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Biblioteca _CEDICSU

CIENCIAS SOCIALES GIOVANNI SARTORI y


ENSAYO
LEONARDO MORLINO (cornp ,)

LA COMPARACIÓN
EN LAS CIENCIAS
SOCIALES
Versión de:

Juan Russo y Miguel A. Ruiz de Azúa

EL LIBRO UNIVERSITARIO
Al"lanza Ed"ltorl~
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01849 Títu lo original:
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La comparazione nelle scienze sociali
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ÍNDICE
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Primera edición en "Alianza Universidad": 1994


Primera edición en "Ensayo": 1999
Primera reimpresión: 2002

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que estable- LOS AUTORES .
....................................
ce penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y 9
perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en
todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o PREFACIO" .. , , " , ,.., , , . 11
ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio,
sin la preceptiva autorización.
PROBLEMASY OPCIONES EN LA COMPARACION, Leonardo Morfino.
13

COMPARACIÓN Y MÉTODO COMPARATIVO, Giovanni Sartori .


29
EL MÉTODO COMPARATIVO: DOS DÉCADAS DE CAMBIOS, Da-
vid CofLier .
........................................ 51
COMPARACIÓN Y EXPLICACIÓN, AngeLo Panebianco . 81

TIEMPO E INVESTIGACIÓN COMPARATIVA, Stefono Bartolini .


© 1991 by Societá Editrice Jl Mulino, Bologna 105
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1994, 1999,2002
LA COMPARACIÓN Y EL ESTADO DEL BIENESTAR: ¿UN CASO
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88
DE ÉX1TO?, Maurizio Ferrera .
www.alianzaeditorial.es 151
ISBN: 84-206-2947-2
Depósito legal: M, 7.595-2002
Fotocomposieión EFCA, S. A. 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid)
Impreso en Lavel. Los Llanos, el Gran Canaria, 12 Humanes (Madrid)
Printed in Spain

7
LOS AUTORES

cd
l
. LEONARDO.MORLINO es deca~o d.e la F~~ultad de Ciencias PolíJ:
ncas de Florericia, donde enseña Ciencia Política. Es coautor del Ma-
nual de ciencia política (Madrid, Alianza Editorial, 1988) y compilalJJl
r
~~

~""
dor de La Scienza politica (1989). . ~""
GIOVANNI SARTORI actualmente es «Albert Schweitzer Professot(( cm
in the Humanities- en la Columbia University de Nueva York y d~
Ciencia Política en la Universidad de Florencia. Es autor de numerommJ E:i1

sas obras, entre las más recientes cabe destacar The Theory 01 Demo- D
cracy Revisited (1987) y Elementos de teoría política (Madrid,
Alianza Editorial, 1992). •••
DAVID COLLIER es profesor en el Department of Polítical ~
Science en la Universidad de California en Berkeley. Entre sus últi-
mas obras recordemos Shaping the Political Arena (con Ruth Collier,
1990).
ANGELO PANEBIANCO es profesor de Política Comparada en la
. idad de Bolonia. Coautor del Manual de ciencia política (Ma-
',~Alianza Editorial, 1988) y recientemente ha compilado L 'analisi
_p~litica (1989).
EFANO BARTOLINI enseña Ciencia Política en la Universidad
···"ste. Es coautor del Manual de ciencia política (Madrid,

9
10 La comparación en las ciencias sociales

Alianza Editorial, 1988) y de 1dentity, Competition and AvailabiLity PREFACIO


(1990).
MAURIZIO FERRERA es profesor de Ciencia de la Administración
en la Universidad de Pavía. Autor de Il welfare state in Italia (1984)
y compilador de los volúmenes La salute che noi pensiamo (1986) e
Italia e Germania: protagoniste dell'integrazione europea (1990).

<
[
¿Por qué comparar?, ¿qué comparar?, ¿cómo comparar? Todavía
T~
¿~ ~
hoy éstas son las principales cuestiones que se plantean en el análisis a o ~
de la comparación. Se trata de problemas que resultan más importan-
r
tes a medida que el conocimiento y la explicación de otros casos, di-
ferentes de Italia, han resultado indispensables en el mundo actual. ~~

-~-e
¿ Cuáles son entonces los pasos y las opciones de quien recurre a la l!!'2:C¡
comparación para comprender mej or la propia realidad social y polí-
tica? ¿Cuáles son los aspectos y los principales problemas de la com-
paración? ¿ Cuáles son las bases lógicas de este modo de análisis?
¿ Cuáles son los progresos y los desarrollos más importantes en las
últimas décadas? ¿ Cuáles son los tipos de comparación más fértiles?
-
D
y más aún: ¿ Qué significa «explicar» cuando se compara; qué proble-
mas emergen en el análisis comparativo de la historia, o mejor, del
período medio y largo; en qué sectores la comparación ha producido
sus mejores resultados? Éstas son las preguntas mas específicas que
-a nuestro juicio- es necesario plantearse. A ellas han dado res-
puesta en este volumen Morlino, Sartori, Collier, Panebianco, Barto-
lini y Perrera, respectivamente.
Se trata de preguntas relevantes para los estudiantes, los estudio-
sos y, más en general, los analistas de la realidad política y social. En

11
12 ." La comparación en las ciencias sociales
018~9
otros términos, las respuestas a estas preguntas incumben a todos los PROBLEMAS Y OPCIONES
estudiosos de las ciencias sociales. No existe una lógica de la compa- EN LA COMPARACIÓN
ración exclusiva de la ciencia política y una diferente en la sociología,
en la economía o en otras ciencias sociales. No existen tampoco op- Leonardo M o rlin O
ciones y decisiones de un estudioso perteneciente a un sector de las
ciencias sociales que no deban ser asumidas o no sean relevantes tam-
bién para otros científicos sociales. Cuando se compara, los proble-
mas de la explicación y del análisis del tiempo no son exclusivos de la
ciencia política e irrelevantes para las otras disciplinas. La misma in-
vestigación sobre ciertos desarrollos de la comparación, que se han
dado principalmente en ciencia política, sugiere tambien las influen-
cias recíprocas entre las diferentes disciplinas sociales.
Estas son las principales razones por las que creemos que el pre-
sente trabajo es relevante para todos los cultivadores de disciplinas
sociales en diferentes niveles (estudiantes, estudiosos y analistas),
aunque el volumen haya surgido en el ámbito de la «Rivista Italiana
di Scienza Poli tic a» con ocasión de su vigésimo año, y por lo tanto
los autores de los ensayús son miembros de una específica ciencia
social. De aquí deriva tambien la decisión de titular el volumen La

:el
comparación en las ciencias sociales, en vez de "la comparación en la
ciencia política». Por otra parte, en este aspecto, hemos seguido las Introducción
huellas de un famoso sociólogo, NeilJ. Smelser, quien hace algunos I
años (1976) publicó un volumen con el mismo título, traducido des- Primer ejemplo: en los últimos quince años la democracia parecelJJ i
pués (al italiano") (1982) por el mismo editor de estos ensayos. haberse afirmado en diferentes áreas del mundo, desde el sur de EU-« I
Si el volumen lograra atraer la atención de un público más amplio ropa hasta América Latina y el este de Europa; pero ¿cuáles son las
• I
que el interesado sólo en el análisis político, res urgiendo la importan- democracias que realmente se han consolidado y cómo explicar glo-~
cia de la comparación también en otros sectores disciplinarios, habría balmente este fenómeno? Segundo ejemplo: durante 1989 y gran~ (
alcanzado otro -el mas ambicioso- de sus objetivos. Comenzamos parte del año siguiente se han producido las transformaciones en los ¡
analizando los pasos y las opciones elegidas por el comparativista y a regímenes no democráticos en Europa oriental: ¿qué profundos cam-
través de ellos nos introducimos en las diferentes problemáticas desa- bios políticos han ocurrido en aquellos países y sobre todo con un
rrolladas por otros autores del volumen. ritmo tan rápido? Tercer ejemplo: en Italia, durante los últimos cua-
Los compiladores son respectivamente director (Sartori) y codi- renta años el Partido Comunista ha sido más fuerte que el Partido
rector (Morlino) de la «Rivista Italiana di Scienza Política», en cuyo Socialista; ¿ cómo explicarlo ? Cuarto ejemplo: frente a los problemas
ámbito ha nacido y se ha desarrollado el debate sobre la comparación de representatividad y de democracia que Italia tiene, muchos políti-
y del cual este libro es su producto final. cos e intelectuales proponen ciertas reformas institucionales; pero
¿qué reformas son las más adecuadas para el logro de determinados
G. S Y L. M objetivos, cuáles aumentan las responsabilidades de los gobernantes y
la capacidad de punición de los gobernados o bien logran mayor efi-
cacia decisional o incluso logran la alternativa en el gobierno de parti-
,;- Nota del Traductor. dos o coaliciones partidarias?

13
Biólioteca CEDICSO
14 Leonardo Morlino
Problemas y opciones en la comparación 15

Los ejemplos podrían multiplicarse. N o obstante, los propuestos


justamente el posterior y decisivo apoyo empírico dado por el con-
arriba deberían ser suficientes para sostener que: a) cualquiera que sea
trol de los otros casos sugerirá cuál es la hipótesis más adecuada y
el nivel de generalidad de nuestro problema (muy alto en el primer
preferible.
ejemplo, menor en el segundo y todavía más bajo en los otros dos);
De tal modo que comparar es importante. Hay una larga tradi-
b) cualquiera que sea el interés que nos mueve, explicativo (primer y
ción de comparación explícita, al menos en e! pensamiento occiden-
tercer ejemplo), cogrioscitivo (segundo ejemplo) o con intenciones
tal, comenzando por la famosa clasificación de Aristóteles de los regí-
más explícitamente aplicadas, como sucede en el cuarto; e) cualquiera
menes políticos. Pero también se compara implícitamente, y con
que sea el punto de vista, más estrictamente nacional (tercer y cuarto
frecuencia de manera inconsciente, en la vida cotidiana. En este sen-
ejemplos o bien referido a fenómenos más o menos amplios (primer
tido comparar es e! ejercicio básico de toda actividad cognoscitiva.
y segundo ejemplos), la comparación es siempre particularmente útil
Pero si nos quedamos en este punto permanecemos en lo obvio, ya
para alcanzar los objetivos de estudio y de investigación que nos
que lo que nos interesa es esencialmente el conjunto de procedimien-
planteamos. A propósito del tercer ejemplo, sólo un cuidadoso análi-
tos que permiten la realización de comparaciones explícitas y cons-
sis nos permite explicar la mayor fuerza del Partido Comunista en
cientes en ciencia política.
Italia, puesto que en todos los demás países europeos prevalecen los
En esta primera fase la cuestión más importante sigue siendo «por
partidos socialistas: en efecto, sólo la comparación puede permitimos
qué comparar». La afronta Sartori justamente desde el inicio de su
discernir semejanzas y diferencias entre e! caso italiano y los otros,
orientando al investigador hacia un análisis más profundo de las dife-
contribución. Y es evidente que una definición general de compara-
ción, a pesar de su utilidad, es sólo el primer paso l. Lo que se nece-
4
rencias. En lo que concierne al cuarto ejemplo, del mismo modo, sólo
una amplia investigación sobre las experiencias institucionales de los
sita es la indicación de los problemas por afrontar, de las opciones a
efectuar, de los procedimientos a seguir cuando buscamos respuestas
LJ
otros países permite -mutatis mutandis- obtener sugerencias para
el caso italiano.
a cuestiones como las ejemplificadas al principio. Si es así, el mejor
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modo de proceder consiste en asumir completamente el punto de ~%
En resumen, cuando se afrontan aspectos centrales de! proceso ~ !I~'

cognoscitivo, como la elaboración de nuevas hipótesis de investiga-


vista de un investigador y preguntarse
debe afrontar y qué procedimientos
qué problemas y opciones
necesita. El resto de esta intro-
fJ ~ \1 '
1.'L!%.1'; r"'
ción y la explicación de un fenómeno determinado, la comparación ~~~
ducción tratará de hacer comprender cómo los diferentes autores de
nos permite alcanzar resultados de gran relevancia. Si la elaboración "'~~
este trabajo colectivo han contribuido a responder a las cuestiones
de hipótesis es también posible recurriendo a otros métodos, lo que ~¡;

mejor caracteriza a la comparación es la posibilidad de controlar la


planteadas. ~J~
fl
hipótesis formulada. Más exactamente, ante todo, cuando se trata de
explicar un fenómeno dado o bien de decidir cuál es más digna de
consideración de entre un conjunto de hipótesis todas igualmente
plausibles, sólo la comparación nos permite defender una hipótesis
El problema de la investigación

Después de lo que acabamos de exponer, e! paso siguiente con-


-
El
más que otra, gracias al control de más casos. Considérese nueva-
siste en precisar con atención la pregunta (y los objetivos) que debe-
mente el tercer ejemplo. Efectivamente, ¿cómo es posible afirmar f
mos afrontar: qué deseamos saber, describir, explicar o bien com-
que es la fuerza de la ideología, la organización típica de un Partido
prender en las diferentes acepciones recordadas por Panebianco en
Comunista o las relaciones establecidas en el interior del sistema de
este volumen.
partidos las características que permiten explicar la mayor fuerza de
Esta operación, que puede ser definida como la identificación del
los comunistas, si nos limitamos a considerar sólo el caso italiano?
problema de investigación, exige mucho tiempo y lecturas. Es bien
Contaremos con diferentes hipótesis, todas igualmente plausibles; y
el resultado más probable será la tendencia a considerar todas acep-
I Entre otras definiciones de comparación, véase la de Marradi (1982, 13): «La con-
tables, es decir, la tendencia a la sobreexplicación. Por el contrario,
frontación de los estados de dos objetos sobre una propiedad».
16
Leonardo isreoiemas y opciones en la comparación 17

conocido que las primeras opciones, frecuentemente implícitas, " es-posible llegar a las comparaciones más significativas y, en
nen lugar en este momento.
caso, el sector que puede jactarse de poseer la mayor tradi-
Indudablemente en esta primera fase se pueden imaginar cues . de investigaciones comparadas.
nes muy específicas que no exigen recurrir al método comparativ
En este sentido la pregunta que surge termina por sugerir tambien
método que se ha de usar. En este volumen Sartori recuerda que
método estadístico, el histórico y el experimental permiten respond
a ciertas cuestiones sin necesidad de recurrir al método comp ., Desde el comienzo, al plantear el problema de investigación, y,
Por otra parte, Sartori y los demás autores saben bien que el mé teriormente, cuando se deciden los casos a incluir o las variables a
comparativo se usa provechosamente con datos estadísticos y anális analizar (véanse los próximos apartados), el aspecto conceptual es
temporales o histórjcos '. y hasta tal punto es así que, según Ragin crucial. Se trata no sólo de comprender bien lo que se desea estudiar
Zaret (1983), las principales formas de comparación son la «estadís propiedades y atributos, sino tambien de clasificar correc-
tica» y la «histórica». Ellas configurarían dos enfoques comple te para identificar las variaciones empíricas del fenómeno en las
mente diferentes de la comparación, derivados, respectivamente, diferentes realidades. La «lección» de Sartori sobre este aspecto re-
Durkheim y de Weber. Panebianco en su capítulo clarifica el sig sulta inequívoca, y lo subraya su contribución: el perro-gato existe
cado de esos enfoques. <fundamentalmente por defecto de conceptualización (el «estiramiento
Por otra parte, en los últimos veinte años se han producido pro_f de los conceptos») y de clasificación (exactamente el «mal clasificar»).
gresos y estímulos relevantes para la comparación política como el~< En la experiencia concreta del investigador no se puede decir si la
método cuasi-experimental, ciertas innovaciones estadísticas o el puesta a punto de los conceptos y la clasificación se llevan a cabo an-
tudio de casos únicos. Collier lo pone de manifiesto muy bien en tes o después de la selección de los casos o del arco temporal que se
contribución a este volumen. va a analizar. Simplemente puede suceder una u otra cosa, y con fre-
Si el problema de investigación es tan importante que puede cuencia se produce un proceso mental de retroalimentación entre da-
dicionar el método usado y, dentro de la comparación, también el tos y teoría. Diferentes autores lo recuerdan en sus escritos.
foque seguido (durkheimiano o weberiano), ¿qué «preguntas» se[ Son importantes también otros aspectos. Ante todo, las dos fun-
prestan mejor a la comparación? Puede afirmarse que son, ante todo] ciones de la clasificación. La primera se refiere a la puesta a punto
aquellas preguntas más generales que afectan a instituciones, grupos' conceptual que permite individualizar los casos comparables. Prestar
sociales, normas, vistas también en sus relaciones y en el contexto en atención a los casos comparables es otra de las recomendaciones de
que se forman y permanecen. En otras palabras, la macropolítica pa. Lijphart (1971), retornada por Collier en este volumen, y es superfluo
rece ser el terreno preferido por los comparatistas, el campo en el subrayar su importancia.
En este ámbito, estrechamente relacionado al ejercicio clasificato-
2 No es posible, sin embargo, usar el método comparativo junto al estadístico o al rio, está el correcto uso de la escala de abstracción. Sartori le otorga
histórico (siempre que se acepte -no todos los autores lo hacen- la existencia de un
un lugar central en su propuesta de cómo comparar. Utilizar la escala
método histórico). Defiende lo contrario quien confunde entre método comparativo y
comparación sustantiva, método estadístico y datos estadísticos, método histórico y de abstracción en relación a la clasificación significa trasladarse desde
datos cualitativos referidos a un solo caso: otro problema es si los criterios lógicos que conceptos, clases e hipótesis más generales y empíricamente inclusi-
están detrás de la comparación sean los mismos que caracterizan a la estadística, o bien vos a conceptos, clases e hipótesis más particulares y exclusivos (o vi-
si los dos métodos sean asimilables. Sobre este punto -véase más adelante- las posi- ceversa) según precisas reglas de transformación: a mayor extensión o
ciones de los diferentes autores, en este trabajo, son distintas. Quien escribe sostiene
que si la única diferencia entre estos métodos se debiese al número de casos (pocos en
inclusividad corresponde menor intención o espacio de los atributos'.
la comparación, muchos en la estadística, uno en el método histórico), tal diversidad
tendría '-y de hecho tiene- implicaciones profundas en los procedimientos y en los J Esta relación intensión/extensión o bien connotación/denotación es recordada
objetivos de la investigación empírica.
por Sartori en su contribución en este volumen y presentada en su ensayo de 1971.
Problemas y opciones en la comparación 19
18 Leonardo Morlino,

." ., ¡Ferrera subraya la ejemplaridad de la contr~buci~n. de Alber (l.98?), ~l


El uso deJa escala de abstracción .es crucl~l .para la cornparacion por-rcual usa datos cualitativos y en el control sistemático de sus hipótesis
que permite efectuar con mayor ngor --:-slgul.endo regl~s de tr~nsfor-[procede justamente per genus et differenttam, reconstruyendo las se-
mación- controles sucesivos de las hipótesis en el mls~o nivel ~etcuencias causales y descartando hipótesis falsificadas por la compara-
abstracción para todos los ~asos en exame~, ~ l~eg~, a d,lferentes m-reión entre sus quince casos europeos. .
veles de abstracción. PermJt~ f~r.mu~ar aSI h~potesls mas ?ener~les'¡L Se mencionaba en el parágrafo precedente y ahora lo s~brayo VI-
pero frec.uentem~n~e n:-enos slg.n.lh,catlvas, o blen~ al contrario, a~tIcu-tgorosamente: para llevar a cabo una i.nvestigación compara:lva res.ul:a
lar las mismas hipótesis, especihcándolas a medida que se desClende!'esencial elaborar una estructura teónca o al menos una sene de hip ó-

e,: los detalk~ de los casos y las variables consid:~ada; aumenta~,,~.!e ..'••.sis que también pueden obten:rse. de estudios p~ecedentes. No obs-
mientras dlsmInuye~ ,los P?te?clales refere~t.es e~pIrlcos : Étante, en la medida en que es I?~s.ngurosa y co~slstente. la est~uctu~a
La .seg~~da función ~:IDClpal de l~ clasificación se reEIer~ a la pa'~eórica, mayores serán ~as pO~lblb?ades ~e focalizar mejor la IDv,est:-
rametnz.aCI?,n: de la lección de Sanon se puede extr~e.r n~ ,solo el rol~gación sobre algunas hipótesis mas p~eclsas y d~ un numero mas h-
de descripción que puede s~: desarrollado por l~ claslflCaCI?n y po~ el~mitado. Si bien la parsimo~ia es ~na :~rtud que tIer:e altos C?stos por
uso de la escala de ~bs.traccIOn re~pec.to del fenomeno .a:1ahzado, sIDo~;loslímites que impone a la IDvestlgaclOn, es necesana en.re,al.ldad para
también .las potenClaj¡dad~s e~~j¡catIvas de la op eracion conceptu~lrgo extraviar al investigador en ~argas, y frecuentemente In~:des, 1,ls~as
por medio de la parametrizacion. Este probl~ma es uno de los mas~Ge hipótesis, también alternativas. U na b~ena c.onstruCCl?n t:?nca
espinosos de los encontrados por el comparatista, sobre todo cuandoh:irienta excelentemente la selección de las hipótesis, la focahzacIOn de
se c?mpara, en:re ca:o.s tratad.as cualitativament,e. Si no se quiere re'ha investigación y permite gastar mejor las propias energías.
curnr al mas bien débil expenmento mental, ¿ como se puede evaluarf
«u
la incidencia de un factor dado sobre otro que queremos explicar? SiL
estuvié.semos en ~l ámbito estadístico, la operación sería obvia: se pa-fElespacio
rametnza, es decir, se convierten en constantes todos los otros facto-r
res que potencialmente podrían influir sobre el fenómeno que desea-] Decidir cuántos y cuáles casos deseamos incluir en la investiga-
:r:Wt~
mos explicar. Por ejemplo, si queremos comprender el impacto de la~ . 'n es decir determinar la dimensión horizontal de la comparación M
diferencia .de .s~xo. sobre. el comportamiento
. 1 1 f" ¡ClO , , 1 .,
e ectora , es ~u ICl.ente[(el espacio), da lugar a decisiones y pasos ulter!~res. Con a excep~lOn ~~ ~
.A~&"¡;J
hacer no significativa la influencia de la edad, lugar de residencia O'¡'del condicionamiento ocasionado por la elección de! problema, estas ~~
s

incluso, clase social y en el interior de clases determinadas de estafson las decisiones más importantes y, frecuentemente, más difíciles @J
~orma ver las diferen~ias en el comportamie.nto entre ~o~bres y n:-~-
"para el investigador. Respecto de este punto, Collier recue~da la es-
jeres. Pero resulta evidente que en e~tratamiento estadlst.lco ~~clasIEI-[Ctrategia sugerida por Lijphart (1971): aumentar en la rr:~dlda de lo
cación desempeña una parte determinante en la paran:et~lzacIOn. .. r.
osible el numero de casos. La razón de la recomendación es clara: ii'1:!!:D

.~i nos trasladamos ~l m~s difícil tratamiento ~ua~lt~t1vo~ la ~~aslfl-!~frecer mayores posibilidades de. controlar ~as hipótesis formuladas o
cacion y, luego, en el interior de ,c~da clas~, la individualización de (bien alcanzar hipótesis mas precisas y loc~bzada:. ~esde el P~r:to de al
subclase:, -y, pues, en este espeCl~:co sent~do el uso de l~ es~~la de tvista de Lijphan, tal recomendaci?n implica lo ,sl?Ulente: la logl,ca. d~
abstracción-e- desarrollan una funclO~ ~fectlva de pararnetnzacion no ~fondo de la comparación es la misma que la loglca. de la estadlst1c~,
obstante todos los problemas y l.a~ dl~l~ultades que se afrontan C?~- t;.debemos, por lo tanto, buscar variaciones para explicar de modo mas
cretamente., ~revemente, la claslfIc:c.lOn y la e~c~la ~e abstracción ¡,sólido y riguroso las relaciones caus~les; y para h~cer e.s~o r~~ulta in-
p~eden. ser útiles ~ara controlar ernpmcarnente hlpot.esls sobr~ causas ~dispensable aumentar los casos c?nslderados. La l~entIf¡caC!~n entre
hipotetizadas y aun por demostrar. En esta perspectlva, por ejemplo, filas lógicas comparativa y estadística no es com~artlda p.or qUIen atri-
~buye identidad lógica exclusiva a la co~par~C!ón, o bien po: qUlen
4
1984).
Sobre la importante noción de escala de abstración, ver también Sartori (1971 y f adopta posiciones en relación a la explicación, saber nornológico y
:
,)\1
:1-1 21
-,Ií 20 Leonardo MorliProblemas y opciones en la comparación
m
~!;
1" teorías locales, como las que se desprenden de la contribución de Piestá, frecuentemente, por debajo de ocho y por encima de los cinco-
11: nebianco. ¡siete casos, El volumen de Lijphart sobre las democracias (1984) es
1
'1 :
:1,
',·1
Además, la recomendación puede aumentar en vez de dismimamo de los escasísimos ejemplos en los que un autor ha logrado com-

!i
'I! los problemas de la investigación, En efecto, incrementar el núrneípatibilizar aspectos cualitativos y cuantitativos en el ámbito de un es-
i'

'i,\j,n de casos supone también aumentar -a veces notablemente- el n~tudio de área con más de veinte casos,
mero de las variables relevantes fuera de las hipótesis que se des; Si, en definitiva, la elección más importante se refiere al número
H
r
controlar, las que son llamadas «terceras, var~a,b~es»5. Por últi~o, de los ,casos, no debe ~escuida~s e tamp~co la consideració~ de cuáles
aumento de los casos ha hecho mucho mas difícil la comparaClOn ¡,;sea mas oportuno elegir. Por ejemplo, S1la pregunta es cuales son las
el sentido de que recoger datos y noticias para un número elevado,.,condiciones que favorecen la instauración de la democracia, será ade-
casos es dispendioso, y tal vez imposible. Con este fin, no obstan 'cuado elegir casos en los que se haya producido la instauración de-
en años más recientes tales di~icu~tades fueron at~nuad~s por f;p1ocrática para controlar la pres~ncia ~e las con?~ciones hip~t~tizadas
enorme progreso en las comunicaciones, pero tarnbien mas banafY esperadas, y casos de ausenc ia de instaur acion democrática para
mente, por el recurso a investigaciones colectivas en las cuales partitcontrolar la ausencia de aquellas condiciones. Si, en cambio, la pre-
pan estudio~os de diferentes n.acionalidades. En e~te s~ntido limitad~gunta se ,refiere a los posibles, tipos de instaur~ción dem,ocrát1~a, er:-
y en cualquier caso, en modo imperfecto y aproximativo en los resuftonces solo los casos en que esta se ha producido deberan ser inclui-
tados", el consejo de Lijphart ha sido escuchado. Por otra parte, a Pifdos en el análisis.
sar ~el aument.o de las potenciales unidades nacionales -casi 18~ Pí....... ~demás la elección de los caso~ se refiere, también a los factores
ses independ ien tes en los años noventa- en esta estrategia "conslderados comunes y los considerados diferentes en cada con-
aumento de casos todo el tercer mundo ha quedado sacrificado. El;~¡juntode casos elegidos. Se requiere la aplicación de la conocida cláu-
c1uyendo alguna excepción (Diamond, Linz y Lipset, 1988-89), s~ sula ceteris paribus, es decir, justamente que aspectos del análisis pue-
muy escasas las investigaciones comparativas de los últimos vein[:den considerarse «pari- o bien constantes y cuáles no 7. En cualquier
años en las cuales se incluyan los países de África o de Asia. {t:caso, es oportuno recordar que la elección de los casos, la aplicación
, I
El número de casos no es en absoluto indiferente respecto de ¡¡de la cláusula ceteris paribus y el recurso a los cánones de Mill depen-
resultados de la comparación, aun desde otro punto de vista: la e¡4~den ante todo del diseño de la investigación, de lo que interesa pro-
ción ~e ,la ~rofundización de un solo caso~ aunque esté .sustentaa~Jundizar y de las hipótesis realizadas (véase arriba).
por hipótesis comparadas presentes en la literatura publicada, obq'-
dece a ciertas preguntas y objetivos (estudio de caso); la comparaci,-:;;:-
de dos casos, en especial de los que son muy diferentes entre sí (cOlI¡f.l tiempo
paración binaria), responde a otras cuestiones y objetivos; el análi
de tre.s~cinco ?aíses pertenecientes a una misma ,área geogr~fica (co'J'. La definición de c~áles ~ ~uántos. cas?s elegir está inevitabl~:nente
paraClOn de area), responde a otros -y los palses escandinavos hlfiylllculada tanto a la dimensión longitudinal, o sea, a la extension del
sido con frecuenci,a objeto de investigación de área-o Después, cf~períod.o que ": quiere consi?,erar (el.tiempo). co.n:o a las va~iables qu.e
el aumento del numero de los casos, generalmente, se tranSfOrj>cse decide analizar. La elección del tIempo significa en realidad elegir
también el tipo de comparación: se va desde una predominantemen-!iJos casos en un momento dado o bien incluir en el análisis diferentes
cu~l~t~tiva a ~n~ predominantemente cuantitati:va, y apoyada PO~i;~~n:om~ntoss.ucesivos. En la pri~era hip~tesis se realiza compar~ción
análisis estadístico. La frontera entre los dos t1pOS de comparaclt~~smcromca S1 optamos por considerar diferentes casos en el mismo

5 El mismo Lijphart se muestra consciente de este problema algunos años deSp!~~


(1975); Y Bartolini (J 987) subraya las implicaciones del problema. _.~.: 7 La cláusula puede ser expresada también en términos de parametrización de va-
6 En efecto, sobre este aspecto ha sido más difícil mantener unidad y coherencia,;.~.-riables extrañas a la hipótesis que se desea controlar. Sobre este punto, véase más ade-
las investigaciones comparativas. t~)ante.
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t
23
22 Leonardo M~iemas y opciones en la comparación
L ' "en diversas áreas del mundo
momento; y comparacion" diiacrontca " cuan d o d eciidiirnos ana l'IZap'_'lOS
¡l' 1
procesos d e democratlzaclOn
" d 1N América latina, Europa
mismo caso en momentos diferentes y sucesivos con el objetiV¡.l;opa occidental, Amenc~ e or te, s de instauración Y de
, . . , ' .," . ., entes roces o ,
ver la influencia de CIertos fenomenos acaecidos, También se re ntal) y la exphcaclO~ de dlfe\- d d P f t'vamente en varios pal-
comparación diacrónica cuando se estudian diferentes casos en r"'.iferentes democraClas c~nso 1 a as e ec lblemas en las cuales se
'f l" luclOnes a estos pro
1 d' ensión temporal (es de-
.V

mentos di erentes,' Barto mi propo.ne so, ,


ó 'l
Con esta distinción, sin embargo seguimos en un ámbito de ~encia cómo la dlmenswn esPlaCla y·da lO:ón de un cierto período
cue 1a», en rea lid 1 a
d poco un ' '1, Las comparaclOnes " mas SlgDl . 'f'icat ':~l uso d e casos diferentes
O"

1 .,
y a consi .
e racite para un mayor ren di1-
son -y han sido- las que han tomado en consideración un peri ~,.definido) deben ~t~ltzarse con)untamen
mas bien largo, el desarrollo del fenómeno estudiado en el perí ,,nto en la comp~raclOn, 'l' d de un ámbito cualitativO,
considerado y para casos distintos, incluso con la puesta a punto:; o se debe olvidar, por u tlmo , que es n provecho en investiga-
'1 tempora es que se prestan mejor ior aa tratamientos b
senes tratamientos estadísti
esta lStlCOSoelt1pOd e compara. Clones puedeE asarse 1 co n cambio, en que d'ic h o
estas comparaClOnes . di " 1 1
iacrorucas e punto centra es que no se vem,es istoricas ya e . histé xlstentes .' . n e caso, e rito -por e)'emplo- se
., ' . .' o eXIStleran en cua .
solo «momento» que en cualquier caso sena presupuesto en a,; de mveStIgaCloneS n d' d vía por los histonadores
,
tracto, sino que se qUIere iere oob servar 1a mutación. , en e 1 tIempo . a tra:.eren a anos - . tes, no afronta
reClen ' os to'de a algún modo integrar 1o
", d di
d e una aprOXlmaClOn e isnntos momentos,. oranea sera necesano 'd
,la época contemp .'. .t tivos diferentes, recogi os
El ensayo de Bartolirii analiza con justeza este tipo de comp,.e.·.falta con datos cualttatlvos. y cu1anuba ,lO del comparatista se su-
. , que qUlza
cion, " es 1a que mayor tra d'icion " posee en ciencia., po l'me"J_
if;noc.
D es d e este p unto de vista e tra d'f a) ciable del realiza d o por
la que ha alcanzado los resultados mas interesantes, Bartolini col )one, hasta el punto de ser poco 1 eren
en el ~entro de su «discu~s,o» adec~a~amente el tiempo: agregandol· •. o.:
~•..istoriador.
premlsas de la comparaClOn estadística, tal como ha SIdo clara me ::
descrita por Panebianco. Luego considera los tres principales prob t"
mas que todo comparatista del «largo período» debe resolver en fopiedades y variables
investigaciones: 1) cómo definir y delimitar las unidades temporall~. .' 1 ra decisión concreta que
sobre la base de las que observar el pasado o bien cómo es posible $!;Después del espaclO y ~el tlemro, a trc~<variables» a considerar.
cer periodizaciones, es decir, dividir en fases diferentes el tiempo 1.F;· vestigador debe asumir se re iere a as dación de Lijphart: red u-
mado en examen -como se ha hecho, por ejemplo, en las teorías IMevamente Collier rec.uerda otra ~~com~~ sunto de fondo también
desarrollo político-; 2) si las relaciones establecidas entre variabl,.'tel número de las v~nables a ana ::ar.. ~ a estadística en cuanto a
.
o b serva d as en e 1 tiempo .
tienen a1go d e espeCl'f'ICO respecto a asoci¡Q·uíes el' m d'ica d o a rriba: " comparaClon
.j'
d 1 19ua piedades-variables pue d e
. . , . " ~ . . . ero e as Pro
cienes establecidas entre vanables observadas sincrorncamente; Y,~:.it.enosmsplrador:s. El num d " d 1 espacio de atributos 8, es
re 1acio" n a esta cuestión,
. , e 1 pro bl ema re lati ativo a como, se 1id enn ifican ,:.·:;reUCI
.. d id o a traves de una re1 UCClOn 1 e niendo los casos y 1os d a-
. 1 fené bi f
secuencias tempora es entre enomenos y tam ien ases 1 erent. e.Clr,acu ien o en dif 1'····
d' d concreto a as1 c ases, po
d' do gracias a un aumento
, . , . . " .' ". ' c ases re tiCl ,
por último, 3) como considerar la multicolinealidad, es decir, la pr,{srelatlvos en un n~mero ~e d de este modo el numero
. d
sencia e numerosos f ' f d
actores que estan uertemente conecta os y p,~elruve e genera.l, ,', . 1 d 1 dad 9 lllcrementan
. 1 e. De este modo tam biien
o ,
h ' " . ," entes a una CIerta e as . d
an d esarro 11a d o para 1e 1amente; que consecuencias nene esta SltU: ~los casos perteneCl -Ó» d L' h (umentar el número e ea-
ción para el análisis de macrofenómenos generales; y, de aquí, an,:~recedente recomendaClon e I)P art a
todo, la oportunidad de estudiar las diversidades en el interior , ...,!.¡ . d ib tos es la sugerida por Lazarsfeld Y BarlOn
' 1 "1 P '1
aque 11os f enomenos en genera sirm ares, or eJemp o, en e am It,)L
Lá b': . L a nociió f'n de «espaCIo
'8
I
e atrl u » -
. to de características que atanen y espeCl 1
iíican una clase o
. , id '951) Y se re iere a conjun
del desarrollo de los mOVImIentos obreros en toda Europa OCCl e ~;~, ' . Ila contribución
ta 1, exp l·icar 1as d'rversi 'd a d es en termino
" s d e caracterisucas
" o d e bili". ~1t9tipo. '.. 1'"
Sobre este punto, conslderese e pr oxim
o apartado
>
y en especia

dad/fuerza de determinados partidos obreros en países concretos, ~~S~rtori en el volumen.


24 Leonardo Morlino Problemas y opciones en la comparación 25

sos) 10 puede aplicarse gracias a esta operación conceptual de reduc- ~ profundamente analizadas. En este caso ciertas críticas sobre los lími-
ción. Si, en cambio, hubo un aumento efectivo de los casos analiza- ¡ tes y sobre la veracidad de las series temporales, la exigencia de pro-
dos, la r~ducci~n de las .vari.ables compensa el casi. in.evitable aumento 1 fundización e, inevitablemente, la necesidad de acrecentar el número
de la,s .mlsmas, introducido Justamente por el crecirruento de los casos i.. de las variables analizadas para alcanzar una más plena comprensión

l.·..
empmcos. ~ del fenómeno han resultado favorecidas por lo realizado anterior-
Collier sugiere que la reducción del espacio de atributos puede ~, mente, siguiendo una estrategia perfectamente acorde con las suge-
ser realizada también recurriendo a teorías o bien a hipótesis fuertes rencias de Lijphart.
con apoyo en la investigación con el fin de reducir los factores expli- 5, Una última cosa antes de concluir este apartado: las variables ele-
cativos que es necesario considerar y alcanzar una mayor parsimonia :! gidas, por pocas o numerosas que sean, son medidas por datos cuan-
teórica. Este aspecto en realidad implica también una ulterior reco-I' titativos si son variables en sentido propio; de otro modo son defini-
menda~ión de Lijphart (1971), ~ri~ntar el análisis :on:para~ivo sobre ," das por datos cualitativos y la variación puede ser identificada gracias
las vanables claves. Desde esta optlca, pues, se esta mas alla de la an- ~, a la clasificación. A este respecto, Bartolini sugiere que la configura-
terior recomendación, la reducc.ión del es~acio de atributo: ..Simple- 1, ción de la comparación se organice a través de una matriz de datos
mente volvemos a subrayar la ¡u:portanCla del aspecto teonco, que f que permita especificar con mayor rigor tanto las dimensiones tem-
debe ser claramente ubicado en pnmer plano. ~';, poral y espacial elegidas como las propiedades y las variables sobre
En esta fase otro problema concreto se le plantea al investigador.li las que se quiere llevar a cabo la comparación. Con tal procedimiento
Si s~ aumenta e,l número d~ lo~ casos y, c~ando es necesar.io, se alar~a :'. -sostiene Bartolini- resulta sustancialmente irrelevante si las varia-
el tlempo considerado y disminuye el numero de las vanables a,n~)¡- ¡f bles son acompañadas por datos cuantitativos o datos 50ft o cualitati-
zadas, entonces para obtener un buen resultado el aparato teonco [ vos. El procedimiento de comparación será el mismo. No obstante,
conceptual del cual se sirve debe estar bien articulado, la investiga- ; agrego inmediatamente, que en todos los casos, también en la «sim-
,!;;
ción debe tener un fOCU5 muy definido y quizá se puede apoyar en in- f ple» recolección de «números» estadísticos, mantener el aspecto teó-
vestigaciones prec.edent~s. Cuando no ~uese aSÍ, es decir, en el caso en 1;.".' •."
rico está necesariamente en primer plano, incluso en «alcanzan> un
'11
el que no sea posible disponer de teorias o conceptos estructurados, '; determinado número en vez de otro. Una vez más, entonces, tenemos
no hubiese una literatura de referencia y se tratase de una investiga- " que volver a la dimensión teórica.
ción muy «nueva», entonces el investigador estaría inevitablernenteji
«empujado» hacia el aumento del número de aspectos a considerar e,[:
El control
i~ualmente, ~eterminado a disminuir los casos y quizá también el pe-I,.I.:
nodo a exarmnar. {;
En realidad, sin embargo, en algún sector ha ocurrido también lo .1 Realizadas las diferentes opciones sobre la dimensión espacial (los
contrario. Más exactamente, la contribución de Ferrera muestra que' casos por considerar) y sobre la temporal, y formuladas las hipótesis,
ha seguido la estrategia opuesta en los estudios sobre el Estado del que pueden tambien ser sugeridas por un primer análisis comparado
Bienestar, quizá inconscientemente. Para analizar lo que ha sido uno del fenómeno en el que estamos interesados, se llega al corazón del
de los fenómenos más importantes de las democracias modernas, con procedimiento comparativo: el control de las hipótesis. También aquí
el cual se ha buscado dar un contenido sustancial a la democracia en la lección de Sartori es muy clara: el procedimiento de control es el
el mundo occidental, el itinerario de la investigación ha comenzado aspecto más importante y distintivo de la comparación. Por esta ra-
con hipótesis muy específicas y series temporales cuantitativas para, a zón debe ser ubicado en el centro de ella. En el caso que se busque
posteriori, orientarse hacia estudios cualitativos de los casos indivi-i una generalización, más o menos localizada, o que el objetivo con-
duales en los cuales las diferentes relaciones resultaban mejor y m~ sista en lograr una explicación local, según la sugerencia de Pan e-
, bianco, o bien sólo el de describir un cierto fenómeno en más casos y,
Véase el apartado anterior sobre este punto.
10 quizá, nuclear diferentes asociaciones entre una variable dependiente
"'!'~

26 Leonardo Morlino Problemasy opcionesen la comparación 27

y más variables independientes, el control de las hipótesis sigue vamente ambiciosos. Esto se ha traducido, ante todo, en el segui-
siendo esencial y típico de la comparación. miento perfeccionista y utópico de imposibles modelos de ciencia,
Cuales sean efectivamente los procedimientos concretos que se Tal «exceso de fines» (y de esperanzas) se ha revelado al fin contra-
adoptan para efectuar tal control se deduce del apartado sobre «con- producente y ha alejado de la comparación a muchos estudiosos desi-
ceptos y clases» a propósito de la clasificación, de la escala de abstrac- lusionados, que no se identificaban con objetivos tan ambiciosos y
ción, de la parametrización y de la explicación. Por otra parte, e in- abstractos.
tentando ser más precisos, se puede agregar que tales procedimientos Hoy, después de muchos años de investigaciones y de experien-
cambian en parte según los objetivos cognoscitivos trazados, genera- cias no todas negativas, como demuestran muy bien la contribución
lización o teoría local siguiendo las enseñanzas de Durkheim o de de Collier sobre el plano del método y de todas las ulteriores poten-
Weber, es decir, según las opciones metodológicas de fondo adopta- ., ,cialidades de progreso y la contribución de Ferrera a nivel sustantivo,
das, e incluso en relación a los contenidos mismos de la investigación. I _:1! esta introducción puede finalizar infundiendo aliento para continuar

I
por la vía trazada en las diferentes contribuciones aquí publicadas.
Esta vez, sin embargo, con una mayor conciencia de los problemas,
j
Expectativas, desilusiones y dificultades de las opciones y también de los límites de lo que se puede obtener,

Si todo es así de claro, ¿ cómo es posible que la comparación no se


,ir
~;;: gracias justamente a la experiencia hecha y también a los parciales re-
sultados positivos que se han alcanzado,
I
haya desarrollado más en ciencia política? Esta es la pregunta plan- IX' ~
teada en el ensayo de apertura por Sartori, y sobre la que retorna Pa-
nebianco. La explicación más elemental es ante todo la sugerida por Referencias bibliográficas
el primero: comparar es simplemente difícil. La componente teórica
en la comparación es muy destacada y difícil de «manejar»: «quien Alber J. (1982), Vom Armenhaus zum Wohlfahrtsstaat. Analysen zur Entwic-
navega al azar y sin brújula se arriesga en cada momento a naufragar» klung der Sozialversicherung in Westeuropa, Frankfurr/Main, Campus
(Sartori en el ensayo siguiente). Una segunda explicación se sugiere Verlag,
en el ensayo de Panebianco: en sustancia, frente a la gran mayoría de Bartolini S. (1986), Metodología della rícerca empirica, en G. Pasquino
11
(comp.), Manuale di Scienza della Politica, Bolonia, 11 Mulino, pp. 39-82. t
estudiosos ideográfico s y teóricos, los cornparatistas se dividen res- I
Trad. esp, Manual de ciencia política, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
pecto a «qué constituye una explicación aceptable en las ciencias so- Diamond, L., J. J. Linz y S. M, Lipset (comps.) (1988-89), Democracy in De-
ciales», en un contexto en el cual el saber politológico es poco acu- veloping Countries, vol, 2, 3, 4, Boulder (Col.) Lynne Rienner Publis-
mulativo y su objeto se redefine y se transforma cada vez. Pero tal hers.
división y la reducida acurnulabilidad conducen una vez más a con- Lazarsfeld, P. F. Y A. H. Barren (1951), Qualitative Measurement in the So-
cepciones diferentes acerca del mejor modo de hacer ciencia política, I~ cial Sciences: Classification, Typologies, and lndices, en D. Lerner y H. D.
que se ponen de manifiesto en el ámbito de la comparación por las re Lasswell (comp.), The Poliey Sciences: Recent Development in Scope and
dos estrategias fundamentales (la comparación estadística y la histó- Method, Stanford, Stanford University Press.
rica), indicadas por Ragin y Zaret (1983) e ilustradas por Panebianco Lijphart A. (1971), Comparative Politics and Comparative Method, en
«American Political Science Review», LXV, pp. 682-693.
en su contribución, o bien por las posiciones de Bartolini, quien
- (1975), The comparable-Cases Strategy in Comparative Research, en
tiende a poner sordina a las diferencias entre esas estrategias. Quizá
«Cornparative Political Studies», VIII, pp. 158-177.
junto a la dificultad de comparar tanto en el plano del correcto uso de - (1984), Democracies. Patterns of M ajoritarian and Consensus Govern-
los conceptos y de la escala de abstracción (Sartori), como en el que ment in Twenty-one Countries, Londres y N ew Haven, Yale U niver sity
se refiere a la recolección de datos sobre muchos casos, como a las di- Press.
visiones de los cornparatistas (Panebianco), hay también un «exceso Marradi A. (1982), Forme e scopi della comparazione, introducción a la edi-
de fines», en el sentido de proponer objetivos de investigación excesi- ción italiana de N, J. Smelser, Comparative Methods in Social Science,
Leonardo Morlino
28

Englewood Cliffs, Prenrice Hall, 1976, La comparazione nelle scienze so- COMPARACIÓN Y MÉTODO COMPARATIVO
ciali, Bolonia, II Mulino.
Sartori, G. (I971), «La politica comparara: premesse e problerni», en Rivista Giovanni Sartori
Italiana di Scienza Política, 1, pp. 7-66.
_ (1984), Guidelines [or Concept Analysís, en íd., comp., Social Science Con-
cepts: A systematic Analysis, Beverly Hills, Sage Publications, pp. 15-85.
Ragin, C, y D. Zaret (1983), Theory and Method in Comparative Research:
Two Strategies, en «Social Forces», LXI, pp. 731-754.

