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Construir edificios
1. El edificio
1.1. Funciones esperadas de un edificio
1.2. Construcción de un edificio
1.3. Problemas de construcción de edificios
2. Objetivos de construir edificios
2.1. Cuestiones por resolver
2.2. Fases de la construcción
3. Constructividad
3.1. Conocimiento de constructividad
3.2. Integración del conocimiento de constructividad en el diseño
3.3. Principios de la constructividad
4. Secciones de un edificio
1. El edificio
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Comenzamos con demandas propias del hombre rodeado de un medio hostil, pero
luego incorporamos otras creadas por el propio edificio que se relacionan de manera
secundaria con las necesidades humanas.
Para los proyectos de edificios más grandes se requieren arreglos más complicados.
Participarán un gran número de individuos y organizaciones: no solamente el
propietario y el inspector de obras, sino que también el profesional, especialistas en
diseño (en campos como las estructuras, fundaciones, calefacción, instalaciones,
acústica), un contratista principal, varios subcontratistas y proveedores de materiales,
además de quienes financian las obras, aseguradoras y abogados.
Con tantos individuos involucrados, tanto dinero que circula entre ellos, y los
constantes riesgos de accidentes, vandalismo, cuestiones climáticas, problemas
laborales, inflación y faltantes de materiales, es necesario establecer acuerdos por
escrito entre varios de los individuos detallando quién es responsable de qué, sobre
todo en el caso de que algo no funcione bien; como base de estos acuerdos se debe
definir, con precisión, qué se va a construir y cómo: estos son los objetivos de las
especificaciones, cómputos y pliegos de condiciones.
Estos documentos son el medio exclusivo para trasladar la idea de diseño del
propietario y el profesional a un edificio real. En base a éstos se concede el
financiamiento de la obra, se tramitan los permisos legales, se contratan los seguros, se
realizan las estimaciones y ofertas de precio, así como los contratos y subcontratos y
compras de materiales.
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A medida que el edificio crece en altura, se requieren andamios y escaleras para acceder
a las diversas superficies. Muchos elementos de la estructura necesitan soportes
temporales: puntales y encofrados que luego se irán retirando a medida que ésta se
sostenga a sí misma. Se deben colocar barandas de seguridad en bordes y aberturas, así
como contar con oficinas de obra, vestuarios y comedores.
Los obreros suelen contar con sus propios pequeños instrumentos de construcción,
perteneciendo el resto de las herramientas al contratista general o a los
subcontratistas; puede que, para no disponer de un gran inventario de equipos, dicho
contratista alquile los que son muy grandes o altamente especializados a empresas
dedicadas a tal fin. Cada partida de material que ingresa en la obra debe ser verificada
para comprobar que se corresponda con las especificaciones correspondientes. Las
chapas de madera o el acero vienen con una identificación que certifica lo referente a
su composición y calidad, así como otros materiales de construcción que vienen
estampados y certificados de fábrica, indicando origen y calidad.
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Si bien con los instrumentos de medición actuales los edificios se construyen con un
alto grado de precisión, hay que dar por sentado que aún los mejores elementos —a
causa de su gran tamaño— pueden haber sufrido (ya sea durante la entrega, a causa del
agua absorbida o por cambios de temperatura) variaciones que hagan que dejen de ser
alineados, aplomados o exactos en el momento de su instalación en el edificio. A su vez,
un obrero puede que no mida o coloque siempre exactamente una pieza como tendría
que serlo, especialmente el trabajo con H° y el encofrado de madera. Para el acero existe
una norma que especifica los máximos de deformaciones e inexactitudes de manera
acotada, pero para muchos elementos es esperable una tolerancia mucho mayor, a
veces de centímetros. Las aberturas en espera de puertas y ventanas deberán ser más
grandes que éstas, nivelando y colocando cuñas en su perímetro cubriendo con
elementos específicos la diferencia existente.
Se deberá tener en cuenta que los materiales que deban presentar una buena apariencia
se instalen lo más tarde posible dentro del proceso y estén protegidos de todo daño
hasta que el último obrero haya dejado el edificio. También se deberá determinar con
cuidado qué se dejará expuesto, ya que los materiales de construcción presentan,
además de sus propias imperfecciones, las marcas del proceso constructivo; de
pretenderlo, se requerirán otros que serán seleccionados —y más costosos— y mano
de obra de calidad superior y un mayor tiempo de colocación. Normalmente es más
barato seguir el camino corriente dejar a los gremios su tarea habitual y luego terminar
con sucesivas capas de revoques y pintura.
