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Filozofická fakulta
Katedra romanistiky
Katedra romanistiky
Barbora Hranáčová
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Chtěla bych poděkovat mému vedoucímu práce Danielu Vázquezovi za jeho čas a mnoho užitečných
rad a připomínek bez kterých by tato práce jen velmi těžko spatřila světlo světa. Děkuji.
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ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 6
1.1. La estructura del trabajo................................................................................................. 7
2. EL SÍMBOLO ........................................................................................................................... 8
2.1. Símbolo literario como un discurso ................................................................................ 8
2.2. La necesidad de la interpretación del símbolo ............................................................. 10
2.2.1. La creación precedente como la fuente de los significados ................................... 11
3. LA HERENCIA SIMBOLISTA DE FEDERICO GARCÍA LORCA ................................................ 12
3.1. Los símbolos en la obra de Federico García Lorca ..................................................... 14
3.2. Símbolos de la muerte ................................................................................................... 14
3.2.1. El cementerio, la calavera y el ciprés ..................................................................... 15
3.2.2. La luna .................................................................................................................... 15
3.2.3. El caballo, el jinete, la Guardia Civil y el gitano ................................................... 16
3.2.4. Los ángeles y las campanas .................................................................................... 17
3.2.5. La tierra .................................................................................................................. 18
3.2.6. El color verde y el azahar cortado .......................................................................... 18
3.2.7. El viento, el grito y la guitarra................................................................................ 19
3.2.8. El olivo ................................................................................................................... 19
3.2.9. El color blanco ....................................................................................................... 20
3.2.10. El color negro ....................................................................................................... 20
3.3. Símbolos de la vida, de la fecundidad y símbolos eróticos ........................................... 21
3.3.1. El agua, la tierra y el viento.................................................................................... 21
3.3.2. La granada .............................................................................................................. 22
3.3.3. El olivo ................................................................................................................... 23
3.3.4. El trigo .................................................................................................................... 23
3.3.5. La flor del naranjo .................................................................................................. 24
3.3.6. El cisne y el caballo ................................................................................................ 25
3.3.7. El color verde ......................................................................................................... 25
3.4. Conclusiones ................................................................................................................. 26
4. LA CASA DE BERNARDA ALBA ............................................................................................. 27
4.1. Los símbolos de La casa de Bernarda Alba .................................................................. 29
4.1.1. El color negro, el blanco y el verde ........................................................................ 29
4.1.2. El doble de campanas ............................................................................................. 31
4.1.3. El polvo de las cenizas, la tierra y el agua ............................................................. 32
4.1.4. El viento, el olivar y el trigo ................................................................................... 34
4.1.5. El caballo blanco y el león ..................................................................................... 37
4.1.6. El bastón de Bernarda ............................................................................................ 38
4.1.7. La granada .............................................................................................................. 39
4.2. Conclusiones ................................................................................................................. 40
5. CONCLUSIONES .................................................................................................................... 41
6. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA ............................................................................................... 42
1. Bibliografía primaria ....................................................................................................... 42
2. Bibliografía secundaria.................................................................................................... 42
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1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo pretende acercar al lector uno de los elementos más interesantes de la
literatura española contemporánea que es seguramente la presencia creciente y el significado
de los símbolos, concretamente en la obra de uno de los mejores dramaturgos españoles,
Federico García Lorca. En este trabajo queremos explicar la influencia fundamental que
tienen los símbolos en su obra, especialmente en su último drama, La casa de Bernarda Alba.
Pretendemos demostrar que los símbolos y el tema principal de esta obra, que es el mismo
que en la mayoría de trabajos de este dramaturgo andaluz, es decir, la lucha entre la libertad y
la opresión o como dicen algunos críticos, como María Francisca Vilches de Frutos, entre el
Eros y el Thanatos, están directamente conectados. Nuestro objetivo en este trabajo es
defender y ampliar la idea de coherencia de la elección de los símbolos que aparecen en La
casa de Bernarda Alba y el tema principal de la obra en cuestión. A nuestro juicio, la elección
de los símbolos está motivada por la intención de subrayar el tema principal.
Para orientarnos un poco en el mundo simbólico lorquiano optamos por dos libros que
resultan fundamentales para nuestro trabajo. El primero, de Manuel Antonio Arango (Símbolo
y simbología en la obra de Federico García Lorca, 1998) en el que se pueden encontrar
varios símbolos de la obra de Federico García Lorca, algunos de los cuales aparecen en su
poesía y teatro, y otros los ampliaremos gracias al segundo libro, de Javier Salazar Rincón
(«Rosas y mirtos de luna...» Naturaleza y símbolo en la obra de Federico García Lorca,
1999), en el cual se pueden encontrar una gran cantidad de símbolos agrarios que aparecen en
la obra de nuestro dramaturgo andaluz así como sus distintos significados.
Como no es lo mismo hablar de los símbolos en la química, la física, la economía o la
literatura es imprescindible primero definir el símbolo literario y determinar los límites en los
que vamos a movernos. La definición de símbolo es importante también para eliminar el
riesgo de confusión del símbolo con la alegoría o la metáfora. Para ello, en la segunda parte
de nuestro trabajo intentaremos definirlo y explicar la importancia de la interpretación de los
símbolos y todas las cosas que tienen más de un posible significado. Teóricamente vamos a
partir de la teoría hermenéutica de Paul Ricoeur (Život, pravda, symbol, 1993; Úkol
hermeneutiky, 2004). Otra teoría hermenéutica se puede encontrar, por ejemplo, en las
conferencias escritas de Peter Szondi (Úvod do literární hermeneutiky, 2003) cuyo mayor
problema es que nos informa sobre todo de la historia de la ciencia que estudia los símbolos,
donde muchas de las teorías que aparecen en su libro son antiguas y obsoletas y por ello no
nos resultarán de mucha ayuda.
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La obra de Federico García Lorca es enorme como enorme es el interés expresado por
ella ya sea dentro de España o fuera de sus fronteras y por este motivo en la tercera parte nos
vamos a interesar por el significado de algunos de los símbolos de su obra poética y
dramática, y la cuestión de si es posible según su significado y significante dividirlos en
algunas categorías con límites más o menos definidos. De ningún modo queremos hacer un
diccionario de la simbología utilizada por García Lorca, lo que queremos es orientarnos un
poco en las distintas clases entre las que se pueden dividir los símbolos de Lorca y explicar el
significado de los más importantes, y para nuestro trabajo clave. Veremos si en la obra que
será analizada a continuación aparecen los símbolos que Lorca utiliza también en las otras
obras dramáticas y poéticas y cuál es su significado, o si por el contrario aparecen algunos
nuevos, o propios únicamente de La casa de Bernarda Alba.
