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Actualidad Psicológica Mayo 2012 • Página 7

“Violencia I) Construcción de la violencia como


objeto de estudio
como estamento dominante, es particularmente
jerárquica. Existen numerosos estudios etnográfi-
cos que informan acerca de la existencia de

E
xisten numerosos discursos tradi- “Grandes hombres” (Godelier, 1982; Stoller y
cionales que naturalizaron la vio- Herdt, 1992) o de su contrafigura, los “hombres

contra las lencia ejercida por los varones con-


tra las mujeres. En un contexto que
ha legitimado el control y el disci-
basura”, aquellos que fracasaron en la lucha por el
dominio (Gilmore, 1990). La evaluación constante
del desempeño masculino es fuente de sufrimiento
plinamiento masculino de mujeres y niños, a lo psíquico, y constituye una de las raíces de la vio-

mujeres. sumo, se limitaron a estipular el grosor de la vari-


lla con la cual azotar a la víctima, para que el casti-
go no tuviera consecuencias fatales. ¿Cómo hemos
lencia ejercida por los hombres, tanto dentro como
fuera de la familia.
La tarea de quienes nos desempeñamos en el
transitado, entonces, desde la aceptación de la vio- campo de la asistencia de la salud mental, debe
lencia de género, consensuada por el sentido contextuarse sobre esta comprensión de los proce-

El contexto cultural común, hacia la situación actual, donde los actos


violentos que se producen en el ámbito familiar
sos sociales, culturales e históricos. De otro modo
el riesgo es naufragar en la construcción de una
son objeto de repudio unánime, de sanción penal y psicopatología individualista, biologista y endoge-
de políticas públicas destinadas a erradicarlos? nista, que no resulta de utilidad para asistir el sufri-
La violencia contra las mujeres es un objeto miento de quienes solicitan nuestra ayuda.
y los trastornos cognitivo y político construido a lo largo del pro-
ceso creciente de democratización formal que ha II-) Cómo funciona el sistema
caracterizado a Occidente. La ocupación principal sexo-género
de los varones de los estamentos gobernantes fue,

psicopatológicos durante la Antigüedad y el Medioevo, la guerra. La


violencia, el pillaje, el incendio y el asesinato, cons-
Si comprendemos que la frecuencia con que
se registran los actos violentos perpetrados por
tituyeron durante siglos, métodos idóneos para los varones contra las mujeres deriva de las con-
construir posiciones sociales y cementar fortunas. diciones sociales y culturales que han regulado
En consecuencia, la naturalización de la domina- sus relaciones intersubjetivas, dispondremos de
Irene Meler* ción masculina en las sociedades estamentarias no una herramienta teórica idónea para evitar
debe sorprender, ya que la existencia social ha extraviarnos.
transcurrido en un contexto fuertemente jerarqui- El concepto de “sistema sexo-género” fue crea-
zado. La jerarquía se establecía sobre la base de cri- do por una antropóloga feminista cuya formación
terios asociados con la fuerza destructiva y opreso- inicial fue estructuralista (Rubin, G., 1975), para
ra que los sujetos y sus familias fueran capaces de referirse a un dispositivo de regulación social que
ejercer sobre los demás. establece el intercambio de mujeres por parte de
Atenas, la cuna de la democracia occidental, fue grupos de varones, tal como lo describió Lévi
una sociedad esclavista, cuya prosperidad se asen- Strauss (1949). A través del mismo se estipula cua-
tó sobre el trabajo de los prisioneros de guerra, y su les son las uniones sexuales permitidas y cuales
disfrute se nutrió de la explotación sexual de los están prohibidas. De ese modo se ha construido la
adolescentes y de las mujeres jóvenes que habían sexualidad humana y se habría creado el parentes-
sido capturados. A lo largo de la historia, la repre- co, que, en las sociedades pre-estatales constituyó
sentación colectiva de que todos los seres humanos la forma principal en que se regularon los lazos
somos libres e iguales ha recorrido un camino pla- sociales. Rubin se refirió al intercambio de mujeres
gado de exclusiones, para ir incorporando de como “tráfico de mujeres”, aludiendo de este modo
modo progresivo en la categoría de la humanidad, al carácter opresivo de dicho arreglo social. La sub-
a las etnias extranjeras, las mujeres y los niños. jetividad masculina y la femenina, tal como las
Hoy, mujeres y varones son considerados por conocemos, se habrían estructurado al interior de
los Estudios de Género como colectivos sociales esas redes de alianza entre familias, y coincidirían
construidos sobre la base de elaboraciones cultura- con la subjetividad de los intercambiadores versus
les que han tomado a las diferencias sexuales bio- la desubjetivación de las intercambiadas.
lógicas como emblemas para la construcción de Los estudios realizados en el ámbito académi-
jerarquías. Estas jerarquías exceden la bipartición co y en el de los Organismos Internacionales, nos
femenino/masculino, ya que al interior de cada informan acerca de que la subordinación social
colectivo genérico es posible encontrar su propia de las mujeres está lejos de haber pasado a la his-
estratificación, establecida en términos del saber, el toria. Sólo una minoría de mujeres provenientes
poder y los recursos de que los sujetos disponen. La de sectores sociales medios y altos, que ha tenido
masculinidad, debido a su ancestral construcción acceso a la educación y al mercado laboral, logró

