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El esquizofrénico se caracteriza por hablar con redogismos, con palabras que él solo se
entiende y de inventar un lenguaje paralelo, es una manera de no querer comunicarse con
los otros.
Cuando alguien genera una conducta en el otro se produce una respuesta como posible
reacción:
Hay una cuarta respuesta que el pasajero A puede emplear para defenderse de la
locuacidad de B: puede fingir somnolencia, sordera, borrachera, ignorancia del idioma, o
cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de comunicarse. La
“treta” comunicacional se vuelve perfecta cuando una persona logra convencerse a sí
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misma de que se encuentra a merced de fuerzas que están más allá de su control y se
libera así de la censura por parte de los “otros significativos” y de los remordimientos de su
propia conciencia.
Una comunicación no solo transmite información, sino que, al mismo tiempo, impone
conductas. Según Beatson estas dos operaciones se conocen como los
aspectos “referenciales” y los “conativos”.
Por otro lado, queremos aclarar que las relaciones rara vez se definen claramente o con
plena conciencia. De hecho, parecería que cuanto más espontánea y “sana” es una
relación, más se pierde en el trasfondo el aspecto de la comunicación vinculado con la
relación. Del mismo modo, las relaciones “enfermas” se caracterizan por una constante
lucha acerca de la naturaleza de la relación, mientras que el aspecto de la comunicación
vinculado con el contenido se hace cada vez menos importante.
Si una computadora debe multiplicar dos cifras, es necesario alimentar tanto esa
información (las dos cifras), como información acerca de esa información: esto es, la orden
de multiplicarlas, es decir los datos y las instrucciones. Las instrucciones son de un tipo
lógico superior al de los datos: constituyen metainformación: son informaciones acerca
de la información.
“Esta es una orden” o “solo estoy bromeando” constituyen ejemplos verbales de esa
comunicación acerca de la comunicación. El aspecto relacional de una comunicación
resulta, desde luego, idéntico al concepto de metacomunicación ya desarrollado. Es
posible construir mensajes, sobre todo en la comunicación escrita, que ofrecen indicios
metacomunicacionales muy ambiguos.
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La función de chivo emisario de un niño cuyo “problema” (bajo rendimiento escolar,
enfermedad física, neurosis, psicosis, delincuencia) impone a los padres la necesidad
constante de tomar decisiones conjuntas y de intervenir en situaciones de crisis, cosa que
confiere a su relación una pseudoestabilidad que, en realidad no existe. Cualquier mejoría
del paciente se verá seguida por una crisis marital que, a su vez, a menudo hace que
reaparezca la patología del hijo.
Martin Buber: “en la sociedad humana, en todos sus niveles, las personas se confirman
unas a otras de modo práctico, en mayor o menor medida, en sus cualidades y
capacidades personales, y una sociedad puede considerarse humana en la medida en que
sus miembros de confirman entre sí…”
Impenetrabilidad: La visión que el otro tiene de mi es tan importante (por lo menos en las
relaciones personales estrechas) como la visión que yo tengo de mí mismo, pero, en el
mejor de los casos, ambas visiones sólo son más o menos similares.
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La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de
comunicación entre los comunicantes.
Resulta gratuito suponer no sólo que el otro cuenta con la misma información que uno
mismo, sino también que el otro debe sacar de dicha información idénticas conclusiones.
La decisión en cuanto a qué es esencial y qué es irrelevante, varía de un individuo a otro y
parece estar determinada por criterios que, en gran medida quedan fuera de la conciencia.
Existe la convicción firmemente establecida y por lo común, no cuestionada, de que solo
hay una realidad, el mundo tal como yo lo veo, y que cualquier visión que difiera de la
mía tiene que deberse a irracionalidad o mala voluntad. Esto constituye círculos viciosos
que no se pueden romper a menos que la comunicación misma se convierta en el tema de
la comunicación; para esto, tienen que colocarse fuera del círculo.
Estos dos tipos de comunicación –uno mediante una semejanza auto explicativa y el otro,
mediante una palabra- son, desde luego, equivalentes a los conceptos de las
computadoras analógicas y digitales, respectivamente. Puesto que se utiliza una palabra
para nombrar algo, resulta obvio que la relación entre el nombre y la cosa nombrada está
arbitrariamente establecida, con la insignificante excepción de las palabras
onomatopéyicas. En la comunicación analógica hay algo particularmente similar a la “cosa”
en lo que se utiliza para expresarla. La comunicación analógica tiene sus raíces en
periodos mucho más arcaicos de la evolución y encierra una validez mucho más general.
Cuando abro la heladera y el gato se acerca, se frota contra mis piernas y maúlla; ello no
significa: “quiero leche”, como lo expresaría un ser humano, sino que invoca una relación
específica “se mi madre”.
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información, sino que lo opuesto también resulta sumamente difícil: hablar acerca de una
relación requiere una traducción adecuada del modo analógico de comunicación al modo
digital.
Mientras que resulta simple transmitir el mensaje analógico: “te atacaré”, es muy difícil
trasmitir “no te atacaré”. La desesperación de sentirse rechazado e incapaz de demostrar
que no se tenía intención de hacer daño lleva a la violencia. (A mayor parte de analógico,
es más confusa la comunicación ya que el problema grave es la traducción).
Otro ejemplo: Si alguien llora, se puede creer que es porque está triste cuando en realidad
llora de felicidad por haber recibido una buena noticia. (Creemos que nuestra lectura es la
real, una decodificación verdadera de lo analítico y actuamos en consecuencia).
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Ultimo axioma tentativo: todos los intercambios comunicacionales son simétricos o
complementarios, según que estén basados en la igualdad o la diferencia.
PATOLOGÍA:
Un grupo de médicos psiquiatras residentes de segundo y tercer año calificó a una pareja
como “más enferma” que otras parejas con trastornos clínicos. Al ser interrogados, se hizo
evidente que ese juicio estaba basado en la relativa inaceptabilidad social de la forma en
que se conocieron y las evidentes “fintas” en cuanto a los detalles. En otras palabras, su
juicio erróneo estaba basado en el contenido más que en la interacción de su relato.
Resumen