Los temas que aparecen en su obra poética son múltiples, desde la muerte hasta la
celebración de la vida, pero en su obra dramática se repite con algunas excepciones, sobre
todo un tema, el tema de la lucha por la libertad y el esfuerzo de desplazar límites entre los
principios de la autoridad y los principios de la libertad (Ruiz Ramón, 1995, 177), lucha que
muchas veces crea el vehículo que da impulsos para que la acción de la obra se mueva.
Analizaremos más adelante este tema principal en La casa de Bernarda Alba e intentaremos
unirlo con los resultados obtenidos del análisis de los símbolos del citado drama. Estamos
convencidos de que esta unión nos dará como resultado que los símbolos de la obra citada son
elegidos de tal manera que refuercen el tema principal o de algún modo lo influyan.
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2. EL SÍMBOLO
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dirige a una segunda persona, el oyente, que recibe el mensaje transmitido y que está
dispuesto a escuchar o leer la información facilitada por la primera persona. El problema
radica en este segundo miembro ya que la información transmitida está influida por varios
factores.
Como el discurso es un suceso, cuando alguien habla ocurre algo, y es importante en
el caso del discurso entre dos personas que se ven y hablan por ejemplo en la calle tener en
cuenta la actitud del hablante, sus gestos, la expresión de su cara, el tono de su voz y todo lo
que puede darnos más información sobre lo que dice, porque la manera en cómo lo dice
muchas veces influye directamente en el mensaje. La escritura da al texto cierta autonomía
frente a la intención del autor porque en el texto escrito no podemos observar directamente al
autor ni fijarnos en el tono de su voz. Lo que sí puede observarse es el estilo del autor.
A pesar de que el texto escrito tiene cierta autonomía frente a la intención del autor
esto no significa que sea objetivo, y es más difícil comprenderlo correctamente puesto que
cada autor tiene su propio estilo y las mismas palabras pueden adquirir un significado distinto,
incluso contrario cuando las utiliza otra persona. A esto lo llamamos polisemia, (cuando una
palabra tiene más de un significado). La polisemia de las palabras surge de la capacidad
creativa de cada autor que asocia a los distintos objetos distintas cualidades basadas en su
propia cultura, experiencia y personalidad. El símbolo es también un discurso creado por el
autor que intenta comunicar algo al lector, aunque no explícitamente y a menudo
inconscientemente.
El símbolo aparece en el lugar donde es necesario descifrar el significado oculto.
Según Paul Ricoeur (1993, 161-162) los símbolos pueden aparecer en varios planos de los
cuales tres son los principales. Al primer plano pertenecen nuestros sueños, nuestros deseos
ocultos que nacen en el subconsciente, que a primera vista parecen tonterías y que tienen que
ser descifrados para revelar el mensaje que contienen. El segundo plano está poblado por
todos los símbolos cósmicos – el agua, el fuego, el aire, la tierra. A estos dos planos, al plano
psíquico y cósmico, hay que sumar el último plano que es la capacidad de creación poética de
los individuos.
Los símbolos, sean imaginarios, cósmicos o psíquicos aparecen y existen gracias al
habla. Los sueños, como nuestros espectáculos nocturnos desaparecen y sólo cuando
despertamos, si decidimos hablar de ellos éstos pueden conservarse. Del mismo modo
desaparecen las imágenes poéticas si no les ponemos palabras que las capten y conserven. Los
símbolos están directamente unidos con el acto del habla, es decir, son unas estructuras
lingüísticas que pueden ocasionar problemas de comprensión e interpretación.
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Al fin podemos resumir que el símbolo es un discurso en el que se comunican dos
individuos de tal manera que el mensaje que se está transmitiendo no es evidente y directo,
aparecen siempre cuando es necesario interpretar alguna estructura lingüística para revelar un
significado oculto. Lo podemos entender como una expresión con dos o más significados
donde el significado literal, espontáneo señala al significado oculto, figurado, ontológico,
secundario, etc.
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2.2.1. La creación precedente como la fuente de los significados
Ya sabemos que el símbolo es una estructura lingüística con más de un posible
significado y que al interpretar esta estructura lingüística pueden surgir varios significados
incluso aquellos que ni el propio autor no tenía en mente al escribir el texto. Estamos pues,
ante la pregunta de cómo acercarse más o menos a uno de los posibles o más probables
significados de los símbolos.
Paul Ricoeuur (1993, 164-167) cree en la imposibilidad de interpretar el significado de
los símbolos del Nuevo Testamento sin la base simbólica del Viejo Testamento, es decir, cree
que para poder interpretar los símbolos del Nuevo Testamento es necesario primero mirar
atrás en el Viejo Testamento y ahí buscar los significados de dichos símbolos.
Nosotros vamos a hacer algo similar, es decir, vamos a utilizar la obra precedente de
Federico García Lorca para poder comentar algunos símbolos de los muchos que aparecen.
(Vamos a optar por los más importantes que nos servirán luego para nuestro comentario
acerca de los símbolos de La casa de Bernarda Alba). Vamos a utilizar la obra del autor para
explicar algunos de los posibles significados de los símbolos de su último drama terminado.
Esta pequeña excursión por la obra de Federico García Lorca nos acercará un poco a su
trabajo en general y también nos presentará un poco la personalidad de Lorca, su estilo a la
hora de crear asociaciones, los campos de los cuales saca los significados para sus símbolos,
etc.
2.3. Conclusiones
Para recapitular podemos decir que el símbolo es cualquier estructura lingüística con
más de un único significado que el estrictamente directo, primario, literal y se refiere al otro
significado, el indirecto, el secundario, el figurado que puede ser descifrado mediante el
primero de ellos. El símbolo es un discurso en el cual no está muy claro el mensaje
transmitido y hay que interpretarlo teniendo en cuenta tanto el estilo del autor como las
características genéricas y temáticas del texto, porque se supone que estas las determina el
autor y por eso no son el resultado ni el objeto de la interpretación.
Está claro que los símbolos que analizaremos a continuación pueden tener (y quizás
tienen) alguna otra interpretación porque como ya hemos mencionado anteriormente, el texto
y sobre todo un texto que pertenece a la literatura, se puede interpretar sólo aproximadamente
y eso es lo que intentaremos – interpretar uno de los posibles significados de los símbolos en
la obra de Federico García Lorca y su coherencia o incoherencia con el tema principal.
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3. LA HERENCIA SIMBOLISTA DE FEDERICO GARCÍA LORCA
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El espíritu positivista mano a mano con el Realismo y el Naturalismo interrumpe por
un breve período el avance de los símbolos en la literatura, considerando la novela como el
mejor medio para representar el mundo tal y como es, los artistas intentan crear una
descripción exacta de la vida y sus libros se parecen a una anatomía del mundo. En la segunda
mitad del siglo XIX observamos una oposición al espíritu positivista en personajes como
Nietzsche, los poetas malditos y Jean Moreás quien redacta el manifiesto de simbolismo en el
año 1886. Del mismo modo que los escritores románticos, el poeta simbolista ve el mundo
lleno de almas y sugerencias imprevisibles y la naturaleza la acepta como un diccionario lleno
de símbolos.