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condiciones de paridad. Sin embargo, las huellas por el contrario, se caracterizan por su historici- se relacionan generalmente con deseos ambiciosos.
del sometimiento ancestral dejan su marca en el dad. El malestar de los sujetos contemporáneos El sujeto imagina que obtiene algún logro extraor-
psiquismo; es así como encontramos en las con- se encuadra en los conflictos y paradojas de la dinario, tal como ganar una batalla, o realizar un
sultas clínicas, situaciones donde mujeres que cultura actual. descubrimiento científico. Es reconocido por todos
socialmente han logrado gran autonomía, sopor- sus seres queridos, entre los que reparte los dones
tan en el ámbito de la intimidad relaciones amo- III) Las huellas subjetivas de la que ha logrado. El amor aparece entonces, como
rosas abusivas. subordinación femenina recompensa del triunfo personal.
Los indicadores objetivos de la condición En contraste, la estructura de las fantasías de
femenina se refieren a los diversos ámbitos de la Dentro de las numerosas secuelas de la domi- deseo entre las mujeres comienza por una relación
existencia social. En las familias, las mujeres aún se nación masculina (Bourdieu, 1998) que encontra- sentimental. Su excelencia física y psíquica es apre-
hacen cargo de la mayor parte del “trabajo invisi- mos en las mujeres actuales, podemos destacar ciada por un hombre que ha logrado un cierto
ble” (Larguía, 1982), relacionado con la atención algunas que resultan notorias. poder y reconocimiento social. El amor que él
del hogar y con el cuidado de los niños, adoles- La idealización del amor es persistente, y la experimenta lo lleva a colmarla de dones. Ella,
centes y ancianos. Esta doble jornada o “doble tendencia a considerar que la vida personal care- entonces, los comparte con sus otros seres amados.
turno” (Hochschild, 2003), fragiliza su inserción ce de sentido y atractivo si no se integra una Esta estructura imaginaria ha sido explotada en
en un mercado laboral androcéntrico, donde las pareja, preferentemente conyugal, con un hom- numerosos producciones literarias y cinematográ-
condiciones de trabajo se han diseñado sobre la bre, es casi universal. Esta tendencia, muy marca- ficas destinadas al público femenino.
base de la experiencia social del trabajador varón, da entre las generaciones mayores, presenta
que dispone de los servicios gratuitos de una características singulares en las mujeres que tran- Resulta evidente que, mientras los varones
madre o de una esposa para dar cuenta de sus sitan hoy por la década que media entre los trein- cifran su esperanza en el propio esfuerzo, las muje-
necesidades de atención personal. Las mujeres ta y los cuarenta años. res desean suscitar el deseo de un varón poderoso
deben mimetizarse con el estilo de comporta- Cuando han tenido acceso a la educación y reciben así, una sensación de excelencia por dele-
miento masculino para desempeñarse como tra- superior, muchas de ellas dedicaron una conside- gación. Esta modalidad de fantaseo se observa aún
bajadoras, con el fin de hacer frente a los prejui- rable energía a su desarrollo de carrera. El acceso entre mujeres autónomas, que han logrado un
cios que suponen que su desempeño será inferior a la sexualidad recreativa, actualmente posible satisfactorio desarrollo laboral. Sin embargo, su
al de sus pares varones. Sin embargo, pese a que gracias a la anticoncepción moderna y al relaja- deseo gira en torno de ser elegidas, confirmadas en
con considerable esfuerzo logran buenos niveles miento del doble código moral, las ha librado de su estima de sí a través de ese reconocedor privile-
