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El poder de la música en el desarrollo

emocional y cognitivo del niño

05/01/2014
En la actualidad, existen muchos estudios dedicados a probar la influencia que la música
ejerce sobre las personas; estudios que van desde el terreno conductivo al desarrollo
físico o psicológico. Centrándonos en la infancia, podemos afirmar que la música es
fundamental para obtener respuestas positivas en los niños. De ahí la importancia de la
música en todas las fases del desarrollo infantil.

El oído es un sentido que se desarrolla rápidamente, cuando el niño aún se encuentra en


el útero materno. En el quinto mes de embarazo, el oído del bebé, que estructuralmente
es comparable al de un adulto, ya está inmerso en un mundo sonoro formado por los
sonidos del latido del corazón de la madre, movimientos intrauterinos, voces, música, etc.

La música es emoción, «el movimiento e impulso» del ser humano. Las emociones nos
posicionan en nuestro entorno y son los pilares básicos sobre los que forjamos nuestra
personalidad. Las emociones y la música comparten la misma región del cerebro; ambas
se encuentran ubicadas en el cortex prefrontal, por lo que la música es capaz de provocar
todo tipo de sentimientos.
La música induce todo tipo de estados emocionales y siempre se ha utilizado, junto a otros
estímulos (como el cine, por ejemplo), para crear un estado anímico que ayude a conseguir un
fin. También nos podemos remontar a las tradiciones más antiguas y comprobar que, ya
entonces, se utilizaban secuencias rítmicas repetitivas para inducir estados determinados
en diversos ritos y ceremonias.
En la sociedad actual, estamos acostumbrados a que nos bombardeen constantemente
con estímulos de todo tipo, la mayoría dirigidos a conseguir beneficios, como es el caso
de la publicidad. La mayor parte de estos estímulos no tienen en cuenta nuestro bien ni
beneficio y, por ello, se torna prioritario poner todo el empeño posible para salvaguardar
nuestra intimidad y libertad de decisión, haciendo aún más hincapié cuando el público
objetivo es el infantil.
La relación con los sentimientos no es el único elemento que marca la importancia de la
música que escucha el público infantil. De la misma forma, también es fundamental el
desarrollo mental que se produce al escuchar estructuras armónicas complejas o
simplemente «diferentes», una actividad que aumenta la capacidad intelectual del oyente,
incrementa el desarrollo de la creatividad y, por consiguiente, favorece el aprendizaje y el
sentido crítico.

Debemos tener en cuenta que, por norma, prácticamente toda la música que consumen
los niños es música con letra y, en la mayoría de los casos, se trata de la misma música
que se produce para el público adolescente o adulto, con temáticas y patrones musicales
muy alejados de las necesidades infantiles. Debemos ser conscientes de que los niños
van asimilando esta música sin ser plenamente conscientes de lo que escuchan.

Son muchos los beneficios que se pueden obtener de escuchar música: relajar o
estimular, mejorar la psicomotricidad, desarrollar aptitudes cognitivas, aumentar la
capacidad de concentración y memoria, etc. Hoy en día, queda demostrado que la música
es de vital importancia, incluso, en el mundo de la medicina, con resultados muy positivos. Por
todo ello, queremos recordar que la música es una herramienta fundamental para padres
y educadores en general, ya que es el mejor vehículo para transmitir cualquier tipo de
aprendizaje de forma lúdica.
Este artículo ha sido escrito por Esmuki, una iniciativa creada para ofrecer contenidos divertidos
basados en valores y en el desarrollo de la inteligencia emocional y el pensamiento creativo. El
nombre Esmuki da sentido a la idea de estimular a través de la música, con el objetivo de ayudar a
descubrir la esencia de la persona.

«La vida sin música sería un error» Friedrich Nietzsche


EMOCIONARIO

A medida que iba desarrollando en clase el Proyecto Emocionario, se despertaba en


mí una idea: ¿por qué no asociar una pieza musical a cada emoción? De sobra es
conocida la relación entre música y emociones, así que pensé que la música podría
servir para ayudarnos en la identificación de cada emoción. Y tenía la oportunidad
de vincular dos de mis principales pasiones: la música y la educación. Y más
concretamente, la educación emocional.

Sin embargo, yo ya tenía el proyecto en marcha con mis alumnos, y lo acabé tal
cual, sin música (además, necesitaba encontrar tiempo para buscar las 42 piezas
musicales que relacionaría con cada emoción). Eso sí, este curso he hecho un repaso
del proyecto (bueno, además hablamos de él en muchas ocasiones) y he trabajado
con ellos (y seguiré trabajando) la parte musical. En otro post os explicaré cómo lo
he hecho y a qué conclusiones hemos llegado.

Como he realizado todo el trabajo, he pensado compartirlo con vosotros, ya que sois
muchos los que estáis poniendo el Proyecto Emocionario en marcha y quizás queráis
también aprovechar el poder de la música. Además, quien todavía no haya iniciado
el proyecto, puede querer realizarlo, desde un primer momento, acompañado de la
música. Así que os presento el Proyecto Emocionario Musical.
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Pero empecemos por el principio.


Influencia de la música en las emociones

La relación entre música y emociones es indiscutible. En el antiguo Egipto, los


signos jeroglíficos que representaban la palabra “música” eran idénticos a los que
representaban los estados de “alegría y bienestar”. Curiosamente, en chino, la
palabra música está formada por dos ideogramas (音樂) que significan “disfrutar del
sonido”. Existe, pues, una gran coincidencia en los significados que han perdurado a
través de los siglos. En todos ellos se alude a que la música resulta de una
percepción agradable de los sonidos y que, además, produce un estado placentero.