Para los poetas simbolistas, en el mundo hispano llamados modernistas, el símbolo no
es un recurso estilístico sino el único y verdadero lenguaje de la poesía porque sólo así pueden
crear una obra en la que desgranan «las sensaciones con versos de una musicalidad tenue y
sencilla» (Rincón, 1999, 29) que gracias a las imágenes inexactas y sugerentes despierta en el
alma del lector interés y sorpresa.
Cuando Lorca empieza a escribir, imitando sus grandes maestros y modelos
contemporáneos, como por ejemplo Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado,
se manifiesta como poeta simbolista por su interés en describir la naturaleza llena de voces y
espíritus. Gracias a su herencia simbolista y al medio ambiente, al campo andaluz, en el que
vivía desde la niñez, Federico imagina almas en todos los objetos que le rodean. En una de sus
primeras poesías podemos leer que:
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3.1. Los símbolos en la obra de Federico García Lorca
Para explicar los símbolos en La casa de Bernarda Alba es necesario primero mirar
atrás y buscar los símbolos y sus significados en la obra anterior de Federico García Lorca. En
esta parte del trabajo no podemos ni queremos exponer todos los símbolos que aparecen en la
obra de nuestro poeta y dramaturgo sino solamente hacer un breve inciso en su mundo
simbólico para tener una idea de cómo interpretar los símbolos en La casa de Bernarda Alba.
Existen dos posibilidades acerca de cómo dividir dichos símbolos, la primera es
dividirlos según su significado principal, es decir, lo que significarían si no fueran símbolos.
En este caso tendríamos que crear los grupos de los animales, las flores, los árboles, las
plantas, los colores, los astros, etc. Este método no es malo pero para nuestro caso, puede
parecer un poco caótico y por este motivo dividiremos los símbolos según su interpretación en
la obra lorquiana y así obtendremos dos grupos.
En el primero aparecen los símbolos de la muerte y en el segundo los de la vida, de la
fecundidad y también los símbolos eróticos. Ya hemos dicho varias veces que las palabras son
polisémicas, es decir, tienen varios significados, por esto no es nada sorprendente que algunos
símbolos puedan aparecer en los dos grupos porque pueden significar tanto la vida como la
muerte.
En la mayor parte de este capítulo nos servirán como guía y fuente de inspiración dos
libros, el primero de los cuales es de Manuel Antonio Arango, y lleva por título Símbolo y
simbología en la obra de Federico García Lorca, publicado en 1998, y el segundo, de Javier
Salazar Rincón «Rosas y mirtos de luna..». Naturaleza y símbolo en la obra de Federico
García Lorca de 1999. En estos dos libros aparecen casi todos los símbolos que se pueden
encontrar en la obra lorquiana con algunas de sus posibles interpretaciones, con las cuales
estaremos algunas veces de acuerdo y otras en desacuerdo. Es posible que en nuestra
excursión al mundo simbolista de Federico García Lorca aparezcan algunos de estos mismos
ejemplos de la poesía lorquiana como en los libros citados anteriormente. Eso se debe a la
perfecta elección del ejemplo en el libro y al hecho de que no creemos en aquel caso que otro
ejemplo lo pueda explicar mejor.
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este tema en cada época. El caso de Federico García Lorca es particular ya que Lorca no sólo
se ve “obligado” a recurrir a este tema que parte de la tradición popular sino que lo adopta
como uno de sus temas principales y por eso la presencia de los símbolos de la muerte en su
obra es muy abundante.
En el monte solitario
Un cementerio de aldea
Parece un campo sembrado
Con granos de calaveras.
Y han florecido cipreses
Como gigantes cabezas
Que con órbitas vacías
Y verdosas cabelleras
Pensativos y dolientes
El horizonte contemplan. (Lorca, 1996, 71)
3.2.2. La luna
El significado de la luna en la obra de Federico García Lorca es innovador puesto que
en su poesía y drama su imagen no está unida con una imagen romántica sino con una
impresión funeraria, maléfica incluso, misteriosa, porque conoce los misterios de la vida y de
la muerte. La luna junto con el sol es un astro que cada noche, en el caso del sol cada día,
nace para después de unas horas morir otra vez para y poder repetirlo sucesivamente.
Además, las fases de la luna se corresponden analógicamente con el nacimiento, la muerte y
con un pequeño período entre estos dos que llamamos vida. Por eso la luna al margen de un
significado fúnebre, en la obra lorquiana obtiene un sentido cíclico y de resurrección.
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En Romancero gitano la luna además adquiere otro tono ya que es ella quien ilumina
el mundo gitano y la que trae consigo el dolor, la tragedia y la muerte. En el siguiente poema
«La luna y la muerte» se puede ver la unión de estas dos y la descripción plástica del astro
como si fuera una tierra casi muerta:
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Con el alma de charol La guardia civil se aleja
vienen por la carretera. por un túnel de silencio
Jorobados y nocturnos, mientras las llamas te cercan.
por donde animan ordenan ¡Oh ciudad de los gitanos!
silencios de goma oscura ¿Quién te vio y no te recuerda?
y miedos de fina arena. Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena.
(Lorca, 1996, 441-442)
Para lo mismo sirven las campanas que gracias al sonido que emiten se encuentran
entre el cielo y la tierra. Muchas culturas utilizan las campanas para convocar los creyentes o
para comunicar malas noticias, y el mismo significado tienen las campanas en la obra de
Lorca. Las campanas aunque tienen una imagen religiosa y espiritual sirven para anunciar
malas noticias y sobre todo la muerte.
En el poema «Clamor» no sólo se puede observar la unión entre el doble de las
campanas y la llegada de la muerte sino que también aparece otro símbolo funerario que es el
azahar marchito que simboliza todo lo contrario que el azahar fresco, es decir, la falta de
pureza, juventud, frescura, dicho en una palabra: la caducidad.
En las torres
amarillas,
doblan las campanas.
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Sobre los vientos
amarillos,
se abren las campanadas.
Por un camino va
la muerte, coronada,
de azahares marchitos. (Lorca, 1996, 325)
3.2.5. La tierra
El símbolo de la tierra tiene varias interpretaciones. Se considera como lo primero y lo
último a lo que está ligada la gente andaluza, el elemento que durante los años absorbe la
tragedia y las historias de las gentes que la habitan. Las plantas crecen en la tierra y vuelven a
ella de la misma manera que el hombre cuando muere y lo entierran. Por lo tanto, la tierra
tiene también en algunas ocasiones un significado trágico y de muerte, ya que representa lo
único que les queda al final a los hombres pobres.
