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Los fundamento motores del derecho. Los sentidos de la palabra “poder”. El poder social. Las
relaciones de influencia y el poder social. El poder social y la fuerza. El poder social y la autoridad.
El poder político. El poder político y la soberanía. La obediencia política. El poder y el derecho. Los
valores. Caracteres. Teorías. El carácter relacional y situacional de los valores. Los valores
jurídicos. La justicia. Concepto y concepciones. Las teorías sobre la justicia. Los contenidos de la
justicia. La justicia como ideología. El derecho y la justicia.
Los fundamentos motores del derecho. el fundamento motor del derecho, hace referencia al poder y a los
valores en cuanto lo ponen en movimiento. Lo jurídico se mueve por el poder y atraído por los valores. El
movimiento de los valores se desarrolla procesalmente, como creación, aplicación y ejecución de normas, es
decir de conductas decididas como debidas, que tienden a ser conductas ejecutadas.
El poder es todo aquello que posibilita el derecho, aquello que lo produce. La expresión lo eficiente jurídico se
relaciona con la causa eficiente del derecho.
Las relaciones de influencia y el poder social. El poder social es la capacidad de una persona p de un
grupo de influir sobre una o más personas o grupos, provocando cambios en sus conductas, que aparece por
ello vinculado a las relaciones de influencia entre las personas o los grupos de una sociedad.
La influencia ejercida por cada una de las partes en las relaciones entre las personas o los grupos puede ser
simétrica o asimétrica. Señala que la orientación emocional en estas relaciones de influencia puede ser
positiva, ambivalente, negativa o neutra y que no en todas las relaciones de influencia se puede hablar de
poder social. Ejemplo de relaciones de influencia simétrica positivias son las que generalmente se dan entre
los cónyuges, hermanos, etc.
Relaciones simétricas que excluye la idea de poder son las relaciones casuales o fortuitas, donde la
orientación emocional se caracteriza por la indiferencia (personas que esperan un ascensor).
Las relaciones de influencia simétrica de orientación ambivalente incluyen el poder de manera expresa o tácita.
También podemos encontrar al poder en relaciones de conflicto equilibrado, donde las personas luchan por la
superioridad en un determinado ámbito (relación entre dos empresas que compiten en el mercado).
Las sanciones negativas son las penalidades o castigos. Schemerhon distingue tres tipos de relaciones de
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influencia asimétrica positiva: la popularidad (se quiere estar con él, pero no seguirlo), el modelo (la
persona o grupo imita el comportamiento de la figura idealizada) , el líder carismático (atrae a sus
seguidores, que siguen sus órdenes por su magnetismo personal y por corporizar los valores vigentes en el
grupo).
En aquellas relaciones caracterizadas por la compulsión y el respeto, por la identificación y el antagonismo , y
el predominio de sanciones negativas, encontramos al líder informal, al experto y a quien ejerce un cargo
institucional. En todas se da una presión desde arriba y una sumisión u obediencia desde abajo (el líder de una
pandilla constituye un ejemplo de líder informal).
El sometimiento a un líder informal o figura dominante, se basa en que éste corporiza las normas de todo un
grupo o de la sociedad en general. En el caso del experto la sumisión se basa en sus capacidades o
conocimientos especializados en una determinada materia y el de quien ejerce un cargo institucional por
ocupar esa posición o status dentro de la institución.
El poder social y la fuerza. El poder social supone la aplicación potencial o actual de cualquier medio
coactivo o recurso psíquico inhibitorio de la resistencia, por lo que podemos distinguir el poder social simple o
no coactivo el cual se caracteriza por la capacidad de influir sobre las conductas de los miembros de la
sociedad estableciendo prescripciones o normas, pero este tipo no puede asegurar su cumplimiento por sí
mismo, a través de medios propios. El poder coactivo es irresistible, las normas o mandatos que establece
tienen una pretensión de validez universal y pueden ser impuestas aun por medio de la fuerza, en contra de la
voluntad de la persona obligada. Supone la fuerza, no es sólo fuerza, sino que generalmente va acompañado
del consentimiento del destinatario, que habitualmente obedece en forma voluntaria, por razones morales o
intelectuales. la fuerza exige la obediencia y la obtiene a través de la presión física o coactiva, basada en la
superioridad física o psíquica. El poder provoca la obediencia, que se logra generalmente por su superioridad
moral, basada en la legitimación.
El poder social y la autoridad. Cuando dentro de un grupo o sociedad ese plexo valorativo muestra un
cierto consenso o acuerdo el poder se estabiliza en forma de autoridad. Se señala entonces que la autoridad
se da cuando se sigue a otro o el criterio de otro por el crédito que éste ofrece en virtud de poseer en grado
eminente y demostrando cualidades excepcionales de orden espiritual, moral o intelectual.