Hace ya veinte años (casi) que escribí sobre política comparativa


y sobre el método en que se funda 1. Escribí por qué era partidario de
ella. Sin embargo, debo admitir que el resultado es hoy enormemente
inferior a las expectativas de entonces. ¿ Por qué?, ¿se debe a una so-
brevaloración inicial?, ¿ a que hemos tenido abundantes tropiezos en
el curso del camino?, ¿ o se debe a otras razones? Responder estas
cuestiones nos conduce a un balance más general. ¿Dónde estamos?
¿Hacia dónde nos conviene ir? Es un debate a reabrir. En mi escrito,
digamos originario, me preguntaba en el siguiente orden: 1) por qué
comparar; 2) qué es comparable; 3) cómo comparar. Es conveniente
repetir las mismas preguntas en el mismo orden.

Por qué comparar

¿Por qué comparar? Entonces respondía: «La comparación es un


método de control de nuestras generalizaciones ... o leyes del tipo si ...

1 «La Politica Comparara: Premesse e Pr oblerni- (1971, 7-66). Es el escrito con el


cual comenzaba la Rivista Italiana di Scienza Politica; y constituía, al menos en la

29
Comparación y método comparativo 31
Giovanni Sartori
30 denominado «Política comparativa» está hoy en día densamente po-
entonces ... Digo un método de control porque obviamente no es el blado por estudiosos que no han cotejado jamás nada con nada, que
único» (1971, 8). No he cambiado de opinión y, entonces, tampoco no tienen ningún interés en comparar y que son no menos «parro-
descubría la pólvora. Sin embargo, con el paso de los años cada vez se quiales» que los americanistas (que lo son a ultranza). El estado de la
habla menos, o directamente no se habla, de la función de control 1, cuestión es que la mayoría de los cornparatistas USA no compara
que tiene la comparación. Prz.eworski llega incluso a sostener que «la nada y, a fortiori, nada controla. ¿ Cómo se sale? La vía de menor re-
investigación comparativa no consiste en comparaciones, sino en ex- sistencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que se
plicaciones ... El objetivo general de la investigación entre países con- puede comparar sin comparar y en callar sobre el control. Probable-
siste en entender» (1987, 35) 2. Pero, y sin llegar al extremo de negar mente Przeworski y los otros están convencidos de que es así. Pero
que en la comr.aración se deba comparar. lo .cierto es que la palabra f no es así.
control es conslderada en desuso. Ragm escribe que el saber cornpa- . Decía que las explicaciones son dos. La segunda es seria -de na-
rada «nos da la clave para comprender, explicar e interpretar» (1987, turaleza gnoseológica o epistemológica- y se refiere especííicarnente
35); Y Mayer «redefine» (en el título, en verdad sólo en el título) la al control. Comparar es confrontar una cosa con otra; pero si se am-
política comparativa como un campo, cuyo intento es «construir una biciona controlar, entonces la cuestión inmediata es: ¿qué cosa con-
teoría explicativa empíricamente falsable» (1989, 12). ¿ Cómo no estar trolamos?, ¿ controlamos leyes? Si el término es entendido en sentido
de acuerdo? Todos queremos comprender, explicar e interpretar. fisicalista o siguiendo cánones rígidamente positivistas, entonces es lí-
Pero ¿por qué lo lograremos comparando? A menos que no se desee cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programa
<' que consiste en «someter a control la validez universal de una "ley"»
afirmar absurdamente que sólo la comparación explica, Przeworski,
Ragin, Mayer y otros no nos explican cuál es la razón de ser de que observando que aquellos que lo suscriben no han «reflexionado seria- <
por la vía comparada podamos conocer. En resumen, la pregunta mente sobre el significado del término "universal" (válido siempre y [
«por qué comparar» sigue sin respuesta. Ahora bien, si la política (al en cualquier lugar¡», Si es así, tiene razón. Sin embargo, el programa
igual que la sociología) comparativa no posee una función heurística fisicalista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las
ciencias sociales no son universales (en el sentido ornniespacial y orn- ~;;
Tl
específica, entonces tampoco merece que nos ocupemos más de ella.
L~ ~
ir.,:,
¿Qué ha ocurrido con el «control»? ¿Por qué no se lo menciona niternporal definido por Marradi) y se proponen leyes declaradas ¡.¡
\",\
ya? Una primera explicación (de dos) es del todo accidental y pura- law-like, condicionadas con la forma si... entonces. Definamos ley así: ~~.J.itf
«una generalización provista de poder explicativo que expresa una re-
~,
mente americana. En la estructura didáctica de las universidades esta- ...,.
gularidad» (Sartori, 1984, 11). En tal caso diría que se derrumba la
dounidenses la demarcación habitual es entre política americana y
política comparativa, donde este último término se utiliza para «otros objeción episternológica'. -J mi
=..t~
Preciso pues así: parangonar sirve para controlar -verificar o fal-
países» y, en general, para uno solo. Por lo tanto quien estudia el pre-
sidencialismo USA es un americanista, mientras quien estudia sólo el sificar- si una generaliz.ación (regularidad) se corresponde con los [
presidencialismo francés es llamado comparatista. Desafío a cual~ casos a los cuales se aplica 4. Se entiende que comparamos por muchí- IR

quiera a que me explique por qué ello es así. El hecho es que el sector J Marradi (1985, 310) objeta haciendo uso del «problema de Galton»: y afirma que [
«el paralelismo entre los estados de dos o más propiedades podría deberse ... a fenóme-
nos de difusión ... por la vía de la conquista, imitación, etc.». Confieso que no entiendo
intención, un escrito «programático». En efecto, destacaba que la política co lasconsecuencias perjudiciales de la objeción de Galton. Ciertamente, un «contagio»
«se ubica en el centro de la ciencia política contemporanea» (ivi, p. 63). Sobre la siru no advertido nos expone a explicaciones circulares; pero una vez advertido puede in-
ción de la ciencia política en general, ver mi evaluación «Dove va la Scienza politica», corporarse a la explicación genética de una regularidad.
en G raziano (1986, 98-114) ," ; Como se puede advertir, esta formulación no nos impone establecer ex ante a qué
2 Que comparar no requiera comparación me impresiona en el mismo modo que' nivel (globalizante, intermedio o estrictamente «regional») generalizar. Es razonable o
hace un contrasentido, un absurdo. y encuentro apresurada, agrego, la tesis del volu- en.cualquier caso prudente recomendar, como hace Bendix (1963, 539), el desarrollo
men de Przeworski y Teune (1970, 8) según la cual el objetivo de la investigación 1e conceptos y generalizaciones a un nivel intermedio entre lo que es verdadero en to-
parada consiste en «sustituir con nombres de variables los nombres de sistemas so-

ciales» .
n
Giovanni Sarton eomparaclOn
., irod o cornparativo
.

I
32 y meto 33

simas razones. Para «situar», para ap~ende~ de las experiencias de,loi tonces es comparativa en su enfoque». ¿Durkheim, Lasswell y Al-
otros, para tener términos de parangon (~U1en n.o conoce otros palse¡ffmond se equivocan? No, pues si se lee con atención dicen que si
no conoce tampoco el propio), para explicar meJor~ Y por otros motl¡~nuestro enfoque no es comparativo, entonces no es científico. Un I
vos. Pero la razón que nos obliga a comparar. senamente es el co)' grande «si ... », del cual se debería inferir que todos los «parroquialis-
trol. Consideremos la proposición «las revoluc~ones .son causa~as p i·tas» (en USA casi todos los americanistas, y muchisimos comparatis-
privaciones relativas» o bien «los sistemas presidenciales son slstem~f tas de profesión, definidos así por incauta definición de la disciplina)
de gobierno fuertes» o bien «los sistemas de mercado 'postulan ~a del•'.· .•..
.no hacen ciencia, son pseudopolitólogos. Debo decir que esta conclu-
m ocracia». ¿ Verdadero o falso? Para saberlo necesitamos mirar "sión me satisface. Pero no me satisface si implica una descalificación
nuestro alrededor, es decir, controlar comparando. ., ' . "de un enorme número de investigadores. La tesis era (y es) que quien
Queda pendiente el problema de cómo la. comparaCl~n explzc¡t~no compara no hace ciencia; tesis que puede interpretarse así: en la J
se relacione con la comparación implícita, y SI por esta Vl~ se pued~'medida en que hacemos ciencia comparamos, aun de modo incons- N
r
llegar a una comparación inconsciente. El control es ~as fuerte ¡tciente. La posición es astuta; no obstante, resulta un embrollo. Una 1
atendibl~ en l~ ~edida en que más se apoya en. comparaCl?~eS expllc?sa es admitir la comparación «implícita» (~~e e~ tal por.que es cons- If
citas y sisternaucas. Pero es claro que e! estudio mon?gr~f~co ~e ut,,;Clente)Y otra cosa es avalar una comparaClOn «inconscientes y por 1
americanista puede ser implícitamente comparado., Se~a asi SI sat1sfa~ltello mismo presente y operante por definición, No. El comparatista i
la condición que Zelditch (~~71, 305) formula :ecll1can;e~te del ~i:FJ.consciente, o subsconci~nte, ~~ compara nada y no sub~oga. nada.
gUlente modo: «la comparablh~.ad postula un universal lógico com E ¡i.,.........
.....
n efecto, en base a la aíirmación de que todos somos «inevitab le-
~
a todas las unidades de un uruverso de comparaclOn dado.». E~pr~;lnente cornparatistas» ha florecido una lujuriosa selva oscura de hipó-
~
sado en modo mas estricto, .«implícitamen.te comparado» implica 3tesis y de generalizaciones que no son más que patentes necedades
f
uso de parámetros (perspectiva y proporclOne~). reca~a~os ~~ cas ,t¡:}ueno resistirían un momento si fueran expuestas al control compa-
comparables, y e! empleo de categorías de anállSl,s no idiográficas, ..
decir, derivadas de alguna teoría general o de algun esquema co
tual (framework) generalizante 5.
I,
~
n
Hasta aquí, todo bien. Sin embargo, debemos deter:ern~s en la es comparable
sis que afirma que todos somos, por .tuerz~, voluntana o l~vol JJ
riamente, animales comparantes. La cita oblIgada es Durkheim (1 Si comparar no tiene una razón de ser especial, un objetivo espe- ~
37), quien escribía: «La sociología comparat!va no es ur:a rama de (además del objetivo general de explicar), entonces se puede j~
l!.I

sociología, es la sociología misma en la medida el: que .l;ltenta que no existe, en sentido propio, una metodología de la com- •
car los hechos». Lasswell (1968, 3) retorna esta aftrmaclOn: «El un método comparado. Al decir de Lijphart (1971, 682), la !
I
que científico es inevitablemente co~pa.rativo.»: Con may?r c.a comparativa es aquel sector de la ciencia política que se de-
Almond (1970, 254) sostiene: «si la ciencia política es una ciencia, «mediante una etiqueta metodológica más que sustantiva». De!
modo, Holt y Turner (1970, 5): «en su significado ordinario, ,
das las sociedades y lo que resulta verdadero en una sociedad. La recomendación
rativo se refiere a un método de estudio, no a un cuerpo sus-
preventiva, no metodológica.
5 El criterio para distinguir la política comparativa de la que no lo es no lo de saber». En conjunto digamos que la tesis metodológica ha
ciona el hecho de que se trate de «un solo caso" o «muchos casos», sino por la mejor e! embate de los críticos que la tesis de que comparar
cia entre estudios incomparables (porque se fundan sobre categorías y parámetros controlar. En efecto, siguen apareciendo libros que declaran y uti-
hoc) y estudios comparables. Se trata de un criterio de fácil prueba: basta mirar la
, el método comparativo. Pero analicemos más detenidamente
bliografía de apoyo. La mayoría de los estudios monográficos sobre América L
Japón, etc., cita escritos sólo country-specific, con elegancia y, también, sin pudor
nora la literatura general sobre parlamentos, burocracias, partidos, sistemas Prácticamente nadie (o casi nadie) sostiene que el método compa-
y todo lo que el autor observa en el país estudiado. sea una entidad en sí. Obviamente constituye una parte del
Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 35
34
15-16) sostienen que el método estadístico está sobrevalorado y que
métodO de las ciencias sociales en general. Del mismo modo sería ab-
«el método comparativo es superior al método estadístico por mu-
~ surdo sostener que la lógica de la comparación es diferente de la ló-
r1¡ chas razones». Sea como fuere, sigue siendo verdadero que frente a
J gica en general. Pero el árbol del saber crece, y al tronco se agregan
i «muchas variables, pequeño N» (Lijphart, 1971, 686) la elección es
ramas nuevas o más extendidas. La lógica de John Stuart Mill no sus-
I obligada: el tratamiento estadístico no se puede proponer. Y me pa-
tituye la de Aristóteles, pero ciertamente agrega a la lógica clásica
rece también verdad, como sostienen Ragin y Zaret (1983, 745), que
\. partes inéditas. En este sentido, el método comparativo sub specie de
«el método histórico-cualitativo» no puede ser considerado «una
método lógico deriva en gran parte de Mill 6. Para comenzar ¿ son
cruda aproximación a los métodos estadísticos»: los respectivos pro-
comparables las manzanas y las peras? Desafío a cualquiera a respon-
~ ductos son muy diferentes. Pero vamos a la sustancia.
~ der por ciencia infusa, pues aún hoy hay quienes responden sí, quie-
p ¿Qué es comparable? Regresemos a las manzanas y a las peras.
nes responden no y quienes no saben qué manzanas o qué peras ele-
[ gir. Pues sobre este punto la respuesta es que el método comparativo
¿Son comparables o no lo son? Se trata de un ejemplo fácil. Pero
r se justifica y desarrolla como una especialización del método cientí-
¿piedras y avestruces son comparables? Probablemente la mayoría
~ responderá no, para ser inmediatamente replicado con la objeción:
fico (científico-empírico o científico-lógico) en general.
para declararlos «incomparables», hemos debido, en algún momento,
~ Muy diferente es la cuestión de cómo se califique al método com-
compararlos. Recomencemos desde lo más simple. Manzanas y peras
parativo y de cómo se lo relacione con otros métodos de control que
~ son comparables respecto a algunas propiedades -aquellas que tie-
~ serían, según Lijphart, especialmente el método experimental, por un
j nen en común- y no comparables respecto a otras. De este modo,
lado, y el método estadístico, por otro (1971, 683-85). Con este fin se
manzanas y peras son comparables como fruta, como comestibles,
~ puede volver a repetir que todo es comparado y que todos (incluso e!
•h experimentador y el estadístico) parangonan. Verdadero, pero trivial.
como entidades que crecen en los árboles; pero no son comparables,
~ por ejemplo, en cuanto a su forma. En principio entonces la pregunta
~ La cuestión es que los tres métodos no son equivalentes ni, frecuen-
~ siempre se debe formular así: ¿comparable (bastante similar) respecto
~ temente, opcionales 7. Conservo firmemente la opinión de que «las
a qué propiedades o características, y no comparable (demasiado dis-
~ ciencias de! hombre se valen de cuatro ... técnicas de verificación. Si-
tinto) respecto a qué otras propiedades o características?
guiendo un orden de "fuerza de control" decreciente ... son: 1) el mé-
De lo afirmado hasta este punto puede concluirse que comparar
todo experimental, 2) el método estadístico, 3) el método comparado,
implica asimilar y diferenciar en los límites. Si dos entidades son igua-
y 4) e! método histórico» (Sartori, 1971,8 Y 8-13 passim). La duda
les en todo, en todas sus características, es como si fuesen la misma
que tengo es si e! método estadístico, cuando es posible aplicarlo, se
entidad, y todo termina ahí 8. A la inversa, si dos entidades son dife-
deba preferir a métodos no estadísticos.
rentes en todo, entonces es inútil comparadas, y del mismo modo
Algunos autores (Frendreis, 1983, 258; Y en especial Ragin, 1987,
todo concluye aquí. Las comparaciones que sensatamente nos intere-
san se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte
6 Y más precisamente de sus cánones sobre la inducción, especialmente el método
compartidos (similares) y en parte no compartidos (y declarados no
de la concordancia y el método de la diferencia, que Cohen y N agel reformulan así: 1)
«nada puede ser causa de un fenómeno que no subsista como circunstancia en común
comparables). Sigue presente la cuestión planteada por Osgood
para todas las manifestaciones del fenómeno» (1934, 255), Y 2) «nada puede ser causa (1967, 7): ¿cuándo es que lo mismo es en verdad lo mismo, y cuándo
de un fenómeno si el fenómeno no ocurre, cuando ocurre la supuesta causa» (ivi, p. es que lo diferente es en verdad diferente? Es una pregunta difícil en
259). El tercer canon de Mili, el método de la variación concomitante, constituye una una profesión en la que se repite la cantinela de que las diferencias
derivación.
7 Bien entendido, se dan casos en los que el control puede ser tanto cualitativo
son todas de grado. Si esto es así entonces el problema de Osgood es
como cuantitativo-estadístico. La hipótesis es que la cohesión intra-partidaria es una
8 El término entidad se refiere a cualq uier unidad: sistemas enteros, «segmentos»
función directa del grado de competición inter-partidaria, de tal modo que a menor I.C
subsistémicos (la unidad preferida por La Palombara, 1970), o tambien, por una simple
competición debería corresponder un mayor fraccionalismo interno en los partidos.
característica. Las entidades en cuestión pueden ser cross-country, entre países, o bien
En este eiemplo la comparación es útil para refinar la hipótesis de tal modo que se la ser internas, within country, o también multi-leuel.
puede controlar correctamente mediante técnicas estadísticas.
36 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo
37
en verdad espinoso. Pero si aún recordamos el análisis per genus et la investigación, Tres años después Sempronio reaparece, más bien
differentiam y no desdeñamos las clasificaciones, entonces el pro- deprimido. La hipótesis, admite, no ha sido confirmada: es verdad
blema se resuelve inmediatamente. Clasificar es ordenar un universo que muchos perros-gatos emiten el sonido miau, pero otros muchos
en clases que son mutuamente excluyente s; por lo tanto clasificar es no lo hacen. En cualquier caso, dice Sempronio, en el curso de la in-
establecer similitudes y diferencias. Se entiende que «igual» es una vestigación se me ha ocurrido una hipótesis alternativa: todos los pe-
noción relativa. Con mayor precisión, dos objetos que pertenecen a rros-gatos emiten el sonido bau, bau. Pasan otros tres años, se gastan
la misma clase son mas similares entre sí -respecto al criterio de 100.000 dólares más, y nuevamente la hipótesis es refutada: es verdad
asignación preseleccionado- que los objetos que pertenecen a otras que muchos perros-gatos hacen bau, bau; pero otros muchos no lo
clases, lo que nos deja, en principio, con grados de similitud muy hacen. Sempronio está desesperado, y su director se siente incómodo,
elásticos. La regla de máxima es que mientras menor es el número de no sabe qué más sugerir. Al final le aconseja interpelar al oráculo de
las clases, mayor será la variación (disimilitud) intra-clase. A la in- Delfos. Sempronio llega a la caverna por la noche, y el oráculo se sen-
versa, mientras mayor es el número de las clases, menor es su varia- tía cansado. Cansado de articular respuestas sibilinas. Lo escucha, y
ción interna. Si dividimos los estados sólo entre Monarquía y Repú- movido por la piedad le dice: amigo mío, te diré la verdad sin velos; la
blica obtenemos dos clases demasiado heterogéneas para ser de simple verdad es que el perro-gato no existe.
alguna utilidad. Aun con clases pequeñas los casos clasificados con- ¿Cómo nace el perro-gato? Nace de cuatro fuentes que se refuer-
juntamente no son jamás del todo iguales. Es competencia de quien zan una con otra: 1) el parroquialismo, Ir) el clasificar incorrecta-
clasifica decidir hasta qué punto sus clases deben ser inclusivas (pocas mente, lII) el gradualismo y IV) el alargamiento de los conceptos.
y con redes anchas) o bien discriminantes (estrechas). Por parroquialismo entiendo los estudios de un solo país in
Lo esencial, repito, es que la pregunta «¿qué es cornparable?» sea vacuo, que pura y simplemente ignoran las categorías de análisis per-
siempre formulada así: comparable ¿ en qué aspecto? En esta óptica tenecientes a teorías generales y que entonces adoptan con despropó-
peras y manzanas son, en muchos aspectos (propiedades),
bles. Lo son también, pero menos, hombres y gorilas (por ejemplo,
compara- sito términos fabricados a medida y, al mismo tiempo, sin medida.
Por ejemplo, Sundquist (1988) titula y desarrolla un escrito suyo
J
ambos son animales erectos con manos prensiles). Lo son hasta los
hombres y las ballenas (como mamíferos y animales que no pueden
como «gobierno de coalición en los Estados Unidos». El pro blema es
que la expresión gobierno de coalición se aplica, en todo el mundo, a
iJ
respirar bajo el agua). Se entiende que a medida que se pasa del pri-
mer al tercer acoplamiento las incomparabilidades aumentan; pero
sistemas parlamentarios (no a los sistemas presidenciales de tipo ame-
ricano) en los cuales los gobiernos dependen del parlamento y están
«
liIs¡
hasta aquí no incurrimos en error. Los errores comienzan y se des- constituidos por alianzas de dos o mas partidos. Estas características M
arrollan en torno al «perro-gato»; una invención mía que ilustro, para están ausentes en el caso que Sundquist denomina gobierno de coali-
romper el hielo, con una historia imaginaria (pero no tanto). ción. Nace de este modo un perro-gato (todavía peor, un perro-pez)
que muy pronto terminará en los computers y complicará toda la teo-
ría de los gobiernos, correctamente denominados, de coalición.
El perro-gato El perro-pez de Sundquist es un puro y simple error de nombre,
resultado de la ignorancia parroquia!. El mal-clasificar conduce a
Sempronio ha llegado por fin a su disertación, al Ph.D. ameri- monstruos mas «sofisticados», mas refinados. Piénsese en la etiqueta
cano. Se le repitió hasta el cansancio que su tesis debe ser original y «sistemas monopartidarios» que se utiliza para designar 1) los llama-
que debería girar en torno a una o mas hipótesi.s. Sempronio investiga dos one party States de los Estados Unidos, Japón y, a veces, a Suecia,
los gatos; pero ¿cómo se hace para ser origi.nal estudi.ando los gatos? Noruega y la India, 2) a México, a los países comunistas pre-1 990. El
Piensa y piensa y elige el perro-gato; y su hi.pótesis es que todos ,- problema es que los primeros casos son -en la conceptualización
perros-gatos emiten el sonido miau, miau. Su director de tesi.s ~,Fopuestapor mí- sistemas de partido predominante que pertene-
«interesante», y una tundaci.ón contribuye con l aa .aaa dólares "contextos competitivos (Sartori, 1976, 192-201); México es un
Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 39
38

sistema hegemónico que permite una competición «limitada» (Sar- Por ejemplo, Douglas Rae (1971, 93) rechaza concebir el bi p arti-
tori, 1976, 230-38); mientras los países comunistas son, o han sido, dismo como una clase o como un tipo, y prefiere hablar de «competi-
sistemas de partido único en el sentido preciso del término, y porque ción bipartidaria» que define del siguiente modo: una situación tal
han prohibido en el derecho, y en los hechos, cualquier otro partido que «el primer partido obtiene en el Parlamento menos del 70% de
(que no fuese, si había, un «partido títere» admitido y exhibido como los escaños, y los dos primeros partidos obtienen juntos al menos el
fachada). Dejando de lado la cuestión de la terminología, en cualquier 90% de los escaños». ¿Es correcto? ¿Cómo lo sabe? Lo sabe porque
caso se trata de tres animales muy diferentes. Si los reuniéramos en ha considerado los sistemas clasificados como bipartidarios y ha he-
uno obtendríamos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interese cho las cuentas. Pero aun así ¿por qué 90 en vez de, imaginemos,
descubrir la causa o causas que conducen al monopartidismo. Hun- 88%, y 70 en vez de, digamos, 68%? No hay razón «razonada» para
tingtori (1970, 11) hipotetiza que «los orígenes sociales de los siste- establecer los cortes donde los establece Rae, y, por ende, no hay ra-
mas de partido único se adscriben .., a una bifurcación», es decir, que zón para no variarlos. Variándolos se trasladan los' confines del caso
«los sistemas de un partido tienden a ser el producto o de una acu-
oo'
en cuestión y por ello se redefinen y redistribuyen los casos. ¿Poco
mulación de cleavages ... o bien de la prevalencia de un alineamiento mal? No, mal; porque Rae se propone averiguar si existen «leyes» so-
de cleavage sobre otros». ¿Es cierto? ¿Es un error? No lo sabremos bre los efectos de los sistemas electorales; y variando los límites se
jamás, porque ni ésta ni ninguna otra hipótesis podrá jamás pasar la hacen cuadrar o no cuadrar las leyes. En esta tarea Rae es brillante;
red de nuestro monstruo de tres cabezas. La generalización que quizá pero el punto de principio, o de método, es que las excepciones (y
rige para los gatos no es válida más que en parte para los perros y casi por lo tanto desmentidos) a las reglas son frecuentemente colocadas
para nada para los tigres. El error es aquí de clasificación (no sólo de en los lugares de los cortes, de tal modo que basta variar un poco los
terminología), porque diciendo partido único se recurre a un criterio cut-off points para borrar las excepciones o, viceversa, para descubrir
numérico de clasificación de los sistemas partidarios: y un correcto desmentidos. En lo esencial el «gradualismo» crea animales a sopli-
clasificar que se deriva de un solo fundamentum divisionis, de un dos, que podemos manipular del mismo modo que el gobernador
s.. :i solo criterio, necesariamente produce clases mutuamente excluyen- Gerry manipulaba las circunscripciones electorales, dando lugar al
l;¡llt.I' tes, clases que no consienten que «uno» y «más de uno» vayan jun- arte -el gerrymandering- que ha inmortalizado su nombre.
tos. Sólo una seudoclase puede consentir que] apón y China, Suecia y Por último, y resumidamente, los perros-gatos son procreados
México, Estados U nidos y Albania puedan ser asignados a un mismo continuamente por el concept stretching (Sartori, 1970, 1034; 1971,
20), el alargamiento de los conceptos. Tomemos el término «consti-
contenedor.
Un ulterior productor de perros-gatos es -decía- el «gradua- tución». Si el término ha sido estirado hasta el punto de significar
lisrno», que a su vez es producto del abuso de la máxima según la cual cualquier forma de estado, entonces la generalización «las constitu-
todas las diferencias son diferencias de grado, que pueden extenderse ciones obstaculizan las tiranías» es fuenemente desmentida (mientras
sobre un continuum de más-menos. De este modo no hay sanos o en- resultaría confirmada cuando se refiere a la acepción estrecha o ga-
fermos, sino más o menos sanos-enfermos. Por esta vía, tal vez este- rantista del término). Considérese «pluralismo». Si todas las socieda-
mos en pie, o tal vez nos veamos obligados a estar en cama; frecuen- des son declaradas, en alguna acepción de la palabra, pluralistas, en-
temente vivimos en casa, pero nos ocurre también terminar en el tonces resulta indemostrable que el pluralismo se relacione con la
hospital. ¿Cuál es la demarcación, la frontera entre los dos estados! . democracia. Considérese «movilización». Si la palabra se amplía
En el ejemplo la respuesta es fácil: hemos inventado el termómetro de hasta el punto de abarcar tanto la participación como actividad vo-
mercurio en el cual se establece que el puntO de división es aproxima- luntaria, actuar por sí mismo, como actuar por la fuerza, o hetero-
damente en torno a los 37 grados. Pero en las ciencias sociales no hay movimiento (movilización en sentido propio), entonces tenemos un
termómetro y mucho menos existen «grados naturales» que estable- perro-gato gracias al cual la generalización (verdadera) de que la par-
cen la discontinuidad del continuo. Aquí los cut-off points, los pun~ ticipación caracteriza a la democracia puede ser (falsamente) decla-
tos de división, son arbitrarios, y dejados a la decisión de cada uno. rada falsa. Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto de con-

~
~.

l'
Gio vanni Sartori Comparación y método comparativo 41
40

vertirse en nada es «ideología». En su uso corriente la palabra no Hasta aquí no hay problemas. Pero el control comparado se re-
tiene más contrario; todo es ideología por definición, sin posibilidad fiere a hipótesis generalizantes, a «leyes» (casi -leyes) respecto de las
de prueba contraria; de este modo el pensamiento-falso y la investi- cuales el problema surge de las excepciones. Más precisamente,
gación de la verdad se confunden en una noche posthegeliana en la ¿cuándo y cuántas excepciones matan una regla? El problema sigue
cual toda la zoología está constituida por vacas grises. muy abierto, y si no lo ordenamos entonces todo el comparar
Entonces, con el perro-gato y derivados (perro-tigre, perro-peral, -tanto en su porqué cuanto en su cómo- corre el riesgo de nau-
etc.) el control comparado se vacía de utilidad. Mientras más produ- fragar.
cimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verificar
(o falsificar) sobre cualquier cosa.,;

I
Reglas y excepciones

Cómo comparar Repitamos la cuestión planteada en la siguiente forma: ¿en qué


R- medida una regla puede soportar excepciones? El dicho común de
Supongamos que hemos establecido que una cosa es claramente 1> que las excepciones confirman la regla no está bien dicho; en verdad
comparable con otra cosa, y en qué aspecto. Queda por establecer' se debe decir que la noción de excepción presupone la existencia de
cuál es la, estrategia comparativa a adoptar. «A veces el c?mpat~ústa ¡ regularidades; lo que no nos ayuda mucho.
subrayara las similitudes, a veces las dlferenclas. Prestara atención a "- Comencemos sosteniendo que si una ley o regla es concebida
las diferencias en los contextos que son similares, o ... buscará analo- "' «determinísticamente», entonces una sola excepción es suficiente
gías en sistemas diferentes» (Dogan y Pelassy, 1984, 127). Paralela- para refutarla. Pero las leyes de las ciencias sociales no deben conce-
mente se dan dos enfoques: elegir sistemas más semejantes, o bien birse determinísticamente, es decir, siguiendo la fórmula: si está dada
elegir sistemas más diferentes 9. En el primer caso el investigador la causa entonces está dado el efecto. No: dada una causa no es cierto
compara sistemas «cercanos», es decir, similares en la mayor cantidad el efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales,
, siempre he sostenido (1979, 52), no es válida la determinación causal,
de características posibles, lo que le permite dejar de lado un alto nú-
mero de variables bajo la cláusula cetens paribus, es decir, declarán- I!'t sino la indeterminación causal. Aquí también se dan causas; pero cau-
dolas iguales. La presunción es que los factores comunes de países l' sas cuyos efectos no son «necesarios» como lo son en las leyes natu-
relativamente homogéneos (las llamadas «áreas», como Europa occi- ' rales. En efecto, estamos habituados a decir que nuestras generaliza-
dental, América Latina, etc.) son irrelevantes a la hora de explicar las f" ciones, nuestras cuasi-leyes, son «probabilísticas». Sí, a condición de
diferencias. El ideal sería encontrar entidades similares en todas las , que se relacionen con el significado de probabilidad. Si se trata de
variables excepto en una, es decir, excepto en aquella variable que nos f, probabilidad en el sentido estadístico y matemático del término, en-
interesa investigar. Por el contrario, en el segundo caso el investiga- tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta-
dor relaciona sistemas que difieren en la medida de 10 posible, en _' dísticas son justamente leyes estadísticas; no leyes en el sentido que
todo salvo en el fenómeno que se investiga. En el ejemplo de Prz.e- :, nos interesa, es decir, generalizaciones (regularidades) explicantes que
worski y Teune (1970,35), si las tasas de suicidio son las mismas en-l' implican un scire per causas, una comprensión fundada sobre causas.
tre zunos, suecos y rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton-I~~ Supongamos que la duración media de la vida sea de 66 años, o que la
ces está claro que el fen'ómeno no se puede explicar por factores: frecuencia de los nacimientos femeninos es superior a la de los naci-
sistémicos, factores que deben ser ignorados.- mientos masculinos son leyes o probabilidades estadísticas que son
verdaderas pero que no explican. Por lo tanto, cuando decimos que
o Esta última, el most different systems design, es la estrategia recomendada por 4,
las leyes de las ciencias sociales son probabilísticas decimos sólo que
Przeworski y T eu ne (1970), Bi,n, Pero "0 entiendo po< qué esta estrategia debe ne ce- ,;
sariamente consistir en «análisis de niveles múltiples» y observar «comportamientos a ~, son «leyes de tendencia». Lo que no resuelve para nada el problema
un nivel inferior al de sistema» (ivi, p. 34). que en verdad debe resolverse: cómo considerar las excepciones.
42 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 43

En la medida en que las leyes en cuestión no son deterministas, se escribir (reconcebir), Dante suena bien en inglés y Shakespeare en
deriva que una o pocas excepciones las debilitan pero no son sufi- italiano. En resumen, traducir como creación de auténtica equivalen-
cientes para refutarlas. Establecido esto, supongamos que nuestras le- cia es difícil pero no imposible. En la actualidad está en auge la tesis
yes son de! tipo si entonces, donde el «si» está constituido no por de la «inconrnensurabilidad de los conceptos» que niega a cualquier
condiciones suficientes, sino (para seguir con e! ejercicio mental en efecto esta posibilidad, incluso comparar. Es una tesis que encuentra
cuestión) por condiciones necesarias. En tal caso especificar las con- su apoyo epistemológico en Feyerabend (1975) Y que puede formu-
diciones necesarias es especificar cuándo se aplica una ley o no; y larse, respecto de la comparabilidad, así: nuestros conceptos están
aumentar el número de las condiciones necesarias es restringir su ám- tan impregnados de contexto, tan enraizados en su respectiva cul-
bito de aplicación. Para nuestros fines esto significa que las excepcio- tura, historia y localidad, que resultan «inconmensurables»!". Pero
nes están en función de las condiciones necesarias en el sentido de como Feyerabend no me provoca ninguna impresión'? especial, tam-
que son reducidas (eliminables) agregando condiciones adicionales. poco me impresiona la «inconm ensurabili dad» extrema, inspirada
La ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos fracasa en la prueba por él. Resulta más verdadera la tesis contraria de que los conceptos
experimental si no se circunscribe con la condición «caída en el va- son generalizaciones camufladas, contenedores mentales que mez-
cío». Por lo tanto un primer modo de afrontar e! problema de las ex- clan e! fluir incesante de percepciones siempre diferentes y discretas.
cepciones es reducir el ámbito de aplicación de una ley precisando Pero mientras los actuales defensores de la inconmensurabilidad exa-
mejor las condiciones. Otra manera de proceder es reformular una geran, y mucho, Dilthey y Rickert distinguían bien, hace más de un
ley de talrnodo que se puedan incorporar las excepciones en su siglo, entre saber ideográfico, típico de la historiografía, y saber no-
misma formulación 10. Solamente después de haber seguido las dos es- motético, típico de la ciencia natural. Aquí no se erige una prisión de
trategias hasta agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ex- inconmensurables cerrados en sí mismos a modo de mónadas, sino
plicando las excepciones con argumentos ad hoc, circunstanciales 11. que se propone una alternativa entre estudio «configurativo» y estu-
Pero en ningún caso una ley puede ser declarada «determinís- dio generalizante; una alternativa que implica pérdidas y beneficios,
:II~
rica ... con las excepciones mencionadas» (Riker, 1982,761). pero que permite también compensaciones recíprocas. La investiga-
ción monográfica y e! estudio del caso privilegian la densidad de la
comprensión individualizante, de un Verstehen en profundidad. Por
Inconmensurabilidad y generalidad el contrario la investigación comparativa sacrifica la comprensión-
en-contexto -y de! contexto- a la inclusividad y en proporciones
Vayamos a la objeción de fondo: ¿es en verdad posible compa- generalizantes.
rar? ¿Existe de verdad la parangonabilidad de la que hablamos? Es Llegado al límite se debe elegir. En la práctica las dos vías se pue-
parecido a la objeción que se hace al traducir una lengua a otra. Se- den en algún modo y medida cornbinar ". De hecho el comparatista
gún la máxima los traductores son «traidores». Claro que, en algún
sentido, lo son. Cuando me traduzco a mí mismo me reescribo. Pero 12 Más exactamente, en Feyerabend el contexto es teórico, mientras para los soció-
también he encontrado traductores que mejoran e! texto que tradu- logos y politólogos que hoy cabalgan sobre el tigre de la inconmensurabilidad el con-
texto es fundamentalmente histórico cultural. Sin embargo, sin Feyerabend a las espal-
cen. Si traducir es en alguna medida traicionar y en cierto modo re-
das la inconmensurabilidad de sus vulgarizadores tendría menos aliento.
1) En Sartori (1984b) la contribución de Kotowski (pp. 403-451) analiza el con-
Ambas estrategias son ilustradas con referencia a las «leyes» sobre la influencia
10 cepto de revolución, concepto que debería ser particularmente sensible al «teor eti-
de los sistemas electorales en Sartori (1984a, 16, 31, e passim). cismo» de Feyerabend: y en cambio no: la mayoría de las características de «revolu-
II En términos generales sigo a Lakatos (1970, 116), para el cual una teoría T es fal- ción» resulta compartida entre marxistas y no marxistas. Se puede ver en el volumen
sificada, y entonces debemos rechazar la, «si y solo si otra teoría l' ha sido propuesta citado mis críticas; pero especialmente las notas críticas de Lane (1987).
con las siguientes características: 1) T' posee mayor contenido empírico que T. .. 2) l' 14 Lo explica bien Bendix (introducción a Beridix, 1964 y 1978). En realidad Toc-
explica el éxito precedente de T. .. 3) parte del contenido empírico de T' está corrobo- quevilJe no es exclusivamente idiográfico, y Max Weber juega sobre ambos campos.
Sobre ambos, ver Smelser (1976, caps. 2 y 5).
rado».
-l4 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 45

debe recoger la información de estudios mono gráficos y «configura- de relacionar universales y particularidades es organizar nuestras
tivos» así como el especialista de un solo país que ignora el aporte categorías a lo largo de escalas de abstracción regidas por la regla de
comparado se empobrece (y peor). Este aspecto ha sido formulado transformación (tanto en dirección ascendente como descendente)
con nitidez por Lipset (1963, 9-10) así: «El analista de la sociedad por la cual la connotación y la denotación de los conceptos está en
debe elegir entre un enfoque primariamente histórico o primaria- relación inversa. De este modo con la finalidad de hacer un con-
mente comparado (...) pero no puede ignorar el otro. Sin el examen cepto más general -incrementando también su capacidad de via-
de ... diferentes países es imposible saber en qué medida un factor jar- debemos reducir sus caracter ísticas o propiedades. A la in-
dado posea el efecto que se le atribuye en un solo país». versa, con la finalidad de hacer un concepto más específico -y
Hablando metodológicamente, en cualquier caso, la elección en- entonces contextualmente más adecuado- debemos aumentar las
tre individualizar y generalizar es una elección que se impone. Por lo propiedades o características. No me detengo más en este punto
tanto es de interés establecer, siempre en clave de método, cómo con- porque ya he considerado abundantemente la escala de abstracción
vertir o al menos relacionar los dos procedimientos. En un pasaje en otros trabajos. Pero es como predicar para sordos. En parte es
muy citado Yerba nos presenta su convergencia como una especie de porque para llevar a cabo transformaciones de objetos se requiere
remolino vicioso, de enroscamiento que termina en estrangulamiento un mínimo de adiestramiento lógico (que cada vez brilla más por su
(de la política comparada). El pasaje merece ser enteramente trans- ausencia). Pero también se debe a que es infinitamente más fácil in-
cripto. «Para ser comparativistas, se nos dice, deben formularse gene- vocar la inconmensurabilidad o bien dejar que los ordenadores lo
ralizaciones o leyes comprensivas (covering laws) que se aplican a to- hagan por nosotros".
dos los casos de un determinado tipo (...) Pero ¿dónde están las leyes
generales? Las generalizaciones se decoloran cuando prestamos aten-
ción a los casos individuales. Agregamos variables intervinientes a va- El estudio de caso I
riables intervinientes y como los casos son pocos entonces llegamos a
una explicación hecha a medida para cada caso. El resultado termina Antes de concluir debemos detenemos en cómo la comparación J:I
por tener sabor idiográfico o configurativo ... A medida que volvemos
a introducir más y más variables en el análisis con el fin de llegar a ge- ¡ se relaciona con el estudio de caso entendido específicamente como
case study heurística, crucial, o también desviante 17. En esencia el W
neralizaciones aplicables a una amplia serie de sistemas políticos, ter-
minamos por introducir tantas que obtenemos casos únicos» (Verba, [
caso se elige expresamente o porque nos resulta útil para generar hi-
pótesis o porque es «crucial» a la hora de confirmar o no confirmar «
1967, 113).
Todo lo dicho hasta ahora es una muestra de cómo nos hemos
enredado y hemos enredado todo; el problema es que no da nin- I
una teoría. Cuando es así es claro que análisis de caso y análisis com-
parativo son búsquedas complementarias que se refuerzan entre sí.
Es también claro que los estudios de caso en cuestión deben ser, para
:J
~'
guna receta para salir. «¿Dónde están las leyes generales?». Obvia- ser tales, implícitamente comparativos. Lo que no quita que el estu-
mente (la pregunta de Yerba es retórica) no hay, ni puede haberlas, dio de un solo caso no pertenezca al método comparativo. Un solo
puesto que hasta hoy no hemos aclarado nuestras ideas sobre cómo
16 Una vía allanada por la anotación de Przeworski y Teune (1970,12) sobre que
formuladas 15, y aunque tuviésemos una ley en la palma de la mano,
«en gran parte los problemas de unicidad versus universalidad son redefinibles como
produciríamos de inmediato un perro-gato. «Agregar variable inter- problemas de medición», Sería agradable; pero no es verdad.
viniente a variable interviniente» resulta ciertamente un modo con- 17 El máximo propugnador del case study es Eckstein (1975). El problema ha sido
traproducente de afrontar el problema. Hace tiempo (Sartori, 1970, discutido también por Lijphart (1971, 1975). Los dos autores divergen más en la termi-
:~f
nología que en la sustancia. En efecto, Lijphart insiste sobre el caso hypothesis genera-
1040-45; 1975,16-19; 1984b, 44-46) propuse que un método capaz
ting, mientras Eckstein entiende por «caso crucial» un caso preelegido con la finalidad
de confirmación-no-confirmación de una teoría. Por otra parte, el primero explicita la
\\ Desarrollo el punto, en referencia a las leyes de Duverger sobre los sistemas noción de «caso desviante», bien ejemplificada por Lipset (1956), que estudia justa-
electorales, en 1984a, 11-16. mente una «desviación» de la ley de hierro de la oligarquía de Michels.
Comparación y método comparativo 47
46 Giovanni Sartori

caso, aun tratándose de un caso crucial, no basta para confirmar una inversa, de los procesos de democratización ¡s. Pero también en los
generalización (aunque aumente su plausibilidad) y tampoco alcanza trabajos de más brillo la formulación de las hipótesis, cuando se hace,
para refutarla (si bien la debilita). Pero mantener la distinción entre es tímida y el control comparativo es siempre suavizado. ¡Qué pena!
case study y comparación no implica en modo alguno que esta úl- Con un mínimo incremento de conciencia y de seguridad metodoló-
tima sea, heur ísticamente, superior al primero. Sólo establece que gica podríamos hacer mucho más. Los frutos están a la vuelta de la
cuando se llega al control del conjunto, entonces la comparación es esquina. ¿ Por qué no cogerlos?
útil.
¿ Es útil, o debería ser útil? Ya en la segunda mitad de los años se-
senta Yerba (1967, 113) se preguntaba: «¿por qué con tanto movi- Referencias bibliográficas
miento, ha habido tan poco movimiento hacia adelante ?». Y res)?on-
Almond, G. (1970), Polítical Theory and Political Science, ahora en Polui-
día: «en parte la respuesta se encuentra en lo áspero [toughness] del
cal Deuelopment: Essays in Heuristic Theory, Boscon, Little, Brown &
problema». Sí, pero sólo en parte. La respuesta entera es que justa-
Co.
mente porque la comparación hecha seriamente es tough, es difícil, Bendix, R. (1963), Concepts and Generalízations in Comparative Sociological
precisamente por ello una disciplina sin disciplina lógica, metodoló-
gica y terminológica naufraga rápidamente. En los mares cerrados se
:
,.
Studies, en «American Sociological Review», XXVIII, pp. 532-39.
(1964), Nation Building an d Citizenship, Nueva York, Wiley. Trad. esp.
puede navegar aún a ojo. Pero en los mares abiertos -los mares de la
comparación- quien navega al azar y sin brújula corre el riesgo, en 1
f:'
~
Estado Nacional y ciudadanía (1974), Buenos Aires, Amorrortu.
(1978), Kings or People, Berkeley, University of California Press.
cada momento, de naufragar. Se nos dice (lo recordaba al comenzar) fi
~"

Cohen, M. B. Y E. Nagel (1934), An Introduction to Logic and Scientijic


Method, Londres, Routledge and Kegan Paul. Trad. esp. Introducción a
que la política comparativa no consiste en comparaciones. Al mismo 1"é!