Un ejemplo del simbolismo de la tierra es en La casa de Bernarda Alba donde Poncia
dice a Criada: «Nosotras tenemos nuestras manos y un hoyo en la tierra de la verdad» (Lorca,
2008, 144), es decir, lo único que pueden hacer es trabajar para luego morir. Un significado
parecido a la tierra lo tiene la arena debido a que en ciertas latitudes sustituye a la tierra.
Además la arena tiene el significado de multitud.
Algo similar ocurre con el azahar que tradicionalmente se pone al traje nupcial porque
simboliza la pureza de la novia y por su apariencia blanca y fresca se asocia con el agua, sobre
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todo con el rocío y la humedad matutina que traen la fecundidad. Este símbolo de la
fecundidad y la pureza cambia al unírsele a adjetivos como marchito, emblema de muerte y
caducidad como podemos ver en el siguiente poema «Clamor» donde se une estrechamente
con la muerte:
Por un camino va
la muerte, coronada,
de azahares marchitos.
Canta y canta
una canción
en su vihuela blanca,
y canta y canta y canta. (Lorca, 1996, 325)
Al lado de la guitarra el viento se une de vez en cuando con la imagen del grito, pero
no con cualquier grito, sino con un grito muy específico, lleno de dolor, de tragedia y de
muerte. Esta unión le da características maléficas y muy violentas.
3.2.8. El olivo
Como veremos más adelante, el olivo es sobre todo un símbolo de la salvación, la paz
y el erotismo. Al lado de estas interpretaciones, en la obra lorquiana posee un significado más.
Lorca carga este árbol, que de vez en cuándo es el único espectador de la reunión de dos
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amantes y cuyos frutos tienen un sabor raro y cuyas hojas son de un verde oscuro, con una
pena permanente y la muerte, como se puede leer en el poema «De profundis»:
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de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada. (Lorca, 1996, 99)
VIEJA.- Lo que ya no se puede callar. Lo que está puesto encima del tejado. La culpa
es de tu marido, ¿lo oyes? Me dejaría cortar las manos. Ni su padre, ni su abuelo, ni
su bisabuelo se portaron como hombres de casta. Para tener hijo ha sido necesario
que se junte el cielo con la tierra. Están hechos con saliva. En cambio, tu gente, no.
Tienes hermanos y primos a cien leguas a la redonda. ¡Mira qué maldición ha
venido a caer sobre tu hermosura! (Lorca,1997, 524)
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obra lorquiana podemos encontrar el viento unido al simbolismo erótico. En el siguiente
poema «Preciosa y el aire» se puede observar como Lorca une el viento con el deseo de la
satisfacción sexual masculina.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
[…]
Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente. (Lorca, 1996, 416-417)
3.3.2. La granada
La granada gracias a su color, su forma y la unión preciosa de sus partes interiores
simboliza «la perfección y el orden con que Dios ha dispuesto el Universo, y en la mística
cristiana, la variedad de los misterios y las virtudes divinas, y su unidad sustancial» (Rincón,
1999, 199). En la obra de Federico García Lorca la granada posee varios significados, el que
hemos ahora citado es uno de ellos. Gracias a su color se asocia este fruto también con la
sangre, ya sea derramada o no, con lo que puede significar tanto la vida como la muerte.
Gracias a su composición y su color encendido simboliza también la pasión, el sexo y la
fecundidad. En la obra lorquiana además de todo esto se asocia «con el corazón o con los
labios, la granada es fuego, sangre, calor y apasionamiento» (Rincón, 1999, 202). Casi todos
los significados que Lorca une a esta fruta se pueden encontrar en «Canción oriental»:
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pero da al que lo traspasa lucero de la floresta
olor y sangre de mayo. del arroyo enamorado.
[…] ¡Quién fuera como tú, fruta,
La manzana es lo carnal, todo pasión sobre el campo!
fruta esfinge del pecado, (Lorca, 1996, 141-144)
gota de siglos que guarda
de Satanás el contacto.
[…]
3.3.3. El olivo
El olivo que había sido consagrado a Atenea en la Antigüedad y cuyo significado
simbólico sale de las actividades de esta diosa se interpreta como el símbolo de la sabiduría, la
fecundidad, la agricultura, la victoria y la paz (Rincón, 1999, 161). En la tradición cristiana,
cuya interpretación proviene de la Biblia, el ramo de olivo simboliza la salvación, la paz y la
gloria. Aunque Lorca en su obra adopta este significado tradicional del olivo hay que recordar
que hace mucho tiempo los olivos en España se identifican (no sólo en la obra lorquiana sino
en general) con Andalucía, lugar natal de nuestro poeta así que en la «Baladilla de los tres
ríos» podemos leer: «El río Guadalquivir / va entre naranjos y olivos» (Lorca, 1996, 305).
Al lado de los significados tradicionales podemos encontrar ejemplos en los que los
olivos y sobre todo el olivar crea la imagen de un sitio privado, oculto a los ojos de los no
invitados, hasta erótico, sitio en el que se juntan los amantes. Este sentido erótico del olivar se
puede muy bien observar en el poema «Madrigal de verano» en el que así habla el amante de
su chica:
3.3.4. El trigo
El trigo tiene tradicionalmente mucha importancia en los pueblos, no sólo
mediterráneos, debido a que es la planta que más alimento produce y sin la cual es casi
imposible imaginar nuestra vida.
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Por su capacidad de renacer de una sola semilla el trigo es símbolo de la resurrección y
al mismo tiempo de la fecundidad porque la tierra lo produce gracias a las fuerzas celestes, al
agua y al sol. En la queja de Yerma se puede ver como el trigo junto con las fuentes de agua y
los corderos simbolizan todo lo que ella no puede tener, es decir, la posibilidad de crear otra
vida:
YERMA.- (Se levanta.) Porque estoy harta, porque estoy harta de tenerlas y no poderlas
usar en cosa propia. Que estoy ofendida, ofendida y rebajada hasta lo último, viendo
que los trigos apuntan, que las fuentes no cesan de dar agua, y que paren las ovejas
cientos de corderos, y las perras, y que parece que todo el campo puesto de pie me
enseña sus crías tiernas, adormiladas, mientras yo siento dos golpes de martillo aquí,
en lugar de la boca de mi niño. (Lorca, 1997, 506)
La naranja es la tristeza
del azahar profanado,
pues se torna fuego y oro
lo que antes fue puro y blanco. (Lorca, 1996, 143)
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3.3.6. El cisne y el caballo
Para evitar la posibilidad de creer que Lorca era sólo poeta simbolista agrario al hablar
sobre la vida, vamos a presentar ahora otros dos símbolos eróticos que de vez en cuando
aparecen en su obra. El primer símbolo es el cisne que casi todo el mundo lo asocia con el
dios Zeus que tomaba su forma para, con gran éxito, seducir las mujeres. Además de un
sentido erótico los cisnes que van en pareja significan, por su color blanquísimo, el amor puro
(Arango, 1998, 175).