La música desde tiempos antiguos ha venido mostrando su gran capacidad para


incidir en la vida de una persona, afectando de una manera agradable o
desagradable en sus emociones, interviniendo en la mente, cuerpo y espíritu. La
psicología cumple un papel muy importante en este proceso, puesto que al conocerse
los mecanismos de acción de la música sobre la respuesta emotiva de un individuo,
puede utilizarse como una herramienta positiva para el beneficio de las personas,
empleando la música como objeto de intervención que permita la estimulación de
procesos cognitivos, la mejora de estados emocionales, el tratamiento de problemas
psíquicos, la intervención sobre la autoestima, entre otros, con el fin de mejorar la
calidad de vida de las personas y grupos.

En los años 40, el psiquiatra Altschuler desarrolló la teoría acerca de la respuesta


talámica según la cual la música podía estimular una respuesta en esa zona aún
cuando no se produjeran cambios a nivel consciente. Con las nuevas técnicas de
diagnóstico por la imagen, se ha comprobado que, efectivamente, las estructuras
cerebrales que procesan las emociones son equivalentes a las que procesan la
música, lo cual explica la relación directa que existe entre ambas.

El oído es nuestro sentido más emocionalmente poderoso, quien nos proporciona


la mayor fuente de emociones. Según el neurocientífico Patrik Nils, es el sentido que
nos conecta con mayor eficacia a estados cerebrales elevados. El feto, a partir del
quinto mes de gestación, reacciona a los estímulos musicales, a la vez que es muy
sensible a los sentimientos que la música provoca en la madre.

Mediante la voz y el canto podemos transmitir sensaciones de paz y tranquilidad, de


alegría y felicidad, pero también de rabia y odio. Su impacto perdura e influye en
nosotros, más de lo que nos creemos, por la carga emocional que transmiten.

Cuando escuchamos música que nos gusta, se activan determinadas sustancias


químicas en nuestro organismo que actúan sobre el sistema nervioso central. Se
estimula la producción de neurotransmisores (dopamina, oxitocina, endorfinas…)
obteniéndose un estado que favorece la alegría y el optimismo en general. También
se generan ondas cerebrales alfa que están asociadas a estados de relajación corporal
y psíquica.

Recientes estudios sobre las respuestas obtenidas mientras algunos voluntarios


escuchaban acordes disonantes y consonantes, mostraron que se activan diferentes
zonas cerebrales, relacionadas con emociones distintas.

Para Radford, C. (1991) la explicación del por qué la música puede evocar
emociones diferentes se puede abordar desde dos enfoques distintos: cognitivo y
emotivo. Desde el punto de vista cognitivo, las emociones producidas por la
música dependen directamente de las experiencias previas de las personas así como
de las asociaciones que realiza de la estimulación emocional con las situaciones en
las que se le presenta. Para el enfoque emotivo, las emociones producidas por la
música se deben específicamente a las características propias de la música. Para este
autor existe un tercer enfoque al que denomina “moodist”, que establece que la
música tiene cualidades que produce una tendencia en las personas a que
experimenten una emoción en particular, aunque debe considerarse el estado de
ánimo de las mismas así como algunos factores externos como son el ambiente y las
asociaciones previas que se hayan realizado.
Se han descrito casos de pacientes con lesiones cerebrales determinantes de
profundas alteraciones en la percepción del ritmo, tono y melodía, que son capaces
de percibir el componente emocional de la música y también hay otros con todo lo
contrario. Esto prueba que el componente emocional de la música se procesa de
un modo independiente.

La música ha sido muchas veces definida como el lenguaje de las emociones, por
su estrecha relación con las mismas. Resulta un elemento facilitador de la
comunicación y la expresión, siendo especialmente significativos sus efectos en
personas con alteraciones comunicativas. Tanto Altshuler como Gaston han
convenido en destacar las modificaciones a nivel del estado anímico en función de la
música escuchada, como también de los potentes efectos a nivel de comunicación y
expresión de sentimientos y emociones. Algunos de los efectos recogidos en este
nivel serían:

 Comunicación y expresión de estados emocionales.


 Promoción de la expresión de emociones profundas.
 Modificación del estado de ánimo.
 Evocación de emociones y sentimientos vinculados a situaciones.

Desde un punto de vista psicológico, es evidente la catarsis de emociones no


expresadas verbalmente que produce la audición musical y cómo ésta puede
producir cambios en la personalidad. Una de las teorías sobre la influencia de la
música en el comportamiento del ser humano podría ser una análoga a la teoría del
humor de Freud, en la que los mecanismos de la melodía y el ritmo actúan como un
pre-placer para sobornar los mecanismos de defensa, por lo que las tendencias
emocionales reprimidas se relajan, en este caso, en forma de fantasía.

La música tiene la capacidad de ayudarnos a cambiar nuestro estado de ánimo, si


lo deseamos. Paralelamente, la forma en que nos sentimos puede determinar la
música que elegimos escuchar en cada momento, de modo que ésta suele ser
coherente con nuestro estado de ánimo y nos permite expresarnos emocionalmente.
También se ha comprobado que tiene efectos sobre la ansiedad ya que la música
estimulante incrementa la activación fisiológica y psicológica, aumentando las
respuestas de preocupación y emocionalidad, mientras que la sedante disminuye
dichas respuestas.