de presentismo y de logros laborales, existe una la “servidumbre erótica” descrita en los comien- giado, que consideran debe ser masculino.
brecha salarial en todo el mundo, que por ejem- zos del sigo XX por Von Kraft Ebbing y retomada Es fácil comprender que mientras la actitud
plo, en España, asciende hoy al 17 %. Esto signifi- por Freud en 1914. El creador del psicoanálisis se que prevalece entre los varones es una expresión
ca que se paga menos a las mujeres por trabajos refirió con este concepto a la dependencia emo- de autonomía, las fantasías femeninas que descri-
idénticos a los realizados por trabajadores varo- cional y cognitiva que las mujeres de su época bo implican la pervivencia inconsciente de una
nes, que están mejor remunerados. Curiosamente, solían desarrollar con respecto de sus iniciadores situación de dependencia infantil, transferida al
esta brecha se incrementa a medida que se acumu- sexuales, que en la mayor parte de los casos serían objeto de amor adulto. Esta dependencia, que reci-
lan credenciales universitarias. sus compañeros exclusivos. Este ejercicio –caren- cla la subordinación histórica, es el caldo de culti-
te de recíprocidad- del monopolio masculino vo para la aceptación de abusos y malos tratos,
En lo que se refiere a la educación, es conoci- sobre la sexualidad de las esposas, favorecía la ide- asociados con la idealización del compañero y la
do que las trabajadoras necesitan haber logrado alización del varón y el reconocimiento de su auto devaluación.
un nivel educativo mayor que los varones para liderazgo en todas las áreas de la existencia. Pero
acceder a los empleos, y que, efectivamente, nuestras jóvenes de carrera están lejos de tal con- Otra tendencia subjetiva extendida entre las
obtienen mayores acreditaciones educativas en la dición. Entonces, ¿por qué motivo mantienen la mujeres y asociada con lo descrito, se refiere a la
actualidad. Buenas estudiantes, compiten sin vigencia de la mistificación del amor? prelación que asignan al cultivo de los vínculos por
embargo con dificultad en un contexto que apre- No sería correcto responder a este interrogante sobre la prosecución de logros personales. Esta
cia la subjetivación masculina, más competitiva, declarando que el amor mueve el mundo, aunque característica del psiquismo se relaciona con la
ambiciosa y confrontadora. Esta situación se evi- existen psicoanalistas contemporáneos que sostie- ancestral asignación de las mujeres al ámbito fami-
dencia por ejemplo, en el mundo empresario, en nen esa idea (Green, 1996). Si bien la teoría psico- liar. Los roles sociales asignados han facilitado una
su baja presencia en los puestos más altos de analítica asigna una importancia central a la sexua- particular construcción del sí mismo temprano,
dirección. lidad humana, y considera que el desarrollo de sen- cuyas fronteras suelen ser más porosas que lo que
En lo que se refiere a la participación política, la timientos amorosos deriva de ese origen, es cono- se acostumbra a observar entre los varones. Una
vigencia del sistema de cuotas da cuenta, tanto del cido que las actitudes masculinas y femeninas psicoanalista norteamericana de la escuela de
esfuerzo internacional por promover la paridad, difieren en este aspecto. Grunberger (1977) ha Sullivan, ha denominado al self femenino como
como de la rémora que persiste para la plena par- considerado en un trabajo sobre el narcisismo y la “self-en –relación” (Baker Miller, 1992). De este