¡
tiempo nadie nos explica (probablemente porque la «nueva metodo- la lógica y al método científico (1983), Buenos Aires, Amorrorru.
Dogan, M. y D. Pelassy (1984), How to compare Nations: Strategies in Corn-
logía» ha perdido el lagos y casi se reconoce sólo en la estadística)
parative Politics, Chatham, Chata m House.
cómo considerar peras y manzanas y todavía menos el perro-gato. El Durkheim, E. (1947), Les Regles de la Jvléthode Sociologique, París, Presses
,,~.¡I
más reciente Yerba (1985, 28) se consuela escribiendo que «en reali- Universitaires de France. Trad. esp.: Las reglas del método sociológico
dad las cosas van mejor ... pero el progreso no nos basta nunca, y el (1978), Buenos Aires, La Pléyade.
progreso crea nuevos problemas y nuevas frustraciones»; y por ende Ecksrein, H. (1975), Case Study and Theory in Political Science, en F. 1. Gre-
si «la política comparativa es, y ha sido, desilusionante ... lo es en rela- enstein y N. W. Polsby (cornp.), Handbook 01 Political Science, vol. 7,
ción a las esperanzas ... originarias, no ... en sus resultados efectivos». cap. 3. Reading, Addison-Wesley.
No, no estoy de acuerdo. Feyerabend, P. (1975), Against Method, Londres, Verso. Trad. esp., Tratado
Yerba exagera en la absolución. Claro que tampoco yo debo exa- contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento
gerar en la crítica. Mis reservas se refieren en particular al desarrollo (1981), Madrid, Tecnos.
Fisichella, D. (comp.) (1985), Metodo Scientijico e Ricerca Politica, Roma, La
de la ciencia política en Estados Unidos, y a la absurda distinción
Nuova Italia Scientifica.
-mencionada al comienzo- entre americanistas y cornparatistas, o Frendreis, J. P. (1983), Explanation 01 Variation and Detection 01 Covaria-
mejor a la absurda interpretación que ha resultado de ello. En Italia tion: The purpose and Logic 01 Comparative Analysis, en «Cornparative
los comparatistas multinacionales, por así decir, no son legiones; pero Political Studies», XVI, pp. 255-72.
casi todos nuestros politólogos son «implícitamente» comparatistas Graziano, L. (comp.) (1986), La Scienza Politica in Italia: Bi/ancio e Prospet-
en el sentido de que sus parámetros son comparados. En segundo lu-
gar, y en general, mis críticas se refieren especialmente a la injra-utili-
zación del método comparativo. No sostengo -sería absurdo- que
I
l.
tive, Milán, Angeli.

18 Me vienen a la mente los nombres de Giuseppe di Palma, Juan Linz, Seymour


no se realizan excelentes trabajos de amplia y explícita comparación. [ M. Lipset, Arend Lijphart, Leonardo Morlino, Philippe Schrnitter. Y ciertamente el
Tal es hoy, por ejemplo, el estudio de las crisis democráticas o, a la ! elenco debe ser completado. .
r
¡
I
~
48 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 49

Holt, R. T. y.J. E. Turner (comp.) (1970), The Methodology of Comparative ,;: Sartori G. (1970), Concept Misformation in Comparative Politics, en «Arneri-
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ELMÉTODO COMPARATIVO:
DOS DÉCADAS DE CAMBIOS

David Collier

La idea de que la comparación sea «algo bueno» nace directa-


mente de nuestro modo intuitivo de comprender el mundo. La com-
paración aguza nuestra capacidad de descripción y resulta ser un pre-
cioso estímulo para la formación de conceptos. N os proporciona los
criterios para someter a verificación las hipótesis, contribuye al des-
cubrimiento por vía inductiva de nuevas hipótesis y a la construcción
de teorías. Harold Lasswell, en el artículo que enceraba el primer nú-
mero de la revista «Compararive Polirics», afirmaba que la importan-
cia alcanzada por la comparación en un buen análisis es tal que el mé-
todo científico es inevitablemente comparativo (Lasswell, 1968, 3).

Una versión distinta de este artículo aparecerá en Comparative Political Dynamics:


Globals Research Perspectio e, compilado por Dakwart A. Rustow y Kenneth P. Erick-
son (Harper and Row, 1991) con ocasión del vigésimo aniversario de la revista «Co m-
parative Politics». En la revisión y mejora de este artículo he tenido muchas y valiosas
sugerencias de Kenneth Paul Erickson. Otros comentarios útiles me llegaron de Ruth
Berins Collier, James Fearon, Leonardo Mor lino y Deborah L. Norde. Muchas con-
versaciones con Christopher Achen y Merrin Shanks han sido importantes en la for-
mación de mis ideas sobre el método comparado. Achen también me ha hecho útiles
comentarios a este artículo. Esta investigación ha sido financiada con contribuciones
de la Fundación Guggenheim del Social Science Research Council y del Institute of
Governmental Studi es de Berkeley.

51
David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 53
52

Dentro de ese sector de la ciencia política que es la política com- cado a los estudios internacionales}. Esa literatura ha establecido una
parativa, el interés hacia las técnicas de la comparación está muy vivo; serie de normas y de prácticas para los estudios con un «N pequeño»,
la expresión «método comparativo» se suele usar para referirse a ha traído a primer plano importantes debates acerca de cómo llevar a
aquellos especiales problemas metodológicos planteados por el análi- cabo estos análisis y ha creado en el ámbito de la política comparativa
sis sistemático de relativamente pocos casos, o de un «N pequeño». un terreno común de acuerdo que ha jugado un importante papel en
Esta tendencia a analizar pocos casos casi parece que venga en parte la práctica de la investigación de ese sector disciplinar. Este es el mo-
del tipo de fenómenos macropolíticos que suelen estudiar los especia- mento de valorar las temáticas del método comparativo que se han
listas de política comparativa -como las revoluciones, los regímenes discutido en los años siguientes y de considerar sus implicaciones
políticos nacionales y la evolución de los estados-naciones-. El pro- prácticas.
blema del N pequeño nace o porque estos fenómenos acaecen de ma- Para ello tomaré como punto de partida el artículo de Lijphart
nera relativamente poco frecuente, o porque, cuando son más comu- publicado en 1971 4, que se destaca de entre todos los estudios de ese
nes, se piensa que se pueden entender mejor mediante un cuidadoso período por su síntesis creativa de los temas fundamentales de la
análisis de un número relativamente reducido de observaciones'. En comparación y de las relaciones entre el método comparativo y otros
la última década la práctica de concentrarse en pocos casos ha reci- sectores de la metodología. En mi análisis utilizaré la perspectiva de
bido un nuevo impulso con el nacimiento de la escuela de «análisis Lijphart como punto de partida para pasar revista a los nuevos posi-
histórico-comparativo», en la que el estudio de países durante largos cionamientos que se han producido en las dos décadas siguientes.
períodos de tiempo reduce la posibilidad de tener en cuenta un gran
número de casos nacionales 2.
El estudioso, cuando opta por el estudio de un número de casos La posición de Lijphart
<
relativamente reducido, se encuentra ante el dilema tradicional del [
Lijphart define el método comparativo como el análisis de un nú-
que tiene que tratar «con muchas variables y un N pequeño», como
ha dicho Arend Lijphart (1971, 686), dilema que ha producido un im- mero reducido de casos, de dos a menos de veinte. El objeto principal
de su artículo (Lijphart, 1971, 683-85 Y 691-93) es valorar el método
J: L ~
'¡'I"1
portante cuerpo de estudios. Si bien tales estudios tienen origen en
múltiples ámbitos de la metodología de las ciencias sociales -por lo comparativo en relación a los otros tres métodos -experimental, es- W
que en modo alguno están aislados culturalmente-
considerarlos como un sector distinto de la metodología
con todo, cabe
aplicada,
tadístico y estudio de caso- a la luz de dos criterios: a) en qué me-
dida permiten poner a prueba una teoría mediante la confrontación «" ,

que se extiende mucho más allá del terreno de la política compara-


tiva, abarcando un amplio espectro de obras que caen dentro del ám-
bito de la ciencia política, de la sociología, de la economía, de la psi-
entre explicaciones rivales; b) la dificultad de conseguir los datos ne-
cesarios para emplear cada uno de los métodos (cfr. fig. 1).
El método experimental tiene el gran mérito de proporcionar ro-
:J Im

cología y de la estadística. bustos criterios de elirrí.inación de las explicaciones rivales; pero la-
s
El final de los años sesenta y los primeros años setenta han sido mentablemente es imposible crear datos experimentales adecuados
testigos de un «boom» de trabajos sobre el método comparativo apli- para la mayoría de los temas importantes en los estudios internacio-
I
1 En muchos otros sectores la investigación de pocos casos es especialmente fe-
) Por ejemplo: Merrit y Rokkan (1966), Kalleberg (1966), Yerba (1967), Smelser
cunda.
2 Más adelante nos referimos a las obras que se insertan en esta tradición. En la me- (1968), Lasswell (1968), Przeworski y Teune (1970), Merritt (1970), Etzioni y Dubow
dida en que un estudio es longitudinal, el número de casos puede aumentarse mediante (1970), Sartori (1971), Lijphart (1971), Vallier (1971), Zelditch (1971), Armer y Grim-
la comparación en el tiempo. Sin embargo, dado que el objetivo de muchos estudiosos shaw (1973).
4 En el ámbito de esta discusión hay que poner de manifiesto las concordancias en-
que realizan análisis histórico-comparados es el de explicar las configuraciones globa-
les de los estados concretos así como se han manifestado en períodos largos, estos re- 1'" tre el análisis de Lijphart y el excelente artículo de Smelser, publicado anteriormente:
sultados con frecuencia no pueden desagregarse en una serie de observaciones longitu- cfr. Smelser (1968). Smelser ha reelaborado estos análisis en un volumen aparecido al-
dinales. Por lo tanto el número de casos puede seguir siendo reducido. gunos años más tarde (Smelser, 1976).
I
I
54

Método del
estudio de caso
Método
comparado
David Collier

Método
experimental
r
fl
i(,
El método comparativo:

Método del
estudio de caso
dos décadas de cambios

Innovaciones en e! Método
55

método comparado experimental

Mérito: permite un Se define como: análisis siste- Méritos: Elimina las Nuevas perspecti- 1. Mayor comprensión de Difusión de ideas ya conoa-
examen intensivo de mático de un reducido número exp licaciones ri vales vas sobre los estu- los tipos de estudio com- das e introducción de nuevas
casos incluso con re- de casos (N pequeño). gracias al control ex- dios de caso: parado que sUfone una ideas sobre el diseño de la in-
cursos limitados. perimental. acentuación de papel de vestigación cuasi-experimen-
Méritos: «dada la inevitable es- 1. Nueva defensa las investigaciones inter- tal
del estudio de pretativas y la idea de un l. Se difunde la metodo-
casez de tiempo, energía y re-
caso (Camp- «ciclo de investigación" logía de los cuasi-experi-
Problemas in trinse- cursos financieros, el análisis Problemas intrínse-
bell). entre los distintos tipos mentos y de las series his-
cos:: aportación a la intensivo de pocos casos puede cos: El control expe- (Skocpol y Somers). tóricas interrumpidas.
formación de teorías ser más prometedor que un rimental es imposible 2. Mejoras de la ti- 2. Posteriores justificaciones 2. Caso ejemplar de análi-
inferior respecto de análisis superficial estadístico para la mayor parte pología de Lijp- del N pequeño sis de series históricas inte-
los estudios con más de muchos casos" (Lijphart, de los temas de polí- han de los estu- 2a. Perseguir un «enfoque rrumpidas: el estudio de
casos. 1971,685). tica comparada. dios de caso configura tivo discipli- Campbell y Ross sobre los
( E e k s t e in, I'S nado" (Verba, Al- .tI efectos de los límites de ve-
George). mond y Genco). locidad.
Problemas intrínsecos: débil ca-
2b. Evitar el. problema del 3. La codificación de la
! Tipos de estudio
caso:
de pacidad de confrontar explica-
Método estadístico 3. El process tra- «es tir arru e n to concep- eualuation research contri-
ciones alternativas; en especial tual" (Sart ori). buye a la difusión de las
cing mejora el
rti el problema de «muchas varia- Méritos: Confronta ,~¡" análisis causal 2c. Facilitar el procedi- ideas sobre los cuasi-expe-
- ateóricos bles, pocos casos". las explicaciones riva- en los estudios miento de la «descrip- nrnentos.
- Interpretatlvos les mediante el con- de caso (George ción densa» y de otras 4. Propuesta de solucio-
~ - generadores de hi- Soluciones posibles: trol estadístico. y McKeown). formas de comprensión nes estadísticas al pro-
f pótesis - aumento del número de ca- interpretativa (Geerrz y blema del selection bias en
11., 4. Crítica de la otros muchos). los cuasi-experimentos.
- que confirman sos
¡ una teoría - atención a los casos que se Problemas intrínsecos:
contribución de 2d. Perseguir la profundi- (Achen)
;;, :ii·:m los estudios de dad analítica de! enfo-
- que debilitan una comparan Límites de tiempo y que «case o r ie n r ed»
,~;I ,,,!.ir.:. caso en la eva- Método estadístico
teoría':' - reducción del número de de recursos hacen di- luación de las (Ragin).
- estudio de casos variables fícil recoger informa- teorías (Achen 3. Nuevos debates sobre la Nuevas cautelas y nuevas
desviantes, 1. combinando las variables ciones adecuadas so- y Snydall). solución del problema de soluciones
2. utilizando teorías más par- bre un número de muchas variables con N 1. Crítica por parte de un
casos suficiente. pequeño famoso estadístico de la
simornosas
3a. El recurso a un mayor práctica común estadística
número de casos se sos- en las ciencias sociales (Fre-
tiene, pero también se edman).
FIGURA l.-Método comparado según Lijphart (1971). critica. 2. Nuevas técnicas esta-
3b. Discusión entre e! re- ~ dísticas relativas al análisis
curso a casos compara- con un N pequeño.
nales. El método estadístico posee la ventaja, débil pero más preciosa, bles y el recurso a casos 3. Caso ejemplar de la
contrastan tes (Lijphart aportación de otros estu-
de confrontar explicaciones rivales mediante el control estadístico; el en contraposición a diosos al perfecciona-
problema es que con frecuencia no es posible recoger una cantidad de Przeworski y Teune). miento del análisis estadís-
3c. Nuevas orientaciones tico COI1 un N pequeño: el
datos fiables lo suficientemente amplia como para poder recurrir a para reducir el número debate sobre neocorporati-
este tipo de análisis. El método del estudio de caso tiene el gran mé- de variables junto al re- vismo y desarrollo econó-
rito de permitir al estudioso con poco tiempo y recursos modestos curso a teorías más mico en Europa occidental
fuertes. (Lange, Garrett, J ackman,
analizar con atención por lo menos un caso. No obstante, las posibi- Hicks, Patterson).

':. Según Lijphart lo máximo que los estudios de caso pueden hacer es debilitar una
FIGURA 2.-Las nuevas perspectivas del método comparado.
teoría. Según este autor no es posible que un estudio de caso falsifique una teoría.
David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 57
56

lidades de un control sistemático de las hipótesis son, con mucho, que son el centro del análisis, permitiendo evaluar más adecuadamente
más limitadas que en los otros métodos. A pesar de ello los estudios su influencia. De manera que en la selección de los casos se introduce
de caso han supuesto una efectiva contribución y Lijphart nos ofrece un sustituto parcial del control experimental o estadístico. En se-
una sugestiva tipología del papel que han cumplido los diferentes ti- gundo lugar, los investigadores pueden reducir el número de variables
pos de estudio de caso en la verificación y en la construcción de las combinándolas entre sí o bien recurriendo a la parsimonia teórica, es
teorías, proporcionando un excelente examen de los distintos modos decir, a una cuidada elaboración teórica que permita concentrarse so-
en que pueden ubicarse los estudios de caso en una perspectiva co m- bre un número más reducido de factores explicativos.
paratlva. Por lo tanto, Lijphart nos ofrece una formulación sintética de las
El método comparativo, tal como viene definido por Lijphart, relaciones entre el método comparativo y las otras metodologías, así
goza de un status intermedio entre las dos dimensiones consideradas. como de las posibles soluciones a los dilemas fundamentales plantea-
Si lo comparamos con el método experimental y el estadístico, ofrece dos por el problema del N pequeño, intrínseco al método compara-
un fundamento más débil para proceder al control de las hipótesis, tivo.
sobre todo debido al problema de las muchas variables con un N pe-
queño, pero, siempre con la finalidad de controlar las hipótesis,
ofrece un fundamento más robusto que el de los estudios de caso. En Los desarrollos más recientes del método comparativo
efecto, el método comparativo, aunque tenga el problema de disponer
de más variables que casos, permite en cualquier caso la posibilidad En las dos décadas posteriores al estudio de Lijphart se ha asistido
de proceder a análisis siternáticos, que, si se utilizan adecuadamente, a numerosas innovaciones en el método comparativo y a un reno-
aportan una contribución a la confrontación entre explicaciones al- vado interés hacia aquellas metodologías que ya estaban disponibles
ternatrvas. en el momento en que escribía Lijphart. Muchas de esas innovaciones
La aplicación del método comparativo obliga a recurrir a datos aparecieron en trabajos dedicados explícitamente a la metodología de
con condiciones más severas que en el estudio de caso, pero menos la comparación con un N pequeño, pero otras aportaciones se pue-
estrechas que en una investigación experimental o estadística. Por eso den encontrar en trabajos aparecidos en sectores metodológicos veci-
Lijphart considera que el método comparativo es el adecuado para nos: los métodos experimental y estadístico y el del estudio de caso.
investigaciones que dispongan de recursos modestos y sugiere que Ello ha dado lugar a una mutua fertilización, de la que se han benefi-
esos estudios pueden ser el primer paso hacia el análisis estadístico ciado mucho, o deberían beneficiarse, los estudiosos interesados en el
(Lijphart, 1971, 685). método comparativo. En la fig. 2 se presentan esas innovaciones en
Lijphart, además de realizar esta triangulación entre enfoques di- una visión de conjunto. A diferencia de la fig. 1, en la fig. 2 los recua-
ferentes, trata de encontrar una solución al dilema que plantea al mé- dros están unidos por flechas para sugerir la potencial contribución al
todo comparativo el problema de muchas variables con un N pe- método comparativo. Las innovaciones de la metodología de la com-
queño (Lijphart, 1971, 686 Y ss.). Sus respuestas afrontan el dilema paración con un N pequeño se pueden sintetizar a la luz de los temas
desde ambas vertientes. En lo que se refiere al reducido número de ca- discutidos hasta ahora, incluidas las nuevas definiciones de los objeti-
sos, si los investigadores se detienen antes de alcanzar un estudio esta- vos de la comparación, justificaciones más elaboradas de la oportuni-
dístico, igualmente pueden aumentar el número de casos y entonces dad de concentrarse en pocos casos y nuevas perspectivas para la so-
ampliar el ámbito de la comparación con el fin de controlar las hipó- lución del problema de muchas variables con pocos casos.
tesis. En cuanto al gran número de variables, Lijphart ha sugerido dos
enfoques. En primer lugar, los investigadores pueden concentrarse en Distintos usos de la comparación. En la evaluación del método
«casos comparables», es decir, sobre casos en que: a) se mezclan mu- comparativo y de sus relaciones con los otros métodos se ha dado
chas variables que no son centrales para el análisis teniendo así «bajo una mayor importancia al hecho de que ese método permite confron-
control» estas variables; b) difieren acerca de las variables cruciales tar explicaciones rivales. Una de las direcciones seguidas por esta dis-
58 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 59

cusión sobre el método comparativo se refiere a la ampliación de los ción por «contraste de contextos», en la que otro investigador trate
criterios de evaluación. Quizá el ejemplo más apropiado sea el estu- de dar cuenta con mayor precisión del significado de las diferencias
dio de los tres tipos de análisis comparativo realizado por Skocpol y entre contextos. En definitiva, conviene no limitarse a considerar el
Somers (1980) 5. El primero es el dedicado al examen sistemático de la papel de la comparación en la verificación de las explicaciones, sino
covariación entre casos con el objetivo de generar y controlar hipóte- más bien ampliar la perspectiva hasta abarcar todos los elementos de
sis 6. En el segundo el investigador analiza una serie de casos con ob- ese ciclo de investigación.
jeto de mostrar que muchos de ellos se pueden iluminar de manera Todo esto no quiere decir que la evaluación de las hipótesis no
útil mediante un conjunto de conceptos y categorías o por un modelo siga siendo uno de los objetivos principales de la comparación -y
concreto. N o se realiza ningún control efectivo de la teoría, en muchos estudiosos seguirían afirmando que es el objetivo principal.
cuanto en realidad el objetivo es el de una demostración paralela de la Sin embargo, esta perspectiva más amplia ofrece un valioso informe
teoría. A pesar de que este enfoque no permita al investigador falsear de cómo se lleva a cabo el trabajo de comparación en una comunidad
una teoría, esa manera de utilizar la comparación cumple un papel de investigación más amplia, poniendo de relieve muy adecuada-
importante en la elaboración de teorías en el ámbito de los estudios mente la interacción entre los estudios orientados al control de las hi-
internacionales. En el tercer tipo el investigador compara dos o más pótesis y los que se realizan con una orientación más interpretativa.
casos con el fin de poner de manifiesto sus diferencias recíprocas; de
ese modo se prepara el esquema para interpretar la manera como en Justificación del N pequeño. Una segunda tendencia se mueve en
cada uno de los contextos se producen procesos de cambio contras- dirección hacia una justificación más elaborada de la conveniencia de
tantes. Este enfoque por contraste de los contextos ocupa un papel concentrarse en un número relativamente pequeño de casos. La ex-
central en la vertiente más «iriterpretativa» de las ciencias sociales y plicación proporcionada por Lijphart, aunque se formule en térmi-
refleja otro modo en el que, con bastante frecuencia, se recurre a la nos incisivos, hoy parece más bien inadecuada en tanto que se refiere
co mpar ación. sólo al problema de la carencia de recursos y considera la compara-
Skocpol y Somers, además de proporcionar una relación muy ar- ción con un N pequeño como una etapa intermedia en el camino ha-
ticulada de los objetivos de la comparación, añaden la fascinante idea cia un análisis estadístico más sofisticado. Ya antes disponíamos de
de lo que se podría llamar el «ciclo de la investigación» entre estos una defensa, contenida en las argumentaciones a favor de un enfoque
distintos enfoques. Este ciclo nace porque la debilidad inherente a «configurativo» (Heckschner, 1957), acerca de la conveniencia de
cualquier enfoque puede ser un estímulo para recurrir a otros enfo- trabajar con un N pequeño o con estudios de caso; pero esa perspec-
ques. Por tanto un estudioso que recurre a la «demostración paralela» tiva ya había sido expuesta de una manera más interesante un par de
puede introducir una nueva teoría tratando de demostrar cómo se años antes de la publicación del artículo de Lijphart, en el llama-
aplica a muchos casos; así un estudioso proclive al «control de las hi- miento realizado por Yerba a favor de un «enfoque configurativo
pótesis» puede percatarse después de que esa teoría no se adapta a de- disciplinado» (Verba, 1967). En su análisis de Political Oppositions in
terminados casos y, a nivel comparativo, formular y verificar hipóte- Western Democracies (Dahl, 1966), Yerba pone de manifiesto la
sis sobre a qué casos s~tfldapta y a \"t}uécasos no. A su vez, un estudio complejidad de las hipótesis a que se enfrenta en el libro y la dificul-
orientado al control de las hipótesis, que confronta contextos distin- tad de verificarlas de manera adecuada, como no sea mediante un
tos de manera demasiado apresurada, puede producir una investiga- profundo conocimiento de los casos; de tal modo que Yerba llega a
sostener la conveniencia de recurrir a una investigación orientada en
; Esta perspectiva ha sido elaborada en Skocpol (1984, cap. XI); una formulación sentido configurativodisciplinado. La formulación de Yerba es
paralela se encuentra en Tilly (1984, cap. IV). atractiva precisamente porque vincula la orientación al control siste-
6 Skocpol y Somers le llaman «análisis rnacro-causal». Sin embargo, además de los mático de las hipótesis y a la construcción de la teoría. Y además une
estudios históricos-comparados que producen y verifican hipótesis y que tienen una
orientación macro, hay otros que tienen una orientación micra y no parece prove-
esa orientación a una evaluación más explícita de la dificultad de
choso excluirlos de esta categoría. Por ese motivo recurro a esta etiqueta alternativa. controlar adecuadamente las hipótesis y de la oportunidad de recu-
60 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 61

r rir, para obtener el mismo obj etivo, a estudios de caso realizados que ese significado encuentra sus raíces en contextos concretos". Este
cuidadosamente. interés primario ha reaparecido bajo distintas formas, importantes
Se podría afirmar que el problema de un adecuado control de las para la práctica de la política comparativa, entre las que podemos ci-
hipótesis deriva de la escasez de recursos. Con un trabajo lo suficien- tar el análisis de las «nubes y de los relojes» dirigido por Almond y
temente amplio de un número suficientemente alto de expertos, éstos Genco (1977) Y el tipo de estudios, mencionados antes, «por con-
podrían llevar a cabo un estudio del tipo de! de Political Oppositions traste del contexto» (como los definieron Skocpol y Somers), pa-
en varias docenas de países. Pero el reto parece ser algo diferente a sando por aquellos autores que recurren a la comparación para con-
como era en la formulación inicial de Lijphart. No se trata tanto del textualizar de manera más rica las conclusiones de su investigación.
hecho de que los recursos sean limitados como de que los problemas The Comparative Method, de Charles Ragin (1987), explora otro as-
de investigación han demostrado ser más complicados de lo que se pecto de estos intereses en su análisis de la orientación «ho lística-
solía creer en los años sesenta y en los primeros setenta, en el mo- que define como la investigación «orientada al caso» y de los comple-
mento inicial de entusiasmo por la investigación estadística compara- jos problemas de la «causalidad coyuntural» -es decir, de los mode-
tiva. Entre estos problemas se ha manifestado como especialmente los causales que varían según el contexto- a los que son bastante
difícil el de crear indicadores que midan, de manera válida y digna de más sensibles los estudiosos orientados a un enfoque configurativo.
consideración, conceptos importantes, en el ámbito de contextos di- Por último, el gran éxito intelectual que en la última década ha fa-
ferenciados de análisis. vorecido a la escuela del análisis histórico comparativo ha tenido un
Otro paso crucial para aclarar estos problemas de validez y de
justificación de análisis concentrados sobre un N pequeño es el ar-
tículo de Giovanni Sartori sobre La politica comparata: premesse e
papel importante en la legitimación del recurso a un N pequeño. Los
pioneros de este enfoque han sido Reinhart Bendix (1964) Y Barring-
ton Moore (1966), a los que se añadieron después Jeffrey Paige (1975)
«
problemi, cuyos puntos principales han sido ree!aborados más am- y Theda Skocpol (1979) 9. Skocpol (1984) ha resumido después de U
pliamente en su posterior Social Science Concepts. Sartori sugiere que una manera muy creativa esta perspectiva analítica. En el ámbito d~ W
la tentación de aplicar los conceptos a una gama más amplia de casos estos estudios la forma especial de análisis varía de manera considera~ L
puede llevar fácilmente a un «estiramiento conceptual», desde el mo- ble -como se sugería en la tipología de Skocpol y Somers citada an- ~ \rm
mento en que el conjunto de significados conectados al concepto ori- tes- y se desplaza desde el control sistemático de las hipótesis hastW M
ginal no se adapta a la realidad que caracteriza los nuevos casos. Los una interpretación cuidadosamente contextualizada dentro de unA kJ
conceptos que más fácilmente se aplican a una vasta gama de casos marco conceptual comparativo. En conjunto, sin embargo, estos es-"~ -
suelen ser también los más abstractos y los que menos atraen la aten- tudios tienen en común una orientación hacia la comparación cualita--.,
ción de los estudiosos. Por tanto, una investigación que utilice los
conceptos más interesantes tiene poderosas
trarse sobre relativamente pocos casos.
razones para concen-
tiva sistemática, que con frecuencia abarca un cierto número de uni~
dades nacionales y suele analizar cada caso nacional durante un
determinado período de tiempo. En este terreno la investigación vin-
~

_
o:
Desde 1970, el creciente interés hacia la ciencia social interpreta-
tiva, volcada sobre todo a descifrar el significado del comportamiento
y de las instituciones, ha reforzado la justificación de avanzar pru-
. cula estrechamente una meditada comparación con una consideración
del contexto histórico; de tal manera que la investigación responde a
un interés más amplio por buscar nuevos caminos para «historizar las
a
dentemente con relativamente pocos casos 7. Con su concepto de ciencias sociales».
«descripción densa» (thick description), Clifford Geertz (1973) coloca En realidad esta tradición de investigación ha servido para demos-
una brillante etiqueta a esta línea orientada a sacar a la luz el signifi- trar la viabilidad de investigaciones comparativas realizadas sobre un
cado oculto de los fenómenos políticos y a observar el modo en el
8 A veces la «descripción densa» se confunde con una mera «descripción deta-
7Un panorama muy útil nos lo ofrecen Rabinow y Sullivan (1979). En 1987 se llada», interpretando mallo que piensa Geertz.
publicó una versión modificada y puesta al día. 9 Otro ejemplo reciente es el de Collier y Collier (1990).
62 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 63

número de casos relativamente reducido. Estos estudios han pue cuantitativo; además, no cabe duda de que la orientación cuantitativa
de manifiesto que una investigación efectivamente comparativa puede caído en desgracia cuando muchos investigadores se han dado
ser sensible a la diversidad de contexto y que la comparación sistema- cuenta de la gran cantidad de tiempo que hace falta para recoger to-
rica de pocos casos puede producir buenos resultados. Los int dos los datos necesarios -y con frecuencia mucho más allá de los re-
destinados a codificar estos procedimientos, como los incluidosen conocimientos profesionales que podrían proporcionarles-. Pero
Comparative M etbo d, de Ragin, han reforzado posteriormente además el enfoque comparativo cuantitativo se ha visto dañado por la
idea de que son plausibles los estudios con un N pequeño, entendi- publicación de demasiados estudios en los que los conceptos opera-
dos como momentos intermedios entre los estudios de caso y las in- ,cionalizados tenían una dudosa validez y las hipótesis sometidas a
vestigaciones estadísticas. control eran débiles, poco convincentes o inapropiadas (Ragin, 1987,
cap, IV).
En todo caso se puede decir que el haber desaprovechado las bue-
Muchas variables, pocos casos nas oportunidades de hacer investigación cuantitativa ha sido un
error, como lo fue la cuamificación prematura. Ese tipo de investiga-
Las diferentes soluciones al problema de «muchas variables y un ción puede ser eficaz para afrontar temas analíticos importantes,
N pequeño» han sido el aumento del número de casos, la elección de como demuestra el interesante debate sobre el neocorporativisrno y
casos comparables y la reducción del número de variables. En torno el crecimiento económico en Europa occidental, del que se tratará
cada una de estas opciones han surgido importantes innovaciones más adelante y que se basa en el análisis estadístico. Además, el poder
debates. disponer de nuevas técnicas estadísticas -a las que me referiré más
abajo- ha hecho mucho más fecundo un análisis cuantitativo con un
a) EL aumento del número de casos. Una de las propuestas origi; N entre 12/25 casos. Por lo tanto, todavía sigue valiendo la pena per-
nales de Lijphart para resolver el problema del N pequeño ha sidoel : seguir la ampliación del número de casos, realizando otros intentos
aumento de número de casos. ¿ Cómo evaluar esta recomendació de esta dirección. 11,

,¡1
la luz de las posteriores justificaciones, que hemos discutido an .; b) Atención a los casos comparables. La propuesta según la cual el
destinadas a limitar el análisis a relativamente pocos casos? En parte, investigador debería escoger casos comparables se ha reforzado, pero
por el cambio del clima intelectual al que ya nos hemos referido, ,también se ha puesto en discusión. A mitad de los años setenta Lijp-
se ha producido entre los investigadores la tendencia a ampliar el - h'art volvió a analizar de nuevo las implicaciones recíprocas entre el
mero de casos. Por lo tanto, la investigación más reciente ha desrnen- objetivo de aumentar el número de casos y el de seleccionar los casos
tido las expectativas que había de que los estudios con datos cuantita-j demanera que se acercara el control estadístico (Lijphart, 1975). Evi-
tivos sobre un gran número de países alcanzarían una importancia. dentemente, si se deben seleccionar casos «efectivamente» similares,
predominante. Robert J ackmann (1985) insistió acertadamente en el - -seacual sea el significado que se quiera dar a la noción de «similar»,
hecho de que la investigación estadística comparativa ha tenido más es'probable que el número adecuado de casos se reduzca. Respecto a
éxito del que se reconoce normalmente. No obstante, no cabe d 'este trade-off, Lijphart opta por la selección más cuidadosa de un
de que, para bien o para mal, ni la investigación internacional cuanti- número aún menor de casos y así continuó esta vía de reducir la apli-
tativa dentro de la política comparativa, ni tampoco el llamado enio eación de la categoría «método comparativo» a los análisis que se
que QIP (Quantitative InternationaL Politics) en el ámbito de las concentran sobre un pequeño número de casos confrontados cuida-
laciones internacionales han logrado ocupar en sus respectivo 'aosamente. Esta postura recuerda un punto de vista muy anterior, se-
terrenos la posición dominante que muchos preconizaban. gún el cual el método comparativo es el método del «parangón con-
Como sucede con frecuencia, la reacción quizá haya sido exce-, lado» (Eggan, 1954). Más re cien temente, Anhur Stinchcornbe
siva. Quizá hoy los especialistas de política comparativa son 978) ha ido más allá en esta línea, propugnando la investigación
capaces que hace veinte años de llevar a cabo un análisis comparada sobre poquísimos casos, confrontados de manera muy
64 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios
65

cuidadosa: un enfoque de la comparación que define como «analogía caso el debate apunta en dos direcciones. Hace algún tiempo Rustow
profunda» (deep analogy). (1968) se declaró favorable a una superación de los estudios de área;
Przeworski y Teune (1970; Przeworski, 1987) han propugnado la de modo que muchos estudiosos estuvieron de acuerdo en la conve-
estrategia contraria. Según estos autores, incluso con una atenta selec- niencia de elegir los casos en función de los específicos requisitos ana-
ción de los casos en el diseño de la investigación definido como «de líticos de determinados proyectos de investigación, en vez de hacerla
sistemas más similares», sigue existiendo un problema de «suprade- en base a la contigüidad geográfica, que en el mejor de los casos sólo
terminación», dado que este diseño no elimina muchas interpretacio- supone una aproximación débil a una selección analítica de los casos.
nes rivales, privando al investigador de la posibilidad de escoger entre De todos modos, por múltiples razones, los estudios de área cons-
ellas. Estos autores, por el contrario, proponen un diseño de la inves- tituyen hoy un sector en gran expansión. Importantes temas de inves-
tigación «de los sistemas más diferentes», basado en una serie de ca- tigación se presentan en grupos de países que pertenecen a una misma
sos lo más diferentes posible, entre los que el investigador identifica región, como en el caso de los países de desarrollo rápido del Extremo
procesos análogos de cambio 10. Más recientemente Przeworski ha Oriente o de los estados burocrático-autoritarios de América Latina.
sugerido 11 que precisamente la fuerza de este diseño de investigación La investigación sobre estos temas puede reforzar la orientación hacia
está, junto a otros factores, en el origen del gran éxito de la reciente los estudios de área. Además, el debate sobre «estudios de área o estu-
literatura sobre la democratización, uno de cuyos mejores ejemplos dios comparativos» sigue vivo y sus términos podrían profundizarse
es el volumen de O'Donnell, Schmitter y Whitehead (1986). Prze- más adelante con el problema de la elección entre diseños de investi-
worski sostiene que esta literatura afronta una gama tan extensa de gación basados en sistemas más similares o en sistemas más diferentes.
casos que los investigadores se han visto obligados a destilar de esa e) Reducción del número de variables. La última solución al pro-
diversidad una importante serie de elementos comunes que han de- blema del N pequeño consiste en la reducción del número de varia-
mostrado poseer un gran poder explicativo. l~ bles, bien agregándolas en el espíritu de la «reducción de los datos»,
Esta discusión se puede ubicar adecuadamente reconociendo la re- bien recurriendo a una teoría más fuerte que oriente al investigador
latividad de la noción de «similar» y de la de «diferente». Un par de hacia un menor número de factores explicativos. En la investigación
casos que desde un determinado punto de vista resultan estrecha- de la parsimonia teórica, el avance más interesante quizá sea la apari-
mente emparejados, desde otra perspectiva pueden diferenciarse nota- ción de varios modelos de «elección racional» y de «mteraccjóri es-
blemente. Mi investigación más reciente (Collier y Collier, 1990) uti- tratégica» que tienen precisamente ese objetivo: usar una teoría fuerte
liza ambas estrategias partiendo de una serie de ocho países de que sirva para reducir el número de factores explicativos a considerar.
América Latina, abordables en una primera aproximación con una se- Es interesante destacar que el disponer de una teoría más fuerte no
rie de variables. Entre esos ochos países pasé después a analizar las pa- sólo permite resolver el problema del N pequeño, sino también los
rejas de países que son lo más diferentes posible. La primera fase nos problemas de la investigación estadística cuantitativa. La necesidad de
asegura que se trata de contextos de análisis por lo menos parcial- recurrir a proposiciones más bien precarias puede llevar al investigador
mente similares; en el curso de la confrontación por parejas el análisis a invertir preferentemente en la vertiente de la teoría, en la búsqueda de
se concentra en procesos paralelos de cambio, puestos de relieve por nuevos temas, más que a seguir buscando modelos estadísticos para fe-
las fuertes diferencias existentes en los contextos respectivos. nómenos complejos como la causalidad recíproca. Los nuevos temas
El debate entre diseños de investigación con sistemas similares y pueden proporcionar incluso una base teórica para modelos causales
diseños de investigación con sistemas diferentes tiene importantes im- más simples, pretendiendo menos de las técnicas estadísticas 12. Si cabe
plicaciones para el status de los estudios de área; y también en este afirmar convincentemente que éste puede ser un fecundo avance para
los estudios cuantitativos, no hay razón para no esperar que también
10Estos dos diseños de investigación corresponden, respectivamente, al método de resulte de ayuda para los estudios comparativos con un N pequeño.
la diferencia y al método de la concordancia deJohn Stuart Mill (1843).
11 Comunicación personal de Przeworski al autor. 12 Esta sugerencia me viene de conversaciones con Merril Shanks.
66 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 67

Una exigencia posterior, conectada con ésta, consiste en una ma- las investigaciones de política comparativa. En todo caso, en la litera-
yor reflexión sobre la formación de los conceptos. Aparte de la im- tura sobre las variantes del método experimental podemos encontrar
portante contribución de Giovanni Sartori (1970, 1971, 1984; Sartori, nuevos aspectos importantes que pueden mejorar el recurso a análisis
Riggs y Teune, 1975), los trabajos anteriores de Mc Kinney (1966) y comparativos con un N pequeño. Sin duda, la obra más influyente ha
Kalleberg (1966), y un artículo más reciente de DeFelice (1980), se sido el clásico análisis de Campbell y Stanley (1963), que muestra
trata de un tema relativamente desatendido. Los especialistas en polí- cómo es posible aplicar la lógica de la investigación experimental a
tica comparativa no reflexionan lo suficiente acerca de si les sirven los «cuasi-experimentos», o sea, a los estudios de observación sobre
bien o mal los conceptos y las categorías que utilizan; y sin esta refle- cualquier evento u opción parangonable a una intervención experi-
xión no tienen manera de saber si realizan las opciones adecuadas al mental, pero que se desarrolla en un contexto «natural». Un ejemplo
perseguir la parsimonia teórica. podría ser la evaluación del impacto de una nueva política pública
Por fortuna las aportaciones más recientes en el campo de las -un objetivo de investigación que puede parecer simple pero que
ciencias cognitivas nos han proporcionado muchos aspectos nuevos entraña numerosas dificultades.
sobre los procesos de categorización y construcción de modelos; se Campbell y Stanley subrayan la gran importancia que adquieren
presenta así una excelente ocasión para recurrir a estos aspectos con en los cuasi-experimentos los diseños de investigación basados en se-
el fin de refinar las técnicas analíticas utilizadas en el campo de la po- ries históricas interrumpidas, en las que el investigador analiza una
lítica comparativa. Esas sugerencias pueden sacarse de la gran síntesis larga serie de observaciones realizadas en el tiempo; de tal manera
de las aportaciones más recientes en las ciencias cognitivas, realizada que el valor de las variables observadas se examina no sólo inmedita-
por George Lakoff (1986). Un ejemplo de aplicación de estas adquisi- mente antes y después de un cambio de política o de otra innovación,
ciones es el desafío de las ciencias cognitivas a la «categorización clá- sino también mucho antes y mucho después. En su libro (Campbell y
sica» del tipo del utilizado en el trabajo de Sartori sobre las categorías Stanley, 1963, 38) encontramos una interesante representación gráfica
y los conceptos. En su texto Sartori se refiere a las propiedades defi- que muestra las distintas situaciones en que una larga serie histórica,
nitorias de los conceptos y a la relación inversa entre la intensión de en el intervalo entre dos puntos concretos, puede sugerir errónea-
un concepto (significado) y su extensión (los referentes) (Sartori, mente la existencia de una regularidad en el cambio. La representa-
1970; 1971; 1984). La actual ciencia cognitiva sugiere que esta forma ción gráfica indica que, si se observan las series históricas enteras, el
de análisis conceptual no llega a dar cuenta de cómo funcionan los tipo de cambio sugerido por las dos observaciones es claramente dis-
conceptos en realidad y que en cambio el análisis de los conceptos es torsionante. Los autores concluyen que las inferencias causales so bre
más eficaz cuando se centra sobre el modelo cognitivo subyacente al el impacto de los acontecimientos discretos pueden ser bastante
concepto, sobre la tendencia de los conceptos a difuminarse uno en el arriesgadas si no se dispone de una amplia serie de observaciones.
otro en vez de presentar perfiles definidos nítidamente y, correlativa- Campbell y Stanley han influido mucho sobre los estudiosos de la
mente, sobre el papel de los casos «ejemplares» en el anclaje de los política comparativa que trabajan con un N pequeño y que se plan-
conceptos. Es casi seguro que formas nuevas y más eficaces de análi- tean continuamente interrogantes acerca del impacto sobre determi-
sis conceptual producirán una síntesis de estos dos enfoques, síntesis nadas políticas públicas de acontecimientos como guerras, revolucio-
que hoy por hoy está sin definir. nes o golpes de estado militares. Dos procesos han contribuido
posteriormente a difundir estas ideas. La siguiente investigación de
Campbell, sobre los efectos de la limitación de la velocidad en los ac-
Las investigaciones cuasi-experimentales cidentes de carretera -publicada con Ross (1968)- ofrece un sor-
prendente ejemplo de aplicación creativa de un diseño de investiga-
El método experimental ofrece un excelente conjunto de procedi- ción cuasi-experimental a un caso importante de análisis de una
mientos para decidi.r entre expli.caciones rivales. Tales procedimien- política pública. En efecto, según Przeworski (1987), estudios ejem-
tos, sin embargo, parecen poco importantes para la mayor parte de plares de este tipo suelen tener una influencia real bastante más irn-
David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 69
68

portante sobre la práctica de la investigación que los intentos forma- política. Y Achen demuestra cómo este tipo de investigación exige un
les de «codificar» una correcta metodología 13. El caso concreto con- análisis de la regresión a dos estadios con el método de los mínimos
siderado por Campbell y Ross es, a primera vista, más bien simple: cuadrados. Sin esta técnica es bastante difícil resolver el enigma.
cuando en los años cincuenta el estado de Connecticut comenzó a Para el comparatista las implicaciones del libro de Achen pueden
perseguir con severidad los excesos de velocidad y los muertos por I·
.)1 parecer desalentadoras. Puede ser un ejercicio interesante pensar en
accidente de carretera disminuyeron claramente, la relación de causa estos problemas de investigación como en cuasi-experimentos, pero
a efecto entre los dos fenómenos parecía obvia. No obstante, Camp- cuando nos encontramos frente al problema de la imposibilidad de
b" seleccionar los casos con procedimientos casuales nos vemos de
bell y Ross realizan un apretado análisis de las potenciales amenazas a
la «validez interna» (¿fue así precisamente corno ocurrieron las cosas nuevo empujados hacia una forma de análisis estadístico que -si es
en Connecticut?) y la «validez externa» (¿se puede generalizar esta fecundo porque dispone de datos apropiados- es difícil de utilizar
conclusión?) de ese estudio. No existe investigador inteligente que con pocos casos. De cualquier modo, quizá sea más fructífero consi-
pueda leer ese artículo sin adquirir una perspectiva más prudente derar la literatura sobre los experimentos y cuasi-experimentos como
acerca de cómo saber si una determinada política pública se diferen- una fuente de ricas advertencias acerca de los peligros que se corren
al analizar acontecimientos discretos sin distinguir de los verdaderos
cia de otra.
U n segundo proceso que contribuyó de manera importante a di- experimentos. Cuando carecemos de series de datos, la mejor solu-
fundir diseños de investigación de tipo cuasi-experimental
en series históricas interrumpidas
Y basados
fue la publicación de muchos tra-
ción es la de ofrecer explicaciones causal es recurriendo 10 más posible
al sentido común. No existen soluciones fáciles. <
bajos en el campo de la evaluation research. Entre ellos se consideran
también los estudios sobre desarrollo político que han codificado de
L
manera útil los procedimientos para realizar diseños de investigación Innovaciones en estadística
J:IJ
de tipo experimental-like en contextos naturales 14.
Aunque buena parte de las publicaciones sobre cuasi-experimen-
tos parece ofrecer al comparatista de pequeños números una útil guía
La reflexión más reciente sobre el análisis estadístico ha produ-
cido o bien nuevas advertencias sobre los riesgos ligados a estudios W(r
y consejos prácticos, el excelente volumen de Achen (1986) puede de- estadísticos, o bien nuevas posibilidades para análisis estadísticos sig-
3
jarle en cambio con la sensación de que los desafíos metodológicos nificativos con un número de casos relativamente modesto. En
lanzados por la idea de los cuasi-experimentos son demasiado impor- cuanto a las advertencias, el estadístico David Freedman ha lanzado
:l-
tantes para ser afrontados. Un problema central de los cuasi-experi-
mentos es el llamado selection bias, es decir, la imposibilidad de elegir
un fuerte ataque contra el uso de la estadística multivariante en las
ciencias sociales (1987). Según Freedman, buena parte del análisis es-
tadístico en las ciencias sociales carece de validez o por la inadecua-
eIR!
de manera totalmente casual los casos que se someten al «trata-
miento» y los que no. Así, una nueva política pública normalmente no ción del diseño de la investigación o porque los datos utilizados no D.
se aplica por casualidad a algunos ciudadanos y no a otros. Sus crite- satisfacen las exigencias de las técnicas estadísticas. Esta crítica puede
rios de aplicación pueden estar relacionados con algunos de los efec- dejar bastante satisfechos a los que siempre han sido escépticos ante
tos hipotetizados y que constituyen el objeto central de la investiga- el recurso a la estadística y a los que se confortan con el mayor «con-
ción. Este enigma circular se resuelve construyendo un modelo de trol. del material que suponen deriva del análisis de pocos casos me-
cómo los ciudadanos se asignan a la categoría de los destinatarios de la diante técnicas más cualitativas. Además, es realista esperar para los
próximos años un aumento del escepticismo respecto al recurso a la
\J La reimpresión de este artículo en una antología de metodología de ciencias so- estadística en las ciencias sociales. De todos modos, como en el caso
ciales ha permitido que sea muy accesible a los científicos sociales. del rechazo de la investigación comparativa cuantitativa discutido
" Cfr. Hoole (1978). Entre los textos introductorios de metodología, para un exce-
más arriba, no sería bueno que la reacción contra los estudios cuanti-
lente análisis del diseño de la investigación experimental y de la evaluation research,
tativos fuese excesiva.
dr. Babb\e (1986, caps. VIll y XII).
David Collier El método comparativo: des décadas de cambios 71
70