En la obra de Federico García Lorca se pueden encontrar estos significados del cisne y
además lo asocia con el deseo imposible, como puede leerse en el poema titulado «Sueño»:
El otro animal al que aquí prestamos atención es el caballo, un animal muy frecuente
en la obra lorquiana. Ya hemos mencionado antes dentro de los símbolos de la muerte, un
caballo negro es un símbolo funerario que presagia o directamente trae la muerte consigo.
Además de este significado el caballo posee otro más atractivo. Es un símbolo de la fuerza y
rapidez masculina que con su cuerpo bello se identifica con el sentido erótico. En un
fragmento de la Yerma podemos ver como una vieja al consolar la protagonista sustituye la
admiración de los hombre por el relincho del caballo.
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de un verde claro que nada tiene que ver con el oscuro que significa la muerte, pues éste
significa lo contrario, es decir, la vida.
3.4. Conclusiones
Como hemos verificado en la obra lorquiana aparecen muchísimos símbolos de la vida
y de la muerte que en gran parte provienen de la naturaleza, sobre todo de la flora. La gran
abundancia de estos símbolos, está causada por la temática de la obra lorquiana que se
abastece del ambiente pobre de la gente andaluza cuya vida está estrechamente unida con la
naturaleza y la fertilidad de sus tierras porque en caso contrario sólo les espera la caducidad,
la muerte y las enfermedades.
Otra cosa que hemos comprobado es que para explicar los símbolos de Lorca es
importante tener en cuenta la interpretación que la tradición popular hace de dichos símbolos,
aunque no siempre sea relevante. Aparecen símbolos cuyo significado es influido por el
medio ambiente en el que Lorca creció como por ejemplo los símbolos del olivo o de la
granada en los cuales se puede ver la gran unión del poeta con la naturaleza.
A continuación, hablaremos sobre su último drama terminado, La casa de Bernarda
Alba. Primero nos centraremos en los acontecimientos en los que fue escrita, luego
intentaremos brevemente hablar sobre el tema de esta obra maestra para poder enseguida
interpretar los símbolos que aparecen en la obra y explicar su unión con su tema principal que
es la lucha entre la libertad y la opresión.
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4. LA CASA DE BERNARDA ALBA
La casa de Bernarda Alba es la última obra escrita por Federico García Lorca,
terminada en 1936 sólo pocas semanas antes de ser asesinado y por ello no la vio nunca
estrenarse. Es la primera obra de su ciclo de plena madurez como dramaturgo y por tan triste
destino también la última. Los críticos están de acuerdo al hablar de ella como de la cumbre
de la evolución del teatro lorquiano (Ruiz Ramón, 1995, 207), es decir, es la obra maestra de
Federico García Lorca en la que se refleja, la mayor parte de su obra anterior.
La casa de Bernarda Alba es según M.a Francisca Vilches de Frutos «uno de los
mejores exponentes de la tradición del drama rural» (Vilches de Frutos, 2008, 17) y al mismo
tiempo la obra en la que se puede ver la modernidad del teatro lorquiano, sobre todo «en la
defensa de la libertad frente a la autoridad» (Vilches de Frutos, 2008, 66). Esta modernidad se
refleja en el hecho de que Lorca en sus obras da un valor positivo a los instintos amorosos y
opciones personales y uno negativo a las convenciones sociales y demás pensamientos
resultantes de la razón. Para nuestro dramaturgo vale más todo lo que sale de nuestro interior
y de la voluntad del individuo que aquello que procede de la razón, la tradición y las
convenciones sociales (Vilches de Frutos, 2008, 65-76). Así se crea en nuestra obra la lucha
entre los que prefieren los instintos personales y naturales y los que obedecen a las
convenciones sociales y optan por soluciones racionales, es decir, entre los que desean su
libertad personal y los que la oprimen.
La historia de este drama rural se desarrolla en un espacio cerrado, constante y
hermético, en la casa de Bernarda, que está bajo el mando de esta mujer y que manda, ordena
y decide cuando ésta pronuncia: «silencio» (Lorca, 2008, 148 y 280). Bernarda es una viuda
con miedo del «qué dirán» y por este motivo manda acatar sus órdenes a todos los que viven
bajo su techo. Esta cita así lo expresa: «la verdad, y contra el cual no se admite protesta ni
desviación alguna» (Ruiz Ramóm, 1995, 208). Existen sólo tres únicas posibilidades para
liberarse de este tratamiento tan duro y sin miramientos: el casamiento por el que opta su hija
mayor Angustias, la locura que está torturando a su madre María Josefa o el suicidio por el
que opta la menor de las hijas, Adela.
De acuerdo con lo comentado anteriormente, los personajes de La casa de Bernarda
Alba se pueden dividir en dos grupos (aunque no de igual tamaño) que luchan entre sí. Al
primer grupo pertenece Bernarda que intenta mantener la imagen, «el qué dirán» y su casa en
orden para que nunca se pueda decir nada malo acerca de los suyos, pero sobre todo intenta
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ciegamente mantener la tradición impuesta por las generaciones anteriores a Bernarda como
se puede ver en el fragmento siguiente.
BERNARDA.- […] ¡En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento
de la calle! Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así
pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo (Lorca, 2008, 157).
Treinta años lavando sus sábanas; treinta años comiendo sus sobras; noches en vela
cuando tose; días enteros mirando por la rendija para espiar a los vecinos y llevarle el
cuento; vida sin secretos una con otra, y sin embargo, ¡maldita sea!, ¡mal dolor de
clavo le pinche en los ojos!
[…] Pero yo soy buena perra: ladro cuando me lo dice y muerdo los talones de los que
piden limosna cuando ella me azuza. Mis hijos trabajan en sus tierras y ya están los
dos casados, pero un día me hartaré.
[…] Ese día me encerraré con ella en un cuarto y le estaré escupiendo un año entero:
«Bernarda, por esto, por aquello, por lo otro», hasta ponerla como un lagarto
machacado por los niños, que es lo que es ella y toda su parentela. Claro es que no le
envidio la vida. La quedan cinco mujeres, cinco hijas feas, que quitando a Angustias,
la mayor, que es la hija del primer marido y tiene dineros, las demás mucha puntilla
bordada, muchas camisas de hilo, pero pan y uvas por toda herencia.
(Lorca, 2008, 143-144)
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«hilo y aguja para las hembras» (Lorca, 2008, 158) de ningún modo se comporta así. Esta es
otra de las características de esta dura mujer: se comporta como un hombre, como el padre de
familia y no como una madre, como una mujer.
En el grupo rebelde, pues, como hemos dicho pertenece el resto de la casa, todas sus
hijas, las criadas e incluso su madre así como el resto del pueblo. Las personas de su casa (las
hijas, las criadas y su madre) desean al menos por una vez abandonar su hogar y liberarse del
régimen al que Bernarda los tiene sometidos. El tema principal de la obra se deriva de los
intentos inútiles de los personajes de la casa que son una y otra vez aplastados por la autoridad
de Bernarda pero que al mismo tiempo son cada vez más duros e insistentes y concluyen con
la ruptura del bastón del poder de Bernarda, es decir, en la destrucción de su autoridad.