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Cuenta Illya Prigogine en “Enfrentándose con lo irracional” que paseando Niels Bohr y
Werner Heisenberg —ambos premios Nobel de Física— cerca del castillo de Kronborg (el
lugar donde se desarrolla el Hamlet de Shakespeare), Bohr reflexionaba: “¿No es extraño
ver cómo cambia este castillo cuando se imagina uno que Hamlet vivió en él?
Como científicos creemos que un castillo está formado sólo por piedras y admiramos la
forma en que el arquitecto las compuso. Las piedras, el techo verde de pátina, las tallas de
la iglesia forman el conjunto del castillo. Nada debería cambiar porque Hamlet viviera en
él, pero, de hecho, cambia completamente, inesperadamente, las paredes y las murallas
hablan un lenguaje diferente. El patio se transforma en todo un mundo, un rincón oscuro
nos recuerda la oscuridad del alma... Oímos las palabras de Hamlet: to be or not to be.
Sin embargo, todo lo que sabemos realmente de Hamlet es que su nombre aparece en una
crónica del siglo XIII; nadie puede probar que viviera aquí realmente. Pero todo el mundo
conoce las preguntas que Shakespeare puso en su boca, las profundidades del alma
humana que estaba destinada a revelar, y cada uno sabe que, en consecuencia, también
él tendría que ocupar un lugar en la Tierra, aquí, en Kronborg.
Resumiendo, un edificio —para estar bien construido— debe cumplir con los siguientes
objetivos:
Los puntos primero y tercero se estudiaron en la materia Edificios I; los tres restantes
los analizaremos a lo largo de este curso.
Para saber si una solución constructiva es la adecuada para esas exigencias, debemos
conocer las prestaciones que aporta, que deberán ser iguales o superiores a las
exigencias.
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Los valores de las exigencias generalmente los fijan las normativas de cumplimento
obligatorio en cada país. En casos específicos, como el aislamiento acústico de aulas de
un conservatorio de música, deberemos acudir a libros de la especialidad o a la
experiencia de casos similares que nos orienten sobre los valores a aplicar.
Una de las mayores dificultades de construir bien es que no existe una respuesta única
a cada exigencia sino múltiples posibilidades y que, además, cada elemento
constructivo tiene que dar respuesta simultánea a varias exigencias, muchas veces
contradictorias entre sí. Las soluciones concretas normalmente dan satisfacción sólo a
unas exigencias y a otras no. En el ejemplo anterior, ampliamente se satisface la
exigencia con paredes de ladrillo común o tabiques dobles de placas de yeso; pero
mientras el ladrillo o el hormigón pueden ser portantes, no lo serán dichos tabiques,
que sin embargo podrán ser movibles y pesan mucho menos.
• las diferentes maneras según las cuales las soluciones de partes y elementos,
aportadas por nuestra actual tecnología edificatoria, concretan la cadena
inversa: producción/ características de los materiales y formas/ prestaciones
que satisfagan las exigencias anteriores.
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Como no hay dos edificios iguales, las soluciones son genéricas y es necesario
adaptarlas a cada edificio; pero el éxito final sólo se alcanza si, además de adaptarlas
con acierto en la fase de proyecto, luego se materializan correctamente en la fase de
obra.
El proceso de construir una obra pasa necesariamente por una fase previa donde el
profesional (o grupo de ellos) imagina y plasma su idea en documentos gráficos y
escritos —el proyecto— para que luego pueda ser materializado por un conjunto
numeroso de personas; esta fase de denomina proceso de diseño.
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3. Constructividad
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Un diseño con alta constructividad y que considere esta situación podría, siguiendo
el principio de simplicidad, contemplar desde el comienzo esta metodología más
sencilla de construir e, incluso, podría aprovechar el espacio entre fundaciones —en
vez de ser rellenado— como espacio útil de diseño, tales como espacio para
instalaciones u otros elementos.
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Por ejemplo, la modulación —como veremos más adelante— es una técnica común
para simplificar las tareas de construcción. Cuando los diseños están modulados de
acuerdo con las dimensiones de los materiales se simplifican las acciones en obra,
entre otras cosas porque se deben hacer menos cortes, porque las medidas de estos
son constantes, porque todos los elementos son iguales y no existe riesgo de
equivocación de instalación de una pieza incorrecta, entre otras cuestiones.