La música, al igual que sucede con los olores, favorece poderosamente el recuerdo
de experiencias y situaciones pasadas, y estos recuerdos afectan positiva o
negativamente al estado de ánimo. Actualmente existen diversas formas de inducir
estados de ánimo, entre la que se encuentra indudablemente la estimulación musical.
Inducir un estado de ánimo concreto no es excesivamente complicado, ya que el
recuerdo que evoca una melodía provoca la asociación con otros recuerdos de la
misma valencia emocional (positiva o negativa) y modifica la forma en la que nos
sentíamos antes de escuchar el tema musical. De esta forma estamos afectando al
estado de ánimo general, por lo que la música puede ser considerada un potente
inductor para modificar el estado de ánimo.

La música también tiene un gran componente social y se encarga de la


sincronización del estado de ánimo, favoreciendo la preparación de las actividades
colectivas, como en el caso de la música militar o religiosa. Además, es
sorprendente la capacidad de la música para producir emociones cuando no es
estrictamente necesaria para la supervivencia; quizás el valor adaptativo de la
música consista en su posible beneficio sobre nuestra salud física y mental, lo que
estaría en la base de la musicoterapia. La música, al permitir que afloren nuestras
emociones, es un buen vehículo para mejorar nuestro autoconocimiento y el de los
demás porque al escuchar una obra musical podemos identificar nuestras emociones,
etiquetarlas correctamente y regularlas. También podremos aplicar las mismas
estrategias a los estados emocionales de los demás, compartiendo sus expresiones y
nuestras percepciones. Además, la música puede favorecer nuestra salud al liberar al
torrente sanguíneo endorfinas que nos proporcionen bienestar y relax, o adrenalina
que nos incite a movernos o expresar nuestras tensiones.

Por último, cabe destacar que la música es un medio de empatía por excelencia.
De hecho, en muchos aspectos, nada la supera. Cuando cantamos juntos la misma
canción, vivimos dentro de la misma melodía, compartimos el centro tonal,
articulamos la misma letra, avanzamos con el mismo ritmo momento a momento,
sonido a sonido, a través de una continua percepción del otro, y de un continuo
esfuerzo por mantenernos unidos y de ser uno con la experiencia. Mientras tanto,
estamos recibiendo la misma retroalimentación al escucharnos a nosotros mismos;
escuchamos los mismos sonidos y palabras mientras los cantamos; sentimos el
mismo flujo y reflujo al dar forma a cada verso. Cuando la canción es triste,
compartimos la tristeza, la vivimos juntos; cuando la canción es alegre, la
celebramos juntos, compartimos la ocasión para alegrarnos. Nuestras acciones se
sincronizan en el tiempo, nuestros cuerpos resuenan ante las mismas vibraciones,
nuestra atención es atraída por el mismo centro, nuestras emociones se reflejan de
uno al otro y, en la música que estamos haciendo, nuestros pensamientos son uno.

Estructuración de las sesiones del Proyecto


Emocionario Musical

Durante este último año, a raíz de publicar mi experiencia con el Proyecto


Emocionario, sois muchos los que me habéis escrito para preguntarme sobre él, ya
que queríais saber más concretamente cómo lo llevaba a cabo en el aula. En este
apartado, además de introducir la música como elemento del proyecto, defino más
específicamente cómo realizar las sesiones, siempre teniendo en cuenta que se trata
sólo de una propuesta, y que es cada uno, en función de la realidad de su ámbito de
aplicación, el que debe decidir cómo llevarlo a cabo.

Esta propuesta didáctica toma como punto de partida el libro Emocionario, de la


editorial Palabras Aladas, y se ha diseñado para trabajar en el ámbito escolar, en la
etapa de primaria (a partir de los 6 años), aunque es perfectamente adaptable a otros
ámbitos y etapas educativas. Creo que esta propuesta didáctica, que aúna música y
emociones, puede ser un buen punto de partida para iniciarse en el fascinante
mundo de la inteligencia emocional, principalmente en la escuela, pero también en
muchos otros ámbitos. Pienso que este recurso puede ser una buena herramienta
para mejorar la competencia emocional y social de nuestros niños y adolescentes,
para ayudarles a controlar el gran torrente emocional que les invade, a tener una
imagen más positiva de ellos mismos y la capacidad para resolver conflictos
adecuadamente. En definitiva, para que sean personas con mayor bienestar
emocional y construir, entre todos, una mejor sociedad.
Todos los autores que nos hablan sobre inteligencia emocional (podéis leer sobre
ello en el post sobre el fin del Proyecto Emocionario) coinciden en que el primer
paso para desarrollar la inteligencia emocional empieza por la autoconciencia, que
implica aprender a identificar los propios sentimientos. Sobre esta habilidad, se van
contruyendo el resto que conforman la inteligencia emocional, progresivamente. Por
tanto, la idea del libro Emocionario me parece muy acertada: es, nada más y nada
menos, que un diccionario de emociones. Ya os hablé de ello cuando puse en
marcha el Proyecto Emocionario, y allí podéis leer más sobre ello, no voy a repetirlo
aquí.

La propuesta didáctica consta de 42 sesiones de trabajo, pensadas para trabajar una


semanalmente, durante un curso escolar. Sin embargo, la temporalización es
variable en función de las circunstancias que rodean a la persona que lo vaya a llevar
a cabo y de la población a la que vaya dirigida. En la etapa de infantil, por ejemplo,
recomiendo reducir las sesiones, escogiendo aquellas emociones que resultan más
sencillas de entender por los niños. A partir de primaria, los alumnos son
perfectamente capaces de entender y asimilar todas las emociones que se proponen.
En la etapa de secundaria, por otro lado, más que ampliar el número de emociones,
considero apropiado profundizar más en cada una de ellas.