El poder político. Sus características esenciales son: coactividad, exclusividad, generalidad, estabilidad,
institucionalización y finalidad. Está relacionado con el uso de la fuerza, que es un poder coactivo o dominante,
en las sociedades modernas se caracteriza por la tendencia a la exclusividad del uso de la fuerza, a su
monopolio por parte de órganos especializados.
La GENERALIDAD subjetiva o objetiva, desde una perspectiva subjetiva pretender ser ejercitado sobre la
totalidad o un grupo numeroso de los miembros de una sociedad política, estado o país. Bobbio dice que la
generalidad subjetiva al caracterizar al poder político considerándolo como aquel que se ejercita sobre un
grupo bastante numeroso de personas. La generalidad OBJETIVA hace referencia al ámbito o esfera de acción
del poder político, que es caracterizado por su plenitud, es decir por abarcar la totalidad de las potencialidades
sociales del hombre.
La FINAIDAD del poder político es el bien común, fuerza destinada a conducir al grupo en la búsqueda del
bien común.
El poder político es también ESTABILIZADO es decir un poder que viene ejercitado con continuidad y que
viene obedecido en forma permanente. El poder político es un poder INSTITUCIONALIZADO, un poder que es
tenido y ejercitado por una pluralidad de personas que desempeñan roles diferenciados y coordinados entre
ellos.
LA COACTIVIDAD, EXCLUSIVIDAD, GENERALIDAD SUBJETIVA Y OBJETIVA, LA ESTABILIDAD, LA
INSTITUCIONALIZACIÓN Y LA FINALIDAD constituyen características del poder político en conjunto, las cuales
nos permiten diferéncialo de otras formas de poder social. A partir de estas características podríamos definir al
poder político como el poder social que se ejerce en forma coactiva o dominante, exclusiva e
institucionalizada, sobre una gama de potencialidades sociales de un grupo numeroso de
personas, para obtener su obediencia en forma habitual.
El poder político y la soberanía. El poder político puede ser:
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- Soberano: caracterizado:
o Positivamente: como un poder independiente respecto de cualquier poder externo y
o Negativamente: como un poder supremo, que implica la negación de cualquier poder interno
superior al Estado.
- No soberano: debido a que en muchos estados se encuentra sometido al derecho.
La obediencia. Se da cuando una o varias personas realizan o dejan de realizar unas acciones guiadas por
unas indicaciones que se consideran como un mandato o norma. La obediencia como fenómeno social, es un
síntoma del poder social, es su otra cara. Donde alguien obedece quiere decir que alguien tiene poder. La
relación que existe entre estos dos fenómenos sociales es directa: a mayor obediencia, mayor poder.
Martínez señala que es sumisión y es conformismo, es decir es un hábito de aceptación del mandato por quien
debe obedecer. Existen distintas clases de obediencia:
- La automática o irreflexiva: es la obediencia normal y natural, forma más común y la que supone
menos dificultades para quien debe obedecer.
- La reflexiva: es la que se apoya en la racionalidad de quien obedece, nosotros generalmente
obedecemos reflexivamente por temor a las consecuencias negativas que el acto de desobediencia
puede implicar, o porque hemos aceptado racionalmente e interiorizado lo mandado. La obediencia que
se basa en el temor de las consecuencias negativas refleja un poder centrado en la fuerza, que tiende
a debilitarse porque va en contra de la naturaleza racional del hombre.
La obediencia política: el poder político tiene como contracara a la obediencia política. Sus notas esenciales
son la plenitud y la inexcusabilidad. La plenitud es característica de la obediencia política, constituye la
contracara de la generalidad objetiva del poder político. La obediencia política es plena en cuanto comprende
la totalidad de las potencialidades sociales públicas del hombre. Los comportamientos personales y las
acciones privadas de los miembros quedan en principio exentas del poder político. LA INEXCUSABILIDAD hace
referencia a la ausencia de pretextos para desobedecer y a la posibilidad de ser lograda la obediencia a través
de la coercibilidad (uso de la fuerza).
La falta de legitimidad o de legalidad del poder político tiende a legitimar la desobediencia. Otro problema es
el de la legitimidad de la desobediencia cuando los mandatos del poder van en contra de los preceptos de la
conciencia moral de sus destinatarios.
La obediencia política alcanza su plenitud en el estado moderno, siendo éste el único monopolizador de la
fuerza como instrumento para lograr obediencia. El estado moderno no telera que los otros grupos compitan
con él, pretendiendo exigir obediencia absoluta.