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A partir de esto, se asume que las decisiones específicas en estas materias son, por
definición, mejores cuando son tomadas por los constructores. Por su propia
naturaleza, los constructores privilegiarán el mejor y eficiente desarrollo de la obra,
anteponiendo estas preocupaciones por sobre otras, como por ejemplo la calidad
arquitectónica de un edificio; por supuesto, es imposible asegurar que esto sea así
en todos los casos, pero se presume que es el criterio general.
Si en todos los escenarios los paneles son fabricados cumpliendo exactamente los
requisitos de diseño y con los mismos estándares de calidad (materiales, geometría,
tolerancias, etc.) la decisión final acerca de dónde fabricarlos depende de las
condiciones y recursos de construcción específicos del proyecto, más que del diseño
mismo o del resultado final.
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Sin embargo, como es obvio, no siempre es posible. En muchos casos los equipos
diseñadores deben desarrollar los proyectos en forma aislada o con muy baja
participación de profesionales de obra; es precisamente en este contexto menos
favorable, cuando el principio de flexibilidad se hace aún más crítico.
La tendencia general entre los diseñadores enfrentados a estos encargos es la
definición absoluta de todos y cada uno de los más mínimos detalles de proyecto,
incluyendo la definición de tareas de construcción. No obstante, el precio que ello
implica es la renuncia a la optimización potencial debido a la falta del conocimiento
experto de construcción.
4. Secciones de un edificio
• Exterior
• Estructura
• Compartimentación
• Instalaciones
• Envolvente
La estructura y las instalaciones son campos del conocimiento que cuentan con
ingenieros especialistas; en tanto, la envolvente y la compartimentación, cuya
complejidad es creciente con el desarrollo de la tecnología edificatoria, cuentan con
especialistas en una solución concreta y dependientes comercialmente de la
empresa que la produce, pero no existen profesionales cuya experiencia domine de
manera amplia e independiente tanto los problemas como las soluciones.
El objetivo final será dar criterios de elección y adaptación, entre las soluciones
existentes, de la más conveniente al problema planteado. Previamente, entonces
será menester saber plantear correctamente los problemas (es decir, en cada caso
particular, definir y cuantificar todas las exigencias derivadas de los objetivos
enunciados); y luego, en relación con las soluciones genéricas existentes (definidas
por sus formas, materiales y prestaciones) saber evaluarlas, escoger la más
adecuada y –finalmente- adaptarla a cada caso concreto.
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Una manera de evaluar el peso relativo de cada una de las partes en estudio es
vincularlas con las patologías ocurridas en edificios, para lo que podemos acudir a
las cifras que nos brindan las compañías aseguradoras respecto a su origen:
Como se observa, la envolvente es la parte más expuesta a fallas, justamente por ser
la más compleja y donde no encontramos justamente especialistas en su campo de
aplicación; además, es la de mayor peso en la faz estética y la que requiere mayor
creatividad por parte del proyectista.
No debe olvidarse que el objetivo final será la síntesis, imprescindible para concebir
algo tan complejo como un edificio; éste, para estar bien resuelto, será más que la
pura adición de sus partes dado que las interrelaciones entre éstas son decisivas en
el resultado global final.
Como se ve en las estadísticas anteriores, buena parte de los problemas de una parte
se derivan de acciones provenientes de otra: alteraciones en la fachada son
consecuencia de fallas en la estructura o en las cubiertas, o las de la
compartimentación por fallas en las instalaciones, por ejemplo. La gran dificultad
que presenta el trabajo de crear edificios satisfactorios, siguiendo los lineamientos
de los objetivos enunciados al inicio, es conseguir el equilibrio efectivo entre tantos
requerimientos potencialmente opuestos que afectan tanto a la materia como al
espacio.
Surge entonces la pregunta: ¿existe algún método que simplifique y permita abordar
lo antes expuesto con mayor facilidad? Lamentablemente, la respuesta es negativa,
si bien pudo haber sido posible hasta hace unas décadas, cuando se trataba de la
utilización razonable de unos pocos recursos limitados.
Pero tanto los intentos de prefabricación, que no han logrado sustituir a los métodos
tradicionales, como las tendencias opuestas de la arquitectura moderna —desde las
que proponen la racionalidad constructiva y funcional a las que casi postulan la
inmaterialidad de los edificios— nos brindan actualmente un panorama confuso y
que no admite respuestas simples.
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