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Los dos colores que prevalecen en la obra tienen un valor simbólico que está unido
con la muerte y la esterilidad. Para explicar el significado simbólico de estos dos colores en
La casa de Bernarda Alba basta recordar en el caso del color negro la tradición popular en la
que este color está casi siempre unido con la muerte o con las fuerzas del mal, como ya hemos
visto en el apartado anterior referente a los símbolos de la muerte. El blanco, que antes
también hemos visto dentro de los símbolos de la muerte y que significaba la pena, en este
caso lo interpretamos sobre todo como un símbolo de limpieza y pureza, aunque en esta
ocasión de forma exagerada, porque en la obra no se describe una habitación blanca sino una
«habitación blanquísima» (Lorca 2008, 139), lo que mueve este color en el sentido
peyorativo unido a la esterilidad, la frialdad y la falta de vida. Toda la escena está compuesta
de dos colores, blanco y negro, creándose una imagen en el que falta vida y variedad, una
imagen donde todo parece inmutable.
Lo que es interesante de estos dos colores es la unión con el otro símbolo, el doble de
las campanas. El lector al leer y el público al ver la presentación de doscientas mujeres, todas
de luto, es decir vestidas de negro, en la casa blanquísima de Bernarda, junto con la imagen de
una iglesia bastante cercana, el doble de las campanas y junto con la oración por el muerto
que estas mujeres, de pie, están recitando (Lorca, 2008, 147-154) no ve unas vecinas en una
casa sino un rito, una misa en una iglesia y sus devotos.
El espacio negro-blanco está creado por Bernarda, es ella la que obliga a todos a
vestirse de luto durante mucho tiempo puesto que se trata de su casa. Por eso estos dos colores
que significan la muerte y la esterilidad están a su lado y hasta que no aparezca un color
distinto se puede pensar que todo está bajo su control. Hasta la aparición del verde, por
primera vez en el abanico de Adela y que ésta ofrece a su madre pero lo rechaza pidiendo otro
más adecuado para su situación, y la segunda vez en el traje, otra vez de Adela, con el que se
presenta en el patio de las gallinas pidiendo su atención, de forma provocativa, rebelde y en
cierta manera discute el poder de Bernarda.
El verde en la obra de Federico García Lorca, como hemos podido ver, simboliza la
vida (en este caso se trata del verde de las plantas), la muerte (el verde de los cadáveres) o los
dos fenómenos al mismo tiempo. El caso del abanico y el traje verde de Adela es distinto.
Aquí no simboliza ni la vida ni la muerte sino la rebeldía porque lo importante no es que el
traje sea verde, sino que no sea negro, el color ordenado por Bernarda, y lo mismo ocurre con
el abanico. De la misma manera podría servir en este caso que el traje y el abanico fueran
naranjas, amarillos o azules. Cualquier otro color en el traje y el abanico que sea el negro
significa para Bernarda rebeldía y por eso ella reacciona de esa manera, «arrojando el
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abanico al suelo» y furiosamente pidiendo otro más adecuado para su situación, por lo que
Amelia responde al verla con el traje: «¡Si te ve nuestra madre te arrastra del pelo!» (Lorca,
2008, 178).
El verde es el color con el que la menor del grupo rebelde por primera vez expresa su
rebeldía contra su madre y las convenciones sociales que ésta tan ciegamente obedece. Crea,
por esto, una oposición al blanco y especialmente al negro y de cierta manera se rebela contra
la presencia absolutista del negro y del blanco que como hemos dicho son los colores de
Bernarda.
De la misma manera que el verde lucha inútilmente contra la hegemonía del negro, Adela
lucha por su libertad. El verde, cuya presencia en la obra es despreciable, desaparece y Adela
muere.
Sabemos de la posibilidad de interpretar el verde como el color de la muerte (ya que es
el color del traje de Adela y de su abanico y ésta muere), incluso de la posibilidad de
interpretarlo como un color erótico aludiendo el olivar que menciona la criada (Lorca, 2008,
211), pero creemos que si se tratara de estas interpretaciones la reacción de Bernarda no sería
la misma que aparece en la obra. Por eso consideramos el verde como el color rebelde de
Adela que con su contraposición al negro y al blanco soporta la lucha entre la libertad y la
opresión.
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La obra empieza con la muerte y con la muerte termina ya que al final de la obra
muere Adela. Esta verdad introduce en la casa de Bernarda la presencia de la muerte. Ahora
ya no se trata sólo de una casa estéril en la que Bernarda obliga a obedecer a todas sus órdenes
sino de una casa estéril en la que hay que obedecer y en la que la muerte está siempre
presente. Bernarda está recordando a todas sus hijas la presencia de la muerte, como veremos
dentro de poco, con el polvo de las cenizas y el silencio.
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Al interpretar el símbolo del agua veremos que La casa de Bernarda Alba es una obra
en la cual todas las protagonistas están descontentas con su situación ya que en la primera
escena podemos leer esta declaración de Bernarda: «Es así como se tiene que hablar en este
maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que
esté envenenada» (Lorca, 2008, 156). Vemos que incluso Bernarda, en su papel de opresora
con rasgos varoniles («Hilo y aguja para las hembras» (Lorca, 2008, 158)), está descontenta
de la situación en la cual se encuentra.
El agua en La casa de Bernarda Alba como en otra obra de Federico García Lorca se
interpreta como un símbolo erótico, recuerda la lluvia que fertiliza la tierra, o como un deseo,
ya sea imposible o no, por la libertad y posibilidad de elegir qué hacer con su propia vida. En
la obra que analizamos se encuentra unida sobre todo con Adela y María Josefa, dos
paradigmas que representan dos distintos momentos de la vida, Adela con sus 20 años
representa la juventud y María Josefa con sus 80 años la vejez.
Adela sienta la necesidad de beber agua, la primera vez en una charla familiar cuando
se va a hablar sobre Pepe el Romano (Lorca, 2008, 243) y la segunda vez por la noche,
interrumpiendo la charla entre Poncia y Criada con su presencia (Lorca, 2008, 262). Esta
necesidad por el agua se puede interpretar como un deseo de libertad, ya que Adela es la que
más se rebela contra su madre y la que al final rompe el instrumento simbólico de su poder, el
bastón, o como el deseo sexual ya que es otra vez ella la que ama a Pepe el Romano y tiene
cierta relación con él.
María Josefa, al contrario, representa la vejez y los últimos momentos de la vida.
También a ella le falta la presencia de un hombre y de cierta libertad, su rebelión contra
Bernarda se representa gracias al símbolo del agua cuando varias veces declara su intención
de irse desde la casa a las orillas del mar y casarse allí con un varón hermoso.