ticipación femenina en los ámbitos de poder y sexualidad femenina, que la preocupación amoro- modo buscó poner de manifiesto el modo en que
toma de decisiones. sa puede caracterizar a los adolescentes, pero que la representación que las mujeres elaboran acerca
Estas circunstancias sociales y culturales, se entre los varones adultos el amor pasa a ocupar un de sí mismas se vincula de modo estrecho con el
perpetúan pese al poderoso impulso hacia la pari- espacio subsidiario, mientras que mantiene su cen- ser de sus objetos de amor primario. Esta peculia-
dad que ha caracterizado a la segunda mitad del tralidad en la vida psíquica de las mujeres. ridad de la evolución psico-afectiva favorece el
siglo XX y continúa hasta la actualidad. Relaciona este observable con heridas narcisistas desarrollo de empatía, pero dificulta la individua-
tempranas sufridas por las mismas, derivadas de la ción. Recuerdo que para poner en crisis esa moda-
Si encuadramos las indagaciones psicológicas institución de la crianza materna. Sin internarme lidad subjetiva, solía saludar a una paciente dicién-
en un paradigma que reconozca la efectividad del en esta ocasión en la discusión de esa tesis, lo que dole “Hola, ¿qué tal? ¿Y la familia?”. Mi propósito
contexto colectivo en el cual se constituyen los me interesa destacar es que el autor aporta en el era favorecer la emergencia de un Yo, indiscrimina-
sujetos, será fácil comprender que los conflictos, sentido de mis observaciones actuales, o sea que do en el “nosotros”.
sufrimientos, y patologías que llegan a la consul- destaca la prevalencia de la ilusión amorosa entre
ta psicoterapéutica constituyen versiones idiosin- las mujeres adultas. Al interior del ámbito privado, la gestión de los
crásicas de estas tendencias generales. El imagi- afectos y de los cuidados ha sido femenina, y sirvió
nario social (Castoriadis, 1993), las representa- He analizado los sueños diurnos de algunos al fin de garantizar la salud física y mental de los
ciones colectivas (Moscovici, 1985) no surgen de pacientes, varones y mujeres, y me fue posible varones, los niños y los ancianos. Es tal la impor-
circunstancias universales y ahistóricas sino que, advertir que las fantasías desiderativas masculinas tancia objetiva y subjetiva de los cuidados, que se
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ha creado la denominación de “economía del cui- catástrofes naturales. En tiempos de paz y abun- El envés de la trama de la masculinidad hege-
dado” (Carrasco, 1999; Folbre y Yoon, 2008) para dancia, la situación de las mujeres mejora. La con- mónica (Connell, 1996) es la profunda angustia
aludir al valor económico de esas prestaciones que traparte oscura del privilegio varonil es el carácter que la mayor parte de los varones experimenta
las mujeres realizan y que son difícilmente cuanti- prescindible de los sujetos masculinos, que pue- ante el fracaso de sus propósitos o metas. Las
ficables. Si el logro del bienestar de los demás fue den ser sacrificados con mayor facilidad en aras mujeres también lo padecen, pero lo que está en
constituido como un emblema del narcisismo del interés colectivo. juego es su capacidad personal y su estatuto adul-
femenino, es comprensible el desarrollo de actitu- to, no su identidad sexual. En cambio, para el
des altruistas de auto postergación, observado Es posible encontrar una nítida correspon- imaginario vigente sobre la masculinidad, el fra-
entre las mujeres. La épica del sacrificio personal, dencia entre estos arreglos culturales y ciertas caso equivale a la castración, la humillación, el