Para el estudioso orientado a la investigación con un N pequeño, izquierda en la arena electoral y gubernamental. Analizando ese ar-
la aparición de técnicas estadísticas adaptadas al análisis de relativa- tículo, Jackman ha utilizado los diagnósticos de la regresión para exa-
mente pocos casos hace particulamerite infeliz este rechazo indiscri- minar ciertos casos influyentes que según él han producido una dis-
minado. Un ejemplo de ello lo tenemos en el desarrollo de las técnicas torsión en los resultados de los dos autores U ackman, 1985). En el
conocidas como «estrategias de rernuestreo» (resampling strategies) ámbito de un debate científico que todavía dura, estos autores han
(Diaconis y Efron, 1983). Estas técnicas utilizan la simulación en el planteado conjuntamente un importante problema sustantivo, un alto
ordenador partiendo de una muestra reducida y crean artificialmente nivel de conocimiento de un área y de sus casos específicos, la intere-
una muestra mucho más amplia sobre la que realizar después tests es- sante utilización de un modelo estadístico relativamente claro, una
tadísticos. A diferencia de los tests más convencionales, los tests de crítica constructiva basada sobre los diagnósticos de la regresión y
significación estadística que resultan de ello no violan las exigencias a una notable producción de conocimientos acurnulativos a través del
que debe obedecer una distribución de los casos, y por lo tanto están análisis sucesivo de la misma serie de datos. Así como el artículo de
menos sujetos a los tipos de error que pueden darse en los análisis Campbell y Ross sobre la limitación de la velocidad en Connecticut
con un N pequeño. Estos tests pueden ser útiles sobre todo para me- constituye un ejemplo de diseño de la investigación cuasi-experimen-
jorar las estimaciones en la comparación entre naciones distintas, en tal, este debate debería constituir un caso ejemplar de un esfuerzo
las que las unidades son muy heterogéneas. metodológicamente refinado, llevado a cabo por otros estudiosos
El desarrollo de medidas estadísticas fuertes y resistentes consti- para resolver un importante problema de investigación en el ámbito
tuye una vía también muy prometedora (Hampel, 1987; Harrwing, de una investigación cuantitativa con un N pequeño.
1979; Mosteller y Tukey, 1977). Estas medidas son relativamente in- Otro ejemplo posterior de solución simple a un problema com-
munes a los valores tomados por uno o dos casos extremos y des- plejo, entre los estudios con un N pequeño, se refiere a los «efectos
viantes, y así se pueden utilizar para resolver, en especial, el problema medios» en el análisis de la regresión. Es bien sabido que los resulta-
de una investigación con un N pequeño, en el que los resultados pue- dos de la regresión -la más corriente de las técnicas estadísticas mul-
den quedar gravemente distorsionados por un único dato completa- tivariantes- constituyen una media de la fuerza de las relaciones
mente equivocado. causales entre todos los casos considerados. Para que los coeficientes
Otra serie de técnicas que hacen frente al mismo problema son las producidos por la regresión sean interpretables es necesario que estas
definidas como «diagnósticos de la regresión» (Bollen y J ackman, relaciones causales sean las mismas, o al menos sean análogas, para
1985; Jackman, 1987). Se trata de tests utilizados en el curso del habi- todos los casos. Sin embargo, Charles Ragin (1987, cap. IV), entre
tual análisis de la regresión para establecer si el valor atípico de algún otros, ha afirmado que este asumo no suele tener en cuenta, dada la
caso -definido como caso influyente~ ha producido distorsiones forma compleja de la causalidad coyuntural, lo que es precisamente el
en los resultados. La ventaja del diagnóstico de la regresión sobre las objetivo principal en política comparativa y en sociología compara-
medidas estadísticas fuertes y resistentes es que el primero se puede tiva.
utilizar junto a los habituales coeficientes de regresión. En todo caso, es posible encontrar soluciones a este problema.
El recurso al diagnóstico de la regresión ha sido ilustrado de ma- John Jackson (1986) lo ha afrontado proponiendo una técnica esta-
nera adecuada por el reciente debate acerca de las relaciones entre dística para identificar la presencia de efectos heterogéneos. Entre los
neocorporativismo y crecimiento económico en Europa occidental estudios realizados con un N pequeño, Ruth Berins Collier (1982)
(Lange y Garren, 1985, 1987 Y 1989; Jackman, 1986 y 1989; Hicks, proporciona un claro ejemplo de cómo es posible estimar distintos
1988; Hicks y Patterso n, 1988). El punto de partida de este debate es efectos causal es, incluso con pocos casos disponibles, calculando dos
el artículo innovador de Lange y Garret, cuyo modelo -basado en ecuaciones distintas de regresión. En su investigación sobre las rela-
un análisis con un N pequeño- incluye un interesante «límite de in- ciones entre comportamiento electoral y predominio de un partido
teracción- destinado a captar la relación entre fuerza organizativa del en los nuevos estados de África tropical ha demostrado que no había
movimiento sindical en el mercado de trabajo y fuerza política de la ninguna relación estadística entre las dos variables en un grupo de 26
72 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 73

estados. Sin embargo, este efecto medio ocultaba las relaciones positi- .Gedimiento del process-tracing -conectado a la moción de pattern
vas y negativas entre subgrupos de estados correspondientes a ante- matcbing de Campbell- han suministrado una justificación intelec-
riores divisiones coloniales. El análisis separado de los dos sub con- tual mucho más clara para uno de los más importantes enfoques en
juntos dio lugar a un resultado bastante diferente del deducible del el estudio de caso: el que añade al control de las hipótesis, basado
análisis de los 26 casos juntos. en la valoración global del caso, un cuidadoso análisis de la suce-
sión de los acontecimientos en el ámbito de ese caso. Así es que el
estudioso tiene la posibilidad de controlar si la dinámica del cambio
Innovaciones en el estudio de caso verificada dentro de un caso singular refleja de manera plausible el
mismo modelo causal sugerido por la confrontación con otros ca-
Cuando Lijphart escribió su artículo en 1971 alimentaba algunas sos.
dudas sobre la oportunidad de insertar un análisis de los estudios de En conjunto estos artículos, junto a la contribución de Yin
caso en una evaluación del método comparativo 15, pero es una suerte (1984), sistematizan en términos nuevos el estudio del caso y, por
que se decidiera a hacerla. Su útil tipología del recurso al estudio de tanto, constituyen un precioso punto de referencia para los investi-
caso en el control de las hipótesis y en la construcción de una teoría gadores comprometidos en análisis con un N pequeño. Al mismo
prepara el terrero a posteriores intentos de mostrar cómo se podrían tiempo, continúa el debate acerca del verdadero papel de los estudios
y deberían integrar los estudios de caso en la investigación compara- de caso en la construcción y el control de una teoría. Recientemente
trva. este debate ha sido objeto de un número especial de la revista
Sobre este tema, quizá la contribución más interesante entre las «World Politics» 16 centrado en la contribución que aportan los estu-
aparecidas después sea la de Campbell (1975), quien repudia drásti- dios de caso en un sector del análisis de la elección racional, es decir,
camente la concisa afirmación contenida en su libro de 1963 escrito la teoría de la amenaza potencial racional en el terreno de las relacio-
con Stanley y según la cual los estudios llevados a cabo sobre un nes internacionales. En el primer artículo (Achen y Snidal, 1989) se
único caso «no tienen ningún valor científico». Campbell demuestra, afirma que los estudios de caso utilizados por muchos especialistas
por el contrario, que los estudios de caso son en realidad el funda- de relaciones internacionales no se enfrentan de manera adecuada a
mento de gran parte de la investigación comparativa, que ofrecen los puntos centrales de esta teoría. De este modo se plantea un pro-
muchas más posibilidades de lo que normalmente se piensa para fal- blema que quizá ha sido descuidado en el debate sobre el método
sificar las hipótesis principales del investigador, que importantes comparativo: cómo es posible conectar la preocupación meto dolo-
comparaciones están normalmente basadas en estudios de caso y que gica de lograr buenas comparaciones con los temas clave de investi-
se puede aprender mucho haciendo explícitos estos parangones. gación definidos por teorías específicas que tienen que ser controla-
Además, cualquier hipótesis relativa a un caso posee implicaciones das. Achen y Snidal también han destacado el problema del selection
para muchos aspectos del mismo caso. Usando el procedimiento del bias en los estudios de caso dentro de la teoría de la amenaza poten-
pattern matching para descubrir la existencia de esas implicaciones, cial, es decir, el problema de que los estudios de caso se suelen con-
el investigador puede multiplicar las posibilidades de control de las centrar en el fracaso de la amenaza potencial, mientras que en reali-
hipótesis en el ámbito de lo que al principio se consideró como caso dad la amenaza potencial funciona casi siempre. Aunque los
, .
unICO. artículos recogidos en el número de «World Politics» mencionado
Otros artículos de Eckstein (1975) y de George (1979) han acla- no llegan a dar una solución defini tiva, considerados en conjunto re-
rado posteriormente cómo es posible reconducir un estudio de caso presentan un primer intento en una dirección que todavía hay que
a una comparación más amplia y al control de las hipótesis. Ade- explorar: la reflexión sobre el papel de los estudios de caso en el con-
más, la meditada discusión de George y McKeown (1985) del pro-
i6 Me refiero al número especial de la revista World Politics, XII, núm. 2, enero
15 Comunicación personal de Lijphart al autor, 1989.
74 David Collier El método comparativo: dos décadas de cambios 75

trol de una teoría determinada. En este debate sobre la teoría de la quizá el principal interrogante se refiere al modo en que podrán rela-
amenaza potencial es frecuente la tensión intelectual ya mencionada cionarse entre sí. La tradición de investigación sobre la Europa oc-
más arriba, o sea, la tensión entre investigaciones basadas en muchos cidental es un modelo alentador, dado que las conclusiones de los
casos y pocas variables e investigaciones orientadas a analizar pocos comparatistas cuantitativos -Cameron, Hibbs, Lange y Garren,
casos en toda su complejidad. Schmitter, Wilensky y muchos otros- constituyen un constante
pumo de referencia para los que estudian Europa occidental recu-
rriendo a otros enfoques. En el sector de los estudios sobre América
Conclusiones Latina, en cambio, la investigación comparativa de tipo cuantitativo
goza de una consideración inferior por parte de la mayoría de los es-
El análisis realizado hasta ahora nos lleva en dos direcciones. Por tudiosos. Sin embargo, precisamente la presión cruzada que caracte-
una parte, la tendencia de muchos cornparatistas a considerar sólo riza la tradición de estudios sobre Europa occidental, en definitiva
pocos casos se ha visto posteriormente alentada por diversos factores: puede dar los mejores frutos. Si la comunicación recíproca es buena,
la aparición de la ciencia social interpretativa, el éxito de los análisis los especialistas en países concretos y los expertos en comparación
histórico-comparativos, los avances de la metodología del estudio de cualitativa con un N pequeño impulsarán a los cornparatistas con un
caso, la persistente tradición intelectual e institucional de los estudios enfoque cuantitativo y un análisis contextualizado más cuidadoso; y
de área y del estilo de investigación promovido por tales estudios y, estos últimos incitarán a los especialistas en países concretos y a los
por último, el escepticismo que rodea al análisis estadístico y cuan- expertos en comparación cualitativa hacia una mayor sistematización
titativo, tanto entre los especialistas del N pequeño como entre al- en la medición y en el control de las hipótesis. Así pues, en el ámbito
gunos estadísticos. La explicación dada al principio, según la cual el del método comparativo un objetivo crucial deberá ser el mantener
motivo principal del recurso a pocos casos era la insuficiencia de re- abierto este canal de comunicación.
cursos, se ha visto así sustituida o flanqueada por la opinión según la La otra opción importante que tienen ante sí los cornpar atistas,
cual los problemas de investigación son de más difícil solución de lo también definible en términos de complementariedad, se refiere a
i'i¡~
que al principio pensaban algunos expertos. Así, muchos investi- los estudiosos que hacen investigaciones cualitativas con pocos ca-
gadores consideran poco persuasiva o poco importante la idea de que sos. Una alternativa, la tradición de los estudios de caso, ha su-
el análisis con un N pequeño sea un paso hacia estudios basados en puesto importantes progresos en términos de codificación de los
un análisis estadístico más refinado. procedimientos; así, se ha aceptado ampliamente la idea de q ue los
Por otra parte, las técnicas cuantitativas que utilizan un N relati- estudios de caso siguen siendo la piedra angular de la investigación
vamente pequeño permiten afrontar con éxito importantes inrerro- comparativa.
gantes esenciales. Este enfoque merece una renovada atención, a la La otra alternativa, el análisis sistemático de un número de casos
luz de los nuevos tests estadísticos de que se dispone para investiga- relativamente reducido, sigue, naturalmente, en el punto donde es-
.~~-
ciones con un N pequeño y del éxito ejemplar de estrategias de inves- taba cuando Lijphart comenzó el debate, hace veinte años. Lijphart
f1i;
tigación como las afrontadas en el debate entre Lange y Garrett, entonces parecía sugerir que esta alternativa era una mera etapa inter-
]ackman, Hicks y Patterson. Si los estudiosos utilizan estas técnicas !S" media hacia análisis más refinados. En los siguientes años, en cambio,
junto con un buen análisis cuantitativo, con una buena familiaridad esta alternativa se ha reforzado mucho; así, la comparación sistemá-
con los estudios de área y prestando atención al contexto, entonces tica de 3/10 casos (a veces alguno más) es un tipo de investigación im-
pueden llegar a demostrar que los aspectos deducidos de los estudios portante y frecuente. Hoy el método comparativo, en el sentido de la
de caso y de una investigación comparativa más cualitativa pueden, a investigación con un reducido número de casos, juega un papel im-
fin de cuentas, constituir avances posteriores en la dirección del análi- portante, y la aplicación de este tipo de análisis sólo se puede mejorar
sis estadístico. si los estudiosos llevan a cabo esas conexiones con otros métodos que
Estas dos tendencias intelectuales tendrán una continuación, y hemos analizado en este artículo.
76 David CoJlier El método comparativo: dos décadas de cambios 77

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'COMPARACIÓN Y EXPLICACIÓN
Angelo Panebianco

Ideográficos, teóricos y comparatistas

Además de las cuestiones relativas a «cómo» y "por qué» compa-


rar, una pregunta que vale la pena formular respecto de la compara-
ción es: ¿por qué en la actualidad se compara tan poco? A diferencia
de las preguntas sobre cómo y por qué, de orden metodológico, ésta
se refiere a una cuestión de hecho. No obstante, como en el caso de
las otras dos, es imposible responder a esta cuestión sin tener en
cuenta las divisiones de fondo que atraviesan la comunidad interna-
lcional de científicos sociales que se refieren a la naturaleza y metas de
las ciencias sociales. Como intentaré demostrar, partir de esta pre-
gunta sobre un problema de hecho puede ayudar a definir mejor las
cuestiones del cómo y, sobre todo, del por qué.
¿ Por qué se compara tan poco? Intentemos dar respuesta con re-
ferencia principal a la ciencia política. Si la comparación es en esta.
disciplina el principal instrumento disponible de control de las hipó-
tesis, el hecho de que se practique tan poco (a tal punto que, como
observa Sartori 1, en los Estados U nidos y otros lugares Comparative
Agradezco a Alberto Marradi y Leonardo Morlino sus comentarios.
I La comparación y el método comparado, en este volu men. Ver también Sartori
(1979).

81
82 Angelo Panebianco Comparación y explicación 83
PoLitics es para muchos sinónimo de estudio de «países extranjeros») ~ tantes o interesantes por sí mismos y no por la contribución que su
req uiere alguna explicación. comprensión puede dar a la elaboración y a la refutación de teorías
científicas. Ello también permite explicar la tendencia de muchos ideo-
Interpretando incorrectamente a Kuhn, es decir, haciendo un uso gráficos a concentrar su atención sobre cuestiones de actualidad polí-
fundamentalmente ideológico de la teoría kuhniana (la cual, según la tica, las que el ideógrafico puede estudiar esperando llamar la aten-
explícita declaración de Kuhn, no tiene nada que decir sobre las cien- ción del público externo a la comunidad científica (políticos, público
cias sociales), estamos habituados a pensar las divisiones de la cornu- interesado en la política, etc.) 2.
nidad politológica internacional como el resultado de la competición. Naturalmente, los más informados entre los ideográficos harán
entre paradigmas. Sin embargo, ésta es sólo una imagen cons homenajes formales (en general, en los parrafos introductorios de su
Las divisiones más importantes -aquellas que pesan más sobre la trabajo) a los «superiores» objetivos científicos y, además, los más ea-
práctica científica y la hacen tan heterogénea- no tienen nada que . paces utilizarán los diferentes instrumentos intelectuales que el cor-
ver con refinadas disputas teóricas y/o metodológicas. Tienen que, teórico de la disciplina (elaborado por otros) pone a disposición.
ver, más simplemente, con modos completamente diferentes de en- embargo, la esencia no cambia: de todo puede interesarse el poli-
tender la actividad de investigación que se lleva a cabo bajo la eti- tólogo ideográfico menos de lo que los manuales llaman (pomposa-
queta «ciencia política». Si prestamos atención a la producción poli- mente) «acumulabilidad del saber politológico». En efecto, si se con-
tológica corriente podemos identificar tres grupos de científicos sidera globalmente, el trabajo de investigación producido por los
políticos que se diferencian entre sí por intereses de investigación y, ideográficos de hecho no se acumula (si bien es la fuente de tantas
en definitiva, por el diferente modo de entender la disciplina. preciosas informaciones sobre este o aquel proceso político, sobre
esta o aquella institución política). Con la excepción del período con-
1) El primer grupo, ampliamente mayoritario en la comunidad siderado (la edad contemporánea), las fuentes utilizadas (en general,
politológica internacional, y en cada una de las comunidades polito- más que el archivo se trata de datos de survey, series estadísticas, etc.)
lógicas nacionales, está representado por los ideográfico s ( y la jerga especializada +-propia de una diferente parroquia acad é-

han sido llamados «empíricos», pero se trata de un término que con- mica-, los ideográficos realizan, en realidad, un trabajo idéntico al
funde). En contraste con lo que afirman los manuales, que utilizan de los historiadores.
frecuentemente los estudiantes, que presentan a la ciencia política
qua empresa acumulativa, los ideográficos no tienen ningún interés 2) El segundo grupo de científicos políticos, mucho mas restrin-
por la construcción de un cuerpo teórico generalizante. Para estos. , gido que el primero, está compuesto por los teóricos. En el club muy
tudiosos el trabajo del científico político es una actividad eminen exclusivo de los teóricos encontramos, por ejemplo, los cultivadores
mente descriptiva-interpretativa de singulares fenómenos polític de teoría de la elección racional, de teoría de los juegos, de teoría del
delimitados en el espacio y en el tiempo. Su interés es comprender poder, de teorías sistémicas, etc. Se tra ta de estudiosos interesados ex-
cambios del sistema político estadounidense (o de cualquier otro clusivamente en «hacer progresar» la teoría. Resulta interesante notar
tema político) en la última década, las transformaciones experim el hecho de que si los ideográficos se encuentran a miles de millas
das por el PCI (o por cualquier partido o movimiento político
suficiente appeal como para provocar el interés de los investigad 2 Una subcategoría es proporcionada por los «estudios aplicados» (las policy scien-
ces son incluidas aquí). No obstante, los estudios aplicados representan sólo una frac-
res), los modos del proceso de democratización en este o en
ción del total de las investigaciones ideográficas, la inspirada en los principios de la in-
país del este europeo, la política pública de los transportes en F geniería política. Muchas investigaciones ideo gráficas no son, en este sentido, estudios
la política industrial en Italia, etcétera. aplicados. En lo que atañe a los posibles efectos prácticos de la investigación ellos son
Lo importante es la intención (que condiciona modos y resul influidos, al menos implícitamente, por el llamado «modelo ilurninista», en vez de por
dos de la investigación) con la que se estudian los distintos fenórne el ingenierístico. Sobre la ingeniería política, véase Pasquino (1989). Para una compara-
ción entre modelo ingenierístico y modelo iluminista en las ciencias sociales, véase Pa-
nos políticos. Para los ideográfico s los objetos indagados son imp nebianco (1989a).
84 Comparación y explicación 85

de distancia, los teóricos se corresponden exactamente con la ima generales, pueden ubicarse, al menos por afinidad, junto a las
que del científico político transmiten los manuales. En efecto, gaciones de los comparatistas (si bien se admite que la cuestión
teóricos no someten generalmente sus teorías al examen del m opinable: en muchos casos es difícil trazar una línea clara de de-
empírico. Lo común es que se limiten a usar ejemplos empíricos ión entre estudios de caso theory oriented e investigaciones
sirven como ilustración de la teoría. ).
A diferencia de lo que ocurre en el variado y vasto mundo de
ideográficos, en el más restringido mundo de los teóricos hay acumu,~~., Naturalmente, en una ciencia social donde no existe una división
latividad del saber (pensemos por ejemplo en el, hoy, amplio cuerpo~':;del trabajo institucionalizada, o en cualquier caso rígida, se pueden
de la teoría de la elección racional 3, o en el caso de la teoría del po;~ ~~'traspasarlos límites entre los grupos. Por ejemplo, en la producción
der) pero hay, por el contrario, poco control empírico.T'; ,~'científica de algunos de los más ilustres científicos políticos de la
Se debe notar que la relación numérica entre ideográficos y teóri-] '~'postguerra encontramos tanto trabajos ideográficos como trabajos
cos en ciencia política es diferente de la que se da en la ciencia econó-l{teóricos o, por ultimo, investigaciones comparadas y estudios de caso
mica. En economía existe un mayor equilibrio entre los teóricos y lostf:'theory oriented. Pero si observamos la producción están dar de la
ideográficos (frecuentemente considerados por los primeros come] }fciencia política, la tripartición indicada debería ofrecer un cuadro
estudiosos de serie B). Ello ha creado en los cientistas políticos (como~~~bastante realista de la situación.
en los sociólogos y amropólogos) una imagen tal vez distorsio
de la ciencia económica y complejos de inferioridad que, por raz
que consideraré mas adelante, no tienen a mi juicio razón de ser.
Lo importante es no saltar inmediatamente a las conclusiones y
responder a la pregunta «¿por qué se compara tan poco?» con una
<
i
i;
pseudo-respuesta del tipo: se compara poco porque los ideográficos
3) El tercer y último grupo de cientistas políticos está integrado1, ~,y;los teóricos representan, considerados en conjunto, la casi totalidad
t
i'!~'
por los comparatistas. Se trata de un grupo aún más restringido que eC~:;delos científicos políticos y, por razones diferentes (más bien, opues-
de los teóricos. Los comparatistas se ubican a mitad de camino entre! ;. tas), ni los unos ni los otros poseen un verdadero interés en el control
I:IJ
1~11:'
los ideográficos y los teóricos, en el sentido que conjugan un interés~ ;jempírico de hipótesis generalizantes. Se trataría de una pseudoexpli- I~ m ~
sustancial (por los procesos políticos estudiados) con un interés por li~~cación porque está extraída directamente del criterio (intereses empíri- Wr
teoría (quizá sólo porque la comparación recurre a cuadros teóricosi t,,\,oso teóricos) con el cual se hizo la tripartición, El verdadero problema Á~
~e.'
-frameworks-
muy frecuentemente,
generalizantes). Por esta razón ellos también son;;~!:éonsiste en explicar por qué las dos categorías de los ideográficos y
el anillo de conjunción entre ideográficos y teó4~de los teóricos, la primera en particular, estén tan densamente pobla- ~g¡¡; -,
ricos. En efecto, estos dos grupos no se comunican entre sí, siendo su~~:,Masque agotan casi la totalidad del campo (la comunidad palito lógica
intereses cognoscitivos diametralmente opuestos. En cambio los com-;i~internacional), de tal modo que la última, la de los cornparatistas, ter- ~
paratistas se interesan por comunicarse con ambos: están interesadosi ,mina por ser, bajo el perfil numérico, una especie de cenicienta, una SO!

tanto en los «estudios de caso» con propósito ideográfico, donde el) {'categoría residual (si bien dotada de cierto prestigio académico).
~
caso estudiado por el politólogo ideográfico (y por el historiador)
considerado entre las «unidades» de la investigación compara'
como en los trabajos de teoría pura, por lo que pueden ofrecer en Saber nomológico y explicaciones locales
m.inos de modelos, generalizaciones, cuadros teóricos, etc.
El primer problema es explicar por qué, a pesar de todas las «re-
Los «estudios de caso» tbeory oriented, dirigidos al control voluciones científicas» que, según los manuales, han ocurrido desde
·"'.comienzos de los años cincuenta, la gran mayoría de los científicos
1 Véase Rusconi (1987) para un uso persuasivo de estos modelos en el análisis p'olíticos continúa estando constituida por estudiosos que parecen
plicativo de un caso histórico, burlarse de los «objetivos superiores» de la ciencia y se limitan a es-
86 Angelo Panebianco'lr Comparación y explicación 87

tudiar el sistema político estadounidense en la ultima década, el Par': ,"nos sociólogos del conocimiento- por el cambio histórico y por el
tido Comunista Italiano, la democratización ';r
en uno o en otro paí~1: modo en el que, continuamente, el estudioso se enfrenta a él.
del este europeo, la política pública de los transportes en Francia, li:. ~
política industrial en Italia, etc., por qué consideran a todos estos ob~] ~;~ Debe aceptarse el hecho de que los intereses cognoscltlVOS que
j etos importantes por sí mismos y no por la contribución que su esJt .J.0rientan al científico social son diferentes de los que posee el físico
tudio pueda ofrecer a la «acurnulabilidad» del saber politológico. ~¡~;;:eórico. Si hoy, por ejemplo, renacen los estudios teóricos y empíri-
Es el problema central. Y no sólo en ciencia política, pues con lal ~f'cos sobre nacionalismo y nacionalidad, descuidados por mucho
excepción de la economía siempre encontramos una mayoría de ideo~! t,,,tiempo,en absoluto pueden explicarse por el deseo de los estudiosos
gráficos en las otras ciencias sociales, desde la sociología a la antropé y de contribuir a la acumulabilidad del saber nomológico sobre la polí-
logía. ¿Por qué sucede esto? El enigma representado por la existencif :tica (en el mismo modo, y con el mismo espíritu con el que un físico
de una indiscutible mayoría de ideográficos puede ser resuelto sólo sr,~trata sobre aspectos circunscritos, y hasta ahora inexplorados, de la
evitamos considerar seriamente los manuales de ciencias sociaIÚ;' ':'~teoríade la relatividad y de la teoría cuántica), sino exclusivamente
cuando cuentan la fábula según la cual el objetivo principal de tale~ ~,por la circunstancia de que el nacionalismo vuelve a ser hoy un fenó-
ciencias consiste en contribuir al crecimiento de un corpus teórico ge.':11 rneno cultural y políticamente relevante en Europa.
neralizante. . Sé bien que esta toma de distancia de la visión estándar de la cien-
ciapolítica puede desagradar a los más ortodoxos, pero me defenderé
Si damos este paso nos damos cuenta que los ideográficos tienen: \,,;'subiendoa las espaldas de los gigantes. Lo que he expuesto no es mas
razón sobre un punto fundamental (si bien se equivocan sobre otr~ 'J que la visión de los objetivos de la ciencia social que Max Weber re-
aspecto fundamental, al cual me referiré después). El objetivo princi~sumía, mediante una adaptación de la teoría rickertiana, con la idea
pal de las ciencias sociales no es en efecto contribuir a la «acumulabi- la «relación del valor».
~ 'h' I
Edad del saber científico-social», sino «comprender» -en el triple: . En esta visión el saber nomológico no constituye un fin en sí
HUi.
significado en el cual Walter Runciman usa la expresión=-> fenóme'. : mismo: su enriquecimiento no es un objetivo primario de las ciencias
nos que son percibidos por el estudioso como culturalmente relevan;': sociales. El saber nomológico es en cambio exclusivamente un medio
teso He aquí por qué el saber politológico (o sociológico, o antropoá para el estudio de los fenómenos que ~l científico social considera, de
lógico) resulta siempre tan poco acumulable. Este saber s( v:ezen vez, culturalmente relevantes. Este no consiste en «teorías ge-
transforma, en efecto, y se redefine constantemente, no dependiendo', i\ nerales~>(sólo en la forma débil de cuadros teóricos) ni sirve para
de los progresos científicos alcanzados (como sucede en algunas cien~;;·,LproduClrteorías generales. Constituye un instrumento para construir
cias naturales), sino dependiendo de los variables, y conrinuamenu' r explicaciones locales, «ideográíicas», independientemente de las ca-
variados, puntos de vista (sobre lo que es y no es culturalmente rele~:J. racterísticas del objeto estudiado, tanto si se trata de un macro-ferió-
vante) cuya sucesión domina la evolución de las ciencias socialesj e;,. meno histórico o de una microsituación social. Explicación local, en
que está condicionada -si bien no determinada, como piensan algu: ;'este contexto, significa explicación relativa a fenómenos delimitados

d~I"
en el tiempo y en el espacio. Naturalmente, el «tiempo» puede ser
," ' también una época entera (por ejemplo, la época moderna) y el «es-
, ' Runciman (1983)"1 se refiere a un slgmflcado
f' pnmano, " secundario y terciario
,,',i paclO» un are a geopo Iíitica
. y cu 1tura 1 (por eJemp
'1 o E uropa O· CCl-
termino comprenSlOn, E pnmero se re iere a la comprenslOn que es necesana para re·~ ;: . , ~ "
fenr correctamente cuando ,ha SIdo observado; el segundo se refi~:e a la comprensión; ~,dente,etc.). En cualqUle~ caso, el pun~o de a,rnbo s?ran teonas locales
de lo que ha causado el fenomeno (es decir, la verdadera explicación); el tercero se re. ,c(Boudon, 1984) o, con diferente ter minología, teonas seculares (Roth,
fiere a la comprensión necesaria a la «descripción», la reconstrucción de la naturaleza' 5 1973), válidas sólo para los casos examinados y no para otros.
de las msutuciones o de las prácticas examinadas por el cual ellas son, o eran, percJbif
das por los actores comprometidos. Para Runcirnan, no es la explicacián (COmPrenSión':, " " ." .
en sentido secundario), sino la descripcton (comprensión en sentido terciano) que plaót, .~ , ~probar Ja ~n.tencwn que nge,a Jos ~studlOsos lde~g.raf¡cos de ~a
tea especiales problemas metodológicos a las ciencias sociales. 'll;' ·~,pollt1ca
no slglllÍlca absolver el minirnalisrno metodológico y la insi-
88 '- y explicación 89

pidez teórica que en gran parte les caracteriza. Si los ideográf que caracteriza a la economía teórica) algunos de los principales
como pienso, no se equivocan cuando asumen como objetivo p ctos de la ciencia económica.
rio de la ciencia política la explicación de específicos fenómenos visión que, en término medio, los científicos políticos poseen
tórico-políticos considerados importantes por sí mismos, se da economía parece bastante distorsionada respecto de la visión
can cuando sus explicaciones no están apoyadas por inst los economistas poseen de la física (Hahn y Hollis, 1979; Za-
adecuados. La verdadera crítica que puede hacerse a los ideogr i, 1982). Lo que impacta a los científicos políticos, y también a
no consiste en que se dediquen a fenómenos políticos específicos sociólogos y antropólogos, y explica sus complejos de inferiori-
que al «progreso de la teoría» (con independencia de lo que si en relación a los economistas es el hecho de que sólo en eco no-
que esta expresión). El verdadero reproche a formularles es que, entre todas las ciencias sociales, ellos perciben un núcleo autén-
demasiada frecuencia, hacen mal su propia tarea; no advierten el de «ciencia normal». 0, si se prefiere, sólo en la economía ven
cho de que si se aferran exclusivamente a la vía ideográfica, ento mantenidas las promesas positivistas y neopositivistas de la acumula-
no pueden alcanzarse verdaderas explicaciones. Mejor dicho: no ',.bilidad del saber y, por ende, del progreso científico.
tienen pruebas suficientes de la plausibilidad de la explicación d ~., Es verdad que en economía existe un núcleo de ciencia normal.
(no siendo posible jamás clarificar del todo si la explicación to' que no se considera es que ese núcleo no está compuesto por
puesta resiste enunciados contrafácticos). l;!<eeonomía», sino por matemática. En gran medida, los desarrollos de
la economía (piénsese en el imponente corpus teórico que ha crecido
Por ejemplo, quien escribe prefiere explicar muchas anomalías de;;;:~) en torno al problema del equilibrio walrasiano) se deben a econornis-
la democracia italiana relacionándolas a las tradiciones católicas de~ 'ilta.s-matemáticos muy poco interesados en aplicar sus sofisticados
país. Pero es claro que para dar solidez científica a tal explicación s~ r;.modelos al análisis de los fenómenos económicos. Gran parte de es-
debe recurrir al control comparativo. Puesto que no en todos los paM~;,.tos modelos no se han aplicado jamás al estudio de la vida económica
ses de tradición católica se manifiestan los fenómenos políticos regis,; .;::y tampoco se espera que suceda. Las razones de este divorcio entre
J
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I .lltt1-:: "¡, ¡
trados en Italia, habría que intentar establecer qué otras condiciones, f' \<teoría»y análisis empírico son fundamentalmente las mismas que
deben estar presentes para que una tradición católica produzca efec~;r motivaron a Vilfredo Pareto, despues de haber ofrecido una contri-
tos políticos como los que interesa explicar (puede ser, por ejemplof;';~:bución crucial a la economía marginalista, a abandonar la ciencia eco-
II
que entre tales condiciones esté la coincidencia entre la unificación' ~~,hórnica e incorporarse a la sociología.
<
~:
tardía y el inicio del proceso de industrialización).
cióri puede ayudar a identificarlas.
Sólo la compara)' 0;'
No obstante la interpretación «realista» (predominante entre los
:~.economistas) de las teorías económicas (comenzando por la teoría del
, equilibrio) parece acertado, al contrario, su carácter -como
dicho Weber- de «construcciones utópicas», su naturaleza típico-
habría
-
•••

Funciones y disfunciones de la teoría ideal (Aron, 1939; Von Hayek, 1941; Machlup, 1978; Bell, 1981). De
aquí deriva, en gran medida, la dificultad de analizar los procesos
Vayamos al caso de los teóricos. En este contexto su posición es económicos 5 utilizando un modelo de actor demasiado pobre (Si-
clara. De ellos provienen contribuciones importantes a la elaboración rnon, 1957; Sen, 1982; Hirschman, 1985) o de explicar el fenómeno
del saber nomológico. En la perspectiva delineada el saber no
gico no puede ser, como es presentado muchas veces cuando es 5 Más que el fruto de un encuentro aparentemente logrado entre economía y cien-
jado en manos de los teóricos, un fin en sí mismo. Su función es la cia política, el éxito actual de la political economy podría ser interpretado como el
ser utilizado para explicar fenómenos políticos específicos: un banco efecto de una reacción contra el divorcio entre teorías y modelos económicos (siempre
más sofisticados) y explicación empírica. La característica de la political economy es
de prueba que no puede ser eludido de ningún modo. Sin embargo,
operar con modelos más rudimentarios que los propios de la economía pero no obs-
muy frecuentemente los teóricos no lo advierten. De esta manera re- tante (o quizá debido a ello) más fácilmente utilizables en el estudio de los casos empí-
producen (frecuentemente para peor, sin tener el valor del rigor lor-

I
1:1
,1,
90 91
Angelo Panebianco,'ll Comparación y explicación

fu~damental que toda ciencia social debe poder explicar: el cambio;-~\caso,de la economía puede adoptarse -pero sin inútiles irnitacio-
(Hirschman, 1971; Kaldor, 1972; Salva ti, 1987). Para no hablar de las;~~nes- sólo la lógica de la explicación (el método individualísrico -ana-
perdurables dificultades relacionadas con la división entre microeco"f~~.ilítico),la única posible barrera, que yo conozca, contra las recurren-
nomía'y macroec?:lO~ía e.el probl:ma, hasta ahora irresuelto, y cuya,;ftes tentaciones .holísticas -pie,ns~ s~b~e todo en e~ fUl:cion~lismo y.
c~renCla de sol~clO~ implica legítimas dudas sobre el alcance ernpí-: ~en algunas vers.lOnes, de la teona sIstemIc,a- de la ciencia política (a~l
nco de sus explicaciones, de los fundamentos microeconómicos de la; ";:,~como de la sociología y de la antropología) (Boudon, 1977; Leo nardi,
macroeconomía). _.~ 1986; Gambetta, 1989). Sostener que el saber nomológico no coristi-
hacen, m~y mal en :; ruye u~ fin en sí, sino un medio para. el ~nálisis de fensómenos p,ol~ti-
~'

r: . Si las cos~s están así, los politólogos-te~rico.s


Intentar seguIr de nuevo las huellas de la ciencia econorruca. Tanto,';;!;;cos-l11strumento para abordar explicaciones locales -, es el uruco
t
~~rque las dife~encias en~re fenómenos económicos y fenómenos po~~ modo de n.o acer:tua~, el divo,r~io que trad~cionalmente tantos lamen-
1 h.t1cos ~on tales que el nivel de rigor alcanzado por la economía teó<i:' tan entre «l11veStlgaclOn empInca» y «teoria».
f
¡,'
nca es malcan~abl.e en ciencia política (donde no existe nada compa"~"
¡ rabIe al margmahsmo, a la macroeconomía, etc.) 7 como, y sobre;~.
• todo, porq ue reproducir la separación entre teoría y análisis empírico:I>.Divisiones disciplinarias y comparación

,
~ que se hace en economía es de cualquier modo pernicioso. En todo
t' Si las afirmaciones hasta aquí hechas poseen alguna plausibilidad,
, entonces el grupo de los cornparatistas, si bien débil, desarrolla, en la
t: 6 La diferencia
I I
crucial consiste en el hecho de que en economía puede ser más fácil- . , líti n 1"01 crucial. A ellos en realidad es a quienes corres-
bl I .' I bl d I id 'f' '. d I ciencia 1po 1 ica, du lori ,
1 bai de los politólogos ideo-

'
mente resue ro e pro erna « aermeneunco», e pro ema e a 1 enn icacion e as,
~ motivaciones de las acciones. El mecanismo de los precios permite al observador iden- ponde a tarea e va erizar tant~ ~ tra aJo. ,. _
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tificar con suficiente seguridad las razones del comportamiento de los inversores, de gráficos (indispensable base empInca de las investigaciones ,compara

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los consumidores,

os va ores perrrnte
etc. «La racionalidad de la conducta económica se hace rigurosa-
1mente I determinableite den una icnif
economía monetaria en la cual la traducción cuantitativa de,
d ' I f' I del má d"
ar un sIgm ica o preCISO a as ormu as e maximo ren irnrento y ,
del mínimo gasto" (Aron, 1939,165). En las otras ciencias sociales el problema herrne-
.das) como el de los teóricos (la reserva de saber nornológico
proporCl
"
teoncos.
'0 a al cornparativista
n
) s· b
ln em argo, no nos p
los indispensables modelos y cuadros
odemos quedar en este punto, En
que

¡ néutico es de más ardua solución. Faltando un sistema de parárnetros común al obser- '
vador y al actor, identificar los motivos de las acciones significa empeñarse en una 8 Véase la distinción de Boudon (1984) entre modelos (o teorías formales) que
r
I compleja obra de reconstrucción de la «lógica de la situación" (Popper, 1957) en la construimos utilizando el saber nomológico disponible, y teorías empíricas, punto de
cual se encuentra el actor. Esto deja siempre abierto el problema de si la reconstrucción arribo de las explicaciones «locales», Dos son las funciones de los modelos: a) identifi-
realizada por el observador corresponde, o no, a la lógica de la situación tal como apa- car las (hipotéticas) relaciones causales entre un cierto número de factores, El control
rece al actor. empírico será uril para establecer si, en el caso en examen, las relaciones hiporetizadas
7 En un ensayo de 1939 dedicado a una confrontación entre la ciencia económica y por el modelo corresponden a las verificadas (Marradi, 1980; Boudon, 1984), Cuando
las ciencias socio-politológicas, y cuyas conclusiones resultan válidas tambien hoy, el modelo es usado en clave típico-ideal la explicación del caso en examen nace de la
Raymond Aron observa que si la lógica de la investigación sociológica o politológica observación de la distancia entre modelo (entre las relaciones hipotetizadas por el mo-
no difiere de la que posee la economía, esta última tiene en cualquier caso especificida- delo) y caso empírico; b) permitir la parametrización de otros factores, es decir, permi-
des tales como para hacer imposible la elaboración de una «teoría de la política" paran- tir relegar bajo la cláusula ceteris paribus todos los factores no comprendidos en las re-
gonable a las teorías económicas: «El acto económico en nuestras sociedades se mani- , laciones hipotetizadas por el modelo, y que serán por lo tanto considerados exógenos
fiesta exteriormente, se traduce en cifras. No hay necesidad de una encuesta para respecto del modelo. Los cuadros teóricos (frameworks), en cambio, son el equivalente
conocer la opinión de los individuos sobre una determinada mercancía, el valor de las de lo que Marradi (1980,88) llama -pero con referencia exclusiva a las investigaciones
ventas puede ofrecernos todas las informaciones de las que tenemos necesidad (...). que hacen uso de técnicas estadísticas- «rnacrorncdelos»: figuras en las cuales un ele-
Pensemos, en oposición a la determinación cuantitativa de la realidad económica, en la vado número de conceptos es relacionado recíprocamente y que tienen el cometido de
indeterminación característica de la realidad política, la cual existe sólo por medio de orientar al investigador en la selección de los conceptos relevantes para la investiga-
las acciones y de las intenciones, se reflej a de modo diferente en cada conciencia y no ción. Los cuadros teóricos son generadores de modelos. Una gran parte de las teorías
alcanza la inteligibilidad que logra el sociólogo mediante la reconstrucción» (Aron, '< económicas, de las teorías sociales (por ejemplo, la pattern variables tbeory de Parsons)
1939,184-185). Sobre las diferencias entre la economía y las otras ciencias sociales, y de las teorías politológicas (de Easton, de Almond, de Deursch, etc.) son, en realidad,
véase tambien Sanori (1979, 54-55). cuadros teóricos así entendidos.
92 . Comparación y explicación 93

efecto, los comparatistas no constituyen en absoluto un grupo norma en la historia, a este punto, suficientemente extensa, de todas
géneo: exactamente en el mismo modo que los ideográficos y los ciencias sociales. Los momentos de (relativo) consenso sobre los
ricos, están divididos entre sí. Es en este sentido que entran en j :,,~ulldamentos son, en cualquier disciplina científico-social, excepcio-
las preguntas sobre cómo y por qué comparar. el fruto de especiales condiciones históricas (ver el caso del pre-
Inmediatamente afirmo que, según mi parecer, el cómo y el ,nr~;¡.'uoIIlinio del funcionalismo parsoniano en la sociología estadouni-
qué son mucho mas independientes entre sí de cuanto pueda p e de los años cincuenta o del comportamentismo en la ciencia
a primera vista. En el sentido de que mientras que es más fácil
zar un consenso general sobre el cómo (y pienso que nosotros los
lianos, gracias a la lección de Sartori, somos, desde este punto d(t ~)" Hasta en economía, a pesar de las fases más o menos prolongadas
vista, aventajados) es en cambio dificilísimo, y quizá imposible, a¡:t~,~de neto predominio de alguna corriente (en este orden: la economía
canzar un acuerdo general sobre el por qué, es decir, sobre los objeti~~,lsmith-ricardiana, el marginalismo, la macroeconomía keynesiana), las
vos de la comparación..;'::,-c,-divisiones han estado siempre presentes (Schumpeter, 1954) y, ade-
La razón es simple. El acuerdo sobre el cómo presupone sólo uni-f).más, siempre ha ocurrido que en las fases de decadencia de la co-
disponibilidad a un uso compartido del método lógico, y la lógica, ntt·- rriente predominante se acentúan las divisiones hasta llegar a la frag-
obstante lo que pensasen los dialéctico s, es neutra respecto de posi:';tmentación del campo disciplinario (Bell y Kristol, 1981).
bles diferencias, incluso muy profundas, de orden epistemolócr;rt,;i"
Dos estudiosos pueden perfectamente concordar sobre el cor ¿ Por qué en las ciencias sociales el desacuerdo sobre los funda-
tratamiento de los conceptos, sobre los criterios mediante los . mentos es siempre mucho más intenso que en las ciencias físicas? Si,
construir clasificaciones, etcétera, y no obstante dividirse cuando como recuerdan los historiadores y los filósofos de la ciencia (por
pasa de los problemas del cómo comparar a considerar los problemas" ejemplo, Laudan, 1984) no debemos sobrevalorar el grado de acuerdo
del por qué hacerla. alcanzado (y alcanzable) en las ciencias naturales, está claro que las
Ir,'
En efecto, la pregunta sobre el por qué comparar implica o divisiones endémicas y continuas son un efectivo «privilegio» de las
cuestión, en realidad anterior: ¿qué es una explicación aceptable en ciencias sociales. En estas ciencias, y sólo en éstas, hay divisiones
ciencias sociales? Son, creo, diferentes respuestas a esta pregunta 50-' hasta respecto a «qué es una ciencia». Sin necesidad de incomodar el
bre la base de las divisiones que caracterizan no sólo la ciencia polí; _ -Methodenstreit de finales del siglo pasado, basta citar un teórico so-
tica, sino tambien la sociología, la psicología, la antropología, la eco- cial contemporáneo: «Por razones vinculadas a la naturaleza de sus
nomía (ver la polémica recordada más arriba sobre la desconexión' objetos de estudio, el desacuerdo a cualquier nivel del continuum
entre modelos matemáticos y el Curso efectivo de los fenómenos científico es constitutivamenre mucho más intenso en las ciencias so-
nómicos) y hasta la historiografía, cuyos problemas no son tan dife- ciales. La proximidad entre los intereses de los análisis de las ciencias
rentes de los de las ciencias sociales. sociales y los fundamentos políticos y culturales de la vida social ha-
Mi tesis es, en primer lugar, que las divisiones sobre el por qué cen casi insuperables las barreras metodológicas y sustanciales que se
comparar dependen de una diversidad de respuestas a la pregunta so- interponen al acuerdo científico» (Alexander, 1985, 34).
bre en qué consiste una explicación aceptable y, en segundo lugar, Por un lado, muchas divisiones son de tipo metateórico, tienen
que la experiencia de las ciencias sociales muestra la imposibilidad de; que ver con las visiones precientíficas, para usar una expresión de
llegar a un acuerdo general sobre este problema crucial. Cuando Al, Schumpeter (1954, trad.it. 1979,50), que constituyen la base de cual-
mond (1990) lamenta desconsoladamente la existencia de profundas- quier investigación científico-social (y a la cual se relaciona también la
divisiones, y más bien de una verdadera y propia incomunicabilidad fractura ideológica de la que habla Almcnd)". Por otro lado, ellas de-
entre escuelas, en la ciencia política de los años setenta y ochenta (que
él reconduce a la acción de una doble fractura: ideológica y metodo-; 9 La inevitabilidad de fracturas de este tipo depende del hecho de que todas las in-
lógica), omite observar que las divisiones de este tipo representan la vestigaciones de las ciencias sociales, en modo implícito o explícito, están inspiradas
94 Comparación y explicación 95

penden de diferentes modos de responder a la pregunta, que he no tiene lugar. Es necesario elegir. El sincretismo metodológico
nido como prioritaria, sobre la naturaleza de la explicación en conducir sólo, por un camino imprevisto, a la anárquica con-
ciencias sociales. N o es posible, creo, llegar a un consenso general feyerabendiana de «todo va bien».
bre los fundamentos. Pienso que lo máximo que se puede (y se deb En las ciencias sociales dos diferentes modelos de explicación han
pretender es un acuerdo mínimo (a) sobre el uso correcto de las re cobrado, al menos en el discurso (en la práctica de la investigación
de la argumentación (Sartori, 1979) Y (b) sobre el respeto de la siempre han sucedido cosas diferentes), más consenso que otros: el
ción, de carácter regulativo, entre juicios de hecho y juicios de modelo funcionalista y el nomológico-deductivo (o covering-law
Ello simplemente significa respetar la fundamental regla del -i model) ¡1. En el primero caso, se postula la existencia de necesidades
lingüístico» que llamamos ciencia: recurrir en nuestras explicaciones" sistérnicas y se asume como satisfactoria la explicación que puede dar
sólo a enunciados descriptivos, con exclusión de los enunciados p cuenta de la función que cumple una determinada institución res-
criptivos 10. No cabe, razonablemente, esperar llegar más lejos. pecto de! mantenimiento y adaptación del sistema (o de otra institu-
Es preferible, por ello, dedicar más esfuerzos a mejorar las ción); en e! segundo caso, se reputan aceptables sólo las explicaciones
t

de comunicación. Lo que es en verdad importante es que los e basadas sobre «leyes».