Aunque el libro seleccionado nos sirve de guía, sólo supone un punto de partida.
Nos proporciona un itinerario a seguir por las emociones a trabajar (aunque el
orden sólo es una propuesta, se puede seguir cualquier otro en función de las
necesidades o preferencias) y nos ofrece unas ilustraciones que nos ayudan a
imaginar situaciones relacionadas con la emoción que se trabaja. Sin embargo, la
propuesta va más allá. Para cada emoción se ha seleccionado una pieza musical,
que resulta clave para conectar con la emoción y nos ayuda a identificarla. Se
propone un espacio del aula destinado al proyecto, que nos acompañará durante
todo un curso escolar. Y la participación del alumnado en la sesión es otro elemento
imprescindible en la propuesta. El diálogo y el debate son fundamentales en la
dinámica de las sesiones, así como la gran cantidad de ejemplos que aportan todos
los miembros del grupo.

Cabe destacar en este punto que la propuesta de la ilustración que hace el libro o la
pieza musical que propongo yo son sólo eso, propuestas. Es decir, que aunque la
mayoría de personas puedan sentir, por ejemplo, ternura al contemplar la imagen de
la mamá cordero tejiendo una bufanda para su corderito entre algodones, habrá a
quien los corderos le evoquen asco, pavor o cualquier otra emoción por su historia
personal o cualquier otro motivo. Y nunca le diremos a un alumno que esa emoción
no es válida. Del mismo modo ocurre con la música. Yo propongo una pieza musical
por sus características musicales, pero insisto en que es una selección subjetiva. A la
mayoría de las personas, las piezas musicales que he seleccionado, les evocarán
emociones afines, sin embargo, cualquier otra emoción sería válida. De ahí que se
pongan en común todas las propuestas y se dialogue y debata. A lo niños se les debe
dejar claro. Por eso insisto en que este proyecto es una guía, un índice que puede ser
tomado en cualquier otro orden. A mí, personalmente, me interesa profundizar en
una emoción durante cada sesión. Por eso, una vez puesto todo en común y
escuchadas todas las propuestas de los alumnos, nos centramos en una. La
ilustración y la pieza musical sólo suponen un punto de partida.

Por poner otro ejemplo en la misma línea, el famoso cuento "El monstruo de
colores" asocia un color a cada emoción. Una de esas asociaciones es el rojo, que
representa a la ira. A mí el rojo me puede inspirar pasión, amor, y no ira, que quizá
vincule más con el negro. Pero se trata sólo de representaciones, y así se lo dejo
claro a los alumnos, que en realidad se puede asociar cualquier color (música,
ilustración, objeto...) a cualquier emoción. Yo me quedo con el fin último del
cuento, que es etiquetar cada emoción, "ponerla en un bote", es decir, aprender a
identificarla. ¿A que tampoco coinciden del todo los colores de "El monstruo de
colores" con los de los personajes de la película "Inside Out"? Y así con cualquier
otra asociación...

Así, pues, aclarado esto, vamos a ver cómo se estructuraría cada sesión de la
propuesta didáctica:

 Previamente al inicio del proyecto, se seleccionará un espacio del aula que


será una exposición/mural de las ilustraciones de emociones que se vayan
trabajando, así como del título de la pieza musical relacionada. De esta manera, las
emociones forman parte del día a día en el aula, las tenemos siempre presentes, y las
vamos recordando y asimilando mejor durante todo el curso. Además, todas las
emociones guardan relación con otra (por afinidad, por ser opuestas…) y tenerlas
todas a la vista nos ayudarán a establecer todas esas relaciones.
 Cada lunes se colgará en el mural la ilustración de la emoción que se va a
trabajar esa semana. No se dirá nada, no se darán más pistas. Esto genera
expectación y curiosidad en los niños, que esperan la sesión con ilusión. Además, se
les incita a que vayan intuyendo de qué emoción se trata a partir de los elementos
gráficos. La idea es que, hasta el día que se realice la sesión, vayan observando la
ilustración, dando rienda suelta a su imaginación, desarrollando su creatividad o,
incluso, barajando hipótesis con otros compañeros de clase.
 Cuando llegue el momento de la sesión, se pondrá especial cuidado en
el ambiente y disposición del aula. En la medida de lo posible, profesor y alumnos
se colocarán en círculo, para poderse ver todos las caras y facilitar las interacciones.
Se buscará una iluminación tenue, preferiblemente natural y, también en la medida
de lo posible, se seleccionará un espacio del centro educativo lo más silencioso
posible, para facilitar la relajación y la concentración. Se cuidarán al máximo los
detalles para que el ambiente en el que vamos a trabajar sea agradable en todos los
sentidos.
 Lo primero que se hará al inicio de la sesión es escuchar la pieza
seleccionada. En silencio, con los ojos cerrados, sintiendo lo que la música quiere
transmitir, escuchando en nuestro interior las emociones que la música despierta en
nosotros.
 Después de la audición, se dejará un minuto de silencio para poner las ideas
en orden, para pensar en cómo nos hemos sentido, para relacionar lo que música e
ilustración tienen en común, para intentar deducir cuál es la emoción que se va a
trabajar durante la sesión.
 A continuación, se pedirá a los alumnos que vuelvan a observar la ilustración
y que cuenten en voz alta la situación que han imaginado que se esconde tras ella.
Esto generará un primer debate en el que los alumnos, ayudados unos de otros, irán
elaborando una historia a partir de la ilustración, y que nos ayudará a asociar una
o varias emociones. Aquí tenéis una propuesta con ideas para ayudar a los alumnos a
explorar las imágenes. ¡Muy recomendable!
 Una vez que tengamos una hipótesis sobre la historia que envuelve a la
ilustración, pasaremos a un segundo debate sobre qué emociones ha despertado en
nosotros la audición de la pieza musical, sobre cómo nos hemos sentido. A
continuación, buscaremos la relación entre las sensaciones despertadas por la música
y la historia que hemos imaginado a partir de la ilustración, hasta que todo vaya
cogiendo sentido y avance en la misma dirección.
 Llegados a este punto, los alumnos ya estarán preparados para poner nombre
a la emoción. Se pondrán en común todas las propuestas y se comprobará que
muchos alumnos apuntan a la misma emoción o a emociones muy afines. En
cualquier caso, como he explicado antes, cualquier emoción propuesta será válida,
ya que en función de la historia personal de cada uno, la ilustración o la música nos
evocará una emoción u otra. Una vez escuchadas todas las propuestas, el profesor
desvelará qué emoción ha vinculado el libro a esa ilustración o yo misma a esa
música. Para poder centrarse durante el resto de la sesión en una sola emoción, para
ahondar y profundizar en ella, para seguir un guión que nos asegure que a lo largo
del proyecto seguimos un itinerario amplio (que, una vez más, puede ser otro).
 Una vez que nos centramos en una emoción, se hablará a los alumnos sobre
ella. Leer la información que yo he publicado sobre cada emoción en el Proyecto
Emocionario puede servir de guía, pero lo ideal es que cada profesor haga su propia
exposición sobre la emoción, adaptándose a la realidad de su aula, a la edad de sus
alumnos y a las circunstancias que les rodean. Aunque esta parte es en la que el
profesor tiene más protagonismo, puesto que da la información a los alumnos, se les
permitirá intervenir y dar su punto de vista. Mis sesiones de trabajo contienen una
información básica sobre cada emoción, que puede resultar muy útil, pero la
dinámica del grupo será la que, finalmente, dirigirá la exposición.
 En este momento, los alumnos ya tienen bastante clara la emoción trabajada.
Han conectado con ella a través de la música, han elaborado una historia en la que la
protagonista es la emoción y han absorbido la información sobre la emoción que ha
proporcionado el profesor y, si es el caso, los propios alumnos. Por tanto, ahora que
la identifican, es el momento de hacer memoria y buscar en sus recuerdos
algunas experiencias en las que hayan sentido esa emoción. Así pues, se realizará
una puesta en común en la que los alumnos irán contando situaciones vividas
relacionadas con la emoción. No se forzará a ningún niño a participar, aunque se
animará a hacerlo. Por otro lado, también se dirá a los niños que si no quieren contar
experiencias propias, pueden exponer situaciones de otros, reales o imaginarias, en
las que se dé la emoción. El objetivo es poner en común el máximo de situaciones
posibles relacionadas con la emoción, ya que eso enriquecerá mucho el
entendimiento de la emoción y, además, favorecerá la empatía, al ponerse
continuamente en el lugar de los otros.
 Con posterioridad, el profesor elaborará un resumen de todo lo trabajado en
la sesión: la ilustración, la pieza musical escuchada, la historia elaborada, la
información sobre la emoción y las experiencias aportadas por los alumnos. Este
resumen de la sesión se colocará junto a la exposición/mural y estará a disposición
de los alumnos para cuando lo quieran consultar. De esta forma, a medida que
avancen en la propuesta didáctica, cada grupo de trabajo irá elaborando su
propio “emocionario”.

Criterios para la selección de las piezas musicales


La selección de las piezas musicales para cada emoción tiene un carácter muy
subjetivo. Además, muchas piezas podrían ser útiles para diferentes emociones (hay
emociones que guardan mucha relación entre ellas o que, por ejemplo, comparten
como base una emoción básica como la tristeza). Yo hago una propuesta, pero cada
profesor es libre de seleccionar aquellas que sean de su preferencia, así como los
alumnos participar con sus propuestas. Eso sí, todas las piezas que he seleccionado
son instrumentales, y recomiendo que así se haga, puesto que si la música tiene
letra, podemos centrarnos en el mensaje lingüístico en vez de en el musical.

A parte del carácter subjetivo que me esmero en recalcar, la música es capaz de


provocar emociones relacionadas, en parte, con diversos parámetros de su
estructura musical. Después, influirá la propia experiencia, los recuerdos
asimilados y el entorno cultural en el que hemos crecido y vivido, pero podemos ver,
a nivel general, algunos efectos que pueden producir el ritmo, la melodía, la
armonía, el tono, la tonalidad, el volumen e incluso el silencio, todos ellos
integrantes de la estructura musical:

 Ritmo: la acción inmediata del ritmo es una estimulación física, que afecta
directamente a nuestra dimensión física-corporal. Los ritmos lentos inducen a la
quietud, al reposo, y los rápidos incitan al movimiento. Con el ritmo se actúa por
“simpatía” sobre los propios ritmos, como el respiratorio y/o cardíaco, por ejemplo.
En general, la música alegre suele tener un ritmo rápido y la música triste más lento.
Un ritmo irregular sugiere alegría, nos estimula, mientras que un ritmo regular,
monótono, puede producir una sensación de tristeza.
 Melodía: cuando escuchamos una melodía, es fácil que nos evoque
determinados recuerdos, pues afecta directamente a nuestra dimensión emocional.
Un violín, una flauta dulce o el sonido de un piano, influyen en nuestra afectividad.
Una música con una melodía agradable es de gran ayuda para mejorar la
comunicación y permitir la expresión de sentimientos. Una marcada variación
melódica se relaciona con la alegría y, por el contrario, si la variación melódica es
mínima, se vincula con una sensación de tristeza.
 Armonía: si deseamos concentrarnos en el estudio o buscamos un tiempo de
interiorización, de meditación, seguramente buscaremos una música suave y
armoniosa que nos aportará esa sensación de equilibrio y serenidad. Si la música que
escuchamos es disonante se produce una sensación de irritabilidad que puede
generarnos ansiedad. En general, la armonía incide directamente en nuestra
dimensión cognitiva-mental y, también, en la espiritual. La música alegre contiene
un gran número de sonidos armónicos en contraposición con la música triste que
presenta mayor carencia de ellos.
 Tono: los sonidos graves producen un efecto calmante, tranquilizador, e
Binfluyen preferentemente en las zonas corporales huecas, como los pulmones,
corazón y abdomen. Es un efecto más bien mecánico, de resonancia física. Por otra
parte, las frecuencias graves o bajas tienden a relacionarse con sentimientos de
tristeza. Los sonidos agudos son estimulantes, actuando preferentemente sobre el
sistema nervioso y las contracturas musculares. Ayudan a desperezarnos y mejorar
un estado de cansancio o agotamiento. Las frecuencias agudas tienen una relación
con una percepción de alegría.
 Tonalidad: las tonalidades mayores infunden estados eufóricos, alegres, y las
tonalidades menores, melancolía o tristeza. Sin embargo, no es un hecho universal
ya que interviene el entorno cultural en el que hemos crecido del cual tomamos
determinados patrones que condicionan nuestras percepciones.
 Volumen: es el que más nos afecta, pues según cuál sea su nivel, puede
enmascarar, anular y hasta invertir los anteriores efectos. En general, un volumen o
intensidad elevada, sin sobrepasar ciertos límites, provoca sensaciones de alegría.
Un volumen bajo da lugar a estados o espacios de mayor intimidad y serenidad. No
obstante, una canción que nos resulte agradable puede volverse insoportable a un
volumen excesivo. Las notas agudas a bajo volumen son agradables,
antidepresivas, nos predisponen al trabajo y nos proporcionan felicidad.
1. Las notas agudas con volumen elevado nos alertan y sitúan en estado
de atención extrema. Son sonidos irritantes y sobrecogedores. Si le añadimos
un ritmo acelerado, nos invitará claramente al movimiento y a relacionarnos o
sentirnos cohesionados con la gente que nos rodea. Es eficaz ante la apatía y
determinados complejos, aunque puede aumentar la agresividad.
2. Las notas graves a bajo volumen son sonidos que nos inducen a
movimientos lentos o a estados de serenidad, sosiego o reflexión, muy útiles
para la relajación.
3. Las notas graves con volumen elevado tienen un efecto totalmente
contrario al anterior. Producen sensaciones de miedo, terror o de peligro.
 Silencio: el sonido es tan poderoso que incluso su ausencia es capaz de
provocarnos determinadas respuestas emotivas y/o cognitivas. Hay un aumento de la
atención, puede crearse una expectativa de temor, de sorpresa, de desconcierto, pero
no hay duda alguna que la ausencia de sonido también nos afecta.

Emociones y piezas musicales seleccionadas


Haciendo click sobre el nombre de la emoción o sobre su ilustración, podéis
acceder a la sesión de cada emoción realizada en el marco del Proyecto
Emocionario. Haciendo click sobre el nombre de cada pieza musical,
podéis escuchar la pieza seleccionada.

TERNURA

Pieza musical: Träumerei. Escenas de niños op. 15 nº 7 (Robert Schumann)

AMOR
Pieza musical: Liebestraum nº3 en La b Mayor, Sueño de amor (Franz Liszt)

ODIO

Pieza musical: Danza de los caballeros (Sergei Prokofiev)


IRA

Pieza musical: Fantasía y fuga sobre el nombre de Bach (Franz Liszt)

IRRITACIÓN
Pieza musical: El vuelo del moscardón (Nicolai Rimsky-Korsakov)

TENSIÓN

Pieza musical: Música de tensión tipo Hollywoood (Ricardo Carrasco)

ALIVIO
Pieza musical: La mañana, Peer Gynt op. 23 (Edvard Grieg)

SERENIDAD

Pieza musical: Le Nouvel Arc-En-Ciel (Michel Pépé)


FELICIDAD

Pieza musical: Make it shine (Sophonic media)

ALEGRÍA
Pieza musical: Payday (Jason Farnham)

TRISTEZA

Pieza musical: 2º movimiento del concierto para piano nº 5 (Ludwing van


Beethoven)

COMPASIÓN
Pieza musical: Harmonías poéticas y religiosas nº3, Bendición de Dios en la
soledad (Franz Liszt)

REMORDIMIENTO
Pieza musical: Sinfonía nº3 op. 36 “de las lamentaciones” (Henryk Górecki)

CULPA

Pieza musical: Estudio op. 33 nº 9 (Sergei Rachmaninov)

VERGÜENZA
Pieza musical: Preludio op. 28 nº 10 (Frederic Chopin)

INSEGURIDAD

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 2 (Frederic Chopin)

TIMIDEZ
Pieza musical: Gnossiene nº1 (Erik Satie)

CONFUSIÓN

Pieza musical: Vingt Regards-II.Regard de l’étoile (Olivier Messiaen)


MIEDO

Pieza musical: Scary horror music

ASOMBRO
Pieza musical: Preludio op.28 nº3 (Frederic Chopin)

ASCO

Pieza musical: Preludio op.28 nº18 (Frederic Chopin)


HOSTILIDAD

Pieza musical: La consagración de la primavera (Igor Stravinsky)

