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HUMILDAD DE MARÍA: El humilde desvía las alabanzas que se le hacen y las refiere todas a Dios.

La humildad
es andar con verdad, Es propio de los humildes el servicio, Los humildes viven retirados y se esconden en el sitio
peor, Los humildes, en fin, no se ofenden al ser menospreciados.

Reina mía, no podré ser tu verdadero hijo si no soy humilde. ¿No ves que mis pecados, al hacerme ingrato a mi
Señor me han hecho a la vez soberbio? Remédialo tú, Madre mía. Por los méritos de tu humildad alcánzame la
gracia de ser humilde para que así pueda ser hijo tuyo verdadero.

AMOR DE MARÍA A DIOS: Cuanto más puro es un corazón y más vacío de sí mismo, tanto más estará lleno de
amor a Dios. Y porque la Virgen ama tanto a su Dios, por eso lo que más pide a sus devotos es que lo amen cuanto
puedan.

Madre mía, tú que ardes siempre y toda en amor a Dios, dígnate hacerme partícipe, al menos, de una chispita de
ese amor. Tú rogaste a tu hijo por aquellos esposos a los que les faltaba el vino diciéndole: "No tienen vino". ¿No
rogarás por nosotros a los que nos falta el amor de Dios, nosotros que tan obligados estamos a amarlo? Dile
simplemente: "No tienen amor", y alcánzanos ese amor. No te pido otra gracia más que ésta. Oh Madre, por el
amor que tienes a Jesús, ruega por nosotros. Amén.

FE DE MARÍA: La fe es a la vez don y virtud. Es don de Dios en cuanto es una luz que Dios infunde en el alma, y
es virtud en cuanto al ejercicio que de ella hace el alma. Por lo que la fe no sólo ha de servir como norma de lo
que hay que creer, sino también como norma de lo que hay que hacer. "La fe sin obras está muerta", De la falta
de fe nacen todos los pecados.

ESPERANZA DE MARÍA: Para esto Dios nos ilumina con la fe para el conocimiento de su bondad y de sus
promesas, para que nos animemos por la esperanza a desear poseerlas.

Señora mía santísima, de ti me dice el Eclesiástico que eres la madre de la esperanza, de ti me dice la Iglesia que
eres la misma esperanza: "Esperanza nuestra, salve". ¿Qué otra esperanza voy a buscar? Tú, después de Jesús,
eres toda mi esperanza. Así te llamaba san Bernardo y así te quiero llamar también yo "toda la razón de mi
esperanza", y te diré siempre con san Buenaventura: Salvación de los que te invocan, sálvame.

CASTIDAD DE MARÍA: Las más duras batallas son de la castidad, en la que la lucha es diaria y rara la victoria,
"por qué es rara esa victoria” Porque no se ponen los medios para vencer. Tres son esos medios: el ayuno
(mortificación, sobre todo de los ojos y de la gula), la fuga de las ocasiones (El que evita los lazos andará seguro)
y la oración ("Pero comprendiendo que no podía poseer la sabiduría si Dios no me la daba..., recurrí al Señor. Y le
pedí"). Los que son castos se hacen ángeles.

María, Virgen pura, ¡cuántos se habrán perdido por este vicio! Señora, líbranos. Haz que en las tentaciones
siempre recurramos a ti diciendo: María, María, ayúdanos. Amén.

POBREZA DE MARÍA: Quien ama las riquezas, decía san Felipe Neri, no llegará a ser santo. No consiste en ser
pobre, sino en amar la pobreza.

Madre mía amantísima, con cuánta razón dijiste que en Dios estaba tu gozo: "Y se alegra mi espíritu en Dios mi
salvador", porque en este mundo no ambicionaste ni amaste otro bien más que a Dios. Atráeme en pos de ti.
Señora, despréndeme del mundo y atráeme hacia ti para que ame al único que merece ser amado. Amén.
OBEDIENCIA DE MARÍA: La obediencia es la que introduce a todos en la gloria. "El que a vosotros oye, a mí
me oye; el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia" (Lc 10,16). María siempre estaba contemplando la
voluntad de Dios para ejecutarla.

Reina y Madre nuestra, ruega a Jesús por nosotros, consíguenos por los méritos de tu obediencia ser fieles en
obedecer a su voluntad y las órdenes del director espiritual. Amén.

PACIENCIA DE MARÍA: ¿Qué cosa puede darse más meritoria y que más nos enriquezca en esta vida y más
gloria eterna nos consiga que sufrir con paciencia las penas? La paciencia es la virtud que nos libra del pecado y
del infierno. Nos hace santos. "La paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas" (St 1,4), soportando con
paz las cruces que vienen directamente de Dios, es decir, la enfermedad, la pobreza, etc., como las que vienen de
los hombres: persecuciones, injurias y otras.

Señora mía, tú, siendo inocente, lo soportaste todo con tanta paciencia, y yo, reo del infierno, ¿me negaré a
padecer? Madre mía, hoy te pido esta gracia: no ya el verme libre de las cruces, sino el sobrellevarlas con
paciencia. Por amor de Jesucristo te ruego me consigas de Dios esta gracia. De ti lo espero.

ORACIÓN DE MARÍA: La santísima Virgen, por el amor que tenía a la oración, amó la soledad. Por el amor a la
oración y a la soledad evitaba las conversaciones con los hombres.

Virgen santísima, consíguenos el amor a la oración y a la soledad para que desprendiéndonos del amor
desordenado a las criaturas podamos aspirar sólo a Dios y al paraíso en el que esperamos vernos un día para
siempre, alabando y amando juntos contigo a tu Hijo Jesús por los siglos de los siglos. Amén.

PRUDENCIA: “La sabiduría y la prudencia perfectas: saber agradar a Dios”. Reflexionar antes de abrir los
labios, estar en guardia contra las mentiras y las conversaciones tontas.

PIEDAD, CARIDAD, MISERICORDIA: “Todo lo que hacen sin amor, lo pierden”. Piedad, caridad y misericordia
hacia los demás, porque son la representación de Jesús.

“Imitar a la Madre si desea sus favores, porque al verse honrada como madre lo
tratará como verdadero hijo”

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