sos, aunque eventualmente disientan sobre los fundamentos, al Ambos modelos resultan insatisfactorios. Para el modelo teleo ló-
nos se comprendan: que posean criterios para identificar y delimitar gico-funcionalista valen las críticas de Hempel (1965) y es verdad que
los términos del disenso. en las ciencias sociales, como ha observado Elster (1983), no existe
nada análogo a la teoría (causal) de la selección natural que legitima,
enbiología, la explicación funcional.
Una disputa antigua: ¿qué entendemos por «explicar»? Más complicado es el caso del modelo nomológico, del cual
puede afirmarse que sirve, pero no basta. Por un lado, no es posible
N o podemos afirmar que exista acuerdo entre los científicos p explicar algo, en ciencia política y en historiografía, sin recurrir a «le-
tices sobre lo que constituye una explicación aceptable. Lo que en yes»,aunque sólo sea en la forma (la única que podemos encontrar en
lugar podemos, y creo, debemos hacer, es explicitar qué eriti lasciencias sociales) de proposiciones símil-ley sobre «regularidades»
cada uno de nosotros por «explicación aceptable». De otro modo, espacio-temporalmente delimitadas. Hempel (1942) tiene razón sobre
cuestión del por qué comparar pierde significado. Esta es la razón." este punto. Por otra parte, el uso de proposiciones símil-leyes sólo
por la cual, por ejemplo, no parece muy convincente el eclecticis una etapa de una operación explicativa mucho mas compleja, y siem-
meto do lógico propiciado por Almond (1971; 1990). Según este punto pre que mantengamos que explicar significa explicar «por causas» 12.
de vista, en las ciencias 50ft (las ciencias sociales) se debe hacer uso,
11 En las ciencias sociales existe también otro tipo de explicación: la explicación in-
con flexibilidad, de una mezcla de funcionalismo, teoría de la elec-
tencional, basada sobre el silogismo práctico (Von W right, 1971). Más allá del pro-
ción racional, método histórico (sic), etc. Todos estos enfoques 50S'
blema, muy discutido, de si la explicación intencional sea, o no, un tipo especial de
tienen concepciones diferentes de la explicación, y aquí el' . explicación causal, queda el hecho de que ella, para las específicas finalidades cognosci-
tivasde la ciencia política (o de la sociología) puede ser u tilizada sólo en conjunción
por «visiones del mundo" que, por ejemplo, incorporan diferentes, y frecuentemente, conla explicación causal. Sobre este punto, ver la nota 14.
incompatibles, «modelos de hombre" (Hollis, 1977) y que son pasibles sólo de crítica 12 Uno de los argumentos usados contra la explicación causal (y a favor de las ex-
filosófica, no científica. Ello no quita sin embargo la posibilidad del control intersubje-j plicaciones sistémico-funcioriales) es el de que en las ciencias sociales nos encontramos
tivo de las teorías, las cuales, independientemente de la Weltanschauung que ha inspi-] frente a fenómenos de «causalidad recíproca»: A es causa del estado de B pero, a su
rado la elaboración, deben en cualquier caso superar, para ser aceptadas, el test de la! el estado de B es causa del estado de A. Pero, como ha sido observado (Hage, Fo-
corroboración empírica.', Meeker, 1988, 16-19), la llamada causación recíproca es definible mejor como un
10 Siguiendo a Sartori (1979, 231 Y ss.), es el problema de la Wertfreiheit entendida' casode causalidad compuesta: ella es casi siempre descomponible en distintas secuen-
como «criterio regulador" en vez de «constitutivo". Una cosa diferente, naruralmentej ciascausales (de A a B y de B a A). La llamada causación recíproca (comprendido el
es la weberiana «relación de valor", sobre la cual influyen las visiones precientíficas de{ de mecanismos de feedback) no viola, en realidad, los principios de la secuencia
las que habla Schumpeter. ~ temporal (la cual precede a efecto) y de la asimetría sobre la cual se rige la causalidad.
96 Comparación y explicación 97

Ciertamente debemos refutar la concepción determinística de li,i;'~mos ser concientes del hecho de que nuestras explicaciones podrán
causalidad (Hicks, 1979) que ha sido abandonada también en física~ '~ljdentificar sólo algunos aspectos (nunca todos) del complejo engra-
Debemos hablar de causas necesarias pero no suficientes (Nagel~'::"haje causal 15 que preside el fenómeno que se examina 16.
1961; Sartori, 1979). No obstante, del concepto de causa no podemo~~t Es perfectamente lícito rechazar esta concepción de la explicación
prescindir, aunque quedase demostrado, como pretenden algunos au~:1t es rechazada en efecto por muchos: por ejemplo, y por razones
tores, que en las ciencias físicas se trata de un residuo de una época;'i, muy diferentes, por los funcionalistas, por los hermenéuticos, por los
precientífica 13. Es necesario ratificar lo que es conocido, es decir, que'~; dialécticos y por los que identifican tout court la explicación con el
el covering-law model es de por sí insuficiente para producir auténti-. modelo nomológico-deductivo). En tal caso, ¿se ofrecerán respuestas
cas explicaciones causales. Una proposición símil-ley del tipo «Si A, diferentes a la pregunta «por qué comparar»? 17.
entonces B» nos dice sólo que existe una elevada probabilidad, dadas
ciertas condiciones, de asociación entre A y B. Pero, como sabemos,
una correlación no implica necesariamente una relación de causali Elmétodo comparativo: dos estrategias
dad. Puede que la correlación sea perfectamente espuria -ver Elster
(1989) para observaciones penetrantes sobre este límite fundamental" En la interpretación que aquí se propone, se compara para alcan-
del modelo nomológico. zarexplicaciones causales, en el sentido precisado de identificación de
mecanismos causales. Es importante notar que esta perspectiva posee
En cuanto cualquier fenómeno social es el producto de una multi- efectos sobre la elección de la estrategia de la comparación que se con-
plicidad de causas (Mili, 1843) lo que, realísticamente, es posible ha.
cer es identificar uno o más subconjuntos del complejo «conjunto de información en estos dos estadios. Postular simplemente una relación causal entre rna-
crovariables no es suficiente. Podemos constatar la regularidad empírica según la cual
circunstancias» (causas) que preceden la aparición del fenómeno que
laexpansión sigue a la depresión en un ciclo económico, o según la cual una cierta dis-
nos interesa explicar. En esta perspectiva: «( ...) una causa se identifica tribución del rédito se asocia a un cierto modelo migratorio, pero no habremos expli-
¡'"~O
como un elemento de un conjunto de condiciones, una parte Insufi- cado nada hasta cuando no podamos mostrar (i) cómo los macro-estados en el tiempo t
1JI
ciente pero Necesaria de un grupo de condiciones o eventos Suficien- influyen sobre el comportamiento de individuos motivados por ciertos objetivos, y (ii)
tes pero no Necesarios (...)>> (Hage, Foley Meeker, 1988, 10. La fór- cómo estas acciones individuales dan lugar a nuevos macroestados al tiempo t+ 1". Las
tesisde Elster sobre la explicación como identificación (que combina intención y cau-
mula INUS se debe al filósofo J. Mackie, 1965).
salidad) de «mecanismos causales» recuerda de cerca la que Von Hayek (1952) llama
Elaborar una explicación adecuada significa entonces individuali- «explicación del principio», distinta de la simple «explicación del detalle» (o couering
zar, con el auxilio de generalizaciones law-like, un «conjunto de con- Ltwmodel).
15 Cfr. la clásica tesis weberiana sobre la «causación adecuada» y sobre los «juicios
diciones»(network) causales y reconstruir sus interrelaciones. Dicho
deposibilidad objetiva».
en otros términos, el objetivo de la explicación es el de identificar
16 Una diferencia crucial entre la explicación causal concebida así y el modelo hi-
mecanismos causales (Elster, 1989) 14. Si bien, realisticamente, debe- potético-deductivo es que se rompe la relación entre explicación y previsión (Pane-
bianco, 1989b). Para decirlo una vez más con Elster: «(... ) las explicaciones causales de-
1} Es, por ejemplo, la tesis de Bertrand RusselJ (1953). Para el caso de la ciencia pO'f,j ben ser distinguidas de las previsiones. A veces podemos explicar sin ser capaces de
lítica la mejor discusión crítica de la concepción causalista, que llega a conclusiones di- " prever, y a veces podemos prever sin tener la capacidad de explicar. Es verdad que en
ferentes de las mías, se encuentra en Fisichella (1985, 64 Y ss). muchos casos la misma teoría nos permitirá hacer ambas cosas, pero pienso que en las
14 La tesis weberiana de la necesidad de integrar explicación causal y «compren- ciencias sociales ésta sea la excepción más que la regla» (Elster, 1989, 8). Cfr. también
sión» es relormulada por Elster (1983, 84 Y ss.) en los términos de la necesidad de ex- Boudon (1984). Se puede pensar que la fundamental razón «psicológica» por la que
plicaciones «mixtas»: explicaciones intencionales de acciones individuales junto a ex- muchos continúan declarándose fieles al modelo hipotético-deductivo de explicación,
plicaciones causales de la interacción entre individuos: «Antes que nada debemos no obstante su evidente inadecuación en las ciencias sociales, se relacione con el deseo
"comprender" por qué -y para el alcance de qué objetivo- los actores actúan como desalvaguardar el carácter conjunto explicativo y predictivo de las teorías.
actúan; y luego debemos «explicar» por qué actuando como actúan, determinan ciertos 17 Véase Marradi (1985) para una clasificación de los objetivos de la comparación
resultados. Que el fenómeno por explicar sea un ciclo económico, una campaña presi- (ordenados a través de una dimensión que va desde el polo nomotético «fuerte» hasta
dencial, la movilidad geográfica o el cambio tecnológico, se debe siempre desagregar la elpolo ideográfico) extraída de un examen de la literatu ra existente.
98 Angelo Panebianco Comparación y explicación 99

sidera más apropiada. Si, en efecto, estamos interesados en explicacio- durkheimiana. Se comparta o no el «programa durkheirniano», del
nes locales (es decir, identificar el mecanismo causal que está detrás cual la comparación estadística, incluidas sus aplicaciones contempo-
del específico fenómeno que examinamos) entonces debe precisarse el ráneas, es hija, se debe admitir que este tipo de comparación resulta,
rol de la comparación como método de control de las hipótesis. . en cualquier caso, útil y necesaria. Ella sirve para el control de aque-
En la práctica de las ciencias sociales es posible identificar dos ti- llas proposiciones símil-ley sobre regularidades que son patrimonio
pos de comparación (Ragin y Zaret, 1983). En el primer caso (lo que indispensable a alcanzar en nuestras explicaciones. De por sí las regu-
Ragin y Zaret llaman comparación estadística) se limitan a compararl~,. laridades obtenidas de este modo no constituyen una explicación en
hipótesis de alcance general. Por ejemplo, la existencia o no de una sentido muy claro (por los límites que presenta a este fin el modelo
relación de asociación entre desarrollo económico y régimen demo- nomológico ).
crático, entre el número de los partidos y el grado de inestabilidad La explicación del fenómeno es una tarea mucho mas complicada
gubernamental, entre ciertos aspectos del sistema de partidos y el en la cual pondremos en juego (incorporándolas en cuadros teóricos
tipo de políticas públicas producidas, etc, y modelos) las proposiciones símil-ley producidas mediante la com-
La expresión «comparación estadística» se refiere a la lógica que paración estadística, pero sin limitarnos a esto. La explicación verda-
preside a este tipo de investigación comparada. Lo que cuenta es el dera puede emerger sólo de un diferente tipo de comparación (Ragin
recurso al canon milliano de las variaciones concomitantes. No es ne- y Zaret la llaman comparación histórica) en la cual el caso examinado
cesario que la investigación recurra a técnicas estadísticas en el trata- será confrontado sistemáticamente con otros casos para identificar
miento de datos para ser incluida en esta categoría. La comparación semejanzas y diferencias.
estadística es un derivado de la tradición durkheimiana. La investiga-
ción-modelo es EL suicidio, de Emile Durkheim. En el debate meto- Debe quedar claro qué cosas distinguen las dos estrategias. En el
dológico contemporáneo esta obra ha sido nuevamente propuesta primer caso partimos de una proposición símil-ley y controlamos so-
:',:
como un modelo por autores como Smelser (1976) y Lijphart (1971) ¡s. bre una muestra de unidades si la presencia de A va acompañada o
En esta perspectiva el método comparativo es una variante (más sucedida por la presencia de B y en qué condiciones. En el segundo
débil, menos fiable) del método estadístico. En la medida en que no caso partimos de la observación de una unidad X en la cual está pre-
podemos trabajar con grandes números, cuando el número de las .t" sente B (nuestro explanandum) y a través de confrontaciones entre X
unidades disponibles es bajo, el control de las hipótesis debe con- u y otras unidades (diferentes de X) en las cuales B esté presente -o
fiarse necesariamente al método comparativo. Pero la lógica del con- bien otras unidades (similares a X) en las cuales B esté ausente- in-
trol comparativo es la misma que la del control estadístico. En otros vestigamos el posible conjunto de causas (A + e + N) de B.
oo.

términos, el método comparativo es, en esta versión, una forma de La comparación histórica es hija de la tradición weberiana. El ob-
control estadístico «sobre pequeños números». Se trata de una estra- jetivo de la investigación es la explicación genética de las diversidades
tegia variable-based, vinculada al objetivo de producir generalizacio- históricas. En esta versión el método comparado no es una variante, o
nes de amplio alcance y coherentes, según Ragin y Zaret, con el mo- un derivado, del método estadístico. Más bien se recurre a los cáno-
delo funcionalista de la explicación, predilecto de la tradición nes lógicos de la semejanza y de la diferencia antes que al de las varia-
li Si Smelser y Lijphart han escrito los textos más notables, esta visión del método ciones concomitantes. Se trata de una estrategia case-b ased, centrada
comparado resulta compartida por muchos otros autores. Es por ejemplo el caso de sobre los casos, en vez de variable-based. Se pretende alcanzar «mo-
Randall Collins, para el cual: «Para comprender una cosa debemos confrontar donde destas generalizaciones sobre las diversidades históricas» (Ragin y
acaece y donde no acaece y registrar las variaciones de las condiciones que acompañan Zaret, 1983,741).
la ocurrencia o la no ocurrencia del fenómeno. Durkheim lo había entendido perfecta-
mente y en efecto intentó mostrar cuáles son las condiciones que permiten la solidari-
La investigación de explicaciones genéticas implica la elaboración
dad social confrontándola con aquella en la cual la solidaridad es menor (por ejemplo, , de hipótesis -y de su control mediante la comparación- sobre com-
en el suicidio). El método de la variación, no obstante la complejidad de los resultados binaciones de causas temporalmente discretas. En el caso de la compa-
que se derivan, es el método fundamental de la ciencia" (1975, trad. ir. 1980,4). ración estadística «causas y efectos están ligados en modo continuo.
100 Angelo Panebianco Comparación y explicación 101

Variaciones en las primeras determinan variaciones en los segundos. tendida como variante de la concepción positivista de la pirámide (el
Mientras que los argumentos genéricos son típicamente combinato- científico social que, de modo similar a un esclavo egipcio, contri-
rios: específicas condiciones se combinan determinando un específico buye con su pequeña piedra a la construcción del saber nomológico).
resultado histórico» (ibidem, 743). Esta estrategia permite, o debería De ningún modo las cosas son así. N o estudiamos los diferentes
permitir, la identificación de patterns of invariance (combinaciones fenómenos políticos para contribuir al enriquecimiento del saber no-
de causas y efectos) que dan lugar a recorridos históricos diferencia- mológico 20, pero utilizamos el saber nomológico disponible -gra-
dos (ibidem, 744). Ella es coherente con la concepción de la explica- cias también, pero no sólo, al trabajo de los teóricos- para «com-
ción, que aquí se propone, entendida como identificación de meca- prender» (en el sen tido en el cual Runciman usa esta expresión: el
nismos causales. verstehen es sólo un componente, necesario pero no suficiente) fenó-
menos histórico-políticos relevantes para nosotros y para nuestro
Las dos estrategias -comparación estadística y comparación his- tiempo. Las ciencias sociales no son, desde este punto de vista, muy
tórica- no se excluyen. Más bien la disponibilidad de buenas compa- diferentes de la historiografía (Loriaux, 1989). Al igual que la histo-
raciones estadísticas es una condición que acrecienta las probabilida- riografía, están sujetas a permanentes traslados de intereses cognosci-
des de buenas comparaciones históricas. Las mejores investigaciones tivos y de puntos de vista que no respetan las cadencias internas de la
(Barrington Moore y Stein Rokkan proporcionan ejemplos) las utili- acumulación del saber, sino las de los cambios históricos. Al igual
zan simultáneamente. Sin embargo, el objetivo final no consiste sim- que la mejor historiografía, la mejor ciencia política busca explicar fe-
plemente en controlar la veracidad de una proposición general (como nómenos políticos considerados de relieve y lo lleva a cabo utili-
sucede cuando nos limitamos a utilizar la llamada comparación esta- zando cuadros teóricos y modelos, con la finalidad de reforzar la
dística), sino en explicar específicos fenómenos histórico-políticos
identificando sus mecanismos causales, bien se trate de las causas de ciplinas científicas que acepta el dogma predominante de su tiempo; que no quiere so-
meterlo a discusión; y qu e acepta una nueva teoría revolucionaria sólo si casi todos los
las diferentes vías a la modernización en un grupo de países o bien de otros están dispuestos a aceptarla -se convierte en moda por una suerte de u n arrolla-
las semejanzas y diferencias en las configuraciones de los sistemas de dor consenso universal ( ...). El científico «normal", como es descrito por Kuhn, ha
partidos europeo-occidentales. sido mal instruido. Ha sido educado, en un espíritu dogmático: es una víctima del
Naturalmente, una buena explicación local es muy frecuente- adoctrinarniento» (Popper, 1970, 122-123). Se puede naturalmente considerar poco ge-
neroso el duro juicio de Popper y sostener que mediante el concepto de «ciencia nor-
mente el punto de partida para alcanzar otras explicaciones locales mal" Kuhn describe de modo satisfactorio cuanto acaece en algunas ciencias naturales.
(en este sentido muy especial se puede hablar también de acumulabi- Mi opinión es sin embargo que la idea de ciencia normal está estrechamente relacio-
lidad del saber), sin que los resultados cognoscitivos alcanzados sean nada con la idea de paradigma, y pues si para las ciencias sociales no es adecuada la se-
mecánicamente transferibles de un caso a otro. gunda tampoco lo es la primera. A menos que no se quiera dar al concepto de ciencia
normal una valencia que no tiene en Kuhn, indicando simplemente el trabajo colectivo
de los seguidores de una determinada escuela. Pero en las ciencias sociales las escuelas
son muchas. Ello quita al concepto de ciencia normal la útil función descriptiva que
Conclusiones posee en relación a las ciencias naturales (admitido y no concedido, como quiere la in-
terpretación de Kuhn, que estas últimas sean dominadas, cada una, por un solo para-
digma). Pero ver, sobre este aspecto, las críticas de Laudan (1977) a las tesis de Kuhn.
Pienso que, cuando discutimos de cuestiones metodológicas, ya
lO Para la impostación contraria a la recogida aquí, véase Mayer (1989). Según Ma-
sea de la comparación o de otra cosa, es indispensable una visión más yer, todo lo que se requiere para que el movimiento de la Camparative politics con-
realista de las ciencias sociales que la incorporada en tantas declara- serve las promesas de los años cincuenta es una mayor atención, por parte de los cien-
ciones ideológicas del pasado. Pienso que debemos, ante todo, «olvi- tílicos políticos, a la importancia de una correcta operacionalización de los conceptos.
dar a Kuhn», desligamos del complejo de la «ciencia normal» 19, en- Es verdad que un válido tratamiento de los conceptos resulta esencial para la corrobo-
ración empírica de las teorías. Que ello baste para garantizar la acurnulativid ad del sa-
ber en ciencia política (una ciencia que, según Mayer -y según todos los fisicalistas
19 «La "ciencia normal" en el sentido de Kuhn existe. Es la actividad del profesio- que lo han precedido- se distinguiría de la física sólo por la «menor precisión» de sus
nal no revolucionario o, más preclsamente, no demasiado crítico: del cultivador de dis- previsiones) resulta bastante dudoso.
102 Angelo Panebianco Comparación y explicación 103

plausibilidad de sus explicaciones locales. De este modo la cuestión Hicks, J. (1979), Casuality in Economics, Oxford, Basil Blackwell.
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~¡1:11
Editorial, 1987. { embargo, el objetivo principal sigue siendo el de confrontar esta es-
';'11
Zamagni, S. (comp.) (J 982), Saggi di filosofia della scienza economica, Roma; gia de investigación con otras y poner de manifiesto algunas
'¡"II
La Nuova Italia Scientifica. tiones de método que le son propias. ;!I!~I
El punto de partida es la opinión de que e! método comparativo
sido muy debatido y se ha consolidado en lo que respecta a la in-
cross-sectional de tipo sincrónico. Pero, por el contrario,
no han recibido la misma atención los problemas peculiares de la
comparación en el contexto de las variaciones derivadas de observa-
cionesa lo largo de la dimensión temporal. En una palabra, la compa-
racióna través del espacio ha sido «cribada» metodológicamente mu-
chomás a fondo que la comparación a través de! tiempo.
Antes de argumentar esta tesis y extraer sus implicaciones con-
vieneaclarar de qué manera queremos afrontar e! tema: 1) distancian-
donos de un planteamiento que nos parece todavía dominante pero
poco fructífero, y 2) explicitando de manera breve los presupuestos
heurísticos del tema. Dedico las dos primeras partes de este trabajo a
aclaraciones previas.

105
Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 107
106

lugar (o de tiempo) en una época en que se producen convergencias


¿Historia o tiempo? entre historiadores y científicos sociales en numerosos sectores. Entre
los científicos sociales que se ocupan del desarrollo social y político se
El térrnino «tiempo» que aparece en el titulo se ha elegido a pro-
nota un creciente distanciamiento de los enfoques funcionalistas y sis-
pósito, como alternativa a otros más familiares. No nos ocuparemos
témicos en favor de modelos geotemporales más circunscritos y, en
del tiempo que angustiaba a San Agustín, ni del tiempo entendido
ese sentido, más «históricos» 2. Al mismo tiempo algunos historiado-
como construcción social, al que la sociología ha dedicado numerosas
res tienden a criticar la idea de que su disciplina pueda prescindir de la
páginas. El tiempo que nos interesa es la noción modesta y mundana
teoría y argumentan a favor de una explicitación de las bases heurís ti-
de una dimensión objetiva a lo largo de la que se recogen informacio-
cas y de los modelos teóricos implícitos en sus análisis 3. También hay
nes y se acopian observaciones: tiempo como, dimensión de variación.
que referirse a la creciente cooperación y convergencia entre historia-
En este sentido el tiempo es lo que norrnalmente se llama «historia».
dores y científicos sociales en el campo de la historia cuantitativa 4 y a
En efecto, el tema de la variación temporal constituye una piedra an-
la más rara entre historiadores y politólogos en el intento de contras- . I ~11
gular (pero no la única) del tan discutido terna de las relaciones entre [ -r]
tar y redefinir esquemas teóricos sobre el desarrollo político 5.
historia y ciencias sociales. Normalmente ellProblema se afronta den-
Es verdad que en este sector en los últimos veinte años se ha debi-
tro de este marco; ¿por qué entonces no recurrir a este término -his-
litado no poco el énfasis acerca de la especificidad disciplinar y hoy
tOria- más familiar y aparentemente más claro?
es más difícil encontrar valientes que la defiendan. Lo que no quiere
Existen buenas razones para no elegir esai vía principal. En primer
decir que no se hayan dado importantes pasos adelante: ya se ha sen-
lugar, porque es una arteria de mucho tráfico; la literatura sobre las
tido la necesidad, pero creo que estamos aún lejos de haber planteado
relaciones entre historia (historiografía) y ciencias sociales es tan
el problema con claridad. El hecho es que, pese a estas premisas posi-
vasta que afrontar el problema desde este puntO de vista difícilmente
tivas, en la reciente y creciente literatura que enfatiza los aspectos po-
permite avances nuevos e importantes. En. segundo lugar, porque
sitivos de la ciencia social «histórica» o «cualitativa» y que invoca el
desde esa perspectiva es difícil no tornar posuura acerca de las relacio-,
renacimiento de esta tradición se encuentran todavía --o mejor dicho
nes entre dos disciplinas consolidadas, criticando a una u otra por sus
se encuentran de nuevo- ejemplos de la confusión y de la ambigüe-
limitaciones o defendiendo un acercamientO. o incluso una fusión ha- .;'
dad producidas por el recurso a los conceptos implícitamente auto-
cia una «tercera vía». Lo que no es malo en sí; considerando sin ern- "I!\
evidentes de «historia» e «histórico».
bargo que ambas disciplinas están desde siempre bastante «mal deli-
Los trabajos sobre este tema de Abrams, Skocpol y Tilly son al-
mitadas» -que existen muchas histOriograhas y otras tantas ciencias' " .'.

gunos de los ejemplos más autorizados de los recientes esfuerzos


sociales 1- resulta que por esta vía es más fácil caer en malentendidos
para identificar y aclarar la sustancia de un «método histórico-socio-
que en clarificaciones. Por último, este tipo de perspectiva suele estar
lógico» y de una «comparación histórica». Abrams (1982) ha dedi-
repleta de indicaciones que adoptan la forma de invocaciones a la di-
cado una amplia monografía a argumentar la tesis según la cual los
mensión histórica, de llamadas a la importancia de la «historicidad-,
problemas más graves de las ciencias sociales se pueden «resolver his-
de juicios implícitos sobre la importancia del pasado, de prédicas a
tóricamente» y que las disciplinas de la historia y de la sociología de-
favor del análisis de los «procesos» más qllJe de las «estructuras» y
otras cosas por el estilo. Propuestas y llamamientos la mayor parte de
las veces carente s de cualquier explícita y clara indicación o guía de 2 En general, cfr. la recopilación de Eisenstadt y Rokkan (1973); Flora (1974).
Sheth (1973) ofrece una buena síntesis de las cdticas que se hacen en este sector a los
método. distintos enfoques sistérnicos y estructural-func ionalistas del sistema político.
Esta tercera razón es la que más pesa en mi reticencia a plantear el 1 Véase en especial Stone (1981), que dedica amplias páginas a la influencia ejercida
tema haciendo referencia al debate «historia y ciencias sociales» y me-o por las ciencias sociales sobre la historiografía en el período 1960-1980.
rece un poco más de atención. Esa reticencia puede parecer fuera de: 4 Cfr. en particular los artículos compilados por Lorwin y Price (1972) y por
Clubb y Scheuch (1980).
5 Entre ellos, el ejemplo más claro y sistemático es Grew (1978).
I Sobre este tema es muy claro Panebianco (1989b, 50-55).
108 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 109

berían fundirse en una «sociología histórica» 6. Tilly (1981; 1984) ha El método de las concordancias
reivindicado una superioridad cognoscitiva del análisis con dimen-
sión histórica respecto al de carácter sincrónico-comparado. Todavía Caso 1 Caso 2 Caso 3

es más claro el esfuerzo en esta dirección de Skocpol, que ha dedi- a d g


cado al tema algunas reflexiones introductorias de su importante li- ] Diferencias generales
b e h
bro sobre las revoluciones sociales (1979, 33-40), un artículo (1980) y e f 1
un libro compilado por ella sobre el análisis del método de trabajo de X X X
una larga serie de autores que pertenecen a esta tradición (1984a). Sin ] Semejanza crucial
embargo, quien busque en estos trabajos una guía de método para el Y Y Y
estudio comparado de la variación temporal quedará bastante desilu- x = Variable casual
sionado. Se encuentran en ellos numerosÍsimas proposiciones que, y = Fenómeno a explicar
con algunas variantes, son el tipo de esta que elijo como paradigmá-
tica: «El objetivo principal es comprender las constelaciones históri- El método de las diferencias
cas (historical patterns) echando mano de todos los recursos teóricos
Positivos Negativos
que parezcan útiles y válidos (Skocpol, 1984b, 17). Por tanto prevale- Caso (i) Caso (i)
cen, en mi opinión, indicaciones de objetivos, aspiraciones, quizá un
enfoque general, pero muy poco método. Las observaciones valiosas a a
] Semejanzas generales
son raras y no afectan al pro blema crucial de cómo identificar y tratar b b
e e
matrices concretas de variación histórica.
x nox
Skocpol va más lejos que los otros en esta dirección. Tras haber +----------1] Diferencia crucial
afirmado que «desde el punto de vista lógico (subrayado mío) el análi- y no y
sis histórico-comparado trata de establecer asociaciones válidas de
posibles causas con el fenómeno dado que se trata de explican> de dos
FIGURA 1. Dos diseños de investigación para el análisis histórico comparado
maneras principales, los identifica en los cánones de Mil! de la concor-
(deJohn Stuart Mill).
dancia y de la diferencia (1979,36). Retorna el tema en el capítulo final
Fuente: Skocpol (l984c, 379).
del libro, de carácter metodológico, donde se reproducen estos cánones
en una figura que me parece útil reproducir (1984c, 378-379) (fig. 1).
hay tiempo, no hay varianza de las propiedades a lo largo de la di-
En los esquemas de esa figura no queda claro dónde se encuentra
mensión temporal y, por tanto, no hay ningún método específica-
la «historia» y qué es específicamente «histórico» en el método dise-
mente histórico. La lógica del método que se nos presenta parte de la
ñado. Para utilizar una terminología que me gusta más, ¿cuál es ellu-
varianza sincrónica entre los casos, mientras que parece que la dia-
gar de la varianza temporal en estos esquemas? Los casos son distin-
crónica no plantee, en sí, ningún problema especial".
tos y las propiedades están presentes o ausentes, pero ninguna de
ellas parece variar en el tiempo. «Desde el punto de vista lógico», la
7 Estas observaciones valen para las consideraciones metodológicas de Skocpol; la
historia está presente sólo en la indiscutible «historicidad» de aconte- varianza temporal sí que se estudia en las investigaciones importantes. Cabría sostener
cimientos colocados en un pasado remoto, pero en el esquema no que la varianz a temporal emerge construyendo en diferentes momentos matrices del
tipo de la de la figura l. Sin embargo, la profesora Skocpol no se refiere a ello. Por otra
6 El libro está dedicado en gran parte a aspectos importantes, pero su objetivo ex- parte, resultaría difícil defender la postura de que la varianza temporal de una propie-
plícito es el de definir los fundamentos metodológicos de la «sociología histórica» e in- dad pueda valorarse sólo en términos de presencia o ausencia. En cualquier caso es
cluye dos capítulos con títulos muy significativos: Cap. VII: La explicación de los indicativo que la terminología típica de la varianza temporal -fases, umbrales de sig-
acontecimientos: un problema metodológico; Cap. X: Teorías, problemas y límites de nificación y umbral crítico- esté ausente por completo del esquema y de las observa-
la sociología histórica. ciones que le acompañan.
110 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 111

La falta de indicaciones de método y/O su debilidad en esta litera- varianza temporal? ¿En qué aspecto es distinta y/o especial respecto
tura provienen, al menos en parte, de la naturaleza metodológica- a la espacial? ¿Qué destrezas hay que tener presentes para analizarla?
mente aproblemática y de la aparente auto evidencia de términos
como «historia» e «histórico», así como, por derivación de «método
histórico». Con frecuencia, tras un examen superficial, parece como El ámbito de validez del tema
si usar un «método histórico» no significara mucho más que conside-
rar factores históricos de modo más o menos explícito y sistemático. Una vez establecido que nos ocupamos de la «varianza tempo-
Raras veces, en cambio, esa expresión supone un método lógico que ral», el tema es más abordable. N o obstante, puesto que tengo miedo
nos guíe en el análisis de ese tipo especial de varianza que deriva de la de las invasiones depredadoras de fronteras, intento no hacerlo. No
evolución en el tiempo de nuestras propiedades/variables dependien- trato de generalizar el tema desarrollado aquí más allá de un ámbito
tes e independientes. Puesto que nuestro problema -nuestro en el de aplicación definido mediante una serie de propuestas sobre los ob-
sentido de las ciencias sociales, ya que me coloco en esa perspectiva- jetivos y los procedimientos de investigación. Lo que discutiremos '1

se define mejor en esta segunda formulación, me parece útil renunciar ahora puede ser útil para el trabajo de los que comparten en lo esen- "

a una terminología que nos confunde. Si con «método histórico», cial, las cuatro premisas a que paso a r eferirme brevemente.
«enfoque histórico» y otras expresiones así, producimos malentendi-
dos porque entendemos demasiadas cosas, algunas de las cuales no 1) El objetivo de la investigación es explicativo y se asume que se
nos sirven ni nos ayudan, será mejor redefinir el problema partiendo puedan localizar regularidades causales en los acontecimientos 8. En
de lo que nos sirve. Propongo por tanto que más que prodigamos en el contexto de este artículo esta posición tiene carácter instrumental:
el uso del adjetivo calificativo «histórico» y seguir debatiéndonos en no se intenta discutir si existen regularidades causales o si se pueden
la qu erelle «historia y ciencias sociales» recurramos al término identificar. Simplemente nos interesa mejorar las reglas de método de
tiempo, definido como una dimensión a lo largo de la que -de ma- aquella investigación 'que se plantea ese objetivo 9.
nera distinta a la dimensión del espacio- la varianza en cualquier 2) El análisis causal exige varianza en las variables dependientes e
propiedad/variable analizada se obtiene a través de observaciones de independientes; y es necesaria la comparación entre unidades distin-
la misma unidad (individuos, población, grupos, instituciones, etc.) tas (ya sean unidades espaciales o temporales) para obtener esa va-
ubicadas en distintos puntos en una secuencia temporal. rianza. A la actividad de comparación explícita y sistemática se le
La reformulación en términos de varianza temporal ofrece algu- atribuyen distintos significados y funciones. Hay desacuerdo sobre el
nas ventajas. No cabe duda de que en esta perspectiva el «tiempo» hecho de si es posible definir un método específico comparativo, si
pierde los significados recónditos de la «historia»: aparece como una éste es más útil para generar o controlar hipótesis y generalizaciones;
dimensión desprovista del potencial de crear imágenes. Pero nos libra y.t sobre la naturaleza y el número de unidades que puede abarcar con el
también de fáciles y frecuentes malentendidos. Contrapuesto a la máximo provecho. En este trabajo no intentamos tratar estos prob le-
«historia» y al «pasado» se encuentra en general el «presente» y «lo
contemporáneo»; contrapuesta a la «varianza temporal» está la «va- 8 Zelditch (1971, 267 -273) ofrece una clara presentación de las implicaciones y con-
secuencias de esta opción.
rianza espacial», que es sincrónica, pero en ningún sentido lógico
, Por su puesto, no todos los investigadores lo comparten. Una reciente reseña de las
«contemporánea». En términos metodológicos la oposición «histó- estrategias de investigación distingue tres tipos de autores. Los que aspiran a aplicar mo-
rico/ contemporáneo» no tiene nada que ver con la de «varianza tem- delos generales a la historia y en consecuencia desarrollan modelos a priori de su aplica-
porallvarianza espacial». Por último, considerar el problema en tér- ción empírica y normalmente dedican amplio espacio a los problemas conceptuales y a
minos de «varianza temporal» permite una comparación directa con la definición de los esquemas teóricos. Aq uello s que comparan unidades distintas con el
fin de contrastar casos considerados como peculiares y recurren a conceptos teóricos
los métodos de análisis de la varianza espacial -sobre la que ya dis- ~, para interpretar la historia. Por último están los que tratan de identificar regularidades
ponemos de reflexiones sesudas- así como identificar con mayor causales (Skocpol, 1984c, 365). En una clave distinta, véase también Marradi (1984) so-
claridad las cuestiones de método cruciales: ¿cómo se determina la bre los objetivos de la investigación y el artículo de Panebianco de este volumen.
l12 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 113

mas, por otra parte ya discutidos con profundidad. Aquí nos basta el Por último, hay que subrayar con fuerza nuestra posición sobre
acuerdo sobre una definición mínima que subraya la absoluta necesi- un punto que para algunos es indiscutible, pero para otros es una dis-
dad de comparar para localizar y obtener el nivel mínimo de varianza criminante entre métodos diferentes: la organización de la configura-
sin la que resulta imposible la explicación causal 10. ción de variables/propiedades en la forma de un data set matricial es
3) Para objetivos heurísticos y para los, no menos importantes, útil y posible, independientemente de la naturaleza más o menos
de maximizar la comunicación y el intercambio intersubjetivo de los cuantitativa o cualitativa de las variables consideradas. Quiero decir
resultados de la investigación resulta útil traducir los informes des- que en el resto del artículo los datos de que hablaremos pueden deri-
criptivos y los aspectos idiosincráticos en configuraciones de variables. var de fuentes en las que ya han sido codificados como tales; pueden
Es cierto que las dificultades y los costes de esta traducción son inte- ser productos sacados de fuentes como documentos biográficos, legis-
lectualmente elevados. Sin embargo, la poca disponibilidad para reali- lativos, literarios, entrevistas, etc.; o bien pueden ser datos sojt, como
zar esa traducción puede ocultar -a veces bajo la crítica de la investi- propiedades estimadas que son evaluadas por expertos o por el pro-
gación «positiue uariable-orienied» 11- el deseo de referirse a hechos pio investigador en el momento en que decide atribuir una puntua-
como ilustración, de traer a escena aspectos ad hoc, de recurrir a ge- ción o construir escalas ordinales o nominales 13. A nivel de lógica del
neralizaciones camufladas o poco elaboradas. Creo que en las cien- método, la naturaleza de las informaciones recogidas no tiene espe-
cias sociales la «libertad», la «imaginación» y la «riqueza» que se cial importancia 14. En mi opinión, incluso el científico social más
afirma que se alcanzan de ese modo no valen el precio que se paga en «cualitativo» recurre en sus análisis, más o menos explícitamente, a la
términos de falta de precisión y dificultad de transmisión a los demás praxis de semicuantificar propiedades llamadas «cualitativas», aconte-
de los propios resultados. cimientos culturales, etc.: fuerza de la burguesía, naturaleza del sis-
4) La configuración de variables se organiza mentalmente a tra- tema jurídico, integración de las élites, mercantilización de la agricul-
vés de la formulación de una matriz de datos con el fin de aclarar las tura y otras por el estilo. La única diferencia reside por lo general en
dimensiones (espaciales y/o temporales) de variación, la identifica- la naturaleza más o menos completa y explícita de estas operaciones.
ción de las unidades (ya sean también espaciales y/o temporales) y de Lo que deseamos es maximizar ambas.
las propiedades consideradas, así como las características de la estra- Los puntos tratados más arriba son sólo una serie de propuestas
tegia de investigación que resulta de esa combinación. Esa organiza- mínimas y de reglas operativas útiles para definir ese mínimo acuerdo
ción mental evita que el estilo usual de análisis narrativo oculte la in- sobre los fundamentos que es necesario para dialogar y delimitar el
troducción de un aspecto, consideración o evento sólo para una o campo de validez de las consideraciones que vienen ahora. Y pueden
más unidades y no para todas 12. parecer un límite demasiado rígido a la creatividad de la investiga-
ción, en especial cuando está en cuestión una dimensión histórica 15, o
bien una manera demasiado elemental de eludir cuestiones epistemo-
10 Corno es bien sabido, también se obtienen explicaciones de acontecimientoslfe-
nómenos singulares (es decir, temporal y espacialmente únicos) a través de una confi- lógicas más fundamentales. Es fácil reconocer un elemento de verdad
gu ración de otros acontecimientoslfenómenos igual de singulares, constantes y ciertos. en ambas críticas. Pero también en este caso creo que la cuestión
11 Incluso cuando apela a la autoridad de Weber: ver Ragin y Zaret (1983). Tengo viene planteada pragmáticamente en términos de costes/beneficios
muchas dificultades para cornprend er su contraposición entre investigación variable-
based y case-based y todavía más para aceptar sus siguientes implicaciones: 1) que la 1) Sobre este tema, cfr. Flora y Zapf (1970,9).
primera produciría sólo generalizaciones «funcionales- y «abstractarnente históricas», ·iic 14 Naturalmente que sí la tiene a otros niveles. Que las informaciones recogidas
mientras la segunda, generalizaciones «genéticas» e «históricamente concretas»; 2) que puedan clasificarse, ser tipologizadas, manejadas a través de sofisticados instrumentos
«recurrir a la historia requiera una estrategia case-based más que uariable-b ased» (740- estadísticos, etc., cambia naturalmente el tipo de análisis causal que se puede realizar.
741). Sobre este terna, ver también Panebianco (1989b, 55-58). Acerca de este tema, cfr. Gangemi (1985).
12 Yerba (1967) Y Somers (1971) subrayan que todo factor importante para el análi- 15 Esa reacción origina a veces confusión entre creatividad y control. N o se sos-
sis de una unidad debería considerarse importante también para todas las otras. Somers tiene que estas reglas mínimas sirvan para «descubrir explicaciones o formular hi pó-
sostiene convincentemente que sólo una organización matricial de la investigación hace 1>- tesis, etc. En los dos tipos de investigación no son más que reglas que hay que aplicar a
que esto sea inevitable y permite identificar con facilidad errores de este tipo (p . .370). posteriori, en la reconstrucción analítica y en el control de las primeras.
114 Stefano Bartoiini Tiempo e investigación comparativa 115

respecto a caminos alternativos (con tal que quien los señale también
los clarifique, porque si no los costes y beneficios son incalculables).
Por tanto, ésta refleja una falta de atracción por la casi total carencia
de guía de método en el «enfoque histórico» en ciencias sociales, o
;'il:
bien un sentido que es a la vez de embarazo e indiferencia hacia el
más sofisticado debate epistemológico que «vuela» mucho más allá Unidades temporales
de los que siguen siendo los problemas dominantes, que los investi-
gadores deben afrontar para alcanzar resultados válidos inrer-subjeti-
vamente.