El poder y el derecho. son nociones que se reclaman mutuamente, realidades entrelazadas y difíciles de
separar. El poder contribuye a la efectividad y a la eficacia del derecho, el derecho juridifica al poder
concurriendo a darle legitimidad y legalidad.
Los valores y el derecho. Si al derecho en sentido objetivo (sistema jurídico) lo comparamos con un árbol,
podríamos preguntarnos también acerca de qué es lo que mantiene con vida al derecho de un país.
Existencia y naturaleza de los valores. Existen los valores? Los valores no son objeto de la realidad
sensible, o sea no puede comprobarse empíricamente su existencia. Los valores no tienen una existencia
física, por lo tanto no podemos percibirlos ni conocerlos a través de nuestros sentidos. Pero aparecen
relacionados con objetos de existencia material, cosas naturales o culturales, es así que hablamos de la justicia
de una norma.
Los valores no existen física o materialmente por sí mismos. Siempre descansan en un depositario de orden
corporal. Por lo tanto se presentan como cualidades de un objeto, y a ese objeto lo captamos por los sentidos,
pero en cambio los valores no son captados por los sentidos. Por el contrario, se basan o están asentados en
los objetos de la realidad sensible. La irrealidad del valor debe interpretarse como que ellos constituyen una
cualidad estructural. Los valores están condicionados por los elementos subjetivos, del sujeto que valora,
objetivos del objeto valorado y además por la situación concreta en la cual se presentan (carácter situacional)
Los valores ¿son objetivos o subjetivos? A nuestro entender los valores surgen de la conjunción de
elementos objetivos y subjetivos.
Para los OBJETIVISTAS el valor existe independientemente de un sujeto o de una conciencia valorativa. Para
los SUBJETIVISTAS el valor debe su existencia a reacciones fisiológicas o psicológicas del sujeto que valora.
El sujeto sólo descubre al valor que preexiste y a partir de él enjuicia objetos, en cambio para los subjetivistas
el valor no puede ser ajeno a la valoración o visualizarse como algo distinto a él, afirman que las cosas tienen
valor porque nosotros las deseamos.
El carácter relacional de los valores. Los valores establecen o surgen a partir de una relación entre el
sujeto y el objeto, pero podemos ver que los objetos, motivo de las valoraciones no son todos iguales, son de
las más diversas naturalezas. El sujeto que valora no es siempre el mismo, las condiciones biológicas y
psicológicas en que se encuentra varían y todo ello hace que éste modifique sus reacciones frente a los
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objetos.
La organización económica y jurídica, las costumbres, la tradición, las creencias religiosas y muchas otras
formas de vida que trascienden la ética, son las que han contribuido a establecer determinados valores
sociales. Siempre nos encontraremos con dos situaciones: la subjetiva y la objetiva, la relación entre estos dos
factores más los sociales o culturales es compleja.
Con respecto al aspecto subjetivo, hemos visto que un valor no tiene existencia ni sentido fuera de la
valoración real o posible. La valoración cambia, a su vez, con las condiciones fisiológicas y psicológicas del
sujeto. Debemos destacar el carácter dinámico del elemento subjetivo, ya que la vivencia valorativa recibe la
influencia de todas las otras vivencias anteriores o contemporáneas. Ni la valoración ni las vivencias valorativas
son fijas, sino que son cambiantes y mantienen entre sí una relación mutua.
Con respecto a lo OBJETIVO podemos afirmar que no hay valoración sin la presencia de un objeto. Hay
cualidades en el objeto que obligan a reaccionar de un modo determinado, a valorar positiva o negativamente
aunque no me agrade o desee hacerlo.
Los valores como cualidades estructurales. Los objetos poseen diversos tipos de cualidades, llamadas
primarias, que son aquellas esenciales para la existencia misma del objeto (la extensión, el peso). Las
cualidades secundarias o sensibles que forman parte del ser del objeto pero no son esenciales al mismo (color,
sabor, olor). Los valores son propiedades que poseen ciertos objetos, no son independientes ni sustantivos. El
valor es una cualidad que depende de sus miembros, pero no equivale a la mera suma de éstos.
Los miembros de una estructura no son homogéneos, la estructura constituye una unidad concreta y no una
abstracción, y los miembros que la componen se encuentran en una interrelación activa, de ahí que en
muchos casos, al modificar un miembro se altera el conjunto.
Los valores y la situación (natural y cultural). El valor es una cualidad estructural que tiene un carácter
relacional, ya que surge de la relación que se establece entre el sujeto que valora y el objeto valorado. Esta
relación se da en una situación determinada.