que ha sido ridiculizada en referencias irónicas a tendencias características de la subjetividad mas- retorno a la infancia desvalida o el naufragio en
las madres judías, puede comprenderse como la culina. En efecto, con frecuencia encontramos una feminidad degradante. Esta ansiedad ante la
restitución narcisista de la humillación derivada de entre los varones la aparición de sentimientos claudicación deriva del modo en que se ha cons-
una posición servil. La abolición de la tendencia persecutorios (Meler, 2007). Las ideas de ser truido la masculinidad cultural. Tal como lo des-
espontánea hacia la búsqueda del propio bienestar, objeto de ataques, injurias, o agravios, aunque no cribe Jessica Benjamin (2003) la feminidad y la
se transforma en consagración heroica y en fuente adquieran características delirantes, son comu- masculinidad, en su condición de representacio-
de enaltecimiento para el sí mismo de las mujeres nes en hombres que gozan de una cierta norma- nes colectivas, son el producto de una escisión.
que se ubican en esa posición. Esta es otra circuns- lidad estadística y consensual. El varón promedio Los aspectos infantiles, vulnerables y dependien-
tancia que contribuye a construir la vulnerabilidad suele estar a la defensiva para evitar ser derrota- tes, permitidos y en algunos períodos hasta culti-
femenina ante la violencia conyugal. do o desvalorizado. Eso es fácil de observar en los vados en las mujeres, son sofocados en los varo-
enfrentamientos de tránsito, en los estadios de nes, que deben escindirlos de su representación
Finalmente, corresponde destacar cuál es un fútbol, o en las discotecas. Recientemente, hemos de sí mismos. La vulnerabilidad desmentida
destino habitual de la asertividad y la hostilidad registrado la aparición de conductas confronta- amenaza siempre con retornar. Con frecuencia,
que las mujeres han aprendido a sofocar. Quienes doras entre algunas mujeres jóvenes, pero estas se producen espasmódicos esfuerzos por re pro-
han renunciado a sus metas egoístas y han dado constituyen una mimesis con la masculinidad yectar una y otra vez el desvalimiento sobre las
prioridad a los demás, idealizan a aquellos sujetos social, en un contexto que favorece la paridad mujeres, y esa tendencia favorece los ataques
que lograron sostener su narcisismo intacto y que entre los géneros pero no cuestiona a la masculi- hacia las mismas, ya sean sexuales o francamente
se ubican a sí mismos en el lugar del Modelo o nidad como representación del ideal hegemónico hostiles.
Ideal para los otros. Es más fácil que los varones al que todos y todas deben aspirar. La susceptibi- Existen numerosos ejemplos del modo en
conserven aspiraciones personales hacia logros de lidad hostil es una huella transgeneracional del que en el imaginario masculino, la feminidad es
algún tipo, ya sean físicos, deportivos, laborales o rol de guerrero, que, en términos generales, hoy homologada a la castración y a una condición
intelectuales. Esta situación estimula el someti- se recicla a través de diversas modalidades de humillante. En inglés, se amenaza al adversario
miento femenino hacia un varón que ha sostenido confrontación, astucia y rapiña en el ámbito con que se lo convertirá en la prostituta del agre-
su omnipotencia infantil. Así buscan satisfacer la comercial y financiero. sor, asemejando la posición sexual pasivo recep-
propia pulsión de dominio de forma vicaria. Ser la
mujer de un varón dominante implica cierto orgu-
Consultorios
llo, que se paga en el secreto del hogar con la acep-
tación de malos tratos.
Excelente equipamiento Instituto Argentino de
Secretaria / Nuevo

