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Tratamiento a los bultos sobrantes y faltantes en descarga

Siempre hemos pensado que el concepto de “bultos” sobrantes y faltantes en descarga resulta hoy día
inapropiado y arcaico pues, como todos los aduaneros sabemos, muchas mercancías objeto de
operaciones de tráfico internacional ya no circulan en esa categoría especial de envases que son los
tales “bultos”, sino que lo hacen frecuentemente en contenedores (los cuales desde un punto de vista
técnico no pueden considerarse como envases, sino como implementos, aparejos o accesorios de
navegación y transporte que no son objeto de la misma operación aduanera a la cual se sujeta el
contenido y que tampoco pertenecen al propietario de ese contenido), o a granel (sueltas o sin envase
o embalaje), o en atados, bombonas, tanques u otros continentes que jamás podrían ser equiparados
al estrecho concepto de “bultos”. Y como es lógico, el sobrante y el faltante también pueden estar
presentes cuando la mercancía no circula en bultos. Es cierto que la Ley Orgánica de Aduanas de 1978
empleó el vocablo de marras en varias disposiciones; pero en esa época el uso de los contenedores no
acababa de imponerse y no presentaba ni por asomo la incidencia que hoy ostenta en nuestro país.
Por eso consideramos que nuestro vigente Reglamento Parcial de la Ley Orgánica de Aduanas relativo
al Sistema Aduanero Automatizado, que es algo así como el espejo jurídico de nuestra reciente
modernización aduanera, debió descartar ese cuestionado vocablo que, por ejemplo, figura en sus
artículos 15 al 19, ambos inclusive. Aunque pudiese pensarse que este es un aspecto meramente
semántico, ello no es así, pues la utilización impropia de vocablos en la materia examinada podría
generar consecuencias jurídicas importantes a la hora de subsumir situaciones concretas dentro de los
presupuestos normativos preestablecidos. Pero pasemos a otro asunto.

La mercancía será faltante en descarga cuando, pese a aparecer reseñada en el manifiesto de carga o
sobordo presentado o transmitido a la Aduana por el porteador o su representante, ella no es objeto
de descarga física, independientemente de que se encuentre o no a bordo del respectivo vehículo; y
será sobrante en descarga cuando ha sido descargada físicamente del vehículo no obstante no figurar
en el manifiesto de carga o sobordo presentado o transmitido a la Aduana por el porteador o su
representante. El acto llamado -entre otras cosas- a evidenciar la presencia de mercancías faltantes
o sobrantes es legalmente denominado “Recepción de los Cargamentos”: se trata de un acto de suma
importancia a los efectos del indispensable control aduanero, pues de él depende también la
verificación legal del acaecimiento del hecho generador o hecho imponible aduanero (el cual, según el
primer párrafo del artículo 86 de la Ley Orgánica de Aduanas, está generalmente constituido por la
llegada de las mercancías a la zona primaria), así como la determinación de pérdidas, averías o
alteraciones presentes al momento de la llegada que podrán a su vez ejercer incidencia directa tanto
para la clasificación arancelaria de los bienes objeto de la movilización aduanera como para la
corroboración de la base imponible de los gravámenes aduaneros correspondientes a esos bienes.

Los esfuerzos y gastos efectuados por la administración aduanera en relación con la Recepción de los
Cargamentos para asegurar su cabalidad, siempre estarán plenamente justificados y más que gastos
deberán ser tenidos como una inversión. El control de esa Recepción constituye una
funciónindelegable: tiene que ser ejercido por la Aduana misma a través de funcionarios ad-hoc
(distintos, por tanto, a los de Resguardo) permanentemente supervisados y rotados. No requiere de
un gran esfuerzo imaginar que una mercancía sobrante en descarga no identificada como tal en el
Acta de Recepción (que es el documento que se debe elaborar al finalizar la Recepción de los
Cargamentos), tampoco se reseñará como tal al eventual momento de su ingreso a almacén o
depósito aduanero y fácilmente podrá egresar después de la zona primaria en ilícito de contrabando.
Tampoco requiere de gran esfuerzo imaginativo entender que una mercancía que ha sido
efectivamente descargada podrá también con relativa facilidad egresar de la zona primaria en ilícito de
contrabando tan solo con calificarla indebidamente como faltante en descarga en el Acta de Recepción.
Estas razones explican por qué el legislador fue tan severo al fijar la multa por no declarar a la Aduana
oportunamente las mercancías sobrantes o faltantes tanto en la descarga como en la entrega al
depositario o almacenista, como puede apreciarse en la letra c) del artículo 121 de la Ley Orgánica de
Aduanas.

Podemos preguntarnos: ¿Por qué, siendo esta multa tan severa, no ha tenido mayor incidencia
práctica ni ha contribuido a refrenar los actos ilícitos que se siguen cometiendo a través de nuestras
principales aduanas?