La situación no es un hecho accesorio, sino que afecta tanto al sujeto como al objeto, como así también al tipo
de relación que mantienen, los elementos que constituyen una situación son los siguientes:
a. El ambiente físico (temperatura, clima)
b. El ambiente cultural, ya que cada cultura tiene su propio conjunto de valores aunque no sean estables
c. El conjunto de necesidades, expectativas, aspiraciones y posibilidades de cumplirlas
d. El factor tempo-espacial que es el microclima en que ocurre la valoración.
Estos factores están íntimamente interconectados, cualquier cambio en uno de ellos altera a los demás.
Forman parte de la constitución misma del valor, sin su presencia el valor carece de existencia real.
El valor es una cualidad estructural que tiene existencia y sentido en situaciones concretas. Se apoya
doblemente en la realidad, pues la estructura valiosa surge de cualidades empíricas y el bien al que se
incorpora se da en situaciones reales. Pero el valor no se reduce a esas cualidades, el valor es una cualidad
empírica, producto de cualidades naturales, aunque no reducible a ellas.
La polaridad de los valores. Otra característica de los valores es su bipolaridad, siempre a la par del valor
va el disvalor. (no podemos percibir a la justicia sin tener alguna percepción de la injusticia). Si bien los
valores se dan siempre en una graduación bipolar, entre estos polos hay una graduación de matices
imperceptibles, por lo que resulta imposible determinar exactamente cuál es el punto medio entre los dos
polos. Todo esto también es aplicable a los valores jurídicos.
Las escalas de valores. No todos los valores valen igual, y ello depende de varios elementos, objetivos,
subjetivos y fundamentalmente de la situación. Por ello hablamos de valores superiores e inferiores. El
problema de la jerarquía depende de la concepción que se tenga del valor. Si el valor se reduce al agrado,
deseo o interés, el mayor valor equivaldrá a un mayor grado, deseo o interés. La naturaleza del valor
determina su lugar dentro de la escala jerárquica, pero además se debe atender a:
a. Las reacciones del sujeto, necesidades, intereses, aspiraciones
b. La jerarquía del valor debe tener en cuenta las cualidades del objeto
c. Y la situación, o sea si varían las condiciones en que se da la relación del sujeto con el objeto, variará
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la altura del valor.
Los tres caracteres son inestables. El que tiene menos estabilidad es el sujeto. El objeto es el que mantiene
más estabilidad. La situación es a su vez el resultado de un conjunto de factores cambiantes de orden natural
y cultural.
Teorías cognoscitivas y no cognoscitivas de los valores. Distinguimos dentro de las primeras a los
naturalistas, racionalistas e intuicionistas. Y en las segundas a los voluntaristas y emotivistas. (están
desarrolladas en el siguiente tema: justicia)
Los valores jurídicos. Participan de las mismas características que los otros valores. Pero se diferencian en
que podemos considerarlos inicialmente como valores sociales o bilaterales. Todo valor que luzca en la
conducta en interferencia intersubjetiva interesa a la axiología jurídica (filosofía de los valores).
La justicia. No es un fin sino un valor central. Se funda en la coexistencia que aquí aparece como
entendimiento comunitario.
Teorías no cognoscitivas. Sostienen que no puede darse propiamente el conocimiento de los valores ya que
el fundamento de éstos ha de buscarse en el campo de la voluntad o del sentimiento. Se distinguen dentro de
ellas:
a. Las teorías voluntaristas: donde la justicia depende exclusivamente de actos de voluntad,
pueden existir o no, y junto con ellos la justicia. Dentro de estas encontramos :
i. El materialismo: se funda en la evidente consideración de que las leyes se imponen
por los individuos o grupos socialmente más fuertes.
ii. El contractualismo: evidencia el origen convencional de las leyes, y sostiene la
existencia entre los ciudadanos de un pacto tácito por el que cada uno respeta la paz
social de los demás para que a su vez éstos respeten la suya.
b. Las teorías emotivistas: la justicia tiene un significado emotivo y no hace más que expresar
nuestras preferencias hacia ciertos comportamientos o normas.
La justicia como ideología. Entre dos personas que no se ponen de acuerdo en una cuestión puede haber:
- Desacuerdo de creencia: o mejor dicho sobre conocimientos, se eliminan fácilmente mediante
técnicas de verificación fáctica.
- Desacuerdo de actitudes: pueden eliminarse mediante el uso de una técnica lógico-deductiva que
permite demostrar que de creencias comunes se deducen conclusiones similares, y que cuando ello no
ocurre, por un principio de coherencia lógica se debe llegar a un acuerdo.
- Desacuerdo ideológico: no pueden resolverse ni mediante el uso de técnicas de verificación ni
mediante el uso de técnicas lógico deductivas. Por lo que deben resolverse por argumentos
persuasivos.