ACEPTACIÓN
Pieza musical: Suite nº 3 en Re Mayor, 2n movimiento “Air on a G
string” (Johann Sebastian Bach)

INCOMPRENSIÓN

Pieza musical: Años de peregrinaje - II. Italia - 2. El pensador (Franz Liszt)

DESAMPARO
Pieza musical: Adagio en sol m (Tomaso Albinoni)

SOLEDAD

Pieza musical: Sonata para piano nº 14 “Claro de Luna”, 1r


movimiento (Ludwing van Beethoven)
NOSTALGIA

Pieza musical: Sincerely Abbey (Semaj the Poet)

MELANCOLÍA
Pieza musical: Secret Garden (Mehmet Cemal Yesilcay)

ABURRIMIENTO

Pieza musical: Vingt Regards - I. Regard du Pére (Olivier Messiaen)

ILUSIÓN
Pieza musical: Sentimental (Kenny G)

ENTUSIASMO

Pieza musical: Locally Sourced (Jason Farnham)


EUFORIA

Pieza musical: 3r movimiento del concierto para piano nº5 (Ludwing van
Beethoven)

DESALIENTO
Pieza musical: B.S.O. La lista de Schindler (John Williams)

DECEPCIÓN
Pieza musical: Preludio op. 28 nº 20 (Frederic Chopin)

FRUSTRACIÓN

Pieza musical: A los cipreses de la villa del Este II. Años de Peregrinaje (Franz
Liszt)

ADMIRACIÓN
Pieza musical: Rapsodia sobre un tema de Paganini, variación 18 (Sergei
Rachmaninov)

CELOS Y ENVIDIA

Pieza musical: 4 Estaciones - Verano - Presto (Antonio Vivaldi)


DESEO

Pieza musical: Suggestion diabolique op. 4 nº 4 (Sergei Prokofiev)

SATISFACCIÓN
Pieza musical: Preludio op. 28 nº 19 (Frederic Chopin)

ORGULLO

Pieza musical: Fragmento de la Marcha nº1 Pompa y circunstancia (Edward


Elgar)

PLACER
Pieza musical: Estudio op. 25 nº 1 (Frederic Chopin)

GRATITUD

Pieza musical: Meditación de Thais (Jules Massenet)


¡Espero que le saquéis provecho al Proyecto Emocionario Musical y, ante todo, ¡que
lo disfrutéis muchísimo
Cristina Martínez Carrero
Psicopedagoga y Maestra de Audición y lenguaje cuya trayectoria profesional ha estado
orientada al diagnóstico e intervención de dificultades de aprendizaje en sentido amplio.
Directora y coordinadora de D-letras..
A menudo vemos en la escuela cómo niños y niñas tienen dificultades para reconocer y
gestionar las diferentes emociones. Les cuesta ponerse en el lugar del otro, hablar y compartir
opiniones de una manera asertiva… No saben cómo identificar las emociones, cómo
reconocerlas y cómo gestionarlas, de hecho, no es tarea fácil.
¿Están nuestros alumnos preparados para ello? No todos; son competencias que se dan por
adquiridas y a veces no están lo suficientemente desarrolladas. Competencias a las que no se
les suele prestar la atención que merecen. Adquirir y desarrollar una buena Inteligencia
emocional (IE) es imprescindible. Por esta razón en este artículo queremos ofreceros
algunos ejemplos y recursos materiales para que los podéis usar en el aula.

La
inteligencia emocional es la capacidad de identificar, comprender y manejar las emociones en
uno mismo y en los demás, es decir, la capacidad que tenemos para tratarnos bien y tratar
bien a los demás. Consta de tres procesos básicos que la engloban:

1. Percibir: Reconocer de forma consciente nuestras emociones e identificar qué sentimos y ser
capaces de darle una etiqueta verbal.
2. Comprender: Integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la
complejidad de los cambios emocionales.
3. Regular: Dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz.

Sabemos que los alumnos que desarrollan una adecuada inteligencia emocional poseen
confianza en sus capacidades; crean y mantienen relaciones satisfactorias, comunicando lo
que necesitan, piensan y sienten, teniendo en cuenta los sentimientos de los otros; están
motivados para explorar, afrontar desafíos y aprender, poseen una autoestima alta y tienen un
mayor número de recursos para la resolución de conflictos. Algo que influye de forma positiva
en todas las áreas de su vida.
En el colegio veremos que trabajando la IE aumenta el bienestar de los alumnos, se reducen
los conflictos escolares resolviéndose de una manera más asertiva. Pero, lamentablemente,
en muchos colegios no existe un rincón en la apretada agenda escolar para educar las
emociones. Son pocos los colegios que lo hacen. Comprendiendo lo complicado que es, se
puede partir de tutorías, a través de algún conflicto que haya surgido para poder trabajar la IE,
también se puede dedicar:

 10 minutos cada mañana antes de comenzar la “rutina” diaria. Estarán más receptivos.
 10 minutos antes de acabar las clases, si es posible, se puede repasar cómo estaban por la
mañana, si algo ha cambiado, creando un espacio para que puedan reflexionar individual y
grupalmente.
 Asamblea: 1 vez por semana. Si por el estilo de las clases o la organización del centro
educativo, no es posible trabajar las emociones cada día, se puede dedicar una hora a la
semana y hacerlo en forma de Asamblea… Quizá suponga un trabajo extra, pero los alumnos
se sentirán mejor cada día.