Para mí la respuesta es sencilla: porque dicha norma se remitió al Reglamento y este último propicia
la burla a la norma legal comentada. Nos explicamos: según la Ley, la sanción mencionada es
procedente cuando los bienes sobrantes o faltantes “no fueren declarados a la aduana dentro del
término que señale el Reglamento”. ¿Y cuál es este término? El artículo 91 del Reglamento de 1991
nos lo dijo: cinco (5) días hábiles a partir de la finalización de la recepción de los cargamentos, lapso
este que fue reiterado en el artículo 16 del Reglamento de 2004 relativo al Sistema Aduanero
Automatizado. Pero incluso el más ingenuo o cándido de nuestros técnicos aduaneros podrá visualizar
que cuando en el Acta de Recepción ha sido reseñada la mercancía sobrante o faltante en descarga, el
porteador se apresurará a notificar tal circunstancia a la aduana justamente para evitar que le sea
aplicada la fuerte sanción a la cual nos hemos referido. Para efectuar esa notificación el porteador
cuenta con cinco (5) días hábiles, o sea, con un lapso verdaderamente holgado. Como se puede
entrever, la atención de la norma reglamentaria tenía que centrarse en el hecho de que el Acta de
Recepción no reflejase la mercancía sobrante o faltante, pues en este supuesto era más plausible
suponer que el porteador no efectuaría la notificación a la aduana y que pudiese con esa mercancía
cometerse más adelante el ilícito aduanero (ilícito que, por lo demás, merecía ser tenido en la nueva
Ley sobre el Delito de Contrabando como una variante del mismo, más que de simple infracción, cosa
que lamentablemente no ocurrió). En otras palabras, era necesario dar un vuelco al tradicional
esquema reglamentario sobre la materia, dejando la realización de la recepción original y el
levantamiento del Acta respectiva al porteador y al almacenista o depositario, dándose un plazo muy
breve para presentar dicha Acta a la aduana y reservándose ésta el derecho de verificar en cualquier
momento su corrección o exactitud para, ante el evento de verificar la presencia de bienes faltantes o
sobrantes allí no señalados, aplicar de una vez la disposición penal pertinente.

Pero el nuevo Reglamento de 2004 relativo al Sistema Aduanero Automatizado no dio el vuelco
necesario sobre el particular, dejando prácticamente incólumes las mismas normas simplonas e
ingenuas de antes.

Algo similar podemos decir de los ya famosos “retornos adelantados”. En el argot aduanero el
concepto de “retorno” refiere a aquellos bienes que llegan a aduana venezolana cubriendo faltas, es
decir, guarda relación con una mercancía que ha faltado o va a faltar en la descarga de otro vehículo
de transporte o de otro viaje del mismo vehículo. Siempre se ha hablado de tres tipos de retorno: el
simple (cuando la falta en descarga se produjo porque la mercancía no se encontraba a bordo del
vehículo), el auténtico (cuando la falta en descarga se produjo a pesar de que la mercancía estaba a
bordo del vehículo), y el adelantado (cuando la falta en descarga se producirá después de arribar a la
aduana la mercancía de retorno). Pues bien, increíblemente hemos constatado que el Reglamento de
2004 relativo al Sistema Aduanero Automatizado facilitó en forma desmedida la conversión de la
mercancía sobrante en descarga en mercancía de retorno adelantado. En otras palabras, dicho
Reglamento propicia la eliminación del bien sobrante en descarga. El problema no reside en la
mercancía sobrante que está destinada a otros territorios aduaneros, sino en la que está destinada al
nuestro, ya que en este supuesto el ilícito aduanero de introducción siempre podrá estar rondando.
Resulta por tanto sumamente gratuito el texto del artículo 19 del Reglamento en mención cuando
estableció que “los bultos sobrantes no amparados por el documento de transporte respectivo podrán
ser manifestados… en vehículos que lleguen al país en fecha posterior en un plazo no mayor a treinta
(30) días continuos contados a partir del vencimiento del plazo a que hace referencia el artículo 17…”.
Cualquier irregularidad o intento de fraude presente con esos bienes sobrantes que pudiese ser
descubierto por nuestras autoridades, se puede amparar fácilmente a través de esa conversión en
“retorno adelantado” previsto en la norma transcrita, lo que quedó ratificado por la parte final del
mismo artículo 19, cuando dijo que: “A los efectos de este artículo los usuarios mencionados deberán
notificar a la Oficina Aduanera correspondiente que tales mercancías han sido efectivamente
manifestadas en el sistema aduanero automatizado, a los fines de cambiarles la condición de
mercancías descargadas de más o de bultos sobrantes”.

La norma analizada (que a mi entender confundió el manifiesto de carga con el conocimiento de


embarque, que es el documento de transporte) contrasta con la vieja disposición contenida en el
artículo 94 del Reglamento de 1991, según el cual “la nacionalización de las mercancías descargadas
de más sólo podrá efectuarse cuando ellas correspondan a cargamentos manifestados en vehículos
que llegasen al país posteriormente…”, redacción esta que nos parece más rigurosa o menos
permisiva que la del Reglamento de 2004. En efecto, no puede razonablemente admitirse, como lo
dispone este último Reglamento, que el porteador pueda a su antojo realizar acuerdos con el fin de
incluir en el sobordo o manifiesto de carga de cualquier vehículo de transporte las mercancías que
sobraron en descarga en otro vehículo llegado antes a la misma aduana: creemos que, como mínimo,
el Reglamento debió exigir que se tratase de otro vehículo de la misma línea de transporte o de una
línea asociada o vinculada con antelación y, además, que ese otro vehículo partiese del mismo lugar
desde donde el primer vehículo partió o en el cual hizo escala.

En resumen, las analizadas regulaciones del Reglamento de 2004 relativo al Sistema Aduanero
Automatizado, más que facilitar y legalizar las operaciones de tráfico exterior de mercancías en los
aspectos analizados, permite acomodos y componendas que en definitiva impedirán la aplicación del
régimen de sanciones previsto en nuestra legislación aduanera. Se perdió así una buena oportunidad
de corregir el estado de cosas preexistente en la materia examinada. Urge, por consiguiente, otra
modificación al respecto.

Autor: Marco Antonio Osorio Ch.

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