Es posible que Lorca haya elegido estas dos mujeres de edades tan contrarias para
representar que el poder de Bernarda incluye tanto a la joven Adela como a la vieja María
Josefa, el poder contra el cual estos dos paradigmas se rebelan. Además el agua representa
todo lo contrario de una casa hermética y seca como la de Bernarda, es decir, la fertilidad y la
fecundidad.
El último personaje en nuestra obra que siente cierta necesidad de agua es Martirio, la
hija fea de 24 años que espía a Adela y Pepe el Romano. También ésta se encuentra una vez
con el vaso en la mano bebiendo agua cuando de repente es mencionado Pepe el Romano
(Lorca, 2008, 256). Y Martirio es la que menciona su deseo por la llegada del «noviembre, los
días de lluvia, la escarcha; todo lo que no sea este verano interminable» (Lorca, 2008, 2015).
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Este deseo se puede interpretar como el deseo por un hombre, como un símbolo erótico, o
teniendo en cuenta la posibilidad de interpretar «el verano interminable» como el luto y el
duro régimen que ha impuesto Bernarda, como el deseo por la libertad, el deseo de rebelarse.
Para recapitular se puede decir que la casa de Bernarda está simbolizada por la falta de
agua que se interpreta como un símbolo erótico, porque está unida con el hombre,
especialmente con Pepe el romano o con un deseo imposible de libertad. La unión del agua
con Adela y María Josefa luego se interpreta como el deseo de liberarse del régimen para
poder seguir sus instintos amorosos y primarios. La unión del agua con Martirio se interpreta
como el deseo de tener lo que tiene Adela, pues otra vez se trata del deseo imposible porque la
fea Martirio no tiene esperanza alguna de conquistar a Pepe.
BERNARDA.- Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de
entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con
ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo.
Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo
con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.
(Lorca, 2008, 157)
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El trigo y el olivar son otros dos símbolos eróticos que sirven para caracterizar la casa
de Bernarda como un sitio en el que no hay lugar para el erotismo y la fecundidad. El olivar
como hemos visto se puede relacionar con la muerte pero en el caso del olivar en La casa de
Bernarda Alba se trata de la segunda interpretación que hemos visto dentro del grupo de los
símbolos eróticos y de la vida. El olivar en este caso se interpreta como un símbolo erótico
debido a que éste es muchas veces el único testigo de un encuentro amoroso entre un hombre
y una mujer. Este sentido puede verse en la declaración de Poncia cuando cuenta a Magdalena
algo de su alegre pasado:
PONCIA.- De muy lejos. Vinieron de los montes. ¡Alegres! ¡Como árboles quemados!
¡Dando voces y arrojando piedras! Anoche llegó al pueblo una mujer vestida de
lentejuelas y que bailaba con un acordeón, y quince de ellos la contrataron para
llevársela al olivar. Yo los vi de lejos. El que la contrataba era un muchacho de ojos
verdes, apretado como una gavilla de trigo. (Lorca, 2008, 211)
Y otra vez cuando Poncia cuenta la historia de la mujer que había matado a su hijo:
PONCIA.- Y para ocultar su vergüenza lo mató y lo metió debajo de unas piedras; pero
unos perros, con más corazón que muchas criaturas, lo sacaron y como llevados por la
mano de Dios lo han puesto en el tranco de su puerta. Ahora la quieren matar. La traen
arrastrando por la calle abajo, y por las trochas y los terrenos del olivar vienen los
hombres corriendo, dando unas voces que estremecen los campos. (Lorca, 2008, 238)
BERNARDA.- ¡A eso vienen a los duelos! (Con curiosidad) ¿De qué hablaban?
PONCIA.- Hablaban de Paca la Roseta. Anoche ataron a su marido a un pesebre y a ella
se la llevaron a la grupa del caballo hasta lo alto del olivar.
BERNARDA.- ¿Y ella?
PONCIA.- Ella, tan conforme. Dicen que iba con los pechos fuera y Maximiliano la
llevaba cogida como si tocara la guitarra. ¡Un horror! (Lorca, 2008, 163)
También aquí el olivar es un símbolo que se interpreta como el viento, que ya hemos
visto, y el trigo que veremos dentro de poco, como el símbolo erótico, masculino que
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nuevamente se caracteriza por su ausencia en la casa de Bernarda. La única excepción de este
símbolo aparece cuando el pueblo persigue la madre que ha asesinado a su hijo. En esta parte
Bernarda es hincha del pueblo y dice: «Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de
azadones, que vengan todos para matarla» (Lorca, 2008, 239). En este caso las varas de olivo
se pueden interpretar como un símbolo de poder, similar al bastón que tiene Bernarda con la
excepción de que en el caso del bastón de Bernarda se trata del poder personal y en el caso de
las varas del poder tradicional.
El trigo como símbolo de la fertilidad se caracteriza en la casa de Bernarda del mismo
modo que el olivar y el viento, es decir, por su ausencia, como falta de fecundidad y de
presencia masculina. El trigo como tal se relaciona sobre todo con los hombres. Se puede ver
ya en una de las declaraciones de Martirio que dice:
MARTIRIO.-Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los
veía en el corral uncir los bueyes y levantar los costales de trigo entre voces y
zapatazos, y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme de pronto
abrazada por ellos. (Lorca, 2008, 170)
El hombre es aquí descrito como un elemento fuerte y con poder, relacionado con el
trigo. Sobre el poder de un varón habla también María Josefa cuando así describe a Pepe el
Romano y al mismo tiempo las chicas de la casa: «Pepe el Romano es un gigante. Todas lo
queréis. Pero él os va a devorar, porque vosotras sois granos de trigo. No granos de trigo, no.
¡Ranas sin lengua!» (Lorca, 2008, 267). Es interesante ver como Lorca al principio relaciona
las chicas de la casa con los granos de trigo queriendo así decir que una mujer respecto a un
hombre es pequeña, débil como un granito, pero luego lo niega, porque el grano tiene la
posibilidad de crear una nueva vida, posibilidad que las hijas de Bernarda no tienen. Y por eso
las relaciona con unas «ranas sin lengua», unos animales bastante feos y además sin lengua,
con lo que se quiere dejar a entender que no protestan y obedecen a su madre, algo que
sabemos que no es del todo cierto a lo largo de toda la obra.
Los hombres relacionados con el trigo crean así una sensación de fertilidad y erotismo,
y aparecen también en las canciones que canta el Coro. La primera canción es sobre los
segadores de los cuales las chicas se enamoran, pues son hombres hermosos y atractivos:
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En la segunda canción quizás sí sea cierto que el segador pida solamente flores pero es
más probable que en realidad se refiera a pedir la chica y su amor, es decir, la rosa debe ser
interpretada como si fuera una mujer.