Lo primero es dedicar unas sesiones a explicar cuáles son las emociones básicas (la
alegría, tristeza, asco, enfado, miedo y sorpresa), enseñar cómo puedo identificarlas y qué
hacer cuando las identifico.
El año pasado en mi centro escolar realizamos un taller de inteligencia emocional que
atraía mucho a los niños, era muy dinámico y les ayudó a fijarse más en que repercusión
podían tener sus actos y a estar más pendientes de ayudar a sus compañeros. Se fomentó la
empatía. En estas sesiones se presentaba tres imágenes, una que mostrase los rasgos
faciales de una forma clara, la misma emoción en un niño y en una persona adulta. Los
alumnos debían identificar la emoción a trabajar. Se les va preguntando por las características
físicas que pueden observar en la imagen; una vez identificados los rasgos físicos
preguntamos por las cosas que nos producen dicho sentimiento. Después, debatimos y
comentamos que soluciones podemos encontrar para ayudar a las personas que presentan
dicho sentimiento y por último, qué podemos hacer nosotros mismos para cambiar esa
emoción cuando la estamos manifestando. Os dejo un ejemplo del MIEDO.
¿Cómo podemos hacerlo? Os dejamos un listado de materiales que pueden serviros para
trabajar la IE y las emociones en el aula:
LIBROS
Es importante tanto distinguir lo que sienten y piensan ellos mismos, como lo que sienten y
piensan los otros. A través de cuentos o historias, siempre podréis agregar el componente
emocional:

 El emocionario, de Cristina Nuñez y Rafael Romero, Editorial Palabras Aladas. Es un libro


muy sencillo, presenta un itinerario a través de las distintas emociones que tenemos cualquier
ser humano. Lleno de ilustraciones muy llamativas y con un texto sobre cada emoción que te
invita a la reflexión. Es compatible con cualquier programa emocional, y además dispone de

sus propias fichas descargables.


 El monstruo de los colores, de Ana Llenas, Editorial Flamboyant. El libro trata de un
monstruo que se ha hecho un lío con las emociones y deberá aprender a poner en orden la
alegría, la tristeza, la rabia, el miedo y la calma. Es un álbum ilustrado y gracias a sus
expresivas ilustraciones permite a los niños identificar con facilidad las distintas emociones
que se viven durante el día. Aquí tenéis acceso para ver el videocuento.

 Cuentos para educar con inteligencia emocional, de Clara Peñalver y Sara Sánchez,
Editorial Beascoa. Libro enfocado a los niños más pequeños con un lenguaje cercano y
sencillo. Es un manual perfecto para comprender y gestionar las dudas que generan en

nosotros las diferentes emociones.


 Paula y su cabello multicolor, de Carmen Parets Luque. Es un cuento que trabaja
las emociones más básicas: alegría, tristeza, enfado y miedo. Este libro te permite descubrir
cómo a Paula le cambia de color del pelo según la emoción que sienta, a través de las
transformaciones en el pelo de Paula vamos visualmente dando nombre a las emociones que
sentimos. A partir de hacernos preguntas como ¿Qué nos provoca esa emoción?, ¿Qué nos
hace sentir? y ¿Qué debemos hacer? vamos proporcionando respuestas y
soluciones para cada tipo de emoción. Aquí tenéis acceso al videocuento.

VIDEOS
Los videos propuestos os pueden ayudar a jugar al “traje de detective”. El juego consiste en
analizar los estados emocionales de los personajes. Preguntarles cómo crees que se sienten y
cómo lo demuestran. Tienen que prestar atención tanto a la comunicación verbal, como a la
no verbal. Crear debates: ¿cómo reaccionarías tú?, ¿cómo son las reacciones? ¿exageradas,
irreales?…
 Las emociones en diferentes situaciones con sus películas favoritas.
 Para trabajar la empatía.
 Vídeo para hablar sobre las repercusiones que puede tener meterse con una persona por ser
diferente.
 Para trabajar el enfado.
 Para trabajar asertividad.
 Para trabajar la Amistad.
 Para trabajar la tristeza.

JUEGOS ONLINE

 Descubre cómo eres es un juego con distintas actividades que permiten a los niños descubrir
cómo trabajar la propia identidad, experimentar sentimientos y reconocer emociones.
 Pelayo y su pandilla tiene divertidas y variadas actividades sobre distintas emociones,
identidad sobre el propio cuerpo e incluso juegos sobre salud e higiene personal.
 Conocerse y valorarse es una interesante herramienta de autoconocimiento para niños a
partir de 12 años.

JUEGOS GRUPALES DENTRO DEL AULA

 Dominó de los sentimientos: Aquí podéis descargarlo, además la página ofrece ideas de
más actividades que se pueden hacer.
 Diario de las emociones: El juego es una dinámica educativa que trata de favorecer la
reflexión sobre los propios estados emocionales. A través de esta dinámica vamos a procurar
que los niños y niñas dibujen sus estados emocionales y que tomen conciencia de cuando
sienten cada emoción, de los posibles desencadenantes y consecuencias. De esta manera
tendrán un rico collage de las propias emociones.
 Juego “El observador”: Deben observar las expresiones emocionales de otras personas
(familiares y amigos). Deben fijarse en los aspectos verbales (qué dice y cómo lo dice) y en los
aspectos no verbales: gestos faciales, muecas, tonos de voz, tics, etc. Como ya se trabajó al
principio, este juego les motiva mucho porque saben en qué han de fijarse.
 ¿Qué estará pasando? A través del roleplaying podemos plantear diversas situaciones,
reales o imaginarias (preferiblemente reales), y han de dramatizar la situación con todo tipo de
detalles. El resto de compañeros deben tratar de adivinar los estados afectivos en cada uno
de los acontecimientos relatados. “Me imagino que sentiste…..cuando”. Confirmar si ha
acertado en los sentimientos.

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