Sobre la dificultad de combinar la varianza temporal


yel método comparativo
Propiedad/Variabilidad

El objetivo principal de la ciencia política de orientación compa-


rativista ha sido el de establecer regularidades en los acontecimientos
políticos de la humanidad y elaborar proposiciones teóricas empírica-
mente reíutables capaces de relacionar y explicar esas regularidades.
Para superar, al menos en parte, los límites impuestos por la imposi-
Unidades
bilidad de experimentar sobre los seres humanos y sus instituciones, espaciales
los científicos políticos han sentido la necesidad de escoger y compa-
rar fenómenos políticos en una variedad de contextos y situaciones
distintos. Desde este punto de vista, el pasado se ha contemplado
como la oportunidad de ampliar estos esfuerzos, de analizar una más
amplia variedad de comportamientos e instituciones en un número
más elevado de contextos.
Desde el punto de vista m,etodológico, sin embargo, no se ha
prestado mucha atención a las relaciones entre variación temporal y FIGURA 2. Tiempo y tipos de investigación.
comparación. En la ciencia política, el método comparativo y el de-
bate sobre el mismo se han desarrollado y consolidado casi exclusiva-
asume valores/estados distintos. Las tres dimensiones nos ayudan a
mente en el sector del análisis sincrónico y cross-cultural, Esta afir-
identificar las principales tradiciones de investigación. Forzando un
mación puede no resultar evidente y hay que aclararla especificando
poco la riqueza de la literatura y cometiendo alguna injusticia con la
en qué sentido el recurso al pasado rara vez se ha combinado con una
diversidad de intentos individuales, se pueden reconstruir para nues-
reflexión explícita de metodología comparativa.
tros fines seis tipos principales de investigación:
La figura 2 nos ayuda a repasar la literatura referida especialmente
al uso del tiempo y de la comparación. En ella se recoge una matriz
de datos en la que a las usuales dimensiones de las unidades de análi- 1) estudio de caso, al estilo Eckstein;
sis y de sus propiedades se ha añadido una tercera dimensión de ca- 2) estudio de desarrollo de caso (developmental-case-study);
rácter temporal. A lo largo de esa dimensión se colocan unidades 3) Tendencia (trend) de desarrollo;
temporales distintas para las que toda propiedad de una unidad 4) «gran teoría» del desarrollo;
'A!

116 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 117

5) comparación sincrónica; como estudios de caso hacen exactamente eso: estudian algunas pro-
6) comparación de desarrollo. piedades de una única unidad en un cierto período de tiempo. Se pue-
den definir mejor como estudios de desarrollo del caso (deuelopmen-
Estos tipos de investigación se caracterizan por la combinación tal-case-studies) y por lo tanto, según Eckstein -cuya opinión sobre
entre número y tipo de unidades y propiedades, por un lado, y de di- .\ estepunto comparto- se consideran de naturaleza comparativa.
mensión temporal y de tipo de unidades temporales, por otro. En Sin embargo, la naturaleza comparativa del developmental-case-
cuanto a estas tradiciones, nuestro interés se centra exclusivamente en study no se reconoce ni se explicita por el que la practica. Su varianza
el modo como la dimensión temporal interviene y se incorpora en temporal no se encuadra totalmente en una matriz de datos como la
ellos, dentro de una estrategia de análisis comparativo. En las páginas señalada en la fig. 2, ni está sujeta a las reglas de método de la compa-
siguientes analizaremos uno por uno estos tipos de investigación, ex- ración. Para ser más claros, un estudio de los parlamentos actuales de
cepto el que hemos definido como «comparación de desarrollo», que Francia, Italia y Gran Bretaña en general se suele diseñar explícita-
será objeto de las conclusiones finales del artículo. mente en un marco de referencia comparado que sirve de guía meto-
dológica; un estudio del Parlamento francés de la Tercera a la Cuarta
El estudio de caso: sincrónico y de desarrollo. En el ya clásico tra- República normalmente no se afronta con los mismos instrumentos
bajo de Eckstein sobre la naturaleza y las potencialidades del estudio nilas mismas consideraciones metodológicas.
de caso, se expresa una determinada toma de posición que a veces se Es bastante comprensible, pues, que los case-study de desarrollo
pierde en la percepción de sentido común de este tipo de enfoque. -con su énfasis en una única unidad y en una dimensión temporal de
Eckstein (1975) propone una definición rigurosa del caso como una alcance medio- no sientan la necesidad de recurrir a la metodología
unidad «para la cual se lleva a cabo sólo una única medición». Y ex- de la comparación y ofrezcan pobres contribuciones en esa dirección.
plícitamente rechaza que se consideren como estudios de caso esos ·:t El «presente» es un concepto ambiguo que depende en gran medida
análisis en que una única persona o entidad está sujeta a «observacio- delalcance de la memoria individual y colectiva y de la naturaleza más
nes frecuentes en un período de duración suficientemente largo»: o menos acelerada de las relaciones entre acontecimientos. Se ha man-
«n ... en este caso no es igual al» (p. 85; el subrayado es mío). Ecks- 1 tenido, por ejemplo, que la investigación puede definirse como present
tein es muy firme sobre este punto y da numerosos ejemplos para minded «si se refiere a una perspectiva temporal no más amplia que
aclararlo. De ahí deduce que el análisis de caso no debe incorporar un arco de vida de alrededor de 60 años» (Thrupp 1970,346). De ese
una dimensión temporal de variación en los aspectos considerados. Si modo, un estudio de la Italia de la postguerra (o de alguno de sus as-
se introduce esa variación longitudinal, entonces el estudio deja de ser pectos) puede considerarse un estudio de caso. Si reformulásemos este
un estudio de caso y entra en la categoría del análisis comparativo. El ejemplo en los términos de la varianza temporal, deberíamos concluir
último punto merece ser subrayado: la observación en el tiempo de que la Italia postbélica es un «caso» si y mientras que todas las varia-
las propiedades de una única unidad se considera investigación com- bles del análisis mantengan valor/estado constante durante ese perí-
parativa y por lo tanto -añado yo- sujeta a las reglas de método del odo. Y es muy difícil creer que sea así. Me parece que esto es un buen
diseño de investigación comparativa. ejemplo de la mayor claridad que la idea del tiempo como «variación
Creo que la mayor parte de los que apoyan las ventajas del estu- temporal» ofrece respecto a la del tiempo como «historia»: la concep-
dio de caso no comparten esa rígida definición. En realidad, la posi- ción del «presente» que acabamos de mencionar puede diferenciarlo
ción de Eckstein identifica una clase vacía o de bajísima frecuencia; del «pasado» de la «historia», pero nos desvía si se hace referencia a la
este tipo de estudio de caso es muy raro en su forma pura. Es difícil variación temporal de las variables, donde las diferencias de valor! es-
identificar un estudio de una única unidad (institución, grupo, país, tado cuentan (e imponen el control para todas las otras variables) in-
etc.) que no haga referencia a la variación en el tiempo, que no com- dependientemente de la longitud de la unidad temporal.
pare o contraste la situación en el tiempo t con la de algún otro mo- Partiendo de esta última consideración, cabe señalar una segunda
mento t-x. La gran mayoría de los análisis identificados comúnmente buena razón para la orientación no comparada de los developmental-
j 18 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 119

case-studies. Identificar unidades espaciales es tarea fácil: identificar arrollo y desde ellos se construye un cuadro de la dirección del fu-
«unidades temporales» en un caso único no lo es en absoluto. En el. turo. Los elementos de este enfoque se pueden descubrir más recieri-
continuo flujo del tiempo, ¿cuáles son los hitos para separar observa- .• temente en trabajos de autores como Fourastié (1963).
ciones distintas? Sobre este punto crucial nos detendremos más ade- Un uso diferente del pasado y una distinta concepción del tiempo
lante: por ahora basta subrayar que en el análisis del desarrollo de ca- se puede encontrar entre aquellos autores que seleccionan y analiz.an
sos no se dedica a este problema la atención de método que exige y acontecimientos a lo largo de una dimensión temporal en cuanto
que los autores se suelen mover un tanto libremente sin explicitar las illustration in the guise of proof para una teoría general. Ese recurs o al
unidades temporales elegidas. Admitir la mayor complejidad de la '1, pasado podría caracterizar bien el trabajo de muchos de los; padres
identificación y consiguiente elección de las unidades temporales fundadores de la disciplina, como Sorel, Mosca y Pareto. Aunque hay
(comparado con la relativa facilidad de identificación y elección de muchas diferencias, por ejemplo en la medida en que el material se
las espaciales), supone admitir que carecemos de reglas y de guía de recoge desde un único punto de vista sistemático, en esos casos está
método precisamente allí donde las necesitaríamos más. Y queda el claro que el «tiempo» se concibe fundamentalmente como un campo
hecho de que sean cuales sean las «buenas razones» de esta situación, de recolección más que como una dimensión de variación.
el case-study-al estilo de Eckstein excluye conscientemente la varia- En cierto modo similar a la concepción del pasado como. campo
ción temporal y el de desarrollo del caso no la trata según las reglas para la identificación de casos comparables, es la estrategia de: exami-
del método comparativo. nar sistemáticamente todos los casos/acontecimientos de un deter mi-
nado tipo: dictaduras, revoluciones, etc. En este caso el objetivo no es
Tendencia (Trend) de desarrollo y Gran Teoría del Desarrollo. El el de ilustar o «probar» un argumento o una teoría general, ~Íjno más
tiempo y la variación en el tiempo constituyen aspectos centrales de bien proponer generalizaciones explicativas considerando" todos (o
todo el sector de la teoría del desarrollo, en su clásica tradición eu- un número suficiente de ellos) los acontecimientos y entidades pare-
ropea y también en la más reciente -de la postdescolonización y cidos, al menos desde un puma de vista. En este caso, la búsqueda en
sobre todo la americana- del desarrollo político. Sin pretender repa- el pasado está motivada fundamentalmente por la necesidad de dispo-
sar a fondo este sector tan vasto de estudios, podemos señalar breve- ner de más casos comparables.
mente algunas de las diferentes tradiciones en el modo de considerar Por último, la dimensión temporal es un aspecto central p~ra toda
y utilizar el tiempo. la literatura que entra dentro de la etiqueta de «teoría del desarrollo
Podemos recordar en primer lugar la utilización de los aconteci- político». También en este contexto el tiempo que toman en conside-
mientos a lo largo de una dimensión temporal que es típico de las ración es el de la «larga duración», e incluso, en la mayoría de los ca-
«historias universales» del tipo de la que llevó a cabo Herbert Spen- sos, de «larguísima duración». El intento explícito de abarcar todo el
cer (1876-1896) y más recientemente Pitrim Sorokin (1947). En esta ámbito de las unidades espacio-temporales -amplificado pO¡[ la ex-
perspectiva el objeto de análisis no es tanto la variación en el tiempo plosión del número de sistemas políticos debida a la d esc olon iza-
de una o más propiedades de diferentes unidades de análisis. Más ción- ha obligado a este sector a reducir al máximo el número de
bien, los acontecimientos históricos y los casos se conciben predomi- propiedades que se van a examinar: secularización, diferenciación es-
nantemente como ilustraciones de un punto de vista sistemático, que tructural y especialización funcional, autonomía de los subsisternas,
en los ejemplos concretos se caracteriza por algún tipo de perspectiva institucionalización, participación, capabilities, etc. A veces el nú-
evolucionista o cíclica de la existencia humana 16. mero de aspectos analizados es tan limitado que el estudio acaba por
U n enfoque distinto es el de los esquemas teleológico s al estilo de ser más el análisis de un «tendencia (trerid) de desarrollo» que una
Marx o Comte, en los que, a partir de la descripción de algún «esta- teoría del desarrollo: es decir, que concentra su atención sobre un
dio primitivo», se identifican un cierto número de factores de des- solo aspecto que se considera el más importante 17. Además, el ámbito

16 Sobre esta tradición, cfr. Scheuch (1980, 26 Y ss.) 17 Un buen ejemplo es la tipología de sistemas políticos de Almond (1966; 1978).
120 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 121

de connotación de estos conceptos es enorme y su operacionalización entre casos polares o de identificación de una tendencia (trend) de
empírica bastante ardua. Los esfuerzos, por necesidad, han ido dirigi- desarrollo, más que la base constitutiva de la varianza en las propie-
dos al desarrollo de esquemas interpretativos, por una parte y, por dades.
otra, a los estudios de casos que trataban de aplicar en una realidad Como conclusión, podemos decir que en este sector de estudios
concreta. Cuando los casos empíricos han sido objeto de discusión larelación entre tiempo y método comparativo se ha producido a un
concreta, en la mayoría de las ocasiones se han considerado como nivel de elevada abstracción; no se podía construir realmente una ma-
«ejemplos» de ejercicios clasificatorios y tipológicos. triz de varianza temporal y el debate se ha orientado naturalmente
Conviene subrayar que precisamente este sector ha dado un gran hacia los temas de la «formación de conceptos para el análisis compa-
impulso al debate sobre el método comparativo en ciencia política. rativo», mientras que otros aspectos más ligados al "diseño de la in-
La antropología cultural ya se le había adelantado en el análisis de las vestigación comparativa» han permanecido en la sombra.
culturas no occidentales. De hecho la teoría y la terminología estruc-
tural-funcional en ciencia política en gran medida se ha desarrollado La comparación sincrónica. El campo de la investigación sincró-
y justificado en función de la necesidad de comparar sistemas políti- nica y cross-cultural, al contrario que los tipos de investigación men-
cos a escala mundial y de épocas. La heterogeneidad cultural de las cionados hasta ahora, ha concedido gran importancia a los temas de
unidades y la vastísima y cronológicamente no coincidente dimen- la metodología comparativa 19, con una atención especial por los as-
sión temporal implicaba que el amplio debate sobre el método com- pectos más empíricos del diseño de la investigación, del control de las
parativo se concentrase casi exclusivamente en los problemas de la hipótesis y de los problemas de operacionalización de los conceptos
«equivalencia funcional», de la «boundedness cultural" y de la rela- y de recogida de datos. Por razones obvias, sin embargo, encontra-
ción entre denotación y connotación conceptual 18. mos en este sector una limitada atención hacia los problemas ligados
En estas tradiciones que hemos recordado brevemente la dimen- a la varianza temporal 20.
sión del tiempo aparece como un aspecto muy evidente. En algunas, Por lo tanto, paradój icamente, la concepción más explícita de des-
el pasado se ve predominantemente como un área de recolección de arrollo del tiempo podemos encontrarla en el más sincrónico (en tér-
cierto tipo de acontecimientos que se consideran comparables: la di- minos de unidad) de los diseños de investigación comparativa: la in-
versidad temporal puede producir una distinta constelación de varia- vestigación mediante sondeos de masa sobre las actitudes y los
bles u otorgar una importancia diferente a cada una de ellas, pero, en f comportamientos políticos. Desde sus comienzos, la «escuela de Mi-
el fondo, los casos tomados del pasado no se interpretan en una pers- chigan» ha concebido un modelo de transmisión de ciclos de vida que
pectiva de desarrollo, sino que se conciben como unidades adiciona- sigue la secuencia típica de 1) actitudes y comportamientos de los pa-
les de análisis. En otras tradiciones el tiempo se considera de hecho dres; 2) experiencias de socialización en la infancia y la adolescencia;
como dimensión de variación, pero la enorme dimensión espacial y 3) actitudes y comportamientos adultos. Este esquema liga, en sus
temporal que se toma en consideración hacen imposible la definición mejores resultados, estos tres pasos en una cadena de desarrollo, tra-
precisa de las unidades temporales; cuando se lleva a cabo la compa- tando de establecer los factores que determinan la continuidad y la
ración entre unidades distintas, tiende a adoptar la forma de contraste discontinuidad en la trasmisión intergeneracional de las creencias po-
líticas, de las actitudes y de los comportamientos. Las informaciones,
Desde el punto de vista de la teoría del desarrollo, esa tipología se transforma en el en realidad, no se refieren a las valoraciones independientes de una
análisis de una tendencia (trend) de desarrollo que se centra sobre el grado de diferen-
ciación estructural de las estructuras políticas y de gobierno. La secularización cultural
19 Una lista de títulos en este terreno sería tan amplia que haría que esta opinión
aparece en una posición de estrecha asociación con esta variable, mientras que la auto-
nomía de los subsistemas aparece no como una dimensión de desarrollo, sino como fuera difícilmente desafiable. Enviamos a las bibliografías que aparecen en los trabajos
una dimensión clasificatoria horizontal que distingue casos dentro de un nivel dado de de Marsh (1967), Holt y Turner (1970), Meyer (1972), Vallier (1971), así como los de
diferenciación estructural. Przeworski y Teune (1970), Lijphart (1971; 1975), Gangemi (1985) y el reciente de Ra-
\8 Campo en el que las indicaciones más claras siguen siendo las de Sartori (1971); gin (1987).
cfr. también (1975; 1984a). 20 Una importante y olvidada excepción es Somers (1971).
123
122 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa

r unidad 'en distintos tiempos; se trata de distintas unidades temporales ríodos que no coinciden cronológicamente, pero que se supone son
estadios «equivalentes» de desarrollo 21. Dejando de lado, en este con
en la medida en que la memoria del entrevistado en un momento
dado las recuerda e identifica. Por desgracia las unidades capaces de texto, el problema, especialmente agudo y concreto aquí, de la «difu-
«recordar» estadios anteriores en el tiempo son sólo los individuos, y sión» 22 -es decir, el hecho de que la varianza entre unidades pueda
su memoria, aun cuando es fiable, es extremadamente limitada y la producirse por influencia directa de una unidad sobre otra- me pa-
variación temporal que se logra puede ser como mucho intergenera- rece que el mismo concepto de «asincronía» sugiere que se considera
cional. Ello no empece que la naturaleza del esquema interpretativo eltiempo más en su aspecto de área de identificación de casos compa-
sea efectivamente de desarrollo. rables que en el de desarrollo diacrónico.
La diferencia entre la concepción del tiempo como dimensión de
desarrol lo y área de referencia de unidades reaparece cuando se
adopta una estrategia de recurrir a distintas unidades temporales rea- Sobre los problemas metodológicos claves
[irrnada y muy bien representada recientemente por los trabajos de
Lijphatt (1971; 1975). Estos artículos se centran en dos problemas Esta reseña, aunque breve y enfocada sólo sobre un aspecto, es
fundamentales: el número limitado de los casos comparables y la ne- suficiente para corroborar la tesis inicial relativa a la ausencia de una
cesidad de aurnentarlos y la necesidad de controlar el efecto de terce- conjugación de análisis entre la varianza temporal y el método com-
ras variables potencialmente influyentes. Lijphart propone dos solu- parativo. Tanto si el tiempo se reduce a un simple parámetro -en
ciones: estudiar un país (unidad) en distintos períodos de tiempo, cuanto las unidades extraídas de éste son consideradas como «casos»
aumentando así el número de casos comparables en un contexto lo adicionales, cuyo estado lógico no difiere del correspondiente a las
más homogéneo posible; llevar a cabo un estudio comparativo entre unidades diferenciadas espacialmente- como si se lo considera di-
distintos países (unidades) en el que cada uno de ellos se contempla mensión de variación, a lo largo de la cual la tendencia de desarrollo
en diferentes períodos de tiempo en los que se estudian las mismas relaciona situaciones de tipo polar, en ambos casos es difícil z:.dentifi-
variables y las mismas relaciones. Este sistema permite también au- car y considerar comparativamente una varianza empírica de tipo
mentar el número de casos sin ningún aumento (o con un aumento temporal.
mínimo) del número y peso de las terceras variables de control. Para completar el resumen de las estrategias señaladas en ~afig. 2,
En ninguna de estas soluciones figura el tiempo en sus términos queda por discutir el tipo identificado con la etiqueta de «compara-
de varianza temporal. Considerar distintos períodos constituye un ción del desarrollo», es decir, un tipo de estudio que se coloca en una
device para resolver otros problemas: los problemas del exceso de va- posición intermedia respecto de la combinación de los tres ej es de
riables [potenciales y de los demasiado pocos casos para controlar su nuestra figura. Como mi intención es argumentar que es en este ám-
efecto. La varianza que se obtiene mediante la observación de cada bito donde existen las condiciones más favorables para alcanzar el
unidad 'en distintos períodos de tiempo se trata como si fuera espacial objetivo indicado anteriormente en cursiva, remito su tratamiento a
en esencia: el tiempo desaparece en el conglomerado de todos los ca- la conclusión. Pero antes es útil clarificar los problemas metodológi-
sos (temporal y espacialmente definidos) en una muestra única. Si las cos centrales que esta investigación ha planteado.
diferencias de tiempo ofrecen unidades distintas pero equivalentes a 2' Para una discusión y algunos ejemplos de este tipo de comparación, cfr. Arms-
las ofrecidas por las diferencias de espacio, la conclusión lógica es que trong (1970).
22 En cualquier tipo de estrategia de investigación se presenta el p ro blerna de la
las relaciones entre variables en el tiempo son equivalentes a las de las
"difusión». Sobre este tema, ver las recientes reconsideraciones de Klingrnan (1980) y
variables en el espacio. Este es un segundo punto crucial sobre el que
Welhofer (1989), en las que el problema de la difusión es desagregado en difusión tem-
volveremos más adelante. poral y difusión espacial. Mi opinión es que la estrategia de la comparación sincrónica
A esta misma lógica creo que responde también esa variedad de de casos no sincrónicos contribuye a: a) aumentar el riesgo de que existan fenómenos
investigación comparada que se presenta bajo el nombre de «compa- de difusión, y b) privamos del instrumento (varianza temporal) para controlar su pre-
ración asincróriica»; es decir, el problema de la comparación entre pe- sencia.
124 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 125

Tres problemas de fondo merecen ser considerados y profundiza- la unidad espacial es 1 o 2. Es sorprendente la poca atención dedicada
dos con la finalidad de abrimos camino en una estrategia que permita a este problema. Quizá la cuestión parezca no ser problemática por el
la construcción de una matriz de varianza temporal tratable compara- hecho de que e! tiempo se puede indicar «objetivamente» en términos
tivamente: de años, legislaturas, censos, etc. Pero para todas las observaciones
que no derivan de fuentes ya codificadas sobre bases temporales o
1) Para determinar la varianza temporal de cualquier propiedad \.1 que no pueden ser fácilmente referidas a, o agregadas en, períodos
de una unidad espacial es necesario identificar con precisión las uni- definidos (como, justamente, es una legislatura, o el lapso de tiempo
dades temporales de análisis; calificamos este problema como el de la entre dos congresos de un partido, o el liderazgo de una persona,
definición de las unidades temporales (o periodización, en una se- etc.) la cuestión es de una notable complejidad.
gunda acepción). Por ejemplo, si nos referimos a la historia de un Parlamento,
2) Las relaciones que se establecen entre variables que mutan en ¿cuáles son las unidades temporales respecto de las que hay que valo-
el tiempo ¿poseen un status específico o de algún modo diferente de rar sus propiedades?, ¿cada año?, ¿cada legislatura?, ¿cada «amplia
las establecidas entre variables que cambian en el espacio? La cues- fase» i, ¿cada régimen? Los intereses de la investigación pueden
tión, reformulada en modo diferente, es si existe o no una peculiari- guiamos pragmáticamente en la elección: si nos interesa la variación
dad en las unidades de análisis que están conectadas temporalmente en el tiempo del rol del Parlamento en e! orden político general, es
en lugar de separadas espacial mente. Denominamos a este problema probable que lo correcto consista en elegir los regímenes como uni-
como el de la especificidad de las generalizaciones de desarrollo. dades temporales de observación; para el estudio del funcionamiento
3) ¿El problema general de la multicolinearidad de las variables se de la legislación en un cierto sector esta opción no funciona y la legis-
presenta con características peculiares en el análisis de la varianza latura puede constituir una base mas adecuada. Por otra parte, el rol
temporal? Reformulando de nuevo la pregunta en términos más ge- del Parlamento cambia con el tiempo, incluso dentro de un mismo
nerales surge la incógnita de si es posible estudiar un desarrollo régimen político y la legislación sobre el orden público, por ejemplo,
«único» o «general- en términos causales, sólo sobre la base de la va- puede caracterizarse según unidades temporales más amplias que la
rianza temporal. Llamamos a este problema el de la multicolinearidad legislatura. En principio cualquier opción es legítima, pero cada una
temporal. implica problemas diferentes, por ejemplo en lo que atañe a los tér-
minos de! nivel de abstracción de los conceptos o a la dificultad de
Unidades temporales. Para determinar una varianza temporal se poner bajo control las variables intervinientes.
requiere definir las unidades temporales que constituyen su base de
recogida de datos. La varianza temporal está constituida o bien por Considérese un ulterior problema: en la construcción de cual-
observaciones llevadas a cabo en diferentes unidades temporales se- quier matriz de varianza temporal no todas las variables a examinar
paradas por intervalos que pueden ser más o menos regulares o bien se pueden evaluar sobre la misma unidad temporal; algunas serán ea-
por observaciones de caracteres de mas períodos que se suceden uno ~,1 racterizables para una unidad temporal como es el régimen político,
tras otro. La diferencia entre estas dos acepciones -unidades tempo- otra para fases temporales interiores en los regímenes políticos, otras
rales y períodos- nos clarifica las diferencias entre la simple defini- por legislaturas, etc. Aparecen en este caso permanentes problemas
ción de una unidad temporal y la pericdización que consideraremos de «agregación» de unidades temporales: respecto de algunos aspec-
separadamente. tos del análisis la unidad temporal de referencia es el régimen, las
otras variables observadas sobre unidades temporales más breves de-
En el caso de las unidades temporales la varianza es resultado de berán ser agregadas o compuestas con referencia a la unidad temporal
una serie cronológica de estados/valores: Xtl, Xt2, Xt3 ... Xtn. El mas inclusiva. Si, por e! contrario, la unidad temporal de referencia
problema consiste entonces en definir cuándo el tiempo es t y cuando que interesa son las legislaturas, las variables/propiedades evaluables
es t l , exactamente del mismo modo en e! que debemos saber cuándo sólo a nivel de unidad temporal (régimen) deberán ser consideradas

,ñ,
126 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 127

constantes para cada unidad (legislatura) interior al régimen. ¿ Cuáles red y los relativos a percibir eventos dramáticos como puntos de
son los problemas y las implicaciones de estos continuos «saltos» de cambio son frecuentemente subrayados y el énfasis sobre la longue
agregación observables para quien dirige este tipo de investigaciones? durée de ciertas escuelas historio gráficas se considera como un antí-
Sobre este tipo de problemas no ha habido una adecuada refle- doto contra esos riesgos 24.
xión metodológica. No sólo en la tradición del narrativisrno ideográ- Pero el problema no es menos agudo en las ciencias sociales, tanto
fico, sino también en la mayor parte de los estudios de desarrollo la en las variantes más cuantitativas como en las más cualitativas.
matriz temporal es incompleta o no explicitada enteramente, la com- A primera vista podría parecer que «periodizar» con series his-
paración con lo que sucede antes o despues se lleva a cabo libremente tóricas cuantitativas no resulta arduo. En efecto en una sola serie
desplazándose por distintos puntos del tiempo. Identificar las unida- histórica se pueden identificar «períodos» -como tradicionalmente
des espaciales es relativamente simple, lo que ha conducido rápida- hacen los historiadores económicos 25_ en términos de modifica-
mente a reflexionar sobre las consecuencias de elegir un cierto nú- ción de las tasas de cambio (puntos de flexión y derivadas segun-
mero de unidades en vez de otro y un cierto tipo en lugar de otro. das), estableciendo períodos de continuidad y cambios en las cur-
Por otra parte, la identificación de unidades temporales carece de cri- vas, y períodos de discontinuidad; estudiando la desviación de una
terios relativamente objetivos, de lo que se deriva la carencia de cual- función del tiempo cronológico para identificar los momentos que
quier reflexión acerca de las implicaciones de la elección de unidades individualizan el cambio del proceso dinámico que lo fundamenta.
diferentes por extensión, tipo, etc. Como indicación inicial se puede Cuando se desea identificar un período en los términos de un espe-
afirmar que los problemas relacionados con la elección de las unida- cífico conjunto de relaciones entre variables, entonces aparecen las
des temporales de análisis son similares y por lo menos tan complejos dificultades. Hay intentos en los que se recurre a las técnicas esta-
como los que plantea la elección del número y del tipo de unidades dísticas, como el análisis factorial para derivar de diferentes series
espaciales. Por lo tanto es hora de comenzar a repensar y reformular temporales una periodización «ind uctiva»: se pueden utilizar dife-
las reglas concernientes a la definición conceptual y a la elección del rentes técnicas sofisticadas para producir períodos independientes
número y tipo de unidades con referencia específica a las unidades de como «Íactores,,26. Prescindiendo del entusiasmo al que conducen
carácter temporal. estas manipulaciones, es necesario utilizarlas cuando las series tem-
porales son integral mente cuantificables y las unidades temporales
Hasta aquí la discusión se ha orientado a la variable/propiedad de observación poseen el mismo intervalo para todas las variables
simple. Frecuentemente, en cambio, por unidades temporales se en- (o al menos intervalos cuya inclusividad no difiere tanto como para
tiende un «período» y es generalmente de esta forma como se consi- obligar a excesivas agregaciones de algunas variables o a excesivas
dera el tiempo en los estudios del desarrollo. El término «período» parametrizaciones de otras; ver lo observado supra sobre las unida-
no identifica una base de observación temporalmente delimitada so- des temporales). Si se introducen datos de diferente naturaleza y si
bre la cual evaluar los estados/valores de las propiedades/variables, la estandarización de los intervalos es problemática -condiciones
sino más bien un conjunto de unidades temporales en las cuales «las que definiría normales en política comparativa- el camino se hace
relaciones entre las variables son homogéneas y diferentes de sus re- difícil.
laciones en otros conjuntos de unidades» (Hage y Gargan, 1980, 278,
el subrayado es mío). 14 Si bien con resultados modestos, sí debemos adjudicar conclusiones de una cui-
La periodización es un viej o problema conocido por los historia- dadosa reconstrucción del método de trabajo de Marc Bloch: «¿ Cómo puede el histo-
dores, los cuales, no obstante, han considerado tal ejercicio de ma- riador social de hoy utilizar el ejemplo de Bloch para establecer (...) límites temporales
a su material? No hay reglas fijas. Se requiere antes comprender profundamente el su-
nera poco sistemátiéa 23. Los riesgos de la historiografía euent-cente- jeto y después adoptar los aspectos esenciales que definen la civilización estudiada»
(Chirot 1984, 29).
2; Sobre el tema sigue siendo fundamental el ensayo de Kuznets (1955).
23 Para una dura crítica de las periodizaciones de los historiadores, ver Leff (1969,
26 Para una breve discusión sobre su utilización, ver Flora y Zapf (1970).
169 Y ss.).
128 Stefano Bartolini

Si la periodización a través de la «intuición» de los historiadores o


la sofisticada manipulación estadística representan extremos que han
sido calificados en gran parte de las ciencias sociales como insatisfac-
torios o inaplicables (o ambas cosas), el cuerpo principal de la teoría
del desarrollo postbélica ha seguido otros caminos. La fig. 3 nos
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zado el tiempo: a través de dicotomías

las crisis; y procesos por umbrales 27.


de desarrollo; modelos de
«transición»; modelos de tendencia; modelos de estadios; modelos de

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sociedad en F. Tónnies; solidaridad orgánica y solidaridad mecánica '"
en E. Durkheim; tradicional y moderno en la sociología contempora- --- 1 ~ 'S ~~
nea anglosajona) 28 el tiempo es concebido como un continuo con dos J ~-O¿
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extremos que son confrontados y puestos en contraste en sus estruc- ~ ~
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turas y en sus valores fundamentales. El tiempo es una tendencia de
desarrollo de un tipo polar a otro; tipos que son vinculados por el
proceso de transición. Lo que sucede durante este tiempo de transi-
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dirección de este cambio- permanece casi totalmente indefinido ~ ,
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(Flora, 1974,39).
En los modelos llamados «transicionales» se agrega, a la tradicio-
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nal dicotomía del desarrollo, un tercer período intermedio, denomi- O
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nado justamente de «transición» y caracterizado normalmente en tér- E .s 2
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minos de inestabilidad y desequilibrio respecto de los períodos de ~
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estabilidad y equilibrio, que constituyen los puntos de partida y de ~o ,g ~ ~ ~
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posible o potencial llegada. Entran en esta perspectiva importantes ._
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trabajos como los de Ler ner (1966) y Huntington (1968). [ ~ :;2 § ,~


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En la tradición de las tendencias/tipologías de desarrollo -como O
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ya he recordado supra- el criterio clave que distingue a lo largo de la ,~


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una o más propiedades, como por ejemplo la diferenciación estructu- -;:¡
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tradición otros estudios del proceso de modernización que concen-
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tran su atención sobre la tendencia del desarrollo de un solo aspecto :::;
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predominante, como la periodización de la teoría de la transición de- '"
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l7En general sobre la modelística en la teoría del desarrollo, ver Flora (1974), y ~
Tilly (1975c). ::J
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28 Sobre este tema, ver Bendix (1966). ¿r:;
Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 131
130

mogrática (Davis, 1964) Y el estudio de la tendencia de transforma- poral (en el sentido de secuencialidad de estadios), como la termino-
ción en los modelos de movilidad social (Smelser y Lipset, 1966b). logía de «sistema antecedente», «cambios del ambiente», «cambios
En la tradición de los modelos de estadios -representada por au- internos en el sistema», «cambios relacionados» (linked changes, es
tores como Rostow (1971), Black (1967), Organsky (1967)- los pe- decir> una secuencia de cambios relacionados que siguen la solución
ríodos son identificados como estadios temporales de carácter fásico de la crisis) y «sistema resultante» deja al menos en parte entender.
(es decir, estadios que se suceden en una secuencia preestablecida). El tema de los «umbrales», que sustenta de manera problemática
Tales estadios se identifican o sobre la base de las funciones predomi- las ideas de estadios, fases y crisis, es considerado más directamente
nantes, desempeñadas por el sistema político, o sobre la base de una por aquellos autores que los ven como momentos de catalización de
concentración de específicos y críticos problemas de desarrollo 29. procesos de crecimiento continuo, los cuales, en un cierto momento,
Black posee una orientación más historio gráfica y se propone señalar generan saltos cualitativos, disean tinuidad y procesos dinámicos de
fechas que definan diferentes estadios en cada país, mientras Or- nuevo tipo. Frecuentemente, según un modelo al cual nos ha habi-
gansky se concentra preferentemente sobre la descripción de las ca- tuado Deutsch con sus trabajos sobre el nacionalismo 32 y que ha
racterísticas de cada estadio. En ambos casos, no obstante, los esta- considerado Rokkan en sus esquemas tipológicos de la política de
dios no poseen umbrales bien definidos. masas y de la consolidación de los alineamiento s políticos (1970b),
En el «enfoque de las crisis», éstas son identificadas (en el interior entre los umbrales se establece una relación según la cual la supera-
de una visión estructural-funcional del sistema político) como pro- ción de una conduce rápidamente al nivel de significación y de critici-
blemas del desarrollo que emergen cuando el desarrollo de funciones dad de la sucesiva.
sistérnicas universales se hace problemático 30. Es difícil operacionali- La diferenciación analítica entre estas distintas modalidades de
zar este concepto de crisis y, por lo tanto, llegar a identificar umbra- periodización de la teoría del desarrollo brevemente caracterizada
les históricos empíricos. Debe destacarse, por otra parte, que en el oscurece similitudes de fondo entre la una y la otra y también posibi-
enfoque se tiende a ver tales crisis más como unidades «analíticas» lidades de mutua integración que no es necesario discutir aquí. En
que como unidades «temporales». Es decir, ellas identifican más un efecto, el punto nodal que debe su brayarse es que la periodización en
conjunto de problemas particularmente virulentos y conceptual- términos de transición, fases, estadios, crisis, etc., depende entera-
mente vinculados, que períodos temporalmente diferentes y delimita- mente del recurso a un esquema teórico preexistente que se utiliza
dos 31. N o resulta claro que la distinción en «períodos» introducida como una red para pescar en la variedad infinita de los eventos del
por los autores de Crisis, Choice and Change, para el análisis de crisis pasado: algo cambia -es decir, recuérdese, pasa de t=1 a t=2-
históricas específicas asuma un carácter menos analítico y más tern- cuando tiene lugar algún tipo de modificación funcional o estructu-
ral, o cuando se produce un conjunto de problemas conectados y es-
19 Organsky diferencia la política de «unificación originaria» de la de «industriali- pecialmente virulentos. Por ello una teoría de estos últimos es prerre-
zación», del «estado nacional de weltar e» y de la «abundancia» justamente sobre la
quisito necesario para la identificación, en forma de períodos, de las
base de la función primaria desempeñada por el gobierno en cada una de ellas. Black
habla de estadio del «desafío de la modernización», de la «consolidación del poder de diferentes unidades temporales. Este hecho no carece de implicacio-
la élire modernizanre- de las «transformaciones socioeconómicas» y, por último, de la nes relevantes, porque las unidades de observación, sobre las cuales
«integración social y sistérnica», es decir, en los términos de los principales problemas los esquemas teóricos deberían ser sometidos a la «prueba de la histo-
y crisis afrontados por el sistema político. ria», derivan enteramente de los esquemas teóricos mismos y, por
30 Las crisis de identidad y de legitimidad emergen del «mal funcionamiento» de
las funciones sistérnicas de legitimación; las de integración y participación, del mal fun-
otra parte, son difíciles de identificar en términos histór icos-empí-
cionamiento de las funciones sistémicas de proceso, y las de penetración y distribu- ncos.
ción, por el mal funcionamiento de las funciones de guía. Esta escuela ha producido Por otra parte, cambios modestos en los umbrales de definición
una riquísima literatura. Véase, para una válida referencia, Binder et al. (1971).
)1 Almond los etiqueta con el término de «analíticos-temporales» (1973b> 25). La
)2 Deutsch (1953); una obra que frecuentemente pasa al segundo plano respecto de
sucesión secuencial de tales crisis y su grado de superposición sigue siendo una cues-
la formulación más general, pero también más abstracta realizada más tarde (1961).
tión de investigación empírica.
Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 133
132

de los períodos pueden implicar evaluaciones verdaderamente dife- tar «amplios espacios» y «larguís imas duraciones», pero la factura a
rentes de ellos. Por ejemplo, sobre el tema de la relación entre parti- pagar es que una comparación efectiva entre casos que varían a lo
dos y electores en el período de postguerra europea, la imagen predo- largo de una dimensión espacial y temporal es de hecho imposible.
minante identifica un período de estabilidad postbélica que llega No es casual, creo, que los estudios del desarrollo que han elegido
hasta la mitad de los años sesenta seguido por un período de cambios como referencia ámbitos temporales y espaciales de dimensión «me-
tendencialmente crecientes que hacen presagiar que se avecina un dia» no hayan encontrado generalmente gran ayuda en este tipo de
umbral crítico. El primer período ha sido clasificado en términos de periodizaciones «analítico-temporales». El elemento de «arialitici-
identificación partidaria; fuerza de los cleavages históricos; estabili- dad» necesario en las periodizaciones de los grandes desarrollos se
dad de los alineamientos y de las identidades colectivas, etc.; el se- convierte en una especie de «pesada carga» cuando se intenta deter-
gundo en términos de crisis de los cleavages históricos; inestabilidad minar una varianza temporal de carácter empírico.
y deaLignment electoral, fragmentación partidaria; nuevos issues, etc. Si la identificación de unidades temporales precisas -sean éstas
No obstante ello, si confrontamos entre sí los períodos 1945-65 y concebidas como time-spots para la evaluación de las propiedades
1966-90 sobre la base de una serie de indicadores de estabilidad de los concretas o períodos caracterizados por una específica combinación
sistemas partidarios (en el ejemplo volatilidad electoral y número de estable de estados/valores de más propiedades- constituye el núcleo
partidos) no emergen diferencias significativas. ¿Nada ha cambiado? en torno al cual gira la posibilidad de aplicación de la metodología
La objeción es que en el período 1945-65 se sitúan una serie de elec- ',J comparativa en los estudios de desarrollo, entonces hay que optar
ciones entre 1945 y 1948 que son altamente inestables de instauración por desplazarse por ámbitos temporales en los cuales la varianza em-
de nuevos regímenes políticos o de realineamiento postbélico. Se re- pírica de las propiedades estudiadas pueda determinarse sin recurrir a
quiere por ende periodizar en modo diferente, distinguiendo entre esquemas teóricos cuyo nivel de abstracción no predetermine las uni-
inestabilidad relativa de 1945 a 1948 y estabilidad neta de 1949 a 1965 dades temporales de observación.
y de la «nueva» inestabilidad del período siguiente a 1965. De este
modo las diferencias son más netas. Por otra parte, la inestabilidad Generalizaciones de desarrollo. Resumamos: las generalizaciones
electoral del período post-1965 es en gran medida el resultado de una implican una relación entre al menos dos propiedades/variables; el
serie de elecciones «de pico» que en los distintos países se concentran control de tales generalizaciones requiere la determinación de Una va-
sobre todo en el período 1967-1979, mientras asistimos sucesiva- rianza empírica de tales propiedades/variables; esa varianza puede ser
mente al retorno a niveles de inestabilidad electoral y partidaria más cross-units (generalmente llamada cross-nacional sin ningún motivo
«normales» y no muy superiores al período 1950-65 J3. En suma, se- real) o bien cross-time, admitiendo que se identifiquen con precisión
gún como periodicemos un período relativamente breve como la las unidades temporales; o bien ambas dimensiones. El problema que
postguerra, pequeños cambios de umbrales nos conducen a caracteri- ahora nos interesa es qué tipos de generalizaciones son posibles sobre
zaciones muy diferentes. la base de una varianza cross-temporal en las propiedades/variables y
Volviendo a la esquemática representación de la fig. 3, en la me- si estas generalizaciones difieren en algún aspecto importante de las
dida en que se pueda intentar leer su dimensión horizontal como in- que se establecen sobre la base de varianza sincrónica entre unidades
dicador, de izquierda a derecha, una dimensión de creciente especifi- espaciales.
cidad empírica, el problema principal de todas estas periodizaciones Para cualquier propiedad/variable simple, la varianza entre unida-
sigue siendo identificar los límites y los umbrales temporales. Recu- des se expresa normalmente en términos de presencia/ausencia de
rrir a un esquema conceptual muy general y abstracto para identificar ciertas propiedades; de su mayor o menor intensidad; de una desvia-
unidades temporales de análisis es inevitable cuando se deben airon- ción o diferencia respecto a una media o moda. La varianza cross-
temporal no aparece diferente en la esencia, pero se identifica en tér-
minos de desviación de una prevista o estimada tendencia temporal.
}3 Para un detalle del caso considerado aquí como ejemplo, ver Bartolini y Mair
(1990). Una propiedad en el tiempo T1 puede presentar un valor o un estado
134 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 135

que sobre la base de la tendencia general sería considerado antes o o legítimo extraer inferencias longitudinales (es decir, de desarrollo)
después. La naturaleza de la generalización entre al menos dos varia- de comparaciones cross-seccionales o viceversa. La primera dirección
bles, entonces, deriva de la comparación de tendencia (trend) y en de inferencia (desde las generalizaciones cross-untts a las cross-time
particular de la relación establecida entre precocidad y retraso de una han sido discutidas más a fondo simplemente porque había más
propiedad/variable respecto a la otra. Las inferencias causales depen- ejemplos de este cambio de nivel; pero en principio el mismo pro-
den en este caso de cuestiones de timing; el timing comparado consti- blema de historical fallacy puede presentarse también en otra direc-
tuye la base de las generalizaciones del desarrollo, que adoptan en- ~~ ción: pasando de las generalizaciones cross-time a las cross-units.
tonces la forma de generalizaciones secuenciales. El objetivo del Sobre las huellas del pionero trabajo de Lipset (1959) en este sec-
análisis es identificar las «reglas de secuencia», es decir, aquellas re- tor y de los esfuerzos de los años sesenta para constituir amplios ban-
glas que definen la probabilidad del paso de un estado/valor a otro de cos de datos (Banks y Textor, 1963; Russet et al., 1964; desde enton-
una propiedad dada como resultado de cambios precedentes en :~~~.
ces actualizados más o menos regularmente) un gran número de
atraes). estudios han arrojado luz sobre correlaciones entre la alfabetización,
la movilización social y el desarrollo económico. por una parte, y la
El concepto de secuencia 34 es importante para cualquier análisis democracia, por otra, basándose so bre datos cross-nacionales y con-
del desarrollo. Nordlinger ha llegado a considerado la clave de toda cluyendo que el crecimiento en el tiempo de los primeros fenómenos
la literatura; el modo en el cual ella conceptualiza el tiempo: tiempo ha conducido al crecimiento del segundo; desplazándose entonces
como secuencia 35. Algunas de las mejores páginas de la disciplina son ~1,1' desde una asociación sincrónica a una generalización de desarrollo de
ejemplos de este modo de proceder: el argumento de Daalder (1966) carácter secuencial. Más en general, datos ecológicos extraídos de paí-
sobre las consecuencias de la liberalización del régimen de desarrollo ses con diferentes niveles de desarrollo económico, social y político
de una burocracia central antes o después de la competición partida- han ofrecido la oportunidad de avanzar y controlar diferentes gene-
ria; el de Sartori sobre la relación entre representación proporcional y ralizaciones de desarrollo.
multipartidisrno dependiendo de que la primera sea introducida antes A la cuestión de si una asociación a nivel cross-nacional pueda ser
o después de la consolidación del sistema partidario (1984b); las hipó- leída como una asociación de desarrollo (<<más A ----t más B al tiempo
tesis de Dahl que relacionan las secuencias de liberalización y demo- T" es equivalente a «el crecimiento de A desde el tiempo T al tiempo
cratización del régimen con la estabilidad democrática (1971); las de r~\W", Tn ----t crecimiento de B en el mismo período») se ofrecen tres dife-
Rokkan (1970b) que relacionan el timing en la consolidación del es- rentes respuestas. La primera sostiene que no hay una diferencia sus-
tado/nación y en la superación de los umbrales institucionales de tancial entre los dos tipos de generalización en cuanto el objetivo
participación con el nacimiento de las formas de oposición y de la fundamental de las generalizaciones científicas es una representación
formación de los sistemas de cleavages nacionales. analítica y no time-dependent de las relaciones entre variables/pro-
¿ En qué medida y cómo este tipo de generalizaciones secuenciales piedades. Una cita sintetiza eficazmente esta proposición:
difieren de las generalizaciones sincrónicas entre unidades? Visto de-
tenidamente, la cuestión se asemeja a la más discutida de si es posible El tiempo (...) se configura como un parámetro convencional destinado a lo-
calizar en el espacio-tiempo las manifestaciones del fenómeno que se exa-
mina. Este contenido paramétrico del concepto de tiempo puede ser válida-
)4 Tal concepto no es utilizado aquí con el significado específico que se le atribuye mente asumido como principio para la descripción analítica de la
en la teoría de las crisis.
componente de fondo como función del tiempo.
)S N ordlinger (1968, 495). Él se refiere también a la «tasa de cambio» como se-
Dicha función (...) no establece una significativa relación analítica entre la va-
gundo concepto clave y considera los dos como «dos dimensiones del tiempo». A mí
no me parece que «secuencia» y «tasa de cambio» pertenezcan al mismo genU5. Se- riable temporal independiente y la variable dependiente representada por los
cuencial es la lógica de conexión entre las variables, mientras la tasa de cambio es uno datos observados: la dependencia funcional que de ella resulta puede sin em-
de los varios modos (presencia/ausencia; intensidad; etc.) de operacionalizar las varia- bargo interpretarse desde un punto de vista instrumental, es decir, como me-
bles con el fin de formular generalizaciones secuenciales. dio para arribar a una significativa representación de la relación analítica en-
136 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 137

tre más variables relativa a más series temporales, todas individualmente con- , guiente orden de generalidad: 1) si la inferencia longitudinal es en
figuradas como función del tiempo ... A través de esta interpretación paramé- efecto posible partiendo de datos cross-seccionales; y 2) si cualquier
trica de la función del tiempo en las series temporales, el análisis estadístico- tipo de inferencia causal derivable de datos cross-seccionales implica
matemático de éstas es orientado fundamentalmente a los principios que
necesariamente una subyacente generalización secuencial (en el sen-
gobiernan la teoría de las representaciones analíticas de las variables no de-
, tido de que la necesaria asunción lógica de la precedencia temporal de
pendientes del tiempo (Santamaría, 1981, 49-50.)
la causa respecto del efecto implica en sí que generalizaciones de des-
arrollo están implícitas en cualquier proposición causal).
En una palabra, el tiempo, al final, debe ser ignorado; desaparece:
A este respecto debe subrayarse que la crítica compromete sólo la
Una segunda posición es en cambio extremadamente crítica con la
posibilidad de derivar generalizaciones de desarrollo de asociaciones
posibilidad de inferir tendencias y generalizaciones secuenciales de
cross-seccionales. ¿ Qué sucede con la otra dirección? ¿Derivar gene-
datos ecológicos. El argumento de fondo es que de los dos tipos dé
ralizaciones cross-seccionales de las de desarrollo es una operación
proposiciones generalizantes que se pueden producir sobre la base de
válida y posible? Este tipo de reorientación ha suscitado mucha me-
la varianza cross-tirne y cross-space, la que deriva de datos ecológicos
nor atención crítica, si bien el problema es lógicamente el mismo: en-
es completamente inválida. En efecto, cualquier asociación dada dé
contrada una fuerte asociación entre -por ejemplo- el crecimiento
tal tipo puede ser resultado de la combinación de desarrollos tempo-
de la urbanización y el de la participación electoral en la historia de la
rales interiores a las unidades a las cuales no le corresponden 36. En
una palabra, el tiempo es la única dimensión a lo largo de la cual se
unidad X, ¿podemos extraer la generalización cross-seccional de que .A
los países mas urbanizados mostrarán un nivel superior de participa- ~
pueden proponer válidas generalizaciones.
Somers (1971) propone una tesis ligeramente diferente. Sostiene ción electoral "? L1
Si a esta pregunta damos una respuesta negativa (desde una gene-
que si bien la lógica de ambos tipos de generalizaciones es la misma,
W
el pasaje de las cross-units a las longitudinales es válido sólo si se
asume un principio de «equivalencia de desarrollo» (p. 383):
ralización exclusivamente de desarrollo no podemos pasar a la corres-
pondiente generalización cross-seccional) se define mutatis mutandis 1: .
la posición típica del historiador: cualquier asociación secuencial de Q • m ~