Como hemos visto tanto el olivar como el trigo y el viento son en La casa de
Bernarda Alba símbolos de la fertilidad y al mismo tiempo símbolos eróticos, muchas veces
relacionados con el varón. Todos estos símbolos se caracterizan en la casa de Bernarda por su
ausencia. Bernarda con su actitud intenta aislar su casa y los que la habitan de estos
elementos.
ADELA.- El caballo garañón estaba en el centro del corral. ¡Blanco! Doble de grande,
llenando todo lo oscuro. (Lorca, 2008, 252)
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Consideramos el tercer acto como la culminación de la rebeldía en la casa de Bernarda
porque al final de este acto la hija menor de esta mujer, Adela, rompe el instrumento o bien el
símbolo del poder de Bernarda, su bastón. A su vez, podemos interpretar el símbolo del
caballo y sus coces contra el muro como un presagio de la rebeldía absoluta de Adela que
culminará con la actitud de ésta y la ruptura del bastón sólo unas pocas páginas antes del fin
de la obra:
BERNARDA.- ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela.)
ADELA.- (Haciéndole frente.) ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata
un bastón a su madre y lo parte en dos.) Esto hago yo con la vara de la dominadora.
No dé usted un paso más. ¡En mí no manda nadie más que Pepe! (Lorca, 2008, 275)
El caballo blanco lo asociamos a Pepe el Romano porque él, como un hombre del que
se enamora Adela, es la causa de su rebelión. El caballo es un elemento que posee la
interpretación tradicional que lo une con lo masculino y lo erótico que se encuentra dentro de
la casa de Bernarda y así expresa la destrucción del poder de Bernarda dentro de su propia
casa.
BERNARDA.- (Golpeando con el bastón en el suelo.) ¡No os hagáis ilusiones de que vais
a poder conmigo! ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo
mío y en lo vuestro! (Lorca, 2008, 185)
Otras veces utiliza el bastón para golpear a otros personajes, para castigarlos, como se
ve en los siguientes ejemplos en los cuales castiga a Angustias por mirar a los hombres y a
Martirio por robar el retrato de Pepe el Romano a su hermana.
BERNARDA.- ¿Es decente que una mujer de tu clase vaya con el anzuelo detrás de un
hombre el día de la misa de su padre? ¡Contesta! ¿A quién mirabas?
(Pausa.)
ANGUSTIAS.- Yo...
BERNARDA.- ¡Tú!
ANGUSTIAS.- ¡A nadie!
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BERNARDA.- (Avanzando con el bastón) ¡Suave! ¡dulzarrona! (Le da) (Lorca, 2008,
161-162)
Otras veces lo utiliza para apoyarse en él o solamente para golpear con él al suelo
dando así más fuerza a sus palabras. El bastón, pues, lo consideramos como el símbolo de la
brutalidad y también como el símbolo de autoridad de Bernarda con el que muchas veces
demuestra a los otros su poder o les recuerda su dominación. Por este motivo, la ruptura de
este instrumento, que se encuentra en el tercer acto, la consideramos como la cumbre de la
rebeldía o como el ataque acertado y directo al poder bernardino. La perdida de este
instrumento para Bernarda significa el fin de su dominio, el fracaso, la pérdida total de su
autoridad y su orden de silenciar a los presentes es solamente el recuerdo de tiempos
anteriores, un deseo imposible. Para el grupo rebelde la ruptura del bastón es el momento
decisivo que da lugar a la victoria de éstos y a pensar que de ahora en adelante su lucha ya no
será inútil.
La ruptura del bastón es pues la victoria de la libertad ante la opresión. Sabemos de la
posibilidad de no interpretarlo como una victoria, ya que Adela muere momentos después de
la destrucción del bastón. Nosotros consideramos la muerte de Adela como un fin influido por
la herencia romántica de Federico García Lorca y por esto no debe relacionarse con la
pérdida.
4.1.7. La granada
Es raro que la granada, el fruto por el que Lorca tantas veces opta en su poesía,
aparezca en La casa de Bernarda Alba sólo una vez y es especialmente en el momento en el
cual Martirio, bajo la presión de Adela, reconoce su amor hacia Pepe el Romano, el amor que
fue motivo para robar el retrato de este chico que representa el elemento más rebelde y
destructivo para la casa de Bernarda.
La granada es la declaración de amor de Martirio hacia Pepe, la interpretamos como el
símbolo de la división de este chica entre el querer obedecer las órdenes de su madre (es
decir, obedecer las tradiciones) y los instintos naturales. Es el símbolo que representa la lucha
interna entre los valores individuales de la libertad y los valores colectivos de la opresión, es
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decir, es el símbolo que representa directamente el tema principal de La casa de Bernarda
Alba, la lucha entre la libertad y la opresión:
ADELA.- Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no
quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a
mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
MARTIRIO.- (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozos. ¡Sí!
Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. ¡Le quiero!
(Lorca, 2008, 271)
4.2. Conclusiones
Como hemos visto, la última obra dramática de Federico García Lorca está llena de
símbolos de la muerte por un lado y de la vida y el erotismo por el otro. Se trata de símbolos
de distintos elementos naturales (como el viento, el agua y la tierra), de símbolos de la
naturaleza entre los cuales se encuentran los símbolos agrarios (el trigo, la granada y el olivar)
y los animales como el león y el caballo. Estos símbolos están unidos de vez en cuando con
ciertos colores (el negro, el blanco y el verde) que también poseen significado simbólico.
Todos estos símbolos se pueden dividir en dos grupos salvo uno, que es la granada,
que representa la división de Martirio entre el querer obedecer a su madre y querer rebelarse
contra ella. En el primer grupo pertenecen los símbolos de la muerte, la esterilidad, la
infecundidad y también los símbolos del poder, es decir, los símbolos unidos a la opresión.
Hemos hablado de las cenizas que Bernarda obliga llevar a sus hijas en la frente, el color
negro de los hábitos de las mujeres, el color blanco de las paredes, el doble de las campanas
que recuerda la muerte y el bastón de Bernarda. A estos símbolos tenemos que añadir el
viento, el agua, el olivar, el trigo, es decir, los símbolos que sí que simbolizan la fertilidad y la
fecundidad, pero que en casa de Bernarda están ausentes caracterizándola como una casa
infecunda y estéril.
Al grupo de los símbolos que pertenecen al grupo rebelde está luego el color verde,
con el cual se rebela Adela contra su madre, el caballo blanco, el león y los símbolos
mencionados previamente, es decir, el agua y el viento por los cuales las chicas de esta casa
arden. La cumbre de la rebeldía contra el poder de Bernarda se puede ver en el tercer acto en
el que Adela rompe el bastón de su madre y en el que se encuentra la presencia del caballo
blanco, que se puede interpretar como el acercamiento de la tragedia total y la «victoria» del
grupo rebelde.
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5. CONCLUSIONES
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6. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1. Bibliografía primaria
2. Bibliografía secundaria
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