrentó igualmente a la ortodoxia clerical establecida más mundana. La religión
se empieza a contemplar a través de criterios científicos y laicistas como si se estudiara a la naturaleza misma y desde un punto de
vista utilitarista que abandona las viejas y supersticiosas concepciones. Para la mayoría de los filósofos, la ilustración incluía un
rechazo del cristianismo tradicional. Y la aparición de estas tendencias laicas culminó con la Revolución francesa. Inversamente,
un espíritu universal como el de Leibniz da un gran apoyo a la creencia en Dios con su Théodicée (1710).
En un siglo caracterizado por la soberanía de la razón, el Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) de John Locke reclamaba
pruebas de los dogmas religiosos y entabló un combate general contra el dogmatismo. En Inglaterra, el repudio de la tradición
religiosa acrítica había derivado rápidamente hacia el deísmo, que ya solo reconocía a Dios, a la virtud y a la inmortalidad como
los tres fundamentos de una religión natural universal; la obra del primer deísta John Toland Christianity not Misterious (1696)
había señalado el punto de partida de este movimiento que, en el siglo XVIII, contó a Gotthold Ephraim Lessing, a Voltaire y a
Volney como a sus principales adeptos.
Pero la tendencia intelectual más radical en el "estudio" de la religión fue el materialismo francés del siglo XVIII. En 1745 un
médico, Julien Offray de La Mettrie, publica su Histoire naturelle de l'âme ("Historia natural del alma"), en la que llega a la
conclusión de que esta es material. Aunque la obra fue quemada por mano del verdugo a causa del mandato del Parlamento del
París, el autor desarrolló su teoría y publicó en 1747 su libro principal, L'Homme Machine, en que define al hombre como una
máquina y defiende ostensiblemente un materialismo ateo. Federico el Grande lo llamó a su Academia de Berlín, donde el
filósofo acudió de buen grado, ya que era perseguido en Francia por sus concepciones políticas, reputadas de peligrosas. Su
seguidor, el barón de Holbach, expuso las teorías del materialismo francés en su Système de la Nature (1770) mezclándolos con
los restantes elementos de la doctrina empírica, el Sensualismo de Condillac, el Determinismo ateo de Denis Diderot y la moral
del egoísmo preconizada por Helvetius, llegando a la conclusión de que, en realidad, nada existe fuera de la materia eterna de la
que provienen todos los movimientos de los cuerpos y que, por consiguiente, la concepción de Dios es inútil y la religión es una
invención de los curas para aprovecharse ellos únicamente de la moral, por lo que solo puede perjudicar al bienestar del pueblo.
Sus ideas, divulgadas por el grupo que Jean-Jacques Rousseau llamó coterie holbachique, empezaron a calar seriamente entre los
pensadores libres y ya el propio Rousseau había defendido una religiosidad natural en su "Profesión de fe del vicario saboyano",
dentro de su Emilio. "Por vez primera se produce un rechazo firme de toda religión revelada en nombre del materialismo puro y
una nueva visión del mundo se enfrenta a la concepción teológica que hasta entonces había sido válida"22 Algunos philosophes
incluso, como Charles-François Dupuis, reducen la idea de Jesucristo a la de un mito solar.
Por otra parte, sociedades secretas como la Francmasonería, los Rosacruz y los Iluminati identificaban a Dios como un laico
arquitecto racional del universo y condenaban la religión como una superstición vulgar; lo importante para ellos era construir el
templo de la humanidad sobre las bases de la caridad activa y la ética como categorías superiores a toda religión. La primera gran
logia masónica se fundó en Londres en 1717 y en 1723 James Anderson escribió sus Constituciones o estatutos. La masonería se
propagará por todo el mundo y, por ejemplo, tendrá una gran importancia en la secesión y constitución de la primera república
presidencial del siglo XVIII: los Estados Unidos, que no reconoce ninguna religión como oficial. Incluso algunos eclesiásticos y
monarcas fueron masones, como Federico el Grande, e intelectuales como Wieland, Goethe y Lessing, entre muchos otros, fueron
masones.