IV) Cómo se construye la


Luminoso
CABALLITO
Trastornos de la
violencia masculina A mts. Estación
Río de Janeiro Alimentación
Hora / Día / Mes
Para sobrevivir y prevalecer por sobre los gru- Grupos / Conferencias
1999 - 2011
pos hostiles, los agrupamientos humanos enviaron Te.: 4982-0812
a sus varones al frente de batalla. Existió sin duda Diagnóstico y Tratamiento
una evaluación tácita acerca de la mayor aptitud
CONSULTORIOS El Instituto Argentino de Trastornos de la Alimentación,
combativa de los hombres y de la conveniencia de
conservar la vida de las mujeres y los niños para Z o n a B o t a´
a´nnico es una institución dirigida al tratamiento de las
garantizar la reproducción generacional. Los ALQUILER patologías alimentarias dependiente
pequeños grupos aislados cuya economía era de POR MES O POR HORA de la Asociacion Civil Bienestar.
subsistencia, necesitaban mantener un número 4832-0841 Tiene como destinatarios de sus objetivos,
mínimo de integrantes para asegurar su persisten- a través del área de asistencia,
cia, evitando su dispersión (Meillassoux, 1984).
ALQUILO CONSULTORIOS a aquellas personas que padecen trastornos
El poder masculino desplegado contra los aje-
nos, promovió que también se ejerciera sobre los
de la conducta alimentaria, su núcleo familiar y social.
Por hora.
propios, aunque no fueron los jóvenes sino los Santa Fé y Salguero
mayores que los lideraban quienes detentaron la Teléfono
autoridad al interior de cada grupo. Esta tendencia 4822-8679 / 154-404-3859 ANOREXIA - BULIMIA
es la que dio origen al concepto de Patriarcado 155-007-5067
(Lerner, 1990). Tratamiento interdisciplinario
Sin embargo, la dominación de estos varones
adultos no ha sido uniforme ni monótona, sino Atención y Hospital de Dia
que reconoce variantes a lo largo del tiempo, así Psicológica
como en los diversos espacios del planeta. Una
antropóloga norteamericana Peggy Reeves Sanday Adolescentes Av. Republica Argentina 1367. Rafael Calzada.
(1981) realizó un estudio comparativo de más de (1847). Pdo. de Almirante Brown.
cien culturas estudiadas etnográficamente y llegó - Adultos Bs. As. Argentina. Tel. 4219-2696
a la siguiente conclusión. El dominio social mas-
culino se incrementa en circunstancias difíciles, 4373-4671
info@bienestarasociacioncivil.org
tales como hambrunas, guerras, migraciones y www.bienestaraciacioncivil.org
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tiva con la deshonra más absoluta. Esas amena- un rival poderoso. Algunos hijos de padres terrorí- Carrasco, Cristina (ed.): Mujeres y economía, Barcelona, Icaria
zas figuradas se hacen realidad en los ámbitos ficos, optan por esta solución ante sus angustias Antrazyt, 1999.
carcelarios, poblados por una notoria mayoría catastróficas (Meler 2004). Castoriadis, Cornelius: (1993) La institución imaginaria de la
de varones. sociedad, Vol II: El imaginario social y la institución, Buenos
Estamos entonces ante un imaginario homo- V) La escena violenta Aires, Tusquets.
social y homosexual masculino, carente de una Connell, Robert: (1996), Masculinities, Cambridge, Polity Press.
genuina representación de la diferencia entre los Sobre la base de lo expuesto, vemos el modo en Folbre, Nancy y Yoon, Jayoung: (2008) “El cuidado de los
sexos, y que, desde la Antigüedad, ha reducido la que se construyen las condiciones para el surgi- niños: lo aprendido mediante encuestas sobre el uso del tiem-
feminidad a una copia deficitaria, un remedo miento de la violencia de los varones contra las po en algunos países de habla inglesa” en La economía invisible
imperfecto del Modelo ideal masculino, erigido mujeres. Es poco lo que se puede decir sobre los y las desigualdades de género. La importancia de medir y valorar
en patrón universal de lo humano. Estas repre- actos violentos, porque en esa escena, ambos prota- el trabajo no remunerado, Washington, D.C.: OPS.
sentaciones se relacionan con que, tal como plan- gonistas experimentan estados de desubjetivación. Freud, Sigmund: (1914) Introducción del Narcisismo, Buenos