Es decir, debe ser verdad que la comparación cross section ... replica los cambios
variables (cualquier «historia» de una unidad) es única y esa asocia- MB
de desarrollo que acaecerían si una fuese transformada en otra (pp. 383-384). ción no se puede extender a otras unidades. Mejor hablar entonces de .dft
explicaciones históricas específicas. Si en cambio se da una respuesta ~ _
El autor entonces sostiene que una forma de equivalencia de des- positiva (desde una generalización exclusivamente de desarrollo po-, ~
arrollo está en la base de cualquier inferencia causal de tipo cross- demos pasar a la correspondiente generalización
tonces se afirma explícitamente la superioridad
cross-seccional) en-~
epistemológica de las m
,
seccionaJ. Entonces, también para él, las generalizaciones
llo poseen un status heurístico privilegiado,
de desarro-
en el sentido de que
debe asumirse su existencia para mantener válidas las correspondien-
tes generalizaciones cross-seccionales: «sin asunciones de equivalen-
generalizaciones de desarrollo sobre las cross-seccionales. Es ésta, me
parece, si bien transformada en su formulación, la posición a la cual
llegan autores antes citados como Tilly y Somers y, en modo cierta-
--
ffl
W
cia de desarrollo, los datos sincrónicos cross-seccionales parecen del mente implícito, la gran parte de los autores que recurren a un «mé-
todo irrelevantes en afirmaciones de causa y efecto» (p. 386). Somers todo histórico» en las ciencias sociales.
parece transformar el principio general de la «precedencia temporal»
N o me parece que esta posición
en el análisis causal, en el principio general de la «equivalencia de ,i.~, sea convincente y expondré las
desarrollo» .
37 Este ejemplo, como todos los otros, es bivariado por razones de simplicidad, En
cualquier caso, la introducción de otras variables, la discusión de las variables intervi-
Estas dos últimas pOSIClones implican dos problemas en el si- nientes y de las condiciones de validez de las generalizaciones asumen también la
forma de una generalización y no alteran desde el punto de vista lógico la sustancia del
36 Esta posición es sólidamente argumentada por Tilly (1975b, 11-12; 1984, 35 Y ss.). argumento.
138 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 139

razones en la sección que sigue. Antes de ello, sin embargo, la refor- estado en sus formas feudales, por estamento, absoluta y constitucio-
mularé en la terminología que he elegido desde el inicio del artículo y nal. Por su parte, Tilly, en su investigación pionera sobre el desarro-
que me parece la clarifica sin alterar su sustancia: ¿las generalizacio- llo de las formas de protesta en Francia desde 1830 (Tilly Y Schorter,
nes que derivan del análisis considerando solamente la varianza tem- 1974; Tilly, Tilly y Tilly, 1975), busca explicar cómo la acción de
poral de las variables/propiedades son de mayor validez que las gene- protesta colectiva ha evolucionado desde formas competitivas a for-
ralizaciones que derivan solamente del análisis de la varianza mas reactivas y proactivas. Poggi recurre a variables estrictamente
sincrónica cross-seccional? cualitativas como: el rol de las ciudades; las ambiciones de las casas
dinásticas; los intereses de la nobleza, ete. Considera estos factores en
Multicolinearidad histórica. El tercer problema considerado desde un estilo narrativo, relacionándolos en un enfoque configurativo. Los
el inicio de esta parte del artículo era el relativo a la potencial multi- factores considerados por Tilly, en cambio, se definen de manera más
colinearidad de las variables. Este es un modo de proseguir la discu- precisa y cuantificable: urbanización, industrialización, desarrollo ca-
sión de la sección anterior afrontándola desde un diferente punto de pitalista, formación del estado, etc. Él construye una base de datos
vista: el de los aspectos débiles de las generalizaciones de desarrollo. concernientes a contentious y sobre todo violent public gatherings y
La multicolinearidad es un problema bien conocido en la investiga- organiza en consecuencia sus datos en una matriz de series tempora-
ción sincrónica 38. La cuestión es si existe un tipo especial de multico- les. Ambos estudios se proponen explicar cómo las respectivas varia-
linearidad también en el análisis de la varianza temporal y cómo se bles dependientes (forma del estado y naturaleza de la protesta colec-
puedan disminuir sus efectos. tiva) han venido modificándose en el tiempo bajo la influencia de
Lo que se entiende por multicolinearidad en series temporales de transformaciones de largo período. Ambos tienen que ver sólo con la
observaciones es la posibilidad de que ellas sean todas fuertemente varianza temporal: comparaciones sincrónicas entre diferentes enti-
asociadas una con otra. Dicho de otro modo, que el cambio en el dades no se incluyen en sus estrategias de investigación que se mue-
tiempo esté constituido por conjuntos paralelos de fenómenos que ven a lo largo de la dimensión del tiempo en el interior de un único
varían tendencialmente y para los que es difícil establecer la prece- espacio definido. El espacio de Poggi es Europa y las formas del es-
dencia temporal y el peso causal relativo. Sostendré que el problema tado son concebidas como tipos ideales o fenómenos generales eu-
es particularmente grave cuando se estudian o casos históricos indivi- ropeos. El espacio de Tilly es el Estado francés.
duales y específicos o fenómenos de desarrollo general que se consi- La lógica de estos tipos de estudio es explicar una varianza tem-
deran de carácter global (y que ocurren en cualquier parte de un área poral considerada como general y omnipresente en el interior de la
determinada): en otras palabras, todas las veces que el número de uni- unidad (un desarrollo de una forma de estado o de protesta a una su-
dades estudiadas es 1 -sea un caso o un desarrollo general- y no cesiva) relacionándola a la varianza temporal de otros fenómenos que
está disponible una varianza sincrónica entre las unidades (o subuni- tienen lugar en la misma unidad. Admitido que se identifique una
dades). Para argumentar este punto partiré de dos ejemplos entre los forma de desarrollo en la forma estatal o de la protesta (o, por otra
mejores de su ámbito y que representan, respectivamente, una tradi- parte, en la organización de los partidos políticos, en el alcance del
ción más cualitativa y una más cuantitativa en los estudios del des- Estado de Bienestar, etc.) ¿Podemos proponer generalizaciones cau-
arrollo. sales que relacionen tal tendencia a otras tendencias de desarrollo en
la misma unidad (tanto si se trata de un pueblo, una región, un país,
En su importante estudio sobre el desarrollo del estado moderno, Europa o el mundo)?
Poggi (1978) trata de enumerar los fenómenos generales que explican
otro fenómeno general y universal (en Europa): la transformación del Me parece que esta lógica de investigación encuentra un obstáculo
y un límite no poco relevantes en el citado problema de la multicoli-
J8 El correspondiente y bien conocido problema de la investigación longitudinal es nearidad potencial de los fenómenos de desarrollo. Si las tendencias
la autocorrelación de cualquier secuencia temporal. en el tiempo de las variables dependientes e independientes están
140 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 141

fuertemente asociadas en un proceso general de cambio, caracteri- En el análisis de un fenómeno, desde una perspectiva del desarro-
zado por la existencia de conjuntos de fenómenos fuertemente rela- llo, con el fin de evitar estos riesgos de multicolinearidad histórica es
cionados -y por lo tanto interrelacionados-, la mayor parte de los necesario reformular la pregunta cognoscitiva: se debe partir del in-
factores asociados con el cambio general estarán en alguna medida tento de explicar no la tendencia general de desarrollo en cuanto tal,
también asociados con las variables dependientes. Esto hace difícil sino más bien las desviaciones de ella, es decir, la varianza sincrónica
distinguir con precisión las que son más importantes y también con- entre unidades diferentes en los términos de precocidad, retardo, pre-
trolar las intuiciones que cada autor individualmente puede tener al sencia/ausencia, e intensidad respecto a la tendencia general identifi-
respecto. cada. Ello implica recurrir a planos de comparación sincrónica a través
del tiempo. La lógica de tal ejercicio es que las hipótesis concernien-
La multicolinearidad de las tendencias de desarrollo resulta espe- tes a las similitudes/diferencias entre las unidades en cada tiempo/pe-
cialmente evidente y aguda en el ámbito de la transformación que ríodo dado constituyen la clave para identificar las causas del des-
-considerando el desarrollo de la revolución industrial inglesa y de arrollo general en cuestión. El obj etivo es transformar el análisis de
la política francesa- establece los confines geohistóricos de la mo- las diferencias cross-seccionales en el timing, tiempo y modo de un
dernización de las sociedades occidentales. En este contexto, explicar determinado fenómeno en desarrollo, en hipótesis causales del fenó-
la modernización de un aspecto de una unidad con la modernización meno mismo. Sólo a través de las hipótesis sobre por qué una forma
de su «ambiente» es muy arriesgado. Como todas las variables inde- dada de estado se desarrolla antes en algunas unidades y después en
pendientes constituyen aspectos, diferentes pero interconectados, del otras (es decir, considerando en tiempos diferentes variaciones cross-
proceso general de la modernización socio-económica y política oc- nacionales sincrónicas respecto al nivel de consolidación de tal forma
cidental, ellas estarán en alguna medida asociadas con la variable de- de estado) será posible alcanzar un control sobre cuál de los muchos
pendiente: el desarrollo paralelo de todos los factores en e! proceso procesos de desarrollo de largo período está más directamente aso-
acelerado de transformación hace difícil establecer relaciones causales ciado causalmente con e! desarrollo de la forma de estado. Para con-
entre las multiples asociaciones posibles. Se incurre fácilmente en trolar correctamente el impacto de la urbanización sobre el desarrollo
«sobreexplicar- el explanandum: explica demasiado mientras e! con- de las formas de protesta en Francia es necesario agregar la varianza
trol sobre la jerarquía de los factores es débil. cross-units en la urbanización (por ejemplo, cross-regional) a la va-
rianza temporal de la urbanización en la misma unidad.
Se podría seguir esta consideración hasta sus consecuencias más Como es sabido, Tilly realiza, en otros trabajos, comparaciones
extremas afirmando que en el interior de una única unidad dada un más explícitas entre diferentes unidades. También en los trabajos ci-
fenómeno de desarrollo general no se puede explicar adecuadamente tados sobre Francia extrae frecuentemente elementos de gran valor en
en términos causales por otros fenómenos de desarrollo generales. Si, base al contraste entre diferentes regiones. Hasta en su libro sobre la
por ejemplo, la crisis de los partidos políticos fuese efectivamente Vandée (1964) Tilly compara diferentes áreas de tal región en varias
-como a veces se afirma- un fenómeno general de las sociedades ocasiones. Y no obstante ello, en sus reflexiones metodológicas
europeas contemporáneas que se presenta en cualquier lugar, enton- (1981; 1984), no reconoce que la comparación sincrónica entre unida-
ces sería bastante difícil identificar sus causas;' su generalidad sería des es igualmente esencial respecto de la realizada a través del tiempo
sólo uno de los aspectos de la transformación global de dichas socie- con la finalidad de generar y sobre todo controlar las hipótesis. Mi
dades, probablemente conectado, más que causalmente determinado, opinión es que Tilly asocia estrechamente la comparación sincrónica
a una serie muy numerosa de otros aspectos. N o es casual que, cross-seccional con la investigación «contemporánea», mientras que
cuando se abordan estos temas como problemas de desarrollos gene- entre las dos -como hemos observado- no existe ninguna relación
rales, se termine por elaborar una lista de factores explicativos que no lógica. Su afirmación programática de que «la experiencia histórica
es ciertamente parsimoniosa, sino mas frecuentemente inconsistente [es] mas importante que las observaciones contemporáneas en la for-
respecto de! explanandum. mulación y verificación de algún tipo de generalización ... » (1975, 3)
'il
142 Stefano Banolini 1 Tiempo e investigación comparativa 143

se transforma en que las comparaciones en el tiempo son mas válidas Relacionar variables simples entre sí no hace justicia a la estructura de los fe-
e importantes que las sincrónicas en el espacio 39. nómenos sociales, y cuando se ha comprendido este límite, se han desarro-
llado técnicas de análisis más aptas a la interconexión y multidimensiorialidad
de los fenómenos sociales.
Opino en cambio que para la interpretación causal del cambio de
Es dudoso que los límites explicativos que actualmente los científicos socia-
un fenómeno en el tiempo la comparación sincrónica de la varianza
les empíricos encuentran frecuentemente se puedan superar sólo mediante
cross-units (o sub-units) es tan necesaria como la de la varianza tem- otras técnicas de análisis y de combinaciones de datos mas sistemáticas. Para
poral. No es casual que todos los ejemplos de generalizaciones se- la consideración de múltiples problemas son necesarios períodos de observa-
cuenciales considerados precedentemente -generalizaciones del tipo ción más extensos y una ampliación de las condiciones en las que se observa
«cuanto antes ... más fuerte ...»; «cuanto más acelerado ... más precoz» el comportamiento (Scheuch 1980,39).
y otros similares- impLiquen necesariamente una comparación sin-
crónica entre unidades. Sigue abierto el pro blema de cuáles sean las mejores condiciones
para extender las observaciones en el tiempo sin renunciar a una guía
Como conclusión, el tema es que con la finalidad de proponer ge- metodológica a favor de un diluido y no mejor calificado «enfoque
neralizaciones causales de desarrollo recurrir sólo al «tiempo» como histórico». En la figura 2 hemos resumido distintas tradiciones de in-
análisis de la varianza temporal excluyendo el de la varianza sincró- vestigación recurriendo a una matriz tridimensional, se ha identifi-
nica, lejos de constituir la panacea para los déficit de las ciencias so- cado un «volumen» y una estrategia que hemos llamado «compara-
ciales, presenta considerables límites metodológicos. En segundo lu- ción de desarrollo». La combinación de los dos términos se propone
gar, la investigación de un peculiar «método histórico-comparativo» subrayar la convicción de que constituye el ámbito en el que una
resulta viciada por la confusión entre los dos planos: mientras no perspectiva de desarrollo y una comparación empírica se pueden
exista una especificidad de las reglas lógicas de método de la «compa- combinar, de manera más fácil y fructífera, como análisis empírico de
ración en la historia» respecto de la «comparación en el espacio», varianza cross-temporal y cross-seccional.
existe una especificidad de la varianza temporal respecto a la varianza
espacial y ésta debe ser profundizada. Este ámbito se caracteriza en primer lugar por una dimensión
temporal más circunscrita y menos «comprometida» que la corres-
Por ultimo, y en consecuencia, es difícil y poco útil establecer si pondiente a la «gran teoría del desarrollo». Esto hace más maneja-
las debilidades del análisis sincrónico sin una dimensión temporal ble y menos dependiente de esquemas teóricos preestablecidos el
sean mayores o inferiores a las del análisis temporal sin considerar la problema central de definir con precisión las unidades temporales
varianza sincrónica entre unidades. La lección que se extrae es que del análisis. Posteriormente se caracteriza por la ausencia de ambi-
para controlar la validez de las generalizaciones empíricas, la combi- ciones de universalidad espacial, pero se concentra tendencialmente
nación de varianza temporal y espacial constituye el modo más se- sobre ámbitos culturalmente más homogéneos, para recurrir a con-
guro de proceder y los diseños de la investigación deben pues apun- ceptualizaciones menos abstractas, cuya operacionalización y cuyos
tar a explicitar ambos. referentes empíricos son menos ambiguos. Las propiedades/varia-
bles que pueden ser consideradas son mucho mas numerosas y em-
píricamente específicas, y se hace usualmente referencia a la «gran
Conclusión: la comparación de desarrollo teoría del desarrollo», aunque bastante menos numerosas que las
consideradas por las dos variedades de estudios del caso. En el inte-
Muchos suscribirían la siguiente posición:
pacio, sus comparaciones corren a través de la dimensión del tiempo dentro de un es-
El juicio sobre la obra de Tilly, según la cual «las comparaciones cross-secciona-
39 pacio bien definido" (Hunt, 1984,260), es correcto en lo que se refiere a sus posiciones
les no son centrales a su método. Más que proceder a través de una extensión en el es- metodológicas. Menos, me parece, con referencia a sus investigaciones.
144 Stefano Bartolini Tiempo e investigación comparativa 145

para cada una de las cuales se dis pone de la variación temporal en dos
Relación analítica general Relación temporal general
propiedades/variables (A y B).
VAR. A VAR. A
En el primer gráfico, arriba, a la izquierda, la relación entre las
dos variables se analiza sin ninguna referencia al tiempo. Las unida-
des entran en el cuadro general con sus valores! estados de las varia-
bles para cada tiempo diferente; en tal sentido, distintas unidades
VAR. B temporales no son lógicamente diferenciadas de distintas unidades
espaciales. Espacio y tiempo son puros parámetros de definición de
las unidades. El objetivo es controlar la existencia .de una relación
VAR. B
Tiempo analítica entre las variables independientemente del 'tiempo y del es-
paCIo.
Relación analítica Relación temporal
Cross-unús Cross-units En el gráfico, arriba, a la derecha, se estudian las mismas variables
en su desarrollo general en el tiempo. La tendencia de desarrollo en
Unidad \ Unidad \ cada una de ellas es analizada en sus características generales o valores
Var.A Var. A «medios» (fases de formación del estado; consolidación del sistema
Var. B
partidario; extensión del sufragio, etc.). El espacio no está incluido en
Unidad 2 Unidad 2 esta representación, que ofrece un cuadro general de si y cómo la re-
Varo A
lación entre las propiedades/variables cambia en el tiempo o en dife-
Var. B rentes períodos de tiempo. Secuencia temporal entre las variables, po-
Unio ad n
Unidad n Varo A sibilidad de identificar umbrales y cambios estructurales permiten
reforzar la comprensión de la asociación temporal y de la prioridad
V.rA \ \ /~ causal entre las propiedades/variables.
~V""
Por ultimo, en el tercer y cuarto gráficos la varianza entre casos se
Varo B Tiempo
agrega a la puramente analítica y a la puramente temporal. Las dos
primeras estrategias se duplican en cada unidad obteniendo una va-
FIGURA 4. Cuatro modos de análisis combinando varianza temporal y espa- rianza cross-seccional en la relación analítica y temporal entre las va-
cial. riables. Las relaciones puramente analíticas y temporales de los pri-
meros dos gráficos constituyen el punto de referencia respecto del
rior de este cuadro una combinación de varianza cross-temporal con cual puede ser identificada la varianza entre las unidades no tanto en
varianza cross-espacial debería «manejarse» a través de comparacio- los términos de las diferencias entre las unidades mismas, sino espe-
nes empíricas. cialmente en los términos de las diferencias entre la relación analítica
y temporal de cada unidad y la relación analítica y temporal general.
Satisfacer estas condiciones permite implementar la investigación Ellas constituyen la piedra de toque respecto de la cual se pueden ex-
según cuatro diferentes «modos» de análisis cuya combinación ga- presar proposiciones relativas al timing, el tiempo y el modo.
rantiza el máximo control sobre las generalizaciones. Con la finalidad
de clarificar la lógica, la fig. 4 reproduce en forma de ejemplo simpli- Este último punto es muy importante. Juicios comparados de
ficado estos cuatro modos aplicándolos a un conjunto de unidades precocidad/retraso, presencia/ausencia e intensidad son muy usuales,
146 Srefano Banolini Tiempo e investigación comparativa
147

pero frecuentemente no resulta claro el punto de referencia. La ex- Armstrong, ]. A. (1970), Evolution of the European Administrative Elite.
tensión del sufragio del país X es precoz ¿ respecto a qué? En una Problems of Cross-Cultural and Asynchronous Comparison, Municb,
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necen imprecisas o no convincentes, y la excesiva efervescencia del Dabl, R. A. (1971), Poliarchy. Participation and opposition, New Haven, Yale
«presente», en la que a veces la invención de nuevos términos es asi- University Press. Trad. esp., La Poliarquía, participación y oposición
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o menos contingente y coyuntural no es identificable, vale la pena Davis, K. (1964), The Demographic Transition, en Erzioni (1964).
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la secuencia causal que originaron las políticas sociales hacia fines del
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151
Stefano Bartolini
150

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Zeldi tch, M. jr. (1971), I ntelligible Comparisons, en Vallier (1971), pp. 267- absorbida sobre todo por la investigación microaplicada. Si bien ya
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La investigación sobre la que se basa este ensayo ha sido financiada por el CNR
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151
152 Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito?
153

considerable en todos los países desarrollados, la «cosa» «Estado del al menos se califica por fases distintas 2. La ruptura con la tradición
Bienestar» seguía siendo prácticamente desconocida fuera del restrin- narrativa anglo-céntrica ha tenido lugar esencialmente gracias a algu-
gido circulo de la London School y de otros pocos institutos universi- nos trabajos «fértiles» de historia social «comparativa» sólo en el sen-
tarios l. tido de estar referida a la exploración de diferentes casos de Gran
Hoy, en cambio, de esta «cosa» sabemos muchísimo. Tres déca- Bretaña o a su comparación en clave impresionística-interpretativa o
das de investigación «comparativa» han promovido ante todo una a lo máximo prototeórica. En buena medida partiendo de esta litera-
clarificación analítica del concepto, lo que, aunque con muchas im- tura se ha desarrollado luego -desde la segunda mitad de los años
perfecciones, ha permitido tanto la acumulación de datos como la sesenta- un sólido filón de investigaciones empíricas cross-national,
elaboración de hipótesis interpretativas específicas. Disponemos pues pero insertada en el método estadístico: es decir, referida a explorar la
de informaciones empíricas ordenadas sistemáticamente, tanto de covariación entre gamas más o menos extendidas de variables depen-
tipo cuantitativo como cualitativo, sobre los programas de bienestar dientes e independientes sobre muestras de casos lo más amplias po-
de gran parte de los países occidentales desarrollados, y muchos de sible. Sólo en la última década (salvo alguna excepción precedente)
estos datos han sido recogidos en archivos computarizados, accesi- han aparecido, adquiriendo un creciente crédito metodológico, estu-
bles a todos los investigadores. Al mismo tiempo disponemos de un dios que se pueden definir comparados en sentido estricto, es decir,
discreto conjunto de proposiciones explicativas que han encontrado orientados al control de específicas proposiciones causales a través de
en esos datos una corroboración más que satisfactoria. la exploración comparativa de dos o más casos elegidos en base a cri-
Este progreso de conocimiento sustantivo ha sido posible esen- terios de «afinidad relevante», recurriendo ampliamente a datos cuali- e
cialmente gracias al abandono del provincialismo anglocéntrico y a la tativos y al tratamiento per genus et differentiam 3. Sostenemos que [
adopción de una perspectiva «comparativa». U sarnas las comillas este último filón es el que ha ofrecido los mejores resultados (y no
porque, para poder denotar con tal adjetivo la variedad de estudios solamente, es obvio, porque fuera elúltimo en aparecer). Para defen- T 1
sobre más países/más políticas/más momentos temporales produci- der este punto resultará oportuno proporcionar una ilustración de la • ~
dos desde los años sesenta, debemos emplearlo necesariamente con parábola metodológica de la investigación comparativa sobre bienes- O"J ID'
una connotación diluida y demasiado general: indicador de ello es el tar, haciendo referencia a alguno de los trabajos «ejemplares» de cada W ~
enfoque 4. .-"'l ¡;,
hábito de hacer referencia (implícito pero consciente) a una multipli-
cidad de unidades de análisis (típicamente: dos o mas países de la ~
misma «área») en el curso de la propia investigación en todas sus fa- 2 Como es destacable, Lijphart (en la misma línea que todo un sector de contribu- ~~
cienes metodológicas de los años cincuenta y sesenta: cfr., en particular, Sme!ser, 1967)
ses relevantes, o en cualquier caso al menos en la formulación de los ~ ~ '"'
identifica en la comparación un método preciso de control, distinto de! método experi- f}
problemas o hipótesis iniciales. Aunque pueda aparentar una gran mental, del estudio de caso y del método estadístico. Todos estos métodos (excepto al- ~
debilidad, este mínimo común denominador constituye la diferencia gunas variedades del estudio de caso) comparten una «perspectiva comparativa», pero r.¡
y representa la principal línea de separación entre la tradición narra- en sentido estricto la comparación configura un método su i generis, caracterizado por
tivo-positivista de la política social anglosajona y los nuevos estudios el hecho que opera sobre pocos casos (small N) y muchas variables (many variables).
3 La línea de demarcación entre el método estadístico y el método comparado es
f
de la investigación comparativa sobre bienestar.
bastante débil y ha sido objeto de muchas controversias en el debate metodológico.
Sobre este punto, consultar las diferentes contribuciones en este volumen y en particu-
Si en cambio quitamos las comillas y usamos el adjetivo compara- lar el ensayo de Collier.
4 Utilizamos el adjetivo ejemplar en el sentido de Przeworski (1987, p. 31, quien a
tivo en la connotación que le atribuye Lijphart (1971; 1975) Y hoy
su vez menciona a Kuhn), es decir, para indicar aquellos trabajos que influyen en la
ampliamente acreditada en la disciplina, el cuadro tiende a cambiar, o
práctica de la investigación científica de un sector dado estimulando procesos de emu-
lación metodológica y terminan por ser de este modo más importantes que los manua-
les de metodología. La elección de estos trabajos «ejemplares" está en parte (e inevita-
1 Para una reseña crítica de la literatura anglosajona de este período, véase Carrier
blemente) relacionada con el personal itinerario de investigación de quien escribe; una
y Kendall (1973). En aq uel panorama destacaban naturalmente por su curiosidad teó-
confrontación con algunos colegas ha confirmado que la selección no es demasiado
rico-comparada las figuras de T. H. Marshall, R. Titrnuss y A. Briggs.
Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿un caso de éxito? 155
l54

La principal contribución de los estudios histórico-comparativos En gran medida con el estímulo de los trabajos realizados en la lí-
de los años sesenta ha sido la producción de una multiplicidad de nea de Rimlinger (pero también por las investigaciones macrosocio-
«rendición de cuentas interpretativas plausibles» acerca del desarrollo lógicas contemporáneas sobre la modernización y por los primeros
de los programas de bienestar en diferentes países, sobre el fondo de estudios de political economy sobre los llamados "determinantes del
los respectivos contextos sociales, económicos y políticos (Carrier y gasto público») 7 hacia la segunda mitad de los años sesenta comenzó
Kendall, 1977). La investigación más representativa de este tipo es sin a desarrollarse la escuela de análisis estadístico cross-section a gran es-
duda la realizada por Gaston Rimlinger sobre Welfare Policy and In- cala. El principal aporte de tal escuela ha consistido en elaborar un
dustrialization in Europe, America and Russia (1971) 5, que presenta repertorio extenso y articulado de elementales proposiciones expli-
no sólo un inimitable cuadro histórico sobre la evolución de los siste- cativas (del tipo: si se produce una prolongada permanencia en el
mas de protección social desde la época del absolutismo a la segunda gobierno de un partido de izquierda entonces se produce un creci-
postguerra, sino que delinea in nuce la primera explicación genético- miento más acelerado del gasto social y, en su interior, un predomi-
comparativa 6 del origen de la seguridad social, confrontando los dife- nio del gasto en servicios) yen someterlas a sofisticados test estadísti-
rentes itinerarios seguidos por Alemania (la vía paternalista-burocrá- cos-correlativos. Tal filón, en otras palabras, ha seguido en forma casi
I pura la vía de las generalizaciones transhistóricas basadas sobre las
tica), por Estados Unidos (la vía liberal) y por Rusia (la vía patriarcal-
colectivista). Rimlinger interpreta el Estado del Bienestar esencial- variables más que sobre los casos, haciendo referencias sólo margina-
mente como una respuesta a los desafíos emergentes del proceso de les a la información histórica concreta (en general, sólo al principio
modernización. Si bien las modalidades del proceso de industrializa- de la investigación o en las conclusiones). Entre los muchos exponen-
ción constituyen el eje privilegiado de interpretación, este autor hace tes de relieve de este sector podemos mencionar a Harold Wilensky,
referencia al menos a cuatro factores explicativos en delinear las dife- quien en su libro The Welfare State and Equality (1975) ha propor-
rentes configuraciones genéticas de los tres modelos: las relaciones de cionado una de las exploraciones estadísticas más amplias (de tipo
clase, la naturaleza del sistema político, la estructura económica (con cross-area, sobre 60 países con diferente régimen político y nivel de
especial referencia al mercado de trabajo), las ideas de las élites en el desarrollo) de los factores que determinan el welfare effort, contro-
campo social y económico. La interpretación de Rimlinger, argumen- lando la incidencia de un vasto conjunto de variables (desde la estruc-
tada en modo bastante convincente, se ha convertido en un hito de la tura demográfica al tipo de régimen, desde el rol de las ideologías de
investigación sobre bienestar, tanto en el plano sustantivo como en el las élites al gasto militar, etc.). El resultado del análisis de Wilensky es
que el welfare effort (operacionalizado como porcentaje del gasto so-
metodológico.
cial sobre el PIB) depende esencialmente de la cuota de ancianos en la
población y de la «edad» del sistema de seguridad social, relacionados
arbitraria ... Sería en cualquier caso imposible rendir cuenta en estas notas de una mues- a su vez con el grado de desarrollo económico (que termina por ser la
tra más amplia de autores. La reseña que sigue está además esencialmente orientada a variable más influyente) 8.
poner en evidencia más los aspectos metodológicos
los de carácter sustantivo.
de las investigaciones citadas que
I
7 Sobre el «enganche» entre la teoría del welfare state y la de la modernización, ver
; Algunas partes de la investigación de Rimlinger habían sido ya anticipadas en los
Flora, 1974; sobre la literatura estadounidense relativa a los «determinantes del gasto
años sesenta: cfr., por ejemplo, Rimlinger, 1966.
6 Usamos el término en la acepción de Ragin y Zaret (1983). Estos autores distin- público», cfr. Sharkansky y Hofferbert, 1969; la mejor reseña de la primera generación
guen dos tipos fundamentales de análisis comparativo: el primero, de matriz «durkhei- de estudios sobre las causas del gasto público (años sesenta-mitad de los años setenta)
miana», orientado a identificar ambiciosas regularidades «trans-históricas» entre varia- sigue siendo la de Tarschys, 1975.
8 En investigaciones sucesivas, diseñadas en modo diferente, Wilensky mismo ha
bles abstractas, en una lógica «realista» y «continua» (causa y efecto son entidades
reales y su relación es permanente: variaciones sólo en la causa producen siempre va- «rehabilitado» el rol de los factores poi íticos: cfr. Wilensky (1976, 1981 Y 1983). Como
riaciones sólo en el efecto); el segundo posee una matriz «weberiana», orientada a for- ha evidenciado Uusitalo (1984), el mismo diseño de la investigación de 1975 (elección
mular modestas generalizaciones históricas respecto a la diversidad de los casos con- de muchos casos con niveles de desarrollo económico muy diferentes) había estable-
cretos, en una lógica discontinua y combinatoria (específicas causas se combinan para cido las precondiciones estadísticas de un elevado poder explicativo de la principal va-
riable independiente.
producir específicos efectos en una constelación histórica dada).
156 Maurizio Ferrera
La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito?
157
En el curso de la ultima década, este filón de investigación (com-
No sorprende que, en este contexto, en los últimos años hayan
parativa) ha sido objeto de críticas cada vez más severas, que han de-
aumentado progresivamente otros estilos de hacer investigación; en
nunciado su superficialidad interpretativa, sus frecuentes falacias me-
especial, como hemos dicho, los centrados sobre la comparación sis-
todológicas, su desorden teórico-conceptual (Uusitalo, 1984, y Alber,
temática de casos históricos concretos. Dado el agotamiento casi «en-
Esping-Andersen y Rainwater, 1987). Se trata de críticas más que jus-
trópico» del potencial explicativo del filón estadístico, todo hace pen-
tificadas (pensemos en el interminable e ingenuo debate sobre does
sar que ahora le toca a esta escuela recoger el desafío metodológico y
politics matter?, en el cual la discusión entre la influencia de los facto-
promover nuevos y significativos incrementos de conocimiento sus-
res económicos y la de los factores políticos se ha presentado en los
tantivo -tanto que hoy aparece en gran medida superado el princi-
términos de un irreductible aut-aut) 9. Las críticas sin embargo tienen
pal obstáculo a su pleno despegue, o sea, la escasa disponibilidad de
que ser atenuadas, creemos, al menos por dos consideraciones. Ante
datos cualitativos estandarizados relativos a más países l0. Los resulta-
todo, se debe reconocer que las mejores investigaciones de tipo esta-
dos de los primeros proyectos de investigación comparativa (sin co-
dístico-agregado han supuesto una contribución cognoscitiva indu-
millas) son un testimonio de las grandes potencialidades de esta vía.
dable, en particular en relación a los mecanismos de crecimiento y a
Ellos han ofrecido preciosas contribuciones en al menos tres direc-
la estructura interna del gasto social -en el que sin duda no se agota
ciones: la especificación yel control de algunas de las «generalizacio-
la «cosa» Estado del Bienestar, pero que representa, no obstante,
nes abstractas» típicas del filón estadístico a través de a) el análisis
siempre uno de sus aspectos mas relevantes-o En segundo lugar,
comparado de «casos comparables» (nuevamente en la acepción de
debe mencionarse que la crisis de las comparaciones estadísticas es en
Lijphart, 1975); b) el análisis comparado de algunos casos desviantes,
gran parte imputable (a pesar de las lagunas puestas en evidencia por
y por último c) la elaboración de algunas «generalizaciones históri-
los críticos) precisamente a su éxito. Tal aparente paradoja puede sin-
cas» o explicaciones genéricas relativas a los diferentes itinerarios
tetizarse así: casi todas las hipótesis plausibles entre las variables rele-
evolutivos recorridos por el Estado del Bienestar en Europa occidental.
vantes han sido formuladas y controladas sobre casi todos los casos
La investigación de J ens Alber (1982) sobre los orígenes de la se-
para los cuales hay datos disponibles. Gracias a ello se puede hoy
guridad social se presta muy bien para ilustrar el primer tipo de con-
¡o' afirmar que el welfare effort está en gran medida en función del des-
tribución. De un atento examen de la literatura sociológica y polito-
arrollo económico, de la «apertura» internacional de una economía
l. lógica disponible, Alber ha extraído un largo repertorio de hipótesis
dada, de la cuota de población anciana y juvenil, del ciclo electoral
1, empíricas, diferenciables según su orientación «funcionalista» o
(frecuencia y proximidad de las elecciones), de la permanencia en el
i: «conflictualista» (en las dos subvariantes «neomarxista» y «p lura-
gobierno de los partidos socialdemócratas o de la presencia de ciertas
formas de intermediación de los intereses (neocorporativismo) o de 10 Bajo el perfil de los da tos, el filón estadístico-agregado ha podido beneficiarse
otras pocas variables (Castles, 1987). Aunque se esfuerce por ser so- mucho más que la escuela comparatista, gracias a la producción de tablas estadísticas
fisticada y original, es bastante improbable que una nueva investiga- cada vez más detaliadas y estandarizadas no sólo por parte de agencias nacionales, sino
también y sobre todo por parte de agencias internacionales o sobrenacionaJes como la
ción de tipo estadístico-agregado logre incrementar de modo signifi-
OCDE, la OIT, la CEE, la ONU, etc. Si en algunos casos el fácil acceso y disponibili-
cativo nuestro conocimiento sustantivo: como recientemente ha dad de datos cuantitativos relativos a muchos países ha preordenado la elección de la
lamentado Castles (1989b): «continúan proliferando correlaciones muestra, desincentivando una selección de los casos más cuidadosa y teóricamente
"de superficie": pero se limitan a confirmar, o como mucho a modifi- orientada (Przeworsky, 1987, y Castles, 1989b), ellas tienen, sin embargo, una enorme
car ligeramente lo que ya sabemos». Los incrementos en la varianza ventaja práctica para los investigadores. Los primeros cultivadores del método compa-
rativo han debido conformarse en cam bio con la información acumulada por las inves-
«explicada» son, en el mejor de los casos, sólo marginales, en un sín- tigaciones históricas (abundante, pero poco sistemática) o proceder a construir pacien-
drome que en verdad podríamos definir como el de «Aquiles y la tor- temente sus propios archivos. Entre las iniciativas más meritorias al respecto, citamos
tuga»". los dos proyectos dirigidos por Flora (1983 y 1986/87) Y el dirigido por Esping-An-
dersen y Korpi (1986), a los cuales se debe una acumulación imponente de material
cuantitativo, pero sobre todo cualitativo, sobre la evolución de los programas de wel-
9 Para una reseña, ver a Wilensky et al. (1987).
fare en un extenso número de países avanzados.
l58 Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito?
159
lista») y ha procedido luego a someterlas a verificación con una proyecto de investigación dirigido por Castles (1989a) sobre Tbe
muestra de quince países europeos para los cuales él mismo ha reco- Comparative History 01 Public PoLicy. Referida programáticamente a.
gido las informaciones relevantes. Se trata de una muestra de casos de la exploración comparativa de las <<distinciones» y sobre todo de las
elevada comparabilidad (afinidad macrosistémica y similares desafíos «excepciones» en los perfiles de las políticas públicas (con particular
evolutivos o deueloprnentalí, que sin embargo presenta simultánea- referencia a las de bienestar) de una muestra de países occidentales 12,
mente una adecuada diferenciación en las variables independientes el proyecto de Castles et al. se basa en una serie de informes sistemá-
plausibles (nivel de industrialización, de urbanización, de moviliza- ticos y «disciplinados» de experiencias nacionales. Pero el objetivo de
ción sindical, de democratización del sufragio, de tipo de régimen estas comparaciones implícitas es justamente tratar la excepción en
político, etc.). Aunque recurriendo ocasionalmente al tratamiento es- base a las teorías existentes, promoviendo su ulterior articulación y
tadístico, Alber realiza un análisis esencialmente en base al trata- especificación. ¿Por qué, por ejemplo, Holanda ha registrado en los
miento clasificatorio pel' genus et differentiam, procediendo por años sesenta y setenta una dinámica de crecimiento del Estado del
cross-tabulaciones sucesivas esencialmente insertadas en datos cuali- Bienestar bastante rápida, similar a la de Suecia, si bien con ausencia
tativos (presencia/ausencia de sindicatos o partidos obreros, determi- de un fuerte movimiento obrero y de instituciones neocorporativas?
nada en base al año de fundación; tipo de régimen político, determi- ¿Por qué, por el contrario, Australia, aunque se caracteriza por un
nado en base a la presencia/ausencia de responsabilidad parlamen- movimiento obrero tradicionalmente fuerte y por articulados meca-
taria del gobierno, etc.) que le permiten seguir el hilo de la secuencia nismos de gobierno de las relaciones industriales, presenta en cambio
causal, descartando de vez en vez las hipótesis que no rigen el control un sistema de bienestar decididamente subdesarrollado según los es-
comparativo, efectuado en base a múltiples tablas de doble entrada. tándares nord-europeos? La exploración comparativa de Theborn
Siguiendo este método, Alber concluye que el grupo de hipótesis (1989) (que es el único de entre los participantes del proyecto en lle-
vencedoras es el de inspiración conflictualista-plur alista, que inter- var a cabo una comparación explícita del caso holandés con el caso
preta el origen de la seguridad social esencialmente como una res- sueco) revela que la excepción de los Países Bajos es explicable en
puesta «de arriba a abajo» con fines de legitimación por parte de éli- base a un síndrome que podríamos definir como «confesionalismo
tes conservadoras desafiadas por la incipiente movilización obrera. El asediado»: es decir, la adopción de políticas expansivo-asistenciales
contexto socio-económico global (industrialización, urbanización (en términos de gasto social) por parte de tres partidos confesionaJes
etc.) es sin duda importante: pero justamente como contexto. Las va- en competición entre sí y (sobre todo) con los partidos laicos en un
riaciones entre países aparecen como no influyentes respecto del pro- contexto de creciente secularización y masificación socio-cultural del
blema heurístico de Alber, que consiste en explicar las diferencias en electorado holandés.
el timing de la introducción de la seguridad social en Europa en el pe- El análisis de Castles (1989c) explicaba en cambio la excepción
ríodo 1880-1915. Más que en la teorización, la originalidad y el mé- australiana en base al síndrome que él mismo define como «protec-
rito del análisis de Alber residen principalmente, creemos, justamente ción social con otros medios»: antes que promover el desarrollo de
en el método; y el incremento cognoscitivo que de él se deriva con-
siste sobre todo en la especificación y en el anclaje histórico-empírico 12 La muestra de países preelegidos representa uno de los puntos débiles, a nuestro
de proposiciones explicativas ya formuladas por otros autores. entender, del proyecto de investigación de Castles. Deseando centrar el análisis sobre
Una contribución en dirección análoga proviene de los primeros todo sobre los casos «problemáticos», ¿por qué incluir Gran Bretaña y Alemania, so-
bre las cuales existe ya una abundante literatura, y no incluir a Francia (de la cual se
trabajos de análisis de casos desviantes 11, entre los cuales se destaca el
sabe poco y que presenta muchos «problemas», comenzando por la exasperada frag-
mentación institucional) o Italia, único país con una ininterrumpida «dominación ea-
II No obstante ubicándose fuera del método comparativo en sentido estricto, el
tólica»? Es verdad que la elección ha sido condicionada, como explica Castles, por
análisis de los casos desviantes es bastante próximo a ellos: como reconoce el mismo problemas financieros y de disponibilidades personales; pero la aplicación de un de-
Lijphart, «el deviant case study ... es un tipo de análisis implícitamente comparativo». viant case approach a casos poco ... desviantes como Alemania o Gran Bretaña ha ter-
El caso desviante representa el correlativo del «grupo experimenta)", mientras el resto minado por inducir a los autores de los dos estudios de caso a «forzar» no poco su ca-
de los casos constituye el "grupo de control» (Lijphart, 1971, p. 683). racterización.
Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito?
160 161