Se difunde una concepción más espiritual, personal y sobre todo tolerante de la iglesia. La religión se convierte en un
compromiso personal con Dios que abandona las imposiciones dogmáticas e institucionales de las iglesias, que, según los
ilustrados, ocupan el lugar verdadero de Dios. La Ilustración se caracterizaba por la pluralidad y la tolerancia. La tolerancia es el
principio que exponen Voltaire y Lessing en sus obras. Voltaire escribirá que "en un país donde hay una sola religión, no se puede
vivir; en donde hay dos, hay guerra civil; pero en Inglaterra, donde hay treinta, existe paz". Y Lessing, en su drama Natán el
Sabio (1779), proclamó el evangelio del amor tolerante en su forma más pura y en su Erziehung des Menschengeschlechtes
("Educación del género humano", 1780) trata además de resolver la contradicción entre la revelación y la razón, explicando que
la ética es la última meta de todas las religiones. Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes; deístas y partidarios de la
llamada religión natural que llama a Dios "Ser supremo" y al que incluso consagró un ara o altar en Nôtre Dame durante la
Revolución francesa. Pero también había ateos y nihilistas o libertinos (el marqués de Sade, Choderlos de Laclos, Restif de la
Bretonne), también llamados pirrónicos o llanamente descreídos.
La Iglesia estaba sometida al Estado absoluto, lo cual generó conflictos en los países católicos, ya que dependían a su vez de las
decisiones del pontífice en Roma.
En física, óptica y matemáticas, los avances son decisivos gracias a las contribuciones de sir Isaac Newton y otros estudiosos.
Igualmente en botánica. Surge la economía política como ciencia moderna gracias a las aportaciones de los fisiócratas y sobre
todo del liberalismo de Adam Smith y su monumental obra La riqueza de las naciones. Para la visión del mundo es importante
que la geografía terminase de cartografiar todo el globo, a excepción de los círculos polares y algunas regiones de África.
La Enciclopedia significó una ruptura del concepto histórico en favor de una visión esquematizada. Sin embargo, por otra parte,
la historiografía moderna y su fundamentación epistemológica fue una de las grandes realizaciones ilustradas, tanto desde el
punto de vista del tratamiento del objeto como del método, lo cual pretendió oscurecer el romanticismo.23
En Italia el reformismo ilustrado se entrecruzó con la gran tradición humanista de
matriz renacentista: los resultados de más relieve se enmarcan en los ámbitos de la
teoría política y jurídica (el antes referido Cesare Beccaria, los hermanos Alessandro
y Pietro Verri, Antonio Genovesi, Gaetano Filangieri o Francesco Mario Pagano) y
la historiografía,24 tanto civil (Ludovico Antonio Muratori, en cuanto precursor)
como literaria (Girolamo Tiraboschi). La Storia della letteratura italiana de
Tiraboschi, obra paradigmática de la erudición dieciochesca italiana, es el primer
gran ejemplo de historia literaria nacional en Europa.
Véase también
Ilustración política en Italia
Ateísmo en la Ilustración
Neoclasicismo
Encyclopédie
Racionalismo
Estado laico
Sapere aude
Filantropía
Siglo XVIII
La Ilustración en España
República de las Letras
Escuela Universalista Española del siglo XVIII
Bibliografía general
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13. Cf. Araceli García Martín (ed.), La Ilustración
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[http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-catalanes- 20. La obra de Beccaria fue traducida al español pocos
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conquista-pacifica-o-espanas-vencidas/ Los delitos y de las penas, trad. de D. Juan Antonio de
catalanes en España y la Economía política de la las Casas, Madrid, por Joaquín Ibarra, 1774. Existen
numerosas ediciones modernas: la más reciente es 25. Cf. Puede verse en general F. Lázaro Carreter, Las
la preparada por Juan Antonio Delval sobre la ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII,
versión de J. A. de las Casas, edición que incluye ed. de M. Breva Claramonte, Barcelona, Crítica,
también el comentario escrito por Voltaire (De los 1985; específicamente para Hervás, Mª. del Carmen
delitos y de las penas, Madrid, Alianza, 2014, 3ª ed.). Rodríguez de la Mora, Lorenzo Hervás y Panduro.
21. Cf. F. Venturi, “Beccaria, Cesare”, Dizionario Su aportación a la filología comparada, Madrid,
biografico degli italiani, vol. 7, 1970, consultable en Partenón, 1971; E. Coseriu, “Lo que sabemos de
http://www.treccani.it/enciclopedia/cesare- Hervás”, Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos, Oviedo,
beccaria_(Dizionario-Biografico)/ 1978, vol. 3, pp. 35-58.
22. A. Schönberger y H. Soehnner, El rococó y su época. 26. Esta evolución científica fue proseguida por José
Barcelona: Salvat S. A. - Alianza Editorial S. A, 1971, María Algué y Miguel Saderra Masó y permanece en
p. 11 nuestro tiempo ya desaparecido el vínculo de esos
23. Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, países tropicales con la antigua metrópoli.
ob. cit.
24. F. Arato, La storiografia letteraria del Settecento
italiano, Pisa, ETS, 2002.
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