tea David Gilmore (1990), la masculinidad es Las mujeres quedan aturdidas por el ataque, y Aires, Amorrortu, 1980.
una respuesta colectiva ante condiciones de si logran implementar defensas disociativas con el – : (1922) Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la
adversidad. fin de sobrevivir física y psíquicamente, padecen paranoia y la homosexualidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1980.
como secuela, la dificultad para reconocer a los Gilmore, David: (1990) Manhood in the making. Cultural con-
Benjamin (ob. cit.) agrega una observación partenaires violentos, recayendo en elecciones cepts of masculinity, New Haven, Yale University Press.
interesante. Lo femenino, un disfraz de lo infantil, amorosas auto destructivas. Godelier, Maurice: (1986) La construcción de “Grandes hom-
no sólo es repudiado sino que también resulta Los varones agresores son arrasados por sus bres”. Poder y dominación entre los baruya de Papúa Nueva
atractivo para los varones. Esta observación obvia, impulsos, y el Yo queda comprometido en sus fun- Guinea, Madrid, Akal.
no debe reducirse a una atracción sexual cuya rai- ciones de regulación de la conducta. Como decía el Green, André: La metapsicología revisitada, Buenos Aires,
gambre sería instintiva. Existen componentes nar- Increíble Hulk, “No soy yo cuando me enojo”. EUDEBA, 1996.
cisistas en el deseo masculino hacia las mujeres, Muchos estados de despersonalización y sorpresa Grunberger, Bela: (1977) “Jalones para el estudio del narcisis-
vinculados con el afán de reincorporar aquellos dolorida, que se registran en varones a posteriori mo en la sexualidad femenina” en La sexualidad femenina, de J.
aspectos del self depositados en las mismas. El de haber realizado un ataque hostil contra las com- Chasseguet-Smirgel (comp.) Barcelona, Laia.
deseo erótico se funda, en sus aspectos más arcai- pañeras, no se limitan a ser estrategias de desimpli- Hochschild, Arlie Russell: (2003) La mercantilización de la vida
cos, en un afán de reunificación psíquica. El mito cación masculina con respecto de su responsabili- íntima, Buenos Aires, Katz Editores.
aristofánico del andrógino, perpetuado en expre- dad ética, sino que expresan este arrasamiento sub- Jones, Ernest: (1928) “La fase precoz de la sexualidad femeni-
siones populares tales como “mi media naranja” o jetivo característico del desborde agresivo. na”, en La sexualidad femenina, Buenos Aires, Caudex, 1967.
“mi cara mitad”, aluden a esta vertiente narcisista Larguía, Isabel y Dumoulin, John: “Hacia una concepción cien-
de las relaciones amorosas. La búsqueda, hoy fre- Las estrategias directivas que implementan los tífica de la emancipación de la mujer”, en La mujer nueva, teo-
cuente, de emparejar con mujeres mucho menores programas de gobierno para asistir en primera ría y práctica de su emancipación, Bs. As., C.E.A.L., 1982.
en edad, expone el comprensible deseo de mante- instancia a las víctimas de la violencia, constitu- Lerner, Gerda: (1990) La creación del patriarcado, Buenos Aires,
ner la juventud de forma vicaria y constituye un yen modos de prestar una suplencia yoica para Editorial Crítica.
anhelo de reunificación con un sí mismo anterior recomponer el psiquismo femenino, desorganiza- Lévi Strauss, Claude: (1949) Las estructuras elementales del
ya perdido, el niño o joven que ellos fueron y que do por la agresión proveniente de quien se supo- parentesco, Buenos Aires, Paidós, 1979.
desean recuperar a través de la fusión amorosa. ne la ama. A través de los mismos, se expresa la Meillassoux, Claude: (1984) Mujeres, graneros y capitales,
voz de “los demás”, o sea del colectivo social que México, Siglo XXI.
Pero, tal como lo expuso con claridad Ernest hoy penaliza la violencia y autoriza la defensa Meler, Irene: “Género, trabajo y familia: varones trabajando”,
Jones (1928), cuando la mujer representa una parte legal contra la misma. Revista Subjetividad y procesos cognitivos, Buenos Aires, UCES,