los programas de bienestar, el movimiento laborista ha promovido en diversidad se busca en específicas combinaciones causales o conjun-
A ustralia políticas retributivas orientadas a la estabilización y a la re- tos de precondiciones, identificadas -precisamente- en base a la
distribución de los beneficios, haciendo así superfluo un consistente comparación histórica sistemática, en gran medida insertada en series
sistema de transferencias públicas. temporales de datos cuantitativos y cualitativos pacientemente reco-
La solución en términos comparativos de puzzLes como el holan- gidos por el mismo Flora y por sus colaboradores (Flora y Alber,
dés y el australiano permite (como las investigaciones de Alber) una 1981; Flora, 1983, y Flora, 1986/1987).
especificación de las teorías existentes, con el consiguiente incre- Un recorrido explicativo similar presupone la capacidad de poder
mento de su potencial heurístico. La hipótesis acerca de que el «do- observar, ante todo, las variaciones institucionales más relevantes. En
minio católico» cuenta en el desarrollo del Estado de Bienestar había una síntesis extrema (y simplificando: cfr. infra), Flora identifica dos
sido ya formulada por Wilensky (1981), pero en forma predominan- dimensiones fundamentales de variación: el grado de «estatalización»
temente «transhistórica- (en la acepción arriba precisada). Los argu- de las instituciones de bienestar o weLfare stateness (tendencialmente
mentos de Theborn la han especificado ilustrando los mecanismos de más elevado en el norte de Europa) y el grado de fragmentación de
activación en referencia a un caso histórico concreto, abriendo ca- sus programas, con referencia a las diferenciaciones socio-ocupacio-
mino a nuevas investigaciones 13. La explicación de Castles, por su nales (tendencialmente más elevado en los países continentales). La
parte, confirma la utilidad de desarrollar una teoría general sobre los diversidad de recorrido de los Estados del Bienestar europeos res-
«sistemas de bienestar», no circunscripta solamente a los programas pecto de estas dos dimensiones puede ser explicable por la estructura
públicos de seguridad social, según lo ya intuido por Tirrnuss y más de los cLeavages predominantes en ellos y especialmente por el con-
recientemente recomendado por autores como Sinfield (1989), Es- flicto entre estado e Iglesia, y el de clase. En el área escandinava, la
ping-Andersen, Rein y Rainwater (1987). fusión entre poder secular y poder religioso tras la Reforma ha pro-
La tercera dirección recorrida por la escuela comparatista es, movido una precoz «apropiación» estatal de las funciones y estruc-
como se ha dicho, la investigación genérica, orientada a formular ge- turas educativo-asistenciales, más o menos extensamente obstaculi-
neralizaciones de tipo histórico en base a secuencias causales y «rna- zadas en el continente por el contraste estado-iglesialiglesias.
era-constelaciones» originarias (es decir, combinaciones de diferentes Siempre en el norte de Europa, hacia fines del mil ochocientos, el
factores), capaces de explicar tanto la emergencia del Estado del Bie- «compromiso de clase» entre asalariados industriales y campesinos
nestar como orden estatal sui generis en el desarrollo del estado mo- libres incentivo además la in traducción de sistemas de seguridad re-
derno en Europa occidental como (y quizá sobre todo) las específicas lativamente homogéneos e igualitarios, mientras el carácter complejo
variaciones instirucionales que tal orden presenta en perspectiva geo- de la estructura de clase de los países continentales favoreció la for-
gráfica y temporal. El autor mas representativo de esta dirección es mación de un mayor número de regímenes de seguridad, fragmenta-
Peter Flora, quien a partir de los años setenta se ha dedicado a un dos según las principales posiciones y sectores ocupacionales. La di-
programa de investigación (en la acepción metodológica fuerte del versidad de los sistemas partidarios (explorados a fondo por el
término) orientado a relacionar el análisis comparativo de los Estados mismo Rokkan) y la diversidad de los Estados del Bienestar euro-
del Bienestar europeos con la vasta (y en parte incompleta) herencia peos echan sus propias raíces en los procesos de diferenciación es-
teórica y metodológica de Stein Rokkan (Flora, 1980). El principal tructural que caracterizan la historia europea de los últimos cinco si-
interés heurística de Flora consiste en que aclara los factores que han glos: y casi todas las fracturas importantes son anteriores a la
originado la diversidad de configuraciones instirucionales constata- primera guerra mundial 14.
bles entre los Estados del Bienestar europeos. La explicación de tal Interesado principalmente en explicar las macro-variaciones insti-
J) Una sólida teoría empírica sobre los efectos del confesionalismo (en sentido so-
cio-cultural y político-partidario) sobre el welfare state necesita la exploración pro- 14 Respecto a los welfare states parece en otras palabras subsistir una especie de
funda de otros casos más allá del caso holandés: no sólo Italia, Bélgica o Austria, sino síndrome del congelamiento, siguiendo la notable hipótesis avanzada por Lipset y
también los otros países latinos (posiblemente incluidos aquellos sudamericanos). Rokkan (1967) en referencia a la estrucrur ación de los sistemas partidarios de Europa.
La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ u n caso de éxito) 163
Maurizio Ferrera
162
rreno tanto por la vieja tradición anglocéntrica corno por la escuela
tucionales a través de la identificación de diferentes secuencias evolu- estadística 15.
tivas y diferentes constelaciones causales, los análisis de Flora se ubi-
La clarificación conceptual se refiere ante todo, y obviamente, al
can en el punto de mayor distancia de las «comparaciones estadísti-
término «Estado de! Bienestar », en el cual se conjugan «dos de las pa-
cas» arriba ilustradas. Dada su lógica predominantemente cualitativa, 1 labras mas ambiguas del vocabulario contemporáneo político inglés»,
ellas tienden «naturalmente» hacia la elaboración conceptual y a la
como justamente han observado Flora y Heidenheimer (1981 b, p. 5).
construcción de clasificaciones y tipologías. Como veremos, la iden- \
1 Los estudiosos británicos de social policy habían tomado el término
tificación de los principales tipos de Estado del Bienestar constituye
del lenguaje político 16 y ninguno de ellos jamás se había preocupado
una de las más prometedoras fronteras de la actual investigación com-
de separar, mediante apropiadas definiciones, los aspectos descripti-
parativa sobre política de bienestar.
I vos de los prescriptivos. De este modo, en la literatura de los años
cincuenta, el concepto adolecía de una elevada ambigüedad: deno-
Si nuestra reconstrucción de la parábola metodológica de este sec-
tor de investigación es correcta, entonces la conclusión que se extrae
es que -precedido y en buena parte apoyado por la escuela de histo-
I taba, por una parte, el conjunto del nuevos programas introducidos
por el gobierno Attlee (National Insurance, National Health Service
y National Assistance), pero al mismo tiempo denotaba también
ria «comparativa» y por la de las «comparaciones estadísticas»- e!
(prescriptivamente) el nuevo «modelo de sociedad» que, basado en
encuentro entre el Estado del Bienestar y e! método comparativo (sin
tales programas y desarrollándolos, debía llegar a satisfacer las nece-
comillas) ha sido sin duda fructífero y ha originado un filón de inves-
sidades de todos los ciudadanos «desde la cuna a la tumba», tal como
tigación que ha producido ya algunos resultados «ejemplares» y del
lo expresara Beveridge.
que cabe esperar significativos progresos cognoscitivos en los próxi-
mos años. De ninguna manera ello significa prever ni auspiciar el
abandono de los otros métodos «comparativos»: en especial, e! estu-
I
1
Las primeras influyentes conceptualizaciones,
desprovistas de tono prescriptivo,
deliberadamente
fueron ofrecidas en los años se-
senta por Asa Briggs y por Wilensky; sin embargo, ambos adolecían
dio de caso y el tratamiento estadístico. Ante todo, ambos métodos
de un marcado provincialismo. Como fueron pensadas esencialmente
pueden cumplir una importante función complementaria de la com-
con referencia a la Inglaterra post-Beveridge, su capacidad de viajar
paración (ejemplo de lo cual son los trabajos de Castles et al. y de los
en el espacio y en el tiempo y de orientar correctamente la investiga-
mismos Alber y Flora). Los progresos cognoscitivos de esta última
I,
ción comparativa quedaba inhibida por su origen.
pueden además alimentar desarrollos nuevos y autónomos tanto del
il' Consideremos, por ejemplo, a Asa Briggs, quien en un trabajo de
I

enfoque estudio de caso como del enfoque correlativo salvaguardán-


i! 1961 propone la siguiente definición:
dola tanto de excesivos repliegues en lo particular como de excesivas
fugas en la abstracción transhistórica: los riesgos opuestos del going el Estado del Bienestar es un estado en el cual el poder organizado es delibe-
naiue (formulación de generalizaciones ingenuas) y del going native radamente utilizado ... con la intención de modificar las fuerzas de mercado
(referirse exclusivamente a las experiencias de la «propia casa») (Al- en al menos tres direcciones .,.: primero, garantizando a individuos y familias
ber, Esping-Andersen Y Rainwater, 1987), entre los cuales precisa- una renta mínima independientemente del valor de mercado de su propiedad;
mente se eleva la cima de la auténtica política comparada. segundo, restringiendo la medida de la inseguridad haciendo gue individuos
y familias puedan afrontar ciertas «contingencias sociales» (por ejemplo, en-
fermedades, vejez y desocupación); y tercero, asegurando a cada ciudadano
La disputa sobre la esencia 15 Sobre la importancia que los conceptos y tipologías poseen para el progreso de
la investigación científica, creemos no es necesario detenerse demasiado,
La gradual reconversión cualitativa de la investigación ha ori- 16 Según Douglas Ashford, el término ha entrado en uso en Inglaterra al inicio de
ginado casi «naturalmente», como se ha afirmado, un benéfico los años treinta (Ashford, 1986,3, nota 2), Parece que su bautismo «oficial" haya ocu-
rrido en un discurso del arzobispo de Canterbury, quien lo utilizó para contrastar el
proceso de clarificación conceptual y sistematización tipológica, eli-
welfare state nazi con el welfare state británico (Flora y Heidenheimer, 1981 b).
minando de ese modo gran parte del desorden dejado sobre este te-
\64
Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito? lbS

sin distinción de clase o status los mejores estándares disponibles en relación trabajos (frecuentemente las definiciones de Briggs o Wilensky), para
a una gama convenida de servicios sociales (Briggs, 1961, 228).
pasar inmediatamente a la exploración de objetos de estudio prede-
terminados (y no siempre relacionados con la definición): la evolu-
Interpretado al pie de la letra, un concepto con una intención si-
ción de la legislación social, del gasto en la seguridad obligatoria, etc.
milar no habría llegado muy lejos. La referencia a la modificación del
En retrospectiva, quizá ha sido mejor así: aplicadas con escrúpulo, las
libre mercado habría excluido de entrada a los países de economía co-
definiciones de moda no habrían conducido muy lejos ... Por otra
lectivizada (Alber, 1985), con la aprobación de Rimlinger; la referen-
parte, sin embargo, la ausencia de un interés auténtico por los con-
cia tanto a una protección «mínima» de la renta como a un acceso
ceptos y de adecuados esfuerzos de definición no han sido útiles res-
universal a servicios de estándard «máximo» habría, por su parte, de-
pecto de los trabajos de comparación estadística: la falta de identifica-
jado fuera un buen número de países occidentales, creando algún
ción y de articulación analítica de su «variable dependiente» es en
problema hasta en el área escandinava 17.
efecto en buena medida responsable de la situación de estancamiento
en que tales trabajos se llegaron a encontrar -como se ha ilustrado-
Análogas dificultades presentaba la otra famosa definición de Wi-
hacia fines de los años setenta.
lensky (1965) todavía hoy citadísima:
El punto de inflexión para la clarificación del concepto ha sido,
por lo que sabemos, el ensayo de Flora y Heidenheimer sobre The
La esencia del Estado del Bienestar es la protección gubernamental de están-
Historical Co re and Changing Boundaries 01 the WeLlare State
dares mínimos de renta, alimentación, salud y seguridad física, instrucción y
vivienda, garantizada a cualquier ciudadano como derecho político (p. XII). (1981 b). Reconstruyendo el itinerario de la «etiqueta» en ellengua:je
político y académico, pero sobre todo poniendo en evidencia las rela-
Las dificultades eran al menos tres: la cesta de «bienes» que son ciones entre los varios significados asociados a ella y el contexto his-
objeto de protección (¿en qué países el gobierno fija y asegura a cada tórico circundante, los dos autores han mostrado que el Estado del
ciudadano estándares mínimos de nutrición y vivienda ?); la referencia Bienestar sólo puede definirse «evolutivarnente», teniendo en cuenta
exclusiva a los mínimos (en muchos países la seguridad social está que sus confines se han modificado históricamente y presentan varia-
orientada a «mantener la renta» sin fijar umbrales mínimos, o incluso ciones relevantes entre países. Lejos de ser reducible a simples canti-
garantizando protección por encima de esos umbrales (Alber, 1985); dades de gasto público o a específicos programas estatales orientados
la referencia a los derechos políticos (es decir, a la simple ciudadanía) a la satisfacción de un recipiente estático de necesidades, el Estado del
como fundamento de las expectativas de protección (en muchos paí- Bienestar debe conceptualizarse con referencia al proceso general de
ses tal protección es derecho del que trabaja y paga las contribucio- modernización, como una respuesta más o menos consciente o reac-
nes, no de quien vota y basta). tiva a las múltiples demandas (conjunto de más seguridad y de más
El provincialismo anglocéntrico de estas primeras definiciones no igualdad) que este proceso ha originado en el seno de las sociedades
ha ocasionado demasiado daño a la investigación empírica de los años europeas a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Si bien Flora y
setenta. Es verdad que la escuela estadística se ha interrogado fre- Heidenheimer no han proporcionado en su ensayo una definición de-
cuentemente (recordando a Wilensky) sobre la «esencia del Estado tallada del término, no por ello su respuesta metodológica deja de ser
del Bienestar». La respuesta a la cuestión ha sido casi siempre sólo re- meridianamente clara: la disputa sobre la «esencia» puede ser resuelta
tórica: en vez de elaborar conceptos precisos, los autores de este filón sólo ascendiendo en la escala de abstracción y elaborando un con-
han preferido mencionar alguna definición de moda al inicio de sus cepto capaz de vincularse al de «modernización» y de este modo rela-
cionarse directamente con el conjunto de dinámicas que esta última
17 En Suecia y en Finlandia, por ejemplo, la ayuda económica de desocupación está connota (industrialización, democratización, redistribución, etc.).
reservada a los inscritos al sindicato y no configura un derecho de protección para to- La parábola definitoria del concepto ha llegado a una de sus eta-
dos los trabajadores (o al menos los dependientes) como sucede en Dinamarca y No- pas concluyentes con una sucesiva propuesta de Alber, para el cual el
ruega.
término «Estado del Bienestar» designa:
Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿un caso de éxito? 167
166

- un conjunto de respuestas de policy al proceso de modernización gidos a la protección en el caso de contingencias preestablecidas, con la finali-
_ consistentes en intervenciones políticas sobre el funcionamiento de la dad de aumentar la integración social de sociedades industriales con elevada
economía y sobre la distribución de las expectativas de vida en el interior de movilización.
una sociedad -las cuales promueven la seguridad y la igualdad de los ciuda-
danos La inclusión de los derechos sociales como elemento connotativo
_ con la finalidad de acrecentar la integración social de sociedades fuerte- esencial (si bien no exclusivo) del Estado del Bienestar no sólo per-
men te moví! izadas (1985, 7). mite trazar demarcaciones más precisas en el espacio y en el tiempo,
sino que promueve casi inmediatamente tratamientos de tipo clasifi-
La formulación es sin duda convincente: la nueva definición es sin catorio: qué genero de derechos (reglas de «elegibilidad», etc.), qué
duda capaz de viajar en el espacio y en el tiempo, tiene en cuenta prestaciones (fórmulas de cómputo, etc.) en qué contingencias, ete.:
tanto la dimensión meritocrática como la redistributiva de las políti- qué es lo que la escuela comparativa ya ha comenzado a llevar a cabo.
cas sociales, hace referencia tanto a las macrocausas (los desafíos de la A través de una serie de ajustes, pero sobre todo debido a la con-
modernización) como a los macroefectos (integración social) y cir- tribución directa de los comparatistas (sin comillas), el sector de la
cunscribe adecuadamente el ámbito denotativo al período posterior a investigación sobre Políticas del Bienestar ha logrado, a nuestro jui-
la revolución industrial. A nuestro entender, la definición de Alber cio' dotarse de un concepto-base cada vez más claro y cosmopolita.
conserva un defecto, y sin ambicionar de ningún modo decir la úl- Queda naturalmente mucho trabajo por hacer, sobre todo con refe-
tima palabra, quisiéramos proponer aquí la manera de eliminado. rencia a los numerosos otros términos de la «familia» 18, y quizá re-
Alber ha ascendido demasiado, por decirlo así, sobre la escala de sultaría de utilidad para todo el sector la orientación de un explícito
abstracción, perdiendo de este modo la posibilidad de efectuar de- proyecto de revisión y sistematización conceptual. Aunque surgida
marcaciones netas en sentido espacial y temporal. La gama de las po- principalmente como «sub-producto» de objetivos y preocupaciones
sibles «respuestas de policy» e «intervenciones políticas» (según nues- sustantivas de la investigación comparativa, la clarificación de los ins-
tro conocimiento sería por otra parte mejor decir: intervenciones trumentos analíticos ha resultado indudablemente de gran utilidad.
públicas) es bastante amplia: ¿es suficiente un programa estatal de
asistencia a los pobres o una ley sobre el trabajo femenino o de me-
nores para calificar a un régimen político como Estado del Bienestar? La identificación de los tipos
¿ O bien se requiere también la instrucción obligatoria y la seguridad
social? La definición de Alber se podría quizá mejorar con una refe- Las primeras propuestas de clasificación de los diferentes mode-
rencia más directa a la «respuesta» o «intervención» que desde Mars- los de Estado de Bienestar fueron llevadas a cabo por la escuela de so-
hall (1950) en adelante ha sido justamente considerada como la inno- cial policy y han sufrido retoques sólo marginales por parte de la es-
vación institucional más relevante de la «cosa» Estado del Bienestar:
18 Una puesta a prueba óptima del concepto de welfare state requeriría la elabora-
la introducción de derechos sociales específicos (y sus respectivos de-
ción de un mapa analítico de todas las formas y esferas de producción de welfare y no
beres fiscales-contributivos) como nueva relación entre ciudadanos y sólo de la pública: pensamos naturalmente en las formas voluntariales-sociales (familia,
estado y nuevo fundamento de expectativas, coerción y legitimidad. iglesias, asociaciones). Ya en 1958 Titmuss había llamado la atención sobre la "división
Nuestra propuesta consiste en modificar del siguiente modo la defi- social del welfare», distingu iendo en tre social welfare (las prestaciones pú blicas ),fiscal
. . /
welfare (los subsidios y los beneficios fiscales) y occupational welfare (las prestaciones
111ClOn:
de seguridad y los múltiples fringe benefits frecuentemente asociados a la relación de
trabajo) (Titmuss, 1958). En la última década han aparecido numerosas contribuciones
el concepto de «Estado del Bienestar» connota un conjunto de respuestas de orientadas a explorar la interrelación entre lo «público», lo «privado» y lo «social» en
policy al proceso de modernización, consistentes en intervenciones públicas la producción de bienestar en los modernos sistemas sociales (cfr. para todos, Rein y
en el funcionamiento de la economía y en la distribución de las expectativas Rainwarer, 1986 y 1987), delineando los rasgos de un fondo en base al cual será conve-
de vida, las cuales se orientan a promover la seguridad y la igualdad de los niente a su debido tiempo revisar tanto el concepto de welfare state como las limitadas
ciudadanos, introduciendo, entre otras cosas, derechos sociales específicos diri- generalizaciones hasta ahora evidenciadas por la investigación.
168 Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿un caso de éxito? 169

cuela de historia «comparativa» y por la de estadística de los años se- clave evolutiva, tanto a través de una dimensión político-prescriptiva
senta y setenta. La reorientación desde la cantidad a la calidad que (desde el «mal» del residualismo y de la meritocracia al «bien» de!
tuvo lugar en el transcurso de la última década ha promovido en universalismo y de la redistribución), como a través de una dimen-
cambio una reformulación global de aquellas propuestas, orientada sión histórica (desde las Poor Laws a los seguros obligatorios de
esencialmente a acomodar en su interior los nuevos «casos» (países) Lloyd George a la seguridad social de Beveridge).
objeto de exploración cualitativa. En términos metodológicos, esta La distinción propuesta por Titmuss ha reinado por largo tiempo
reformulación se basa en dos operaciones analíticas distintas: la iden- en la literatura, que se ha preocupado esencialmente por profundizar
tificación de una gama de criterios clasificatorios teóricamente rele- las diferencias entre el segundo modelo (es decir, el tipo de Estado de
vantes, seleccionados tanto por las primeras propuestas de los social Bienestar predominante en e! área europea continental) y el tercero
i poliey analysts como por las investigaciones cuantitativas; su recorn- (predominante en el área angla-escandinava). La superación de Tit-
binación taxonómica, orientada a generar una tipología cada vez más muss se realizó por etapas, En primer lugar, la profundización del
,lit discriminante y exhaustiva respecto del universo de observación pri- análisis histórico-comparativo (también los mismos ... acontecimien-
¡
H~ vilegiado, es decir, de Europa occidental. tos reales) han erosionado el prejuicio evolutivo natural en su tripar-
tición 19: en particular, e! modelo B y el modelo e han dejado de ser
1
la,
¡ El autor del primer esfuerzo clasificatorio fue, de nuevo, Richard
\
Titrnuss, que en sus cursos de la London Sehool (recogidos luego en vistos como fases sucesivas de un desarrollo lineal para ser interpreta-
1
Social Poliey (1974) enseñaba a distinguir entre «tres modelos o fun- dos como variantes evolutivas autónomas, hijas de diferentes precon-
ciones contrastantes de política social»: diciones políticas, sociales y económicas, etc. En segundo lugar, e!
debate entre comparatistas ha abandonado las diferenciación titmus-
A) el modelo residual (Modelo residual de Políticas de Bienestar, llamado siana de las originarias entonaciones funcionalistas (relativas al dife-
r "i
1, tambien Modelo de Asistencia pública), en el cual el estado se limita a inter- rente «rol» de la política social en los tres modelos) explicitando en
11 venciones que responden a necesidades individuales sólo cuando los dos ca- II!
i cambio con mayor claridad el conjunto de criterios de clasificación
III'J
t
nales de respuesta natural (o «socialmente dados»), e! mercado y la familia,
entran en cnS1S;
sometidos a ella: la estabilidad y fuerza de los derechos sociales (baja L
,! ~¡ B) el modelo del «rendimiento industrial» o «remunerativo» (industrial
en el modelo A y alta en los modelos B y C); la fragmentación insti-
tucional (alta en el modelo B y baja o ausente en el modelo C); la es- fii
,i IlltI achievement-perfomance model o reward modelo handmaiden model), en e!
tW' 11' cual los programas públicos de bienestar juegan un importante rol como tructura de las prestaciones (a estándard fijo y tendencialmente tiE'

IA¡~¡ «complementos» del sistema económico, proporcionando niveles de protec- «igualitaria» en los modelos A y e, vinculada a la renta y por tanto /11;;
i11
ción que reflejan los méritos y los rendimientos de trabajo; tendencialmente <meritocrática- en el modelo B); la generosidad eco-
C) e! modelo «institucional-redistributivo» (Modelo redistributivo institu- nómica de las prestaciones (baja en A, media en e, alta en B), etc.
cional), en el cual los programas públicos de bienestar constituyen una de las Este proceso de despliegue analítico con objetivos clasificatorios ha
instituciones cardinales de la sociedad y proporcionan prestaciones universa- registrado además algunas aportaciones nuevas, estimuladas por la
les, independientemente del mercado, sobre la base de! «principio de necesi- exploración comparada de nuevos países y por la consiguiente exi-
dad». gencia, como se ha mencionado, de encontrar una adecuada coloca-
ción tipológica.
Si bien Titmuss no ha empleado jamás de modo explícito y siste-
mático esta distinción en clave descriptivo-comparada, resulta claro De este modo, el análisis de las estructuras de Políticas de Bienes-
que él pensaba sobre todo en los Estados Unidos (y/o en la Inglaterra tar europeo-continentales ha llamado la atención sobre una nueva e
de las Poor Laws) para su primer modelo, en Alemania (sobre todo importante dimensión de variación (y por tanto posible criterio de
en la seguridad social bismarckiana) para el segundo y en la Inglaterra
post- Beveridge para el tercero. Y por algunas señales en su obra se 19 Sobre el fracaso de las previsiones relativas a una supuesta «convergencia» de los
intuye que este autor interpretaba la distinción entre modelos en welfare states europeos hacia el modelo inglés, cfr, Ferrera (1984),
Maurizio Ferrera La, comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxi to > 171
170

clasificación): la robustez y la autonomía de las instituciones estatales estructuras políticas altamente especializadas (pensamos en los patro-
antepuestas al suministro de prestaciones sociales, respecto de estruc- natos) en la captura de beneficios públicos, no sólo en el sector de los
turas sociales/políticas competitivas (no sólo el «mercado» y la «fa- servicios, sino también en el de las transferencias (Ferrera, 1984; Paci,
milia», sino también asociaciones sindicales, iglesias, partidos, etc.). 1984).
Esta dimensión configura un continuum en cuyos polos se sitúan el Si el criterio del Welfare stateness ha permitido identificar dos
«modelo residual» de Titrnuss (que no es todavía un Estado de Bie- subespecies diferentes dentro del tipo continental de Estado de Bie-
nestar, al menos según nuestra definición), por un lado, y el «modelo nestar (el modelo B de Titmuss), la exploración comparada de los
institucional-redistributivo», por otra parte, sobre todo en su va- países nórdicos (en particular de Suecia) ha puesto por su parte de
riante escandinava de fusión precoz entre Estado e Iglesia y conse- evidencia algunas peculiaridades distintivas del «modelo escandi-
cuente monopolio público de las funciones de las políticas del bienes- navo» 21 respecto de la experiencia británica, a la que se asimilaba tra-
tar. Pero el criterio de la stateness (definido así por Flora, 1986) dicionalmente. La dimensión de variación decisiva en términos tipo-
presenta una elevada capacidad de discriminación también en el seno lógicos ha sido identificada en este caso en la generosidad y calidad
del área continental, donde se pueden observar conspicuas diferencias de las prestaciones a las que el estado garantiza acceso universal. En
de funcionamiento entre los programas sociales de aquellos países ca- Gran Bretaña, el universalismo sugerido por Beveridge e introducido
racterizados por una amplia y robusta tradición estatalista-burocrá- por Attlee ha permanecido próximo a un umbral «mínimo» de segu-
tica (como Francia o Alemania) y aq uellos países en los cuales las ins- ridad: sin dudas más que decorosas, incluso en el plano comparativo
tituciones estatales han registrado una afirmación más lenta y poco (pensamos en el National Health Service) y periódicamente elevada
estable, a causa de la intensa competición (también, o sobre todo, en por tener en cuenta la mejora de los distintos estándares nacionales
el terreno de las políticas de bienestar) con «agencias» de matriz con- (de renta, de tecnología médica, etc.), pero no obstante siempre «mí-
fesional y/o partidaria (como Holanda o Italia). Flora (1986) ha desa- nima». Para obtener respuestas de nivel cualitativarnente superior, los
rrollado el punto de referencia principal de Holanda, el cual confi- ciudadanos ingleses (en particular, los perceptores de rentas medias y
gura, como ya hemos advertido, un caso en verdad sui generis: en un altas) han debido recurrir al sector privado, y la expansión particula-
contexto de baja penetración estatal y elevada segmentación subcul- rística-categorial del estado ocupacional, por otra parte sujeta y flan-
rural, el "particularismo meritocrático» ha dado lugar a un síndrome queada por un bienestar fiscal cada vez más generoso, ha suavizado
expansivo relevante en el plano comparativo, posteriormente exaspe- notablemente (según las previsiones y los temores de Titmuss) el im-
rado por las dinámicas de secularización. De este modo el Estado de pacto redistributivo del universalismo en versión «mínima» (Sing-
Bienestar holandés ha desarrollado formas de manipulación semi- field, 1989). Los países escandinavos por el contrario han elegido la
clientelar de las prestaciones de políticas del bienestar (sobre todo en vía del universalismo «máximo», garantizando prestaciones públicas
el sector de los servicios sociales: cfr. Cox, 1989) casi desconocidas no de estándard elevado para todos y tratando de evitar así la aparición
sólo en los países de Europa del norte, sino también en los países de un sistema de políticas de bienestar «dual» del tipo: prestaciones
continentales como Alemania, donde la distribución de políticas de públicas «mínimas» para las rentas bajas, prestaciones «máximas»
bienestar, aunque fragmentada y meritocrática, sigue procedimientos sólo a través del mercado y sólo para las rentas altas. El contraste en-
altamente estandarizados gracias a una burocracia que encarna el es- expectativas sociales como en el sentido de su gestión según criterios de «parcialidad»
piritu de la Staatlichkeit. e intercambio directo (Ferrera, 1984, 272). Como emerge de recientes investigaciones,
Como se ha subrayado en la discusión nacional, Italia es el país en otro caso de la «especie» particularistico-clientelar está representado por el sistema de
el cual la manipulación de las prestaciones sociales ha adquirido for- patronage based social policies de la América jacksoniana, caracterizada por una infil-
tración masiva de la machine politics en el sector de los créditos (Amenta y Skocpol,
mas exasperantes, configurando un caso de Estado de Bienestar parti- 1989).
cularístico-clientelar o de «doble particularismo» 20, enclavado sobre 21 Sobre los rasgos distintivos del «modelo escandinavo», tal como han sido identi-
ficados por la literatura de los años ochenta, ver Kuhnle (1981), Erikson (1987) y Es-
20 Es decir, particularístico tanto en el sentido de la fragmentación categorial de las ping-Andersen (1990).
l
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172 Maurizio Fer rera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito?
r 173
!

tre universalismo «mínimo» u «horizontal» (omni-inclusividad sólo punto constituye no obstante un caveat de no poca importancia: si
respecto de una red de protección hacia abajo) y universalismo «má- bien los horizontes de la observación cualitativa cross-national se han
ximo» o «vertical» (omni-inclusividad respecto de prestaciones lo extendido notablemente en los últimos años, muchos países constitu-
más elevadas posibles) ha permitido aislar dos diferentes subtipos yen todavía verdaderas «cajas negras» 23. Es entonces lícito esperar
también dentro del tipo base angla-escandinavo (el modelo C). que de la exploración de nuevos casos puedan derivar numerosos es-
El trabajo de elaboración tipológica efectuado por la investiga- tímulos para reelaborar los criterios hasta ahora evidenciados por la
ción comparativa de la última década ha articulado y mejorado nota- literatura: la disponibilidad de tales criterios, aunque provisionales,
blemente, como se puede ver, la clasificación originaria propuesta por será de gran ayuda para articular y «disciplinar» las nuevas explora-
Titmuss. Todos los casos para los cuales se han recogido informacio- cienes.
nes cualitativas adecuadas pueden encontrar una apropiada coloca-
ción en el interior de las cuatro especies arriba señaladas, caracteriza-

t
¡Ni: i
das en base a la combinación de tres criterios: i) la fragmentación
social e institucional (que opone el género continental al género an-
glo-escandinavo); ii) la welfare stateness (que confronta entre sí las
Conclusiones

l' En el lapso de tiempo que va desde los años cincuenta a hoy, el


I~,.
dos especies continentales), y iii) la generosidad del universalismo estudio del Estado de Bienestar ha logrado mantenerse en la ruta de
(q ue confronta entre sí las dos especies nord -europeas). aquel «mar abierto de la comparación» (para usar la metáfora de Sar-
Si bien tales criterios aparecen, en el estado actual del conoci- tori, en este volumen) en el cual parecen haber naufragado otros sec-
miento, como los más prometedores tanto para los fines de una sim- tores de estudio. La navegación ha atravesado, es verdad, las aguas
ple comprensión descriptiva de los diferentes órdenes de bienestar peligrosas del «provincialismo configurativo», primero, y de la
europeos, como con vistas al posterior desarrollo de una teoría empí- «cuanto manía onni-correlativa», después; pero el sector no ha su-
rica del estado social (de su evolución histórica y de sus dinámicas de frido daños demasiado graves, más bien se ha robustecido.
i
1". funcionamiento), no son los únicos criterios posibles o relevantes 22. ¿ Hemos tenido éxito entonces? Sin triunfalismos (y provisional-
U n delicado esfuerzo de fine tuning parece entonces auspiciable, res- mente): sí. ¿ Cómo explicarlo? Responder a este interrogante es más
le![, pecto del criterio de la welfare stateness. Ello implica en efecto dos difícil: para hacerla seriamente se requiere en efecto realizar una ver-
dimensiones que quizá sería oportuno distinguir analíticamente (tam- dadera «comparación de las comparaciones» entre los varios sectores
1 '::, '
I~' bién desde el punto de vista terminológico): por un lado, la fuerza y de investigación, mientras nuestra reconstrucción es un simple estu-

,
1
el ámbito de acción de las instituciones estatales respecto de asocia- dio de caso ... Podemos no obstante sugerir al menos tres plausibles
ciones competitivas (partidos, iglesias, etc.); por otra parte, su capaci- hipótesis: la primera es que este sector haya extraído gran provecho
dad de operar según modalidades y criterios universalístico-burocrá- de la marcada confrontación interdisciplinaria debido a la presencia
tices, con imerferencias mínimas por parte de los procesos de polities de historiadores, economistas, juristas, sociólogos y politólogos. La
sobre la lógica legal-racional que debería presidir (y en algunos países competición metodológica que se ha conseguido ha hecho, ante todo,
efectivamente preside) la prod ucción pública de bienestar. aparecer en los sociólogos y en los politólogos un específico interés
A la espera de un tratamiento más profundo en esta dirección, el por distinguirse empleando bien el método (comparativo, justa-
balance provisional de la elaboración tipológica nos parece sin dudas mente) que desde Durkheirn y Weber en adelante se ha revelado
satisfactorio. Los principales genera de Estado de Bienestar y las como el más adecuado para lograr los objetivos de las respectivas dis-
principales differentiae internas se han identificado, al menos con re- ciplinas. La misma competición ha promovido luego una especie de
ferencia al conjunto de los casos hasta ahora estudiados. Este último selección natural entre métodos, estimulando el abandono de aque-

22 Cfr., por ejemplo, las propuestas de clasificación de los sistemas sanitarios reali- 23 Para limitarnos al área europea, basta pensar en los países meridionales como Es-
zadas por Alber (1988) y de los sistemas de pensiones realizados por Palme (1989). paña, Portugal y Grecia o en los países de la Europa centro-oriental.
174 Maurizio Ferrera La comparación y el Estado del Bienestar: ¿un caso de éxito? 175

110s que en cada momento estaban en vía de «agotamiento» -hemos M. Schmidt, Staatstaetigkeit, Opladen, Westdeutscher Verlag, pp. 116-
ilustrado arriba este punto con respecto a la escuela estadística- y 150.
evidenciando gradualmente las virtudes del método comparativo, Alber, J., G. Esping-Andersen y L. Rainwater (1987), Studying tbe Wel[are
como conjunto aplicado, por una parte, a las cualidades y a las parti- State: Issues and Queries, en M. Dierkes, H. N. Weiler, A. Berthoin An-
cularidades de la historia, y sensible, por otra parte, a las vocaciones tal (comp.), Comparative Policy Research, Aldershot, Gower, pp. 458-
472.
generalizantes (y en la medida de lo posible cuantificantes) de la eco-
Amenta, E. y T. Skocpol (1989), Taking Exception. Explaining the Distincti-
norma.
veness o] American Public Policies in The Last Century, en Castles
La segunda posible razón de éxito resulta de la precoz internacio- (1989a), pp. 242-291.
nalización de la investigación sobre políticas de bienestar mas allá de Ashford, D. (1986), Tbe Emergence o] tbe Welfare States, Oxford, Basil,
los confines del mundo anglosajón (que también ha dado una irnpor- Blackwell. Trad. esp. La aparición de los estados de bienestar (1989), Ma-
tantÍsima contribución). La movilización de estudiosos alemanes, es- drid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
candinavos, holandeses e italianos ha incentivado una rápida despro- Briggs, A. (1961), The Welfare State in Historical Perspectiue, en "European
vincialización y ha hecho emerger una fuerte exigencia práctica (antes J ournal of Sociology», Il, pp. 221-258.
que metodológica) de elaborar conceptos «traducibles» (en sentido Carrier, J., y J. Kendall (1973), Social Policy and Social Change. Explanations
literal) y criterios con los cuales clasificar experiencias conjuntas si- o[ tb e Deuelopment o[ Social Palicy, en «[ournal of Social Pol icy», pp.
209-224.
milares y diferentes.
(1977), The Deuelopment af Wel[are States: tbe Production of Plausible
Por último, no debe infravalorarse el importante papel de arrastre
Accounts, en «J ournal of Social Poiicy», VI, pp. 271-290.
desempeñado por estudiosos individuales y por algunas instituciones. Castles, F. (1987), Comparative Public Policy Analysis: Problems and Pros-
A este propósito se debe recordar que la primera apelación insistente pects, en F. Castles, F. Lehner y M. Schrnidt (comp.), Managing Mixed
a la comparación cualitativa de los Estados de bienestar europeos fue Economies, Berlín/Nueva York, De Gruyter, pp. 3-35.
iniciada por un gran maestro, Stein Rokkan, y que tal apelación fue (comp.) (1989a), Tbe Comparative History o] Public Policies , Nueva
eficazmente recogida por un estudioso alemán, Peter Flora, quien ha York, Oxford University Press.
sabido crear toda una «escuela» 24. Przeworski quizá exagera cuando - (1989b), Introduction: Puz zles 01Political Economy, en Castles (1989a),
afirma que la investigación científica progresa más gracias al inter- pp.1-15.
cambio de experiencias y a los «ejemplos» que a las lecciones de los - (1989c), Social Protection by Other Means: Australia': Strategy of Coping
with External Vulnerability, en Castles(1989a), pp. 16-55.
metodólogos (Przeworski, 1987). Pero es también verdad que en el
Cox, R. H. (1989), Corporatism and Social Policy: tbe Development o[ tbe
ámbito de la investigación de políticas del bienestar ha habido ópti-
M odern Dutcb Wel[are State, Disertación de Doctorado, Indiana Uni-
mos «ejemplos». Y han sido útiles. versity.
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14 Para una recontrucción detallada del papel jugado de Rokkan y de las múltiples - (1980), Il macro-modello dello s-uiluppo politico europeo di Stein Rokkan,
iniciativas llevadas a cabo por Flora, ver Ferrera (1984, en especial la Introducción). en «Rivista Italiana di Scienza Política», X, pp. 369-435.
La comparación y el Estado del Bienestar: ¿ un caso de éxito? 177
176 Maurizio Ferrera

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El libro universitario
Alianza editorial
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Salvador Giner, Emil io Lamo de Espinosa,


Cristóbal Torres (eds.)
Diccionario de Sociología
Esta obra es el fruto de un esfuerzo único por reunir a los especialistas españoles
más reconocidos en las distintas materias y comprende unas 1.500 voces real iza-
das por más de 200 autores. Aquéllas abarcan todas las disciplinas que abordan el
ámbito de lo social -antropología, ciencia política, economía, filosofía y psicología
social- con especial atención a la sociología española y latinoamericana. El rigor y
diversa procedencia disciplinar, geográfica y teórica de sus colaboradores lo con-
vierten en paradigma de la sociología española, llamado a convertirse en una obra
de consulta indispensable.

Salvador Giner y Emilio Lamo de Espinosa son catedráticos de Sociología en las


Universidades de Barcelona y Complutense de Madrid, respectivamente. Cristóbal
Torres es profesor titular de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid.

Roberto Garvía
Conceptos fundamentales de Sociología
Este libro resuelve las dudas terminológicas básicas que se pueda plantear un lec-
tor en el campo de la Sociología. Además, no siempre se limita a dar una defini-
ción descriptiva de los conceptos, sino que ahonda en su complejidad cuando el
tema lo requiere. La serie Conceptos fundamentales, de la que forma parte este tí-
tulo, se convierte así en una novedad en el panorama de obras de referencia en
castellano.

Roberto Garvía es profesor de Sociología en la Universidad Carlos 111 de Madrid


Rafael del Águila, Fernando Vallespín y otros Philippe Corcuff
La democracia en sus textos Las nuevas sociologías
Partiendo de la recopilación de una serie de textos básicos de la política, los auto- Esta obra aborda los debates sociológicos más importantes que han tenido lugar
res analizan la evolución de la idea de democracia a lo largo de la historia. En la pri- desde los años ochenta, centrándose en figuras como Elias, Goflman, Berger,
mera parte del libro se recogen textos clásicos que sirven de base para examinar la Luckmann, Bourdieu, Giddens, Boltanski y Thévenot. Su autor adopta el construc-
democracia ateniense, los discursos republicano, liberal y de la democracia radical, tivismo como enfoque principal al considerar la realidad social como el producto de
así como la crítica a la democracia elaborada por los elitistas. La segunda parte se construcciones sociales y no como una realidad dada. Este libro constituye un
caracteriza por la actualidad de los enfoques seleccionados y por el prestigio de los punto de apoyo imprescindible para las asignaturas de teoría sociológica.
autores que los presentan: Linz, Habermas, Sartori, Almond y Dahl, entre otros.
Philippe Corcuff es director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de
Rafael del Águila y Fernando Vallespín son catedráticos de Ciencia Política en la Lyon 11.
Universidad Autónoma de Madrid.

Jesús M. de Miguel
Estructura y cambio social en España
Roberto L. Blanco Valdés
Estudio sociológico definitivo sobre la estructura social de España en el siglo xx, el
presente libro examina los procesos sociales de cambio durante el último medio si- Introducción a la Constitución de 1978
glo. Utilizando un extenso abanico de fuentes, Jesús M. de Miguel articula el libro
en torno a la relación entre desarrollo económico y desigualdad social, característi- La Constitución española de 1978 inauguró el periodo de más larga vigencia de un
ca de los últimos decenios, y sostiene que la desigualdad es el precio pagado por texto democrático en nuestra historia. No obstante, es llamativa la ausencia de
el desarrollo. Por otra parte, introduce al lector en las polémicas sociológicas más obras generales de carácter introductorio sobre la misma. Este libro trata de llenar
importantes mantenidas en el último medio siglo y aporta su visión de lo que ha esa laguna con un texto asequible y riguroso que, sin descuidar el rigor, está escri-
dado en denominarse el caso español. to desde una apuesta militante en favor de la Constitución.

Jesús M. de Miguel es catedrático de Sociología en la Universidad de Barcelona y Roberto L. Blanco Valdés es catedrático de Derecho Constitucional en la Universi-
vicepresidente de la Comisión de Ciencias Sociales de la Unión Europea. dad de Santiago de Compostela.

Roy C. Macridis, Mark L. Hulliung


Ideologías políticas contemporáneas
Movimientos y regímenes

En este libro se recogen de forma lúcida las ideas políticas que definen las contro-
versias políticas más importantes de nuestra época. Los autores analizan así el T. H. Marshall, Tom Bottomore
fascismo, el nacionalismo, el marxismo y el anarquismo, al tiempo que incluyen
una aproximación histórica al multiculturalismo y a su impacto en el mundo. El mo- Ciudadanía y clase social
vimiento estudiantil de los años sesenta, cuya repercusión política en toda una ge-
neración que ocupa ahora el poder es indudable, es asimismo objeto de estudio. El desarrollo del concepto de ciudadanía, la influencia de ésta en la clase social y
El texto invita al académico y estudiante universitario a seguir las polémicas políti- la aparición de los derechos sociales en el siglo xx, son los temas básicos que re-
cas contemporáneas mediante una comparación entre Europa y Estados Unidos. coge este influyente ensayo que, asimismo, incorpora los comentarios de uno de
los más renombrados sociólogos contemporáneos: Tom Bottomore.
Roy c. Macridis fue profesor de Ciencia Política y Mark L. Hulliung es profesor de T. H. Marshall fue profesor de Sociología en la London School of Economics.
Ciencia Política en la Universidad de Brandeis. Tom Bottomore fue profesor de Sociología en la Universidad de Sussex.
Bernard Manin Giovanni Sartori
Los principios del gobierno representativo Elementos de teoría política
Aunque en nuestros días el gobierno representativo parece inseparable de la de- Giovanni Sartori reúne en este volumen una serie de conceptos y términos clave
mocracia, el primero surge en la historia moderna como alternativa consciente- en teoría política, con el fin de ofrecer un marco de los grandes temas de la políti-
, mente elegida al principio de autogobierno popular. En los debates que precedie- ca. Todos los conceptos que recoge -constitución, democracia, dictadura, igual-
ron a la elaboración de la constitución de Estados Unidos se formuló y diseñó, por dad, ideología, liberalismo, mercado, opinión pública, parlamento, política, repre-
primera vez, una nueva forma de república, delíberadamente diferente de las ex- sentación, sistemas electorales, sociedad libre, técnicas de decisión y
periencias de las repúblicas antiguas: desde Atenas hasta la Italia renacentista. videopoder- siguen un mismo esquema: fundamento histórico, encuadrarníento
semántica y descomposición analítica. Al mismo tiempo, realiza una exploración
Bernard Manin es catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Nueva York. de los fundamentos constitutivos de cada sistema político y reflexiona sobre el
destino de la sociedad liberal-democrática en el mundo contemporáneo.

De Giovanni Sartori, profesor de Humanidades en la Universidad de Columbia.

Henri Mendras
Sociología de Europa occidental
Europa occidental se articula en torno a cuatro ejes: el individualismo evangélico y
romano, la nación, el capitalismo y la democracia o, más exactamente, el gobierno
de la mayoría. Estos cuatro elementos definen un modelo que explica las grandes
instituciones y estructuras europeas: la religión y el sistema de valores, las jerar-
quías y categorías sociales, la familia y el parentesco, y el Estado y el capitalismo.
En el presente libro, Henri Mendras analiza pormenorizadamente estas institucio-
nes y estructuras en su historia y proyección futura, contrastando sus diferencias y
semejanzas en los distintos países de Europa occidental.

Henri Mendras es miembro del Observatorio Sociológico del Cambio (Fundación


Nacional de Ciencias Políticas-CNRS).

Stephen Holmes
Anatomía del antiliberalismo
¿Por qué el liberalismo, el ideal democrático por excelencia, se ha convertido en
nuestros días en un término peyorativo que denota egoísmo, relativismo y desa-
rraigo? Para responder a esta pregunta, Stephen Holmes analiza lo que significa el
antiliberalismo, sus raíces filosóficas e históricas, y las razones de su enorme fuer-
za. Tras examinar detenidamente y en sus propios términos las principales teorías
antiliberales no marxistas, ofrece un marco analítico para la clasificación de las
ideas antiliberales. "perennes» y muestra cómo, pese a sus diferencias, constitu-
yen diferentes facetas de una única tradición.

Stephen Holmes es profesor de Ciencia Política y Derecho en la Universidad de


Chicago.

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