del sí mismo, el varón que está en esa posición sub- La construcción de una cultura que deslegitime abril de 2004.
jetiva experimenta el imperativo de controlarla. Si la violencia en las relaciones íntimas es tan necesa- – : “Mujeres, varones y salud mental. El enfoque psicoanalíti-
no lo hiciera, ella podría entregarse (entregarlo) al ria como paradójica, en un contexto donde la vio- co y los aportes de los estudios de Género” en Miradas sobre
amor de otro hombre. Esa escena imaginaria no se lencia política y social continúa en plena vigencia. género. Aportes desde el conocimiento, Leonor Oliva y Nelly
limita a despertar celos edípicos. En las provincias Por ahora, sólo resta promover políticas que Mainiero, (comps.), Universidad Nacional de San Luis,
más remotas de la mente, ella es parte de él y al aumenten el poder, los conocimientos y los recur- Facultad de Ciencias Humanas, Secretaría de Extensión, 2007.
amar a otro, entrega a su compañero a la condición sos de las mujeres, y en el nivel de la atención psi- Moscovici, Serge: (1985) Psicología Social, Barcelona, Paidós.
más temida y repudiada, el sometimiento homose- cológica, transitar con ellas el difícil camino hacia – : (2007) “Mujeres, varones y salud mental. El enfoque psico-
xual. Su mujer representa su parte femenina, la la autonomía subjetiva. analítico y los aportes de los estudios de Género” en Miradas
feminidad inicial derivada de la identificación pri- También es necesario asistir a los varones vio- sobre género. Aportes desde el conocimiento, Leonor Oliva y
maria con la madre, que los varones son impulsa- lentos. En estos casos, para lograr la asunción psí- Nelly Mainiero, (comps.), Universidad Nacional de San Luis,
dos a repudiar de modo inexorable. quica de sus actos como una expresión patológica Facultad de Ciencias Humanas, Secretaría de Extensión.
no sintónica con la representación consciente de sí Reeves Sanday, Peggy: (1981) Poder femenino y dominio masculi-
La asociación existente entre violencia conyugal mismo, se requiere previamente, implementar la no. Sobre los orígenes de la desigualdad sexual, Barcelona, Editorial
y celotipia es conocida, y responde a la dinámica sanción colectiva de un modo categórico. Este es el Mitre.
descrita. Freud (1922) clasificó los celos en celos modo en que la cultura construye subjetividad y se Rubin, Gayle: (1975) “The traffic in women. Notes on the
proyectados, derivados de la atribución a la mujer hace carne, pero para lograr que esta acción sea efi- ‘Political Economy’ of sex”, en Reiter Rayna (comp) Toward an
de la propia infidelidad, tan frecuente entre los caz, y en consecuencia, las agencias represivas Anthropology of Women, Nueva York, Monthly Review Press.
hombres, y celos delirantes, cuyo origen sería el deben encarnar una ley que supere la perversión Stoller, R. y Herdt, G.: (1992) “El desarrollo de la masculini-
deseo homosexual. El marido celoso es como si del sistema. dad., Una contribución transcultural”, en Revista de la
dijera: “No soy yo sino ella, quien desea unirse Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados,
sexualmente con otro varón”. Bibliografía Nº 18, Buenos Aires.
Es importante destacar que el deseo homose-
xual masculino no debe decodificarse de forma Baker Miller, Jean: (1992) Hacia una nueva psicología de la *
Coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género (APBA).
exclusiva en términos de la sexualidad genital. mujer, Buenos Aires, Paidós. Directora del Curso de Actualización en Psicoanálisis y
Muchas veces los varones fantasean o actúan el Benjamin, Jessica: (2003) “Revisiting the riddle of sex: an Género (APBA y UK). Coordinadora Docente del Diplomado
homoerotismo, movidos por un afán auto conser- intersubjective view of masculinity and femininity”, New Interdisciplinario en Estudios de Género (UCES)
vativo. Asumir una posición imaginada como York, Karnak
femenina, protege del aniquilamiento a manos de Bourdieu, Pierre: (1998) a La domination masculine, París, Seuil.

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